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UN QUIJOTE RARO PARA AMANTES DEL CERVANTISMO

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UN QUIJOTE RARO PARA LOS AMANTES DEL CERVANTISMO

Decía Cervantes en los prólogos del Quijote: Lector carísimo, sin juramento me podrás creer que quisiera que este libro, como Hijo del Entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo…; no he podido yo contravenir a la orden de naturaleza, que en ella cada cosa engendra a su semejante…

Con esta introducción pretendo darte una pequeña explicación del trabajo que con gran tesón y mucho cariño he realizado. Decirte también, que sin proponérmelo y siendo muy niño, me vino la idea de esta grata experiencia, con la cual y ya de adulto, comencé esta andadura; y con ella, he conseguido que me aportara un enriquecimiento y también un gran disfrute. En definitiva, he quedado enormemente satisfecho a pesar de haberme resultado tarea ardua y laboriosa. En Marzo de 1991 y tras algo más de diez años de labor, vi culminada la obra, en el cual había puesto todo mi empeño e ilusión, y fue el componer manuscrita la Inmortal obra de Miguel de Cervantes: El Ingenioso Hidalgo y Caballero Don Quijote de la Mancha. Este ejemplar, un tanto singular, se trata de una copia en

castellano, pero en ‘Criptonumerografía’ (en números arábigos, mediante un abecedario numérico), con estilógrafo y tinta china; consta de 2.500 páginas, tamaño folio; con 135 dibujos originales, como viñetas capitulares, hechos expresamente para este ejemplar; encuadernada en 4 tomos, con tapas de piel y orlas en oro. Cuidé la obra como madre que cuida de su hijo, respetando hasta la última coma del texto, para no desdibujar la idea que puso Cervantes en ella. Y con esta realización traté de cumplir mi deseo, la de hacer el mismo recorrido con la pluma que hizo su Autor, e introducirme en ella como testigo mudo; y tras ésto, conseguí componer un Don Quijote que se saliera del contexto del resto de las obras publicadas o manuscritas hasta el momento. Incluí en los principios de cada parte, las Tasas, Testimonios, Aprobaciones, Privilegios, etc. El seguimiento de la obra lo realicé con cuatro publicaciones distintas, para

asegurarme que no faltaba nada de su texto original y así tener garantizada su completa composición; además ajusté la entrada de capítulos según las ediciones de 1605 y 1615. La labor de ejecución fue de 122 meses ininterrumpidos, con algo más de 20.000 horas de trabajo. Me encuentro gratificado al haber añadido a esta gran colección de obras publicadas este ejemplar; que junto a las ochocientas setenta obras en nuestra lengua castellana; trescientas noventa en francés; trescientas treinta en inglés; y doscientas veinticinco en alemán; más cantidades de una a veinte, que suman dos mil cuatrocientas en otros idiomas o dialectos, que desde Letonia a Sudáfrica y desde Islandia hasta Japón, China y países de distintos dialectos orientales, llegan a sumar cuatro mil trescientas ediciones, de nuestra obra más universal.

Al tratarse de una obra manuscrita has de tener en cuenta, amigo lector, que la escritura que se va realizando ha de parecer que esta impresa, de lo contrario desmerecería la labor y perdería todo su encanto; también han de parecerse los números, lo cual es harto difícil, teniendo en cuenta que, de la primera línea de texto al final, pasan unos años y los humanos no somos máquinas; con lo cual, curioso lector, aquí te descubro la parte más importante de la realización de este ejemplar. Posiblemente a ti, lo más complicado te ha de parecer el tiempo que he empleado para realizarla, sin embargo, créeme, por mi experiencia, que lo más dificultoso es lo que te acabo de reseñar. Otra de las cosas importantes es la limpieza de la obra, la cual, tanto en textos como en presentación a la vista, ha de estar limpia

de erratas, y sin un ápice de manchas en sus páginas, lo cual tampoco resulta tarea nada sencilla.

No existe a números nada más que este ejemplar, ni se ha publicado ninguna reproducción de él. Actualmente esta obra está expuesta en La Casa Natal de Cervantes, en Alcalá de Henares, junto a otros muchos ejemplares, que hacen las delicias de los amantes del autor del Quijote Imagen de presentación: PIROGRABADO, de Jurgen Hans

LA SIESTA ¿UN NVENTO ESPAÑOL?, por Jesús Sevilla Lozano LA SIESTA Jesús Sevilla Lozano Medico y escritor

Se dice y hasta se presume de que los españoles hemos aportado dos importantes inventos a la Humanidad: La siesta y la tortilla de patatas. Y si bien parece ser cierto el invento de este sabroso plato culinario, de cuando los conquistadores trajeron este exquisito tubérculo de América, no estamos de acuerdo con el otro descubrimiento que, indebidamente, nos lo adjudicamos como “invento nacional”.

La siesta-VICENT VAN GOGH-Saint-Rémy1890

Podemos asegurar que no hay ni hubo en la historia tal invento, pues esa costumbre o mejor necesidad, de descansar y dormir

después de una buena comida cuando el estómago está digiriendo -y que como consecuencia se produce esa modorra o ese sopor, por falta de riego sanguíneo en el cerebro-, induce cuanto menos a la somnolencia, a la inmovilidad, a no hacer nada. Y esto ha sucedido así desde siempre e, incluso, podemos asegurar que también se ha dado y se da en numerosos animales. Lo que ha sucedido en España, es que la siesta desde tiempo inmemorial posiblemente aumentara más desde que entraron los musulmanes en la Península-, se ha generalizado y sacralizado considerándola como propia o característica de nuestro país y, luego exportada, según algunos, al resto del Mundo. Suponemos que en este hábito casi ancestral, haya influido decisivamente el clima tan caluroso que soportamos en verano, las costumbres, la psicología de los habitantes y otros factores. Pero hay varios tipos de siestas y quizá la más generalizada sea la llamada de “dar la

cabezada”, bien sea en un sillón o en cualquier lugar relativamente cómodo; aunque los auténticos “siesteros” o puristas de ella, dicen que la verdadera, la auténtica es la de “meterse en la cama, en pijama, a oscuras y con el orinal al lado”, como si fuera de noche y hasta llegar, incluso, al estentóreo ronquido.

Siesta, PETE TILLAK, 2000

Esta sana y clásica costumbre española, ha llamado mucho la atención en otros países y en particular en los nórdicos, por lo que se nos ha criticado como si fuera un vicio, una muestra de vagancia y una pérdida de tiempo. Pero nosotros consideramos que no hay tal pérdida puesto que esa media o una hora que estamos en los brazos de Morfeo, se recupera por la noche al poder acostarse más tarde y con mejores facultades cerebrales y anímicas; por otra parte si no se duerme está comprobado que se trabaja menos y se rinde peor, porque el estómago, en esa hora crucial de la digestión, utiliza más sangre de la circulación general, en detrimento de la que debería llegar al cerebro y a otros órganos del cuerpo. En realidad ese letargo o modorra, tras de una buena comida, se ha comprobado que les afecta también -como hemos dicho antes- a muchos animales, en los que durante su digestión pierden parte de su vivacidad, de su agresividad, de sus

temores e incluso les influye, también, en su instinto de conservación. Según investigaciones recientes en Cronobiología, revelan que el organismo está gobernado por un elevado número de controladores coordinados entre sí desde diferentes niveles orgánicos. Y el ciclo de alternancia, día y noche, es el principal factor que condiciona los ritmos biológicos internos del sueño. Pero, si bien es cierto que el metabolismo humano está programado para amortiguar el desgaste de la actividad de cada día durante la noche, recientemente se ha descubierto que existen ritmos secundarios que demuestran la necesidad de repartir el sueño en varios momentos en las 24 horas.

siesta-o DE JULIA LUCICH

Richard Belfer, ha descubierto que, por la tarde después de la comida de mediodía, hay un momento bueno para el sueño, en la llamada hora de la siesta o de dar la cabezada, con la ventaja de que refuerza la capacidad de trabajo posterior de la tarde, eleva la concentración, disuelve la fatiga, elimina tensiones nerviosas y también los humores tristes. Incluso la NASA, ha llegado a conclusiones parecidas, instalando electrodos en cueros cabellos de veintiún pilotos de vuelos transoceánicos y comparando los efectos beneficiosos de los que dormían una

pequeña siesta a los que no lo hacían. Sobre los consejos para cómo, cuándo y de qué duración ha de ser la siesta, estos expertos dicen que se debe practicar todos los días y a la misma hora; al inicio de la tarde, cuando se está haciendo la digestión y se nota el principio del sopor o de la modorra por disminución de la llegada de sangre al cerebro. Y se recomienda que el tiempo de siesta no deba superar una hora, ni ser inferior a 15 minutos aprovechando uno de esos ciclos que son como dos del sueño. Cuando se excede la hora, el individuo se suele despertar con ligeros ataques de mal humor. Hoy ya se habla en Medicina de la Siestaterapia como un hábito saludable para reforzar las capacidades de trabajo y concentración, para eliminar tensiones nerviosas y para mejorar la calidad de la mente. Más que un acto de vaguería u holgazanería, como se pensaba hasta hace poco, es una necesidad cronobiológica. Y es que el sueño nos es más necesario que

el alimento y, prescindir de él por un tiempo prolongado, podría conducir a un agotamiento extremo e, incluso, a la locura. Hoy, según algunos psiquiatras, opinan que la locura don Quijote fue provocada por falta de sueño principalmente. Lo confirma el famoso cervantista Richter Cortina al decir que la locura que padeció don Quijote fue debida al poco dormir, como se demuestra que, en el último capítulo, don Alonso Quijano recupera la razón después de dormir varias horas más de las que venía haciendo habitualmente.) Los expertos del Departamento del sueño de la Clínica Mayo (EE.UU.), dicen:”La necesidad de dormir a primeras horas de la tarde, está inscrita en nuestro reloj biológico. Entre la una y las cuatro de la tarde -hora solar-, nuestro organismo experimenta un descenso de la temperatura que semanal “la hora de la siesta. Y está comprobado que el que la duerme le aumenta sus niveles de energía e, incluso, se duerme mejor la noche

siguiente”.

siesta,Ronda-ALBERT SHELDON PENNOYER-1930

Es curioso que en España todavía sea frecuente que bastantes personas tengan vergüenza o cierto pudor de decir que duermen la siesta. Por ello es muy frecuente que cuando a esas horas intempestivas” de después de la comida de mediodía se llama por teléfono, los familiares nos mientan piadosamente con

excusas banales como: “No está, ha salido, está de viaje, tiene una comida familiar o de negocios…cualquier cosa menos decir la verdad, que está echando la siesta imprescindible y reparadora. Personalmente diré que este “vicio nefando” lo adquirí en Cádiz cuando era estudiante de medicina en Cádiz y desde entonces lo practico en invierno y verano, como marcan los cánones, con inusitado placer. Yo lo llamo eufemísticamente, “mi secreto de alcoba”. Recuerdo que aquel grandísimo escritor, poeta y columnista que fue José María Pemán – hoy casi olvidado por no sé que razones políticas y envidias absurdascuando un día estaba reunido en la Real Academia la Lengua con sus sesudos compañeros, al ver la modorra y el cansancio que les afectaba a todos después de la comida académica, les recomendó que siguieran su ejemplo, dando la cabezada de al menos media hora y les aseguró que después se encontrarían mejor y más lúcidos y relajados. A partir de

aquel día muchos de aquellos famosos académicos lo imitaron. revista La Alcazaba 12

ANTONIO PÉREZ, CREADOR DE LA LEYENDA NEGRA ESPAÑOLA, por Almudena Mestre

Secretario de cámara y Secretario del Consejo del Rey Felipe II de España (Madrid, 1540 – París, 1611). Antonio Pérez, era hijo ilegítimo y sacrílego de Gonzalo Pérez, un clérigo secretario de Carlos I y de Felipe II en sus primeros años de reinado. Hay indicios que pudo ser hijo natural del príncipe de Éboli (Ruy Gómez de Silva); se educó en las universidades de su tiempo como Alcalá, Lovaina, Salamanca, Venecia y Padua. Hombre arrogante, presumido, afectado y ampuloso en el vestir, de buena presencia física, modales refinados y cultura humanista, características que

facilitaron su ascensión política. Apoyado por fuertes casas nobiliarias, Mendoza, Vélez, Medina de Rioseco. Desde 1562 colaboraba con su padre, ocupándose de los asuntos del exterior. Gonzalo Pérez murió en 1566 y su hijo Antonio tomó el cargo de secretario de Estado en 1567. Se le considera como uno de los más prestigiosos secretarios del rey Felipe II.

