El Caso de las Bananeras

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El Caso de las Bananeras

La Patria del realismo mágico

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LA HISTORIA Y LA LITERATURA SE UNEN PARA ANALIZAR LA MASACRE DE LAS BANANERAS EN CIEN AÑOS DE SOLEDAD Liz Cabrera Mateus1, María Isabel Rincón2 1. Profesora Sociales Gimnasio [email protected] 2. Profesora Español y literatura Gimnasio mrincó[email protected] Recibido: 16 de abril Aprobado: 30 de agosto

RESUMEN

SUMMARY

La literatura y la historia abarcan un hecho histórico para analizar una realidad y le aportan diferentes visiones desde el campo de trabajo de cada una. Es así como la masacre de las bananeras ocurrida en 1928 en Ciénaga Magdalena, se constituye en un claro ejemplo del encuentro de estas dos disciplinas.

Literature and History cover historic events and contribute different points of view from the particular focus of their subject areas. As such, the banana plantation massacre which occurred in Ciénaga Magdalena in 1928 is a clear example of the encounter between these two disciplines.

La reconstrucción histórica parte de los testimonios, la revisión de documentos oficiales y la recopilación del material que ha brindado alguna información al respecto. Por su lado, la literatura ha recreado este suceso a partir del trabajo histórico, pero aportándole los matices estéticos propios del género.

The historical reconstruction is taken from the testimony of witnesses, official documents and the complilation of other material that has offered some information on the subject. Literature, in its own way, has offered a version of the events based on the historical work, but has also succeeded in adding the aesthetic nuance of the genre.

Son muchos los escritores que han abordado este tema, sin embargo, es Gabriel García Márquez con el realismo mágico quien logra darle trascendencia, no sólo literaria, sino histórica a lo acontecido en este pueblo de la costa colombiana.

Many writers have approached this topic, however, only Gabriel García Márquez through magic realism has been able to give importance to the event that occurred in this town on the coast of Colombia. He has not only been able to give it significance in a literary sense, but in a historical one as well.

Palabras clave: Bananeras, matanza, Macondo, realismo, mágico, intertextualidad, hegemonía conservadora.

Keywords: banana plantation, massacre, Macondo, magic realism, intertextuality, conservative hegemony. Investigación y Ciencia del Gimnasio Campestre

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JUSTIFICACIÓN Conscientes de la importancia que la literatura ha adquirido en los últimos años y de la tendencia de diversos autores por recuperar períodos históricos mediante el análisis de acontecimientos y fenómenos sociales, se ha hecho posible explorar diferentes interpretaciones de una realidad. Es de esta forma que surge la idea de analizar cómo en una obra literaria se revive un acontecimiento histórico. Retomamos la masacre de las bananeras por ser uno de los hechos más controvertidos del siglo XX en la historia de Colombia, que fue narrado en Cien Años de Soledad por Gabriel García Márquez, sin duda una de las obras más leídas y conocidas en la literatura. Para el desarrollo de esta investigación, en primer lugar decidimos acercarnos a diferentes fuentes en las que se narra este episodio: desde la cinematografía con la película “María Cano” de Camila Loboguerrero, desde la literatura con la obra “La Casa Grande” de Álvaro Cepeda Samudio y desde la historia analizando a importantes historiadores como Renán Vega Cantor y Mauricio Archila. De esta forma se logran establecer conexiones con la posibilidad de abarcar diferentes disciplinas que permitan rescatar esta realidad social. En segundo lugar, se retomará la importancia del mito y del realismo mágico en “Cien Años de Soledad” de Gabriel García Márquez, como elemento que explica la exageración del número de muertos citado en la masacre de las bananeras, y que se ha convertido en tema de controversia entre algunos historiadores En tercer lugar, se revisará cómo se hace uso del tiempo en la historia y en la narrativa, a fin de comprender que aunque su objeto de estudio es diferente, estos dos enfoques se conjugan logrando una armonía entre lo histórico y lo literario, brindándole mayores posibilidades al lector de revivir un suceso.

la hegemonía conservadora en el gobierno de Miguel Abadía Méndez. Desde la literatura se realizará un análisis de los elementos del realismo mágico presentes en Cien Años de Soledad y con los cuales Gabriel García Márquez narra este hecho histórico en su obra; así mismo se llevará a cabo un proceso de intertextualidad para establecer un contraste entre el objeto de estudio de la historia y la estética perseguida por el mundo literario.

