EL GOZO DE LA FE TEMA 1. OBJETIVO: Profundizar en la exigencia de nuestra fe

FORMACIÓN UNER 18 LA FE PUERTA ABIERTA A LA EUCARISTÍA TEMA 1 EL GOZO DE LA FE OBJETIVO: Profundizar en la exigencia de nuestra fe. IDEA ESENCIAL: E...
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FORMACIÓN UNER 18 LA FE PUERTA ABIERTA A LA EUCARISTÍA

TEMA 1

EL GOZO DE LA FE OBJETIVO: Profundizar en la exigencia de nuestra fe. IDEA ESENCIAL: En este año en que la Iglesia nos invita a redescubrir el gozo de la fe y el entusiasmo en comunicarla, es necesario ver las actitudes que esta comporta para nuestra vida como personas eucarísticas. ILUMINACION BIBLICA: • • • •

“Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación” (Mc 16, 15); “Misterio de la fe” (1Tm 3,9); “Guardo el recuerdo sincero de tu fe, esa fe que tuvo primero” (2Tm 1,5); “Creo, pero ayuda mi falta de fe” (Mc 9, 24).

INTRODUCCIÓN: Cuento: Por favor, ayúdame Dicen que una vez, había un ciego sentado en un parque, con una gorra a sus pies y un cartel en el que, escrito con tiza blanca, decía: “POR FAVOR AYÚDEME, SOY CIEGO”. 1

Un creativo de publicidad que pasaba frente a él, se detuvo y observó unas pocas monedas en la gorra. Sin pedirle permiso tomó el cartel, le dio vuelta, tomó una tiza y escribió otro anuncio. Volvió a poner el pedazo de madera sobre los pies del ciego y se fue. Por la tarde el creativo volvió a pasar frente al ciego que pedía limosna. Ahora su gorra estaba llena de billetes y monedas. El ciego reconociendo sus pasos le preguntó si había sido él quien reescribió su cartel y sobre todo, que qué era lo que había escrito allí. El publicista le contestó: - “Nada que no sea tan cierto como tu anuncio, pero con otras palabras”. Sonrió y siguió su camino. El ciego nunca lo supo, pero su nuevo cartel decía: “ESTAMOS EN PRIMAVERA, Y... YO NO PUEDO VERLA”. O bien este otro cuento: El trabajo Un hombre golpeaba fuertemente una roca, con rostro duro, sudando. Alguien le preguntó: - ¿Cuál es su trabajo? Y contestó con pesadumbre: - ¿No lo ves? Picar piedra. Un segundo hombre golpeaba fuertemente otra roca, con rostro duro, sudando. Alguien le preguntó: - ¿Cuál es su trabajo? Y contestó con pesadumbre: - ¿No lo ves? Tallar un peldaño.

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Un tercer hombre golpeaba fuertemente una roca, transpirado, con rostro alegre, distendido. Alguien le preguntó: - ¿Cuál es su trabajo? Y contestó ilusionado: - Estoy construyendo una catedral. Todos llevamos dentro un tesoro escondido en nuestra vasija de barro que hay que sacar a la luz, llevamos una fortaleza metida en nuestra debilidad, una alegría que no nos pertenece solo a nosotros. ¿Qué dices de tu fe? Un joven, al entrar en una comunidad cristiana, dijo: “Cuando vi su alegría, entonces vi su fe”. Si la fe no se testimonia, se apaga. En la primera carta de Juan, toda la comunidad proclama con claridad su testimonio: “Lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida, lo testimoniamos y os lo anunciamos para que estéis en comunión con nosotros y para que vuestra alegría sea completa” (1Jn 1,11-4). ¡Qué suerte tan grande tenemos los que vivimos la fe! En el documento de Aparecida, se nos dice, que “conocer a Jesucristo por la fe es nuestro gozo; seguirlo es una gracia, y transmitir este tesoro a los demás es un encargo que el Señor, al llamarnos y elegirnos, nos ha confiado”. (nº 18) ¡No tenemos más que esta vida para vivir de fe! (Sta. Teresita de Liseux).

