anos del voto de la mujer en Colombia

anos del voto de la mujer en Colombia Comité Editorial: María Victoria Londoño Germán Patiño Mariana Garcés Investigadores: Magdala Velásquez Toro ...
2 downloads 0 Views 8MB Size
anos del voto de la mujer en Colombia

Comité Editorial: María Victoria Londoño Germán Patiño Mariana Garcés Investigadores: Magdala Velásquez Toro Gloria Chaparro María Cristina Laverde Toscano María Teresa Arizabaleta Alberto Aguilera Ardila Diseño y diagramación: Liliana Nieto Cubillos Portada: Basada en cartel película María Cano Impresión: Feriva S.A. Cali, Valle • Colombia 1997

C o n t e n id o P á g in a Prólogo................................................................................................................................ 5 Dirección Nacional para la Equidad de la M ujer........................................................7 Reflexiones históricas en torno a los derechos políticos de las mujeres en los cuarenta años del voto femenino..............................................9 • Bibliografía....................................................................................................... 37 Josefina Valencia de Hubach: Una vida en busca de la equidad..................................................................................38 • Bibliografía....................................................................................................... 46 Esmeralda Arboleda: Una mujer, nuevos caminos...........................................................................................47 Matilde González.............................................................................................................61 Referencias en publicaciones periódicas sobre el voto de la mujer en Colombia...................................................................................65 Investigador: Alberto Aguilera • Movimientos Internacionales y la m ujer............................... 66 • Marco histórico del voto de la mujer en Colom bia.................................. 70 • Algunas reflexiones........................................ 113 • Cedulación fem enina..................... 124 • La mujer y la educación................................................................................ 132 • Cargos y altas posiciones con nombre de m ujer ......................149 • La mujer y los medios de comunicación...................................................171 • Referencias bibliográficas........................................................................... 173 El voto fem enino en el mundo

176

P rólogo

R

esulta paradójico, pero la obtención más importante de los derechos civiles, el sufragio universal, solo fue posible en Colombia durante el gobierno de un militar que se había eregido como dictador. Con independencia de su origen antidemocrático y de las críticas, que sin duda le caben al gobierno de la ANAC, la historia tendrá que reconocerle su aporte a la obtención del derecho al voto para la mujer. Así lo entendió Esmeralda Arboleda, quien se encontraba en una frontera ideológica opuesta a la del general Rojas, cuando afirmó que «el gobierno de las fuerzas armadas ha tenido equivocaciones y aciertos; entre los aciertos señalé la intervención eficaz del Presidente para que se consagrara en la Constitución la plena ciudadanía de la mujer». Que fuese necesaria una «intervención eficaz» del Presidente significa que las mujeres no lo tenían todo garantizado, y requerían de una ayuda adicional para lograr el voto. La verdad, contaban con factores adversos, sobre todo con el peso de la tradición jurídica, que colocaba a la mujer en completa inferioridad de derechos. Tampoco ayudaba el hecho de que el movimiento por el voto femenino se viera como una reivindicación de minorías de mujeres pertenecientes a los estratos medio y alto del espectro social. Se aceptaba que en aquella lucha no intervenía la «gran masa femenina de la nación». Y, desde luego, no podía intervenir. Para la época, de 5.806.105 mujeres, más de 3.3. millones vivían en el campo, cargando a cuestas la pesada herencia de siglos de discriminación, agobiadas por el triple peso de trabajo rural, el trabajo doméstico y la sumisión ante el hombre, por lo que no era previsible una activa participación suya en el movimiento pro voto femenino. Así que el peso de la lucha recayó sobre el grupo de mujeres que había logrado acceder a la educación, en virtud de mejor situación económica familiar, y que algunos medios denominaban, con algo de soma, como intelectuales feministas. ' Ellas se manifestaron en la Asamblea Nacional Constituyente de 1954, cuando el General Rojas nombró a dos mujeres, una liberal y otra conservadora., Esmeralda Arboleda y Josefina Valencia, para que presentaran el Proyecto de Acto Legislativo sobre ciudadanía de las mujeres. Luego de amplia discusión, en la que brilló por su defensa del voto femenino Gilberto Alzate Avendaño, el 25 de agosto en la noche fue aprobada la propuesta. Esmeralda y Josefina «se levantaron y entonaron el himno nacional, coreadas por las mujeres de las barras». Se había producido un acontecimiento trascendental: esa masa de 5.806.105 mujeres ingresaba a la vida política del país, y se abría la brecha para avanzar en el camino de la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer. Sólo otra gran reforma, la elección popular de alcaldes, se acerca, por su significado, a esta de agosto de 1954. Son las dos grandes reformas políticas del siglo en Colombia, siendo la primera de ellas, el voto femenino, la de más hondo significado y alcance. El propósito de este libro es el de rememorar ese acontecimiento. También enaltecer a algunas de las mujeres que participaron, en primera fila, de aquellos debates. Entre ellas, la caucana Josefina Valencia y la palmirana Esmeralda Arboleda. Ellas iniciaron una marcha en pro de los derechos femeninos que aún no termina. La importante iniciativa de las Gerencias Social y Cultural de la Gobernación del Valle al publicar esta obra, es un aporte para el mejor conocimiento de nuestra historia, una invitación a reflexionar sobre las posibilidades de mejorar nuestra sociedad contando con una mayor contribución de la mujer y la verificación de una evidencia: hace apenas 40 años que la mujer colombiana obtuvo su derecho al voto. ¿No querrá decir esto que aún tenemos un trecho largo por andar para que se logre la equidad de género y la visión de la mujer sobre la sociedad y el Estado impregne profundamente a Colombia transformándonos a todos, para mejor?

GERMÁN VILLEGAS VILLEGAS

D ir e c c ió n N a c io n a l pa ra la E q u id a d p e l a s M u je r e s

L

a conmemoración de los cuarenta años del voto de las mujeres en Colombia, se constituye en un hecho de gran trascendencia para la vida nacional. Esta efeméride, es una buena oportunidad para realizar una mirada del pasado y una mirada hacia el futuro, y damos cuenta de los cambios ocurridos en la vida de las mujeres, pero también detectar los obstáculos y las inequidades que aún hoy persisten para grandes sectores de ellas. Una breve mirada en retrospectiva sobre la situación de las mujeres en Colombia, nos permite constatar que sus vidas se han modificado sustancialmente en cuanto a su vinculación a la estructura productiva, la educación, el mejoramiento de la salud, el aumento de la esperanza de vida al nacer, la disminución del número de hijas/os, la participación en algunos ámbitos de la vida política y social; se han ido cambiando algunos de los roles desempeñados por los varones y las mujeres. Evidentemente la situación de la mujer, hoy, en Colombia, no es igual a la de la generación de nuestras abuelas y madres, hemos avanzado. Pero aún persisten grandes inequidades para sectores de mujeres que no han sido beneficiadas por el desarrollo y por los procesos de modernidad del país. La subordinación en lo público y privado, los patrones culturales que sitúan a la mujer en un plano de inferioridad, la violencia que a diario se ejerce sobre ella, por el simple hecho de ser mujer, las prácticas discriminatorias, la poca participación de las mujeres en la política formal y en los procesos de decisión, la subvaloración y la carencia de autonomía para la casi totalidad de mujeres en Colombia, nos muestran que la democracia la tenemos que construir garantizando a las mujeres un ejercicio pleno de sus potencialidades, de la ciudadanía y una mejora en su calidad de vida. La democracia no será real mientras un gran contingente de mujeres permanezca en la pobreza, en el atraso tecnológico, en situaciones de violencia y abuso, en la imposibilidad de acceder a la toma de decisiones y la participación política y civil. La democracia será una realidad para las mujeres en el momento en que podamos ejercer plenamente la ciudadanía, apropiamos del campo cultural, afirmar el derecho a la especificidad de la situación de la mujer y a la diferencia. Y no se trata sólo de medidas coyunturales, se debe mirar a largo plazo, de forma que las acciones realmente impacten la valoración del ser mujer y modifiquen sustancialmente su inserción en la política, la cultura, la educación, el trabajo, entre otros, que posibiliten su real participación en todas las esferas de la vida nacional. Las acciones, por supuesto, tienen que abarcar una amplia gama de aspectos que van desde modificaciones a nivel de la subjetividad femenina, hasta medidas de tipo económico, legal, cultural y político. En síntesis, se requiere de un serio esfuerzo de la sociedad política y la sociedad civil para crear las condiciones propicias para que las mujeres puedan participar en mejores condiciones en la vida política y social del país. Por supuesto, no basta con estrategias a nivel legislativo o de formulación de políticas, es necesario, comenzar a revalorar el ser femenino y masculino, propiciar procesos de formación que lleven a las mujeres a ganar autoestima y autonomía, crear las condiciones de acceso a la tecnología y a los beneficios de los procesos de modernidad y desarrollo del país. Transformar la participación política de las mujeres implica generar cambios en la socialización y aprendizaje que les permita a las mujeres mirar la vida política como algo que hace parte de sus opciones de vida y para la cual tiene capacidad y posibilidades reales. Sin lugar a dudas, queda un largo camino por recorrer, si se desea que las mujeres accedan en igualdad de condiciones a los procesos de democratización y a los centros de poder. OLGA AMPARO SÁNCHEZ GÓMEZ Directora Nacional

R e f l e x io n e s h is t ó r ic a s e n t o r n o a lo s D e r e c h o s P o l ít ic o s d e la s M u je r e s EN LOS CUARENTA AÑOS DEL VOTO FEMENINO Magdala Velásquez Toro

PRESENTACIÓN

C

generaciones que éramos niñas y jóvenes en esa on motivo de la celebración de los 40 años del época y las siguientes, sabemos, por experiencia sufragio femenino y gracias al entusiasmo de la Gobernación del Valle para hacerlo de la mejorpropia y por las cifras sobre la participación de las mujeres en los lugares en que se toman las decisiones forma, realicé la investigación y escritura de este del país y en los centros de ejercicio de los diversos trabajo. Con este escrito pretendo aportar elementos poderes, que aún falta caminar mucho trecho en la para el conocim iento del proceso político construcción de nuevas maneras de ser hombres y colombiano, con respecto al reconocimiento de la m ujeres, en la realización de una sociedad dignidad humana de las mujeres. En particular, se igualitaria, equitativa y libre, en la que cada ser hace énfasis en dos momentos de la historia nacional, humano pueda asumirse en su diferencia y en la anteriores al ejercicio efectivo de la ciudadanía de riqueza de los conflictos dem ocráticam ente las mujeres, en los que se trató el tema y que por el resueltos, sin apelar al ejercicio de la fuerza ni de la carácter excepcional del momento no han gozado violencia. aún de un suficiente esclarecimiento y se presenta un recorrido panorámico sobre el Frente Nacional y la situación de las mujeres. Estamos las mujeres y los hombres de Colombia celebrando dos hechos históricos bastante emparentados: los cuarenta años del reconocimiento Durante este período, fue significativo el papel de los derechos políticos de las mujeres (diciembre histórico que desempeñaron mujeres del Valle del del 57) y los cincuenta años de la Declaración Cauca y del Cauca, como Josefina Valencia y Universal de los Derechos Humanos (diciembre-48) Esm eralda Arboleda; este proceso condujo al y de la Declaración Americana de los Derechos del capítulo final de la fase de reconocimiento jurídico Hom bre (abril-48), en las que se reconoce de los derechos políticos de las mujeres colombianas. universalmente la calidad de persona, de sujetos de En la misma fecha, 1 de diciembre de 1957, las derechos a las mujeres y la garantía de la no mujeres votaron por sus derechos ejerciéndolos, en discrim inación, que han sido dos m etas del el marco de la suscripción de un pacto que se creyó movimiento de mujeres en el mundo y de las era la solución para los problemas de violencia que Naciones Unidas para lograr la paz y el desarrollo. aquejaban al país. Hoy, cuarenta años después, las

Un episodio interesante. Los Derechos Humanos y las Mujeres. 1948 un año decisivo Cualquier observador desprevenido, puede pensar que investigar acerca del sufragio femenino fuera lo mismo que referirse a la participación política de las mujeres, sin embargo al aproximarnos a la realidad histórica constatamos el divorcio entre estas dos prácticas sociales. La veterana educadora Lucila Rubio de Laverde, curtida en la lucha por los derechos civiles y políticos de las mujeres desde la década de los años 40, afirmaba, a raíz del proceso que se iniciaba en el gobierno de las Fuerzas Armadas, presidido por el General Rojas Pinilla, que el silencio femenino alrededor del voto no significaba indiferencia, sino la consecuencia lógica de pasadas experiencias. Registraba incrédulamente en una columna de prensa que Pueden los varones colombianos esperar tranquilamente la decisión de la CEC. El voto de la mujer sólo tendrá el carácter protocolario del cumplimiento de un compromiso firmado en varios acuerdos internacionales. Infortunadamente, en la práctica no traerá ningún cambio sensible en la política y organización del país en mucho tiempo. El varón patriarcal, que es en la intimidad el hombre colombiano, no la dejará intervenir en forma decisiva y eficaz. ” (Semana No. 380-8.II.54). Hay múltiples acontecimientos históricos que nos permiten verificar el estado de ánimo de los políticos frente a los derechos de las mujeres y que ratifican que lo dicho por la Rubio no era una exageración. Entre ellos merece destacarse la conducta oficial del Estado Colombiano a raíz de la celebración de la IX Conferencia P anamericana que dio origen a la Organización de Estados Americanos, celebrada en Bogotá en abril de 1948. Dicha reunión tenía múltiples propósitos, entre los cuales estaba el de proponer la aprobación de dos instrumentos internacionales que versaban sobre la concesión de los derechos políticos y civiles de las mujeres en el continente americano y el estatuto orgánico de la Comisión Interamericana de MujeresCIM. Es preciso contextualizar estas propuestas en el marco de una de las primeras declaraciones de derechos humanos en el mundo de la postguerra; aun cuando para ser exacta se tituló Declaración

Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, pero en su texto interno se refería a la especie humana para nombrar a hombres y mujeres. En el panorama mundial, fue a partir de la Declaración U niversal de los Derechos Hum anos, de las Naciones Unidas, aprobada en diciembre del mismo año 48, que empezaron a ser nombradas las mujeres en este tipo de instrumentos internacionales y se invocaba a la humanidad para nombrar a la especie humana. A Colombia, entre la legión de diplomáticos, llegó a finales de marzo de 1948, una singular mujer: doña Minerva Bernardino, presidenta de la Comisión Interam ericana de M ujeres y delegada plenipotenciaria de su país, la República Dominicana, a la Conferencia. Esta mujer, una pertinaz luchadora por los derechos de las mujeres, había sido la única con calidad de delegada plenipotenciaria en asistir a la Conferencia sobre los problemas de la guerra y la paz en México en 1945, así mismo había representado a su país en la Conferencia de San Francisco y fue una de las cuatro m ujeres del m undo que junto con Eleanora Roosevelt firmaron la Carta de Constitución de la ONU en esa Conferencia, fue una de las autoras de la inclusión de las mujeres en esa misma carta y patrocinadora de la creación de la Comisión de la Condición de la Mujer, de la cual fue la primera vicepresidenta. (El Liberal- Abril 1/48). En entrevista hecha para El Liberal por Luz Solano, doña Minerva expresó “...puede usted decir que la presidenta de la Comisión Interam ericana de Mujeres lamenta profundamente que no asista una dama colombiana nombrada oficialmente como delegada a la IX Conferencia de Bogotá, ya que se va a discutir un punto de vital importancia para la mujer”(ibid). La Liga de Acción Feminista Colombiana le envió a la delegación nacional una resolución denunciado la condición de inferioridad en la que han sido colocadas las mujeres colombianas al negárseles sus derechos civiles y políticos, a diferencia de países como EEUU, Ecuador, Uruguay, Brasil, Cuba, República Dominicana, El Salvador, Guatemala, Panamá y Argentina en los que “ las mujeres son consideradas por sus gobiernos como seres pensantes y conscientes de su responsabilidad ” (El Liberalabril 4/48); invocaban que dentro de la democracia no puede ser “tolerable la negación de tales derechos,

consagrados y aceptados en el mundo como principio básico del pensamiento democrático” (ibid) , destacaban los compromisos de Colombia ante la comunidad internacional al firmar el Acta de Chapultepec y la de Constitución de las Naciones Unidas en San Francisco, que “ consagra la igualdad de derechos, sin distinción de raza, sexo, religión ni idioma ”( ibid) y resaltaban que aun los regímenes totalitarios otorgaban a las mujeres puestos de jerarquía y en cambio la democracia colombiana rehuía esta posibilidad. Pedían la aprobación de las iniciativas y la inclusión de María Currea de Aya, delegada de Colom bia ante la CIM , como representante oficial en esta Conferencia. También la Unión Femenina de Colombia aprobó otra resolución en estos mismos términos (El Liberal abril 7/48). Los sucesos del 9 de abril, a raíz del asesinato de Gaitán y el caos nacional generado por esta revuelta, nos dificultan encontrar en la prensa si finalmente el gobierno acogió las peticiones de las mujeres. Sin embargo hay un acontecimiento interesante que nos permite sacar una conclusión, relatado años después por doña María Currea quien había sido delegada de Colombia ante la CIM, desde el año de 1938 hasta precisamente el año 48 en el que fue destituida. El hecho se suscitó con Laureano Gómez, quien entonces preparaba la IX Conferencia Panamericana y quería llevarse varios cuadros de la Quinta de B olívar para adornar el C apitolio Nacional. “ Yo como miembro del cuadro de honor de la sociedad de Mejoras y Ornato, me opuse y cuando llegué a la Quinta encontré que el doctor Gómez ya había hecho bajar el cuadro del Paso del Páramo de Pisba, entonces le dije: - Está muy bien, doctor Gómez, pero me firma un recibo en el cual conste que usted se lleva el cuadro y la araña para el Capitolio. El me contestó que no se lo iba a robar y el episodio fue acalorado, con el corolario que se firmó mi destitución como delegada de Colombia ante la CIM”. (Mujer de América. No 1 Die de 1961). Finalm ente la IX C onferencia Internacional Americana aprobó la Carta de la Organización de Estados Americanos y consagró en su artículo 43: “ Todos los seres humanos, sin distinción de raza, sexo, nacionalidad, credo o condición social, tienen derecho al bienestar material y a su desarrollo espiritual, en condiciones de libertad, dignidad, igualdad de oportunidades y seguridad económica”,

con lo cual se abría el extenso campo jurídico y político de la lucha contra la discriminación. Así mismo, allí se aprobaron las convenciones sobre derechos civiles y políticos de las mujeres que en sus considerandos partían de la base de que la m ayoría de las repúblicas americanas habían concedido estos derechos a sus mujeres y aspiraban a equiparar a hombres y mujeres en el goce de sus derechos civiles y políticos y que la VIII Reunión Internacional Americana (1938) había aprobado una resolución que declaraba el derecho de las mujeres a la igualdad con el hombre, también incluyeron la consideración de que : “ La mujer de América, mucho antes que reclamar sus derechos, ha sabido cum plir noblem ente todas sus responsabilidades como compañera del hombre”. El Estado colombiano se demoró hasta el año de 1959 para ratificar jurídicamente estos dos compromisos que había votado afirmativamente en el año 48. Efectivamente, durante los gobiernos conservadores que siguieron a la “República Liberal” que fue incapaz de conceder el voto a las mujeres y en el marco del endurecimiento del régimen y de la feroz violencia partidista desatada después del 9 de abril de 1948, se empezó nuevamente a poner sobre el tapete el asunto del sufragio femenino. Para esta época, ya el Papa Pío XII había bendecido el voto femenino en el escenario electoral de la postguerra. Para salvar a Italia del comunismo permitió la salida de las monjas de clausura de su encierro para proteger la civilización occidental y cristiana.

Conservadores, régimen de excepción, cierre del Congreso, violencia y derechos de las mujeres En 1948 y 49 se discutían dos propuestas : la de los conservadores que apoyaban los derechos políticos plenos, el derecho a elegir y ser elegidas; en cambio, los liberales continuaban temerosos por el poder del clero sobre las féminas. En 1947 estos aprobaron una fórmula bizantina en la Plataforma del Teatro Colón, de la convención que presidió Jorge Eliécer Gaitán, en la que se declaraba que en el camino de la liberación de la mujer había varias necesidades, entre otras y en una primera etapa, “ de capacitarse legalm ente para elegir y ser elegidas en las elecciones para los concejos municipales”. Esta fórmula se aplicaba en Chile, hasta que a las mujeres

se les concedieron derechos políticos plenos, en 1949 ( Semana 9-IV-49).

definieran el asunto, para garantizar “en forma estable y lógica el voto femenino”.

Ninguna de las dos propuestas salió adelante en el parlamento. Ya para esa época el país estaba sumido en la espantosa refriega entre liberales y conservadores que produjo millares de muertos y la pérdida de la institucionalidad democrática. El Presidente O spina clausuró el congreso en noviembre de 1949, después de que en él se presentara una confrontación verbal y armada entre dos representantes en la que murió el liberal Gustavo Jiménez y fue herido el también liberal Jorge Soto del Corral.( NHC Arismendi Posada Ignacio- Presidentes de Colombia 1810-1990). Los liberales se abstuvieron de participar en las siguientes elecciones en las que fue elegido el derechista conservador, simpatizante del franquismo español, Laureano Gómez, que gobernó de 1950 al 51.

Confrontaban la tesis de otorgar derecho a votar sólo a las casadas, afirmando que sólo “...seríamos semiciudadanas las casadas con ciudadanos colom bianos” y preguntaban: “¿en qué plano quedarían las colombianas esposas de extranjeros, las mayores de edad casadas con menores, las solteras y las viudas?”. Se rebelaban contra los comicios de cónyuges, “...que lejos de velar por la armonía en el hogar fomentarían los desacuerdos porque necesariamente implicaría que las mujeres serían llevadas por sus maridos a votar, lo cual sería anacrónico”. Después de afirmar que en los pueblos avanzados se había puesto de relieve la necesidad de la participación fem enina en los asuntos gubernamentales, incluidos los de mayor tradición católica que no se habían sustraído de un imperativo de la vida moderna, refutaban el hecho de considerar peligrosa una actividad que ya todo el mundo había adoptado, a excepción de 15 países “ y que ha sido el final victorioso de largas luchas” . Proponía acompañar el voto femenino de una amplia campaña de divulgación cultural. Terminaban afirmando que “...el sentim iento femenino es enemigo de la violencia en la solución de los conflictos y por lo mismo su colaboración tiene un fondo de sensatez que la hace indispensable. Como ningún otro ser la mujer es una defensora aliada de la paz, ya que su corazón es el que con mayor rudeza recibe la agresión dirigida contra los hijos que trajo a la vida...” (Anales de la CEC- No 5 de enero 30 de 1.954- recibida el 14 de diciembre del 53).

En 1951 el Congreso, por iniciativa del gobierno que pretendía dar una organización corporativista al Estado colombiano, aprobó en primera vuelta el proyecto de acto legislativo que convocaba una Asamblea Nacional Constituyente -ANAC- , esta convocatoria fue sancionada en diciembre de 1952 (1). Así mismo, el gobierno había convocado una Comisión de Estudios Constitucionales - CEC-, integrada exclusivamente por varones conser­ vadores, que elaboraría las propuestas de reforma para presentar a la ANAC. El paquete, que estaba listo en mayo de 1953, contenía artículos que recuperaban para la iglesia católica sus privilegios; era “la preem inencia del ejecutivo sobre el legislativo, el recorte de las libertades públicas tradicionalmente protegidas, la introducción de elementos corporativistas y la restricción del sufragio universal...” ( Tirado Mejía Alvaro. NHC- Editorial Planeta, Vol II, Cap.IV pag 89). En el mes de junio de 1953 llegó a la CEC una carta suscrita por más de tres mil mujeres, encabezadas por Esmeralda Arboleda, Magdalena Fetty, Ismenia de Mujica, Isabel Lleras de Ospina, Aydée Anzola Linares, Noemí de Greiff, María Currea, Josefina Valencia. Después de hacer un recuento de los documentos internacionales relativos a los derechos humanos y a la igualdad de hombres y mujeres y de exigir su aplicación, criticaban las tesis centrales de la propuesta presentada por el gobierno a esta Comisión, abogaban por que fuera el constituyente y no los intereses de partido en el congreso quienes

En la CEC se había iniciado nuevamente la discusión histórica sobre los derechos políticos de las mujeres, que había quedado prácticamente congelada desde la reforma constitucional de 1945. Allí se analizó el papel de las mujeres y como sostenedoras de las tradiciones cristianas, se consideró que las casadas pudieran elegir y ser elegidas para concejos municipales. En el proyecto definitivo aprobado se les daba a las mujeres el derecho a elegir y ser elegidas para los concejos m unicipales y se computaban como dobles los votos depositados por hombres y mujeres casados legítimamente, es decir según el rito católico, o por el civil siguiendo todo el ceremonial de apostatar públicamente de la fe católica.

En el recinto de la CEC fue animado el debate, que puso de nuevo en evidencia las paradojas del comportamiento de los militantes de los partidos tradicionales cuando de discutir los derechos de las mujeres se trataba y también volvieron a brillar las tesis radicales de apoyo a las reivindicaciones femeninas. Allí el comisionado Félix Angel Vallejo sostuvo que el artículo propuesto por él otorgaba la totalidad de los derechos políticos a las mujeres y que además, esta tesis “ha sido sostenida por múltiples juristas, entre otros por los doctores Alzate Avendaño y Ramírez Moreno”. Alegaba que para él era fundamental que se le concediera a la mujer este derecho, contem plado dentro de los derechos humanos como persona que es, agregaba que en 15 países latinoamericanos la mujer tiene derechos políticos plenos, en dos parcialmente y en otros dos nada. Sobre la tesis de que deben ser otorgados progresivamente argumentaba que “...los derechos existen o no y que si existen deben concederse en su totalidad y no progresivamente...” (Anales de la CEC No 5 de enero 30 de 1.954- Acta No 9 de Die 14/ 53).

Los derechos de las mujeres en el marco del gobierno de las Fuerzas Armadas Tal vez sea una paradoja de nuestra historia nacional, pero el reconocimiento de la mayoría de los derechos de las mujeres lo ha sido por voluntad unilateral de gobernantes decididos; en pocas ocasiones fue el producto de la generosidad democrática de nuestros políticos profesionales, tal como lo afirmaba por su experiencia vivida, Ofelia Uribe de Acosta.(Véase Una Voz Insurgente. Editorial Guadalupe, 1963). Los sucesos acaecidos con respecto a los derechos de las mujeres, en el contexto de este agitado período político, han sido subestimados por haberse tratado de un régimen de facto. Sin embargo, los considero de vital importancia en la resolución de los destinos democráticos de las mujeres colombianas. Tanto el clima, como las decisiones que allí se adoptaron, sentaron un precedente histórico, que hacía imposible posteriormente echar atrás los avances logrados en tan precario terreno jurídico. El 13 de junio de 1953 se dio el llamado “golpe de opinión” que fundó el gobierno de las Fuerzas Armadas dirigido por el General Gustavo Rojas

Pinilla. En un país “en plena contienda civil, los campos sufrían la atroz consecuencia de la violencia inclemente y las ciudades se afectaban por el temor y la desesperanzada emigración provocada por el ánimo sectario y homicida” (Arismendi Posada, Ibid, NHC, pág. 204). La Asamblea Nacional Constituyente, se reunió el 15 de junio de 1953 y abandonó la propuesta de Constitución que venía trabajando desde el gobierno de Laureano Gómez y el 18 del mismo mes, con la firma de Ospina Pérez expidió el Acto Legislativo No 1 que le daba legitimidad a Rojas Pinilla como Presidente de la República por el resto del periodo presidencial, es decir hasta el 7 de agosto de 1954. En diciembre del 53, el gobierno nombró una nueva Comisión de Estudios Constitucionales, en la que participan algunos liberales. Un grupo de mujeres se presentó regularmente a la Comisión Cuarta desde que se iniciaron los debates, para apoyar el voto femenino. En varias ocasiones se les dio el uso de la palabra y fueron escuchadas, su presencia fue reseñada así por la revista Sem ana: "Josefina Valencia, serena, trascendental y oportuna, Berta Hernández de Ospina Pérez, humorista y de réplica constante; María Aurora Escobar, vehemente y lírica, la única romántica del grupo; y Esmeralda Arboleda, lógica e irónica.” ( Semana No 382 del 22-11/54). Al exaltar esta presencia, el comisionado Rafael Ortiz González, expuso las tres posturas imperantes en la CEC, “ ...La del Dr. Félix Angel Vallejo, que sostiene el derecho universal del voto femenino, consagrado en nuestra Carta Fundamental, con plenitud de elegir y ser elegida; esta tesis plenaria consulta la más estricta justicia, en el momento actual del mundo; nosotros la hemos sostenido siempre y la aceptamos sin reserva. La del Dr. Abelardo Forero Benavides que sostiene únicamente la incorporación del principio a nuestra Constitución y deja al legislador la oportunidad de implantarlo cuando lo juzgue conveniente... el legislador nunca se pondrá de acuerdo sobre la necesidad justiciera, ni sobre la oportunidad ni conveniencia en esta medida trascendental en la evolución del derecho representantivo y electivo respecto a la mujer colombiana. La tercera tesis ha sido sostenida por el Dr. Bernal Jim énez y otros distinguidos comisionados y sostiene el voto gradual de nuestras mujeres únicamente para las elecciones municipales

incorporado a la Carta, mientras deja al Legislador la facultad de ampliarlo cuando lo juzgue oportuno y necesario.” (Anales CEC- No 7 de 12 de febrero de 1954). Desde el mes de enero empezaron a llegar copiosas comunicaciones a la CEC suscritas por mujeres, en las que aparecen algunas firmas de señores, estas cartas provenían de Cali, Pereira, Barranquilla, Viotá, del Comité Proderechos de la Mujer de Tunja y del Centro Femenino de Estudios de Medellin . En febrero del 54, la educadora antioqueña doña Teresita Santamaría de González, directora de la revista Letras v Encajes, escribía en el periódico El Colombiano, los tres siguientes argumentos en’favor de los derechos políticos de las mujeres. En el primero planteaba que si las mujeres tienen deberes que cumplir no hay razón para que el legislador les quite los derechos; en segundo lugar, argumentaba que “... Si el Código Penal castiga al varón que ha delinquido quitándole los derechos de ciudadano, ¿por qué el legislador, sin discrim inación ha impuesto este castigo a toda mujer colombiana? ” y apelaba como tercer argumento a los compromisos internacionales de Colombia con las demás naciones en relación con los derechos de las mujeres y además expresaba que el santo Papa Pío XII había llamado a las mujeres a la plaza pública para defender “... sus derechos que no son otros que los derechos del hogar cristiano”. Concluía que los varones de uno y otro partido temen conceder el voto a las mujeres “...porque para ellos en su inmenso egoísmo, el voto femenino es una incógnita y temen que haga inclinar el fiel de la balanza hacia la derecha o hacia la izquierda. Pobres ciegos ¡Ignoran que la mujer siempre ha obrado, obra y obrará en función de madre!” ( El Colombiano, febrero 8/54). El periódico El Colombiano, que desde los años 20 defendía y creaba tribuna para que las mujeres expresaran sus puntos de vista como literatas, como poetas, como bachilleras, como agentes sociales caritativas, como graduandas en distintas artes y oficios, como personas que abogaban por sus derechos de seres humanos, también en esta ocasión apoyaba en sus editoriales el voto femenino. Mientras tanto, en la semana siguiente a la aparición del escrito de doña Teresita Santamaría, en el seno de la CEC se tensionaron las contradicciones entre

anti-feministas y sufragistas integrados por señores de ambos partidos. A esta polémica se la conoció como el “torneo galante”. Con la presencia y la voz de las mujeres que asistieron a todas las sesiones en que se debatió el tema, se presentó una fuerte confrontación ideológica, cuyo principal y agrio contradictor fue el presidente de la CEC, Rafael Bernal Jim énez. Fue publicada una herm osa fotografía, que da cuenta del estado de los ánimos, en la que aparece deferentemente socarrón el señor Bernal J. y al frente suyo, muy cerca a su cara, doña Aurora Escobar, con los ojos muy abiertos y enérgicos mirándolo fijamente, por entre el velo de su sombrero, en medio de la polémica; en su mano enguantada tenía un sobre con una propuesta (Semana No 382, 22-11-54). (Véase Anales de la Comisión de Estudios Constitucionales No 17, abril 13 de 1954, págs 251 y ss). Después de un acalorado debate, a la media noche del 12 de febrero se cerró la sesión con la afirmación del ministro de Educación que dijo: “... Su excelencia es partidario del sufragio femenino universal”. Por esta razón las feministas y sus aliados llegaron optimistas a la sesión del día lunes 15 de febrero; después de escuchar a los coléricos detractores: Eleuterio Sena y Jesús Estrada y a sus defensores: Luis López de Mesa y Gilberto Alzate Avendaño, se produjo la votación “... y fue negada, por 9 votos contra 8 , en medio de un silencio glacial.” En esta sesión también una mujer, Lucía Cock de Bernal Jiménez pronunció un discurso en contra del voto femenino en el que afirmaba su inconveniencia y preguntaba: Sería conveniente llevar a nuestras honradas campesinas, a nuestra abnegada mujer de la clase media, o a las habitantes de las pequeñas poblaciones a esta rebatiña de curules, a este trágico y doloroso agitarse de pasiones que ha ensombrecido nuestra patria ? ” Decía que las mujeres debían ser llamadas a prestar servicio social, “... de acuerdo con el puesto que le corresponde ...llamadla a filas para que intervenga en los problemas de higiene pública , en la educación, de toda clase de servicio social”. Concluía su intervención diciendo que “...El temperamento de la mujer es tan apasionado o más que el del hombre, aunque no lo parezca. Su suavidad es una suavidad política para ganar batallas...Qué trágica polarización de su vida desviada de su misión ideal de educadora de la humanidad. ¿Acaso han ganado mucho las mujeres que han obtenido el voto en los tiempos modernos ? Han ganado el trabajo

de los hombres unido al suyo propio, han ganado en igualdad para carecer de consideraciones, han creído ganar ...y es más, mucho más lo que han perdido.”. (Anales de la Comisión de Estudios Constitucionales No 11 Marzo5/54, pág 163) Sin embargo, el martes 16 de febrero los periódicos de la mañana afirmaban que los CEC rectificaban y acogían la fórmula de “Pacho” Pérez: a) el voto universal no es función exclusiva del varón y b) la ley reglamentará lo relativo al sufragio”. (Semana No 382, 22-11-54) La decisión definitiva quedaba en manos de la plenaria de la ANAC. La prensa registró con alivio que después de la tempestad oratoria y galante que desencadenó en el seno de la CEC la discusión sobre el voto femenino, han vuelto la calma y el método a los fríos salones del Capitolio. (Semana 383, 1-III-54). También por esos días el periódico El Catolicismo, dirigido por Mario Revollo, consideraba inoportuno el voto femenino, sin embargo el Arzobispo Primado de Bogotá había recomendado en la última reunión de obispos, la conveniencia de otorgar el voto a las mujeres. También se registraba la estrategia de las mujeres que no construirían aparatosos comités, ni apelarían a manifestaciones multitudinarias: “...se limitarán como lo han venido haciendo hasta hoy a ganar adeptas y adeptos a base de conversaciones en pequeño, publicaciones y conferencias...” (ibid).

La defensa de la democracia y los derechos de las mujeres. ¿Un dilema femenino en épocas difíciles? El gobierno en diciembre del año 53 había decidido volver a nombrar a la empresaria, doña María Currea de Aya titular de la representación de Colombia ante la Com isión Interam ericana de M ujeres, precisamente en el momento en que en el país se discutía el tema del sufragio. Ella y sus compañeras en Washington hablaban de la necesidad de enfocar este asunto desde la óptica de los derechos humanos y pedir al Gobierno que cumpliera con lo aprobado en las reuniones de C hapultepec y en la IX Conferencia Panamericana de Bogotá, así como en la carta y la Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU .(Semana 386- 22-111-54). Josefina Valencia de Hubach, una vez repuesta de un tifo que le impidió asistir a las últimas sesiones

de la CEC para apoyar el voto femenino, empezó a dictar conferencias para hacer propaganda y sobre todo a resaltar, a hacer visibles obras de mujeres en beneficio del país. En medios como la revista Semana, se aprecia durante estos meses un deliberado propósito de mostrar que en el país había suficiente número de m ujeres profesionales, em presarias, cuando precisamente se cumplían 20 años del ingreso de las mujeres a las universidades, mostrando con detalles sus ejecutorias. Desafortunadamente, los artículos no están firm ados, por lo tanto desconocemos quién era el o la autora de ellos. Destacaba que cuando ellas empezaron a ir a la universidad en sus casas les decían: “Te vas a volver atea y comunista” y explicaba el articulista: por aquel entonces, estudiante era poco más o menos que sinónimo de patán, y las señoras se hacían cruces” como dicen ellas, al pensar que sus hijas tendrían que convivir con aquéllos...” ; concluían: “...Casi 20 años después una revolución de las costumbres colombianas había triunfado sobre el temor y los prejuicios tradicionales. Las chicas siguen siendo encantadoram ente fem eninas, piadosas y muy de la casa, sin perjuicio de que centenares de ellas acudan todos los años a las aulas universitarias” (Sem ana No 388, 5-IV-54.) Destacaban a las mujeres de distintas profesiones, especialmente abogadas, médicas, odontólogas, etc, como Rosita Rojas, Fabiola Aguirre, Gloria Inés Forero y Gabriela Pelaéz Echeverri, de las primeras promociones;, a Aydée Anzola Linares, a Esmeralda Arboleda de Uribe, Cecilia Valdiri, María Josefa Solano, Marina Goenaga, Carmen y Soledad Gómez, Elba Quintana, Beatriz Lizarazo, Teresa Rico, Luz Fany Arteaga Duzán, Georgina Ballesteros de Gaitán, Cesarina de Borrero, Flor Romero de Nohora, Nury Gallego González, Ligia Gómez Gómez, Helena Dom ínguez Peñuela, Edilm a Escobar Cano, Cecilia Hernández y muchas más. El 27 de abril de 1954 se fundó en Bogotá la Organización Femenina Nacional, que presidía la esposa del expresidente Ospina, doña Berta Hernández, con la vicepresidencia de María Currea de Aya, con las bases propuestas por Esmeralda Arboleda y Josefina Valencia. El objeto de dicha organización era “...unir a las mujeres colombianas sin distinción política o social para luchar por el reconocimiento y la guarda de los derechos de la mujer y de la infancia a la luz de las normas de

Cristo”. Colocándose por encima de las banderas de partido convocaban a luchar entre otras cosas, por la paz, “...que colma el anhelo del alma femenina, por la igualdad de derechos políticos para hombres y mujeres, por el sufragio femenino, por la igualdad salarial y contra la discriminación del trabajo de la mujer, por la protección de su derecho al trabajo, contra los despidos por m atrim onio o estado prenatal, por el derecho a ocupar altos cargos del Estado, por la realización de campañas educativas que exterminen los prejuicios existentes de inferioridad de la mujer y por una serie de medidas de protecció a la infancia...” (Velásquez Magdala, NHC- Planeta Tomo IV, pag 56) El programa de esta entidad fue aprobado oficialmente por el Gobierno y difundido en los establecimientos de educación, por orden del Ministro de Educación encargado, Lucio Pabón Núñez. Vemos que en las tesis para apoyar sus reivindicaciones, las mujeres echaban mano del sentimiento cristiano, es decir que marcaban una diferencia con las mujeres de las décadas de los años 30 y 40, cuando como liberales o conservadoras apelaban a la racionalidad de sus reivindicaciones y los que las apoyaban como Ramírez Moreno, Alzate Avendaño, Diego Montaña, Jorge Soto del Corral, Olaya Herrera y algunos más también hacían ejercicios ilustrados y laicos para demostrar la justeza de estos derechos. Esta manera de expresarse las mujeres nos muestra que ya había empezado la guerra fría y la rebatiña por el control ideológico, económico y militar del mundo entre el capitalismo occidental y el comunismo oriental, que desarrolló un tipo diferente de discurso intolerante, formas de derechización y de práctica política y social, a las cuales fueron bastante próximas las mujeres de la élite. Durante estos años también registramos un hecho significativo en la cultura política de las mujeres que luchaban por sus derechos políticos y es la existencia de un discurso que se apoyaba decididamente en la reivindicación de los Derechos Humanos, asunto que en el mundo democrático occidental y en las luchas sociales, se esbozaba tímidamente.

Empieza el fin de la luna de miel con Rojas Pinilla y se inicia el forcejeo por la reelecciónLas mujeres en la escena En el día 30 del mes de julio de 1954, por Acto Legislativo No 1 la ANAC autorizó a Rojas para aumentar en cuarenta miembros el personal de esta Asamblea, treinta y ocho elegidos por él y dos por la Iglesia. “...El objetivo de este acto obsecuente era permitir a Rojas conformar una mayoría tendiente a su reelección.” (NHC- Planeta Tomo II- Tirado Mejía Alvaro, pág 109) Es decir que para esos días ya se iniciaba el principio del fin del apoyo de los partidos tradicionales a quien se consideró en su momento, la única ficha que podía generar una posible concordia entre conservadores y liberales . En este contexto es que el General Rojas Pinilla nom bró para la ANAC a la prim era m ujer constituyente del país, la caucana Josefina Valencia de Hubach , en reemplazo de Joaquín Estrada Monsalve, y como suplente suya a la antioqueña Teresita Santamaría de González. ( El Colombiano, julio 30/54) En el acto de instalación de la Asamblea y en su primera sesión se registraron dos hechos indicativos de las contradicciones del momento. El primero, la presencia de Josefina Valencia de Hubach en el recinto, “... vestido negro, edad mediana, 39 años, capa de piel, tez blanca sonrosada, pelo negro cuidadosamente peinada hacía atrás, hija del poeta Guillermo Valencia, la tercera de 5 hermanos casada con el geólogo chileno Enrique y madre de dos hijas” (Semana No 406 9-VIII-54); fue recibida con un nutrido aplauso de sus compañeros constituyentes y con un ramo de orquídeas que la esperaba en su curul. El otro hecho fue protagonizado por seis constituyentes conservadores: Amaya Ramírez, Andrade, Sardi, M ejía M ejía, Araújo Grau y Betancur se presentaron, en contra de las reglas del protocolo, vestidos de colores llamativos. Pero esta protesta no era por la presencia femenina, aun cuando dos de ellos eran recalcitrantes antifeministas (Mejía y Amaya), su protesta quedó consignada en una constancia que decía: “Hace un año que la Constituyente previo la posibilidad de una elección popular... ¿Porqué razones el gobierno de las fuerzas armadas la desecha ? La acordada elección del actual

jefe del gobierno militar rompe además una noble tradición nacional y resta todo sentido de libre y sincera escogencia al mandatario que la nación exige, en esta desconcertante encrucijada de su historia.” (Semana No 405 2-VIII-54). Efectivamente la ANAC en su sesión del 3 de agosto de 1954 reeligió a Rojas Pinilla hasta el 7 de agosto de 1958 (Tirado Mejía, op. Cit, pág. 110) Poco antes de la elección presidencial por la Asamblea Nacional Constituyente, Josefina Valencia se enteró de que con ella estarían otras dos mujeres: la abogada palmireña, de 32 años, Esmeralda Arboleda y como suplente suya, María Currea de Aya, empresaria bogotana de 64 años, nombradas ambas por Rojas Pinilla, en reemplazo de los liberales Luis Eduardo Gachamá y Juan José Turbay. (Semana No 406,9-VIII-54) Josefina Valencia y Esmeralda Arboleda presentaron en la sesión del 5 de agosto el Proyecto de Acto Legislativo sobre ciudadanía de las mujeres, que a la vez fue entregado por la Presidencia para estudio de los constituyentes Francisco de Paula Pérez, Gilberto Alzate Avendaño, Félix Angel Vallejo, Hernando Navia Varón, Abelardo Forero Benavides, Josefina Valencia y Esm eralda A rboleda (El Colombiano, agosto 6 de 1954). En la exposición de motivos las dos proponentes sustentaban sus puntos de vista, en primer lugar, confesando su fe religiosa, así: “... Fieles a la doctrina del cristianismo que elevó a la mujer de la situación de esclavitud a que venía sometida y reconoció la existencia de su alma en el Concilio de Trento, seguidoras de las doctrinas del Pontificado sobre derechos femeninos, al solicitar atentam ente a vosotros nuestra ciudadanía, creemos interpretar los preceptos del Pontífice.” (ibid) Hicieron un recorrido histórico desde la Constitución de la Provincia de Vélez que en 1853 había consagrado el voto femenino. No obstante, pasaron por alto, la lucha que mujeres liberales y socialistas libraron cuando en el parlam ento de 1944 se discutía una Reforma Constitucional en la que se presentó una propuesta del sufragio femenino. ( Véase Magdala Velásquez NHC - Planeta, Tomo IV) Aludieron también a los com prom isos internacionales de C olom bia, especialm ente los contraidos al suscribir el Preámbulo de la Carta de las Naciones Unidas, ratificado por la Ley 13 de 1945. Explicaron de los aportes de la m ujer al país, así com o las

reivindicaciones fundamentales en el mundo del trabajo y contra la trata de blancas. El 25 de agosto de 1954 fue aprobado por la plenaria de la Asamblea el texto del Acto Legislativo No 3 de 1954, que decía en su artículo Io: “Son ciudadanos los colombianos mayores de veintiún años ” y en el tercero: “queda modificado el artículo 171 de la Constitución en cuanto restringe el sufragio a los varones.”

¡Oh! júbilo inmortal!, cantaron las mujeres en la Constituyente El día 24 estaba programada en la Asamblea la discusión del voto femenino, los pasillos se hallaban “ atestados de un público rumoroso y gentil. Centenares de futuras ciudadanas encabezadas por doña Berta Hernández de Ospina Perez, Presidente de la Asamblea, se tomaron el Capitolio desde las cuatro de la tarde. El diputado Alzate Avendañofuerte y macizo- inició su exposición como vocero de los feministas” ( Semana No 410, 6-IX-54). Con tono socarrón y enérgico y con su parlamento cargado de sarcasmo, dijo estas palabras: “Para defender los derechos de la mujer no es menester hacer una especie de cabalgata histórica a partir del hipotético matriarcado, hablar de Semiramis, aquella reina asiría que construyó los jardines colgantes de Babilonia... ni citar a las reinas egipcias, ni a la famosa Lisistrata, personaje de Aristófanes, que tanto impresiona a nuestro helenista de cabecera Bemal Jiménez. Ni mencionar a Catalina Sforza y a las damas ilustres del Renacimiento. Ni siquiera como el Profesor López de Mesa, vamos a apelar a la osamenta de las heroínas Policarpa Salavarrieta, Antonia Santos, Mercedes Abrego, Simona Duque, diciendo que la gratitud nacional debe premiar con el voto a las mujeres contemporáneas, en vista de aquellas proezas de antaño...” Su intervención fue ovacionada, hasta el punto que el presidente de la Asam blea no pudo aplicar rigurosam ente el reglamento a las barras. Luego, el hermano de Josefina Valencia, Guillermo León, objetó el artículo, porque “ la política nociva y venenosa, sería capaz de destruir la esencia misma de los hogares colombianos”. Al concluir Josefina le replicó diciendo: “Lamento en esta intervención tener que hacer alusiones personales pero desciendo,

como el diputado Valencia, de Guillermo Valencia; hubiera preferido que su posición frente al voto femenino no hubiera sido plena galantería, sino de absoluta igualdad como se vivió en nuestra casa...” Después de ella intervino el diputado Augusto Ramírez Moreno quien había estado ausente de la vida pública por cinco años y pronunció un discurso lírico de elogio a la mujer...” (Ibid). Después de una intervención de Esmeralda Arboleda el día 25 de agosto, fue aprobada la propuesta, poco antes de las ocho de la noche, por 60 votos afirmativos de los diputados que se encontraban en el recinto y ninguno negativo, cinco de los opositores se habían retirado del recinto minutos antes de la votación ( El Colombiano, agosto 26/54). Después de ésto Esmeralda y Josefina se levantaron y entonaron el Himno Nacional, coreadas por las mujeres de las barras; los diputados se pusieron de pie, Esmeralda se dirigió a alguna de sus amigas y le dijo: “ciudadanas.” (Semana No 410, cit). Esta decisión favorecía a 5.806.105 mujeres, 64.038 más que los varones, de ellas casi 2 millones y medio vivían en zonas urbanas y el resto, 3.3. millones, en el campo. Para esa época, de los 25.992 maestros que trabajaban en las escuelas primarias, 19.884 eran mujeres, en las escuelas primarias había más de medio millón de niñas contra un número similar de niños. En bachillerato, apenas había matriculadas 25.590, contra 52.470 varones; por su parte, en las universidades estaban matriculadas ese año para seguir carreras profesionales técnicas, 1.400 muchachas, frente a 5.600 muchachos. (Semana 410 cit)

Otros avatares: se agudiza la represión y límites a los derechos ciudadanos. El gobierno destituye a Esmeralda Arboleda En las misma sesiones del mes de agosto en que se aprobó el voto femenino, también fue aprobado un Acto Legislativo que declaraba ilegal al comunismo. Este hecho hizo entrar en la clandestinidad a los miem bros de este m ovim iento y las m ujeres militantes y simpatizantes se organizaron por esos días en la Asociación Democrática de Mujeres Colombianas que continuaron en la vida legal. Publicaron un órgano que se llamó Nuestras Mujeres y circuló de julio del año 54, a marzo de 1956.

Precisamente, en su primer número registraron los sucesos del 8 de junio, cuando al ser reprimida una manifestación conmemorativa de la muerte de un estudiante durante el gobierno de Abadía Méndez (a fines de los años 20), fue asesinado otro. Al día siguiente cuando salieron nuevamente a la calle, la represión cobró la vida de ocho más y dejó cuarenta heridos, la policía detuvo más de doscientas personas, entre ellas al ex-rector de la Universidad Nacional Gerardo Molina y al intelectual Antonio García. (Véase Tirado Mejía. op. Cit, pág 115) Las mujeres comunistas adherían a una proposición hecha por damas bogotanas publicada en El Tiempo del 17 de junio, en la que se llamaba a protestar por este atropello. En medio de múltiples tensiones sociales y políticas, por esos días se empezó a presentar la polémica sobre la tercera fuerza, a la manera de las tesis peronistas en la Argentina. Las mujeres también se involucraron en ella y un sector del movimiento propuso la creación de esa tercera fuerza como un partido de mujeres provenientes de todos los partidos. Se presentaron debates con la Asociación Femenina Estudiantil AFE- , que al parecer con carácter generacional y de conceptos entre las universitarias y las mujeres que proponían este tercer partido. La revista Nuestras Mujeres exponía con claridad sus objeciones, así: La historia nos enseña que todas las tentativas de crear partidos políticos femeninos han fracasado... Los partidos políticos luchan por el poder con el fin de imponer sus plataformas desde éste a los gobernados, lo cual cobija por igual a hombres y mujeres. La lógica de un partido feminista le impone una plataforma en favor exclusivo de las mujeres y, desde luego, necesariamente, contra los hombres.” Afirmaban que la lucha entre los sexos no ha existido en la humanidad, “...las diferencias entre ellos son de división del trabajo, con base en las diferencias biológicas, el tránsito de matriarcado al patriarcado tuvo origen en la división del trabajo de índole económica ". Al abordar las tareas la lucha de las m ujeres, como expresión de su “derecho de ciudadanía que consiste principalmente en su capacidad para elegir y ser elegidas, debe ser la de conseguir el levantamiento del estado de sitio y consiguiente restablecimiento de las libertades dem ocráticas.” También hablaban de que “las mujeres tenemos problemas específicos que por su

naturaleza o su importancia necesitan que sean resueltos mediante nuestra combatividad puesta al servicio de esos fines”; los enumeraban así: la paz, la salud, desarrollo e instrucción del niño, la defensa de la maternidad y la igualdad de remuneración con el hombre." (Nuestras Mujeres No 3, Bogotá, octubre/54) El país vivía desde finales del gobierno de Ospina Pérez la mordaza de prensa. En marzo de 1954, el gobierno decretó que los periódicos debían ceñirse al relato de los hechos y evitar interpretaciones; así mismo castigaba con prisión el “ transmitir, escribir, editar, ayudar a editar o distribuir escritos o publicaciones que insultasen a las autoridades legítimamente constituidas”. El 15 de marzo -54, fue cerrado un periódico dirigido por Belisario Betancur. En agosto de 1955 Rojas, junto a una comitiva en la que participaba Esmeralda Arboleda, estuvo de visita en Ecuador. En declaraciones hechas a la prensa atacó a los periódicos El Tiempo y El Espectador, lo que armó una polémica de cables y comunicaciones que se publicaban en ese país y que condujo a apretar más el puño de la censura oficial contra la prensa. Con el título de “Elocuente silencio de doña Esmeralda Arboleda”, los periódicos La R epública. El Tiempo. El E spectador y El Colombiano publicaron una carta en la cual aclaraba su intervención en esa visita oficial y rectificaba una información según la cual ella había apoyado el control presidencial a los periódicos. Explicaba: “...Viajé como miembro de la Comitiva Presidencial por considerar de gran importancia la vinculación femenina a la labor de acercamiento a los pueblos amigos, y si bien es cierto que mi designación a la ANAC, en virtud de la cual represento a las mujeres, fue honor que me confirió el general Rojas P., no implica ello que exista identidad ideológica entre el Sr. Presidente y yo.”. Así mismo informaba que ella en su intervención, había afirmado que “ el gobierno de las fuerzas armadas ha tenido equivocaciones y aciertos; entre los aciertos señalé la intervención eficaz del presidente para que se consagrara en la Constitución la plena ciudadanía de la mujer..,”(E1 Colombiano agosto 4 de 1955). Posteriormente, el 15 de noviembre de 1955 fue destituida como constituyente por decreto presidencial No 2963, en su reemplazo se nombró a la médica Georgina Ballesteros de Gaitán, cuñada

del difunto Jorge Eliécer. Ella afirmó en un reportaje que “Mi destitución no me sorprende, dadas las crecientes limitaciones que sufre la libertad, debió ser motivada por el uso que he hecho del sagrado derecho a disentir...La medida entraña un golpe al m ovim iento fem inista en el cual he venido empeñada, porque ya sabrán las mujeres que sus representantes no son respetadas si no están identificadas con los criterios del gobierno.” (El Colombiano 17-XI-55). Con respecto a la preparación oficial de los mecanismos que garantizaran el ejercicio del sufragio femenino, el periodico El Colombiano en su editorial comentaba que “ los mismos argumentos y los mismos obstáculos que se movilizaron para impedir que se concediera a la mujer el derecho al sufragio, se están exhibiendo ahora para demorar la cedulación. Que las mujeres no declaran la edad, que no se dejarán fotografiar correctamente, que no deben ser reseñadas en las mismas oficinas que los hombres, que habría que señalar sitios especiales para votar.” El editorialista protestaba por no considerar nada de eso serio, ni cierto, refutaba también el argumento de que solo alcanzaba el dinero para cedular hom bres. E xigía la cedulación simultánea y señalaba que los amigos del voto femenino y las “mujeres que defendieron ese derecho, tienen la obligación de reclam ar la concesión de la cedulación femenina al mismo tiempo que la masculina, en igualdad de condiciones que ésta.” ( El Colombiano, mayo 7/55 )

Mujeres en la calle: unas protestan, otras apoyan al régimen militar Ya se había empezado a agriar la relación entre las mujeres y el General Rojas Pinilla, cuando las señoras de la Organización Femenina Nacional convocaron en el mes de julio, una manifestación de las mujeres de todo el país, en la plaza de Bolívar para agradecer al Teniente General su intervención para la aprobación del sufragio femenino. Esta se realizó el 25 de agosto de 1955, con la presencia de miles de mujeres de todo el país. Luego de un Te Déum, llevaron la palabra Josefina Valencia, Georgina Ballesteros de Gaitán, Marina Goenaga, la Juez cuarta civil Stella Monsalve y la poeta Anita Díaz. Josefina Valencia abogó por la eliminación de las norm as discrim inatorias contra la m ujer

contenidas en los códigos civil y penal, la eliminación de la ley que exigía permiso del marido para la mujer salir del país, el salario familiar, la asistencia prenatal, aumento de salas cunas y jardines de infancia, para facilitar el trabajo de las madres, estatuto de las m aestras, para m ejorar sus condiciones, hacer efectivo el principio de igual salario por igual trabajo. La médica Ballesteros habló de la paz, pedía como liberal que hubiera en el país, justicia, libertad y paz. Por su parte el presidente elogió a las mujeres, su misión y el papel que juegan en la nacionalidad. Las llamó a morigerar las pasiones políticas, porque “en varios lugares del país sigue vigente, no obstante los desvelos del gobierno la más cruda y odiosa ley del sectarismo y la venganza”. Refiriéndose a la anormalidad institucional y que no estaba próxima la hora en que podrían votar, podrían seguir prestando colaboración al gobierno, porque “....La fuerza de vuestra adhesión no radica en que de hecho podáis depositar un voto, ni en la expectativa más o menos artificial de que los políticos puedan explotaros como cauda electoral”. Refiriéndose a la oposición reforzaba, preguntando: “¿A qué unidad más noble ni más nacionalista podría aspirar un gobierno que a esta conjunción armónica de religión, patria y hogar ? Ni qué mejor escudo para precavemos contra las pobres sugerencias de frentes cívicos...? ” Habló de que había sido y sería abanderado de los derechos de la mujer y defensor de sus prerrogativas, les prom etió por su calidad de gobernante responsable y militar de honor, estar al lado de las mujeres, con “... respetuosa devoción y emocionado afecto, contemplando en vosotras la majestad de la República, y el más hermoso símbolo de nuestra nacionalidad.”. Por último les pedía que le ayudaran a salvar a esta Colombia inmortal y concluía,*1... Si así lo hiciéreis, Dios y la Patria os lo premien y si no que El y ella os lo demanden”. (Semana No 461. 5IX-55) Ofelia Uribe de Acosta, Lucila Rubio de Laverde, Victoria de Silva, Susana Rubio de Díaz y muchas más fundaron en el mes de febrero de 1955 el periódico semanal" La Verdad, del que salieron 24 ediciones. La última fue recogida por las autoridades y su sede allanada, debido a que en su número del 18 de agosto del 55, daba cuenta gráficamente de

una manifestación de mujeres por la libertad, celebrada el día 10 de agosto. En esa jornada, con carteles que decían “Protesta de Mujer”, rechazaban las medidas oficiales para restringir la libertad de prensa. Ellas fueron reprimidas violentamente con chorros de agua. En su primera página, con grandes títulos, La Verdad decía: “Presencia de la mujer en defensa de un principio: La libertad es la razón de la existencia; por eso la mujer gestora de vida se sacrifica por la libertad. La expresión del pensamiento femenino es la base esencial de toda civilización; ignorarlo es un peligro, acallarlo es el mayor error. No registra la historia movimiento alguno importante en que las m ujeres no hayan tomado parte activa como combatientes o como mártires.” En el editorial, escrito por Ofelia Uribe, calificaba el hecho como el más burdo atentado contra la mujer colombiana: “... Dada la calidad de sus componentes y la forma ordenada como iniciaron el desfile, no es presumible que representaran peligro alguno para la tranquilidad pública, ni menos que su presencia en las calles fuera signo de desorden o desacato al gobierno, era simplemente un gesto de rebeldía femenina ante el sacrificio de un principio”. Después de aclarar que no participaron en la manifestación, ni pertenecer a ningún partido político y que pregonaban el orden y el respeto al gobierno, afirmaban que “... no podemos aceptar que en su nombre puedan hollarse los valores...” y que “ sobre la fuerza y la represión sólo pueden estatuirse precarios Estados tan efímeros como deleznables son sus bases”. Por último después de recordar que el periódico El Tiempo nunca fue su amigo, ni les dio cabida como periodistas, resaltaban la calidad de este gran diario orgullo de los colombianos en el exterior, rechazaban el cierre impuesto por el gobierno y afirm aban que se perm itían disentir de las apreciaciones del señor Presidente en una manifestación reciente en la que justificaba la medida “... Nuestro espíritu irrevocablemente demócrata se resiente y se duele cuando se cortan los gajos del árbol de la libertad que nutrió sus raíces con la sangre de nuestros proceres para albergar a todos los colombianos...” (La Verdad No 24 18-VIII55). Aparece pues la división entre las mujeres que trabajaron por el derecho al sufragio femenino : las seguidoras del gobierno tanto liberales como

conservadoras que apoyaban al régimen, las mujeres liberales y conservadoras que siguiendo los lincamientos de sectores de sus partidos, se alistaron en la lucha contra la dictadura y por la restauración del libre juego democrático; las independientes, antiguas feministas, las primeras profesionales que trabajaban desde los años cuarenta por los derechos de las mujeres y por último, las mujeres comunistas. La revista Semana registró desde mayo del 55, a su manera, con tono de página de trivialidades sociales que “ De los tes en hoteles lujosos se ha filtrado la sensación de que las señoras(también las señoritas) militantes del feminismo han tomado caminos diferentes. Las hay afiliadas al partido liberal y conservador en forma activa, se hallan algunas poniendo un toque femenino encantador en una joven agrupación socialista y son mayoría las que se alinean alredor de sus propias banderas; existe un movimiento generacional que busca agrupar en tomo a gentes jóvenes, universitarias y colegialas las preocupaciones y los anhelos de la mujer colombiana ( Semana No 444. 9-V-55) En el mes de septiembre el gobierno nombró a Josefina Valencia gobernadora del departamento del Cauca, la primera en ocupar ese cargo en la historia nacional. Algunos periódicos no consideraron acertada esta decisión, “...pero el sentir general no es éste, sino de satisfacción y expectativa ’’(Semana No 465. 3-X-55). Posteriormente, en septiembre de 1956 el gobierno la nombró Ministra de Educación; también en esta ocasión fue la primera mujer en ocupar un cargo de nivel ministerial. El 11 de octubre del mismo año, volvió a reunirse la Asamblea constituyente, que continuaba presidida por Ospina Pérez, después de dos años de receso. Al ser aprobada la propuesta presentada por el ejecutivo de ampliarla en 25 miembros que serían nombrados por el Presidente, Ospina renunció y así se empezó a consolidar la unión de los dos partidos tradicionales para derrocar a Rojas Pinilla. (Véase Tirado Mejía Op. Cit.) El 10 de mayo de 1957, entregó el poder en favor de una Junta Militar, después de una intensa movilización empresarial, obrera, social, religiosa en su contra.