INTRODUCCIÓN En esta investigación se puede ver una vez más como la literatura y la historia se relacionan, se fortalecen y ofrecen al lector opciones diferentes para analizar e interpretar una realidad social. Un día de trabajo en la zona Tal vez no exista en la bananera, cerca de ciénaga. Tomado de Mundo al día. historia de Colombia un acontecimiento que haya generado tanta controversia y ficción como el ocurrido en la noche entre el 5 y el 6 de diciembre de 1928 en Ciénaga, Magdalena. Por ello, es preciso anotar que literatos e historiadores en diferentes ocasiones han abordado dicha temática para ofrecer diversas interpretaciones. Aunque el objetivo central de la investigación es analizar específicamente este hecho en la obra Cien Años de Soledad, es importante retomar como trabajo de intertextualidad a otros autores que desde la literatura han narrado la masacre de las bananeras.

METODOLOGÍA Para el desarrollo de este proyecto de investigación, se presentará desde la historia una contextualización teniendo en cuenta el punto de vista político, económico y social durante la década de 1930 en Colombia, bajo

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Gabriel García Márquez, regresa a su pueblo natal. (EFE – El Universal)

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Desde el punto de vista literario, este episodio ha sido retomado, entre otros por Álvaro Cepeda Samudio en La casa grande y por Gabriel García Márquez en Cien Años de Soledad. Es así, como en la primera obra encontramos una armonía entre lo histórico y lo literario, contado desde el punto de vista del narrador testigo que relata los horrores de dicha matanza, brindando al lector la posibilidad de una complejidad imaginativa, traducida en las diferentes versiones vividas por personajes ficticios, que hacen posible la riqueza de una recreación histórica alejada de la visión que se aborda en la historia oficial. “Una de las características más notables de la Casa Grande, es la inversión-sustitución de historias, que se construyen en procedimientos semiótico-artísticos en los niveles narrativo y semántico que se proyectan en los contextos sociohistóricos, a través de la intertextualidad”(Cepeda Samudio,1962, p.32). Por otra parte, es importante revisar la función que cumple la historia dentro de la obra; y esto se puede evidenciar en el libro de Lucila Inés Mena, quien logra de una manera clara y precisa establecer las relaciones entre lo histórico y lo literario, acotando que: “Los múltiples niveles de realidad que contiene Cien Años de Soledad permiten enfrentar la novela desde diferentes perspectivas; la magia y la fantasía que emanan de la narración, así como los contenidos míticos de la novela…a través de esta suprarrealidad es fácil entrever contenidos sociopolíticos y todo un contexto histórico que es importante desentrañar”(Mena,1979, p.11). Es importante, tener presente la visión que se ofrece desde la cinematografía, ya que en la película “María Cano” producida por Focine en 1990, su directora Camila Loboguerrero presenta la historia de una mujer conocida como la flor del trabajo, quien se encarga de dirigir y organizar a los trabajadores de las bananeras para que se opongan al gobierno de Miguel Abadía Méndez y exijan de este la reivindicación de sus derechos. En la película se puede inferir el ingreso de ideologías foráneas (como el socialismo y el anarquismo) a Colombia por la Costa Atlántica y la incidencia directa en la organización de los trabajadores que laboraban en la zona bananera del Magdalena.

El general Rafael Reyes, durante una excursión presidencial, visita una bananera de Santa Marta en octubre de 1908.

