Libro Complementario. La Biblia nos ayuda a crecer

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La Biblia nos ayuda a crecer CAPÍTULO 12

Lección 12

Para el 23 de Junio del 2007

El crecimiento es señal de vida. Los delegados al Congreso de la Asociación General, en San Luis, Missouri, en el 2005, comprendieron la importancia del crecimiento y decidieron establecer una nueva creencia fundamental llamada "Crecimiento en Cristo". Es una declaración extensa, que dice en parte: "Entregados continuamente a Jesús como nuestro Salvador y Señor, somos liberados de la carga de nuestras obras pasadas [ ... l. En esta nueva libertad en Cristo, se nos llama a crecer a semejanza de su carácter". El cristiano puede crecer a través de la oración diaria, la lectura de la Biblia, la meditación, el canto de alabanza, la adoración con otros creyentes, su participación en la misión y prestando un servicio amante. Y ciertamente, cada uno debe crecer en Cristo. Sin duda todos hemos escuchado la historia de John Newton, el famoso autor de himnos que compuso el himno "Sublime gracia". Cuando tenía 19 años de edad, desertó de la Armada Naval Británica. Más tarde se convirtió en traficante de esclavos en la costa occidental africana. Luchando por sobrevivir durante una violenta tormenta en medio del mar, Newton se vio confrontado de pronto con la realidad de la muerte. De allí surgió la profunda percepción de

que Dios, a quien había despreciado y negado anteriormente, podía existir, después de todo. Después de la tormenta comenzó a creer en Dios, aunque todavía tenía muchas dudas de su existencia. Pero luchó para poder creer. Finalmente, aquel ateo maldiciente, temerario y blasfemo, se entregó a Dios y creyó que Jesús había muerto por sus pecados. Tiempo después conoció a Alexander Clunie, quien vivía en Londres. Clunie le enseñó a Newton la Biblia en forma tal, que lo ayudó a veda como un nuevo libro. Finalmente, Newton se dio cuenta de que el Dios distante a quien había servido por temor, podía convertirse en un Amigo que caminaba a su lado. Al entregarse sin reservas a Jesús, Newton se convirtió en uno de los más amados compositores de himnos de sus días. El poder de la Biblia lo transformó de traficante de esclavos, en compositor de himnos cristianos.] La necesidad de crecimiento Cuando Nicodemo buscó a Jesús de noche, el Señor le dijo que debía nacer otra vez (Juan 3: 5). Podríamos considerar que en aquel momento Nicodemo era un bebé en Cristo. Para poder avanzar de la infancia espiritual a la madurez en Cristo, cada creyente recién nacido necesita alimento y la oportunidad para desarrollarse. El apóstol Pablo les dijo a los Efesios: "Para que ya no seamos niños fluctuantes [ ... ], sino que [ ... ] crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo" (Efe. 4: 14, 15). También Pedro alentó a los primeros cristianos, con las palabras: "Creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo" (2 Pedo 3: 18). La Biblia contiene muchas referencias relacionadas con el crecimiento. Lucas describe tanto a Jesús como a Juan el Bautista en términos de crecimiento: "Y el niño [Juan] crecía, y se fortalecía en espíritu" (Luc. 1: 80), y "Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres" (Luc.. 2: 52). Jesús creció mental, físico, espiritual y socialmente. Pablo usó frecuentemente términos relacionados con el crecimiento al instar a la gente a entrar en una experiencia total de vida en el Espíritu. Aconsejó: "Siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo" (Efe. 4: 15). Pedro también apeló, en ese sentido, a los creyentes. Les dijo: "Antes bien, creced en la gracia Y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo" (2 Pedo 3: 18). En otra ocasión instó a los lectores de su carta a desear la "leche espiritual" con la cual podían crecer (1 Pedo 2: 2-3). El autor de Hebreos establece con toda claridad que esa leche representa los sencillos y fundamentales principios del evangelio (Heb. 5: 12-6: 1). Dijo con insistencia que el creyente debe avanzar más allá de las verdades elementales. "Debemos ver y comprender la instrucción que el gran apóstol no provee: 'Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que con ella crezcáis' en percepción, y semejanza al carácter de Cristo" 2 Segunda de Corintios 2: 7 dice que los cristianos deben limpiarse del pecado "perfeccionando la santidad en el temor de Dios". El vocablo griego que se traduce como "perfeccionar" equivale a "llevar hasta su término o consumación", "llevar hasta la meta" o "terminar". El apóstol se refiere aquí al crecimiento en el presente, con una meta futura en mente. La Palabra de Dios nos impulsa a avanzar hasta la madurez. "Aun el cristiano más perfecto puede crecer continuamente en el conocimiento y el amor de Dios".3 ¡Pero los "dolores del crecimiento" realmente duelen! Todo cristiano que crece tendrá experiencias dolorosas. Sabemos que estirar y utilizar los músculos en formas nuevas duele. Los atletas esperan músculos adolorido s al comienzo de su entrenamiento, pero el resultado será músculos más fuertes. "Si quienes profesan la verdad no aprovechan ahora sus privilegios Y oportunidades de crecer hasta la estatura completa de hombres Y mujeres en Cristo, no honrarán la causa de la verdad, ni honrarán a Dios".4

