Entrevista a compañer@s de CNUC, ex braceros y UPADI de la Otra Tlaxcala

Eva María Serna

“Tejer el agua es posible, lo que nosotr@s tratamos de hacer acá es eso, tejer redes de organización, poco a poquito pero con nudos fuertes. El gobierno piensa que tejer el agua es un absurdo, también cree que al querer organizarnos vamos a fallar, pero nosotros les hemos demostrado que sí podemos organizarnos, que sí es posible tejer el agua, porque nosotr@s estamos hechos de agua”. Llegamos a Tlaxcala un miércoles lluvioso por la tarde. Al preguntar si es posible platicar con los ex braceros o con integrantes de la Unión Popular Apizaquense Democrática e Independiente (UPADI) y del Concejo Nacional Urbano y Campesino (CNUC), se

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nos explica que primero “hay que consultar a nuestros compañeros y compañeras para que se elijan a los y las representantes que van a dar la entrevista”. Ésta es una clara muestra de cómo se coordinan las organizaciones en este estado, que aunque pequeño en su territorio, se nos presenta enorme por sus pobladores. Unos días después obtenemos respuesta: el martes con los compas de CNUC, el miércoles con ex braceros y más tarde, el mismo día, con UPADI. Todos y todas llegan formalmente a la hora y el lugar indicado. Todos y todas se presentan con una enorme sonrisa, el corazón en la mano y una lucha larga que ha dado grandes frutos y satisfacciones. En cada organización el respeto y dignidad se hacen presentes. Las cuencas de este río de la resistencia son muy fuertes, las tres organizaciones se reconocen como hermanas y luchan conjuntamente. Los hombres y mujeres de agua demuestran que lo imposible se logra con empeño, unidad, compromiso y trabajo.

Las cosas se logran con organización Consejo Nacional Urbano y Campesino (CNUC) El espacio colectivo del CNUC se encuentra ubicado en el mero Zócalo de Tlaxcala. La construcción está compuesta por tres cuartos pequeños con paredes color crema, mucha luz, muchos cuadros y fotografías, con carteles y vestigios de la historia de su lucha. Al llegar, los compañeros y compañeras de CNUC todavía están en reunión: “Pasen compañeros, ya casi terminamos”, nos dicen mientras se apresuran con el orden del día. Quince minutos después, nos llaman. Nos acercan unas sillas de plástico y comenzamos nuestra conversación. Cada uno y una de las compañeras se presentan. Vienen de municipios y pueblos diferentes, llegan como representantes de sus comunidades y nos van dando el número de integrantes por los que van a hablar. Primero nos explican cómo están coordinados: “En CNUC los pueblos son los que mandan, los representantes de comunidad sólo traemos la palabra de nuestros compañeros y compañeras. Estamos conformados en la comisión de salud, comisión campesina y comisión de mujeres. Los que somos parte de la salud estamos realizando talleres de herbolaria, masajes, medicina tradicional. Nos estamos preparando, aprendiendo”. Una compañera, de la que sobresale una larga sonrisa, explica: “El CNUC está conformado, en su mayoría, por mujeres”. Otro más anuncia: “Tenemos ya una larga historia de lucha. Muchos triunfos de la organización. Hemos apoyado a los pueblos que viven en las faldas de la Malintzin, evitando que se privatice este volcán. Evitamos que se construyera la incineradora de basura más grande del mundo, que se colocaran contenedores tóxicos en la región. Hemos realizado marchas en contra de las guerras de Afganistán y de Irak. En cada comunidad se lucha por la justicia, en contra de los caciques, de los presidentes municipales, por la tarifa justa de impuestos, como lo hace UPADI. Apoyamos a los ex braceros y a las trabajadoras sexuales. Incluso, ahora las compañeras trabajadoras sexuales son las madrinas de nuestro niño Dios y estamos muy contentos. Nos apoyamos entre nosotros porque somos hermanos de lucha”.

