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clan. Por esto obligaban á todos en general, y á Gina preferentemente•á escuchar con atencion las peroratas de Anoya. La obesa criada habia autorizado su estúpida personilla con el ropon y el cucurucho del antiguo astrólogo alquimista; hablaba cada vez con mas holgura, porque sabia de coro multitud de palabras, unas inventadas, otras aprendidas, en cuyo sentido jamás reflexionó, y porque siempre se discurre linda cuando nadie puede rebatir lo que uno dice. Aunque en-ment el fondo siempre repetia las mismas insulseces, como repite el organillo tonadas y cantinelas, habíalas modificado algo en la forma. Con esto y llamar á sus desvaríos ciencia, logró hacerlos admitir por novedades flamantes. í Oh, si me fuera permitido poner aquí una muestra tan siquiera de sus sublimes peroraciones 1 j Y cómo se habian de regodear los doctos y de buen gusto l i Qué buen rato pasanail con la sustancia,de sus ergos, y la forma de sus silogismos 1 Merced á una virtud casi divina probaba hasta lo imposible y se metia muy bonitamente de hoz y de coz en las regiones vedadas, pesando prós y deshaciendo contras. Mas sea de esto lo que se quiera y sin que nadie entienda que yo pretendo cohibir la libre discusion de nada, ello es lo cierto que Antropos, y aun Andros, se llenaban los cascos lastimosamente con las especiotas de la ignorante bachillera, y que dudando entre las pláticas sencillas de su protector y sus altisonantes grandílocuas peroratas, debieron vejetar todo aquel tiempo, pues ni una sola gran conquista vino á aumentar el catálogo de las ya logradas, ni al manto de la hija de Pónos se le vió mermar un ápice. Por fortuna de unos y otros, las provisiones no eran eternas. Habia que comer, vestir, gozar, y los tesoros contenidos en las númas iban sin cesar á menos, así como las exigencias de los próceres iban cada vez á mas. La codicia y sed de plaa

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si ceres de la bruja tomaban por momentos proporciones increibles, segura como lo estaba de ser su cuerpo inmortal y su dominio perdurable. Pedian, pues, unos y otros sin cesar palacios inmensos y suntuosos, riquezas, goces, abundancia, va pensado, •lo nuevo. Dinamion tambien sin des--rieda,lon prenderse de sus ínfulas de guerrero no se negaba á participar de las comodidades y dulzuras, pero las exigía por el buen parecer dentro de armados castillos é imponentes fortificaciones. La bruja á todos daba gusto porque á ninguno podia desatender: no á los duendes, porque sin ellos no habia medio de vigilar, guardar y extraviar á los míseros mortales: no al jigante', porque aun estando ciego bastaba su tamaño, su continente marcial y su feroz catadura para imponer respeto á amigos y enemigos. Empezó de consiguiente para nuestros pobres náufragos una época nueva de afanes y de trabajos, cuyas circunstancias eran á la verdad muy otras que las de tiempos antiguos, pero lo mismo que entonces los conatos de sus tiranos se dirigían á un solo y único fin: gozar ellos, mientras los mortales trabajaban. Y no se vaya i creer que se escapó de esta opresion el habitante altivo de los pantanos y las brumas. Con toda su arrogancia y sus pujos de hombre libre estaba dominado por su querida Petonosa, escuchaba á Filoctesia y toleraba que Egos, lugarteniente general de Seuda, dispusiese y gobernase en la península á su antojo. Sin acordarse de que el bien no podia ser duradero, si no era de todos los de su familia; alucinado por el falso brillo de una mentida libertad, era casi tan esclavo como su padre, y en algunas cosas mas. Con los inconvenientes ya indicados, á pesar de tanto estorbo, Antropos y los suyos comenzaron á labrar. segun iba

