EL PASTOR EN LA CARTA A TITO

EL PASTOR EN LA CARTA A TITO Por Eliseo Martínez Usado con permiso INTRODUCCIÓN Hasta aquí hemos revisado lo que Pablo nos enseña sobre el trabajo pas...
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EL PASTOR EN LA CARTA A TITO Por Eliseo Martínez Usado con permiso INTRODUCCIÓN Hasta aquí hemos revisado lo que Pablo nos enseña sobre el trabajo pastoral, en la primera carta de Timoteo. Ahora nos encontramos con otro pastor joven, que tuvo el privilegio de formarse como tal bajo el liderazgo pastoral de Pablo. Éste le dirigió esta carta entre los años 64 y 65 d.C. En nuestras biblias está clasificada como carta pastoral por su contenido. Esta carta de Tito igual a las dirigidas a Timoteo es un manual pastoral; tiene como intención orientar la vida de la iglesia. Litfin, en su introducción a las cartas pastorales, dice: Las cartas pastorales son muy personales-prácticas y asistemáticas en su naturaleza, y tratan de asuntos eclesiásticos que Pablo todavía no había tocado hasta entonces ocasionalmente. Este comentario vale para las tres cartas pastorales, las dos dirigidas a Timoteo y esta que estamos estudiando dirigida a Tito. Éste fue un convertido bajo el ministerio de Pablo; en el capítulo uno versículo cuatro leemos: A Tito, mi verdadero hijo en esta fe que compartimos. Pablo fue un padre que formó un hijo en Tito, este es un elemento que todo pastor ya experimentado no debe olvidar; el hecho de que su papel prioritario es formar nuevos pastores. Dios es quien llama a los pastores, pero estos deben ser perfeccionados, Efesios 4:11. Recordemos que Tito no fue el único, hay un Lucas, un Timoteo, un Artemas, un Tíquico y todo un equipo de colaboradores de hombres y mujeres, algunos de los cuales se mencionan en Romanos 16. Pastor ¡multiplícate ayudando a otros pastores en formación! Tito era un griego que fue llevado por Pablo a Jerusalén, al primer concilio eclesiástico, en el cual se discutió el problema: si era obligatorio o no que los creyentes gentiles cumplieran con los ritos ceremoniales y normas sobre alimentos. Pablo en Gálatas 2:3-5 escribió: Pero ni si quiera Tito, que estaba conmigo y que era griego, fue obligado a someterse al rito de la circuncisión. Algunos falsos hermanos se habían metido entre nosotros a escondidas, para espiar la libertad que tenemos en Cristo Jesús y hacernos otra vez esclavos de la ley. Pero ni por un momento nos dejamos llevar por ellos, por que queríamos que la verdad del mensaje de salvación permaneciera en ustedes. En Gálatas 3:1-3, usa un lenguaje fuerte cuando les dice: Gálatas estúpidos! ¿Quién los embrujó? En nuestra predicación hemos mostrado ante sus propios ojos a Jesucristo crucificado. Solo quiero que me contesten esta pregunta: ¿Recibieron ustedes el Espíritu de Dios por obedecer a la ley de Moisés o por haber creído en el mensaje que oyeron? ¿Tan estúpidos son ustedes, que habiendo comenzado con el Espíritu quieren ahora terminar con esfuerzos puramente humanos? Tito era un ejemplo de los resultados de la predicación del evangelio sin agregados judaizantes. Llegó a Corinto como portador de la Primera Carta a los Corintios, y desarrolló una labor pastoral cuyos resultados fue conducir a la iglesia a la renovación de la obediencia a la autoridad apostólica. Vemos en Tito una gran habilidad para relacionarse con la gente; esta habilidad es muy necesaria en el trabajo pastoral. Recordemos que la Biblia habla de la relación del hombre con Dios y con su semejante. Esta es otra tarea prioritaria del pastor; aprender a relacionarse con la gente que pastorea. Myron Rush nos dice que todas las relaciones humanas giran alrededor de las necesidades personales. Cuando Tito regresó, casi inmediatamente, Pablo lo comisionó nuevamente a Corinto a llevar una segunda carta y a concluir la recolecta de ofrendas para los santos de Jerusalén(los pobres), 2 Corintios 8:6, 16, 23. Esta labor pastoral, hacia los pobres, es una prioridad para hoy, por ejemplo, cuando oímos que en mi país, El Salvador, el 50% de la población es pobre en una población de seis millones. Decía un economista que pobre es el que tiene capacidad para medio comer y que un 20 % de la población salvadoreña luchaba por sobrevivir comiendo entre la basura o comiendo un día sí y otro día no. El pastor no debe olvidar que el ser humano no sólo es alma y espíritu, sino que también es cuerpo que se enferma, tiene hambre y sed, además necesita vestirse. Un pastor

que no toma en cuenta en su agenda ministerial un ministerio integral al hombre integral ha equivocado su camino. El pastor debe apropiarse la agenda ministerial de Jesús que encontramos en Lucas 4:19-20. En la carta de Tito, Pablo le encomienda la tarea de poner en orden lo que Pablo dejaba pendiente por hacer, y nombrara ancianos en cada pueblo de la isla de Creta. Pablo le dice: Te dejé en Creta para que pusieras en orden lo que quedaba por hacer y en cada pueblo nombraras ancianos de la iglesia de acuerdo con las instrucciones que te di (1:5). Pablo fue específico y concreto al delegar una tarea a realizar. Nosotros los pastores tenemos que aprender a delegar de forma específica y con instrucciones claras de lo que se debe hacer, a la gente que estamos capacitando para la obra del ministerio. Hay dos señalamientos que quiero hacer aquí con relación a la tarea encomendada por Pablo a Tito; el primero es señalar la gran importancia que se le debe dar a la capacitación, formación de un a nueva generación de pastores. El segundo señalamiento es el hecho de que una herramienta útil en la capacitación es el delegar responsabilidades y autoridad. Myron Rush nos da algunas razones por las que un líder debe delegar:



La delegación facilita el trabajo del dirigente



Aumenta la productividad



Aumenta el liderazgo



El líder cristiano tiene más tiempo para su crecimiento espiritual personal



Estimula la motivación

El pastor debe seleccionar cuidadosamente las tareas a delegar y hacer una descripción clara y específica de la tarea a encomendar. Tito tenía que permanecer en Creta hasta ser sustituido por Artemas o Tíquico (3:12). Al ser relevado, debe dirigirse a Nicópolis para encontrarse con Pablo; mientras tanto, tenía que estar ocupado, entre otras cosas, en dos grandes tareas.