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DESARROLLO DEL TEMA 1.- LA FE ES GOZO “Redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe.” (Porta Fidei nº 7) La fe, que es un don, que se nos ha dado, no nos pertenece solo a nosotros. Hay una humanidad, con dolores de parto (cf. Rm 8,22), que está a la espera de que se la manifestemos y demos a conocer quienes somos y nos sentimos los testigos de Jesús. La profunda crisis de fe de muchas personas que nos rodean necesita urgentemente el testimonio gozoso de nuestra fe, la creatividad y belleza de nuestra fe. Nuestros contemporáneos, nuestros vecinos, nuestros familiares y amigos, quienes están a nuestro alrededor, necesitan ver en nosotros el amor, percibir en nosotros la alegría de la esperanza, descubrir nuestra fe, o mejor dicho descubrirle a Él a través de nosotros. No podemos esconder tan gran tesoro. La renovación de la Iglesia, la renovación de la UNER, están ligados al testimonio de vida que vayamos ofreciendo como creyentes en el Dios de la Vida. Desde nuestra propia experiencia, es necesario que nos interroguemos y cuestionemos cómo es nuestra calidad de fe, nuestro modo de vivir y sentirnos cristianos y personas eucarísticas en pleno siglo XXI, discípulos de Jesús invitados a anunciarlo al mundo, a ser sus testigos, a invitar a los hombres de todas las naciones a ser discípulos. (cf. Mt 28,19) El encuentro con Cristo en la Eucaristía suscita el compromiso de la evangelización y el impulso a la 4

solidaridad; despierta en el cristiano el fuerte deseo de anunciar el Evangelio y testimoniarlo en la sociedad para que sea más justa y humana. De la Eucaristía ha brotado a lo largo de los siglos un inmenso caudal de caridad, de participación en las dificultades de los demás, de amor y de justicia. “Sólo de la Eucaristía brotará la civilización del amor” (Aparecida nº 4) 2.- LA FE ES GRATUIDAD “Gratis lo recibisteis; dadlo gratis…” (Mt 10,8). “¡Ojalá que esa tu fe, que nos es común, se vuelva activa y llegues a conocer todo el bien que podemos realizar por Cristo!” (Flm 1,6). “La fe, en efecto, crece cuando se vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y de gozo” (Benedicto XVI). La fe es un don, y la gratuidad es una auténtica novedad en una sociedad como la nuestra, donde todo tiene un precio, se compra y se vende. Los cristianos somos llamados a introducir la gratuidad de los detalles en la vida de cada día. Somos testigos de Jesús, el que derrochó la gracia sobre nosotros, mostrando que es posible vivir un amor gratuito y desinteresado. Nuestra vocación eucarística es don y gratuidad que ha de llevarnos también a ser respetuosos con los demás, a dar lo mejor de nosotros mismos en esta nuestra sociedad que todo se vende y compra, y nos cuesta entender y descubrir muchas veces la gratuidad con que Dios se nos ofrece en cada instante. “Habéis sido salvados mediante la fe; y esto no es algo que venga de vosotros, sino que es un don de Dios; no viene de las obras 5

para que nadie pueda presumir” (Ef 2,8-9) “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida…” (Deus Caritas Est nº 1). En dos cosas convienen o se encuentran la gracia natural y la sobrenatural: primero, en que ambas son gratuitas o graciosamente dadas; y éste es uno de los motivos porque esta cualidad o accidente de los hombres se llama gracia o don de Dios, sea en el orden natural, sea en el sobrenatural. Ya veremos que esta gratuidad de la gracia, no exime al hombre de prepararse con ciertas disposiciones para recibirla, para usarla debidamente y para aumentarla. (cf. O.C. nº 3866) 3.- LA FE SE COMPARTE “Fijos los ojos en Jesús, autor y perfeccionador de la fe…” (Hb 12,2). “Permaneced firmes, unidos en un mismo Espíritu, luchando todos a una por la fe del evangelio.” (Flp 1,27). Quien ama la propia fe se preocupará también de testimoniarla, de llevarla a los demás y permitir a los otros participar en ella. La falta de celo misionero es carencia de celo por la fe. Al contrario, la fe se robustece trasmitiéndola. ¿Tenemos interés en transmitir la fe y en conquistar para la fe a los no cristianos? (Lineamenta Sínodo Obispo Nueva evangelización nº 10). Por lo tanto, la transmisión de la fe es una dinámica muy compleja que implica en modo total la fe de los cristianos y la vida de la Iglesia. No se puede transmitir aquello en lo cual no se cree y no se vive. Un 6