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diciendo, mayores y cada vez mas asombrosas - maravillas. Con las ruinas del soberbio alcázar se edificaron mil palacios; el cultivo de la tierra se estendió-y perfeccionó; las huertas y los jardines parecian encantadores como nunca ; los templos se repararon, y como la impaciencia de Senda y Dinamion por conseguir ciertos portentos que halagaban su amor propio y vanagloria fuese mucha , se permitió al hombre aflojar de cuando en cuando las innumerables ligaduras que sujetaban á Pónos á trueque de conseguirlas. En estas ocasiones empuñaba el génio su varita mágica, y gozoso al sentir en libertad sus admirables facultades, tornaba á levantar osado la atrevida y majestuosa cúpula; tallaba el capitel y la cornisa; cubría las bóvedas con la vida, el movimiento, el colorido de la sublime inspiration; sacaba del mármol como en otro tiempo estátuas que parecian respirar; ideaba nuevos métodos para representar con todo su colorido á todas las cosas de la isla, y en una palabra, hacia renacer (pero con notable mejora y adelanto) aquellos portentos de las bellas artes que engalanaron la tierra en tiempos de la mayor gloria y opulencia. Notable era el contraste que presentaban aquellas obras groseras que solo podian ejecutarse con cédula de pergamino, y las otras grandes, difíciles, portentosas; para conseguir las cuales se daba á Pónos la mas completa libertad. Para aumentar tres hilos á un tegido y hasta para tostar una gallina, siempre existian trabas y dificultades; para arrancar al cielo sus escenas no habia sino querer Pónos y pedir. Así las artes mas humildes permacian estacionarias mientras la ciencia de los inspirados se remontaba á las nubes. Epoca singular en la cual Antropos fluctuando entre sus ami enemigos, con su protector unas veces esclavo y otras-gosyu libre, levantaba baluartes pira combatir al hijo de su corazon. UNIVERSIDAD DE HUELVA 2010

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a la vez que monumentos magníficos, padrones

de adoracion bello. y á lo justo á lo En recompensa de todos estos afanes ó mas bien en razon de las contemplaciones que era prudente tener con el inventor del polvo negro, le fué permitido edificar para vivir no va una modesta choza, sino una casa capaz con asomos de pala ella pudo tener un completo laboratorio, reunir crisoles-cio.En é instrumentos (resábio que le quedaba desde que se creyó alquimista) guardar númas, biblos, máquinas y muebles, y para decirlo de tina vez, dentro de sus cuatro paredes gozó de alguna paz, tuvo momentos de holgura y comenzó á pensar en sí. Una sola cosa le hacia infeliz sobremanera. Gina no estaba con él. Juguete de Seuda, esclava de Anoya, su alma no le pertenecían. En sus momentos de meditacion, semejante torcedor enturbiaba todos sus placeres. Su compañera, su esposa, la madre de su hijo, vivía encerrada detrás de triples rejas en el palacio de la insigne endilgadora de artificiosas peroratas. Vivía sin luz, presa del terror, bebiendo la letal ponzoña de una doctrina estúpida y baladí, y por lo mismo dehia suponer que le habla olvidado ingratamente. Pero en verdad, en verdad no era corno lo creia. Con todos sus sortilegios, con todos sus maleficios, Seuda no consiguió poner otra mordaza sobre sus dulces memorias. En los momentos mismos en los cuales pare. cía triunfar la tenacidad de Anoya, solía desbaratarlo todo Fanta con sus risueños cuentos y consejas. Entonces sus pensamientos se dirigían al hijo ausente, a! oprimido esposo y elevaba sus preces á los cielos, y sin poderse ir á la mano les pedía justicia y libertad para los suyos. Por aquí vendremos en conocimiento del importante papel que entonces como siempre desempeñó la sutil Fanta en las aventuras y progresos de nuestros pobres amuigos. ;

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Cierto dia, durante un rato de descanso, y estando el hada contándole al oído no sé qué, Antroposcontemplaba una hormiga:cargada con un grano de centeno la cual con esfuerzos increíbles, unas veces empujando, y otras andando á la reculada, ascendia trabajosamente por un montecillo de menuda arena para llevar su carga al hormiguero. Varias veces tocó el afanoso animal al término de la subida y otras tantas por desprend erse algunos granos ó desmoronarse el leve polvo bajo sus inquietos pies , rodaron él y su carga á lo mas hondo para volver á comenzar con descomunal teson la ruda é ímproba tarea. —,En qué piensas? le preguntó Pónos, quien por casualidad llegó á su lado. — Pienso, contestó el observador, que los trabajos de esta hormiga son una fiel representacion de mi existencia. Copio ella pugno desde que arribé á estas costas con una carga superior á mi menguado aliento; como á ella me animó varias veves la esperanza de un cercano triunfo ; y como á ella, siempre que creí alcanzarle, me precipitó la mano del destino en desdichas no esperimentadas hasta allí, siendo lo mas cruel del caso que lo único en lo cual percibo algun progreso es en mi esquisita sensibilidad para padecer cada vez mas hondamente. ¿ Dónde está esa ventura por tí tan prometida? ¿Dónde esa felicidad que siempre viene y nunca llega? Lejos de confiar en tus palabras me voy creyendo sentenciado á girar siempre dentro de un círculo, siendo nil vivir en esta isla tina série de evoluciones fatales en todo y por todo idénticas. — Válganme los cielos, contestó Pónos, válgante á tí por desconfiado y flaco de memoria. ¿En qué, dime, te pareces tú. al impotente salvaje que temblaba con el rugido del icon? ¿Tan semejante es tu condicion actual á la del siervo que ignoraba el paradero de mi hija, no sabia si su manto seguia .