Príncipe de Éboli. Ruy Gómez de Silva (en portugués Rui Gomes da Silva) (Chamusca, Portugal; 1516 – Madrid; 29 de julio de 1573), príncipe de Éboli, conde de Mélito y duque de Pastrana, aristócrata portugués de relevancia en la corte de Felipe II de España.

En la Corte de Carlos I existían dos facciones; una liberal encabezada por Ruy de Silva,Príncipe de Éboli, avisado y prudente, y su secretario Francisco de Eraso y por otra, la parte conservadora encabezada por Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, III duque de Alba de Tormes, altanero y arrojado, y el inquisidor general Fernando de Valdés. A partir de 1568 y hasta 1578 es cuando su influencia sobre el rey es más importante. El rey reconocía su inteligencia y seguía sus consejos en asuntos de Estado, adquiriendo así, Antonio Pérez gran prestigio y reconocimiento, lo que hizo que aumentase su poder. A Antonio Pérez se le consideraba discípulo de Ruy Gómez. Amable, discreto y persona de gran saber. Por sus manos pasan todos los negocios de Italia y también los de Flandes desde que este país está gobernado por don Juan que le ayuda al igual que el arzobispo de Toledo y el marqués de los Vélez.

1568 es un año fatídico para el rey Felipe II, se produce la rebeldía y muerte del príncipe Don Carlos, la agitación de los Países Bajos, la Sublevación de las Alpujarras, pero sobre todo la muerte de su querida esposa Isabel de Valois, estos hechos determinan que Felipe se convierta en un rey taciturno y reconcentrado en sí mismo. Juan de Escobedo, secretario personal de Don Juan de Austria, fue enviado a la corte para negociar la situación de los rebeldes flamencos. En las luchas políticas de la corte destacó como un gran intrigante alineado con la facción de Éboli contra el duque de Alba y contra don Juan de Austria. Y acabó asesinando al secretario de éste, Juan de Escobedo en 1578. Este crimen fue utilizado por el rey contra su secretario cuando descubrió que éste le espiaba para el Papa, acusación que no podía hacer directamente por ser la Monarquía hispana y el Papado dos potencias amigas en teoría.

Castillo de Santorcaz, cárcel de Antonio Pérez

En 1579 Antonio Pérez fue detenido -al tiempo que su amante, la princesa de Éboli, doña Ana de Mendoza, fue puesta bajo custodia en la Torre de Pinto y más tarde en el Castillo de Santorcaz. El puesto de Antonio Pérez lo ocupó el cardenal Granvela (aunque Pérez siguió desempeñando la Secretaría hasta 1584). Se le acusó inicialmente de corrupción, cargo del que había abundantes pruebas; y diez años después se le acusó además de asesinato, sometiéndole a tortura y considerándole autor del asesinato tal y

como requería el proceso judicial en la época. Entre 1579 y 1590 se le considera a Antonio Pérez un escritor del destierro por su prosa escribanil con cierto amaneramiento retórico y sintáctico, con construcciones paralelas y simétricas, predominio de asíndeton y quiasma, etc. Su prosa fue reconocida en Inglaterra como tacitista y senequista, inspirada lógicamente por los latinos. Se le considera precursor e iniciador de Gracián y de Quevedo. Antonio no solamente sucedió a su padre Gonzalo en el oficio, sino que le siguió en el mundo de las ciencias humanas como protector munificente de escritores, letrados y pintores. En la década de 1558 a 1568, Pérez se había convertido de estudiante y discípulo en bienhechor de uno de los principales eruditos de su tiempo.

Ana de Mendoza y de la Cerda, princesa de Éboli, duquesa de Pastrana y condesa de Mélito, (Cifuentes, Guadalajara, 29 de junio de 1540 – Pastrana, 2 de febrero de 1592) fue aristócrata

una

española.

El 28 de julio de 1579 la princesa de Éboli y el secretario Antonio Pérez son detenidos sin proceso. La causa por la que Pérez era enjuiciado se limitaba a asuntos de corrupción, sin profundizar en el asesinato. Al día siguiente del arresto, Felipe II envió al cardenal de

Toledo a visitar a doña Juana Coello, esposa de Antonio Pérez, para tranquilizarla y exponerla que nada de lo sucedido ponía en peligro la vida de su esposo. El rey ordenó durante los quince días de prisión le enviasen a sus hijos para acompañarle y consolarle. El cautiverio humillante de Antonio Pérez le hizo caer enfermo; Pérez estuvo después retenido en su casa durante ocho meses con numerosa guardia hasta le dejaron salir de su casa. En 1580 el rey se trasladó a Portugal en busca del poder de este reino; el cardenal rey Enrique, último descendiente de la dinastía borgoñesa había muerto y Felipe II se presentaba como sucesor legal. Mientras tanto en el año 1581 Antonio Pérez se recuperó y siguió manteniendo su anterior ritmo de vida con excesivos gastos. Sus enemigos rápidamente pidieron una información judicial sobre su integridad y fidelidad hacia la corona. El encargo se hizo al juez Rodrigo Vázquez de Arce y en año comenzaron las

Felipe II y la princesa de Éboli, grabado de la época

investigaciones. Realmente Felipe II utilizó como cómplice a Antonio Pérez el cual estuvo preso unos once años y se vengó de él hasta en el extranjero. Se suponía que Felipe II había tenido relaciones estrechas con la princesa de Éboli. Pérez confesó sus amores con la princesa de Éboli, su rivalidad con Felipe II y se refugió a principios de 1583 en la corte de Enrique IV.

El rey Felipe II, cuadro de

Tiziano

En los Cargos que se le atribuyen entre 1579 y 1985, la justicia le imputó delitos cometidos hasta en 1584; sin duda el año más fértil fue el de 1587. Pérez despachó documentos hasta 1582, ya que después de un alivio en su detección en 1580 volvió a su vida de lujos y desenfrenos. Logró desenmascarar la incompetencia de los jueces por haberle acusado de delitos no cometidos. El rey jugó el papel de doblez, los jueces de servilismo y Pérez se valió de sus intrigas maquiavélicas. Los alcaldes de la Corte le detienen de improviso en el 1585 y le comunican la sentencia en la cárcel de Turégano, el 23 o 24 de marzo de ese mismo año. El texto de la sentencia lo redactó el licenciado Tomás de Salazar, del Consejo de Su Majestad y de la Santa y General Inquisición, Comisario General de la Santa Cruzada. Se le condenó a permanecer 2 años encerrado en la fortaleza que su Majestad designase, a ser expulsado de la corte

durante diez años debiendo residir a treinta leguas de distancia de ella y a quedar suspendido por el mismo tiempo de sus funciones así como una cuantía a pagar. En 1586, Felipe II vuelve a Madrid y ordena se traiga a Antonio Pérez. Estuvo en prisión atenuada. No se sabe dónde se hospedó. Quizá en la casa de Cisneros; en 1587 Antonio Pérez fue trasladado a Torrejón de Velasco. Se abre el proceso por el asesinato de Escobedo. Nace el Conde-Duque de Olivares. En 1588, Felipe II ordena que vuelva a Madrid y se hospeda en Puerta Cerrada. En 1589, Antonio Pérez fue trasladado a Pinto durante dos meses.

Antonio Pérez, lierado por el pueblo aragonés en 1591. cuadro de Manuel Ferran Bayona

El 19 de abril de 1590 llegaba a Aragón acogiéndose al derecho foral, valiéndose de su condición de hijo de aragonés. El rey no podía enjuiciar en Aragón a un reo que hubiera cometido su crimen en Castilla por lo que empleó el único tribunal que tenía competencias en todo el territorio peninsular: la Santa Inquisición. Pérez fue acusado de herejía y se intentó trasladar a la cárcel inquisitorial, lo que provocó una revuelta en Zaragoza, al ver al joven Justicia de Aragón (Supremo guardador de los fueros), Juan de Lanuza cómo los fueros aragoneses no eran respetados. Pérez consiguió huir a Francia mientras Felipe enviaba un ejército a Aragón que ponía fin a los disturbios y a la vida del Justicia.

Juan Lanuza, antes de ser ajusticiado

Se suscitó entonces un pleito de competencia entre el Justicia y la Inquisición, pero el partido que se había formado Antonio Pérez en la ciudad corrió a la Aljafería, a donde le habían trasladado los inquisidores, y consiguió que se restituyese el preso a la cárcel de donde se le había sacado contra fuero. Poco satisfechos los inquisidores del resultado, hicieron entrar ocultamente

algunos arcabuceros en la ciudad, en noviembre de 1591, y los mandaron hacer fuego contra el pueblo. Pérez se refugió en Francia donde el 23-24 de noviembre, donde Catalina, hermana de Enrique IV, era gobernadora del Bearn. Allí gozó de paz y tranquilidad. Puso en manos de éste atractivos proyectos desestabilizadores para España. El fracaso de los intentos de invasión francesa motivó el traslado de Pérez a Inglaterra donde también contó con importantes ayudas, ofreciendo interesante información que sirvió para el ataque inglés a Cádiz en 1596. La paz de Vervins (1598) supuso el final diplomático de Pérez, dedicándose a la escritura, publicando dos importantes obras que tuvieron un destacado efecto negativo en la figura de Felipe II: las Relaciones y las Cartas. Durante años asesoró tanto a Enrique IV de Francia como a Isabel I de Inglaterra en sus acciones militares contra Felipe II. Se dedicó también a publicar escritos contra el rey, que suministraron gran

parte del material con el que se tejió la leyenda negra contra la Monarquía hispana. Desde la muerte de Felipe II perdió interés político y, pobre y marginado, murió en el exilio sin haber conseguido el perdón de la Monarquía.

Este óleo de Lorenzo Vallés recrea la emboscada que los sicarios de Antonio Pérez tendieron a Juan de Escobedo en 1578. Siglo XIX. Museo Municipal, Málaga.

Uno de los investigadores que más ha escrito sobre el secretario de Felipe II, ha sido Gregorio Marañón aunque todavía existen papeles, manuscritos e impresos desconocidos para él. Sin duda en la

Biblioteca Bodleiana, se guardan los Descargos, y en el Public Record Office, Londres, en la Biblioteca del Palacio de Lambeth, en el Museo Británico y en Hatfiel House se atesoran los documentos inagotables e indispensables para escribir la historia del destierro de Pérez en Inglaterra y Francia. En los Descargos, la primera obra apologética de Pérez, es consecuente clasificarlos como primer documento de orden autobiográfico en el que se dan una multitud de datos desconocidos relativos a su vida pública y privada.