 

Poner en orden lo que quedaba por hacer Luchar contra la herejía, que se había introducido ya en las comunidades eclesiásticas de Creta.

Poner en orden es arreglar, corregir, sobre todo saber organizar en cada pueblo la iglesia y nombrar ancianos (presbíteros). No olvidemos que ya hemos hecho la relación que hay con las palabras pastor, y obispo; las cuales hablan de funciones distintas pero de la misma persona. Para elegir ancianos Tito tenía que seguir las instrucciones de Pablo, las cuales señalan a un hombre maduro espiritualmente, una persona disciplinada, obediente, dispuesta a servir por amor (Tito 1:6-9). También Pablo orienta a Tito cómo debe trabajar con cada sector poblacional. El pastor debe dedicar tiempo a los viejos, jóvenes, a los trabajadores; debe ayudar a que los creyentes tengan una correcta actitud hacia las autoridades (3:1). Lo que se destaca en esta carta es el hecho que la predicación y la enseñanza de la Palabra, están estrechamente relacionadas con la conducta ética-moral del creyente. La conducta debe ser consecuente a la doctrina, para que nadie hable mal del mensaje de Dios (Tito 2:5, V.P.). Macdonald, en su introducción a la carta de Tito, dice: La doctrina o la enseñanza del Señor Jesucristo es la verdad aunque los hombres no la crean, es buena y santa aunque no la acepten, pero podemos y debemos adornar la doctrina, con una vida piadosa y constante. La segunda gran tarea de Tito como pastor era combatir la falsa doctrina, lo cual implica combatir a los falsos maestros. Los seleccionados al pastorado tenían que llenar el requisito de ser capaces de cuidar la sana doctrina (1:9-10); tener la capacidad de combatir a rebeldes salidos dentro de la misma iglesia. Pablo los describe como rebeldes, charlatanes y engañadores (1:10), hombres que profesaban conocer a Dios, pero que con sus acciones lo negaban (1:16). Estos maestros enseñaban una vida libertina en el comer y en el hablar, así como no querer trabajar (1:12), unos enseñaban puras leyendas judías (1:16).

Pablo le recomienda a Tito (al pastor) evitar las controversia teológicas/doctrinales sin ningún provecho. Sencillamente Tito debía rechazar las discusiones y evitarlas (3:9). Lo que Pablo buscaba en esta carta es que Tito (el pastor), fuera un modelo en el vivir cristiano y en la manera de ejercer el ministerio que le ha sido encomendado. Cuanto más ejemplar sea la vida del pastor y su predicación sea poderosamente bíblica y sana hermenéuticamente, la vida de la iglesia será sana conforme a la sana doctrina. LA TAREA DE UN PASTOR (CAPÍTULO 1) Pablo comienza esta carta identificándose y responsabilizándose de su autoría (1:1-4). Se llama a sí mismo siervo de Dios. La palabra siervo, aquí es el término doulos, esclavo. El esclavo era una propiedad, era alguien cuya voluntad estaba totalmente sometida a la voluntad de su amo, de su dueño. Pablo le está diciendo a Tito que el contenido de esta carta es la voluntad de su amo, ya que como esclavo no podía hacer nada de su propia iniciativa. Toda iniciativa es de Dios, en relación al ministerio de sus siervos, ningún siervo de Dios debe llevar a cabo la obra de acuerdo a lo que él cree que es lo adecuado y conveniente; debe estar seguro que está actuando de acuerdo a la voluntad de Dios como lo hicieron Moisés, Josué y Samuel. Cada siervo de Dios, cada creyente en Cristo Jesús como siervos de Dios entregados totalmente al servicio de Cristo, no debe olvidar que Cristo es el Señor. Si él es el Señor, es él quien debe tomar las decisiones en cuanto al lugar de ministerio y el lugar específico donde desarrollarlo. Los pastores debemos hacernos por lo menos dos preguntas que nos ayudarán a tener seguridad si estamos obedeciendo la voluntad del Señor en relación al ministerio particular que estamos desarrollando y si estamos en el lugar donde debemos estar: La primera pregunta es, ¿cuál es mi don o dones?, y la segunda, ¿dónde quiere Dios que esté? Pablo también se llama apóstol, un enviado, de Jesucristo. Es un enviado autorizado por Jesucristo para predicar el evangelio el cual es el medio por el cual los elegidos por Dios llegan a conocer la fe verdadera. El texto bíblico dice: Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, llamado para que, mediante la fe, los elegidos de Dios lleguen a conocer la verdadera religión (1:1). La Biblia sostiene que la fe es engendrada en el creyente por Palabra de Dios; la fe viene por el oír la Palabra de Dios. Es importante que se den estos elementos combinados: El predicador debe ser autorizado por Dios, enviado por Jesucristo; debe predicar el evangelio puro tal como lo resume Pablo en 1 Corintios 15:1-4. Es la Palabra de Dios que engendra en los elegidos la fe y el conocimiento de la verdadera religión. La verdadera religión en la Nueva Versión Internacional es traducida en la Biblia de Las Américas como piedad (eusebia). La piedad es espiritualidad auténtica, genuina; habla de comunión con Dios. El hombre pío es aquel que posee comunión con Dios. Él impío es aquel que no tiene ninguna relación con Dios. El que llega a tener comunión con Dios tiene la esperanza de vida eterna, la cual fue prometida desde antes de la creación (1:2). Pablo señala desde un principio de su carta el peligro que amenaza a la iglesia de Jesucristo: los falsos maestros que tergiversan la fe. Por eso es importante esta carta para confirmar y fortalecer a los creyentes contra la falsa enseñanza. Como apóstol, Pablo se considera responsable de mantener pura y sana la fe. Esta responsabilidad es delegada a Tito y a todo aquel que ha sido llamado al pastorado. Todo pastor tiene como una de sus principales tareas presentar defensa de la fe genuina, sin adulteración, para poder un excelente defensor de la fe, un apologeta. Se necesita primero conocer la fe (el credo) tal como nos viene en la Palabra y segundo, ser un buen comunicador. El conocimiento no viene de la noche a la mañana, sino en largas horas de estudio sistemático; y el ser buen comunicador se logra combinando la práctica de predicar, enseñar y utilizar las herramientas que nos brindan la homilética y la pedagogía. Pablo fue enviado a predicar la verdad mediante la cual se da a conocer la esperanza de vida eterna, la cual Dios, que no puede mentir, prometió desde antes de la creación (1:2). Pablo sostiene que Dios mismo es el garante de la vida eterna porque Dios no puede mentir. Él planificó la salvación del hombre y cumplió a su debido tiempo. Dios tiene una agenda que está desarrollando desde antes de la creación. Hizo realidad su promesa mediante la obra de nuestro Señor Jesucristo en la cruz del Calvario y es aplicada al hombre que responde con fe a la predicación.