Después de la pequeña introducción, los y las compañeras se ponen de acuerdo: cada un@ explicará la lucha de su pueblo de manera ordenada. Comenzando por la derecha la compañera Micaela Marian, representante de la colonia Galeana, toma la palabra: “En la organización somos 20 mujeres. Nosotras estamos peleando por el agua, nos unimos, vencimos y ganamos ante el pueblo, porque querían cobrar muy caras las cuotas de este servicio. Como pueblo se decide cómo le vamos a hacer para luchar, de 40 pesos que nos estaban cobrando, logramos que se bajara a 25 pesos por mes. El agua la usamos para uso doméstico. También ganamos la lucha de una granja que antes era de unos socios, de unos riquillos del pueblo. Pero ahora es nuestra. La lucha es por nuestros hijos, para que nuestros hijos tengan trabajo en la propia comunidad, por eso luchamos por la granja. La gente de la comunidad está acercándose con CNUC porque está viendo los resultados de la organización”. Francisca Rojas, compañera representante de la comunidad de San Pablo Citlaltepec, después de escuchar a Micaela nos mira, sonríe y nos explica: “Nosotras luchamos contra el presidente municipal Armando Islas, porque es un ratero. Gracias a que nos hemos organizado logramos sacar a ese presidente. Este señor según decía que el dinero del erario era para la construcción de puentes, para obra pública, pero se quedaba con el dinero. El gobernador apoyó a este señor, decía que no era cierto lo que decíamos, que el presidente municipal era muy trabajador. Nosotros le decíamos que si era tan trabajador, entonces en dónde estaban las obras. Nosotros queremos hechos, no palabras. No fue fácil la lucha, este señor nos amenazó con armas de fuego, decía que nos calmáramos o nos iba a matar. Pero cuando vio a las mujeres organizadas se fue en su camioneta, se peló...”. La compañera Micaela complementa: “A mí me dieron un tabicazo y me rasguñó el presidente municipal, le dijimos que se fuera, al final se echó a correr. Lo que queremos es justicia, ya basta de lo que nos hacen...”. Francisca vuelve a tomar la palabra y cuestiona: “Lo que estamos viendo ahora es que no basta con que Armando Islas se haya ido, sino que debemos hablar más y preguntarnos ¿qué ganamos,

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para qué sirvió esto? El nuevo presidente municipal, David Sánchez Rojas, anduvo diciendo en su campaña que iba a construir dos aulas, nos dijo que lo que había prometido en su campaña lo iba a cumplir, pero hasta la fecha no ha cumplido nada, no le ha dado la cara al pueblo”. “Otra cosa por la que estamos luchando es por la educación de nuestros hijos e hijas. Las escuelas que hay ya no alcanzan. Hay un terreno que es parte de la parroquia y que queremos que sirva para poner un kinder para los niños y niñas. El pueblo estaba de acuerdo con usar ese terreno para la construcción de la escuela, sin embargo, el presidente municipal no quiere hacerlo. El problema de la educación es grande, hubo una ocasión en que la SEP no dio bien la clave para las escuelas y los niños y niñas se quedaron sin lugar. Los papás tuvieron que firmar a la SEP un papel en donde se comprometían a llevar a los niños a Tlaxcala para que hicieran un examen de admisión. Los niños tuvieron que trasladarse de la comunidad hasta Tlaxcala para poder conseguir un lugar en la escuela. También pasa que las cooperaciones que piden en las escuelas son muy altas. Por eso tenemos reuniones para presionar al presidente municipal, pero siempre nos sale con que no hay suficientes recursos para las escuelas, que no llega el dinero completo. Nosotros nos organizamos con los padres de familia para que ya no pasara todo esto, la lucha todavía sigue. Hay muchas injusticias”. Felipe Mateo, representante de la comunidad Nicolás Bravo, tras una breve pasusa, se aclara la garganta y nos platica: “A través de la lucha hemos ganado que nos abrieran un pozo de agua para la comunidad, que se hicieran guarniciones de banquetas, clínicas de salud. Hemos gestionado para tener más escuelas, y ver que los maestros cumplan, si no cumplen y enseñan bien los sacamos. Ahora los salones ya tienen buenos techos, ya hay un salón de usos múltiples en la escuela primaria. Para lograrlo nos tuvimos que pelear con Amando Barrera Luna, que era el pasado presidente municipal. Él nos decía que iba a realizar estas obras, que iba a poner todo el dinero. Nosotros le dijimos que entonces tenía que firmar su compromiso y sí lo firmó, pero cuando se dio cuenta de que se había metido en un problema, nos pidió el papel de vuelta, pero nosotros le dijimos: ahora cumples porque ya firmaste. Con

