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Esta mente al desnudo

Lo que comentan los lectores “Es el libro más altruista y asombroso que he leído. Muchas gracias, Annie Grace, por toda tu sabiduría, inteligencia, sentido del humor y amor. Sinceramente, siento que has salvado mi vida. Hoy mismo, mi hija más joven recibió los resultados de su examen final, así que ahora comienza una nueva etapa en su vida. Ya no estará sola. Gracias, Annie Grace, por este regalo”. – Bernie M., Dublín, Irlanda

“¡Qué libro tan increíble! Esta mente al desnudo me ha abierto los ojos. Yo creía que podía decidir conscientemente dejar el alcohol, pero ahora entiendo que es necesario informar a mi mente inconsciente acerca de los males de la bebida y después de hacer eso... ¡el deseo intenso desaparece! También había leído y puesto en práctica la obra del doctor John Sarno y por lo tanto sabía acerca del poder de la mente inconsciente, ¡pero no puedo creer cuán efectivos han resultado ser este libro y este método para mí! ¡Gracias!” – Theresa G., Chapel Hill, Carolina del Norte

“Me encantó esta explicación tan práctica y delicada de los problemas relacionados con el consumo del alcohol, así como la manera clara y sistemática de desafiar a tu pensamiento y tu comportamiento en lo que hace a la bebida. Me ayudó a pasar de sentir vergüenza y culpa a realizar acciones reales y positivas”. – Elizabeth R., Australia

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“Sin querer sonar extremista, este libro me ha cambiado de manera significativa –y creo que también definitiva– tanto a mí como a mi actitud hacia la bebida. He seguido los consejos de Annie y hecho algunas cosas, sin nada de alcohol, que nunca hubiera pensado que podía hacer. Cualquier halago resultaría insuficiente para hacerle justicia. Recomiendo a aquellos que están divididos entre beber o no beber que lo lean. Una vez más, gracias, Annie Grace, me devolviste mi vida, ¡de veras!” – Katy F., Albuquerque, Nuevo México

“Siendo una gran entusiasta de Jason Vale, me pareció interesante leer Esta mente al desnudo. Fue fascinante leer más sobre los aspectos científicos tras la adicción y la mente inconsciente. ¡Le agregó más contenido a mi comprensión de por qué deseo vivir una vida feliz en sobriedad! Recomiendo totalmente este libro a todo el mundo, ya sea que el objetivo sea reducir el consumo o dejar el alcohol por completo, pues ofrece muchos y muy variados y prácticos trucos y consejos. ¡Me encantó!” – Sarah L., Londres

“Filosofía y práctica genuinamente esperanzadoras y realistas. Gracias, Annie Grace”. – Louise P., Des Moines, Iowa

“Esta mente al desnudo trajo gran claridad y atención sobre mi bebida y mi lucha de 10 años por la sobriedad, durante la cual nunca había hecho una pausa para realizar un examen. Annie invita metódicamente al lector a que la acompañe a lo largo de una senda lógica de descubrimiento. Sentía que me hablaba directo a

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mí y que ella sabía exactamente dónde yo me encontraba, tanto a nivel mental como físico. Sigo volviendo a leer ciertos pasajes para reafirmar los conceptos. Recomiendo este excelente libro a cualquiera que busque un abordaje innovador para poder ver al alcohol a la clara luz del día, con los ojos bien abiertos”. – Sam G., Sydney, Australia

“Esta mente al desnudo indaga sobre los aspectos psicológicos y fisiológicos tras la adicción y los aborda de manera correctísima, con capítulos organizados reflexivamente y comparaciones fáciles de recordar. Vas a descubrir que la verdad es que el alcohol no tiene un lugar en tu vida, así como los mitos que usamos para justificar su consumo. De veras, de corazón: no encuentro suficientes palabras para recomendar este libro tan genial”. – Cheryl W., Melbourne, Australia

“Leer Esta mente al desnudo ha sido simple y llanamente un milagro. Me ha ayudado a ver al alcohol tal como es realmente y terminó con un ciclo de 25 años de excesos alcohólicos y de “intentar” dejar o moderar el consumo de alcohol. Desde que lo leí, no he tenido deseos de beber ni una vez, algo que antes hubiera sido impensable en mí. No siento ninguna incomodidad en esas situaciones en que otras personas están bebiendo a mi alrededor, y ya no me veo en la necesidad de evitar la tentación... ¡porque ya no existe! Me siento más feliz, voy ganando confianza y mi salud mejora cada día. Toda persona que quiera tomar las riendas de su bebida, pero sin tener que sufrir y pelear toda la vida, simplemente tiene que leer este libro”. – Kay W., Distrito de los Lagos, Reino Unido

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“El libro de Annie brinda a los lectores una perspectiva singular e innovadora de nuestra relación con el alcohol y de cómo se puede cambiar. Pone al descubierto la falsedad de la creencia de que el alcohol es fundamental para llevar una vida feliz e interesante. La gema más valiosa de este libro es la idea de que un cambio en tu relación con el alcohol no necesariamente debe implicar una vida de eternos sufrimientos y privaciones, sino que en realidad la decisión de cambiar puede resultar bastante simple, e incluso liberadora. Este libro nos obliga a confrontar la relación que la sociedad mantiene con el alcohol. Por tanto, cambiará muchas vidas”. – Tony S., Sydney, Australia

“No me daba cuenta de en qué medida había perdido el control sobre el alcohol... hasta que lo recuperé. Yo bebía bastante, tal vez demasiado, a mis veintitantos años, y quise beber menos a medida que pasaba el tiempo. Pero, para mi sorpresa, querer no era suficiente, y mantenía una lucha para controlar mis deseos por la bebida. Tras haber leído Esta mente al desnudo siento, por primera vez en mi vida, una libertad y una felicidad extraordinarias en lo que hace a mi relación con el alcohol. ¡Estoy eternamente agradecida a Annie Grace por este hermoso regalo!” – Mary P., Brooklyn, Nueva York

“Este es un libro honesto. Genuino. Todo está explicado de una manera simple, convincente y fácil de recordar. Me resultó de ayuda y probablemente lo leeré otra vez en algún momento. Gracias, Annie Grace”. – Steve G., Toronto, Ontario

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“Era absolutamente impensable que yo considerara moderar mi consumo de alcohol, que había sido un hábito diario durante los últimos 28 años. Impensable, sí, hasta que leí el libro de Annie. En una semana, pasé de ser una bebedora habitual anclada en el alcohol a ser una persona feliz sin él, salteándome por completo el paso de la moderación. Me siento sumamente agradecida con Annie Grace por desenmascarar la naturaleza tan artera del alcohol de forma científica, franca y convincente. Si quieres liberarte de las garras del alcohol, este libro te resultará sumamente animador. Te moverá el piso. A mí me motivó y me cambió para siempre”. – Kate S., Los Ángeles, California

“Tus palabras están cargadas de sinceridad. Esta mente al desnudo es un libro increíble. Ha llenado mi vida de esperanza para el futuro”. – Jacob K., Springvale, Minnesota

“Un libro impresionante. Me he puesto de acuerdo en que es hora de terminar esta vida destructiva, pero este fin de semana caí en la cuenta... ¡de veras! Mientras digería este excelente libro, mi único hijo me anunció que me visitaría el fin de semana siguiente. Esta enfermedad por el alcohol me abofeteó bien fuerte, pues enseguida sentí ese pánico por la idea de interrumpir mi bebida. Este libro me abrió los ojos, el corazón y el alma para que percibiera la forma en que este monstruo me tenía tomado cuando yo ponía en una balanza mi posibilidad de beber y las pocas pero tan preciosas visitas en que puedo ver a mi hijo, mi razón para estar vivo. Gracias, Annie. Serán palabras simples, pero no sé cómo más expresarlo. Tus palabras son una espada justiciera, el verdadero elixir que yo necesitaba. Humilde y atentamente”. – Victor L., Austin, Texas

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“En este libro, tu voz suena tan clara como una campana, al mismo tiempo brindando una claridad impactante sobre la situación de la bebida, los bebedores y la adicción, así como con respecto al espiral generado por la sustancia misma causando un malestar que creemos arreglar bebiendo. Siendo tan escéptica como soy, aún creo que tu libro encierra un montón de esperanza”. – Heidi M., Plymouth, Massachusetts

“Esta mente al desnudo ha hecho posible que yo viera mis hábitos de consumo de alcohol desde una nueva perspectiva. Ahora conozco los aspectos científicos envueltos en mis tendencias adictivas, con lo cual la sobriedad ha dejado de ser una lucha y se ha convertido en una celebración, pues ahora por fin soy libre para vivir la vida a mi manera, en vez de ser controlado por el alcohol. El mensaje de Esta mente al desnudo es realmente liberador”. – Marcus J., Londres, Reino Unido

“Siendo una esposa, madre y terapeuta, cada vez me preocupaba más viendo mi consumo diario de bebida y cómo mi dependencia por el alcohol aumentaba. En cambio, Esta mente al desnudo me proporcionó esa mirada crítica al interior de mi mente que resultaba necesaria para superar mis problemas. Ahora, cuento nuevamente con mi energía, vitalidad y salud. Recomiendo abiertamente Esta mente al desnudo para cualquiera que esté preocupado por su consumo de alcohol”. – Rhiana N., Sydney, Australia

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“Me topé con Esta mente al desnudo tras una de esas grandes recaídas en la desgracia del alcohol; cuatro semanas de ebriedad sin pausa me pusieron al borde del suicidio. He bebido sin control desde los dieciocho años y mi alcoholismo ha sido grave durante los últimos diez años. Con lo poco que quedaba de mí, me arriesgé a sufrir un delirium tremens y en vez de acudir a alguna otra institución de desintoxicación (que nunca funcionaron conmigo) o esclavizarme a otra reunión todopoderosa de A.A. (con las cuales tampoco logré nada), me encontré con un enfoque nuevo, revolucionario, llamado Esta mente al desnudo. Llevaba tres días sufriendo severamente mi abstinencia cuando me puse los auriculares y comencé a escuchar la versión en audio del libro de Annie. Sentí una conexión instantánea con las palabras y experiencias que Annie había atravesado. A lo largo de los tres días y noches siguientes escuché frenéticamente todo el programa, sus palabras respaldadas por los hechos, y me descubrí aceptando que el alcohol es un veneno, y viendo que todo lo que necesitaba era que esto se me explicara con hechos y con un corazón compasivo y comprensivo. Hasta hoy, aún no he vuelto a beber, y la verdad es que debo recomendar totalmente este programa a cualquiera que tenga problemas serios con el alcohol. Funciona de maravillas”. – Wilder D., Melbourne, Australia

“Antes de leer Esta mente al desnudo, yo era un bebedor moderado, y llevaba una relación con el alcohol que yo creía que era muy saludable. Por tanto, me pareció que no estaba pensado para mí, pero de todos modos decidí probar. ¡Qué equivocado que estaba! Para cuando terminé de leer el libro, me había dado cuenta de que no existe ninguna relación saludable con el alcohol. Es increíble lo convincentes que son los ejemplos, las analogías y las historias personales de la escritora. Cambiaron mi perspectiva