BIBLIOGRAFÍA Enciclopedia Universal Multimedia ©Micronet S.A. 1998 http://www.biografiasyvidas.com/biografia/p/perez_antonio.htm http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/personajes/5608.htm

http://www.nationalgeographic.com.es/articulo/historia/grandes _reportajes/8116/conjura_antonio_perez.html?_page=2

http://bibliotecavirtualmadrid.org/bvmadrid_publicacion/i18n/c atalogo_imagenes/grupo.cmd?path=1026965

http://hispanismo.org/historia-y-antropologia/1950-felipe-ii-l a-leyenda-negra-y-el-caso-de-antonio-perez.html. MARAÑÓN, G.: Antonio Pérez, 2 vols. Madrid, 1960. MENÉNDEZ PIDAL, Ramón (s.f.): Historia de España. Ed. Espasa Calpe, Madrid; tomo XXII. MIGNET, Mr. (1883): Antonio Pérez y Felipe II. Mexico: Biblioteca religiosa, histórica, científica y literaria. UNGERER, Gustav (1974): La defensa de Antonio Pérez contra los cargos que se le imputaron en el proceso de visita (1584).

revista la Alcazaba 56

AMÉRICA EN ESPAÑA, Octavio Uña Juárez

por

Que América era “la otra orilla”. De una orilla de la mar a otra, “del uno al otro confín”. De acá para allá. De allá para acá. Viaje y tornaviaje. De la orilla española de la mar a América. De España al allende oceánico, donde mora “la mejor gente, sin mal ni engaño, que haya debajo del cielo”, en palabras de Colón. Al ultramar de las arenas blancas y salutíferas de Porto Santo. A las soledades timorosas de la mar océana más allá de San Sebastián de la Gomera. “En la fertilidad crecía el

tiempo” en la otra orilla, allí “las cerradas noches manantiales”, que cantaba Neruda. Trasiegos mil por las amplísimas y tenebrales rutas de las aguas arcanas. Rutas entregadas a la mirada de Dios, a los soles de fuego y a las lentas lunas. Ida y vuelta. Vuelta e ida. Orillas plenas del adiós y el encuentro. Era la ruptura de la distancia, era la victoria sobre el olvido. Orillas del alborozo y de la lágrima. “Cruzaban las olas que atormentaban los navíos”,dijera el Almirante. Camino misterial y temible, que fuera desde la “retenebrosa” al mediodía pleno, al guilleniano “redondeamiento del esplendor”. El hombre, que es un ser que “pretende a lo posible”, la pasión por la aventura, la sed de poder, la “sacra fames auri”, las convicciones sobre el progreso y la modernidad, entregaban a Europa una impresionante ampliación del horizonte, como estableció Alfred Weber. Apagada la terrible espada, emergió la hermosura de la voz que fue palabra, la

reveladora y creadora palabra, “sangre de mi espíritu”, vivencia y morada. De acá y de allá, de allá y de acá vivimos en la amplia y profunda constelación de signos, en la comunidad de hablantes. Transoceánica y universal familia que habita en la tradición creadora de las construcciones culturales y en la honda historia. España en América, América en España. “Y español soy por la lengua divina”, decía Darío. Borges insistía: “Estás, España silenciosa, en nosotros”. Y de España, enamoradamente, erraba Neruda: “Piedra solar, pura entre las regiones del mundo”. La idea nace de la conciencia de los vivísimos y tejidos vínculos por encima de los espacios y los tiempos. Y de manera especial en 2014, cuando celebramos el aniversario de los movimientos de independencia de los países hermanos de la joven América. América en España, las Américas en España: geografías, dones de tierras,

mares y ríos, culturas, creencias religiosas, artes, música, danza, literatura, arquitectura, escultura, pintura, cine, espectáculo, agricultura, oros, platas, cobres, maderas, piedras preciosas mil, innumerable reinomineral, objetos mil incomparables, mil señores de Sipán… Y señaladamente los dones líricos de la palabra creadora, desde el Inca Garcilaso o Sor Juana Inés de la Cruz a Borges, Carpentier o Cortázar. Los ilustres ciudadanos americanos de la castellana palabra, vecinos asentados y sentidos en España, clásicos maestros, premios Cervantes, premios Nobel: Arguedas, Darío, Reyes, Vallejo, Neruda, Hemingway, Paz, Cabrera Infante, Bryce Echenique, Benedetti, el grandísimo Vargas Llosa, quien dijera: “Madrid es mi ciudad” y, refiriéndose a España, “es la transformación histórica más extraordinaria que me ha tocado vivir”. revista la Alcazaba, 52

ÁNGEL LUIS LUJÁN, UN POETA DEL TIEMPO, por Miguel Romero, poema de Grisel Parera y fotos de Jesús Cañas, el Fotero

Angel Luis Luján

Hoy tengo la certeza de que bajo el ojo de la eternidad voy solo, y se también que no me importa tomando por medida lo infinito

soy menos que el aliento que fecunda el interior de barro……………… Este Doctor de Filología Hispánica por la Complutense, nacido en Cuenca no hace demasiados años, escudriña entre libros para hacer de su vida dos intensas maniobras vitales. Por un lado, tal vez el más social, al elevar como docencia su vocación literaria en esa Universidad castellano manchega, haciendo de la retórica la conexión vital del contenido mediático de qué aprender y el qué saber, como catedrático de Literatura; y por el otro, su arraigado convencimiento de que en el verso es donde ha de encontrar las sensaciones del sentimiento, haciendo un recorrido poético de fuerte contenido personal.

Angel Luis junto a Miguel Romero, Director de la UNED

de Cuenca

Él, se busca así mismo en cada razón lírica, haciendo de la palabra música de letras; reforzando el deseo de agradar a su sino, como parte fundamental de ese recorrido casuístico que cada uno decidimos hacer en nuestra vida. Yo creo que la poesía es la ambición de discurrir, que aspira a verse cargada de más sentidos y ungida de más música; y no sólo esa música que pueda completar su recorrido en recitales conveniados, sino la música que en sí misma encierra la poesía cuando sensibilizas sus contenidos. Aquí me gusta Ángel Luis Luján Atienza. Recuerdo sus “Inútiles lamentos y otros poemas” que fuese ese Premio Blas de Otero, pero todavía recuerdo con más calor, su “calle cortada” o sus “Experimentos bajo Saturno”, porque hace un canto especialmente singular el reencuentro de sentimientos.

Por eso, su carga docente le invade en cada momento de su trayectoria humana. No puede dejar de lado como enseñar y a quién hacerlo. Por eso, su trabajo de “Cómo se comenta un poema” de editorial Síntesis, o “Las voces de Proteo. Teoría de la lírica y práctica poética en el siglo de oro” que, por allá, por esas costas malagueñas le publicasen con acierto. Por eso, cuando ha llegado a la UNED, esa tarde pasada del 16, entre sonámbulas prestaciones de amigos, inducido por la otra gran poeta conquense, Raquel Carrascosa que bien coordina esta magna actividad, y se ofrece a denotar sus contenidos poéticos en un hemiciclo que insufla arte por sus cuatro costados, al lado del mural del artista Ginés Liébana y su ángel de Cuenca, todos, todos los allí presentes, poetas del tiempo, sentimos como su aura de ingenio lírico se nos introducía en cada poro de nuestra piel.

Angel Luis en el Aula poética de la UNED

Allí, el Aula Poética de la UNED, ese grupo de amigos, le hicimos un pequeño homenaje de cántico selecto, entre versos personales, auténticos, morales de esperanza, y reunimos en amable compañía la razón de su particular visión del mundo de la poesía, la que él ha entendido y la que nosotros, pretendemos ensalzar. Abellán, Paloma, María José, Miguel, Razola, Jose Jaime, Maite, Raquel, Pedro, María, Jesús, Solano, Panadero, Pepe y Julio, hicieron real ese aforismo de que “el conocimiento es la base de la amistad”. Todo bajo el prisma

gráfico de Jesús Cañas, un lujo. Texto de Miguel Romero

Ángel Luis Luján. Allí, perdura lo eterno. En tus versos emergen sensaciones sumergidas, escondidas palabras y realidad misteriosa. Abruma la melancolía, porque no hay medida en el tiempo, todo vuelve a ser principio una y otra vez. Sólo quedan Inútiles lamentos. Hay Días débiles

como recuerdos de infancia, la vida a solas, crecida, profunda, y rumor celeste, en el azul.

El silencio del mar, extiende raíces: ve, ama, pierde; y el agua ondula en mil noches intranquilas, para poseer la orilla. En lo hondo de tu propio mundo desde la distancia de tu soledad, está la luz, la sombra y Allí, perdura lo eterno. Poema de Grisel Parera: Cursiva: títulos de obras de Ángel Luis Luján revista 52

GASTRONOMÍA CURIOSA, por José Manuel Mójica Legarre, Cocinero, escritor y viajero Saludos ¿Sabían ustedes que Zanzíbar, archipiélago perteneciente a Tanzania posee dos records? Uno es el de haber protagonizado contra los británicos en 1896 la guerra más corta de la historia, 37 minutos tardaron en rendirse, y el otro record es gastronómico por ser el primer productor mundial de clavos de olor. Bien, una vez metido en harina, después de un paréntesis, debido a que, como dicen por ahí en español de nuevo cuño, “me dio un chungo”, retomo los artículos de cocina en esta revista y, tras haber escrito en anteriores números breves retazos de la historia de la gastronomía, he decidido hacerles partícipes de

algunas curiosidades de este fascinante campo de la cultura. Para “abrir boca” voy a tratar de aclarar el origen de la ensalada César ya que, en algunos lugares se la hace llegar desde los Césares romanos y en otros del Hotel Caesar’s Palace de Las Vegas en el estado de Nevada, USA.

Salsa Cesar

Hasta hace algunos años era costumbre extendida el que el maître, o algún camarero experto, elaborase la ensalada en el comedor, frente al cliente. Particularmente, en mi larga vida laboral como chef de cocina, nunca he permitido esta práctica ya que no entiendo el por

qué el personal de comedor tiene que levantar una salsa haciendo ruido y distrayendo a los demás comensales, solo para tratar de ganarse una propina; hecha esta salvedad, vayamos a la historia. Una versión muy extendida es que Alex Cardini, chef italiano que vivía en Tijuana, México, y regentaba junto con su hermano Cesar el restaurante Cesar’s Palace, fue el creador de esta deliciosa ensalada allá por los años treinta del siglo XX. Al parecer el 4 de julio de 1930 a la hora del cierre de la cocina, se presentaron unos pilotos norteamericanos y pidieron solamente una ensalada. Cardini, con la mise en place a medio desmontar, y casi sin comida debido a que muchos norteamericanos habían aprovechado la fiesta nacional estadounidense para escapar de la Ley Seca vigente en USA, decidió “echar mano” de una receta familiar con la que su madre les deleitaba en su Italia natal y se la sirvió a los aviadores. A estos les gustó de tal manera que pronto se

convirtió en un gran éxito bajo el nombre de “Aviator’s Salad”. Hay que puntualizar que, aunque generalmente se acepta a Cardini como chef protagonista de esta anécdota, muchos nombran al chef Livio Santini como el verdadero creador de esta receta.

Caesar Cardini (nacido con el nombre de Cesare) (1896-1956) fue el inventor de la popular receta de la ensalada César. Fue propietario de un hotelrestaurante en Italia y tuvo la posibilidad de ser chef en Tijuana, México. El día 4 de julio

de 1924 entró a un concurso de cocina en el que resultó ganador con la receta de la ensalada César, que hoy es mundialmente famosa. Otro nombre que se escucha cuando se habla de la Ensalada César es el de Alex Cardini, un mexicano (hijo de un inmigrante italiano) que por algún tiempo fue reconocido como el chef del famoso Hotel Peñafiel de Tehuacán, Puebla, México

Otras versiones afirman que Alex Cardini se presentó a un concurso de gastronomía con este plato que fue distinguido con un premio del jurado. Lo cierto es que a mediados del siglo pasado, Cesar Cardini, que había emigrado

a los Estados Unidos, al ver la popularidad de su ensalada, ya conocida con su nombre, homónimo del restaurante que había dirigido en Tijuana con su hermano, patentó en Los Ángeles el aliño bajo el epígrafe “Cardini’s Original Caesar Dressing Mix”, que con el paso de los años fue comercializado por la empresa “Cardini Foods” de Culver, en California. Hoy en día, aunque su popularidad ha decrecido mucho, la en salada Cesar, todavía sigue siendo considerada como una receta gourmet… hasta que cambien las inclinaciones de los comensales. Y es que las modas gastronómicas cambian constantemente. Por poner solo tres ejemplos rápidos, recordemos que el bogavante, apreciadísimo junto con la langosta desde los tiempos del Imperio Romano hasta la Edad Media, durante la cual se le concedían a estos mariscos propiedades medicinales, en los siglos XVII y XVIII perdió su popularidad para pasar a ser considerados “comida de

pobres. Sobre todo en la América Colonial eran tan abundantes que incluso eran utilizados como abonos en las huertas familiares. Ya en el siglo XIX, cuando empezaron a escasear bogavantes y langostas encareciendo su precio, su carne delicada volvió a ser apreciada por las clases pudientes convirtiéndose en un manjar de apreciable valor comercial. Por su parte la trufa, muy apreciada desde el tiempo de los sumerios como puede leerse en las tablillas cerámicas de Ur, conocida por los egipcios y cantada por Teofrasto en el siglo III antes de Cristo, perdió tanta fama que llegó a ser conocida en Francia como la patata de los pobres hasta que el rey Francisco I, ya en el Renacimiento, reivindicó su consumo en las mesas de los pudientes. Por último, el salmón, uno de los pescados más apreciados por Escoffier, era tan abundante en la planta de recogida del río Dordoña, en el valle del mismo nombre en Francia, que los obreros de la zona exigieron incluir una cláusula en sus contratos de trabajo por la cual las

empresas no podían darles de comer este pescado más de tres veces por semana. La sobreexplotación de este pescado fue tan brutal en ese río que, en los años setenta del pasado siglo, comenzó a desarrollarse un plan para la reimplantación del salmón atlántico en la zona.