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este dinero remodelamos la clínica y logramos hacer obra para las escuelas. En nuestra comunidad, si los doctores no dan bien la atención los corremos, ya tenemos doctores de planta, no nomás pasantes. Logramos tener energía eléctrica, que no nos la cobren tan cara. En Nicolás Bravo todas las obras son gestionadas por CNUC, gracias a la organización hemos logrado avanzar en nuestras comunidades. Las otras comunidades que no están organizadas tienen muchos problemas y necesidades. Nosotros estamos contentos de estar organizados, las cosas se logran con organización”. Gustavo López, representante de la comunidad Toluca de Guadalupe, con voz clara y fuerte toma la palabra y asegura: “La lucha ha logrado educación y salud para nuestra comunidad. La organización cuenta con una ambulancia, y eso es algo bien importante porque nosotros no teníamos ninguna, en otras comunidades no tienen”. “En cuanto a la educación, antes a los niños no los dejaban entrar a clases si llegaban con el uniforme roto. Nosotros decíamos que lo importante era que aprendieran, no que llevaran un uniforme nuevo. No dejamos que pasara eso. También tuvimos un problema con una maestra que nos quería cobrar 900 pesos para materiales y cuotas. Si eso lo multiplicamos por los 107 niños y niñas que van a la escuela es un dineral. Por eso comenzamos a preguntarle a la maestra que para qué tanto dinero, ella nos respondió que si no queríamos pagar en dinero, que lo hiciéramos llevando cartulinas nuevas o material. Pero comenzamos a preguntarnos para qué tanto material, qué hacía con él, porque ya tenían material suficiente nuestros niños, entonces para qué cosas nuevas. Nosotros no estuvimos de acuerdo y finalmente corrimos a la maestra”. Después de un breve silencio, el compañero retoma la conversación: “En la clínica había una enfermera que trataba muy mal a la gente, especialmente a los que somos de CNUC, también la corrimos. La salud, educación y vías públicas han mejorado mucho gracias a que estamos organizados”. Regalo para la tierra Después de que los representantes nos explicaran su lucha, entre todos y todas nos platicaron de uno de

los proyectos más importantes de la organización: el fertilizante orgánico llamado “Regalo para la tierra”. Con gran emoción los y las compañeras nos expusieron de qué trata este proyecto, porqué se decidieron a llevarlo a cabo y los beneficios que han obtenido de la composta: “El abono que antes comprábamos lo traen de Ucrania, ellos lo comercializan a nivel mundial. Los fertilizantes químicos llegaron a Tlaxcala con los caciques y ellos son los que comenzaron a comercializarlo y a revenderlo. Nos costaba 8 mil 600 pesos la tonelada. Con el subsidio del gobierno sólo pagábamos 3 mil 830 pesos. Pero cuando nos dijo el gobierno que iba a quitar ese apoyo, nosotros teníamos que cubrir el costo total. ¿De dónde, si no nos alcanzaba? Para poder comprar este abono teníamos que dejar las escrituras, títulos de propiedad o facturas de tractores para que el banco de préstamos nos diera el dinero. Entonces, nosotros nos preguntamos: ¿Qué vamos a hacer? Sabíamos que la solución no era dejar el campo, sino buscar soluciones”. “Empezamos a platicar sobre abono orgánico, pero lo veíamos muy lejos, parecía que no se iba a dar. Pero ahora es una realidad. Comenzamos a platicar con estudiantes de Chapingo para que

nos enseñaran a hacerlo. Íbamos comisiones a la Universidad y a Toluca para aprender, pero en la organización somos más de mil y queríamos aprender todos y todas. Por eso los estudiantes nos dijeron que podían venir hasta acá para enseñarnos. “Del fondo para siniestros de la organización tomamos 200 mil pesos para comprar los materiales y lo que hiciera falta. Comenzamos con poquito: sólo 250 kilos. Después, diez toneladas. Ahora, ya logramos hacer 150 toneladas de composta orgánica. Estamos contentos porque el abono está muy bueno, logramos solucionar la crisis del fertilizante, ahora la tierra está mejor, produce más y de mejor calidad que cuando usábamos el fertilizante químico. Somos los primeros en el estado en independizarnos del fertilizante químico. Nosotros lo vendemos a mil 500 pesos la tonelada, que sirve para una hectárea, es mucho más barato que el que nos venden las compañías trasnacionales. Ahora estamos preocupados por la cosecha porque está lloviendo mucho, pero no tenemos ninguna deuda, no tenemos empeñadas nuestras escrituras, no tenemos otro tipo de preocupaciones que no sea nuestra cosecha. Nuestro fertilizante se llama Regalo para la tierra. Nunca llegamos a pensar que lograríamos tanto.

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“Antes de que toda la organización aprendiera a hacer la composta, los compañeros de Nicolás Bravo ya lo habían probado desde hacía cuatro años antes en sus jitomates. Nos dimos cuenta que lo orgánico es mucho mejor que lo químico. Otros compañeros que no son de la organización dudan de los beneficios de este abono, pero nosotros ya comprobamos que sí sirve, ahora tenemos unas mazorcas bien bonitas y grandotas. Todos juntos hemos aprendido, porque tiene su chiste hacer la composta. Hay que saberle bien, si no, no sale. “Estamos contentos porque nuestros papás usaban abono orgánico en el pasado, pero las empresas y el gobierno los presionaron para que compraran los abonos químicos. Mi papá usaba abono de los animales, pero la verdad es que éste que estamos haciendo sale más bueno... Ya aprendimos que no tan fácil nos van a quitar nuestra tierra porque estamos luchando juntos. Ni el gobierno ni los empresarios nos van a vencer tan fácilmente”. La lucha también es porque nuestros y nuestras presas políticas salgan Con respecto al trabajo de La Otra Campaña, los y las compañeras nos explicaron porqué decidieron ser adherentes y los trabajos que están desempeñando como CNUC. Felipe Romero asegura: “Nosotros somos adherentes a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y somos parte de La Otra Campaña, estamos realizando talleres sobre la Sexta en nuestros pueblos. Nos reunimos cada ocho días, platicamos qué es la explotación, el capitalismo. Todo en base a la Sexta. Ahora estamos discutiendo el Plan Nacional de Lucha. Estamos viendo nuestras demandas, dándoles forma. “También hacemos un trabajo de difusión de información, de solidaridad. Hemos ido a Molino de las Flores. Hemos llevado víveres, les ayudamos con lo poquito que podemos. Tenemos pensado ir en 15 días otra vez para acompañar al plantón”. Los y las compas de CNUC dicen estar muy contentas por haber recibido al Delegado Zero en su tierra. Nos explicaron que eso les daba muchos ánimos porque tienen gran respeto y admiración por los compañeros zapatistas. Por eso, han decidido asumir

