Autoritarismo y crecimiento en China

Autoritarismo y crecimiento en China Mag. Adriano Bosoni 2010 Adriano Bosoni es Licenciado en Periodismo (Universidad del Salvador, Argentina) y Mag...
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Autoritarismo y crecimiento en China

Mag. Adriano Bosoni 2010

Adriano Bosoni es Licenciado en Periodismo (Universidad del Salvador, Argentina) y Magíster en Relaciones Internacionales (Università di Bologna, Italia). Realizó cursos de posgrado sobre instituciones políticas y desarrollo económico. Es autor del libro “La Unión Europea y sus instituciones” (Ediciones Universidad del Salvador, 2009). Actualmente se desempeña como profesor de la cátedra “Análisis Internacional” en la USAL.

1. Introducción En los últimos años China se ha convertido en el país que más fascina a economistas, politólogos e intelectuales de toda clase. Las descomunales tasas de crecimiento que experimenta el gigante asiático, sumadas al peculiar sistema político-económico que construyó desde fines de la década de 1970, constituyen un interesante caso de estudio para numerosas áreas de las ciencias sociales. Una de las preguntas cruciales sobre China, que ocupa a analistas en libros, periódicos, canales de TV, programas de radio y sitios web, consiste en aventurar durante cuánto tiempo el país podrá mantener sus rasgos autoritarios (sistema de partido único, censura a la prensa, represión de las expresiones políticas disidentes) sin que ello genere descontento social y ponga en peligro la estabilidad del sistema. O, dicho de otra manera, durante cuanto tiempo China podrá postergar las transformaciones democratizantes que buena parte del planeta le reclama. Diversos intelectuales han planteado que cuando los países alcanzan un nivel medio de ingreso las reformas democráticas se vuelven inevitables. Sin embargo, estudios recientes ponen en duda esta aseveración, que a veces se hace más desde lo intuitivo que desde lo fáctico. Si bien es cierto que en general se corrobora una correlación entre democracia y crecimiento económico, no está satisfactoriamente demostrado que exista una relación causa-efecto entre ambas variables. De hecho, son muchos los estudios que admiten que es factible que regimenes autocráticos mantengan la senda del crecimiento sin por ello acceder a políticas de apertura en materia de derechos civiles o sociales. Más aún, numerosos analistas explican que tales transformaciones democratizantes son percibidas por los actores políticos y económicos como fuentes de incertidumbre, y es sabido que la incertidumbre suele atentar contra el florecimiento económico. Por lo tanto, cuanto más amplio –o más poderoso- sea el sector que se está beneficiando con el crecimiento económico, menos incentivos tendrá para promover medidas aperturistas. En tal sentido, el objetivo del presente trabajo es poner un manto de duda sobre la tan promocionada “apertura democrática” que muchos analistas vaticinan que China tendrá que afrontar tarde o temprano. En las páginas siguientes se defenderá la idea de que mientras aquellos sectores con la capacidad para impulsar cambios sigan obteniendo réditos con el sistema actual, las posibilidades de democratización serán más bien escasas. A fin de ofrecer un panorama claro, en primer término se presentarán diferentes enfoques teóricos que buscaron explicar las relaciones que existen entre el sistema político de un país y su performance económica. Básicamente se seguirán los estudios de Torsten Persson y Guido Tabellini, las investigaciones de Daron Acemoglu y Simon Johnson y los postulados de Douglas North. Tras ello, se buscará aplicar los mencionados puntos de vista al caso chino.

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2. Democracia, autoritarismo y crecimiento Son numerosos los estudios académicos que indagaron respecto del lazo entre democracia política y crecimiento económico. Si bien muchos de ellos proclamaron que existe una relación causal entre ambas variables (a mayor democracia mayor crecimiento), otros no encontraron un nexo evidente. Buscando dar respuesta a este interrogante, los economistas Torsten Persson y Guido Tabellini plantean que las democracias crecen en promedio más rápido que las autocracias, pero que el vínculo entre ambos factores es indirecto. De acuerdo con estos investigadores, el nexo entre democracia y crecimiento se explica a partir las expectativas que poseen los actores económicos: en los países democráticos la esperanza de una mayor democracia futura genera un incremento en las decisiones de inversión actuales, lo cual impacta positivamente en el desempeño económico. En tales países se genera un círculo virtuoso según el cual a medida que se consolida la democracia también crecen los niveles de ingreso. Este fenómeno genera mayor estabilidad democrática, que a su vez se traduce en más crecimiento. De hecho, una investigación de los autores asegura que los países que pasan de un sistema autocrático a uno democrático muy pronto experimentan un marcado aceleramiento en sus economías.1 Por lo tanto en el modelo de Person y Tabellini la calidad democrática de una nación tiene un efecto positivo en el crecimiento, pero de manera indirecta porque incide sobre las expectativas de inversión y ganancia. En palabras de estos economistas: “Cuando un país se convierte en democracia disfruta de mayor eficiencia. Esto incrementa el ingreso per cápita y las ganancias por inversión. Como resultado de ambas fuerzas, la acumulación de capital y el ingreso per cápita crecen. Esto, a su vez, lleva a la consolidación de la democracia, lo cual conduce a una inversión en capital físico aún mayor. (…) En otras palabras, el capital democrático aporta un efecto multiplicador en este círculo virtuoso autosustentable”.2 De este planteo se deriva una conclusión lógica: la amenaza de abandono de la democracia suele tener un impacto negativo en la economía de un país. Dicho de otro modo, la posibilidad de un golpe de Estado atenta seriamente contra el citado círculo virtuoso del crecimiento. Pero los autores descubrieron un segundo fenómeno, aún más importante: el peligro de abandono del autoritarismo también daña el crecimiento. Esta situación se explica porque la incertidumbre política a menudo tiene consecuencias negativas sobre la economía. Así como la posibilidad de una ruptura del orden democrático es vista por los actores económicos como un elemento desestabilizador, el final del autoritarismo también puede ser considerado como una fuente de inestabilidad y producir un impacto negativo sobre el desempeño económico de un país.

