Convivir y habitar la ciudad: entre el olvido, la decadencia y el resurgimiento

Convivir y habitar la ciudad: entre el olvido, la decadencia y el resurgimiento. 1 Julio Solís Moreira - Paulo Coto Murillo “Luz baja de alumbrado p...
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Convivir y habitar la ciudad: entre el olvido, la decadencia y el resurgimiento. 1

Julio Solís Moreira - Paulo Coto Murillo

“Luz baja de alumbrado público. Una acera discreta a pesar de la onda expansiva del crecimiento urbano, poco transitada. Una casa vieja tímidamente escondida en un antiguo barrio…” Urbanoscopio – Fernando Contreras

Introducción Cuando reflexionamos sobre la ciudad de San José, nos irrumpe a primera vista un imaginario de lo vacio, del desorden como lugar común de representación del espacio, un olvido colectivo de la vida cotidiana de quienes habitan los barrios cercanos al centro, barrios con una vida, con un dinamismo, con una historia que se incorpora en los vecinos y sus edificaciones. Las relaciones sociales en la ciudad, se ven presionadas en parte por lógicas urbanísticas que olvidan las expectativas de quienes al final de cuentas hacen la ciudad, este dilema nos pone a pensar sobre el futuro de la ciudad contemporánea. Expresada la preocupación anterior, es vital rescatar la convivencia de quienes habitan la ciudad y sus barrios. En aras de comprender esto, observamos que los barrios y las relaciones que se suscitan en ellos están llenas de lugares significativos, puntos de referencia, recorridos habituales, representaciones, prácticas, vivencias, historias y pertenencias, que se dan a pesar del anonimato, el constante encuentro y desencuentro al que se ven arrojados los pobladores en la ciudad. ¿Por qué estudiar la ciudad? Durante las últimas tres décadas (1980-2012) en la sociedad costarricense se han venido suscitando procesos de transformación económica, política, social y cultural, ellas se cristalizan respectivamente en el cambio de política económica intervencionista a una economía que promueve la idea del “libre comercio”, desregulando asimismo la intervención pública, de un modelo de Estado benefactor a un Estado mínimo con intervenciones focalizadas, esto se ha reflejado en una creciente desigualdad social y vulnerabilidad social, así como un aumento de la segregación territorial, se ha también encontrado que esta desigualdad tiene correlación con el aumento en los índices de criminalidad y la inseguridad ciudadana; a todo lo anterior hay que sumar cambios paulatinos en las subjetividades culturales, de una sensibilidad relativamente solidaria hacia principios relacionales de corte individualista, estos elementos derivan sin duda en un clima cultural distinto al vivido en los inicios de la segunda mitad del siglo XX. Se observa detrás de lo señalado como distintos elementos de la conformación social sufren transformaciones concretas, es de señalar que uno de esos espacios de 1

Sociólogos e Investigadores en el Programa de Cultura Local Comunitaria y Sociedad Global (PROCULTURA) del Centro de Investigación en Cultura y el Desarrollo (CICDE). Correos: [email protected], [email protected]

