"Un Matematico Escribe Una Novela"

"Un Matematico Escribe Una Novela" (*) Reunión Lacanoamericana De Psicoanálisis, Florianópolis, 2005. José Zuberman Queriendo curiosear por qué los ...
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"Un Matematico Escribe Una Novela" (*) Reunión Lacanoamericana De Psicoanálisis, Florianópolis, 2005.

José Zuberman

Queriendo curiosear por qué los matemáticos se dedican siempre como segunda actividad al teatro, la música, la pintura o la literatura, me encuentro con la hermosa novela de Guillermo Martínez, matemático que trabaja en la Ciudad Universitaria de Buenos Aires, titulada: “Crímenes imperceptibles”, traducida ya a varios idiomas. Se las relato. Un joven graduado como Matemático en Buenos Aires llega a Oxford con una beca. Su directora de tesis le consigue como alojamiento un departamento independiente en el predio de la viuda inválida de un antiguo profesor suyo, que vive con su nieta, música. En el lugar tranquilo, donde no se cierran puertas con llave, aparece asesinada esta viuda, amable con todos y cruel con su abnegada nieta. El becario argentino se entera de la novedad porque golpea a su puerta un celebérrimo matemático y lógico ya retirado del circuito de los Congresos, quien dice que se hace presente porque había recibido un mensaje que decía: “el primero de la serie, el domicilio de la viuda, un horario 3pm y un círculo perfecto en negro”. El laureado lógico le cuenta luego al inspector de policía que tiró el mensaje recibido en su casillero porque recibe muchas cartas de esta índole desde que publicó un libro sobre “Series lógicas” y “tuve la mala idea de incluir un capitulo sobre crímenes en serie”. Este célebre lógico había sido discípulo directo del fallecido profesor y amigo del hijo y su esposa, quienes mueren en un accidente, razón por la cual sólo vivían allí la abuela que luchaba contra el cáncer y la nieta. La prensa del lugar y la policía se hacen eco del crimen extraño en Oxford y empiezan a armar teorías sobre el mensaje. El célebre lógico dictamina que para poder leer el mensaje hay que esperar un término más. m corazón 8* son tres términos heterogéneos imposibles de ser leídos sin un cuarto. No quedaba otra que esperar. No había rastros que orientaran mejor la pesquisa ni manera de culpar a la nieta o algún allegado. Queriendo sustraerse de la tremenda situación que lo envuelve resuelve, el argentino, ir a jugar al tenis. Ante la ausencia de la otra pareja de dobles queda a solas jugando con una hermosa inglesa a quien seduce y con quien termina en su casa pasando la noche e iniciando una historia amorosa.

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Tras esa noche vuelve a encontrarse con el gran lógico inglés para intentar elaborar el crimen, y aquél afirma interesado en la verdad del hecho, entre otras cosas: “hay una diferencia entre la verdad y la parte de la verdad que puede demostrarse: ése es en realidad un corolario de Tarski sobre el teorema de Gödel”; “Demasiadas veces las evidencias que se encuentran no alcanzan para probar la culpabilidad de uno ni la inocencia de otro; en el fondo es lo que mostró Gödel en 1930 con su teorema de la incompletitud”; “Es la extensión más o menos obvia del teorema de incompletitud de Gödel: cualquier sistema filosófico que parte de los primeros principios tendrá un alcance necesariamente limitado”. Cita en su charla a Marx “La humanidad no se plantea históricamente sino aquellas preguntas que puede resolver”, a Kant sobre lo refutable y lo demostrable y dice que el principio de la navaja de Ockham (“en tanto no surjan evidencias físicas en contrario prefiero siempre las hipótesis simples a las más complicadas”) induce a error, ya que la realidad es siempre más complicada que las teorías que la explican. A los pocos días, cuando nuestro becario llega al Instituto de Matemática de Oxford, vé en la puerta giratoria pegado sobre el vidrio, un papel que dice: un pez vertical entre dos paréntesis en tinta negra y con letras recortadas de diarios “El segundo de la serie (pez vertical)* Radcliffe Hospital 2:15pm”. Resulta que la enfermera del Hospital era la bella inglesa tenista y amante de nuestro becario, donde el célebre lógico visita regularmente a un colega moribundo, por cuya muerte temieron; pero no fue él sino su vecino de cama, en quien sólo descubren un pinchazo de aguja en un brazo y ninguna sustancia inyectada. Sólo conjeturan que el piso del Hospital es llamado “la pecera” por el aislamiento que requieren esos pacientes terminales. Dos viejos cancerosos, sin expectativas de mucha vida, inducen al inspector a pedir un peritaje psiquiátrico. La psiquiatra alude al “Síndrome de Ambere” o de “la oportunidad perdida” que menta lo sucedido al escritor y describe que el criminal en serie debía ser un joven de clase media baja, a quien no le reconocen su genialidad injustamente en un examen o concurso, y se aferra entonces a desafiar vengativamente a los sabios matemáticos a descifrar el sentido de esta serie. En un nuevo encuentro con el afamado lógico vuelven sobre las claves del crimen, y éste insiste sobre la primer muerte: “En el primer crimen está la matriz, este círculo es el cero, símbolo de máxima indeterminación, pero que a la vez lo determina todo”. Siguen estudiando las series lógicas para prevenir el crimen que se viene. De allí van a presenciar el último concierto en Oxford de la nieta de la viuda asesinada, quien en breve se casaba. Disfrutan el concierto en un bellísimo lugar, particularmente de una pieza en que las luces acompañan al solista. El haz de luz vuelve a enfocar al anciano percusionista esperando el repique del clímax de su triángulo, y allí ven que el viejo esforzándose por boquear en el vacío suelta su - Página 2 de 5 Copyright 2011 - EFBA - Todos los derechos reservados

