De la ciudad en el arte al arte en la ciudad

revista enciudarte #1 Salta | Mayo 2014   De la ciudad en el arte al arte en la ciudad Mg. Beatriz Elisa Moyano1 Resumen El problema y los objetiv...
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revista enciudarte #1 Salta | Mayo 2014

 

De la ciudad en el arte al arte en la ciudad Mg. Beatriz Elisa Moyano1

Resumen El problema y los objetivos: En el marco del Proyecto 2076 del CIUNSa “Arte y literatura en los espacios urbanos contemporáneos”, que parte de la idea de que las artes “deben ser estudiadas relacionalmente pues conforman una red compleja que transforma el espacio urbano y producen continuidades, rupturas, diálogo y confrontación con los imaginarios y las prácticas establecidos”, el presente trabajo intenta confrontar dos momentos (“El Tendedero” y la feria de la Balcarce) en los que el arte, en el segundo caso también las artesanías y, en ambos, la literatura, escapando de los circuitos tradicionales de comercialización, pero también de la museificación, irrumpieron y dejaron una impronta (diferente y acorde con la época) en el espacio urbano. El método usado para abordarlo: Si el comparatismo y la teoría de género (algunas productoras fueron mujeres) servirán de marco teórico que haga posible la interpretación, las entrevistas a algunos protagonistas                                                                                                                           1  Consejo de Investigación de la Universidad Nacional de Salta (CIUNSa)  

 

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  serán un método apropiado para llegar a las descripciones de los fenómenos. Los resultados obtenidos. En algunos trabajos hechos por mí en el marco del proyecto fueron estudiadas las percepciones de la ciudad en cuentos y poemas producidos en las décadas de los ’70/´80 y en el nuevo milenio en Salta; en esta oportunidad reflexionamos (aunque las conclusiones son sólo provisorias) no ya sobre la ciudad en el arte sino sobre el arte en la ciudad. En el marco del Proyecto N° 2076 del CIUNSa, “Arte y literatura en los espacios urbanos contemporáneos”, que parte de la idea de que las artes “deben ser estudiadas relacionalmente pues conforman una red compleja que transforma el espacio urbano y producen continuidades, rupturas, diálogo y confrontación con los imaginarios y las prácticas establecidos”, el presente trabajo intenta confrontar dos momentos (“El Tendedero” y la feria de la calle Balcarce) en los que el arte, en el segundo caso las artesanías y, en ambos, la literatura, escapan de los circuitos tradicionales de comercialización, pero también de la tendencia a la museificación propia del arte moderno, e irrumpen en el espacio urbano. El objetivo que en esta ocasión nos proponemos es el de estudiar el carácter de esas i(nte)rrupciones. Texto Comenzaremos con “El Tendedero”, feria de arte al aire libre (o “feria de aire al arte libre” como la llamaron sus organizadores), cuya existencia se desarrolló durante más de diez años, entre 1987 y 1997, fundamentalmente en la Plaza conmemorativa de los cuatro siglos de la fundación de Salta. Continuaremos con la feria de la calle Balcarce, que nace en 2001 y perdura hasta nuestros días, a fin constatar si la presencia del arte en esos dos contextos diferenciados significó o no alguna ruptura en la escena del arte de Salta y en qué consistió ésta. Finalmente, vamos a centrarnos en la difusión de la literatura en el espacio de ambas ferias para ver si su apuesta corre por líneas más o menos paralelas a las del arte en general o si pueden marcarse algunas diferencias dadas, sobre todo, por cuestiones de género. El Tendedero

 

