El Protocolo de Kyoto y los Gases de Efecto Invernadero

El Protocolo de Kyoto y los Gases de Efecto Invernadero Vigilancia o catastrofismo José Manuel Campos Hernández DESCRIPTORES PROTOCOLO DE KYOTO GASES...
4 downloads 3 Views 441KB Size
El Protocolo de Kyoto y los Gases de Efecto Invernadero Vigilancia o catastrofismo José Manuel Campos Hernández

DESCRIPTORES PROTOCOLO DE KYOTO GASES DE EFECTO INVERNADERO CALENTAMIENTO GLOBAL MECANISMOS DE DESARROLLO LIMPIO IMPLEMENTACIÓN CONJUNTA MERCADO DEL CARBONO

Evidencias ante el calentamiento global de la Tierra Desde 1866 se realiza un registro de temperaturas a escala mundial (Fig. 1a). La temperatura media del último milenio se ha obtenido a partir de diversas fuentes (Fig. 1b). Los años más calurosos han sido los de la última década. Desde 1990 hasta finales de 2007 la temperatura media del planeta se ha incrementado 0,76 ºC. El ritmo del calentamiento es de 0,2 ºC por década durante los últimos 100 años. El calentamiento global es el problema ambiental de mayor importancia para el futuro de la humanidad. El equilibrio entre el calentamiento y el enfriamiento de la superficie terrestre mantiene el clima del planeta. Tal equilibrio parece estar amenazado y sus consecuencias pueden ser irreversibles para la supervivencia de la vida tal y como se conoce. La comunidad científica mundial investiga las posibles causas y las consecuencias probables. No existe unanimidad sobre si la influencia del hombre es determinante –tendencia mayoritaria actual– o si son causas naturales. Tampoco hay acuerdo en la predicción de las consecuencias en un sistema tan complejo como la Tierra. El cambio climático es una constante en la historia de la Tierra. En su evolución natural se han producido alteraciones drásticas que se han regulado después. Es razonable dudar sobre la influencia del hombre para decidir y alterar el futuro del planeta. Toharia1 recuerda que la ciencia de la climatología trabaja con periodos de tiempo de al menos 30 años, por lo que la subida de las temperaturas vividas hasta ahora entra dentro de “el tiempo” –o la meteorología– y no del clima. Parece existir una relación directa entre el aumento de la concentración de los gases de efecto invernadero y el calentamiento observado, pero se desconocen las consecuencias finales de este proceso. A pesar de ello, se han realizado numerosas predicciones sin base científica más o menos apoca30

I.T. N.º 82. 2008

lípticas e interesadas. Además hay que ponderar si se deben afrontar los problemas inmediatos constatables o los problemas futuros más o menos probables. El dilema entre el corto y el largo plazo es el dilema entre el mundo desarrollado y el tercer mundo. ¿Es razonable preocuparse de lo que suceda dentro de un siglo cuando hoy se mueren de hambre y de sed millones de seres humanos? ¿Qué le importa a la gente de Bangladesh que el país se pueda inundar dentro de cien años si muchos están muriendo en este mismo momento? Por ahora no hay alternativa a la actual producción de energía mediante la quema de los combustibles fósiles –los máximos causantes de la emisión de CO2–. La energía limpia no ha alcanzado ni la madurez tecnológica ni la viabilidad económica para ser considerada más que una alternativa residual y muy volátil en el futuro próximo. La intromisión política, social y mediática ha abierto brecha en la comunidad científica. Las sociedades desarrolladas quieren asegurarse la supervivencia actuando sobre sí mismas y tendiendo puentes para que las sociedades menos desarrolladas sigan su estela y eviten cometer los mismos errores. Muchos países no desarrollados aceptan el reto pues supone un ingente caudal económico para financiar sus objetivos más inmediatos, aunque más que puentes que salvan obstáculos, presienten muros que les impiden prosperar a la velocidad que desean. Ante este panorama no deberíamos abanderar una causa colectiva manipulada, sino asumir una actitud individual responsable frente al calentamiento global. Si fuéramos capaces de gastar únicamente aquellos recursos que necesitamos reduciríamos la magnitud del problema. La concienciación ciudadana y la actitud vigilante antidespilfarro es el mejor punto de partida. No es una cuestión del precio de la energía, de los bienes o del agua que gastamos, sino del valor que supone para la humanidad la austeridad personal.

Fig. 1. a) Registro mundial de temperaturas. b) Temperaturas del último milenio.

