"VIVE EL TEATRO": UN PROGRAMA DE TRATAMIENTO PARA MEJORAR LAS HABILIDADES SOCIALES Y LA AUTOESTIMA

"VIVE EL TEATRO": UN PROGRAMA DE TRATAMIENTO PARA MEJORAR LAS HABILIDADES SOCIALES Y LA AUTOESTIMA. Díaz-Sibaja, Miguel Ángel*; Jiménez-Vallecillo, Jo...
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"VIVE EL TEATRO": UN PROGRAMA DE TRATAMIENTO PARA MEJORAR LAS HABILIDADES SOCIALES Y LA AUTOESTIMA. Díaz-Sibaja, Miguel Ángel*; Jiménez-Vallecillo, José María**; Carmona, Rocio***; Trujillo, Alejandra****; Martínez-Serna, Olga*****. Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil (USMIJ-HD) Algeciras. PALABRAS CLAVE: Tratamiento en grupo, Habilidades sociales, Adolescentes, Teatro.

RESUMEN: Son muchas las investigaciones que constatan la eficacia del entrenamiento en habilidades sociales y la autoestima para el tratamiento de los trastornos psiquiátricos, sobre todo cuando son utilizados de manera incidental y se fomenta la generalización de las habilidades al contexto natural del menor (1, 2, 3). El principal objetivo de este estudio fue diseñar, poner en práctica y validar un programa de tratamiento psicológico protocolizado que lleva por título "vive el teatro", en el que se utiliza el contexto de la actividad de teatro como un medio para enseñar, entrenar y practicar, de forma incidental, las habilidades sociales y aumentar la autoestima de los participantes. La muestra estuvo constituida por un grupo heterogéneo de 20 adolescentes con problemas de fobia social, síndrome de asperger, trastornos del comportamiento perturbador y trastornos de la conducta alimentaria, todos ellos con déficit en sus habilidades sociales, y cuya autoestima se encontraba afectada por ello. Las variables psicológicas medidas fueron: las habilidades sociales (mediante el EHS) y la autoestima (mediante el AF-5). Los resultados reflejaron que el programa de tratamiento psicológico "vive el teatro" resultó eficaz para producir una mejoría clínica y estadísticamente significativa en las variables habilidades sociales (P< 0,03*) y autoestima social (P< 0,003*).

Introducción La relevancia que ha adquirido en estas últimas décadas todo lo relacionado con las habilidades sociales, las relaciones interpersonales y la comunicación, ha motivado la realización de múltiples investigaciones y la publicación de numerosos textos divulgativos, los cuales describen detalladamente los procedimientos de intervención en estas áreas (4, 5, 6). En la actualidad, continúan apareciendo en la literatura científica compendios, revisiones y análisis críticos acerca de las aplicaciones específicas de estas estrategias para determinados trastornos psicopatológicos (7, 8, 9). Costa y López (10) señalan que la probabilidad de aparición y la gravedad de un gran número de 8º Congreso Virtual de Psiquiatría. Interpsiquis Febrero 2007. Psiquiatria.com

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trastornos psicopatológicos dependen del balance existente entre los factores de riesgo y los factores de protección. De esta forma, un tratamiento resulta eficaz en la medida en que consigue que los factores de riesgo puedan ser afrontados con éxito a través de los factores protectores. Los factores de protección más estudiados y utilizados en salud mental infanto-juvenil son las habilidades sociales y la autoestima. La mayoría de los autores señalan una relación directa entre dichos factores y un funcionamiento psicológico, social y académico adaptativo. La presencia de déficits en la competencia social y en la autoestima de los menores puede repercutir de forma muy negativa en su desarrollo (11, 12, 13), pudiendo verse afectado en los siguientes términos: a) a nivel psicológico, pueden aparecer síntomas, tales como, ansiedad, tristeza, dificultades para concentrarse, anhedonia y apatía; b) a nivel social, pueden experimentar retraimiento o aislamiento social, comportamientos agresivos o antisociales, problemas en la relación con los compañeros, profesores y/o familiares; y c) a nivel académico, dichos déficits se han relacionado con un peor rendimiento escolar y con la presencia de un mayor número de conductas disruptivas en el aula. Las repercusiones de la falta de habilidades sociales y/o de una baja autoestima pueden agravarse aún más cuando hablamos de niños o adolescentes que se encuentran en una situación de riesgo social, como pueden ser aquellos que tienen una minusvalía física o psicológica, ya que, como refiere Ovejero (12), tienen más probabilidades de sufrir rechazo por parte de sus compañeros. Por el contrario, como se señala en la revisión realizada por Gil y García (14), investigaciones realizadas con pacientes psiquiátricos han constatado la existencia de una relación directa entre las habilidades sociales de los enfermos antes del ingreso hospitalario y una menor severidad de los síntomas, así como con un mejor proceso de rehabilitación (menor duración del ingreso y menor número de recaídas). En este mismo sentido, se han analizado otras ventajas del entrenamiento en habilidades sociales como la mejora en la calidad de vida, un mejor ajuste social (permitiendo de este modo una mayor independencia), una disminución de la gravedad de los síntomas y de la probabilidad de recaídas y un mejor afrontamiento de las situaciones estresantes. Asimismo, estas ventajas se han constatado tanto con pacientes psiquiátricos (7), como con problemas clínicos en general (6). Como señala Olivares (15), un buen indicador de la capacidad social de los adolescentes es el establecimiento de una amplia red social de amigos. Los jóvenes con mejores habilidades sociales resultan más agradables y gustan más a sus compañeros, se implican en un mayor número de actividades grupales y establecen relaciones de amistad más intensas y duraderas. Asimismo, los adolescentes con un mejor concepto de sí mismos se muestran más seguros, son más populares entre sus iguales, tienen más facilidad para iniciar y mantener relaciones de amistad, así como para introducirse en una conversación, defender su opinión, realizar críticas y/o resolver conflictos interpersonales. Debido a la importancia que tienen las habilidades sociales como un factor protector, y al hecho de que la capacidad social se entiende como un conjunto de conductas manifiestas, que como tales pueden enseñarse y/o mejorarse a través del aprendizaje específico, el entrenamiento en habilidades sociales ha sido aplicado para un amplio grupo de problemas, patologías, situaciones y poblaciones dispares (16). Si bien es cierto que hoy en día resulta incuestionable la eficacia y la efectividad de los entrenamientos en habilidades sociales (14), también ha sido objeto de importantes críticas, sobre 8º Congreso Virtual de Psiquiatría. Interpsiquis Febrero 2007. Psiquiatria.com

