Alberto J. Pani 1878 – 1955

El ingeniero Alberto J. Pani nació en la ciudad de Aguascalientes el 12 de junio de 1878. Sus padres fueron Julio Pani y Paz Arteaga y Terán, sobrina de Jesús Terán, quien fuera gobernador de Aguascalientes entre 1855 y 1857. Pani vivió en Aguascalientes hasta los 17 años y presenció el crecimiento y la industrialización de la capital, impulsados ambos por la instalación de los Talleres del Ferrocarril y la Fundición Central. No obstante, su infancia y primera juventud transcurrieron en un Aguascalientes que bien podríamos llamar tradicional, con sus huertas, casas de un solo piso y serenatas celebradas todos los jueves y domingos por la noche en la Plaza Principal. Después de recibir una estricta educación religiosa –en el seno familiar— y básica –en la escuela particular del profesor José Viera Pimentel—, el joven Pani ingresó al Instituto Científico y Literario de Aguascalientes, fundado por su tío abuelo Jesús Terán. Aquí estudió durante seis años bajo la tutela, como lo consigna en sus Apuntes autobiográficos, de un “selecto grupo de profesores”, de entre los cuales destacaban Ignacio N. Marín, Leocadio de Luna, Manuel Gómez Portugal y Jesús Díaz de León. Su estancia en el Instituto lo volvió crítico del gobierno de Porfirio Díaz, pues según lo afirma en su autobiografía, fue en esa época cuando se convenció “de que la forzada paz porfiriana mantenía y perpetuaba el reinado de la injusticia en México”. No es de extrañar entonces, que después de graduarse en la Escuela Nacional de Ingeniería en 1902, se uniera a las filas de Francisco I. Madero para combatir el régimen porfirista. Esto marcó el inicio de una larga etapa durante la cual el ingeniero Pani colaboró, siempre de manera destacada, con los distintos gobiernos surgidos de la Revolución Mexicana. Así, desde 1911 y hasta 1952, cuando se retiró del servicio público, ocupó cargos tan importantes como el de subsecretario de instrucción pública (1911), secretario de Industria y Comercio (1917 y 1918), ministro de México en París (1918) y secretario de Hacienda (1923 a 1927 y 1932 a 1933). Durante estos años, Pani promovió la creación de instituciones que resultaron fundamentales en la historia de México durante el siglo XX. Como secretario de hacienda impulsó en 1925 la fundación del Banco de México, que tendría como ocupación esencial y exclusiva la emisión de billetes, encargándose además de la regulación de la actividad de los bancos privados. En el mismo año de 1925 y también como secretario de hacienda, creó la Dirección de Pensiones Civiles (antecedente del ISSSTE) y el Banco de Crédito Agrícola. A lo anterior habría que agregar la conformación, a iniciativa de Pani, de la Comisión Nacional Irrigación (que años después se transformaría en la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos), y del Banco Nacional Hipotecario Urbano y de Obras Públicas (que se convertiría posteriormente en BANOBRAS). También hay que mencionar la participación de Pani, durante la década de 1930, en la reforma urbana del centro histórico de la ciudad de México, que implicó la remodelación y arreglo del Zócalo, la conclusión del Palacio de Bellas Artes y la construcción del Monumento a la Revolución.

Educado en las postrimerías del Porfiriato, Alberto J. Pani tuvo el talento y la visión suficientes para contribuir de forma relevante en la construcción del México moderno durante el siglo XX, creando instituciones fundamentales para el desarrollo económico del país. Alberto J. Pani murió en la ciudad de México el 25 de agosto de 1955. Para saber más sobre Alberto J. Pani se pueden consultar los siguientes libros en la biblioteca del Archivo Histórico del Estado: Appendini, Guadalupe, Aguascalientes. 46 personajes en su historia, México, Gobierno del Estado de Aguascalientes, 1992. Pani, Alberto J., Apuntes autobiográficos exclusivamente para mis hijos, México, Editorial Stylo, 1945. _____, Mi contribución al nuevo régimen, 1910-1933, México, Editorial Cultura, 1936.

Alejandro Topete del Valle 1908 - 1999

Historiador autodidacta. Nació en Aguascalientes el 17 de julio de 1908 y murió en la misma ciudad en 1999. Cronista de la ciudad de Aguascalientes desde el 12 de junio de 1944. Fue una figura fundamental en el panorama cultural del estado durante el siglo XX. Durante su vida, desempeñó gran cantidad de cargos públicos, además de haber pertenecido a diversas asociaciones y organizaciones culturales. Su principal aportación se relaciona con el rescate y publicación de documentos de gran relevancia para la historia regional, en una época en la que no existían los recursos ni la conciencia necesarios para salvaguardar adecuadamente los acervos documentales generados a lo largo de la historia de la entidad. Su intervención fue fundamental en la creación del Archivo Histórico del Estado, inaugurado en 1981, siendo él el primer director de la institución. Creador del lema que acompaña el escudo heráldico del estado de Aguascalientes, Topete fue además autor de varios libros de consulta esencial para el conocimiento de la historia local, entre los cuales destacan: Aguascalientes. Guía para visitar la ciudad y el Estado, Teatro Morelos, Hechos y sucedidos en Aguascalientes y el Boletín de la Sociedad de Historia, Geografía y Estadística de Aguascalientes. Estos y otros títulos se encuentran en el Archivo Histórico a

disposición de aquellos interesados en saber más sobre la figura de Alejandro Topete del Valle y sobre su contribución en el rescate de la historia de Aguascalientes. Fuente: José Luis Engels, Diccionario General de Aguascalientes, Tomo IX, Aguascalientes, ICA, 1997.

Alfonso Esparza Oteo 1894 – 1950

Destacado músico aguascalentense. Nace en la capital del estado el 2 de agosto de 1894 y muere en la ciudad de México el 31 de enero de 1950. Desde temprana edad muestra talento e inclinación musicales y estudia en Aguascalientes bajo la batuta de maestros como Arnulfo Miramontes, Manuel M. Ponce y Antonio Gomezanda. Aunque durante un tiempo fue alumno del Colegio Militar, su vocación lo llevó a retirarse de dicha institución para dedicarse de lleno a la música. A los 22 años compuso la canción Un viejo amor, que le dio fama internacional. En 1924 fundó su propio grupo musical y para 1928 se desempeñaba como director de la Orquesta Típica Presidencial. Entre 1930 y 1934 fungió como director artístico de la XEW y en 1935 fue jefe de investigaciones folklóricas y de la sección de música de Bellas Artes. Compuso más de 150 canciones, de entre las cuales destacan, por su popularidad, Trigueña de mis amores, Pecadora, Canción del corazón, Tehuana, Las tres hermanas; Silenciosamente, Déjame llorar, Intimo secreto, rondalla, Carta de amor, Ojos gitanos, y Plenitud. Fuentes: Appendini, Guadalupe, Aguascalientes. 46 personajes en su historia, México, Gobierno del Estado de Aguascalientes, 1992. Baqueiro, Foster, G., “Alfonso Esparza Oteo. Inspirado compositor popular”, en Antonio Acevedo Escobedo, Letras sobre Aguascalientes, México, Editorial Libros de México, 1963.

Anita Brenner 1905-1974

Destacada reportera, fotógrafa y antropóloga. Nació en la ciudad de Aguascalientes el agosto de 1905 y murió allí mismo el primero de diciembre de 1974. Su padre norteamericano Isidoro Brenner, quien al iniciar la revolución de 1910 decide trasladarse familia a El Paso, Texas. A partir de entonces, la vida de Anita Brenner transcurrió constante ir y venir entre México y Estados Unidos.

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Se doctoró en antropología en la Universidad de Columbia y fue reportera para diversas publicaciones periódicas, destacando a este respecto su trabajo en España como corresponsal del New York Times durante los años de la Guerra Civil. Durante sus estancias en México, se dedicó a recorrer el país visitando sobre todo pueblos y pequeñas comunidades. El resultado de estos viajes fue el libro Ídolos tras los altares publicado en 1929. En este libro se habla de historia, costumbres, religión y arte de México, desde la época prehispánica hasta el siglo XX. Familiarizada con los principales rasgos de la cultura y el arte mexicanos, se dedicó a divulgarlos en Estados Unidos y Europa. En este último continente dio a conocer el arte precolombino de México. Además, fue una de las primeras personas en llevar a Nueva York dibujos tempranos de José Clemente Orozco y Diego Rivera. En 1943 junto con George R. Leighton, publicó el libro titulado El viento que barrió México, que es la historia de la Revolución Mexicana de 1910 a 1942, con 184 fotografías históricas procedentes de las cámaras de Casasola, Tina Modoti, Keystone, Vargas y de la misma Anita Brenner. Las fotografías fueron seleccionadas por George Leighton. A estos trabajos unió su labor como traductora de novelas sobre la revolución mexicana, tales como Mala Yerba y Los de Abajo de Mariano Azuela, El Indio de Gregorio López y El Resplandor de Mauricio Magdaleno. Al morir su esposo David Glosker, Anita Brenner decidió regresar a Aguascalientes, en donde pasó los últimos años de su vida haciéndose cargo del rancho de su familia conocido como “La Barranca”. Fuente: Brenner, Anita, El viento que barrió a México. Historia de la Revolución Mexicana 1910-1942, México, Edición del gobierno del Estado de Aguascalientes, 1975.

