ACTIVA TU VIDA DEVOCIONAL

ACTIVA TU VIDA DEVOCIONAL Las devociones personales son una fuente de fortaleza para todo cristiano. Cuando le damos tiempo a Dios cada día en oración...
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ACTIVA TU VIDA DEVOCIONAL Las devociones personales son una fuente de fortaleza para todo cristiano. Cuando le damos tiempo a Dios cada día en oración, lectura bíblica, alabanza y adoración, Dios nos habla y le damos oportunidad para guiarnos durante el día. Debemos aprender a esperar en el Señor para que Él nos hable y nos guie cada día. En esta sesión aprenderemos como tener tiempos devocionales de diferentes tipos y como formar el hábito de devocionales a cada día. Salmos 119:1-2.-Bienaventurados los perfectos de camino, los que andan en la ley de Jehová. Bienaventurados los que guardan sus testimonios. Y con todo el corazón le buscan. INTRODUCCION.- La vida cristiana debe ser una experiencia cotidiana y sobrenatural sustentada en una relación personal con Cristo, para lograrlo necesitamos caminar en comunión con el Espíritu Santo. Para alcanzar una relación fructífera con su presencia, necesitamos dedicar un tiempo devocional cada día con la idea de afirmarnos en la disciplina de la santidad. Un devocional es un tiempo especialmente escogido para: orar, escudriñar la Escrituras y adorar al Señor. A. LA NECESIDAD DE LA ORACIÓN.-Hay dos grandes razones por las cuales tenemos la obligación de orar: 1. Primero, es por lo que la oración hace a nuestro carácter, ya que el tiempo que pasamos orando es un tiempo en el que nos exponemos a Dios. Nuestra alma funciona como placas fotográficas donde la imagen brillante de Cristo es la luz, de modo que cuanto más expongamos nuestra vida al refulgente y candente sol de justicia y rectitud, tanto más abrasara su imagen a nuestro carácter, imprimiendo en nosotros, su amor, su compasión, su verdad, su integridad, su humildad. 2. En segundo lugar, es porque la oración inclina nuestra voluntad a la voluntad de Dios. Son muchos los beneficios personales que resultan del tiempo invertido en la presencia de Dios, en oración. Pero la mayoría falla simplemente porque no ha aprendido a cultivar la disciplina de la vida devocional. El tiempo devocional es tiempo dedicado para hablar con Dios, escuchar su voz, contemplar su hermosura al meditar en su Palabra y al adorarle. B. LA CONFESION.- Aunque no hay un orden o programa de actividades para realizar nuestro tiempo devocional, es recomendable comenzar nuestro tiempo devocional:  con acción de gracias, reconociendo y confesando la grandeza y majestad de Dios; Sal.100:1-5.  También debemos confesar nuestros pecados. La vida devocional no puede mantenerse sin la confesión, pues la culpa es un obstáculo común que nos limita al buscar a Dios. Idealmente debe hacerse confesión cada vez que pecamos, pero con frecuencia, podemos ser