Como se puede ver, los recursos de los que se vale la literatura y las fuentes que emplea la historia son diferentes. Si bien, la primera busca mostrar a partir de la imaginación y la ficción acontecimientos que forman parte de la sociedad, la segunda hace un análisis de los hechos y las fuentes para contar cómo sucedieron. Lo mágico se aborda en esta investigación no para confrontar las dos disciplinas, sino para retomar de ellas lo más significativo y revivir un hecho histórico, despojándolo de la versión oficial y enriqueciéndolo con la literatura, para de esta forma ofrecer una mirada con un sin número de posibilidades. Es así, como podemos encontrar en la esencia del pueblo latinoamericano una cotidianidad llena de magia que hace parte de nuestra propia realidad: “Muchos de los cronistas hablaban de animales fabulosos, regiones misteriosas, amazonas, peces voladores. De esta primera fase llegamos a un realismo mágico entendido como una interpretación de la vida americana: buses que penetran en los hospitales, acróbatas que ejercen su oficio sobre el Capitolio Nacional, edificios o puentes que se derrumban en la inauguración, barrios donde se miran cara a cara la choza, el rascacielo, la iglesia colonial y la fachada clásica” (Ayala, 1990, p. 321.) Muchos autores y críticos literarios han definido el realismo mágico y han hablado de él, incluso antes de que el término se acuñara en América (Franz Roh en Alemania y Massimo Bontempelli en Italia), pero es gracias a “lo real maravilloso”, empleado por el escritor cubano Alejo Carpentier en el prólogo de su obra El reino de este mundo y al triunfo de la revolución cubana que el término se empieza a difundir por el continente americano.

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En el realismo mágico, el escritor aprovecha toda esta materia prima que la realidad le ofrece, para contar su propia versión de la historia. Esto mismo es ratificado por García Márquez en una entrevista hecha por Darío Arizmendi: “…por el carácter mágico y maravilloso de la realidad colombiana. Llegué a ese punto después de estar tratando de retocar líricamente la realidad y de darle toques fantásticos, hasta que descubrí que estaba perdiendo el tiempo porque la historia es mucho más fantástica” (Cromos, junio 13 de 1994, p.84). Es esta realidad fantástica, la que daría nacimiento a una de las obras más importantes de la literatura, ya que son los elementos propios de nuestra idiosincrasia, los que deleitan y dan forma a Cien Años de Soledad: “…pero me di cuenta de que la realidad es también los mitos de la gente, es la creencia, es su leyenda, que no nace de la nada, es creada por la gente sobre su historia, con su vida cotidiana… entonces me lancé a hacer Cien Años de Soledad como lo hice”(García Márquez, 2001, p.418). El tiempo en la historia y el tiempo en la narrativa Sin duda alguna, el tiempo histórico es una de las categorías fundamentales en el oficio de los historiadores, ya que les permite acercarse, analizar, reconstruir y explicar el pasado y el presente, en acontecimientos de larga o corta duración. Y si bien la tarea del historiador es interpretar, lo cierto es que en esta interpretación, la cronología es trascendental para entender la movilidad en los procesos históricos. Cuando se lee un documento, una de las características presentes es que el historiador lleva al lector hacia la explicación de acontecimientos y siempre está atento a los cambios que pueden generar alteraciones en la interpretación de los hechos; podría, entonces, afirmarse que el tiempo cronológico es la columna vertebral en el devenir histórico; pues como lo planteaba Braudel, “para el historiador todo comienza y todo termina por el tiempo” (Braudel, 1986, p. 87). Todo lo contrario ocurre con la narrativa, en donde el empleo que se hace del tiempo es flexible, no tiene por regla que ser lineal ni exacto, con el tiempo se puede jugar, se puede llevar o traer y esto se percibe en Cien Años de Soledad; en donde los acontecimientos se van

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desarrollando en diferentes circunstancias en las que el tiempo se concibe de diferentes maneras: ciclica, lineal y atemporal. La primera, hace referencia dentro de la obra, a la continua repetición de historias entre los protagonistas, “todos los Aurelianos tendrán características similares: retraídos pero de mentalidad lúcida mientras los José Arcadios serán impulsivos y emprendedores pero estarán enmarcados con un signo trágico” (García Márquez, 1967, p. 159). Otro momento en el cual se muestra la circularidad en el tiempo es con la casa de los Buendía, en donde aparece por largas temporadas como una casa envejecida, arruinada y destruida, situación que se supera cuando se inicia la restauración de la misma. Las protagonistas en estas dos caras de la casa son Úrsula Iguarán y Amaranta Úrsula, esta última, heredó de su bisabuela el temperamento fuerte, la vigorosidad y el ánimo de renovación, limpieza y hospitalidad que debería mostrar la casa de los Buendía. Es Por ello, frecuente encontrarse con varios episodios en los que se repite: “Desbandó las hormigas coloradas que se habían apoderado del corredor, resucitó los rosales, arrancó la maleza de raíz y volvió a sembrar helechos, begonias…una cuadrilla de carpinteros, cerrajeros y albañiles restauraron las grietas de los pisos…” (García Márquez, ,1967, p. 440).