Antonia López de Chávez 1836 – 1895 Nació en la ciudad de Aguascalientes el 13 de junio de 1836. Fue la primera directora del Liceo de Niñas, institución que dirigió hasta su muerte el 26 de mayo de 1895. Perteneció a una familia modesta de la ciudad y estudió en el único colegio de niñas que había en la capital. Aunque desde joven se dedicó al magisterio, la inquietud de aumentar su conocimiento la llevó a inscribirse en cursos de perfeccionamiento organizados por el gobernador José María Chávez en 1863 y por el coronel Jesús Gómez Portugal en 1867. Sus principales características eran la severidad, la resolución y la austeridad. Estas singularidades sin duda le ayudaron para llevar por buen camino la tarea que le fue encomendada en 1878 al ser nombrada la primera directora del Liceo de Niñas. Ella fue la responsable de forjar a las primeras maestras de la ciudad, como Rosa Valadez y Conchita Maldonado, entre otras. Fuentes: Engel, José Luis, Diccionario general de Aguascalientes. Tomo VI, Aguascalientes, Gobierno del Estado, 1997.

Antonio Acevedo Escobedo 1909 – 1985

Antonio Acevedo Escobedo fue uno de los más sobresalientes escritores, periodistas y críticos literarios que haya nacido en Aguascalientes durante el siglo XX. Vio su primera luz el 23 de enero de 1909 y murió en la ciudad de México el 4 de febrero de 1985. Desde pequeño mostró inclinación por el mundo de las letras, lo que lo llevó a trabajar como tipógrafo a la edad de 11 años. A los 16 se trasladó a la ciudad de México, en donde inició una larga y fructífera carrera literaria, la cual comenzó como colaborador de José Vasconcelos en la publicación del periódico La Antorcha. Desde entonces escribió en los principales diarios del país, como El Nacional, Excelsior y el Universal Ilustrado. También participó en revistas como Arquitectura, Artes del Libro y Revista de Revistas. En 1959 fue nombrado Director del Departamento de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes, cargo que desempeñó hasta 1971 y desde el cual realizó una importante labor editorial. Fue también miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua y titulad del Seminario de Cultura Mexicana. Su obra literaria es muy abundante y comprende géneros tan variados como la poesía, el teatro, el ensayo y el cuento. Algunos de sus libros más importantes –que se pueden consultar en la biblioteca del Archivo Histórico del Estado— son: Sirena en el aula (1935), ¡Ya viene Gorgonio Esparza! (El matón de Aguascalientes) (1944), Los días de Aguascalientes (1952), El azufre en México (1956) y la antología Letras sobre Aguascalientes (1963). Antes de morir donó al Instituto Cultura de Aguascalientes su biblioteca particular, que constaba de más de 15 mil ejemplares y con la cual se conformó el pabellón que lleva su nombre, ubicado en una sala anexa a la biblioteca Enrique Fernández Ledesma, en el edificio de la Casa de la Cultura.

Fuentes: Acevedo Escobedo, Antonio, Los días de Aguascalientes, México, Edición del gobierno del estado de Aguascalientes, 1976. Appendini, Guadalupe, Aguascalientes. 46 personajes en su historia, Aguascalientes, Gobierno del Estado, 1942. Castro Padilla, Carolina, “Presentación”, en Antonio Acevedo Escobedo, Sirena en el aula, México, Instituto Cultura del Aguascalientes, 1997.

Antonio Arias Bernal 1913 – 1960

Junto con Abel Quezada y Ernesto García Cabral, fue uno de los caricaturistas políticos más importantes de México durante la primera mitad del siglo XX. Nació en la ciudad de Aguascalientes el 10 de mayo de 1913 y murió el 30 de diciembre de 1960. En Aguascalientes realizó sus primeros estudios, trasladándose a la ciudad de México en 1932. Al año siguiente ingresó a la Academia de San Carlos, en donde destacó como uno de los alumnos más brillantes. Al tiempo que estudiaba, comenzó a trabajar haciendo caricaturas para diferentes revistas, como El Hogar, Vea, México al Día y Todo. Gracias a su trabajo, destacó rápidamente en el medio periodístico, lo que le valió ser llamado por Regino Hernández Llergo para colaborar en la revista Hoy. Sus cartones también se publicaron en el periódico Excelsior, así como en la cadena de diarios de provincia García Valseca. Fue miembro fundador de las revistas Mañana y Siempre. A lo anterior, habría que agregar la creación de varias revistas de humor y crítica, como Presente, Don Ferruco, El Serrote y El Futuro, entre otras. A lo largo de su trayectoria impulsó un estilo original y nuevo, caracterizado por trazos sencillos llenos de ingenio e ironía. Entre los reconocimientos que recibió por su trayectoria periodística destacan el premio “María Moors Cabot”, otorgado por la Universidad de Columbia, así como el homenaje organizado por el gobernador Luis Ortega Douglas cuando Arias Bernal cumplió 25 años como caricaturista. Fuentes: Appendini, Guadalupe, Aguascalientes. 46 personajes en su historia, México, Gobierno del Estado de Aguascalientes, 1992. Estrada Pérez, Ezequiel, Aguascalientes y sus poetas, México, S/E, 1981.

Martínez, José Luis, La vieja guardia. Protagonistas del periodismo mexicano, México, Plaza y Janés, 2005.

Antonio Leal y Romero 1901 – 1975 Escritor y dramaturgo aguascalentense. Nació en la capital del estado el 16 de octubre de 1901 y murió el 2 de diciembre de 1975. Realizó todos sus estudios en la ciudad de Aguascalientes. Egresado del Instituto de Ciencias del Estado, trabajó durante 37 años como oficinista en el departamento de adquisiciones y almacenes de Ferrocarriles Nacionales de México. Comenzó a montar obras de teatro en 1923, a los 22 años de edad y para 1937 contaba ya con más de 200 puestas en escena, muchas de ellas de autores locales. Leal y Romero también destacó como iniciador e impulsor de instituciones dedicadas al desarrollo de la cultura y las artes en Aguascalientes. Así, en 1945 fue miembro fundador del Centro de Estudios Musicales Manuel M. Ponce y tres años después participó en la creación de la Academia Ferrocarrilera, de la cual fue director; abandonó dicho cargo en 1953 para ocupar el de director de la Academia de Bellas Artes, hoy Casa de la Cultura del Estado. Al jubilarse de su trabajo en los Talleres del Ferrocarril se desempeñó como secretario del Instituto de Ciencias y colaborador de la biblioteca de la Casa de la Cultura. Además, continuó escribiendo y dirigiendo obras de teatro hasta 1968, año en el que realizó su última puesta en escena: Doña Rosita la soltera, de Federico García Lorca. Arellano Olivas, María del Carmen, “Antonio Leal y Romero. Escritor e impulsor cultural”, en Horizontes literarios en Aguascalientes. Escritores de los siglos XIX y XX, México, Universidad Autónoma de Aguascalientes, 2005. Appendini, Guadalupe, Aguascalientes. 46 personajes en su historia, México, Gobierno del Estado de Aguascalientes, 1992. Estrada Pérez, Ezequiel, Aguascalientes y sus poetas, México, S/E, 1981.