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por completo. Me cuestioné mis verdaderos motivos para beber, y me di cuenta de que recibía muy poco o nada a cambio de beber. Inmediatamente tras leer este libro, perdí el deseo por mis tragos de las tardes y hallé valor para cenar con amigos y no beber un par de cervezas. ¡No se me malentienda! No he abandonado por completo la bebida. Todavía bebo uno o dos tragos cada tanto. Pero la frecuencia es mucho menor, y es cuando yo así lo decido, en vez de a causa de un simple hábito o de la presión social. Si este libro puede causar un efecto tan fuerte en alguien que no tenía ninguna intención de cambiar, ni me imagino cuán poderoso pueda ser con personas que realmente busquen un cambio en sus vidas”. – John D., Nueva Jersey

“Los niveles de bebida que en su día fueron considerados alcoholismo ahora son la norma. Nos ofrecen los vinos gourmet y las cervezas de boutique casi como un gusto diario esencial. Si tú, tal como yo, has hallado que el alcohol se ha convertido más en una carga que en un placer para ti, el libro de Annie Grace es la clave para recuperar el control. Se trata de una mirada honesta y elocuente a las peligrosas realidades de nuestra cultura alcohólica, y te brinda todas las herramientas necesarias para retomar el control de tu vida y abrir una puerta que lleve a una nueva vida, una más feliz”. – Victory W., Perth, Australia

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Exclusión de Responsabilidad: Este libro contiene información médica, psicológica y fisiológica relacionada con el alcohol y la adicción. No pretende ser un complemento para el tratamiento médico o psicológico o evaluación. Se recomienda encarecidamente que busque asesoramiento profesional en relación con su estado de salud antes de tratar de incorporar algún consejo relacionado con su vida, especialmente si usted ha llegado a un punto de la dependencia física del alcohol. Nota Importante: Los síntomas de abstinencia debido a una dependencia física al alcohol tienen el potencial de ser graves, y en algunos casos ponen la vida en peligro. Los que tratan de abstenerse por completo de bebidas alcohólicas deben de consultar primero con un profesional calificado de la salud. La información contenida en este libro no pretende sustituir la orientación profesional ni médica en el tratamiento con respecto al problema del alcohol. Por lo tanto, ambos el editor y el autor no deben ser considerados responsables de cualquier resultado médico que puedan resultar al utilizar los métodos contenidos o sugeridos en este libro. Se han realizado esfuerzos exhaustivos para asegurar la exactitud de la información contenida en este libro como de la primera publicación. © 2015 Esta Mente Desnuda, LLC. Todos los derechos reservados. Biblioteca del Congreso de Control Número: 2016930502 Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o utilizada en cualquier forma o por cualquier medio que no sean expresamente autorizados por el autor. Cualquier reproducción o uso de digital, electrónico o mecánico, incluyendo la transmisión a través de una red informática interna o externa, correo electrónico, escaneo óptico, por fotocopia, grabación o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación (aparte de descarga con licencia para uso personal), sin el el permiso expreso por escrito del autor está estrictamente prohibida. Algunos nombres han sido cambiados. Traducido por: AquilaTranslates: http://www.aquilatranslates.com/ Diseño de portada e ilustraciones por DeAndre & Mary Purdie

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Para quien sea aplicable: Pues me amaste aún antes de que conociera tu nombre y me enseñaste que, hasta en el fondo, siempre hay mucho espacio.

A mi esposo: Gracias por tu increíble fortaleza y tu sublime gracia.

Mantente en contacto: https://mentealdesnudo.com http://thisnakedmindcommunity.com [email protected] Twitter: @thisnakedmind Facebook: This Naked Mind

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Agradecimientos “Aquí los tienes… Aquellos que ven las cosas de manera diferente. No se complacen en las reglas. Y no muestran ningún respeto por el status quo. Podrás citarlos, cuestionarlos, glorificarlos o denigrarlos. Pero probablemente, lo único que no podrás hacer es ignorarlos. Puesto que ellos son quienes cambian las cosas. Mueven a la raza humana hacia adelante. Y, mientras que algunos solamente los ven como unos lunáticos, nosotros vemos genios. Porque únicamente aquellos lo suficientemente locos como para creer que pueden cambiar el mundo, logran hacerlo”. – Apple Inc. Más que todo, es con inmenso placer que agradezco al doctor John Sarno y al señor Allen Carr (1934–2006). El doctor Sarno es el padre del “síndrome mente cuerpo” (también llamado síndrome de miositis tensional). Él fue quien me abrió los ojos al poder del inconsciente, y este libro es el resultado de aplicar sus métodos a la enfermedad cerebral de la adicción. De no haberle antecedido todo el revolucionario trabajo del doctor Sarno, este libro no hubiera sido posible. Allen Carr fue el autor de Es fácil dejar de fumar si sabes cómo, Stop Drinking Now (Deja ya de beber), y muchos otros libros de Easyway™. El señor Carr ejerció mucha influencia y resultó ser una fuente de inspiración increíble en el campo de la adicción a las drogas. Así como yo, muchos otros escritores influyentes han aprendido de las ideas revolucionarias de Allen, de sus descubrimientos y de su comprensión de la adicción. El doctor Sarno y el señor Carr contarán (¡eternamente!) con mi más sincera admiración y gratitud.

“Si acaso logré ver más lejos, habrá sido porque me paré en los hombros de los gigantes”. – Sir Isaac Newton

También me gustaría dar mi agradecimiento a estas mentes brillantes que han contribuido en gran manera con este trabajo: • Thad A. Polk, profesor de Psicología y del Departamento de Ingeniería Eléctrica y Ciencias de la Computación de la Universidad de Michigan, creador asimismo del programa The Addictive Brain (El cerebro adictivo), por su investigación neurológica sobre el circuito de recompensa y el ciclo de la adicción; • Dave Gray, autor de Liminal Thinking (Pensamiento liminal), por su abordaje (tan metódico y sumamente singular) al tema de cómo cambiar creencias que tenemos arraigadas, cuando ellas están basadas en una realidad desvirtuada. • Steve Ozanich, escritor que se desempeña en el campo de las curaciones con el enfoque Mente cuerpo, que expandió el trabajo del doctor Sarno y se tomó el tiempo necesario para inspirarme en los inicios de esta travesía; • Dan Harris, autor de 10% más feliz, por hacer que la travesía dentro de la mente sea más práctica y divertida; • Malcolm Gladwell, autor best seller, orador y periodista, por animarnos a todos a desafiar las maneras de pensar que ya conocemos; • Charles Duhigg, escritor para el New York Times y autor de El poder de los hábitos, por su trabajo revolucionario con relación a los hábitos y la fuerza de voluntad; • Johann Hari, autor best seller de Tras el grito, por su visión innovadora de la adicción y por su profunda pasión por cambiar la forma en que la sociedad ve y trata a los adictos; • Carl Jung, fundador de la psicología analítica, por su investigación dentro de “la sombra” y por su contribución a la travesía de Bill Wilson hacia la sobriedad; • Bill Wilson, fundador de Alcohólicos Anónimos, ni doctor ni psicólogo, sino solamente un hombre que se salvó a sí mismo de la adicción por medio de métodos aparentemente poco convencionales. Cambió la vida de millones de personas al ver las mismas cosas de siempre de una manera distinta.

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ÍNDICE Prefacio 15 Introducción 19 1. Esta mente al desnudo: cómo y por qué funciona 23 2. ¿El bebedor o la bebida? 1ª parte: el bebedor 41 3. ¿El bebedor o la bebida? 2ª parte: la bebida 54 4. Punto liminal: beber, ¿nada más un hábito? 63 5. Tú: al desnudo 67 6. Punto liminal: ¿bebemos solamente por el gusto? 77 7. Tú: intoxicándote 84 8. Punto liminal: ¿el alcohol nos da valor? 99 9. ¡Demonios! ¡Estamos atrapados! 107 10. Punto liminal: al beber me suelto y tengo mejor sexo 123 11. En busca de la sobriedad 131 12. Punto liminal: bebo para aliviar el estrés y la ansiedad 141 13. El misterio detrás de la sobriedad espontánea 150 14. Punto liminal: disfruto de la bebida; me hace feliz 160 15. Definición de la adicción: 1ª parte 169 16. Punto liminal: ¿el alcohol es esencial para la vida social? 184 17. Definición de la adicción: 2ª parte 191 18. Punto liminal: es un tema cultural; bebo para encajar 200 19. La pendiente: ¿Por qué algunos caen más rápido que otros? 208 20. Vivir una vida al desnudo en nuestra sociedad 218 21. Esta mente al desnudo 238 22. El secreto de beber menos (de forma sencilla) y seguir siendo feliz 254 23. La travesía: “recaída” 277 24. Sigue la cadena 281 Notas finales 288

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3:33 a.m. Cada noche me despierto a la misma hora. Por un instante me pregunto si eso puede ocurrir por alguna razón en particular. Tal vez no, tal vez sea pura coincidencia y nada más. Ya sé qué es lo que sigue. Respiro hondo. Comienzan a surgir los pensamientos habituales. Intento reconstruir la tarde anterior, tratando de contar cuánto bebí. Llego a contar cinco vasos de vino y a partir de ahí los recuerdos se vuelven vagos. Sé que bebí algunos más, pero ahora ya perdí la cuenta. Me pregunto cómo puede ser que alguien beba tanto. Yo ya sé que no puedo seguir así. Empiezo a preocuparme por mi salud, recorriendo el camino tan trillado del miedo y los reproches: ¿En qué estabas pensando? ¿No te importa nada?, ¿nadie? ¿Y si terminas con un cáncer? Lo tendrás bien merecido pero... ¿y los niños?, ¿no puedes parar por los niños?, ¿o por Brian? Ellos te quieren. No hay ninguna razón válida para ello, pero te quieren. ¿Por qué eres tan débil?, ¿tan estúpida? Si logro horrorizarme viendo cuán lejos he llegado, puede que retome el control. Y aquí entran en escena los votos, esas promesas que me hago de que mañana voy a hacer las cosas de otra manera. Voy a arreglarlo. Promesas que nunca cumplo Me quedo despierta como por una hora. A veces lloro. Otras veces estoy tan indignada que lo único que siento es ira. Últimamente, he estado yendo lenta y silenciosamente a la cocina a beber un poco más. Nada más lo suficiente para acallar a mi cerebro y volver a dormir, sin que él me siga lastimando.