Consecuencias previsibles del calentamiento Se prevé que la concentración actual de los gases de efecto invernadero se habrá duplicado en el año 2050. Como consecuencia de ello, se estima un calentamiento global de entre 1,1 ºC y 6,4 ºC (Fig. 2). Los diversos escenarios contemplados se describen en la página 18 del IPCC 2007.2 Parece una variación poco significativa, pero es de extrema importancia. Durante la última glaciación del planeta la temperatura media solo fue 5 ºC inferior a la actual. El futuro de la humanidad se torna incierto ante un ascenso de 6 ºC en la temperatura según Gore.3 Se derretirían el hielo y la nieve almacenada sobre la superficie terrestre provocando la desecación de los polos, los glaciares y las cordilleras más altas del planeta. El deshielo elevaría el nivel medio del mar entre 0,18 y 0,59 metros, desaparecerían numerosas islas coralíferas y la nueva línea de costa provocaría migraciones humanas masivas. Disminuiría la temperatura media del agua y aumentaría el gradiente térmico entre el agua de los casquetes polares y el agua meridional. Las corrientes marinas cambiarían de trayectoria –especialmente en el Atlántico– y los hábitos migratorios de aves y de animales marinos no podrían evolucionar a tal velocidad. Las precipitaciones monzónicas se desplazarían e intensificarían. Los círculos polares se volverían inhabitables, el resto del mundo sufriría fuertes olas de calor y las nuevas zonas costeras sufrirían inundaciones por fuertes trombas de agua. Las zonas intermedias sufrirían el azote catastrófico de precipitaciones pluviales y tormentas. Las zonas ecuatoriales se desertizarían y sufrirían sequías, incendios forestales y escasez de agua potable. La pérdida de cosechas y el desplazamiento y la reducción de los bancos de pesca provocarían escasez de alimentos. Pavorosas sequías –con sus correspon-

Fig. 2. Conjunto de previsiones del incremento de la temperatura en el siglo XXI (fuente IPCC 2007).

dientes hambrunas– provocarían escasez de agua potable y desaparecerían numerosas especies animales y vegetales –entre el 20 % y el 30 % con un incremento de solo 3 ºC–. Las regiones más afectadas serán los países de la cuenca mediterránea, las pequeñas islas y los megadeltas asiáticos, el continente antártico y el África subsahariana. Los ecosistemas más vulnerables son los corales, las aguas semicongeladas del Ártico y del Antártico, la tundra, la selva boreal, las zonas de montaña y la cuenca mediterránea.4

Causas del calentamiento Las causas del calentamiento que contempla la comunidad científica internacional se dividen entre aquellas en las que la actividad humana parece tener una influencia directa –forzamiento antropógeno– y las debidas al cambio de la propia naturaleza del universo –forzamiento natural– (Fig. 3). La radiación solar que llega a la Tierra es de 343 W/m2. Parte es reflejada por la atmósfera, 103 W/m2, y parte se refracta y alcanza la superficie terrestre, 240 W/m2. En estado de equilibrio global, la corteza terrestre refleja esta radiación hacia el exterior atravesando la atmósfera. Sin embargo, el incremento en la concentración de los gases de efecto invernadero en la troposfera provoca que 168 W/m2 de esta radiación infrarroja no se pierdan en el espacio sino que se reflejen nuevamente hacia la corteza terrestre provocando su calentamiento. Las emisiones de gases de efecto invernadero han crecido desde mediados del siglo XIX. El desarrollo tecnológico iniciado desde entonces y el consumo creciente de las sociedades del bienestar pueden ser los causantes del aumento de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Esta influencia antropógena está desequilibrada en detrimento de los países más desarrollados. Se estima que I.T. N.º 82. 2008

31

Fig. 3. Modelado de la temperatura media anual: a) influencia natural, b) influencia antropógena, c) influencia conjunta. La actualización hasta 2005 realizada por el IPCC 20072 no muestra cambios significativos.

Tabla 1 Capacidad de calentamiento de los gases de efecto invernadero.5 1 ppm: una parte por millón. Gases de efecto invernadero Concentración preindustrial (ppm) Concentración en 1994 (ppm) Vida en la atmósfera (años)

Fuentes

Potencial de calentamiento

278

358

Variable

Quema de combustibles fósiles, producción de cemento, cambio de uso de suelo

Metano, CH4

700 10-3

1.721 10-3

12.2+/-3

Descomposición anaerobia (cultivo de arroz, vertederos, estiércol), minas y pozos petroleros

21

Óxido nitroso, N2O

275 10-3

311 10-3

120

Producción de fertilizantes, quema de combustibles fósiles (motores)