El único requisito que el hombre tiene que llenar para ser salvo es responder a Dios, a su Palabra con fe. La salvación es obra de Dios, planificad por el Padre, ejecutada por el Hijo y aplicada al creyente por el Espíritu Santo, (Juan 3:1-8). La tarea de Pablo (1:3) era predicar a los hombres que la promesa de vida eterna era posible; era ya una realidad en Jesucristo. Esta es la tarea de todo pastor que ha sido llamado por Dios. Es decir, Dios llama a personas y les confía el ministerio de la predicación de su Palabra. Pastor ¡predica la Palabra de Dios y no tus ideas o pensamientos; predica la Biblia y no filosofía o ideología humana! No prediques un evangelio barato de ofertas y gangas, sino la cruz de Cristo; ¡predica el evangelio que demanda la negación del yo, tomar la cruz y seguir a Cristo y, si es necesario, hasta morir por él. Pablo identifica al principal destinatario, aunque en última instancias la carta era para ser leída a la iglesia. La carta iba dirigida al pastor Tito. Pablo escribe: A Tito, mi verdadero hijo en esta fe que compartimos. No hay ninguna duda que Pablo fue el instrumento de Dios para conducir a Tito a la fe y que es un autentico hijo al compartir la misma fe de Pablo. El mismo lazo de la fe estrecha a ambos. El saludo de Pablo a Tito pone a Dios (Padre) y a Cristo (Hijo) como el origen o fuente de la gracia, infinita misericordia y bondad; así como de la paz, bienestar en todo sentido. Abarca tanto el plano físico material como el plano espiritual. Pablo establece cuál es la tarea de Tito (el pastor) 1:5-16. Poner en orden lo que quedaba por hacer Nombrar ancianos, de acuerdo a requisitos ya dados por Pablo. La tarea de Tito, encomendada por Pablo, era poner en orden lo relacionado a la vida de la iglesia. La palabra ordenar es amplia en su concepto, ya que implica mandar, decretar, organizar, coordinar, dirigir y también enderezar y ajustar; a eso se debe que Reina Valera ’60 traduce, corrigieses. En realidad Pablo está resumiendo en una frase la tarea administrativa de Tito (el pastor). En este estudio sólo haremos el señalamiento que hace Inés de Figueroa, en su libro El proceso Administrativo en la Iglesia: La iglesia del Señor, en su naturaleza humana, pierde muchos recursos y muchas oportunidades porque en ocasiones no sabe cómo administrarlos con efectividad y con eficiencia. El pastor debe enfocar su ministerio tomando en cuenta que Dios es un Dios de orden y desea que su iglesia sea ordenada en todo su quehacer eclesiástico. También es importante reconocer que el trabajo pastoral requiere de tiempo. Juan Calvino dice: La edificación de la iglesia no es una obra tan fácil que en un instante se puede llevar a la perfección. Consolidar a los creyentes requiere tiempo y ardua labor. Los pastores deben considerar seriamente la necesidad de desarrollar pastorados largos, sin estar continuamente cambiando de iglesias cada año o cada dos años. Pablo le recuerda a Tito, que él (Pablo) ya le había dado directrices con relación a las cualidades que debían poseer los ancianos (pastores). Tito tenía el deber de seleccionarlos y colocarlos frente a las iglesias de la isla de Creta. Los seleccionados debían ser personas calificadas para el buen desempeño de sus funciones. Pablo le recuerda a Tito, que los pastores seleccionados y nombrados por él (Tito), tenían que ser intachables (NVI), irreprensible (RV ‘60), es decir, personas que no son acusadas de nada, no tienen una causa que manche su vida o menoscabe la confianza que la congregación debe tener en él. El pastor debe ser marido de una sola mujer. Joseph Reuss, un escritor católico romano, dice: No le está permitido contraer nuevo matrimonio después de la muerte de su primera esposa. Mientras que el apóstol permite expresamente a los cristiano en general contraer nuevas nupcias, a los dirigentes de las comunidades les exige esta meta más alta, como primer paso al ideal del celibato, que en época posterior, la Iglesia ha impuesto como obligación a sus sacerdotes. Bien lo dice Reuss, la Iglesia ha impuesto como obligación a sus sacerdotes, no Dios. El celibato no es bíblico y contradice el deseo de Dios quien dijo: No es bueno que el hombre esté solo. El texto bíblico en Tito sostiene que el pastor debe ser un hombre satisfecho con tener una sola mujer. Pablo le dice a Tito que los hijos del pastor deben ser creyentes; el Nuevo Testamento interlineal traduce fieles. El ser fiel es ser leal a sus convicciones, adherirse a una norma de conducta, vivir de acuerdo al evangelio y no dar lugar a la menor sospecha de ser libertinos o desobedientes. ¿Por qué Pablo dice que los hijos del pastor, deben ser creyentes? Porque es una muestra de su trabajo pastoral. El pastor, antes de ser el pastor de una