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el trabajo de ir al plantón y “seguir luchando porque nuestros presos y presas políticas salgan de la cárcel, porque en las comunidades de nuestros y nuestras hermanas zapatistas salgan los paramilitares y militares”, puntualizan y terminan. El sol comienza a esconderse tras el alba. Los y las compas nos invitan huevo en salsa verde y arroz rojo. Nosotros no nos hacemos del rogar. Mientras comemos, poco a poco los compañeros y compañeras se van despidiendo, ya se hace tarde y todavía el camino es largo hacia sus comunidades. Estrechan nuestras manos al marcharse mientras la hora gris se anuncia por las sombras que ya se perciben. Una tarde de grandes aprendizajes se termina y al día siguiente hay que regresar. Vamos a organizarnos para sacar adelante a nuestro país Compañeros ex braceros El miércoles, a las tres de la tarde, llegamos corriendo al espacio colectivo de CNUC. Los compañeros ex braceros tienen media hora de esperarnos. Muy pacientes y tranquilos nos miran y saludan con gesto fraternal. Unos ya se fueron, otros se quedaron para la entrevista. Son compañeros grandes, no sólo por su edad, sino sobre todo por su sabiduría. Con gran respeto se refieren a las mujeres como “damas”, todos traen su sombrero de palma. La larga historia de trabajo que traen a cuestas se puede leer a través de sus manos que, corpulentas, fuertes y morenas, los describen como dignos campesinos. Al iniciar la plática, uno de los compas nos pregunta muy decidido: “¿Bueno, ustedes quieren que platiquemos de nuestra historia o de nuestra lucha? Porque no son lo mismo. Ustedes díganos de qué quieren que les hablemos”. Y como la lucha no se entiende sin la historia, acordamos comenzar con lo primero: Nuestra historia “Nosotros nos fuimos a trabajar de braceros por un convenio binacional entre el gobierno de México y el de Estados Unidos, de 1942 a 1966. Comenzamos a ir de todo México a Estados Unidos. Desde el Centro de Contratación de Monterrey sufrimos toda

clase de discriminación. Nos hacían todo tipo de inspecciones, era muy penoso pues nos encerraban en unos galerones, nos quitaban toda la ropa, nos revisaban que no lleváramos almorranas, nos desinfectaban con mangueras. Nos echaban DDT por si estábamos ‘contaminados’. Por la necesidad, teníamos que aguantar, por la pobreza que hemos vivido en México. En los contratos nos decían una cosa, pero llegando al otro lado era otra completamente diferente. “Llegando al otro lado nos metieron en galerones, nos amontonaban. Había literas para 5 mil braceros, teníamos que compartir las camas porque no alcanzaban. A la hora de la comida era un amontonadero. Imagínese un sólo comedor para 5 mil personas. Para hacer fila y poder desayunar teníamos que estar desde mucho antes. Yo tenía un compañero que se levantaba desde las dos de la mañana para apartar lugar y poder comer. De cuatro a seis de la mañana se hacía fila para desayunar. Nos daban puras harinas y, como los mexicanos no estamos acostumbrados a esta dieta, se nos hacían bolas en el estómago; había compañeros que les daba convulsiones y se retorcían en el piso,

les decían que estaban locos. Las jornadas eran de 15 a 20 horas de trabajo, a pesar de que en el contrato decía que eran de 8 horas, nomás nos engañaron y no nos pagaron nunca las horas extras. Esto es importante que salga: no nos pagaron horas extras nunca. Los que fuimos a trabajar teníamos de 18 a 30 años. Nos pedían la cartilla militar liberada y documentación para trabajar allá. “En Estados Unidos nos sacaron mucha sangre. Cada año que regresábamos a trabajar, nos quitaban más sangre para dársela a sus soldados que se iban a la guerra. Recibimos muchas vejaciones. “Por cada diez horas trabajadas nos quitaban un dólar, que era el 10 por ciento de nuestra paga. O sea que recibíamos 9 dólares por diez horas laboradas. Si éramos más de 5 millones de braceros y fueron tres décadas las que trabajamos, ¡imagínese cuánto dinero es el que nos robaron! Primero nos pidieron nuestras direcciones para enviarnos nuestro ahorro en sobres sellados. Pero nos hicieron fraudes: cambiaban los dólares por pesos mexicanos, el dinero no iba completo, si nos tenían que dar 80 dólares, nos daban 80 pesos. Se perdieron alrededor de 78 mil sobres con nuestro dinero”.