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  En un trabajo más o menos reciente, su tesis de licenciatura en artes denominada “El Tendedero”, feria de arte al aire libre. Un movimiento integrador de las artes en la Salta de los ‘90” (2004), el pintor Alberto Elicetche realiza, siguiendo el libro de Carmen Martorell Vida Plástica Salteña (1990), un verdadero racconto de lo ocurrido durante varios siglos, pero fundamentalmente durante el siglo XX, en las artes plásticas de Salta y lo hace para llegar a su objeto de estudio: la feria de Artes “El tendedero”. Intenta mostrar que, en el siglo XX, a las figuras de los precursores como María Vidal de Martorell, Guillermo Usandivaras, Arístene Papi, Ernesto Scotti y Mariano Coll entre otras sigue la actuación de un grupo independiente: José Casto, Alejandro Ache, Juan Javier Pautassi y Alfredo Bernier, cuya muerte (más que su vida) es importante ya que va a ser velado por sus colegas y sus alumnos en la sede del CEBAS (Centro de Estudiantes de Bellas Artes), antecedente directo de “El Tendedero”. Si bien al detenerse en un apartado que él llama “El arte en Salta a partir de 1959. La educación sistemática” verá la importancia del retorno de Luis “Pajita” García Bes para la creación de la escuela de Bellas Artes, dice que sus quehaceres artísticos -su capacidad de fusionar el arte y las artesanías y de lograr la interacción entre las distintas artes- lo constituyen en el más antiguo antecedente de “El tendedero”. Para explicar sus formas de manifestarse afirma que, por un lado, cada cuadro suyo era convertido por las teleras que él dirigía en un tapiz y, por otro, que a partir de libretos de Manuel Castilla, fabricaba los muñecos y ambos recorrían los pueblos dando funciones de títeres. Aunque al hablar de la “Escuela de Artes Tomás Cabrera” (fundada por un grupo en el que se encontraba “Pajita”) marca la importancia de la formación, dice Elicetche que ésta fue generando una especie de élite constituida por los profesores llegados desde otros lugares del país y del mundo para constituir el plantel y ciertos alumnos que eran sus protegidos. “Esta situación de dominación jerárquica va a mantenerse durante dos largas décadas” dice y agrega que, hacia 1983, esa jerarquía se quiebra con la presencia de un grupo emergente, constituido por Miro Barraza, Roberto Maheashi, Francisco Ruiz, Telma Palacios, Guillermo Pucci, Alejandro de la Cruz y Santiago Rodríguez, que venía pidiendo espacio.

 

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  Elicetche se centra luego en lo que, para él, constituye el antecedente más importante de “El Tendedero” por su búsqueda de confluencia entre las artes: el Centro de Estudiantes de Bellas Artes (CEBAS). Se remonta a los ’50 y los ’60 cuando aparecen las primeras promociones de egresados de la escuela Tomás Cabrera como Elsa Salfity, Beatriz Canizzaga, “Porota” Gallo, Hugo Garzón, Alina Neyman, Roberto Maheashi y Miro Barraza (es importante marcar la fuerte presencia de la mujer) y, sobre todo también cuando se consolida CEBAS que contó con la beligerancia de muchos de los recién nombrados, frustrada luego por los sucesivos gobiernos militares. Marca por último el casi directo antecedente constituido por las “Jornadas de comunicación por el arte” que se realizarán, durante el año 1985, al aire libre en varias localidades del interior provincial. Al examinar exhaustivamente su objeto, con miras a estudiarlo desde la categoría de movimiento, hace otro racconto, el de los sucesivos montajes de la feria, cuyos primeros promotores fueron (cuando no) Miro Barraza, Viviana Ovalle, Roxana Belbruno y Silvia Katz (de nuevo marcamos la significativa presencia de las mujeres). Pero, aunque habla de las reuniones preparatorias, no se centra en la propuesta estética que nos explicara esta última pintora en una entrevista ad hoc, sino más bien en el armado de circuitos de comercialización diferentes a los estatuidos (las galerías de arte y sus exorbitantes precios) ya que las obras, realizadas en pequeños formatos, eran accesibles a los públicos que pasaban por la plaza en la que estaban instalados. También se refiere a la participación de los otros artistas que

respondieron a la convocatoria:

poetas, músicos, bailarines, titiriteros, actores. Se explaya, además, en las diversas teorizaciones acerca de los movimientos pero, aunque afirma con Melucci “los movimientos anuncian que existen otros caminos, que siempre habrá otra forma de enfocar un asunto” (citado por Elicetche:27-28), no se centra de lleno en los movimientos artísticos, una de cuyas características es la de constituirse en una corriente estética que en muchos aspectos se opone a lo realizado por los colegas del movimiento anterior. Por ello, en una entrevista a la que fue uno de sus motores permanentes, la pintora Silvia Katz, aunque habla de “El tendedero” como una feria inclusiva, con un modus operandi particular que al comienzo no  