iglesia, lo es de su familia. Los hijos creyentes respaldan el ministerio del pastor, le dan autoridad moral y son un modelo a imitar. Los hijos del pastor son un modelo en la vida disciplinada, ordenada y de obediencia. La mayoría conoce ese dicho: Las palabras convencen, los hechos arrastran. Pablo dice que el obispo (pastor) tiene a su cargo la obra de Dios, y por lo tanto debe ser intachable (1:7, NVI). El pastor es un administrador (oikonomon): es el encargado de mantener la casa de Dios en orden, sabe dónde están las cosas y utiliza los recursos disponibles con sabiduría. Administrar es dirigir, cuidar, gobernar, por eso debe ser intachable. Pablo dice que el pastor no debe ser arrogante, ni iracundo, ni borracho, ni violento, ni codicioso de ganancias mal habidas (1:7, NVI). El pastor no le da lugar a la arrogancia ni a la soberbia que empuja a menospreciar a los demás. La arrogancia es ese orgullo que sobredimensiona el valor que uno se da a sí mismo; es altivez. El pastor no debe convertirse en un altanero porque su modelo es Cristo, quien ejemplifica la humildad auténtica. Hay otros pastores que olvidan su origen humilde, gente de campo que crecieron con grandes limitantes en todo sentido, y se comportan como grandes señores. El pastor debe evitar ser controlado por la ira, no darle rienda suelta porque no solo daña verbalmente. Pablo dice en Efesios: Airaos, pero no pequéis si se enojan no pequen. No dejen que el sol se ponga estando aun enojados, ni den cabida al diablo. Los arrebatos de ira, no controlados, ocasionan resentimiento, amargura, odio y se le permite a Satanás oportunidad de ejercer sus planes de maldad. Tampoco se debe interiorizar la ira ya que ocasiona terribles consecuencias en la persona iracunda; la ira dirigida hacia adentro es la causa de severas ulceras, gastritis, colitis, hasta de paros cardíacos. El pastor no debe ser un alcohólico; no debe ser un borracho. La borrachera es un extremo como lo es la narcodependencia del café en nuestro medio. Pablo señala la dependencia del vino como un ejemplo de esclavitud que descalifica al pastor que debe enseñar disciplina brindando un ejemplo digno de imitar. El pastor no debe ser violento, no un pendenciero, no uno que anda de pleito en pleito. Al contrario el pastor debe ser pacífico y pacificador. Debe ser un excelente moderador entre las personas envueltas en conflicto sin involucrarse en ellos. Me decía el líder de una iglesia: “El grave problema de mi pastor es que él llega a ser parte del problema.” El pastor no debe de codiciar ganancias utilizando medios ilícitos. William Macdonald traduce: No codicioso de ganancias vergonzosas. Macdonald enfatiza el resultado final, la vergüenza. El mundo está presto a criticar en el hijo de Dios, lo que le permite a los suyos. Cuánto daño ha causado y causa los escándalos financieros en el cual un pastor se ha visto involucrado. Pablo sigue diciendo que el pastor debe ser hospitalario, amigo del bien, sensato, justo, santo y disciplinado (1:8, NVI). Esta nueva lista que Pablo menciona es de cualidades positivas; el pastor debe ser hospitalario, amigo del bien. Juan Calvino comenta: He preferido traducir filagathon por consagrado a la bondad, y no amante de las cosas buenas, como Erasmo traduce; porque, esta virtud acompañada de la hospitalidad aparece contrapuesta por Pablo a la avaricia y mezquindad. El hombre de Dios debe ser sensato, prudente, cauteloso en su hablar y accionar. Cuantas fallas cometemos los pastores por hablar precipitadamente sin reflexionar adecuadamente; necesitamos ser juiciosos, cautos, moderados. La prudencia es muy necesaria para actuar con justicia; para actuar previendo no dañar a nadie. El pastor debe buscar la rectitud en sus tratos con los demás, ser equitativo y respetuoso del derecho ajeno. El hombre de Dios debe poseer una vida de santidad probada. Dios nos ha llamado a vivir limpia y puramente; se nos invita a ser santos como él (Dios) es santo (1 Pedro 1:16). La santidad abarca todo el estilo de vida, pensamiento y acciones como actitudes y motivaciones. El pastor debe ser disciplinado, dueño de sí mismo. Esta cualidad habla de la necesidad de poseer un control sobre los pensamientos, las acciones y el carácter. Una persona disciplinada no permite que las expresiones de enojo dañen irreparablemente su habilidad o capacidad de dirigir. La disciplina se evidencia en los hábitos de comida y en la puntualidad en nuestros compromisos. Nosotros los latinos somos famosos por no manejar adecuadamente nuestros horarios. Dios quiere que el líder, el pastor, maneje bien, redima, su tiempo para ser eficiente y efectivo. El pastor debe ser retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen (1:9, RV ‘60).