Aquiles Elorduy García 1876 – 1964

Abogado, político, maestro y hombre de lucha. Nace el 20 de septiembre de 1876, en la antigua calle del Obrador, hoy José María Chávez. Muere el 5 de agosto de 1964 en la ciudad de México. Inició sus estudios en Aguascalientes, para después trasladarse con su familia a Sombrerete, Zacatecas, en donde continuó con su preparación. Finalmente, todos emigrarían a la ciudad de México, en donde en 1903 Aquiles se recibiría como abogado en la Escuela de Jurisprudencia. En 1909 aparece como miembro del Centro Antirreeleccionista, oponiéndose a Porfirio Díaz. Fue diputado en el congreso federal disuelto violentamente por Victoriano Huerta en 1913, después de lo cual permaneció preso varios meses en la penitenciaria de Lecumberri. De su labor como diplomático, destaca su participación como miembro de la delegación mexicana en la VI Conferencia Panamericana celebrada en Cuba en 1927. En esta ocasión, Elorduy rechazó una propuesta de Perú y Estados Unidos para que cualquier país del continente americano pudiera intervenir en los asuntos internos y externos de los demás naciones del mismo continente. Fue candidato a gobernador del estado de Aguascalientes en 1944 y aunque fue derrotado, consiguió un importante apoyo entre la ciudadanía. Esto le permitió postularse como candidato a diputado federal en 1946 por parte del Partido Acción Nacional. Durante algún tiempo fue una figura importante dentro del mencionado partido, aunque fue expulsado del mismo en 1947 por hacer declaraciones anticlericales.

En 1952 fue electo senador de la república, esta vez apoyado por el Partido Revolucionario Institucional. Como diputado y senador se caracterizó por regalar sus dietas a varias instituciones educativas y de beneficencia en Aguascalientes. Además, defendió la pequeña propiedad y propugnó por el respeto a la ley en materia de derechos religiosos. Colaboró en periódicos y revistas como Siempre, Excelsior y El Sol del Centro. Escribió obras de teatro y en 1913 publicó el libro Puntadas de mi vida. Murió en la ciudad de México el 5 de agosto de 1964. En Aguascalientes una calle (anteriormente llamada del Tívoli) y una escuela, llevan su nombre. Guadalupe Appendini, Aguascalientes. 46 personajes en su historia, México, Gobierno del Estado de Aguascalientes, 1992.

José Luis Engel, Diccionario general de Aguascalientes, Tomo IV, México, ICA, 1997. Andrés Reyes Rodríguez, “Aquiles Elorduy: una referencia imprescindible”, en Andrés Reyes y Cecilia Franco, El aparente absurdo. 60 años de historia del Partido Acción Nacional. Aguascalientes, México, Partido Acción Nacional, 2005, pp. 213-263.

Concepción Aguayo 1879–1949

Nace en 1879 y muere en 1949. Al morir el padre, la familia Aguayo quedó bajo la responsabilidad materna y Conchita –como se conocía a Concepción Aguayo- se convirtió en soporte moral y ejemplo vivo para toda la familia. Concepción fue maestra de la Escuela Normal y del Instituto de Ciencias, así como anestesista y enfermera permanente de la Cruz Roja. Visitaba constantemente las barriadas de la ciudad, en particular las más humildes, y ponía en marcha iniciativas propias de mejora de la habitación, cuidados sanitarios, alimentación y educación. La pintura y la música eran sus aficiones predilectas y tuvo la oportunidad de estudiar piano con Manuel M. Ponce y pintura con Severo Amador. Ocupó la dirección de las Escuela Normal e impartió clases en el Instituto de Ciencias del Estado. Pedro de Alba, “Conchita Aguayo, la maternal”, en Letras sobre Aguascalientes, (selección y prólogo de Antonio Acevedo Escobedo), México, 1963, pp. 96-100.

Eduardo J. Correa 1874 – 1964

Prolífico escritor y destacado periodista y político, Eduardo J. Correa nació en Aguascalientes el 19 de noviembre de 1874 y murió víctima de una afección cardiaca el 2 de julio de 1964, a los 90 años de edad. Hijo de Salvador E. Correa y de María de Jesús Olavarrieta. En Aguascalientes estudió la primaria y la secundaria. Joven y huérfano de madre, se mudó a la ciudad de Guadalajara, donde obtuvo su título de abogado antes de cumplir los 20 años de edad y sin presentar examen final por su alto promedio. Ya de regreso en Aguascalientes, fue designado secretario del Supremo Tribunal de Justicia y más tarde fue agente del Ministerio Público. Sin embargo, su temprana vocación por la literatura lo llevó a incursionar en el periodismo. En Aguascalientes fundó varias revistas y periódicos que sirvieron como talleres de creación y formación literaria entre los escritores locales. Entre las primeras publicaciones impulsadas por Correa se cuentan La Antorcha (1889), La Juventud (1891) y El Horizonte (1891), esta última realizada con la colaboración de José G. Villegas y Gerardo Murillo (el Doctor Atl). Aunque Correa practicó un periodismo informativo y polémico, también tenía como objetivo divulgar entre la población conocimientos diversos, relacionados principalmente con la literatura. Ejemplifican esta actitud publicaciones como El Hogar (1894), La Bohemia (1896), El Heraldo (1898), El Observador (1900), La Provincia (1904) y El Debate (1908), todas las cuales fueron dirigidas por o contaron con la cercana colaboración de Correa. A este respecto, vale mencionar que fue en las páginas de El Observador en donde Ramón López Velarde inició su carrera literaria, escribiendo, entre mayo de 1907 y junio de 1908, una columna titulada “Semanales” Enemistado con el gobernador Alejandro Vázquez del Mercado debido a la orientación opositora de sus publicaciones, Correa emigró a Guadalajara en 1909 para hacerse cargo del diario católico El Regional. Durante su estancia en Guadalajara, se dio tiempo para fundar, en 1912, una nueva publicación literaria titulada Pluma y Lápiz. En el mismo año de 1912 emigró a la ciudad de México para dirigir La Nación, órgano informativo del Partido Católico Nacional, actividad que fue obligado a abandonar en 1913 debido a su posición y criterio independientes. Paralela a su trayectoria periodística, Correa forjó una breve pero intensa carrera política, iniciada a fines del Porfiriato, cuando decidió unirse a la corriente antirreeleccionista encabezada por Francisco I. Madero. Posteriormente se afilió al Partido Católico Nacional y fue elegido diputado federal en 1912, venciendo en los comicios a Alberto J. Pani. Desencantado de la política (pues como diputado sufrió la disolución del congreso federal ordenada por Victoriano Huerta después del golpe de estado contra Francisco I. Madero), Correa

decidió retirarse a la vida privada y comenzó a trabajar como abogado, pero sin descuidar su actividad literaria. Así las cosas, además de publicar reiteradamente en la cadena de periódicos pertenecientes a García Valseca, Correa se dio tiempo para escribir libros de poesía, novelas, ensayos y biografías. Buena parte de esta obra narrativa es de corte romántico y costumbrista, pues respondía a la añoranza que Correa sentía por su lugar de origen. Como ejemplos de esta literatura destacan los libros Un viaje a Termápolis (1927) y Viñetas de Termápolis. Renglones rimados (1945) Para saber más sobre la vida y obra de Eduardo J. Correa, se pueden consultar, en la biblioteca del Archivo Histórico del Estado, las siguientes obras: Eduardo J. Correa, La sombra de un prestigio, México, Imprenta Patricio Sanz, 1931. _____, Los impostores, México, Ediciones Botas, 1938. _____, Las almas solas, México, Imprenta Teresita, 1930. _____, El balance del cardenismo, México, Talleres Linotipográficos Acción, 1941. _____, El balance del avilacamachismo, México, Edición del autor, 1946. _____, El partido católico nacional y sus directores. Explicación de su fracaso y deslinde de responsabilidades, México, Fondo de Cultura Económica, 1991. _____, Viñetas de Termápolis. Renglones rimados, México, edición del autor, 1945. _____, Un viaje a Termápolis, México, Instituto Cultural de Aguascalientes, 1992. Martha Lilia Sandoval Cornejo, “Eduardo J. Correa, una vida para la escritura”, en Horizontes literarios en Aguascalientes. Escritores de los siglos XIX y XX, México, Universidad Autónoma de Aguascalientes, 2005.