310

Hidrofluorocarbonos, HFC

0

608 10-6

12.1 a 102

Perfluorocarbonos, PFC

0

70 10-6

50.000

Emitidos en procesos de fabricación de aluminio y usados como refrigerantes

6.500

0

32 10-6

3.200

Emitido en procesos de manufactura donde se usa como fluido dieléctrico

23.900

Dióxido de carbono, CO2

Hexafluoruro de azufre, SF

6

Europa, Estados Unidos y otros países desarrollados han producido el 85 % del CO2 que se ha liberado a la atmósfera desde la Revolución Industrial. En el informe del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) de 2001 se estimó una probabilidad superior al 66 % para la influencia antropógena en el calentamiento del planeta. En 2007, el IPCC fijó esta probabilidad en el 90 %.2/4 Los gases de efecto invernadero de mayor influencia son: a) dióxido de carbono, CO2; b) metano, CH4; c) óxido nitroso, N2O; d) hidrofluorcarbonos, HFC; e) perfluorcarbonos, PFC; y f) hexafluoruro de azufre, SF6. Todos ellos, junto con el vapor de agua, han incrementado notablemente sus concentraciones desde la Revolución Industrial (Tabla 1). 32

I.T. N.º 82. 2008

Emitidos en procesos de manufactura y usados como refrigerantes

1

1.300-7.100

Los sectores y las categorías de las fuentes de gases de efecto invernadero que contempla el Protocolo de Kyoto son: a) energía –quema de combustible en industrias energéticas, manufactureras y de construcción, así como en transporte y en otros sectores, y emisiones fugitivas de combustibles sólidos, petróleo y gas natural–; b) procesos industriales –minería, procesos químicos, metalurgia y producción y consumo de halocarbonos y hexafluoruro de azufre–; c) utilización de disolventes y otros productos; d) agricultura –fermentación entérica, aprovechamiento de estiércol, cultivo de arroz, suelos agrícolas y quema prescrita de sabanas y de residuos agrícolas–; y e) eliminación de desechos sólidos, tratamiento de aguas residuales e incineración de desechos.

En 1990 las principales industrias emisoras de gases de efecto invernadero fueron: a) los procesos industriales, 32 %; b) la generación de electricidad, 20 %; c) la agricultura, 20 %; d) el transporte, 14 %; e) el estado del bienestar –residencias y comercio–, 12 %; y f) la basura, 12 %. La combustión actual de combustibles fósiles libera a la atmósfera 6 billones de toneladas/año de CO2 y la deforestación deja de capturar otros 1,5 billones de toneladas/año. La concentración media de CO2 se ha incrementado desde 275 ppm –partes por millón– en 1990 hasta las 400 ppm en la actualidad. Se estima en 450 ppm la concentración que elevará la temperatura 2 ºC. Otros factores antropógenos que acentúan y agravan el efecto de los gases de efecto invernadero son:6 a) la polución atmosférica, que provoca el oscurecimiento que impide que parte de la radiación solar alcance la superficie terrestre; b) el crecimiento demográfico, que exige cambios de uso del suelo y mayor utilización de fertilizantes en la agricultura e incrementa el consumo de energía; c) el estado del bienestar y la prosperidad, que alcanza cada vez a mayor población y está directamente ligado al consumo energético y al uso masivo de transportes. Los factores antropógenos afectan desigualmente a los países desarrollados y a los no desarrollados. Para los primeros, mantener su supremacía tecnológica con el fin de controlar sus emisiones sería ineficaz si los países menos desarrollados antepusieran su propio desarrollo a la conservación del medio ambiente. Existe una fuerte bolsa de financiación para investigaciones medioambientales de todo tipo. El Protocolo de Kyoto proporciona una financiación muy atractiva para aquellos países que elijan un desarrollo sostenible más lento y dependiente tecnológicamente de los países desarrollados. La gran incógnita será la actitud de las grandes sociedades en vías de desarrollo: China, India, Corea del Sur y Brasil. Se estima que emitirán más del 50% de las emisiones mundiales a partir del 2015. Sin su estrecha colaboración, la reducción de emisiones será inviable, pero las prioridades de los países en vías de desarrollo son su crecimiento económico y la reducción de la pobreza. Por otra parte, existe un número importante de científicos que, a pesar de defender tesis minoritarias, insisten en la influencia de otros factores que consideran más importantes que la influencia antropógena: la radiación cósmica, el viento solar y la evolución de las manchas solares son sus principales líneas de investigación.