La casa en que Gabriel García Márquez vivió sus primeros ocho años. Tomada de Macondo García Márquez Imágenes.

El tiempo lineal se puede evidenciar en Cien Años de Soledad como progresivo, dinámico o continuo: “La industria que se origina con la rudimentaria fábrica de caramelos de Úrsula, da un paso más avanzado con la fábrica de hielo de Aureliano Triste, para llegar luego a su apogeo con la industria del banano” (Mena, 1979, p.103).

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Superintendencia de la United Fruit Company en Santa Marta.

Y por último, la quietud del tiempo y el espacio, características constantes en la novela, son reflejo de la atemporalidad. Y esta se manifiesta en Úrsula Iguarán, con seguridad el personaje más importante de la crónica, la fundadora de Macondo, quien acompaña de generación en generación a los nuevos parientes a tejer sus historias a veces dinámicas y renovadas, pero también de quietud y decadencia. Se podría afirmar entonces que Úrsula Iguarán se convertirá, en palabras de Luz Mary Giraldo, en “la memoria persistente” (Giraldo,2001, p.7), de la narración, ella es la prueba de que el tiempo transcurre, pero además se detiene, que las historias avanzan, pero también retroceden. Ella forma parte del tiempo, de la circularidad y de la atemporalidad macondiana. Ella es la dueña de la casa Buendía Iguarán, el centro del universo de Macondo, que se convierte en el símbolo representativo de todo lo que acontece en el pueblo. “Macondo fue la casa con su patio y su gente. Diálogo de macrocosmos y microcosmos…es espacio de fiesta, de encuentro, desconocimiento, de vida, de permanencia y de muerte. La casa de los Buendía es, como la familia y el pueblo, principio y fin” (Giraldo, 2001, p.11).

Es por esta particularidad del manejo del tiempo en la obra, que cuando se va avanzando se siente una constante invitación a la imaginación del lector, a quien se le permite recrear la marcha de los sucesos en un dinamismo, una quietud o una decadencia a la que se enfrentan los personajes y la misma historia del pueblo. “La historia de Macondo va siguiendo un proceso que parte de la creación y pasa por una serie de invasiones, pestes, guerras, para terminar en la desaparición de la aldea” (Mena, 1979, p. 107). El mismo Gabriel García Márquez afirma: “opté por no decir en qué siglo ni en qué ciudad ocurría, lo cual es un recurso que los historiadores no pueden usar, pero los novelistas sí, porque si uno puede hacer ficción con todo, puede hacer ficción con el tiempo” (Cromos, 1994, p.100).

MITO Y REALISMO MÁGICO EN LA MASACRE Históricamente, se ha entendido el mito como una fábula, una invención, una creencia, una leyenda o un cuento. Pero en la actualidad, escribe Paul Ricoeur “Como un relato tradicional referente a los aconteciInvestigación y Ciencia del Gimnasio Campestre