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Torsten Persson y Guido Tabellini, “The growth effect of democracy: is it heterogenous and how can it be estimated”, NBER Working Paper, 2007. 2 Torsten Persson y Guido Tabellini, “Democratic capital: the nexus of political and economic change”, NBER Working Paper, 2006.

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Por lo tanto, podemos afirmar que todo cambio de régimen –en cualquier sentido- es visto con recelo por los actores encargados de tomar decisiones económicas y financieras. Ello es particularmente cierto cuando los sectores que ostentan el poder político y económico se benefician con el régimen imperante y no tienen incentivos para cambiar de sistema. Llegamos entonces a un punto muy interesante en el análisis del nexo entre expansión y sistema político. Si bien el crecimiento económico puede contribuir al fortalecimiento de una democracia, no está claro que pueda derribar una dictadura. Como indican Persson y Tabellini, “un ingreso alto disminuye significativamente el riesgo de salida de la democracia, pero no tiene un efecto significativo en la probabilidad de salida de la autocracia”.3 Por otro lado, los investigadores afirman que el sistema político de un país está relacionado con su historia. Aquellas naciones que ostentan una larga tradición democrática tienden a preferir este sistema, al tiempo que los Estados que experimentan extensas etapas de autoritarismo son propensos a mantenerse de ese modo. Persson y Tabellini denominan “capital democrático” al nivel de importancia que la ciudadanía le otorga a la democracia, sus mecanismos y sus instituciones. Naturalmente, este capital se profundiza durante las etapas de democracia y se reduce durante las dictaduras.

3. Las instituciones como explicación del crecimiento Al igual que en el enfoque teórico antes presentado, Daron Acemoglu y Simon Johnson intentaron dar una respuesta satisfactoria a la eterna pregunta de porqué algunos países crecen más rápido que otros. Como muchos analistas antes que ellos los autores posaron su mirada en las instituciones, entendidas a grandes rasgos como las reglas de juego que moldean la interacción humana. Pero lo hicieron marcando una diferencia esencial: plantearon que éstas son endógenas, porque están determinadas -al menos en parte- por los actores políticos y económicos que operan en una sociedad. De acuerdo con Acemoglu y Johnson, las instituciones económicas influyen sobre el crecimiento porque moldean los incentivos de los actores económicos clave de una sociedad. En particular, influyen sobre las inversiones en capital humano y físico, como así también sobre la tecnología y la organización de la producción. Desde este punto de vista, las diferencias en las instituciones económicas constituyen la mayor fuente de diversidad entre países en materia de crecimiento y prosperidad, porque tienen impacto tanto en el desempeño económico como en la distribución de los recursos. Las instituciones económicas están, a su vez, determinadas por el poder político. Dicho poder asume dos formas. El poder de jure es aquél que emana de las instituciones políticas (como por ejemplo, los diferentes cargos y atribuciones de gobierno que crea una Constitución Nacional). Sin embargo otros sectores de la sociedad también pueden poseer poder político, basado en factores tan diversos como sus recursos económicos, su capacidad para organizarse y movilizar gente o su acceso a la fuerza y la coerción. Esta segunda clase es conocida como poder de facto.

3

Ibidem.