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Estas madrugadas terminan siendo el único momento en que soy honesta conmigo misma, en que admito que estoy bebiendo demasiado y que un cambio es necesario. Esa es la peor parte de mi día y es siempre igual, una noche tras otra. Al día siguiente, es como si tuviera amnesia. Me vuelvo a convertir en una persona feliz. No puedo aceptar mi miseria, así que simplemente la ignoro. Si me preguntas con respecto a la bebida, te diré que la adoro; me relaja y hace la vida más divertida. A decir verdad, me sentiría muy sorprendida si no bebieras conmigo. Me preguntaría: ¿Por qué demonios no lo haces? A lo largo del día, siento que yo tengo el control. Me siento exitosa y estoy muy ocupada. No hay nada en mi apariencia que muestre cuánto bebo. Estoy tan ocupada que no dejo lugar para la honestidad, los cuestionamientos y las promesas incumplidas. Así que llega la tarde, empiezo a beber y el ciclo continúa. Ya estoy atrapada, ya no tengo el control, y en el único momento en que soy lo suficientemente valiente como para admitirlo (aun frente a mí misma) es en la soledad, en la oscuridad, a las tres de la madrugada. Las potenciales implicaciones de todo esto me aterrorizan. ¿Y si tengo un problema?, ¿y si soy alcohólica?, ¿y si no soy normal? Y aún más terrible, ¿y si tengo que dejar la bebida? Me preocupa que mi orgullo me termine matando por no tener ninguna intención de etiquetarme a mí misma. Siento miedo a la vergüenza y al estigma. Si tengo que escoger entre vivir una vida mísera en enfermiza abstinencia o beber hasta llegar –temprano– a la tumba, me decido por la segunda opción. Puede que sea terrible, pero también es cierto. Lo que sé sobre buscar ayuda, lo supe a través de mi hermano, que estuvo en prisión. Estar en prisión en Estados Unidos a menudo significa, entre otras cosas, tener reuniones de Alcohólicos Anónimos (A.A.). Él me contó que comienzas cada reunión admitiendo que eres un alcohólico y que, como tal, eres impotente frente al alcohol. Dice que ellos creen que el alcoholismo es una enfermedad mortal que no tiene cura. Y yo conozco personalmente alcohólicos –que se confiesan como tales– que, en vez de hallar la paz, llevan a cabo una

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batalla diaria para mantener la sobriedad. En nuestra cultura, estar sobrio parece ser una desgracia. Vivir una vida evitando caer en la tentación. Recuperarse parece ser sinónimo de aceptar la vida como viene y ajustarse a la nueva realidad de tener que privarse de algo valioso. Parece que la idea misma de recuperarse le da aún más poder al alcohol y esto se acentúa cuando me estoy absteniendo de él. Lo que yo quiero es libertad. Ahora ya me quedó claro que el alcohol estaba sacándome más que lo que me daba. Quería darle menos cabida y relevancia en mi vida, antes que darle más poder sobre mí. Quería un cambio. Tenía que encontrar otra manera. Y así lo he hecho. Ahora tengo mi libertad. Volví a tener el control y reconquisté mi respeto por mí misma. No estoy encerrada en una batalla por mantener la sobriedad. Bebo cuanto yo quiero, cuando yo quiero. La verdad es que ya no quiero beber. Ahora veo que el alcohol es adictivo y yo me había hecho una adicta. Parece obvio, ¿no? No tanto. En realidad, en la sociedad de hoy en día, con todo el alcohol que se consume, no resulta obvio para nada. Admitir que el alcohol es una droga peligrosa y adictiva (tal como la nicotina, la cocaína o la heroína) tiene implicaciones muy serias. Así que tendemos a confundirnos entre nosotros con todo tipo de teorías retorcidas. Nunca me había sentido tan feliz. Me estoy divirtiendo más que nunca antes. Es como si me hubiera despertado de la Matrix y descubierto que el alcohol estaba simplemente nublando mis sentidos y entrampándome, en vez de mejorar mi vida. Me imagino que esto te puede resultar difícil –o tal vez imposible– de creer. No hay problema. Pero puedo brindarte la misma libertad, la misma alegría y el mismo control sobre el alcohol, para que puedas disfrutar de ellos a lo largo de tu vida. Puedo llevarte a hacer la misma travesía: una travesía por los hechos, la neurociencia y la lógica. Una travesía que te fortalece en lugar de hacerte sentir impotente. Una travesía que no conoce del dolor de la privación.

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Puedo devolverte el control, quitándote tu deseo de beber, pero te aviso de antemano: quitarte tu deseo de beber es la parte más fácil. La parte más difícil es ir contra la corriente, contra la mentalidad de grupo de nuestra cultura, saturada de alcohol. Después de todo, el alcohol es la única droga en todo el mundo para la cual es necesario dar explicaciones una vez que decides no consumirla. Los expertos afirman que dejar la bebida lleva meses –y hasta años– de penurias. Un acertijo muy difícil puede enloquecerte, puede tomarte una eternidad resolverlo. Pero si alguien te da la solución, resolver el acertijo se vuelve extremadamente sencillo. Deseo que este libro sea tu solución, tu escape fácil de la trampa del alcohol. Aquí te ofrezco una perspectiva educativa y aclaradora que está basada en el sentido común, pero también en los últimos enfoques de la psicología y la neurociencia. Una perspectiva que te fortalecerá y te deleitará, permitiéndote cambiar para siempre tu relación con el alcohol. Y recuerda: a veces la solución está en la travesía, más que en el destino. Mis mejores deseos, Annie Grace

INTRODUCCIÓN

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“No podemos temerle al cambio. Puede que te sientas muy seguro en tu pequeño estanque, pero si nunca te animas a salir de él, nunca sabrás que existen cosas como un océano y un mar”. – C. JoyBell C. Imagina que, revirtiendo años de condicionamiento inconsciente, pudieras volver a tener la perspectiva de una persona que nunca ha probado una botella. No sentirte como una persona (sobria) alcohólica en recuperación, sino teniendo tanto deseo –y hasta necesidad– por el alcohol como el que tendría alguien que nunca en su vida hubiera bebido. Bueno: eso es posible. Para cuando llegues al final de este libro, serás capaz de evaluar los pros y contras de la bebida y determinar qué rol desempeñará el alcohol en tu vida sin ningún deseo ilógico o irracional. Te sentirás feliz con tu decisión, puesto que será tuya, auténtica, tomada desde una posición de total libertad, antes que bajo obligación o coacción. Tu deseo por beber se habrá ido, así que no importa qué elijas, no sentirás que te estás privando de nada. No estarás anhelando un trago o evitando situaciones sociales para no enfrentar la tentación. Sin deseo, no hay tentación. Y algo importante: no será necesario que te etiquetes como una persona enferma o impotente frente a nada.

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Este libro cambiará tu percepción, mostrándote las verdaderas razones por las que bebes, tanto a nivel psicológico como neurológico. Puede que tú pienses que ya sabes por qué bebes: para aliviar el estrés, para relacionarte mejor, o para darle color a la fiesta. Estas son tus racionalizaciones para beber, pero la realidad es que bebes por razones más sutiles y menos conscientes. Y comprender estas razones te devolverá el control. Desaparecerá tu confusión y eliminará tu infelicidad. Pero antes, debemos deshacer años (o décadas) de condicionamiento inconsciente con respecto al alcohol. Y no te castigues por ninguna lucha que hayas tenido en el pasado (incluyendo los intentos infructíferos de dejar). Es contraproducente. Existe un error de concepción muy común que sugiere que aquellos que no pueden controlar su bebida son personas sin fuerza de voluntad. Según mi experiencia, sin embargo, frecuentemente son las personas más fuertes, las más astutas y las más exitosas las que precisamente beben más de lo que deberían. Beber, o desear beber, no te transforma en una persona débil. Puede que te resulte difícil de creer, pero una incapacidad para controlar la cantidad que bebes no es un signo de debilidad. Así que, a partir de este momento, dejemos de odiarnos a nosotros mismos. Puede que creas que es impensable beber menos sin que ello involucre privaciones. La idea de beber menos te aterroriza, tal como lo hacía conmigo. Te preocupas pensando que las fiestas y los eventos sociales se volverán aburridas y crees que hasta se te hará difícil asistir a ellas. Si bebes para aliviar el estrés, la idea de perder todo el apoyo adicional que crees que el alcohol te proporciona puede ser paralizante. Pero es la verdad: con este enfoque, puedes beber menos (sin grandes esfuerzos) y sentirte feliz por ello. ¡Qué experiencia tan eufórica! ¡Te cambiará la vida! Disfrutarás de salir con amigos, incluso si van a bares, con la seguridad de que ni una gota de alcohol mojará tus labios. Pero... beber menos, ¿significa no beber más? ¿Debes dejar para siempre? Eso dependerá de ti. Tomarás tu propia decisión, basándote

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en cierta información que te fortalecerá, que te devolverá el control, en vez de imponerte reglas. Exploraremos todos los aspectos del ciclo de la bebida. No te preocupes ahora por tomar una decisión sobre cuánto o cuán a menudo vas a beber a partir de ahora. En este momento, lo que importa es que mantengas la esperanza. Necesitas saber que este programa puede y va a funcionar: que vas a obtener la liberación de las garras del alcohol. Tal vez tú pienses que yo no capto cabalmente tu situación, cuán dependiente te has vuelto del alcohol. Quizá has estado bebiendo, y mucho, durante varios años, y por tanto estas afirmaciones te parezcan absurdas. No hay problema. El escepticismo no afectará los resultados. No importa por qué motivo hayas tomado contacto con este libro, todo lo que hallarás aquí son buenas noticias. Si lees, reflexionas y absorbes la información contenida en estas páginas, sentirás suficiente inspiración como para cortar relaciones con el alcohol –o reducirlas– sin sentir que te estás privando de nada. De hecho, sentirás felicidad, hasta posiblemente euforia, en relación con tu decisión. Sentirás que tienes el control y las fuerzas para hacer elecciones conscientes, lógicas, basadas en los hechos, en lo que respecta al rol que el alcohol juega en tu vida. Te animo a leer entre uno y dos capítulos por día, manteniendo el impulso, pero a la vez dándote el tiempo suficiente para absorber los contenidos. No cambies tu rutina diaria, aun cuando la bebida forme parte de ella. Sí, escuchaste correctamente: siéntete libre de continuar bebiendo mientras lees el libro. Puede que esto te parezca contradictorio, pero durante el proceso verás que es importante. Por supuesto, si tú ya dejaste de beber, no hay ningún motivo por el cual debas volver a hacerlo, y demás está decirlo, nada estaría más lejos de mí que animarte a hacerlo. Lo que sí que es importante es que continúes con tu rutina habitual, de tal forma que no te generes estrés ni alimentes una especie de sentido de privación mientras intentas absorber esta información. Necesitas concentrarte y reflexionar en lo que Esta mente al desnudo te muestre. De todos modos, es importante que,

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en tanto sea posible, leas mientras te encuentres en sobriedad para que puedas captar a cabalidad lo analizado en el material. Y no te saltees porciones. Cada uno de los conceptos explicados ayuda a comprender los subsiguientes. Este libro te planteará un desafío, así que debes mostrar una mente abierta, así como cierta disposición a cuestionarte cosas que creías ciertas desde hace mucho tiempo. Por último, ¡mantén la esperanza! Estás a punto de lograr algo increíble: retomar el control. Ya sé que todavía no ha ocurrido, pero ya puedes estar alegre por ello. Así que, a lo largo del libro, haz tu mejor esfuerzo por mantener una mentalidad positiva. A menudo, el cambio ocurre cuando el dolor por la situación presente se hace tan insoportable que terminas mostrando disposición a cambiar sin entender por completo qué esperar del futuro. Probablemente te imagines que una vida sin alcohol sería dolorosa y hasta te asuste la idea. Esta percepción te mueve a postergar el cambio tanto como puedas. Yo te mostraré cómo alterar tus hábitos de consumo no tiene por qué causarte ningún dolor, y cómo hacerlo te permitirá disfrutar de la vida más de lo que jamás hayas imaginado que fuera posible. Este enfoque no consiste en dar el manotazo del ahogado, ni en elegir la opción menos terrible entre dos que ya de por sí son malas (continuar bebiendo o vivir una vida de privaciones). No, más bien harás una elección bien sencilla entre tu condición actual y un futuro brillante y prometedor. Está perfecto que te invada la esperanza, y hasta se te anima a permitírtelo. Este libro contiene un enfoque innovador, revolucionario. Cambiará tu vida para mejor.