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mientos ocurridos en el origen de los tiempos” (1980, v. 1, p. 13). Pues bien, una característica principal en el mito es que no es verificable, pero cabe anotar, que parte de una historia verdadera, ya que siempre hace referencia a realidades. En la obra Cien Años de Soledad, el mito permanece presente desde el inicio, puesto que cuando José Arcadio Buendía huye junto con su esposa, después de asesinar por honor a Prudencio Aguilar, llega después de largas travesías a un territorio al cual le da identidad. Y será allí, en Macondo, donde transcurrirán los cien años de desarrollo, avances, estancamientos y destrucción del pueblo y sus habitantes: “Lo anterior se relaciona con el mundo de los comienzos que en la novela alude, a los orígenes de una civilización y una cultura, propio de los inicios del mito donde se acentúa el aspecto evolutivo de la humanidad y la cultura” (Giraldo, 2001, p. 10). El inicio de Macondo se acerca al paraíso original, en donde los fundadores se dan a la tarea de hacer de este caserío virgen, un lugar, libre y tranquilo; aquí los habitantes vivieron felices, hasta el momento en que entraron en contacto con el mundo exterior, llegan los gitanos con sus mercaderías, la autoridad con su noción de poder y orden, los partidos políticos, los curas con su proyecto evangelizador y así, poco a poco en la aldea se van cambiando las costumbres y el comportamiento de sus habitantes, perdiendo así, el concepto de unidad. Y es en este contexto en el cual llegan los extranjeros acompañados de la United Fruit Company. Una compañía estadounidense que impondrá la economía de enclave en la ciénaga; encargándose de la producción del banano, y de paso de la explotación y disgregación de los macondianos, hecho que como se sabe terminó en la conocida masacre de las bananeras. Detengámonos pues en este punto que es el tema central de este análisis y contrastemos como un acontecimiento histórico es presentado por la historia y por la literatura: “El jefe civil y militar, general Carlos Cortés Vargas Ordena que sea disuelta de inmediato toda reunión mayor de tres personas y autoriza a los soldados y oficiales a disparar sobre La multitud…tienen cinco minutos para retirarse… Sonó un segundo y tercer toques de corneta.

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Cortés vargas en persona anunció que sólo quedaba un minuto. Que dispararía si la gente no cumplía la orden de evacuación…una voz respondió al general “Disparen ya, cabrones. Les regalamos el minuto que falta” Cortés Vargas dio la orden de disparar. Las metralletas trepidaban, relampagueaban, vomitaban fuego. La gente caía herida o muerta. Había empezado la carnicería Inmediatamente el terror se enseñoreó en la región. Fueron perseguidos todos aquellos que se pensaba tenían algo que ver con los huelguistas… Los muertos pasaron de 1000. Así lo Informó al departamento de Estado norteamericano el representante de este gobierno en Bogotá…La mayoría de cadáveres fue tirada al mar. De esta manera se quería borrar las huellas del crimen cometido” (Vega, 1989, p.118). La historia oficial ha demostrado que la masacre de las bananeras llevada a cabo en 1928 fue el acontecimiento que puso fin a la hegemonía conservadora y abrió las puertas a la República liberal. El historiador Mauricio Archila nos cuenta que este acontecimiento se enmarca dentro de un panorama económico en el cual las multinacionales hacen presencia en Colombia y los trabajadores de la United Fruit Company (UFCO) son desconocidos como trabajadores directos, por el contrario son subcontratados por otros que si pertenecen a dicha compañía. Esta falta de reconocimiento se suma a las difíciles condiciones y a la apatía que demuestra el gobierno conservador para enfrentar y mejorar las deprimentes condiciones sociales de la época. En su balance, el número de muertos reconocidos oficialmente es de nueve.

Fig. 7 Propósitos de seguridad para recolectores. Tomado de Texte © geschûtzt.