soberbios o descuidados y no reconocer nuestro pecado en el momento que lo cometemos, como por ejemplo, cuando perdemos el control en una discusión. Aunque comprendemos que la confesión debe ser espontanea, nuestra disciplina devocional debe incluir la confesión sistemática. Debemos confesar lo que somos, la realidad ontológica de que somos pecadores; Ro.3:9-20. Es de suma importancia que lo hagamos regularmente, como hombres regenerados que estamos haciendo algunos progresos en el crecimiento espiritual. No hacerlo es suponer falsamente que hemos dejado atrás nuestra condición y sería un engaño que prueba nuestra mismísima depravación. Debemos también, confesar pecados específicos mencionándolo por su horrible nombre y después agradecer a Dios por su perdón, gracias a la sangre de Jesucristo que nos limpia de todo pecado. C. LA EFICACIA DE LA ORACION.- El creyente, como un buen soldado QUE se prepara para la batalla de cada día, cae de rodillas en oración suplicante, intensa y profunda, obedeciendo la orden divina de atender a la oración incesante. La Biblia misma describe esta arma de nuestra milicia: Ef. 6.18.Orando en todo tiempo con toda oración y suplica en el Espíritu, y velando en ella con toda perseverancia y suplica por todos los santos. La Biblia nos manda considerar cinco elementos necesarios para experimentar plenamente el poder de la oración: 1. ORANDO EN EL ESPIRITU.- Ro.8:26-27.- Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues que hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. El Espíritu Santo que mora en nosotros, por su profundo conocimiento superior, ora por nosotros y se une a nosotros en la oración, fundiendo su oración con la nuestra a fin de que “oremos en el Espíritu” Judas 20. Aquí ocurren dos cosas sobrenaturales:  En primer lugar, El Espíritu nos indica por qué cosas debemos orar. La voluntad de Dios es que oremos en el Espíritu, y El nos da el poder para que podamos cumplir con su voluntad, si se lo permitimos. Sin la ayuda del Espíritu Santo, nuestras oraciones sufren una limitación por nuestro razonamiento e intuición personal, pero con su ayuda nuestra oración será iluminada por el cielo. Se producirá una coincidencia entre nuestros pensamientos y los de Dios, sus deseos serán nuestros, sus razones se harán nuestras y sus propósitos nuestros propósitos.  En segundo lugar, El Espíritu Santo nos da la convicción absoluta de que tales cosas son la voluntad de Dios, y cuando se hace de esta manera, se logra obtener de Dios la energía espiritual, inspirando al cuerpo cansado y hasta enfermo, animando al deprimido a orar con poder y convicción por la obra de Dios. Aprendamos a orar con

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oraciones inspiradas por el Espíritu Santo, utilizando el poder y el auxilio del Altísimo. Aun cuando no encontremos palabras para expresarnos, el Espíritu Santo nos imparte la habilidad de hablar en otras lenguas. ORANDO SIN CESAR.- La iglesia primitiva se caracterizó por su oración perseverante, Hch. 1:14, Todos estos perseveraban unánimes en oración y ruego; 1ª. Tes. 5:17; Orad sin cesar. El mandamiento de orar con perseverancia, implica orar cotidianamente y hacerlo todo el tiempo. Escogiendo un tiempo determinado cada día a solas o con la familia, pero también, mientras trabajamos o nos ocupamos de algo más, podemos mantener un dialogo con el Señor, durante el día y la noche. ORANDO POR ASUNTOS ESPECIFICOS.- 1ª. Ti. 2:1. Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres…… Pensemos en la variedad de oraciones pertinentes a cada situación de la vida; oraciones para resistir las tentaciones; para obtener sabiduría; para recibir poder; para el dominio propio; para la protección de los demás; para el crecimiento espiritual; para ser sensibles al arrepentimiento por las faltas cometidas, etc. Es muy útil elaborar una lista de motivos de oración. Con ella en mano evitaremos olvidar asuntos por los necesitamos orar, además evitaremos que nuestra mente divague buscando motivos de oración. ORANDO CON PERSEVERANCIA.- Ef.6:20, “…..velando en ello con toda perseverancia y suplica…..” En Ex.17, vemos al anciano Moisés, levantado sus brazos al cielo, mientras el pueblo de Israel está enfrascado en dura batalla contra los amalecitas. Cuando Moisés mantiene levantados los brazos, Israel domina al enemigo pero al cansarse y los baja el enemigo prevalece contra el pueblo de Dios. Este relato recalca de forma gráfica que hay una fuerza misteriosa en la oración perseverante. El cultivo de la perseverancia fue un tema recurrente en la enseñanza de Jesús en cuanto a la oración, por ejemplo en la parábola de la viuda y el juez injusto, Lucas 18:1-5,7. Dios responde a la oración perseverante. ORANDO POR LOS DEMAS.- La oración de intercesión por los demás trae el favor de Dios a sus vidas. Pablo sabía lo que las oraciones de los demás cristianos podían hacer a su favor; v.19, 20. La oración de súplica es necesaria por los predican y sirven al Señor, en lugar de la crítica y la murmuración. En nuestra lista de oración podemos anotar a las personas o asuntos por las que necesitamos orar, como son: Nuestra familia, esposa, hijos, padres, tíos, sobrinos, etc. Nuestro trabajo, habilidades requeridas para desempeñarlo, el jefe o patrón, clientes, el negocio, estrategias para prosperarlo, etc. Nuestro ministerio, por frutos o eficacia, por gracia y sabiduría, por fidelidad y valentía, por nuestros pastores y la iglesia, etc. También podemos enlistar necesidades de salud, por necesidades específicas de otros, por guerra espiritual, por el país y los gobernantes, etc. LA PRÁCTICA DE LA ORACION.- La oración en su práctica, sugiere una lista de ingredientes; Un tiempo, un lugar de quietud y una postura de