Ezequiel A. Chávez 1868-1946

Destacado abogado, maestro y reconocido literato, Ezequiel A. Chávez nació en Aguascalientes el 19 de septiembre de 1868 y murió en la ciudad de México el 2 de diciembre de 1946. Inició sus estudios en Aguascalientes y en 1891 se recibió como abogado en la Escuela Nacional de Jurisprudencia. Formado bajo la influencia del positivismo de Augusto Comte –corriente de pensamiento que posteriormente rechazaría—, Chávez comenzó, en el mismo año de 1891, una larga carrera docente que lo llevaría a impartir clases en numerosas instituciones, como la Escuela Nacional Preparatoria, la Escuela de Altos Estudios y la Escuela Normal Superior, por sólo mencionar algunas. Más allá de su labor docente, Chávez jugó un papel fundamental en el desarrollo de la educación en México a fines del siglo XIX y principios del XX. En 1894 propuso una reforma al plan de estudios de la Escuela Nacional Preparatoria y participó en la creación de instituciones como la Universidad Nacional, la Escuela de Altos Estudios y la Escuela Internacional de Arqueología y Etnología Americanas. Se desempeñó además como subsecretario de instrucción pública y bellas artes en 1905 y fue rector de la Universidad Nacional de 1913 a 1914 y de 1923 a 1924. Formó parte la Academia Mexicana de la Lengua, de la Academia de Historia y fue miembro fundador del Colegio Nacional. Reconocido por su erudición, Chávez fue autor de múltiples libros con temáticas muy diversas, que iban desde la filosofía hasta la pedagogía, pasando por la historia, la geografía, la poesía, el civismo y la psicología. De entre sus obras destacan: un Curso de geografía elemental de la república mexicana (1923); el Ensayo de psicología de la adolescencia (1928); un Ensayo de psicología de sor Juana Inés de la Cruz (1931); Dios, el universo y la libertad. Siete ensayos de filosofía (1935) y Pensando en Aguascalientes. El doble más allá (1943). Fuentes: Guadalupe Appendini, Aguascalientes. 46 personajes en su historia, México, Gobierno del Estado de Aguascalientes, 1992. Antonia C. Sánchez Pineda y Margarita Menegus Bornemann, Catálogo del archivo Ezequiel A. Chávez. Manuscritos y obras impresas, México, UNAM, 1984.

Francisco Díaz de León 1897 – 1975

Destacado dibujante, pintor, grabador y editor. Nace en Aguascalientes el 24 de septiembre de 1897 y muere en la ciudad de México el 29 de diciembre de 1975. Hijo de Francisco Díaz de León y de Ignacia Medina, tuvo una infancia cercana a los libros, pues su padre poseía un taller de encuadernación en el barrio de Triana. Desde niño mostró inclinaciones por el dibujo, por lo que fue inscrito en la Academia de Dibujo de José Inés Tovilla. Al terminar la primaria, entró a trabajar en los Talleres del Ferrocarril Central Mexicano, lugar en donde montó su primera exposición, en compañía de su amigo Gabriel Fernández Ledesma. En 1917, junto con el mismo Fernández Ledesma, recibió una beca del gobierno del estado de Aguascalientes, la cual le permite iniciar sus estudios en la Academia Nacional de Bellas Artes. En la Academia tuvo como maestro, entre otros, a Saturnino Herrán, de quien asimiló la técnica del óleo, el carbón y el pastel. No pasó mucho tiempo para que Díaz de León comenzara destacar en el ámbito artístico y docente, pues en 1920 se convierte en maestro de la Academia de Bellas Artes, en donde se especializa en las diferentes técnicas de grabado. Desde entonces, Díaz de León dedicó su vida a la práctica del dibujo, el grabado y la difusión de las artes gráficas. A este respecto cabe mencionar su trabajo como director de la Escuela de Pintura al Aire Libre de Tlalpan (1925-1932) y de la Escuela Nacional de Artes Plásticas (1933). Fue además jefe de publicaciones del Palacio de Bellas Artes (1934) y en 1937 fundó la Escuela Mexicana de las Artes del Libro, misma que dirigió hasta 1956. Su obra, rica y variada, abarca tanto dibujos a tinta y lápiz, como grabados a navaja, policromías, litografías, aguafuertes y aguatintas. En todos los casos, siempre se distinguió por su dominio de las diferentes técnicas de grabado. Esto, aunado a su vocación docente, lo llevó a ser considerado como uno de los principales impulsores del renacimiento de las artes gráficas en México durante el siglo XX. En su trabajo, Díaz de León recurre al cultivo de formas y colores para recrear la atmósfera cotidiana de la provincia, utilizando con frecuencia los recuerdos de Aguascalientes durante su niñez y juventud. De entre sus obras más notables (además de la revista Mexican Art and Life editada junto con Gabriel Fernández Ledesma entre 1937 y 1939) se pueden mencionar las ilustraciones y grabados que acompañan los libros El gavilán (escrito por Francisco Castilla y publicado en 1939), Viajes al siglo XIX (de Enrique Fernández Ledesma, editado en 1933) y Tasco. Guía de emociones (de la autoría de Manuel Toussaint, publicado en 1967).

Fue, además, autor del escudo de la ciudad de Aguascalientes, realizado en 1946 y al cual acompaña el lema creado por Alejandro Topete del Valle. Para saber más sobre Francisco Díaz de León, se pueden consultar, en la biblioteca del Archivo Histórico del Estado, las siguientes obras:

Francisco Díaz de León, Juan B. Urrutia. Litógrafo y apologista del tabaco, México, Ediciones del Seminario de Cultura Mexicana, 1971. _____, El grabado como ilustración de la música popular, México, Seminario de Cultura Mexicana, 1963. José Julio Rodríguez, Francisco Díaz de León. Dibujante, pintor y artista gráfico, México, Editorial ACASIM, 1961. Víctor Manuel Ruiz Naufal, Francisco Díaz de León. Creador y maestro, México, Instituto Cultural de Aguascalientes, 1998. Dionisia Zamora y Antonio Acevedo Escobedo, En torno a Francisco Díaz de León (con apuntes autobiográficos del artista), México, Seminario de Cultura Mexicana, 1965.

Gabriel Fernández Ledesma 1900 – 1983

Pintor, grabador, escritor y promotor cultural. Nace en Aguascalientes el 30 de mayo de 1900 y muere en la ciudad de México el 26 de agosto de 1983. A la edad de 15 años, fundó en Aguascalientes el Círculo de Artistas Independientes y dos años mas tarde en compañía de su amigo, Francisco Díaz de León, entró a trabajar en los talleres del ferrocarril de Aguascalientes con el afán de conocer a los obreros para después poder pintarlos. Los trabajadores del ferrocarril fueron los primeros en reconocer el talento de estos entusiastas jóvenes, y al poco tiempo los dos amigos presentarían su primera exposición en un salón proporcionado por los mismos ferrocarrileros.

En 1917, Gabriel y Francisco se aventuraron a la ciudad de México y llegaron a la Escuela de Bellas Artes, de donde fue expulsado Fernández Ledesma por no estar de acuerdo con las ideas estéticas y académicas de la institución. Su carácter jovial, interesante conversación y sencillez, le permitió establecer amistad con un grupo de artistas, y junto con Roberto Montenegro en 1920, realizó los lombrines de cerámica para la decoración del ex convento de San Pedro y San Pablo. Dos años después colaboró en la decoración del pabellón de México en Brasil. En 1923, el ministro de educación, José Vasconcelos, le confirió el cargo de Director artístico del pabellón de cerámica de la facultad de Ciencias Químicas. A los dos años fue designado profesor de la sección de dibujo, dependiente de la Secretaría de Educación Pública y de la Universidad Nacional, donde creó, dirigió y editó en 1928 la revista de artes plásticas Forma, publicación que traspasó nuestras fronteras, y en la cual se mostraron obras de David Alfaro Siqueiros, de José Clemente Orozco y Rufino Tamayo, entre otros. Fue miembro fundador del grupo “30-30”, integrado por artistas que luchaban contra los métodos anquilosados de la academia mediante la promoción de exposiciones artísticas con acento popular. En 1931 fundó y dirigió, conjuntamente con Roberto Montenegro y Francisco Díaz de León, la sala de arte de la SEP. Un año después fungió como subjefe del departamento de Bellas Artes. En 1934 fue miembro fundador de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) y en 1935 se desempeñó como jefe de la oficina editorial de la SEP. Entre 1938-1939 viajó a Europa y presentó en París la exposición El arte en la vida política mexicana, con documentos y fotografías dadas por la LEAR. En 1944 obtuvo la beca Guggenheim, para trabajar el proyecto de su libro Vida en la Muerte. En 1946 colaboró en la Academia de la Danza Mexicana. En 1975 en su ciudad natal, fue galardonado con la medalla "José Guadalupe Posada", por sus antecedentes, obra y enseñanza en el grabado. Además, se presentó una exposición homenaje en el museo de la ciudad y se creó una sala permanente con sus trabajos, que llevaría el nombre de Gabriel Fernández Ledesma. A lo largo de su vida, Fernández Ledesma fomentó la escultura en talla directa, hasta lograr la creación de la Escuela Libre de Escultura, Talla y Diseño. Su vocación docente lo llevó a crear varias escuelas y talleres de dibujo, pintura y teatro, por medio de los cuales trataba de llevar estas expresiones artísticas a todo el pueblo. A través de sus exposiciones y creaciones artísticas, Fernández Ledesma contribuyó a la renovación de las artes gráficas en México durante el siglo XX. Entre sus principales obras se encuentran los libros Juguetes Mexicanos (1930), Viaje alrededor de mi cuarto (1938) y Vida de la Muerte.