El crecimiento de la fe La fe es un aspecto de la vida cristiana en el que debemos crecer. ¿Qué es la fe? Hebreos 11: l la define como "la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve". La fe es creer con todo nuestro corazón que Dios nos ama, que cuida de nosotros y que tiene en cuenta nuestros mejores intereses. Es una total confianza en él. Tal fe no significa que creemos que Dios nos dará cualquier cosa que querramos. Tal vez decida no damos algunas cosas y hasta permitimos que experimentemos pruebas, de manera que "sometida a prueba vuestra fe [ ... ] sea hallada en alabanza" (1 Pedo 1: 7). Aunque nuestros deseos no siempre se vean cumplidos, nuestra fe en Dios todavía puede crecer. Considere la experiencia de los tres compañeros de Daniel en Babilonia, cuando se les ordenó adorar la estatua de oro. Aunque hacían frente a la posibilidad de una terrible muerte por obedecer a Dios, declararon: "He aquí nuestro Dios a quien servimos puede libramos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará" (Dan. 3: 17). Y luego añadieron con profunda convicción: "y si no, sepas, oh rey que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado (vers. 18). Aunque creían que Dios tenía la capacidad para rescatarlos, dejaron la decisión en sus manos, confiando en que cualquier cosa que les ocurriera sería, ultimadamente, para su bien y para mayor gloria de Dios. Una fe creciente muestra madurez para aceptar cualquier situación con plena confianza en Dios, independientemente de lo que ocurra. Dios es la fuente de la fe, pero los seres humanos deben hacer la decisión de poner su confianza en él. La fe se desarrolla a través del estudio de la Palabra de Dios (Rom. 10: 17), pero debemos tomar el tiempo y hacer el esfuerzo para estudiarla. Mientras más exploramos la Palabra de Dios, más conocemos al Señor. Mientras más conocemos a Dios, más lo amamos. Mientras más amemos a Dios, más confiaremos en él. Y mientras más confiemos en Dios, más fácil será obedecerle en cualquier cosa que desee que hagamos. Crecer en amor Las Escrituras dicen que debemos amar a Dios con todo nuestro corazón y con toda nuestra mente (Mal. 22: 37), ya nuestro prójimo como a nosotros mismos (vers. 39). Dios nos pide que amemos a nuestros hermanos creyentes (Juan 13: 35), ¡incluso a nuestros enemigas! (Mat. 5: 44) N o es fácil seguir tales indicaciones porque hemos nacido con una naturaleza egoísta. Pablo dijo que en los últimos días "habrá hombres amadores de sí mismos" (2 Tim. 3: 1-5). por naturaleza amamos a aquellos que nos aman, pero una enseñanza bíblica muy singular dice que no nos diferenciamos en nada de los paganos si amamos solamente a los que nos aman (Mat. 5: 47). Debemos crecer en nuestra experiencia hasta amar a quienes nos parecen difíciles de amar. "Y a medida que crezca vuestro amor por él, vuestro amor mutuo aumentará también en fuerza y profundidad".5 Debemos también madurar en nuestra comprensión y nuestra experiencia respecto al "amor". Usamos tan frecuentemente esa palabra, que es muy fácil perder de vista lo que realmente significa. Los ejemplos bíblicos revelan que el amor es algo que hacemos, más que una emoción o algo que sentimos. 1 Corintios 13 señala algunas actitudes y acciones del verdadero amor. El amor verdadero: Es sufrido. Es benigno. No es jactancioso. No se envanece. No se irrita. No guarda rencor.