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Nuestra lucha Después de la breve narración, que no puede describir todos los años de sufrimiento en un país desconocido, de lengua extranjera, de discriminación y trabajo indigno, los compañeros continúan explicándonos su lucha. Con una memoria que sorprende, fechas, montos de dinero exactos y nombres concretos salen a relucir en el relato: “Ya para la década de los cincuenta, nos dimos cuenta del robadero que nos hicieron. Nos movilizamos y pararon el pago vía correo. El banco norteamericano West Fargo detuvo el dinero. A finales de los noventa, comenzaron a pagarles a chinos y japoneses. Cuando los ex braceros de México nos enteramos, comenzamos a exigir nuestro dinero también. El banco pasó todo el dinero a Banrural. Zedillo mandó avisos oficiales en Michoacán pidiendo que pasaran por su dinero los compañeros, pero hubo un gran alboroto porque no sabíamos bien mero dónde había que pasar por el pago. Era un relajo. En el 2002, fuimos al Congreso, al Banco de México, a Gobernación para exigir nuestro fondo de ahorro del 10 por ciento más intereses acumulados. “Entonces, nuestra lucha es por que se nos pague el 10 por ciento que nos retuvieron, que es nuestro dinero que trabajamos, que nos costó tantas discriminaciones y vejaciones. Eso, más los intereses que se generaron en el banco, pues es mucho dinero el que nos quitaron y seguramente debieron generar muchos intereses a los bancos en donde lo tuvieron. “Ya para el 2003, se conformó la Asamblea Nacional de Braceros. Tuvimos una reunión aquí en Tlaxacala y llegaron compañeros de casi todos los estados de nuestro país. Después de realizar manifestaciones en el Distrito Federal, tuvimos reuniones con Beatriz Paredez, Manlio Fabio Beltrones, Jesús Ortega y otros diputados de los distintos partidos. Fueron 18 diputados en total. Los gringos presionaron a esos diputados para que pusieran un candado a nuestro dinero y que no lo pudiéramos cobrar. En ese entonces eran 525 billones de dólares. De ahí para acá no sabemos qué pasó con nuestro dinero. Por el candado que pusieron no nos lo quieren dar.

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“Nuestra lucha ha recorrido tres caminos: el legal, el político y las movilizaciones. En el 2005, viene el fideicomiso que no es más que otro fraude. De 298.5 millones de pesos, que no es todo el dinero que nos quitaron, nomás repartieron la mitad, que alcanzó para 8 mil braceros de 5 millones de compañeros que somos. La otra mitad dijeron que dizque la usaron en papelería. Por eso hemos decidido interponer una demanda internacional. “A muchos compañeros que aceptaron entrarle al fideicomiso los engañaron. Les quitaron sus papeles, no les dieron cabal su dinero. Esto es muy feo porque como ya estamos grandes, hay muchos compañeros que ya murieron sin haber visto la justicia”. En La Otra Campaña hay que ser gentes derechas Para finalizar la entrevista, los compañeros ex braceros nos explicaron porqué le entraron a La Otra Campaña: “Cuando vino el Subcomandante Marcos, nos dijo que nos iba a apoyar en nuestra lucha. Y sí nos apoyaron mucho los compañeros zapatistas. Nosotros no estamos en La Otra Campaña nomás