El Protocolo de Kyoto Antecedentes

En 1988 se creó una organización de carácter mundial denominada Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC). Contó con la representación inicial de más de 100 países y nació con el objetivo de estudiar este problema y proponer acciones para resolverlo o mitigarlo. Propuso en 1990 un tratado mundial denominado Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).7 Esta Convención fue adoptada en Nueva York el 9 de mayo de 1992 por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo –continuación de la primera Cumbre de la Tierra sobre Medio Ambiente y Desarrollo, ce-

lebrada en Río de Janeiro–, y entró en vigor el 21 de marzo de 1994. En 1995, el IPCC elaboró un segundo informe en el que se determinó la influencia inequívoca de la actividad humana en el incremento de la temperatura media terrestre. Ante la falta de compromisos voluntarios de reducción de emisiones, el 11 de diciembre de 1997, en la ciudad japonesa de Kyoto, se adoptó el llamado Protocolo de Kyoto.8 Fue la primera vez que gobiernos aceptaron restricciones legalmente vinculantes en sus emisiones de gases de efecto invernadero. El Protocolo de Kyoto regula y fija obligaciones para los 38 países desarrollados que adoptaron compromisos con la finalidad de rebajar sus emisiones de gases de efecto invernadero un promedio del 5,2 %, durante el quinquenio 20082012, respecto de las emisiones del año 1990. Objetivo del Protocolo de Kyoto

El Protocolo de Kyoto persigue la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impida interferencias antropógenas peligrosas para el clima. Se deben lograr en un plazo suficiente para permitir que los ecosistemas se adapten naturalmente al cambio climático. Además, deben asegurar la producción de alimentos sin que se vea amenazada y deben permitir que el desarrollo económico prosiga de manera sostenible. El Protocolo de Kyoto entraría en vigor cuando fuese ratificado por 55 países responsables de la emisión del 55 % del total de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. En 1997 España firmó el Protocolo de Kyoto, que fue ratificado por la Unión Europea en mayo de 2002. En el verano de 2004 ya lo habían ratificado 126 países que emitían el 44,3 % de gases de efecto invernadero. En noviembre de 2004 lo ratificó Rusia, añadiendo al porcentaje anterior el 17,4 % de gases de efecto invernadero que emitió en 1990. En consecuencia, se superó el límite prefijado y el Tratado entró en vigor 90 días después, el 16 de febrero de 2005. Aún no lo han ratificado Australia (que emite el 3,3 %), ni Estados Unidos (que libera otro 36,1 %). La falta de apoyo de Estados Unidos y la prolongada negativa de Rusia han retrasado la aplicación efectiva del Protocolo de Kyoto, hasta el punto de que la Unión Europea (UE) elaboró su propio sistema de reducción de CO2 al que se han adherido Noruega y Suecia. Además, ha homologado los Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL) –que se detallan más adelante– para monitorear la reducción de gases de efecto invernadero. El programa de la Unión Europea se denomina Emission Trading System (ETS) y entró en vigencia el 1 de enero de 2005. Canadá y Japón ya han iniciado sendos estudios para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y para adoptar también la metodología MDL. Además, nueve estados de Estados Unidos están promoviendo sus propias reducciones de CO2. El Protocolo de Kyoto supone, para cada país, disponer de una cuenta bancaria de gases de efecto invernadero. Las reglas para realizar los cálculos y para demostrar el cumplimiento de los compromisos mediante la reducción y el uso de los mecanismos flexibles alternativos se culminaron en 2001, en el llamado Acuerdo de Marrakech. I.T. N.º 82. 2008

33

Tabla 2 Asignación de emisiones comprometidas por los países industrializados en el Protocolo de Kyoto. País

Emisiones respecto a 1990 (%)

Emisiones en 1990 (%)

Unión Europea

-8

24.2

Japón

-6

8.5

Canadá

-6

2.1

Rusia

0

17.4

Estados Unidos

-7

36.1

Australia

+8

3.3

Nueva Zelanda

0

Ucrania

0

Los CER financian los nuevos sumideros de CO2 (proyectos de reforestación y la producción de energías limpias en países en desarrollo exentos de cumplir el Protocolo de Kyoto. Además, la energía nuclear queda excluida de los MDL y los proyectos forestales solo pueden cubrir el 1% anual de las obligaciones de reducción. La mayoría de los CER permiten financiar proyectos de captura de CO2 y de cambio de combustible en industrias. Mecanismos de desarrollo limpio

El Protocolo de Kyoto ofrece alternativas al cumplimiento de la reducción de emisiones de los países desarrollados. Los países y sus industrias pueden necesitar incumplir los objetivos prefijados por cuestiones de crecimiento económico o por un desarrollo tecnológico insuficiente. Por esta razón, el Protocolo de Kyoto proporciona mecanismos flexibles que permiten a los países reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero fuera de sus fronteras financiando la producción de energía limpia en países no desarrollados –más rentables y económicamente más atractivos–. El principio imperante apunta a la reducción global pero deslocalizada de las emisiones. Las industrias y cada una de las instalaciones emisoras de gases de efecto invernadero deberán adoptar las medidas de cumplimiento coyunturales que sean más económicas y rentables de las que se ofrecen a continuación.