1. ESTA MENTE AL DESNUDO: CÓMO Y POR QUÉ FUNCIONA

1. ESTA MENTE AL DESNUDO: CÓMO Y POR QUÉ FUNCIONA

inconsciente: sustantivo. Aquella parte de la mente de la cual la persona no está al tanto, pero que resulta una fuerza poderosa a la hora de controlar el comportamiento. consciente: adjetivo. Que está al tanto de algo (como un hecho o un sentimiento), sabiendo que algo existe u ocurre. consciencia: sustantivo. Condición de estar consciente. : calidad de estar al tanto de algo, particularmente de algo dentro de uno mismo. : nivel superior de vida mental del cual la persona está al tanto, en contraste con los procesos inconscientes. Definiciones extraídas a partir del Merriam-Webster.



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¿Pensamiento consciente o inconsciente? ¿Sabías que tu mente inconsciente es la responsable de tus deseos? La verdad es que la mayoría de nosotros no solemos pensar en distinguir nuestros pensamientos conscientes de los inconscientes, pero dicha distinción es una pieza esencial en el rompecabezas del alcohol. Ciertos estudios han confirmado que contamos con dos sistemas cognitivos (del pensamiento) bien distintos: el consciente y el inconsciente.1 El toma y daca entre nuestras elecciones inconscientes y nuestras metas racionales y conscientes puede ayudarnos a explicar las realidades ocultas del alcohol.2 Todos conocemos muy bien a la mente consciente (o explícita). El aprendizaje consciente requiere que captemos intelectualmente ciertos conocimientos o procedimientos, que luego podemos memorizar y articular.3 Cuando queremos cambiar algo en nuestras vidas, lo más común es que comencemos tomando una decisión consciente. Sin embargo, beber ya no es una elección del todo consciente en tu vida. Por lo tanto, cuando tomas una decisión consciente de beber menos, se te hace prácticamente imposible cumplir con ella. Tu mente inconsciente, de mayor tamaño y fuerza, no recibió la notificación. El aprendizaje inconsciente ocurre automática e involuntariamente a través de tus experiencias y observaciones, el condicionamiento y la práctica.4 Se nos ha condicionado para creer que disfrutamos de la bebida. Pensamos que mejora nuestra vida social y que nos libera del aburrimiento y del estrés. Creemos esto por debajo de nuestra consciencia. Esa es la razón por la cual, aún tras reconocer conscientemente que el alcohol pide más de lo que da, todavía conservamos el deseo por la bebida. Los cambios neurológicos que ocurren en tu cerebro como resultado de consumir alcohol agravan este deseo inconsciente. Thad A. Polk, neurocientífico, profesor y autor de The Addictive Brain (El cerebro adictivo), un curso del año 2015 sobre la nueva ciencia de la adicción, dice que ver la adicción desde los ojos de la neurociencia

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nos permite “mirar más allá del comportamiento aparentemente extravagante de los adictos y ver qué es lo que está ocurriendo dentro de sus cerebros”.5 Cuando yo recién había iniciado esta travesía, el hecho de que mi deseo de beber menos fuera debilitado por un extraño deseo de beber más no podría calificarse de mejor forma que de extravagante. La mente, y particularmente la mente inconsciente, es una fuerza poderosa a la hora de controlar nuestro comportamiento. Estamos rodeados de información que declara los muchos beneficios del alcohol, y sin embargo muy rara vez somos conscientes de ello. De acuerdo con el modelo comunicativo de la programación neurolingüística (PNL), se nos ataca con dos millones de bits de datos por segundo, pero en realidad, de entre toda esa información, únicamente llegamos a ser conscientes de siete bits.6 La televisión, las películas, la publicidad y hasta los eventos sociales: todas ellas influyen en nuestra creencias. Desde nuestra niñez, hemos observado, con algunas excepciones, a nuestros padres, amigos y conocidos que aparentemente disfrutan de beber moderada y “responsablemente”. Estas imágenes le han enseñado a nuestra mente inconsciente que el alcohol es placentero, relajante y hasta sofisticado. Tus juicios sobre el alcohol, así como tu deseo por la bebida, surgen de un condicionamiento de tu mente inconsciente que ha durado toda la vida. Lo más probable es que este deseo haya sido agravado por alteraciones neurológicas específicas en tu cerebro. El objetivo de Esta mente al desnudo es revertir el condicionamiento de tu mente inconsciente educando a tu mente consciente. Al modificar a tu mente inconsciente, eliminaremos tu deseo por beber. Sin deseo, no existe tentación. Sin tentación, no existe adicción. Como todas las nociones que tenemos arraigadas desde nuestra infancia, nosotros creemos en el alcohol sin cuestionamientos, tal como creemos que el cielo es azul. A lo largo de este libro, vas a reflexionar de manera crítica sobre esas creencias que has tenido hace tiempo con respecto al alcohol y eliminar aquellas que sean falsas.

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Esto convencerá a la todopoderosa mente inconsciente y promoverá la armonía y el acuerdo entre tu mente consciente e inconsciente. Cuando el cerebro es quien causa el dolor Cualquier cosa que diga resulta escasa a la hora de resaltar la importancia de tu mente inconsciente. Aprendí esta lección del doctor John Sarno, un reconocido médico que investiga la conexión entre el dolor físico y las emociones. Un artículo de Forbes lo calificaba como el mejor doctor de los Estados Unidos7 y su metodología ha resultado muy exitosa, curando todo tipo de personas, incluyendo al controvertido profesional de la radio, Howard Stern. Sarno fue quien acuñó el nombre “síndrome de miosotis tensional”, una teoría según la cual tu mente es la responsable de tu dolor, antes que ninguna enfermedad o lesión física, sin hacerte consciente de ello en ningún momento. Tras el nacimiento de mi segundo hijo, experimenté un dolor de espalda devastador. A veces quedaba imposibilitada por semanas enteras. Gasté miles de dólares en tratamientos. Probé con la quiropráctica, la acupuntura, la medicina tradicional, con relajantes musculares y analgésicos. Asistía todas las semanas a sesiones de fisioterapia que incluían tracción y masajes. Durante tres años, no pude llevar a mis niños a upa, y no había tratamiento que me ayudara. Gracias al trabajo de Sarno, averigüé cuál era la verdadera fuente de mi aflicción, y fue leyendo su libro que me curé. Ya sé que es difícil de creer. Pero aquí estoy, sentada, y no he vuelto a sentir dolor por años. Varios miles de personas han sido curados para siempre de dolores crónicos gracias al trabajo del doctor Sarno. Hasta existe un sitio web creado por individuos que han sido curados por él. ¿Con qué propósito? El de ofrecer un lugar donde la gente pueda escribirle cartas de agradecimiento al doctor Sarno por haberles devuelto sus vidas. La verdad es que está sensacional, puedes visitarlo en: http:// www.thankyoudrsarno.org/. El abordaje del doctor Sarno al cen-

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trarse en hablar a la mente inconsciente es el mismo que yo uso para recuperar el control sobre el alcohol. Veamos otro ejemplo, uno menos personal. En las décadas de los ochenta y los noventa, experimentamos una epidemia de úlcera.8 Muchas personas que se encontraban en los años más estresantes de la edad adulta desarrollaban úlceras. Tan pronto como los médicos declararon que había una conexión directa entre las úlceras y el estrés, el problema desapareció. Piensa en ello: ¿Cuántas personas conoces hoy en día que tengan úlceras? Tal como estos médicos mostraron que las úlceras estaban relacionadas con el estrés, el doctor Sarno me demostró, de forma metódica, que el dolor de espalda que yo sentía –un dolor que ningún profesional de la medicina había podido diagnosticar– estaba relacionado con la represión de la ira y el estrés. Pero, ¿cómo acumulamos toda esa represión de ira y estrés? Bueno, imagínate a un padre joven. Su esposa (que ya no tiene tiempo para él) le entrega su bebé, pues está llorando. Está agotada, necesita un descanso. Él toma al niño y lo intenta todo para calmarlo. Cuarenta minutos después, el bebé sigue llorando. El padre ya se siente frustrado y enojado. ¿No es comprensible? Sus necesidades no están siendo satisfechas, las acciones del bebé son ilógicas, y encima él se siente inútil. Según su mente, no sería ni siquiera aceptable sentir ira contra un bebé indefenso, así que esas emociones se mantienen enterradas en su subconsciente, o como le llama el psiquiatra Carl Jung, “la sombra”.9 Escondemos aquellas emociones que entendemos que son aberrantes en “la sombra”. Nos negamos a aceptar esa parte de nosotros mismos. Más bien, aseveramos: “Soy una buena persona; de ninguna manera desearía hacerle daño a una criatura indefensa”, y así es como, inconscientemente, reprimimos nuestras emociones negativas. Para que dichas emociones condenables queden profundamente enterradas, puede que tu cerebro cause dolor físico para distraerte. Pero el dolor es real. Pruebas de laboratorio han demostrado que el dolor se produce cuando tu cerebro reduce el envío de oxígeno a cierta área afligida.

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Los epidemiólogos llaman a esta transferencia de síntomas “amplificación”.10 Dicha amplificación evita que las ideas inaceptables emergen. Tu mente inconsciente trabajando “Cualquier cosa inconsciente que exista se disuelve si la iluminas de consciencia”. – Eckhart Tolle Y, ¿para qué te digo todo esto? Después de todo, la bebida y el dolor de espalda parecen ser dos problemas bastante distintos. Así que, ¿qué tienen que ver “la sombra” y la amplificación con la bebida? Parece difícil creer que haber leído un libro me haya curado mi dolor de espalda, pero tal vez así notes cómo el dolor físico puede tener su origen en las emociones. Ahora tu mente consciente ya puede contemplar esta teoría. Pero si lo único que yo necesitaba para que se fuera el dolor era aceptar conscientemente el hecho de que él provenía de mis emociones, más que de una lesión física, la cura habría sido inmediata. Nada más escuchar la teoría y aceptarla conscientemente habría sido necesario para curar mi espalda. Pero, si bien mi consciencia pudo captar los conceptos con relativa facilidad, el dolor siguió. Y el motivo de ello es que era mi mente inconsciente, más que la consciente, la que necesitaba entender, captar la verdadera situación. Y ese proceso, el proceso del doctor Sarno hablándole a mi mente inconsciente, me llevó a leer todo el libro de 300 páginas. La mente inconsciente no es lógica; se trata únicamente de sentimientos. Es la fuente del amor, el deseo, el miedo, los celos, la tristeza, el júbilo, la ira y tantos otros. Tu mente inconsciente controla tus emociones y deseos. Cuando tomas una decisión consciente de dejar el alcohol o reducir su consumo, tus deseos inconscientes no cambian. Sin saberlo, has creado un conflicto interno. Quieres reducir el consumo o dejar, pero todavía deseas un trago y, si no te permites beber uno, sientes que te estás privando.