Consideraciones generales en torno a las Mujeres en el Frente Nacional. De un precario ejercicio en la participación política a transformaciones en la manera de ser mujeres El ejercicio práctico de los derechos políticos y de muchos de los derechos civiles de las mujeres, reconocidos jurídicamente en las décadas anteriores, se inició durante el Frente Nacional. Transcurrieron estos años en una sociedad autoritaria, confesional y excluyente, dependiente del reparto mundial sucedido entre el Occidente capitalista y el Oriente comunista y dentro del contexto internacional de la guerra fría, con todas las secuelas que esta confrontación trajo en el orden de la defensa de la democracia, el reconocimiento y protección de los D erechos Hum anos y las reform as sociales tendientes a lograr la justicia en el orden económico y social. Aun cuando Colombia se precia en el panorama latinoamericano de su tradición democrática y de que no ha sido tierra fértil para dictaduras, la realidad histórico social la presenta como un proyecto político restringido para amplios sectores de la población. El acuerdo constitucional aprobado a través de un plebiscito (1957), en el cual pudieron votar por primera vez las mujeres colombianas, dio origen al Frente Nacional y fue una salida a la confrontación violenta entre liberales y conservadores, al desangre que sufría el país por esta razón, que según analistas, produjo la muerte de unas trescientas mil personas; además operó la unificación política de las clases dominantes. Fue un pacto de alternación del partido liberal y conservador en el ejercicio del poder del Estado, en todas las ramas de la organización estatal (ejecutivo, legislativo y judicial), a partir de cupos paritarios en la administración pública y alternando el poder ejecutivo cada 4 años en riguroso tumo para cada partido, durante 16 años, del 7 de agosto de 1958 a 1974, así: Lleras Camargo (liberal): 19581962; Guillermo León Valencia (conservador) : 1962-1966; Carlos Lleras Restrepo (liberal): 19661970; Misael Pastrana (conservador): 1970 a 1974. Se configuró, al mismo tiempo, el Frente Nacional como un ejercicio político intolerante, excluyente, autoritario que corrompió el desempeño político de

los partidos tradicionales, desconfiguró el sistema democrático, bloqueó las reformas sociales, provocó la pérdida de credibilidad en el Estado, impidió la expresión de nuevas fuerzas generacionales, sociales y políticas que pugnaban por un espacio político y por lo tanto escleroso el régimen democrático. Este período de la historia nacional estaba además inscrito en el marco de la guerra fría, en donde el fantasma del comunismo se veía aparecer por todas partes y se imponía la defensa de la cultura occidental y cristiana. La persecución a las diferentes formas de protesta y reclamación social y ciudadana, la respuesta militarizada a las expresiones corrientes de la sociedad civil fueron práctica corriente en el diario transcurrir de la vida del país. Fue por lo tanto, un período de severas y permanentes restricciones a los derechos humanos y a la institucionalidad democrática. Así mismo, en el orden internacional, no ocupaban los derechos humanos un papel preponderante y más bien su discusión y los esfuerzos para garantizar su vigencia quedaron congelados en las primeras décadas de la guerra fría, hasta tanto las potencias de occidente y sus colonias en el tercer mundo terminaran de resolver la lucha por la independencia nacional. Los múltiples movimientos estudiantiles, obreros, gremiales, populares, campesinos para mejorar sus condiciones de vida eran tratados con régimen militar y se consideraban problemas de seguridad nacional. Luchadores sociales y disidentes de diverso tipo eran investigados y juzgados por la justicia penal militar y permanecían privados de la libertad en instalaciones castrenses. Se convirtió en práctica usual de los gobiernos declarar casi permanentemente el estado de sitio, con cortos períodos de institucionalidad democrática, los poderes de excepción convertían al ejecutivo en legislador, en investigador y juez de opositores y opositoras. Todo esto produjo el consecuente desencuadernam iento de la organización dem ocrática y la incapacidad institucional de transformarse para dar justa respuesta a la situación social. Se incrementó, por lo tanto, la brecha entre las clases sociales, entre las generaciones y finalm ente se convirtió en un paraíso de la corrupción y el clientelismo de los barones de la política, fenómeno que se extiende hasta nuestros días.

Toda esta situación creó condiciones propicias para la organización y expresión de una oposición armada autoritaria, paternalista, intolerante y patriarcal, que en últimas ha suplantado las expresiones de la lucha civil democrática, reemplazando e impidiendo la movilización autónoma de la ciudadanía y la consecuente resolución, por la vía de la negociación, de los múltiples conflictos económicos, sociales, étnicos y políticos, según las perspectivas de la democracia contemporánea. Como las múltiples paradojas que nos presenta la historia del país, durante este período del Frente Nacional, en el marco de los fenómenos descritos, ocurrieron im portantes cam bios tanto en el desarrollo económico, como en las costumbres y la cultura. El país pasó de rural a preponderantemente urbano; mientras en 1951 el 61% de la población vivía en el campo, en 1984 esta proporción se redujo al 30%, pero el régim en legal de los m unicipios era anacrónico y se regía por normas de principios de siglo. Las cuatro principales ciudades concentraban en 1974, más del 69% de la industria que demandaba más del 72% de empleo industrial del país. Las exportaciones crecieron del orden de U.S.$ 450 millones en 1957 a U.S.$ 3400 millones en 1980, se desarrollaron los sectores modernos de la economía en lo financiero, lo industrial, los servicios públicos, las comunicaciones y se diversificó la actividad económica. ( Alvaro Tirado Mejía, en Prólogo a Proceso Político Colombiano. 1984) No obstante, según Bejarano (La Econom ía Colombiana en la Década del 70. Bogotá, Fondo Editorial CEREC, 1.984. pag 22), “... en 1975, Colombia está en el grupo de países que ostentan la desigualdad más alta en la distribución del ingreso, a tal punto que sólo somos superados por 8 países en la concentración del ingreso.” En 1950 el 43% de la población era analfabeta, a principios de los años ochenta se redujo al 15%. A comienzos del F.N. (1960), había en la universidades públicas y privadas 18.607 hombres matriculados y 3.623 mujeres, en 1973 había 113.089 varones y 39.734 mujeres, en 1980 eran un total de 280.000 (H. Ochoa en La Mujer y el Desarrollo, 1977). Para 1989 el total nacional de estudiantes universitarios era de 474.787 matriculados, de estos 245.340 son mujeres (51.7%) y 229.447 varores. (Mujeres Latinoamericanas en cifras. 1993)

En este contexto socio-político la población femenina inició su participación ciudadana y empezó a ejercer cotidianamente muchos de los derechos civiles que escasamente eran conocidos y ejercidos por la mayoría de las mujeres, sobre todo aquellos que habían sido consagrados en reformas legales de años atrás, tales como el sistema de manejo de bienes en la sociedad conyugal (1932), el acceso de las mujeres a la educación secundaria y universitaria (1933) y el consecuente acceso al trabajo remunerado en el mundo de las profesiones liberales. Las mujeres empezaron su ejercicio político en una dem ocracia restringida. El sufragio se fue debilitando a medida que avanzaba el Frente Nacional; esto se expresaba en las cifras alarmantes de abstención, cuya mayor cuota era femenina. Para el Plebiscito votaron 1.853.255 mujeres, que fue el 42% del total de votantes, frente a 2.561.835 hombres que representaron el 58%. A medida que avanzaba el Frente Nacional fue disminuyendo el total del caudal electoral: en 1968 votaron sólo 998.582 mujeres (40%) y 1.497.873 hombres (60%). (DANE, 1972, pág. 153).

Las cifras hablan de los derechos políticos y la participación de las mujeres Desde los inicios del pacto bipartidista, los partidos políticos tuvieron el suficiente cuidado para que las mujeres no salieran de los cánones tradicionales y continuaran ocupando sus papeles en la estructura social y política. Se presentaron casos ejempla­ rizantes como la prohibición impartida por Carlos Lleras Restrepo al liberalismo en todo el país para evitar la citación a manifestaciones públicas por parte de personas que no tuviesen la autorización previa de la Dirección Nacional. Esta medida fue tomada en 1958, frente a la inconformidad de las feministas liberales, dirigentes de la lucha por los derechos políticos y civiles de las mujeres desde la década de los 30, Ofelia Uribe, Lucila Rubio y Anita de Karpf. Ellas quedaron insatisfechas y decepcionadas por la bajísima representación femenina de los partidos liberal y conservador en las listas para cuerpos colegiados (congreso, asam bleas y concejos municipales) y por la casi nula designación de mujeres en los gobiernos departamentales y locales

que según la Constitución hacía el Presidente de la República, el liberal Lleras Camargo. Durante los primeros años del F.N. fueron elegidas para cargos de representación popular muy pocas m ujeres. Esm eralda A rboleda fue la prim era senadora elegida en 1958, por el departamento del Valle del Cauca; también para ese mismo período fueron elegidas representantes María Paulina Nieto de Caro y Ana Carcis Cardona, pero Esmeralda ya se había estrenado en la vida pública, junto con Josefina Valencia, en la Constituyente de Rojas Pinilla en 1956, posteriormente fue ministra de Com unicaciones de Lleras Camargo en 1961 (R evista Fem. M éxico, No 9 de 1978), convirtiéndose en la segunda mujer en ocupar una cartera ministerial en el país. “...Ofelia Uribe fue senadora suplente en 1962, Carmen Rocha, otra activista del voto y cofundadora de la Alianza Femenina Liberal, fue representante a la Cámara por el Tolima, entre 1958 y 1962, concejal de Bogotá y presidenta de su mesa directiva. También en el partido conservador hubo presencia, aunque limitada, de las mujeres en sus instituciones de dirección y representación. Dolly Suárez Betancurt, fue presidenta del prim er Comando Nacional Femenino, secretaria del Grupo del Partido y presidenta del Directorio Conservador de Bogotá, representante a la Cámara en 1962 y concejal de Bogotá en el período 1958-1962” ( Norma Villarreal, 1994, pág 152). El promedio de participación femenina en las corporaciones públicas, entre 1958 y 1974 se comportó así: Para Senado fue el 2.01%, para Cámara el 4.43%, para Asambleas el 8.15%, para Consejos Intendenciales del 3.07% y para Consejos Municipales el 6.69%. Es decir, que durante el F.N. la participación femenina en las corporaciones de representación popular fue del orden de 6.79 mujeres por cada 100 hombres. El Partido Liberal incluyó en sus estatutos en 1963 la representación fem enina en los directorios regionales, en los municipales y en la Comisión Política Provisional y consagró la libertad de nom brar m ujeres para cualquier cargo en su organización. Por su parte el Partido Conservador comprendía entre sus comités de acción política una agrupación de mujeres, también contó dentro de su dirigencia con una mujer aguerrida, deslenguada e incisiva que ponía y quitaba candidatos, ella con

beligerante pluma en su columna de La República, periódico de la fam ilia, ponía en peligro la estabilidad de gobemates y contradictores políticos. Esa mujer era doña Berta Hernández, la singular esposa del expresidente conservador Ospina Pérez. De otro lado, la Anapo incorporaba a las mujeres en sus comandos; en reuniones convocadas para el efecto ellas escogían a las representantes en los organismos partidistas. (P. Pinzón, D. Rothlisberger en Mujer v Desarrollo.... pag 45) En este grupo, también hubo una mujer de la familia de su fundador, la hija de Gustavo Rojas Pinilla, María Eugenia, conocida como “La C apitana del Pueblo” . Movilizaba un importante caudal electoral, con la imagen de la mujer magnánima que desde el poder se ocupaba de aliviar a los pobres y desvalidos por medio de obras sociales. Contar a las mujeres que participaron en la dirección de los partidos, en las listas electorales nacionales, departamentales y municipales, sus propósitos, sus programas y alianzas, es un ejercicio que aún no se ha hecho y es indispensable realizarlo para poder describir y analizar detalladamente el devenir de mujeres y hombres que intentaban ajustes y formas de modernización en la vida de las instituciones en las que participaban. Es posible afirmar que el resultado del ejercicio de los derechos políticos por parte de las mujeres fue cada vez peor durante los primeros años del F.N. La m aquinaria política terminó por usarlas como animadoras electorales, sin otorgarles posibilidades de juego en los puestos de decisión de las colectividades, ni en los cargos de representación popular, por tanto, no tenían poder efectivo para incidir desde la actividad política en la vida de la sociedad. Las mujeres que eran activas en los partidos políticos tradicionales aceptaron esas reglas del juego, se conformaron con un ejercicio que cada vez las separaba más de la toma de decisiones al interior de sus partidos y se resignaban con labores de servicio y de infraestructura material de las elecciones como empacadoras de votos, animadoras callejeras, motivo de “ embellecimiento” de actos políticos, etc. Sobre todo, servían de prueba de que sí estaban en la actividad política para convocar al resto de sus congéneres a participar por la paz y la defensa de la sociedad.

La abstención se elevaba de período en período y la mayoría de las mujeres del país continuaban sujetas a un régimen patriarcal y conservador, hasta en sus familias, en donde también se definía su voto según las predilecciones de los varones de la casa tal como ocurría al interior de los partidos. Durante estos 16 años de Frente Nacional las mujeres tuvieron una pérdida importante de sus objetivos como género, es decir, en sus reivindicaciones particulares. Al m ism o tiem po, durante estos años las encontramos participando e impulsando diversas formas de asistencia social, que no cuestionaban, ni conmovían la estructura patriarcal de la sociedad, sino que por el contrario la fortalecían, pero que simultáneamente les perm itía experim entar la realidad social e incursionar en cam pos desconocidos, sobre todo para las mujeres de las clases media y alta. Este proceso se dio en un escenario de inequidad social y de incapacidad de la clase dirigente para reformar la estructura de la propiedad y la distribución de la riqueza que el país requería. Florecieron actividades sociales de beneficencia animadas y ejecutadas por mujeres, bajo la forma de voluntariado y en muchos casos como ejercicio de la antidemocrática virtud de la caridad, paliativo a la situación de la población pobre. En especial en los primeros períodos del F.N. se presentó el incremento de grupos y asociaciones de trabajo voluntario fem enino con diversa procedencia de clase que realizaban un ejercicio social a través de labores que han representado simbólica y prácticam ente ideales femeninos: cuidado de la niñez, de enfermos, de ancianos. Las mujeres pobres en los barrios se vinculaban a las asociaciones comunales, para realizar trabajos en comités de salud, para recolección de recursos, educación, etc. Era esta otra manera que permitía a las mujeres de clase popular, media y alta salir de sus casas y hacer otra vida social. Como lo plantea Villarreal, Las carencias sociales y la incapacidad del Estado para ofrecer alternativas a los sectores más pobres, junto con la estrategia de desarrollo continental de la Alianza para el Progreso, fueron el marco de las organizaciones que se crearon" (op.Cit, pag 153). La Alianza para el Progreso era la punta de lanza de la política socioeconómica que impulsaban los Estados Unidos a través de la Organización de Estados AmericanosOEA, para hacer frente a la socialista Revolución Cubana.

Sobre estos proceso habría m últiples aspectos por investigar, en particular, las mentalidades que servían de soporte a estas mujeres, los resultados sociales de sus em presas y los avances en la autonom ía personal.

Como instrumento no partidista al servicio de la causa de los dos partidos tenemos a la Unión de Ciudadanas de Colombia, cuyos orígenes habría que reescribir, puesto que la historia oficial se ha encargado de desdibujar el papel de mujeres que en Antioquia iniciaron un proceso a la manera de las Ligas de Mujeres votantes de los Estados Unidos y cuya adjudicación histórica se ha hecho a Lleras Camargo, gestor del EN. (Conversaciones con Rosita Turizo de Trujillo, una de las fundadoras de la UCC- 1990). Esmeralda Arboleda fue una de las más renombradas impulsoras del Frente Nacional, supo jugar las reglas de la política y logró acceder a lugares reservados para varones en el parlamento y en el poder ejecutivo como ministra, posteriormente y durante casi toda su vida pública estuvo ausente del país formando parte del cuerpo diplomático. Por muchos años representó a Colom bia ante organism os internacionales como la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, de la ONU; embajadora ante la UNESCO y consultora para la misma institución en el año Internacional de la Mujer, se quejó de que la Primera Conferencia de la Mujer de las Naciones Unidas celebrada en México hubiera sido presidida por un hombre. (Revista Fem. ibid), pero es poco lo que se conoce hasta ahora sobre los resultados de su trabajo por las mujeres colombianas. Durante el Frente Nacional el movimiento del feminismo sufragista entró en receso después de haber mordido el polvo por la arrogancia de los conservadores patriarcas de los dos partidos, por la fuerza del poder tradicionalista de la iglesia católica y por la debilidad de las mujeres mismas frente a sus derechos, como en repetidas ocasiones lo expresó Ofelia Uribe. Con la aquiescencia de señoras cercanas familiar y afectivamente a los dirigentes de ambos partidos y con la ayuda de sus más próxim as aliadas se reforzó en las m ujeres comprometidas social y políticamente su potencial de guardianas de las tradiciones, de la civilización occidental y cristiana amenazada por el comunismo ateo.

Desfallecieron las esperanzas reformistas de las mujeres con la convocatoria al Plebiscito, en especial para las sufragistas liberales, conservadoras e independientes quienes estuvieron animadas en el proceso de convocatoria, por precisas reivindicaciones en materia de justicia social, de reforma agraria, políticas de educación, empleo y asistencia técnica. Por ejemplo, ya para el año de 1962, doña María Calderón de Nieto expresaba en un discurso de apoyo a la candidatura de Lleras Restrepo que “... aunque no nos satisfagan algunos candidatos o no tengamos la representación que nos debiera corresponder en las listas, tenemos que votar por la preservación del régimen político democrático bipartidista que le ha dado a millones de colombianos la paz..” (El Tiempo, marzo 4 de 1962). En Cali, Lleras Camargo pronunció un discurso ante una concentración de mujeres en el que afirmó que el voto no es para llevar más mujeres al gobierno, aunque esto sea deseable. Es para decidir las grandes cuestiones del gobierno en abstracto y no necesariamente encamadas en las personas...” (El Tiempo, marzo 20 de 1.970) Muchas de las mujeres ilustradas de las clases medias y altas, con estudios universitarios o sin ellos, que tenían una trayectoria de librepensadoras y de activistas políticas, decepcionadas del F.N. fueron ingresando a los movimientos de oposición al régimen frentenacionalista como el Movimiento Revolucionario Liberal-MRL, al Partido Comunista y a la Alianza Nacional Popular- ANAPO. Escribían en sus periódicos, disfrutaban y sufrían el estatus de trasgresoras y muchas de ellas constituían una piedra de escándalo en los sectores pacatos y tradicionalistas. Entre éstas podemos destacar a María Arango Fonnegra; de alta clase social, alumna y reina de los estudiantes de la Universidad Nacional, se convirtió en activista de la juventud comunista. Luisa Pérez que ingresó al MRL en sus inicios y años después fue fundadora, miembro activa y secretaria del Comité Permanente para la Defensa de los Derechos Humanos. Otros de los aspectos de interés para la investigación de estos grupos son los matices ideológicos y la procedencia de clase que m arcaron el comportamiento de las mujeres y los varones en las relaciones cotidianas al interior de estas agremiaciones, así como las formas de división sexual del trabajo que se fueron adoptando. También

es interesante descubrir el comportamiento de la represión estatal para con estas mujeres de oposición cuando caían presas, el trato recibido en los interrogatorios y en prisión. El F.N. hizo crisis para las elecciones de 1970. Después de años de incremento de la abstención y del escepticismo, se consolidó una tercera fuerza electoral populista, que venía expresándose desde 1960, alrededor del ex dictador Rojas Pinilla. Se convirtió en amenaza para la estabilidad del régimen bipartidista, puesto que canalizaba y facilitaba la expresión de corrientes del descontento popular. Este asunto se resolvió, presumiblemente por la vía del fraude, y con el escaso margen de 63.577 votos (Cifra de Cronología, Gran Enciclopedia de Colombia. Op. Cit), el exministro de gobierno del entonces Presidente Lleras Restrepo, Misael Pastrana fue proclamado nuevo mandatario nacional, en medio del toque de queda y la suspensión de la información sobre resultados parciales.

Nuevas posibilidades • Nuevas mujeres A la par que todo esto sucedía, las mujeres se fueron labrando un camino lenta y pausadamente, a la manera como don Andrés Bello en nuestro Código Civil del siglo pasado, describía la figura del aluvión, que agranda una propiedad, “... por el lento e imperceptible retiro de las aguas” (art.719). Fueron ejerciendo derechos, transformando costumbres y ocupando las nuevas posibilidades, que como enunciados jurídicos, había abierto años atrás la lucha de las feministas y las convicciones de los varones demócratas que las apoyaban desde la década de los años cuarenta. La creación de nuevos hábitos sociales en la manera de ser mujeres, estaba avalada, en cierta forma, por las transformaciones ocurridas en y con respecto a ellas en los países industrializados y en el bloque comunista después de la segunda guerra mundial. Acá es donde al parecer acaece la transformación cultural y de las costumbres que van acumulando y creando nuevos datos, nuevos imaginarios y modos de vivir la feminidad. En la revista M ujer de América, dirigida y gestada por la escritora Flor Romero, publicada en Bogotá durante el Frente Nacional y financiada por las pautas publicitarias que pagaban empresas antioqueñas, se encuentran

elementos significativos que dan cuenta de esos cambios, desde una perspectiva femenina, ilustrada y laica. En sus primeros números recogía aspectos de la lucha de las sufragistas, entrevistó a Ofelia Uribe, a Lucila Rubio y registró con inteligencia aspectos y debates muy importantes en el mundo de las comunicaciones con la llegada de la T.V., de la invención de la píldora anticonceptiva y la prestación de servicios de control natal en el país, del papel de las mujeres en el arte, en la literatura, sobre los debates internacionales en torno a la condición de las mujeres, etc. Gloria Valencia y Alicia del Carpió incursionaron en el mundo de las comunicaciones, lugar de hombres en donde las mujeres se admitían como modelos, actrices, cantantes o bailarinas, no como pares de los directores y locutores. A través de la televisión empezó a abrirse camino una imagen diferente de las mujeres y de la feminidad, con unas posibilidades en el mundo cultural. Gloria Valencia presentaba un programa llamado "Conozca Autores" y su primer entrevistado fue el Maestro León de G reiff. Otro campo para investigar es el relativo a los procesos que asumieron, las exigencias a las que respondieron, los obstáculos sexistas que vencieron para llegar a ser lo que fueron y son hasta ahora algunas de ellas. Es necesario destacar en el análisis de este período a mujeres como Marta Traba. Filósofa, crítica y pedagoga del arte en la Universidad Nacional, participó con Jorge Gaitán Durán en la revista Mito, autora del libro de poesía La Historia Natural de la Alegría (1952) y en 1966 Premio Casa de las Américas por su novela Las Ceremonias del Verano. En la recientemente creada Televisora Nacional realizaba un programa sobre arte y fue fundadora del Museo de Arte de Bogotá. La expulsó del país y denegó su petición de nacionalidad el Presidente Lleras Restrepo, a pesar de estar casada con el periodista Alberto Zalamea y de tener dos hijos colombianos. Esto se debió a la manera crítica como respondió a la pregunta de un reportero acerca del allanamiento con tanques de guerra, ordenado por el gobierno a la Universidad Nacional. Con esto no sólo se enviaba un mensaje a los opositores y opositoras, a los simpatizantes del proceso cubano, sino que se agredía a una mujer fuera de lo común, que opinaba con autonomía, que criticaba sin miramientos la mojigatería nacional y abría nuevos

caminos al arte nacional. Belisario Betancuren 1982 le concedió la nacionalidad colombiana (Ana María Escallón en Gran Enciclopedia Op Cit Tomo 10.) Patricia Ariza, Fanny Buitrago, quien publicó en 1964 F.l Hostigante Verano de los Dioses. Diana Merliny y Carmen Payán, entre otras, participaban del Movimiento Nadaísta. Desde otra orilla ideológica, en 1961, se creó en Medellin La Tertulia, de la que participaban 6 hombres y 6 mujeres. Eran : Sofía Ospina de Navarro, Gonzalo Restrepo Jaramillo, Pilarica Alvear, Olga Helena Mattei, María Helena Uribe, M anuel M ejia Vallejo, Rocío V élez, A rturo Echeverri M ejía, Regina M ejía, Jaim e Sanín Echeverri y Jorge Montoya Toro. Publicó Rocío Vélez, en 1961, El Pacto de las Dos Rosas (Otro Cuento desagradable) y en 1971, La Cisterna. En estas dos obras abordaba situaciones de mujeres. (El C olom biano. "Seis E scritoras en busca de expresión", agosto 20 de 1995). Feliza Bursztyn, en 1961, inició en el mundo colombiano de las artes plásticas una revolución, se aventuró en el terreno de la construcción de chatarras, “ prefirió que sus trabajos fueran irrisorios, efímeros y antiestéticos a que continuaran siendo solemnes, perdurables y bellos” (Germán Rubiano C. en Gran Enciclopedia ...Op Cit, T. 9). Además se involucró en un campo estrictamente masculino, como ha sido el manejo de material de fundición y chatarra y el trabajo de considerables volúmenes. Obtuvo el Primer Premio de Escultura en el XVII Salón Nacional de 1965, con la chatarra Mirando al Norte. Ella realizó la primera muestra de arte cinético en Bogotá en la que incorporó el sonido por medio de vibración que hacía trepidar las láminas. El m undo académ ico em pezó a m ostrar las cualidades de las mujeres en la vida universitaria. En 1961, la antropóloga Virginia Gutiérrez de Pineda había presentado su estudio La Medicina Popular en C olom bia: en 1963, editó La Fam ilia en Colombia - Trasfondo Histórico, precursora de su gran trabajo Familia v Cultura en Colombia, publicado en 1968, en el que delimitó y describió los complejos culturales colombianos; fue una obra fundadora de esta reflexión en el país. Desde su investigación sobre las familias, llegó doña Virginia a descubrir a las mujeres como objetos y sujetos del conocimiento de las ciencias sociales.

Con respecto a las m ujeres universitarias contemporáneas de Virginia Gutiérrez, habría que hacer un seguimiento para encontrarlas; podríamos m encionar especialm ente a personas como B lanquita de M olina, una de las prim eras profesionales de la antropología, compañera de luchas y segunda esposa del dirigente socialista Gerardo Molina; como Alina Gautier, que en 1952 fue la primera mujer profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, a quien le tocó frentear las insolencias de estudiantes que se sentían ultrajados por recibir la cátedra de bioquímica de una mujer; ella logró el respeto y propició un cambio de mentalidad en estos jóvenes. Habría que hacer igual búsqueda de las universitarias de Cali y de otras ciudades del país. Con respecto a la condición de las mujeres, durante el F.N. hubo algunas decisiones jurídicas que afectaban aspectos relacionados con la maternidad y la paternidad. En 1968, mediante la Ley 75 se dictaron normas sobre filiación, en especial, con respecto a aquellas personas cuya paternidad no hubiere sido reconocida, se consagraron figuras como la presunción de paternidad, el delito de inasistencia alimentaria a los hijos e hijas menores y se creó el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar-ICBF, encargado de la protección a los menores y del mejoramiento de la calidad de vida de las familias. En 1970 por Decreto 1260 se estableció que las mujeres no tienen la obligación de llevar el apellido de sus cónyuges. (Josefina Amézquita, en La Mujer v El Desarrollo, op cit, pag 289). Con la anuencia del gobierno se introdujeron al país los métodos anticonceptivos, en el marco de las políticas internacionales, según las cuales para lograr la eliminación de la pobreza se requería de un ingrediente fundamental que era la disminución de la población a través de la aplicación de políticas demográficas. La función reproductiva de las mujeres se convirtió en este período en un elemento principal de las políticas de desarrollo impulsadas por organismos internacionales de cooperación. Como plantea Elvia Caro, “...se refuerza el mantenimiento de la noción del papel “natural” de las mujeres en la responsabilidad del control de la fertilidad y del bienestar de la familia... el enfoque asistencialista que predomina hasta hoy en muchos programas se centró en la familia considerando al

hombre en su papel productivo, a la mujer en el reproductivo y al binomio madre-hijo como la unidad de atención. Los supuestos de este enfoque consideran que las mujeres son recipientes pasivos del desarrollo y que la maternidad y la crianza son los papeles más importantes de la mujer en la sociedad...” ( Las M ujeres en la H istoria de Colombia. T. 1., pag 434 ). Un campo de interés histórico cultural es el relativo a la introducción de las prácticas de control natal y al modo como las mujeres accedieron a ellas. Esta es una pieza clave en la transformación de la condición femenina, puesto que ha contribuido a liberarlas de la inexorable diada sexo-reproducción. En consecuencia, las mujeres han llegado a tener un ritmo de vida diferente, con más posibilidades para estudiar, para trabajar fuera del hogar y con más tiempo libre para sí mismas. También ha contribuido a transformar la relación con su propio cuerpo, a acceder al placer sexual con mayor libertad, con menos temor al embarazo y a independizarse, de alguna forma, de los lineamientos que sobre sus cuerpos las distintas iglesias, en nombre de diversos dioses, han impuesto históricamente a las mujeres. Hoy las cultas e incultas, rurales y urbanas, ricas y pobres controlan su capacidad reproductiva, rezan y se van al cielo, aun cuando el Papa y sus prelados las sigan condenando. Este hecho también trajo consecuencias en la masculinidad, en la manera de pensar y de relacionarse con las mujeres y en las costumbres sexuales; los ritos de iniciación sexual masculina empezaron a variar; se fue introduciendo en la cultura y en la vida de los jóvenes y las jóvenes el inicio sexual con sus pares, sin comprar favores sexuales. Desde esa época, se empezóla escindir la relación entre virgen-esposa-madre y a construir alternativas de vida sexual más integrales para hombres y mujeres. Las deconstrucciones que el feminismo ha hecho sobre el placer sexual, sobre el derecho al propio cuerpo, sobre la libre opción de la maternidad, han dado por resultado histórico, el que en la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo del Cairo (1994) se llegaran a tratar y a considerar con la categoría de derechos humanos, los derechos sexuales y los derechos reproductivos y el derecho de los jóvenes y las jóvenes a una vida sexual placentera y sana. A los programas de control natal liderados por

PROFAMILIA se opusieron los sectores de derecha y la izquierda, los primeros por que estas prácticas atentaban contra la voluntad divina de crecer y multiplicarse y los segundos porque obedecían a políticas imperialistas impulsadas desde los EEUU. En Colombia, en 1964 las tasas de natalidad eran del 44.2% y las de fertilidad del 6.7%; descendieron en una década (1973) al 34.5 % y al 24.7 y para 1993 lo eran del 27.4% y del 3.1% respectivamente. Las décadas del F.N. fueron de movilizaciones y protestas populares, en particular de los sectores medios, de empleados estatales, en especial los maestros y maestras públicos, y de estudiantes por reformas democráticas a las universidades y contra la intervención gringa en ellas. Sectores jóvenes de la iglesia católica fueron animados a tomar opción por los pobres. Pero uno de los centros del movimiento social fue la lucha de los campesinos por la tierra, en la que participaban las mujeres masivamente alrededor de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos-ANUC, organizada durante el mandato de Valencia, que en 1961 había creado el Instituto Nacional para la Reforma AgrariaINCORA. Durante estos años, se convocaron varios congresos de M ujeres Cam pesinas, en esta organización las comisiones de mujeres jugaron un papel significativo, a la hora de las tomas de tierras, iban en la vanguardia poniendo sus cuerpos a la represión, pero ellas siempre estaban planilladas para las labores de cocina en los encuentros campesinos, costumbre que empezó a variar hace relativamente pocos años. Esta historia de las mujeres campesinas está por investigarse, quedan en la memoria mujeres como Catalina Pérez, una de las pocas integrantes de la Dirección Nacional de la ANUC en los años 70; ellas abrieron el camino para la igualdad de oportunidades para las mujeres al interior de su gremio. El proceso de organización de las m ujeres cam pesinas iniciado en estos años incidió posteriormente en el difícil proceso de creación de agrupaciones de mujeres indígenas, que inclusive en sus primeros años lo hacían clandestinamente porque varios cabildos indígenas lo prohibían. Hoy ya cuentan con formas organizativas y muchas están vinculadas a la Asociación de Mujeres Indígenas y Campesinas, han trabajado por sus derechos étnicos y como seres humanos en sus comunidades. Hoy se destacan mujeres indígenas como Eulalia Yagan,

emberá dirigente nacional del m ovim iento indígena y Diputada a la A sam blea del Departam ento de Antioquia.

Las postrimerías del Frente Nacional y la década del 70

Se formó la CSTC, central obrera de orientación comunista frente a las dominadas por los partidos liberal y conservador, CTC y UTC respectivamente. También al interior de ellas se fue abriendo camino la organización de las mujeres trabajadoras, que no concebían sus reivindicaciones separadas de las de los hombres y tenían serias diferencias de clase con el feminismo. Entre ellas destacamos en Antioquia, a Consuelo Arbelaéz, Bertina Calderón y Ofelia Londoño; en Bogotá, a Aida Avello, Amanda Rincón, Rosario Calle y Amelia Molina entre otras. Este es otro capítulo de la historia de las mujeres y del sindicalism o que está por escribirse e investigarse. Este proceso presenta hoy por resultado la evolución de su manera de pensar y abordar la condición de las mujeres como asalariadas y como sindicalistas, la creación de la Casa de la Mujer Trabajadora de la Central Unitaria de Trabajadores, dirigida por Patricia Buriticá y la creación de la escuela de liderazgo para las mujeres sindicalistas.

En la segunda mitad de la década del 60 y principios del 70, se registró una importante influencia de la Revolución de los estudiantes franceses de mayo del 68, de la lucha de los negros y negras norteamericanos por sus derechos civiles y políticos, de las manifestaciones pacifistas contra la guerra del Vietnam , que acá se tradujeron en lucha antiimperialista y en la incidencia del movimiento contra el consumismo y por la paz de los hippies. También en este período se acentuó el influjo del pensamiento marxista francés, del socialismo, de la liberación sexual y de las manifestaciones del m ovim iento fem inista, tanto el vinculado al socialismo como el autónomo, que desde mayo del 68 empezó a adquirir su perfil en los países de Europa y Estados Unidos, con desarrollos propios en los países latinoamericanos, que se fueron ligando a la lucha por el cambio social y por la democracia.

En el año de 1963 resurgió la lucha guerrillera: y se crearon nuevos movimientos insurgentes que pretendían ser alternativa frente a las FARC, de orientación comunista: el MOEC, el ELN, de orientación pro-cubana y más adelante el E.P.L., de orientación m aoísta. A llí tam bién ingresaron mujeres. Este sería, así mismo, otro importante capítulo de la historia invisible de muchas mujeres, las funciones en la guerrilla, el trato, las oportunidades, su vida sexual y reproductiva, las relaciones de poder, el tráfico de mujeres a su interior, etc. Algunos aspectos de esta historia se pueden investigar hoy en día, puesto que un número importante de ellas se ha acogido a las propuestas de paz y se han reintegrado a la sociedad y a la participación política democrática. Acá es importante recuperar la memoria de Gabriela Samper, escritora, artista, teatrera, cineasta y guionista de T.V., detenida en 1972 y procesada en un Consejo de Guerra Verbal en el que enjuiciaron, a “...numerosos intelectuales, cineastas, profesores universitarios, sacerdotes acusados de pertenecer al ELN” (Alternativa No 36 de junio/75) Estuvo recluida cinco meses, allí enfermó y escribió su libro La Guandoca, publicado después de su muerte ocurrida el 16 de mayo de 1974.

En los últim os años del Frente N acional, encontramos definitivamente a las mujeres en la calle, solas, sin dam as de com pañía, en el movimiento social, en las universidades, fábricas, oficinas, en las huelgas estudiantiles, en el movimiento campesino, en las carpas de las huelgas sindicales, en el movimiento de los católicos por la transformación social, en el movimiento hippie, en la guerrilla y en los reinados de belleza que empezaron a proliferar en aquel período y cuya monarquía nos divierte y agobia hasta nuestros días. El modo como se encontraban allí es un aspecto fundamental para descubrir esas nuevas formas de vida de las mujeres, las feminidades que se fueron estructurando y las m asculinidades que eran cuestionadas por esa práctica social que im placablem ente ha venido transform ando al mundo. Para ilustrar las condiciones de las mujeres en el juego político en los tres últimos gobiernos del Frente Nacional, es interesante apreciar los siguientes datos* (Extractados por Mónica Pérez de la Registraduría Nacional-1997): • Para las elecciones de 1966, cuyo tumo en el poder le correspondía a un liberal, se presentaron como candidatos José Jaramillo Giraldo (Anapo), Carlos Lleras Restrepo (Liberal) y Gabriel A.

Goyeneche ( independiente); resultó elegido Lleras Restrepo con 1.891.175 votos. El potencial electoral era de 6.611.352 votantes, de los cuales votaron 2.649.258 (40%), así: 1.069291 mujeres de 3.173.393 y 1.569120 hombres de 3.437.959. Aparece nombrada por el presidente una única gobernadora, la del Cauca, Alina Muñoz de Z. Como candidatas y elegidas para el Senado como cabezas de lista sólo estuvieron Bertha Hernández de Ospina por Cundinamarca y María Eugenia Rojas, también fueron elegidas otras dos mujeres que estaban en las listas liberales, es decir que ellas fueron el 3.8% del total de 106 senadores elegidos. Para la Cámara hubo cinco candidatas: Meida M. de Palomo, de Córdoba, Nazly Lozano, del Chocó, Ana M artínez del Quindío; Gloria Alvarez, de Boyacá y Alina Muñoz, del Cauca. Estas dos últimas resultaron elegidas, y eran el 3.7% de un total de 190 representantes. Para las elecciones de 1970, cuyo turno en el poder le correspondía a un conservador, se presentaron como candidatos Gustavo Rojas Pinilla, Misael Pastrana Borrero, Belisario Betancur, Evaristo Sourdís y Rafael Corredor. R esultó elegido Pastrana por un total de 1.614.419 votos. El potencial electoral era de 7.666.716 votantes; votaron 1.724.708 mujeres de 3.692.086 y 2.295.178 hombres de 3.974.630. Como candidatas y elegidas para el Senado como cabezas de lista sólo estuvieron B ertha Hernández de Ospina por Cundinamarca y María Eugenia Rojas, Hilda de Jaramillo del Tolima y Josefina Valencia por Cundinamarca también fué candidata Aurora G. de Peña por Cundinamarca y no salió elegida, es decir que ellas fueron el 3.4% del total de 118 senadores elegidos, no aparece registrado en este gobierno el nombramiento de gobernadoras. Para la Cámara sí hubo un número significativo de candidatas, pero que no llegaban ni a la tercera parte de candidatos varones. Las siguientes que no salieron elegidas fueron: Estella Mosquera (Cauca), Leonor de Feijoo (Cundinamarca), Cecilia P. de Ricardo (Cundinamarca), Nazly Lozano (Chocó), Elsa de Ceballos (Magdalena), Helena Jiménez (Nariño), María V. de Vélez (Quindío), Virginia Archbold (San Andrés), María C. De Angel (San Andrés). Salieron elegidas: Georgina Ballesteros de Gaitán (C/

marca), Dolly Betancur de Suárez (C/marca), Fanny G onzález (M eta), G abriela Z uleta (Quindío) y Cecilia Muñoz (Valle), es decir que fueron el 5.2 del total de 210 representantes.

Terminado el Frente Nacional se abrieron nuevas expectativas Las mujeres votaron en proporción considerable para las elecciones presidenciales de 1974, en las que por primera vez en 16 años se hacían elecciones abiertas. Se registró un incremento de la participación electoral femenina, con el 63.5% de votantes por presidencia y del 70.5% para cám ara, comparativamente con las cifras de las últimas elecciones del F.N. que fueron del 46% y el 38.7%, respectivam ente. Se lanzó como candidata presidencial, la Capitana del Pueblo, María Eugenia Rojas por la ANAPO, con un discurso tradicional sobre las mujeres, centrado en su rol familiar (Véase Villarreal, pag. 166); sus contendores eran Alvaro Gómez Hurtado,conservador de derecha y el liberal Alfonso López Michelsen, fundador del MRL que tuvo cercanías y alianzas electorales con el Partido Comunista en los inicios de la alternación. 9

Los resultados de estas elecciones arrojan que Berta Henández fue la única senadora electa, es decir que era el 0.9% de un total de 112 senadores. Para la cámara se candidatizaron Helena Jiménez y María E Santacruz por Nariño, y no resultaron elegidas, en cambio las restantes candidatas sí obtuvieron su curul: Josefina de Gómez Naar (Bolívar), Magola Gómez(Córdoba), Lucelly García de Montoya (Quindío), Gabriela Zuleta y Gloria Gaitán del Quindío. Es decir que ellas fueron el 6% de los 199 representantes a la Cámara. En la campaña de López, las mujeres jugaron un importante papel organizadas en el Comité de Mujeres Liberales, conducido por María Helena Jiménez de Crovo, fundadora del MRL y nombrada posteriorm ente M inistra de Trabajo. Ellas impulsaban reformas legales para acabar con la discriminación de las mujeres en la familia, en especial las relacionadas con el divorcio vincular, la patria potestad y la potestad marital. Desde 1972 este candidato hablaba de temas espinosos, relativos a los privilegios detentados por la iglesia católica sobre el estado civil de las personas, de acuerdo con

el Concordato suscrito desde el siglo pasado por el Estado colom biano. E ste fue el prim er gobiern o en la h istoria de Colom bia que inició su mandato presentando una nutrida nómina de gobernadoras, integrada por 13 mujeres que lo acompañaron en la dirección de los destinos de varios departamentos.

Durante este gobierno se realizaron interesantes variaciones con respecto a la política internacional. Las relaciones con Cuba, rotas desde 1961, fueron abiertas; se intensificaron vínculos con el General Ornar Torrijos, presidente nacionalista panameño, que luchaba por la devolución del Canal a los panameños y panameñas. Durante este mandato se incorporaron a la vida jurídica del país, las principales normas que en m ateria de D erechos Humanos regían en la comunidad internacional (Véase Manuel Restrepo Yusti en esta misma obra ). También se registró un proceso de democratización y apertura reformista en las universidades públicas y la central obrara CSTC, de orientación comunista, fue legalizada. En 1973 la revista Alternativa, publicación de izquierda democrática, fue creada por un grupo de intelectuales, entre los que se contaban dos mujeres, Cristina de la Torre en redacción y María Teresa de Santos en A rtes, posteriorm ente ingresaron columnistas como Beatriz de Vieco y Nazareth Cruz y como colaboradora desde el exterior Helena Araújo. Ellas producían inteligentes y complejos análisis, sobre todo durante los últimos años de la década, acerca de la situación sociopolítica y cultural de las mujeres; esta revista registraba con interés las expresiones de mujeres del movimiento popular y con cierto temor, los avances del movimiento feminista. Durante este gobierno, hubo un desplazamiento de la lucha campesina a la lucha popular urbana contra las alzas en los servicios públicos, se incrementaron los paros cívicos en las principales ciudades, el más grande fue el Paro Cívico Nacional convocado por las centrales obreras el 14 de septiembre de 1975. El estado de sitio que había sido levantado al asumir su mandato se reimplantó en junio de ese mismo año y las manifestaciones fueron reprimidas por fuerzas policiales; el gobierno produjo los decretos 2193, 2194 y 2195 por medio de los cuales se

penalizaba la perturbación ciudadana, las reuniones públicas sin permiso, la retención de personas y la obstaculización del tránsito, también se expidieron decretos de censura a la información con motivo del paro del 14 de septiembre. “...Pero López no quiso aprobar una nueva legislación exigida por 33 altos mandos militares después del Paro Nacional. La petición castrense era la adaptación a las condiciones colombianas del pensamiento argentino de la “ seguridad nacional”. Según el Presidente estos asuntos debían abordarse por una Asamblea Constituyente que más tarde la Corte Suprema declararía inconstitucional ” ( M. Palacios. Entre la Legitimidad ... pág. 272). Con respecto a la condición de las m ujeres, efectivam ente López cum plió con las transformaciones jurídicas prometidas. En diciembre 20 de 1974, en uso de facultades extraordinarias, culminó el proceso histórico de desmonte de normas civiles discriminatorias, mediante el Decreto 2820 se estableció el Estatuto de Igualdad Jurídica de los sexos, concedió la igualdad de mujeres y varones en la vida familiar, se acabó la potestad marital, ambos son titulares de la dirección del hogar y en caso de desacuerdo un juez dirime el conflicto; deciden conjuntamente el lugar de residencia; se suprim ieron las obligaciones de protección y obediencia y se reemplazaron por la ayuda mutua; se eliminó como causa de separación el adulterio de la mujer y el amancebamiento del marido; a partir de ese momento, se considera causal de separación las relaciones extramatrimoniales de cualquiera de los dos. Se reformó la patria potestad que antes estaba en cabeza del padre y fue sustituida por el régimen de autoridad familiar compartida; ambos padres representan a sus hijos. Fue eliminado el concepto de hijos legítimos y extramatrimoniales, la educación de los hijos e hijas es compartida por ambos, padre y madre. La Ley 20 de 1974 aprobó el Concordato que había sido negociado desde 1973 por el entonces Canciller del Gobierno Pastrana, Alfredo Vásquez Carrizosa, que cambió el régimen matrimonial y otros aspectos relativos al estado civil de las personas y declaró la independencia entre la legislación civil y la canónica. Estas reformas estaban vinculadas a un proceso que intemacionalmente venía librándose desde 1967 en el ámbito de las Naciones Unidas, año en el cual empezaron a ocuparse decididamente del tema de

la condición de las mujeres. En ese año se aprobó la D eclaración para la Elim inación de la Discrim inación contra la Mujer, en 1972 fue declarado el de 1975 como Año Internacional de la Mujer y se aprobó el Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer ( 1976-1985). Durante la década del 70 la preocupación de la ONU y otros organismos internacionales se centró en el deterioro de las condiciones de vida de millones de personas en el mundo, se “ reiteró la necesidad de definir objetivos redistributivos que acompañaran los del crecimiento económico..."que si bien no cuestionaban el modelo de desarrollo vigente, sí planteaban un papel diferente para el Estado en un proceso de cambio planificado ” (Elvia Caro, op.cit.). Acá aparecieron nuevamente las mujeres como la población más pobre y como encargadas del bienestar de la familia, pero en esta ocasión con el ingrediente de ser también las responsables de su propio bienestar. Aparecieron por primera vez como actores económicos, pero al interior de la familia; esto condujo a la tesis de la integración de las mujeres al desarrollo, que ha hecho carrera hasta ahora y que “...ha ocultado el aporte económico de las mujeres, aporte considerado como ingreso suplementario. En el enfoque de integración de la mujer al desarrollo siguió ausente el cuestionamiento de la división del trabajo y las relaciones de poder al interior de la familia”. (Ibid.) En estos años las organizaciones de izquierda presentaban diversas reacciones frente a la movilización mundial que se operó en aquel entonces en torno a los derechos de las mujeres y a la “Liberación Femenina”. Las pequeñas imprentas comerciales de la izquierda que se crearon en aquel entonces, empezaron a difundir textos como Lenin y las Mujeres. Discusiones sobre la Liberación Femenina (Editorial La Pulga), con las cuales se divulgaba la doctrina leninista frente a las amenazas del feminismo burgués. La Familia, la propiedad privada v el Estado, de Engels, era el catecismo obligado para el análisis de la condición femenina, también se difundía en menor escala el pensamiento de Marcuse y escritos del feminismo europeo. También empezaron a proliferar frentes femeninos y organismos de mujeres en los partidos de izquierda clandestina y en los sindicatos. Adoptaban nombres como Flor del Trabajo, María Cano, que a manera de patentes de corzo les servían

a estas mujeres para legitimar sus reuniones en las que empezaban a reflexionar sobre su identidad en la vida social. De esa época encontramos papelitos que ellas repartían en manifestaciones y huelgas, en los que reproducían el Mensaje de Camilo Torres Restrepo a las Mujeres. Allí Camilo se refería a la situación en las distintas clases sociales, hablaba del igualitarismo entre hombres y mujeres y afirmaba que “ ...con todo la mujer colombiana tiene valores de persona hum ana y no es sim plem ente un instrum ento. La m ujer colom biana tiene la conciencia de ser explotada no solamente por la sociedad como la mayoría de los colombianos, sino también por el hombre... La mujer colombiana como la de todos los países subdesarrollados siempre ha sido inferior al hombre. Les han dado el derecho al voto para seguir utilizándolas como instrumento. La mujer se alista y será el corazón de la Revolución porque sabe que sólo ésta logrará que la igualdad de derechos no sea letra muerta en el país...’’(Hoja mimeografiada de la época, sin fecha). En los primeros años de la revista Alternativa, durante los cuales se desarrollaba un importante movimiento campesino por la tierra, apareció en la contraportada un homenaje a la mujer campesina, con un poema que decía: “ Compañera Campesina: Con todos esos cuentos/ sobre cómo resolver /los problemas de la mujer/ nuestros explotadores piensan embobamos/ con el cuento de no tener hijos/ o con el cuento de humillar al compañero/ cuando no encuentra trabajo/ o de cerrarle la puerta / cuando toma demasiado trago/ como si con eso arregláramos las mujeres campesinas el mundo./ Pero nosotras sabemos que no hay ta l,/ nosotras aguantamos la misma miseria/ que aguanta el hombre/ y cuando tenemos que abandonar el terruño/ y marchamos a la ciudad/ sufrimos igual que nuestros hombres la misma explotación./ Ser mujer no es tan diferente de ser hombre/ cuando de explotamos se trata/ por más que los explotadores hablen de la “defensa de la mujer”/ Puro cuento,/ cuento para engañar,/ mujer campesina, compañera y trabajadora del campo. No se trague el cuento”

(Alternativa No 15, Sept de 1974).

Para celebrar el 8 de marzo, Día de la Mujer, en el Año Internacional de la Mujer (1975) la consigna era: “ La Lucha de la Mujer del Pueblo es la lucha por la Liberación Nacional”. A propósito del año internacional, se publicó en esta revista, sin firma, un artículo titulado “Liberación: ¿de cuál clase, de cuál mujer?”, en el que se afirmaba que las burguesas copiaban el movim iento fem inista europeo y norteamericano que “ante todo quiere liberarse del marido, instaurar el amor libre y participar activamente en política con posiciones de mando... las feministas de clase media quieren liberarse de su condición de sirvientas de la familia... buscan acceder a la educación como canal que les depare independencia económica y sicológica frente al varón. A excepción de algunas universitarias y de las activistas de izquierda, estas mujeres parecen querer llenar un vacío en la vida social con el ejercicio de una profesión. La mujer del pueblo quiere en cam bio liberarse de la m iseria, la ignorancia, la enfermedad y en esto no se diferencia de los hom bres del pueblo. No se plantea emanciparse del hombre porque la explotación los golpea a ambos. Para ella los problemas típicamente femeninos, lo son en la medida en que le dificultan él acceso a su reivindicación vital del derecho al trabajo...” En 1975, con el nacimiento del Programa de Desarrollo Rural Integrado-DRI, del Plan de Alimentación y Nutrición-PAN y del Programa de Integración de Servicios Com unitarios en la Presidencia de la República-IPC, se introdujeron algunos “componentes de mujer”, sin embargo la mirada hacia las mujeres seguía orientada hacia sus roles reproductivos; se financiaron algunos proyectos productivos marginales como huertas y especies menores ( Miriam Gutiérrez, pág 8 ). Durante esta época regresaron al país mujeres que estudiaron en Europa y Estados Unidos y vivieron ;1 proceso de lucha social y transform ación eminista, trajeron conocimientos y experiencias que lesde años atrás difundían a través de :orrespondencia e intercambio de documentos con as amigas y compañeras que continuaban acá. Olga \mparo Sánchez plantea que en Colombia, a fines le los setenta,"... surgen un sinnúmero de grupos eministas de diversas tendencias, se comienza íuevamente a romper el muro de la privacidad y se :olocan en el espacio público temas como la ¡exualidad, el aborto, la libertad para decidir sobre

el cuerpo. Se dan los primeros pasos para los grupos de autoconciencia, pero algunos partidos políticos miran con cierto asombro y temor el movimiento que se está gestando y plantean la urgencia de ganar a las mujeres para sus partidos ". (Sánchez en Las Mujeres en la Historia de ... T.l, pág 382). Este proceso culminó con la creación de grupos feministas de orientación socialista y de feministas autónomas en 1976 en Cali, Medellin y Bogotá. Por estos días, el feminismo radical hizo su aparición en el escenario social colombiano, provocando a izquierdistas y derechistas de la época con su conducta irreverente, su desparpajo para hablar públicam ente de la intim idad fem enina y del patriarcalism o m asculino y con unas ganas irreprimibles de escandalizar a una sociedad pacata y cerrada; cultivaban el feísmo en una sociedad apegada a los estereotipos de la belleza de reinas y de reinados, se quitaron el brasier y cuestionaron dogmas y verdades de cualquier tipo relacionados con las mujeres. Por estos años, empezó a notarse la influencia del feminismo francés, que llegaba al país en la cabeza y la experiencia histórica de mujeres que estudiaron allá durante los años de efervescencia cultural. María Cristina Suaza trajo de Europa y tradujo una obra clave de la época, Nosotras las Niñas, de C. Bellotti, e inició en el sindicato del ICFES un trabajo con niños y niñas, además, junto con Eulalia Carrizosa, la inglesa Sara Brigth, Luz Helena Rojas, Marta Cecilia Herrera y otras mujeres publicaron Mi Cuerpo es Mío y crearon la prim era comuna feminista de la que participaban dos hombres, asentada primero en Teusaquillo y luego en Sopó. En Medellin, se manifestó desde la Universidad de Antioquia otro grupo con esta misma orientación anarquista e iconoclasta; lo integraban Main Suaza, Gloria Rendón, Marta Alvarez, entre otras. También registramos un avance importante en el desarrollo de la investigación social sobre las mujeres en el país, desde una perspectiva académica y fem inista. M ujeres egresadas de diversas disciplinas, desde la universidad pública y la privada empezaron sistemáticamente a contar, a medir, a hacer tangible la realidad de la situación femenina y a demostrar las brechas entre la condición y posición social de mujeres y de hombres, a poner en evidencia las serias deficiencias en la información pública y

privada acerca de la realidad nacional, puesto que la mitad de la población se encontraba invisibilizada. Continuaban así una labor iniciada por Gabriela Peláez Echeverri, primera abogada de la Universidad Nacional, que en su laureada tesis de grado, en la década del 30, analizó la situación socioeconómica y jurídica de las mujeres. Es necesario resaltar la labor de académicas como Magdalena León, que en compañía de un importante equipo de investigadoras e investigadores emprendió la difícil tarea de publicar estos aportes. En 1977 se da a la luz pública La Mujer y el Desarrollo en Colombia con trabajos de Patricia Pinzón y Dora Rothlisberger sobre la participación política, H ernando Ochoa M artínez sobre el sistem a educativo y las mujeres, Franz Pardo se ocupó de las Condiciones de Salud , C ecilia López y Magdalena León, de El Trabajo de la Mujer; Delina Guarín, de las Normas legales en materia de salud, trabajo y educación; Josefina Amézquita, sobre la mujer en el derecho de familia y Virginia Gutierrez, sobre el estatus de las mujeres en la familia. Desde diversas disciplinas, com o la econom ía, la sociología, el derecho, la sicología, la historia, la antropología, la sexología, la politología, mujeres como Nora Rey de Marulanda, Diana Medrano, Diana Deere, Norm a Rubiano, M aría Lady Londoño, Elssy Bonilla, Elvia Caro, Argelia Londoño, M aría Teresa Garrido, entre otras, constituyen una generación de académ icas e investigadoras sociales que han hecho mensurable y analizable socialmente la condición de las mujeres colombianas. En 1977 se realizó también en Medellin el Primer Encuentro Continental La Mujer en el Trabajo, dirigido y convocado por la Unión de Ciudadanas de Colombia, con la Dirección de Rosita Turizo de Trujillo. Este fue un encuentro democrático y pluralista en el que se expresaron las diferentes corrientes del movimiento de mujeres de aquella época, desde las m ujeres de los partidos tradicionales, incluido el comunista, hasta las representantes del fem inism o socialista y las feministas autónomas que ya en Cali se organizaban y que llegaron a publicar luego la Revista “Cuéntame Tu Vida”. En ese mismo año se celebraron marchas de mujeres contra la carestía, se destacó en la revista Alternativa la realizada en Bogotá, durante la cual llevaron la palabra Hermelinda Castellanos a nombre de la

Unión de Mujeres Demócratas y Gladys Jimeno por el Bloque Socialista, Linda Barreto por la Unión Revolucionaria Socialista y Aida Avellana(sic) de Osorio por la CSTC.Í Alternativa No 123 julio-77). También en ese año Socorro Ramirez, joven Secretaria Ejecutiva de FECODE, fue proclamada Candidata Presidencial por el Bloque Socialista ( Alt. No 126 agosto77). El 9 y 10 de diciembre de 1978, en el marco de la campaña internacional por el derecho al aborto y contra las esterilizaciones forzadas de mujeres pobres en los países del tercer mundo, se realizó en Medellin un “Encuentro nacional por el derecho al aborto, a la contracepción y contra las esterilizaciones forzadas: las mujeres deciden”. Allí confluyeron cerca de trescientas mujeres de todo el país y procedentes de diversas corrientes políticas de izquierda: UMD, mujeres del Partido Socialista Revolucionario y de Firmes y del feminismo autónomo: Frente Amplio de Mujeres, Cuántame tu Vida, ocho grupos de Bogotá, dos de Cali, dos de Medellin, así como de Cartagena y Barranquilla (Rev. Alt No 196/79), mujeres sindicalistas de Fedeta- filial de la CSTC y del Bloque Sindical Independiente y del movimiento campesino; también participó León Zuleta, dirigente del movimiento homosexual del país. En 1978, la candidata socialista a la Presidencia reclamaba el derecho al aborto y garantías para la salud reproductiva de las mujeres. En 1979 la parlamentaria liberal Consuelo Lleras de Samper presentó un proyecto para modificar la legislación penal sobre este tema; su propuesta despenalizaba el aborto por causa de violación, peligro para la vida de la madre y malformación del feto. El Congreso entregó el proyecto a un conservador, Gilberto Salazar para ser su ponente, aquél lo archivó sin discusión.( Luz Jaramillo, en Debate sobre la Mujer en América Latina v el Caribe Tomo 1, pág. 182). Este asunto despertó un aquelarre masculino en contra del aborto, encabezado por el Cardenal Anibal Muñoz Duque y los varones de la prensa. “ Los primeros en fulminar la iniciativa fueron los teólogos jesuítas de la Javeriana, vino luego Monseñor Revollo, Presidente de la Conferencia episcopal, a continuación un grupo de parlamentarios conservadores glosados por columnistas de El Siglo y después algunos participantes en la marcha de la

patria, el día de la raza, que exhibieron pancartas contra el aborto.” ( Revista Alternativa No 234/79). Como en esa época, en Colombia cada vez que se ha puesto en la palestra la discusión sobre el aborto, los que tienen voz en los medios de comunicación son los señores de la Iglesia, de las altas cortes, de la medicina, pero excepcionalmente las mujeres. La revista Alternativa sirvió de tribuna femenina para el tema y se difundió ampliamente el pensamiento feminista al respecto. En este tema, como en casi todos los demás relativos a la crítica de la condición de las mujeres y sus luchas, constatamos la escasez informativa en los medios tradicionales, por esta razón aparece un desequilibrio en las fuentes citadas. El gobierno presidido por Turbay Ayala, con el que finalizó la década e inició la de los años 80, fue producto de un proceso electoral con altos índices de abstención y con un margen de 150.000 votos. En un país atravesado por protestas sociales y reactivación guerrillera, fué un presidente que desde que inició su mandato colocando las cartas sobre la mesa, aceptó el esquema de los generales y emitió en 1978 el Estatuto de Seguridad, “...el más completo conjunto de leyes represivas desde 1958” . (M.Palacios, Op.Cit.) Para el año de 1979 en Colombia se presentaron 19 huelgas obreras y 49 paros cívicos, y el movimiento guerrillero M 19 se robó las armas del Cantón Norte. Paralelamente se inició el fenómeno del narcotráfico y la cultura de la riqueza fácil para conseguir “el modo de vida americano”. En esos años América Latina presentaba férreas y crueles dictaduras militares en Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, Paraguay, Bolivia, en N icaragua se libraba encarnizadam ente la lucha contra el dictador Anastasio Somoza. La lucha por los Derechos Hum anos y por la dem ocracia fue tom ando posiciones en la comunidad internacional con el gran número de desplazados que deambulaban por el mundo desde comienzos de la década del 70. Estos gobiernos dictatoriales que habían contado con el apoyo explícito e implícito del Gobierno de los EEUU, empezaron a perderlo en la administración Carter que declaró su compromiso con los derechos humanos. Durante esta década en América Latina la lucha de las mujeres por sus derechos se inscribió en la lucha por la democracia. Aparecieron formas de expresión femenina como las Madres de Mayo en la Argentina,

quienes denunciaban semana tras semana la desaparición de sus hijos, hijas, nietos y nietas a manos de la dictadura. Se extendieron consignas im pulsadas por las fem inistas chilenas como “Democracia en la casa y en el país” y la vinculación de lo privado a lo público con la consigna “ lo privado es político”. Esto significa que la condición de las mujeres en la vida cotidiana, la subordinación y la violencia que sufren, son asuntos que corresponden al ejercicio del poder en la vida privada y deben abordarse públicamente por las autoridades, porque constituyen un problema social y un asunto que com prom ete la dignidad hum ana de las maltratadas. En Colom bia, ya en 1978, la expresión y organización del m ovim iento fem inista tomó consistencia y formas de coordinación a pesar de sus diferencias de concepción, que eran caracterizadas en la siguiente forma: “... las sexistas, que presentan una postura radical frente al hombre hasta tal punto que para ellas es el enemigo principal; las reformistas, que creen que la situación de la mujer puede cambiar obteniendo solamente reformas parlamentarias; las socialistas que sostienen que el socialismo crea las bases para la reivindicación de la mujer, pero que la sola emancipación económica no garantiza su liberación, ni siquiera en países socialistas; y finalmente las partidistas que sostienen que sólo luchando al lado del hombre en los partidos de izquierda podrán lograr una completa libertad.” (Rev. Alt 1. No 218/79). En esa época existían el Frente Amplio de Mujeres en Bogotá, otro que publicaba la revista Mi Cuerpo es Mío y era incipiente la organización Cine Mujer, fundada en 1978 por Sara Bright y Eulalia Carrizosa , a la que luego ingresaron Clara Riascos, Patricia Alvear y Dora C. Ramírez y empezaron a realizar documentales; también se publicaba la revista Ser Mujer sobre la sexualidad femenina. En Medellin existía un grupo que divulgaba Las Mujeres, en Cali otro grupo editaba la revista Cuéntame tu Vida.(Rev. Alternativa ibid). En el primer Congreso Feminista Latinoamericano celebrado en Bogotá en 1981 y cuyo tema central fue la espinosa relación del movimiento de mujeres con los partidos políticos y la necesidad de su autonomía para no ser cooptadas por los intereses partidistas, se acordó la fecha del 25 de noviembre para realizar anualmente jornadas de lucha contra

la violencia contra las mujeres en conmemoración del asesinato de las hermanas Mirabal por la dictadura de Trujillo en República Dominicana, ocurrido en esa fecha en 1964, cuando luchaban por la democracia y contra el intervencionismo de los EEUU. Esta jomada continúa celebrándose en el mundo y vincula la violencia privada (doméstica, sexual, laboral) con la violencia pública, enmarcando ambas en la lucha por el respeto a la dignidad humana de las mujeres. La idea de crear una Casa de la Mujer empezó a rondar desde 1977 en un grupo de mujeres feministas autónom as que buscaba financiación para su propuesta con la cooperación internacional, hasta que la inauguraron el 8 de marzo de 1982. Sus áreas prioritarias de trabajo eran Salud y Sexualidad, Vida en Familia y Creatividad, en las cuales “se plasman las contradicciones que vive la mujer en la esfera de la producción material y en la de la reproducción biológica y social” (Boletín Vamos Mujer No 1.) Se creó un órgano informativo de la Casa de la Mujer con el nombre de Vamos Mujer y cuyo primer número salió a la calle en febrero de 1983, con la colaboración de Sonia Ramírez, Norma González, Carmen Celina Moncayo, Patricia Molina, Jairo Alemán, Marta Lucía Uribe, Olga Amparo Sánchez, Maria Eugenia Sánchez y Carlos Caicedo. Durante el gobierno de Turbay se presentaron serias y sistemáticas violaciones estatales a los derechos humanos que lo colocaron en la picota pública de la comunidad internacional. Se realizó una verdadera cacería de brujas con numerosos intelectuales que fueron perseguidos, allanados e interrogados, a partir de enormes listas de sospechosos y sospechosas, que incluso como lo denunciara García Márquez en su Crónica de mi muerte anunciada, incluían personas a asesinar por la triple A o escuadrón de muerte. En la persecución desatada contra los miembros y presuntos miembros o auxiliadores del M19 se cometieron toda clase de atropellos. Muchas de las mujeres detenidas eran terriblemente torturadas física, moral y sexualmente, como lo demostró un “Informe sobre las Torturas a las Presas Políticas en el Estatuto de Seguridad”, aprobado por el Foro Nacional por los Derechos Humanos de 1982. Posteriormente el Estado colombiano fue condenado a pagar indemnizaciones millonarias por esta causa, en especial en el caso de Olga López. Amnistía Internacional reportó en esa época la existencia de 33 centros especiales donde se administraban unas 50 formas de tortura (M. Palacios, ibid, pág. 272).