El Mecanismo de Desarrollo Limpio está basado en la realización de proyectos específicos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. El artículo 12 del Protocolo de Kyoto especifica que estos proyectos deben ser abordados por países desarrollados en cooperación con países no desarrollados y que deben ser localizados en el territorio de estos últimos. Los proyectos de generación de energía limpia entre países desarrollados y no desarrollados pero implantados en éstos pretenden alcanzar un desarrollo sostenible. La producción de energía eléctrica mediante centrales nucleares no se computa a pesar de generar la energía más limpia de todas las conocidas. La sustitución de plantas energéticas que emplean combustibles fósiles por otras fuentes menos contaminantes o renovables –gas natural, biocombustibles hidráulicas, eólicas, solares, etc.–. Proyectos en energías renovables –hidráulicos, gas natural, ciclos combinados, etc.–. Proyectos de gestión de residuos –captura de emisiones de metano en vertederos y granjas pecuarias–. Proyectos de eficiencia energética y reingeniería de procesos –iluminación, potencia ecotecnologías de la vivienda, etc.–. También incluyen las inversiones en actividades que almacenen o consuman carbón –forestación y reforestación–. Ampliación del uso de nuevas tecnologías y del uso de combustibles menos contaminantes al transporte, uso residencial, comercial e industrial. Secuestro, almacenamiento en el subsuelo y destrucción de gases de efecto invernadero. En el periodo 20002012 el precio del CER obtenido mediante este mecanismo oscilará entre los 4 y los 6,5 euros.

Mercado de derechos

Implementación conjunta

Es un mecanismo basado en la ley de mercado que permite a los países comerciar con los derechos de emisión de gases de efecto invernadero. Este intercambio de permisos de emisión está regulado por el artículo 17 del Protocolo de Kyoto y solo es aplicable a los países desarrollados. Las industrias que superen sus límites máximos de emisiones deberán adquirir derechos o certificados de emisiones reducidas (CER) de gases de efecto invernadero. Con ello se financiará la generación de energía limpia en países en desarrollo. Un CER equivale a una tonelada métrica –certificada y reducida– de gases de efecto invernadero. El precio actual de un CER oscila entre 3,5 y 6.5 dólares estadounidenses. Si la transacción se realiza bajo el programa ETS de la Unión Europea, el precio del CER osciló entre los 17,5 y los 17,85 euros para el periodo 2005-2007. Una característica peculiar de los CER es que tienen fecha de caducidad.

El mecanismo de aplicación conjunta permite exclusivamente a los países desarrollados abordar proyectos conjuntos que supongan una reducción de emisiones de gases de efecto invernadero o el almacenamiento del carbón. Viene regulado por el artículo 6 del Protocolo de Kyoto y varios países de la UE –España, Irlanda, Portugal, Holanda e Italia– ya han expresado su intención de recurrir a estos mecanismos para alcanzar sus objetivos. El precio del CER de este mecanismo en el periodo 2008-2012 oscila entre los 4 y los 7 euros.

Noruega

+1

Islandia

+10

Países del Este europeo

Del -5 a -8

En la tabla 2 se relacionan algunos de los 39 países obligados al cumplimiento del Protocolo de Kyoto8 según se relacionan en su anexo B, página 24, y sus cuotas de asignación. Mecanismos flexibles para la reducción de la emisión de los gases de efecto invernadero

34

I.T. N.º 82. 2008

Ejemplo del comercio de derechos de emisión

Para ilustrar el comercio de los derechos de emisión utilizando uno o varios mecanismos flexibles de los propuestos en el Protocolo de Kyoto, se presenta un ejemplo publicado por el Departamento de Medio Ambiente y Vivienda de la Generalitat de Cataluña (mediambient.gencat.net).

Fig. 4. Reparto interno de emisiones en la Unión Europea. Fuente: European Environmental Agency.

Fig. 5. Distancia en puntos porcentuales entre emisiones de 2001 y la meta de Kyoto. Fuente: European Environmental Agency.