por eso, estamos porque los gobiernos están haciendo muchas injusticias con el pueblo de México. Vamos a organizarnos para sacar adelante a nuestro país. Hay que ser gentes derechas y ver lo que está haciendo el gobierno federal al pueblo, vamos a organizarnos más para sacar a nuestro país adelante, por eso estamos en La Otra campaña, para que hablemos claro y con la verdad. “Lo que sigue de nuestra lucha es que queremos hacer un padrón para saber cuántos ex braceros quedamos, porque muchos se han muerto ya y otros aceptaron las mentiras del gobierno y recibieron lo poquito que les dio el gobierno. No porque hayan traicionado al movimiento; el gobierno con mentiras los engañó, unos no saben leer ni escribir, otros ya no miran bien y los hicieron firmar un papel en donde se decía que ya no podían demandar a ninguna institución ni exigir su dinero. Ahora ya hasta lloran los compañeros porque se arrepienten, porque fueron engañados. A los que firmaron les quitaron los papeles que tenían, ahora no pueden comprobar nada, ni que fueron engañados. “En 2005, llegaron unos representantes del gobierno para convencernos de que le entráramos al fideicomiso y que, si sí le entrábamos, ahí mismo hacían la minuta. Que íbamos a ser los primeros en recibir el dinero. Nosotros les dijimos que no aceptábamos, pues nuestro dinero no es del erario público, y el que ellos ofrecían sí. Nuestro dinero es fruto de nuestro trabajo. La abogada Bárbara Zamora nos está apoyando en nuestra lucha, que es una lucha incansable. No vamos a desmayar, pues tenemos el apoyo de los zapatistas que nos dan ánimos”. Cada compañero se va levantando de las sillas. Nos permiten tomarles algunas fotos, se paran muy derechitos y sonríen al terminar la sesión. Al regalarnos el último volante que piensan repartir entre los ex braceros, nos dan un fuerte apretón de manos mientras asienten con la cabeza. Con una dulce sonrisa nos dicen: “hasta luego compañeros”, y van saliendo uno a uno del espacio colectivo de CNUC. Ya casi van a dar las seis de la tarde y nosotros tenemos que desplazarnos a Apizaco para llegar con los compañeros de la Unión Popular Apizaquense Democrática e Independiente, que nos esperan en las instalaciones de su organización.

Nosotros, nosotras, exigimos todo para todos UPADI La carretera está casi vacía. Al estacionar el carro, compañeros de UPADI nos saludan mientras nos muestran la entrada del local. Es un espacio largo, lleno de sillas que, colocadas a la izquierda y derecha del recinto, dejan un espacio abierto a la mitad para poder caminar por él. Esperamos a que lleguen los representantes mientras observamos cómo los compañeros “nuevos” toman su taller de formación. Son muchos, el lugar casi está lleno. Todos y todas escuchan en silencio y gran respeto a cada uno de los y las compañeras que toman la palabra. Nos piden que vayamos al final del recinto. Los seguimos, tratando de no distraer la reunión, nos sentamos alrededor de un escritorio mientras los y las fundadoras se acercan para dar su palabra. La plática inicia con las presentaciones pertinentes. UPADI tiene una larga lucha. La organización está compuesta, en su mayoría, por mujeres y gente mayor, que son los que le dan vida a la resistencia. Como con los compañeros ex braceros, decidimos comenzar la plática a partir de la historia. Guadalupe Aguilar Flores y Refugio Paredes Vázquez son las que se deciden y exponen: “La organización nace en el 13 de agosto de 1991. El Ayuntamiento avisó, de repente, que todos los dueños de los predios de Apizaco tenían que pagar 3 mil pesos, cuando antes pagaban 17 pesos anuales. Entonces, como no estuvimos de acuerdo, comenzamos a reunirnos en las calles para decirle a la demás gente que no estaba bien eso, que no podíamos permitirlo. En un principio éramos nueve o diez, pero la gente nos empezó a seguir, comenzamos a realizar marchas, perifonear, cerramos calles, en una ocasión incluso cerramos Apizaco, hicimos marchas en Tlaxcala, en la Ciudad de México. Así fue como comenzamos la lucha y hemos logrado muchas cosas. “La lucha ha tenido sus costos, a pesar de que la organización, en su mayoría, se constituye de gente mayor, al gobierno no le importa, son muy groseros, se han metido a nuestras casas a ‘inspeccionar’. Los policías nos han aventado la represión, son muy

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agresivos, nos han metido a la cárcel, en una ocasión hasta nos echaron abejas. Ellos no quieren que hagamos marchas, que protestemos. Pero ahora los impuestos son menos gracias a la organización y la lucha. Ladrillo por ladrillo construimos nuestra casa, por nuestro trabajo y honradez. “Nuestra organización ha luchado porque las personas grandes no paguen los altos precios de los impuestos que el Ayuntamiento cobra, que se les respete el 50 por ciento de descuento a la gente mayor, a las madres solteras, porque muchas veces no les quieren respetar este derecho y les quieren cobrar de más. “Todos los convenios que tenemos con el Ayuntamiento los hemos logrado peleando, nuestro pensamiento es que nosotros y nosotras exigimos todo para todos. Hemos logrado que se realice la recolección de basura y que no se privatice este servicio, porque en Puebla la basura la cobran anualmente muy cara y es una empresa privada la que se dedica a realizar esta labor. Lo mismo quieren hacer con Apizaco, pero nosotros no lo estamos permitiendo. “Los problemas que tenemos en Apizaco es que hay muchos baches... Ahora ya no es Apizaco, es ‘Apicharco’, las calles están horribles. Nos falta alumbrado y los policías son muy prepotentes. Cada tres años renovamos los convenios con el Ayuntamiento. Cada que entra una nueva administración nosotros y nosotras estamos al pendiente de que se cumplan los acuerdos. Si ya firmaron, ya se chingaron, pues tienen que cumplir. “Alex Ortiz, presidente municipal actual, dijo que iba a cobrar un impuesto por tener perros o gatos de mascotas, nosotros no estamos de acuerdo. Cada loco que llega quiere fregar al pueblo, quieren regresar como en la época de Porfirio Díaz. Nosotras y nosotros no dejaremos que pase, la cosa es defender nuestros derechos”. El amor a la organización nos une Como con los compañeros de CNUC, cada representante decide tomar la palabra para poder hablar de los problemas que viven y de las diferentes luchas que realiza la organización. Comenzando por el compañero Guillermo Pérez, quien nos explica los talleres de formación