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Asimismo, a menudo la mente inconsciente opera sin conocimiento ni control alguno de la mente consciente.11 Estudios realizados alrededor de 1970 ya comprobaban que nuestro cerebro se prepara para actuar un tercio de segundo antes de que nosotros decidamos conscientemente pasar a la acción. Lo cual implica que aunque nosotros creamos estar tomando decisiones conscientes, nuestra mente inconsciente es en realidad la que la toma por nosotros.12 Es muy fácil probar esto, revelando hasta qué punto nuestra mente inconsciente controla nuestras decisiones conscientes. Intenta recordar algún día en que estuvieras de mal humor sin ninguna razón aparente. No podías señalar qué era lo que estaba mal; simplemente estabas cascarrabias. Si tu mente consciente controlara tus emociones, sería suficiente decir: “Ahora voy a estar feliz” y tu humor cambiaría de cascarrabias a alegre. ¿Lo has intentado? ¿Te funcionó? Cuando yo estoy malhumorada, un pensamiento consciente de intentar estar más feliz –o peor aún, alguien diciéndome que tengo que estar contenta– no mejora mi humor para nada. Más bien, logra lo opuesto. ¿Por qué? Porque tu mente consciente no controla tus emociones. Seguro, puedes entrenar a tu mente consciente con patrones de pensamiento más positivos o negativos, lo cual en definitiva modifica tu forma de sentirte. Estos pensamientos conscientes y repetitivos eventualmente ejercen cierta influencia en tu inconsciente y por lo tanto en tus sentimientos. Así que, ¿qué piensa tu mente inconsciente con respecto al alcohol? La sociedad de hoy en día ha condicionado a tu mente inconsciente para que crea que el alcohol brinda placer, disfrute y apoyo, que es esencial, tanto para los eventos sociales como en las situaciones estresantes. Este libro revierte ese condicionamiento al exponer la falsedad de ciertas creencias sobre el alcohol. Y eso lo haremos con la ayuda del Liminal Thinking (Pensamiento liminal), un método desarrollado por el autor Dave Gray. El pensamiento liminal define cómo es posible, a través de la exploración consciente y la aceptación de nuevas ideas y verdades, ejercer una influencia en la mente incon-

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sciente. Esto te devuelve tu capacidad para tomar decisiones lógicas y racionales sobre el alcohol, y ya no bajo la influencia de deseos ilógicos, emocionales o irracionales. Te brindará control y libertad al cambiar tu comprensión sobre –y por lo tanto tu relación con– el alcohol. Mientras que la tradición, la publicidad y las normas sociales condicionan a nuestro inconsciente para que crea que el alcohol es beneficioso, el pensamiento liminal y el material contenido en este libro va a exponer ese condicionamiento inconsciente y a reacondicionar tu inconsciente, dejando al alcohol al descubierto y devolviéndote la libertad. La experiencia y la mente inconsciente13 Para poder ejercer alguna influencia sobre la mente inconsciente, será necesario hablar primero con respecto a la manera en que las experiencias personales están ligadas con el inconsciente. Quizá hayas oído la vieja historia de varios hombres ciegos y un elefante. Se trae a tres hombres ciegos dentro de una habitación en la que se encuentra un elefante. y cada uno de ellos toca una parte diferente del animal. Uno toca la cola, otro la trompa y el otro el costado del lomo. Cuando se les pregunta qué están tocando, comienzan a discutir. El que toca la trompa cree que está tocando una serpiente; el que toca el cuerpo, cree que es un muro; el que toca la cola, una cuerda. Cada uno de estos hombres ciegos está diciendo lo que cree que es cierto. Y su propia experiencia lo prueba. Puesto que nosotros tendemos a confiar de manera implícita en nuestras experiencias, podemos comprender cómo empezó la discusión. Por supuesto, la verdad es que ninguno de ellos está diciendo lo correcto. Todos están experimentando una parte de la realidad y formando sus propias –y muy dispares– opiniones al respecto.

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Gray explica que solamente vemos y experimentamos parte de la realidad, y no importa cuántas experiencias hayamos tenido, nuestros cerebros no son lo suficientemente poderosos como para experimentarlo y observarlo todo. Gray resalta que estamos limitados por aquello a lo que le prestamos atención: “En cualquier momento dado, cuanto más te centres en un aspecto de tu experiencia, menos notarás todo lo demás”.14 Lo más común es que notemos únicamente las cosas que encontramos en nuestra realidad inmediata: la sociedad en la que crecimos, los medios de comunicación, aquellos que ejercen influencia en nuestra vida, así como las experiencias por las que pasamos. Gray sostiene que, sobre la base de esas experiencias y observaciones, nosotros hacemos ciertas conjeturas, a partir de tales conjeturas sacamos conclusiones, y a partir de esas conclusiones formamos nuestra creencias.15 Gray define a una creencia como todo aquello que “sabemos” que es así.16

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RealiDAD Esta ilustración demuestra que aquellas cosas que “sabemos” que son así no se forman simplemente a partir de la realidad, sino de la realidad tal como nosotros la interpretamos a través de nuestras experiencias, observaciones, conjeturas y conclusiones. Ahora, piensa en cómo esto afecta al tema del alcohol. Aquellas creencias que están arraigadas en el colectivo no fueron construidas sobre los cimientos de la realidad. Entre estas creencias, podemos encontrar algunas como las siguientes: • El alcohol brinda disfrute. • El alcohol brinda alivio. • El alcohol es clave en los eventos sociales. • Una fiesta no sería una fiesta sin un trago. • El alcohol nos hace más divertidos o más creativos. • El alcohol puede aliviar nuestros estrés o aburrimiento. • Puede que para algunos sea difícil, si no imposible, dejar de beber. • La propia definición de alcohólico y alcoholismo. Puede que sea particularmente difícil cambiar estas creencias por diversas razones. Una razón es que, inconscientemente, nos las pegamos, como con cinta adhesiva, al buscarnos cosas que sean congruentes con ellas. A esto se le llama “sesgo de confirmación”, y consiste en

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la tendencia a buscar o interpretar la información de manera que confirme nuestros preconceptos. Es posible encontrar la confirmación de nuestros preconceptos sobre el alcohol de muchas maneras, como por ejemplo en los medios, en las personas con las que bebemos, y hasta en nuestras racionalizaciones internas. Los dichos referidos a la bebida, colgando en multitudes de hogares, son una buena ilustración de un sesgo de confirmación. He aquí algunos de ellos: • Con cerveza no hay tristeza • El alcohol no soluciona los problemas pero, qué importa, el agua tampoco. • Según la química, el alcohol es una solución. • El alcohol no es la respuesta, pero si bebes lo suficiente, quizá olvides la pregunta. • El alcohol es malo, pero el agua es peor: ¡te mata si no bebes! Lo peor de todo es que estas creencias se han arraigado tanto en nuestras mentes y en nuestra sociedad, se han adherido tan fuerte y repetidamente, que ya están programadas en nuestro inconsciente. Y nuestro inconsciente controla nuestras emociones y deseos.17 Por definición, el inconsciente no es un área a la cual resulte fácil acceder, ni una que sea sencilla de modificar.18 Necesitamos un proceso específico que nos permita llegar a las bases en que nuestras creencias están apoyadas, examinarlas, y entonces cambiar nuestra percepción de la realidad. Así que, ¿qué ocurre cuando tus experiencias con el alcohol comienzan a contradecirse con esa burbuja de creencias que se te han adherido? Tal vez tus experiencias ya no sean del todo positivas, y comiences a cuestionar a la bebida. O quizá escuches alguna información nueva sobre los peligros de la bebida. Gray dice que una de las maneras en que nosotros captamos estas nuevas ideas que no encajan con nuestras creencias es buscando validez externa. ¿Podemos tomar esa nueva información y probarla para verificar su veracidad? Sin embargo, y especialmente con el alcohol, a menudo no llevamos

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las cosas tan lejos, pues esta nueva información no tiene coherencia interna: no encaja con lo que ya “sabes” que es así. Y puesto que carece de coherencia interna, tú la rechazarás inconscientemente aún antes de darte la oportunidad de analizarla conscientemente. Esto pasa todo el tiempo. Tanto consciente como inconscientemente, desestimamos información que no queremos oír. Y cuando así lo hacemos, nos negamos la oportunidad de evaluar si en definitiva esta nueva información era cierta; nunca llegamos a contrastarla con la realidad.19 ¿Y por qué ocurre esto? Porque nos gusta la certeza; nos hace sentir más seguros. Gray explica que este comportamiento inconsciente nos ayuda a lidiar con las realidades de esta vida, muchas de las cuales son bastante desagradables. Nos permite deshacernos de parte del miedo que nos ataca al enfrentarnos con ciertas verdades. La realidad es incierta, y la incertidumbre genera temor. Intentamos protegernos de dicho temor al quedarnos dentro de nuestra burbuja de creencias hasta que pase algo que ya no podamos ignorar. A esa altura, ya estamos obligados a enfrentarnos a la realidad. En mi caso, se trató de una de tantas resacas, que me dejó absolutamente incapaz de funcionar durante el día como resultado de haber bebido tanto por la noche. Llegué a un punto en que ya no podía ignorar el hecho de que el alcohol estaba afectando mi carrera y mis relaciones. Esto me obligó a enfrentarme a nuevas informaciones que decían que el vino no era el jugo del júbilo que yo creía que era. Pero para estas alturas, intentar beber menos parecía prácticamente imposible. ¿Por qué? Porque yo había protegido mi bebida viviendo dentro de una gigantesca burbuja de creencias fuertemente adheridas. Creía que el alcohol fortalecía mi creatividad, me convertía en una persona más divertida y extrovertida, me permitía disfrutar más de los eventos sociales, me aliviaba el estrés al final de un largo día y me hacía sentir mejor cuando algo salía mal. Abandonar la bebida se sentía como un sacrificio increíble, como perder un amigo íntimo. Todas estas eran creencias que yo nunca me había cuestionado, pues

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habían crecido sobre la base de toda una vida de experiencias, observaciones, conjeturas y conclusiones. Yo sabía que estas creencias eran así, que eran ciertas. Sentía que jamás iba a poder relajarme si no era con un vaso de vino. Honestamente, creía que los eventos sociales serían aburridas, y hasta depresivas, sin alcohol. Aún después de descubrir que estas creencias eran ilógicas, todavía sentía que eran ciertas, puesto que estaban bien arraigadas en mi inconsciente, con lo cual eran mucho más fuertes que mi razonamiento lógico y consciente. Como dice Gray, “la construcción de nuestras creencias no es algo que nosotros hagamos conscientemente, es algo que hacemos inconscientemente”.20 En la ilustración que aparece más abajo, puedes ver como todo lo que está sombreado, bajo la línea de nuestras creencias, representa aquellas cosas de las cuales no estamos al tanto de forma consciente.