Primer Ricard

poster

de

Hablando del éxito de algunos productos todos sabemos que la fama de un artículo, comestible o no, se basa en la publicidad. Unas veces es la trasmisión oral, boca a oreja, lo que hace famoso a un plato o a una bebida; pero una ayuda

no está de más. Un ejemplo claro lo podemos encontrar en Paul Ricard. A principio de los años 30, en Marsella, se consumía abundantemente el Pernod, un anisado casi prohibido por su contenido en absenta, que era fabricado a escondidas por cada dueño de bar de la zona marsellesa. Esta bebida clandestina llega a conocerse con el nombre de “pastís”, palabra provenzal de origen italiano, que significa mezcla; pero los resultados de las elaboraciones eran tan diferentes que Paul Ricard se dedicó a perfeccionar una receta unificada que satisficiese a todos. Trabajando en un laboratorio de fortuna, basándose en la recta de un anisado que fabricaba el abuelo Espanet, que él recordaba en parte, trató de encontrarla y realizar aquel anisado, lo que consiguió a la edad de 23 años. Una vez conseguido el resultado apetecido, ya solo restaba que los clientes fueran conociendo la bebida y aceptándola.

Ricard, creador del “vrai pastis de Marseille”, antiguo alumno de bellas artes, creó el primer cartel anunciador de la bebida para popularizar su consumo; pero consciente de que los camareros eran la clave para la venta de su bebida, diseñó dos estrategias publicitarias verdaderamente originales. En primer lugar, para consumir el pastís “a la marsellesa” el anisado debía servirse con cinco partes de agua fría por lo que el dueño del bar podía vender hasta cincuenta copas de una sola botella ya que los vasos de una capacidad concreta, serigrafiados con la marca, eran regalados por la fábrica al igual que las jarras y botellas para el agua. Pero además, para “obligar” a los camareros a que sirvieran el pastís, colocaba una moneda bajo el tapón y de ese modo, si los bármanes querían hacerse con esa “primera propina”, debían abrir la botella y venderla para destapar la siguiente; ni que decir tiene que las ventas de pastís se multiplicaron en la zona de Marsella extendiéndose después

por todo el territorio francés.

Pollo Marengo

Los amantes de la gastronomía conocen perfectamente la existencia de un plato tradicional de la cocina francesa conocido como “Pollo Marengo” y, muchos de entre ellos conocerán la historia de esta receta; para quienes no lo sepan explicaremos que Marengo está situado cerca de la ciudad de Alessandria en el Piamonte italiano. En este terreno, el 14 de junio de 1800 Napoleón peleaba duramente contra los austriacos y, debido a un error del pequeño general francés permitió que sus enemigos rompieran las líneas galas poniendo en duda la victoria; menos mal que, para tranquilidad de Bonaparte, llegó el

general Desaix con sus tropas y le regaló una victoria que ya se creía imposible. La historia nos cuenta que Napoleón tenía una capacidad de concentración prodigiosa y que, durante las batallas, era capaz de aislarse del ruido de los cañones y estudiar los planos sin inmutarse y sin acordarse de comer o de beber. Por esto, al terminar la batalla de Marengo, casi de noche, el pequeño corso pidió que le llevaran algo para comer. Para mala suerte del cocinero personal de Bonaparte, el suizo Dunant, la despensa personal de Napoleón estaba en paradero desconocido debido al tráfago de los movimientos de las líneas de los ejércitos durante la batalla y, para solucionar su problema, envió a unos soldados franceses a la aldea de Marengo para conseguir algo comestible con lo que saciar el apetito del corso; pero después de un año de combates y incursiones, los soldados sólo pudieron encontrar pollo, sal, pimienta, harina, huevos, champiñones, algunos cangrejos del

cercano río Po, aceite y tomates. Durant doró todo en el aceite, elaboró una roux con vino blanco y lo cocinó esperando no ser fusilado. ¿Cuál no sería la sorpresa del cocinero al oír que el plato había fascinado a Napoleón. De vuelta en París, Durant, en la paz de su cocina, perfeccionó y refinó la receta para hacerla digna de las mejores mesas; pero cuando le fue presentada a Bonaparte, estalló en cólera exigiendo que le sirvieran la receta original, la única que debía pasar a la historia y, según quiere la historia, llamó a Durant para decirle que, el hecho de haber suprimido los cangrejos le traería mala suerte al general. Coincidencias aparte, estas son las razones por la que existe un plato llamado pollo Marengo del que los franceses están muy orgullosos. Es que nuestros vecinos franceses están verdaderamente contentos con sus logros, sobre todo si hablamos de comidas y de vinos. A propósito de los vinos franceses

hay que decir que la mayoría de las viñas situadas en Francia son, en cierto modo, americanas ya que a finales del siglo XIX las viñas europeas fueron casi totalmente destrozadas por la filoxera. A los propietarios de viñas no les quedó más remedio que importar plantas desde los Estados Unidos por lo que, si las cepas son francesas, las raíces son americanas. Para que algún chauvinista no me saque los colores es preciso puntualizar que las plantas llegadas a Francia desde California, fueron escogidas de entre las que anteriormente se habían exportado de Francia a los EEUU. Hablando de vino, los franceses fueron los que decidieron que las botellas tuviesen una capacidad de 0,75 litros en lugar de un litro. Esta medida fue tomada por razones comerciales ya que para exportar vino a Inglaterra, las cajas de doce botellas de 0,75 litros representaban 9 litros, es decir dos galones ingleses lo que facilitaba el comercio con la Isla.

Por cierto, las medidas de las botellas de vino que pueden encontrarse en el comercio, expresadas en botellas y litros, son las siguientes: Media botella, 0,375L; Botella 0,750L; Magnum (dos botellas) 1,5L; Jeroboam (cuatro botellas) 3L; Rehoboam (seis botellas) 4,5L; Matusalén (ocho botellas) 6L; Salmanasar (doce botellas) 9L; Baltasar (dieciséis botellas) 12L; Nabucodonosor (veinte botellas) 15L; Salomón (veinticuatro botellas) 18L; Primat (treinta y seis botellas) 27L; Melquisedec (cuarenta botellas) 30L. Ocasionalmente se puede encontrar una botella conocida como Soberano (treinta y cinco botellas) 26,25L. Cambiando de tercio, para no alargarnos y hablar del nombre puesto a recetas famosas, puntualizaremos que el Carpaccio de buey, creado a principios de los años cincuenta del pasado siglo por el chef Giuseppe Cipriani en el Harry’s Bar de Venecia para servirlo a la condesa Amalia Nani di Mocenigo, lleva ese nombre porque

el color del plato es similar al rojo utilizado por el pintor Vittore Carpaccio (1460-1520). No es de extrañar que habiendo estudiado cocina en Francia la mayoría de anécdotas y datos curiosos que conozco sobre la gastronomía sean del país vecino. Por ejemplo, el croissant, insignia de la pastelería francesa no es de

Croissant

origen francés. En realidad fue creado durante el año 1683 en Viena para celebrar que el ejército otomano fue rechazado dando fin al sitio de la capital austriaca. Los panaderos vieneses fabricaron esta deliciosa especialidad dándole forma de la media luna que

aparecía en las banderas de los derrotados. El croissant llegó a Francia en el siglo XVIII cuando el 16 de Mayo de 1770 María Antonieta de Austria se casó con el rey Luis XVI y, a partir de ese momento se adoptó como especialidad francesa. Por añadir algo a este punto diremos que, en Francia, a este tipo de bollería es conocida como “viennoiserie”. Hace algún tiempo escribí para esta revista un artículo titulado irónicamente “Una cena de navidad para tiempos de crisis”, colocando en el menú lo más caro que podía encontrarse en el mercado (el artículo pueden leerlo en la página web de la revista) pero en cuanto a precios de cenas de Navidad les comento que en el restaurante L’Espadon situado en el Hotel Ritz de París, calificado con dos estrellas Michelin, se ofrece el menú más caro para la cena de fin de Año. La costumbre en este restaurante es la de cobrar un precio que corresponde al año que se festeja, así en 2013 el precio fue de 2013 euros y al año siguiente el

precio subió un euro. Por hablar del 2012, el menú de la Noche Vieja consistió en Caviar Beluga aux perles de Vodka ; Saint-Jacques de plongée marinée aux truffes noires avec émulsion de choux romanesco ; Homard bleu façon Thermidor, girolles et cristalline d’estragon ; Turbot de ligne à la truffe blanche d’Alba, fine raviole de potiron et épis d’asperges ; Diamant noir luté et Fine Champagne Ritz; Noisette de chevreuil Grand Veneur, tourtière de foie gras et fruits d’hiver aux zestes d’agrumes ; Chariot de Mont d’Or de Poligny; Croquant de lychee, Pitaya en écume au parfum d’hiver ; Chocolat glacé à l’or fin, fondant de mandarine à l’Impérial. Sin comentarios.

Restaurante L’Espadon

Es hora de poner los pies sobre la tierra y abandonar todos esos precios y platos exclusivos. Hablemos de la ensaladilla rusa presente en bares, tabernas, casas y en el tapeo nuestro de cada día. Hablemos pues de este humilde plato. ¿Humilde? Veamos. Esta ensalada tiene mucha historia a sus espaldas, la verdad. La receta fue creada en el restaurante de Moscú, el Hermitage, que fue fundado por uno de los chefs más conocidos de mitades del siglo XIX, quien supo darse cuenta de que en aquella ciudad hacía falta un restaurante de lujo: Lucien Olivier. Este chef de origen francés trabajaba para la alta sociedad de Moscú sin ningún tipo de competencia ya que, por aquel entonces, la capital de Rusia era San Petersburgo, y la bautizó como Ensalada Olivier.

Ensalada Olivier

En los primeros ensayos de esta receta Olivier la preparaba con una gran cantidad de ingredientes y con un aliño secreto, tan secreto que según dicen los testigos se encerraba solo en una habitación para prepararlo así que, cuando el chef murió en 1883, la receta se creyó perdida para siempre. Si así hubiese sucedido, aquí tendríamos que de decir colorín colorado este cuento se ha acabado pero no: un grupo de forofos de la ensaladilla, encabezados por el chef del restaurante Moscú, Ivan Mikhaylovitch Ivanov, que había aprendido cocina con Lucien Olivier y recordaba aproximadamente la receta, consiguieron reproducirla con éxito a principio de los años 30 del siglo XX por lo que, para ser justos, se debía reconocer a Mikhaylovitch como el verdadero creador de la ensalada Olivier; también es preciso decir que, si la ensalada original contenía muchísimos ingredientes, al final, según reconoce María Mestayer de Echagüe, también conocida como marquesa de Parabere, en su

libro “La cocina completa” publicado por Espasa Calpe en 1933, la ensalada rusa es “un conjunto de hortalizas, carne, ave y pescado, condimentados con salsa mahonesa, quedando facultado cada uno para cambiar, sustituir o suprimir tal o cual ingrediente con tal que resulte al final bien surtida” Bien; por el momento doy fin a la tarea. En próximos artículos seguiremos con el tema. REVISTA 52

UN BOTICARIO VIAJANDO CON FERNANDO DE ROJAS, por Ángel del Valle Nieto

Fernando de Rojas

Hoy visitamos y divisamos desde esta nuestra primera aparición en Alcazaba y aunque lo hagamos someramente, a la Puebla de Montalbán y a Talavera de la Reina. ¿Y por qué? Porque en la primera nació y en la segunda murió dejando mi incompetencia al margen la bellísima Salamanca, universitaria y universal, en la que escribió su inmortal Tragicomedia de Calixto y Melibea (“La Celestina”). Nació Fernando de Rojas en la Puebla de Montalbán. Era abogado y cursó sus estudios de Jurisprudencia en la Universidad de Salamanca. Se naturalizó en Talavera de la reina, en la que aparece como vecino en 1517, llegando a

ejercer el cargo de Alcalde Mayor. Y en ella murió.