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Naturalmente, ambas clases de poder a menudo entran en colisión. Por un lado, porque los dos sectores lucharán por moldear las instituciones políticas en beneficio propio. En igual sentido, porque el poder de jure y el de facto competirán por la elección de las instituciones económicas (que, como se vio, determinan el desempeño económico de un país y la asignación de recursos). En otras palabras, el control de las instituciones políticas le permite a un determinado sector manipular el futuro de las instituciones económicas y sus resultados. Como bien lo señalan los autores: “Las instituciones económicas (y políticas) no siempre son elegidas por la totalidad de la sociedad (y no para el beneficio de toda la sociedad), sino por los grupos que controlan el poder político en ese momento (tal vez como resultado del conflicto con otros grupos). Estos grupos elegirán las instituciones económicas que maximicen su propia renta, y las instituciones económicas resultantes tal vez no coincidan con aquellas que maximizan la riqueza o el ingreso de todos”.4 Para los autores esta situación implica un problema de compromiso. En el marco de su enfrentamiento, el poder de jure y el de facto no pueden alcanzar acuerdos porque ninguna de las partes puede comprometerse de antemano a que respetará tales pactos una vez que se haga con el poder político. Por lo tanto, las elites suelen evaluar los posibles cambios económicos no solamente a partir de sus eventuales consecuencias económicas, sino también a partir de sus resultados políticos. Ya Douglas North había mencionado el papel que desempeñan las elites a la hora de determinar las reglas del juego que tendrán lugar en una sociedad. Según el ganador del Premio Nobel, las instituciones económicas son el resultado de las preferencias que poseen los actores individuales con capacidad de negociación. En algunos casos el resultado de estas preferencias individuales se traduce en instituciones económicamente eficientes, aunque a menudo puede ocurrir lo contrario. Como bien lo indica, “las reglas son, en buena medida, articuladas buscando el bienestar privado más que el bienestar social”5. Este fenómeno explica porqué muchos países se aferran a instituciones económicas ineficientes: a menudo, los grupos que ostentan el poder político no introducen las reformas económicas necesarias para lograr el crecimiento porque ello implicaría que pierdan su poder político y económico. Así las cosas, Acemoglu y Johnson dan una pista respecto de las condiciones que favorecen el surgimiento de “buenas” instituciones económicas: “Los contextos donde existen restricciones al uso del poder político porque, por ejemplo, hay un balance del poder político en la sociedad o alguna forma de separación de poderes entre diferentes sectores son más propensos a engendrar un ambiente que proteja los derechos de propiedad de un sector más amplio de la 4

“Economic (and political) institutions are not always chosen by the whole society (and not for the benefit of the whole society), but by the groups that control political power at the time (perhaps as a result of conflict with other groups). These groups will choose the economic institutions that maximize their own rents, and the economic institutions that result may not coincide with those that maximize total wealth or income”, Daron Acemoglu y Simon Jonson, “Institutions as the Fundamental Cause of LongRun Growth”, Handbook of Economic Growth, Philippe Aghion and Steve Durlauf, 2004. 5 “Rules are, at least in good part, devised in the interests of private well-being rather than social wellbeing”, Douglas North, “Institutions, institutional change and economic performance”, p. 48.

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sociedad. (…) En consecuencia, las restricciones y los controles en el uso del poder político por parte de las elites típicamente conducen al surgimiento de mejores instituciones económicas”.6

4. El desempeño económico de China El crecimiento que experimentó China en las últimas tres décadas no tiene parangón en la historia económica moderna. Año tras año, el país muestra una expansión de su PBI en torno al 10% anual y revela cifras igualmente sorprendentes en materia de reducción de la pobreza. De hecho, numerosos analistas consideran que el país modera las cifras oficiales de expansión para ocultar un crecimiento real que se supone incluso más amplio. De acuerdo con el Banco Mundial, en el lustro 2004-2008 el gigante asiático presentó el siguiente panorama macroeconómico: Crecimiento del PIB (% anual) 2004 10,10%

2005 10,40%

2006 11,60%

2007 13,00%

2008 9,00%

2007

2008

PBI per cápita (US$ a precios actuales) 2004 1.490$

2005 1.715$

2006 2.027$

2.566$

3.267$

Fuente: Banco Mundial

Puede verse con claridad que el Producto Bruto Interno chino muestra un marcado crecimiento entre 2004 y 2007, y que la cifra es igualmente robusta en 2008, año clave de la crisis financiera internacional. Por su parte, el PBI per cápita mantuvo un franco ascenso durante todo el período investigado. Sin embargo, estos datos (los más recientes que ofrece el Banco Mundial) apenas presentan la situación actual de un fenómeno mucho más amplio. Como se indicó anteriormente, China ha experimentado un crecimiento sostenido durante tres décadas. Para constatar esta afirmación recurrimos a la Penn World Table, el minucioso análisis histórico que elabora la Pennsylvania University. En él queda ilustrada con total contundencia la magnitud del desempeño económico chino. Es particularmente interesante la performance del país asiático a partir de las reformas que introdujo Den Xiaoping a fines de la década de 1970. Desde entonces, esta nación que en el período anterior había sido una de las más pobres del planeta pasa a mostrar tasas de expansión pocas veces vista en la historia económica moderna. Sin embargo,

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“Situations in which there are constraints on the use of political power, for example, because there is a balance of political power in a society or a form of separation of powers between different power-holders, are more likely to engender an environment protecting the property rights of a broad cross-section of society (…) Therefore, constraints and checks in the use of political power by the elite are typically conducive to the emergence of better economic institutions”, op. cit.