Por ese entonces ocurrió un escandaloso hecho con una de nuestras grandes artistas. El testimonio de este doloroso episodio lo hizo su amigo García Márquez en el homenaje que le hizo a ella en la “Breve nota de adiós al olor de la guayaba de Feliza Bursztyn”. Allí describe el clima de terror oficial que se vivía. “ Si alguien le hubiera avisado a tiempo que iba a ser detenida, la escultora colombiana... habría podido asilarse en una embajada antes de que la manosearan los militares. El gobierno habría dicho entonces que no había nada contra ella, y que sólo se asilaba para hacerle propaganda a sus juguetes de chatarra o para contribuir a la campaña de descrédito de Colombia en el exterior. Pero nadie le avisó, a pesar de las buenas relaciones, y antes de asilarse tuvo que padecer la humillación previa de un asalto a su casa, a las cinco de la madrugada, por dieciocho militares disfrazados de civil, y vivir todo el viernes de tinieblas con los ojos vendados y contestando preguntas imbéciles en una caballeriza militar... Feliza no ha hecho nada más subversivo que convertir en obras de arte los accidentes de tránsito, con una temeridad que le ha costado una limitación pulmonar muy seria... no son esos, por cierto, sus únicos quebrantos de salud. Se diría que tiene huesos de vidrio. Hace unos meses se fracturó la columna vertebral y tuvo que ponerse un chaleco ortopédico que parecía un cinturón de castidad fabricado por ella misma, y cuya llave se le perdía en cada pachanga... No se trata, por supuesto, de una equivocación. La misma noche que Feliza Bursztyn era detenida, volvieron a tumbarle la puerta al anciano poeta Luis Vidales, y su casa fue sometida a una requisa tan encarnizada como infructuosa. La única diferencia entre esta vez y la anterior fue que entonces se lo llevaron vendado a las caballerizas militares, y allí lo mantuvieron varios días, en el que ha de quedar para la historia como el episodio más sombrío no sólo de la presidencia del doctor Turbay Ayala, sino de su propio destino personal.” (Notas de Prensa pág. 175. Nota del 5-881) En este contexto el gobierno presentó al congreso la Convención para la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer aprobada por las Naciones Unidas en 1979, que fue aprobada mediante la Ley 051 de 1981. También durante este gobierno, en 1980, se creó un órgano dependiente de la Presidencia de la República con responsabilidad en hacer intervención en favor de las mujeres y un Consejo Nacional para la Integración de la Mujer al Desarrollo, entidades que finalmente no funcionaron por falta de recursos.

BIBLIOGRAFIA MARCO PALACIOS, “ Entre la legitimidad y la

violencia . Colombia, 1875-1994.” Grupo Editorial Norma - Colección Vitral, 1995, Santafé de Bogotá, Colombia.

ALFONSO LOPEZ MICHELSEN, “ Posdata a la

Alternación- Intervenciones políticas 1964-1970”Populibro. Editorial Revista Colombiana Ltda. Bogotá. D.E., Bogotá, 1970.

FRANCISCO LEAL BUITRAGO, “ Estado y Política en Colombia”. Siglo XXI Editores, Cerec, Bogotá, 1984.

RICARDO SANTAMARIA S. GABRIEL SILVA LUJAN, “Proceso Político en Colombia- Del Frente Nacional a la Apertura Democrática”- Cerec- Serie Realidad Nacional, 1984.

ALFREDO MOLANO, “Amnistía y Violencia”. CINEP, Controversia Nos 86 y 87, Bogotá 1980.

JESUS ANTONIO BEJARANO, “La Econom ía

Colombiana en la Década del 70”, Bogotá, Fondo Editorial CEREC, 1984.

LAS ACTIVIDADES DE LAS NACIONES UNIDAS EN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS. Naciones Unidas, Nueva York, 1992.

JESÚS ANTONIO BEJARANO, “ La Economía colombiana en la década del 70”. Cerec. Bogotá. 1984.

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ, “Notas de Prensa

1980-1984”, Editorial Norma, Edición especial para Cambio 16. Bogotá, 1995.

MIRIAM LUCÍA GUTIÉRREZ, “Análisis Evaluativo del Área Mujer de la Consejería Presidencial para la Juventud, Mujer y Familia. Periodo 1990-1994.” Proyecto Proequidad. Diciembre 1994. PATRICIA PRIETO, ELVIA CARO Y PILAR ARANGO. Informe Nacional sobre Colombia - IV

Conferencia Mundial sobre la Mujer, Beijing China, Consejería Presidencial para la Política Social. Septiembre de 1995.

LONDOÑO VÉLEZ ARGELIA, GLORIA MARIA JARAMILLO, “ Las Mujeres Remiendan la Pobreza”.

COLOMBIA POLÍTICA, Estadísticas 1935-1970.

Centro de Investigaciones Sociales Universidad de Antioquia. 1994.

NORMA VILLARREAL- LOLA LUNA, “ Historia,

Alternativa de la Mujer.

CAMILO CALDERÓN SCHRADER, “ Gran

C A R M EN ELISA FLORES- MARIA GLORIA CANO “ M ujeres Latinoam ericanas en CifrasColombia”. Instituto de la Mujer, Ministerio de Asuntos Sociales de España y Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO, 1993.

Departamento Nacional de Estadística- DANE, 1972.

Género y P olítica- M ovim ientos de M ujeres y Participación Política en Colom bia. 1930-1991”. Universidad de Barcelona. Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología, Barcelona. 1994. Enciclopedia de Colombia”- Círculo de Lectores, Printer Colombiana, Bogotá, 1993. 11 Tomos.

MAGDALENA LEÓN - Editora- “ Debate sobre la Mujer en América Latina y el Caribe”, obra colectiva en tres tomos, ACEP, Bogotá 1982. MAGDALA VELÁSQUEZ TORO- D irectora Académica. Catalina Reyes y Pablo Rodríguez." Las Mujeres en la Historia de Colombia”. Obra en tres tomos. Editorial Norma, 1995.

REVISTA MUJER/FEMPRESS. Red de Comunicación

POLÍTICA DE EQUIDAD Y PARTICIPACIÓN DE LA MUJER. Ministerio del Medio Ambiente- Unidad de Género. Serie de 4 folletos. Vanessa Cartaya, Luz Gabriela Arango, Margarita Jaramillo, Santa Fé de Bogotá, diciembre de 1995.

J o se fin a V a l e n c ia d e H u b a c h : U na V ida en B u sca d e la E q u id a d Gloria Chaparro

A

Josefina Valencia de Hubach, la historia no le quehacer político del país, fue la lealtad a toda ha reconocido el valor de sus logros en favor prueba que le tuvo al teniente general Gustavo Rojas de los derechos de la mujer colombiana; conquistas Pinilla y ex presidente de Colombia, gobierno que la llevaron a figurar en el ámbito nacional como durante el cual se lograron los derechos políticos y la primera gobernadora y ministra del país. civiles femeninos. Y es que con la muerte de Josefina Valencia de Hubach, acaecida el 3 de octubre de 1991 en Madrid (España), a los 78 años, se cierra uno de los capítulos del batallar de la mujer colombiana por sus derechos, entre las décadas del 30 al 50, época en la cual la mujer obtuvo el derecho al sufragio. El temperamento guerrero de Josefina Valencia de Hubach la impulsó a trabajar para que la mujer no fuera una ciudadana de segunda categoría y se acabaran la discrim inación y el sometimiento femeninos. Su labor también la llevó a ocupar cargos muy im portantes en el país. Fue además de gobernadora del Cauca y ministra de Educación, representante a la Cámara, senadora, concejal de Popayán y embajadora de Colombia en España, Francia y ante la Unesco. Sin embargo, su trayectoria política no ha sido valorada. Sólo se conocen registros noticiosos de sus gestiones administrativas y en favor de la equidad de la mujer, en los principales diarios de Bogotá y Popayán. Según criterio de su familia, una de las razones por las cuales le costó el anonimato en el

Mujer política por naturaleza, de una lealtad a toda prueba y de armas tomar. Sus familiares y amigos dicen que “dedicó su vida para que el pueblo de Colombia pensara en sus propios destinos, sin egoísmos, sin sumisión y sin vasallaje, porque el ser humano tiene derecho a todos los privilegios por igual”. El 22 de septiembre de 1913, en los albores del siglo XX y cuando comenzaban a escucharse en el país las expresiones de gente letrada sobre la necesidad de la autonomía y la educación de la mujer, nace en Popayán Josefina Valencia, en el hogar del poeta Guillermo Valencia y Josefina Muñoz de Valencia. En ese ambiente de la ciudad de muros blancos, de grandes ventanales y de recorridos por las calles del Humilladero y La Pamba, es donde Josefina Valencia de Hubach comienza a forjar su temple, su carácter fuerte, su espíritu trabajador y dinámico y a cultivar los saberes, junto con sus hermanos el ex presidente de Colombia Guillermo León (fallecido), el abogado Alvaro Pío y sus hermanas Luz y Giomar.

Su educación la inició en el colegio San José de Tarbes y su diploma de bachillerato lo obtuvo en el colegio de M aría A uxiliadora que dirige la comunidad salesiana. Aunque no cursó estudios profesionales, fue amante del arte y de los idiomas que aprendió durante sus viajes por Europa cuando era soltera y que perfecionó luego de casada y posteriormente cuando abandonó su actividad política y fue a refugiarse al Viejo Continente. En la casona de su infancia, ubicada a una cuadra del parque de Caldas, hoy convertida en el Museo Nacional Guillermo Valencia, mediante la Ley 80 de 1943, a Josefina Valencia de Hubach le tocó enfrentar los primeros problemas de su vida, la muerte temprana de su madre Josefina Muñoz de Valencia. Fue cuando se convirtió, a los diez años, en la nueva señora de la casa. Muchos de sus familiares dicen que fue cuando forjó su don de mando. "Mi padre no se volvió a casar y puso especial cuidado en la educación de Josefina. Reconocía que era una mujer muy inteligente y tenía la medida exacta de los valores. Fue buena estudiante en especial para las matemáticas, cosa rara en la familia, porque somos poco calculadores", dice su hermano Alvaro Pío Valencia. Ese don de mando lo prolongó hacia su nuevo hogar que conformó el 13 de enero de 1943 con el geólogo chileno de origen alemán profesor Enrique Hubach, quien fuera fundador del Instituto Geológico de Colombia y artífice de los primeros estudios geológicos de las zonas petroleras del país. Con él, Josefina Valencia de Hubach tuvo tres hijas, la mayor murió, quedando Marta y Erna que le dieron dos nietos, Andrés Larraín Hubach y Rodrigo Albán Hubach, sus grandes amores. Así entre la poesía y el amor a la patria que le inculcó su padre y heredera del pragmatismo de su abuelo materno, el ganadero don Ignacio Muñoz Córdoba y el hombre con más tierras en el Cauca a principios de este siglo, Josefina Valencia de Hubach adquirió los valores del trabajo, de la creatividad y de la justicia que los aplicó luego en favor de la mujer y las clases más necesitadas. Y su amor a la política no llegó de buenas a primeras. Alvaro Pío Valencia expresa que “desde niña se interesó por la política porque la vida de mi papá estuvo siem pre en ese campo; fue dos veces

candidato a la presidencia de la República. A Josefina le tocó presenciar las luchas tremendas que él libraba frente a su propio partido Conservador, donde muchos de sus copartidarios le hacían la guerra porque era un hombre independiente y de una cultura muy vasta. No era un hombre sectario, él quería la paz para Colombia y siempre fue amigo de los grandes jefes liberales como Rafael Uribe Uribe y Enrique Olaya Herrera, este último fue su contendor para la presidencia en 1929”. Alvaro Pío Valencia cree que el entorno político de su padre influyó mucho en las actividades de su hermana. “Era un mujer de una visión muy clara en especial sobre los problemas sicológicos, sociales, políticos y económicos del país y creía que la mujer tenía la m ism a capacidad del hom bre p ara desempeñar cargos importantes”. La década de los años 30 impulsó más el ahínco de Josefina Valencia de Hubach por acabar con la sum isión de la m ujer en los hogares y la discriminación, por eso con su temperamento “franco y terco” se lanzó a su campaña por los derechos civiles y políticos de la mujer. Ese batallar que comenzó Josefina Valencia de Hubach en su propia ciudad, cuando hablaba de derechos y equidad y que le ganó el recelo de muchas payanesas que vivían inmersas en la tradición, se internaba en un clima político propicio en favor de la mujer. El gobierno del ex presidente Olaya Herrera comenzaba a revivir esos anhelos femeninos, presionado por la lucha de mujeres como Ofelia Uribe de Acosta y Lucila Rubio de Laverde. 1 La ley 28 de 1932 contribuyó a que se le reconociera a la mujer casada su capacidad jurídica para administrar y disponer libremente de sus bienes y para intervenir en el manejo de los haberes de la sociedad conyugal, lo que dejaba a un lado la potestad marital, con la cual el esposo tenía derecho absoluto sobre la cónyuge. La reforma constitucional de 1936 le otorga a la mujer mayor de edad, el derecho a desempeñar un empleo, pero siguen las discriminaciones como la rebaja de penas para el esposo que matase o hiriese 1. María Cristina Laverde Toscano, Esmeralda Arboleda: una mujer nuevos caminos. Revista Nómadas.

a la esposa legítima sorprendida en adulterio y los derechos del marido sobre la persona de la mujer.2 Pese a las conquistas fem eninas, la reform a constitucional de 1945, durante el segundo gobierno de Alfonso López Pumarejo, donde se amplió la ciudadanía a todos los colombianos sin distinción de sexo y los mayores de 21 años, dejó a las mujeres privadas del derecho al voto.3 Sin embargo, la lucha por los derechos femeninos no disminuyó y Josefina Valencia de Hubach fundó junto con otras líderes como Esmeralda Arboleda, la Organización Nacional Femenina y enarboló la bandera de la reivindicación de la mujer desde el gobierno de Olaya Herrera y que se prolongó durante las administraciones de los presidentes Alfonso López Pumarejo y Eduardo Santos hasta llegar a su culminación con el reconocimiento de la ciudadanía plena a la mujer durante el gobierno de Rojas Pinilla.

Se logra el sufragio Josefina Valencia de Hubach, que venía luchando para que la mujer obtuviera el derecho al sufragio, no desaprovechó la oportunidad de tener en su propia casa a Rojas Pinilla cuando visitó a Popayán para inaugurar un monumento en honor a su padre, el maestro Valencia, que fue colocado en el patio de lo que hoy es el Museo de la familia.

Con la toma del poder de Rojas Pinilla, las líderes de la década del 50 creen que el lema de su gobierno «Paz, Justicia y libertad» también cobijaría a las mujeres. Josefina Valencia de Hubach y Esmeralda Arboleda comienzan a desplazarse por todo el país para dar a conocer el memorial escrito por ellas sobre el derecho al voto y obtienen no sólo adhesiones y respaldo de las mujeres sino de algunos hombres. Hoteles, sedes sindicales y barrios son los lugares preferidos para desplegar su campaña. Josefina Valencia de Hubach con sus dotes de oradora se acercaba a la conciencia pública. Alvaro Pío Valencia recuerda que “se enfrentaba violentamente en la tribuna pública predicando el derecho al sufragio. Fue una lucha terrible, las insultaban, qué no les decían. Unos las tenían por chifladas, otros por ilusionistas. Les gritaban que no tenían capacidad para gobernar, lo cual no es cierto porque cuando una mujer gobierna a su familia tiene allí una gran experiencia”. Josefina Valencia y Esmeralda Arboleda presentan junto con el memorial de los derechos políticos femeninos, millares de firmas de mujeres que apoyaban la causa del derechox^l voto, ante la Comisión de Estudios Constitucionales (CEC), asesora de la Asamblea Nacional Constituyente (Anac) que durante el gobierno de Rojas Pinilla inició sesiones. La Anac fue elegida durante la administración de Laureano Gómez, antecesor de Rojas, con el fin de aprobar una nueva Constitución.4

Su hija Marta Hubach explica que “durante la comida que se ofreció al ex presidente Rojas Pinilla, mi mamá se le acercó y le dijo que ayudara a la mujer colombiana a obtener el derecho al voto. Rojas Pinilla llamó al m inistro de Gobierno de ese entonces, Lucio Pabón, y le manifestó que acordara con ella una cita en Bogotá para hablar sobre el tema. A Rojas le gustó la idea y se comprometió a colaborar”. Ese día comenzaba la lucha más audaz por los derechos políticos de la mujer. Rojas Pinilla subió al poder el 13 de junio de 1953, con el beneplácito de los partidos políticos ya que lo veían como el salvador de la violencia política que agobiaba a Colombia.

Igualdad de géneros, injusticia por no conceder el voto a la mujer, la responsabilidad femenina frente a los empleos, son las armas que emplean estas dos líderes para lograr convencer a los comisionados que no mostraban en un principio voluntad de compromiso con ellas. Éstos aducían que la falta de educación de la m ujer no garantizaba una responsabilidad respecto al voto. Las batallas de la mujer por el derecho al sufragio se recrudecen y después de muchos debates, la CEC está de acuerdo en que las colombianas tengan esa oportunidad y recomienda a la Anac que apruebe este memorial para establecer la igualdad política. Es el 11 de marzo de 1954, se daba el primer paso hacia la igualdad política.5

2. María Cristina Laverde Toscano, Esmeralda Arboleda: una mujer nuevos caminos. Revista Nómadas. 3. Idem.

4. Gran Enciclopedia de Colombia, tomo 2, Círculo de Lectores, Editorial Printer Colombiana, Bogotá, 1991. 5. María Cristina Laverde Toscano, Esmeralda Arboleda, una mujer nuevos caminos, Revista Nómadas.

Como la Anac estaba conformada en su mayoría por hombres conservadores, Rojas Pinilla amplía la participación con no pocos liberales y le pide a Josefina Valencia de Hubach que también intervenga en representación de las mujeres y como delegada del partido Conservador. Y para evitar resquemores, Rojas se compromete a darle participación a la mujer liberal y nombra a Esmeralda Arboleda, luego de estudiar una tema de tres candidatas que presenta el partido Liberal6. Muchos políticos concuerdan que fue una jugada de Rojas Pinilla que vio en la organización de comités y movimientos femeninos, un potencial electoral. Y vuelven las batallas y los debates candentes en el seno de la Anac para conseguir los propósitos femeninos, incluso Josefina Valencia tuvo que enfrentarse a su hermano Guillermo León Valencia, quien junto con otros delegados solicitaron que se reglamentaran los derechos otorgados a la mujer con lo cual se dilataría la aprobación, pero al final de los debates las líderes consiguen su objetivo.7 La constancia vence y el 25 de agosto de 1954, en la sesión plenaria de la Anac, se aprueba el sufragio para la mujer con 60 votos a favor y ninguno en contra por parte de los diputados. Los movimientos femeninos entonan el Himno Nacional y celebran la conquista del voto, la fiesta se extiende por las calles de Bogotá.8 El 26 de agosto de 1954, Rojas Pinilla sanciona la ley. Con la caída del gobierno de Rojas Pinilla el 10 de mayo de 1957, todas las leyes expedidas durante el régimen dictatorial quedarían derogadas, por eso el tema del sufragio femenino se pone nuevamente a prueba en el plebiscito convocado por el ex presidente Alberto Lleras Camargo, el primero de diciembre de 1957.9 Pero las tareas no terminan para Josefina Valencia de Hubach y Esmeralda Arboleda que junto con la Organización Femenina Nacional comienzan a presionar para que la cedulación sea cuanto antes e 6. M ana Cristina Laverde Toscano, Esmeralda Arboleda, una mujer nuevos caminos, Revista Nómadas. 7. Las mujeres en la Historia, tomo I, Consejería Presidencial para la política social de la Presidencia de la República, grupo Editorial Norma, Bogotá, 1995. 8. María Cristina Laverde Toscano. Esmeralda: una mujer nuevos caminos, Revista Nómadas. 9. Idem.

igualitaria y es por eso que conform an una delegación para que vigile las acciones de la Registraduría Nacional del Estado Civil. En junio de 1956 , Josefina Valencia de Hubach obtiene la cédula de ciudadana.

Gobernadora, ministra y embajadora La labor realizada por Josefina Valencia de Hubach para obtener la igualdad en los derechos civiles de las mujeres fue reconocida por Rojas Pinilla quien la nombró gobernadora del departamento del Cauca, siendo la primera mujer en ocupar ese cargo. El 22 de septiembre de 1955, Rojas Pinilla anuncia que el mandatario seccional de ese departamento, Tomás Castrillón Muñoz, será remplazado por Josefina Valencia de Hubach y el 29 de octubre de ese mismo año, luciendo un atuendo clásico y el cabello recogido se posesiona la nueva gobernadora en Popayán, ante el Tribunal Superior de Popayán, el arzobispo y las autoridades militares. Las expectativas en Popayán y el resto del país, giraban en tomo a si la gobernadora ocuparía el primer cargo del Cauca a nombre del partido Conservador o en representación del gobierno de Rojas Pinilla. En su discurso publicado en el diario El Liberal de Popayán dejó clara su nueva posición dentro del campo político del país: “Como mi presencia frente a los destinos de este gran departamento es en realidad incógnita, creo que conviene a todos conocer cuál es el campo político y social en que estoy colocada. Conservadora por temperamento y por formación, no traigo, sin embargo, el mandato del partido sino la representación del gobierno Nacional. Representación que me honra y que trataré de cumplir a cabalidad en la medida que mi capacidad lo permita y no digo con lealtad porque me parece fundamental que quien representa a un gobierno comparta plenamente sus postulados y como éstos son de paz para todos, de justicia sin discriminación, de libertad responsable y de mejoramiento y apoyo a las clases menos favorecidas, nada en mi conciencia me impide llevar con honor esta representación”.10 10. Periódico El Liberal, (Popayán), 1 de noviembre de 1955. Pág. 3a.

Alvaro Pío Valencia describe a Josefina Valencia de Hubach como una militante del partido Conservador pero con ideas muy creativas y progresistas. “En la familia hay completa autonomía y responsabilidad en cuanto a las ideas políticas. Mi hermana Luz salió liberal y yo socialista. Las ideas de Josefina no coincidían con las de Guillermo León, ella era una mujer muy independiente”. Pese a que en su discurso de posesión como gobernadora demostró lealtad y agradecimiento al gobierno de Rojas Pinilla, también resaltó la lucha que libraron las mujeres y su compromiso adquirido por el derecho al voto. “La mujer colombiana que durante muchos años luchó con entusiasmo y sin desmayo por lograr sus derechos sabe valorar lo que ha conseguido bajo este Gobierno y lo que su conciencia ciudadana le debe. Comprende también la grave responsabilidad histórica que adquiere al vincularse de lleno a la dirección de los negocios del Estado y lo que la Patria espera de su aporte en favor de la pacificación y la concordia. Igualmente quiero manifestar, por mi modesto conducto, que la gran conquista que para ella representa el otorgamiento de su ciudadanía no estará encaminada contra los ideales especialmente católicos del pueblo colombiano, y en contra de la estabilidad del hogar. Tampoco encama una lucha de sexo o una campaña de competencia con el hombre. Busca únicamente la plena realización de los destinos humanos que en el caso de la mujer se basan en la verdadera estabilidad del hogar y que solo es factible sobre el entendimiento, la consideración y el renunciamiento recíprocos del padre y de la madre, en mejores condiciones de vida y de educación para los hijos, en comprensión y tolerancia a las creencias e ideales ajenos, en síntesis en respeto a la vida, honra y bienes de los ciudadanos”. 11

La gestión gubernamental de Josefina Valencia de Hubach es recordada por los payaneses por sus proyectos para su departamento. Era una visionaria, pensaba en el Pacífico como un mecanismo de desarrollo para la región. De allí su propuesta de gobierno de construir una carretera hacia la costa

----------------------------------------------11. Periódico El Liberal (Popayán), primero de noviembre de 1955.

Pacífica que uniera a Popayán con Guapi. Cargada de sueños para el Cauca, que comprendían el campo económico-social, se propuso ayudar a los indígenas, dada su precaria economía y la falta de una legislación que favoreciera sus intereses. Planteó que con la ayuda de las Naciones Unidas se fundaría en Tierradentro un centro de oganización y capacitación para indígenas. Creía además que la zona norte del Cauca era un potencial económico para la región . El desarrollo lo veía también en términos de servicios públicos. De allí su preocupación por la la electrificación y la construcción de acueductos y alcantarillados para el Cauca. El turismo era otra de las bases para que la región saliera de la situación económica precaria en que vivía desde hace décadas. Creía que Popayán estaba llamada a ser un centro de atracción turística no sólo de Colombia sino de América Latina. “Sería una forma de de incorporarse al progreso y a la vida moderna sin perder su fisonomía y su noble carácter” 12, dijo y para ello proponía impulsar la construcción de un hotel de turismo. La educación, una de las bases de su lucha femenina, también estuvo presente en su programa de gobierno. Para ella era una de las prioridades “porque nada representa la grandeza material de un pueblo si sus habitantes no disfrutan de un mínimo de educación, de buena formación y de conocimientos básicos que le permitan incorporarse a la civilización” 13. Creía en la creación de más escuelas, en incrementar la enseñanza primaria y aun en imponer en el Cauca un modelo de construcción para la escuela rural. Josefina Valencia de Hubach decía que más que un programa de gobierno lo que presentó el día de su posesión era un proyecto de realizaciones y que el éxito dependería de la gestión de todo el pueblo caucano y de los auxilios que prestara el Gobierno Nacional. En efecto, cuando se vio en la necesidad de presionar al gobierno de Rojas Pinilla para que atendiera los problemas y necesidades de su región, no escatimó esfuerzos en utilizar toda clase de estrategias, y en 12. Periódico El Liberal (Popayán), primero de noviembre de 1955. 13. Idem.

ocasiones, varias comisiones presididas por la gobernadora estuvieron en Bogotá con el fin de conseguir recursos para las obras programadas, en especial para la reactivación de la economía del departamento.

un ascenso popular y se les abrieron los caminos a muchas mujeres que no habían podido realizarse y que tenían ideas muy claras y capacidad intelectual, pero que no contaban con la posibilidad de acceder al poder para influir en bien de la cultura”.

Estando rigiendo los destinos del Cauca, Josefina Valencia de Hubach es designada ministra de Educación; era una conquista más de la mujer colombiana porque hasta esa fecha ninguna había ocupado dicho cargo.

Con el fin de la dictadura de Rojas Pinilla y el nombramiento de la junta militar, las incursiones políticas de Josefina Valencia de Hubach se extienden hacia el campo diplomático y el Congreso de la República.

El 19 de septiembre de 1956, Rojas Pinilla anuncia el nombramiento de Josefina Valencia de Hubach, y ésta se posesiona en octubre de ese mismo año, cargo que habrá de ejercer hasta el 10 de mayo de 1957, cuando cayó Rojas Pinilla, como lo manifestó Marta Hubach, a quien le tocó vivirlos triunfos y sinsabores políticos de su madre. Durante su gestión como ministra (siete meses), Josefina Valencia de Hubach que se había constituido en una abanderada de la educación colombiana y con una visión muy clara de su gestión en favor no sólo de la juventud urbana sino de la gente del campo, empieza a desplegar su trabajo para que la educación primaria tuviera una mayor cobertura en la población. También logra la aprobación de otros idiomas dentro de la enseñanza colombiana.

La junta militar gobernó al país entre el 10 de mayo de 1957 y el 7 de agosto de 1958, como un periodo de transición para dar paso al Frente Nacional que tenía como propósito por parte del movimiento bipartidista elim inar de una vez por todas las rivalidades y dar fin a la violencia política.

Fue gestora del Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena), aunque la historia no le haya reconocido ese mérito. Marta Hubach expresa que cuando cayó la dictadura de Rojas Pinilla, estaba redactado el decreto sobre la creación del Sena, sólo faltaba la firma del presidente para que comenzara a funcionar. “ La educación, para ella, era esencial para triunfar y progresar, por eso luchó por la capacitación no sólo de la mujer sino de todo el pueblo. El Sena era un proyecto en el cual creía y en el cual trabajó bastante, pero al terminar el mandato de Rojas sólo quedó en decreto. Ella colocó las sim ientes de este centro de capacitación del que luego otros se atribuyeron su autoría”. Alvaro Pío Valencia reafirma el anhelo de Josefina Valencia de Hubach de culturizar el pueblo y de colocar a la mujer en cargos de grandes responsabilidades, por eso contribuyó a abrir las puertas a sus copartidarias en los debates por los derechos femeninos.“Hubo

Es en este período cuando Josefina Valencia es nombrada embajadora de Colombia en Europa. Vivió un año en París. Pero los debates, donde salía a relucir su pasión de lucha por la patria, amor que le inculcó su padre Guillermo Valencia, hicieron que volviera a la arena política y fuera elegida primero representante a la Cámara y luego senadora. “Siendo congresista fue elegida concejal de Popayán, cargo que ejerció sin problemas, debido a que no había incompatibilidades en que ocupara las dos curules”, expresa Marta Hubach, quien recuerda la disciplina y desvelos de su madre para preparar las ponencias. Pero los años febriles de la política en el Congreso que se iniciaron en la década del 60 declinarían en 1974, cuando el ex presidente Misael Pastrana concluye también su mandato presidencial. Su hermano Guillermo León Valencia había alcanzado la presidencia de la República entre 1962 y 1966.

Humanismo, hogar y catolicismo La faceta política que mostró Josefina Valencia de Hubach desde muy niña no reñía con su gran humanismo y su comportamiento de cualquier mujer a quien la seducen la música, el arte y el maquillaje. Según testimonio de sus dos hijas fue una excelente madre. “Vivía pendiente de nosotras en cuanto a educación y salud. Se preocupaba mucho y temía

que atentaran contra nosotras, creía que nos iba a pasar algo. Soy testigo de sus desvelos y su ansia de que nos educáramos, por eso nos envió a Suiza. Como abuela su amor no fue menor”, dice Marta Hubach. Alvaro Pío Valencia conocía muy bien su forma de ser. “No podía ver a nadie con problemas y sabía detectar en qué estados de ánimos se encontraba. A sus subalternos les decía: algo te está pasando, tranquilízate, deja el trabajo y pon a otra persona allí y descansa”. Pero a la vez era una mujer muy franca. “No era grosera pero sí violenta, de palabras duras, sobre todo cuando exigía sinceridad a las personas que la rodeaban y si tenía que decir algo se lo decía a la persona de frente: diga lo que siente así sea contra mí”. No heredó de su padre la vena poética pero en cambio tenía dotes de declamadora. Además era mujer de lecturas intelectuales. Le gustaba la filosofía, la historia y la literatura, en esta última era muy fuerte. También redactaba muy bien. Tenía una biblioteca muy completa que heredaron sus hijas y que hoy está distribuida en la hacienda Genagra, ubicada en los alrededores de Popayán donde vive su hija Marta y en Bogotá donde reside Erna, su otra hija. Su gran debilidad fue la música y en el club del Cauca bailó al ritmo de los pasillos colombianos y los valses hasta que llegó la música norteamericana y la cautivó. “No podemos decir que era buena bailarina, siendo muy femenina, tenía un sentido estético de las actividades y de los gestos que nunca fueron exagerados”, manifiesta su hermano. Otra de las facetas de su personalidad es su visión para el negocio que según su familia heredó de su abuelo Ignacio Muñoz. “Era una m ujer muy trabajadora, sabía cóm o se hacía el dinero honradamente. Era muy creativa y muy dinámica para el manejo de la ganadería en su hacienda Genagra”. Sus familiares la visualizan como una mujer nada vanidosa, vestía en forma sencilla pero con buen gusto. Era de baja estatura. “No era bonita pero tenía un físico aceptable y agradable, muy femenina pero era una dama de hierro”. Algunas anécdotas ilustran

su carácter fuerte. Cuando se encontraba en un banco de Popayán a un ciudadano que la divisó y la llamó doctora, Josefina Valencia le replicó: “ No soy ninguna doctora. Dígame señora que de eso ya no hay”. 14 Su hermano Alvaro Pío Valencia dice que no fue vanidosa ni orgullosa, que era muy fina en sus costumbres y en su foma de maquillarse. Además tenía sentido de responsabilidad de sus propios actos y le gustaba la disciplina de la gente en la vida. Con el profesor Enrique Hubach, quien falleció en 1968, se llevó bien y se respetaban mutuamente, sin embargo, “en la misma casa imponía sus criterios, es que Josefina nació para el poder”, expresa Alvaro Pío Valencia. Otra de sus actividades en su hogar era la cocina, le encantaba, y en sus ratos libres desplegaba sus grandes dotes en este arte, hacía unas galletas exquisitas. Creía firmemente en los postulados de los pontífices romanos, en cuanto a la ayuda a los pobres. Las haciendas de Paletará y Bello Horizonte, heredadas de su abuelo materno, las parceló y las entregó a los campesinos caucanos, asesorada por Alvaro Pío Valencia , con lo cual éste hacía también honor a sus teorías socialistas. Era una convencida de que con la paz, basada en el trabajo, la convivencia y el trabajo en armonía, se lograría el engrandecim iento de Colom bia. Aseguraba que la paz no se conseguía sólo con la voluntad del Estado sino con la participación de los ciudadanos. Cuando se retiró de la vida política en la década del 70 se fue a vivir durante 10 años a a Madrid, donde había comprado un apartamento y durante los meses de verano se daba sus paseos por el Mediterráneo, donde tenía otra residencia. Los años pasaban en Europa en medio del arte y los conciertos, entonces decide regresar a Colombia. Bogotá se convirtió en su nueva residencia. A Popayán viajaba sólo durante la época de verano y la mayor parte del tiempo la pasaba en la hacienda de la familia, en Genagra. Pero el corazón comienza a fallarle y su salud se quebranta. Para someterse a chequeos médicos viaja con su hija Marta y su nieto Andrés a Miami y luego a Madrid. Josefina Valencia presentía su muerte, por eso pidió a su hija que si no 14. Periódico El Liberal (Popayán), octubre de 1991.

volvía con vida a Colombia incinerara su cuerpo. Y en España le llega la muerte: una afección cardíaca le cortó su último aliento. En el panteón de la casa Valencia que la vio correr e iniciar su lucha por la mujer, reposan sus cenizas junto con las de sus padres. El sacerdote Francisco Paz ofició una misa en su honor, durante la cual Popayán rindió homenaje a esta auténtica mujer payanesa que se distinguió por su valor, altivez, rectitud y lealtad. Había muerto la mujer que por primera vez tuvo figuración política en Colombia. Sin embargo, sus conquistas no tuvieron despliegue a nivel nacional y la historia la relegó al olvido. Alvaro Pío Valencia dice que muchos desconocen su labor en favor de la mujer y del país, porque “Josefina era una mujer discreta, tenía conciencia de su propio valor humano pero era modesta y no le gustaba el brillo del poder. Estaba ausente de todos los actos públicos, los evitaba, no le gustaba la propaganda. No se mostraba, no figuraba en debates pero cuando llegaba el momento de dar la pelea por los derechos civiles y políticos se entregaba toda”. Marta Hubach piensa que su anonimato en la historia colombiana se debe a que ella siempre fue fiel a los postulados de Rojas Pinilla y aun después de su derrocamiento por los partidos tradicionales, ella le fue leal. Lo que no sucedió con muchas de sus copartidarias del movimiento femenino de los años 50 que olvidaron la ayuda brindada por el ex presidente e incluso negaron su participación en muchas de las decisiones del gobierno de Rojas. Josefina Valencia de Hubach supo valorar esa oportunidad que Rojas Pinilla brindaba a la mujer colombiana para conseguir el derecho al voto, lo que muchos presidentes negaron a principios de este siglo. Ella aprovechó esa coyuntura, aun a costa de que los propósitos de Rojas no tuvieran la finalidad de favorecer a la mujer sino de ganar un potencial electoral para ser reelegido como presidente. Ella sabía que si Rojas Pinilla se lanzaba como candidato a la presidencia tendría el respaldo de la mayoría de las colombianas y podría ser reelegido. “Usted gana sin necesidad de ser dictador, no se lance a la guerra”, le dijo Josefina Valencia a Rojas Pinilla, según testimonio de su familia. Era la serenidad y la prudencia adquiridas por

Josefina Valencia que agradecía que se pusiera fin a la discriminación de la mujer en materia política. Obtener el derecho al voto fue la gran batalla de su vida y lo consiguió.

Sin vasallaje ni sumisión La filosofía de su vida y el legado que dejó a las nuevas generaciones femeninas están sintetizados en el discurso que pronunció el día de su posesión como gobernadora del Cauca: “porque aquello que no estamos dispuestos a buscar y a lograr, nadie podrá dárnoslo. Una de las garantías del éxito radica en la confianza que en él se tenga. Somos un gran conglomerado humano con recias virtudes y fuertes defectos, pero somos un pueblo estoico, tenaz y valeroso y estamos en el deber de no ser inferiores a aquellos que nos antecedieron”. 15

Josefina Valencia de Hubach siempre creyó que con la sumisión de la mujer no se obtenía sino un merecimiento y por eso su vida se caracterizó por la acción para lograr sus objetivos. Aunque conservadora por convicción, como lo expresó, sus ideas estaban contagiadas de todo ese vigor de libertad y autonomía para la mujer que comenzó a gestarse con la presión de los m ovim ientos femeninos durante la hegemonía liberal. Fue una de las pioneras que transgredió el espacio público vedado para la mujer, a través de sus discursos y de sus prácticas, en una época donde a la mayoría de las mujeres se las confinaba al ámbito privado del hogar y a los oficios domésticos únicamente. Ese fue su gran mérito. Sabía que los recursos económicos definen las relaciones de dominio y subordinación. De allí su ansia de inculcar la educación a la mujer para poder acceder al trabajo, a una vivienda digna, a tierras y por qué no, al poder. Para ella, las restricciones a las mujeres en sus derechos civiles, como mujer, madre y ciudadana no las podía tolerar. En el pensamiento de Josefina Valencia de Hubach que había trajinado por los 15. Periódico El Liberal (Popayán), primero de noviembre de 1955.

hijo ‘natural’, sólo para que el padre no asumiera responsabilidades.

al público y que le dieron el triunfo a la mujer al obtener el derecho al sufragio.

El lema durante sus 30 años de vida política intensa fue la toma del poder político a través de la educación y capacitación de la mujer, sin dejar a un lado el hogar, la crianza de los hijos y los deberes con la iglesia católica. Fue una protagonista de la gesta emancipadora de la mujer y de su identidad, todo con el propósito de disminuir la dominación del hombre y de las leyes de la sociedad. El sociólogo Femando Urrea, en el libro Discurso, género v mujer. ilustra cómo las acciones de las personas cambian las relaciones de género: “Las relaciones asimétricas entre géneros no estarían dadas por una constante universal estructural sino moldeadas y cambiantes de acuerdo con las construcciones históricas que hacen los sujetos en cada sociedad”.

Y aunque sus gestiones políticas las realizó principalmente bajo la dictadura de Rojas Pinilla, éstas estuvieron contagiadas de una democracia a su manera, como es la de lograr satisfacer las necesidades de las clases más pobres.

Y Josefina Valencia supo escoger las estrategias para establecer las relaciones de poder, a través de sus marchas, de sus arengas y argumentos que llegaban

Era el preámbulo para lograr la independencia política de la mujer, vendría luego en la década de los 60 la revolución femenina con otro tema diferente: la desnaturalización de la sexualidad. Josefina Valencia de Hubach siempre guardó como guía para su vida, el escrito de su padre el poeta Valencia que se exhibe en el museo junto a las fotografías de la familia. En él habla de un verdadero culto por la mujer y de su derecho a la igualdad en el seno de una sociedad de avanzada. Y Josefina Valencia a fe que lo siguió al pie de la letra.

BIBLIOGRAFÍA Compilación de ensayos bajo la dirección de Magdala Velásquez Toro, Consejería Presidencial para la Política Social de la Presidencia de la República, Las Mujeres en la Historia de Colombia - Tomo I, Grupo Editorial Norma, Colección Vitral, Bogotá 1995. Compiladoras: Gabriela Castellanos, Simone Accorsi y Gloria Velasco, Discurso, Género y Mujer, Editorial Facultad de Humanidades Universidad del Valle, 1994. Eugenio Gutiérrez Cely y Miguel Ángel Urrego Ardila,

1.001 cosas sobre la Historia de Colombia que todos debemos saber, Intermedio Editores, División del Círculo de Lectores, 1995.

Gran Enciclopedia de Colombia, Tomo 2, Círculo de Lectores, Editorial Printer Colombiana Limitada, Bogotá, 1991. Historia Editorial Colombiana, Registraduría Nacional

del Estado Civil (1810-1988).

Periódico El Tiempo, mayo de 1957 y 4 de octubre de 1991. Periódico El Liberal (Popayán), primero de noviembre de 1955 a junio de 1958. Periódico El Espectador María Cristina Laverde Toscano, Esmeralda Arboleda: una mujer nuevos caminos, revista Nómadas.

ENTREVISTAS A familiares y amigos de Josefina Valencia. Especial colaboración de su hija Marta Hubach Valencia, su hermano Alvaro Pío Valencia, Alina Torres y Luz Alina de Appel.

E sm e r a l d a A r b o l e d a : U na m u je r , N u ev o s C a m in o s * Cortesía revista Nómadas N° 6, marzo de 1997

María Cristina Laverde Toscano** Reflexiones preliminares ¿Cuál ha sido la historia de las luchas de las mujeres en Colombia? Existen hitos fundamentales en su devenir? ¿Cómo y por qué llega el feminismo a la academia y, desde la teoría y la crítica, cuáles son las implicaciones de este tránsito? Pienso que el desarrollo de este proceso está por escribirse y que con rigor debemos acometerlo; no sólo por los compromisos de género involucrados que son im portantes, en m ayor m edida cuando en la historiografía oficial es rotunda la invisibilidad de media humanidad, sino por el significado de sus aportes al avance científico de los estudios de género, dueños de reciente estatuto académico. * Este trabajo hace parte de un libro que sobre la vida y obra de Esmeralda Arboleda prepara actualmente la autora. Para su elaboración se realizaron entrevistas de muchas horas con la doctora A rboleda entre 1992 y 1993. Así mismo, entrevistas con su familia y amigos; también con políticos de su época. ** Socióloga, Directora del Departamento de Investigaciones de la Universidad Central.

Asumiendo el feminismo desde la perspectiva de la historia de la organización de las mujeres, entre fines de la década del treinta y comienzos de la del cuarenta hay un momento crucial que, en vía de ejem plo, todavía no hemos analizado en sus honduras: la irrupción de mujeres realm ente transgresoras en sus discursos, en sus prácticas y en ámbitos diferentes de la esfera pública colombiana. Entre ellas y como las más destacadas encontramos desde la plástica, a Débora Arango; Laura Victoria desde la literatura y Ofelia Uribe de Acosta desde la política. ¿Cuáles fueron las contribuciones de sus logros al proceso señalado? Aún no lo hemos analizado con la sistematicidad requerida. Por aquí rondan los argumentos para haber emprendido el estudio sobre la vida y obra de Esmeralda Arboleda.

Las primeras conquistas Hace cerca de cincuenta años una joven abogada palmireña, la primera graduada en el Valle del Cauca, asumía como propias las banderas de las mujeres colombianas. "El estudio del derecho hizo germinar en mí una semilla feminista con la cual nací y creo

que como herencia legítima de mamá. Era el drama de tener que estudiar las leyes de una nación que con total desvergüenza legitimaban la discriminación y la supuesta inferioridad femenina"1, nos señala la joven de entonces. Pero en aquella época, ¿Cuáles eran las justas de las mujeres? ¿En qué se empeñaban algunas valiosas voceras de más de la mitad de la población del país? una población caracterizada, es obvio, por la concurrencia de múltiples diversidades: en lo cultural, en lo social, en lo económico y en lo político. Intentando una mirada panorámica que permita comprender los objetivos y la dimensión de las propuestas que en favor de la mujer circulan desde los albores de la década del cincuenta, necesariamente debemos remontamos a la Ley 28 de 1932 como una de las normas que más ha contribuido a equiparar jurídicamente a los dos géneros en el campo de los derechos civiles. Un proyecto de ley que si bien fue presentado por iniciativa gubernamental en la administración de Olaya Herrera, contó con la presión y el respaldo beligerante de muchas mujeres lideradas, entre otras, por Ofelia Uribe de Acosta y Lucila Rubio Laverde. Antes de la aprobación de esta Ley, la situación de las casadas era de total sometimiento al marido, no sólo en cuanto a su persona se refería sino en cuanto a su patrimonio. A partir de esta norma, la mujer casada adquirió la capacidad legal para administrar y disponer libremente de sus propios bienes y también para intervenir en el manejo de los haberes de la sociedad conyugal; rompió el concepto medieval consagrado en nuestros códigos según el cual la potestad marital comprendía un conjunto de derechos absolutos del esposo sobre la cónyuge. No obstante, permanecían incólumes muchas otras discriminaciones: las causales de divorcio, más rigurosas para la mujer; la rebaja de penas hasta el perdón judicial para el marido que matase o hiriese a la esposa legítima sorprendida en adulterio o culpable de él; la potestad marital o el conjunto de derechos del marido sobre la persona de la mujer; la patria potestad que sólo por la muerte del padre podía ser ejercida por la madre, "mientras guarde buenas costumbres y no pase a otras nupcias"; una patria potestad que respecto al hijo "natural" correspondía 1 Laverde Toscano, M ana Cristina. Entrevista con Esmeralda Arboleda. Bogotá 1992. Cuaderno 1. Pág. 235.

a la madre aparentando un derecho cuando en verdad buscaba la exoneración de las responsabilidades paternas... La reforma constitucional de 1936, a pesar de conservar la ciudadanía como privilegio de los varones, en su artículo 8o determina que: «La calidad de ciudadanos en ejercicio es condición previa indispensable para elegir y ser elegido y para desempeñar empleos públicos que llevan anexa autoridad o jurisdicción. Pero la mujer colombiana mayor de edad puede desempeñar empleos, aunque ellos llevan anexa autoridad o jurisdicción, en las mismas condiciones que para desempeñarlos exija la ley a los ciudadanos.» La reforma de 1945 amplió la ciudadanía a todos los colombianos mayores de veintiún años, sin discriminaciones por razón de sexo, pero la limitó para las mujeres en cuanto las privaba del derecho a elegir y a ser elegidas popularmente. Eran conquistas fruto de luchas definidamente inscritas en “la primera ola del feminismo” como lo señala A ngela M aría E strada en la sección monográfica de esta misma edición, orientadas a alcanzar los derechos políticos y civiles para las mujeres. Y será la perspectiva de las contiendas femeninas durante muchas décadas.

La hora del sufragio femenino Corre el año de 1953 cuando, ante la cruenta violencia política y el enfrentamiento a muerte de los partidos tradicionales, y con el beneplácito de gran parte del país, se toma el poder el General Gustavo Rojas Pinilla. Para muchas, entre las que me cuento, en prinicpio sugnifícó una esperanza indica Esmeralda Arboleda. Frente a las monstmosidades de Laureano Gómez y de su sucesor, resultaba un alivio en tanto pensábamos que su misión sería pacificar el país, acabar con el derramamiento demencial de sangre, con las venganzas y los odios políticos. Además, siempre consideramos que su presencia sería breve y transitoria2. El eslogan del gobierno del General Rojas rezaba, "Paz, justicia y libertad para todos los colombianos". 2 Laverde Toscano, María Cristina. Ibíd. pág. 232

Es aquí cuando Esmeralda Arboleda para aquellos años de Uribe, junto con Josefina Valencia de Hubach, considera que llegó el momento de trabajar con ahínco por el reconocimiento de la ciudadanía plena para las mujeres. Si alcanzar la paz, la justicia y la libertad para todos los colombianos era el propósito de este gobierno, no es posible excluir de él a la mitad de sus ciudadanos. Por eso con Josefina redactamos un memorial en el cual argumentábamos la exigencia de este derecho elemental, ya concedido en la mayor parte de los países del hemisferio. Además, lo hacíamos con fogosidad. Mi vocación política había ya despertado y quizás se encontraba exacerbada por mi pertenencia al liberalismo y por todo el asedio y la persecución de que fuimos objeto dese finales de los años cuarenta. Creeme, éramos muy perseguidos. Era una guerra sin cuartel. Los abogados litigantes que vivíamos de eso nos vimos obligados a ceder los poderes otorgados por nuestros clientes a colegas conservadores porque no existía el menor riesgo de que jueces y juzgados fallaran a nuestro favor y no podíamos perjudicar a nuestros defendidos3.

una de sus innumerables intervenciones ante la CEC, Esmeralda Arboleda plantea: Me propongo hacer un análisis de las opiniones más generalizadas en relación con el sufragio femenino. Mi posición dista mucho de ser imparcial, porque soy fervorosa defensora de la consagración de la ciudadanía plena para la mujer colombiana; pero como considero que quienes se oponen a ella lo hacen de buena fe, se puede partir de sus propios argumentos para defender el voto femenino4. Y así expone los puntos neurales de la polémica: la necesidad de introducir una fuerza nueva e incontaminada en la organización y marcha del país; el imperativo de que Colombia diera cumplimiento a las obligaciones contenidas en convenios internacionales encaminados a reconocer la igualdad entre los géneros; la gran injusticia involucrada en el desconocimiento o limitación del voto femenino por cuanto la m ujer poseía las m ismas responsabilidades civiles, penales y económicas del hombre ante el Estado.

Con el entusiasmo señalado se desplazaban luego hacia los más disímiles rincones del país buscando la adhesión de sus congéneres. Hablando en barrios, salones, sindicatos, hoteles, dan a conocer el memorial escrito por ellas y logran millares de firmas femeninas, y algunas masculinas, procedentes de diferentes estratos socioeconómicos. Con ellas presentan el mencionado memorial a la Comisión de Estudios Constitucionales CEC como proyecto sobre la plenitud de derechos políticos para la mujer. Esta comisión era la encargada de asesorar a la Asam blea N acional C onstituyente ANAC, convocada por la administración Rojas como una continuidad de la de Gómez, aunque con unos pocos nuevos integrantes. El proyecto suscita diversas y extremas reacciones en el seno de la CEC: desde la apatía y la burla, pasando por el recelo, hasta el compromiso tenue o definido de algunos comisionados. Son meses de intensa labor para estas dos mujeres quienes, liderando un grupo creciente de destacadas participantes, se dedican a promover los debates en torno a la propuesta. Todas colman los recintos del Congreso donde en largas jornadas se discute. En

Tampoco hay que olvidar que la etapa romántica en la que la mujer estaba colocada en planos casi irreales, com elemento social puramente decorativo, ha desaparecido. La realidad del mundo actual ha llevado a las mujeres a compartir responsabilidades con el hombre. Así, las vemos incorporadas a actividades que antes eran privativas de los varones como las del taller, la fábrica, el comercio, la oficina, la cátedra el periodismo, las artes, la justicia... Si hem os com partido con lo m asculino tantas responsabilidades, ¿por qué nos niegan los derechos?... y ante una de las m ayores preocupaciones de los señores comisionados, enfatizaba. “Son labores asumidas sin haber sufrido por ello menoscabo en sus características esenciales de feminidad... Yo no sabía que para algunas personas la feminidad fuera accesoria o removible. Siempre he creído que es la esencia misma de la mujer y nunca había pensado que pudiese dejarse con la papeleta en una urna electoral”5. Frente a la propuesta de otorgar el voto restringido en vista del razonamiento peregrino de la ausencia de preparación de las mujeres, en otra intervención plantea: "El ilustre jurisconsulto Eleuterio Sema ha hecho una frase ingeniosa para justificar la fórmula

3 Laverde Toscano, María Cristina. Ibíd, Pág. 232. y 241.

4 El Tiempo. Bogotá. Febrero de 1954 5 El Tiempo. Bogotá. Febrero de 1954

del sufragio a cuentagotas: 'Las echamos al mar o las enseñamos a nadar' .Pues no hay constancia de que a los electores varones rasos, muchos de ellos analfabetas, se les hubiera sometido a esos cursos natatorios preliminares"6. Sin embargo, reconoce la impreparación política del sector femenino porque, ... No en vano se nos ha vedado ese campo durante siglos, hasta en las conversaciones familiares. Pero los tiempos han cambiado y las colombianas nos estamos preparando para ingresar decorosamente a la vida política del país. Respecto a la inquietud reiterada por muchos comisionados sobre ¿quién moverá las cunas?, afirma “...las mujeres somos madres y jamás renunciaremos a ello; precisamente la grandeza de esa misión es la que nos llevaba a exigir el derecho a participar en la organización, la defensa y el mejoramiento de la sociedad. Porque no queremos que los hijos que mecemos en esas cunas sean mañana exterminados por la barbarie política”.7 Nadie se atreve ya a poner en juicio la relevancia de la propuesta. Pero las posiciones se polarizan entre quienes están de acuerdo con la ciudadanía integral y aquella restringida que la otorgaría progre­ sivamente. Los debates se tornan intensos y la presencia de Esmeralda Arboleda, así como la de Josefina de Hubach, la de Bertha Hernández de Ospina y la de un amplio grupo de mujeres que incesante presiona, es definitiva. El comisionado Gilberto Alzate Avendaño llega a plantear que "...si la CEC no adoptaba la plenitud de la ciudadanía para la mujer, habría desaparecido la única iniciativa que hasta ahora justifica el montaje del aparato de la Asamblea Nacional Constituyente... 'porque las enmiendas adjetivas se tramitan por los cauces comunes previstos en la carta, que atribuye al parlamento el poder de reforma"8. Finalmente, el 11 de marzo de 1954 más de la mitad de los com isionados de la CEC está de acuerdo en recomendar a la ANAC el establecimiento de la paridad política de los sexos en la que se pensaba sería la nueva Constitución Política de Colombia.