Supongamos que las empresas A y B emiten ambas 1.000 te/año de CO2. El gobierno concede a cada una 950 derechos –o CER–, de manera que ninguna de las dos tiene completamente cubiertas sus emisiones. Al final de cada año, ambas empresas deben presentar un número de derechos de emisión correspondiente a sus emisiones anuales, sin importar cuáles sean las emisiones de gases de efecto invernadero que ha liberado cada empresa. Las dos empresas A y B tienen que cubrir el exceso de 50 te/año de CO2 y tienen dos maneras de hacerlo. Pueden reducir sus emisiones en 50 te o comprar 50 derechos de emisión en el mercado –o mediante los mecanismos de aplicación conjunta o de desarrollo limpio–. Para decidir por qué opción inclinarse, estudiarán el coste de reducir sus emisiones en 50 te y compararán este coste con el precio de mercado de los derechos de emisión. Supongamos que el precio de mercado de un derecho de emisión es de 10 €/te de CO2. Si los costes de reducción de la empresa A ascienden a 5 €/te –menor que el precio de mercado–, le interesará reducir sus emisiones por ser más barato que comprar derechos de emisión. La empresa A podría incluso reducir sus emisiones en otras 50 te –reduce 100 te en total–. En la empresa B tal vez ocurra lo contrario y sus costes de reducción sean de 15 €/te –superior al precio de mercado– y preferirá comprar derechos de emisión en vez de reducir emisiones. La empresa A habrá gastado 500 € para rebajar 100 te –a un precio de 5 €/te– y recibirá 500 € por la venta de las 50 te excedentes –a un precio de 10 €/te–, por lo que amortizaría completamente los costes de la reducción de sus emisiones vendiendo derechos. En otro caso habría tenido que costear 250 € netos para cumplir con la reducción exigida –a falta de un régimen de comercio de derechos de emisión–. La empresa B gasta 500 € para comprar 50 te –a un precio de 10 €/te–. Sin la flexibilidad facilitada por el comercio de derechos de emisión, la empresa B habría tenido que gastar 750 €. Solo puede vender derechos de emisión una empresa que tenga unos costes de reducción bajos y que decida reducir sus emisiones –como la empresa A–. Los derechos de emisión comprados por la empresa B representan una reducción global de las emisiones, aun si la empresa

B no las reduce por sí misma. Así se garantiza que se consiguen primero las reducciones más baratas. Como el régimen se aplica en toda la Unión Europea, se conseguirán las reducciones más baratas y se garantiza que éstas se produzcan en primer lugar. El coste global para la industria habría sido más alto si se hubiera forzado a la empresa B a reducir las emisiones en sus propias instalaciones a un coste más alto. Legislación vigente

A pesar de la postura estadounidense y de la demora rusa, la Unión Europea comenzó a trabajar para reducir sus emisiones hasta el 8 % comprometido en el Protocolo de Kyoto. El reparto interno de emisiones entre los países europeos permite a España incrementar sus emisiones en un 15 % debido a su menor grado de industrialización (Fig. 4). Se acordó un programa piloto para el trienio 2005-2007 en el que las empresas y las instalaciones solicitan a sus respectivos gobiernos permisos de emisión según sus características. Los gobiernos les asignan cuotas conforme a sus propios intereses y prioridades –producción energética o utilización de energías limpias–. Establece un valor único de los derechos de emisión que deberá fijarse entre los 10 €/tm y los 37 €/tm de gases de efecto invernadero. Además sancionará a los países que incumplan sus cuotas con 40 €/tm de CO2 respecto a las cuotas establecidas. En este trienio se establecieron los siguientes objetivos relacionados exclusivamente con la emisión del CO2: a) reducción mínima del 52 % para los países del anexo B del Protocolo de Kyoto y b) avance demostrable para la consecución de objetivos para el 2005. La Directiva Europea9 entró en vigor en el año 2005 para regular exclusivamente las emisiones de las grandes instalaciones industriales y de generación de energía. En el segundo periodo quinquenal (2008-2012) cada tonelada equivalente liberada a la atmósfera en exceso supondrá una multa de 100 €. Este tratado permite a los países europeos promediar sus emisiones sobre el segundo periodo quinquenal para tener en cuenta variaciones puntuales del crecimiento económico, en el clima y otros factores. Como se ve en la figura 5, solo unos pocos países europeos cumplían en 2001 los comI.T. N.º 82. 2008

35

Fig. 6. Intensidad energética por sectores. Variación en España (1986-1998). Fuente: Club Español de la Energía-CNE.

Fig. 7. Intensidad energética española y europea entre 1985 y 2000.

promisos de Kyoto aunque todavía había margen de tiempo para actuar. La Unión Europea aplica la directiva a cualquier dispositivo que oxide un combustible para generar energía de cualquier tipo (electricidad, calor, vapor, agua caliente, etc.).