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Para Renán Vega Cantor, esta historia se presenta como el último error cometido por el gobierno de Miguel Abadía Méndez, cuyo periodo presidencial transcurrió con el fortalecimiento de la “Ley Heroica”, la cual prohibía cualquier tipo de manifestación en contra del Estado por considerarla revolucionaria. Vega hace especial énfasis en la ubicación del contexto histórico, recalcando que es precisamente en la década de 1920 cuando llegan del exterior las ideas anarquistas, socialistas y anarcosindicalistas que van a retomar los trabajadores de la UFCO y que al no ser escuchados por el gobierno conservador, van a terminar en una masacre. Por su parte en la obra de Gabriel García Márquez, se narra la historia así: “José Arcadio segundo estaba entre la muchedumbre que se concentró en la estación desde la mañana del viernes. Había participado en una reunión de los dirigentes sindicales y había sido comisionado junto con el coronel Gavilán para confundirse con la multitud y orientarla según las circunstancias…un teniente del ejercito se subió entonces en el techo de la estación, donde había cuatro nidos de ametralladoras enfiladas hacia la multitud, y se dio un toque de silencio… y en tres artículos de ochenta palabras declaraba a los huelguistas cuadrilla de malhechores y facultaba al ejercito para matarlos a bala…Han pasado cinco minutos-dijo el capitán en el mismo tono-. Un minuto más y se hará fuego… José Arcadio Segundo se empinó por encima de las cabezas que tenía enfrente, y por primera vez en su vida levantó la voz.-¡cabrones!-gritó-. Les regalamos el minuto que falta…El capitán dio la orden de fuego y catorce nidos de ametralladoras le respondieron en el acto…Varias voces gritaron al mismo tiempo: ¡Tírense al suelo! ¡Tírense al suelo! Ya los de las primeras filas lo habían hecho, barridos por las ráfagas de metralla…Cuando José Arcadio Segundo despertó estaba boca arriba en las tinieblas. Se dio cuenta de que iba en un tren interminable y silencioso, y de que tenía el cabello apelmazado por la sangre seca y le dolían todos los huesos…solo entonces descubrió que estaba encima de los muertos…al pasar por los pueblos dormidos veía los muertos hombres, los muertos mujeres, los muertos niños, que iban a ser arrojados al mar como el banano de rechazo…encima de los vagones reveían los bultos oscuros de los soldados con las ametralladoras emplazadas…eran más de tres mil-fue todo cuanto dijo

José Arcadio Segundo. Ahora estoy seguro que eran todos los que estaban en la estación.”(García Márquez, 1967, p. 360-365). En Cien Años de Soledad, José Arcadio Segundo, quien heredó el espíritu rebelde del coronel Aureliano Buendía, se convierte en el líder sindical de los trabajadores, quienes reorganizados como movimiento obrero, deciden congregarse y manifestar su inconformidad frente a la presencia de la compañía extranjera del banano, la cual se rehusaba a atender su pliego de peticiones laborales y sanitarias. En consecuencia, la Empresa asume medidas represivas controladas por la fuerza pública, quienes, se hacen sentir con más vigor que nunca; es así, como la matanza colectiva silencia para siempre la protesta de los trabajadores y corta de raíz el espíritu de rebeldía. Aquí, hay que tener presentes dos aspectos: En primer lugar, la reaparición del simbolismo representado en el mito, puesto que después de la masacre, Macondo será víctima de un terrible diluvio que duró cuatro años, once meses y dos días “El diluvio, convocado por los ingenieros de la compañía bananera, simboliza, entre otras cosas, la fuerza con que se dio la represión en Macondo. Este capítulo, rico en sugerencias, pinta en forma dramática la definitiva extinción del movimiento subversivo y el estado de impotencia y nulidad a que quedaron reducidos los habitantes de Macondo” (Mena, 2001, p.210). En segundo lugar, la presencia del realismo mágico frente a los datos que ofrece la novela con respecto al número de muertos…-“Fueron más de tres mil”-. Si bien, el punto que sobre este episodio ha generado mayor controversia entre los historiadores, es saber con certeza el número real de los muertos en dicha masacre, queda claro que no alcanzaron la cifra a la que se refiere la obra. Frente a esto, García Márquez explica que tuvo que recurrir a “una exigencia literaria”, como él la denomina, así recrea este hecho narrando una matanza de tres mil personas, cuando en realidad el número fue mucho menor. En una entrevista del año 1990 explica la razón de este cambio: “…fue un problema para mí cuando descubrí que no se trató de una matanza espectacular. En un libro en el que las cosas se magnifican, tal como en Cien

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Años de Soledad, necesitaba llenar todo un tren con cadáveres. No podía ceñirme a la realidad histórica…la leyenda ahora se ha aceptado como historia” (Archila, 2005, p.15).

CONCLUSIONES

“Más tarde hablé con sobrevivientes y testigos y escarbé en colecciones de prensa y documentos oficiales, y me di cuenta de que la verdad no estaba de ningún lado. Los conformistas decían, en efecto, que no hubo muertos. Los del extremo contrario afirmaban sin un temblor en la voz que fueron más de cien… Así que mi verdad quedó extraviada para siempre en algún punto improbable de los dos extremos… Fue así como la cifra de muertos la mantuve en tres mil, para conservar las proporciones épicas del drama, y la vida real terminó por hacerme justicia: hace poco, en uno de los aniversarios de la tragedia, el orador de turno en el Senado pidió un minuto de silencio en memoria de los tres mil mártires anónimos sacrificados por la fuerza pública” (García Márquez, 2002, p.78).