Guadalupe Appendini, Aguascalientes. 46 personajes en su historia, México, Gobierno del Estado de Aguascalientes, 1992. José Luis Engel, Diccionario general de Aguascalientes, Tomo IV, México, Instituto Cultural de Aguascalientes, 1997.

Jesús Díaz de León 1851–1919

Nace en Aguascalientes el 1 de noviembre de 1851 y muere en la ciudad de México el 26 de mayo de 1919. Al terminar su educación básica en el estado, emigró a Guadalajara para estudiar en el Seminario del Arzobispado. Pasó después, en la misma ciudad, al Liceo de Varones y culminó sus estudios en la Escuela de Medicina, en donde obtuvo su título de médico cirujano en enero de 1876. Ya en Aguascalientes, además de ejercer su profesión, se consagró al estudio y difusión de las ciencias. Interesado en casi todos los campos del conocimiento, Díaz de León se ocupó lo mismo en asuntos de historia y filosofía que en cuestiones de lingüística, higiene, agricultura y psicología, entre otros muchos asuntos. En su afán de divulgar entre la sociedad todos sus conocimientos, Díaz de León no sólo se dedicó a la docencia (fue catedrático de filosofía del Instituto de Ciencias del Estado y formó parte del grupo de maestros fundadores del Liceo de Niñas en 1878) sino que también escribió una gran cantidad de libros, folletos y manuales destinados al público escolar. Destacan a este respecto sus Nociones elementales de agricultura (1896) y un Curso de raíces griegas (1892), los cuales fueron adoptados como libros de texto en varios liceos e institutos de ciencias del país.Con relación a su tarea de divulgador del conocimiento, cabe destacar su labor como fundador y director de El Instructor, periódico mensual de carácter científico “consagrado a la difusión de las ciencias físicas y naturales, de la lingüística, filología y literatura clásica”. El primer número de El Instructor apareció en mayo de 1884 y no dejó de publicarse sino hasta mediados de 1907, fenómeno poco común en una época en la que las publicaciones periódicas se caracterizaban por su corta vida. Finalmente, cabe hacer mención de dos de las obras más importantes de Jesús Díaz de León: la versión heptalingüe del Cantar de los Cantares (1889) y los Apuntes para el estudio de la higiene en Aguascalientes, escritos en colaboración con el doctor Manuel Gómez Portugal y publicados en 1892.

Fuentes: Francisco Javier Fernández Martínez, “Jesús Díaz de León”, en Horizontes literarios en Aguascalientes. Escritores de los siglos XIX y XX, México, Universidad Autónoma de Aguascalientes, 2005, pp. 101-126. Jesús Gómez Serrano, Aguascalientes en la historia, 1786-1920, Tomo III-Volumen II, México, Gobierno del Estado de Aguascalientes/Instituto Mora, 1988.

Jesús F. Contreras 1866–1902

Jesús Fructuoso Contreras nació en Aguascalientes el 20 de enero de 1866 y murió en la ciudad de México el 13 de julio de 1902. Es sin duda el escultor más representativo de México de finales del siglo XIX. Fue nieto de José María Chávez, gobernador liberal que fue victimado por las tropas francesas durante la intervención y fundador de un importante centro artesanal llamado “El Esfuerzo”. Éste antecedente habría de marcar al joven aspirante a escultor, quien encabezaría el florecimiento de la escultura pública y de las artes industriales en el país. Jesús ingresó a la Escuela Nacional de Bellas Artes en 1881 y fue discípulo de Miguel Noreña, quien lo invitó a participar en la fundición del monumento a Cuauhtémoc. A la edad de 21 años de edad ganó la beca para ir a París con el fin de especializarse en la fundición artística durante el periodo de 1887-1889. Con el apoyo del Estado, Contreras instaló la Fundición Artística Mexicana, donde pudo conjugar en el mismo local tres centros de producción: su estudio personal, el Centro de Estatuaría en Bronce más importante del país y el taller de alfarería artística. Contreras fue un escultor prolífico, y el Paseo de la Reforma de la ciudad de México es una muestra de ello, ya que en su recorrido se localizan 20 esculturas en bronce hechas por él. Una de ellas es la de su tío, José María Chávez, aunque están también las de Justo Sierra, Luis G. Urbina, José Juan Tablada, Manuel Flores, Rubén M. Campos y Juan de Dios Peza. En 1899, recibió el nombramiento de Comisionado General de Bellas Artes de México con motivo de la exposición universal de París de 1900. El Gran Jurado Internacional de la Exposición premió el talento del artista aguascalentense, otorgándole la medalla de bronce por sus trabajos de escultura y otra medalla de plata por su maqueta del proyecto neo-maya. Recibió además el Gran Premio de Escultura por su obra Malgré tout (A pesar de todo) y la Cruz de la Legión de Honor de la República Francesa. En la capital francesa, Contreras confirmó ciertos temores y sufrió la amputación de su brazo derecho a causa de un cáncer mal atendido. La tragedia no menguó su espíritu, pues siguió elaborando obras de arte de singular belleza y llenas de la emoción que sin duda inundaba su espíritu. Jesús F. Contreras murió joven, a los 36 años, y sin embargo dejó un hermoso legado que es digno de admirar por todos mexicanos.

Fuentes José Luis Engel, Diccionario general de Aguascalientes, Tomo III, México, Instituto Cultural de Aguascalientes, 1997. Patricia Pérez Walters, Alma y bronce. Jesús F. Contreras, 1866-1902, México, Instituto Cultural de Aguascalientes, 2002.

Jesús Terán Peredo 1821-1866

José de Jesús Rafael Terán Peredo, nació en la ciudad de Aguascalientes el 14 de enero de 1821, en la calle de San Diego número 2, ahora Rivero y Gutiérrez. Fue hijo de Don Jacinto Terán y Doña Francisca Peredo. Realizó sus estudios primarios en Aguascalientes, continuando su preparación en el seminario de Guadalajara. Aunque interrumpió sus estudios por la muerte de su padre, pudo culminarlos en el Seminario Conciliar de Zacatecas, donde logró el título de abogado. En 1849 fue jefe político del Partido de Aguascalientes. Creó el Instituto Científico y Literario de Aguascalientes –primer antecedente de la Universidad Autónoma de Aguascalientes— y la Escuela de Artes y Oficios; fue tercer rector del Instituto en 1850. A la muerte de Felipe Cosío, fue nombrado Gobernador sustituto, de 1855 a 1857. En este período adquirió la casa del Marqués de Guadalupe (1856), que pertenecía a la familia Rincón Gallardo, lo que ahora conocemos como Palacio de Gobierno. El 14 de julio de 1857 fue electo Gobernador Constitucional. Durante su mandato se preocupó por el saneamiento de la ciudad, el adelanto de la horticultura, de las pequeñas industrias vinícolas y de la enseñanza. Dispuso el levantamiento de la primera carta geográfica del nuevo Estado de Aguascalientes y ordenó el reparto de la hacienda de San Ignacio entre el campesinado de la región. Fue llamado por el Presidente Ignacio Comonfort para hacerse cargo de la Secretaría de Gobernación hasta 1862, año en que renuncia para no ser cómplice del autogolpe de Estado que fraguaban Ignacio Comonfort y Félix Zuloaga. Terán decide desligarse totalmente de ellos y se une al grupo de liberales que reconoció a Benito Juárez como Presidente de México. Durante el gobierno de Juárez ocupó la cartera de la Secretaría de Justicia y Fomento. En 1862, ante la amenaza de una invasión por parte de Francia, España e Inglaterra, se le ordenó integrarse a la Comisión Negociadora con los representantes europeos. En 1863 parte a Europa

para cumplir con la misión encomendada por Juárez al nombrarlo Embajador Plenipotenciario ante las cortes europeas y representante personal del presidente en Europa. Su objetivo era evitar la llegada de Maximiliano a México y lograr el retiro de las tropas francesas. En Londres fundó “La Revista Americana”, que publicada en distintos idiomas, promovía la realidad de nuestro país y el pensamiento juarista. Falleció en Paris el 25 de abril de 1866. Inicialmente fue sepultado en el cementerio de “Pere La Chaise” en Montmartre, hasta que en 1952 fue traído a México por su sobrino el arquitecto Arturo