6 Recorte de prensa. Sin identificar. Archivo personal de Esmeralda Arboleda. 7 Diario de Colombia. Bogotá Febrero 10 de 1954. Pág. 1 y 8. 8 Diario de Colombia. Marzo de 1954. Pág. 8

Las mujeres se organizan Desde 1953 una idea obsesiona a Esm eralda Arboleda: promover la creación de la Unión de Mujeres de Colombia9 con el propósito expreso de "...agrupar a todas las mujeres colombianas sin distingos religiosos, políticos o sicales, para unimos en la lucha por el reconocimiento de los derechos de la mujer y de la infancia. Esto no es un partido ni una secta. Ni siquiera tiene domicilio fijo, porque éste se encontrará en cualquier lugar de Colombia en que las mujeres se unan para defender sus derechos"10. Con una campaña tesonera y con el apoyo de un grupo femenino, buscando sensibilizar y comprometer a las mujeres colombianas de las más diversas procedencias culturales, políticas y socioeconómicas, la propuesta adquiere vida en los primeros meses de 1954. Su programa de acción señala veintidós puntos entre los cuales es preciso destacar sus objetivos de lucha en favor de: la paz que colma un gran anhelo de las mujeres; la igualdad de derechos humanos y políticos para el hombre y la mujer; el derecho al sufragio femenino universal y secreto; el cumplimiento del principio "a igual trabajo igual salario"; la protección de empleadas y obreras contra el despido por maternidad o estado prenatal; la efectividad del derecho de la mujer a ocupar altos cargos del Estado; la realización de campañas educativas que extirpen el prejuicio de inferioridad de la mujer; la represicón efectiva de la trata de blancas; la readaptación social de las mujeres delincuentes; una campaña nacional, coordinada y efectiva en favor de la infancia11. Esta Unión de Mujeres de Colombia logró organizar grupos en diferentes ciudades del pais y será no sólo definitiva en el escenario de las lideres por el derecho al sufragio, sino en el apoyo a campañas en favor de la mujer desarrolladas en las décadas posteriores.

Esmeralda Arboleda en la ANAC: frutos de un plebiscito espontáneo La Asamblea Nacional Constituyente del Presidente 9 Cfr. Mar, José “Una campaña inteligente”. El Espectador. Bogotá. Septiembre de 1953. 10 Nieto de Sam per Lucy. “Habla la doctora Esm eralda Arboleda de Uribe” Entrevista. Romos. Bogotá. Febrero 15 de 1954. Pág. 32 11 Cfr. “La organización nacional femenina fija sus planes”. Diario de Colombia. Mayo 7 de 195

Rojas prosigue su marcha integrada básicam ente, com o ya se dijo , por quienes la configuraban en el g o b iern o de L au reano G ó m ez: h om b res conservadores, En su afán conciliatorio inicial, el G eneral b u sca am p liarla in v ita n d o a otras personalidades del país entre las cuales se contaban algunos pocos liberales. Sólo participa una mujer: la copartidaria y am iga del G eneral, Josefin a Valencia de Hubach.

En este marco, entre los años 1953 y 1954 el protagonismo de la mujer adquiere vigor inusitado: se crean organizaciones femeninas deliberantes en diferentes lugares del país; los debates al interior de la CEC en tomo al sufragio femenino, durante meses ocupan las primeras planas de la prensa nacional liberal y conservadora; radio, revistas, volantes, afiches callejeros, plantean el tema en calles y recintos y nadie de hecho se sustrae a él. Gustavo Rojas, quien fuera el prim er destinatario del memorial con las miles de firmas que lo respaldaban exigiendo el derecho al sufragio universal para las mujeres, descubre así la presencia real de esa media humanidady el potencial electoral que entraña. Son las razones para que públicamente se comprometa a incrementar la participación femenina en la ANAC, al menos en términos paritarios; esto es, si hay una mujer conservadora debe haber una liberal. Entre tanto, en torno a la Unión de Mujeres de Colombia se consolidan diversas agrupaciones que, de una u otra manera quieren hacer oír sus voces silenciadas desde siempre. Un común denominador de estas agrupaciones es el reconocimiento de Esmeralda Arboleda como vocera de sus intereses. Por ello grupos de mujeres profesionales, de amas de casa, de connotadas damas bogotanas, de trabajadoras y maestras de Antioquia y el Valle del Cauca, de la Costa y Santander, entre otros, a más de mujeres independientes, dirigen cartas al Presidente de la República pidiendo la inclusión de la doctora Arboleda entre los miembros de la ANAC.12 El General entonces, y quizás como una nueva estrategia, se dirige a la Dirección Liberal Nacional, solicitando el nombre de algunas candidatas. Esta Dirección, sin em bargo, se resiste ya a la Participación oficial de delegados liberales en la Asamblea. ¿El motivo? El gobierno empezaba a 12 Cfr. Prensa de la época: El Tiempo, El Espectador, El País.

dejar ver sus intereses reales, sus ansias impúdicas de poder, sus afanes militaristas... En el primer período de Rojas -indica Esmeraldahubo como un espejismo; seguramente por las tribulaciones recientes del país y de los liberales en particular. En ciertas regiones incluso se realizaron algunos intentos de pacificación que alentaron el apoyo hacia el General. Pero pronto sus apetencias de dictador afloran: se trataba de un militar y, gústenos o no, por vocación y formación, la actitud dictatorial está larvada en ellos. El era militar, godo y boyacense... Sin querer demeritar a nadie, estas tres variables se traducen en un profundo conservadurismo. De otra parte, comienzan los malos manejos económicos de algunos de sus familiares y las adulaciones y regalos al poder... De verdad, la gente le rinde pleitesía al poderoso hasta que logran corromperlo; peor aún cuando éste es vulnerable...13 A pesar de lo señalado, la Dirección Liberal comprende que dar repuesta a la solicitud de Rojas en este caso podría tener implicaciones diferentes: la convocatoria aludía a la necesidad de la participación paritaria femenina en los debates referidos al sufragio universal de la mujer -la diputada conservadora era Josefina Valencia de Hubach-; tal debate y sus resultados revestían una importancia histórica. La Dirección Nacional... consideró un deber suyo recoger el clamoroso sentimiento de la opinión femenina que ha reclamado la participación de la mujer en la alta corporación -la ANAC-. Al efecto, conformó una brillante terna integrada por las siguientes damas: señora Isabel Lleras Restrepo de Ospina, doctora Esmeralda Arboleda de Uribe y señora Cecilia Hernández de Mendoza. Esta actitud de la Dirección ha sido recibida con viva simpatía por las mujeres de Colombia.14 La terna fue remitida al gobierno en junio de 1954. El 2 de agosto del mismo año se expide el decreto presidencial nombrando a Esmeralda Arboleda de Uribe como miembro de la ANAC, con carácter de principal; su suplente sería doña María Currea de Aya15. La oficialización de este acto implica una 13 Laverde, María Cristina Op. Cit. Cuaderno 2 pág 76 14 Cfr. Recorte de Prensa. Sin identificar. Archivo personal de Esmeralda Arboleda. 15 Cfr. El Espectador. Bogotá. Agosto 3 de 1954

reunión extraordinaria de la Dirección Liberal N acional con el fin de discutir la posible participación de Esmeralda en tanto en el último mes había desautorizado la intervención de sus asociados en esa Corporación. Los pocos liberales que la integraban lo hacían en calidad de lentejos. Esmeralda, una mujer reflexiva y disciplinada aunque emotiva, siempre ha buscado tomar las decisiones importantes de su vida con “cabeza fría”: “He sido una feminista de entraña pero también una persona de partido y requería entonces el respaldo del liberalismo”, explica. La Dirección deliberó en una sesión, de la cual ella se retiró para dejarla en absoluta libertad. Logró el apoyo requerido y en declaraciones a la prensa firmaba: “Desde el momento en que fui informada del nombramiento a través del Ministerio de Gobierno, creía que mi obligación ante las m ujeres de Colombia era la de aceptar tal designación. Este concepto lo expresé ante los miembros de la Dirección Liberal Nacional y la directiva del partido está de acuerdo conmigo. Quiero dejar claro -agregóque no intervendré en debates que se refieran a la política de los partidos. Me propongo trabajar con Josefina por la consecución del voto universal para la mujer colombiana...”16 Su nombramiento ocupa titulares de prensa en las primeras páginas y es objeto de múltiples homenajes en el país, y no sólo de grupos de mujeres.

Mujeres y hombres: igualdad de derechos políticos En esta forma llega a la ANAC y debe liderar batallas similares a las ocurridas en la Comisión de Estudios Constitucionales, con la diferencia de que el tiempo con el cual cuenta es muy corto y en esta corporación la posición conservadora es aún más radical y los enfrentamiento más beligerantes, incluidos los presentados entre Josefina Valencia y su hermano, Guillermo León Valencia. Sin embargo, la labor de la diputada Arboleda obstinada y persuasiva; rotunda y vertical cuando así se requería; conciliadora frente a lo formal pero inflexible respecto a lo fundamental, unida a los aportes de Josefina Valencia, al papel de 16 El Espectador. Bogotá. Agosto 3 de 1954

la prensa liberal y a la movilización permanente de mujeres a lo largo y ancho del país, determinó que la balanza se fuera inclinando a favor del sufragio integral para las colombianas. El 25 de agosto de 1954 a las diecinueve horas diez minutos, se inicia una nueva sesión plenaria de la ANAC alrededor del tema; el día anterior, la doctora Arboleda había quedado en el uso de la palabra. Comenzó entonces esta jornada pronunciando ella el único discurso de la noche. Llevaba una clásica bata negra de cuello en V y mangas en tres cuartos, aretes y un sencillo collar de perlas blancas. Ser una mujer elegante y exquisita en sus gustos y modales es uno de los encantos que atraen y desconciertan a muchos en tanto su acentuado feminismo haría pensar en una figura ajena a las “vanidades mundanas”. No. Eternamente es femenina -en la acepción tradicional del término- y ama y cuida su feminidad. Con mayor razón en aquellos tiempos. Esa noche, como de costumbre, se le veía segura; hacía gala de la tranquilidad que emerge de quien rigurosamente estudia, consulta y prepara sus intervenciones. Con vehemencia, con esa voz firme de gran oradora cuyos énfasis apelaban al vuelo mágico de sus manos -admiradas por amigos y detractores-, realizó un pormenorizado resumen de sus intervenciones anteriores, insistiendo en el compromiso que le cabría a la Asamblea frente a la mujer colombiana y su sociedad, frente al mundo y a la historia: ... Nosotras estamos seguras de que vosotros honorables diputados estaréis a la altura de vuestra gran misión histórica y consagraréis para la mujer de vuestra patria el derecho de plena ciudadanía... Todos sabéis que el martirio de Colombia, la mujer sufrió la tragedia de la destrucción de su hogar, la pérdida de sus seres queridos, de los abandonos y de la persecución; que mostró al país entero su decisión, su entera, su fidelidad y su heroico valor; con el desgarramiento de su propia vida aprendió a amar la paz como el mejor de los dones y clama por ella desde todos los ámbitos de la patria. Porque supo que sólo la paz hace germinar los sueños y las espigas; que sólo ella pone fin al odio y a la venganza; comprendió que el trabajo, la alegría, el amor a la vida misma, sólo pueden alcanzar su plenitud a la sombra de la

paz... Las mujeres tenemos fe en que esta reforma sea verdaderamente nacional, sea tratada sin carácter de partido... Colombia necesita del concurso y la participación política integral de nosotras las mujeres...17 Los aplausos fueron contundentes. No solamente desde el ámbito de los diputados sino desde las barras, literalmente colmadas en su mayoría de mujeres. A las veintidós horas, con setenta votos afirmativos y ninguno negativo -quienes estaban en contra o se retiraron antes o se abstuvieron de votar­ se aprobó la ley que otorgaba pleno derecho para las mujeres: “Las mujeres tendrán los mismos derechos políticos que los varones”. El júbilo fue total entre el sector femenino que ocupaba el recinto. Entonaron el Himno N acional y m archaron repitiendo sus estrofas por las calles aledañas al Congreso en esa fría noche bogotana.

El derecho al voto femenino no fue una dádiva El 26 de agosto de 1954 el entonces presidente Rojas sancionó la ley aprobada por su constituyente. Pero, por supuesto, no fueron sus convicciones feministas el fundamento de su respaldo a los requerimientos de las colombianas; el General estaba lejos de plantearse las honduras e implicaciones inherentes al problema de la discriminación femenina y al imperativo de la calidad ético-política entre los dos géneros que tradicionalmente conforman la historia de la humanidad. Era un definido oportunismo, imperceptible para todas las mujeres de aquel momento, incluidas sus líderes visionarias -en razón quizás de que aquel período se constituyó en espacio único para la lucha por sus reinvidicaciones, cuando tales espacios eran tan esquivos en el proceso de nuestras sociedades patriarcales-, ... Se requirieron algunos meses y dolorosos acontecimientos para que yo comprendiera la utilización que quiso hacer el General de nuestro movimiento. La evidencia más clara se encuentra en la paradoja de que mientras nos “concedía” 17 Apartes de su intervención en la ANAC durante la sesión en la cual se aprobó el voto femenino. Cfr. El Tiempo, El Espectador, El País, El Relator, etc. 26 a 219 de agosto de 1954. Pág. 1 y siguientes.

el voto a las mujeres -como lo señala hoy Esmeralda Arboleda-, impedía su ejercicio a los dos sexos. Debemos recordar que, como buen dictador, a más de mantener clausurado el Congreso, negó cualquier tipo de elecciones. Pero al final la ganancia fue de las mujeres y para las mujeres. Nos asumió sí como una cuarta pata en la cual apoyarse: ésta le otorgaba mayor estabilidad e hipotéticamente podía incrementar su capacidad de negociación. ¿Cómo no iba a usarla si desde la CEC y desde la prensa debió calibrar nuestra Fuerza?... Pero una cosa sí quiero que quede bien clara: el derecho al sufragio femenino no fue una dádiva ni del General Rojas ni de ningún presidente; así posteriormente hubiéramos contado con el apoyo honesto, ese sí fruto de convicciones, del doctor Albero Lleras Camargo. El voto femenino en Colombia, como en todos los rincones del mundo y como ha sucedido con las distintas reivindicaciones alcanzadas para nosotras en los corrido del siglo, fue el resultado de muchas luchas, de la tenacidad y de la inteligencia de las mujeres colombianas. Y esto no se sabe o se oculta, no sé si consciente o inconscientemente. Lo cierto es que para infortunio de la verdad, hasta ahora la historia de nuestro país ha sido escrita por los hombres'y en su concepción del mundo y del la vida sólo tenemos cabidas anecdóticas y episódicas: pasajeras heroínas, sentimentales, madres abnegadas a la sombra del esposo o del hijo, cuestionadas amantes o definitivamente no existimos. Estamos en mora de escribir la verdadera historia. Llegó la hora de conquistar también este espacio.18 Obviamente con la caída del gobierno del General Rojas, todas los normas expedidas durante su administración quedarían derogadas en tanto fruto de la dictadura. Aquí fue donde Alberto Lleras habría de jugar importante papel al reconocer el camino recorrido por las mujeres y la historia de sus contiendas e incorporar el tema del sufragio femenino universal en el Plebiscito de diciembre de 1957. 18 Laverde Toscano, María Cristina. Op. Cit. Cuaderno 2 p.p. 83-102-103.

Nuevas luchas, nuevas labores Luego de la sanción de la ley, las expectativas por la participación femenina crecían. Las mujeres tenían vivo interés en intervenir. A partir de este logro, la tarea emprendida por Esmeralda Arboleda y por el número creciente de líderes giraría en tomo a las campañas para una cedulación pronta e igualitaria. Los meses transcurrían y los avances en esta materia eran escasos. Ante la presión de las mujeres, manifiesta en cartas a la prensa preguntando sobre los resultados del proceso técnico y de sensibilización de la población, empieza a filtrarse una noticia: el gobierno pretendía una cedulación por etapas, primero una que involucrara a todos los hombres y, más adelante, otra para las mujeres. Ello conduce a una nueva movilización de este sector de la población. La Organización Femenina Nacional conforma una delegación presidida por Esmeralda para que actuara directam ente frente a la Registraduría Nacional del Estado Civil. Preparan una comunicación que personalmente presentan al Registrador: ... las diversas agrupaciones de mujeres del país se permiten solicitarle reconsiderar la parte relativa a la cedulación femenina... Al hacer esa comedida solicitud, la mujer colombiana se basa no solo en la justicia que la asiste para recibir conjuntamente con el hombre la cédula de ciudadanía, sino también en las condiciones reales sobre el perjuicio que acarrearía a la nación verse enfrentada a una segunda y nueva cedulación... La razón de las dificultades relativas al establecimiento de la edad de la mujer tiene que rechazarse de plano porque en ningún momento ha salido de la propia mujer -fue sugerida por algunos hombres y según ellos por “galantería” con el sexo débil-. La mujer no acepta que -la demora- pueda interpretarse como una maniobra del gobierno...19

adelantar simultáneamente las dos. A pesar de estas presiones el proceso no avanza demostrándose, una vez más, de una parte, el desinterés del gobierno en crear los mecanismos para el ejercicio de la plena ciudadanía de la mujer y, de otra, su propósito de obstaculizar las demandas diversas de convocatoria a elecciones. A partir de febrero de 1955, Esmeralda empieza a escribir regularmente en la prensa nacional. La doctora A rboleda, uno de los personajes fem eninos más conocidos del país y cuyas sobresalientes actuaciones en el campo jurídico y como m iem bro de la A sam blea N acional Constituyente han recibido la más amplia y oportuna divulgación, ha accedido a escribir una vez por semana en El Espectador una columna en la que tratará temas de interés general con la autoridad que le confiere su categoría de personera de la mujer colombiana.20 Su columna se convirtió en una de las más leídas y consultadas, entre otras razones, porque daba repuesta a muchos de los interrogantes sobre el proceso de incorporación de la mujer a la política activa y porque empezaba a abrir caminos cuyas señales indicaban la necesidad de reformas que desde el ámbito de lo civil eran impostergables si se pensaba en la justicia y la equidad entre los dos géneros... En el mes de junio de 1955 es recibida como Miembro de Número de la Academia Colombiana de Jurisprudencia. Era la segunda mujer en alcanzar esta distinción. La tesis de su trabajo de recibimiento versó sobre un tema que por las circunstancias del país y los vicios ancestrales de los partidos tradicionales, provocó gran interés y polémicas que trascendieron los recintos de la Academia: La necesidad de una administración pública tecnificada y apolítica.

De esta comunicación enviarían copia al Presidente de la República. La doctora Arboleda insistía en otras declaraciones de prensa: si se trata de proveer a los ciudadanos de un número idóneo de identificación, no se puede hacer distinciones entre cedulación fem enina y cedulación m asculina. Se deben

Son ya muy remotas las épocas en que los individuos podían poseer la universalidad de los conocimientos y ocuparse con idéntica versación de los problemas económicos, políticos o artísticos del país y del mundo... Igualmente ha cambiado el concepto sobre el Estado y sus funciones... Del Estado gendarme llegamos al actual Estado benefactor... los bienes y

19 El espectador. Marzo 29 de 1955

20 El Espectador. Bogotá, Febrero 22 de 1955

servicios suministrados por él al pueblo colombiano a través del gobierno nacional abarcan esencialmente todas las fases de la actividad humana... El éxito o el fracaso de la gestión administrativa de ese Estado benefactor depende primordialmente, como es elemental, de la capacidad ética y de la preparación de las personas encargadas de llevarla a cabo... En Colombia ha sido tradicional que para el desempeño de las labores de gobierno, se llame a personas cuyo título principal -y frecuentemente único- es la adhesión o los servicios prestados al partido políticamente dominante...21 Ella aseguraba que, sin temor a equivocaciones, la contienda de los grupos políticos tendría una menor beligerancia y perdería su fiereza y sectarismo ciegos si se lograba sustraer a loa administración pública de las contingencias de los cambios políticos. Aludía a la experiencia de otros países que ha demostrado la importancia del servicio civil de carrera para los funcionarios administrativos. El texto completo del discurso se publicó en los principales diarios del país y los ejes de su planteamiento fueron retomados por funcionarios de gobierno, por algunos políticos y por notables académicos.

Los inicios de la ruptura Por aquellos días, la censura a cualquier forma de comunicación, especialmente masiva, llegaba a límites insospechados; la represión se incrementaba y la situación social y política era compleja en los distintos frentes. El Io- de julio de 1995 Esmeralda Arboleda viaja al Ecuador como parte de la comitiva que acompañara al General Rojas. Tenía interés particular en propiciar la vinculación de las mujeres colombianas a los procesos de otros países; quería divulgar los avances alcanzados y confrontar experiencias. Las agencias noticiosas que cubrían el viaje presidencial informaron que algunos de los miembros de la comitiva, entre los cuales se encontraba la doctora Arboleda, habían respaldado al presidente en la censura de prensa impuesta por él en el país. Al llegar al aeropuerto tras el viaje de regreso, al esperaba Pubenza Arboleda de Restrepo, una de sus hermanas, quien alarmada le contó sobre el polvorín levantado 21 Apartes del discurso. El Tiempo. Bogotá, junio 3 de 1995

en los distintos m edios por las supuestas declaraciones de la diputada liberal.22 Su enojo fue total. Inmediatamente se dirigió a su oficina donde preparó una comunicación que personalmente llevaría esa misma tarde a los diarios bogotanos El Espectador y El Tiempo. En ella afirmaba: La acusación es falsa en cuanto a mí se refiere... Viajé al Ecuador por considerar de gran importancia la vinculación femenina a la labor de acercamiento entre los pueblo amigos y, si bien es cierto que mi vinculación a la ANAC, en virtud de la cual represento a las mujeres, fue honor que me confirió el General Rojas, no implica ello que exista identidad ideológica entre el señor Presidente y yo. Las designaciones que él hizo para la Asamblea se originaron en virtud de delegación y por no ser posible la elección popular, pero la Constitución Nacional establece claramente tanto la independencia de quienes hacen parte de los cuerpos colegiados como su carácter .de representantes del pueblo y no de sus lectores. Así como fue autorizada la publicación de la información errada que llegó de Quito, espero que se autorice la de esta rectificación, ya que no soy partidaria de la censura de prensa.23 Evidentemente la publicaron todos los periódicos y se constituyó en el primer enfrentamiento abierto entre la doctora Arboleda y el gobierno del General. Episodios anteriores sólo adquirieron el carácter de “roces” en apariencia intrascendentes...

Mejor la destitución que la renuncia Las contradicciones gubernamentales eran cada día más agudas. Las voces de protesta se multiplicaban ante un gobierno ya sin ambages dictatorial. El ejecutivo buscaba legitimar sus acciones apelando a las más disímiles maquinaciones; una de ellas, demostrar la participación de liberales no sólo en la marcha administrativa sino en las determinaciones legislativas de la ANAC. La Dirección Nacional del liberalismo, desde los primeros días de agosto de 22 Cfr. Laverde Toscano, María Cristina. Op. Cit. Cuaderno No. 8 Entrevista con Pubenza Arboleda, página 167. 23 Apartes del discurso. El Tiempo. Bogotá, Junio 3 de 1995.

1955, de manera expresa prohíbe la participación de sus miembros -inicialm ente aceptada, aun a regañadientes- en el gobierno y en la ANAC; pero los llamados lentejos, omitieron las directrices del partido, pretenden habilitar su presencia en la Asamblea, incluyendo a la doctora Arboleda en sus propósitos de permanencia en ella y en su desacato a la Dirección. Obviamente, la diputada desde hace tiempo desea marginarse de un gobierno del cual ya discrepa en todos los órdenes pero considera que, para el partido liberal y para el país, políticamente es más rentable una destitución que una renuncia. En la sesión de la Constituyente del día 3 de agosto del mismo año, el grupo liberal deja una constancia de sus asistencia la cual, incluyendo “abusivamente” a Esmeralda, remiten a los más destacados diarios ‘ ;1 país; ello, por supuesto ocasiona el repudio de la ñora Arboleda quien en comunicación a la prensa otesta enérgicamente: ... No es verdad que yo haya firmado esa constancia y para probar mi afirmación, me permito anexar a esta carta la certificación que la secretaría de la ANAC ha expedido sobre el particular. Aprovecho la oportunidad para repetir una vez más- que tanto Josefina Valencia de Hubach como yo, no queremos iniciar nuestra actividad política participando en las luchas de partido, sino encaminando esfuerzos al logro de la conságración de la plena ciudadanía de la mujer.24

Le parecía, además, que el comportamiento de los diputados liberales era a todos luces extraño por cuanto en tres oportunidades fue requerida por ellos para que se adhiriera a la constancia aludida y en otras tantas se negó a hacerlo, alegando las razones de carácter político y gremial conocidas por los colombianos.

En este marco, el 9 y 10 de agosto de 1955, cientos de mujeres de diferentes tendencias políticas, encabezadas por las esposas de los expresidentes Olaya Herrera, Lleras Camargo, Ospina Pérez y por Esmeralda Arboleda, realizan marchas por las principales vías del centro de la capital exigiendo la derogatoria de las medidas restrictivas de la prensa. “Carros radiopatrullas con altoparlantes recorren las calles céntricas de Bogotá recordando que las manifestaciones están prohibidas”. Con gases lacrimógenos y agua arrojada por mangueras, la fuerza pública busca disolver las manifestaciones. Más adelante, la doctora Arboleda participará también en el homenaje de desagravio que se le rendiría al expresidente Eduardo Santos en el Hotel Tequendama de Bogotá y cuyo oferente fue el doctor Alberto Lleras Camargo quien recientemente había regresado a Colombia después de ocupar por varios años la Secretaría de la Unión Panamericana. Con esta intervención reinició su vida política activa en el país, tras renunciar a la Rectoría de la Universidad de los Andes.25 El 17 de noviembre, un titular a varias columnas ocupa la primera página de la prensa nacional: Destituida la Constituyente Esmeralda Arboleda de Uribe y a continuación el decreto ejecutivo No. 2963 del 15 de noviembre de 1955: El Presidente de la República en uso de sus facultades constitucionales y en especial de la contenida en el aparte d) del artículo Io. Del acto legislativo No. 1 de 1952, Decreta: Art. Io. Desígnase representante del Presidente de la República ante la Honorable Asamblea Nacional Constituyente, a la Dra. Georgina Ballesteros de Gaitán en reemplazo de la Dra. Esmeralda Arboleda de Uribe, cuyo nombramiento se declara insubsistente. Art. 2o. El presente decreto rige a partir de la fecha de su expedición... (fdo) General Jefe Supremo, Gustavo Rojas Pinilla. Presidente de Colombia.26

A los ríos de sangre, a la ola de cruenta violencia ilímite, a las desapariciones indiscriminadas, se añade entonces el acontecimiento que rebasó la copa: el cierre de los diarios liberales El Espectador y El Tiempo. Ante este panorama enrarecido, la oposición crece y corriendo los riesgos que emanan de la dictadura, busca espacios para expresar sus desacuerdos en la principales ciudades del país.

Aunque la noticia conmocionó a la mayoría, principalmente a las mujeres, era esperada por muchos como la única repuesta posible de una dictadura que empieza a sentirse acorralada. Desde los más disím iles rincones del país, grupos femeninos, mujeres independientes y también

24 Cfr. El Tiempo y El Espectador (entre Otros). Agosto 4 de 1954 p.p. 1 y 55

25 Cfr. Laverde, María Cristina. Op. Cit. Cuaderno No. 13. Entrevista con Otto Morales Benitez. P.p. 47-55 26 El Espectador. Bogotá. Noviembre 23 de 1955 p. 1 y SS

innumerables varones, remitieron al presidente cientos de cartas y telegramas de protesta. La respuesta de la exconstituyente es rotunda. En rueda de prensa expone su posición, señalando cómo llegó a ser miembro de la ANAC después de un plebiscito espontáneo de las mujeres de diversas regiones del país, sin distingos partidistas ni de clase; un plebiscito nacional en reconocimiento al hecho de ser ella quien redactara el memorial dirigido a la Comisión de Estudios Constitucionales por cerca de cuatro mil mujeres en el cual se puntualizaban las reform as jurídicas y sociales que hacían indispensable la admisión de los derechos políticos femeninos; igualmente, era el reconocimiento a su labor en la CEC cono la más decidida defensora de las mujeres, según consta en los anales de la Corporación. La designación presidencial se dio en atención a estos antecedentes y a la promesa pública del mandatario de elegir paritariam ente a dos representantes de las mujeres. El nombre de Esmeralda figuraba en la tema presentada por la Dirección Liberal y el presidente sabía que la aceptación de la investidura dependía de la postura de su partido. En la ANAC representó sólo los intereses de las mujeres y en ella cumplió con creces los compromisos adquiridos, logrando la expedición del acto legislativo que consagró la igualdad ciudadana de la mujer y el hombre. Pero su labor por la causa femenina trascendió la Asamblea misma: apoyó a muchas mujeres con necesidades de educación, de empleo o de asesoría jurídica. De otra parte, señalaba ante los periodistas que al aceptar la designación entendió que conservaba la libertad consagrada en la Constitución Nacional, al ser esencia de todo régimen democrático. En la misma forma, y de acuerdo a las normas de derecho público que han regido en el país, los miembros de los cuerpos representativos, en mayor medida si se trata de una Asamblea Constituyente, no son mandatarios de una persona, por eminente que ella sea en la jerarquía administrativa, sino de la nación. Enfatiza en que su actuación dentro y fuera de la ANAC ha sido de permanente respeto a los principios liberales y por este motivo expresó su criterio opuesto a la censura de prensa, participó en la manifestación de protesta por la clausura de El Tiempo y El Espectador y en el homenaje al expresidente Eduardo Santos. Por esos mismos principios cedió parte de sus honorarios como diputada al fondo del partido, más aún cuando la tesorería del liberalismo estaba a cargo

de una eminente mujer. Por último, la doctora Arboleda consideraba gravísimo para la mujer colombiana, quien apenas nacía a los derechos políticos, el que a sus representantes se les irrespetara en el ejercicio de sus funciones y la duración de su mandato dependiera de reacciones imprevisibles.27 La destitución de Esmeralda Arboleda conduce a que el interés de los medios de comunicación se vuelva, una vez más, sobre esta protagonista y, particularmente, sobre la personalidad de una mujer que siempre se ha sentido orgullosa de ser tal, que manifiesta que aun cuando vivió una época en la cual la mujer inteligente debía mostrar a cada paso que lo era, jamás se ha sentido perseguida por serlo, a pesar de reconocer y renunciar las múltiples discriminaciones de género inmanentes a las culturas patriarcales; una mujer que, no obstante su condición de académica, y las posiciones ocupadas, del reconocimiento nacional que posee en los distintos círculos, haciendo gala de su gran sentido del humor y de una profunda humildad, sin preámbulos se reconoce como un ser que en la cotidianidad es igual a sus congéneres: “Me encanta el cha-cha-cha. Me preocupo por mi línea y lo que más me amarga son mis kilos de exceso. Padezco hambre y me someto a las peores torturas. En cuanto me queda un tiempo, asisto a la academia de la señora Theas Weiss... Voy al salón de belleza dos veces por semana. Adoro el baile... Me gusta mucho cantar y tocar distintos instrum entos y lo he hecho en público varias veces...28 Son apartes de una entrevista realizada en su hogar, acompañada por el ingeniero Samuel Uribe, su primer esposo con quien se casara en 1946, y por Sergio Uribe Arboleda, su pequeño hijo de 4 años quien, lo reitera en cientos de reportajes, es la mayor felicidad y lo más im portante de su vida. Su matrimonio con Uribe duró relativamente pocos años. Eran muy diferentes y poseían intereses antagónicos. Sin embargo, la separación oficial nunca se dio porque Esmeralda minuciosamente cuidaba su imagen de mujer: no quería que nada la desdibujara por cuanto sabía que ello podría ser utilizado en contra de sus luchas a favor de las mujeres. Como tantas otras en la historia de nuestro 27 Cfr. Recorte de Prensa. Sin identificar. Archivo personal de Esmeralda Arboleda. 28 Cfr. El Mercurio. Noviembre 213 de 1955

país, educó a su hijo sola, contando sí con el apoyo afortunado de su madre y sus hermanas en Cali y por sobre todo, con el de su hermana Pubenza (residente desde entonces en Bogotá) de Hernando Restrepo, su esposo, y su hijo Pablo, con quien Sergio creciera como hermano. A Sergio, a más de otorgarle la mejor educación formal, le brindó todo el amor y la dedicación que sus m últiples com prom isos le perm itían. No sabemos si fueron suficientes pero sí que mientras los hombres ilustres de la historia de la humanidad han terminado por abandonar su rol de padres en ara de la complejidad y trascendencia de sus misiones -y sin que ello signifique algún tipo de cuestionamiento social-, las mujeres en las mismas condiciones laborales, difícilmente renuncian al ejercicio activo de la maternidad así esto implique dobles agotadoras jomadas de trabajo y el cúmulo de culpas cuando no logran ajustarse a los paradigmas culturales del ser madre. Esta realidad en parte explica el que las críticas a las mujeres en este ámbito suelen ser implacables...

La respuesta de la dictadura A partir de los acontecimientos descritos, las rutinas de Esmeralda y su familia se tornan difíciles. Agobiantes diríamos. Las represalias a su autonomía no se hicieron esperar. Se dedica de nuevo a su profesión y participa vigorosamente en las labores de su partido con las restricciones que imponía la dictadura: gran parte del trabajo reclamaba la clandestinidad. En este marco ella y su hijo son blanco de diversos atentados. En el antejardín de su residencia del barrio la Soledad, había un arbusto de plátano cuidado con esmero que una mañana aparece destruido a “machete limpio”; en las paredes de la fachada y en las puertas principal y del garaje de pronto se encuentran letreros pintados en rojo: “traidora”, “muere”, “nos vengaremos”... Sergio contaba con cinco años, dormía en una habitación del segundo piso cuya ventana daba a la calle y una noche, tras romper los cristales con estruendo, una piedra cayó junto a su cama. En noviembre de 1956, dos de sus hermanas retoman al país luego de varios años de permanencia en Europa: Soffy, graduada en música en Colombia, Estados Unidos y Francia y en Historia del Arte en este último país; Mireya, afamada pianista concertista, igualmente merecedora

de varios títulos en Estados Unidos y Francia. El día de su llegada al aeropuerto, sus otras hermanas debieron literalmente, montar guardia en tomo a sus equipajes: las esculcaron con sevicia y el propósito , según se informaron, era introducirles armas y otros materiales para declararlas aliadas de la subversión. La angustia de Esmeralda crecía, fundamentamente pensando en la seguridad de su pequeño. En diciembre de ese año se marchan los dos hacia Cali, ciudad donde residía su madre, doña Rosita Cadavid de Arboleda y las dos hermanas recién llegadas Violeta, destacada ortodoncista vive hace muchos años en Estados Unidos, país en el cual estudió y contrajo matrimonio. Quería descansar de tanta presión y, como de costumbre, compartir con la familia las celebraciones del fin de año. Doña Rosita, personaje maravilloso, era dueña entonces de la floristería más importante de la ciudad “Con flores educó a sus hijas”, según lo señalara algún cronista. Una educación que, a juicio de muchos, encierra invaluables lecciones no sólo sobre el lugar de la familia en la formación de los hijos, sino sobre cómo una concepción diferente del ser niña puede conducir a la presencia de mujeres adultas tan notables, autónomas y felices como seis hijas. Propició en ellas lo explica Soffy29 el desarrollo de la inteligencia: para doña Rosita el estudio era lo más importante de cuanto podía darles; incluso, se ganó el aviso de excomunión de un sacerdote por obligar al rector del colegio de varones de Palmira a recibir en él a Pubenza, ante la ausencia de colegios de secundaria femeninos. Aquí también la presencia del padre, don Femando Arboleda López, jugó papel fundamental: un gran pedagogo que leía cuentos a sus hijas desde muy pequeñas; les explicaba las lecciones del colegio y con ejemplos prácticos les enseñaba matemáticas; con rigor pero con dulzura, les exigía análisis y reflexión de cuanto aprendían; además, como típico payanés, imponía las “buenas maneras” en la mesa. Doña Rosita, despertó en las niñas una infinita sensibilidad: todas aprendieron música y,cuando menos el manejo de dos instrumentos; siendo muy pequeñas, al concluir la jomada escolar en Palmira, solas tomaban el tren hacia Cali, dos veces por semana, para asistir al conservatorio; dormían en la casa de la tía Sofía y, de madrugada, regresaban a su ciudad llegando directamente al colegio. Les enseñó, en la misma forma, el amor al 29Cfr. Laverde, María Cristina. Op. Cit. Cuaderno No. 10 Entrevista con Soffy Arboleda. Pp 97 a 106.

trabajo: difícilmente les permitía descansar y debían aprender desde los oficios de la casa hasta diversas labores m anuales. Su meta estaba lejos de imaginarlas como amas de casa pero, insistía, “para mandar hay que saber”. Jamás las educó para el matrimonio ni para que “otro las fuese a mantener”. La autonomía de cada una era el objetivo. El casamiento vendría por añadidura.Por esto, sólo podían tener novio cuando le presentaran el cartón de bachiller; más adelante intentó el chantaje hasta cuando exhibieran el diploma profesional. Claro que no logró tanto pues las seis fueron de muchos novios y rumberas. Por último, inculcó en las hijas un hondo espíritu solidario. Es la razón de que las Arboleda sean un clan absolutamente férreo. Desde cuando vivieron en Palmira, doña Rosita fundó la floristería que al trasladarse a Cali se convirtió en el medio de subsistencia familiar. Siempre habitaron en amplias casas de dos pisos, dueñas de patios y corredores: el primer nivel acogía el lugar donde arreglaban las flores y, el segundo, el sitio de la vivienda. Como se señaló, todas han sido trabajadoras infatigables que, sin importar la posición o el cargo ocupado, asumen cualquier labor; por ello en tanto se reunían en la casa materna, invariablemente le colaboraban en los arreglos florales. Cuando había un muerto ilustre en Cali, un comentario hacían los amigos y conocidos de la familia: “allá estarán las Arboleda haciendo ramos y coronas”. Y así sucedió el 4 de enero de 1957. Al final de la tarde recibieron una llamada: una voz masculina encargó una corona que, según advirtió, sólo podría recoger bien entrada la noche. Hacia las diez llegaron tres hombres en un jeep sin placas a reclamarla. Mireya y Esmeralda a quien tenían identificada la entregaban cuando intentaron secuestrar a esta última, golpeándola con fuerza; no lo lograron: "Es la primera y única vez en mi vida, nos explica, que me alegré de ser robusta y pesada". Su madre y sus hermanas acudieron en su ayuda impidiendo que le dispararan. Al escuchar el alboroto, la gente del vecindario em pezó a salir y los agresores desconcertados no tuvieron más alternativa que imprender la huida. Curiosamente, ningún carro pasó durante el episodio: Luego se enteraron que en las esquinas aledañas a la casa, otros se encargaban Je desviar el tráfico. Una experiencia terriblemente dolorosa y traumática para Esmeralda y su familia...

Años más tarde, cuando se desempeñara como senadora de la República 1958-1962, el senador conservador Castillo Isaza, en presencia del también congresista Hernán Salamanca, le contó el objetivo de la dictadura con este atentado: mostrarle al país que ella no era tan digna, pulcra y honesta como la sociedad la conocía. Pensaban organizar una bacanal, doparla o embriagarla y tomarle no se sabe qué tipo de fotografías que luego enviarían a la prensa. Después sí la pondrían a flotar en el río Cauca, como a diario sucedía con tantos por aquellos años en el país...Ante el fracaso del hecho se prohibió a la prensa informar sobre él y del expediente de la respectiva denuncia formulada ante la autoridad competente, desaparecieron apartes así como las certificaciones médicas de las lesiones personales sufridas por Esmeralda.30 El partido liberal se movilizó y su Director, doctor Alberto Lleras Camargo, en circular del día siguiente condenó enérgicamente el atentado. Lo propio hicieron los directorios del Valle del Cauca y otros departamentos. Igualmente, se produjeron cientos de pronunciamientos y comunicaciones dirigidos a la víctima y a la prensa nacional. La vida de Esmeralda Arboleda y la de su hijo estaban en serio peligro. El doctor Lleras entró en contacto con ella, afirmándole que el partido y el país la necesitaban viva. En consecuencia cuanto antes debía salir de Colombia. Personalmente la acompañó a la embajada de Estados Unidos en las gestiones de las visas. Así, a fines de enero de 1957, partió Esmeralda con su pequeño hacia Boston, ciudad donde vivía Violeta; salió en medio de estrictas medidas de seguridad otorgadas por amigos y familiares. En esta ciudad vivió hasta octubre del mismo año. A pesar de que la dictadura cayó en el'mes de mayo, no pudo regresar antes pues se había comprometido con el doctor Lleras en un importante trabajo: entrar en contacto y estudiar la experiencia de la Liga de Mujeres Votantes de Estados Unidos. Una labor que, por el rigor en el cual fue desarrollada, significó enormes aportes a la organización de las mujeres 30 Cfr. Laverde, María Cristina. Op. Cit. Cuaderno No. 5. Entrevista con Esmeralda Arboleda. Pp 184 SS; Cuaderno 8 Entrevista con Soffy Arboleda pp 72ss. Recortes de prensa 7 de enero y SS.

colombianas desde el plebiscito de diciembre de 1957... Además en su estadía en ese país, realizó importantes conversaciones con el doctor Mariano Ospina Pérez y su señora, doña Bertha Hernández de Ospina quienes visitaban a uno de sus hijos estudiante en esa ciudad en torno a la propuesta que sobre el Frente Nacional se gestaba. A su retorno al país, "...ese animal político que es mi hermana", en palabras de Soffy, se dedicaba de lleno a la campaña por el plebiscito y al partido liberal, llegando en reiteradas oportunidades a hacer parte de su dirección. En 1958, será elegida como la primera senadora de la historia colombiana; allí, luego de un riguroso estudio de dos años, presenta una de las más importantes propuestas legislativas en favor de las mujeres: el Proyecto de Ley sobre capacidad civil de la mujer el cual, tras intensos debates, es aprobado por unanimidad y con moción de aplauso en el Senado de la R epública. Infortunadam ente, m urió en la Cám ara de Representantes ante las presiones de la iglesia y sus altos jerarcas. Más adelante y durante la

administración de Lleras Camargo será nombrada Ministra de Comunicaciones, convirtiéndose en la segunda mujer en ocupar un ministerio. Son muchos los aspectos fundamentales de la vida de Esmeralda ausentes de este escrito. Por las limitaciones de espacio sólo abordamos menos de una década de su prolífica existencia. Compartir con las nuevas generaciones las honduras de la vida y de la obra de este gran personaje, es el mejor reconocimiento,el mayor homenaje que podemos brindarle a quien sin duda es, en el mundo de la política, la mujer más importante de la historia de Colombia en el siglo XX. Ella también nos allanó el camino, nos permitió recuperar la esperanza y comprender que con el aporte de nosotras las mujeres podremos construir, junto a los hombre nuevos, un mundo que ame y respete la diferencia, que luche por la equidad en sus distintas expresiones y que convierta a la felicidad en la m eta de los distintos géneros conformadores todos de la humanidad.

M a t il d e G o n z á l e z María Teresa Arizabaleta n esta reunión que fue quizás la más interesante, E la más prolongada y la más intensa por ser la última, hubo concenso en varias cosas. Matilde era

una mujer sabia, amorosa, pero fuerte. Además esta fortaleza la hacía distante, por lo menos eso sentimos nosotras sus alumnas, pero ante todo era una M UJER POLÍTICA, eminentemente política. En todo momento su trabajo en el colegio se dirigía a hacer de nosotras líderes juveniles, quería que todas pensáramos en el trabajo político como meta, insistía en que la mujer es la única que puede llevar al campo político sus necesidades, intereses y sus problemas, nos decía que los hombres solamente, como es lógico, solucionarían sus necesidades y sus problemas y por esto era importante crear esa TERCERA FU E R Z A , hablaba del interés de estadistas y filósofos, como Maritain que insiste en que esta tercera fuerza (pero que ella la conforma solo con mujeres), podría subsanar los problemas que se presentan en el momento y evitar que estos se agraven con el tiempo (como ha sucedido) insistía en la necesidad de transformar esta cultura, que había que buscar nuevas normas, valores, insistía dentro de una nueva moral quizás donde no hubiera prejuicios sociales, ni de superioridad, ni de igualdad, ni prejuicios ideológicos, ni religiosos ni raciales. Una TERCERA FUERZA que obligue al gobierno i escuchar al pueblo para que pueda atender sus necesidades, decía, donde se respete al ciudadano y no se le considere como un rebaño o una masa o

carne de cañón para echarlo a la violencia y a la guerra. Insiste Matilde en que esta TERCERA FUERZA, y en eso se diferencia de los filósofos y estadistas, debe estar conform ada por m ujeres con una plataforma ideológica hecha por mujeres y para mujeres, que luchen por la defensa de la persona humana, pero su lucha tiene que comenzar por las mujeres, (predice aquí lo que hemos llamado hoy las acciones positivas en beneficio de la mujer).

DERECHOS HUMANOS Era una defensora de los derechos humanos pero quizás el haber estudiado a estas feministas de la revolución francesa como Olimpia de Geus, la hacía referirse a los derechos humanos de la mujer, cosa que no aparece muy explícita en sus escritos pero que se ve cuando propone la formación de la TERCERA FUERZA. Recordamos la reunión con Alberto Lleras Camargo cuando ella propone la creación de una tercera fuerza para salvar a Colombia, siguiendo los consejos de Maritain en Francia. Pero sostiene que esta tercera fuerza debe ser organizada por las mujeres. Lleras Camargo delante de nosotras le habla de la tercera fuerza pero como un frente nacional, conformado por los partidos tradicionales. Matilde le dice que no cree en esta posibilidad pues ella piensa que no sería la

tercera fuerza sino la fuerza unida del partido liberal y el partido conservador. Para ella la tercera fuerza deben conformarla las mujeres, porque nosotras estamos llamadas a trabajar por el bienestar social, porque nosotras las mujeres luchamos por los grupos menos favorecidos y además porque hace mucho tiempo las mujeres estamos defendiendo los derechos de la persona humana. La recordamos con mucha energía defendiendo esta tercera fuerza, decía que no nos importara que nos creyeran cándidas, ingenuas, que lo importante era comenzar. El Estado consideraba al estado como una concepción eminentemente machista. Porque las funciones de él, administrar y gobernar, tienen el sello, los intereses y las emociones de lo masculino. Son los intereses, las necesidades de los hombres los que buscan solucionar, dentro del Estado. Solo les preocupa la mujer como madre o esposa, y las otras mujeres ¿dónde están? (“¡no están! ese no es el problema del Estado Colombiano, por esto hay que trabajar para hacemos visibles”). Por esto el estado tiene que cambiar ¡porque ni las mujeres, ni los niños, ni los que tienen poderes estarán representados, y estos pocos hombres (decimos que hoy no pasan del 10%) detentarán todo el poder del Estado y no solucionarán el alto porcentaje de necesidades del país! Y como el poder corrompe y el poder total corrompe totalmente “la sociedad contemporánea (decía en 1950) tiene ausencia de escrúpulos y de ética en lo político, en lo económico y en lo social”.

madres no se habían dado cuenta de la situación, nosotras sí conocíamos la de ellas y no deseábamos repetirla). Nos contaba cómo había sido la lucha para que la mujer pudiera manejar sus bienes: soltera los manejaba el padre y casada el esposo. La lucha para trabajar, la lucha para estudiar y ahora la lucha para ser ciudadana, y por esto todas nos metimos en la lucha por el voto.

EL VOTO Nos tocó toda esta lucha pues fue en esta época de colegio en que se estaban debatiendo los temas de la violencia política (“los pájaros” eran el tema del miedo), la prensa era tan sensacionalista que en el colegio nos recomiendan no leerla en el gobierno de Laureano Gómez. La situación para los liberales se había tomado muy difícil, nos contaba Esmeralda Arboleda, que ya no podían ni litigar. Por esto ven con buenos ojos la llegada del General Rojas. Matilde se llena de esperanza para lograr el voto, pues conoce al General y dice que “seguro con él será más fácil pues los liberales y los conservadores ya han demostrado hasta la saciedad que no tienen el menor interés en que la mujer vote”. Los liberales pensaban que los curas en el confesionario convencerían a las mujeres para que votaran ‘por el partido conservador’. A su vez los conservadores les preocupaban, las mayorías liberales que se pudieran aumentar.

LA MUJER ES LA REINA DEL HOGAR

Apoya y alienta Matilde desde Cali, la idea de dos mujeres en la Asamblea Nacional Constituyente, una liberal y otra conservadora (porque fueran dos m ujeres), pero m anda escritos a la prensa alimentando la idea de los dos partidos; esta misma táctica la utilizan otras mujeres, para tener el apoyo de sus partidos y el logro, fueron nombradas las dos.

Reina en la familia patriarcal, para obedecer (decía, ¿reina de qué? se preguntaba), y estas preguntas nos las hacía a nosotras, que éramos unas niñas pero que nos hacía pensar y volver a pensar en nuestras madres (nosotras teníamos muy claro que nuestros hogares no debían ser de ese modelo, si nuestras

MATILDE VIAJA A BOGOTA no quiere perderse ni un minuto de este hecho que ella considera de especial trascendencia. Participa desde las barras, está en todos los debates y luego viene y nos cuenta “con pelos y señales” cómo fue todo, hasta cómo estaba vestida Esmeralda, cómo hablaba, pausada­

NO TENIA LA MENOR DUDA de culpar a la cultura patriarcal de todos estos problemas.

mente y cómo se aceleraba en los momentos álgidos, cómo los enemigos del voto para la mujer no resistieron los embates de esta mujer y se retiraron en medio de su intervención, sólo se quedaron los que iban a votar favorablemente, pero fue mucho el susto de sólo pensar que se iba a desbaratar el quorum. Al regresar al colegio estaba radiante. Todas la recordábamos, pensábamos mil cosas. Matilde era otra. Había logrado el voto para la mujer, su sueño y el de miles de colombianas. De nosotras no estábamos tan seguras, pero otras dicen que doña Carola de Rojas Pinilla estuvo en el Colegio, que ésto fue después de lograr el voto de la mujer, y dicen que fue fiesta porque hubo té y muchas señoras (mis compañeras dicen que seguro estaba suspendida por el “juicio”, pues ésto no lo recuerdo). En lo que sí estamos todas de acuerdo es en los continuos viajes de la directora del Gimnasio Femenino del Valle a Bogotá (esta noticia nos ponía felices, pues la campana de control no se

escucharía ese día, y nosotras estaríamos más libres para hacer pilatunas). Sus viajes eran para lograr cosas para el colegio, nos decía, pero hoy pensamos que fue por esa época de la lucha por el voto que sus ausencias fueron frecuentes. Casi todos los sábados después del viaje a Bogotá u otra ciudad, pues se movía por todo el país, venía más feminista que de costumbre y nos traía historias fantásticas de su lucha, que a nosotras nos fascinaban, y salíamos a repetir como lo mejor, pues el voto de la mujer era casi un hecho, por ésto para todas las gimnasianas la consecución del voto para la mujer fue algo muy trascendente, pues todas lo estábamos esperando y nos aterrábamos, cuando nuestras amigas o amigos de otros colegios en el vecindario no tenían ni idea del porqué de nuestra dicha por la consecución del voto para la mujer. Matilde era muy amiga de Josefina Canal de Reyes, pues la nombraba mucho y le publicaba sus escritos en la revista “Mireya” que Josefina dirigió por mucho tiempo. Por ella los nombres de Ofelia Uribe de Acosta, Lucila Rubio de Laverde, María y muchos otros nos eran familiares.

EL ESPECTADOR .

E

la Sociedad de Prensa

dición

de

T

la

Distribución aérea en todo el país por Avianca

arde

efer en cia s en

UBLICACIONES

semana d e lis Ae. ¿W o d* í954

semana

PERIÓDICAS Sobre e l V oto de la en

A

REVISTA

DE

H E C HO S

Y

GENTES

DE

COLOMBIA

Y

DEL

MUNDO

M u jer

C o lo m bia

vestigación documental realizada por Alberto Aguilera Ardila

EL LIBERAL Director: ALBERTO GALINDO Gerente: CESAR GARCIA SAMPER Jefe de Redacción: FLAVIO DE CASTRO

AÑO X - Bogotá, martes 6 de enero de 1948 - NUMERO 3.418

Vfl 211?

‘ «•frlld

8

DICIEMBRE 2 A DE 1957 B O G O T A , D . E . C O LO M B IA

$

1

1945



1965

EL TIEMPO

M ovim ientos I nternacionales y la M ujer «En forma orgullosa y afectiva he sido abanderada del feminismo»

El Liberal, Bogotá Año 10, No. 4, No. 3603 (3 abr., 1948); p. 9, c. 1-2

Muña Lee, poetisa de E. U., en la delegación a la Conferencia BOGOTA, Abril (USIS). Un desta­ Sim ultáneam ente, M uña Lee Puerto Rico. En uso de licencia dejó cadísimo miembro de la delegación contribuía con sus producciones la Universidad y fue a Washington por enviada por los Estados Unidos a la originales para las publicaciones primera vez para encargarse de la Novena Conferencia Inter-nacional poéticas norteamericanas y por ese dirección del Partido Fem inista Americana es la poetisa Muña Lee. Es tiempo apareció un pequeño volumen Nacional de los Estados Unidos. ella ampliamente conocida en todas de versos suyos con el título de «Sea las Américas por sus producciones Change» (Variación del Mar). Esta Al estallar la segunda guerra mundial, literarias y también por el generoso obra de Muña Lee fue acompañada Muña Lee, en el deseo de trabajar en empleo que ha hecho de su talento en por una copiosa producción de forma más directa en favor de su país, dar a conocer en América del Norte a traducciones del español, de ingresó al Departamento de Estado los poetas hispanoamericanos. Así por colaboraciones en revistas, de donde en la actualidad preside una ejemplo, su versión al inglés del libro conferencias dictadas de un extremo oficina que se especializa en las «País Secreto» del poeta ecuatoriano al otro de los Estados Unidos en relaciones culturales hispano­ Jorge Carrera Andrade, fue aclamada relación con la literatura española, americanas. a ambos lados del Río Grande como particularmente con la poesía. Muña Es amena oradora. Durante una sesión una realización extraordinaria por Lee, por su consagración a las plenaria de la Sexta Conferencia poseer la traducción inglesa tan disciplinas poéticas, es una repre­ Internacional Americana, reunida en La excelente calidad poética como el sentante de la cultura de su país y de Habana en 1928, Muña Lee pronunció mismo original español (lo cual es la tendencia que en él se ha ido un memorable discurso sobre los decir bastante si se toma en cuenta el fortaleciendo más y más por derechos de la mujer y fue esta la valor de la obra de Carrera Andrade). desarrollar y fortalecer la mutua primera vez en que se invitó a las El acontecimiento de esta publicación comprensión entre las Américas en el mujeres a participar en una reunión fue celebrado con admiración por campo intelectual. internacional. Es presidenta de la parte del mismo autor y de la prensa. Además, Muña Lee representa a la Sociedad Femenina de Geografía, mujer norteam ericana y trae su miembro del Comité Ibero-Americano Años antes, la poetisa había traducido mensaje especial a las mujeres de la del Pen Club y miembro permanente del español al inglés las principales América Hispana, pues ella, en forma del Consejo de la Sociedad Poética de obras de dieciocho poetas latinoa­ orgullosa y efectiva, ha sido durante los Estados Unidos. mericanos, de los cuales se hizo una años abanderada del feminismo. No La poesía continúa siendo el principal edición especial en la revista en forma agresiva, es sin embargo, interés en la vida de Muña Lee después «Poetry». Tomadas de esa publicación inflexible en su demanda de igualdad de la devoción a su patria y al ideal del las versiones de la poetisa fueron de derechos para las mujeres que entendimiento de la América Hispana. incluidas en numerosas antologías de hayan obtenido igual preparación a los Cuando al terminar la Novena poetas hispano-americanos publicadas hom bres o que hayan logrado Conferencia Interamericana salga de regreso hacia el norte, Muña Lee en los Estados Unidos y en otras realizaciones como las de aquellos. recorrerá los países de la América naciones de habla inglesa, y de esta manera, las producciones del genio Nacida en un estado del sur de la Central en desarrollo de una gira de poético latinoamericano llegaron a Unión en M ississippi, Muña Lee conferencias sobre poesía. Al hacerlo, conocimiento de millares de lectores estudió en la Universidad de su estado. seguirá demostrando cómo el mutuo de esos países en adm irables Durante un considerable período fue entendimiento en el campo de la cultura traducciones que recibieron el aplauso Directora de la oficina de Relaciones contribuye en forma principalísima a de los propios autores. Internacionales de la Universidad de la solidaridad panamericana.

El Liberal, Bogotá. Año 10, No. 3603 (3, abr., 1948); p. 8, c. 1

«Los pueblos quieren salir del subconsumo y escasez actual» No hay progreso internacional sin justicia social, dice la Delegada plenipotenciaria del Uruguay, doctora Blanca Mieres de Botto

A

yer tuvimos oportunidad de apartarse jamás, de la libertad y el entrevistar a la doctora derecho». Blanca Mieres de Botto, delegada plenipotenciaria del Uruguay, en «En el orden jurídico, hemos de la novena conferencia paname­ crear estatutos que signifiquen el ricana que tiene su sede en esta más pleno reconocimiento de los capital. La gentil representante de derechos elem entales del la república am iga del Plata, individuo. Pero no sólo recono­ accedió gustosamente a nuestra cimiento teórico, sino también solicitud, form ulándonos las posibilidades para que se hagan declaraciones que dam os en practicables esos atributos del seguida: hombre». Luego agregó la doctora Botto: -«Para responder a esa «Le asigno, por supuesto, gran pregunta le diré que he de actuar importancia a esta asamblea de preferentemente en la V Comisión naciones americanas, porque la de la Conferencia, la cual tratará . voluntad de los estados deberá entre otros temas, la Carta de las m anifestarse sobre temas que Garantías Sociales y el Estatuto adquieren una poderosa gravita­ orgánico de la Comisión Intera­ ción en el campo económico, m ericana de M ujeres. Este jurídico, social y militar. Los instituto ha desarrollado en 20 pueblos quieren salir del sub­ años de trabajo, una acción consumo y la escasez, porque tesonera y fecunda en favor de la conciben una econom ía de mujer americana, por cuyo motivo abundancia, de consecuencias más el Uruguay propiciará las fórmulas ju stas y más dignas para su que fortalezcan y consoliden ese convivencia. A m érica tiene organismo». riquezas potenciales para redimir de la miseria a las multitudes del «Mí país ha presentado también a continente. Esperemos, por eso, consideración de esta conferencia, que el trabajo elevado a la un proyecto de convención sobre categoría de institución social, y otorgamiento de derechos civiles la técnica moderna aplicada a la y políticos a la mujer. Esperamos labor productiva, puedan crear otra que todos los estados incorporen concepción económica que eleve a los textos legales las fórmulas sensiblemente el estándar de vida reparadoras que seguram ente de los grupos hum anos, sin aprobará la presente conferencia.