Se goza en la verdad. Todo lo cree. Todo lo espera. Nunca deja de ser. La Biblia nos proporciona un ejemplo de amor redentor: "En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros" (1 Juan 3: 16). Cuando llegamos a amar en ese nivel, olvidamos completamente nuestros propios derechos, intereses Y heridas. Estaremos dispuestos a sacrificar cualquier cosa, así como lo hizo Jesús, por el bien de la persona que amamos; y seremos capaces de amar incluso a nuestros enemigos (Mat. 5: 44-48). A pesar de las heridas dolorosas que la gente nos ha hecho, todavía podemos atenderlos en sus necesidades y promover su bienestar. La Biblia registra el mandamiento de Jesús: “Amarás a tu prójimo" (Mat. 22: 39). Es posible que nuestro prójimo no sea necesariamente una persona que se da a querer, alguien que tiene relación con nosotros, o un compañero a quien elegiríamos como amigo. En la parábola del Buen Samaritano (Luc. 10: 29-37) Jesús enseñó que nuestro prójimo es la siguiente persona con quien nos encontremos y que necesita ayuda. Esa persona puede ser alguien que nos odia, o ser totalmente desconocido, pero el mandato de Dios es que la amenos. En Romanos 12: 20 dice Pablo: “Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza” y luego añade: “No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal" (vers. 21). Trate de recordar la persona más difícil de amar con quien se ha encontrado en su vida. Recuerde a quienes deliberadamente lo han hecho quedar mal en el pasado, tal vez personas que lo han herido para satisfacer sus propios deseos egoístas. ¿Cómo podría usted vencer su resentimiento y amarlos sinceramente con amor redentor? Comience a orar a favor de ellos. Al crecer espiritualmente podría, tal vez, ayudarlos, si se presentara la ocasión. ¿Piensa usted que el recuerdo de la experiencia de Jesús en su último día en esta tierra le ayudaría a reaccionar en forma positiva hacia sus enemigos y desear lo mejor para ellos? Jesús murió por ellos tan ciertamente como por usted y por mí. Todos valemos lo mismo ante él. Crecer en Cristo Los niños cantan en la escuela sabática: “Cristo me ama, esto sé”. La Biblia nos habla de Jesús, el Rey y Creador del universo, quien nos ama y murió por nosotros. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3: 16). ¿Hemos olvidado la emoción que produce este texto tan importante? ¿Como podemos mantener la emoción que se experimenta al leerlo? ¡Creciendo en Cristo! Tal crecimiento significa más que simplemente conocerlo. Incluye ser y actuar como él en nuestras palabras, nuestras acciones, e incluso en nuestros pensamientos. Pablo les escribió a los Romanos que somos llamados a ser "hechos conformes a la imagen de su Hijo (Jesús)" (Rom. 8: 29). "Nuestro crecimiento en la gracia, nuestro gozo, nuestra utilidad, todo depende de nuestra unión con Cristo. Solo estando en comunión con él diariamente, Y permaneciendo en él en todo momento, es como hemos de crecer en la gracia".6 Una característica del crecimiento en Cristo es la entrega total de la vida a él. “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó Y se entregó a sí mismo por mí" (Gál. 2: 20). De acuerdo con las palabras de Pablo, hay un sentido en el cual ya no vivimos nosotros, en

otras palabras, ya no controlamos nuestra propia vida. Nuestras decisiones ya no se basan solo en lo que nosotros pensamos. Cristo es ahora el Señor de nuestra vida. Esta experiencia de crecimiento debe ser nuestra hasta que finalmente desarrollemos un carácter semejante al de Jesús, podemos crecer en Cristo al leer las Escrituras, especialmente los Evangelios. Al hacerlo, podemos planteamos las siguientes preguntas: ¿Qué ¿Qué cristiana? ¿Qué ¿Qué

está diciendo Jesús aquí? significaba esto para quienes lo escucharon en el primer siglo de la era significa para nosotros en el siglo XXI? significa para mí personalmente?