José María Bocanegra 1787–1862

Nació en Labor de la Troje, Aguascalientes, en 1787. Realizó sus estudios en Derecho en el Colegio de San Ildefonso de la ciudad de México. Durante la Colonia fue abogado de la Real Audiencia, perteneció al Colegio de Abogados y fue vicepresidente de la Junta de Caridad del Hospicio de Pobres. Fue diputado en el primer Congreso Constituyente del país (1822) y volvió a la cámara en 1827. El 26 de enero de 1829, el Presidente de la República, don Guadalupe Victoria, lo nombró ministro de Relaciones Interiores y Exteriores, cargo que conservó durante la presidencia de Vicente Guerrero. Cuando este último pidió licencia para combatir la rebelión encabezada por Anastasio Bustamante, el Congreso designó a José María Bocanegra como Presidente interino, puesto en el que duró 5 días, del 18 al 23 de diciembre, pues los militares le desconocieron su investidura presidencial y formaron un triunvirato con Pedro Vélez, Lucas Alamán y Luis Quintanar. Ocupó el puesto de Ministro de Hacienda del 26 de abril al 12 de diciembre de 1833, en la época en que fue Presidente de la República Valentín Gómez Farías. Fue Secretario de Hacienda en el año de 1834, durante una de las presidencias de Antonio López de Santa Anna. Lo nombraron ministro de Relaciones Exteriores del 26 de octubre al 6 de noviembre de 1837 y ministro de Hacienda del 9 de enero al 18 de febrero del año de 1839. Uno de sus últimos cargos fue el de ministro de Relaciones Exteriores, del 18 de noviembre de 1841 al 24 de julio de 1844. Fue durante estos años cuando protestó fuertemente contra la anexión de Texas a los Estados Unidos.Falleció a la edad de 75 años, en su residencia de San Ángel, en la capital de la República Mexicana, en el año de 1862. Es el autor del libro Memorias para la Historia de México Independiente. Fuente Appendini, Guadalupe, Aguascalientes. 46 personajes en su historia, México, Gobierno del Estado de Aguascalientes, 1992.

José Guadalupe Posada 1852–1913

José Guadalupe Posada nació el 2 de febrero de 1852, en el barrio de San Marcos de la ciudad de Aguascalientes. Su padre Germán Posada Serna -panadero-y su madre Petra Aguilar Portillo, procrearon 6 hijos: José María de la Concepción (1832), José Cirilo (1839), José Bárbaro (1843), José Guadalupe (1852), Ciriaco (1856), y María Porfiria (1858). Después de aprender a leer y escribir con su hermano José Cirilo, Posada ingresó a la Academia Municipal de Dibujo de Aguascalientes. Posteriormente, en 1868, entró como aprendiz en el taller litográfico de Trinidad Pedroza. Algunos de sus primeros trabajos –caricaturas de crítica política— fueron publicados en El Jicote, periódico de oposición al gobierno de Jesús Gómez Portugal. En 1872, Posada y Pedroza deciden instalarse en León, Guanajuato, donde ambos se dedicaron a la litografía comercial (estampas religiosas, cajetillas, etiquetas, invitaciones, bolos, tarjetas, esquelas, etc.). En León, Posada abrió su propio taller y trabajó como maestro de litografía en la Escuela de Instrucción Secundaria, hasta que en 1888 se trasladó a la ciudad de México, en donde aprende el oficio de técnicas de grabado en plomo y zinc. Aquí empezó a trabajar con Antonia Vanegas Arroyo, hasta que pudo establecer su propio taller litográfico. A partir de entonces Posada emprendió un trabajo que le valió la aceptación y admiración popular, por su sentido del humor, propensión a lo dramático y calidad plástica. En su obra, amplia y variada, Posada retrató las creencias y formas de vida cotidiana de los grupos populares, criticando los abusos del gobierno y la explotación del pueblo. Además, ilustró las famosas “calaveras”, versos alusivos a la muerte que junto con sus demás ilustraciones, se distribuían en periódicos y hojas sueltas. En la ciudad de Aguascalientes, anexo al templo del Encino, se encuentra el Museo José Guadalupe Posada en donde se expone permanentemente parte la obra de este artista. También se montan exposiciones temporales de otros artistas gráficos. Se cuenta además, con una biblioteca de aproximadamente 5,000 volúmenes. Para saber más sobre la vida y obra de José Guadalupe Posada se pueden consultar, en el Archivo Histórico del Estado, las siguientes obras: Jesús Gómez Serrano, José Guadalupe Posada. Testigo y crítico de su tiempo. Aguascalientes, 1867-1876, México, México, Universidad Autónoma de Aguascalientes, 1995. José Antonio Murillo Reveles, José Guadalupe Posada, Secretaría de Educación Pública, México, 1963, 2 Tomos.

Antonio Robles, José Guadalupe Posada. Monografía, México, Secretaría de Educación Pública, 1969. Alejandro Topete del Valle, José Guadalupe Posada. Prócer de la gráfica popular mexicana, México, Seminario de Cultura Mexicana, 2002.

José María Chávez 1812–1864

Nace el 26 de febrero de 1812, en un rancho llamado “El Palomito” de la jurisdicción de Encarnación de Díaz Jalisco, y muere el 5 de abril de 1864. Hijo de Don José Francisco Chávez y Doña Victoria Alonso, fue traído por su familia a la ciudad de Aguascalientes en el año de 1818. Cuando solo tenía 6 años inicio sus estudios primarios y ante la falta absoluta de centros de enseñanza superior, decidió, al igual que su hermano Ignacio, aprender el oficio de carpintero. A lo largo de su vida, impulsó las actividades artesanales en Aguascalientes, instalando él mismo un importante taller de carrocería denominado “El Esfuerzo”, ubicado en el número 15 de la calle del Obrador. En dicho establecimiento, además de construir coches y carretas, se reparaban carruajes y se fabricaban bombas hidráulicas, cañerías, fuentes y tinas de baño. Tenía incorporada, además, un imprenta y un taller de fotografía, que fue el primero que hubo en Aguascalientes. A lo largo de su trayectoria pública, José María Chávez se distinguió por dirigir varios periódicos locales, de entre los cuales destacan El Águila (1836), El Noticioso (1848), La Imitación (1850), El Artesano (1854) y El Progresista (1858), entre otros. Tuvo también una dilatada carrera política, militando siempre del lado del bando liberal y combatiendo no sólo a los políticos conservadores, sino también al ejército francés y a bandidos como Juan Chávez. Fue diputado en el congreso local que promulgó la constitución estatal de 1857 y se desempeñó como gobernador interino en 1859 y constitucional entre 1862 y 1864. En su carácter de gobernador constitucional, organizó el Escuadrón de Lanceros de Aguascalientes para combatir a los invasores franceses. En la Hacienda de Malpaso, los Lanceros se enfrentaron con las tropas francesas. De ahí se dirigieron a Jerez, en donde fueron derrotados y José María Chávez hecho prisionero. Herido gravemente fue trasladado a la ciudad de Zacatecas. Allí se le formó un Consejo de Guerra y fue sentenciado a muerte. A pesar de las numerosas peticiones, tanto de aguascalentenses como de zacatecanos, de perdonarle la vida, todo resulto en vano. Don José María Chávez fue fusilado el 5 de abril de 1864 en la Hacienda de Malpaso, Zacatecas, habiendo llegado el indulto cuando el crimen se había consumado.

Sus restos fueron llevados a Aguascalientes el 1º. de octubre de 1865 y más tarde colocados con respeto, admiración y cariño en la columna de la Plaza de la Patria, en la ciudad que tanto amó y la que con la misma intensidad lo respeta y lo venera como perenne ejemplo de patriótico amor a México, a Aguascalientes y a la Patria. Para saber más sobre la vida de José María Chávez, se puede consultar en la biblioteca del Archivo Histórico del Estado el libro Don José María Chávez Alonzo. Semblanzas, iconografía y documentos, selección y notas de Agustín Velásquez Chávez, Cultura, México, 1983.