La democracia requiere bases de justicia y de equidad, sin las cuales es efímero el progreso interna­ cional». «No deje de señalar, periodista amiga los motivos de admiración que tengo de su patria, a la cual estoy queriendo más que antes todavía». Tales fueron los concep­ tos que recibimos de la distinguida representante plenipo-tenciaria del Uruguay. Luz Solano Borrero

El Liberal, Bogotá. Año 10, No. 3604 (a abr., 1948); p. 9, c. 3-5 ANTE LA IX CO NFERENCIA

La mujer colombiana debe tener su representación L

a Liga de A cción Fem inista Colombiana, cuyas actividades han alcanzado notable desarrollo en últimos años y cuyas campañas han tenido indudable resonancia en pro de la emancipación política, económica y social de la mujer colombiana, ha aprobado una importante resolución por medio de la cual le solicita a la delegación colombiana el apoyo al proyecto de convención interamericana sobre los derechos civiles y políticos de la mujer, y pide además que se incluya a la delegada de Colombia en la Comisión Interamericana de Mujeres. El texto de dicha R esolución es el siguiente: La mujer colom biana teniendo en cuenta que actualm ente se encuentra reunida en Bogotá la IX Conferencia Panamericana cuya trascendencia ha sido reconocida mundialmente por tratarse de un hecho histórico de singular importancia :jue abarca innumerables problemas para ;1 hemisferio, y considerando: Prim ero: Que la situación de inferioridad en que los gobiernos de su país la han colocado en relación con la mayoría de los demás países, al negarle sistem ática y repetidam ente el reconocimiento de sus derechos civiles y políticos, no tiene justificación; Segundo: Que el adelanto moral, económico y social de Colombia no podrá ser un hecho tangible m ientras sus legisladores no apliquen espíritu de justicia y equidad para la totalidad del pueblo colombiano; Tercero: Que dentro de una

Importante resolución los de la acción feminista dem ocracia no puede ser tolerable la negación de tales derechos, consagrados y aceptados en el mundo como principio básico del pensamiento democrático; Cuarto: Que la mujer colombiana viene preparándose desde hace más de quince años en colegios y universidades en forma tesonera y constante para el ejercicio de sus derechos; Quinto: Que en la sexta conferencia de La Habana que tuvo lugar en 1928, C olom bia aprobó la creación del Organismo Interamericano que tiene por finalidad primordial establecer la igualdad de los derechos de ambos sexos; y Sexto: Que los gobiernos de Colombia contrajeron intemacionalmente un compromiso moral al firmar el Acta de Chapultepec y luego al suscribir en San Francisco la Carta de las Naciones Unidas, que consagra la igualdad de derechos sin distinción de raza, sexo religión e idioma.

RESUELVE:

Invitar de m anera cordial a los delegados colombianos a meditar en la responsabilidad histórica de este hecho trascendente, a reflexionar en que la mujer colombiana se encuentra en esta posición de inferioridad mientras que en los Estados Unidos, Ecuador, Uruguay, Brasil, Cuba, R epública D om inicana, El Salvador, Guatemala, Panamá y la Argentina las

m ujeres son consideradas por sus gobiernos com o seres pensantes y conscientes de su responsabilidad, capaces de aportar las luces de su inteligencia al estudio de problemas vitales, capaces de compartir la tarea distributiva de trabajo que a todos compete. A considerar que si los regímenes to talitario s han dado garantías y distribuido liberalm ente puestos jerárquicos entre las mujeres competentes, no se explica que la dem ocracia colom biana rehuya esta actitud responsable y quiera imperativam ente establecer y conso lidar situaciones arbitrarias al verdadero pensam iento democrático que debe unificar la paz. S o licitar ahincadam ente a la delegación colom biana en la IX Conferencia Panamericana el apoyo y aprobación unánimes del proyecto de C onvención Interam ericana de los derechos políticos y civiles de la mujer, presentado por la delegación del Uruguay, basado en los m ás altos ideales panamericanos y en el espíritu de justicia que debe regir las democracias del mundo, como cristalización de sana libertad. Pedir, igualmente, la inclusión de la Delegada de Colombia, señora M aría Currea de Aya, a la Comisión Interame­ ricana de Mujeres a la Conferencia de Bogotá, ya que allí se van a tratar asuntos de im portancia relacionados con el funcionamiento de este organismo. Bogotá, abril de 1948

M ujeres. Yol. 4, No. 88 (26, junio 1948); p. 30 Entre los hom bres

La hazaña de Gabriela Peláez consistió en haber logrado vencer las resistencias de parientes y amigos que se oponían tenaz y cordialmente a su propósito de entrar a la universidad, en una época y en un momento (1937) en que la presencia de la mujer en semejantes sitios resultaba poco

menos que escandalosa y desafiadora de los hábitos y prejuicios tradicionales. Cuando llegó a la Facultad de Derecho, estaba sola, rodeada de hombres por todas partes. Más tarde la acompañó en su empeño Gloria Espinosa, quien años más tarde fue reina de los estudiantes en Bogotá. De su experiencia en el

«país de los hombres», como diría Jean Giradoux, conserva un recuerdo amable y no pocas ideas que contrarían las tesis más difundidas contra la co-educación. Por ejemplo, la cam aradería universitaria entre hombres y mujeres rompe el fenómeno de la malicia y crea un natural clima de mutuo respeto entre los sexos.

«fl

r

I

I

M arco H istó rico del V oto de la M ujer en C olom bia

El Tiempo, Bogotá, Año 44, No. 15233 (4 feb., 1954); p. 21, col. 1-2

El Voto Femenino Universal fue aprobado en la Subcomisión 4a.

Interesantes exposiciones hicieron ante ella doña Bertha Hernández de Ospina y otras damas integrantes de la comisión femenina. La Subcomisión 2a reinicia el estudio del título V. -Debates de ayer.

L

a subcomisión cuarta de la CEC se reunió ayer a las cuatro de la tarde con el objeto de recibir a una comisión de damas que, encabezadas colombiana, sino porque con ello se por doña Bertha Hernández de Ospina daría mayor entidad democrática a la Pérez, llegaron allí para pedir que en actual organización institucional del la reforma proyectada se dé a la mujer país. el derecho al voto sin limitaciones, en la misma forma que lo tienen hoy los También el comisionado, doctor Ortiz varones colombianos. Presidió la González se pronunció en defensa del sesión de la comisión, por ausencia proyecto y manifestó su voluntad de del doctor Hernando Navia Varón, el sostenerlo en las sesiones plenarias de com isionado doctor Félix Angel la CEC cuando llegara el momento de Vallejo, quien abrió la sesión y le dio la discusión, e hizo, de paso, un elogio la palabra a la doctora María Aurora de la mujer y de su presencia decisiva Escobar Reyes, quien a nombre de sus en todos los instantes de la historia compañeros, expuso las razones que colombiana. asisten en la actualidad a la mujer colom biana para solicitar de los Por último, el comisionado doctor constituyentes de 1954 la otorgación Jorge A. Chaparro, hizo también uso del voto a ellas com o principio de la palabra para declarar que la elemental de justicia y conveniencia mujer colombiana, en el transcurso de nacional. la historia de la república, ha sido También habló inm ediatam ente modelo de virtudes cívicas y morales, después la señora de Ospina Pérez, desde la em ancipación, con el quien brevemente expuso las razones sacrificio y el heroísm o, hasta por las cuales ella había adherido al nuestros días por su abnegación y movimiento femenino que solicita el acendrado amor a la patria. Agregó voto universal. que miraba en las damas allí presentes, a la auténtica mujer colombiana que El presidente de la subcomisión, pide un derecho y no una gracia y que doctor Angel Vallejo, quien a la vez, desea una posición digna en la vida es uno de los autores y sostenedores civil y política de la república. Agregó de la tesis del voto universal para la por último, que eminentes figuras de mujer, hizo inmediatamente después la intelectualidad ya han expuesto en uso de la palabra para manifestar la dicha comisión razones poderosas por complacencia con que veía la actitud las cuales se debe otorgar a la mujer de la mujer colombiana frente al el voto sin restricción alguna y que proyecto de reforma y anunciar, a la quería expresar que su voto, tanto en vez, que por su nobilísimo contenido, la subcomisión, como en la Asamblea la fórmula tendría que ser aceptada Constituyente sería afirmativo para por la CEC y acogida luego por la que se estableciera en la Carta asamblea constituyente, no sólo como fundam ental la plenitud de este un homenaje justísimo a la mujer derecho.

APROBADO EL PROYECTO DE REFORMA

Inm ediatam ente después el comisionado, doctor Chaparro, pidió al presidente que sometiera a votación la fórmula del voto universal para la mujer, el cual fue aprobado por los tres miembros presentes de la subco­ misión en medio del aplauso de las damas.

LA FÓRMULA

La fórmula aprobada ayer consiste en modificarlos artículos 15 y 171 de la Carta Vigente que establecen: el primero que la capacidad «para ser elegido popularmente se reserva a los varones» y el segundo, que «todos los ciudadanos varones eligen directa o indirectamente concejales, diputados a las asambleas departamentales, representantes, senadores y presidente de la república». La modificación consiste en suprimir del artículo 15 el inciso que trata de la capacidad para ser elegido, y del 171, la palabra «varones», En esta form a queda autom áticam ente facultada la mujer para elegir y ser elegida. Asistieron a la subcomisión, en el día de ayer, los doctores Félix Angel Vallejo, Jorge A. Chaparro, quien actúa allí como suplente del doctor Abelardo Forero Benavides, y Rafael Ortiz González, suplente del señor Luis Ignacio Andrade, todos los cuales votaron afirmativamente la fórmula. Dejó de concurrir a la sesión el doctor Hernando Navia Varón, quien se halla en la actualidad en Cali.

El Tiempo, Bogotá. Año 44, No. 15239 (10, feb., 1945); p. 1, c. 7-8; p. 23, c 6-8 EL VOTO FEMENINO

Las damas expusieron ante la CEC la validez de su demanda D

oña Bertha Hernández de Ospina, universal para la mujer- había dado orden doña María Aurora Escobar, doña de que sólo se permitiera la entrada a cinco Esmeralda de Uribe y doña Josefinade ellas y nada más. Ni una más. Lo demás Valencia, hablaron. Pequeño lío antes de sería algarabía, ruido, molestia para la la sesión. Lo que no rige después del 13 delicadeza mental y auditiva de los de junio, según la señora de Ospina. comisionados, a juicio del señor Presidente de la CEC. Pero de nada valieron sus propósitos. Las señoras, ya A las cuatro y media de la tarde de ayer, se sabe, salen adelante con sus ideas, de los pasillos del Capitolio se hallaban cualquier manera y fue así como el doctor atestados de señoras. Era difícil pasar de Bemal Jiménez no tuvo más remedio que una oficina a otra y un alegre ambiente se darles paso franco al salón donde se observaba en medio de aquella invasión discute en plenaria, cosa que ellas hicieron de pieles, de elegantes «sastres», de velos con gran presteza, tomando asiento y de simples y sencillos vestidos de calle. alrededor de la mesa de las discusiones. Los porteros del capitolio y los policías de vigilancia se hallaban alarmados. ¿Qué LA INTERVENCIÓN iban a hacer? ¿Las dejaban entrar al salón Pero no paraba aquí la cosa. Las señoras «Guillermo Valencia» o no? ¿Y cómo les no iban a ver simplemente a los decían o les insinuaban siquiera que no comisionados o a escucharlos, sino que podían pasar? querían - con sobrada razón - intervenir en el debate. Fue así como la señora Se trataba de los distintos comités de Hernández de Ospina Pérez pidió al señoras que han venido trabajando en Presidente Bemal Jiménez el derecho al favor del voto femenino y los cuales uso de la palabra, ¡y aquí fue Troya! pretendían entrar de todas maneras al • No se puede, dijo el doctor Bemal recinto de la CEC. Allí se iba a discutir Jiménez. Nosotros tendremos mucho nada menos que el porvenir político de la placer en escucharlas pero en sesión mujer colombiana, dándole o negándole informal. Después de que ustedes hablen, el derecho al voto femenino. Y ellas tendrán que retirarse para dar comienzo (encabezadas por doña Bertha Hernández formal a la sesión de la comisión. de Ospina Pérez) querían, como es lógico, • Queremos ser oídas en sesión presenciar la discusión, intervenir en ella, ordinaria de la CEC, pidieron a un tiempo exponer sus razones, fundamentar sus doña Bertha de Ospina y doña María pedimentos. ¿De manera que quién sería Aurora Escobar; la mujer tiene derecho a osado a negarles la entrada? ser escuchada. • Lamento mucho, señoras, respondió Pero querían negársela. Es la verdad. El el presidente, pero no es permitido a nadie, Presidente de la CEC, doctor Bernardo distinto a los comisionados, intervenir en Jiménez -enemigo número uno del voto la discusión....

• Pero sea o no permitido, debemos ser oídas en la sesión, insistieron las señoras, ya vigorizadas en el coro de voces. • Los reglamentos de la corporación lo impiden, contestó Bemal Jiménez. • Desde el 13 de junio aquí no rigen ni reglamentos ni leyes, arguyo la señora de Ospina Pérez, y agregó : • Las señoras deben ser escuchadas en sesión formal. El comisionado Esguerra propone que no solamente deben quedarse en la sala sino que deben ser escuchadas. El Presidente insiste en su decisión. El Comisionado Gaitán propone entonces que se las escuche. La comisión aprueba y las señoras toman asiento y se disponen a participar en la deliberación. Todas sacan apuntes, libros cuadernos. Unas se calan los anteojos, otras se levantan el velo suave y perfumado que cubre sus facciones; la de aquí se quita los guantes; aquella saca de la cartera el rouge y muy coquetamente se «maquilla» ante los ojos admirados del doctor Félix Angel Vallejo. Por último, recobrada ya la calma en la sesión, el presidente concede la palabra al relator de la comisión cuarta de la CEC quien da lectura a un extenso estudio en favor del voto universal para la mujer, estudio al cual corresponden los siguientes apartes: «En realidad basta cualquiera de estas razones, por sí sola, para otorgarle a la mujer el pleno ejercicio de sus derechos políticos: PRIMERA: La República de Colombia ha puesto su firma en una Convención Multilateral sobre igualdad de derechos políticos de hombres y mujeres. El

convenio fue celebrado en Bogotá en la IX Conferencia Internacional Americana. No se trata, como se ha dicho, de una simple declaración de derechos, tan sólo obligatoria moralmente, aunque éstas también deben ser acatadas por un país que estime el valor de su palabra, sino de un compromiso contractual. Existe, pues, un Tratado Público, un pacto, el cual sólo le falta la ratificación del Congreso para convertirse en Ley de la República. Como lo informó oportuna­ mente el doctor Daniel Henao Henao, Secretario General del Ministerio de Relaciones Exteriores, este documento fue presentado al Congreso en sus sesiones de 1949, con solicitud y recomendación expresa del gobierno de que fuera aprobado, y si no alcanzó a obtener la ratificación parlamentaria, fue por causa de la clausura que el mismo gobierno hizo de las Cámaras. Ha sido y es doctrina unánime en Colombia, de extraordinaria trascendencia práctica, por cierto, la de que los tratados públicos sean obligatorios aun por encima de lo dispuesto en nuestra ley fundamental. Así las cosas, bastará que el Congreso, cuando vuelva a reunirse, le dé su aprobación al Tratado pendiente para que, de aprobarse la fórmula restrictiva sobre la cual ahora debemos resolver, se produzca una contradicción, un antagonismo, entre la Constitución y el Tratado. Se verá así obligada la República a darle cumplimiento a un compromiso de carácter internacional, en detrimento de la Constitución, que tendrá que ser violada sin remedio, sin que en ello medien la culpa del gobierno ni del legislador” . Si aprobamos, en cambio la fórmula sustitutiva, se le dejarán al Gobierno y al Congreso expeditos los caminos para que cumplan, cada uno dentro de su órbita y sin conflictos constitucionales de ninguna

especie, el compromiso solemne que Colombia ya adquirió con las demás repúblicas americanas, que ha garantizado con una firma a la cual jamás ha dejado de hacerle honor en los ciento cuarenta y cuatro años que lleva de vida independiente. Segunda: Aunque en el curso de las deliberaciones se ha asegurado insistentemente que nadie duda de la capacidad de la mujer para el ejercicio de los derechos o los cargos públicos, la verdad es que se han aducido ejemplos y argumentos que tienden a negarla y que se ha dicho concretamente, que a partir del siglo XVII la actividad de la mujer en la política ha carecido casi de importancia. Convendría que observáramos algunas de las tareas políticas desempeñadas por mujeres en los días que corren. No es, claro está, que para ejercer el derecho de voto se necesiten cualidades excep­ cionales. Mayor habilidad se necesita para manejar los intereses patrimoniales y las mujeres han demostrado no sólo ser en ello tan capaces como el hombre, sino muchas veces superiores. Ni es, tampoco, que se pierda de vista la situación del promedio general de las mujeres, ya que en este caso la capacidad de las mujeres de la clase media o de la clase alta es, indiscutible­ mente, mayor que la de los campesinos colombianos, por ejemplo. Se trata de hacer ver cómo en los países en donde las mujeres pueden ejercer sus derechos políticos, le están prestando a la sociedad invaluables servicios, particular­ mente en el campo administrativo y político. A Dios gracias ya pasaron los tiempos en que las mujeres tenían que ser las esposas, las amantes o las amigas de los poderosos para influir en los destinos de su patria. No es que le hayan vuelto la espalda a la política para dedicarse exclusivamente a la investigación científica, al arte, a la

enseñanza, a las profesiones liberales. Es que ahora las mujeres intervienen prestando su concurso al Estado, en donde la Ley se lo permite, sea como funcionarios, ora ejerciendo su derecho a intervenir en las elecciones populares. En cuanto a Colombia, son ya numerosas las mujeres que figuran en distintos órdenes del servicio público: generalmente profesionales, las encontramos como jueces o en algunos cargos importantes de la Administración. No ha sido posible, hasta ahora, disponer de su concurso en cargos de representación popular debido no a su impreparación, sino a su falta de influencia en las elecciones. Solamente con el instrumento del voto, la mujer podrá, como lo ha hecho en otros países, derrotar los prejuicios que le impiden alcanzar altos cargos en la administración o posiciones colectivas populares. Además de negársele a la mujer un derecho, lo cual es manifiestamente injusto, con la no aceptación de la propuesta que formulo, se cometerá el error de privar al Estado Colombiano de un aporte que puede ser no sólo moderador sino valioso en cuanto a laboriosidad, moralidad, preparación e inteligencia, aunque la ignorancia que existe sobre muchos valores femeninos desconocidos, permita hacer afirmaciones diferentes. No he deseado referirme, deliberada­ mente, a la inmensa influencia, a los servicios de las mujeres colombianas en todas las zonas de la actividad comunal diferentes a las señaladas, porque ellos son innegables. Pero sí deseo rendirles expresamente un homenaje de admiración y simpatía por el valor, la constancia, el empeño y la buena voluntad con que están decididas a prestarle al país su concurso invaluable». * * *

El Tiempo, Bogotá Año 44, No. 15242 (11, feb., 1954); p. 1, c. 7-8; p. 21, c. 3-8

Que Rojas Pinilla es partidario del voto femenino integral

A sí lo declaró anoche en la CEC el doctor Daniel Henao Henao. Agitado debate hasta la media noche. Hermoso discur­ so de doña Josefina Valencia de Hubach.

A

l abrirse la sesión de ayer, de la Comisión de Estudios Consti­ tucionales, el doctor Francisco Paula Pérez inició la discusión en medio de la expectativa de más de setenta señoras asistentes a la sesión, en la cual se iba a decidir sobre la cu estió n fundam ental del voto femenino. El doctor Pérez al iniciar su discurso, dice que no tiene ambición ninguna de resonancia, pues eso lo deja para las generaciones jóvenes que pueden cobrar el triunfo del voto femenino. A grega que en la prensa se le ha colocado entre los indefinidos en la clasificació n hecha por algunos d iario s bogotanos pero que su posición es muy clara: El informe del comisionado Bemal Jiménez, sobre el voto fem enino es co m pleto, es lum inoso y de una h o nestid ad intelectual extraordinaria. Pero sin embargo, al elaborarlo olvida una cosa fundamental que es la obligación que ha contraído Colombia por intermedio de su parlam ento, al ratificar la declaración de los Derechos de la M ujer y que por tanto no cree que pu eda ser p o sib le que ni el C onstituyente ni el C ongreso se abstengan de cumplir el compromiso ya ad q u irid o y que co n siste simplemente en otorgar a la mujer las mismas prerrogativas que al hombre. N o es p o sib le d esco n o cer la obligación internacional del país

cuando hay tratados que llevan la fe pública empeñada y por lo tanto, si nos hemos obligado en esos tratados a conceder a la m ujer los mismos derechos que al hombre, no tenemos más rem edio sino otorgárselos sin limitación distinta a la que pueda tener el elemento masculino para ejercitarla. El doctor Pérez se extiende en una interesante disertación en la cual demuestra el legítimo derecho que detiene la m ujer a go zar de las prerrogativas ciudadanas y en su exposición es interrumpido en varias ocasiones por los aplausos de las damas asistentes a la sesión

JOSEFINA VALENCIA

En uso de la palabra, doña Josefina Valencia de Hubach se refiere a las exposiciones hechas anteriormente por los doctores Alzate Avendaño y O rtiz G onzález y refuta al doctor Albornoz por sus dudas acerca de la eficacia del su frag io fem enino. Agrega que no se puede desconocer la labor de ilu stres m ujeres colombianas entre las cuales brillan con luz propia doña M aría Michelsen de López, doña Lorenza de Santos, doña Bertha de Ospina, doña Carola de Rojas Pinilla y muchas otras que con el apoyo del Estado han realizado tan extraordinaria obra de labor social. Habla de las mujeres que luchan y trabajan en beneficio de la patria desde la humilde cam pesina hasta la alta dama y se refiere al derecho de la mujer para ocupar puestos públicos, cosas que es lo que menos interesa. Si se las llama a ellos es porque son capaces. Pero eso no resuelve el problema de la mujer colombiana que anhela intervenir en la organización del Estado. Hace una exposición sobre el fragor de nuestras luchas políticas y dice que ello es fenómeno de la

época. Agrega que en Colombia son escasos los que creen en los demás. A prendió de su padre a querer a Colom bia, porque Valencia siguió creyendo en su pueblo a pesar de sus dos derrotas. El aporte femenino ha sido valioso para la patria en todos los campos. Doña Josefina se extiende en una serie de co n sid eracio n es históricas en las cuales resalta la labor de la m ujer y dice que ésta está capacitada hoy más que nunca para ejercitar sus derechos igual que el hombre. El doctor Albornoz deja constancia en el acta de que no ha dicho que Colombia deba violar sus pactos sino que los citados no obligan al país. Tampoco ha afirmado nada contra la mujer colombiana y no se le pueden carg ar argum entos que no ha esgrimido.

FORERO BENAVIDES

El doctor Forero Benavides, en uso de la palabra, dice que está en favor del voto femenino, pero expone sus dudas acerca de la capacidad de los partidos para la paz electoral. Muchas veces se han buscado fórmulas de conciliación, pero eso no dura, porque el criterio de partido se impone. El Estado interviene en todo lo oficial y lo p rivado , y eso conduce al totalitarism o. Y sólo la norm a e im p arcialid ad de los trib u n ales defiende al individuo. Hace el análisis del cambio pacífico del mando y de su operancia, y habla de los vicios de nuestra civilización política que dan motivo permanente para atropellos, sobre todo en la cuestión electoral. La fe en el sufragio se ha debilitado. Para que vuelva a haber elecciones se requieren m uchas condiciones de civilización, a fin de que no sigamos

en esta orgía de sangre y delito. Se refiere a las elecciones en las aldeas, y habla del botín del presupuesto, que es hoy un grande estímulo de la lucha. La democracia debe ser un fin y no un medio. Hay que darle al pueblo una educación en el interregno de la lucha. El país anhela no células electorales sino ed u cación cívica. El voto femenino como el masculino tiene que ser rodeado de garantías. La mujer introducirá normas de conciliación; la persecución se desataría contra ella y hay que emprender una cruzada de civilización del pueblo colombiano. El d o cto r F orero B enavides se extiende en un análisis de las actuales condiciones del país, dentro del cual pinta un panorama de sombras debido a los odios políticos y a los vicios electorales. El doctor Copete Lizarralde se refiere, inm ediatamente después de Forero Benavides, a los discursos pronun­ ciados en tomo al debate y argumenta contra las tesis del doctor Pérez y deofia Josefina Valencia de Hubach. Dice que las mujeres de la ciudad no tendrán dificultad para votar, pero las de los cam pos sí la tendrán, por nuestro medio político y bárbaro. Agrega que la ley 22 de 1932 es para las que tienen plata. Y dice que la Universidad sólo se ha abierto a la élite. Se refiere a las tesis de Alzate sobre el sufragio orgánico y dice que no es partidario de ello. Analiza y defiende la fórm ula de Holguín, y critica a Ortiz González sobre la tesis de que la ley crea situaciones sociales. Los derechos vienen de Dios, pero el bien com ún exige a veces que se limiten. Deja constancia de su voto negativ o al sufragio fem enino universal, porque no cree que el país esté preparado para ello.

expone razones de peso para demostrar que no es conveniente la fórm ula que se está discutiendo. A spira a una solución justa, que sintetice los anhelos de la m ujer y salvaguarde las dudas de los hombres, y su discurso se extiende por espacio de más de una hora, durante la cual formula argumentos de fondo contra las tesis expuestas en favor del voto femenino.

HENAO HENAO

El doctor Henao Henao dice que se encargará el lunes del ministerio de Educación, y que por eso quiere adelantarse a expresar su concepto. D eclara que el P residente R ojas Pinilla es partidario del voto integral para la m ujer por razones sociológicas, porque los ciudadanos deben disfrutar de los atributos de la soberanía nacional. No hay razón ninguna para que no lo posea la mujer. El hogar no sólo se defiende dentro de sus muros, sino que la lucha está afuera también. Después de la guerra mundial la mujer conquistó el derecho

al voto, y ocupó en el mundo el puesto que le corresponde.

UNA FÓRMULA TRANSACCIONAL

Interrum piendo al doctor H enao Henao, los comisionados Francisco de Paula Pérez, Hernando Navia Varón y Jesús Estrada Monsalve presentan la siguiente fórmula sustitutiva: «La calidad de ciudadano en ejercicio es condición previa indispensable para elegir y ser elegido, para desempeñar empleos públicos que lleven anexa autoridad o jurisdicción. «Corresponde a la ley reglamentar lo relativo al ejercicio del sufragio». A la hora de escribir esta relación, once de la noche, continuaba aún en el CEC el deb ate sobre el voto femenino, y hacía uso de la palabra el doctor D aniel H enao H enao para defender los derechos de la mujer. En noticia de última hora daremos cuenta de los resultados de la sesión de anoche.

Las mujeres defienden sus derechos

BERNAL JIMENEZ

El doctor Bemal Jiménez habla luego largam ente para explicar su voto adverso al sufragio femenino, y hace un recuento de la actividad de la mujer y de su presencia en la vida social desde la antigüedad hasta nuestros días. Formula un emocionado elogio de las mujeres de todos los tiempos, y

Un agitado debate fue el de anoche en la comisión de estudios constitucionales donde las damas que vienen siguiendo el trámite de las discusiones sobre sufragio femenino hicieron alarde de locuacidad al exponer con fervor las tesis favorables a su nuevo derecho. La gráfica muestra el énfasis con que - izquierda a derecha marca sus palabras doña Martha Arango de Hoffman, a quien acompañan doña Luz Buenaventura de Moncayo y María Guerrero Palacio, en una intervención ante el doctor Copete Lizarralde. (Foto El Tiempo, de Caicedo)

Cromos, Bogotá. Año 38, Vol. 78, No. 1921 (15 feb., 1954); p. 22

DOÑA BERTHA HERNANDEZ DE OSPINA -Victoria política

D

oña Bertha Hernández con la fo rtu na m ás de O spina Pérez, aplastante. Ella pudo decir, esposa del presidente de como la antes César: «Vine, república, Mariano Ospina vi, vencí». Con unánim e Pérez, añadió esta semana presteza, todos los miem­ el peso ín teg ro de su bros de la comisión dieron p erso n al p restig io a la su voto afirm ativ o al ah incad a cam paña que an tep ro y ecto de voto otras damas venían adelan­ fem enino total y de tando sin mayor éxito en elegibilidad de la m ujer pro del reco nocim iento para todos los cargos del para la mujer colombiana, Estado, anteproyecto que de la p lenitu d de los irá luego a la Comisión de derechos y deberes civiles, Estudios en pleno y luego que nuestra actual Consti­ se debatirá en el seno de la tución garantiza solamente A sam blea Constituyente, para los varones, mayores propiamente dicha. de edad y ciu dadano s colombianos. A unque se trata de un primer debate, no por ello A la cabeza de un grupo de este triu n fo de las señoras, entre las cuales se inquietudes femeninas deja encontraban varias aboga­ de ser im p o rtan te y das, en ejercicio de su significativo. Hasta ahora, p ro fesión , la señora de los colom bianos estaban Ospina Pérez realizó una tranquilamente habituados v isita a la subcom isión a ser gobernados por las cuarta de la Comisión de en can tad o ras p erso n as Estudios Constitucionales, femeninas, sin necesidad de

que ellas tuvieran acceso a los tumultos electorales ni hubieran competido para el cargo de presidenta de la república. Ahora, deberán irse acostum brando a la idea de una derrota también en el inofensivo campo de la política activa y a la p o sib ilid ad de que su señora se convierta cual­ quier día en el jefe de su oficina, además de ser ya el jefe del hogar. Sin embargo, no todas las colombianas se apasionan tan ardientem ente por el prosaico privilegio de ser el cen tro de un debate parlamentario. Algunas de ellas, entre valse y valse, han declarado su absoluta indiferencia por un dere­ cho,-que a su ju icio no añadirá un adarme de peso a su poder absoluto sobre los destinos de la humani­ dad colom biana. Y si no

fuera por este pequeño tropiezo de la indiferencia femenina, la victoria moral hubiera sido absoluta. Por uno de esos arcanos misteriosos de la galantería, que se inv en tó en las « co rtes de am or» de Provenza, hace un poco más de seis siglos, al decir de don José O rtega y Gasset, el voto y la elegibi­ lidad política de la mujer co lom b iana solam ente tienen partidarios caudalo­ sos en tre sus rendidos enemigos, los varones.

Cromos, Bogotá. Año 38, Vol. 78, No. 19*21 (15, feb., 1954); p. 32, 34 LO S D ER E C H O S DE LA M U JER

Habla la doctora Esmeralda Arboleda de Uribe

Por LUCY

E

l tema sobre la igualdad de derechos para el hombre mayoría, ignoran fundamentalmente el problema y por y la mujer ocupa ahora las primeras páginas de eso lo miran con relativa o total indiferencia; las otras nuestras publicaciones, ya que en la Comisión de Estudios están trabajando activam ente para conseguir que se Constitucionales se debate el manifiesto enviado por un reconozca la igualdad de derechos humanos y políticos grupo de damas con el respaldo de más de tres mil firmas con el hombre, hemos creído conveniente entrevistar a de mujeres de todas las condiciones y clases sociales del una de estas últimas, la doctora Esmeralda Arboleda de país, pidiendo el derecho a votar. Sobre este punto hay Uribe, para que nos hable y diga para los, y especialmente naturalmente diversas opiniones; los que creen que la las lectoras de CROMOS los diferentes aspectos del injerencia de la mujer en la vida pública significará el problema, para que nos entere del por qué se pide para abandono del hogar, los que dicen que la mujer perderá nosotras el voto y sobre todo, para que nos abra los ojos su femineidad, los que dicen que es un deber de justicia y ante los amplios horizontes que este paso nos descubre, una necesidad para el país, y los otros... Las mujeres, la en bien de nosotras y de la patria.

I

Esmeralda es joven, elegante, bonita. Extraordinariamente inteligente e ilustrada, habla con gran entusiasmo del problema y analiza sus grandes ventajas. Los minutos vuelan y el tema es tan importante... Nació en Palm ira, Valle, y son sus padres el señor Fernando Arboleda López y la señora Rosa Cadavid Medina. Estudió el bachillerato en el Colegio de las Señoritas Casas, en Bogotá, y luego siguió la carrera de derecho en la Universidad del Cauca, en Popayán. Fué una etapa muy dura -nos dice- pues era la única mujer en la Universidad, y aunque siem pre tuve los m ejores co m p añeros, la so ciedad y m uchos fam iliares consideraron mi actitud poco femenina. Pero siempre encontré el apoyo decidido de mi madre. Ella me ayudó en todas las horas y me estimuló para seguir adelante. Al final recibí mi grado y ahora quienes entonces me reprocharon me miran con orgullo». Se especializó en derecho laboral y gozando de una beca del D epartam ento de Estado de los Estados Unidos, permaneció año y medio en la Universidad de Indiana. Al regresar conoció al que hoy es su esposo, el ingeniero Samuel Uribe, quien trabaja en Bavaria. - La gente dice que por el hecho de tener una profesión como la mía, se descuida el hogar y los deberes de la familia, pero no es así. Con mi marido, quien no sólo me ha autorizado a ejercer mi profesión, sino que me ha ayudado y estimulado, hemos sido felices y con Sergio, nuestro hijo de dos años, y la razón principal de nuestra vida, formamos un hogar en el que reina la mejor armonía. Antes de hablar del voto, quisiera que nos dijera algo del proyecto que tienen de crear la Unión de Mujeres de Colombia. - La idea de esta asociación es la de agrupar a todas las mujeres colombianas sin distingos religiosos, políticos o sociales, para unimos en la lucha por el reconocimiento de los derechos de la mujer y de la infancia. Esto no es un partido, ni una secta. Ni siquiera tiene domicilio fijo, porque éste se encontrará en cualquier lugar de Colombia en que las mujeres se unan para defender sus derechos. Debemos unimos para lograr que mejore la situación de los hogares colombianos; para establecer una verdadera defensa de la vida y la educación de nuestros hijos; para lograr una paz interna e internacional que garantice la tranquilidad de nuestros esposos, hijos y hermanos; para conseguir nuestro derecho a participar en la vida política y económica del país, en absoluta igualdad con el hombre, nuestro derecho al trabajo y a la instrucción, a la protección de la maternidad, a la efectividad de nuestro derecho a los puestos bien remunerados; para lograr la elemental y justa aspiración a tener a nuestros hijos bien alim entados, sanos y bien vestidos, educarlos sin privaciones y con miras a que sean los buenos ciudadanos del futuro para encontrar solución a innum erables problemas que nos preocupan y para colaborar en la

inmensa y noble labor por una patria grande. El programa de esta Unión consta de veintidós puntos, dentro de los cuales se incluye la lucha por la paz, la igualdad de derechos, igualdad de educación, protección a empleadas y obreras contra el despido por matrimonio o estado pre-natal; la readaptación social de mujeres y menores delincuentes; la protección de la infancia, el abaratam iento de los alim entos y represión de la especulación; el eficiente servicio de la sanidad rural para la defensa de la madre y el niño campesino; la campaña contra la influencia perniciosa del cine; los programas radiales y la literatura de guerra y crimen; la creación de salas-cunas, jardines infantiles, restaurantes escolares, centros de higiene, escuelas, bibliotecas, centros recreativos etc, y muchas cosas más. Ahora sí hablemos del voto femenino. ¿Podría decirme alguno de los puntos que tratan en el memorial enviado a la Comisión de Estudios Constitucionales ? - Por el preámbulo de la Carta de las Naciones Unidas y en el Convenio de los Derechos Políticos de la M ujer de diciem bre de 1952, C olom bia está obligada a reconocer a la mujer la ciudadanía plena. En este último dice, entre otras cosas: «Otorgamiento a la mujer del derecho de voto en todas las elecciones al mismo título que el hombre, sin ninguna discriminación». «E legibilidad de la m ujer a todos los organism os públicamente elegidos establecidos por la Ley Nacional, al mismo título que el hombre, sin discriminación». «Otorgamiento a la mujer del derecho a ocupar puestos públicos y a ejercer todas las funciones públicas establecidas por la Ley, al mismo título que el hombre sin ninguna discriminación». La igualdad de los derechos humanos y políticos para el hombre y la mujer ha sido debatida durante siglos y por fin la proclama el Estado moderno como una de las bases de su estructura. Dada las características ¿no sería perjudicial para el país la intervención de la mujer en la vida pública? - La experiencia de los pueblos avanzados ha puesto de relieve la necesidad de que las mujeres participemos en el manejo de los asuntos gubernamentales. Por tanto, no es posible que se considere perjudicial o peligroso para Colombia algo que para todos los pueblos del mundo, exceptuando quince, ha sido el final victorioso de largas luchas. En las naciones de la más rigurosa estructura católica y tradicional se ha otorgado a la mujer el derecho del sufragio, como reconocimiento de una imperiosa necesidad de la vida moderna. ¿La actividad política restará a la mujer femineidad? - Algunos hombres, creo que pocos, dicen que la preparación intelectual de la mujer y su preocupación por los problemas universales, disminuye su femineidad, y la hacen compañera menos grata. ¿Pero será posible que alguien crea sinceramente que la esencia misma de

la mujer puede sufrir mengua por que se eleva el nivel de su inteligencia? ¿No es lógico suponer que una mayor cultura contribuye a que las m anifestaciones de la femineidad sean más finas, más inteligentes, y por lo tanto más acordes con el alto nivel intelectual del hombre? Creo que solamente los hombres que no están seguros de sí mismos, que saben de su poco valer, necesitan para compañera de su vida una m ujer cuya ignorancia la obligue a un estado permanente de admiración por ellos, ya que su vanidad de hombres m ediocres no podría soportar el análisis crítico, así fuera silencioso, de una mujer. ¿ Qué ventajas tendría la participación de la mujer en la actividad del país? - Significaría el aporte de inteligencias nuevas a los distintos campos de la vida económica y social del país Para la m ujer singularm ente, la perspectiva de su independencia; la posibilidad de ganarse el pan en igualdad con el hombre. En las actuales circunstancias la mujer que trabaja aunque desempeñe el mismo trabajo que el hombre, y con idéntica eficiencia, por su sola condición de mujer recibe un salario inferior. Con datos suministrados por el Instituto Colombiano de Seguros Sociales, se puede establecer que en M edellin, por ejemplo, la mujer recibe sólo un 42.5% del salario del hombre y en Bogotá una tercera parte. Además, la mujer es víctima de inhumanas formas de discriminación, como el despido por matrimonio o por estado prenatal. La participación de la mujer en la vida pública significaría la liberación de la neurosis; el derecho a escoger su esposo. ¿El derecho a escoger un esposo? - Sí. A primera vista esto puede parecer extraño. Se dirá que nadie niega a la mujer la libertad de casarse con el hombre que merezca su amor. Pero en realidad, la pobreza le quita a un inmenso número de mujeres el derecho a la escogencia de su compañero. El porcentaje

de matrimonios impuestos por la necesidad económica seguramente es muy elevado. Teniendo en cuenta la poca preparación de la mujer para adquirir sus derechos de ciudadanía y considerando los múltiples problemas naturales que su participación en la vida pública va a acarrear, ¿no estaría usted de acuerdo con el doctor Forero Benavides que aconseja dar el voto a la mujer lentamente, empezando por los concejos, luego las asambleas, y después, ya más preparadas en el congreso? -No. Yo creo que el concedemos el derecho «gota a gota» como a niños a quienes se dosifica la ración de dulces, es perjudicial, porque fomentaría la apatía. Al adquirir los derechos totalmente se acentúa el sentido de la responsabilidad. La mujer se hace consciente de sus actos. Además, la participación limitada no tendría las mismas ventajas. ¿Q ué campañas debe em prender la mujer una vez conquistados sus plenos derechos? - Ante todo la mujer colombiana debe aportar todo su esfuerzo para apoyar la patriótica campaña de pacificación que adelantan las fuerzas armadas de la república. Y como dije en una conferencia dictada en la Universidad Libre: «En el martirio de la patria la mujer sufrió la tragedia de la destrucción de su hogar, de la pérdida de sus seres queridos, del abandono y de la persecución. Mostró al país entero su decisión, su entereza, su fidelidad y su heroico valor. Con el desgarramiento de su propia vida aprendió a amar la paz como el mejor de los dones y clama por ella desde todos los ámbitos de la patria, porque supo que sólo la paz hace germ inar los sueños y las espigas; que sólo a su amparo son libres los hombres y las ideas; que sólo ella pone fin al odio y a la venganza; comprendió que el trabajo, la alegría, el amor a la vida misma sólo puede alcanzar su plenitud a la sombra de la paz».

El Tiempo, Bogotá. Año 44, No. 15245 (16. Feb., 1954); p. 1, c. 1-3; p. 21, c. 4-6

La CEC niega el Voto Femenino Deja al Congreso el estudio del problema

Todos los liberales votaron a favor de la reforma en unión de varios conservadores, pero fue mayor el número de opositores.Extraordinaria intervención de López de Mesa.- Las damas apelarán a la ANAC.

D

espués de una prolongada discusión que se demoró por espacio de más de diez días en sesiones plenarias de Comisión de Estudios Constitucionales, con la presencia e intervención de distinguidas damas encabezadas por doña Bertha Hernández de Ospina Pérez, doña Esm eralda Arboleda de Uribe, doña Josefina Valencia de Hubach, doña María Aurora Escobar y muchas otras entre las

cuales figuran doctoras en derecho y expertas en cuestiones sociales, la CEC lacon el voto m ayoritario de los com isionados Eleuterio Serna, Carlos Albornoz, Gonzalo Gaitán, Alvaro Copete Lizarralde, Rafael Bemal Jiménez, José Gabriel de la Vega, Carlos H olguín Holguín, Hernando Navia Varón y Jesús Estrada Monsalve, negó anoche a la mujer colombiana el derecho a que en la reforma

constitucional quede consignado su derecho a elegir y a ser elegida para cargos de representación popular, limitándose tan sólo a dar autorización al parlamento para que lo haga llegado el caso. El artículo 15 de la Carta aprobado anoche, con el inciso final redactado por el doctor Eleutorio Serna quedó aprobado por nueve votos contra siete en la siguiente forma: «La calidad de ciudadano en ejercicio es condición previa indispensable para elegir y ser elegido y para desempeñar em pleos públicos que lleven anexa autoridad o jurisdicción. La ley reglamentará el ejercicio del sufragio femenino». La primera parte de este artículo es la m ism a que se halla en la actualidad vigen te en la carta y fue votada unánimemente por todos los miembros de la Comisión de Estudios Constitucionales. La segunda parte, o sea la presentada por el Comisionado doctor Serna, fue votada afirmativamente por los comisionados mencionados arriba y negativamente por los doctores Luis L ópez de M esa, Abelardo Forero B enavides, A lvaro Esguerra, Gilberto Alzate Avendaño, Rafael Ortíz G onzález, F élix A ngel Vallejo, y Luis F. Reyes Llaña, todos los cuales fueron desde el principio de la d iscu sión, favorables a la tesis de consagrar en la carta el pleno derecho de la mujer a elegir y ser elegida popularmente. En consecuencia y si la decisión de anoche no es modificada por la Asamblea Nacional Constituyente en el curso de sus reuniones para expedir la enmienda, la mujer colombiana tendrá que esperar a que una hipotética ley del Congreso resuelva concederles sus legítimos derechos.

LA SESIÓN

Desde las cinco y media de la tarde hasta las 10 y media de la noche sesionó anoche la C om isión de E studios Constitucionales, con la asistencia de todos sus miembros, excepción hecha del representante del ministerio de relaciones exteriores, del ministro de gobierno y del de justicia, de los cuales sólo el primero ha asistido a varias sesion es de las subcomisiones y de la comisión general para defender el pleno derecho de la mujer para elegir y ser elegida y para lograr que esa fórmula fuera acogida como norma constitucional. En su orden, hicieron uso de la palabra anoche los doctores Alvaro Esguerra, relator de la subcomisión primera, quien hizo nuevamente la defensa del voto femenino y de la fórmula presentada por

él junto con el comisionado doctor Félix Angel Vallejo, refutando de paso algunas de las afirmaciones hechas en su discurso de hace algunos días por el comisionado doctor Carlos Albornoz; Eleuterio Sema, quien hizo una larga disquisición de carácter jurídico para dem ostrar la in con ven ien cia de otorgar el voto femenino.

HABLA VALLEJO

Inmediatamente después hace uso de la palabra el doctor Félix Angel Vallejo, uno de los autores de la fórmula del voto completo para la mujer, quien lee un largo y erudito estudio favorable a su proyecto, siendo interrum pida en varias oportunidades por las asistentes a las barras. El doctor Vallejo se adentró en un interesante análisis histórico-sociológico para demostrar el derecho que asiste a la mujer para participar en la vida comicial del país, derecho que tiene bien ganado por sus condiciones humanas, por su preparación, por su participación en la vida corriente de la sociedad, por la dimensión humana de la especie femenina y por muchas virtudes y calidades que el doctor Vallejo detalló muy ampliamente en su estudio. Al terminar el com isionado antioqueño, recibió una salva de aplausos no sólo de las damas asistentes sino también de alguno de los comisionados.

HABLA LA SEÑORA DE OSPINA

Seguidam ente del com ision ad o Vallejo, hizo uso de la palabra la señora de Ospina Pérez, quien pidió el voto para la mujer, por las siguientes razones: Io- Venimos a reclamar para la mujer colombiana el derecho de votar, como parte de nuestros derechos com o ciudadanas de la república. 2°- No se nos puede alegar ignorancia para ello, pues estamos convencidas que en Colombia este problema abarca por igual a hombres y mujeres, y precisamente pedim os y querem os el voto, para contribuir más eficazmente a la campaña contra la ignorancia de nuestro pueblo. 3°-No hay que olvidar que de uno de los pueblos donde hay una parte que podría decirse menos civilizada es la señora Pandit que ocupa hoy en el mundo entero la representación en el primer puesto. 4o- La preparación de la mujer para los problemas públicos sólo se podría llevar a cabo una vez que nos concedieran el voto. A sí también toda la juventud femenina que hoy hace sus estudios de

bachillerato y carreras profesionales, podría tener un interés mayor para una preparación. 5 o- Las m ujeres, por nuestra catolicidad, bondad y abnegación en el hogar, sentimos más profundamente los problemas de la patria, pues siempre se relacionan estos, más íntimamente con los miembros de ese hogar. 6o- Tenemos la seguridad de que la vinculación de la mujer a las soluciones de los grandes problemas de la patria, lejos de ser perjudicial sería altamente benéfica en todo sentido. La doctrina católica en este punto coincide con lo establecido en la mayoría de los países de civilización cristiana. 7o- Debéis vosotros aprovechar esta reforma de la Constitución Nacional de Colombia, para dar a la mujer este derecho que os pedimos y que, como Nación ya está en mora de hacerlo. 8o- Esperamos, pues, que dentro de vuestras soluciones, llenas de acierto y patriotismo, incluyáis nuestro derecho al voto, y os anticipam os por ello el agradecim iento de las m ujeres de Colombia.

HABLA LA DOCTORA ESCOBAR

Después de las palabras de la señora Ospina Pérez, que fueron recibidas con muchos aplausos, hizo uso de la palabra la doctora María Aurora Escobar, quien con gran contenido conceptual, precisión idiomática y nobleza de ademanes hizo una completa exposición para demostrar: primero, la condición actual de la mujer; segundo, su posición dentro del panorama nacional; tercero, los com prom isos adquiridos por Colombia en materia de convenciones internacionales sobre voto de la mujer y derechos de ella, y, por último, necesidad de que la mujer asista a la Asamblea Nacional Constituyente con el objeto de colaborar en la expedición de la reforma que se pretende.

HABLA DOÑA JOSEFINA VALENCIA

Después del discurso de doña María Aurora Escobar, hizo uso de la palabra doña Josefina V alencia de Hubach, distinguida dama de Popayán, hija del maestro Valencia, quien comenzó diciendo que el m ovim iento no tenía ningún carácter de grupo sino que respondía a un vasto clam or nacional. Luego doña Josefina, usando un nobilísimo lenguaje y con gran fuerza argumentaría expuso una

serie de razones de carácter sentimental, unas, sociológicas otras, lógicas y justas todas, para demostrar el derecho que asiste a la mujer para demandar la concesión del voto. La mujer, dijo, tiene m uchos deberes, pero no tiene igualdad de derechos, y entonces valdría la pena de que se le recortaran esos deberes para rendir tributo a la justicia. Pagamos im puestos; som os juzgadas cuando com etem os delitos punibles por la ley penal; corremos muchas contingencias en igualdad de circunstancias con los hombres. Entonces... ¿por qué no se nos otorga lo que se ha otorgado a los varones quienes sí gozan de la totalidad de sus derechos? N o querem os, com o una limosna, lo que se nos ofrece. Queremos la totalidad del voto o no aceptamos nada. Ha llegado el momento en que la mujer colombiana se alce sobre su mansedumbre para exigir, en igualdad de circunstancias, lo que le corresponde por ley natural, por lógica y por justicia. Doña Josefina termina diciendo que, si los comisionados consideran necesario, sería conveniente que realizaran un plebiscito entre todas las mujeres de Colombia para que vieran cómo, y en qué forma, ellas apoyan tan justa aspiración.

DOÑA ESMERALDA DE URIBE

Por último, hizo uso de la palabra la doctora Esmeralda Arboleda de Uribe, quien después de alegar nuevas e interesantes razones, en favor de la petición femenina lee un memorial que, con más de mil firmas, fue enviado a la Comisión de Estudios Constitucionales en demanda del voto para la mujer. Termina diciendo que las luchas políticas, las incomprensiones y los odios entre los partidos han determinado no pocos males para la mujer, que ha tenido que sufrir la tragedia del despojo, la violencia, el desamparo, la persecución. No aspiramos a ser elegidas, dijo por último, pero sí a determinar quiénes deben ser nuestros gobernantes y nuestros voceros. Esperam os cientos de años y ahora creemos merecerlo.

SIGUE LA DISCUSIÓN

La discusión siguió después y luego el comisionado Alzate Avendaño pidió que se diera lectura al informe que presentó el comisionado Bemal Jiménez, opositor del voto femenino. Cuando adelantaba su lectura, se levantó la sesión, siendo convocada para las cuatro de la tarde de hoy. Eran las siete de la noche.

Integrar a la mujer colombiana y para argumentar contra quienes han sostenido que los tratados internacionales obligan jurídicamente al país. El doctor Serna sostuvo, además, que a la mujer se le debe dar el voto pero por etapas, por que las con diciones de la lucha política en Colombia pueden determinar para ella situaciones de mucha peligrosidad. Dice que el sufragio no es un derecho natural, por que se le ha quitado a los militares y posiblemente también a los miembros del poder judicial. En la discusión intervienen el jurista doctor Adolfo Posada, el doctor Daniel Henao Henao, quien habla de la obligatoriedad de pactos como el de los derechos del hombre, aprobado por el Congreso de 1951. Intervienen también el doctor Alzate Avendaño quien cita a Jacques Maritain, y remata por fin el doctor Sema citando a Pascal en su teoría del más allá. Inm ediatam ente después habla doña M argarita de H olguín, dama muy distinguida, veterana periodista y notable in telectual, quien se refiere a la obligatoriedad de los tratados, Pero agrega que lo principal es el ambiente nacional, que sí justifica ya lo del voto femenino. Las mujeres, dice doña Margarita, no piden el voto como un derecho natural sino como un derecho político, y agrega que si no hay diferencia alguna entre la montonera masculina y la montonera femenina, no ve porqué no se amplía la responsabilidad de la mujer. N o es partidaria de que se deje al legislador la regularización del voto y ex ig e la aprobación del sufragio universal. Doña Gabriela Pelaez, abogada muy distinguida, sostiene la tesis de que la mujer puede ejercer el voto con responsabilidad plena, y no es partidaria de la fórmula Holguín Holguín, que crea, en su concepto, un régimen de excepción, y que en ningún caso es democrático el régimen de «jus honoris» que por medio de ellas se trata de establecer. El comisionado Holguín Holguín dice que siempre ha sido partidario de esta medida, por que la mujer tiene tanta capacidad como el hombre, pero que hay que distinguir entre mujer y masa de mujeres. La intervención femenina dice, refuerza los partidos de extremo. En Colombia no ha sido posible la formación de nuevas fuerzas, y todas las fórmulas que se han ensayado han sufrido un rotundo fracaso. D efiende la tesis de otorgar a la mujer el voto por grados, pues sus dudas han sido siempre sobre la manera de iniciarlos. Cita el caso de Chile, donde fue otorgado por etapas, y no se

muestra entusiasta por la fórmula que otorga el voto a la mujer para los concejos m unicipales. El voto fem enino dice, plantea tam bién el problem a de la cedulación femenina. Por último, después de algunas consideraciones de orden jurídico y procedim ental, se muestra partidario de la fórmula del doctor Pérez modificada por el doctor Sema, o sea la de dejar al congreso la reglamentación del sufragio fem enino, y por tanto pide permiso para retirar la fórmula que había presentado en unión de los comisionados Gaitán y Copete Lizarralde.

HABLA LOPEZ DE MESA

En uso de la palabra eI-profesor López de Mesa, dice de lo que se ha discutido com o cuestión fundamental es lo del cambio en los registros electorales, hecho que corresponde examinarlo al doctor Quintero de Fex, registrador nacional del estado civil, pero no a la Constituyente. Lo fundamental, dice, es la cuestión del pensam iento, sostien e que hay tres millones de mujeres liberales y tres de conservadoras, y que, por lo tanto, la dinámica de los partidos en la cuestión electoral no sufriría cambio fundamental. En este país se puede cambiar de nombre, de aficiones y hasta de patria, pero nadie ' cambia de partido, cosa que solamente hace quien no tiene partido. No cree que haya alguien que combata el voto por aversión a ese derecho de la mujer. Sino cree. , por el contrario, que la oposición se debe a un exceso de afecto a esos derechos. Cita la frase de Salomón que dice: «Entre los hombres sólo hay algunos. Entre las mujeres, ninguna», y agrega que esas que pudieran llam arse palabras ofensivas para ambos sexos, no obedecía sino al deseo del rey sabio que desacreditar a las mujeres para poder llevárselas a su casa, que es lo que está ocurriendo con muchos de quienes se oponen al sufragio femenino. Dice luego que ha faltado ahondar en el sujeto, que es la mujer, y que, por el contrario se ha hecho una circunvalación eclíptica del problema sin haber entrado a analizar el centro de gravedad que es la mujer misma. La cita de «Lisístrata» hecha por el doctor Alzate Avendaño en su discurso no es muy aceptable, pues ella es producto de la fantasía de Aristófanes que «fue una mala persona», pues tenía algo de Rabelais, un tanto de Moliére, mucho de Voltaire y no poco de Sotero Peñuela. La «Lisístrata» fue redactada para ridiculizar a los hombres de la guerra de los 20 años entre Esparta y Atenas,

pero la intención fue ineficaz, pues vinieron luego otros que la dignificaron sin que se hubiera detenido la infictionia griega. Pero en cambio, «el rapto de las Sabinas» cita que él hubiera preferido, sí determinó cambios fundamentales, pues aquellas mujeres, raptadas de los Apeninos Centrales por quienes necesitaban fundar un pueblo pero carecían de mujeres, determ inaron la guerra pero no participaron en ella por haberse acostumbrado al fin y al cabo a sus nuevos am igos, para después contribuir a la fundación del imperio romano, al cual tanto debemos en materia cultural y como ejemplo de civilización. Sin embargo, aquello no se llamó «imperio sabino», como hubiera sido lógico, porque, aun cuando las mujeres hacen la historia, los hombres la escriben. Si el Génesis hubiera escrito por mujeres, muy diferente sería hoy la interpretación del comienzo del mundo. Eva estaba feliz; Adán era un «buen chico», pero Eva no sabía si su compañero estaba en capacidad de defenderla. No le gustaba que fuera tan sumiso a la Divina Providencia, pues ignoraba si esa obediencia obedecía a virtud o a incapacidad y fue entonces cuando produjo la crisis. Quería saber cómo era la vida con autonomía y echó la culpa a la culebra para que Adán no la regañara. En la Odisea, Ulises aparece en la isla solitario con Calipso, que era una Diosa de extraña hermosura, y un buen día él (dice el poema) quizo marcharse por fidelidad a Penélope sin que Calipso quisiera que se fuera. Pero todo ello es embuste pues lo cierto es que Calipso al darse cuenta de la infidelidad de Ulises y sus preferencias por Penélope, preparó ella misma la barca para el viaje sin retorno de su compañero, quien ya no le importaba nada por que al medirlo lo había hallado fallo. Tampoco fueron ciertas las lágrimas de D ido cuando se fue Eneas, quien hablaba de todo el mundo menos de ella, cosa que no pueden perdonar nunca las mujeres, así fuese hijo de una Diosa y fundador de un Im perio. D ido, sin embargo, no se mató sino que se casó con un Núnida llamado Yarbas, quien era superior a su primer compañero. En estas discu siones en que los comisionados -dice López de Mesa- se han convertido casi en poetas para hacer el elogio de la mujer, no se ha contemplado sin embargo, sino el aspecto romántico de ellas, olvidando que la mujer es eso pero no es solamente eso. Mujer significa suave, gentil. Existe una «molior» pero no es toda la mujer. Antes que eso está la

«fembra», la «fém ina» que significa «fieli» o futuro. Nosotros la queremos ver llena de perfum e em briagante y cautivadora, dueña de su hogar, pero ella, la «fémina», rechaza ese tratamiento por que le importa construir el futuro. Y la prueba es que cualquiera de ellas a quien le mataran el hijo, o el hermano o el esposo, arrojaría con desgreño el visón para defender lo suyo, o sea su futuro. Habla de Yentis, la heroína de Wagner, que busca el varón para probar quién es el héroe y quién el farsante, hasta que descubre al héroe en Cicut; hasta tal punto se apasiona por él, que al verlo en la mitad de la pelea con su arco roto le ofrenda su caballería para que con ella fabrique otro y continúe la lucha. La mujer, dice el doctor López de Mesa, quiere salvar a sus hombres, a sus hijos, la lucha en que hemos vivido dentro de su estado de barbarie, aleja a la mujer de los com icios, pues ella no se puede exponer a la turbamulta, al sacrificio o al oprobio. Pero desde hace cincuenta años ha estado contemplando el desarrollo de nuestra vida y aun cuando sabe que todo eso es verdad, pero la culpa no es del pueblo sino de los intelectuales. Detrás de cada tragedia colombiana hay un hombre diplomado, un dirigente culto y el pueblo no es sino el ejecutante de las malas acciones. No es responsable el hacha del golpe que da, sino la mano que la mueve y la dirige. Nosotros nos hemos acostumbrado a enloquecer al pueblo y debemos tratar de corregir ese defecto. La mujer no aportará jamás el mal ejemplo en la lucha política. Ella ha ido siempre detrás de la angustia llevando la misericordia y no existe noticia de que hubiera sido portadora de delincuencia sino la piedad y no es justo que ahora se le pague negándole sus derechos políticos que pueden traducirse en un cam bio fundamental de nuestras prácticas políticas en beneficio de la sociedad. Los argumentos de obligaciones internacionales, los de im itación del proceso de las naciones cultas, son bastion es argum entarlos pero no fundamentos esenciales. Si no hubiera pactos, si el derecho universal no estuviera depurado y si en Colombia se intentara todo eso, podríamos sentimos orgullosos. Se dice que la palabra «ciudadano» viene de ciudad, pero es al revés. «Civitas» viene de «cives» y esto viene de una raíz griega que significa «el que habita». De ahí viene el derecho famoso de «ju solis» o ley de residencia y del «ju sanguinis» o ley herencial. Una ciudad es una agrupación

de habitaciones de gente mancomunada por el derecho de ciudad y la ciudad tiene m uchos aspectos: la ciudad Estado, prototipo que se está aceptando para el estudio del problema; la ciudad castrense; la ciudad castellana, la ciudad episcopal; la ciudad emporio, tales com o Nueva York, L ondres, A lejandría, en la antigüedad, y otra distin ción más im portante: «urbe» que es ciudad amurallada para la defensa. Y «polis» que es la que goza de autonomía tras de la A cropolis par la defensa. «P olitique» se traduce en latín por «Civitas» o ciudadanía, que en civilización se une con « urbanidad» o urbe. En la ciudad Estado, la diferencia entre derechos civiles o políticos no existía, luego no se pueden fraccionar en esa etapa de la cultura p olítica ni hay razón para separarlos porque fueron indisolubles, en su esencia. La ciudadanía no es sino el am biente de perfección para la personalidad y si se tiene personalidad lo lógico que ella sea perfecta. En este sentido el progreso de la cultura está en ir eliminando diferencias entre los sexos para ser fiele s al proceso del perfeccionamiento humano. Bergson dice que la inteligencia cabalga sobre las cosas y que la intuición y que el instinto están dentro de las cosas, pero ello fue un error que sirvió, sin embargo, para demostrar cómo el hombre es un simple espectador de la vida mientras que la mujer está dentro de la vida, es decir, es actora de ella. El hombre quiere al hijo por la mujer y la mujer quiere al hombre por el hijo, o sea que está dentro de la vida. Por eso la mujer debe desarrollar todos sus derechos. Las leyes no se dan porque las hayan merecido los pueblos sino para educarlos. La Constitución es un emblema dentro de la angustia de la humanidad: es, como si pudiera decirse, la (torre del homenaje) de los castillos feudales donde se reunían los grandes señores para reiterar sus juram entos y para morir cuando la ciudadela era ya in defen sable. N o podem os subordinar las esencias del derecho a nadie. Somos herederos de don José F élix de R estrepo que murió diciendo: «si el mundo ha de perecer para que se salve la norma, que perezca el mundo» y por eso debemos permanecer en la torre del homenaje fieles a nuestros juramentos, a nuestras ambiciones y a nuestros derechos. La estirpe no nos conduce a la alabanza de esos principios humanos, de esa dignidad, sino a su protección y defensa integrales. Que nos vean caer, pero que también nos vean

levantamos. Y la mujer, que ha mantenido entre nosotros esa dignidad, que ha logrado salvar para Colombia buena parte de sus tradiciones de grandeza en medio de este turbión de ignominias de los años anteriores, está dispuesta hoy a luchar para que ello no vuelva a ocurrir. Por eso negarle los derechos es injusto y por eso el profesor López de M esa termina pidiendo a los comisionados que voten unánim em ente a favor del sufragio integral para la mujer a sabiendas de que con ello contribuirán a fortalecer más los fundamentos espirituales de la patria. Al terminar el profesor López de Mesa fue delirantemente aplaudido por los comisionados y por la totalidad de las damas asistentes a la reunión.