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todo en lo referente a: a) la necesidad de adaptar los programas a las características y necesidades del paciente en concreto; b) determinar si la eficacia de la intervención se debe a factores inespecíficos, como, por ejemplo, las características del terapeuta o las ventajas del grupo, o, por el contrario, se debe simplemente a la aplicación de la estrategia; y c) la generalización y mantenimiento de los logros alcanzados (16). En relación a esta última crítica, investigaciones recientes han señalado que una de las principales estrategias de generalización de las habilidades sociales es la de facilitar el acceso del sujeto a contextos en los que pueda practicar las habilidades adquiridas (17, 18). No obstante, dicha estrategia de generalización resulta difícil de conseguir, ya que supondría la elección de un contexto en el que se facilitase y se incentivase la práctica de las nuevas habilidades y, además, que estuviese supervisado por algún adulto que apoyase y reforzase los progresos alcanzados por el menor. En base a lo expuesto más arriba, el principal objetivo de este estudio fue diseñar, poner en práctica y validar un programa de tratamiento psicológico protocolizado que lleva por título "vive el teatro", en el que se utiliza el contexto de la actividad de teatro como un medio para enseñar, entrenar y practicar, de forma incidental y fomentando la generalización, las habilidades sociales y aumentar la autoestima de los participantes.

Método Muestra El estudio se realizó con una muestra de 20 pacientes adolescentes que fueron derivados a la Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil (Hospital de Día) por presentar problemas psicopatológicos diversos, aunque tenían en común un notable déficit en sus habilidades sociales y una baja autoestima. La muestra se repartió en 2 grupos heterogéneos con problemas de: fobia social (n=5; 25%), síndrome de asperger (n=6; 30%), trastornos del comportamiento perturbador (n=6; 30%), trastornos de la conducta alimentaria (n=2; 10%) y autismo de alto funcionamiento (n=1; 5%). La distribución por sexos fue de 40% de varones (n=8) y 60% de mujeres (n=12). La edad media de la muestra fue de 14 años, con una desviación típica de 1,7 y con un rango de edad entre 12-17. Instrumentos de evaluación Escala de Habilidades Sociales (EHS) (19): Esta escala evalúa 6 factores: I) Auto-expresión en situación social; II) Defensa de los propios derechos; III) Expresión de enfado; IV) Decir "NO" y cortar interacciones; V) Hacer peticiones; VI) Iniciar interacción con sexo opuesto; y una puntuación global. Consta de 33 ítems en los que el sujeto debe contestar en función del grado de acuerdo con cada una de las situaciones descritas (A: no me identifico; B: más bien no tiene que ver conmigo; C: me describe aproximadamente; y D: muy de acuerdo). La puntuación viene expresada en percentiles. Autoconcepto Forma-5 (AF-5) (20): Este cuestionario consta de 30 ítems y evalúa 5 escalas: a) académico/laboral; b) Social; c) Emocional; d) Familiar; e) Físico. El sujeto debe contestar a cada uno de los ítems en función del grado de acuerdo en una escala de 01 a 99. La puntuación en cada una de las escalas viene expresada en percentiles. 8º Congreso Virtual de Psiquiatría. Interpsiquis Febrero 2007. Psiquiatria.com

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Procedimiento. El diseño de investigación fue un "pretest/postest" (se evaluaron las variables antes y después del tratamiento). En cuanto a la metodología, cabe decir que el programa consta de unas 10-14 sesiones, en las que se desarrollan una serie de contenidos relacionados con las habilidades sociales y la autoestima, pero de forma velada, en el sentido de que los menores consideran que se les está entrenando para ser actores. En el anexo nº 1 se puede apreciar un breve resumen del contenido de las sesiones que se llevaron a cabo. Los grupos estaban formados por un mínimo de 8 y un máximo de 14 pacientes. La periodicidad fue de una sesión semanal, con una duración de 2 horas, en horario de tarde. La estructura de cada una de las sesiones se divide en dos espacios temporales, y comprende los siguientes aspectos: a) Trabajo en subgrupos: momento en el que se realiza una revisión de las tareas de la semana y se entrenan las cualidades de un buen actor, que no son otras que las habilidades sociales. Para ello, se han seleccionado y adaptado algunos de los ejercicios propuestos en el programa "Avancemos" (21); y b) Trabajo en grupo: momento lúdico, destinado a poner en práctica lo aprendido en el subgrupo, en el que se realizan juegos de cohesión, de expresión verbal, de cooperación, de autoestima, etc., y se realizan los preparativos de la obra de teatro, que se estrena públicamente al finalizar el programa.

Resultados Como se puede apreciar en las dos primeras gráficas, después del programa de tratamiento se observa una mejoría en prácticamente todas las variables evaluadas, tanto en las habilidades sociales como en la autoestima. Esa mejoría es estadísticamente significativa en las escalas "EHS-global" del cuestionario EHS (*=p

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