Plaza Mayor de La Puebla de Montalbán

Fernando de Rojas nos llevará de la mano por la noble y antigua villa monumental de la Puebla de Montalbán, de antiquísimo origen, que fue propiedad, en su día, de los Caballeros templarios. Y nos mostrará, orgulloso, la irregular planta de su Plaza Mayor en la que destaca la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Paz, obra de transición del gótico al estilo renacentista y el palacio de los Duques de Osuna. Nos indicará la calle de los Baños (como luego hará en Talavera) para señalar a su boticario acompañante los aparejos para baño que su Celestina confeccionaba y que eran maravilla en palabras de Pármeno; de las yerbas y raíces que tenía en el techo

de su casa colgadas: manzanilla y romero, malvaviscos, culantrillo, coronillas, flor de saúco y de mostaza, espliego y laurel blanco, tostarosa y gramomilla, flor salvaje e higueruela, pico de oro y hoja tinta. Veremos, asimismo, la emblemática Torre de San Miguel. Y conventos, iglesias y ermitas que nos traen sus voces históricas ( de la irrenunciable Historia de España) como un testimonio imperecedero de nuestro pasado, pórtico de nuestro presente.

Rincón

de

La

Puebla

de

Montalbán

Antes de salir de La Puebla, Rojas nos insta a no abandonar las tierras de la villa sin antes acercarnos a la iglesia de Santa María de Melque, edificio visigótico de los siglos VIII y IX, convertido posteriormente en fortaleza, y el castillo, con un perímetro de setecientos metros en su recinto principal y dos grandiosas torres albarranas, semejantes a las que nos volverá a mostrar en Talavera. Y hacia ésta nos dirigimos, bordeando la margen derecha del Tajo. Nada más llegar, Fernando de Rojas nos lleva a la Plaza del Pan para enseñarnos, con una impaciencia casi infantil, pero plenamente justificada, el edificio en el que ejerció de Alcalde Mayor, hoy sede de la Delegación de la Junta de Comunidades. A su lado, el gótico siempre esbelto de Santa María la Mayor y, enfrente, formando un solo bloque arquitectónico con el Hospital de la Misericordia (hoy

Centro Cultural “Rafael Morales”), el actual Ayuntamiento del que salen Las Mondas a rendir tributo a la Virgen del Prado en su basílica en una de las fiestas más antiguas, si no la más, de cuantas tienen lugar en las tierras de España.

Talavera de la Reina, Toledo

Se entusiasma y emociona Fernando de Rojas al caminar por el casco antiguo en el que vivió y trabajó y ante nuestros ojos presenta los restos de tres recintos amurallados, el primero de los cuales tiene adosadas las torres albarranas que nos mostró en el castillo de la Puebla.

Nos lleva a detenernos, como parando para nosotros el tiempo ya parado para él, ante Santiago de los Caballeros, Conventos de San Agustín y San Jerónimo, iglesias de San Prudencio, San Francisco y el Salvador, que nos muestra su elegante ábside mudéjar del siglo XIII y nos acerca hasta el de Santiago, del siglo XIV. Baja hasta la Puerta de Zamora y toma la dirección de la Cañada de Alfares, de evocador nombre, pata alcanzar los Jardines de El Prado, antesala de ese otro jardín de piedad y devoción mariana que es la Basílica de Nuestra Señora del Prado, verdadero núcleo espiritual de Talavera y su comarca.

Jardines de Talavera

Pero se tiene que ir. No soporta ni entiende los desaforados carruajes que transitan por las calles, ni las prisas. Quiere hallar un convento en la Trinidad y no divisa más que un edificio tan alto que le recuerda a la Torre de Babel. Está aturdido; confuso y aturdido. Quisiera habernos llevado al barrio en el que situó la casa de Celestina y hablarnos, por nuestra profesión, de que tenía una cámara llena de alambiques, de redomillas, de barrilejos de barro, de vidrio, de arambre, se estaño, hechos de mil faziones, en la que hacía solimán, afeyte cocido, argentadas, bujelladas, aguas de rostro y hasta agua de mayo que la mandaron a confeccionar, tal era su pericia. Pero Fernando de Rojas está perdido; ya no conoce más de su Talavera y se queda descansando en la sacristía de ,para él, todavía Ermita, en la que tantas veces depositó, reverente y humilde, su bastón de Alcalde Mayor.

El

Puente

Romano

también

llamado Puente Viejo

El Tajo dibujó un meandro para abrazar indeleblemente a Toledo y construyó para Talavera una fértil terraza cuaternaria en la que asentarla. Y así lo hace esta ciudad que crece y crece como si fuera un aluvión más del río que la besa. Ese mismo río que impregna sus arcillas que luego, en sus hornos y en el corazón de sus alfareros, nacerán bajo las formas mágicas de la Cerámica de Talavera y que, terminando la visita, podemos contemplar en el inigualable Museo “Ruiz de Luna” y en ese mar de azulejos que muestra su estático y bellísimo oleaje en los muros de la Basílica. Nos

despedimos

de

Talavera,

que

nos

regala las mejores luces de su crepúsculo sobre el Tajo. No quisiéramos pecar de ilusos, pero sobre el puente de Santa Catalina, que todos llamamos “viejo” o “romano”, nos parece ver que se recorta la silueta de un hombre que eleva una especie de bastón consistorial en señal de saludo y que se apoya, cansado en una todavía terne puta vieja alcoholada… Revista 50

GUERRAS MARIANAS DE SEVILLA Y CARTAGENA DE INDIAS, por Ramiro Lagos “Todo el mundo en general, diga que soy concebida sin pecado original”

Rostro de la imagen de la Virgen de la Hiniesta -Sevilla

La Biblioteca Nacional de Madrid, al igual que el Archivo de Indias de Sevilla, son ricos abrevaderos, de la historia hispanoamericana para los investigadores. Basta poner la mano sobre un libro antiguo, para llevarse la sorpresa de un hallazgo valioso. Fue así como en una de mis visitas a la Biblioteca de Madrid, di con un investigador norteamericano que me proporcionó un documento histórico relacionado con las enconosas polémicas entre las comunidades religiosas defensoras las unas, impugnadoras las otras, del dogma de la Inmaculada

Concepción. Lo que más me sorprendió fue que esas agitadas polémicas marianas de la Europa del siglo XVII hubieran tenido también eco en el Nuevo Mundo y, concretamente, en Cartagena de Indias, Colombia. Sorpresa también fue el haber coincidido en Salamanca con el profesor Stanko Vranich, quien me proporcionó el referido documento descubierto por él en el que hace la introducción de La Carta de un Ciudadano de Sevilla sobre la guerra mariana. Cotejando todos esos documentos se observará cómo el fervor mariano de los dos mundos, el viejo y el nuevo, pasaban por alto la piedad para culminar en el bochorno. Con todo, el perfil de la Inmaculada se imponía sobre sus antagonistas para surgir triunfante sobre la peana multitudinaria de la fe popular. Como Marianófilo que soy, escolar de la

sapiencia escotista y de San Buenaventura, amigo también de la Summa Theológica y del Dogma, otrosí devoto de todas las patronas iberoamericanas del piel morena, vírgenes y mártires de la América Mestiza, debo invocar el nombre de ella, María, para que, invocándola, vengan de perlas las famosas coplas que Miguel Cid escribiera en el siglo XVII, histórica centuria de la guerra mariana que culminó con el resplandor ecuménico de su gracia sin mácula ninguna. Ese himno resuena hoy en el orbe con todos los acentos de su vieja castellanía: “Todo el mundo en general a vozes Reyna escojida diga, que soy concebida sin pecado original”. (2) Habiendo sido la Edad Media medularmente mariana, cuya trascendencia en la lírica data desde Berceo, primer poeta español conocido, confiriendo sentidas

resonancias a las cantigas de Alfonso el Sabio, huelga recordar que esa devoción mariana se hace tradición en España y se pone a prueba en el siglo XVII, en que se debate la definición del Dogma de la Inmaculada Concepción. Fueron los franciscanos, orden fundada por San Francisco en el siglo XIII, sus principales defensores, secundados por los jesuitas, aunque durante la “guerra” mariana de Sevilla, eran los hijos de Loyola los más fervorosos capitanes. Cabe recordar que por varios siglos, los dominicos, seguidores de la autoridad teológica de Santo Tomás, pusieron en tela de juicio la definición del dogma mariano, llegándose a impugnar públicamente en púlpitos y escritos la tesis escotista de los franciscanos. Hubo un dominico. Fray Juan de Torquemada, que pretendía presentar todo un volumen de razones contra la creencia popular ante el Concilio de Trento (3). No en vano se habla de creencia popular, porque, aparte de las tesis de alta teología en que se enfrentaban franciscanos y jesuitas

contra las brillantes aureolas intelectuales de los dominicos, fue, más que la razón de la sinrazón, fue, valga repetirlo, la multitudinaria explosión de fe popular con su intuición inflamada de amor mariano, la que definió el dogma de la Virgen sin mancha. Y Sevilla respondió por España entera al unánime querer popular de esa gran democracia del sentir fervoroso del pueblo creyente. Sevilla a la sazón era considerada dentro del imperio español como el centro más importante desde el punto de vista comercial. Ciudad próspera y bulliciosa, en cuyas fiestas profanas y religiosas de Ferias y Semana Santa, su júbilo y fervor tocan los linderos del .fanatismo. Fue allí en la Sevilla de 1615 donde se hicieron notorias y trascendentes las procesiones de desagravio y rogativas en que se exaltaba a la Inmaculada Concepción. Dos bandos surgieron y se enfrentaron corajuda-mente: el de los dominicos y el de los jesuitas con sus aliados los franciscanos. A los bandos de las comunidades religiosas, siguieron los

de la gente de Sevilla, aunque al parecer la mayoría estaba en favor del dogma. La reacción de unos y otros, a más de antagónica, era apasionada, traduciéndose a veces en choques violentos. Baste remitirnos a un relato sevillano del siglo XVII, descubierto por el profesor Vranich, para confirmar lo dicho: “Parece que de milagro ha comenzado a serenarse la “borrasca”, por no decir la guerrilla, en que han andado revueltos, saneándose los ojos desde el principio del mismo año, por una parte la porfía y tesón de los padres dominicos, y por otra la devoción fanática de toda esta ciudad de Sevilla y de su arzobispado sobre impugnar y defender la limpieza virginal de la Virgen”. A lo largo de la Carta de un Sevillano se relatan anécdotas reveladoras de los enconos de las comunidades sobre el tema debatido, relatándose episodios de violencias, frases apasionadas, actitudes inquisitoriales y hasta milagros probatorios de que hasta el cielo y los ángeles mantienen encendida con presuntos

milagros, la fe de los creyentes concepcionistas. Relátase, por ejemplo que. “yendo por junto a San Francisco cantando un niño las coplas sobre la creencia en la Inmaculada, un frayle lo abofeteó una mejilla y al poner el niño la otra mejilla, el niño desapareció y no se encontró jamás, creyéndose que era un ángel” (5). Hay otros episodios en que se atribuyen como castigos algunas desgracias o sucesos dentro del bando de los no creyentes, sobre lo cual comenta el sevillano en su carta: “La voz del pueblo lo dize, y yo lo creo que por que no serán estos castigos que hacze Dios” (p. 22). Más adelante se duele el sevillano de que tales enconos e insultos entre las comunidades religiosas no contribuían “mas que a escandalizar a todo el pueblo y a traer en el pecho un infierno portátil” (6). Lo que más hubo de escandalizar era la forma como se calificaba con los peores términos a los “taínos”, así llamados los padres jesuitas por defender con fervor, de brazo con los franciscanos, y con el

multitudinario respaldo popular, el dogma de la Inmaculada Concepción. La carta del sevillano termina con curioso relato según el cual hasta hubo cerca del Vaticano, bandoleros “marianos” que al producirse una emboscada frente a representantes de las comunidades contendientes, tomaron partido en favor de los franciscanos y jesuítas porque defendían el Dogma y trataron mal a quienes lo atacaban. Las palabras del capitán de ellos, sirvan de colofón para cerrar el capítulo sobre la guerra mariana del viejo mundo: “padres míos, a ellos que defiendan la Concepción de la Virgen y la honran no solamente no les queremos hacer mal sino que si quieren iremos a acompañarlos hasta salir de este bosque; y vean si han menester de alguna cosa. A estos trataremos de esta manera por-que son enemigos de la Virgen; y agradezcan que los dexamos con las vidas” (7).