OTROS ORADORES

Inmediatamente después habló el señor Jesús Estrada M onsalve, quien desem peña varios cargos públicos, además de la magistratura de la Corte Suprema de Justicia, para atacar la fórmula del voto integral y de paso hacer algunas con sideraciones poco serias y muy desobligantes para con el doctor López de Mesa y para con las señoras asistentes. Como quiera que el señor Estrada quiso hacer alguna alusión a la poca voluntad del Papa por el voto femenino, la doctora Esm eralda A rboleda de Uribe le interrumpió para decirle: Pues no puede usted ser más papista que el Papa, pues lo cierto es que él ha sido siempre un abanderado del voto femenino

y lo dem ostró llevando a su propia hermana enferma a la urna. - Doña Bertha Hernández de Ospina, a su vez, le declaro: - Usted no puede saber, en ningún caso, más que el Papa. Después hablaron doña María Aurora Escobar Reyes y otra distinguida dama para defender el voto femenino y por último se produjo la votación después de una nueva, breve y brillante intervención del doctor A lzate A vendaño y los resultados fueron los que al principio de esta relación dejamos consignados. Es decir, que la fórm ula totalm ente reaccionaria, como la calificó el doctor Alzate, del doctor Sema, se impuso sobre todas las demás consideraciones.

El Tiempo, Bogotá. Año 44, No. 15250 (21, feb., 1954); p. 11, c. 2

Es dudosa la oportunidad para hacer efectivo el Voto Femenino Dice «El Catolicismo», en su editorial de ayer.- El Papa defiende el sufragio femenino, pero también habla de «la oportunidad». «El Catolicismo» órgano de la Curia, editorializó ayer sobre el debatido asunto del voto femenino y declara que el ejercicio de ese derecho suscita actualmente «entre nosotros fuertes y temibles dudas». El diario en cuestión analiza la situación creada por la p asada v io len cia y glosa la oportunidad de conceder ese derecho a la mujer.

El Editorial

El texto del Editorial, expresa: «Es oportuno recordar la doctrina de la Iglesia en lo que concierne al problema del voto femenino, que con tanto despliegue de publicidad y con tan grande preocupación de la opinión se ha debatido recientemente entre nosotros. Encontram os, en los docum entos eclesiásticos, afirmaciones que no dan cabida a la menor duda cerca de la igualdad de derechos políticos de que goza la mujer a la par del hombre.

Basta citar un solo pasaje, tomado de la alo cu ció n «Q uesta grande», dirigida por Pío XII a las mujeres de Italia: ‘La papeleta del voto, en manos de la m ujer católica es un medio im portante de cum plir sus apre* miantes deberes de conciencia, sobre todo en los tiempos actuales’. Son, pues, derechos que corresponden a la mujer por naturaleza y que la iglesia es la primera en reconocer. También dentro de la comisión que estudia el problema entre nosotros, ese derecho ha sido plenamente aceptado. No se ha tratado en las presentes circunstancias de conceder o de negar UN D E R E C H O , cuya existencia todos están acordes en afirmar. La diferencia ha sobrevenido al buscar la resp u esta p ara una preg u n ta su bsig u ien te: En las actuales co n d icio n es de la p atria, ¿es conveniente que la mujer ejercite su derecho de votar? Una vez aclarada la cuestión de derecho, ha empezado

a d iscu tirse la o p ortu n idad o «convenio actual» del ejercicio de este derecho. E ntre los m últiples argum entos, retóricos en su mayoría, que se han esgrimido para apoyar el ‘ejercicio actual’ del voto femenino, hay uno solo que atrae con poderosa fuerza. Se ha dicho que la intervención de la mujer en las luchas políticas suavizará las asperezas y violencias que, desde años atrás, han sido el condimento inevitable y funesto de nuestros deb ates electo rales. El m ism o argumento había sido ampliamente desarrollado por el actual Papa en la alocución citada; pero el Pontífice concluía su argum entación con el siguiente razonamiento: ‘Es evidente que la m isión de la m ujer, así entendida, no se improvisa’. Ese es el punto decisivo de la cuestión. ¿E stán las m ujeres de Colombia preparadas para ejercitar p ro v ech o sam en te su derecho

electo ral? ¿Son las condiciones de nuestra patria propicias al ejercicio de tal derecho? El más ciego optimismo no puede dejar de reconocer que p ersisten aún las causas pasionales que provocaron la trem enda crisis de violencia sufrida por el país. Sin duda alguna, la república está abrigada por un clima de mayor tranquilidad, pero sería ingenuidad el creer que sólo las circunstancias externas van a determinar cam bios decisivos en la conducta de los hombres. Ellas ayudan, sí, pero las cicatrices de las heridas recien tes están aún sangrando en el fondo de los corazones, y mientras estos no se apacigüen toda reforma sería ilusoria. De nuestras pasadas luchas ha quedado incólume una in stitu ció n sagrada: el hogar. Hace pocos años hubo un instante en que toda la sociedad sintió miedo cuando las mujeres d ecid ieron in terv en ir m om entáneam ente en el com bate p o r m edio de manifestaciones y desfiles; se tem ió que iba a derrum barse la fam ilia, último reducto en que se había refugiado la paz. Ahora, ante lo reciente de las heridas y los resenti­ mientos, vuelve a hacerse presente el mismo temor. Qué triste será tener que comprobar que, en cambio de propiciar la ansiada mitigación de la discordia, ¡las mujeres han venido a acrecentar las filas de los luchadores im placables! ¡Y qué funesta coyuntura, porque con la m ujer

arrebatada por la pasión política se habrá acabado el hogar! No se improvisa la misión política de la mujer. Según el P o n tífice actu al, la influencia de la mujer en los problem as públicos debe estar dirigida por su condición maternal. Pero la m aternid ad es un instinto humano al cual corresponde guiarse por la v o lu n tad y la in te ­ ligencia y com pensarse por la educación. Cuando, entre nosotros, es tan deficiente la form ación civ il de la inm ensa m ayoría de los ciu d a­ danos, se puede decir a ese resp ecto que es casi completa la ignorancia de las mujeres (no hablamos de excepciones), porque siempre han permanecido alejadas de los asuntos políticos. Y el ejercicio del sufragio no es una escuela sino que debe ser el resultado de una educa­ ción previa. En la conclusión, para la Iglesia es innegable el derecho radical que la mujer tiene a la ciudadanía tanto para elegir com o para ser elegida. Pero, entre nosotros actualmen­ te, el ejercicio de ese derecho suscita fuertes y temibles dudas. La Iglesia no preten d e restrin g ir derechos, sino proteger otros, más altos y más sagrados. Y no es prudente reclam ar un derecho de esta naturaleza mientras no se esté seguro de poderlo ejercitar prove­ chosa y dignamente en favor del bien común». * * *

Semana, Vol. 16, No. 282 (22, febrero, 1954); p. 5-6

La«CEC» Las Copartidarias «Yo la he amado a través de toda mi vida... La amé en las calles de mi pueblo con su ingenuo uniform e de colegiala... La amé después... Y la amo»... Párrafos com o éste (lo pronunció con voz em ocionada que se tornaba irónica al referirse a los derechos de la m ujer el abogado Carlos Albornoz) fu ero n fre c u e n te s, q u iz á d em asiad o frecuentes, m ientras se debatía en las dos últimas semana, en el seno de la Comisión de E studios C o n stitu cio n ales, el tem a, inagotable en un país com o Colombia, del voto femenino. Porque, a simple vista, para el ánimo de un espectador desprevenido, lo notable en dichas sesiones, a las que a la postre lograron co n cu rrir con facultad deliberativa varias docenas de señoras de Bogotá, fue precisam ente el tono lírico, grandilocuente, a veces ligeramente cursi de las intervenciones masculinas, frente a las exposiciones claras, sobrias, objetivas, en muchos aspectos irrebatibles, de las damas que más activam ente participaron en el debate (*) \

(*) Esmeralda Arboleda de Uribe, lógica e irónica; Josefina Valencia de Hubach, serena, (trascendental), oportuna: Bertha Hernández de Ospina, humorista y de réplica constante, y María Aurora Escobar, vehemente y lírica, la única romántica del grupo. ».

El Tiempo, Bogotá. Año 44, No. 15252(23, feb., 1954); p. 1, c. 4-5; p. 19, c.3

Prohibida la presencia de damas en la Sesión de hoy de la «CEC» Así lo decidió en el día de ayer el Presidente de la Corporación, doctor Bernal Jiménez.- Estrictamente privada será la sesión.- Pero ellas irán de todas maneras al Capitolio.

P

del día, sea presentada en tal sentido una proposición. Como ya or d isp osición del presidente de la C om isión de lo hemos informado, los comisionados desean acoger más bien Estudios Constitucionales doctor Bemal Jiménez, a la sesión plenaria de esta tarde -que comenzará a las cinco- no la fórmula del doctor Pérez que dice: tendrán acceso las damas que asistieron a las deliberaciones del «La ley reglamentará lo relativo al sufragio» La comisión como es sabido, había, aprobado la del doctor CEC durante todo el tiem po que se debatió la reforma Sema que dice: constitucional relacionada con el voto femenino. A la sesión de «La ley reglamentará lo relativo al sufragio femenino». hoy, según el comunicado expedido en el día de ayer por la PERO IRAN LAS SEÑORAS secretaría de la CEC sólo tendrán acceso los miembros de la Sin embargo y pese a la decisión de la junta directiva de la comisión el personal de secretaría y un representante de cada CEC, numerosas damas, encabezadas por el comité nacional uno de los periódicos de Bogotá. de organización femenina de cuya creación ya hemos dado La sesión de la CEC se iniciará, como arriba lo informamos, cuenta, se presentarán al capitolio con el propósito de pedir sean a las cinco de la tarde y en el orden del día figura la discusión admitidas. Ahora como antes y más si se tiene en cuenta que va del título III de la carta, que trata de los derechos y garantías a ser escogida -según parece- una fórmula que para ellas es más civiles. Actuarán como relatores los comisionados doctores favorable que la aprobada en días pasados. Por este motivo, Eleuterio Sema y Jesús Estrada Monsalve. numerosas damas se darán cita hoy en el patio de Mosquera del Pero como la mayoría de los miembros de la corporación está Capitolio, con el ánimo de demandar de la presidencia de la de acuerdo en la necesidad de reconsiderar la aprobación dada CEC se les admita en el curso de la sesión y mientras dure la en días pasados al artículo 15 de la carta que trata de las calidades discusión del tema que a ellas interesa. para elegir y ser elegido, es seguro que, antes de entrar al orden

El Tiempo, Bogotá. Año 44, No. 15254 (25, feb., 1954); p. 5, c. 2-3 VOCES DE MUJER

El Voto Femenino o un Hecho Cumplido El voto femenino es ya un hecho. Pudimos apreciar la intervención de las señoras que en su carácter individual actuaron ante la CEC y no podemos menos de admirar su brillante in telig en cia y patriótico desin terés. O ím os con serenidad y atención las exposiciones de los ilustres representantes de la C onstituyente, brillantísimas unas y desconcertantes otras por la pobreza de argumentos. El voto que va a traer el derecho ciudadano a un poco más de la mitad del pueblo colombiano, derecho justo y com o resultado de civilidad plena de un país, nos hace meditar profundamente en esta transición de nuevas responsabilidades. Se trata de un paso serio y trascendente en la vida histórica de Colombia, que no puede ser analizado al azar ni en forma jocosa. En estos momentos las opiniones son encontradas, pero la sensatez ideológica de la colectivid ad fem enina sabrá colocarse a la altura de esta nueva ruta,

encauzando con mesura y talento los diferentes criterios. A nte hechos cum plidos sólo resta formar un gran bloque de unión nacional que prepare a la mujer para hacer uso sensato de ese derecho, en donde ni la política ni las am biciones personales deform en su esencia. La mujer está obligada por convicción, por sentimientos, a colocarse en nivel diferente al del hombre bajo este aspecto. Le corresponde actuar en defensa de la niñez, de la juventud, del hogar y de sus ideales de engrandecimiento patrio, que son norma y principio de su propia naturaleza. Cada una debe ser guardián probo, justo e imparcial. No es la hora de capitalizar esfuerzos, ni de ser oportunistas. La mujer está hecha para actos heroicos, para herm osas campañas de cultura, para practicar el bien a lo ancho y a lo largo de la patria, para saturar el ambiente de paz y tranquilidad,

para am pliar horizontes plenos de vitalidad saludable. Tenem os la experiencia del dolor y la miseria; tenemos la experiencia y hemos sentido en propia came las consecuencias de los extremos. Por eso la actitud de la mujer frente a esta nueva situación, debe ser de unidad central, sin adjetivos. Sus actuaciones deben tener sellos de franqueza y lealtad. Su ética debe ser inconfundible. Tenemos seguridad de que sabrá justificar plenamente el ánimo de la Constituyente y será la colaboradora inteligente y mesurada. Las dirigentes del gran m ovim iento tendrán sobre sus hom bros graves responsabilidades y com prom isos inequívocos ante Dios y la Patria, porque ellas encamarán el éxito o el fracaso de una lucha que deseamos pura, grandiosa y constructiva.

Camila Uribe

El Tiempo, Bogotá. Año 44, No. 15256 (27. Feb., 1954); p.4, c. 1-4

El Voto Femenino en Colombia La tesis de quienes defienden el voto femenino parece haber obtenido la victoria en las deliberaciones de la CEC. Pero es una victoria apenas provisional. La CEC no va sino a proponer determinadas cosas a una hipotética Asamblea Nacional Constituyente y bien sabido es que «proponer no es obligar». Lo que sí es cierto es que fatalmente llegaremos al voto femenino, tarde o temprano, como acabaremos de llegar a la completa igualdad jurídica y política entre hombres y mujeres. La evolución universal en ese sentido es irresistible. De ello se convence cualquiera con la más breve comparación entre lo que en el particular ocurría hace treinta y cinco años y lo que hoy está a la vista de todos. Al terminar la primera guerra mundial no votaban las mujeres casi en ninguna parte. Hoy votan hasta en los más remotos poblados de la India, y son excepciones los lugares en donde todavía se les niega ese derecho. En realidad esa cuestión ya no es posible discutirla porque es de aquellas que se demuestran por consentimiento universal. El hecho innegable es la transformación del papel de la mujer en la vida cotidiana. «Reinas del hogar», (para repetir el viejo lugar común que no respondía siempre a realidades), de puertas para afuera las mujeres del siglo diecinueve nada representaban, o casi nada, en la vida del trabajo, en las actividades públicas, en los problemas sociales. Inmejorables temas para poetas, buenos o malos, vivían en una penumbra que será licito evocar con nostalgia pero que sería necio tratar de revivir. Esa situación ha desaparecido para siempre. Ahora las mujeres trabajan en todas partes, llenan las oficinas públicas y privadas, ocupan los primeros puestos en las universidades, están siempre presentes y han llegado en muchos países a tales extremos que ya hay escritores estadounidenses que muy en serio afirman que son ahora los hombres quienes deben reclamar igualdad de derechos con las mujeres. Aunque parezca paradojal, es lo cierto que aquí las feministas ganaron la batalla en 1945 cuando los liberales cometieron el error de aprobar los artículos catorce y quince del Acto Legislativo de ese año que decía: «Son ciudadanos los colombianos

mayores de veintiún años. Sin embargo, la función del sufragio y la capacidad para ser elegido popularmente, se reserva a los varones». Este artículo extravagante, que creaba un desaforado privilegio para lo que otrora se llamara el sexo fuerte, por su misma absurda redacción provocaba, exigía y determinaba la solución contraria. La posición adoptada en el año 1945 era de tal manera insostenible que tiene que producir necesariamente la declaración de igualdad que ahora se persigue. La loca tentativa de reservar a los varones los derechos políticos nos lleva de la mano a reconocer esos derechos, ampliamente, a las mujeres. Ya no es hora de pensar si será para bien o para mal. Quienes crean en el sufragio tendrán que otorgarlo a cuantos sean ciudadanos. Todas las razones que se pretenden aducir contra el voto femenino tienen igual peso contra el voto masculino. Son lógicas en quienes abominan del sufragio o le temen, pero cuantos lo creemos fuente única e insustituible de los poderes públicos tenemos que aceptar sin reservas, lo que los tiempos mandan y la razón aconseja.

el voto femenino no haya producido casi en ninguna parte resultados apreciables. Los parlamentos del cincuenta y tres originados principalmente en el voto femenino, en nada se diferencian de los del año veinte, cuando ellas no habían principiado a votar. En cambio los anti-feministas esgrimen ese hecho como una prueba de que el voto femenino no tiene mayor significación. No hay que olvidar que en tratándose de los derechos de la mujer los derechos civiles tienen, para lo que a la realidad de la vida diaria se refiere, mayor efectividad que los derechos políticos. En este sentido si los liberales son responsables de la disparatada declaración de 1945, también lo son de las leyes que en la Administración Olaya, y por inspiración del doctor Luis Felipe Latorre, otorgaron a la mujer colombiana casi todos los derechos de que hoy dispone. Al profesor de La Morandiere, hoy ilustre decano de la Facultad de Derecho de París que presidió una misión de juristas franceses en Bogotá en 1939, oímos declarar que la legislación existente en Colom bia constituye un desiderátum para la mujer francesa y que ojalá pudiera ésta conseguir algo semejante.

¿De que le servirá el voto a las mujeres y de qué le servirá al país? Ese es el secreto del porvenir. Ojalá pudieran ellas contribuir al apaciguamiento de los espíritus, a imponer nuevos criterios en la lucha de los partidos, a enderezar la acción de los legisladores hacia los problemas básicos de la vida, las necesidades de la familia que la mujer encama y representa. Podrían las mujeres dignificar la política, como suelen dignificar la vida en todas sus formas. En todo caso, conviene acoger la evolución -que nada podría contener- con espíritu optimista. Es la mejor manera de procurar su éxito. Veremos si en Colombia se cumple esa curiosísima ley, no esperada por nadie y unánimemente seguida, de que las mujeres no votan por mujeres. En varios países el electorado fem enino es mucho más numeroso que el masculino. Las mujeres votan más que los hombres y sin embargo las candidatas femeninas resultan estruendosamente derrotadas y el grupo femenino en todos los grandes parlamentos es exiguo, casi inexistente en algunas partes. Las feministas entusiastas con no poca habilidad afirman que a ello se debe el que

Valdría la pena de estudiar cuidadosamente este aspecto del problema y de considerar si lo que entonces se obtuvo satisface plenam ente o debe ser mejorado y completado. En el grupo, -por cierto de extraordinario valor intelectual-, que representa con no discutible autoridad las aspiraciones de las mujeres colombianas, figuran algunas que han hecho muy sólidos estudios jurídicos, y alcanzado brillante­ mente honrosos diplomas. Podrían ellos completar la tarea en que andan empeñadas y asegurar en todos los campos reales y efectivas reformas. La mujer colombiana ha llegado a la mayor edad. La Constitución la reconoce como ciudadana. Esos son hechos que deben tener sus plenas consecuencias. Colombia necesita, para ser lo que debe ser, en todos los órdenes, para caracterizarse como democracia auténtica, segura y prestigiosa, del concurso intenso de todos sus hijos. ¿Cómo rechazar, cómo no admitir con alborozo y esperanza el concurso que puedan prestarle las mujeres colombianas?

***

El Tiempo, Bogotá. Año 44, No. 15257 (28, feb., 1954); p. 4, c. 5; p. 22, c. 4-6 DEFENSA DE UN DERECHO

Las Mujeres Hacen la Historia

Por LUIS LOPEZ DE MESA

Discurso pronunciado por el profesor Luis López de M esa, en la sesión plenaria de la CEC., el 15 de febrero del presente año. «Ya que habrem os de aprobar la norm a del su frag io fem enino, hagámoslo con unanimidad y aun por aclamación, para que ello ocurra más elegantemente: A ese fin hablo, y al de amistar un poco a las señoras que nos favorecen aquí por su presencia y buenas luces con el grupo nuestro disidente. A la verdad, sólo diferim os en consideraciones de tiempo y modo, mas no de esencia, y las dificultades aducidas en contra no persuaden certidumbre, pues de la cedulación no nos incumbe a nosotros sino al señor doctor Quintero de Fex, registrador del estado civil, y la de barbarie p o pu lar de los com icios m erece explicación aparte, que aportaré luego. Así pues, señoras, no crean que los oponentes quieren negarles el justo disfrute de este derecho, que derecho es, dígase lo que se dijere, antes lo condicionan un tanto y lo retardan por exceso de estima. El muy fam ado Salom ón dijo: «Entre los hombres h allé poco; en tre las m ujeres n in g u n a» ... lo que al p arecer significaría grave calificación para ustedes, si no supiésemos que así desacreditándolas, quería llevárselas casi todas consigo; y tal me parece que nuestros compañeros de comisión que se oponen a esta enm ienda constitucional lo hacen por temor de no llevarse a su casa el voto de ustedes. Lo cual es error, o paralogismo a lo menos, pues el sufragio femenino en nada mudará la política imperante

hoy, porque la gente cam bia de vestido, de com ida, de lengua, de religión y aun de patria, mas nunca de partido, sino aquellos que no lo tienen sinceramente. En Colombia existen tres millones de mujeres liberales y tres millones de m ujeres co n serv ad o ras, y esa aritmética persistirá con sufragio o sin él. Limitado o íntegro. Ni otra cosa acaeció en el mundo, que desde los países escandinavos hasta la Turquía de Kemal Ataturk, desde la sesuda Inglaterra hasta la India renaciente, conoce de estas novedades de la sociedad moderna y el derecho sin trastorno alguno.

del devenir, se define, por su otra faz «hembra», «fembra», «femina» que algunos em parentan etim ológica­ m ente con «fieri» y «futurus», es decir, «hacedora de futuro», y otros, quizá m ejor con el radical «feo» o «fio» que en latín compone «fecun­ didad» y en griego «alimentar», es a saber, asimismo «hacedora de futuro». El señor doctor A lzate Avendaño, eximio artillero parlamentario, nos recordó oportunam ente el caso de Lisístrata, ejemplo de hábil mediación de la mujer para imponer cordura a los hombres. Otro hay, sin embargo, más persuasivo. Porque aquella vez los griegos que escucharon la comedia suasoria y cruel de A ristófanes, desperdiciaron su enseñanza, y la anflictionía sucum bió irrem isible­ m ente con Filipo y A lejandro de M acedonia. A dem ás, el irónico Aristófanes, poeta egregio sin duda, era lo que en el siglo XIX llamábamos u ltram o n tan o y hoy m isoneista, conform e lo dice su agresión a Sócrates, a punto de ser descalificado por él, si no lo hubiesen defendido Platón y Jenofonte.

H ablan los tim o rato s . en esta innovación de conservar a la mujer en sitio de decoro, o como si dijésemos, en vitrina, inaccesible a la degradante co n tam in ación de la turbam u lta callejera. La miran con la lente cordial del rom anticism o, que la encarnó primorosa en la M aría de Isaacs, en la Ofelia de Shakespeare, en la Beatriz de Alighieri, en la Nove de Petrarca... Cierto así es, en una de sus fases: Mujer, «mulier», «mollior», «mollis», significa «suave» y «delicada». Mas ella no se confina a este paraíso róseo Mejor citar el episodio de las Sabinas, de la ensoñación poemática y trono éste si real y eficientísimo. Pues no suyo de ternuras, sino que anhela sólo m ediaron entre sus padres y p artic ip ar en el n acim ien to o raptores para imponer paz duradera, conformación eficiente de la realidad sino que con ello fundaron el Imperio ruda y verídica. Cual lo dice Bergson de Roma, más sabino que latino, como de la inteligencia que «cabalga» sobre lo prueba el que a Rómulo sucediera las cosas, en vez de ir dentro de ellas, Numa Pompilio y que ciudadano se como la intuición y el instinto, según dijese luego «querite» con palabra su, a mi vez, equivocada distinción de sabina, y aún hoy se llame «Quirinal», esas maneras de entendimiento, a que el palacio italiano de gobierno. le condujeron los entom ólogos de ¡ Y hay quienes discuten la eminencia entonces, la mujer, que, si de veras, espiritual de la mujer! se coloca en la intimidad de la vida, y L a confu sió n em ana de que las no al margen suyo, como el varón, m ujeres hacen la h isto ria y los actora y no observadora meramente hombres la escriben. Obsérvenlo en

la psicología que rige las epopeyas, especie la más preciada de la literatura u n iv ersal. C om enzando por el Génesis, epopeya sui géneris: De h ab erlo escrito una m ujer nos interpretaría de muy otra suerte lo ocurrido en el Paraíso. Nos revelaría la inquietud de Eva por no saber a buen seguro si su hombre sería capaz de sostener la casa de no ayudarle tanto la Divina Providencia; si sería o no capaz de d efen d erla de los anim ales circu n d an tes, caso de tornarse agresivos; si obedecía tanto por v irtu d , en fin, o de m era pusilanimidad. No había más recurso que producir la crisis, como ahora decimos, y plantarlo ante un hecho cumplido, a ver si de verdad la quería y era hombre. Lo de la serpiente lo inventó luego para que él no la regañase. Algo así hubiese narrado acerca del episodio de Calipso en la Odisea; que ella lo había estudiado de pies a cabeza y hallado un mucho fanfarrón y un tanto em bustero, y despachándoselo a Penélope con gentiles disculpas de aprecio por su fidelidad. Ni más ni menos que lo hizo Dido con Eneas, fastidiada de oírle hablar día y noche de su mamá y de su esposa, de su misión providencial y otras virtudes de que ella quedaba ausente; mejor que se fuera, y así poder casarse, como lo supone Jules Lem aitre, con un núm ida cazad or de leones, d es­ preocupado de las divinidades del Olimpo y, sobre todo, que viese por los ojos de ella, y la hiciese madre de robustas generaciones, centro de vida y hacedora de futuro. Y así de la Iliada y así del Ramayana... Ricardo W agner lo intuyó genial­ mente al interpretar a Djerúis en el «A nillo de los N ibelungos» ator­ m entada y to rtu rad o ra a la vez mientras no pudo descifrar cuál de los dos, Sigurd o Gunther, era el héroe, el digno de perpetuarse gloriosamente en el mundo. Y nos la describe hecha un alud de energía indom eñable cuando lo descubre de vero y puede estimular su bravura varonil, ante la muerte. Esa es la m ujer esen cialm en te

fem enina. Las que nos escuchan, refinadas, ¿Qué no harían si alguien les matase a su padre, o a su esposo, o a su hijo? ¿Qué no harían? ¿Para qué, sin ellos adelante, las finuras de la vitrina en que algunos quisieran retenerlas en ficticio reinado de muñequera? Evidentemente, ellas no querrían permanecer al margen de una tragedia que las desposee de lo que son en lo que aman, ni cancelar por genuflexiones de cortesanía la vida misional de su destino. Se dice que nuestro pueblo ha sido cruel y arrebatado de violencia. Que no respetaría nada ni a nadie. Quién sabe si no som os noso tro s, in telectu ales, los que a ello le condujimos, pervirtiéndolo injusta­ m ente. N osotros los que hem os traicionado el espíritu. En cincuenta años de vida pública, ha visto detrás de cad a v io len cia y de cada inmisericordia, de cada crueldad y de cada abuso un d o cto rado , un doctorado «cum laude» a veces, un llamado hombre culto, instigador o en cu b rido r im pune. C o nvendría verificar este balance, para no falsear tan arb itrariam en te la h isto ria, baldonando a otros, que a menudo obed eciero n o im itaron a otros, cómplices apenas. No hay ejemplo de mujer alguna que haya in stig ad o o p racticad o atrocidades en el tiem po que tan dolorosamente las padecimos, antes vióselas ir a donde quiera que fue necesario en tareas de restañar heridas, de minorar desastres, de consolar en lo factible el infortunio que causamos los hombres. ¿Y a ella le negamos el derecho a intervenir en la república y poseer plenitud de ciudadanía? Se habla de distinción entre derechos políticos y civiles, como si ésta no fuese d iferen cia funcional recientemente conocida. Ciudadano no viene de ciudad, sino al revés: « civitas» de «cives». Y éste de «Keimal», «habitar aparte». Los griegos traducían «civillitas», «ciudadanía»por «politiké», política. Han existido m uchas especies de ciudad; la ciudad-estado, a que me refiero ahora, la urbe, ciudad

am urallad a d efen siv am en te; la «polis», con ciudadela fortificada aparte; la castrense, lim ítrofe; la castellana, al amparo de los castillos feudales; la episcopal, protegida por la iglesia; la comercial o emporio, la relig io sa, la u n iv ersitaria, la específicamente oficial, en fin. En la ciudad por antonomasia, o ciudadestado, la ciudadanía se predicaba unívocamente de los derechos civiles y políticos a la vez. Porque la ciudadanía es el ‘ámbito ju ríd ico de la personalidad, y se requiere plena para la plenitud de la persona. Ahora bien, Iglesia y Estado reconocen a la m ujer dicha perso­ nalidad perfecta, y no reconocerle la perfecta ciudadanía es fraude jurídico, así se le disculpe con muchas finezas de dicción. Se afirm a con argum entos de au torid ad que el su frag io no co n stituy e derecho sino función m eram ente. M as ello es que la autoridad vale por la razón que la asista y no por la persona en sí. En este caso, la dem ocracia sólo es factible por representación para que se cumpla el derecho que las naciones tienen a g o bern arse, y com o el sufragio es condición esencial para el ejercicio de dicha representación, adquiere de esa esencia virtud de derecho. Derecho por participación, si se quiere, pero derecho al fin y al cabo. ¿Que el pueblo, nuestra gente común no está p rep arad o p ara ciertas novedades de perfección jurídica? No creo que tal ob jeció n persuada certidum bre. L a C onstitución es conjunto armónico de normas para convivir jurídicamente en sociedad, y no sólo deben estatuirse las que expresen el momento cultural de la respectiva nación, pero asimismo las que la habiten para obtener nuevos adelantos en el progresivo perfec­ cionamiento social y procomún. Es, pues, adecuación a una realidad ex isten te, y em blem a de otras realidades apetecibles. En medio del maestro de conflictos y tragedias, de confusión espiritual y abominaciones

de la conducta en que hoy vivimos desolados, asolados y perplejos, ella, la Constitución, ha de ser símil de aquella torre del hom enaje de los castillos feudales, donde se juraba la defensa y adonde se refugiaban los últim os sobrevivientes en peligro

inminente de derrota. Y no que yo anuncie derrota alguna del ideal. Profeso que esta época es de transición, caótica, transición sin duda y torturante, pero transición al fin hacia nuevo reajuste de los valores culturales del hombre, y que no finará

el siglo sin ver la edad dorada con que antaño ensoñaron otras generaciones, esta vez ecuménicamente valedera y quizá ya firme. H agám onos dignos de ese futuro advenimiento».

Lecturas Dominicales, El Tiempo. Bogotá (28, feb., 1954); p. 3, c 3-6

POR QUÉ RECLAMAMOS EL VOTO Por Esmeralda Arboleda de Uribe. Especial para El Tiempo.

L

a C om isión de E studios C o n stitu cion ales entró a estudiar el artículo 15 de la Carta y por tanto a definir la capacidad ciudadana de la mujer. Como en Colom bia todavía hay discusión acerca de ese tem a que ya está definido en casi todos los países del m undo civilizado, hemos tenido oportunidad de conocer las tesis más peregrinas. Ellas abarcan desde el campo internacional hasta el de los quehaceres domésticos. Me propongo hacer un recuento de las opiniones más generalizadas en relación con el sufragio femenino. Mi posición dista m ucho de ser im parcial, porque soy fervorosa defensora de la consagración de la ciudadanía plena de la mujer colombiana; pero como considero que quienes se oponen a ellas lo hacen de buena fe, parto de sus propios argumentos para defender el voto femenino. Hay q uien es afirm an que no hay C onvenios Internacionales que “obliguen” a Colombia a reconocer la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer. En esa afirmación va envuelto un desconocimiento o una inconformidad sobre la respetable conducta del país en materia de pactos internacionales. Se cumplen aun los no ratificados. Y en el caso concreto que nos ocupa, C olom bia no ha hecho salvam ento de voto en las declaraciones ni en los convenios que se refieren a la igualdad de derechos del hombre y la mujer. Algunos otros países han salvado su voto para no crear conflicto entre su Constitución y sus compromisos internacionales. Pero es más, por medio de la Ley 13 de 1945 Colombia ratifica la Carta de las Naciones Unidas cuyo preámbulo consagra el principio de la igualdad entre los asociados, sin

distingos de sexo, raza o religión. Posteriorm ente, en diciem bre de 1952, Colom bia se obligó m oral­ m ente (no ha habido ratificación porque no se ha reunido el Congreso) al C onvenio de los D erechos Políticos de la Mujer, algunas de cuyas cláusulas rezan: «O to rg am iento a la m ujer del derecho de voto en todas las elecciones, al mismo título que el hom bre, sin n inguna d isc rim i­ nación». «Elegibilidad de la mujer a todos los organismos públicamente elegidos establecidos por la ley nacional, al mism o título que el hom bre, sin discriminación». «O to rg am iento a la m ujer del derecho a ocupar puestos públicos y a ejercer todas las funciones públicas establecidas por la ley, al mismo título que el hombre, sin ninguna discriminación». Se dice que las m ujeres de C olom bia no estam os preparadas para el ejercicio de los derechos políticos y que además iremos a las urnas dominadas por influencias extrañas. En cuanto a la impreparación política, reconozco que existe y es lógico que así sea, porque no en vano se nos ha vedado ese cam po durante siglos, hasta en las conversaciones familiares. Pero los tiempos han cambiado y las colombianas vamos a preparamos para ingresar decorosamente a la vida política del país. No será muy grande el esfuerzo, porque cada día aumenta el número de mujeres que estudian, que trabajan, que adquieren una clara conciencia de su responsabilidad social. Esas mujeres tendrán la noción exacta de sus derechos, como la tienen de sus obligaciones, y no solamente rechazarán influencias extrañas, sino que defenderán de ellas a las

que no puedan hacerlo por sí mismas. Ha sido muy interesante la afirmación hecha por todos los opositores del voto integral para la mujer, en la Comisión de Estudios Constitucionales (C.E.C.). Dicen ellos que no tienen razones filosóficas o teóricas para oponerse a que la Constitución consagre la igualdad de derechos políticos para el hombre y la mujer. Afirman que no dudan de la capacidad femenina y que sus razones para oponerse son de orden práctico y circunstancial. Sin embargo, las mismas razones que son válidas contra el voto integral deben serlo contra el voto restringido que ellos proponían, si es que hay lógica. Además, limitar la intervención política de la m ujer a las elecciones m unicipales en vía de ensayo, es lanzarla a la más encarnizada de las luchas electorales, en la cual no sólo se debaten intereses políticos, sino particulares y con nombre propio, principalmente en las ciudades y pueblos pequeños, que son los más en el país. Se dice que las mujeres debemos llegar gradualmente a la plenitud de los derechos p o lítico s. No tengo conocimiento de que se haya usado el mismo criterio en cuanto a nuestras obligaciones. No se nos exonera de las cargas impuestas a los varones, ni de responsabilidad alguna civil y penal; y en forma cuantiosa contribuimos al fisco con el pago de todos los impuestos directos e indirectos. Fue presentada en la CEC., una fórmula según la cual se consagraría la elegibilidad de la mujer, pero no su capacidad para elegir. Esa fórmula, además de galante era utópica, porque si las curules son insuficientes para cumplir los compromisos políticos de los partidos, no existiría la más remota posibilidad de que una siquiera de ellas le fuera dada a una mujer, carente de cauda electoral. Por otra parte, las mujeres que pedimos el reconocimiento de nuestros derechos políticos, no pensam os en las posiciones que podam os lograr con ellos, sino que queremos intervenir directamente en el planteamiento y en la dirección de los destinos de nuestra patria, ya que representamos más de la mitad de la población del país y hasta ahora sólo hemos recibido las consecuencias, buenas o malas, de la política nacional. Nuestra capacidad para ocupar altos cargos ya está consagrada en la Constitución. No son pocas las personas que dicen que la m ujer colombiana no quiere ni ha pedido el reconocimiento de su derecho al sufragio. Ni esta afirmación ni la contraria pueden hacerse con bases técnicas porque no se ha efectuado un verdadero plebiscito. Sin embargo, a la CEC., fue presentado un memorial firmado por más de tres mil mujeres de todas las clases sociales, económicas y culturales del país, en

el cual se pedía el reconocimiento de la ciudadanía plena. Además, los derechos no se reconocen y consagran para complacer solicitudes, sino porque entrañan justicia en sí mismos. La Ley 28 de 1932 sobre régim en de bienes en el matrimonio, no se creó a petición de todas las mujeres casadas de Colombia. Por el contrario, fue duramente atacada y de ella se dijo que redundaría en menoscabo de la autoridad marital y por tanto debilitaría la institución familiar. En veintidós años ninguno de esos desastres ha sufrido y quienes combatieron esa ley no han tratado de in v alid arla, p o rq ue actu alm en te co n stitu y e la reglamentación de una costumbre tan arraigada que su remoción sería prácticamente imposible. Otro de los argumentos contra el voto de la mujer es de de que afectará grandemente su feminidad. Yo no sabía que para algunas personas la feminidad fuera accesorio o removible. Siempre he creido que es la esencia misma de la mujer y nunca había pensado que pudiera dejarse con la papeleta en una urna electoral. Las mujeres del mundo entero continúan siéndolo en el mismo grado y con las m ism as co n d icio n es fem en iles, con prescindencia de que participen o no en la vida política de sus pueblos. En C olom bia no se ha observado transtorno alguno en la feminidad, y hace muchos años que las mujeres estudian y trabajan con los hombres y como ellos. Que las actividades políticas llevarán a la mujer fuera del hogar. ¿Pero es que la vida moderna con sus imposiciones y necesidades no lo ha hecho ya? En lo que va corrido de este siglo la humanidad ha sufrido el flagelo de las dos guerras más crueles y destructoras. Los hombres fueron a los campos de batalla y la producción, la industria toda que no podía interrumpir su marcha, ocupó a las mujeres. E sas nuevas actividades crearon en la m ujer una m anifestación p sico ló g ica tam bién nueva en sus relaciones respecto de la sociedad y respecto del hombre. Ya no podía ni quería regresar totalmente a las tareas caseras de antes. Siguió trabajando en cuanto ello le fue posible y actualmente en casi todos los países del mundo contribuye al sostenimiento económico del hogar y tiene una concepción más clara de sus responsabilidades y de sus derechos. En su posición de guardiana del hogar tiene la mujer el mejor de los argumentos en favor de su participación en la vida política. Queremos contribuir por todos los medios a que la paz sea duradera en nuestra patria; queremos elegir gobiernos justos y queremos alejar para siempre la posibilidad de que nuestros hijos, nuestros esposos y nuestros hermanos sean víctimas de la violencia y la barbarie.

Lecturas Dominicales, El Tiempo, Bogotá, (26, feb., 1954); p. 3,c. 5-7

¡NO MÁS DERECHOS INNECESARIOS! Por Emilia. - Especial para El Tiempo

E

l mundo femenino de Colombia que entra a querer ser menos El vicepresidente de la CEC, femenino, se ha decidido a defender adversario del voto femenino, dio sus derechos políticos contra el orden de no dejar entrar a las hombre. Contra ese ser absorbente y temible que es el hombre, el hijo, el señoras al salón de las m arido, el padre, el herm ano, el deliberaciones. Ellas, amigo. Contra el ser que se traga como ingeniosamente, consiguieron que Jonás a la ballena -invirtiendo la esa tarde concurriera el historia- nada menos que los derechos presidente, y todas, al cambiar la políticos de la mujer. Las mujeres rechazan bruscamente directiva, pudieron hacer acto de todo lo que hace amable la vida; la presencia. Obtuvieron la confianza que hacia ellas va de las rectificación y les fue aprobada manitas tímidas de los niños, hasta las una fórmula favorable. Pero si el manos adoloridas de los hombres. Las debate se clausuró mujeres no quieren la galantería, y piden su propia fuerza emanada de las transitoriamente en el Capitolio, leyes, ellas, en cuyo interior y lo saben sigue por fuera. Hay por ejemplo, bien, necesitan el apoyo del hombre. mujeres descontentas con la idea ¿No? Bueno; sinceras nunca lo fueron de nuevos derechos. La escritora del todo, pero es que las mujeres -¿qué hemos de hacerle?-, son así. Emilia Pardo Umaña, una de ellas. En estas páginas explica por qué. La exposición de los argumentos favorables En los países civilizados las mujeres corresponde a la doctora en leyes tienen igualdad de derechos políticos Esmeralda Arboleda de Uribe. La a los hom bres; votan, en los parlamentos refutan las ideas, estudian polémica, pues, lejos de apagarse, leyes, van a todos los altos cargos se renueva y adquiere sugestivas públicos y allí adm inistran lo que dimensiones. pueden -es decir su parcialidadasombrosamente. Suponiendo que Colombia fuese -que no lo es- el país más civilizado de la tierra habría que preguntarse si han ganado algo las grandes naciones conque las mujeres al entrar de lleno en la política hayan influido más o menos en sus destinos y tendremos que no. ¿Pero creo tan pequeña a la m ujer? ¿Tan incapaz? No; es que imagino que la naturaleza dio a la m ujer dem asiado para que pueda

jugarlo a cam bio de una m entida igualdad, pues bien sabemos ellos y nosotras, que la m ujer afo rtu n a­ damente no piensa, ni juzga como el hom bre. Que su m oral es distinta porque se funda inclusive en derechos que no son p o lítico s, pero son inm o rtales, dados sólo a D ios, exclusivamente a Dios, como aquel derecho que ningún ser humano puede hacer suyo como el de perdonar.

Eso no pertenece a los hombres; ni los más santos, ni los más puros, han podido nunca ser dueños del perdón: «Yo te absuelvo... En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo». Yo te libro de esa carga de tus culpas y tus injusticias en el nombre de Dios. Dios es algo lejano y casi difícil de amar y comprender; pero las mujeres que son las madres, unen suavemente al hombre con Dios. Ellas se arrogan tan tranquilas el don del perdón, porque de sus manos y en sus manos está encerrada toda la bondad, la ju stic ia , la co m p rensió n y la misericordia del mundo. Y porque no saben juzgar. Pero sus manos y sus m iradas saben perd o n ar; es un derecho que les vino directamente del hecho de dar la vida y de ayudarla a soportar. Conozco a una matrona que nunca ha pensado en ir a las urnas y dice: «¡La maternidad es una enfermedad que empieza y no acaba nunca!». Y ella no cambiaría esa enfermedad, que muchas veces ha vuelto a su hogar, por ninguna de las riquezas de la tierra. ¿Pero se podría impartir más justicia? No; las mujeres tienen su justicia y su justicia es comprender y no juzgar. Las m ujeres tienen el cam po más amplio del mundo, pueden formar y reformar, educar y corromper, hacer la vida dulce, y tienen... Doña Josefina Valencia, hablando de los derechos de la mujer arguye que nosotras las pobrecitas colombianas, no tenemos responsabilidad en la cosa pública. Vaya. ¿Y existe, ni existirá nunca una responsabilidad mayor a la de la madre? ¿Han tenido alguna vez los hombres esa respnsabilidad que da

valor para todo, que las lleva a los campos de batalla, que las coloca con el pecho alerta y palpitante ante la bala que puede romper la vida de uno de los suyos? Es el pecho valiente de la mujer; el que un día de savia rica y buena se llenó de leche, y otro, pasados los años, ya escu rrid o , ajeno a las tentaciones, vigila siempre como si en cada una de esas arterias vibrara un corazón. Don M iguel A ntonio Caro fue un hom bre e hizo -im p u so - una Constitución, una base de patria más adelantada sin... sin contar con las m ujeres, ¡qué horror! Don M iguel Antonio Caro nunca habría aprendido a leer siquiera si su m adre, doña Blasina Tobar de Caro no hubiese hecho amplísimo uso de sus derechos; ella montó una panadería y sus manos tan blancas y tan bellas se quemaron m uchas veces; ella aten d ía a la clientela, ella contaba los centavos uno a uno, porque eran el colegio de los hijos, la ilustración de los hijos, el porvenir de sus hogares, y por lo tanto el porvenir de la patria. ¿Por qué no le dieron más bien un cargo de ministro del Tesoro? Porque ella tenía su hogar; ella tenía que recibir a sus pequeños y coser los cu adern os, aq u ello s cu adernos humildes en los que el hijo escribía: «P atria, te adoro en m i silencio mudo... No te pido el amparo de tu escudo, sino la dulce sombra de tu manto, Quiero en tu seno derramar mi llanto, vivir, morir en tí, pobre y desnudo». Se ve que por detrás de la Patria se asomaba sonriente y buena una mujer, una m ujer que no era un gran parlamentario, sino una gran madre.

¿Pero perderán algo los hijos? En el mundo que tiene esa decantada y necia igualdad de derechos políticos han perdido los hijos; sus madres tienen que estudiar largos inform es y no

pueden enseñarles a m anejar las manitas sobre el piano. Sus madres tienen que asistir al parlamento y ellos saben que por brillantes que sean (hablo del gran mundo civilizado) son un poco ridiculas. Decía EL TIEMPO que no era justo que una nación tom ara m edidas y m edidas -para rectificarlas a cada instante, sea dicho de paso- si la mitad de sus habitantes no podían opinar. Yo quisiera saber cuántos habitantes de los que sí pueden opinar, han estado libres de la influencia de una mujer. Qué informe existe y de qué sitio del mundo, en donde ya son viejos los derechos políticos de las m ujeres como Inglaterra, y en los que hay una educación perfecta, de que las mujeres sacadas de su sitio hayan sido útiles. Claro que era necesaria la paz; no más guerras, ni más sangre, ni más dolores para los humildes y la buscó el viejo, «el buen viejo Chamberlain». Pero como no pudo lograrla y había que salvar a la Patria se llamó al señor duque de Malborough, Mr. Winston Churchill para que tomara el gobierno. M onty M ontgomery se encargó de dirigir la guerra en Africa. ¿Y las mujeres? ¡Anjá! Q ué digo yo de la pasiva resistencia en las ciudades, de la rápida y organizada evacuación de los niños, de la sobria tranquilidad con que se aceptó el ham bre, de las viejecitas que esperaban a la salida de los oficios, serenas y dulces, que acabaran de caer las bombas? Esas estaban cum pliendo con sus derechos; más fuertes que el hombre, más valientes, más concientes. Pero no eran -nunca han sido las mujeresde timón de barco.

¿Necesitan trabajar? Lo sé; yo trabajo hace treinta años; lo sé. Los hombres no son nunca el obstáculo porque no hemos despertado en ellos el enemigo y ellos son los amigos. Porque nos creen débiles -somos más fuertes que ellos- y se ríen alegres al vemos reir. Y n o so tras tan tran q u ilas nos reservam os todos los derechos de

ellos y los nuestros; decimos tonterías (¡som os m u jeres!) b analm ente pensamos que el mundo es hermoso porque son hermosos los niños, y nos enam oram os de los hom bres -qué pamplinada!- cuando ellos, que están en plenitud de sus derechos políticos, se enamoran de las acciones de Paz de Río y, eso sí, de las mujeres. ¿T am bién a los hom bres se les dispensa la máxima confianza? Yo creo que la confianza y el grito y el aplauso férvido de cien multitudes, no vale la suave caricia de unas manitas indefensas que esperan lograr con eso, lo mismo un trompo que la salvación eterna.

¿Pero es que vamos a la zaga del mundo? Tonterías, necedades; no es ir a la zaga del mundo ser mujeres. Es ir a la cabeza; las mujeres tienen todos los recursos, empezando por el de las lágrimas, y el de la oración, y el de la risa despreocupada, y el de la infinita ternura, mientras no pretendan usar y poseer recursos políticos. Los hombres malos o buenos, ven en conjunto las cosas; ven en grande, saben hasta cierto punto lo que hay que hacer, su trabajo es bueno y lento, su cap acid ad de in v estig ació n infinitamente mayor. Las mujeres -las más inteligentes- son de detalles; les gusta ver poco a poco, y creen que una buena com ida y un hogar estable pueden hacer a poquitos, cada día un poquito, la felicidad. ¿Lo lograrían con sueldos del Estado? Pero si esos, los sueldos enormes del Estado y de todas partes los ganan los hombres para... ¡para las mujeres! Que, tan débiles como son, se las arreglan para cogerlos dejando al hom bre satisfecho . Yo he visto hombres públicos eminentes que se inclinan angustiados ante la esposa enferm a, y que lloran una vida la m adre m uerta. E llos saben amar, hablar y luchar; pero no pueden olv id ar que una tern u ra que los comprendía se les fue de la existencia.

Semana, Vol. 17, No. 402 (12, julio, 1954); p. 32-33 CAMPAÑAS

Baraja de nombres L

a lucha de la mujer colombiana p or co n seg u ir que se le reconozca el derecho de elegir y elegida en los comicios populares no es m uy an tig u a, ni en ella ha intervenido la gran masa femenina de la nación. A lgunas la rem ontan a 1930, cuando se permitió a la mujer h acer carrera u n iv ersitaria y las primeras valientes se dieron cuenta de que podrían además llegar a participar más a fondo en la vida colombiana. En 1930 María Currea de Aya asistió como delegada de la nación a la Comisión Internacional de Mujeres (Washington) y tal nombramiento fue co n sid erad o com o un triu n fo fem inista por el grupo de mujeres intelectuales de entonces, mientras la gran masa miraba con mal disimulada extrañeza, cómo sí era posible que una dam a tom ara p arte activ a en conferencias internacionales. La inquietud feminista no se apagó. En 1940 «los padres de la patria», los parlamen­ tarios, las escucharon en el seno de las cámaras y allí fueron la millonaria M ercedes Sierra de Pérez, M aría Luisa Uribe de Ujueta y 60 más. El entonces presidente del Congreso, Jorge Soto del Corral, las recibió con la gentileza que le era habitual y los legisladores las escucharon cortésmente pero sin entusiasmo. No consideraron entonces que pudiera ser interesante un debate sobre el voto femenino y las señoras tuvieron que contentarse con aplausos de cortesía. Pasen, señoras, pasen...

Al final de la segunda guerra mundial, las mujeres colombia­ nas encontraron en casi todos los «preám bulos» de las C artas y Declaraciones suscritas a partir de 1944, frases fav o rab les a sus Preámbulos.

aspiraciones. En todas se consagraba la abolición de discriminaciones de serraza, sexo, religión, idioma... pero aunque C olom bia se apresuraba a firmar tales cartas y declaraciones no las po nía a fu n cio n ar en sus instituciones. Hasta el punto de que al obtener recientemente el voto la mujer paraguaya, solamente quedaron sin él, en América las colombianas, las hondureñas y las haitianas. Los esfuerzos evidente­ mente aislados, de la Unión Femenina de Colombia, fundada en 1944 por Rosa M aría Moreno Aguilera, Maria Currea de Aya, Ilda Carriazo, Camila U ribe y A ydee A nzola L inares (P ortad a SE M A N A 388), los innumerables memoriales - elevados ante los p o deres E jecu tiv o y Legislativo, las esporádicas conferen­ cias de d iv u lg ació n fem enina, cristalizaron al parecer el año pasado cuando la C om isión de E studios Constitucionales, CEC, recibió un m em orial su scrito por tres mil mujeres, en el cual vuelve a pedirse, en síntesis, el reconocimiento de los derechos políticos para las colombia­ nas. Los debates alrededor del tema, interesantes y muy concurridos, y tuvieron lugar en el seno de la CEC durante los primeros meses de este año. Sus miembros no lograron llegar a un acuerdo unánime y las votaciones fueron reñidas. Finalmente, se aprobó una fórmula incolora que en realidad pasa la pelota a la ANAC (Asamblea Nacional Constituyente) próxim a a reunirse, la cual, en última instancia dará el sí o el no a las damas. Ellas cuentan, al m enos, con el deseo, expresado por el presidente Rojas de que se les otorgue el voto. Y cuentan con algunos constituyentes «seguros». Por eso, porque han entendido que la batalla final se librará en la ANAC, ¿Ahora sí?

MARIA CURREA DE AYA El «feminismo» no es de hoy

enfilan ahora sus baterías hacia el objetivo de lograr representación allí. En las últimas semanas se decía que en efecto, de dos a cinco mujeres formarían dentro del grupo que según el deseo presidencial, deberá ampliar la Asamblea, junto con los liberales el ejército y el clero. Lo que les preocupa ahora es hacer la escogencia de las que han de asistir. Es un terreno v id rio so , p ro p icio p ara herir susceptibilidades, pero ellas confían en el desinterés de todas. Sin embargo, en los «tés - canastas» y similares siguen barajándose nombres. Tales preocupaciones de últim a hora han im pedido a sus dirigentes feministas desarrollar una campaña de divulgación más vasta. Es evidente que hoy, la gran masa de las mujeres colombianas ignoran lo que dicen y piensan las dirigentes de las ciudades. De ahí que el argumento sostenido por alguien en una discusión «entre hombres solos» sobre el voto femenino, no carezca de razón: «¿Por qué temerle al sufragio de la mujer ? Al fin y al cabo y por lo menos durante los diez o quince primeros años de su vigencia solam ente lo utilizará el grupo reducido de las intelectuales feministas. La gran masa permanecerá, posiblemente, ajena a él. Después, cuando todas las mujeres colombianas se decidan a votar, el país tendrá mayor madurez política y entonces ellas tampoco serán un problema...». Sutilezas.

El Espectador, Bogotá. Año 66, No. 14050 (2, ago., 1954); p. l,c. 3

Cromos, Bogotá. Año 38, vol. 78, No. 1946 (9, ago., 1954); p. 18

Doña Esmeralda Arboleda JOSEFINA VALENCIA DE Designada para la ANAC HUBACH

La Oficina de Prensa del Estado informó al medio día de hoy que el Gobierno había expedido un decreto por m edio del cual se designa a la señora E sm eralda A rboleda de Uribe como miembro de la Asamblea Nacional Consti­ tuyente, con carácter de principal; y a la señora M ana Currea de Aya, para suplente. E ste renglón reemplaza al que formaban antes los doctores Luis Eduardo Gacharná y Juan José T urbay, eleg ido s también por el gobierno.

U n á m b ito d istin to

A

Semana, Vol. 17, No, 405 (2, agosto, 1954); p. 6-7

Aplauso y rechazo

JOSEFINA DE HUBACH Primero ella.

Dos notas sobresalientes se re g is tra ro n en la p rim e ra sesió n : la presencia de la prim era m u jer c o n stitu y e n te , Jo sefin a V alencia de Hubach, designada por el

pesar de que siempre hubo aquí damas de mucho relieve intelectual, cuya expresión más alta podría ser doña Soledad Acosta de Samper, fue necesario esperar hasta la sem ana pasada para ver una m ujer en una institución representativa de la República. Cuando doña Josefina Valencia de Hubach, la hija mayor del poeta G uillerm o Valencia, entró al recinto de la A sam blea Nacional Constituyente como delegada del poder ejecutivo, entró con ella la mujer colombiana a la actividad política del país. No importa si nuestras compatriotas van a poder votar o no, o si van a tener en la ANAC una representación equivalente a su peso específico en la población nacional. Lo que vale y hay que tener en cuenta ahora es que se ha vinculado ya a la elección del Estado, lo que va a acrecer en ella su responsabilidad civil y, de contera, la breve porción de sus derechos ciudadanos. El ámbito de su vida no va a continuar siendo el que tuvo hasta la semana pasada, rodeado de domesticidad por todas partes, o como decía alguien, limitado al norte por sus trajes, al este por su vecindario, al sur por sus am ores, y al oeste por su maquillaje. Su presencia en la Constituyente, reducida y todo, va a llevar nuevos temas a su vida, va a mostrarle otros caminos y la va a hacer, en definitiva, más dueña de sí misma. De sus dirigentes y de los jefes políticos de la nación dependerá la eficacia de su acción y la rapidez de su ascenso a los planos más elevados, pero este primer paso va a ser decisivo para su nueva etapa.

Presidente Rojas Pinilla en reem p lazo de Jo aquín Estrada M onsalve, quien fue ap laudida rep etid a­ mente, y la posición de los seis diputados laureanistas La señora Valencia de Hubach -esposa del geólogo (Amaya Ramírez, Andrade, Enrique Hubach- se tenía como la más segura representante Sardi, Mejia Mejia, Araujo de las mujeres en la Constituyente. Había estado a la Grau y Betancourth) que cabeza de la agitación a favor del voto femenino y había contrariaron el protocolo al presentarse en trajes de descollado desde hace años en los círculos intelectuales y llam ativ o s co lores y políticos a que la vinculó el maestro Valencia. Fue, desde corbatas rojas, y quienes niña, la secretaria de su padre, con quien viajó a misiones dejaron una constancia, que diplomáticas tan importantes como la de Río de Janeiro, no alcanzó a ser discutida cuando se hizo la paz con el Perú. Ha residido en Chile, el mismo día, afirm ando en Estados Unidos, en Europa. Tiene hoy cuarenta años, que asisten a la ANAC,» es madre de dos niñas - Martha, de 9 años y Erna, de 5 - y ...no obstante damos cuenta dirige su hogar como todas las colombianas. En el ambiente de las inhibiciones de orden de su casa consiguió una cultura considerable. Ello la m oral que sobre ella convierte en una mujer de excepción en Colombia, sin dejar de ser por ello una expresión cabal de nuestras mujeres. gravitan».