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como veremos en el apartado siguiente la expansión de la renta no vino acompañada de cambios sustanciales en la situación de las libertades civiles y políticas. Año 1973 1974 1975 1976 1977 1978 1979 1980 1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007

Población 883019,765 901318,065 917898,537 932588,727 946093,816 958835,162 972136,875 984736,46 997000,718 1012490,49 1028356,54 1042756,05 1058007,72 1074522,56 1093725,71 1112866,41 1130729,41 1148364,47 1163607,26 1177481,57 1190570,65 1203433,5 1215787,46 1227767,45 1239459,1 1250365,52 1260106,74 1268853,36 1276882,5 1284275,9 1291496,02 1298847,62 1306313,81 1313973,71 1321851,89

ppp 1,75952888 1,5908818 1,46392968 1,34245054 1,29985284 1,21814102 1,14394244 1,07319995 1,00020942 0,9385488 0,91421509 0,92903694 0,98097905 1,02154991 1,04822194 1,17262969 1,24138818 1,24603384 1,28015012 1,35722671 1,51621242 1,81489635 2,04655782 2,15051887 2,21510405 2,20310088 2,13276701 2,12757617 2,1152912 2,08945131 2,11421137 2,20619937 2,22807965 2,1987493 2,21453221

Cgdp 175,124035 194,568546 223,056727 235,128395 260,363061 308,225713 366,449906 434,416062 503,052815 590,67118 662,068681 759,462524 874,211557 953,870457 1069,62854 1174,91437 1234,17808 1361,92207 1526,51369 1737,29792 2043,31186 2310,30902 2554,56248 2808,86963 2974,23354 3141,25623 3384,69295 3657,93644 4034,55294 4484,93949 4995,38623 5593,42035 6482,99202 7655,34573 9034,23194

y 2,70918084 2,79914307 2,9663935 2,83270083 2,84675074 3,01315035 3,24116265 3,57282795 3,72541019 4,24681558 4,42097134 4,59932022 4,97826871 5,18451634 5,52326808 5,68493022 5,60971205 5,91701228 6,50702524 7,09902875 8,05219175 8,67273441 9,27416128 9,75819726 9,8377548 9,97571906 10,2572302 10,5697737 11,4083441 12,3773875 13,2801999 14,0813268 15,4834687 17,3966139 19,8131871

rgdpl 639,549714 641,347557 670,620285 672,692688 698,519316 779,145214 851,789256 915,508348 977,079962 1076,10902 1158,0564 1285,53404 1410,90325 1493,61746 1616,54713 1710,5876 1723,34542 1807,45483 1944,56893 2156,94655 2512,16503 2743,21311 2965,6464 3224,41933 3347,49924 3563,21152 3817,52169 4060,95307 4368,05174 4750,37294 5210,01095 5743,53458 6482,99202 7447,4614 8510,59275

rgdpl2 627,59295 628,018434 660,733133 655,911431 682,981991 768,312099 828,483827 891,091631 945,136757 1038,92614 1118,90631 1240,0359 1376,04557 1453,89947 1576,21546 1679,63632 1686,31442 1759,95487 1877,99421 2075,42811 2454,00895 2698,69497 2954,77529 3207,14375 3302,32541 3504,41507 3748,64388 3967,19584 4272,14744 4665,75747 5168,66766 5731,74407 6482,99202 7469,29345 8553,56622

rgdpch 640,161496 642,178966 670,837744 673,859992 699,547476 779,85123 854,300888 917,768345 979,507443 1078,78717 1160,9489 1289,09021 1414,54715 1497,64357 1620,62146 1714,2381 1727,46252 1812,2577 1951,65305 2165,70763 2519,78141 2750,62697 2971,51686 3231,33973 3357,48188 3574,6386 3829,40597 4075,67405 4380,63402 4760,12341 5213,45521 5744,09332 6482,99202 7447,4614 8511,33492