San Pedro Claver, (1580-1654) Esclavo de esclavos. Jesuita que en Cartagena de Indias estuvo al lado de los pobres enseñándoles la Divinidad de la Virgen María.

Lo que ocurrió en Sevilla en el siglo XVII. acaeció simultáneamente en la ciudad de Cartagena de las Indias Occidentales, donde por coincidencia vivió Jacinto Cid, hijo del autor de las universalmente conocidas coplas marianas (8). Si bien es cierto que el documento está escrito en 1616, la carta relata hechos acaecidos con dos años de

anterioridad. Hay que destacar no sólo el hecho de la sincronía histórica sino la proyección en el Nuevo Mundo de las casticidades religiosas de los peninsulares: mezcla de fervor y pasión desenfrenados, en que el fanatismo y el dogmatismo pasan de lo polémico a la acción, para terminar a palos como en el rosario de la aurora. Tal el documento de Sevilla, tal el de Cartagena, ellos son testimonios de tales casticidades. En el de Cartagena, que es un simple relato epistolar escrito dentro de un castellano en evolución, no se ven los requiebros literarios propios del barroco, pero sí esa actitud de contrastes y violencias heredadas; y si la Santa Inquisición fue testigo severo de las guerras marianas de Sevilla, también en Cartagena sentó sus reales firmes y también allí se puso a los nichos sagrados de la cultura hispanoamericana uno de los primeros avisperos de fanatismo. La manera como se expresaban los sentimientos y dogmatismos, rubricados hasta con un milagro fatal, presuntivo de castigo

mariano, es lo que el documento nos ofrece como fondo histórico cultural, lo cual es a su vez eco concomitante de una tradición hispánica. La casticidad de la cultura criolla —término que se deriva de castas más que de casticismo— tuvo en Cartagena su foco irradiador y su cólera. No sólo en el lenguaje sino en costumbres, tradiciones y actitudes, la heróica ciudad legendaria alzó altas murallas para recoger dentro de su marco histórico sus orgullos ancestrales: religión, lengua, sentimientos, actitudes emocionales y dogmatismos. Aún queda como monumento histórico de ese dogmatismo la casa de la Inquisición. En el documento que transcribiremos a renglón seguido, lo que más resalta es el fervor religioso de los más frente a la actitud dogmática o autoritaria de los menos. Resáltese el prurito de imponer normas e ideas a la fuerza frente a las democráticas manifestaciones mayoritarias. Fue una excepción en esta

ocasión que el gobernante, abriendo un paréntesis a la tradicional teocracia, se pusiera de parte de las mayorías y se mantuvieran al pie del pueblo enfervorizado con la fe del carbonero. Véase, pues, el documento que hemos traído a colación, el cual transcribo con la grafía original para no restarle autenticidad histórica, pese a los giros y vocablos arcaicos propios del siglo XVII, lo cual no deja de ser dato lingüístico interesante para constatar en qué forma evolucionaba el castellano en Cartagena a ritmo paralelo con el que se hablaba en España en la misma época. El documento epistolar dirigido al rey Don Felipe III, reza así: “Señor: —En la armada y flota que salieron de este puerto en veynte y quatro de cullo di quen ta a vuestra majestad en su real consejo de lo que deuia darla y aora que se ofrece ocasión particular, me pareció que deuia hazer esto por decirlo ansí la

necisidad.

Romería de la Virgen del Carmen en Cartagena de Indias

—De dos años a esta parte se trata en esta ciudad con particular deoución la opinión pía de que nuestra Señora la Virgen María fue concebida sin mancha de pecado original que ayudan y predican clérigos, frayles agustinos, franciscos, de la compañía de Jesús y le merece la opinión contraria tienen los frayles dominicos que teniéndose por ofendidos han hecho demostraciones escandalosas de su sentimiento y ayudando en ellas el obispo don Fray Pedro de la Vega con tanto graso que pasando vna noche por su puerta vna prosesión de pueblo, frayles franciscos, augustinos y prebendados con

vna bandera pintada en ella la ymagen de la Concepción de nuestra Señora y el maestro Escoto cantando las coplas del pecado original el obispo salió a su balcón dando boces contra ellos y mandando a sus criados que le tirasen de pedradas contradiciendo y prohibiendo las dichas procesiones esso en el dentro de pocos días esta contradición por que a los diez y siete de junio se acostó con pequeño achaque y tomando vnas pildoras de regimento amaneció muerto sin confesión. Ahora los frayles dominicos bueluen a tratar de argumentos y sermones en fauor de su opinión. Y pasando vndía el pueblo frayles Fran-ciscos, Agustinos, Theatinos y algunos preuendados por la puerta de su conuento en procesión cantando con mucha cólera y guitaron las coplas a quien las lieuauan se las hizieron pedazos andando a los palos vnos con otros que causa muy gran escándalo con el gual en los sermones se muerden y desonrran tratando cada vino de su opinión de talmanera que se escandaliza el pueblo y en estas tierras nueuas donde

hay tantos yndios y negros gente recién venida a la fe se podrá hechar de ver el daño que causan semejantes cismas yo he procurado y procuro quanto puedo ynpedir que no prediquen a lo menos los frayle escandalosos y quando me tienen mas asegurado salen con su sema predicando por las calles y por todo esto me ha obligado a ordenar que acompañen las procesiones algunos soldados armaos y a dar cuenta dello a vuestra magestad por que se sirua mandar poner en ello remedio que conuenga y que en caso que vuestra magestad haga merced deste obispado a Frayle Dominico se le ordene lo que en este caso deua hazer por que temo que ayan de suceder algunos escándalos y casos, que como el remedio ha de prender de V. Mgd. y este algunas uezes no puede ser con tanta breuedad por la distancia podría causar daños irremediables. —Nuestro señor guarde la católica y real persona de Vuestra magestad En Cartagena de las Yndias 1616 — Humilde criado de vuestra magestad Don Diego de Acuna:

—Concuerda con la carta original de don de yo Pedro de Ledesma secretario del fley, nuestro señor y de su Consejo de las Yndias la hize sacar y certifico que va cierta y verdadera en Madrid primero de Junio de 1617 Pedro de Ledesma. —Certifico yo Domingo Ortiz secretario del Rey nuestro señor y de su consejo superior de Aragón a los que la presente uieren que Pedro de Ledesma de cuya mano va firmado este tratado es Secretario del Rey nuestro señor y de su Consejo de Yndias y que a todo lo que él firma se le da entera fee y crediro en juicio y fuera del en testimonio de lo qual doy la presente firmada de mi mano sellada con el sello secreto de su magestad que está en mi poder en Madrid a 9 de Junio 1617. Domingo Ortiz,

Locues Ligilli.”

Notas, fuentes. (1) Vranich, Stanko, Carta de un ciudadano de Sevilla — La guerra Mariana de Sevilla en el Siglo XVII. Separata ¿el Archivo Hispalense, 2a época, número 137-38. Sevilla: Imprenta Provincial, 1966. (2) Noticia histórica de la devosión y culto que la muy noble ciudad y la muy real ciudad de Sevilla ha profesado a la

Inmaculada Concepción de la Virgen María desde los tiempos de la antigüedad hasta la presente época (Sevilla, 1893). Cito del folleto original reproducido e insertado entre las páginas 256 y 257. (3) 0’Connor, Edward Denis, Vranich. The Dogma of the Inmaculate Conceptic History and Significance. University of Notre Dame. Indiana, 1958, pp. 230-231. Cita tomada de Vranich. (4) Vranich, p. 6. (5) Ibidem. p. 20. (6) Ibidem. p. 30. (7) Ibidem. p. 53. (8) Dato proporcionado por el Prof. Stanko Vranich del artículo Miguel Cid (1550-1615): su familia, testamento e inventario de bienes..Dicho profesor pertenece a la Universidad de Nueva York y es un investigador de proestigio en dicha institucion académica. revista-la alcazaba 49

POETAS SIN FRONTERAS DESDE DARÍO, LIBERTADOR LITERARIO. por Ramiro Lagos

Rubén Darío

“Poetas sin fronteras”, esta mi antología, editada por la editorial Verbum, de Madrid, reune a poetas hispánicos de Estados Unidos, Canadá y otros países. Su núcleo, con algunas excepciones, corresponde al desplazamiento político o lírico de las plumas errantes en busca de libres expresiones del arte poético.. La primera pluma errante por los países hispánicos fue Rubén Darío, quien, sentó reales en Madrid, para publicar en 1905 sus Cantos de Vida v Esperanza, libro que abre las rutas a una vigorosa poesía hispánica y novomundana bajo aleteantes cóndores andinos. Recuérdese que este “libertador literario“, como lo llamó Borges, desde

muy joven cruzó las fronteras de su país, Nicaragua, para desplazarse a Chile, donde escribió Azul, y luego vivió transitoriamente en Buenos Aires, en París, en Madrid y en la gran metrópoli norteamericana, Nueva York. Fue un poeta itinerante, cuya tendencia novomundana lo lleva desde el Momtombo de su Nicaragua nativa, a las pampas argentinas, trascendiendo las fronteras con su “canto errante”, siempre “sonriente y meditabundo” por su mundo hispánico y el de su ecumenia lírica. Con Rubén Darío se hace necesario destacar también la gigante voz de José Martí, quien fue, al igual que el gran poeta José María Heredia, uno de los primeros poetas sin fronteras, que vivió en Nueva York, como exilado de su tierra nativa, según se testimonia en Flores del Destierro. Su voz rotunda, integradora de las inquietudes de su bolivariana América sin fronteras, resonó y sigue resonando con ese cantar de solidaridad social extendida a los desplazados o marginados del tercer mundo harapiento.