Al dedicar más tiempo al estudio de la Palabra de Dios se ampliará nuestra experiencia en la vida espiritual y en nuestra relación con Cristo. Dijo Elena G. de White: "Por la fe llegaste a ser de Cristo, y por la fe tienes que crecer en él, dando y recibiendo. Tienes que entregarle todo: el corazón, la voluntad, la vida; entregarte a él para obedecerlo en todo lo que te pida, y tienes que recibirlo todo: a Cristo, la plenitud de toda bendición, para que more en tu corazón, sea tu fuerza, tu justicia, tu eterno Auxiliador, y te dé poder para obedecer".7 Creciendo en el Espíritu Un poco más arriba en este capítulo dijimos que la vida del cristiano comienza con el nuevo nacimiento (Juan 3: 3). Cuando Nicodemo preguntó: "¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo?", Jesús le contestó que "el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios" (Juan 3: 5). Nacer del agua representa el bautismo, y nacer del Espíritu, representa la conversión, lo cual significa que el Espíritu Santo viene a morar en nosotros en el momento del nacimiento espiritual. Así como el bebé necesita crecer, el cristiano recién bautizado debe desarrollarse en el Espíritu. La tarea del Espíritu Santo en nuestra vida es guiamos a toda verdad (Juan 16: 13). Una forma en que el Espíritu hace lo anterior, es reacordándonos las cosas que enseña la Biblia, porque la Palabra de Dios es verdad (Juan 17: 17). El Espíritu nos guía también a reconocer nuestra propia condición. "y cuando él [Espíritu Santo] venga convencerá al mundo de pecado, de justicia, y de juicio" (Juan 16: 8). El Espíritu Santo hace que reconozcamos nuestro pecado a través del estudio de la Palabra de Dios. Una de las funciones de la ley es revelar el pecado. "Pero yo no conocí el pecado sino por la ley" (Rom. 7: 7). A medida que crecemos en nuestra vida cristiana, maduramos al mismo tiempo en el Espíritu. Nos volvemos más y más sensibles al pecado y a la voz de Dios en nuestro corazón. La Biblia indica algunos de los pasos más importantes que debemos dar para que el Espíritu tome posesión de nuestra vida. Entre ellos figuran los siguientes: Tener el deseo de ser llenos del Espíritu. "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados" (Mat. 5: 6). No permitir que permanezcan en nuestra vida pecados sin confesar. 1 Juan 1: 9 nos dice que "si confesamos nuestros pecados, él les fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiamos de toda maldad". Una de las funciones del Espíritu Santo es convencemos de la realidad de nuestros pecados. El pecado imperdonable es el pecado no confesado, el cual se convierte en el pecado contra el Espíritu Santo. Pedir al Espíritu Santo que llene nuestro corazón. ¿Recuerda la experiencia de los apóstoles en el Pentecostés? Solo después de que oraron intensamente por el Espíritu Santo, este descendió sobre ellos (Hech. 1: 14-2: 4).

Vivir de acuerdo con las indicaciones del Espíritu. La Biblia dice: "Andad en el Espíritu Y no satisfagáis los deseos de la carne" (Gál. 5: 16). Agradecer a Dios por llenamos de su Santo Espíritu. (1 Cor 15: 57). Resumen La Biblia es la fuente de nuestro desarrollo espiritual. Mientras más tiempo pasemos estudiando la Palabra de Dios, más crecerá nuestra fe y nuestro amor. Al crecer en el Espíritu seremos más sensibles y más dispuestos a responder a su voz en nuestra vida. A través de su poder experimentaremos el crecimiento de nuestra fe y nuestro amor, llegando a ser cada vez más como Jesús, hasta alcanzar la madurez que él desea que alcancemos.

Referencias y notas 1. John Polock, From Slave Trader to Hymn Writer: Practical Christianity [De traficante de esclavos a compositor de himnos: Cristianismo práctico J, Lavonne Neff, ed. (Wheaton, Ill.: Tyndale House Publishers, Inc.. 1978), pp. 75-78 . 2.

El ministerio médico, p. 162.

3.

Testimonios, t. 1, p. 304.

4.

Testimonies, t. 4, pp. 358, 359 (se añadió la cursiva).

5.

El hogar cristiano, p. 91.

6.

El camino a Cristo, p. 102.

7.

Ibíd., pp. 103, 104.

Compilador: Dr. Pedro Martínez