Año de base: 2005 Referencias Purchasing Power Parity over GDP Real Gross Domestic Product per Capita, current price Real Gross Domestic Product per Capita Relative to the U. States (G-K method, current price) Real GDP per capita (Constant Prices: Laspeyres), derived from growth rates of c, g, i Real GDP per capita (Con. Prices: Laspeyres), derived from growth rates of domestic rgdpl2 absorption rgdpch Real GDP per capita (Constant Prices: Chain series)

ppp cgdp y rgdpl

Fuente: Penn World Table

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5. La libertad política y civil en China Si bien es prácticamente imposible medir la calidad democrática de un país, existen diferentes estudios que abordan el tema. Uno de los más populares es el informe “Freedom in the World” que realiza la organización Freedom House todos los años. Publicado desde 1973, este trabajo analiza la situación de las libertades políticas y civiles en más de 200 países y territorios. El informe gira en torno a dos grandes categorías: derechos políticos y libertades civiles. El primer grupo analiza las posibilidades que la ciudadanía tiene de participar en el proceso político, incluyendo el derecho a votar libremente en elecciones legítimas, la disponibilidad de diferentes opciones políticas, la existencia de asociaciones civiles y la presencia de mecanismos de control a los poderes del Estado. Por su parte, las libertades civiles tienen en cuenta la libertad de expresión y credo, los derechos de asociación entre personas, el imperio de la ley y la autonomía personal sin interferencia del Estado. Ambas variables están medidas en una escala de 1 a 7 puntos, con 1 significando el más alto nivel de libertad y 7 el más bajo. Los países cuyo promedio de variables se ubica entre 1 y 2.5 son considerados “Libres”, mientras que aquellos que poseen entre 3.0 y 5.5 puntos son catalogados como “Parcialmente libres”. Finalmente, los países cuyo puntaje promedio oscila entre 6 y 7 puntos reciben la calificación de “No libres”. En el caso puntual de China, la serie histórica muestra una tradición constante de ausencia de libertades. Desde que se compila este informe el gigante asiático ha sido considerado “No libre”, puesto que alcanza sistemáticamente las calificaciones más negativas en los dos rubros que se analizan. Incluso cuando las libertades civiles muestran una leve mejoría (su calificación pasó de 7 puntos a 6 en la última década), el apartado de derechos políticos recibe invariablemente la nota más reprobable. Un análisis más detallado permite ver que el país experimenta un tenue repunte tras las reformas que se iniciaron en 1978. Ese año China por primera vez deja de recibir 7 puntos en los dos apartados y su calificación desciende un escalón. Sin embargo este tibio mejoramiento de las libertades políticas y civiles sufre una recaída a partir de 1989, probablemente tras los desafortunados sucesos de la Plaza de Tian'anmen y el recrudecimiento del autoritarismo estatal. Durante las dos décadas posteriores a 1989, la situación de los derechos políticos se mantiene fija en la peor calificación. Y aunque las libertades civiles son apenas más favorables, siguen recibiendo una calificación que presenta a China como un país “No libre”. El cuadro a continuación permite ver con claridad la evolución histórica hasta aquí descrita.

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China - Índice de libertades Año Derechos Políticos 7 1973 7 1974 7 1975 7 1976 7 1977 6 1978 6 1979 6 1980 6 1981 6 1982 6 1983 6 1984 6 1985 6 1986 6 1987 6 1988 7 1989 7 1990 7 1991 7 1992 7 1993 7 1994 7 1995 7 1996 7 1997 7 1998 7 1999 7 2000 7 2001 7 2002 7 2003 7 2004 7 2005 7 2006 2007 7 2008 7

Libertades Civiles Estatus 7 NF 7 NF 7 NF 7 NF 7 NF 6 NF 6 NF 6 NF 6 NF 6 NF 6 NF 6 NF 6 NF 6 NF 6 NF 6 NF 7 NF 7 NF 7 NF 7 NF 7 NF 7 NF 7 NF 7 NF 7 NF 6 NF 6 NF 6 NF 6 NF 6 NF 6 NF 6 NF 6 NF 6 NF 6 NF 6 NF

Referencias: El estatus F significa "Libre", PF "parcialmente libre" y NF "no libre" Fuente: Freedom House - Freedom in the World Country Ratings

Por su parte, el Banco Mundial también elabora estadísticas respecto de las libertades civiles. Se trata del “Índice de fortaleza de los derechos legales”, una investigación que forma parte de las variables que la institución mide año a año en el mundo. En este caso, la situación de los derechos se evalúa en una escala de 0 a 10, con 0 significando la máxima debilidad y 10 la máxima fortaleza. Una vez más las cifras sobre China resultan muy poco alentadoras, como podrá observarse a continuación. 9

Índice de fortaleza de los derechos legales (0 = débil a 10 = fuerte) 2004 4

2005 4

2006 4

2007 4

2008 6

Fuente: Banco Mundial

Aunque levemente más benévolas, estas cifras constatan lo revelado por Freedom House. Queda en evidencia entonces que China acarrea una larga deuda con su sociedad en materia de derechos, tanto civiles como políticos.