triángulo, extiende sus brazos como implorando ayuda al director, se lleva las manos al cuello como si se defendiese de manos estranguladoras y cae cianótico. Comienzan los gritos desesperados de sus colegas de la orquesta pidiendo médico, del público por estar horrorizado, y los mismos policías e investigadores nuevamente sobre el escenario. En una butaca hallan dos mensajes con letras de los programas: “El tercero de la serie” y “triángulo”. El percusionista muere. ¿Cuál sería ahora el cuarto? El lógico le dice al joven becario: Los matemáticos somos, como dijo un poeta de su país, los arduos alumnos de Pitágoras”, frase que dispara al argentino a buscar “La hermandad de los Pitagóricos” en la Biblioteca del Instituto. Allí lee: “La representación de los números en la doctrina pitagórica como principios arquetípicos de las potencias divinas. El círculo era el Uno, la unidad en su perfección, la mónada, el principio de todo, encerrado y completo en su propia línea. El Dos era el símbolo de la multiplicidad, de todas las oposiciones y dualidades, de los engendramientos. Se formaba con la intersección de dos círculos y la figura oval, como una almendra, encerrada en el centro, era llamada Vesica Piscis, la vejiga del pez. El Tres, la tríada, era la unión entre dos extremos, la posibilidad de dar orden y armonía a las diferencias. Era el espíritu que abraza lo mortal con lo inmortal en un todo. Pero también, el Uno era el punto, el Dos era la recta que unía dos puntos, el Tres era el triángulo y era al mismo tiempo el plano. Uno, dos, tres, aquello era todo, la serie no era más que la sucesión de los números naturales. Di vuelta la página para estudiar el símbolo que representaba al número Cuatro. Era el Tetraktys, la pirámide de diez puntos que había visto en la tapa, el emblema y la figura sagrada de la secta. Los diez puntos eran la suma de uno, más dos, más tres, más cuatro. Representaban a la materia y a los cuatro elementos. Los pitagóricos creían que toda la matemática estaba cifrada en aquel símbolo, que era a la vez el espacio tridimensional y la música de las esferas celestes, que llevaba en germen los números combinatorios del azar y los números de la multiplicación de la vida que redescubría siglos más tarde Fibonacci.”. Recorren también el teorema guardado de Fermat y la conclusión de Wittgainstein y Frankie: los términos conocidos de una serie podrían ser siempre insuficientes. Esto no lo anima. Abrumado por estos hechos, decide no asistir a una importante Conferencia en Cambridge y pasar el día viviendo el amor con la enfermera que conoció en el tenis. Se entera por ella de la historia de un viejo que lucha por conseguir un pulmón para transplantar y salvar a su hijo, a quien no le renovaron la licencia que le permitía cuidar a su pequeño. Cuando encienden la TV se anotician que un buss rompió el puente de la entrada de Oxford en un sitio que llaman “triángulo negro” y se despeñó en el acantilado. Temieron que fuese el buss en que volvían los matemáticos de Cambridge a quienes les estaría dirigido el atentado. Pero no, era un ómnibus escolar que transportaba un equipo de 10 niños down de una competencia, cuyo chofer era el de la licencia interrumpida que espera un pulmón para su heredero. Uno fue - Página 3 de 5 Copyright 2011 - EFBA - Todos los derechos reservados