En 2005 las emisiones de gases de efecto invernadero en España alcanzaron el 152,88 %, superando ampliamente el margen establecido del 115 % en el Protocolo de Kyoto y en la Directiva Europea. El 41,89 % de las emisiones fueron de CO2 y el 10,99 % restante supusieron las emisiones de los demás gases de efecto invernadero. Tal evolución se debe al incremento del 30 % del PIB y al incremento del 43 % en el consumo de energía primaria en esta década 1990-2000. En 1975 el gasto energético fue de 61 Mtep –millones de toneladas equivalentes de petróleo– y en 2000 fue de 125 Mtep, acelerándose el consumo en la segunda mitad de la década de 1990. La evolución por sectores se muestra en la figura 6, en la cual la intensidad energética es la relación entre el consumo total de energía y el PIB durante el periodo citado. El transporte es el sector más influyente y de peor evolución, seguido del sector residencial y comercial. Ambos sectores están ligados al mayor nivel de calidad de vida que disfrutamos. Para evitar retrocesos sociales, el gobierno español ha centrado sus esfuerzos en el sector de la generación –plan de ahorro y eficiencia energética, mercado del carbono y mecanismos de desarrollo limpio–. A pesar del rápido crecimiento de emisiones de gases de efecto invernadero, España es uno de los países más eficientes de la Unión Europea en términos de emisiones per cápita. En 2001, España emitió 9,7 te de CO2 per cápita –un 10 % menos que la media europea en 2001–, y por debajo del objetivo europeo ante el compromiso de Kyoto para el 2010 –situado en 10 te de CO2 per cápita–. La figura 7, publicada en Estrategia de Ahorro y Eficiencia Energética 2004-2012,10 compara la intensidad energética de España respecto a la de la Unión Europea durante el periodo 1985-2000. En el gráfico de arriba se observa que la intensidad española supera en un 17 % a la europea en el 2000. En el gráfico de abajo se compara la intensidad energética corregida a paridad de poder de compra. Muestra nuestra convergencia y la tendencia a superar la media europea en breve plazo.

Situación española

En consonancia con la Directiva Europea, España ha establecido la normativa nacional de desarrollo y acompañamiento. La Ley 1/2005, de 9 de marzo, regula el régimen de Comercio de Derechos de Emisión de Gases de Efecto Invernadero. El decreto 1866/2004, de 6 de septiembre, aprobó el primer Plan Nacional de Asignación de derechos de emisión para la fase piloto 2005-2007. Utilizó dos criterios generales: a) de carácter geográfico, priorizando la oferta en zonas donde el gas natural no tiene una fuerte presencia y b) priorizando la tecnología, premiando las más limpias y eficientes, y promoviendo la generación térmica en ciclo combinado con gas natural. El Real Decreto 1370/2006, de 24 de noviembre, aprobó el segundo Plan Nacional de Asignación de derechos de emisión de gases de efecto invernadero para el quinquenio 2008-2012. En él se apuesta por la utilización de los Mecanismos de Desarrollo Limpio y asigna a la industria, en promedio anual durante el quinquenio, 152,67 Mte (millones de toneladas métricas equivalentes) de CO2 a más de 1.100 industrias. De ellas, 54,05 Mte se han concedido para la generación eléctrica, 22,52 Mte para otras instalaciones generadoras, 11,80 Mte para instalaciones de cogeneración, 31,29 Mte para la industria del cemento, 16,13 Mte para el refino del petróleo, 2,83 Mte para el sector del vidrio, 5,72 Mte para la industria cerámica, 12,19 Mte para la siderurgia, 5,47 Mte para la industria papelera y se crea un fondo de reserva de 7,83 Mte. Se estima que deberán comprarse unos 100 Mte en el mercado del carbono a un precio estimado de 10 €/te. Actualmente se estima un precio para la reducción de emisiones por transformación tecnológica de la industria en 112 €/te de CO2. 36

I.T. N.º 82. 2008

Tabla 3 Generación eléctrica en 2003 Empresa

Capacidad generadora (MW)

Hidráulica (%)

Carbón (%)

Nuclear (%)

Fuel-gas (%)

Ciclos combinados -gas natural- (%)

Renovables, cogeneración e importaciones (%)

Mix (kg CO2/MWh)

Endesa

21.000

28

24

16

18

11

3

530

Iberdrola

22.788

34

10

43

4

7

2

250

Unión Fenosa

5.700

16

36

15

5

26

2

650

Hidrocantábrico

2.566

16

61

6

-

15

2

950

Consumo, 17-dic-2007

45.450

12.8

18

16.2

4.2

36

12.5

-

Objetivo 2011

-

resto

15.0

17.3

3.6

33.3

resto

-

Impacto ambiental (%)

-

0

78 a 100

15

4 - eólica 27 - fotovoltaica

-

39

En la tabla 3 se muestra la generación de energía eléctrica de las principales compañías suministradoras en 2003. Se indica el mix de generación eléctrica para indicar la intensidad del uso del carbono (emisiones de CO2) en la generación de electricidad. En el año 2000, España tenía un mix de generación que emitió 466 kg de CO2/MWh frente a una media europea de 470 kg de CO2/MWh. Actualmente, la media de las empresas generadoras europeas se sitúa en 450 kg de CO2/MWh. También se indica el mix de generación –coincide siempre con el de consumo eléctrico– del 17 de diciembre de 2007 que muestra una positiva evolución por el descenso de la utilización del carbón y del fuel-gas y por el aumento de los ciclos combinados y de las renovables. Los objetivos del gobierno para 2011 pueden ser cumplidos. Se indica además el impacto ambiental contabilizando tanto las emisiones de carbono y de vapor de agua en la explotación de la instalación como en la fabricación de todos los sistemas que requiere la generación eléctrica –células fotovoltaicas, palas eólicas, etc.– y en el manipulado de la materias primas.