6. El interés por mantener el sistema Lo expuesto en los apartados precedentes respecto del desempeño económico, por un lado, y de la situación de las libertades, por el otro, se condice con la imagen que habitualmente se presenta de China. En este punto, es casi una obviedad afirmar que el gigante asiático ha experimentado en las últimas tres décadas una fenomenal expansión de su PBI sin que ello se haya traducido en sustanciales reformas democráticas. Como bien lo ilustran los informes del Banco Mundial, la Pennsylvania University y la organización Freedom House, China muestra un sostenido crecimiento económico a partir de 1978. Al mismo tiempo, las libertades civiles y políticas se mantuvieron prácticamente intactas, ostentando algunos de los peores indicadores de autoritarismo del planeta. Esto nos permite efectuar una primera conclusión: el crecimiento económico no necesariamente se traduce en una mejora de la situación democrática. Incluso después de las importantes reformas estructurales que impulsó Den Xeoping a fines de los años setenta para fomentar el crecimiento, China siguió siendo un país tan restrictivo de las libertades individuales como lo era antes. Ello ratifica los postulados de Persson y Tabellini respecto de que el crecimiento suele tener un efecto positivo sobre las democracias pero no es tan claro que ocurra lo mismo en las autocracias. Al mismo tiempo, el caso chino abre nuevos espacios de debate respecto de la eficiencia comparada entre democracias y dictaduras. Esta persistencia del modelo político aún pese a los cambios económicos puede explicarse recurriendo al esquema de Acemoglu y Johnson. Como indicaron los autores, las reglas del juego –políticas y económicas- que imperan en un país son el resultado de la relación dialéctica entre el poder de jure y el poder de facto. En general, la teoría del conflicto social postula que las reglas económicas son el resultado del enfrentamiento entre ambos grupos. Lo curioso del caso chino es que en ese país las dos formas de poder parecen interesadas en mantener las estructuras vigentes. Es decir, tanto el poder de jure como su contrapartida de facto están obteniendo cuantiosos beneficios a partir del descomunal crecimiento de China, razón por la cual ninguno de los dos sectores está interesado en alterar el orden imperante.

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Desde fines de los años setenta, cuando el país empieza a implementar la controvertida “economía de mercado socialista” (también conocida con el eufemismo “socialismo con características chinas”) en el gigante asiático existen tres formas de propiedad. En primer término aparece la propiedad estatal, es decir, aquella que es considerada “del pueblo”. Esta forma de propiedad se basa en el supuesto que, ya que el Estado representa al pueblo, tiene la atribución de controlar la propiedad en nombre de la gente. En segundo lugar figura la propiedad colectiva, que incluye diferentes formas de cooperativas en manos de los trabajadores. Una vez más, es el Estado quien concede a distintos grupos de trabajadores –principalmente en el campo- parcelas de tierra para que las cultiven. Finalmente, en China ha ido ganando peso la propiedad privada. Esta se divide en los llamados “negocios individuales”, a cargo de grupos muy pequeños con base en la economía familiar; y en “negocios privados”, en los cuales al empleador se le permite tener un elevado número de trabajadores a su cargo. Naturalmente, esta segunda forma ha generado numerosas polémicas por su dudosa conciliación con la ideología marxista. A lo largo de los años, los ideólogos del gigante asiático han elaborado numerosas piruetas discursivas a fin de explicar la existencia de empresas privadas en un país presuntamente socialista. Se argumentó, por ejemplo, que China sigue privilegiando a la propiedad pública por sobre la privada, que el Estado sigue a cargo de las empresas grandes y que sólo se permite a los privados acceder a las pequeñas. Incluso se afirmó que la propiedad privada no constituye un fin en sí mismo sino que es un medio para alcanzar el pleno socialismo. En este punto, los números hablan por sí solos: según cifras oficiales, el sector privado aporta el 65% del Producto Bruto Interno de China. Y en marzo de 2007 la Asamblea Nacional Popular (ANP) aprobó una ley que reconoce por primera vez a la propiedad privada y equipara su protección con la de la pública y la colectiva. Retomando entonces a Acemoglu y Johnson, debemos posar nuestra mirada en quién controla los recursos económicos en el gigante asiático. Como se indicó, la propiedad estatal es administrada por el Estado –entendiendo por Estado a la elite dirigencial del Partido Comunista Chino. A su vez, las concesiones a las cooperativas también son otorgadas por el gobierno. Hasta aquí no hay novedades. Lo verdaderamente interesante es indagar sobre quién se está beneficiando con el fortalecimiento de la propiedad privada. Según un informe oficial elaborado por el Departamento de Frente Laboral Unido del Comité Central del Partido Comunista de China, la Federación China de Industria y Comercio (ACFIC) y la Asociación para el Estudio de los Negocios Privados difundido en 2007, el 67,4% de los empresarios privados son ex funcionarios del gobierno y personal administrativo proveniente de empresas estatales. Esta cifra significa más del doble respecto del 33,8% de los empresarios de tal origen que se registró en 2004.7