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  tenía una propuesta estética predeterminada, reconoce que fueron adentrándose en un arte más conceptual, lo que sí constituyó una búsqueda de diferenciación respecto de lo hecho anteriormente en arte. Dice: La feria “El Tendedero” era un espacio abierto a todas las expresiones y estilos, ahí exponían artistas consagrados como Neri Cambronero, Elsa Salfiti, Miro Barraza, junto a artistas que recién comenzaban a aparecer en la escena. A pesar de que era una especie de muestrario de lo que se estaba produciendo en Salta, hacíamos de todas formas una selección de lo que se mostraba. También artistas de Buenos Aires mandaban sus obras, aunque era, en proporción, una mínima parte. Lo que era distinto a lo que se conocía en Salta era la forma de mostrar, saliendo a la calle; y también de producir, porque la idea era integrar las distintas áreas de la expresión. Pero cada uno desde su ámbito mostraba lo que estaba haciendo, no había una unidad ni una temática ni idea que aunara o que hilvanara todas las expresiones. Durante los últimos años

fuimos

cambiando

el

planteo,

haciendo

algo

más

contemporáneo, que fue trabajar con una idea o concepto, y abordarlo desde las distintas áreas. Por ejemplo, hicimos El Tendedero del Amor, de la Libertad, Tendedero de las Brujas, etc. Era un trabajo de producción bastante complejo, pero muy interesante. O sea, “El Tendero” fue un crisol de gente y propuestas, y estábamos abiertos a ideas. Había artistas que trabajaban en sus casas y usaban la feria para mostrar sus obras, y era bienvenido; había otros que venían a la feria y trabajaban ahí mismo, pintando, haciendo esculturas, compartiendo sus saberes con el público... y también estaba bien. Nuestro grupo, el que organizaba, ponía la fuerza en facilitar ese mostrar, y también en el área educativa, porque además hacíamos talleres en la calle, no sólo en la Plazoleta 4 Siglos, sino en barrios y plazas, y en el interior de la provincia. Quizá fue allí, en los pueblos, donde tuvo más fuerza esa actividad abierta y participativa, ya que en muchos de ellos jamás habían tenido acceso a esa posibilidad. Con los años, y hablando con quienes hicimos “El Tendedero”, vimos que a fines de los '80  

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  éramos "contemporáneos" sin saberlo, hacíamos instalaciones y performances sin saber que se llamaban así, nos apropiamos de los espacios públicos para crear junto a la gente. “El tendedero” intenta entonces desde el comienzo romper con un modelo de artista, el que muestra su obra como objeto de devoción en galerías de arte y a sí mismo como genio y propone uno nuevo que no se incomoda ante la consideración de su obra como una manufactura y de sí mismo como productor. Además de esto, sus emprendimientos colectivos y sus búsquedas estéticas posteriores hacen pensar que sus apuestas pueden ser leídas como las “jugadas” en las que Pierre Bourdieu reconoce la búsqueda de la hegemonía en el interior del campo artístico. La feria de la calle Balcarce En este apartado nos valdremos sólo de las entrevistas a los protagonistas, ya que no hay