Pablo nos habla que para poder exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen, los pastores debemos ser retenedores de la palabra fiel tal como ha sido enseñada. Primero tenemos que asimilar la palabra verdadera, leerla, estudiarla, memorizarla, discernirla y, sobre todo, hacerla base de nuestro comportamiento, como dice Santiago, no solo ser oidores sino hacedores. Antes de pretender enseñar se debe aprender el contenido de la verdadera enseñanza de la cual dice Pablo ya ha sido enseñada. También se debe aprender a persuadir, convencer; para ello el pastor debe convertirse en un buen comunicador. Una ves más es necesario enfatizar la importancia de destacar la importancia de los conocimientos homiléticos que ayudan en la creación, formación y comunicación por medio de la predicación de los sermones. El versículo 9, nos habla de exhortar, palabra que nos habla de consolar, ayudar. La enseñanza tiene como propósito ayudar a quien es enseñado a vivir de acuerdo a la Palabra y no está mal recordar que enseñamos más por lo que somos que por lo que decimos. En el libro Variedad en la predicación, sus escritores nos hablan que los oyentes de nuestra predicación pueden ser apáticos o indiferentes, pueden ser hostiles o antagónicos y algunos son indecisos y nos recomiendan entre otras cosas predicar la Palabra de Dios, con habilidad retórica. No olvidemos que la meta es convencer principalmente a las personas que aman contradecir. Recuerdo muy bien a un joven de una iglesia en la que fui pastor en la Ciudad de mejicanos, San salvador. Su padre había formado una buena y algo grande biblioteca en manos de un hermano no dedicado al ministerio. Este joven durante la semana leían de estos libros, estudiaba, investigaba, llevaba de estos libros a la escuela bíblica dominical para hacer preguntas y comentarios con el único propósito de hacer quedar mal al maestro. El pastor que estudia permanentemente, que nunca se da por satisfecho por los conocimientos ya adquiridos sino que toma en serio su papel de obrero del Señor procura diligentemente manejar con precisión la Palabra del Señor (2 Timoteo 2:15). Podemos decir hasta aquí, que el pastor debe ser irreprensible, o sea estar libre de acusación, poseer una limpia conciencia; debe ser de buen testimonio, de buena reputación debe llenar requisitos que lo califiquen como modelo en el área familiar, en lo personal. También poseer requisitos bíblico-doctrinales (v. 9) que lo califiquen para la predicación y la enseñanza eficiente y efectiva, con evidencias de persuasión y corrección. A partir del versículo 10 del capítulo 1, Pablo señala características que ayudan a identificar a los falsos maestros (vv. 10, 15, 16). Dice que son contumaces, palabra traducida por Francisco Lacueva como insumisos. Significa que son personas no sumisas a ningún principio de autoridad. Todo líder debe ser responsable ante alguien aun si en su ministerio o trabajo él es el jefe; debe buscar a quien pueda hablar de lo que planea, sueña y hace. Solo el que aprende a obedecer, maneja bien la autoridad y sabe mandar adecuada y correctamente. Una persona insumisa provoca malestar en el ejercicio de la autoridad, inspirando rebeliones y hasta divisiones; no se someten a ninguna autoridad, pero ellos mismos se convierten en abusadores de la autoridad; son prepotentes, remedos de dictadores. Son habladores de vanidades, vanos palabreros, usan muchas palabras que atraen y entretienen, son palabras grandielocuentes pero vacías sin contenido, sin sentido, sin propósito. Palabras solo palabras que no afectan las vidas de los oyentes, sin resultado en la vida práctica de los oyentes. La verdadera enseñanza instruye, consuela, anima, fortalece, capacita al hombre y a la mujer creyentes en Cristo Jesús. Los falsos maestros son engañadores, expertos en mentir, que ilusionan a sus seguidores para alcanzar propósitos personales. Sus motivaciones torcidas los empujan a usar artimañas que les permiten conseguir seguidores, gente ingenua en su mayoría. Estos falsos maestros que Pablo menciona en su mayoría eran judíos; se aprovechaban de que eran respetados como personas altamente religiosas. Pero sabemos a la luz del Nuevo Testamento que eran pura apariencia. Aparentaban conocer a Dios a quien negaban con sus obras. Dice el autor del comentario a Timoteo y a Tito recopilado por Mario Martínez: Profesaban ser cristianos, pero sus vidas daban el mentís a su profesión. Pablo dice que eran abominables y rebeldes, quedando reprobados, descalificados para toda buena obra. Uno de los pecados más señalados y condenados por Dios es la rebeldía, sólo basta recordar como Coré y Saul en el Antiguo Testamento nos ilustran no sólo el pecado en sí, sino la trágica consecuencia que provoca la rebeldía, no sólo para el promotor de ella, sino de sus seguidores, a quienes contaminan con su infidelidad a Dios (v. 15). Pablo cita al poeta Epiménides que vivió unos 600 años antes de Jesucristo. Este poeta al describir a los cretenses los llamó siempre mentirosos, malas bestias, vientres ociosos. Dice Francisco Lacueva es decir

glotones y holgazanes. Los falsos maestros poseían las mismas cualidades de los cretences en general, quienes tenían una pésima reputación. Joseph Reuss escribió: En este verso se encuentran tres vicios de los cretenses; Mendecidad, que en el mundo antiguo era proverbialmente atribuida a los cretences, rudeza y pereza. Para mantener las iglesias de Creta íntegras en la fe, se debe hacer las correcciones sin miramiento alguno. Si se quiere hacer correcciones efectivas y mantener el pueblo de Dios firmes en la auténtica fe del evangelio, una enseñanza pura produce salud espiritual, que al mismo tiempo conduce a una saludable vida moral. Pablo señala dos errores específicos a los cuales los creyentes no deben prestar oído. El primero es de origen judío. Se trata de fábulas rabínicas sin base bíblica Antiguo Testamentaria, aunque aparentaban profundidad teológica, eran solamente especulaciones sobre las genealogías del Antiguo Testamento. El segundo es de origen griego, la gnósis, el conocimiento más sublime de Dios, se llega a Dios por el saber, pero las acciones contradicen lo contrario. Un concepto rígido ascético de la vida no es el camino puro del evangelio. Seguir las enseñanzas de los falsos maestros es darle la espalda a la verdad. Pablo, de forma lapidaria, les demuestra que las prescripciones a la pureza legal a algunos alimentos son preceptos de hombres. Jesucristo mismo señaló que es lo que realmente contamina al hombre, no lo que come, sino lo que hay en su corazón. En Marcos 7:14-15 leemos: Y llamando a sí a toda la multitud, les dijo: Oídme todos, y entended: Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar. Pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre. Pablo sostiene que el pastor debe tapar la boca de los falsos maestros que no son más que mercaderes de la fe, que no les importa causar disturbios en una familia, casa, (v. 11) con tal de lograr sus fines de lucro. Estos falsos maestros son como Balaam, que por lucro aconsejó al rey de Moab cómo provocar el fracaso de Israel. A estos no les interesa el bienestar de sus seguidores, sino su propio bienestar. LA SANA DOCTRINA: BASE DE LA CONDUCTA SANA (TITO 2:1-15) Otra tarea pastoral es establecer un orden de vida para las congregaciones cristianas. Pablo le dice al pastor Tito que la vida del creyente debe armonizar con la doctrina, por lo cual la predicación, la enseñanza debe tener el cuidado de orientar a cada creyente sobre cuales son sus deberes, según la edad. Prácticamente les establece un perfil de lo que se debe ser, siendo Tito (el pastor) un modelo a seguir si es digno de imitación. Pablo da la orientación sobre cinco grupos específicos de creyentes que forman la comunidad eclesiástica. Le dice a Tito que él debe predicar la sana doctrina 2:1, es decir, que en oposición a los que predican sobre mitos judíos, leyes y ordenanzas humanas, Tito, como todo pastor, debe predicar lo que está conforme a la sana doctrina. Ésta es la base de la buena salud espiritual y moral. La enseñanza de la sana doctrina produce una moralidad sana en cada creyente. Toda aquella doctrina, predicación no evangélica, es enfermiza y lleva dentro de sí el virus de la enfermedad y produce una vida inmoral. Así como Tito estaba obligado a predicar un evangelio auténtico, genuino, los pastores de hoy tenemos que predicar basados en las sagradas Escrituras. En lo personal, alabo y agradezco a Dios por el enfoque del instituto bíblico, donde me formé en el campo de la predicación y la enseñanza bíblica. Su énfasis era: Predica la Palabra, predica la Palabra, predica la Palabra. El pastor al exponer su sermón debe ser eminentemente bíblico, sin añadir ni quitar nada a la Palabra. Es la palabra de Dios, no adulterada la que va a influir en la vida de cada creyente. El creyente viejo (anciano), hoy de tercera edad, debe ser sobrio, moderado en su comportamiento, en el uso del vino, en todos sus hábitos y costumbres. El hombre de edad debe ser ejemplo de madurez de un estilo de vida disciplinada, ordenada, seria y respetable. Vive su vida con dignidad y prudencia; no da lugar a arrebatos de carácter y controla sus pensamientos, sus acciones, sus emociones; posee una vida espiritual saludable. Las ancianas (mujeres maduras), deben manifestar en su actitud interna y externa perfecta dignidad cristiana como conviene a toda mujer entrada en años, siendo reverentes en su porte. La mujer madura se consagra a Dios y no tiene tiempo para hacer mal uso de su lengua; literalmente no es una diabla que levanta falso testimonio. Al contrario son mujeres que por su edad y experiencia se constituyen en maestras del bien que edifican, construyen, forman a otras mujeres. La mujer anciana no se esclaviza del vino, no es borracha y es maestra no sólo por lo que enseña, sino por lo que es. Es importante señalar que Pablo no dice a Tito que él