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RealiDAD Entonces, ¿qué podemos hacer? ¿Cómo podemos analizar la realidad y cambiar nuestras creencias inconscientes de que el alcohol es el “elixir de la vida” de modo que encajen con nuestro deseo consciente de beber menos? Es relativamente sencillo. Necesitamos traer las experiencias, observaciones, conjeturas y conclusiones inconscientes al pensamiento consciente. Esto hace posible que tu inconsciente cambie. Este concepto ha sido comprobado científicamente: los científi-

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cos han descubierto que el cerebro es capaz de cambiar y adaptarse en respuesta a nuevas experiencias, por medio de un proceso llamado “neuroplasticidad”.21 El proceso que consiste en iluminar las bases inconscientes de tus creencias ejercerá influencia en tu mente inconsciente. Para lograr esto, yo te brindaré información sobre el alcohol y la adicción, de forma lógica y crítica. Expondré tus creencias, conjeturas y conclusiones, al mostrarte argumentos racionales, fácticos y metódicos para que tú los cuestiones y evalúes. Tendrás todo el control: dejaré al descubierto las informaciones erróneas y te mostraré nuevos conceptos en los que nunca habías reflexionado antes. Te daré las herramientas para que puedas descubrir tu propia verdad, tu propia realidad, para que entiendas que la soga que crees tener en tus manos puede llegar a ser en realidad la cola de un elefante. ¡Manos a la obra!

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RealiDAD El alcohol: ¿el “elixir de la vida”? El alcohol es adictivo. Este hecho ha sido comprobado en múltiples oportunidades. Y lo que lo hace adictivo no es quién eres tú ni cuánto control creas tener sobre él, sino la propia naturaleza de la sustancia. Por lo tanto, tu respuesta física al beber alcohol es querer más. El alcohol te engancha a través de su naturaleza adictiva y deshi-

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dratante. Una vez más, este es un hecho fisiológico. Antes de que bebieras alcohol, no lo extrañabas; no pensabas sobre él. Eras feliz, libre. Si estás teniendo problemas con el alcohol, lo más probable es que ya hayas descubierto que el alcohol no es un elixir milagroso. Ya sabes que te está costando dinero, salud, amistades y quizá hasta tu matrimonio. Tu mente consciente ya sabe todo esto. El problema es que tu inconsciente es atacado continuamente con mensajes sobre el “júbilo” que trae y el estrés que alivia. Estos mensajes vienen de fuentes externas, tales como amigos, familiares y, por supuesto, la publicidad. Pero, asimismo, dichos mensajes son confirmados por fuentes internas: tus experiencias pasadas con el alcohol. Este libro las abordará a ambas. A lo largo del día de mañana, presta atención a cuántos mensajes recibes sobre los “placeres” y los “beneficios” del alcohol. Mira alrededor. Desde tus amigos hasta lo que miras en la televisión, casi todo en nuestra sociedad te dice, tanto a nivel consciente como inconsciente, que el alcohol es el “elixir de la vida”, y que sin él tu vida se estaría perdiendo de un ingrediente esencial. El duodécimo miembro del jurado “La verdad descansa en la minoría… pues generalmente la minoría está formada por aquellas personas que realmente tienen una opinión”. - Søren Kierkegaard El alcoholismo parece ser complejo pues es malentendido, no solamente por los bebedores y sus familias, sino también por los expertos. Debemos ser capaces de ver a través de estos espejismos. En otras palabras, tenemos que convertirnos en detectives y poner de manifiesto esa información no tan obvia y, al evaluarla, descubrir la verdad. Pero puede que te preguntes: si el saber popular con respecto al alcohol y la adicción es falso, ¿por qué lo creemos? ¿Cómo aceptamos

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nosotros, como sociedad, y damos por sentadas proposiciones que en realidad son falsas? Muy buenas preguntas. Para poder contestarlas, imaginemos primero a un jurado deliberando en un juicio. Es un jurado bastante numeroso, con doce miembros. Once de ellos están convencidos de que el acusado es culpable, pero uno cree en su inocencia. ¿Creeremos a los once miembros o al otro? Para que este miembro, el único que piensa así, demore al resto del jurado (pues la decisión debe ser unánime), que ya está muy cansado, tiene que estar totalmente seguro de su decisión. A decir verdad, puede que tú sostengas que él está más acertado que los otros once. Después de todo, ir contra la corriente no es fácil. Así que él debe estar teniendo en cuenta algo que los demás no han notado. ¿Supongamos que los otros once sean expertos? ¿Cuánto más firme en su postura necesita estar este miembro del jurado? Parece que él está teniendo en cuenta algo que los otros no ven. Uno de mis autores favoritos, Terry Pratchett, dijo una vez algo muy célebre: “Todos debemos ser capaces, en cualquier momento, de aceptar el hecho de que todos podríamos estar total y absolutamente equivocados”. Es difícil aceptar que la mayoría pueda estar equivocada, pero es una posibilidad que deberíamos barajar. Es increíble ver cómo los bebedores pueden mostrar ser de mente muy abierta para muchas cosas, y aún así ser cerrados cuando se trata del alcohol. Y esto sucede por la compartimentación que ocurre dentro de la mente de una persona adicta a una sustancia. Así que, mantén tu mente abierta. ¡Visualiza el éxito! Ahora ya deberías mostrar disposición a suspender los juicios, a analizar tu deseo inconsciente por la bebida, a entender las razones por las que bebes. Eso es maravilloso, y si muestras disposición a mantener la honestidad para contigo y a dar una mirada profunda a tu sistema de creencias, vas a tener éxito.

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Esta mente al desnudo te ayudará a explorar tu inconsciente (y en consecuencia, a influir en él) a medida que avanzas en el libro. Este tipo de libro anima a tu mente a reflexionar en la información aún mientras no lo estás leyendo, y hasta cuando duermes. Ahora que eso está aclarado, también es cierto que tú puedes tomar ciertas medidas para asegurarte de obtener éxito. Puede que notes mucha repetición a lo largo del libro. Y tú eres una persona ocupada, así que prefieres que yo vaya al grano. No te preocupes, existe un motivo válido por el cual es repetitivo. Durante la mayor parte de tu vida, has estado recibiendo repetidamente la influencia de los medios, de la presión de grupo y muchas otras. La repetición es esencial para deshacer esas creencias que han estado allí arraigadas toda tu vida. A pesar de la repetición existente, he intentado hacer que el contenido sea de lo más interesante. Las emociones y las imágenes –no necesariamente imágenes que tú ves, sino más bien imágenes en tu mente– son parte constituyente del lenguaje de tu mente inconsciente. Cuando experimentes emociones relacionadas con el contenido, vas a estarle hablando directamente a tu inconsciente. Algo muy importante: debes sentir esperanza al leer este libro. La teoría es sumamente sensata, y yo he aportado la información psicológica, médica y científica más actualizada. Funciona. Funcionará contigo. Concéntrate en eso, y mantén la esperanza. Visualizar el éxito siempre es de ayuda. Un creciente número de investigaciones confirma que nuestras mentes inconscientes no son capaces de distinguir nítidamente entre una experiencia real y una falsa imaginada vívidamente.22 Así que visualiza el éxito: siendo inmensamente feliz, riendo y pasando un rato fantástico al salir con amigos y beber limonada. Inclusive, puedes pasar unos minutos cada mañana y cada noche imaginándote la vida que tú quieres, mientras experimentas emociones positivas. Todo ello te incentiva a alcanzar el éxito. Siéntete feliz por lo que el futuro traerá. Cultiva sentimientos de éxito aun antes de alcanzarlo. Tienes todas las herramientas

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que necesitas para recuperar el control sobre la bebida. Comienza a pensar en el poder de tu mente y la fortaleza de tu cuerpo. ¡Esto es emocionante! De veras, recuperar el control de mi vida por medio de Esta mente al desnudo ha sido una de las cosas más fascinantes y alentadoras que me ha pasado en la vida. Y lo mismo puede ocurrir contigo. No te mortifiques por experiencias del pasado. Tu pasado ya está en el pasado. Te han atrapado, y a lo largo de este libro verás que tu problema con el alcohol no fue culpa tuya. Perdónate. Eres la estrella de esta historia. No existen razones por las cuales debas mortificarte con la negatividad del pasado, pero sí que hay motivos abundantes para que te perdones. Anhela un futuro increíble. Por último, ¡relájate! Déjate de expectativas, mantén el positivismo y déjalo ocurrir. Confía en este enfoque y, aún más importante, confía en que tu inconsciente va a hacer lo correcto por ti. No puedes controlar o “micro manejar” tu inconsciente. La preocupación y el estrés son actividades conscientes; no te compliques con ellas.

2. ¿EL BEBEDOR O LA BEBIDA? 1ª PARTE: EL BEBEDOR

2. ¿EL BEBEDOR O LA BEBIDA? 1ª PARTE: EL BEBEDOR

“El mundo que hemos creado ha sido un producto de nuestro pensamiento. No podemos cambiarlo sin cambiar nuestro pensamiento”. – Albert Einstein Para encontrar una cura para algo, primero tenemos que entender cuál es el problema. ¿Qué es lo que causa la epidemia alcohólica de nuestra sociedad?, ¿el bebedor o la bebida? Analizamos cada uno de ellos detenidamente. En búsqueda de la culpa 1.0: yo ¿Quién es el culpable? Parece que la sociedad ha logrado hacerte creer que eres tú: el bebedor. Probablemente, crees que tu incapacidad para controlar tu bebida –a diferencia de los bebedores “moderados” que pueden “tomarla o dejarla”– surge a causa de un defecto que tú tienes y los demás no. Pero, ¿qué tal si eso no es cierto? Apuesto a que cuando bebes más de lo que deberías o te despiertas con resaca, te aporreas. Ya sé que lo haces. Yo bebía una botella (o más) de vino cada noche y me dormía rápidamente. Pero me desper-

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taba a eso de las 3 de la mañana, cuando los carbohidratos y la energía del alcohol inundaban mi organismo. Cada noche, allí yacía yo, reprendiéndome a mí misma por mi excesiva indulgencia, jurándome que al día siguiente haría las cosas mejor. El día siguiente era, invariablemente, largo y cansador, y a medida que avanzaba la tarde, yo comenzaba a anhelar mi botella de vino intensamente. Para las últimas horas de la tarde, les restaba importancia a todos los juramentos y votos hechos. ¿Te suena familiar? En tu caso, quizá se trate de otra bebida o de un ciclo distinto. Tal vez tú no has llegado a tanto con la bebida, o quizá ya has ido mucho más lejos. En resumidas cuentas, cuando descubrimos que no podemos controlar nuestro consumo de alcohol, nos culpamos a nosotros mismos. A decir verdad, es muy fácil hacerlo. La sociedad nos culpa; nuestras familias nos culpan; nuestros amigos nos miran con lástima, preguntándose por qué no podemos volver a tener nuestras vidas bajo control. Vivimos en un permanente estado de autor reproché. ¿Y qué si no es tu culpa? Beber más de lo que te gustaría no es nada fácil. Comienzas a sentir odio por tu propia persona, a sentirte débil y a notar que ya no tienes el control. Si no lograras esconder tu problema tan bien, aún más personas comenzarían a juzgarte, preguntándose por qué no puedes simplemente “recomponerte”, “ser responsable” y “tomar el control”. Después de todo, ellos beben pero no parece que tengan ningún problema. Si tú eres como la mayoría de los bebedores problemáticos, es probable que interpretes tu incapacidad para controlar la bebida como una falta de fuerza de voluntad o un defecto de personalidad. Si tan solo tuvieras más fuerza de voluntad, seguro que podrías beber menos o hasta abstenerte. Si tan solo pudieras dejarla por cierto período indeterminado de tiempo, tu deseo por el alcohol disminuiría. Por fin serías como todas esas personas que conoces que parecen tener al alcohol bajo control, quienes parecen capaces de tomarlo o dejarlo. Pero, espera un minuto. ¿También te falta fuerza de voluntad