transformación es la ciudad, encontramos específicamente elementos de transformación en las relaciones de reproducción en lo urbano, de las prácticas sociales (nuevas formas de habitación, crecimiento de la población urbana, suburbanización) y de las subjetividades culturales (cambios idiosincráticos, imaginarios y representaciones de la ciudad), ante esta situación justificamos la convivencia urbana como un objeto de investigación, que articula en casos concretos –barrios- los elementos de transformación antes punteados. Hay que señalar que algunos estudios han problematizado el tema de las nuevas dinámicas urbanísticas, el crecimiento urbano, la macrocefalia urbana, la tendencia hacia la segregación urbana, asimismo surgen estudios que promocionan la ciudad como una oportunidad para el mercado (inmobiliario, industrial, comercial), la infraestructura urbana y la seguridad ciudadana; los últimos temas son paradigmáticos de la gestión urbana de corte neoliberal y los estudios de gobernabilidad urbana. (PRUGAM, 2008), (Pérez, 1998). En la presente ponencia se mantendrá una posición crítica frente a las investigaciones urbanísticas enfocadas al mercado, la infraestructura o el orden público, por ello rescatamos los esfuerzos académicos existentes para comprender las relaciones concretas de los habitantes de la ciudad en sus respectivos barrios, sus expectativas, sus prácticas y representaciones. Siguiendo lo anterior, el abordaje y la perspectiva del estudió, se sostiene en que “urbanizar no significa hacer ciudad”2, y esto se ve cuando los procesos de urbanización no promueven la equidad, sino que surgen gran cantidad de barrios-guetos (de ricos y de pobres), espacios segregados (sin movilidad social), factores que son la negación del significado de ciudad, favorecen los conflictos, la marginalidad, aumentando el sentimiento de inseguridad y el miedo al “otro” (González, 2009). La convivencia urbana La ciudad como espacio social es un escenario cultural que se ha ido transformando por elementos estructurales, que si bien son centrales y pueden dar pistas de las trasformaciones urbanas en conjunto, no dan cuenta de la vida concreta de los habitantes que coexisten en los espacios urbanos, relaciones que tienen unas especificidades incorporadas en dinámicas sociales: cotidianas, vivenciales, barriales y territoriales. Es por esta situación que dentro de los intereses del estudio de lo urbano hemos privilegiado la discusión de dos tendencias disyuntivas en cuanto al entendimiento de lo urbano, la conformación política y la vida en la ciudad, tendencias de un origen prescriptivo más que de un origen analítico, centradas en el dilema de la regulación de las relaciones sociales en los entornos urbanos. Los elementos normativos señalados son, el orden público y la convivencia, el primero está ligado a la administración de las reglas por control social, con la típica lucha contra el “desorden” en las ciudades, el delito, el trabajo informal, hasta por la estética no planificada burguesamente. Mientras que el elemento de la Convivencia3 remite al valor

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Esta exposición de González (2009) explica bien la diferencia entre la ciudad y lo urbano. La ciudad tiene un contenido socio-político y está en relación a los derechos, el “derecho a la ciudad”. Lo urbano, por su parte, se adjetiva en formas concretas, se urbaniza un barrio, una mayor aglomeración de población urbaniza el entorno. 3 Illera (2005) plantea que la convivencia proviene etimológicamente de conviviere, que significa vivir en compañía de otros, cohabitar, el vivir con. La convivencia aparece como un concepto práctico, como la

de las relaciones existentes entre los pobladores en el entorno, esto lo podríamos observar en las relaciones de vecindad, con el conocimiento del otro, la participación y la cooperación. (Illera, 2005) La presentación anterior es primordial debido a la importancia que los gestores urbanos le han dado a la solución del llamado “desorden público”4, buscando proteger la integridad de los pobladores para crear un ambiente favorable a la inversión (propiedad privada), promoviendo la seguridad ciudadana, el control policial y la vigilancia (cámaras y circuitos cerrados). Ese énfasis en el orden público representa una visión excesivamente restringida para entender la proyección de la ciudad, olvidando abogar por una ciudad de derechos e inclusiva donde los habitantes se sientan incluidos en los espacios públicos, que son centrales, como lugares materiales no solo para el estar, sino que también residen en la potencia positiva al derecho –sustantivo- de ser ciudadanos (el derecho a la ciudad). El panorama de discusión es completamente contemporáneo para el caso costarricense, en un contexto en que se busca definir el rumbo de la ciudad, se han sumado grandes esfuerzos y esperanzas por re-ordenar y revivir el espacio. Se plantean muchas hipotesis5 acerca de los problemas que tiene la ciudad en cuanto de la convivencia urbana, tanto en barrios de cuantiosa población, con poca inversión, hacinamiento y acumulación de vulnerabilidades, como en barrios con poblaciones en disminución (barrios viejos) que sin duda son zonas en decadencia. Ante las disyuntivas presentadas, hemos optado por escoger unos marcos interpretativos que sean fieles al objeto de investigación de la ciudad como un espacio de lo representado y vivido por sus habitantes. El marco de interpretación teórico-analítico se fundamenta en el desarrollo de dos escuelas paradigmáticas de las ciencias sociales, la primera el materialismo histórico y el segundo marco de referencia la fenomenología. Se propone, desde la investigación, una suerte de dialogo entre estas dos hermenéuticas de lo social haciéndolas converger en un punto de encuentro común, la realidad de la vida cotidiana. Lo anterior lo podemos poner en perspectiva desde lo que plantea Carreño (1999) a través de la teoría de la estructuración de Anthony Giddens, con el argumento de una dualidad estructural, entre la producción y reproducción social. “[…] la producción social tiene que ver con la forma en que la vida social es producida o creada por la gente que participa en las prácticas sociales. En las prácticas sociales los seres humanos son creadores de significado y de realidad social. El carácter reflexivo y el comprometimiento de los actores hacen posible que la acción constituya, sostenga y cambie las formas de vida social tales como las instituciones y las estructuras, dado que éstas no tienen una existencia aparte de las actividades que les dan sentido.” (Carreño, 1999, p.140).

