EL TEMA DEL GRAN TEATRO DEL MUNDO por ANTONIO VILANOVA

1. I.A IDEA DC 1.9 COMWIA EN I.A A X T I G U E U A D G R I ~ C O L A T I N A .Uno de los tenias ~ n á s característicos de la literatura española de lus siglos S V I y XVII qiie, coi1 firmes raices en la antigüedad grecolatina, se transmite a través del Iiiinianismo erasmirta al pensaniiento español del Barroco es, a no dudar, la idea del gran teatro del muiido. Los ant,ecedentes más remotos del temn hay que buscarlos en la antigüedad clásica y, dcntro d e ella, entre los filósofos del estoicismo, específicamente en la ubra de Séneca y Epicteto, iliie tan Iiorida huella imprimen en nuestra persistente tradición estoica. Como señaló certcrüinente Angel Valbiieiiii Piat ', nuestra máxiiiia autoridad calrleroiiiana, la fiiente más remot3 e ~ 6 LA ~ Daucr, Autos Sccrnrnciztulis. Prdlogo. edición y iiotns dc Angel Valhilena I'l.at, aCl6sieos Csstellanosn, rol. 81, Madrid, in24, ~ S B . S1.V. notr 1. 2. L. A . 5i:x1:ch, Ad Lziciliii,ii el>istnl«7iiri& itior«Iiiiiii libri XY.. Lib. IX, epírtoln LXXVII. 20.

En el segundo pasaje, Séneca utiliza cl síniil de 1:s coiiiedia y los coiiiediantes paya probar qiie las riquezas y dignidades clcl iiiiindo no son mis que uri disfraz, análogo al de los actores que se despo,ian de siis atavíos fingidos al terminar la rcprcseiitación de la comedia. La idea del engaiio qiie suscita el clisfrnz del comerliante y la vana apariencia del hombre revestido de preeminencias y bonores, constituye la intención básica de este pasaje del gran filósofo estoico que habrP de encontrar eco en las doctritias de Zuciano y Erasrno. S¿iiecn afirnia que ningiino de estos príncipes y reyes que remos vestidos de púrp~ira,es más feliz que aqiiellos :r quienes la ficcióii dran~itica obliga a llevar cetro y clámide. En presencia del piiebla, sobre cl escenazio de la coniedi.3, salen todos enaltecidos sobre w s cotiiriios dorados, pero en cualido tevmina la representación y se clcscalzan, recobran su estatura normal y sil osclira condición de viles farsantes. Ningiino de aquellos .qiie la riqueza y l w honorcs ponen en la cima inás alta, posee la menor graiirleza. iCúmo es, piies: que parece grande? Porqiie le medimos .iririto con sil pedestal, responde Séneca. No es alto el eiiaiio, aiiiiqiie se ponga en la cumbre cle una m o n t a k , J- I L coloso ~ conserva sil alta estatiira aunqne se meta en el fondo de un pozo. De este error de apariencia sufriiiios todos, el cual nos eiigaiia porque no juzgamos a nadie por lo q11c es, sin&que le atribuimos los adornos de que se ha revestido. Ciiando se quiera jus-ai. el verdadero i'alor de un hombre 7 saber conio realmente es, ha), que mirarle al desnudo, poner de lado riquezas, honores y deináfi engaíios (le In fortuna, prescindir incluso de su figura física y conteiiiplar sii alma, cscutlriñar SII no7s, 1:orno l, piigs. 131-1841. MenCndez Pelryo le Iiace suva eii In Hislotia