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que realizan con los compañeros “nuevos”: “Los nuevos entraron porque las necesidades son grandes, por las atrocidades que quieren hacer con los cobros, también por invitaciones de los compañeros que tienen más tiempo. Mi esposa Brígida Cervantes entró por adeudo de pago de un local que tenemos, le cobraban una multa terrible. Llegó con UPADI y le solucionaron el problema pero, durante el proceso, como mi esposa no podía venir a las reuniones por su trabajo, yo comencé a venir a las reuniones. Me empecé a empapar de las luchas que se hacen en la organización y me convencí. A partir de ese momento, ya no me fui a la casa; ahora mi esposa y yo somos miembros activos de la organización. Ya tenemos dos años y soy del Comité de Lucha. “Hay muchas personas que llegan para que les resuelvan su problema y ya no regresan, por eso estamos realizando un taller de formación donde vemos la historia de UPADI, sus logros y las herramientas jurídicas para poder defendernos de las injusticias. No se trata de que nomás nos resuelvan nuestros problemas, sino de quedarnos para exigir que se respeten nuestros derechos, por eso es importante el taller de formación”. El compañero Benjamín Sánchez explica por su lado: “En nuestra organización pagamos lo justo y equitativo, lo que dice en la Constitución. Porque los políticos cuando dejan el hueso se van con un montón de dinero, nomás inventan leyes para sacarle dinero al trabajador, el pueblo está cansado ya. Que nuestros impuestos se usen para lo que el pueblo necesita, no para que se lo roben, eso es lo que nos motiva a seguir luchando”. Benjamín Pérez Díaz a su tocayo y asegura: “En nuestra organización no entran los partidos, somos independientes, somos parte del pueblo, no nos quedamos callados ante los abusos del gobierno, queremos que se nos escuche porque somos ciudadanos. Juntos defendemos las diferentes luchas de cada municipio, porque los políticos vienen con ganas de morder mucho, no arrancan el pedazo, pero muerden cada tres años. Tenemos amor a la organización pues los beneficios han sido muchos”. Al terminar su comentario, la compañera Minerva Bretón se decide a romper el silencio y sentencia: “En

Apizaco se vivía mucho la discriminación, el presidente municipal pasado agarraba a los jóvenes y les cobraba 750 pesos para soltarlos. Gracias a la lucha, el actual presidente ya no lo hace. “En UPADI estudiamos la Constitución, las leyes, porque es una manera de decirle al gobierno: ‘con tus mismas armas te vamos a combatir’. Es necesario tener una formación, estudiar. Por eso en esta administración logramos que todos los convenios se respetaran. Alex Ortiz no nos dijo a nada que no, porque ya conocen nuestro trabajo. Ya logramos el servicio odontológico gratuito, que los policías nos respeten, que nos traten bien, porque hasta eso es una de nuestras exigencias, tener un trato digno. Los convenios están firmados, ahora nos toca estar al pendiente para que se cumplan, tenemos que hacer valer nuestros convenios”. A la mitad de la plática, se acerca el compañero Roberto Cruz, quien se presenta como “servidor y amigo”. Es un señor de edad, quien se ha ganado el cariño de sus compañeros por el compromiso con la lucha, por ser una persona cabal y directa. Al

comenzar su relato nos mira y pregunta: “Miren muchachos, UPADI es una organización donde estamos luchando mujeres, madres solteras, amas de casa, trabajadores, campesinos, transportistas. Muchos de nosotros y nosotras tenemos una historia cargando. Por ejemplo, yo soy jubilado, soy ferrocarrilero. Si quieren y tienen tiempo les platico de la lucha de los ferrocarrileros, que también es importante y que nos ha dejado muchos aprendizajes”. Nosotros de inmediato contestamos que sí. El compa entonces se acomoda en la silla, cuelga su bastón en el borde del escritorio y comienza: “Bueno, pues resulta que Ferrocarriles de México no dio ni un centavo para crear su sindicato. Los concesionarios dimos alrededor de 2 millones de dólares para el sindicato. El gobierno se adjudicó 6 mil millones para el pago de la mensualidad de los jubilados. Es una miseria lo que le dan de mensualidad a los jubilados y no se vale. La juez del Tercer Distrito de materia laboral ya nos dijo que va a ver que se nos pague el 10.84 por ciento del fideicomiso, para que nos paguen cabal lo que nos deben, lo que nos han