reciprocad de las relaciones entre pobladores, comunidades, pueblos, países, etc. Hay que tener en cuenta que la convivencia entre vecinos que no depende exclusivamente de la dirección estatal. 4 Tendencias como la cero tolerancia, la teoría de las ventanas rotas, la prevención situacional, los espacios defendibles, se enarbolan con la idea de “combatir” las violencias urbanas y han surgido de políticas urbanas y municipales. Wacquant (2004) 5 El deterioro ambiental, la contaminación ambiental y sónica, la saturación visual, el crecimiento del comercio frente a espacios habitacionales, la pérdida de los espacios públicos, la violencia urbana y la inseguridad ciudadana.

Planteamos justamente que en la constitución y reproducción de las relaciones sociales en la ciudad, hay representaciones y prácticas sociales que reproducen las relaciones de convivencia en el diario vivir. En este sentido nos fue fundamental la conceptualización que realiza Edward Soja, sobre la vida cotidiana como una realidad social compuesta por tres espacios, posibilitando el dialogo y articulación analítica entre las discusiones planteadas desde el materialismo histórico y la fenomenología. Para Soja la vida cotidiana es el espacio de lo percibido, lo representado y lo vivido, que están en constante relación (Albino y Barsky, 1997). Lo percibido, aparece como la articulación de la geografía en la vida cotidiana en la ciudad, el entorno de las relaciones sociales. Esto es fundamental debido a la necesidad de entender elementos como los desplazamientos, el uso del espacio público, la vivienda y las infraestructuras en los barrios. Lo representado, como la forma en que los habitantes se refieren a la vida en la ciudad, sus expectativas y representaciones de la ciudad en sus barrios, este punto es central para entender la convivencia como una multiplicidad de relaciones simbólicas, y de proyecciones, así podemos interrogar sobre la experiencia del habitar la ciudad: ¿Usted cómo quisiera que fuera su barrio y también la ciudad de San Jose? ¿Le gusta vivir en este barrio? El elemento de lo vivido implica el entendimiento de las prácticas sociales6 de los habitantes de los barrios, este punto es central pues el estudio de la ciudad se puede enriquecer a partir de lo que hacen y no hacen los pobladores, en el intercambio del tiempo y la apropiación del espacio. La acción de los ciudadanos se enfrenta a dificultades en, el acceso de la población a la calidad de vida, el temor a ser victimizado y el capital social de la población (la vecindad y la participación en los barrios), elementos en el ordenamiento social de la ciudad. La reflexión analítica propuesta es importante porque toma en cuenta que la vida urbana se manifiesta en una geografía de la vida cotidiana (lo vivido), donde se concibe, se interpreta y representan los espacios que percibimos cuando habitamos la ciudad, una manufactura que reside en los pobladores y no en los esquemas racionales del urbanista, el policía, el sociólogo o el arquitecto. (de Castro, 1997). Para hacer operativo el estudio de la convivencia urbana (en lo percibido, lo representado y lo vivido), se plantean algunas dimensiones de análisis que tienen dos rasgos básicos; en primer lugar buscan estudiar la relación de los pobladores con la ciudad (entorno), a través del tiempo (uso del tiempo) y la apropiación y uso del espacio público , dos condiciones esenciales para estudiar las prácticas cotidianas en el entorno barrial, luego se presentan dos factores que se centran en las actividades sociales de los pobladores entre sí, la vecindad y la participación. El uso del espacio público

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Las prácticas cotidianas surgirían de este debate, como el proceso de la acción en el espacio urbano. Como plantea de Stefani (2007), el espacio urbano no es un simple telón de fondo, hay que desearlo y reproducirlo constantemente, es un producto cultural, es un producto derivado de las prácticas sociales en su dimensión cotidiana.