“Con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar” Partiendo del Modernismo como homenaje a un siglo de oro de la poesía latinoamericana con Cantos de Vida v Esperanza, la apertura estética e ideológica con que se desfronteriza el amplio mapa de nuestros espacios líricos, vuelve a integrar a los poetas sin fronteras dentro de la poesía en movimiento que desde la época modernista se universalizo y no tuvo más fronteras que la música, la pintura, la mitología, la escultura del parnasianismo, la filosofía lírica y los cuatro puntos cardinales de miras ideológicas y poéticas: Norte y Sur, Oriente y Occidente. A través de ellos, las líneas divisorias son las cósmicas irradiadas en las siete gamas de nuestro arco iris simbólico, que nos lleva a ver una poesía del color que más le plazca al ojo estético. lnclúyase el blanco color al que hay que ponerle mucha tinta para que

se relieve el talento de la pluma creacionista. Inclúyase el negro, para ver que hay estrellas del mismo color en la poesía “guilleniana“. Bajo el comimico arco iris , el nuevo mundo no pasa desapercibido a través de esas siete perspectivas con que Germán Arciniegas caracterizó el Continente de siete Colores, donde las fronteras, por idealismo de los poetas, tienden a democratizarse. Los diferentes colores, contribuyen, de todas maneras, a difundir todos los matices de nuestra idiosincracia y de nuestras formas de expresión, entre otras, la cósmica, la étnica, la histórica, la ideológica pluralista y la sociológica discriminada. El ideal sería recoger todas estas formas de expresión en la poesía de los nuevos amautas con temas que redescubran el ritmo humano de los yaravíes y las fuentes del primigenio mester de rebeldía. Tendencia novomundana de la cual fue consciente Rubén Darío cuando desde Azul le cantó a Caupulicán, como símbolo del pueblo aborigen. Y como

si reflexionara que la muchedumbre la representan los pueblos de origen indígena, quiso solidarizarse con su pueblo-masa, cuando dijo:: “Yo no soy un poeta de las muchedumbres. Pero se que tengo que llegar a ellas” Con esta frase comienza a eliminarse dentro del Modernismo la frontera que hay entre la azul poesía y el pueblo masivo de Indoamérica. Lo cierto es que Rubén Darío al final de su vida y pasando por tercera vez por Nueva York, escribe su poema “La gran cosmópolis” para abanderar una poesía de tendencia social al lado del pueblo de todas las razas con énfasis en los negros y judíos, dando una visión, como poeta sin fronteras, de la petrópoli neoryorquina así: “Casas de cincuenta pesos. servidumbre de color, millones de circuncisos,

máquinas, diarios, avisos !dolor, dolor, dolor!: Seguramente algunos de los poetas sin fronteras, caractirizados por su absoluta sensibilidad social, comulguen con Darío que dice: “he querido hundirme en el alma de los demás” y comulguen también con la poesía humanizante de César Vallejo, voz del cholo y de la Indoamérica tatuada. Como poetas sin fronteras nos preocupa desde el exilio espiritual, esa Indoamérica, convulsa por la violencia económica, social y política. Y desde la América rubia escuchamos su enorme vocerío protestatario. Integración de voces dispersas de la poesía emigrada, unida a otros cerebros fugados hacia el logro de metas superativas bajo el estandarte de la gran democracia, forman parte de la Antología sin fronteras, dentro de la cual se incluyen también algunos poetas escapados de los feudos líricos o de los círculos elitistas que los descriminan. Más que

antología es un manifiesto de voces internacionales cuya trascendencia procede del hecho de que casi todos los poetas sin fronteras son didácticos de literatura . Lo que quiere decir que su cátedra de poesía conlleva de por si un compromiso con la dialéctica de la crítica o de la autocrítica ampliamente expuesta o debatida en la academia universitaria o en el simposio. La amplitud de su apertura literaria a la luz de la crítica analítica o de la apoyatura erudita, lejos está de ese academicismo oficial y oficioso y de ese lirismo evasivo de quienes aún siguen creyendo que la poesía es un privilegio de sus feudos o de sus codificaciones literarias ,y no de la gran audiencia como la del Canto General. Contra los “falsos brujos” de la poesía se pronuncia Pablo Neruda tildándolos de “vendedores de hacinados ditritus” “cadáveres de la moda”, Y los interroga: “Qué hicisteis ante el reinado de la angustia frente a este oscuro ser humano?” Con Pablo Neruda, César Vallejo y Nicolás Guillén

se rompieron los muros fronterizos entre poesía y pueblo y ya con Ernesto Cardenal se movilizó en Nicaragua una vanguardia democratizadora de la poesía, antagónica a los dictámenes de la élite.

Pablo Neruda

Rotos ciertos cánones impositivos, la poesía de apertura o la que deliberadamente alterna con otras formas de expresión, bien sea empleando el lenguaje coloquial o la forma métrica,

busca encontrar en el alma de la palabra su poder de transformación lírica, o su intimismo épico. La palabra como surtidor semántico, como signo de polivalentes significantes, como depositaria de connotaciones explícitas o implícitas o como foco de sugerentes metáforas, se abre paso a través de la realidad sensible sobre las fronteras de sus limitaciones de toda índole, y es la gran sensibilidad del poeta la que sale triunfante dentro de la trascendencia del lenguaje, sea este rítmico o coloquial. Pero lo que más interesa a los poetas sin frontera es su amplitud espacial, su entorno humano, salvada su intimidad y también su libertad artística asociada a la expresión libre de su idearium. La poesía de los poetas aperturistas, comprende la gran metáfora del viento convertida en libertad sin límites y los tropos de las montañas convertidas en estribaciones épicas. Comprende el lenguaje de las águilas y de los cóndores y también el de las palomas mensajeras.

Comprende la diafanidad de las fontanas con sus rítmicas corrientes interioristas y también el vehemente lenguaje de las cascadas con su entorno de cristal de roca. Clásicos o barrocos nuestros ríos no dan a la mar sino que se convierten en ciénagas o en lagos serenos o agrestes donde se reflejan las barbas de nuestros abuelos milenarios que conquistaron la tierra con poesía, desposeyéndola de sus alambradas. Allí los espejos mágicos cantan sus himnos, sus endechas, sus juglarías, sus cantos generales y sus cantes jondos con el advenimiento de los duendes. Los poetas sin fronteras somos los heraldos de la nueva era, que cíclicamente giramos con el Modernismo de ayer y con el Modernismo de hoy dentro del cual los paradigmas gigantes del mundo hispánico se convierten en vanguardia de nuevos movimientos con Rubén Darío a la cabeza. El premio Cervantes, José Hierro reconoció en l988 en la Universidad Complutense (y allí lo

escuchamos) que la vigencia de Rubén Darío como espejo paradigmático, es indiscutible. El revolucionario estético de Azul, que crea en el cuento “El Rey Burgués”, al idealista poeta que aparece en su historia, se lee todavía con curiosidad, con la sospecha de que Darío se encarna en ese poeta palaciego, que está obligado para subsistir tocándole la caja de música al babilónico rey, sin dejar de ser en el fondo un héroe que anuncia una revolución. Modernismo y modernidad, son términos que marchan juntos en nuestros espacios literarios hasta que se demuestre que la “Marcha Triunfal” con sus cóndores, unidos a los quijotes o caballeros de la hispanidad, dejen de marchar. El caso es que la presencia de Rubén Darío subsiste aun hoy, presidiendo en espiritu los cantos generales de la nueva [poesía antologada . Por cierto, que una de las más recientes antologías peninsulares se inicia con el nombre y la poesía de Darío, y en dicha antología se renuevan

las corrientes y se integran las voces de las nuevas generaciones. Y los poetas sin fronteras también se integran bajo el signo lírico de la hispanidad, abriendo alternativas, para aquellos que se sientan atraídos, ora por la desnudez, el intimismo, la transparencia, ora por aquellos poetas, que solidarios con la trascendencia social, quieran sustituir el cisne clásico por el cisne de fieltro, y así darse un paseo literario con el “Walking around” nerudiando hasta llegar a los oscuros túneles existenciales de la poesía tremendista.

José María Heredia

Neruda amplía el campo de la poesía frente a Juán Ramón, quien sin negar la

influencia modernsita de su Platero y yo. termina limitándola dentro de la frontera de la poesía pura, y sin embargo, estos poetas cumbres ,de polo a polo acrisolan la poesía de tal manera que de los dos filones se produce una rica integración laureada. Con el Diario de un poeta recién casado, Juan Ramón entra y sale de Nueva York como un poeta sin fronteras. En sus textos neoyorkinos de “América del Este”, se incluye el poema “Rubén Darío”, lo cual demuestra en el año de 1916 que entre los dos poetas, el hispanoamericano y el español, nunca hubo barreras líricas, pese a sus diferencias de estilo, sino todo lo contrario. Y ha de recordarse que fue a Juán Ramón Jimenez a quien Darío le dedicó el poema “Los cisnes”, donde se cuestiona después de apostrofar a Mr. President: “¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés? Siempre el poeta estuvo en guardia frente al águila del Norte, pero tendiéndole la mano cuando Norteamérica cambió su lenguaje político y comprendió el lenguaje claro del cóndor. Rubén Darío

reconoce en “El canto errante”, que “el mejor elogio hecho a la Poesía y a los poetas ha sido expresado en lengua “anglosajona”, por un hombre insospechable de extraordinaria complacencia con las nueve musas. ¿Un yanqui? Irónicamente se trataba de Teodoro Roosevelt, a quien había fustigado en su bizarra oda. Hay que reconocer la mano franca y de estímulo que Norteamérica dio a intelectuales y poetas del exilio español, otorgando simbólicos lauros a quienes bien se los merecieron. Darío mismo, que fue homenajeado por los intelectuales y poetas neoyorquinos, había dicho en la epoca del “big stick”:: ”Las más ilustres escopetas dejan en paz a los poetas”. Hoy ya no son las escopetas a que alude Darío sino la gran democracia de la inteligencia abierta a la luz de la libre expresión, de la cual se han beneficiado en Estados Unidos y en Canadá, las nuevas generaciones de exilados cubanos, chilenos, argentinos y

de otras naciones : los poetas fronteras del mundo hispánico.

sin

No cabe duda que el acercamiento de los poetas hispánicos a la democracia norteamericana ha sido trascendental, desde Darío hasta Ernesto Cardenal, el .democratizador de la poesía en el país del mismo Ruben. Walt Whitman se ha convertido en el poeta de las dos Américas y Neruda recoge su legado para socializar la poesía en Canto General. Ya Rubén Darío, compartiendo el imperio de la poesía con el gran poeta norteamericano, había dicho: “Si hay poesía en nuestra América, ella está en las cosas viejas de Palenke y Utatlán, en el indio legendario, y en el inca sensual y fino, y en el gran Moctezuma de la silla de oro. Lo demás es tuyo, demócrata Walt Whitman. ¿Y qué es lo demás? Los espacios de la libertad, la democracia pluralista de la poesía en sus múltiples expresiones, ideas y formas. La poesía del nuevo futurismo espacial. La de los poetas sin fronteras.

La poesía, que es una creación cósmica natural, tras de la cual nos deslumbra la imagen del supremo artífice iluminador, ha tenido sus re-creadores desde los lejanos “ismos” renacentistas hasta el movimiento aún vigente del Modernismo abierto y hermanado con nuestra vanguardia autóctona de la juglaría social. Y su hubo un pequeño dios huidobriano, no fue para crear nada nuevo bajo el sol de la poesía, sino el absurdo o la pretendida superlógica del creacionismo confundido con las brumas soñolientas del surrealismo sonámbulo o con la eclosión divagante del ultraísmo hispánico. El creacionismo, con todo, fue una vanguardia que supo teorizar para seguir inquietándonos hoy sobre el tema de la orginalidad confrontada, frente a los espejos modélicos: José Martí, Rubén Darío, Leopoldo Lugones, Juán Ramón, Gabriela Mistral, César Vallejo, Pablo Neruda, Nicolás Guillén, García Lorca, Rafael Alberti, Octavio Paz, Nicanor Parra, Ernesto Cardenal y otros epígonos de la poesía satelizada de nuestro mundo

hispánico.