trabajos académicos realizados sobre el

fenómeno. Veamos la entrevista a Tupac Puggioni sobre los orígenes de la movida. En el 97 abrimos el centro cultural Jorge Cafrune que tenía talleres de tango, folklore, guitarra, tapices, dibujo y pintura. El nombre era en honor a Cafrune por su importancia en el canto popular y porque era conocido de nuestro papá, mochilero que había viajado por toda Latinoamérica que acompañó a este músico en su gira por el sur. A su vez, Cafrune había debutado a los 16 años en el bar más viejo de la Balcarce, el Bar “Madrid”, centro de historias de antaño cuyo dueño era su tío Renzi Cafrune, hombre sensible y comprometido, quien, en un entramado muy curioso, ayudaba a los que iban instalándose ahí en la cuestión gastronómica. El Centro cultural se transformó primero en un bar y luego en 2000 en la peña “La vieja estación”. Pero la idea de construir una feria en Salta estaba latente. Data de la época en que yo estudiaba en Buenos Aires en la UBA, en la desastrosa época de Menem, traición al peronismo. En esa época, cuando el Frente Amplio con Tabaré Vázquez a la cabeza gana el gobierno del departamento de Montevideo, hice un viaje hacia allá para participar de los festejos, visité una feria de 16 cuadras en Uruguay y quedé impresionado pues había feriantes de todos lados, argentinos y brasileños (entre  

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  otros), que vendían hasta loros, monos, etc. Y cuando entramos en la crisis de 2000-2001 organizamos la feria con los que ya tenían negocios de comidas en la Balcarce (las Puló con “La Cocina del Pirata”, Federico Lanusse que siendo primero cliente luego abre “Gervasio”, Matías Rodríguez Wilkinson que abre “Sátiro”, tres socios que abren un bar de rock y lo bautizan “Zeppelin” en honor a la banda de los ‘70), Carlos Butanson. A la idea yo ya la venía trabajando, iba todos los días a la Secretaría de Turismo, logré que hicieran afiches con el auspicio y que me abrieran las puertas del Mercado Artesanal para charlar con los artesanos que después, a pesar de las charlas, entusiasmos y promesas, no vinieron. Sólo vinieron los locos, los hippies de la peatonal, los chiflados, los bohemios, los pirados, los que no tenían un lugar, los titiriteros. Pero además vinieron a exponer cuadros las señoras de la sociedad movilizadas por las chicas Puló que además creo tenían el bufet del club 20 de Febrero y ayudaban en la ornamentación del Señor y la Virgen del Milagro. Cada uno movilizaba a su sector. Matías Rodríguez Wilkinson tenía una galería de arte (un taller de enmarque según otros entrevistados) y trajo cuadros de varios artistas. Me acuerdo que era 14 o 15 abril de 2001, Semana Santa y un viento terrible levantó los lienzos por los aires. También veamos un fragmento de la entrevista que le realizamos a Rodolfo “el Cholo” Vivas, nombre que surgió en la de Mariana Puló, como uno de los que hacían arte al comienzo de la “movida”, época en que les aconsejó des-revocar el local cuyas paredes fueron usadas como sitio de exposición de sus cuadros, así como de otros pintores entre los que se encuentra el “Sota” Escoda: Mi taller estaba donde luego estuvo Zepelin, mucho antes de toda la movida de la Balcarce; después, cuando “La Cocina del Pirata”, “Gervasio” y otros locales como el que tiene persianas enrollables en la cuadra de éste último y el que está frente al “Café del Tiempo”, iban instalándose, yo les armaba la fachada o el interior realizando pintura decorativa. Entonces, por oposición a lo ocurrido en “El Tendedero”, si en los inicios la feria de la Balcarce parecía delinearse como un proyecto encaramado en el arte (Rodolfo Vivas dice que antes de toda esa movida  