Uno de los sentidos más importantes de la vida en la ciudad se refleja en los lugares de encuentro, en los referentes geográficos comunes de la población y estos tienen que ver con la construcción de una convivencia íntimamente articulada al territorio7. Con el fin de estudiar el espacio se estudia, la recurrencia de los pobladores a visitar y recorrer habitualmente ciertos lugares de la ciudad de San José (iglesias, parques, servicios públicos) y de sus barrios (sodas, parques, lugares de recreación), también los puntos de referencia y lugares comunes, espacios de encuentro (de cercanía) y de desencuentro (conflictivos), espacios de ocio y diversión, espacios de trabajo, entre otros. El uso del tiempo El estudio del uso del tiempo tiene su correlato en las prácticas de los pobladores, que a partir de sus condiciones de vida lo dedican a diversas actividades. El uso del tiempo se ha estado trabajando en relación a los desplazamientos en las ciudades, el tiempo libre (ocio y diversión), los cambios en los mercados de trabajo, el trabajo domestico, la participación, entre otros. Estos estudios son de gran importancia para conocer los horarios y las vidas de los y las pobladoras en sus espacios y prácticas cotidianas, sobre todo para ver las diferencias a nivel de género, que es un elemento transversal que hay que incorporar en las agendas de investigación, para ver las diferencias concretas en el uso de tiempo que las mujeres y los hombres asumen en la cotidianamente en la ciudad. En la investigación se operacionaliza el uso del tiempo en actividades laborales, el uso del tiempo libre en los barrios y en la ciudad de (cantidad de tiempo destinada a ciertas actividades regulares de los pobladores), así como las diferencias de género. Las vinculaciones vecinales Las vinculaciones vecinales han de ser entendidas, como el conocimiento del otro, la cercanía y la confianza entre los vecinos; asimismo son las “[…] relaciones de conexión (unión, encuentro) que presentan o han presentado cierta consistencia y constancia entre dos o más personas o grupos de personas cuyas residencias se encuentran espacialmente cercanas entre sí” (Soto, 2008, p. 243) La definición de las vinculaciones vecinales es crucial para analizar la vida en los barrios urbanos, en lo que antes se planteo como la posibilidad de reciprocidad entre los pobladores. Se trabajaran a partir de las relaciones y el conocimiento entre los vecinos, la confianza entre los mismos. La participación de los vecinos Este es un elemento operativo, con el cual se buscará ver la capacidad de los pobladores para participar en agrupaciones colectivas y ver el grado de organización en los barrios. Este factor es clave para entender la vida en el espacio urbano y la ciudad, como referente político. 7

Solinis (2009) plantea que es importante abordar el territorio en sus diversas escalas, como referente espacial de las regulaciones urbanas.

Se buscará estudiar el grado de organización, la capacidad y la calidad de participación de los vecinos en: Asociaciones de Desarrollo Comunal, Bandera Azul, Comités de Seguridad Comunitaria, Asociaciones de Deportes, entre muchas otras. El barrio como unidad de análisis El barrio es central en el estudio de la ciudad, se concibe como una obra humana8, una construcción espacial y significativa de la vida urbana, es un espacio de relacionalidad, de arraigo, de reciprocidad, de referencialidad, un lugar de encuentro, esto es un espacio de habitación -un habitad- compartido, un micro cosmos que reúne las distancias sociales, espaciales y temporales (representación histórica9). Converge también como proceso y movimiento en el espacio geométrico (urbanístico) 10, de encuentros, recorridos y tránsitos, asimismo, es lugar donde transcurre la traducción y accesibilidad de los diversos espacios sociales mediante lo percibido, la representado y lo vivido en la propia cotidianidad del habitante o de “un peatón que recorre un espacio, un cierto espacio en un tiempo determinado, sin tener necesidad de tomar un coche.” (Lefebvre, 1975, p.201). De esta forma el valor del concepto de barrio en esta investigación se da, en sus características de cercanía territorial, como escenario de relaciones sociales, como un espacio por excelencia para la convivencia. Se busca con la definición de barrio, tomar distancia de conceptos que simplifiquen y que implican caer fácilmente en discursos de cooperación y vida comunitaria como correlatos de convivencia y cohesión social. (Solinís, 2009, pág. 294) Lo anterior implica la idea de ver al barrio en concreto (en las relaciones materiales y significativas), se lo entenderá como el espacio de la experiencia vivida, como un espacio asumido, que trasciende de lo físicamente percibido, como el espacio de la vida cotidiana, “[...] el espacio de las representaciones, y va aún más allá del espacio vivido [...]” (de Stefani, 2007, p. 4). Abordaje metodológico de la ciudad a través de la convivencia urbana. La investigación sobre Convivencia Urbana en San José es un estudio de caso entre dos barrios, como son, Barrio Cristo Rey y Barrio Escalante. A nivel operativo se busco triangular la generación de la prueba empírica; primero a partir de la creación de información cualitativa (entrevistas semi-estructuradas), luego, a partir de la información cualitativa y el marco teórico se han definido los indicadores y las variables, en la implementación de una encuesta para las formas de convivencia de los pobladores de los dos barrios.