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mermando y temblaba en el fondo de su choza entre sus crisoles y sus horóscopos cuando retumbaban en el alcázar los acentos de la ira del jigante? ¿Tan pequeño triunfo es por ventura haberte igualado en fuerza á Dinamion, gracias al maravilloso polvo negro? ¿Olvidas que 'columbraste á mi hija y• que su manto está para descorrerse? Y si de estos hechos innegables vuelves la vista sobre tí y avaloras y aquilatas los progresos de tu espíritu ¿cómo es posible que abrigues por un solo instante esa ridícula imaginacion de círculos fatales ó viciosos y evoluciones idénticas? Es verdad que en toda lucha hay grandes alternativas y oscilaciones. Verdad que en las tuyas, harto grandes, harto dolorosas, ganas á palmos el terreno, pero tu marcha puede compararse á la de un punto del tornillo cuya circunferencia estrema dá vueltas y mas vueltas, sí, pero á cada una se encuentra á mas elevacion ó altura. —Todo eso será muy cierto y no niego que en lo material progrese; pero ¿ cuál es la causa que en lo moral me encuentro casi como el dia despues de mi naufragio? — Aparte de que eso no es exacto, continuó Pónos, la razon del mal que ahora lamentas es muy óbvia. La evidencia maté demuestra por sí de tal manera, que ni la bruja, ni los-rialse duendes pueden negarla aun queriendo, mientras que en las verdades morales ¡cuántas veces conocerán su exactitud, cuántas las verán claras y evidentes, y no obstante, las negarán á • mansalva, porque no hay medio de leer en su ánimo! De aquí la lentitud de los progresos morales y su aparente estaciona las distancias se estrechan; pronto dominarás el-miento.Pr mundo material , y entonces, apoyado en sus verdades podrás poner en claro y para siempre las de un Orden superior. —Pero ¿soy acaso mas feliz? tornó á insistir el hombre. ¿Lo seré despucs? Esta es la cuestion que nos importa. —Me preguntas por la felicidad tras la cual desde un prin-

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cipio suspiras. Ella llegará por mas que tarde, pues todo fruto ha menester de su sazon, y cuanta mas valía tiene el árbol mas años se consumen en su crecimiento. Aparte, empero, de esta seguridad que hoy de nuevo vuelvo á darte ¿quién te impidió el ser en cada época de tu vida relativamente dichoso? Justamente una de las maravillas mas estraordinarias de esta. encantada isla de Gé es (como =a te dije en otra ocasion) que cada cual lleva dentro de sí mismo los elementos necesarios para lograr la mas apacible dicha. Sí, amigo Antropos: debo decirlo sin ambages. Aun despues del triunfo de mi Alécia, infeliz será quien se empeñe en serlo y solo los amantes sinceros de la felicidad merecerán sus favores. Es la felicidad una doncella muy dulce, muy hermosa, pero en estremo recatada y tímida. Por instinto, por intuicion, todos la amamos desde que nacemos, y sin embargo, contados son aquellos que cual verdaderos amantes se informan de sus gustos, inquieren donde mora, aprenden su lenguaje, la buscan_ para conocerla, la conocen para amarla y hacen en fin los gratos sacrificios con los cuales se prende y se cautiva la voluntad del objeto amado. Todos al contrario se la pintan á medida de su capricho, y cuando tocan acerbos desengaños por haber corrido tras el enjendro de su fantasía, ponen el grito en los cielos echando aun á lo sagrado la culpa de su ceguedad é insensatez. Este se empeña en perseguirla por regiones que jamás pisó; aquel la llama con voces aborrecibles para su pureza. Los hay que en su lugar invocan un maniquí con una diadema de oro, y tras luengos años de ímprobos afanes, blasfeman cuando estrechan entre sus brazos metal frio en vez. de un corazon que les refocile dulce y amorosamente. Los hay que cuelgan de esqueletos timbres y mantos de autoridad, y despues de atropellarlo todo acusan á su destino porque tocan con manos ateridas, no las gracias de una vírgen sino la muerte y los remorUNIVERSIDAD DE HUELVA 2010