Manuel M. Ponce 1882–1948

Virtuoso músico mexicano, nació en el mineral de Fresnillo, Zacatecas el 8 de diciembre de 1882, fueron sus padres don Felipe de Jesús Ponce y doña María de Jesús Cuellar. Sólo tenía cuarenta días de vida, cuando su familia traslada su residencia a la ciudad de Aguascalientes, donde Manuel María Ponce creció y se educó. Desde los 3 o 4 años ya tomaba clases de piano con su hermana Josefina, quien despertó en él el gusto por la música, afición que vino a reafirmar en 1890 su maestro Cipriano Avila, que fuera testigo de su primera composición, escrita en 1901 y titulada “La danza del sarampión”. A los 15 años continúa desarrollándose en el campo musical como organista del templo de San Diego, en Aguascalientes, actividad que dejó para ingresar en el Conservatorio Nacional de Música en la ciudad de México. Pronto abandonó el Conservatorio y se inscribió en la Academia del maestro español Vicente Mañas. Para este tiempo, Ponce ya era considerado un privilegiado pianista y compositor. En 1903 regresó a la ciudad de Aguascalientes, donde se dedicó a impartir cátedra en la Academia de Música del Estado y a perfeccionar sus conocimientos. Un año más tarde, sus deseos por seguir aprendiendo lo llevaron a Europa, donde continuó sus estudios con destacados maestros. Regresó a México en 1908 para fundar su propia academia de piano, en donde además de esta disciplina, impartía clases de Historia de la Música, colaborando paralelamente como cronista musical en “El Observador”. En este mismo año y debido a la muerte de Ricardo Castro, se hizo cargo de la clase de piano en el Conservatorio. En 1915 partió hacia la ciudad de La Habana, Cuba, prosiguiendo su trabajo como primer nacionalista musical, al mezclar el folklore nacional con obras clásicas. Durante el año de 1916 visitó Nueva York, en donde se presentó con sus propias obras, regresando luego a La Habana para continuar con sus clases, conciertos y colaboraciones periodísticas y finalmente, estar de vuelta en México en septiembre de 1917. Volvió entonces a sus cátedras del Conservatorio Nacional de Música y en ese mismo año contrajo matrimonio con Clementina Laurel. Además, fue nombrado Director de la Orquesta Sinfónica de México, cargo que desempeñó con gran éxito entre 1917 y 1919.

A lo largo de varios años se dedicó a componer y arreglar música mexicana, pero en 1925, su espíritu, siempre sediento de conocimiento, lo llevó a la ciudad de París para estudiar las nuevas corrientes musicales. En París su estancia fue de ocho años, durante los cuales actuó como mecenas de los jóvenes mexicanos que estudiaban allá. Su estadía fue un incentivo poderoso, no sólo por su gran amistad con Dukas y otros grandes músicos, sino también por su gran vinculación, tan íntima y tan significativa, al arte del músico Andrés Segovia. En esos años Ponce trabajó arduamente, construyendo un legado que es cada vez más reconocido a nivel mundial. Se calcula que mientras estuvo en París escribió más de 40 obras para guitarra, además de sus composiciones sinfónicas y de cámara. Ponce regresó a México en 1933 y asumió la dirección del Conservatorio Nacional de México, además de hacerse cargo nuevamente de su cátedra de piano en la Escuela Nacional de Música de la Universidad, dedicada al estudio del folklore nacional, obra que extendió al Conservatorio. Más adelante, Manuel M Ponce tendría la oportunidad de trabajar en una de las áreas más importantes de la formación artística: la Inspección de Jardines de Niños. Aquí, la aportación de Ponce en los programas estético-musicales fue altamente significativa. Quizá su mayor mérito consistió en su ininterrumpida labor de nacionalista y folklorista convencido. Su actividad en esta rama data de 1906 y puede documentarse a través de publicaciones, conferencias y creaciones, de tal manera que a él corresponde el título de iniciador del folklore estilizado de México. En 1942 fue nombrado miembro del Seminario de Cultura Mexicana, dedicando sus últimos años de vida a la docencia y a escribir canciones para los pequeños preescolares. Murió en la ciudad de México el 24 de abril de 1948 y su cuerpo descansa actualmente en la Rotonda de los Hombres Ilustres del Panteón de Dolores. Hoy día, la sala de conferencias más importante del Palacio de Bellas Artes lleva su nombre. Para saber más sobre la vida y obra de Manuel M. Ponce se pueden consultar, en el Archivo Histórico del Estado, las siguientes obras: Centenario Manuel M. Ponce. 1882-1982, México, Gobierno del estado de Aguascalientes, 1982. Tarsicio Herrera Zapién, El triunfo sobre una estrella. Anecdotario de Manuel M. Ponce, México, Instituto Cultural de Aguascalientes, 1992.

Ramón López Velarde 1888-1921 Nació en Jerez, Zacatecas, el 15 de junio de 1888. Hijo de Guadalupe López Velarde y de María Trinidad Berumen. Llegó a la ciudad de Aguascalientes en 1898, cumplidos los 10 años de edad. A los 13 años entró a estudiar al Seminario Conciliar de Nuestra Señora de Guadalupe, en Aguascalientes, en dónde estuvo dos años y en 1903 ingresó al Seminario Conciliar de la Purísima, en la ciudad de Zacatecas, hasta principios de 1905. Después se inscribió en el Instituto Científico y Literario de Aguascalientes. En esa época Aguascalientes era una ciudad con una animada actividad cultural y literaria. Rápidamente, López Velarde entró en contacto con escritores y artistas como Enrique Fernández Ledesma, Pedro de Alba, Saturnino Herrán y Eduardo J. Correa. Esto le permitió publicar algunos de sus primeros escritos en los periódicos que se publicaban en Aguascalientes a principios del siglo XX. De hecho, se considera que López Velarde inició su carrera literaria en un periódico dirigido por Eduardo J. Correa, El Observador en donde tenía una columna titulada “Semanales”, la cual estuvo a su cargo entre mayo de 1907 y junio de 1908. Terminados sus estudios en el Instituto Científico Literario, López Velarde se trasladó a San Luis Potosí, en donde se recibió como abogado en la Facultad de Derecho del Instituto Científico de aquel estado. En San Luis conoce a Francisco I. Madero y se convierte en franco opositor al gobierno de Porfirio Díaz. Después de desempeñarse brevemente como juez de letras en la localidad de Venado –en San Luis Potosí— y como actuario en un juzgado de la ciudad de México, López Velarde decide abocarse a la actividad literaria.

Así, hasta su muerte, ocurrida en 1921, López Velarde publicó poemas y artículos en diversos periódicos y revistas, tales como La Nación, El Universal, El Debate, Nosotros y Excelsior. En 1916 publicó su primer libro de poesías, titulado La sangre devota y en 1919 el segundo, de nombre Zozobra. En general, la obra de López Velarde se caracteriza por la búsqueda y expresión de las raíces hispánicas e indígenas que conformaban lo que se pensaba era la idiosincrasia o espíritu nacional. Sus poemas, además, se distinguen por describir el ambiente familiar y religioso de la provincia y el dualismo entre elementos como la carne y el espíritu y el vicio y la virtud. Ramón López Velarde murió en la ciudad de México el 19 de junio de 1921, a la edad de 33 años, víctima de una neumonía. Fuentes Appendini, Guadalupe, Aguascalientes. 46 personajes en su historia, México, Gobierno del Estado de Aguascalientes, 1992. Horizontes literarios de Aguascalientes. Escritores de los siglos XIX y XX, México, Universidad Autónoma de Aguascalientes, 2005.

Refugio Reyes Rivas 1862–1945

Arquitecto autodidacta y talentoso artista, nació el 2 de septiembre de 1862 en el poblado de Sauceda, Estado de Zacatecas, en donde vivió hasta los nueve años, cuando se trasladó al pueblo de Guadalupe. Se sabe que entre los 14 y 19 años trabajó en las obras del Ferrocarril de Zacatecas, en donde, se dice, aprendió al mismo tiempo que a escribir y leer, el cálculo de resistencia de materiales en las “obras de arte” que los ingenieros constructores de la línea ferroviaria le enseñaban para distraerse. Sólo tenía 19 años cuando se comienzan a conocer sus aptitudes artísticas y a reconocérsele como un joven dotado. En 1895 se traslada a la ciudad de Aguascalientes, iniciando sus trabajos en el templo de San Antonio, pieza arquitectónica que es un orgullo para el estado. Su primer año de residencia fue un período de mucho trabajo, ya que no solo proyectó e inició la construcción del templo de San Antonio, sino que paralelamente construyó la casa de los franciscanos en esta ciudad. En 1902 comenzó a construir el templo de la Purísima, obra que difiere de cuantas edificó y que