como pastor enseñe a la mujer joven; esta tarea está encomendada a las mujeres maduras y así se evita el pastor de posibles tentaciones, protege su testimonio y las ancianas disfrutan de una tarea muy importante. Pablo señala cuales son las obligaciones de las mujeres jóvenes y que deben ser enseñadas por las mujeres maduras. Pablo dice que la mujer joven debe aprender a amar a su marido. Esta afirmación siempre me ha impactado, de igual manera la de Efesios 5; encontramos por un lado que al hombre se le manda amar a su mujer y por el otro lado se afirma que la mujer puede aprender a amar a su esposo. Por lo que se puede decir que el amor entre esposo y esposa es cuestión de obediencia y aprendizaje. La mujer joven debe aprender a amar a sus hijos y cuidarlos adecuadamente. Este deber cobra gran actualidad hoy en día en que la mujer trabaja fuera del hogar en la búsqueda de mejorar los ingresos para cubrir las necesidades básicas de la familia. Pero cuanta desdicha trae como consecuencia esta realidad que permite la crianza de los hijos sin la presencia de sus padres; algunas veces al cuidado de abuelos que ya no están en capacidad de brindar protección y la orientación que el niño necesita. Otras veces los niños crecen solos. Esta situación ha llevado a la familia a una falta de solidez y cada vez más desintegrada. Los hijos de ambos padres trabajando fuera del hogar son el semillero de maras, pandillas juveniles, niños criados sin amor. A lo mejor lo tienen todo materialmente hablando pero no tienen lo esencial, lo prioritario, la palabra sabia y oportuna de la madre, su amor a toda prueba. Hay niños que aman más a la trabajadora doméstica que les cuida que a su propia madre. El tercer deber de una mujer joven es ser prudente, saber usar su cabeza en los quehaceres propios de una mujer esposa y madre. La vida misma requiere prudencia para vivirla correctamente, ocupada en asuntos relacionados a la familia y no en cuestiones que no convienen. La mujer cristiana es pura, casta, es fiel en todo sentido, es una mujer cuidadosa de su casa la cual mantiene en orden, es buena administradora, es amable y no compite por el liderazgo de la familia con el esposo. Cuando una mujer dirige su vida con las normas de la palabra de Dios logra realizarse; se siente satisfecha. Con problemas, sí, ¿quién no tiene problemas en esta vida?, pero es una mujer que puede gritar a los cuatro vientos que es feliz. El resultado, dice el texto bíblico, es que no da lugar a que la Palabra de Dios sea blasfemada. Es la vida que lleva cada creyente o creyentes en general lo que da las pautas que permiten que la gente hable mal de Dios o, por lo contrario, glorifiquen su santo nombre. El pastor debe insistir en que los creyentes mantengan como meta adornar con su estilo de vida la doctrina de nuestro Señor Jesucristo. Pablo pasa en los versículos 6-8, a señalar qué se espera del joven. Los jóvenes deben ser prudentes y seguir el modelo de vida que le brinda su pastor. Aquí se señala la gran responsabilidad del pastor: el demostrar con hechos cómo se vive el cristianismo como conviene al ideal cristiano. Tito, como el pastor de hoy, tiene que ser el modelo a seguir, modelo en todo. Tito es orientado cómo puede convertirse en un modelo digno de imitar. Pablo señala específicamente el ser modelo de buenas obras. La solidaridad con el necesitado no es de vez en cuando, sino es un accionar permanente. El creyente es llamado a caminar al lado de los pobres empatizando con su circunstancia de limitaciones en todo sentido. En palabras de Santiago, ser cristiano es visitar a los huérfanos y a las viudas, prototipos del necesitado. Hoy diríamos: Niños de la calla, los desempleados, los que sobreviven en cinturones de miseria en las grandes ciudades latinoamericanas. Tito debe ser un maestro íntegro, serio; su vocabulario sano, irreprochable (2:7-8). El pastor es maestro y su enseñanza no sólo afecta la temporalidad, sino la eternidad. Es necesario ser íntegro, no dar lugar a la departamentalización que separa lo material y lo espiritual permitiendo así un dualismo antibíblico. Ser íntegro implica la vivencia de lo que se enseña, lo cual da autoridad moral para dirigir la vida de otros. Es tan importante esta responsabilidad de influenciar otras vidas a través de la enseñanza que el pastor debe realizarla con mucha seriedad. El pastor debe ser serio en su preparación del contenido de lo que enseña, así como de la metodología que le facilite la transmisión de ese contenido. El pastor debe cuidar su vocabulario. Debe poseer un hablar sano, no dando lugar al doble sentido que pueda corromper la mente del oyente. La enseñanza y la predicación del pastor tienen tres grandes propósitos que resumen cualquier objetivo que pueda trazarse ya sea enseñando o predicando; estos objetivos son evangelísticos, pastorales y didácticos.