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en otras áreas de tu vida o el alcohol es una extraña excepción? En mi caso, la fuerza de voluntad es, notoriamente, una de las cosas que no me falta, y la gente que me conoce puede decírtelo. Entonces, ¿no es extraño que parezca que yo no tenga fuerza de voluntad en este campo en particular? ¿Tiene algún sentido que los alcohólicos –aquellos que más necesitan controlar su consumo de alcohol– sean precisamente quienes son incapaces de hacerlo? ¿Por qué no pueden hacer uso de su libre albedrío y decidir parar? ¿Acaso existe algo, aparentemente imposible de diagnosticar, que hace que algunas personas sean menos capaces de controlar su consumo de alcohol que otras? ¿Soy alcohólico? Así que, ¿qué es un alcohólico? ¿Y cómo puedo saber si yo soy uno de ellos? La mayoría de los adultos beben. De acuerdo con el National Institute on Alcohol Abuse and Alcoholism (Instituto Estadounidense del Abuso de Alcohol y el Alcoholismo), un asombroso 87% de los adultos estadounidenses bebe.23 ¿Qué diferencia al bebedor casual, el moderado, el bebedor fuerte, el problemático y el alcohólico avanzado? De acuerdo con Paying the Tab (Hora de pagar la cuenta) de Philip J. Cook, si bebes un solo vaso de vino cada noche, ya estás dentro del 30% superior entre todos los bebedores. Si son dos vasos, entras en el 20%.24 Eso significa que un 80% de los adultos bebe menos que tú. Pero muchos de los que beben un vaso o dos de vino con la cena no encajan en la descripción estereotipada de un alcohólico. El alcoholismo no se define estrictamente por cuánta cantidad o con cuánta frecuencia tú bebes. Existe una línea muy vaga e invisible que clasifica al “verdadero alcohólico” como tal. Puesto que dicha línea es arbitraria, y que el alcoholismo no cuenta con una definición estándar, ¿cómo se supone que tú puedas saber si realmente tienes un problema?

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Una rápida búsqueda en Google te muestra decenas de pruebas con preguntas dirigidas con la intención de contestar a la pregunta: “¿Soy alcohólico?”. Sin embargo, todas ellas cuentan con un descargo de responsabilidad, diciendo que no pueden brindar un diagnóstico para el alcoholismo. Te dicen que esa decisión la tienes que tomar tú. ¿Cómo puede ser que la mayoría de los estadounidenses beben, y sin embargo para unos pocos y selectos que se auto diagnostican, lo que era un pasatiempo social divertido se convierte en un secreto oscuro y destructivo? ¿Y por qué es entonces que negamos el problema y le damos de largas tanto como podemos, en vez de buscar ayuda, hasta que el problema ya se vuelve realmente inmanejable? Es muy fácil que nosotros nos auto diagnostiquemos como “no alcohólicos” cuando comenzamos a creer que tenemos un problema. La mayoría de las personas cree que los alcohólicos son personas que son, de alguna manera, diferentes del resto, diferentes de “nosotros”. Muchos asumen que el alcoholismo surge como consecuencia de cierto tipo de defecto. No estamos seguros si el defecto es físico, mental o emocional, pero de lo que sí estamos seguros es de que “ellos” (los alcohólicos) no son como “nosotros” (los bebedores moderados). Jason Vale explica que la mayoría de los médicos pertenecen al club de “diga lo que es obvio”. Sostienen algo como: “Usted está bebiendo mucho, y ello está comenzando a dañar su salud. Mi recomendación es que usted modere o deje la bebida”.25 Entonces, el doctor continúa diciendo que solamente tú puedes decidir si eres alcohólico o no. ¿De veras? Puede que yo tenga una enfermedad letal, pero ¿nadie puede diagnosticarme? Puesto que yo soy una bebedora, lo más probable es que la sospecha de que tengo un problema serio me haga beber más. Y, ¿por qué no? Creemos que el alcohol alivia el estrés, y la travesía necesaria para superar la negación, dejar de lado mi orgullo y determinar si soy alcohólica es tremendamente estresante. Si es que existe algún atributo mental o físico responsable del alcoholismo, ¿por qué no podemos hacer pruebas para detectarlo y así dividir la población en alcohólicos y bebedores moderados? Eso nos

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permitiría evitar que los individuos aquejados de dicho mal cayeran víctimas de la bebida. Si es que hay algo diferente en la naturaleza de los alcohólicos, de seguro podríamos encontrar alguna indicación de ello antes de que ellos se lastimen, y lastimen a sus familias y a la sociedad como un todo. Tenemos buenas razones para aplaudir los adelantos científicos en el campo de la medicina. Ahora, personas a las que se les ha amputado un miembro, y a quienes se les ha colocado una prótesis en su lugar, pueden controlar los movimientos de dicha prótesis con sus pensamientos, transferidos allí por medio de señales eléctricas recibidas desde el cerebro.26 El doctor Sergio Canavero, un neurocientífico italiano, está preparando un trasplante de cabeza humana.27 Los avances recientes en la medicina son increíbles. Si es que hay algún defecto mental o físico en particular que es responsable del alcoholismo, me cuesta mucho creer que aún a estas alturas, en esta época, no podamos diagnosticarlo ni prevenirlo. ¿Quiero decir con esto que toda persona responde de la misma manera al alcohol, sin importar su genética ni su disposición física? Por supuesto que no. Tal como un vaso de vino afecta a dos personas de manera distinta, la exposición al alcohol a largo plazo tiene efectos diferentes en cada uno de nosotros. No lo discuto. Ni tampoco digo que no haya evidencia de algún gen que incremente la propensión a la adicción al alcohol. Hemos descubierto muchas relaciones, algo vagas, entre los genes y el consumo del alcohol, pero ninguna lo suficientemente concluyente como para ser declarada la exclusiva responsable. El laboratorio de genética de la Universidad de Utah, un departamento que estudia el rol de los genes en la adicción, sostiene que la constitución genética de una persona nunca la condenaría a volverse adicta.28 Polk confirma que, a pesar de cualquier conexión genética, nadie puede volverse alcohólico de ninguna otra forma que no sea bebiendo alcohol repetidamente.29 El uso del término “alcohólico” parece bastante extraño. Después de todo, no tenemos “cigarrillólicos”, sino gente que ha fumado y

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por lo tanto se ha vuelto adicta al cigarrillo. De la misma manera, nunca escuché que alguna persona adicta a la cocaína sufriera de cocainísmo.30 Si tú consideras que tu consumo es el de un bebedor moderado, es probable que discrepes con esta idea. ¿Por qué? Porque si llegáramos a un acuerdo de que no existe ningún defecto físico en particular, diagnosticable, que separe a los alcohólicos de ese sector de la población entendido como de bebedores “responsables”, entonces todo aquel que beba sería susceptible a la dependencia del alcohol, y hasta quizá estaría encaminado rumbo a ella. Yo sostengo que a lo largo del tiempo, con el nivel adecuado de exposición, cualquiera puede desarrollar una dependencia física del alcohol. Y puesto que todos somos diferentes, nadie puede determinar a qué altura un individuo va a desarrollar la dependencia. Este mensaje no es muy popular; va en contra de nuestra próspera industria del alcohol, de nuestra dependencia social de la droga y de las actitudes de los bebedores “moderados” y “responsables” que se jactan de controlarse. En búsqueda de la culpa 2.0: A.A. y la teoría de la alergia al alcohol Yo solía aceptar la noción de que los alcohólicos son distintos de los bebedores moderados. ¿Por qué no? Los alcohólicos que yo conocía decían que tenían un trastorno o un defecto, así que, ¿por qué discutirlo? Desde aquel tiempo, he investigado el tema y mucho. Me llevó un buen tiempo encontrar dónde fue que esa creencia comenzó y por qué fue aceptada. Enseguida descubrí qué papel juega la genética en el diagnóstico. El neurocientífico Thad Polk dice: “No existe ningún gen de la adicción; se han detectado decenas de genes que afectan nuestra susceptibilidad a la adicción, pero la mayoría de ellos tienen un efecto escaso”.31 Aún no hemos encontrado una manera de diagnosticar o prevenir una adicción basándonos en la genética.32 Entender por qué los propios alcohólicos creen que son diferentes de la población normal resultó más difícil.

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Aceptamos esta teoría por un puñado de razones bien sencillas. A los bebedores moderados les agrada pues les permite creer que ellos tienen todo bajo control, por lo tanto continuar bebiendo es seguro para ellos, sin preocuparse por cruzar esa línea arbitraria que los separa del alcoholismo. A los alcohólicos les agrada esta teoría pues una vez que “sale a la luz” que eres alcohólico, tus amigos se esfuerzan por ayudarte a abstenerte, en vez de presionarte para que bebas. Te preparan cócteles sin alcohol (mocktails) y te brindan todo su apoyo a lo largo de tu travesía de lucha contra el trastorno. Es más fácil abstenerse cuando nadie te ofrece alcohol. Asimismo, una diferencia física implica que tú seas menos culpable. No solemos culpar a aquellos que contraen cáncer; una enfermedad hace más fácil obtener el perdón. Por último, es más fácil mantener la sobriedad si crees que un resbalón dejará a una enfermedad mortífera fuera de control. A.A. es el enfoque más conocido a nivel mundial para tratar con el alcoholismo, con más de dos millones de miembros en 175 países.33 Examinemos, entonces, el enfoque que A.A. hace del alcoholismo para poder entender aquellas conjeturas que nosotros, como sociedad, hemos aceptado y cómo estas conjeturas se traducen en creencias sobre el alcoholismo. A la documentación primaria de A.A. se le llama de manera informal El libro grande o El libro azul. El título oficial de este libro es Alcohólicos Anónimos, El relato de cómo muchos miles de hombres y mujeres se han recuperado del alcoholismo. Este libro describe la experiencia del doctor William D. Silkworth, quien trató a Bill Wilson (el fundador de A.A.) de este problema sin lograr curarlo. El doctor Silkworth estaba especializado en el tratamiento del alcoholismo, y en 1934 trató a un paciente que, a su entender, era irremediable. Cuando, más tarde, A.A. curó a este paciente, el doctor Silkworth escribió esta carta a Bill Wilson: Desde hace mucho tiempo los médicos nos hemos dado cuenta de que alguna forma de psicología moral es de apremiante importancia para el alcohólico, pero su aplicación presentaba dificultades fuera de nuestros conceptos. Las normas ultramodernas y el enfoque científico que apli-