walt_Whitman

La amplitud en que la poesía es fulgor del pensamiento, de los ritmos del corazón y de la palabra lampo, ha superado las poéticas y sus espacios ilímites. Diríase que todo es poesía mientras el espectáculo del cosmos con sus íncolas nos deslumbre, o nos motive anímica o irradiativamente. Mientras la palabra aletee con su alma, se manifieste con su demiuro, se exprese con su lengua clara o babélica y recoja los ecos del lenguaje cósmico. Mientras los duendes lorquianos o los ángeles de Alberti deambulen en la imaginación de sus

creadores, a estas alturas de su amplitud conceptual, la poesía ha recuperado sus espacios. Así lo han entendido los poetas sin fronteras en sus encuentros internacionales de Washington, Nueva York y Toronto. En la Universidad Appalachian un grupo de poetas sin fronteras debatió en un coloquio lo que cada uno entendía por poesía y huyendo del dogmatismo y girando en torno al relativismo del concepto, se pluralizó éste de tal forma y se poetizó de tal manera a través del simbolimso, de la metáfora, la imaginación, el misterio, la sugerencia y la magia, que cada quien tuvo razón en concluir que la razón no puede definir el concepto único y concreto de lo que es la poesía. Entre otras cosas, porque las nuevas mujeres poetas de hoy dirían “La poesía somos nosotras”. Y quienes piensen que la anti-poesía es un invento de Nicanor Parra con el fin de controlar sus propios espacios, están equivocados, porque en principio fue una reacción contra los que creían que la poesía de los latifundios

líricos estaba limitada a sus alambradas. No, lo que han hecho Vallejo, Neruda, Parra, Cardenal y otros poetas incluyendo a Violeta Parra es ampliar los espacios poéticos, ampliar su audiencia sin rechazar el intimismo o la meditación juanramoniana para buscar el Dios deseado y deseante en el reino de la poesía. Se concluye que los poetas sin fronteras le dan la vuelta al mundo de la poesía, la de ayer, la de hoy, la de la nueva era. Y dentro de ese cílclico movimiento vuelven a aparecer los paradigmas dándose la mano con las nuevas voces. Y si a veces se regresa al Siglo de Oro español, a un Garcilaso, a un Lope, a Herrera, a un Góngora y a un Quevedo es para espigar eclécticamente de su rico legado e incorporarlo al siglo de oro de la poesía hispanoamericana sin que el soneto garcilacista ni el alejandrino rubeniano, queden arrinconados por los llamados “poetas de la modernidad” o por la novedad de la poesía coloquial, ni menos por la expresión juglaresca y popular del

nuevo mester. Y si “un soneto nos manda hacer Violante”, también el último poeta español laureado con el Premio Cervantes, Pepe Hierro desde sus Cuadernos de Nueva York nos puso a recitar su soneto “A la Nada” en los albores de siglo XXI..Y ya en el viraje cíclico hacia la poesía popular, que arranca de la Edad Media, vemos a todo un Borges ultraísta entretenido con sus milongas y a un Lorca recorriendo el mundo hispánico con sus romances de tradición popular en tema y en asonancias. Con la presencia de los poetas exilados españoles en las academias universitarias norteamearicanas se establecieron ciertas fronteras entre lo que los especialistas llaman “literatura peninsular” y literatura latinoamericana, entre los muros de la Edad Media y los de la literatura colonial. Y ante tales distingos, los poetas sin frontera reaccionan, inclinándose a una la visión totalizadora y visionaria de las letras hispánicas, en que la poesía se ha impuesto, como rol integrarse y expansionarse, sin barreras

colonizadoras. A estas alturas ya ha habido un intercambio de líricas carabelas de conquista y reconquista. Ha habido después del quinto centenario de nuestro re-descubrimiento un encuentro empenachado de ondas que se cruzan en ultramar sobre el inmenso océano de la poesía hispánica.Con todo, no hay que pasar por alto la solidaridad de los poetas de Latinoamérica para con España, ni la de los poetas españoles con el nuevo mundo latino. Ya vemos, en los años más recientes a un Félix

Cesar Vallejo

Grandes, recogiendo el Premio Casa de las Américas, mientras se pone a marchar en

sus libros tras las huellas de Vallejo y Neruda. Es que la alianza hispánica es integradora de todas las voces de aquí y de acullá en una voz rotunda: la hispanidad. Y por que no la indoahispanoamericanidad? Eso se entiende porque la sangre que corrió por las venas de Neruda y de Vallejo cuando le cantaron a España era la de nuestros ancestros mestizos. Y es así cómo Vallejo pasa por España, y solidario con su pueblo en lucha, titula su libro: España, aparta de mi este cáliz. Neruda expresa el mismo sentimiento de profundo amor y solidaridad al pueblo español con su obra poética: España en el corazón Y así la hispanidad lírica se integra, se une hasta la médula, se amplía y se hace bandera como manifiesto de los poetas sin fronteras, haciéndose eco un siglo después de “La canción del optimista” cuyo mensaje no cierra esta apertura, se vuelve a abrir en el espacio desfronterizado de Cantos de Vida y Esperanza:

“Inclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda, espíritus fraternales, luminosas almas, ¡salve! porque llega el momento en que habrán de cantar nuevos himnos”

REVISTA LA ALCAZABA 48

EL LHARDY DE AQUELLOS DÍAS, por Almudena Mestre

Entre las tazas humeantes de aquel consomé delicioso y exquisito de Lhardy, después de cocerse a borbotones

las suculentas verduras y los trozos frescos de pollo durante horas, las conversaciones suaves en un principio entre aquellos finos tertulianos, pasaron a animarse y a recordar los “viejos tiempos” en que Pérez Galdós paseaba por aquellos lugares tan famosos y participaba activamente en los encuentros literarios y filosóficos del momento.

Entrada al restaurante

—¡No tengo la menor intención de tomar más consomé aunque he de reconocer que es delicioso! —dijo sumamente serio Luis a su fiel amigo de la infancia con el que, los domingos solía tomar el aperitivo.por distintos lugares típicos de la gran

capital.. —¡Éste si que es muy buen consomé, típicamente castizo y elaborado con los mejores productos! —dijo Manuel, admirado totalmente por el sabor tan aromático, delicioso y suculento al tiempo que miraba el servicio tan bien vestido y exquisito en el trato con la clientela que frecuentaba aquel día festivo. —¿Te das cuenta, Luis qué valor tendrá este espejo tan enorme y grandioso? —preguntó fascinado y entusiasmado por aquel descomunal trozo de cristal que abarcaba medio mostrador en el que a los clientes les da la impresión que les miran fijamente hasta, las botellas y los licores.

El Caldito del Lhardy

Uno de los camareros perfectamente pulcros y bien avenidos con ese uniforme blanco de antaño nos relató que desde su fundación en 1839 en una casona típica del mundo de Pérez Galdós, en el número 8 de la calle Carrera de San Jerónimo siempre ha existido ese espejo, tan señorial y atrevido en el que los contertulios se peinaban con ademanes elegantes y mantenían vivas sus tertulias para pasar después, a alguno de los seis salones perfectamente decorados a discutir y conspirar los distintos temas filosóficos, políticos y literarios de la época.

— Cuenta la leyenda y, posiblemente fuera verdad – dijo nuestro cómplice y didacta del lugar al tiempo que servía unas cervezas a los clientes – que, Azorín admiraba este lugar. Para él no se podía imaginar uno Madrid en su tiempo sin “Lhardy”. Explicaba a su público la grandiosidad del espejo, con esa talla dorada, al fondo de la tienda; expresaba una gran belleza la consola con su tablero de mármol blanco. Azorín – dicen – era un gran admirador del lujo desmedido en muchas ocasiones de este local en los que han pasado personajes muy famosos y emblemáticos del mundo de la literatura, artistas o filósofos.

Uno de los salones

Según dicen y cuentan el Salón Japonés era el escenario perfecto de las conspiraciones políticas y el que guarda más secretos de la historia de España; llegó a ser el rincón preferido del general Primo de Rivera en el que se celebraban consejos de ministros y reuniones o tertulias más bien dedicadas a diferentes personalidades de la dictadura al igual que, fue el lugar idóneo donde se decidió el nombramiento de Alcalá Zamora como presidente de la República. — Cuente, cuente… es realmente interesante la historia de este lugar tan famoso en los Madriles. Es posible que si sigue hablándonos y explicándonos los hechos tal y como sucedieron, esos fantásticos recuerdos históricos que usted sabe muy bien y rememora cada vez que habla con los clientes, mi amigo y yo nos quedemos a comer hoy aquí. Dicen que el cocido madrileño es el plato típico de ese exquisito restaurante. —

Por supuesto, señor. Es uno de

los platos deliciosos y exquisitos del local. Si quieren y al final, se deciden pueden pasar al Salón Isabelino, al Salón Blanco o al Salón Japonés. En cualquiera de ellos, si es de menester señor, se lo serviremos a los señores con mucho gusto. Realmente estos salones conservan el papel pintado de la época, las chimeneas y de más, citados en todas o la gran mayoría de las obras de Pérez Galdós, en las de Azorín y en las de Gómez de la Serna.

El cocido del Lhardy

— ¡Qué bien se conoce la conoce la historia y el mundo literario de las épocas de poderío y florecimiento de Lhardy!. Cualquiera diría, que usted, además de camarero es historiador. ¡Qué

bárbaro¡ — Señor, aquí nos instruyen al llegar. No sólo es servir y cocinar los platos que agraden a los paladares más exquisitos de la gente que habitualmente viene aquí sino además nos enseñan las costumbres, las normas y la historia desde los tiempos de su fundación, es decir, desde 1839 como les he dicho a los señores antes, hasta los tiempos que corren ahora. — Bien, yo invito – dijo Luis a su amigo de la infancia – ¡Entremos ya! – después de tomarse unos vermúts y unos aperitivos variados en la barra donde siempre charlaban.

Pero, esta vez, fue ágil y veloz, rápidamente se decidieron a comer y siguieron a su fiel servidor. Dejaron atrás la barra, el mostrador y aquel bello y señorial espejo en el que, como decía Azorín “ nos esfumamos en la eternidad, entramos y salimos del más allá” y pasaron por unos pasillos para adentrarse en el Salón Japonés, de sueño colonial y fantasía oriental. Pidieron el plato “estrella”, el auténtico cocido madrileño Lhardy y un Rioja Lhardy. Les trajeron como aperitivo, unas croquetas

deliciosas, de las cuales era un entuasiasta completo el rey Alfonso XIII y como cuenta la leyenda se escapaba siempre que podía para hacer una visita y “pegarse” un gran banquete. Él siempre curioseaba y preguntaba a sus consejeros por lo que se hablaba en Lhardy a todas horas, lo que se cocía en sus salones, en ese ambiente cortesano y señorial de cual Madrid podía alardear. Los camareros sorprendieron con prontitud y rapidez a Luis y a Manuel, mostrándoles una gran sopera con la sopa de fideos recién hecha y en la mesa adyacente dos fuentes de plata preciosamente repletas de garbanzos que se deshacían en el paladar, gallina, tocino, morcilla, zanahoria, patata, chorizo, morcillo, punta de jamón, repollo, nabo…En fin un verdadero plato castizo madrileño en toda “regla”, uno de los platos más típicos, populares y conocidos que cualquier viajero español quiere probar. El cocido – dicen – “tiene personalidad propia” y obviamente no sólo

depende de los ingredientes sino que depende fundamentalmente de la voluntad y de la maña del cocinero. Admirados ante el delicioso olor y el exquisito sabor de la sopa recién hecha y en “su punto” a nuestros protagonistas un señor elegante y fino de la mesa más cercana a ellos les contó mientras comían que, ya en su tiempo, Alejandro Dumas y Julio Camba denostaban los garbanzos del cocido, es decir, “los gabrieles”, sin los cuales no existe tal plato, realmente son “la razón, la esencia y el cuerpo de él”.

Sin poder acabar obviamente esos manjares tan exquisitos y después de quedar saciados por completo, les trajeron un souflé sorpresa tan delicioso y agradable a los paladares y a los sentidos que, únicamente con eso no hizo falta ni café ni copa ni licor alguno. Como no, la magia y el embrujo de los diferentes salones por los que pasaron y en el que comieron, el japonés, fue instaurándose entre los dos comensales que sin quererlo y poco a poco fueron en busca del pasado y de sus hazañas en ellos. Vieron las fotos de diversos políticos, filosófos y pensadores del siglo pasado. En una vitrina y con marco de plata presidía un acto la reina Doña Sofía y al lado una carta del Rey D. Juan Carlos aceptando la

invitación de los dueños para visitar el local y disfrutar de buenos momentos en este señorial restaurante y café de tertulias.

revista la alcazaba 48