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quitado de nuestro cheque todos los años que hemos trabajado. “Nosotros nos hemos dado a la tarea de recorrer el país, viajes que hemos tenido que pagar de nuestra bolsa, para poder visitar a otros compañeros ferrocarrileros y que exijamos nuestros derechos. El 13 de septiembre pasado, hicimos una marcha en el Distrito Federal. Miren, un compañero que tiene 102 años de edad nos dijo: ‘el que quiera que me siga, yo me voy hasta Los Pinos...’ No, pues ya nadie pudo decir que no. Nos echamos la caminata hasta Los Pinos y de todos modos no hemos logrado que nos oigan. A nosotros nos siguen quitando una cuota para el sindicato, aunque ya estamos jubilados. Nosotros queremos que esa cuota ya no se vaya para los dirigentes charros, para Víctor Félix López Morales, queremos que se retengan esas cuotas y se haga un fondo común que verdaderamente nos sirva a nosotros. “Nuestras demandas concretas son: que se dé un incremento al fideicomiso de nuestra jubilación; que nos paguen el 10.84 que nos deben desde los noventa. Porque, en esa década, según nos iban a dar un aumento salarial del 15 por ciento, pero sólo nos dieron el 4 y fracción, entonces, ese dinero nos lo deben pues nunca llegó a nuestros bolsillos. También queremos que el dinero del inmueble del sindicato que apenas vendieron se reparta entre los jubilados y trabajadores que pusieron el dinero para comprarlo. Ya estamos hartos de que nomás nos frieguen, no se vale. Por eso, acá en UPADI decimos que no podemos dejarnos de los presidentes municipales que también nomás nos quieren fregar. No, hay que organizarse y luchar por lo que es justo”. El compañero termina mientras en la mesa se va corriendo de mano en mano un poco de refresco de naranja. La Otra Campaña es una forma de organizarse contra los grupos que nos reprimen El silencio se rompe cuando preguntamos del trabajo que realizan dentro de La Otra Campaña. Minerva Bretón levanta la voz y asegura: “Antes, al principio de nuestra organización, nos tachaban de revoltosos, nos decían que ya nos saliéramos de esto, pero contestábamos que si estábamos en la lucha era porque defendíamos nuestros derechos.

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“Desde que llegó el Sup ya nos respetan más, luego luego nos respetan. Fue muy bonito pues saben que somos de la Sexta. Estamos muy contentos, dos veces ya vinieron los compañeros zapatistas y nos han dado muchos alientos para seguir. “Nosotros sabemos que en La Otra Campaña hay que combatir todo tipo de injusticias que comete el gobierno contra la gente humilde, pues somos muy maltratados, no sólo en el país, en todo el mundo. Tenemos que terminar con los abusos contra el pueblo. “Nosotros, aquí en Tlaxcala, estamos unidos con otras organizaciones adherentes a La Otra Campaña como el CNUC, los ex braceros, las trabajadoras sexuales, estamos con La Otra Campaña y estas organizaciones son nuestras hermanas. “Sabemos que La Otra Campaña es una forma de organizarse contra los grupos que nos reprimen. Nosotros ya llevamos siete presidentes municipales que les sacamos los convenios. Nosotros tenemos el acuerdo de que si no cumplen, no les pagamos los impuestos. Nos tienen que respetar porque nosotros somos los que les pagamos, su sueldo sale de nuestros impuestos”. Al finalizar la entrevista, los y las compañeras se despiden de manera muy respetuosa. Se levantan de los asientos y se acomodan en la reunión para escuchar el taller que en ese momento todavía están tomando los “nuevos”. Nosotros, por nuestra parte, tomamos fotos de los colages que tienen colgados en el recinto. Vemos uno que es el recuento de la reunión efectuada el 14 de junio de la Red Nacional Contra la Represión, una compañera se acerca y nos dice: “Nos dio mucho gusto poder recibir en nuestro local a los y las compañeras de La Otra, estuvo muy bien el foro, aprendimos mucho”. Al final del recorrido, salimos silenciosamente del recinto de UPADI. Los compañeros y compañeras se quedan discutiendo las soluciones para los conflictos que viven a diario, lo hacen juntos y organizados. Los hombres y mujeres de La Otra Tlaxcala caminan hilando resistencias. Son cuencas que se trenzan para exigir justicia, para vivir más dignamente, para exigir que se respeten sus derechos, para hacer surco y continuar haciendo lo que parece imposible: tejer el agua. 