signo de fe consolidada y madura es, precisamente, la naturalidad con la cual comunicamos la fe a los otros. “Llamó a los que él quiso…, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar” (Mc 3,13-14). No se puede transmitir el Evangelio sin saber lo que significa “estar” con Jesús, vivir en el Espíritu de Jesús la experiencia del Padre; así también, paralela-mente, la experiencia de “estar” con Jesús impulsa al anuncio, a la proclamación, al compartir lo que se ha vivido, habiéndolo experimentado como bueno, positivo y bello. La llamada de la fe, que es don y experiencia para cada hombre, es también invitación a descubrir el verdadero rostro de Dios-Padre. (Lineamenta Sínodo Obispo Nueva evangelización nº 12) 4.- LA FE NOS LLEVA A ASOMBRARNOS “A Tito, mi verdadero hijo en nuestra fe común, gracia y paz de parte de Dios Padre” (Tt 1,4). “La autenticidad de vuestra fe, más valiosa que el oro, que es caduco aunque sea acrisolado por el fuego, será motivo de alabanza, gloria y honor, el día que se manifiesta nuestro Señor Jesucristo” (1P 1,7) Nosotros, lo que creemos, tenemos que ser personas asombradas, porque nadie nos ha regalado nunca tanto como Dios. El asombro es la respuesta a las obras de Dios (cf. Jn 6,29). Y este asombro lo iremos descubriendo en el amor, la entrega, el servicio callados y gratuitos. El asombro nos lleva a mirar de forma nueva toda la realidad que nos rodea, nos lleva a un estilo de vida austero, libre, entregado… El asombro nos limpia el corazón para poder ver y testimoniar a 7

Dios en una sociedad tan competitiva, interesada y compleja como la nuestra. 5.- FE Y CARIDAD VAN JUNTAS “¿De qué le sirve a uno tener fe si no tiene obras?” (St 2,14-18). La fe y el amor se necesitan mutuamente. Gracias a la fe podemos reconocer, en quienes piden nuestro amor, el rostro del Señor Resucitado. “Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis pequeños hermanos, conmigo lo hicisteis” (Mt 25,40). El testimonio de la caridad nos permite ir por la vida con los ojos abiertos para ver la realidad de los pobres, de los que sufren, de las víctimas, de los necesitados de todo tipo. La fe nos compromete a cambiar las situaciones con las que nos vamos encontramos. No podemos pasar, ni ser indiferentes. 6.- TESTIGOS DE FE HOY “Vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio” (Jn 15,27). Nuestro Padre dice: “Subrayo el estáis conmigo, para que resalte la razón y el valor del testimonio que habían de dar de Él”. (O.C. nº 289) ¿Cómo ser testigos de la fe, en Jesús Eucaristía, en esta hora que nos ha tocado vivir? También como Santa Teresa, podemos afirmar que estos momentos nuestros son “tiempos recios” ¿Cómo testimoniar la fuerza y la belleza de la fe en estos tiempos para que ésta sea creíble? ¿Cómo redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe? 8

Tenemos que aprender a ser testigos de fe, en un mundo que cambia muy velozmente, pues nos sostenemos y apoyamos en “Jesucristo que es el mismo ayer, hoy y siempre” (Hb 13,8) Cómo hicieron los primeros cristianos, como hicieron los primeros miembros de la UNER, (nuestras hermanas y hermanos mayores que nos precedieron), tenemos que cada día aprender a recuperar la originalidad y belleza del Evangelio y la Eucaristía y proponérselo a quienes nos rodean. Vivir la fe hoy y ser testigo, nos llevará a estar sobre nosotros mismos, para no desanimarnos, ni cruzarnos de brazos y tirar la toalla, como decía Juan XXIII, para que no nos venga “el cansancio de los buenos”. Somos testigos de la fe gracias a la fuerza del Espíritu. “Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos… hasta los confines de la tierra” (Hch 1,8). La gracia del Espíritu nos lleva a ser testigos de Jesús, discípulos suyos; Él nos empuja a ser misioneros de la Buena Nueva con nuestra vida. Testigos en todo momento y situación. Nada ni nadie nos puede separar de la experiencia honda de ser amados por Jesús. Su amor nos basta. No podemos escondernos ante las dificultades. “No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor” (2Tm 1,8). 7.- LLAMADOS EUCARISTÍA