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  su taller estaba en el local en el que después se abrió Zeppelin y Puiggioni, en la suya, que todo comenzó con una casa en la que se realizaron talleres de arte para luego derivar en bar y en Peña), que pudo ceñirse a lo que son las jugadas dentro del campo artístico; en este caso y poco a poco, el arte fue fagocitado por el mercado, y la propuesta derivó hacia una lucha contrahegemónica en el campo de la comercialización de productos. Tupac Puggioni lo expresa magistralmente. Dice: […] en uno de los recitales, uno de los músicos dijo: “bienvenidos al anti shopping”. Apenas pasaba la época de Menem, en la que todo venía de afuera, nosotros no valíamos nada. La Balcarce fue un polo alternativo, el barcito, el bodegón, no era fashion hasta que se hizo fashion. Ya en 2002-2003 la Balcarce era un boom por la cantidad de gente que circulaba, era un fenómeno social indescriptible, todo tipo de gente, todo sector social. Ahora bien: ¿qué decimos cuando afirmamos que una era una feria de arte y la otra una feria comercial que se resistía a que sólo se comercialicen en nuestro medio las marcas producidas desde las grandes multinacionales, olvidando la producción local? ¿Cómo interpretamos la actuación en esta última de las bandas de rock, de los mimos, de los músicos de la sinfónica y la presencia de retratistas y de hojas con poemas colgadas en sogas de las que se habla en todas las entrevistas? ¿qué ha pasado con el arte en el nuevo milenio? En el suplemento “Radar” del diario Página 12 del domingo 5 de mayo de 2013, Claudio Iglesias analiza la muestra Algunos artistas cuyo título fue “elegido para presentar tres recortes posibles del arte argentino entre los noventa y el presente, surgidos de la colecciones de Bruzzone, Aníbal Tedesco y Alejandro Ikonicoff, en la Fundación Proa” (IGLESIAS, 2013:16). Se relata la anécdota del propio Bruzzone sobre los orígenes de la suya. Dice que “se ajusta perfectamente a los artistas que pasaron por la galería del Centro Cultural Rojas entre 1989 y 1996” (ibid). Aunque se trata de exposiciones en la galería de un centro cultural, sorprende que las fechas coincidan casi exactamente con las de “El Tendedero”. Por ello nos animamos a pensar que los que actuaron en éste merecen una apreciación similar a la que el analista hace de aquellos que “formaron un microclima intenso, dotado de reglas propias, que inmediatamente se convirtió en historia, en tradición, en forma” (IGLESIAS, 2013:17). Una jugada fuerte en  

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  el campo del arte en ambos espacios: el Rojas y la Plaza Cuatro Siglos. Al referirse, en cambio, a la colección de Ikonicoff que reúne obras de los años dos mil, Iglesias menciona su “dimensión casi contracultural” y la Balcarce que nace en esa misma época ¿no tuvo algo de contracultura, algunos valores, formas y tendencias que chocaron contra lo establecido, aunque convivieran con ellos? El artículo menciona también a “Belleza y Felicidad” que en 1999 se convirtió “en una Galería de Arte, aunque originalmente nació como un espacio para encontrarse a conversar, hacer música y muestras, editar libros en fotocopias y leer poesía; un lugar disponible para cobijar el arte, en donde las obras fueron sólo una de las tantas manifestaciones” según reza el sitio http://lastroarte.com/projeto/belleza-y-felicidad. De nuevo sorprende el paralelismo: en el cruce de milenio también la Balcarce era el lugar para la “juntada” de los artistas y para la exposición (en este caso callejera) del arte (música diversa, pintura, caricaturas, retratos, títeres, poemas). Recordemos lo dicho por Puggione quien, en otro segmento de la entrevista, dice: Había caricaturistas, retratistas muy buenos. Se los veía de noche en la peña, donde también exponíamos y vendíamos. O sea, los cuadros estaban después en los negocios, los artistas los exponían para venderlos. Yo he vendido y he comprado. Hoy no caben los cuadros; pero en esa época nos servía para decorar. Estaban Roly Arias y Mariela Buchianti, y ellos siempre presentaban amigos. La Balcarce era también un lugar de reunión de juntada de porteños exiliados que se quedan. Había un programa de radio callejero. […] En La Vinoteca se juntaban Nelson Coronel que tocaba temas del rock nacional y dos o tres chicos que hacían poesía (uno está ahora en Europa, en Alemania). Antes de hacerse esto en la Balcarce se hacía en el Centro Cultural y antes en el pozo cultural, en la Facultad de Humanidades. Estaba Juan Erasmo García, el poeta salvaje. Yo nunca pensé que la poesía iba a tener tanto apoyo de los jóvenes. Ahora bien, si en esta movida (la de la Balcarce) todas las artes se manifiestan al mismo tiempo y si a los suaves sonidos que traían los músicos de la Sinfónica (mencionados por Mariana Puló) se sobreañadían las actuaciones de los grupos folklóricos y de las bandas de rock  