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camos a todo pueden ser la causa de que estemos mal preparados para aplicar los poderes del bien que no encajan en nuestros conocimientos sintéticos.34 Aquí, el doctor Silkworth reconoce que las soluciones propuestas por A.A. tienen éxito al ofrecer algo que la medicina no podía brindar. Y la medicina “ultramoderna” de 1939 todavía está vigente hoy en día. La carta sigue hablando sobre cómo y dónde fue que los procedimientos médicos se quedaron cortos, “la abnegación... y el espíritu comunitario” de los miembros recuperados de A.A. que desean ayudar a aquellos que aún están siendo afligidos, lo cual ha resultado en un éxito asombroso.35 Voy a citar directamente la parte más importante de la carta: Creemos… que la acción del alcohol en estos alcohólicos crónicos es la manifestación de una alergia; que el fenómeno del deseo imperioso sólo se presenta en esta clase [de personas] y nunca en los bebedores moderados comunes. Estos tipos alérgicos nunca pueden usar sin peligro alcohol, cualquiera que sea la forma de éste. Cuando ya han adquirido el hábito y se han percatado de que no pueden liberarse de él... 36 La carta analiza la incompetencia que el doctor siente al intentar ayudar a estos alcohólicos y cuánto lo sorprende ver cómo un cambio psicológico –como pasar a sentirse parte de A.A.– hace posible que los alcohólicos se curen. Quizá hayas notado que esta carta contiene una contradicción. ¿Cómo puede el alcohol ser un alérgeno que únicamente se activa después de que se adquiera el hábito? Parece indicar que ellos creen que el alcohol es una manifestación de cierta alergia, pero que ellos deben “adquirir el hábito” para que dicha alergia se manifieste. Tiene mucho más sentido creer que el alcohol es una sustancia adictiva a la cual cualquier humano puede volverse adicto una vez que sea consumida en cantidades suficientes. La idea de que los alcohólicos difieren físicamente del resto de nosotros surgió de una hipótesis (que jamás fue corroborada con

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ningún estudio en ningún laboratorio) elaborada por un doctor que sospechaba que algunas personas sufrían de una alergia al alcohol. Los alérgenos son relativamente sencillos de diagnosticar, y la verdad es que 76 años después aún no hemos encontrado una alergia que sea responsable de la dolencia del alcoholismo. Pero el doctor Silkworth necesitaba una explicación para el éxito de A.A. al ayudar a los alcohólicos, con quienes la pericia médica había fallado. ¿Cómo fue que esta creencia, la de que un defecto físico diferencia al bebedor moderado del alcohólico, se volvió tan popular? La reacción de A.A. a la teoría del doctor Silkworth lee así: Con [esta declaración], [el doctor Silkworth] confirma que los que hemos sufrido la tortura alcohólica tenemos que creer que el cuerpo del alcohólico es tan anormal como su mente. No nos convencía la explicación de que no podíamos controlar nuestra manera de beber sencillamente porque estábamos desadaptados a la vida; porque estábamos en plena fuga de la realidad; o porque teníamos una franca deficiencia mental. Estas cosas eran verídicas hasta cierto punto y, de hecho, en grado considerable en algunos de nosotros, pero además estamos convencidos de que nuestros cuerpos también estaban enfermos, y opinamos que es incompleto cualquier cuadro del alcohólico que no incluya este factor físico.37 ¡Qué alivio habrán sentido los pioneros de A.A.! Es muy penoso sentir que tu mente no tiene las fuerzas para resistirse al alcohol. ¡Cuánto mejor es, en cambio, creer que hay algo mal con tu cuerpo, algo fuera de tu control! De alguna manera, un defecto físico, descarta nuestra incapacidad para controlarnos al beber. La literatura actual de A.A. continúa perpetuando la teoría de que el alcohol es un alérgeno. Por ejemplo, un folleto que es distribuido hoy en día en las reuniones, declara: En lo que a nosotros nos concierne, el alcoholismo es una enfermedad, una enfermedad progresiva que nunca puede “curarse” pero, al igual que algunas otras enfermedades, puede ser detenida... Estamos perfectamente

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dispuestos a admitir que somos alérgicos al alcohol y que es simplemente de sentido común el alejarnos de lo que produce nuestra alergia.38 “Nosotros” y “ellos” Mientras que es cierto que A.A. salva a muchas personas del alcoholismo, para mí es imperativo aclarar el peligro que conlleva esa teoría del defecto físico. Dada la popularidad de la bebida en nuestra sociedad, esta teoría puede ser peligrosa. Pues nosotros continuamos bebiendo desenfrenadamente, a menudo sin reparar en el peligro de la adicción, pues hemos llegado a creer que el alcoholismo es algo que únicamente puede ocurrirle a otros. Para cuando nos damos cuenta de que tenemos un problema, ya nos enfrentamos a un autodiagnóstico de una enfermedad mortífera e incurable o a tener que admitir que nos falta fuerza de voluntad o autocontrol. Normalmente, tendemos a evitar este horrendo diagnóstico hasta que las cosas se nos van tan fuera de control que ya no podemos ignorar el problema. De alguna manera, este enfoque ha definido al alcoholismo como una enfermedad de la negación. Es una práctica común entre los bebedores la de tocar fondo antes de buscar ninguna ayuda. Cuando le comenté a una amiga que había dejado de beber, su respuesta inmediata fue: “Ni siquiera puedo imaginarme por todo lo que debes haber tenido que pasar para tomar tal decisión”. Su conjetura quedó muy clara: tengo que haber tocado fondo. Podemos ver esta teoría del defecto físico en acción en cada reunión de A.A. La reunión comienza con una ronda de “Hola, ni nombre es , y soy un alcohólico”. Al forzarme a nombrar el problema –soy un alcohólico, una persona con un defecto físico que le da al alcohol un control desmedido sobre mí– hacen que el padecimiento sea más fácil de sobrellevar. Los miembros de A.A. disfrutan del compañerismo con gente que piensa igual y libra la misma batalla, y es por medio de esa comunidad y de ese apoyo que logran la sobriedad. Pero, ¿cómo afecta esta teoría del defecto físico a los bebedores que

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no consideran (o que no considerarán) la posibilidad de que tengan una enfermedad incurable?, ¿aquellos que no se consideran (o considerarán) alcohólicos? En vez de proceder con cautela con el alcohol, sabiendo que es peligroso y adictivo, nos aseguramos a nosotros mismos que somos diferentes de esas personas con ese defecto, a quienes conocemos como alcohólicos. Y hablo por experiencia propia. Nadie tomaría esto como un insulto. Los propios alcohólicos confirman que ellos son “diferentes” de la gente normal. Así, millones de bebedores “moderados” siguen sus vidas, bebiendo, sin ningún temor de volverse alcohólicos. También creemos que la adicción al alcohol difiere de otras adicciones en que el grado de adicción es distinto en cada persona. Vemos cómo muchas personas parecen “controlar” su consumo de la bebida y pueden “tomarla o dejarla”. Así que resulta difícil entender por qué los primeros sorbos lanzan a algunas personas a una dependencia avanzada mientras que otros nunca llegan a ese punto. Pero los alcohólicos no son los únicos que aumentan sistemáticamente la cantidad que beben. Los bebedores moderados comienzan con unos pocos tragos y pronto están consumiendo un vaso de vino cada noche. De hecho, los alcohólicos empiezan como bebedores “moderados”. En muchos casos, les toma años cruzar la línea borrosa que los separa del alcoholismo. En búsqueda de la culpa 3.0: genes alcohólicos El libro grande afirma que el alcoholismo “se presenta [solamente] en esta clase [de personas] y nunca en la de los bebedores moderados comunes.”39 La idea es que el alcohol no es un problema para la gente normal y que muchas personas pueden beber sin sufrir ningún efecto adverso físico, mental ni social, lo cual implica que el alcohol no es un problema para la gente normal. Dado que un 87% de la población estadounidense bebe,40 y que dichos bebedores van desde la

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persona que únicamente bebe un trago al brindar en las bodas hasta el deteriorado que ya duerme en el hampa, no resulta difícil ver por qué le cuesta tanto a la sociedad entender este problema. Los miembros de A.A. se describen a sí mismos como un grupo de hombres y mujeres que han descubierto que no pueden controlar a la bebida.41 Si bien yo no estoy de acuerdo en que los alcohólicos han perdido el control debido a un defecto físico, mental o emocional, sí comparto la convicción de que un alcohólico debe ser definido como alguien que ya no tiene la capacidad de dominar su consumo de bebida. Entiendo que, guiándonos por esta definición, muchos alcohólicos no reconocen que han perdido el control. Y otros tantos están en el limbo. A menudo, pasan años entre el momento en que comienzas a preguntarte si tienes un problema y el punto en el que lo aceptas. Diez años pasaron desde que una voz lejana dentro de mi cabeza comenzó a cuestionarme por mi bebida de cada noche hasta que yo decidí que tenía que dejar de negarlo y modificar la cantidad que bebía. Hoy, me apena pensar en todo el daño que hice a mi cuerpo, el caos que sembré en todas mis relaciones y el dolor que causé a mi esposo. Deseo que Esta mente al desnudo sea un bote salvavidas, una llamada de atención mucho antes de que “toquemos fondo” y nuestra bebida se vuelva incontrolable. Si alrededor de un 87% de la gente bebe, parece correcto asumir que la gran mayoría cree tener todo controlado.42 Para dejarlo en claro, con esto no estoy diciendo que todos los que beben han desarrollado una dependencia física y neurológica por el alcohol. No es que todo el que beba un sorbo de alcohol sea adicto, sino que todo aquel que bebe alcohol tiene chances de volverse adicto. Lo que es más, el punto de comienzo de la adicción o dependencia le es desconocido al bebedor, y generalmente no se le conoce hasta que el bebedor intenta reducir su consumo. El problema que queda en claro es que no es posible saber hasta cuándo tienes todo bajo control. No es muy diferente del resto de las cosas ya que, de hecho, como humanos,

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solemos creer tenerlo todo bajo control hasta que algo significativo nos pruebe lo contrario. Y aún a esa altura, negaremos de manera vehemente haber perdido el control. El fin de la búsqueda de la culpa ¿Por qué nos resulta tan difícil admitir que el alcohol en sí es la cuestión primaria?, ¿que el alcohol, como cualquier otra droga, es adictivo y peligroso?, ¿que las circunstancias, la personalidad y el condicionamiento de cada uno lleva a algunas víctimas cautivas al abismo del alcoholismo más rápido que a otras, pero que todos estamos bebiendo la misma sustancia, igual de adictiva y dañina para todos?, ¿que el alcohol es peligroso sin importar quién seas tú? ¿Has oído alguna vez el dicho que reza: “Si oyes ruido de cascos, piensa en caballos, no en unicornios”? Tal vez sea necesario que demos otra mirada al asunto y nos percatemos de que la respuesta más sencilla tiene más sentido. Si aún no te has convencido, no hay problema. Todavía hablaremos más sobre este asunto. Lo más importante por ahora es que tú contemples la idea de que puede que no tengas bajo total control a la bebida. Después de todo, no puedes resolver un problema si no te das cuenta de que lo es. Así que eso nos genera la pregunta: ¿Cuándo fue, exactamente, que perdimos el control?

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