Conclusiones El calentamiento de la corteza terrestre observado durante el último siglo es motivo de preocupación para la comunidad científica mundial. El aumento de la población, el llamado estado del bienestar, las sociedades emergentes y, sobre todo, el desarrollo industrial parecen tener una influencia determinante. Además de estas causas antropógenas existen otras causas naturales que pueden llegar a ser críticas. Respecto a las consecuencias existe mayor consenso a pesar de la incertidumbre de las previsiones. Todas ellas se basan en que el comportamiento de la Tierra evolucione tal y como lo ha venido haciendo durante el último siglo. De esta forma es más sencillo estimar la influencia de la actividad humana sobre el

81

clima. La fuerza de la naturaleza supera con creces el escaso e insignificante conocimiento que tenemos de la historia y del comportamiento del planeta. Las consecuencias del calentamiento pueden ser ingentes e irreversibles para la supervivencia, pero el ser humano únicamente puede actuar sobre las causas originadas por su propia actividad económica. En este contexto, el Protocolo de Kyoto supone la aceptación de muchos países de unas reglas de autorregulación de la reducción de las emisiones de los gases de efecto invernadero cuya concentración atmosférica ha crecido de manera preocupante desde la Revolución Industrial. Además, propicia acciones encaminadas a mejorar la eficiencia en la generación de energía y en los procesos industriales, estimula el ahorro energético y propone mecanismos que beneficien tanto local como globalmente a la humanidad. Aparentemente, el Protocolo de Kyoto supone un freno para las sociedades más desarrolladas y una ayuda financiera para el crecimiento de las menos desarrolladas. No obstante, las sociedades subdesarrolladas y las emergentes tienen que resolver los problemas acuciantes del día a día y, a pesar de mostrar buena voluntad, su crecimiento de forma sostenible beneficiaría a la humanidad pero ralentizaría su propio desarrollo económico y las haría tecnológicamente más dependientes. Es necesaria una estrecha vigilancia de la evolución de la concentración atmosférica de los gases de efecto invernadero pues el equilibrio que disfrutamos del sistema Tierra –observado desde todas las vertientes– está en peligro.11 ■

José Manuel Campos Hernández Doctor Ingeniero Industrial Profesor Agregado de la Universidad Pontificia Comillas Profesor Asociado de la Universidad Carlos III Director General de Inter3, SLL

Bibliografía 1. Toharia, Manuel, El clima, el calentamiento global y el futuro del planeta, Barcelona, editorial Debate, 2006. 2. Intergovernmental Panel on Climate Change, Climate Change 2007: The Physical Science Basis, Summary approved at the 10th session or Working Group I, París, 5 de febrero de 2007. 3. Gore, Al, An Inconvenient Truth: The Planetary Emergency of Global Warming and What We Can Do About It, Nueva York, editorial Rodale, 2006. Portal web www.climatecrisis.net 4. Intergovernmental Panel on Climate Change, Climate Change 2007: Climate Change Impacts, Adaptation and Vulnerability, Summary for Policymakers from the Forth Assessment Report of Working Group II and Working Group III, 5 y 6 de abril de 2007. 5. Intergovernmental Panel on Climate Change, Radiactive Forcing Report. Climate Change, 1995: The Science of Climate Change, Contribution of Working Group I to the Second Assessment Report, UNEP and WMO, Cambridge Press University, 1996.

6. Documental Global Dimming, www.bbc.co.uk/horizon. 2005. 7. Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, FCCC/Informal/84, GE.05-62301 (S), Nueva York, 9 de mayo de 1992. 8. Protocolo de Kyoto de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, FCCC/Informal/83, GE.05-61702 (S), Kyoto, 11 de diciembre de 1997. 9. Directiva de la Unión Europea 2003/87/CE, de 13 de octubre, sobre el régimen para el Comercio de Derechos de Emisión de Gases de Efecto Invernadero. 10. Estrategia de Ahorro y Eficiencia Energética 2004-2012, Ministerio de Economía, Secretaría de Estado de Energía, Desarrollo Industrial y de la Pequeña y Mediana Empresa, 28 de noviembre de 2003. 11. Más información en www.inter3.es/kyoto, en www.intercno.es/kyoto, o en el portal web del Ministerio del Medio Ambiente, www.mma.es/oecc –Oficina Española de Cambio Climático–, Efectos del cambio climático en España: principales conclusiones, febrero de 2005. I.T. N.º 82. 2008

37

Suggest Documents