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  (mencionadas por Puggione); mientras los retratistas pintaban, los caricaturistas dibujaban; los titiriteros y los mimos actuaban (Mariana Puló menciona un mimo, era un argentino que había vivido en Alemania, Pascuolo, dice en la entrevista); los fotógrafos exhibían sus fotos y los poetas sus hojas, no debemos olvidar que lo central en la Balcarce era la exposición de artesanías. Recordemos que, aunque siempre se las consideró un arte “de segunda” debido a su tendencia a la repetición, cuando las Artes, así con mayúsculas, se alinean en el polo de la innovación, ya “Pajita” García Bes había intentado rescatarlas de de esa subalternidad, tal como lo afirma Elicetche. Veamos lo que responde Puggione ante la pregunta de si los artistas vendían: Calculo que sí; pero pasa como con los artesanos que a veces no venden pero muestran, esto es como tener una oficina, un local en una galería, la gente les encarga y ellos entregan una o dos semanas después. Hay muchos artesanos locales, de Cerrillos, Vaqueros y otros son itinerantes, viajeros. Los primeros tienen su taller, arman su clientela que sabe los encuentra en la feria; los segundos quieren vender porque tienen que comer hoy. En nuestro intento de confrontar la irrupción del arte en las ferias “El Tendedero” y la de la calle Balcarce podemos aventurar las siguientes conclusiones provisorias: en la primera, iluminada por una concepción más tradicional del arte en la que las artesanías no tenían demasiado espacio, a la jugada de irrumpir en el espacio urbano para escapar de los circuitos tradicionales de comercialización y de la museificación, se sumó una baza en el plano de las ideas estéticas: luchar por el liderazgo en las artes de Salta. Por el contrario, el carácter contracultural de la segunda hizo que en ella las artes fueran sólo una parte del tremendo potpourrí en el que las artes y las artesanías conviven y son vendidas por el productor al ocasional paseante, en un claro rechazo al modo de comercializar las líneas de productos de las empresas multinacionales, estrategia propia del shopping. La irrupción del arte en este contexto se reduce a ser parte de esa miscelánea en la que la música clásica convivió con el rock pesado o en la que lo producido en talleres de divertimento para un sector acomodado convive con la producción de obras expuestas también en el Museo Evita de la ciudad de Buenos Aires (ver su web) o en renombradas Galerías como el Palais de Glace, situada en el coqueto barrio de  

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  Recoleta en la ciudad autónoma de Buenos Aires, en la que ingresan sólo pintores reconocidos por su innovación en Arte como Rodolfo “el Cholo” Vivas que también expusiera en “La cocina del Pirata”. Damos este ejemplo entre otras mixturas que hubieran sido inaceptables en tiempos menos posmodernos. La literatura En ambas ferias la literatura tuvo su espacio. Los pintores que organizaban “El Tendedero” convocan el 16 de mayo de 1987, en una propuesta según Elicetche “sorprendente”, a los escritores a colgar su producción. A partir de ahí Alicia Venini (ya fallecida) y Marta Schwarz, unos pocos varones y “las chicas” de la “Hoja de Poesía” (Mercedes Saravia, Alicia Poderti, Mili Acosta, Belén Alemán y quien suscribe) comenzamos a llevar a cada feria nuestras hojitas de poemas que eran colgadas con broches al igual que los cuadros y las fotos que se exhibían. Dicho así, parece un gesto inocente pero visto a la distancia, adquiere relevancia. Ya en los noventa, ese gesto fue leído por la crítica (Ibáñez:1993) como la búsqueda por parte de un grupo de escritoras mujeres de un lugar en el campo de la literatura, o como una jugada (diríamos hoy) por parte de ellas de un espacio en la poesía eminentemente masculina de las décadas anteriores. Mencionamos de pasada una anécdota ya contada en otras ocasiones: los poetas varones recogían las hojas; pero, protestando, decían que esos no eran modos de hacer circular la poesía, que había que ponerla en libros y hacer la presentación en los museos. Desgraciadamente eso nos tentó y poco a poco las hojitas fueron tomando forma de libritos y eran presentadas en esos ámbitos. Es claro entonces el paralelismo con lo hecho, durante un tiempo, por los artistas plásticos, quienes en su mayoría eran también mujeres, ya que, aunque a nosotras nos durara poco el envión, a la apertura que da inventar un nuevo circuito para la producción escrituraria (la calle, no la sala de un museo, ni la librería) se suma la búsqueda de nuevos referentes poéticos (o nuevas poéticas) menos regionales como el neo-romanticismo presente en la poesía de Mercedes Saravia o el latinoamericanismo que se filtró en la de Alicia Poderti. En cambio, si las Hojas que llevamos a la calle Balcarce tuvieron un nombre “Resquicios” y una editorial “La musa malsana” en clara referencia al soneto “La muse malade” de Charles Baudelarie, ellas fueron parte del  