rompe la tradición mexicana de tener la planta en forma de cruz latina con cúpula en el crucero. En el año de 1906 terminó un proyecto para las torres del Santuario de Guadalupe. Además intervino en la restauración de dicho templo cuando amenazaba caerse en uno de sus lados, logró conservarlo e hizo algunos remozamientos en el interior que no rompieron con la arquitectura original. Junto a las obras de arte ya referidas, al constructor Reyes se le encomendaron diferentes trabajos, de entre los cuales destacan los siguientes: el edificio del Banco Nacional de México en Aguascalientes (1905) y el del Banco de Zacatecas (1906); el Hotel París (1910) –actualmente sede del H. Congreso del Estado— y el Hotel Francia (1915); la Escuela Normal de Señoritas del Estado de Aguascalientes (1920) –hoy Museo de la Ciudad— y la Casa Municipal de Calvillo (1921). A lo anterior hay que agregar varias casas habitación que actualmente se consideran monumentos históricos, ubicadas en varias calles del centro de la ciudad, como Juan de Montoro, Allende y Venustiano Carranza. De entre las muchas casas que construyó Refugio Reyes se pueden mencionar, a manera de ejemplo, la que actualmente alberga las instalaciones del Archivo Histórico, la finca en donde se localizaban las oficinas del Juzgado de Distrito y aquella en donde se encuentra el Museo Regional de Historia, las dos primeras ubicadas en la calle de Juan de Montoro y la última en la de Venustiano Carranza Refugio Reyes, maestro autodidacta, aunque no tenía títulos ni diplomas, supo desarrollar su talento arquitectónico, aunado a un claro sentido urbanista, porque es innegable que una de las cosas que más sorprende a quien visita Aguascalientes al ver el templo de San Antonio, entrando por la calle de enfrente, de Zaragoza, es la prestancia y magnitud del monumento, indudablemente favorecida por su colocación urbanista. Con su obra –considerada como parte fundamental del patrimonio histórico y arquitectónico de Aguascalientes—, Refugio Reyes dejó en la ciudad una profunda huella, influyendo de manera notable en la configuración urbana de la capital durante la primera mitad del siglo XX. Don Refugio Reyes Rivas muere en Aguascalientes en 1945, en tanto que su obra sigue viva, recordando a los naturales y mostrando a los turistas, el gran talento y visión arquitectónica de nuestro humilde maestro de obras. En 1975 la Universidad Autónoma de Aguascalientes le otorga el título de Arquitecto post mortem.

Fuentes: Appendini, Guadalupe, Aguascalientes. 46 personajes en su historia, México, Gobierno del Estado de Aguascalientes, 1992. Jesús Gómez Serrano, Aguascalientes en la Historia, 1786-1920, Tomo III-Volumen I, México, Gobierno del Estado de Aguascalientes/Instituto Mora, 1988. Víctor Manuel Villegas, Arquitectura de Refugio Reyes, Imprenta Madero, México, 1974.

Saturnino Herrán 1877–1918

Considerado como uno de los renovadores del arte nacionalista en nuestro país, Saturnino Herrán nació en Aguascalientes el 9 de julio de 1887. Fue hijo del escritor y dramaturgo don José Herrán y Bolado y de doña Josefa Guinchard. Realizó sus primeros estudios en Aguascalientes, en el Colegio de San Francisco Javier. Desde muy niño, se distinguió por su afición a las bellas artes, mundo al que le fue fácil introducirse, pues don José Herrán era dueño de la única biblioteca que entonces había en la ciudad, misma que era visitada por literatos y artistas. En 1901 ingresó al Instituto de Ciencias de Aguascalientes, para realizar sus estudios de preparatoria. En el Instituto se encontró con sus amigos de infancia, Ramón López Velarde y Enrique Fernández Ledesma. Asimismo, fue condiscípulo de otros muchos, que más tarde se convertirían en grandes personalidades del mundo de las letras, como Pedro de Alba. Fue con estos tres literatos con quienes Saturnino conservó la amistad durante toda su vida. En el Instituto de Ciencias, Herrán continuó desarrollando sus dotes como dibujante, tomando como maestro a José Inés Tovilla, paisajista chiapaneco, quien se había radicado en Aguascalientes desde el siglo XIX y que impartía con gran entusiasmo sus clases de dibujo y pintura en varias escuelas de la época. Con Tovilla, Saturnino le toma particular preferencia a las copias al natural. En 1903, la vida de Herrán tomaría un nuevo curso, debido al fallecimiento de su padre don José. Éste dejó a su familia en mala situación económica, razón por la cual emigraron a la ciudad de México a probar fortuna. Decidido a apoyar a su madre, Saturnino consigue un modesto empleo en las oficinas de Telégrafos Nacionales, al mismo tiempo que se inscribe en los cursos nocturnos de la Escuela de Bellas Artes. En 1904 ingresa formalmente a las clases superiores de dibujo – desnudo y modelo vestido- que impartía el maestro Antonio Fabrés en la prestigiada Academia de San Carlos. Bajo las enseñanzas de Fabrés, Herrán se concentró en la labor del dibujo artístico, y rápidamente su habilidad y talento se hicieron del dominio público y le fueron ganando, además de simpatías, algunos apoyos de la escuela, lo que le permitió entregar más tiempo a sus estudios. La dedicación demostrada por Herrán lo llevó en 1905 a ser nombrado meritorio en la Inspección de Bellas Artes y Artes Industriales. Un año más tarde pasó a ser meritorio de la Inspección de la Enseñanza Musical y para 1907 lo encontramos realizando diversos trabajos como dibujante del Museo Nacional. En 1908 comenzaría lo que los especialistas han denominado la etapa de “consolidación profesional de Saturnino Herrán”, la cual comprende hasta 1911. En este período se advierte la notable influencia de su maestro Germán Gedovius quien, afirma Fausto Ramírez, transmitió a Herran “el gusto por una materia pictórica densa y rica, trabajada con una soltura y un brío neobarrocos”. “Labor”, firmada en 1908, es la obra que en rigor marca el arranque de la producción pictórica de Saturnino Herrán. De acuerdo con Fausto Ramírez, todo lo anterior fue un

ejercicio preparatorio que había de culminar en ese lienzo monumental. Desde esta fecha, la obra de Saturnino Herrán se caracterizaría por su particular énfasis en la clase obrera y la vejez, resaltando meticulosamente el desarrollo de las formas humanas, especialmente los rostros contrastantes de jóvenes y viejos. En 1909 Herrán es nombrado profesor interino de dibujo en la Academia de Bellas Artes. En ese año el pintor encaminó sus trabajos a ilustrar una versión un tanto diferente del trabajador, realizando entre otros cuadros “Molino de vidrio”, “Vendedoras de ollas” y su extraordinario tríptico “La leyenda de los volcanes”. En esta última obra, Herrán plasma toda la ambición de su etapa inicial. Con libertad y audacia pinta el desnudo total de la modelo, haciendo uso de los atributos que habían ido ganando a pulso los modernistas en la hermética sociedad de principios de siglo. A pesar de la inestabilidad política y económica provocada por la revolución de 1910, Herrán continuó trabajando, casi en la clandestinidad y el anonimato. Para 1914 el pintor contrae matrimonio con Rosario Arellano, de quien tendría un hijo de nombre José Francisco. En esta época el pintor se encuentra en la mejor etapa de su producción. Fausto Ramírez, profundo conocedor de la obra de Herrán, describe así este periodo: “fascinado como todos los modernistas por el decaimiento corporal, Herrán estudió y trabajó con singular ahínco las fláccidas carnes de los viejos, trasmutándoles en prodigiosos poemas de la línea y el claroscuro”. En 1915 la Escuela Nacional de Bellas Artes lo nombra profesor titular de la cátedra de dibujo al desnudo, al tiempo que imparte clases de dibujo como maestro titular de la Escuela Nacional de Maestros. Ambos compromisos eran cumplidos por Herrán sin descuidar su producción personal, ya que de ese año datan sus cuadros “Herlinda” y su colección de “Criollas”. Además, trabaja arduamente en una de sus obras monumentales, el friso “Nuestros dioses” que firmaría al año siguiente. Los estudiosos del arte mexicano han calificado la obra de Saturnino Herrán como “modernistacostumbrista”. Esto quiere decir que, a diferencia de la mayoría de los pintores de la época, Herrán adoptó como tema de sus obras las costumbres cotidianas del pueblo de México. Así, gracias a su dominio de la técnica y a su capacidad para reflejar diversos estados de ánimo, Herrán pudo describir de forma novedosa las tradiciones y formas de vida de grupos y personas que hasta entonces habían sido ignorados por los diversos pintores y corrientes artísticas del periodo. A pesar de lo prematuro de su muerte –ocurrida en un hospital de la ciudad de México el 8 de octubre de 1918— Saturnino Herrán ha llegado a ser considerado como precursor del muralismo mexicano y fuente de inspiración constante para la Escuela Mexicana de Pintura. Fuentes Appendini, Guadalupe, Aguascalientes. 46 personajes en su historia, México, Gobierno del Estado de Aguascalientes, 1992. Manuel Toussaint, Saturnino Herrán y su obra, México, Gobierno del Estado de Aguascalientes, 1990.