Retomando las palabras de García Márquez, se puede evidenciar la trascendencia del aspecto literario en un hecho histórico, en el que el imaginario popular se apropia y da por hecho aquello que le ofrece una versión amplia y magnificada, que le permite imprimir otro matiz y que finalmente lo transporta a una realidad novelada. Aunque García Márquez retoma diversas interpretaciones sobre los antecedentes de esta masacre y recurre a diferentes fuentes que le permitan presentar los hechos, no se aparta ni por un instante de aquellas características literarias que ubican su obra como fiel exponente del realismo mágico. Es importante detenernos aquí, para revisar nuestra esencia cultural como latinoamericanos y los diversos contrastes que esta cultura ofrece; es por esto que nos es fácil encontrar “…barrios marginales colindando con grandes y modernas construcciones, el honor perdido de una familia convertido en un acto de misticismo religioso, el derrocamiento de un presidente para darle paso a un régimen dictatorial…”; son estos y más los ejemplos de nuestra cotidianidad que retoma el realismo mágico para contar cada una de sus historias.

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La literatura no puede estar completamente desligada del elemento histórico pero tampoco puede hacer de este su única visión narrativa. Mientras el escritor se vale de la imaginación y la creatividad para narrar un hecho histórico, el historiador elabora interpretaciones de acontecimientos a partir de fuentes históricas verificables y susceptibles a cambios. Es válido hacer un acercamiento entre la historia y la literatura para analizar realidades y encontrar un sinnúmero de posibilidades que nos acerquen a conocer las sociedades del pasado y del presente. Aunque en la obra de Cien Años de Soledad, el tiempo no se cite, este permanece presente en sus personajes con sus realidades. Podría percibirse por momentos en tiempos largos y cortos, en historias cíclicas que posibilitan descubrir los avances del mundo exterior, pero también los retrocesos que se vivieron en Macondo. Y así transcurren cien años con historias míticas y mágicas que vienen y van, avanzan o se mantienen estáticas, posibilitando que en nuestra imaginación divaguen de la mano de Úrsula Iguarán, el coronel Aureliano Buendía, José Arcadio Segundo, Pilar Ternera y Remedios la Bella entre muchos otros.

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BIBLIOGRAFÍA Arango, Manuel Antonio. Álvaro Cepeda Samudio: La casa grande. En: Gabriel García Márquez y la novela de la violencia en Colombia. México 1985. Archila, Mauricio. “Masacre de las bananeras”. Revista Credencial Historia, No. 117, septiembre de 1999. Ayala Poveda, Fernando. Manual de literatura colombiana. Edición editores 1990. Cajiao Cuellar, Elsa. “La realidad como fundamento de la imaginación en La Cándida Eréndira”. (Ensayo). García Márquez, Eligio. Tras las claves de Melquiades. Bogotá, Editorial Norma, 2001. García Márquez, Gabriel. Cien Años de Soledad. Bogotá, Editorial Norma, 2004. García Márquez, Gabriel. Vivir para contarla. García Burgos, Álvaro. “La estética de la historia en la casa grande”. Revista trimestral de estudios literarios, volumen 1 No.1, abrilmayo-junio 2000. Tomado de http/lacasadeasterion.homestead. com/v1n1casgrande.htmlv. Giraldo, Luz Mary. Ciudades Escritas. Bogotá, Convenio Andrés Bello. 2002. Mena, Lucila Inés. La función de la historia en Cien Años de Soledad. Plaza y Janés Editores. 1979. Revista Cromos. Julio 13 de 1994. Ricoeur, Paul, “Tiempo y Narración. La Configuración del Tiempo en el Relato Histórico”, Ediciones Cristiandad. 1980. Vega Cantor, Renán. Colombia entre la democracia y el imperio. Ed. Arfo Ltda. 1989.

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