La señora Valencia de Hubach fue elegida por el señor Presidente de la República en reem plazo del doctor Joaquín Estrada Monsalve, quien, delegado del órgano ejecutivo, había declarado que no votaría por la reelección del Teniente General Rojas Pinilla para la Presidencia de la República. Días después de esta declaración doña Josefina Valencia recibió en su casa de Popayán el nombram iento. «Yo, para serle franca -le dijo a un periodista-, no creí. Y resolví esperar hasta poder hablar personalmente con el doctor Núñez, antes de separar el pasaje». La destitución del doctor Estrada ha dado motivo para muchos com entarios de orden jurídico, acerca de la soberanía de la A sam blea y de sus m iem bros, una soberanía que, según frase del doctor Estrada, no puede ser una suma de subaltemidades. Tal soberanía se ha discutido en todos los tonos; pero si es cierto que un amplio sector de la opinión pública, en cuyo centro está «El Tiempo», no comparte el método empleado para deshacerse del autor de «el 9 de abril en palacio», también lo es que nadie, ni siquiera el doctor Estrada, ha dejado de aplaudir el nombramiento de la señora Valencia. Esta

en una carta a «El Tiempo», explicó su posición con respecto a la querella prom ovida por el caso. Los delegados del poder ejecutivo fueron «nom brados directam ente -escribe- por los Presidentes titular y encargados y escogidos como sus propios representantes. Siendo hoy el Presidente de la República ¿qué obligación moral exige conservar a quienes no ha elegido que lejos de ser adictos a su gobierno han expresado públicamente su desacuerdo con él? ¿Cómo los anteriores Presidentes sí estuvieron autorizados no sólo para designar sus propios representantes sino para intervenir en la designación que corresponde al Congreso?». Y luego, respondiendo a quienes piden representante femenina de otra tendencia política, escribe, como para que no quede duda de la seguridad con que actúa: «El respaldo irrestricto, emanado de los más diversos sectores de la patria, que he recibido durante mi campaña a favor de los derechos de la mujer me daba derecho a creer que tenía ganado el puesto en la representación femenina que debía concurrir a la ANAC dentro de la ampliación, pero el nombramiento con que me ha distinguido el señor Presidente me honra y me hace sentir con el mismo derecho con que han de concurrir quienes vayan dentro de la ampliación».

Semana, Yol. 17, No. 406 (9, agosto, 1954); p. 33

Sorpresa El 26 de agosto, en la sección inaugural de la Asamblea Nacional Constituyente, en la mitad del salón había una curul adornado con un detalle de coquetería : un ramo de orquídeas. Al sonar la campanilla de la presidencia, la ocupó por primera vez en la historia de Colombia, una mujer (vestido negro, edad mediana, capa de piel, tez blanca sonrosada, pelo negro, cuidadosamente peinada hacia atrás), Josefina Valencia de Hubach, de Popayán, hija del poeta G uillerm o Valencia, la tercera de cinco herm anos (G uillerm o León, Alvaro Pío, Giomar y Luz), casada con el geólogo chileno Enrique, dos hijas (Marta de 8 y Erna de 5). Siéntese señora. El 25 de julio se en co ntrab a Jo sefin a en su finca payanesa entretenida en su jardín como de costumbre, M arta y Erna correteaban a su alrededor persi­ guiendo mariposas cuando recibió una

llam ada teléfonica comunicándole que el M ingobierno la necesitaba urgente­ m ente. E ra para comunicarle que el general-presidente la había nom brado JOSEFINA VALENCIA DE HUBACH como representante Sueño realizado en la A N A C , en reem plazo de Jo a­ quín Estrada Monsalve. Para algunos Auxiliadora (Popayán, 1933) quiso políticos tal designación afectaba la hacer una carrera universitaria con sus com p o sició n de la A sam blea, hermanos. Su proyecto no lo pudo concretamente a uno de los grupos realizar porque en aquella época las conservadores (ella lo es pero de mujeres tenían esa posibilidad. Siguió corriente distinta a la de Estrada al lado de su padre como su secretaria, Monsalve): pero las damas, especial­ viajó siem pre con su delegación. mente las feministas consideraron el Contaba con su estím ulo. Eso le acto oficial como un triunfo de su d espertó m uchas inq u ietud es gestión por lograr representación en intelectuales. Fundó en 1936 la revista «Catleya» con su hermana Luz la Asamblea. M éritos para la curul. Josefina, y con otro grupo de payanesas. En después de h ab er term in ad o el 1943 co n trajo m atrim onio y su secretariado com ercial en M aría esposo, reconociéndole sus capa­

cidades le brindó todo su apoyo moral para que desarrollara sus proyectos de luchar con el grupo de las feministas. Principió a dictar conferencias y a escrib ir sobre estos tem as sin descuidar el negocio de ganadería que em prendió su m arido, hasta 1951 cuando él fue llamado por el gobierno a ocupar el cargo de D irector del Instituto G eológico N acional en Bogotá. Ya en la capital, tomó esta lucha con más interés. Logró varias intervenciones conceptuadas como «brillantes» por los miembros de la CEC (febrero y m arzo de 1954). Luego dictó una conferencia en el salón de honor de la B ib lio teca N acional (V éase SEM A N A 387) sustentando los derechos políticos de la mujer. Mensajes y flores. El grupo feminista se siente verdaderamente satisfecho con su nombramiento. Todas dicen: «Tenemos confianza en ella ; no nos defraudará pues sabem os de sus méritos e inteligencia». Hasta los mismos hom bres lo han visto con beneplácito. Ha recibido en tres días más de 400 mensajes y lindos ramos de flores con efusivas felicitaciones. Los gobernantes del Cauca, la reina de la belleza (Luz M arina Cruz), la embajada deportiva del Cauca y el magisterio de Cundinamarca, se han

hecho presentes. Escuela paternal. Josefina está muy en terad a de todos los actos legislativos. La escuela de su padre le sirve de ejemplo y de enseñanza. Siem pre recu erda, y ha sido fundamental, el gran sentido humano del Maestro. Los viajes por Europa, Estados Unidos, Norte y Sur América y los buenos libros, han com ple­ mentado sus conocimientos. Se siente complacida de haber correspondido a la línea de conducta seguida por su padre. Ambiciones feministas. Josefina no ha tomado su alta posición para ella. «Es el triunfo nuestro; el de todas las colombianas: el de la Organización Nacional Femenina. Sin el concurso de todas aquellas que han trabajado, no hubiéramos obtenido nada. Claro que no debemos conformamos con esto. Tenemos la obligación de seguir luchando hasta conseguir la plenitud de n u estro s derechos que com o ciudadanas nos corresponde», dice con entusiasmo. Ella considera que es necesario que haya otras mujeres constituyentes teniendo en cuenta la población femenina del país. Sin «poses» ni arandelas. Josefina ha sido siem pre de una ex q u isita sencillez. No le gustan los ademanes

forzados. Atiende a todas las personas que la saludan, a quienes la consultan y a los p erio d istas sin darse importancia. D esconoce el aire de suficiencia. A todos les da la sensación de que los escucha con atención. Es independiente en su sentir y en su pensar. En la ANAC, (sesión del 29) en la prim era votación (sobre el regreso de L aureano G óm ez) lo demostró. Votó en forma contraria a su herm ano (el co n stitu y en te G uillerm o León) ante la sorpresa g eneral. P ien sa que los lazos fam iliares son d iferen tes de las actitudes parlamentarias. Broche de Esmeralda. En vísperas de la elección presidencial por la A N A C y en m edio de ag itadas controversias políticas (véase La Nación) Josefina se enteró de que no estaría sola en la A sam blea. El g o biern o h ab ía nom brado (en reem plazo de los lib erales L uis E duardo G ach arn á y Juan José T urbay) a dos m ujeres m ás: Esmeralda Arboleda de Uribe, 32, Palmira (Valle), casada con Samuel Uribe Hoyos, un hijo, abogada liberal: y Maria Currea de Aya (suplente), 64, bogotana, lib eral, casada con el G eneral R uperto Aya, tres hijas, in fatig ab les luchado ras p o r los derechos de la mujer colombiana.

Cromos, Bogotá. Año 38, Vol. 79, No. 1947 (16, ago., 1954); p. 17 ESMERALDA ARBOLEDA DE URIBE

La ciudadana no riñe con la mujer La doctora Esmeralda Arboleda de Uribe, comparte con doña Josefina Valencia de Hubach, la representación femenina de la Asamblea Nacional Constituyente. Doña Josefina es conservadora y la doctora Arboleda es liberal, pero ellas no son delegadas de sus partidos, sino de las mujeres, a quienes el señor Presidente de la República decidió hacer partícipes de la suerte del Estado. La doctora Arboleda es una de las profesionales de mayor éxito en Colombia. Es abogada dueña de un bufete prestigioso, cuya dirección no le impide atender debidamente el hogar que, hace 8 años, formó, con el Ingeniero Samuel Uribe Hoyos; ni su actividad profesional es óbice para que dedique lo mejor de sus cuidados a Sergio, el hijo de tres años que despierta a la mamá a las seis de la

Esmeralda Arboleda de Uribe: la representación de las mujeres de Colombia

mañana y es para ella lo más importante de su vida. La doctora A rboleda asiste a la Constituyente en reemplazo del doctor Luis Eduardo Gachamá, quien envió su renuncia aun antes de que la que Dirección Liberal decidiera dar órdenes de abstención a sus copartidarios. Pero doña E sm eralda está en la A sam blea con la aquiescencia de los directores de su partido, cuya táctica no censura. Aceptó el nombramiento que le hiciera el señor Presidente porque ella, com o doña Josefina Valencia, tiene el propósito de no intervenir en la política partidista. El objetivo fundamental de estas dos damas es otro: lograr para la mujer colombiana amplios derechos civiles, entre los cuales aparece primordialmente el voto universal. Y es por negarse a participar en la batalla de los partidos por lo que doña Esmeralda hizo saber, en tono casi airado, que ella no había puesto su firma al pie de una constancia de varios constituyentes liberales, en la cual se esbozaba la directriz que ellos habrían de seguir en la Asamblea. Ratificó allí la Constituyente feminista que ella representaba a las mujeres ante todo y, agregó que, por eso, resaltaba abusivo el uso político de su nombre, máxime cuando se había negado a firmar nada. La señora Arboleda de Uribe es, como la señora Valencia de Hubach, de Popayán, lo que le agrega a la capital caucana otro honor: el de ser dos hijas suyas las primeras portavoces políticas de las mujeres del país. Allá en Popayán, nació ella, hija mayor de don Femando Arboleda López y de doña Rosa Cadavid. En esta familia no hubo sino seis vástagos, todas mujeres y profesionales. «En

una familia, dijo ella, donde sólo fuimos mujeres, todas hemos procurado superarnos intelectualm ente. Esta in flu en cia nos viene de m i m adre, una m ujer ex trao rd in ariam en te in telig e n te, con unas ideas notablemente avanzadas y progresistas». Afirma que los herm anos no le han hecho falta en absoluto. «Posiblemente si hubiera tenido algunos hermanos, no se hubiera operado en nosotras el fenómeno de la reacción por la independencia intelectual y económica, por medio del estudio y del trabajo». Su marido, por otra parte, no la ha obstaculizado en nada: es- dijo- «el más valioso auxiliar en mis labores y campañas, y nunca ha interferido en mis actividades profesionales. Siempre me ha brindado su apoyo y estímulo». ¿Cómo es un día de la doctora Arboleda de Uribe? A las seis de la mañana la despiertan los gritos de Sergio. Lee los periódicos y, a las siete y media, desayuna... en la cama. Empieza a trabajar a las ocho, cuando le dicta la correspondencia profesional a su secretaria. Ordena luego lo relativo a su casa y cuida del niño. Almuerza a la una de la tarde, va después a las oficinas judiciales y a la suya propia, estudia francés por la noche, y, dos veces a la semana, va a cine. No juega cartas ni asiste a reuniones sociales y, cuando va a ellas, prefiere aquellas «en donde también estén presentes los caballeros». La Constituyente alterará ahora este ritmo; pero será para elevar su condición de mujer, de profesional y de ciudadana.

El Espectador, Bogotá. Año 66, No. 14069 (25, ago, 1954); p. 4; c. 1-4

El Voto Femenino P

robablemente en su sesión de esta República Centroamericana que no se en co n d icio n es de in ferio rid ad noche decidirá la Asamblea ha distinguido precisamente por el m anifiesta, d eriv ad as de la Constituyente sobre el voto femenino,desarrollo de sus instituciones, ni por desigualdad en que por el aspecto al v o tar el p ro y ecto de A cto su progreso social. En cambio, tanto ciudadano se encontraban. Las que Legislativo que establece la igualdad las distinguidas dama que adelantan se atrevieron hacer frente a la vida de derechos políticos para todos los con sostenido em peño la campaña trabajando -pues ese era un derecho colombianos sin diferencia de sexos. cuya culm inación se aproxim a, lo que tácitam en te les negaba la H asta el m om ento no hem os mismo que los varones que las apoyan sociedad-, lo hicieron exponiéndose escuchado ni leído una sola objeción en la prensa y en la Asamblea, han a la incomprensión, a la maledicencia capaz de convencemos de que el voto acum ulado una im p resio nante y al prejuicio. A sí recibieron las puede ser perjudicial para la mujer. cantidad de argumentos favorables a actividades todas un considerable C iertas dudas no carecen de esa conquista, que sería o debería ser refu erzo de resp o n sab ilid ad , de im portancia, pero otras, las m ás el prim er paso para una dilatada seren id ad , de h o nestid ad en el sim plem ente resultan ofensivas y em presa de liberación de la m ujer cum plim iento del deber y muchos dep rim en tes, pues eq u iv alen a colom biana. N uestras m ujeres, en hogares vieron rem ediadas las co n sid erar a n u estras m ujeres efecto, apenas hace algunos años difíciles condiciones que atravesaban inferiores a las de todas partes del com enzaron a p artic ip ar en las por el trabajo femenino, hoy en forma m undo, con excepción de alguna actividades ordinarias, pero siempre unánime respetado y apreciado.

Si el acto leg islativ o a que nos referim os es aprobado, com o lo esperamos y lo deseamos, debería ser el punto de partida de num erosas em presas d irig id as a elev ar la condición de la mujer colombiana, no por el aspecto moral, que ella es la cumbre más empinada de la patria, sino por el aspecto social y cultural. La campesina, esa madre abnegada para quien muchas veces la vida es todo un largo calvario de sacrificios, necesita ser redimida de la ignorancia y de la miseria. Es indispensable que no sólo tenga un voto sino la capacidad suficiente para elegir por su propia cuenta y sin estar sometida a presiones interesadas de diverso orden. Y que ese voto se traduzca en las reform as legales que en toda circunstancia la defiendan como el

más precioso capital humano con que cuenta el país. No nos mueve al expresar nuestro apoyo al voto fem enino la simple galantería varonil, ni siquiera el saber que la inmensa mayoría de las mujeres de Colombia irá a engrosar las filas del liberalismo, que es el partido de mayor caudal humano en el país. Es por razones de simple y elemental justicia por lo que creemos que la mujer tiene derecho a la paridad de derechos con el hombre, ya que tiene por lo menos tantos deberes como él y entre todos ellos, el principal, que es la fo rm ación de las nuevas generaciones. N egar a m adres y esp o sas, que son el cen tro de irradiación de virtudes de los hogares, la condición de ciudadanas, el derecho

a participar plenamente en la vida del p aís y a in flu ir en su rum bo, co n stitu iría una co n trad icció n inaceptable, opuesta a toda lógica. En la vida política, de ello estam os seguros, será la m ujer facto r de po nd eración y de eq u ilib rio . El hombre, que aun en nuestras zonas sociales menos cultas comprende o intuye las normas de caballerosidad, sabrá moderar las pasiones y reprimir sus impulsos primarios al llegar a las urnas en compañía de las mujeres. Y ojalá todos, m ujeres y hom bres, podamos acercarnos a ese depósito de la voluntad popular en el término más b rev e, p ara así dar cim a a la reconstrucción dem ocrática de la república con duplicadas posibili­ dades de acierto.

El Espectador, Bogotá. Año 66, No. 14070 (26, ago., 1954); p. l,c l;p. 10, c.4-5

ENCUESTA SOBRE EL VOTO FEMENINO

Ellas se muestran entusiasmadas; ellos comentan el voto con ironía Por FLOR ROMERO DE NOHRA (De la redacción de EL ESPECTADOR)

Y

a conocida en los diferentes sectores de la opinión femenina la noticia sobre la aprobación del voto femenino universal, hecho ocurrido anoche en el recinto de la Asamblea Nacional Constituyente, quisimos conocer la forma como las mujeres de diversos campos siguieron la campaña por la consecución de sus derechos y el efecto que la noticia sobre su ciudadanía les ha producido. En este propósito logramos comunicarnos en primer término con doña Elvira Calle Villegas, fundadora del Colegio de la Asunción, y una de las figuras femeninas más representativas en el campo educativo. Ella nos dijo: «Yo fui una de las prim eras m ujeres colom bianas interesadas en la cuestión del voto femenino, por haber estudiado en los Estados Unidos, en donde aprendí todos los derechos que debe tener la mujer. De modo que eso del voto me parece una cosa tan natural como tomar agua, recibir el sol o comprar el pan para comer. La noticia de la aprobación del voto femenino universal, por supuesto, me ha producido una gran satisfacción primero por ser la concesión de un derecho y segundo porque los beneficios

Al ser aprobado por la ANAC el voto universal para la mujer colombiana, después de cantar el Himno Nacional, las barras femeninas abandonaron el Salón Elíptico del Capitolio y se dirigieron en manifestación al palacio de San Carlos. En la foto aparecen el señor presidente de la República y la Primera Dama, señora de Rojas Pinilla, cuando complacidos recibían en uno de los salones de Palacio a las damas que fueron a expresar su satisfacción por el implantamiento en Colombia de los derechos políticos para la mujer.

que nos va a traer a las mujeres son insospechables, sabiendo que ahora sí nuestras aspiraciones se van a plasmar en algo verdadero». «Desde que tenía 15 años pienso así. Y estoy de acuerdo en que la aprobación del voto femenino universal es en todos estos años de inercia parlamentaria, la primera reforma trascendental que se ha operado».

La opinión de una secretaria

H ablando sobre el m ism o tem a, C ecilia Cárdenas, secretaria, declaró: «Desde hoy me siento persona. Yo vengo oyendo hablar del voto femenino desde hace 6 años, y ha sido tal mi entusiasmo por la cuestión, que asistí a algunas sesiones de la CEC, en calidad de miembro de la barra, y aplaudí muchísimo a los defensores y defensoras de nuestros derechos».

Con la magistrada

«Desde cuando cursaba el tercer año de derecho, y más exactamente desde el momento en que el doctor Tulio Enrique Tascón empezó a damos las clases de derecho constitucional, y me pude dar cuenta de los inmensos vacíos de la Carta Magna, empecé a inquietarme por la falta de derechos de la mujer colombiana. Fue así como en 1943, haciendo eco a esa inquietud empecé a dictar conferencias en la Biblioteca Nacional. Posteriormente seguí de cerca las actividades de la Unión Femenina de Colombia que abogaba por la consecución de los derechos femeninos, y en 1945 formé parte de la comisión que fue al Congreso a pedir que se estudiara la manera de otorgar tales derechos». «Anoche, cuando por primera vez me dijeron ciudadana, una hora después de haber sido aprobado el voto femenino universal, me sentí muy emocionada». Estas fueron las declaraciones de la magistrada doctora Aydée Anzola Linares.

Una estudiante

Graciela Uribe, de 14 años, que cursa el primer año de secretariado comercial comentó: «Al través de la prensa me he venido informando desde hace algunos meses sobre eso del voto femenino. Yo siempre había creído que hay en Colombia mujeres muy capacitadas para ocupar altas p o sicio n es, y aho ra m e siento m uy co n ten ta al concedérsenos el voto, para poder en el futuro contribuir a llevar a esas posiciones a nuestras más inteligentes representantes de la comunidad».

«Una de las mejores emociones de mi vida»

«Cuando leí esta mañana la noticia sobre la aprobación del voto fem enino universal -nos dijo doña Susana Olózaga de Cabo, distinguida dama antioqueña- tuve una de las mejores emociones de mi vida. Yo, desde el año 26, cuando dirigí una revista, vengo con la idea de los derechos de la mujer colombiana, y en ese entonces hablar de tal tema era cosa muy seria porque la calificaban a

una de marimacho y quedaba de placé como mujer. En el año 30 observé atentamente las actividades de las mujeres que fueron al C ongreso a abogar por el régim en patrimonial de la mujer; luego vi cómo la idea dormía el sueño de los justos hasta 1945 cuando otras entusiastas mujeres fueron al Congreso en solicitud de la plenitud de sus derechos. Ultimamente me han complacido mucho las actuaciones de las constituyentes». «Yo creo que en esto del voto fem enino las más interesadas son las mujeres de cierta edad, y que llevan una vida de hogar ordenada. Porque las coca-colas no entienden de eso, y las recién casadas estarán muy ocupadas en estrenarse sus vestidos y arreglar la casa; para pensar en otras cosas».

Con una vendedora

M arina O rdóñez, vendedora del A lm acén A lcyon, ibaguereña, quien cursó hasta tercer año de bachillerato, comentó: «Estoy feliz con la noticia; pienso sacar la cédula lo más pronto posible, y voy a votar en las primeras elecciones. Yo siempre he pensado que los mandatarios debían ser elegidos también por nosotras las mujeres, ya que somos sancionadas como los hombres, y pagamos impuestos lo mismo que ellos».

En el campo de la medicina

La doctora en medicina Georgina de Gaitán fue una de las integrantes de las barras fem eninas que anoche entonaron el Himno Nacional al declararse aprobado el voto femenino, y quien por espacio de varios años viene agitando la inquietud feminista, comentaba esta mañana: «Yo estoy convencida de que la mujer sabrá ponerse a la altura de la situación. Por mis conversaciones con las mujeres del pueblo, he sacado la conclusión de que entre ellas existe un mayor interés por sus derechos que el que existe en los altos círculos sociales».

Lo que dice una sirvienta

Esta mañana pregunté a la sirvienta de mi casa: «Celia, ¿usted sabe qué es el voto femenino?»»No, mi señora respondió-, pero yo entiendo que tiene que ser algo parecido a lo que hacen los hombres». -Y usted piensa votar? -Claro, pero tengo que pensar muy bien por quién. Nosotras las empleadas del servicio doméstico votaremos por un doctor que prometa poner más escuelas en los campos, porque en Cuachetá, de donde soy yo, hay muy poquitas, y los campesinos se quedan sin saber leer ni escribir. También queremos un presidente que no deje matar a las gentes buenas... Ah, mi señora, si yo me vine de mi tierra porque francamente me daba miedo ya vivir en el campo, sin saber una a qué horas la mataban. -¿Quiere sacar su cédula? -Verdad... No había pensado que ahora puedo tener cédula como los señores. Con tal que en el retrato quede buena moza...

Y en general las mujeres están muy contentas con la nueva reforma de la Carta. Son muy pocas las que alegan razones en contra del voto. Porque, ¿quién no está contento con que le den lo que es suyo?

Y lo que opinan ellos

Es muy interesante saber qué opinan los ciudadanos de las desde hoy ciudadanas, máxime cuando fueron ellos quienes por fin se decidieron a dar su voto en nuestra máxima Asamblea, para consagrar los derechos de la mujer en la Constitución. Se decía que eran los señores «el enemigo número uno del voto femenino», pero en el terreno de las opiniones concretas hay versiones diferentes. Veamos lo que ellos dicen... El doctor Andrés Samper: «No cambiará en absoluto la situación en los hogares en los cuales seguirán teniendo siempre los hombres la última palabra según la conocida frase: «Sí, mijita, tú tienes toda la razón».

El periodista Carlos Puyo Delgado: «Idea plausible. Felicito a todas las damas y les deseo muchos éxitos con su conquista». El poeta Alvaro Mutis se mostraba un poco indeciso, primero en son de charla informal dijo: «Soy grande enemigo del voto femenino», Luego agregó: «Diga que soy partidario del voto femenino porque de lo contrario en la casa me echan todas las ollas». Se reservó su opinión formal al respecto para otra oportunidad. Un chofer de taxi: ¿Para qué eso? Si yo mismo no voto... Mi mujer por lo menos no se ha preocupado en lo más mínimo de ese asunto». «Eso es meterse las m ujeres en terrenos que no les incumbe. Las mujeres en su casa», comentó un estudiante de bachillerato de 18 años. Manuel Rojas, de la oficina de información del Hotel Continental: «No me parece buena la idea. Creo que el voto femenino sirva pero para líos más tarde». El vendedor de lotería Benjamín Vanegas: «Es aceptable. Para mí eso contribuye al progreso de la nación».

El Espectador, Bogotá. Año 66, No. 14070 (26, ago, 1954 p. 1, c. 2

El Espectador, Bogotá. Año 66, No. 14070 (26, ago., 1954); p.10, c 1-3

Esta mañana solicitamos al célebre hum orista Lucas Caballero Calderón (Klim), su opinión sobre el voto femenino aprobado anoche por la ANAC y nos respondió:

Cantan el Himno Nacional las mujeres presentes en el Capitolio en el acto

CONCEDIDO EL El VOTO FEMENINO Comentario de ‘Klim’ UNIVERSAL

«El voto femenino es una consecuencia de la capacidad conquistadora de la mujer colombiana. Yo felicito a nuestras mujeres por él, y tengo el propósito de abrazarlas a todas por su triunfo, o por lo menos, a todas las que se dejen».

C

antando el himno nacional las mujeres que en forma multitudinaria y democrática volvieron a colmar las tribunas del Salón Elíptico del Capitolio, recibieron la aprobación del voto femenino y la implantación en Colombia de los derechos políticos para la mujer, en toda su plenitud y en el mismo pie de igualdad con los hombres. El momento en que las mujeres de todas las clases sociales que colmaban las barras del Elíptico sobre las tribunas especialmente destinadas a ellas, puestas en pie lanzaron sus argentinas voces para entonar en el cerrado ámbito del Elíptico el Himno Nacional, revistió una grandiosa emoción. Al terminar el coro femenino de cantar las estrofas del Himno Nacional, un grave silencio se apoderó por breves instantes del recinto, como si ese silencio constituyera un elocuente e imponente sello del trascendental acto que acababa de cumplirse y que constituye una verdadera revolución, una de las grandes reformas que se han podido hacer en la vida colombiana.

Roto este silencio y breve espacio por los aplausos de los circunstantes que escucharon la severa pero significativa demostración de las mujeres que recibieron con el Himno Nacional el reconocimiento de sus derechos políticos, las barras femeninas fueron despejándose lentamente.

El debate final

Dada la trascendencia del acto que se iba a discutir y a aprobar, el debate sobre el voto fem enino fue relativamente breve. Se inició faltando diez minutos para las siete de la noche y una hora después, a las ocho en punto, la secretaria de la ANAC terminaba el recuento de los votos. Abrió este último debate doña Esmeralda Arboleda de Uribe, quien había quedado con derecho al uso de la palabra. En defensa del voto femenino y para refutar los argumentos que se habían expuesto por algunos oradores para tratar de limitar los derechos femeninos, la doctora Esmeralda pronunció el siguiente discurso: «Muy rendidamente pido disculpas a quienes tuvieron la paciencia de oír mi intervención de ayer, porque en atención a que muchos de los honorables diputados no estaban presentes, quiero hacer un breve recuento de mi anterior exposición. Decía que las nuevas formas dentro de la sociedad y dentro del Estado, generalm ente encuentran rechazo en la opinión. Esto lo podemos observar a través de la historia y como ejemplo cito el de la abolición de la esclavitud a la cual se oponían por considerar que el esclavo era incapaz de ser hombre libre; hubo oposición al sufragio popular porque el pueblo humilde era incapaz de elegir; hubo oposición a las organizaciones sindicales, porque se consideró que los obreros eran incapaces de hacer un aporte que contribuyera al beneficio económico; hubo oposición al establecimiento de la norma, de la igualdad de salarios para el hombre y la mujer en las mismas condiciones de trabajo, porque se consideraba que la mujer era incapaz de rendir la misma producción. Se habla de la impreparación política de la mujer; esa impreparación acaso existe. Y es natural que exista porque el campo político se nos ha vedado desde hace muchos años. Y además, pregunto a los honorables diputados, si creen que exista una gran preparación política en las grandes masas de varones electores. Y adem ás, hay nuevos elem entos de juicio en esta oposición con base en la impreparación de la mujer. La mujer colombiana estudia, con su trabajo contribuye a la creación de riqueza nacional y ocupa muchos puestos de importancia en los distintos frentes de la actividad, y por tan to se hace m ayor cada día su co n cep to de responsabilidad social. Además, habrá un receso electoral no m enor de cuatro años que perm itirá a la m ujer

prepararse para el ejercicio político y por tanto el ingreso de la mujer colombiana a la vida nacional, será de grande altura y de gran dignidad. No hay constancia histórica de que ningún grupo haya tenido ese tiempo de preparación previa com o el que vam os a tener las m ujeres de Colombia, para ingresar decorosamente a la política. También se ha dicho que la mujer colombiana, como consecuencia de esta impreparación a la que me he referido, estará som etida en su actividad política a influencias extrañas. Eso debe ser cierto ; esa afirmación debe co rresp o n d er a la realid ad , com o tam bién corresponde a la realidad que el electorado masculino esté sometido a las influencias extrañas. De otra forma no se explicarían las campañas que anteceden a las elecciones. También se ha dicho que se debe conceder a la mujer colombiana el ejercicio gradual del derecho del sufragio; y anoto que no han tenido el mismo criterio en cuanto se refiere a imponer obligaciones a las mujeres de Colombia. Todos los impuestos, todas las obligaciones civiles, la responsabilidad penal, se nos aplica en forma idéntica que a los hom bres. Hay un caso que se consideró alarmante, como es que el impuesto de soltería se cobra también a las mujeres, cuando ha sido comprobado en Colombia que la elección matrimonial la hace el hombre. También se ha tratado de decir que hay indiferencia y desgano por parte de la mujer frente a este gran problema de la consagración de su plena ciudadanía. En primer lugar, la afirmación no es cierta. Si no fuera porque corremos el peligro de desintegrar quorum, podría poner en conocimiento de los honorables diputados este gran número de adhesiones recibidas de mujeres de todos los ámbitos de la patria que respaldan nuestra presencia en esta alta corporación y que piden que trabajemos por el reconocimiento de su plena ciudadanía. Y además de esto, como muy bien lo dijo el diputado Alzate ayer, los derechos no se consagran a petición de parte, sino porque su consagración obedece a la justicia y a la necesidad. También hay una tesis paternalista y protectora que quiere alejar a las mujeres de las luchas políticas, que según el decir de los experimentados son de gran ferocidad. Sin embargo, no hay que desconocer que las luchas políticas del país llegan a todos los rincones de la patria y afectan en form a primordial a la mujer. Por eso las mujeres queremos salir de nuestra situación pasiva, respecto a la política que dirigen bien o mal los hombres de nuestra patria y queremos aportar a ella esta nueva fuente que es incontaminada de nuestra actividad, de nuestra buena fe, de nuestro sentido en la justicia y de nuestro deseo del mejoramiento nacional. También hay una tesis bastante peregrina según la cual

en la actividad sufrirá grave detrimento la feminidad de las colombianas. Yo siempre había creído que la esencia de la mujer era su femineidad. Nunca se me había ocurrido pensar que la feminidad fuera algo accesorio o removible que se pudiera dejar con la papeleta en la urna de elecciones.

los Estados Unidos, que la señora Nehru tiene una posición política preponderante ; la señora Clara Luce tiene una de las posiciones más difíciles de ejercer; porque como embajadora de Estados Unidos ante el gobierno de Italia, sirve de enlace con el Vaticano, posición que me parece requiere habilidad política y diplomática.

Las mujeres en muchos países del mundo tienen la plenitud de sus derechos políticos, y yo me atrevería a preguntar al honorable diputado Ramírez Moreno, si su propia experiencia puede inform ar que haya sufrido detrimento la feminidad de las francesas por el ejercicio de sus derechos políticos.

Por lo demás, la pretensión de las mujeres colombianas no llega a tanto. No queremos ser líderes políticos. Sobre eso hay una equivocación . Sim plem ente querem os contribuir con nuestro grano de arena, con nuestra pequeña capacidad, a la gran labor que se han impuesto los hombres, de dirigir la patria.

También se habla de que la actividad política puede producir el alejamiento y el abandono del hogar por parte de la mujer. No se puede desconocer la realidad de la vida moderna; la mujer no abandona el hogar, pero sí se ve forzada a alejarse de él, precisamente porque las necesidades de la vida hacen que sea preciso en muchos r-i‘-~s '•v anorte económico para el sostenimiento del hogar.

También se refirieren algunos diputados a la emotividad femenina y a las grandes explosiones verbales de la mujer. Eso es muy cierto, pero a mí me ha tocado asistir en este recinto a grandes explosiones verbales masculinas.

Además, ese argumento del abandono del hogar, de la quiebra de la institución familiar, con detrimento de la autoridad marital, no ha sido esgrimido ahora por la primera vez. En el año de 1932, cuando se debatía la ley sobre «R égim en de bienes en el m atrim onio», se expusieron los m ism os argum entos. Que sería la d estrucció n del hogar; que la au torid ad m arital desaparecería, y sin em bargo llevam os 22 años de ejercicio específico de ese derecho y hasta ahora no se ha producido ninguno de esos desastres de que tanto se hablaba. También hubo esa misma clase de argumentos cuando se trató del ingreso de la mujer a la universidad; y entonces se creía que las más preciadas virtudes femeninas iban a sufrir menoscabo y que se producirían graves trastornos sociales. Nada de eso ha sucedido. En cambio, considero que la mujer como guardiana del hogar tiene los mejores títulos para ingresar a la vida política del país en forma real y efectiva, porque para nosotras el hogar es lo primordial; porque la familia es el eje de nuestra vida y donde quiera que vayamos estaremos dispuestas a defender la familia y el hogar, porque son los bienes más caros a nuestro corazón. Nos decía el H.D. Londoño y Londoño, que se observa a través de la historia y en la época contemporánea la ausencia de grandes figuras políticas fem eninas. Yo deploro que la historia no esté de acuerdo con el H.D. Londoño, porque si nos hemos de remontar un poco, tenemos casos como los de Cristina de Suecia, Isabel de Inglaterra, Victoria de Inglaterra, y en la actualidad en Chile, hay ministros del despacho ; lo mismo sucede en

Por lo tanto, no hay que perder de vista que la mujer puede ser muy impetuosa y muy rápida en la forma de reaccionar al hablar, pero frente a los hechos, por la misma razón de que es lenta para tom ar resoluciones fundamentales, procede con un criterio seguro sobre qué es lo que conviene ; quiere tener bien explicado el problema que se va a discutir y por lo tanto las grandes decisiones nunca las toma apresuradamente. Las mujeres tenemos fe en que esta gran reforma, esta reform a verdaderam ente nacional, sea tratada como nacional que es, no como partido, porque es un problema dem asiado grande para lim itarlo a conveniencias circunstanciales y de momento. Nosotras estamos seguras de que vosotros HH. DD. estareis a la altura de vuestra gran misión histórica y consagrareis para la mujer de nuestra patria el derecho de plena ciudadanía. Pero como en el último mom ento surgieron algunos opositores y tienen una grande influencia, también quiero manifestaros que si el proyecto es derrotado o desvirtuado, nosotras nos sentiremos muy honradas de compartir esa derrota con nuestro ilustre presidente el general Gustavo Rojas Pinilla, y con el ex presidente M ariano Ospina Pérez, quienes han pensado siempre que a la mujer hay que concederle su plena ciudadanía. Creo interpretar el sentimiento de la mujer de mi patria al agradecer al H.D. Alzate la magnífica, la extraordinaria oració n que p ro n un ció con tesis nuevas, con planteamientos de grande importancia y de gran fondo, y a los demás diputados que con su elocuencia y con sus luces han contribuido a hacer posible la reforma que hemos pedido y según la cual para la mujer de Colombia no habrá imitaciones en el ejercicio de su capacidad política.

Decía el H.D. Valencia, para quien tengo personalmente la mayor gratitud, que el presidente general Gustavo Rojas Pinilla, al vincular a la mujer a su lema de paz, justicia y libertad, posiblemente habla procedido en una forma excesivamente generosa. Yo creo y lo digo, con el respaldo de la opinión femenina que conozco, que el general G ustavo Rojas Pinilla procedió así porque sabe que en el martirio de la patria, la mujer sufrió la tragedia de la destrucción de su hogar, de la pérdida de sus seres queridos, del abandono y de la persecución ; que mostró al país entero su decisión, su entereza, su fidelidad, y su heroico valor, con el desgarramiento de su propia vida, aprendió a amar la paz como el mejor de los dones y clama por ella desde todos los ámbitos de la patria. Porque supo que sólo la paz hace germinar los sueños y las espigas; que sólo a su amparo son libres los hombres y las ideas; que sólo ella pone fin al odio y a la venganza; comprendió que el trabajo, la alegría, el amor y la vida misma, solo pueden alcanzar su plenitud a la sombra de la paz.

La votación

Con atronadores aplausos las barras femeninas que desde tempranas horas de la tarde ocupaban las tribunas del E líptico, recibieron el discurso de la distinguida representante de la mujer en la Anac, oído el cual se pidió que la Asamblea se considerara suficientemente ilustrada y entrara a votar el acto legislativo, pero sometido a discusión, antes, dos proposiciones, una de ellas reformatoria del artículo primero de dicho acto, por el cual se pedía devolver el proyecto a primer debate en la comisión. Esta proposición, según la cual podía la mujer

elegir y ser elegida, pero pidiendo que la ley reglamentara el voto fem enino para dar m ayores g aran tías y seguridades, fue negada por 53 votos contra 14. La otra proposición, en la que expresa la Anac su satisfacción por esta reforma que otorga el voto a la mujer y pide que se reglamente por el gobierno para mayores garantías a la mujer en el ejercicio del sufragio, fue aprobada por 31 votos contra 17, entre estos últimos los de las damas que form an parte de la corporación y de algunos de los diputados que con mayor entusiasmo defendieron estos derechos. El diputado Guillermo León Valencia hizo constar que estos votos negativos eran en contra de que el gobierno le diera garantías a las mujeres. Para rebatir la anterior afirmación del doctor Guillermo León Valencia, su hermana, doña Josefina Valencia de Hubach, leyó la siguiente constancia, que lleva su firma y la de su colega, doña Esmeralda Arboleda: «Dejamos constancia de que la declaración del diputado Valencia es una apreciación personal, que no compromete el pensamiento de la mujer colombiana, por cuanto ésta considera que no es preciso recomendar al gobierno el cumplimiento de sus órdenes».

La aprobación del voto femenino

Sometido el acto legislativo a la votación, fue aprobado por sesenta votos afirmativos. Es de hacerse notar que no apareció un solo voto en contra, porque según lo apuntó el diputado Zawadzky, «los votos negativos se salieron del salón».

El Espectador, Bogotá. Año 66, No. 14070 (26, ago., 1954); p. 10, c. 2-3

El Acto Legislativo sobre Voto Femenino El siguiente es el texto del acto legislativo aprobado anoche por la Asam blea Nacional Constituyente, que en sus tres breves artículos co n tien e una de las reform as fundam entales y de m ayor reper­ cusión que se hayan introducido en la vida colombiana, al consagrar el voto femenino y los derechos políticos para la mujer: «Acto legislativo núm ero 3 de 1954, reformatorio de la Constitución Nacional, «por el cual se otorga a la mujer el derecho activo y pasivo del sufragio».

La Asamblea Nacional Constituyente, decreta: Artículo 1°. El artículo 14 de la Constitución Nacional quedará así: «Son ciudadanos los colom bianos mayores de veintiún años». La ciudadanía se pierde de hecho cuando se ha perdido la nacionalidad. También se pierde o se suspende, en virtud de decisión judicial, en los casos que determinen las leyes. Los que hayan perdido la ciudadanía podrán solicitar rehabilitación. Artículo 2o. El artículo 15 de la Constitución Nacional quedará así:

«La calidad de ciudadano en ejercicio es condición previa indispensable para elegir y ser elegido, respecto de cargos de representación política, y para desem peñar em pleos públicos que lleven an exa au torid ad o jurisdicción». Artículo 3o. Queda modificado el artícu lo 171 de la C o n stitución N acional, en cuanto restringe el sufragio a los ciudadanos varones. Dado en Bogotá, a 25 de agosto de m il n o veciento s cin cu en ta y cuatro».

El Espectador, Bogotá. Año 66, No. 14074 (30, ago., 1954); p. 5, c. 1-3

«La mayoría de la mujer en Colombia no sabe qué hacer con el Derecho del Voto» IBAGUE. agosto 30. (Del Corresponsal Guillermo Ortega Linares). «No nos hemos dado cuenta de la inmensa responsabilidad que nos dio la Constituyente al hacemos ciudadanas. Eso es en lo primero que tenemos que pensar y no olvidar que en Colombia existe un gran porcentajes de mujeres ignorantes. Estamos ante algo nuevo para nosotras y la gran mayoría no sabe qué va a hacer con el derecho del voto». Dijo Carmenza Rocha Castilla, dama tolim ense y figura destacada del cooperativism o nacional, durante la primera e importante reunión verificada en su residencia y a la cual concurrieron cerca de veinte señoras y señoritas con el ánimo de estudiar y opinar sobre el voto femenino. Teresa Bocanegra, alumna de último año de derecho de la Javeriana, ibaguereña y quien visita la ciudad en diligencias relacionadas con su profesión, manifestó: «Estamos en igualdad política con los hombres. Ello debe hacemos reflexionar y analizar tan importante hecho. Nosotras no debemos perder de vista que tenemos m uchos derechos y que poseem os capacidades, que el estado debe reconocer. Es necesario que acabem os con el complejo que siempre nos ha cohibido para desempeñar algún papel en la vida del país. Los regím enes pasados, los conservadores, no han sido muy amplios en la concesión de derechos a la mujer, por eso ahora estamos en la obligación de aprovechar la oportunidad que se nos brinda y pensar en cuál va a ser nuestra realidad actuante ante el voto femenino. Somos responsables de la dirección de nuestros destinos. Estamos afrontadas a una nueva realidad y modalidad de nuestra vida y debem os también concluir si nuestro movimiento va a ser estrictamente político o netamente feminista». La reunión, en la cual el único ciudadano es el corresponsal, invitado gentilm ente, se agita. Las damas allí reunidas exponen con entusiasmo sus pensamientos. Marrun Kairuz dice:

«Nosotras no vamos a votar por los pobres de espíritu. De ayer a hoy he oido conceptos adversos al voto femenino. Varias de mis amigas los han expresado diciendo que se acabará la feminidad, que el hogar se destruirá y otras tonterías por el estilo. La verdad es, queridas amigas y ciudadanas, que las primeras que irán a las urnas son las que hoy aparecen como enemigas del voto. Debemos superar al hom bre, quitarnos el com plejo que muchas de nosotras hemos tenido ante él...». Carmenza Rocha interviene: «Consi­ dero que la labor inicial, la primordial es la de una gran cam paña educativa. Necesitamos ilustrar a la mujer, enseñarle cuáles son esos derechos que se les han otorgado, prepararla, porque repito que nuestra responsabilidad es muy grande. Necesitamos conferencias, material de propaganda, cartillas, por ejemplo, que puedan ser comprendidas por todas las mujeres y que lleguen hasta el último rincón del Tolim a, en nuestro caso. Nosotras no podemos dar el espectáculo de los hombres, los que muchas veces no saben por quién han votado...». Teresa Bocanegra interviene nuevam ente y exp lica los derechos naturales, los públicos y los políticos. Habla sobre la misión en el hogar y la conversación entra por el camino más escabroso: la política. El corresponsal puede apreciar que la mujer tolimense, contenta en su mayoría por la conquista del voto, se enfrasca con vehemencia en el tem a partidista. L iberalism o y conservatism o son el centro de la discusión. Pero es mejor oírla: «Cada una de nosotras tenem os nuestras convicciones políticas. Yo no dejaré de ser lo que soy y ustedes saben que mi marido es liberal. Jamás hemos tenido diferencias por política», dice Aida Saavedra de García. Otra dama observa: «¿N o creen ustedes que las primeras elecciones van a ser horribles? Muchas no votarán por miedo» «¿Y luego no hay hombres que no se acercan a las urnas por miedo?», pregunta Marrun Kairuz.

«Hay que educar a la mujer, prepararla y civilizar nuestra luchas política», comenta Sofía D. de Alvarez Angulo. Y Lucia Angulo de Bueno, bacterióloga y ferviente admiradora, como su esposo, Mario Bueno Barrios, del doctor Antonio García, dice: «Tenemos que pensar en función del servicio a la comunidad. Somos muy egoístas. Debemos realizar grandes conquistas en provecho de la mujer y mostrarles a los hombres que podemos servir al país tanto como ellos y a veces más que ellos. En cuanto al problema de las diferencias en el hogar por las filiacion es políticas, se irán obviando mediante la educación de la mujer». «Pero hay que tener en cuenta que nosotras obramos más por mandato del corazón, que la emoción prima sobre la reflexión...» dice Carmen Rocha. Aquí la conversación entra en el tema del amor y la política. Hay entusiasmo en estas damas tolim enses que admiran a Esmeralda Arboleda de Uribe y a Josefina Valencia de Hubach. Todas están felices porque «es muy satisfactorio que la llam en a una ciudadana». Designan a Carmenza Rocha para que organice nuevas reuniones, porque «tenemos que preparamos», y se acuerda invitar a Ibagué a las campeonas del voto fem enin o que en B ogotá consiguieron este triunfo para la mujer colombiana.

D esp u és, en otra reunión, el corresponsal escucha las palabras de Isabelita Iriarte, ibaguereña, inteligente y amiga de los libros: «Jamás tomaré parte en este lío. No me gusta ni me entusiasma el voto fem enino. Lo detesto. ¿Qué necesitábamos nosotras las mujeres si todo lo teníamos? Yo soy feliz dedicada a mis quehaceres, a mi trabajo. ¿Para que mezclar a la mujer colombiana en esa tremenda lucha que es la política? «Pues para enseñar a los hombres...porque ellos casi acaban como salvajes con Colombia y nosotras, que si vamos a preparamos para la actuación en política, traeremos la paz a la patria». A sí termina la charla Marrum Kairuz.

Cromos, Bogotá. Año 38, Yol. 79, No. 1950 (6, sep., 1954); p. 18

Ellas en la Política

E

cierto tono satírico de mucho sentido en Colombia, que es 21una especie de bizantinismo esto de conceder el voto a la mujer tras habérselo negado al hom bre en la práctica ; y puesto que no habrá eleccio­ nes, dicen, la controversia en torno del voto femenino carece de importancia actual y quizás de significación futura. Pero vistas las cosas con criterio histórico, lo que importa no es que las mujeres puedan votar hoy o no. Lo decisivo, lo que habrá de tener fuertes proyecciones sobre la vida nacional en todos los órdenes, es que las m ujeres han em pezado a ser una masa políticamente activa, política­ mente pensante, políticamente determinante, Suponiendo que no puedan expresar en sus votos su aprobación o su descontento frente a una medida del gobierno, podrán hacerlo en artículos de periódico y en m anifesta­ ciones, en asambleas y a través de organizaciones por ellas Los caricaturistas y los integradas. Es cierto que ahora editorialistas han sugerido, con pueden hacerlo también ; pero n adelante podrán votar en Colombia todos los colombianos mayores de años, con las excep ciones establecidas por la ley. Todos los colom bianos, es decir, también las m ujeres, a las cuales habrá que expedir, según declaraciones del Registrador Electoral, unos tres millones de cédulas. A ello se llegó después de largos debates y de discu sion es públicas que no eran seguidas muy apasionadamente por los hombres. Estos tomaban el asunto sonrientemente, tal vez por galantería, pero temerosos, en el fondo, de lo que va a seguir de aquí según se los dice la intuición. Ellos, tan dueños de su civilización masculina, se muestran al tiem po recelosos y confiados. Confían en su predominio milenario, pero no se sienten muy seguros de que estas inquietudes de sus compañeras no van a reclamar un poco de esa preponde­ rancia.

com o carecen de peso esp ec ífico en la opinión electoral, y com o los candidatos no tienen porqué cuidarse de ellas, como no son masas activas, sus protestas o sus conceptos no tienen valor político alguno. A hora, cuando van a ser electoras y elegidas, cuando podrán llegar a ser hasta ministras del gabinete, sus palabras tendrán para los políticos un acento diferente. Es d ifícil que se las siga escuchando con esa especie de galantería entre despectiva y complaciente con que se les escuchaba hasta ahora, sobre todo si ellas demuestran poseer un buen sentido político y una conciencia social lo bastante alerta para aconsejar la acción femenina sobre los problemas públicos. El voto, pues, es im portante, pero no es lo fundam ental. Cada mujer colombiana sabe cuáles son las trabas de su vida privada que sólo puede deshacer partici­ pando en un esfuerzo general por mejorar las cuestiones del

Estado. Y en la medida en que comprenda esa vinculación de m uchos aspectos de su existencia particular con la organización general del Estado, crecerá su relieve en la sociedad colombiana y, por lo mismo, será humanamente más rica. El voto fem enino, además, tiene la virtud de incitar a las mujeres al estudio, a salir de esa noche secular en que las ha m antenido una serie de circunstancias históricas que empiezan a venirse al suelo. Desde luego, parece que los hombres tendrán que reedu­ carse, pues de lo contrario (acostum brados a decir siempre la última palabra) no podrán soportar que sus mujeres se atrevan a sentirse capaces de pensar por sus propias y hermosas cabezas. En todo caso, los humoristas tienen ahora un tema estupendo y la vida política colom biana una nueva perspectiva.

Semana, Yol. 17, No. 411 (13, septiembre 1954); p. 30

Motín a bordo

Ha llegado el momento de las reivindicaciones femeninas. Haremos valer nuestros derechos. Colombia sabrá lo que vale la mujer. Ahora todo será distinto. Mil conceptos más de este estilo se escucharon en todo el país cuando se supo que el voto femenino había sido aprobado. Las nuevas electoras consideraron que de este momento en adelante todo sería diferente. L a p resid en ta de la A FE (A so ciació n F em enina Estudiantil), Gloria Bernal, recibió a principios de la semana pasada una invitación que le hacían a ella y a

otro grupo de estudiantes las señoras que integran la UFC (Unión Femenina Colombiana), al salón Uribe Uribe del Capitolio Nacional, «para tratar algunos temas de interés». El día señalado se presentaron en el lugar convenido cerca de 80 muchachas de diferentes facultades (derecho, medicina, filosofía, arquitectura, economía, etc.) con el deseo de conocer lo que se les iba a plantear. Las señoras de la UFC entraron al recinto e iniciaron la reunión. Se les informó a las estudiantes que se preparaba la fundación (considerando la trascendencia que traía la participación de la mujer en la vida política nacional) de un nuevo partido político. Mujeres caudillistas. Se llamaría «partido feminista». Una cosa nueva en el país. Un nuevo pensamiento. Pero no obstante el llam ativo proyecto, las m uchachas no

quedaron muy convencidas. Las preguntas llovieron a granel. Al iniciarse hubo respuestas para algunas. Más tarde nada: - ¿Quién podría dirigir este movimiento, si no tenemos una líder? - ¡ La líder surgirá! - ¿Pero las mujeres en un país como Colombia sí seguirán esta nueva corriente, que no tiene tradición ni figuras fuertes que «arrastren» las masas? - ¡ Claro que la seguirán! Hasta aquí las preguntas fueron contestadas; pero cuando las muchachas, que por razón de su estudio, conocen bien los problem as del país se internaron en los puntos d o ctrin ario s, económ icos, p o lítico s, h ig ién ico s, administrativos, etc., la situación cambió: - ¿Sobre qué plataforma política estaría construido? ??? - ¿Qué tesis económicas se implantarían? ??? - ¿Qué bases para reformas administrativas han estudiado? ??? - ¿Qué soluciones ofrecen a los problem as que nos aquejan? ??? A nte la gran cantidad de interrog an tes y ante el planteamiento que hicieron las universitarias sobre las tesis de la AFE y sobre su posición frente al nuevo partido, se les ordenó abandonar el recinto. Las jóvenes dejaron -

-

-

-

PEPITA, CAROLA Y CESAR «Pues... visten muy bien ...»

la constancia que se las echaba por no compartir una idea descabellada e irrisoria. Las señoras dijeron que sólo permitirían la presencia de la presidenta de la AFE en sus reuniones. Esta no aceptó. Los argum entos antes expuestos dejaron un ambiente de inconformidad. Se resolvió por tanto oír la opinión de Esmeralda Arboleda de Uribe y de Josefina Valencia de Hubach, quienes asistían en ese momento a una reunión de la ANAC. Las constituyentes se identificaron con las estudiantes y el caos invadió la reunión. A continuación la presidenta y la secretaria de la «Unión Femenina» presentaron sus renuncias.

Diario Oficial, Bogotá. Año 91, No. 28576 (14, sep., 1954); p. 821 Asamblea Nacional Constituyente

ACTOS LEGISLATIVOS ACTO LEGISLATIVO NUMERO 3 DE 1954 reformatorio de la Constitución Nacional, por el cual se otorga a la mujer el derecho activo y pasivo del sufragio. La Asamblea Nacional Constituyente,

DECRETA:

Artículo Io. El artículo 14 de la Constitución Nacional quedará así: «Son ciudadanos los colombianos mayores de veintiún años. La ciudadanía se pierde de hecho cuando se ha perdido la nacionalidad. También se pierde o se suspende en virtud de decisión judicial, en los casos que determinen las leyes. Los que hayan perdido la ciudadanía podrán solicitar rehabilitación». Artículo 2°. El artículo 15 de la Constitución Nacional quedará así: «La calidad de ciudadano en ejercicio es condición previa e indispensable para elegir y ser elegido, respecto de cargos de representación política, y para desempeñar empleos públicos que lleven anexa autoridad o jurisdicción». Artículo 3o. Queda modificado el artículo 171 de la Constitución Nacional en cuanto restringe el sufragio a los ciudadanos varones. Artículo 4o. El presente Acto Legislativo rige desde su sanción. Aprobado en segundo debate por la Asamblea Nacional Constituyente, en sesión del día 25 de agosto de 1954. El Presidente. Mariano Ospina Pérez El Secretario, Rafael Azula Barrera República de Colombia- Gobierno Nacional-Bogotá, 27 de agosto de 1954 Publíquese y Ejecútese. Teniente General GUSTAVO ROJAS PINILLA El Ministro de Gobierno, Lucio Pabón Núñez

El Independiente, Bogotá. Año 2, No. 296 (2 die. 1954); p. 4, c. 3-4

_______________ ULISES______________

La Ciudad y el Mundo Nunca antes habíamos visto nada como lo que vimos ayer. El hecho era excepcional por todos sus aspectos. Por prim era vez en nuestra historia, todo el pueblo iba a manifestar su opinión sobre una reforma constitucional. Se le había dicho que eligiera entre la paz y la guerra ciega, sorda y terrible. Se le propuso que escogiera la libertad o la opresión. Se le mostraba un amplio y seguro camino, pero podía también tomar un estrecho y áspero sendero que lo llevaría, fatalmente, al abismo. Y el pueblo, todo el pueblo, sin distinciones de sexo, de color ni de partido, supo hacer la feliz elección. Por eso había ayer, hubo todo el día, de la clara mañana decembrina a la tarde de una luz dulce, de oros apagados lentam ente, un entusiasmo nunca visto, un alegre bullir de la sangre en las venas, una cordialidad espontánea que se comunicaba a todos. Era la grande alegría de la patria viviente, que iba perfilándose a medida que subían, como una poderosa marea silenciosa y arrolladora, las cifras de los votos. No podemos elogiar nunca en la medida justa el esfuerzo, la colaboración, el decisivo concurso femenino. Desde las damas más altas hasta las más modestas trabajadoras, todas fueron a votar, vestidas de un solo color, luciendo un solo traje, su nuevo atuendo de ciudadanas. Bajo ese manto invisible no podía distinguirse la seda de la estameña raída ni las pieles de la frisa campesina. Todas eran iguales, hermosas y noblemente iguales. Llegaban unas con los hijos al cuello, todavía sem idorm idos, arrullados por el rumor del grande océano democrático. Otras iban solitarias, viudas, enlutadas, seguidas de sus amadas sombras familiares. Las alegres parejas juveniles, con los labios húmedos aún del último beso, se confundían con las parejas de los ancianos para quienes ayer no hubo fatiga. Había diferencia en el ritmo del paso pero no en el del corazón. Hubo una niña que miraba con envidia, desde la altura de sus dieciséis años, a la hermanita mayor que levantaba el índice enrojecido como una pequeña bandera triunfal, luciéndolo, orgullosa, más satisfecha de él que del traje más deseado. Todavía tendrá que esperar cuatro años la menor. Estará entonces más alta, sus ojos verdes habrán madurado y será más armonioso su paso. Pero recordará el Io de diciembre como el día en que no pudo

realizar su mayor anhelo. Los hombres nos sentimos un tanto disminuidos, un poco inferiores ante la imponente presencia femenina. No imponente en lo individual, que, al contrario fue discreta, graciosa, dulce, sino en el conjunto majestuoso. Esta nueva fuerza, como ninguna vital, ha llegado a la actividad ciudadana en un momento también excepcional de nuestra vida. Recibámosla con respeto, con admiración y con gratitud. En verdad fueron ellas, nuestras mujeres, las grandes triunfadoras de este día glorioso, en que tantas nuevas realidades se alzaron y tantas estructuras tambaleantes quedaron abatidas para siempre. M adres, esposas, hijas, herm anas, am igas nuestras, estamos más que nunca orgullosos de vosotras. Sobre ella han pasado los años, muchos años, como si no se atrevieran a tocarla. La noble cabeza hace mucho tiempo está blanca y el rostro como las hojas de los árboles, m uestra el com plicado dibujo del tiem po. Guerras, duelos, pesares hondos no lograron quebrantarla. Es una dulce y suave roca que en su seno habría de forjar, amorosamente, el ascua diamantina del hijo. Es la madre del héroe civil, del procer, del conductor, del hombre cabal que ha realizado el milagro. Ella lo sabe y acepta el don altísimo con la sencillez de siempre, como lo ha aceptado todo, ella que tanto sabe de la vida, que tan larga familiaridad tiene con los días y su secreto que se va descubriendo a cada instante. Pero ayer, cuando puso sus m anos leves, casi im palpables, sobre la alta frente creadora, dejaba en ella la mejor corona, superior a la tejid a por el ferv o r del p u eb lo en las grandes consagraciones democráticas y a todas las que honraron en este y en otros pueblos las condiciones excepcionales del hijo, de su hijo, grande entre los grandes, que para ella sigue siendo el mismo niño que la miraba hace ya tantos, tantos años, con las mismas pupilas con que ahora -a una distancia casi secular, que anula el afecto al apretarlos sobre su corazón, que palpita suavemente, como una llama serena- la miran los ojos de los nietos con su misterioso fulgor de futuro. **#

El independiente, Bogotá. Año 2, No. 300 (6 die., 1957); p. 4, c. 6-8

NUEVA ACTIVIDAD FEMENINA Por Cecilia Hernández de Mendoza

Por haber adquirido la ciudadanía con el derecho del voto, la mujer colombiana entra a la vida política con poder para elegir y ser elegida, para ocupar altos cargos en el órgano Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. La política, este nuevo cam po de actividad femenina, es el arte de la ciencia de gobernar a los pueblos. En la democracia el mando no se concentra en unas manos por herencia, ni por la imposición de unos pocos, sino que emana de la voluntad popular. Como todo arte, la política entraña creación, y como toda ciencia, entraña investigación y descubrimiento. El gran conductor, el genio político, está dotado de las virtudes necesarias para llevar a una colectividad hacia el mejor logro de sus destinos tanto sociales como individuales: patriotismo, conocimiento del país vinculación a su historia, amor a la justicia, imparcialidad, honradez, total desinterés; considera el poder como servicio y se olvida de sí mismo para entregarse a su pueblo que encama y representa. Basta recordar en América a Bolívar, a San Martín y a José Martí; a Washington y a Lincoln; en Colombia a Santander, a Uribe Uribe, a Carlos E. Restrepo, a Pedro Nel Ospina, a tantos más... El verdadero político es grande por su espíritu; el seudo-político, es pequeño; el verdadero político vive en el desprendimiento, el seudo-político, en el egoísmo; el verdadero político busca perfección y felicidad para sus gobernados; el seudo-político busca para sí la satisfacción m aterial; el verdadero político es sereno, razonador y se aparta de los extrem os, el seudopolítico es intransigente y obra por pasión; el verdadero político, investiga, estudia crea; el seudo-político es ignorante y atrevido; el verdadero político no da pasos en el vacío; el seudo-político vive de ensayos sin conocer concretamente los fines; el verdadero político persigue un ideal; el seudo-político se mueve en la materia;

el verdadero político es el artista que va creando una mejor vida para el pueblo; el seudo-político con una máscara oculta sus verdaderas intenciones. El verdadero político se adentra en el conocimiento para dar las leyes mejores; el seudo-político las improvisa para halagar las pasiones. Me haría interminable en este paralelo que define dos posiciones frente a los problemas nacionales, que presenta dos maneras de dirigir la cosa pública y que emana de dos polos humanos; el inferior y el superior. Porque en la política se destacan más claramente que en las demás actividades dos tipologías: la del pensador y el oportunista; la del que llega a la meta con los pies sangrantes y la del que la alcanza sin esfuerzo; la del que lucha y trabaja a conciencia y la del que va por los fáciles caminos; la del que se perfecciona con disciplina y esfuerzo y la del que va por las ramas; la del que expresa con pensamientos hondamente propios y la del que habla sin ideas, apenas con el ruido de la fonética.

cumbre por escalas o alcanzarla al punto por oscuros caminos. Es de asegurar que la mujer colombiana sabrá escoger el alto camino de la renunciación y la honradez que si no siempre da la gloria deja en cambio la satisfacción de un espíritu perfeccionado y de una sociedad ennoblecida por su causa y que sabrá desdeñar la senda fácil de los improvisados y atrevidos que traerá al final sinsabores y amarguras aunque el éxito la coronara momentáneamente.