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All-China Federation of Industry and Commerce (ACFIC), disponible online en http://www.chinachamber.org.cn/publicfiles/business/htmlfiles/qleng/s2569/index.html

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Por otro lado, el mismo estudio reveló que un tercio de los emprendedores que registraron empresas privadas desde 2001 son afiliados activos del Partido Comunista Chino. Buena parte de ellos ocupó cargos dirigenciales en empresas estatales. Lógicamente, todos estos empresarios son fuertes defensores del gobierno. De acuerdo con un artículo del diario oficialista China Daliy que se ocupó del tema, dichos emprendedores “apoyan el liderazgo del Partido, porque consideran que son los beneficiarios directos de sus políticas de apertura y de las condiciones sociales estables”8. Es interesante remarcar que tanto los informes de la ACFIC como las notas periodísticas de China Daily obedecen a la visión oficial del Partido Comunista. Queda entonces constatada una de las premisas centrales de la obra de Persson y Tabellini: aquellos sectores que se benefician del sistema político imperante son partidarios de la preservación de dicho sistema, porque la incertidumbre política suele tener un impacto negativo sobre la economía. Así, los empresarios chinos no solamente pretenden mantener el status-quo, sino que incluso aspiran a formar parte de la elite política del país a efectos de preservar las reglas del juego que favorecen sus beneficios personales.

7. El papel de la cultura Aunque son muchos los economistas que le otorgan un lugar secundario al rol que posee la cultura de una sociedad a la hora de determinar los resultados institucionales, creemos conveniente hacer una breve mención en tal sentido. En su explicación sobre el vínculo entre instituciones y desempeño económico, Douglas North afirmó que el entramado institucional de un país es la consecuencia de un conjunto de normas formales e informales. De hecho, sostuvo que en los países existen ciertas tradiciones y costumbres que no sólo subsisten por debajo de las reglas explícitas, sino que incluso pueden atentar contra ellas. De acuerdo con el autor, “la cultura define la forma en que los individuos procesan y utilizan la información”, y por lo tanto “las convenciones son específicas de la cultura, como también las normas”. En consecuencia: “Pese a que las reglas explícitas nos ofrecen una fuente básica de material empírico con el cual testear el desempeño de las economías bajo diversas condiciones, el grado en que estas reglas se vinculan con el desempeño es limitado. Es decir, las elecciones disponibles y los resultados están definidos por una mezcla de normas informales, reglas y características vinculantes. Mirar solamente a las reglas formales nos da una noción inadecuada y a menudo engañosa respecto de la relación entre las restricciones formales y el desempeño”.9 8

“Private firm owners not that rich”, publicado en China Daily el 10 de febrero de 2007, disponible online en http://www.chinadaily.com.cn/bizchina/2007-02/10/content_806367.htm 9 “Although explicit rules provide us with a basic source of empirical materials by which to test the performance of economies under varying conditions, the degree to which these rules have unique relationships to performance is limited. That is, a mixture of informal norms, rules and enforcement characteristics together defines the choice set and result in outcomes. Looking only at the formal rules themselves, therefore, gives us an inadequate and frequently misleading notion about the relationship between formal constraints and performance”. ibídem, p. 53.

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Con ello en mente, podemos afirmar que la estructura política que impera en China no es solamente el producto de las negociaciones entre quienes ostentan el poder político y económico en el país, sino también el resultado de una configuración socio-cultural de larga data. En tal sentido es interesante destacar que en sus más de 5.000 años de historia el gigante asiático siempre ha estado gobernado por alguna clase de autocracia, desde las sucesivas dinastías imperiales hasta la actual elite del Partido Comunista Chino. Por otra parte, la propia estructura filosófico-espiritual de los chinos favorece esta clase de gobiernos. Recurriendo a una simplificación excesiva, podemos sostener que el confusianismo tiene por objetivo el logro de la armonía. Aplicando esta concepción del mundo a la política, es fácil ver que en un país con mil trescientos millones de habitantes, más de cincuenta etnias diferentes y centenares de dialectos locales, la sola idea de establecer un sistema en donde diferentes partidos compitan por el poder y se hagan cargo del gobierno durante períodos breves se asemeja más al caos que a la armonía. Arribamos entonces al concepto de “capital democrático” esgrimido por Persson y Tabellini. Puesto que los ciudadanos chinos jamás vivieron en un sistema democrático, son muy poco propensos a reclamar cambios en tal sentido. Más aún si el sistema imperante no sólo les asegura estabilidad sino también crecimiento. Todo ello sin entrar en la discusión respecto de la viabilidad de importar categorías occidentales como la democracia republicana en países que poseen tradiciones culturales tan diferentes. En síntesis, tanto por tradición como por conveniencia China siempre ha estado manejada por alguna clase de autoritarismo. Si a ello le sumamos el innegable hecho de que el sistema está consiguiendo sacar a millones de personas de la pobreza todos los años –al tiempo que garantiza que quienes ostentan el poder sigan manteniéndolo-, no está dicho que el país vaya a realizar reformas de apertura democrática en el futuro inmediato.