El resultado de ese cuidarse es avergonzar al enemigo no dándole lugar a que hable mal. El texto bíblico usa el término vosotros, porque Tito es ejemplo de jóvenes y de todos los creyentes. Es poder decir: Hagan lo que yo hago, vivan como yo vivo. ¿Podemos decirlo pastor? El quinto grupo que Pablo señala como necesitado de ser orientado de cómo vivir el cristianismo son los esclavos. Hoy diríamos los trabajadores en general (2:9-10). El trabajador debe ser sumiso a sus jefes, aprender a seguir órdenes y no ser respondones, sino por el contrario deben tener un comportamiento agradable. El texto bíblico dice que deben agradar en todo, ser suaves, tener tacto, respetar la autoridad aun en momentos difíciles y de maltrato por parte del empleador. El trabajador debe ser fiel a su jefe, en todo, no defraudarlo, porque el buen comportamiento del trabajador es adorno a la doctrina de Dios nuestro Salvador. La conducta sana del creyente trabajador embellece la doctrina y el cristianismo es un mensaje no sólo para predicarlo y creerlo, sino para vivirlo. Pablo termina diciéndole a Tito en este capítulo dos la razón del porqué cada creyente debe tener un estilo de vida basado en principios bíblicos-doctrinales. En 2:11-14 dice Pablo: Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa, y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras. La salvación no sólo afecta nuestra eternidad, sino también nuestra temporalidad. La revelación de Dios nos enseña que debemos abandonar la falta de relación con Dios (impiedad). Decirle no a un estilo de vida mundano. El estilo de vida del creyente en medio de un sistema anti-Dios es marcado por un vivir ordenado, disciplinado y recto en todo trato y relación (v. 12). El creyente debe vivir en esta época (siglo) con responsabilidad digna del evangelio, con la mirada puesta en ese evento glorioso de la manifestación de nuestro Señor (v. 13). Esta es nuestra esperanza, el retorno de nuestro gran Dios, nuestro Señor Jesucristo. Jesucristo es nuestro Gran Dios y salvador. Por ser Dios puede salvarnos y lo hizo ofrendándose a sí mismo, redimiéndonos de toda iniquidad y nos hizo un pueblo limpio, puro, santo, dedicado al hacer buenas obras. Tito (el pastor), debe estar entregado a la enseñanza, exhortación y a la reprensión si es necesario (v. 15). Enseñar es el convertirse en un agente facilitador del aprendizaje, es guiar la formación de una personalidad madura, es formar al creyente en buenos hábitos, principios y normas que dirigen su vida. Exhortar es ponerse hombro a hombro con el enseñado y tomándolo de la mano demostrarle cómo se vive el cristianismo; y, cuando sea necesario, reprender. El pastor debe hacerlo con autoridad y no dar lugar a que alguien lo menosprecie en el ejercicio de su ministerio. El pastor debe ser muy cuidadoso en el ejercicio de su autoridad; no debe imponerla como un dictadorzuelo. Debe ganársela a pulso con su trabajo, con su conducta sana, honesta e íntegra. EL MODO DE VIDA DE UNA IGLESIA (TITO 3:1-15) Tito es una carta con orientación sobre la vida de la iglesia; en el capítulo 2 Pablo ha elaborado un perfil para creyentes de acuerdo a la edad, en el capítulo 3 hace una descripción de toda la comunidad eclesiástica. Pablo describe como es una buena iglesia tanto en su relación con el mundo incrédulo, como hacia la misma comunidad cristiana. La iglesia es responsable de ser obediente a sus gobernantes. Recordemos que la sociedad civil, necesita un gobierno que establece leyes que normen el buen vivir, y es necesario el respeto a esas leyes para mantener el orden, la paz. Pero la iglesia también tiene su propio gobierno formado por ancianos, siendo el pastor uno de ellos (2:15). La iglesia debe reconocer la autoridad de su pastor, el responsable de dirigirla por el buen camino en orden y en paz. Una buena iglesia es obediente, no es rebelde, pecado comparado con la idolatría y hechicería. Una iglesia buena está dispuesta a toda obra buena (3:1). No es indiferente ante la problemática de la pobreza de tantos millones miserables que están marginados de todo bienestar y lejos de una vida digna. La iglesia debe buscar implementar un ministerio de ayuda y desarrollo dirigido al pobre, un ministerio basado en un marco teológico-filosófico sobre el desarrollo y con respuestas prácticas y específicas que le den al pobre una auténtica paz (shalom). Una buena iglesia no es culpable de hablar mal de otros, a nadie difama (3:2). Su miembros no hacen mala fama a nadie, aunque sepan datos concretos de ciertas personas. Si somos sinceros los pastores, tenemos que reconocer que somos culpables de que las iglesias se conviertan en difamadoras, cuando nosotros criticamos a