reverencia; pero sobre todo de disciplina. Y esto significa: ESFUERZO. Sinceramente la oración es un esfuerzo personal, no un deporte. No es algo que uno hace si se siente con ganas, o si le sobra tiempo, o si sabe cómo hacerlo. La oración es el esfuerzo natural del alma que ama a Cristo. Este esfuerzo debe ser, al principio, un esfuerzo moderado y no excedernos. La tendencia, cuando somos verdaderamente retados, es decir: “Voy a orar dos horas y leeré mi Biblia de tapa a tapa dos veces al año y sin fallar un solo día tendré mi devocional” Eso durara quizá unos tres días. Lo mejor sería dedicar unos quince minutos diarios y mantenerlo unos tres meses hasta crear un hábito: Cinco minutos de lectura bíblica, cinco minutos de meditación y cinco minutos de oración sistemática. E. LA LECTURA Y MEDITACION DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS.- Leer la Biblia, cada día, es una necesidad imperativa porque ella es:  Es alimento espiritual para nuestro espíritu.  Es agua que lava y purifica nuestra alma.  Ella ilumina nuestro ser.  Es la que da testimonio de Jesús.  En ella tenemos la vida eterna. Meditar significa: Reflexionar. Ponderar, planear en la mente, razonar o proponerse algo, resolver algo en la mente, imaginar. Se sugiere leer la Biblia de manera en que se ocupen los ojos, los oídos y la boca, llevando al máximo la comprensión y el entendimiento, rasgando el velo de la carnalidad. Podemos ser desafiados, convencidos de culpa y alegrados con la práctica de la meditación. El tiempo de meditación es en esencia tiempo de escuchar la voz de Dios, de susurrar la Palabra de Dios, de pensar detenidamente en el significado y propósito de la Palabra de Dios para nuestras vidas o situación específica. Es posible analizar las Escrituras desde el punto de vista gramatical, histórico, geográfico y cultural; para un mejor entendimiento de ellas. F. LA ADORACION.- La devoción llega a su apogeo cuando la reverencia y la contemplación dan como resultado una admiración ardiente por el Señor, que prorrumpe en acción de gracias en palabras y en canticos espirituales. Alabamos al Señor por lo que El hace y lo adoramos por lo que El es. Al adorar al Señor podemos orar o leer su palabra, para esto los Salmos vienen a la perfección, especialmente del capítulo 146 al 150; Lucas 1:4655; Colosenses 1:15-18; Sn. Juan 1; Filipenses 2; y Apocalipsis 4 y 5. Nuestro tiempo devocional debe finalizar con la rendición consciente al Señor de cada parte de nuestra personalidad, de todo deseo, de toda relación y de toda esperanza. Una vez que lo hayamos hecho, habremos llegado a la cúspide de nuestra adoración personal. Nada de esto podrá hacerse si no hay disciplina. CONCLUSIÓN.-La razón por la que muchos creyentes no tienen vida devocional eficaz es porque no se han disciplinado para eso. No saben lo que es porque no han apartado tiempo para ver en que consiste. No oran porque no apartan tiempo y por lo mismo, su personalidad nunca se elevara

a la estatura de Cristo, al no exponer su vida a su luz pura; su voluntad seguirá siendo torcida porque no ha sido enderezada por su unión con el Señor. Preguntas como las que siguen, son las que debemos hacernos: ¿Seremos suficientemente obedientes, como para estar dispuestos a orar y meditar en la Palabra de Dios, cada día? ¿A confesar nuestras faltas y pecados? ¿Lo suficiente humildes para adorar y someternos? ¿A ser esforzados y perseverar? Hoy es el día para activar nuestra vida devocional.