«Sobre la negrura de la atm ósfera tempestuosa donde retumba el trueno y serpea el rayo, hay una región serena y apacible, iluminada por los resplandores del astro del día; así sobre la política de las pasiones está la política de la razón; sobre los intereses particulares y de momento, los generales y duraderos, sobre la insidiosa mala fe, el candor de la sincera verdad», dijo Balmes.

En esta tarea de ennoblecer la política cae una gran responsabilidad sobre la clase dirigente. Porque así como la democracia no se confunde con la vulgaridad ni el rebajamiento personal, así la dirección de la política no puede caer sobre los irresponsables. Hago un llam am iento a las profesionales colombianas, y a las que han tenido una vida de lucha creadora, y a las que han vivido en contacto con la educación, con el servicio social, con el arte, con la ciencia, a las que llevan o pueden llevar consigo un bagaje de cultura que les da una mente clara y un claro raciocinio, para que no eludan en este momento sus deberes y den ejemplo educador, de moderación y serenidad, de austeras y nobles costumbres, de recto juicio, para que quienes las sigan se encaucen desde ahora por rutas de evidente servicio, de lealtad, de sinceridad y para que esta conquista de la ciudadanía femenina traiga la paz, la libertad, la justicia, la bondad, la tolerancia, el amor.

A las mujeres colombianas en su entrada a la vida política se abren estos dos caminos: el del sacrificio, el desinterés, la lucha honrada y el conocimiento o el fácil de la ignorancia que se levanta por la intriga y sube como la espuma, que justifica todos los medios para conseguir sus fines mezquinos. Les corresponde escoger entre la irresponsabilidad y la responsabilidad, entre la tarea seria muchas veces sin recompensa y la vana tarea de brillo fatuo ; entre llegar a la

Ya lo dijo Tagore: «No siento ninguna vacilación al decir que los llamados a ocupar un sitio permanente en la edad que se abre ante nosotros son los dotados de la facultad moral del amor y de la visión de la unidad espiritual los que tienen el menor sentimiento de enemistad y la simpática inteligencia de colocarse en la posición ajena y que serán eliminados los que desarrollan constantemente su instinto de combate y de intolerancia».

Cromos, Bogotá. Año 41, Yol. 85, Bo. 2116 (9, die., 1957); p. 48-49

El voto Femenino NUEVA HISTORIA POLITICA DE COLOMBIA

G R A F I C A S DE S A D Y

E

l pasado domingo, primero de diciembre, la mujer colombiana se acercó por primera vez a las urnas, como parte del electorado nacional. En el siglo pasado hubo en Colombia alguna tentativa teórica, constitucional, de otorgar a la mujer la plenitud de sus derechos políticos. Posteriormente, la carta de 1886 limitó el ejercicio de la ciudadanía a los VARONES mayores de 21 años. La misma norma se conservó en la reforma de 1936, pero la de 1945 se suprimió la palabra VARONES, extendiénsose así el derecho de ciudadanía a las mujeres, como un tímido tanteo, porque el propio estatuto constitucional no se atrevió a concederles la facultad consecuente de elegir y ser elegidas en los comicios. Ahora el sufragio universal, En la concentración femenina del Faenza: uno de los principios básicos de la dem ocracia, es las damas saludan al doctor Alberto Lleras. realmente universal en Colombia, con intenso aumento del caudal de la opinión pública registrada numéricamente en las urnas electorales. Por afortunada e inolvidable a lado del 10 de mayo, de nuestra historia política: con el coincidencia, la fecha de iniciación del voto femenino primer domingo de diciembre de 1957, año del plebiscito coincide en Colombia con el momento más trascendental, aprobado con el espíritu de modificar las costumbres Doña Bertha Puga de Lleras Camargo, entrando al Teatro Faenza, escenario de la concentración femenina del miércoles.

V •r _

J k. Doña María Hurtado de Gómez, atendida por el doctor Laureano Gómez, vota afirmativamente el plebiscito nacional.



%

wmm mmh..

,

políticas del país, ensombrecidas en los últimos años por signos de pasión primitiva y métodos de barbarie. Plena de sentido histórico y laboriosa hasta el máximo fue en esta em presa la tarea cum plida por el doctor Alberto Lleras Camargo y por sus colaboradores. En lo que al voto femenino se refiere, cabe destacar la gestión desarrollada por la más decidida campeona de esa causa, la doctora Esm eralda A rboleda de Uribe, desde sus intervenciones en la malograda Constituyente, hasta el domingo pasado, con la sola interrupción de los meses que debió vivir en los EE. UU., a raíz de la persecución política de que fue objeto. Las gráficas fueron tomadas en la reunión femenina del Faenza, en vísperas del plebiscito.

Semana, Vol. 17, No. 410 (6, septiembre, 1965); p. 7-8

EL PRESIDENTE

Una vez más

Otra vez, el sábado 28, al inaugurar la nueva refinería de B arrancaberm eja (Santander), ante una manifestación de miles de colombianos, el presidente Rojas Pinilla expresó su voluntad de cumplir los lincamientos generales de su programa. El primer m andatario insistió en conseguir la plena conciliación nacional. Dijo que los consejos administrativos recién creados por la ANAC no pueden ser refugio de la politiquería y finalmente consideró que la abstención de la Diliberal ha decretado en tales organismos es un acto hostil. Con base en este discurso, «El Tiempo» publicó al día siguiente un editorial («De los propósitos a la realidad»), en que señaló la existencia de un «indisoluble nudo problemático... en que las palabras se repiten, convincentemente, a través de las ondas, pero a través de ellas, también se evaporan y diluyen velozmente.» Esta nota del vocero liberal expresa muy claramente la opinión de dicho partido sobre el gobierno actual. El liberalismo está quejoso, y, señala más de una causa para creer que hay cierto divorcio entre las palabras presidenciales y las obras de su gobierno. Con todo esto no es todavía la oposición en marcha.

LA ANAC

Inventario.....

Antes de finalizar la semana anterior debía quedar clausurada la Asamblea Nacional Constituyente.

LAS DELEGADAS ESMERALDA Y JOSEFINA «...Oh júbilo inmortal...»

Aparte de las reformas aprobadas (voto femenino, enmienda sobre el comunismo, etc.), la ANAC cumplió otra labor muy importante: permitió la clarificación de ciertas incógnitas en el orden político partidista. Antes de la ANAC existía la impresión de que las fuerzas conservadoras sinceramente adictas al ex-presidente Gómez podrían en un momento dado, «tomarse» la Asamblea. Tal cosa no ocurrió. Los conservadores, excepto ocho, actuaron com pletam ente de acuerdo con la voluntad gubernamental. En el campo liberal, la ANAC ocasionó la más grave escisión de cuantas este partido haya registrado en

los últimos seis años. Los disidentes, asistentes a la asam blea contra la expresa prohibición de la Diliberal, gozan ya de pequeñas trincheras en cada uno de los municipios del país, para adelantar su campaña. Esta ya ha empezado con una serie de ofensivas verbales contra los miembros de la actual directiva. Han reaparecido otra vez en sus labios palabras tales como «lucha contra la oligarquía», que son precursoras de una batalla en regla. Aun cuando es evidente que la voluntad que acompaña a la mencionada directiva es mayoritaria dentro del partido , ésta no parece tener ahora otros medios para resistir que la antigua consigna «Fe y Dignidad».

¡Ciudadanas!

En esta ocasión las barras y los corredores de la Asamblea Nacional Constituyente, generalmente despoblados, se hallan atestados de un público rumoroso y gentil. Centenares de futuras ciudadanas, encabezadas por doña Berta Hernández de Ospina Pérez, se tomaron el Capitolio desde las cuatro de la tarde. Dentro de una gran expectativa se inició la sesión. El diputado Alzate Avendaño, - fuerte y macizo - inició su exposición, como vocero de las feministas. Se observó la ausencia del diputado Rafael Bernal Jiménez, quien ha sido el más tenaz

enemigo de que se conceda de una vez el voto femenino para todas las elecciones. El diputado Alzate hizo el resumen de las tesis que ha venido exponiendo desde la reunión de la CEC. «Para defender los derechos de la mujer, no es menester hacer una especie de cabalgata histórica a partir del hipotético m atriarcado, hablar de Semíramis, aquella reina asiría que construyó los jardines colgantes de Babilonia, pero sobre cuyas costumbres no hace ningún comentario. Ni citar a las reinas egipcias, ni a la famosa Lisístrata, personaje de Aristófanes, que tanto impresiona a nuestra helenista de cabecera Bernal Jiménez. Ni mencionar a Catalina Sforza y las damas ilustres del Renacimiento. Hemos de prescindir de ese alarde erudito. Ni siquiera como el profesor López de Mesa, vamos a apelar a la osamenta de las heroínas Policarpa Salavarrieta, Antonia Santos, Mercedes Abrego, Simona Duque de Alzate, diciendo que la gratitud nacional debe premiar con el voto a las mujeres contemporáneas, en vista de aquellas proezas de antaño....» Y entrando en el tema dijo: «En Colombia existe un hecho obvio, que es la presencia de la mujer en toda las actividades que antaño eran privilegio viril. La mujer ha salido del pórtico familiar bajo el apremio de necesidades vitales».

Semana, Vol. 21, No. 519 (29, octubre, 1956); p. 21

LA CONSTITUYENTE F ó rm u la s F ernando L ondoño y L ondoño sorprendió hace algunos días a los miembro de la Comisión Primera de la Asamblea Nacional Constituyente, cuando al discutirse el proceso de facu ltad es al P resid en te de la República para designar un número de veinte o más diputados, dijo que él era amigo de la paridad política dentro de la ANAC , tal como lo pedía su colega Umaña Bernal. Este había insistido ante la comisión en una fórmula a la que alguien calificó de explosiva: autorizar al gobierno para designar tantos diputados cuantos fuesen necesarios para que los dos partidos políticos tuvieran igualdad

LAS ANAC1STAS GEORGINA Y JOSEFINA, colegas a la vista

de curul, L ondoño, sin em bargo, co ndicionó su aceptació n a que previam ente se realizara la «unión liberal», es decir, la fusión o sujeción del grupo liberal independiente a la Dirección Liberal Nacional. Horas después, cuando finalizó la sesión, sólo qu ed aba en claro que los liberales no estarán representados paritariamente en esta Asamblea. Existen muchas dificultades y no es la menor de ellas la de que ninguno de los grupos conservadores aceptaría la paridad. La segunda dificultad prevista es la de que el gobierno tam poco estaría d isp u esto a implantarla. H asta el lunes 22 ex istían dos fórm ulas sobre este punto: la gobiernista, que solicita autorización al presidente para designar 20 ó 25 nuevos diputados, y la liberal sobre paridad. Pero se p rev eía que cualquiera que fuese la decisión, no afectaría la unanim idad existente sobre el proyecto que consagra la inamovilidad de los miembros de la A N A C. Igualm ente se daba por segu ra una m ayoría, no m uy numerosa, en favor de las facultades al jefe del poder ejecutivo, quien ya había señalado que la ampliación de la ANAC era indispensable entre otras cosas, para dar representación adecuada a la mujer colombiana que actualmente sólo tiene dos puestos (Jo sefin a V alencia de H ubach y Georgina de Gaitán).

El lunes, efectivamente, la Comisión Prim era de la ANAC rechazó la fórmula de la paridad, aceptando la de la ampliación. Habrá, pues, 25 nuevos diputados, pero los liberales amigos del gobierno seguirán siendo minoría. Un solo frente.- Al finalizar la prim era sem ana de labores de la ANAC se pudo hacer un balance previo de las fuerzas que la integran, pero había sido ratificada por los hechos la afirm ación de que el gobierno tiene mayoría dentro de ella. El gobierno enfrenta la oposición a propósito de tres cuestiones : a) La del regreso al país del ex presidente Laureano G óm ez, sobre el cual el jefe del E stado envió un mensaje a la Asamblea ratificando que la presencia del doctor Gómez no es conveniente a menos que acepte la legitimidad de la Asamblea Nacional Constituyente y de los títulos del gobierno actual. b)La de la presencia de los ministros (Jo sefin a V alencia de H ubach, ministra de educación, y el General Gabriel París, ministro de guerra), sobre la cual una com isión de la Asamblea rindió un informe en el que señalaba que existe incompatibilidad de tales funcionarios para intervenir en la ANAC ; y c) La de las facultades al presidente Rojas para ampliar la Asamblea. Debates a pie firme.- Estos tres temas dieron origen a debates en los que los oradores de los diferentes

grupos presentaron sus tesis. Pero fue ev id en te que los grupos de la oposición tuvieron desde el comienzo la decisión de aprovechar las sesiones para presentar sus cargos contra el Presidente Rojas Pinilla. El ex m ingobierno L ucio Pabón Nuñez y el mingobierno Arboleda Valencia, iniciaron, a comienzos de la segunda sem ana de octubre el contra-ataque. Uno y otro analizaron los cargos lanzados contra el jefe del poder ejecutivo, especialmente en lo relacionado con los negocios de c ará cte r p artic u lar, los que consideraron lícitos. Pabón Núñez al rebatir las afirm aciones contra el presidente Rojas, invitó a realizar este debate con la presentación de pruebas concretas. U no de los opositores m anifestó que tales pruebas no estaban en su poder, pero que por el prestigio del país y del gobierno la cuestión debía llevarse hasta su último término. Mientras esto ocurría, al comienzo de la sem ana pasada se form aba un bloque de constituyentes amigos del gobierno que estaba dispuesto a aprobar las facultades del Presidente y a pedir la suficiente ilustración en tomo al tema del regreso del doctor Laureano Gómez, una vez que la comisión designada diera a conocer el proyecto de respuesta al presidente Rojas Pinilla.

Semana, Yol. 21, No. 522 (19, noviembre, 1956); p. 46

Intrigas

Sillones para ellas

Cuando la Asamblea Nacional Constituyente aprobó su ampliación hace dos semanas y se anunció que serían aumentadas las curules femeninas, ya había en el Palacio de San Carlos alrededor de un millar de memoriales con firmas en los que se pide el nombramiento de diversas cand idatas. Las fav o ritas form an una larga lista encabezada por Olga Salcedo de Medina, Elsa Rudas de Pereira, Rosita Rojas, Bertha Díaz Granados, Anita Díaz,

Josefina Valencia, ojos cerrados a las recomendaciones

M aría A urora Escobar, Stella M onsalve y M arina Goenaga. Y siguen más firmas.- En esta oportunidad las mujeres han dado variaciones al estilo que solían tener las campañas que hacían los políticos en tiempos propicios, para conseguir votos de adhesión. Ellas han optado por caminos más amables y directos, a falta de una plaza pública donde se prometen mil cosas. Dentro del nuevo estilo, algunas dan fiestas en honor de constituyentes; invitan a almorzar a ciertas figuras «claves»; visitan los periódicos, solicitan reportajes o los llevan ya escritos; adelantan cam pañas radiales, recorren los pueblos recogiendo firmas. Todas coinciden en afirmar que: Fueron las iniciadoras de las campañas feministas en Colombia; b) Tienen títulos de preparación necesarios para ser constituyentes. Cuando le preguntaron a una de las aspirantes qué pensaba hacer en la ANAC, respondió: «Pues voy a estarme sentada y a ganarme los tres mil...» Primero que hablen.- Casi todos estos pasos, que están dándose desde mediados del año, confluyen hacia el escritorio de la constituyente y mineducación Josefina Valencia de Hubach quien, abrumada de trabajo, ha dicho que está sumamente complacida al pensar que la mujer obtendrá una mayor representación, sobre todo ahora que va a estudiarse la reforma de la Constitución (pero) «no podría decidirme a recomendar especialmente a ninguna porque sería muy difícil hacer una selección». A la resid en cia de la m in istra han ido m uchas de las interesadas en hacerse a una curul, pero ella ha reiterado su afirmación de que no recomendará a nadie. Dijo que sería partidaria de que «el señor presidente reúna a todas las aspirantes, que las oiga hablar y escoja». Coctel.- Sólo se sabe una cosa: que habrá paridad política femenina, de acuerdo con el precedente sentado por el mismo presidente Rojas cuando el 26 de julio de 1954 nombró constituyente a Josefina Valencia (conservadora)

INÉS DE PUERTA, abrigadita

en rem plazo de su copartid ario Joaquín E strada Monsalve, y el 2 de agosto a Esmeralda Arboleda de Uribe (abogada liberal), en remplazo de su colega Luis Eduardo Gachamá, Esmeralda fue relevada a su vez el 15 de noviembre del955 por su copartidaria (médica) Georgina de Gaitán. Georgina, a diferencia de Josefina, «no vacilaría en recomendar a algunas mujeres, si el presidente me llegara a preguntar los nombres...» Pero si no es consultada no intervendrá. Cree Georgina que las «aspiraciones de la in term in ab le lista de m ujeres que esperan el nombramiento son muy justas (y quisiera) que hubiera tantas plazas en la C o n stitu y en te com o m ujeres aspirantes...» Ambas anacistas están de acuerdo en que entre las centenares de aspirantes al sillón hay algunas a quienes «jam ás se les vio la cara en las anteriores campañas feministas».

A lgunas

R eflexiones «Frente al Estado no hay diferencia entre el hombre y la mujer» Platón

El Tiempo, Bogotá, (7, feb., 1954); p. 2

LA MUJER EN LA HISTORIA

Emancipación Femenina Por Muray S. Stedman Jr.

H

ace más de dos mil años Platón las «mujeres ciudadanas».1En el siglo afirm ab a, al h ab lar del XIX, tal idea ganó la mayor parte del y no se puede considerar gobierno de Atenas, que «frente mundo, al Estado no hay diferencia entre el como un simple accidente el hecho de hombre y la mujer». El filósofo no que la Declaración Francesa de los quería decir con esto que no existían D erechos del Hom bre, dictada en en tre los dos sexos d iferen cias 1789, y la Declaración Universal de importantes, desde el punto de vista D erechos H um anos, adoptada en biológico y aun psicológico. Hablaba 1948, son d o cum entos que se concretamente de su igual participa­ relacionan en su espíritu. En lo que se ción en la vida civil y sostenía el refiere a la revolución industrial, es principio de que todas las personas indiscutible que produjo cam bios calificadas, sin discriminación de sexo radicales en las familias, las mujeres o condición social, no debían negar y los niños, debido a la fabricación en gran escala, la esp ecializació n su concurso a la república. Es de lam entar que esta doctrina económ ica y el desarrollo de las civilizadora no prevaleciera en ningún ciudades. lugar del mundo, ni siquiera en la N atu ralm en te, estas dos fuerzas antigua y culta Atenas. Más bien, por econ óm icas y filo só ficas se el contrario, la mujer fue considerada ejercitaron en un largo período de como propiedad del hombre durante tiempo y con diferente intensidad en varios siglos, con excepción del varias partes del mundo. Mas, cada día periodo del Imperio Romano, en el era mayor el número de la gente que que la matrona llegó a ocupar una comenzaba a darse cuenta de que los situación relativamente elevada. La derechos de la mujer eran sólo una ley inglesa, por ejemplo, equiparaba fase del problema aún más amplio de la condición de la mujer a la de la los derechos humanos, ya que aparece infancia. La mujer casada no podía con toda claridad el hecho de que allí ejercer el derecho de propiedad, ni donde los hombres son víctimas de la recib ir salario por su trabajo, ni ex p lo tació n , tam bién lo son las demandar por daños y perjuicios. No mujeres en igual grado. tenía existencia legal independiente de En la historia de la lucha por la su marido. Las naciones modernas han evolu­ emancipación de la mujer, la batalla cionado tal vez con lentitud, pero con para conseguir iguales derechos de firmeza incontrastable hasta adoptar propiedad se inició a comienzos del una actitud más com prensiva. Los siglo XIX, particularmente en Gran historiadores han señalado com o Bretaña y en los Estados Unidos de causas de esta evolución dos hechos: América. En 1860, el Estado de Nueva la expansión del espíritu del siglo York concedió a la mujer el derecho XVIII y la revolución industrial. En de d irig ir su p ro p ied ad , lo que efecto, el espíritu de ese siglo - significaba un verdadero paso hacia expresado en Francia especialmente adelante. En la m ism a época, las por escrito res com o C ondorcet- mujeres se organizaban para obtener p ro clam aba la ig u ald ad de los igualdad de derechos en lo que se ciudadanos ante la ley, sin excluir a refiere a la educación, y consiguieron

éx ito s n o tab les. F ueron casos ejemplares el del Colegio Oberlín, en el Estado de Ohio, que abrió sus puertas en 1833 a hombres y mujeres, y el del Colegio Cambridge en 1869 como el primer colegio británico de mujeres, con categoría universitaria. Más dram ática fue la lucha por el derecho de la mujer al sufragio. En todos los p aíses los dos bandos d efen d iero n sus p o sicio n es con elocuencia. En general, los partidarios de la situación tradicional sostenían que la mujer era inferior al hombre y que Platón se había equivocado. Constituye una ilustración caracte­ rística de esa manera de pensar la observación de H oracio Bushnell quien, en su libro «El Sufragio de la Mujer; reforma contra la naturaleza», afirm ab a que el esfu erzo para reconocer a la mujer el derecho al voto «es com o una ten ta tiv a para transformar las flautas en clarines y las humildes violetas en girasoles». Pero ya un eminente americano, Ralph Waldo Emerson, había alzado su voz en 1856 en defensa del sufragio de la mujer, y algunos años más tarde, el gran filósofo británico Stuart Mill había apoyado con elocuencia ese mismo derecho. El tiempo ha demostrado que Platón, E m erson y M ili no se habían equivocado y que otras figuras menos importantes se hallaban desprovistas de razón y de justicia. En 1920, los E stados U nidos de A m érica permitieron votar a las mujeres. Gran Bretaña, igualm ente, que en 1918 h ab ía co n ced ido ese derecho solamente a las mujeres calificadas, hizo extensivo tal privilegio, en 1928, a todas las mujeres investidas de la ciudadanía, Francia e Italia siguieron este ejem plo en 1936. Y así fue

extendiéndose esta conquista humana país por país hasta llegar a la época actual, en que sesen ta naciones reconocen a la mujer el derecho al sufragio. Al mismo tiempo, los países m ás in d u strializad o s han ido ampliando el alcance de su legislación social. Entre los aspectos que abarca esta legislación se encuentra el de la p ro tecció n a la m u jer co n tra la explotación económica. Otras leyes, por añadidura, tienden a mejorar su condición dentro del matrimonio y suprimir las barreras que impiden el acceso de la m ujer a la educación superior y a la enseñanza técnica y profesional. Tanto se ha hecho por la emancipación de la mujer que la observación de Jam es B ennet, en el «New York Herald» del 12 de septiembre de 1852 resulta anacrónica y falsa: «La mujer, por naturaleza, está destinada a la sumisión, pero en ese estado vive tan feliz com o en cu alq u ier otro, cabalm ente porque esa es la ley n atural» . Hoy, en p lena era del

sufragio femenino, ningún político, hombre de Estado o periodista, se atrev ería a h acer sem ejante declaración y, en caso de hacerla, no provocaría sino la burla general, porque la ciencia experim ental ha venido a reforzar las doctrinas de los filósofos. La psicología moderna, por su parte, ha revelado que no existen grandes diferencias entre el hombre y la mujer, en lo que se refiere a la destreza y a la inteligencia. No obstante, hay mucho todavía por hacer. En varias regiones del mundo, la cifra co rresp o n d ien te al analfabetismo es todavía muy alta. En cierto s p aíses se p ractica la d iscrim in ació n co ntra la m ujer, especialmente en asuntos económi­ cos. No en todas las naciones se proporcionan iguales oportunidades educativas para los dos sexos. Y, finalmente, en aquellos países que no han implantado todavía el sufragio femenino, es muy difícil para la mujer defender sus derechos porque el voto es el arma primordial para corregir la injusticia.

La Unesco, al cumplir su deber de difundir y fomentar los principios de la Declaración Universal de Derechos Humanos , expresa de modo especial su deseo de ver, en todos los países, terminar la discriminación contra la mujer, particularmente en la esfera de educación. La causa de este anhelo es muy clara; el adelanto educativo está vinculado estrechamente al progreso económico, político y social. La lucha por la igualdad será larga, con pausas a veces de desaliento. Mas, la Unesco y otras organizaciones y países han dado varios pasos adelante en la realización del ideal de Platón y co n tin u arán av an zan d o por ese camino hacia el futuro. 1. Condorcet fue más allá que Platón en la exaltación de los beneficios que resultarían para toda la sociedad al garantizar a la mujer el ejercicio de sus derechos educativos y cívicos: «Las mujeres, al igual que los hombres son seres racionales y capaces de contribuir mediante su inteligencia e iniciativa al mejoramiento de la sociedad y de la humanidad en su conjunto...».

Semana, Yol. 18, No. 445 (16, mayo, 1955); p. 11-12

Ellos y Nosotras Por GLORIA VALENCIA DE CASTAÑO

C

y vital en donde sea tan im portante para am bos la reo que una de las razones de la crisis de nuestro escogencia de las nuevas cortinas que van a comprar como tiempo se debe a las circunstancias infinitas, a los profundos silencios que se establecen entre el hombre y el balance de contabilidad que arroja la empresa cada mes. Creo que eso es acompañar a un esposo. Comprendo la mujer. Más concretamente, y para hacer aún más grave que una serie de circunstancias personales, un juego de esta observación: a las distancias y a los silencios que se afinidades, me ha permitido acompañar a mi esposo en establecen entre esposo y esposa. ¡Giran en mundos tan una form a y una medida que pudieran considerarse distintos! Tan distintos, que se van convirtiendo en excepcionales. Pero es que de otra manera no me hubiera mundos opuestos. El marido llega a la casa fatigado, casado con él. Creo que, antes del matrimonio, la mujer herido por la jornada de trabajo y tánto quiere descansar debe revisar minuciosamente qué cosas la unen y cuáles que convierte al hogar en un sitio de reposo, es cierto, la separan del esposo. Decir «mi esposo es médico pero pero de falsa y peligrosa serenidad. No quiere hablar no sé bien a qué especialidad se dedica. Sólo sé que vive con la esposa de sus preocupaciones, de su «negocio», atafagadísimo» o «mi esposo vive leyendo unos libros de sus cuitas. Q uiere distraerse. Y, entonces, por complicadísimos y nunca he sabido de qué tratan», me eliminación, vive en su hogar una vida fragmentada, parece una irresponsabilidad con la vida y un burdo pacífica, sí, pero incompleta. El ideal es, mi ideal por lo sentido de la comodidad. Deben escrutarse hasta lo más menos, hacer un solo conjunto con él, una masa compleja

hondo las calidades del hom bre con quien vamos a compartir la vida. Y hacerlo a tiempo y con sagacidad. Lo demás crea esas distancias y esos silencios de que he hablado. Tal es la semilla de la discordia, la fuente de la tristeza. La alegría, mientras dependa de nosotros, es una obligación. Hay algo más: esas distancias y esos silencios, esos mundos opuestos, originan la desconfianza. La distancia suscita la desconfianza. El hombre que viene de la oficina al hogar llega de un mundo tan distante que parece desembarcar de otro planeta. Y para la mujer común y corriente es tan inasible ese mundo donde espejean vagamente el trabajo, el club, el café, la calle, la reunión de hombres solos, que de tal vaguedad surge la sospecha. En cambio, mientras más cercanos y entrelazados sean los dos m undos del esposo y la esposa, m enos probabilidades habrá para la duda. Se verá el mundo desde un mismo ángulo y aún esas tinieblas interiores que hay en cada corazón humano se despejarán a la vista del compañero. Otra cosa importantísima para la felicidad: el humor. Creo que Anatole France decía: «Si quieres que las mujeres te amen, hazlas reir». La fórmula puede hacerse mucho más profunda: «Si buscas a alguien que pueda hacerte feliz, advierte primero si es capaz de hacerte reír». Me refiero a la risa gozosa, a la carcajada, a la llama imprevista que prende en cualquier parte y que pasa de unos ojos a otros, contagiosamente. ¡Qué importante es el humor en el matrimonio! Pero es necesaria la equivalencia, porque hay muchos tipos de humor, desde el que puede hacerse con una sola contracción de los labios hasta el que se organiza alrededor de los chistes recitados y transmitidos. Entre uno y otro extremo hay innumerables matices. Feliz la pareja - como es mi caso - que desarrolla una misma

categoría de humor. El humor es un capítulo de la simpatía y la simpatía -¡la sola simpatía!- puede sostener durante años un matrimonio del que desaparecieron desde hace muchos años el amor y hasta la estimación. La simpatía y la buena educación: hé ahí las dos grandes cosas. La m ujer debe preocuparse más por los problem as nacionales. La aristocracia es distracción. Y tal vez por eso muchas mujeres llegan a considerar inclusive elegante o fino el ignorar cuántos ministerios tiene el gobierno o qué consecuencias tiene la baja del café. No se interesan por los problemas sino por las personas. No tienen un sentido total del país, ignoran el esquema general de la historia patria. Saben que Bolívar libertó a Colombia por allá en los comienzos del siglo pasado, que Núñez tuvo amores con doña Soledad Román, que ciertas familias dieron varios presidentes al país, que hubo un atentado contra la vida del general Reyes y que años después Alfonso López reconquistó para los liberales el poder. Después han seguido la «historia del país» a través de anécdotas e incidentes personales. Pero no saben más. Adhieren casi histéricamente al sectarismo de los hombres y eso constituye una de sus grandes debilidades específicas. La mujer debe intentar una autonomía intelectual. Es capaz de hacerlo. No lo hace por pereza o por comodidad. Desde luego, no estoy hablando de una autonomía política que podría venir si se mereciera. Pero mientras la mujer no piense por sí misma, no discrimine, no sea capaz de definir, sola, ante un grupo de extranjeros, por ejemplo, sin ayuda del esposo, la importancia de Paz del Río o el régim en actual de nuestro petróleo, no m erece la autonomía política. Yo me sorprendo y me maravillo muchas veces del talento natural que tienen innumerables mujeres.

Semana, Vol. 19, No. 454 (18, julio, 1955); p. 11-12

Ellos se entienden C

uando Amoldo Raskovsky, más intenso, variado y de difícil sicoanalista y pediatra solución. Y fue porque en la argentino, contratado por la Junta Sociedad C olom biana de de Beneficencia de Cundinamarca Psiquiatría en donde lo presentó a para orientar en Colombia una los especialistas colombianos el campaña de higiene mental, llegó presidente de la Beneficencia, recientemente a Bogotá, quizá no Ernesto Martínez Capella, en la pudo imaginarse que alrededor de Televisión Nacional, el 23 de su pensamiento y su persona se junio, y en las conversaciones fuera a suscitar un debate cada vez privadas, sostuvo tesis del más

JOSEFINA DE HUBACH Choques eléctricos

ortodoxo pansexualismo (*). Con su «enorme capacidad verbomotora» (palabras con que el cáustico psiquiatra colombiano Edm undo Rico definió las cualidades de conversador de Raskovsky, al replicarle en la prensa), el psicoanalista argentino, después de visitar el frenocomio de Sibaté, sostuvo en conferencias dictadas en algunos centros científicos y en charlas con jóvenes profesionales colombia­ nos, cosas de este tenor: Que se podía hacer creer a la gente por medio de influencia psicológica; que si por ejemplo, algunos niños vistos por él en un frenocomio colombiano tuvieran un jardinero alto y apuesto en vez del pequeño y de 90 años que ven a diario, por el solo hecho de ver un tipo físicam ente envidiable, los párvulos alcanzarían un desarrollo mayor y correspondiente a su edad, que, según AR, no tienen. Y entre otras cosas del extenso filón freudiano, relató el caso de un cáncer de la piel curado por él en asocio de otro médico (en la A rgentina) y por m edio del psicoanálisis.

estaba dicho aún, y fue la crítica que el psicoanalista argentino hizo a los m étodos de tratam iento practicados por los psiquiatras colom bianos en los estableci­ mientos de beneficencia, que son en general de los llam ados métodos biológicos («shocks» eléctricos o producidos por insulina, etc.) Además de Rico, el experim entado Luis Jaim e Sánchez, psiquiatra director del frenocom io de Sibaté y un psicoanalista menos ortodoxo que AR, José Francisco Socarrás, hicieron la crítica de la tesis de Raskovsky (antes lo habían hecho en su presencia durante una sesión de la Sociedad de Psiquiatría) y el segundo de los tres lo emplazó el lunes 4, «para que diga cómo y por qué sus métodos freudianos van a reem plazar la experiencia de millones y millones de casos... que se han beneficiado de los procedimientos biológicos...» Y otra cosa: cómo va a hacer un pansexualista y freudiano para am oldar su m aterialism o, positivismo y determinismo...a los postulados de una terapéutica cristiana...

Raskovsky, la constituyente Josefina Valencia de Hubach, escribió a «El Espectador» una carta denunciando casos «como los que he conocido a través de mis campañas a favor de la mujer, en que algunas de éstas, por diferencias con sus parientes, han sido internadas en casas de salud y som etidas a tratam ientos torturantes»... Socarrás pidió a este respecto que se hiciera una investigación y que Josefina Valencia citara casos, a lo cual ella contestó que podía citar un buen número. Así estaba la polémica, hasta fines de la semana pasada, a mediados de la cual Raskovsky se había visto obligado a viajar a Europa en desarrollo de com prom isos anteriorm ente adquiridos, sin que alcanzara a replicar públicam ente a sus contendores colombianos. (*) Doctrina del científico judio-vienés Sigm und Freud (1856-1939) que atribuye las perturbaciones mentales a complejos sexuales, especialmente a ciertos fenómenos relacionados con sucesos de la infancia. El mismo Freud rectificó parcialmente, y sus discípulos se hallan divididos en numerosas subescuelas.

El «Shock». Sin embargo, lo que Derivación polémica. Por su parte habría de producir revuelo no

y a propósito de la tesis de

Cromos, Bogotá. Año 39. Yol. 81, No. 1994 (18, jul., 1955); p. 21, 53

La polémica sobre la higiene mental E

l doctor Ernesto M artínez Capella, Director de la organizado en un breve plazo. Los especialistas estuvieron Beneficencia de Cundinamarca, conoció un día en a la expectativa desde cuando se tuvo conocimiento del Nueva York al doctor Amoldo Raskovsky, psicoanalista com prom iso. L legó por fin el m édico argentino y, arg entin o , d irecto r de la « R ev ista A rg en tin a de atentamente escuchado por todos sus colegas de Bogotá, Psicoanálisis» y persona de renombre en los círculos expresó sus propósitos y expuso sus tesis. Estas se psicoanalíticos del Continente. El doctor Martínez, que componían de las teorías del sabio austríaco Sigmund tenía la idea de fundar en Colombia un Instituto de Higiene Freud, pero seguido en la forma más literal y ortodoxa M ental, com o el que so licitó el C ongreso de posible. Allí no entraban o tenían que ver muy poco los discípulos que criticaron o desarrollaron el pensamiento Neuropsiquiatría reunido en Medellin hace unos meses, del Maestro que, en sus últimos escritos, buscaba una base contrató al doctor R askovsky para que viniera a

biológica para su escuela, limitada naturalmente, por las limitaciones de la ciencia de su tiempo. Lo que el doctor Raskovsky proponía era el pansexualismo, como advirtió, con intención muy católica, el doctor Luis Jaime Sánchez. El doctor Raskovsky fue al frenocom io de mujeres (llamado más sencillamente asilo de locas) y estudió los m étodos em pleados en los tratam ien to s. E ran, principalmente, insulinoterapia y electrochoques, sistemas que no entraban en su concepción. Entonces sostuvo lo que dio lugar a la discusión: es necesario suprimir los electrochoques, la insulinoterapia, y no pensar siquiera en la lobotomía ni en ningún otro tratamiento de base b io ló g ica. P rop u so , en cam b io , el tratam ien to psicoanalítico por grupos. Los especialistas colombianos pusieron el grito en el cielo. En primer lugar -dijeron- no hay aquí personal científico suficiente para ello y luego, dijo el doctor Edmundo Rico, el doctor Raskovsky no es psiquiatra y, por lo tanto, no conoce los aspectos biológicos de la enfermedad ni sus requerimientos terapéuticos en las diversas etapas de su evolución. El doctor Rico, en su «Balanza del Caduceo»- columna que escribe a veces en «El Tiempo» invitó a opinar a los expertos. Pocos días después, apareció en el mismo diario un artículo del doctor Luis Jaime Sánchez, desafiando a una controversia pública al doctor Raskovsky, y haciendo ver que sus puntos de vista no se ajustaban al pensamiento del Vaticano sobre la higiene mental y sus procedimientos. D ijo, entre otras cosas, que el psicoanálisis estaba superado y se hallaba dispuesto a probarlo. Por esos mismos días, en «El Espectador», el doctor José Francisco Socarras - considerado como el primer psicoanalista del país, se puso de acuerdo con el doctor Rico y dijo que disentía del doctor Raskovsky en cuanto éste abogaba por la supresión de los tratam ientos biológicos. «La insulinoterapia» -agregó-, los electrochoques y la lobotomía son recursos terapéuticos indispensables, de acuerdo con la actualidad científica, técnica y organizativa de los establecimientos psiquiátricos; y no se les puede sustituir de la noche a la mañana por la psicoterapia, así sea individual o de grupo, de tipo psicoanalítico o de cualquiera otro de los em pleados actualm ente. Hay pacientes esquizofrénicos, por ejem plo, que no son susceptibles a la psicoterapia, sino después de una cura de insu lin a ; otros, en cam bio, en el curso de la psicoterapia hacen crisis de agitación que requieren insulinoterapia». Agregó, que el señor Ministro de Salud Pública no debía hablar en sentido peyorativo de los métodos biológicos, aplicados actualmente «en todos los grandes cen tro s de la p siq u iatría m undial». Y, aprovechando la ocasión, llamó «la atención de la ilustre dam a doña Josefina V alencia de H ubach sobre la necesidad de ser discretos cuando se discuten asuntos científicos que se desconocen. Dijo ella (en una discusión

JOSEFINA VALENCIA DE HUBACH Tiene 29 casos

televisada sobre la higiene mental en el país comentada en CROMOS) que los tratamientos biológicos degeneran o idiotizan a los enfermos, “pero ocurre que son las enfermedades en sí, nunca los métodos, quienes anulan o idiotizan a los pacientes” . La señora Valencia de Hubach se apresuró a rectificar por medio de una carta enviada al doctor Socarrás, y publicada - días después - en «El Espectador». Dijo, entre otras cosas: «Yo me sentiría profundamente feliz si lograra evitar, con mi presencia, que se repitieran casos como los que he conocido a través de mis campañas en favor de la mujer, en que algunas de éstas, por diferencias con sus parientes, han sido internadas en casas de salud y sometidas a tratamientos torturantes. Y más aún: casos insólitos en que cuando algunas mujeres han tenido la desgracia de faltar a los compromisos adquiridos en el matrimonio, han recibido como castigo la aplicación de electrochoques o la internación en sanatorios, siendo así que si se siguiera la misma norma con los hombres, no habrían casas de salud suficientes para albergarlos». Al día siguiente, en el mismo diario, los doctores Hernán Vergara y Alvaro Fajardo Pinzón, dijeron que, «como directores que somos de una clínica pneurosiquiátrica, nos vemos en el caso de pedir a la señora Valencia de Hubach... que solicite a las autoridades judiciales abrir la investigación correspondiente sobre los ilícitos de que ella tiene conocimiento... si en algunos casos parece que, efectivamente, la hospitalización de la señora tenga por móvil castigarla por infidelidades matrimoniales, ello se debe a que todo cambio brusco de conducta permite sospechar la presencia de un proceso de desintegración psíquica....» El problema técnico siguió discutiéndose, y los términos de la p olémica fueron esclareciéndose. Pero ya el doctor Raskovsky se había ido a España. El doctor Martínez

Capella, considerando que algunos polemistas se alejaban de su especialidad, para pisar campos personales, censuró a quienes estaban atacando al médico argentino que, por su viaje, no podía defenderse. Entre tanto, el doctor Socarras escribió una carta al doctor José del Carmen Acosta, Presidente de la Federación Médica, encargado de sancionar las faltas cometidas contra el estatuto ético de nuestra profesión” , para que tome las declaraciones públicas de la señora Valencia de JJubach como denuncia formal, abra la correspondiente investigación e imparta si es del caso las sanciones de rigor” . El doctor Acosta

dijo que consideraba «infundados los cargos y no creo que se haya presentado ninguno». Pero la señora Valencia, en una carta a «El Tiempo», dijo que «renunciando a la inm unidad parlam entaria de que gozo, estoy lista a declarar ante los señores ministros de gobierno y de salud pública, las irregularidades a que me referí en mi carta al doctor Socarrás (...). Y para conocim iento de los psiquiatras interesados, debo manifestarles que ni siquiera en la infancia sufrí de terrores nocturnos». Y en «El E spectado r» precisó : «tengo v ein tin u e v e casos concretos».

Cromos, Bogotá. Año 41, Vol. 84, No. 2082 (8, abr., 1957); p. 14, 43

CON LA REINA DE LOS PERIODISTAS DE SANTANDER

La mujer no debe participar en la política ALTA, esbelta, de ojos verdes, y para los voceadores de prensa de cab ello s rubios M ariela D urán Santander. Velasco, la reina de los periodistas de La reina de los p erio d istas de Santander, llegó a Bogotá con el fin Santander es ante todo una mujer de entrevistarse con los Ministros de m oderna, de claro s y elevados Obras Públicas y Educación, sobre conceptos sobre la vida contem ­ varios e im p o rtan tes asuntos poránea, especialmente en lo que se concernientes a levantar el nivel social refiere a la participación femenina en y económico de los profesionales de todos los campos de la actividad y a la prensa santandereana. sus derechos civiles, sus ideas son Entre sus principales objetivos figura p recisas, ju sta s y razo n ad as y el de la construcción de la Casa del muestran una madurez intelectual que Periodista de Bucaramanga, cuyos está en d esacuerdo con su gran terrenos ya fueron adquiridos cerca de ju v e n tu d y que es la lógica Sotom ayor, pero que por falta de consecuencia de su consagración al ayuda económica no ha sido posible estudio y de su vasta cultura adquirida iniciar la construcción. La reina desea en libros y en viajes. que la casa del periodista sea ante todo Sobre la independencia de la mujer, un centro de cordial reunión, sin Mariela Durán declara enfáticamente: discrim inaciones ideológicas y de -«L a m ujer debe ten er su in d e­ clases, donde cada periodista pueda pendencia en cuanto a sus ideas, expresar sus conceptos y sus anhelos p ro fesión , credo y activ id ad , de mejoramiento colectivo. Y es tal conservando siem pre la ética y el la vehemencia que anima a Mariela resp eto por sus d eb eres, com o Durán Velasco en la realización de miembro importante que es del hogar este proy ecto, que afirm a sin y de la sociedad. Sería maravilloso el am bages: «antes de term in ar mi día que la mujer colombiana lograra reinado, que es de un año, prometo tener la libertad de acción y la solidez entregar a Bucaramanga la Casa de los mental de la de los Estados Unidos!» Periodistas ya concluida». En la visita que Mariela Durán hizo - Bajo tal independencia, ¿la mujer al Ministerio de Educación, consiguió podría cometer errores? una buena cantidad de cuadernos, - «¡Naturalmente! Nuestras mujeres, libros, lápices y otros útiles de por lo general, no tienen la suficiente estudio, además de juguetes y vestidos educación para d iferen c iar la

independencia del libre albedrío, y por esta confusión com eten, m uchas veces, ligerezas de honestidad, moral y buenas costum bres. La indepen­ dencia de la mujer moderna, radica en ser práctica ante la vida y sana, pura y noble ante su co n cien cia. La comprensión de estos dos factores es lo que le falta a la mujer colombiana y creo que la irá adquiriendo con el tiempo, la educación y la formación intelectual». - ¿De la mujer en la política? -«Me parece que éste es un campo en que la mujer no debe tomar parte. La m ujer es po r n atu raleza m ás apasionada que razonable y actúa casi siempre guiada por su temperamento, ¡imaginémonos una revolución de mujeres!. ¡Sería peor, más catastrófica que el estallido de una bom ba de hidrógeno! La m ujer no tiene el sentido de neutralidad, de equidad, de tacto y disimulo que caracteriza al político, cuando ella interviene, lo hace a ciegas, tozudamente, impelida por sus sentimientos, sus creencias y sus pasiones. En fin, que la mujer debe dedicar estas fuerzas irrebatibles de su sicología, a obras sociales, de caridad y de fratern id ad en bien de la humanidad». - Pero la m ujer norteam ericana y europea viene tomando parte activa en la p o lític a con resu ltad o s

maravillosos... -«¡E s d istinto ! Son razas de temperamento frío y calculador. Aquí somos muy fogosos, volcánicos y apasionados hasta lo increíble. La reflexión, el tacto, la mesura, son atributos que desconoce nuestra raza y son los que in teg ran el tem peram ento anglosajón; por eso pueden las m ujeres de allá hacer política como los varones». - ¿Qué opina del amor? - «Soy tan romántica que creo que el amor es el don más hermoso que Dios concedió a la humanidad. Quien tenga amor posee todo: El paisaje, las flores, la ternura, el llanto, la alegría, el

sosiego, la plenitud y la dicha inmensa de ser un retazo de la creación». - ¿Le hubiera gustado ser periodista? - «¡C on toda mi alm a! Am o intensamente esta inquieta profesión, la que yo llamo «el cuarto poder» por la importancia que tiene en el destino de los pueblos. Algún día tendrán la sorpresa de verme en el periodismo activo. Hacia él me encamino y he de lograrlo como todas las cosas que me propongo». - ¿C óm o la ha tratado la prensa bogotana? - «C on la g en tileza que la ha distinguido siempre. Admiro mucho a la revista CROMOS, por su bella y

pulcra presentación, por la magnífica selección de sus artículos y por las interesantes gráficas de actualidad nacional y mundial que nos entrega semanalmente. Además, le estoy muy ag rad ecid a a C R O M O S por las gentilezas que tuvo en mi coronación y nuevamente ahora, ayudando en la labor p u blicitaria que es la más im portante para el logro de mis o b jetiv os com o rein a de los periodistas. Envío a los lectores de CROMOS un saludo muy cordial de los periodistas santandereanos y un abrazo fraternal y am istoso en mi nombre.

Cromos, Bogotá. Año 41, Yol. 85, No. 2114 (25, nov., 1957); p. 15

La capacidadpolítica de la mujer L

a agitación feminista no tiene aquí muchos grupo de sufraguistas denotaba su interés latente. El años; tal vez treinta o treinta y cinco si tomamos sufragio femenino era tema secundario hasta el en cuenta las extrañas salidas románticas de una u momento de Rojas Pinilla. El dictador, a medida que otra mujer superior. Doña Soledad Acosta de Samper perdía prestigio, se afanaba por hallarlo en alguna aparece casi solitaria en el siglo pasado; antes estaba parte; y un día creyó que diciéndoles a las mujeres la Madre Castillo. ¿Cuántas más que pudiéramos que podían votar iba a tener el respaldo de la mitad reputar de prim era línea por la preem inencia del país. Lo que no vio él fue que resultaba imposible intelectual y la actitud ejemplarizante? Es difícil aislar a las mujeres de su propia atmósfera social y verlas. De donde puede deducirse que el despertar política y en ésta los hombres carecían de derechos político y mental de las mujeres colombianas carece y caían asesinados en las calles y en los campos. de una tradición rica. Estrictamente, su acceso a la Por lo demás, nadie podría votar «por razones de vida pública se hizo realidad patente hará unos 25 orden público». El voto femenino resultó, pues, una años, cuando empezaron a trabajar por fuera de la añagaza demagógica; pero, aun así, ese formalismo casa y al interesarse un poco por lo que sucedía en de la dictadura quedó en el primer plano de la vida la calle. La última década ha sido decisiva en el política, sobre todo después de que Rojas llevó una proceso, que se ve concomitante de la urbanización mujer al gabinete. Ello en sí mismo no constituía y del desenvolvimiento general de la nación. revolución alguna ni ejercitaba influencia perceptible en la orientación del Estado, pero era un estímulo. El hecho de la mujer como fuerza viva en la calle Cuando éste pudiera manifestarse eficazmente sería planteó a los partidos la necesidad de conferirle un posible tener esperanzas en que cambiaran un poco status político. En el decenio del treinta le las condiciones de la lucha política. Uno de los permitieron manejar sus bienes y le otorgaron cierto puntos del plebiscito constitucionaliza el voto grado de independencia con relación al marido, pero femenino. Este va a ser efectivo, ahora sí. Lo que seguía careciendo de intervención en los negocios quiere decir que las mujeres duplican el volumen de públicos aunque ejerciera influencia en la política votantes y que las elecciones reflejarán más desde su casa. Ninguno de los partidos tradicionales cabalmente los criterios políticos y la sensibilidad fue lo bastante osado, sin embargo, para concederle del país. Las mujeres entran, de este modo, en el el voto. Ella tampoco se preocupaba excesivamente debate sobre las cuestiones del Estado y participan por ello, y sólo su vaga simpatía por un minúsculo en su dirección. Su peso específico en el contenido

de los programas políticos y en la actividad de los gobiernos va a ser, por eso, determinante. Por advertirlo de esta manera fue por lo que el doctor Lleras les dijo la semana última que participaran en el plebiscito y después de él con la lucidez que requería la nación y se había esperado vanamente de los hombres. El Director del Partido Liberal les aseguró que, al llamarlas a votar no lo hacía a nombre de agrupación alguna, sino como veterano de la

política que podía indicarles los sitios de peligro. Lo que les pidió el gran conductor civil fue que ante todo, mantuvieran delante de los partidos una lúcida independencia intelectual que les permitiera aprobar o censurar sin sentirse culpables de deslealtad. Este, a nuestro juicio, es el mayor homenaje que la inteligencia masculina puede hacer a quien ha amado y menospreciado por los siglos de los siglos.

Semana, Vol. 23, No. 537 (7-13, diciembre, 1957) p. 3

¿Derecha o izquierda? Cuando los colombianos asistían, de lejos, a las deliberaciones de la Comisión de Estudios Constitucionales sobre la conveniencia de darle el voto a las mujeres (idea que se abrió con el «espaldarazo» presidencial), uno de los argumentos callejeros, tanto en favor como en contra, fue de que las colombianas votarían, cuando pudieran, por el partido conservador. Era un argumento de dos cabezas. El proyecto tuvo amigos y enemigos de ambos partidos. Los liberales creen que la influencia del hombre sobre la mujer en materias políticas es incontrastable y como dan por descontada su mayoría electoral, no se inquietan. Los conservadores, por su parte, confían en que la influencia del clero sobre la mujer les dará la mayoría de los votos femeninos. Punto de referencia.- Desde luego, en la Colombia actual, esto del sufragio es la más teórica de las discusiones pero a falta de otro tema los contertulios de café pueden ampliar sus tesis trayendo a cuento el reciente caso mexicano. Durante las últimas elecciones de ese amigo país, para elegir diputados a la Asamblea Nacional, el 58 por ciento de la votación del Distrito Federal de México correspondió a las mujeres y de este 58 por ciento, el 38 por ciento fue favorable al partido derechista Acción Nacional. En las provincias, según cálculos, el 60 por ciento de los votos femeninos favorecieron también al partido que dirige el licenciado conservador Gómez Morín. Frente a la evidencia de los números, un observador comentó : «el gobierno ha puesto en manos de la reacción el arma más formidable de que se tenga memoria y si algún día cada uno de los votos depositados en las urnas contara estrictamente, la Revolución (izquierdista) habrá dejado de existir... Las mujeres votaron simplemente contra el PRI (Partido Revolucionario Institucional), sin importarles quién era el candidato derechista..,»¿Qué puede ocurrir con las elecciones presidenciales próximas ? La mujer mexicana, opinan los observadores, está lista para actuar pero solamente desde el punto de vista emocional y temen que le entregue en bandeja a la reacción, la más cara de las conquistas masculinas.

Semana, Vol. 23, No. 537 (7-13, diciembre, 1957) p. 3

El voto femenino Por LUCILA RUBIO DE LAVERDE

L

a autora de esta columna es retrógradas sostenidas por una de las m ujeres hom bres al decir de ideas colombianas que mayor accióndemocráticas. feminista ha desarrollado. Entonces como hoy, tres Ha presidido durante varios años proporciones dividían el campo: el la acción feminista de Colombia y derecho político total, el de votar ha representado a esta organi­ solam ente en las elecciones zación en varios congresos m unicipales, y por últim o internacionales. Es autora de tres conceder al legislador la facultad libros sobre temas feministas. Sus de dictar la ley del sufragio puntos de vista aquí consignados universal cuando lo considerara LUCILA DE LAVERDE representan un claro y valeroso oportuno. Sólo la primera, la que Derechos jurídicos planteamiento de la cuestión sobre sostiene actualmente en el seno de la cual ha venido discutiéndose la C.E.C. el ilustre profesor López últimamente en la Comisión de de Mesa, cumple con el postulado derechos civiles y políticos. Parecía, entonces, que el varón democrático. Estudios Constitucionales. colombiano sólo tuviera como Después de largos años de debates, La m ujer colom biana guarda meta final el afianzamiento de la olvido y vacilaciones, parece que silencio mientras los constitu­ teoría de la inferioridad femenina. el legislador colombiano hará yentes discuten su derecho, justicia a la mujer de su país convencida de que el voto le será Pueden los varones colombianos sacándola del estado que concedido sin necesidad de esperar tranquilamente la decisión corresponde políticamente en la pedirlo. Un gobierno que ha de la C.E.C. El voto de la mujer sociedad, a los vagos, los locos y firmado la Carta de las Naciones sólo tendrá el carácter protocolario Unidas y adherido a la Declaración del cumplimiento de un compro­ los mendigos. Universal de los derechos del miso firmado en varios acuerdos Desde 1944 pedimos insistente­ hombre, no puede retardar por más internacionales. Infortunadamente mente al congreso el sufragio tiempo el cumplimiento de un en la práctica no traerá ningún cambio sensible en la política y universal, pero sólo logramos en compromiso internacional. organización del país en mucho 1945 cambiar la palabra varón por Colombiano en el A rtículo El silencio femenino en este caso tiempo. El varón patriarcal que es correspondiente de la C onsti­ no significa indiferencia. Es en la intim idad el hom bre simplemente una consecuencia colombiano, no la dejará intervenir tución. lógica de pasadas experiencias. en forma decisiva y eficaz. El Entonces los ánimos viriles se Nada valieron ante la obcecación recuerdo de lo ocurrido en los enconaron contra la petición de los legisladores la serie de últimos años anteriores al 13 de justiciera de la mujer con tan memoriales, folletos, revistas, junio lo hará apartarla de la cosa inusitada violencia, que no hubo conferencias y libros escritos y pública y seguirá siendo él, el sólo ironía ni descrédito que no saliera pronunciamientos con el propósito señor. La educación continuará a relucir en refuerzo de tesis de defender la igualdad de como ahora: miles de niños sin

escuela con un solo camino abierto a su esperanza: el de bestia de carga. Centenares de jóvenes a las puertas de la Universidad sin sitio donde satisfacer su anhelo de estudiar, porque un M inistro ordena en enero un previo universitario que suprim e en octubre. Los campesinos seguirán ignorando el alfabeto, acosados por la enfermedad y la miseria. Los niños vagos ambularán por las

calles de la ciudades acechando los clientes de las bizcocherías, y en las noches heladas se refugiarán bajo las estatuas de los proceres y en los portales amplios de las ricas mansiones. Y continuará la mujer cambiando honor por pan y un buen número de niños seguirán siendo inscritos en los registros como hijos de padres descono­ cidos. Pero si algún día la m ujer

colombiana afianza su indepen­ dencia y pierde el miedo de intervenir en la política, la vida del país perdería las duras aristas del delineamiento puramente varonil que hoy acusa para adquirir los gratos contornos que la sensi­ bilidad social y el menor egoísmo de la mujer podrían imprimir al desenvolvimiento de la sociedad a todo lo ancho del territorio nacional.

Cromos, Bogotá. Año 38, Yol. 79, No. 1950 (6, sep., 1954); p. 19

Mujeres de vanguardia MINNIE M. MILLER COINCIDIENDO con el logro del voto para ellas, las mujeres colombianas tuvieron la semana pasada una visitante norteamericana que vino con el fin de incitarlas a organizarse más fuertemente. La señora M innie M iller, que es vicepresidenta de la Federación Internacional de Mujeres Universitarias, trató principalmente con las mujeres que estudian entre nosotros, es decir, con quienes van a dirigir en adelante el movimiento feminista del país. La señora Miller realiza un viaje de cinco meses por América Latina, durante el cual habrá de visitar organizaciones de M éxico, Brasil, Uruguay, Argentina, además de establecer vinculaciones con las universitarias de Colombia, Panamá, Cuba, Costa Rica, Bolivia y Chile. «Cuando estos grupos entren a formar parte de la Federación Internacional de Mujeres Universitarias -dijo la señora Miller-, las mujeres universitarias de América Latina para explicarles lo que era la Federación y los beneficios que pueden alcanzar afiliándose a dicha

organización. En la actualidad hay 150.000 mujeres universitarias de 30 países distintos que son miembros de la Federación». La señora Miller es profesora de idiomas modernos en el Kansas State Teacher’s College; pero viaja con una licencia por tierras que ella ya había visitado en 1951. Es graduada en el mismo colegio y doctorada en la Universidad de Chicago. Tiene, además, certificados de estudios en el Instituto de Fonética de la Universidad de París y ha seguido cursos en el Centro de Estudios Históricos de Madrid. Ha escrito también varias obras sobre las civilizaciones de Francia y España y colaborado en revistas especializadas en temas lingüísticos. Cinco veces ha viajado a Europa, cuyos países latinos de Occidente conoce muy bien. El gobierno francés la ha condecorado con las Palmes Académiques de plata y de oro, fuera de haberle otorgado los títulos de Officier d’Academie y Officier de l’Instruction Publique.

C edulación F emenina «La cédula nos acredita como ciudadanas de Colombia».

El Espectador, Bogotá. Año 66, No. 14070 (26, ago., 1954); p. 1, c. 5-7; p. 17, c. 6

ENSAYO DE CEDULACION FEMENINA, HOY

Habrá personal especial para cedular damas El primer pensamiento de las mujeres al concedérseles el derecho al voto universal fue el de conseguir el instrum ento que las acredite com o ciudadanas de Colombia. Por eso, no pocas hicieron llamadas a las oficinas de la Registraduría Nacional del Estado Civil, para averiguar cuándo podían ir a que les dieran su cédula; algunas ya se están haciendo tomar las fotografías y otras han recomendado que les saquen su partida de nacimiento.

A 'A

.JL.Ú

mmm

En la R e g istrad u ría se anunció a las dam as que inmediatamente se produjera por parte del ejecutivo la reglamentación al estatuto legal aprobado en la ANAC, los funcionarios de esa dependencia entrarán a iniciar la cedulación femenina. Con el propósito de ver sobre el terreno el proceso de cedulación vigente, el cual se aplicará también para el efecto de otorgar la cédula a las mujeres, visitamos esta mañana las oficinas de la Registraduría Nacional del Estado Civil en compañía de las honorables constituyentes Esmeralda Arboleda de Uribe y Josefina Valencia de Hubach, y de la magistrado Aydee Anzola Linares. El d o cto r T eófilo Q uintero de Fex y otros altos funcionarios de la dependencia mencionada, se mostraron complacidos por la visita y accedieron gentilmente a explicamos el proceso de la cedulación y a aclarar algunos datos al respecto.

-

. ..

-54 „ *