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  potpourri que mencionábamos y ellas en sí mismas también fueron un potpourri. Ya no era un grupo de poetas mujeres luchando por el dominio o por un simple lugar en el campo de las letras, era de nuevo un grupo de mujeres (Mercedes Saravia, Raquel Adet, Ana de Anquín y yo) no tan empeñadas por encontrar un lugar en el campo de las “nuevas letras de Salta” sino en la difusión de la poesía nacional e internacional, en la que, de paso se incorporaron “los olvidados” por las antologías que conformaron el canon de la literatura de Salta (Sara San Martín, Víctor Hugo Escandel, estudiantes universitarios que escribían, por nombrar unos pocos ejemplos). Ninguno fue olvidado por la hoja “Resquicios” ni los consagrados que oficiaron de consagradores (Aráoz, Sylvester), ni sus bendecidos, ni los olvidados. Importante presencia en las hojas tuvo un poeta que compartía con los salteños sus veranos, nos referimos a Joaquín Gianuzzi, ya que se le dedican hojas completas por la importante huella que dejó su poesía en la de varios poetas salteños como Darío Villalba, Antonio Gutiérrez, o la propia Mercedes Saravia, que sigue produciendo las hojas con la importante ayuda de la consagrada Teresa Leonardi Herrán, cuando las tres colegas que la acolitábamos dejamos de colaborar. Aunque en ambas ferias la poesía estuvo presente en los comienzos, su estancia no fue tan larga: no acompañó a “El Tendedero” hasta el final sino sólo hasta 1989, se presentó luego (hasta su finalización en 1991) en los museos; tampoco Resquicios continúa siendo mostrada en la Balcarce, migró hacia las redes y puede ser apreciada en alguna página web oficial como parte de la literatura salteña. Tampoco la Balcarce tiene tantos artistas como al comienzo, aunque las artesanías siguen resistiendo el avance de las multinacionales. Sólo siguen presentes de aquella inicial movida unos curiosos cuadros que nos han hecho meditar sobre los sutiles límites entre el arte y la artesanía. Se trata de piezas todas originales, cuyos artífices son una pareja, Juan y Carolina Rodríguez. Ella las dibuja cada vez a mano alzada sobre una madera cuadrada o rectangular que su esposo cala y asienta en otros cuadrados o rectángulos pintados todos de diversos colores. Luego ella teje a crochet círculos que son aplicados en los calados redondos (ojos de lechuzas, centros de flores, etc.). Un trabajo en equipo (otra vez los equipos) de verdadera calidad. Conclusiones  