8. Conclusiones Lo expuesto en los párrafos precedentes tuvo la humilde misión de postular que de momento China no tiene grandes incentivos para cambiar su modelo político. Aunque en el país se verifican flagrantes violaciones a las libertades individuales –entre ellas la persecución de la disidencia y la censura de la prensa libre- quienes tendrían en sus manos la posibilidad de imponer cambios no encuentran razones para hacerlo. De acuerdo con las categorías de Acemoglu y Johnson, tanto el poder de jure como el de facto están obteniendo réditos con el status quo. Dicho de otro modo, tanto las elites del Partido Comunista Chino como la cada vez más numerosa burguesía a cargo de los emprendimientos privados y las empresas estatales se están beneficiando con el crecimiento monumental que el país protagoniza desde fines de la década de 1970. Mientras los dos sectores sigan beneficiándose con esta situación, la llegada de reformas no parece inmediata. Como bien lo indicó Tabelini los escenarios de incertidumbre son perjudiciales para el crecimiento, así que ninguna de las partes está interesada en hacer

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tambalear el sistema con la introducción de transformaciones democráticas de dudoso beneficio. Así las cosas, es cierto que la actual estabilidad del sistema sólo se mantendrá mientas los actores resulten beneficiados. Si en algún momento el poder de jure o el de facto ven amenazada su posición, probablemente se desaten los procesos de conflicto social que generalmente disparan modificaciones en las reglas. Ello se aplica también a la sociedad civil, que incluye tanto a los cientos de millones de campesinos como a las incipientes clases urbanas que están teniendo acceso a mejoras en sus condiciones de vida. Si en un determinado punto estos populosos sectores ven comprometida su situación, probablemente buscarán hacer oír su voz. De la capacidad de organización y movilización que desarrollen estos multitudinarios sectores dependerán sus probabilidades de constituirse en una forma de poder de facto que busque cambiar las reglas en su favor. En este punto, los preocupantes índices de corrupción que se verifican a nivel estatal y empresarial constituyen una seria amenaza a la estabilidad que el gobierno deberá tener en cuenta. En igual sentido, la excesiva represión que el Estado aplica sobre ciertas libertades civiles es un segundo tema que genera un creciente malestar ciudadano. Es posible entonces que las elites terminen en el mediano plazo otorgando ciertas concesiones a la sociedad, sin que ello implique la tan mentada llegada de la democracia. En síntesis, el gobierno chino tiene la delicada misión de seguir sacando de la pobreza a millones de personas al tiempo que cuida de los intereses de una burguesía cada vez más rica y preserva al Partido en la cúspide del poder. Mientras todas estas piezas se mantengan ordenadas, no existen motivos para que el status quo se transforme significativamente.

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Fuentes consultadas

Libros y publicaciones científicas ACEMOGLU, Daron; y JOHNSON, Simon, “Institutions as the Fundamental Cause of Long-Run Growth”, Handbook of Economic Growth, Philippe Aghion and Steve Durlauf, 2004. GIANNETTI, Daniela, “Teoria politica positiva. L'approccio razionale alla politica”, Il Mulino, Bologna, 2003. NORTH, Douglas, “Institutions, institutional change and economic performance”, Cambridge University Press, New York, 1990. PERSSON, Torsten; y TABELLINI, Guido, “The growth effect of democracy: is it heterogenous and how can it be estimated”, NBER Working Paper, 2007. PERSSON, Torsten; y TABELLINI, Guido, “Democratic capital: the nexus of political and economic change”, NBER Working Paper, 2006. RAY, Debraj, “Economía del desarrollo”, Antony Bosh Editor, 1998. ZAKARIA, Fareed, “The post American World”, W. W. Norton & Company, New York, 2009.

Sitios web Sitio web de la All-China Federation of Industry and Commerce (ACFIC), disponible online en http://www.chinachamber.org.cn/publicfiles/business/htmlfiles/qleng/s2569/index.html Sitio web de China Daily, disponible online en http://www.chinadaily.com.cn/bizchina/2007-02/10/content_806367.htm Sitio web de Freedom House, disponible online en www.freedomhouse.org Sitio web de la Penn World Table, disponible online en http://pwt.econ.upenn.edu/ Sitio web del Banco Mundial, disponible online en www.worldbank.org

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