Y

ENVIADOS

DESDE

LA

No podemos guardar para nosotros el amor que celebramos en el Sacramento. Éste exige por su naturaleza que sea comunicado a todos. Lo que el mundo 9

necesita es el amor de Dios, encontrar a Cristo y creer en Él. Por eso la Eucaristía no es sólo fuente y culmen de la vida de la Iglesia; lo es también de su misión:” Una Iglesia auténticamente eucarística es una Iglesia misionera”. También nosotros podemos decir a nuestros hermanos con convicción:”Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos para que estéis unidos con nosotros” (1Jn 1,3). Verdaderamente, nada hay más hermoso que encontrar a Cristo y comunicarlo a los demás. Además, la institución de la Eucaristía anticipa lo que es el corazón de la misión de Jesús: Él es el enviado del Padre para la redención del mundo (cf. Jn 3,16-17; Rm 8,32). “En la última cena Jesús confía a sus Discípulos el sacramento que actualiza el sacrificio que Él ha hecho de sí mismo en obediencia al Padre para la salvación de todos nosotros. No podemos acercarnos a la Mesa eucarística sin dejarnos llevar por ese movimiento de la misión que, partiendo del corazón mismo de Dios, tiende a llegar a todos los hombres. Así pues, el impulso misionero es parte constitutiva de la forma eucarística de la vida cristiana” (Benedicto XVI, SC nº 84). TRABAJO EN GRUPO: Textos de las Escrituras, del Magisterio de la Iglesia más reciente y del Bto. Manuel González que hablen de los siete puntos arriba indicados.

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ORACIÓN: “Quédate con nosotros, Señor, acompáñanos, aunque no siempre hayamos sabido reconocerte. Quédate con nosotros, porque en torno a nosotros se van haciendo más densas las sombras, y Tú eres la Luz; en nuestros corazones se insinúa la desesperanza, y Tú los haces arder con la certeza de la Pascua. Estamos cansados del camino, pero Tú nos confortas en la fracción del pan para anunciar a nuestros hermanos que en verdad Tú has resucitado y que nos has dado la misión de ser testigos de tu resurrección. Quédate con nosotros, Señor, cuando en torno a nuestra fe católica surgen las nieblas de la duda, del cansancio o de la dificultad: Tú, que eres la Verdad misma como revelador del Padre, ilumina nuestras mentes con tu Palabra; ayúdanos a sentir la belleza de creer en Ti. Quédate en nuestras familias, ilumínalas en sus dudas, sostenlas en sus dificultades, consuélalas en sus sufrimientos y en la fatiga de cada día, cuando en torno a ellas se acumulan sombras que amenazan su unidad y su naturaleza. Tú que eres la Vida, quédate en nuestros hogares, para que sigan siendo nidos donde nazca la vida humana abundante y generosamente, donde se acoja, se ame, se respete la vida desde su concepción hasta su término natural. Quédate, Señor, con aquellos que en nuestras sociedades son más vulnerables; quédate con los pobres y 11

humildes, con los indígenas y afroamericanos, que no siempre han encontrado espacios y apoyo para expresar la riqueza de su cultura y la sabiduría de su identidad. Quédate, Señor, con nuestros niños y con nuestros jóvenes, que son la esperanza y la riqueza de nuestro continente, protégelos de tantas insidias que atentan contra su inocencia y contra sus legítimas esperanzas. ¡Oh buen Pastor, quédate con nuestros ancianos y con nuestros enfermos! ¡Fortalece a todos en su fe para que sean tus discípulos y misioneros!” (BENEDICTO XVI, Discurso Inaugural en Aparecida)

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