dimientos recubiertos con la púrpura de color de sangre. Y sin embargo, no es tan difícil como se dice alcanzar los favores de la ninfa. El secreto está en amarla por lo que es y lo que vale; la dificultad consiste en creer firmemente que no hay dicha en esta tierra comparable con sus caricias y sus favores. Esto solo casi hasta para obtener unas y otros, porque cual todas las bellezas es tan sensible al cariño como celosa de su dignidad. Ama pronto á quien sabe amarla, pero si sus amantes se encaprichan con otros bienes viles y sin precio, si prefieren el oro ó el aplauso á ella, se ofende y se desvía y tarda mucho en volver. ¿ Qué te sucedió mil veces con tu esposa cuando te mostrabas con ella indiferente, cuando te preocupabas con dijes ó cuando la menospreciabas por atender á los halagos de tus mastines? Pues lo mismo te sucederá con el ángel que persigues y eso que cual tu mujer está siempre dispuesto á consolarte en tus cuitas. No creas que importe al caso adornarla con guirnaldas, vestirla de simples flores ó autorizarla con preseas. Nada de esto tiene valor á sus ojos. No reparará si la vistes con paño burdo ó con finísimo cendal, si la pones el humilde zueco á la calzas el clásico coturno, pues amante verdadera, con todos los trajes será tuya, si la adoras por lo que es y no por sus atavíos. Aparta solícito lo efímero y accesorio, rinde tributo á sus gracias y hermosura, déjalo todo por ella y en todo tiempo te tenderá los brazos, ya en medio de la escasez, ya hollando con desprecio montones de vil tesoro. En otra ocasion lo dije y ahora de nuevo lo repito: quien quiera puede ser feliz con solo cerrar los ojos para no ver de esta isla sino lo bueno, lo admirable, armarse de tolerancia, de generosa benevolencia y sobre todo de amor, virtudes todas que amansan la esquivez y rinden la voluntad de esa diosa tras la cual suspiras. Tanta impresion hicieron sobre el ánimo del hombre las palabras de su protector que despues de oírlas sintió muy grato

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consuelo. Volvió á sus tareas con la mano mas ligera, con el pecho menos oprimido y siguió cubriendo la haz de la isla con obras de gran primor y regando los campos y las flores con el sudor de su frente. i' Al poco tiempo todo renacia como revive la creation con la tibia claridad de la fresca y apacible aurora, y para completar augurios tan halagüeños, el número de los geniecillos que eludiendo las redes de la bruja se esparcian por los aires crecia sin cuenta ni medida. Los mejores cantos y las mas provechosas lecciones resonaban por doquier. Todo anunciaba un verdadero, fecundo y glorioso renacimiento.

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Mientras la bruja organizaba la inquisicion consabida para neutralizar de un modo ú otro los perniciosos efectos de las recientes invenciones, los sucesos precipitábanse en la isla por el impulsó mismo de las cosas. No bastaban los esfuerzos inauditos del vasallo para satis los antojos de los duendes. Además de los innumera--facer bles objetos, cuyo catálogo me seria imposible hacer exigidos por el primero ó el último tiranuelo, todos sin cscepcion pedian númas y mas númas. Porque han de saber los que me lean que ya no se saludaban ni despedian en Gd dándose los buenos ;

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ro dias: la primera y última palabra, la accion última y primera, eran alargar la mano y decir en tono de petition nzímas. Huyendo cada vez mas del menor cuidado ni fatiga querian lograrlo todo por encanto, y como no habla medio mas breve y espedito que arrojar dos tapas de plata ú oro y hallarse con lo que se deseaba, de aquí aquella sin igual concupiscencia. No alcanzaban, empero, los tesoros para saciar tanta codicia. Por otro lado aquellas no eran gentes que se hiciesen cargo de razones, pues además de estar muy hechos á pedir hasta milagros y obtenerlos, jamás reflexionaron ni un instante en lo que fuera conveniente ó justo. Viendo, pues, el protector del hombre la buena disposicion de todo, ideó aprovecharla como siempre para continuar la buena obra. —Este es el punto y ocasion, le dijo, de conseguir de tus Señores lo que en todo otro tiempo te negaran. Necesitamos libertad, amigo, y solo la tendremos sobre el Océano. Allá por donde el sol se pone hay una isla dorada, cubierta toda de hermosura, pero mas que herniosa rica. Es necesario que te valgas de esta circunstancia para anunciar su existencia. Si ponderas sus tesoros tal vez nos dejen navegar por esos mares, y entonces podré ser libre algunos ratos, trataremos nuestras cosas é iremos preparando las últimas maravillas para desencantar á Alécia. ¿ Quieres acometer la hazaña?, Tendrás constancia y valor? —Con tal de verme libre sobre el mar, contestó• Antropo5,. te prometo hacer alarde de paciencia v de constancia como nunca. —Ea, pues, esclamó Pónos: divulga por todas partes el se creto y cuidado cómo vacilas ó desmayas. Antropos desde aquella hora hizo saber, á la bruja y al jigante que si deseaban remediar la escasez de plata y poro, q UNIVERSIDAD DE HUELVA 2010