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  Hemos intentado reseñar la diferente posición que el arte y la literatura tuvieron en el marco de las ferias “El Tendedero” y la de la calle Balcarce, frente al campo artístico. Tal vez sea bueno retomar aquí lo dicho: la primera hizo una jugada fuerte en por lo menos dos campos, el de las artes plásticas y el de la literatura y en ambos fue importante el envite de las mujeres ya que era casi inexistente su presencia en la plástica y la literatura canonizadas (con excepciones por cierto); en la segunda, en cambio, todo fue misceláneo y mixturado, no hubo apuestas concretas en el campo artístico. Esta diferencia ¿tuvo que ver con ciertas “condiciones de producción”? Para “El Tendedero” ¿hasta qué punto la finalización reciente de la dictadura tuvo su impacto en el renacimiento de las utópicas batallas sesentistas por la integración de las artes en Salta (CEBAS)? ¿Su clausura se produjo cuando sus impulsores dieron por ganado el juego? ¿En qué medida el fin del menemato y sus políticas neo-liberales con sus secuelas de desempleo y la misma crisis de 2001 no impulsan el inicio de la feria de la calle Balcarce como posible salida laboral? En este contexto ¿podría pensarse que la imposibilidad de apostar con relación al campo artístico en general y literario en particular de los 2000, tiene que ver con la inexistencia de envites al interior del mismo, según una reflexión hecha al hablar de su grupo de pertenencia por Juan Díaz Pas (2011)? ¿El arte se ha retirado del todo o simplemente ha migrado a espacios diferentes como un galpón vecino perteneciente a la casi desusada estación de trenes, el centro cultural “Arístene Pappi” 2 , donde los escritores más jóvenes de nuevo en confluencia con plásticos y teatristas organizan anómalas presentaciones de revistas y libros? La apuesta de esta feria, al retomar tradiciones ancestrales, como la de los mercados medievales y las ferias de trueque anteriores a la Conquista de América ¿tiene que ver con una tendencia anticapitalista? O ¿Se trata de un nuevo circuito del mercado relacionado con la impronta del turismo que, al mismo tiempo que convida a revisitar las tradiciones, muestra la des-localización de las prácticas artísticas en este nuevo milenio? En fin, son preguntas que quedan para más adelante. Bibliografía

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 El  centro  se  encontraba  floreciente  en  el  momento  de  la  escritura  de  este  trabajo,  en   junio  de  2013  hoy,  en  el  final  de  ese  mismo  año,  sabemos  que  atraviesa  una  crisis.  

 

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  BOURDIEU, Pierre (1983): Campo intelectual y campo del poder, Buenos Aires, Gandhi. DÍAZ PAS, Juan Manuel (3 de julio de 2011): “Nadie tiene la palabra” en Punto Cultural (suplemento cultural del diario Punto Uno) sin N°, Salta, Editorial Veinte Veinte S.R.L. p. 3, (respuesta a un artículo de Idángel Betancourt “Noticias poéticas sobre el grupo Ya Era” publicado en el Punto Cultural del 19 de junio). ELICETCHE, Alberto (2004): “El Tendedero”, feria de arte al aire libre. Un movimiento integrador de las artes en la Salta de los ‘90”, Tesis de licenciatura en Artes presentada en la UNSa. IBÁÑEZ, Marta (1993): “De la ética de la sumisión a la estética de la liberación” en La escritura salteña de los ’80: condiciones de producción y de reconocimiento. Informe final del Trabajo de Investigación 325/92, Salta, Consejo de Investigación de la Universidad Nacional de Salta. Mímeo. IGLESIAS, Claudio (5 de mayo de 2013) “Los años noventa” en Radar (suplemento cultural del diario Página 12) N° 868,

Buenos Aires, La

Página S.A. pp. 16 y 17. PÁGINAS WEB “Belleza y Felicidad” en http://lastroarte.com/projeto/belleza-y-felicidad consultada el martes 28 de mayo 2013. “Inauguración de muestra de Rodolfo “Cholo” Vivas” en http://www.museoevita.org/index.php/prensa/notas-de-prensa/96inauguiracion-de-muestra-de-rodolfo-cholo-vivas “La

hoja

de

poesía

Resquicios”

http://www.portaldesalta.gov.ar/resquicios/index.html

 

en