consiervos reconocidos, y lo hacemos motivados por la envidia y los celos. ¿Cómo podemos pedirle a la iglesia que a nadie difamen, cuando nosotros la practicamos? El creyente no debe ser pendenciero, no dado a los pleitos: sino al contrario el creyente debe ser pacífico y pacificador. Jesucristo nuestro Señor dijo: Bienaventurados los pacificadores. Éstos son primeramente pacíficos, saben controlar su enojo, no explotan en ira con facilidad. En segundo lugar son mediadores en situaciones de conflicto, son agentes sembradores de paz. Son amables y mansos (3:2). Billy Graham dice que la palabra manso significa ser domado. El manso controla su carácter. Nadie debe excusarse por sus explosiones violentas diciendo: yo soy así. El hombre manso es amable y trata a los demás con bondad y suavidad. El creyente debe recordar que su trato con los hombres creyentes y no creyentes, ya no está caracterizado por un estilo de vida señalado como una pasada manera de vivir (3:3). El creyente fiel ya no debe ser insensato, palabra fuerte que denota una cualidad de falta de entendimiento, juicio, discernimiento para saber elegir entre diferentes alternativas. El creyente fue rebelde, pecado que llevó a Saúl a la destrucción. Dios condena este terrible pecado de no someterse o no reconocer la autoridad. El creyente vivía extraviado, alejado del camino de Dios, esclavo de deseos sensuales extremados, dados a la búsqueda de deleites carnales que ofenden la santidad de Dios. El creyente ya no da lugar a la malicia ni a la envidia; vive contento con lo que es y posee; ya no es aborrecible y tampoco se permite aborrecer a otros. Estas eran características de cuando no eran creyentes. Hoy, por la bondad de Dios nuestro salvador y su amor para con los hombres, se manifestó (3:4) para salvación y no por méritos sino por su misericordia, todo cambió. El texto bíblico dice: Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro salvador y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna, ( 3:4-7 ). Dios en su amor y bondad para con los hombres se manifestó salvándonos de una vida caracterizada por el pecado cuyo resultado era la condenación eterna; nos salvó no por obras de justicia. Pablo en Romanos dice que no hay justo ni aun uno y el profeta Isaías llama nuestras obras de justicia trapos de inmundicia. Todo nuestro accionar no agrada a Dios, pero así nos amó, porque él es amor y lo sabemos porque nos dio un salvador, nuestro Señor Jesucristo. Para el apóstol Pablo la salvación implica el ser regenerado, término empleado para designar una nueva creación; el estar en Cristo es tener una nueva vida, el estilo viejo de vivir es del pasado, es historia y por adelante tenemos una nueva manera de vivir, 2 Corintios 5:17. Las regeneraciones posibles por el Espíritu Santo, así como la renovación que transforma a un buscapleitos en un hombre manso sembrador de paz. El Espíritu Santo fue derramado abundantemente en nosotros por nuestro Señor Jesucristo. Jesucristo nuestro salvador (v. 6) es el que derrama sobre los hombres al Espíritu Santo para efectuar en nosotros la justificación que Cristo hizo posible en la cruz del Calvario. La justificación es el acto por medio del cual somos declarados legalmente sin culpa al ser vestidos con la justicia de Cristo. Dios ya no nos ve pecadores extraviados; nos ve vestidos con la justicia de su Hijo Jesucristo, nos ve como sus herederos conforme a la esperanza de la vida eterna (v. 7). Pablo le está diciendo a Tito, que él tiene que predicar y enseñar que la salvación no sólo afecta nuestra vida futura eterna, sino la temporalidad, el presente; si he sido regenerado, renovado en el Espíritu Santo, se hará evidente en una conducta de buenas costumbres y de buenas relaciones con los demás. Tito, así como el pastor de hoy, tiene que tener en cuenta que lo que Pablo ha escrito hasta aquí es palabra fiel. Por lo cual debe insistir con firmeza que los creyentes vivan de acuerdo a ella. Tito 3:8 dice: Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Tito debe insistir enseñando estas verdades señaladas en este texto para influir en la vida de los creyentes. No hay verdadera enseñanza si no hay cambios en la vida del creyente; el creyente debe procurar, esforzarse en realizar buenas obras. Las buenas obras no sólo se refiere a un accionar de buena conducta, sino hacer lo necesario para responder a las urgentes necesidades de los pobres. También es andar con ellos en la búsqueda de soluciones permanentes que les capacite a un desarrollo integral. Pablo agrega que estas cosas son buenas y útiles a los hombres (3:8).

Pablo orienta a Tito a que evite involucrarse en cuestiones necias, vanas, sin provecho como invertir tiempo en discusiones sobre genealogías judaicas que engendran pleitos relacionados a la ley (3:9). El pastor debe cuidar su tiempo; en cómo lo maneja, debe ordenar sus prioridades ministeriales. Pablo en Efesios dice: Aprovechando bien el tiempo, por que los días son malos (5:16). Después de un proceso de advertencias sin resultados, el pastor debe desechar al revoltoso que provoca divisiones. La recomendación de Pablo se debe a la contaminación que engendra este tipo de personas pervertidas y pecaminosas, que ya están condenadas a seguir su propio discernimiento (3:10-11). Pablo termina esta carta con instrucciones personales en las cuales menciona a Artemas y a Tíquico, como los enviados por Pablo para tomar el lugar de Tito en el trabajo pastoral para que Tito pueda ir a ver a Pablo a Nicópolis (3:12). Pablo nos ilumina aquí sobre la importancia de darle continuidad al trabajo realizado por un pastor. Envía a dos miembros de su equipo ministerial formados junto a Tito, así la labor comenzada por Tito, no correría el riesgo de trastornarse. Otra recomendación que Pablo hace (3:13-14), es que Tito, con la iglesia, debe ayudar a seguir en su viaje misionero a Zenas experto en la ley y a Apolos que en Hechos lo encontramos como un extraordinario predicador. La iglesia debe aprender a ocuparse en buenas obras ayudando a satisfacer necesidades, teniendo así una vida fructífera. Una vida fructífera es aquella que se ocupa en proveer para el necesitado. Dios, en toda la Biblia, se revela como el Dios que se preocupa por el que sufre limitación y desea que su pueblo también se preocupe para ayudar al necesitado. Pablo termina diciendo a Tito, que su equipo ministerial le envía saludos. Y le pide que salude a aquellos de la fe que les aman (3:15). Y para Tito y la iglesia les desea que tengan cobertura de la gracia. AMÉN. [email protected] ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.