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La construcción o la edificación de las obras es para habitarlas, como señala Heidegger (1956) el habitar es en la experiencia cotidiana, algo habitual: “Habitamos no porque hayamos construido, sino que construimos y hemos construido en cuando habitamos, esto es, en cuanto somos habitantes.” (p.3) 9 El contenido histórico de barrio se da en que este es un espacio heredero de micro-coyunturas de otras épocas (Lefebvre, 1975) 10 En esta investigación se marca una distancia con el sociólogo francés, no se comparte que haya una distancia absoluta entre el espacio como lugar geométrico o geográfico, frente a lo político-normativo institucional, sino que se ven en relación. Tal postura busca ser más coherente con la propuesta de barrio como espacio socio-geográfico donde se accede, se habita y se transita, relacionado a un conjunto de contenidos políticos, sociales, culturales, económicos.

El contraste o la comparación entre dos barrios de distinto estrato socio-económico tienen una utilidad o fin concreto, evidenciar la forma en que la población vive la convivencia en entornos urbanos, desde el acceso a necesidades y bienes materiales e inmateriales. A nivel concreto, se observa como la diferencia en el acceso a bienes y servicios, incide en las relaciones y la convivencia de la población en la ciudad. Por ejemplo, el factor de ingresos es medular, por la obligación al consumo que se da en los espacios urbanos, donde las actividades asalariadas son centrales para la reproducción de las necesidades materiales de la población (vivienda, alimentación, vestido). Asimismo se abordó el estudio con tres componentes: Un diagnostico barrial, donde la ciudad emerge como espacio social, en este componente se describen cuales son las condiciones socio-históricas y demográficas de los barrios estudiados, para ver cuáles son las condiciones de vida en los barrios a través de un estudio exploratorio. Se buscará también recuperar la memoria histórica de los dos barrios, por medio de fuentes secundarias (textos de bibliotecas, tesis, publicaciones), con el fin de ver las transformaciones de los barrios. En un segundo componente, se estudian las representaciones sociales (elementos de percepción y expectativas de vida en la ciudad) desde la perspectiva y anclaje simbólico de los pobladores alrededor del uso del espacio, el uso del tiempo libre, la vecindad y la participación. Para ello se definió un instrumento cualitativo (entrevista semiestructurada). Un tercer componente, se dedica a estudiar prácticas cotidianas, como elementos concretos de la vida de los pobladores en la ciudad. Este componente se está abordando a partir de una encuesta que integra mediciones, a partir de ítems sobre uso del espacio público, la vecindad, el uso y apropiación del espacio, y una tabla para medir el uso e intercambio del tiempo. Reflexiones finales. Como se señaló, la definición de convivencia se ha utilizado como un recurso, para promover acciones a favor de una cohesión normativa entre los pobladores de la ciudad. A modo de invitación, y tomando en cuenta los antecedentes y la literatura, se plantea como alternativa analítica, que la convivencia tiene su contenido en el acceso al espacio y la vida pública, y su forma, se refleja en la vida cotidiana en los barrios. En este sentido, el barrio emerge como una vía para entender la conformación y la morfología de la ciudad. Además, se presenta como el espacio de la experiencia (lo percibido, lo representado y lo vivido), va más allá de un presupuesto normativo, comunitario o participativo. Es útil para investigar las prácticas y las representaciones en la vida cotidiana. Las dimensiones operativas de la convivencia (el uso del espacio público, el uso del tiempo, las vinculaciones vecinales, la participación de los vecinos) delimitan algunas condiciones de vida de los pobladores, pero solo a partir de las experiencias de los mismos y de los casos específicos, se podrá dar un concepto más o menos comprensivo de la convivencia urbana, definición que podría generalizarse con el estudio comparativo de otros barrios josefinos.

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