compatible. Esta vez el mensaje decía: “El cuarto de la serie es el Tetraktys. Diez puntos en el triángulo ciego”, grabado telefónicamente. La sospecha deriva al chofer fallecido. No respondía al perfil vengativo que describió la psiquiatra ni los crímenes fueron dirigidos a que los matemáticos quedaran impotentes para descifrar el enigma de la serie lógica. Pesquisaron que fue él quien llevó a los niños al concierto y los esperó en la playa de estacionamiento desde donde pudo inmejorable e impunemente asesinar al percusionista del triángulo. Conocía bien a la viuda asesinada, quien le regaló el libro sobre “Series lógicas” de nuestro teórico que encontraron en su biblioteca junto a otros de espartanos pitagóricos, sobre el desarrollo de niños down y su posibilidad de ser donantes. El enigma estaba cerrado, el caso esclarecido. ¡Era difícil creer hasta dónde podía llegar el amor de un padre por un hijo: dos crímenes imperceptibles de ancianos muy enfermos, el asesinato de 10 down y de sí mismo por salvar a su descendiente! Finalmente, el lógico devela frente a una obra alegórica, la verdad de la serie. La nieta había matado a su insoportable abuela y vino a pedirle ayuda, tal como le indicó en vida su madre hiciera ante una situación difícil. Él trama los mensajes para salvarla, pincha el brazo del ya muerto vecino de su amigo, escribe el tercer mensaje tras la muerte natural del asmático percusionista y aprovecha enviar el cuarto mensaje telefónicamente cuando se entera por TV de la muerte de los 10 niños down. ¿Por qué corrió tanto riesgo? La nieta asesina de la abuela no fue producto de la noche de boda de sus padres legales sino de encuentros la semana anterior con el lógico que comprendió al chofer diciendo: “¡Qué no haría un padre por un hijo!”. Todo el esfuerzo era por salvar a quien sabía era su hija. La enseñanza de Lacan para situar al Sujeto nombra entre otras casi todos los teoremas y conclusiones matemáticas y lógicas que se nombran en esta novela. Ellas sirven al igual que los desarrollos topológicos y de teoría de nudos para situar cada vez mejor lo que entiendo es la cuestión del psicoanálisis: el sujeto y la operatoria del analista para posibilitar su encuentro con el deseo, con el goce del objeto del deseo y su posibilidad de amarlo. En la novela sintetizada, todos los desarrollos matemáticos en que confían la pesquiza policial y los involucrados, son sensatos estudios muy serios que desvían en la búsqueda de la verdad. No era el Teorema de Gödel ni el Corolario de Tarski sobre el teorema de Gödel ni la Serie de Fibronacci lo que iba a llevarnos a la verdad en juego. Tampoco Marx ni Kant ni la conclusión de Wittgainstein y Frankie. Era simplemente entender lo que se le juega a un padre en el amor por un hijo. ¿No ocurre algo semejante en algunos desarrollos y escritos sobre la obra de Lacan?¿No - Página 4 de 5 Copyright 2011 - EFBA - Todos los derechos reservados

ocurre tantas veces que estos conocimientos aún bien expuestos desvían del encuentro con el saber del inconciente y la singularidad del goce del objeto del deseo? Discurso Universitario lo llamamos. No estamos en los tiempos del psicoanálisis regidos por el “yo siento” contratransferencial al que Lacan puso freno con su retorno a Freud situando la lógica de la asociación libre y posición del analista. Estamos en un tiempo en que los conocimientos pesan y lucen más que la pregunta por el Saber inconciente y la posición del Sujeto. Por eso quise situar en esta novela de un matemático cómo tantos conocimientos pueden sacar aún a quien los tiene bien asentados, de la pista que desea transitar. Cuando nuestro lógico le pregunta al becario argentino por qué eligió ser matemático éste responde: “No se. Quizá fue una equivocación, siempre creí que iba a seguir una carrera humanística. Supongo que lo que me atrajo es la clase de verdad que encierran los teoremas: atemporal, inmortal, suficiente en sí mismo, y a la vez absolutamente democrática”. Cuando Lacan pregunta: “¿quieren saber qué es un objeto a? Vean a un padre con su hijo colgando de la mano” nos pone en la pista que nuestra práctica nos conduce a lo inverso que decide la elección del matemático: es temporal, singular, trabaja con mortales a quienes les resulta difícil sostener su vida. Los conocimientos, los estudios sirven en la medida en que apunten a la verdad del saber inconciente, al goce que le concierne y el amor que sitúa ese objeto. La cosa no es cuestionar el estudio sino por el contrario, motivarlo, en la dirección que concierne a nuestra práctica: la alta cotización de los conocimientos respecto del saber del inconciente nos interrogan en la actualidad del psicoanálisis que transitamos.

*Donde debió dibujarse, dice corazón y pez vertical por la imposibilidad de dibujarlo en la pc.

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