Tres consecuencias del Proyecto Genoma

Perspectivas Tres consecuencias del Proyecto Genoma Antonio R. Navarro y Jorge Estrella El Proyecto Genoma (PG), un proyecto científico internaciona...
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Perspectivas

Tres consecuencias del Proyecto Genoma Antonio R. Navarro y Jorge Estrella

El Proyecto Genoma (PG), un proyecto científico internacional iniciado formalmente en octubre de 1990, es coordinado internacionalmente por la Human Genoma Organization (HUGO) y fue firmado por los National Institutes of Health de Estados Unidos, la European Commission en Europa y el National Research Council en el Reino Unido. El objetivo de este proyecto recae en dos aspectos fundamentales: el mapeado y el secuenciamiento de los genes humanos. El mapeado de genes consiste en descubrir y ubicar en los cromosomas todos los genes que componen el genoma humano y el secuenciamiento consiste en determinar la secuencia completa de los 3 mil millones de bases del ADN humano. El Proyecto Genoma está abriendo las puertas al hombre para conocer a nivel molecular los secretos de la vida. La biología puede ser la ciencia más importante del siglo XXI. La vida, tanto tiempo vista como un proceso guiado por la mano invisible de la selección natural, es ahora imaginada como un medio con posibilidades de borrar genes, reinventar e intercambiar ADN entre especies, etc. La diversidad de formas que la vida puede tener parece infinita.

El Dr. Antonio R. Navarro es director del Instituto de Biotecnología de la Univesidad Nacional de Tucumán, Argentina. El Dr. Jorge Estrella es profesor titular de Epistemología de las Ciencias de esta misma universidad. Dirección electrónica: [email protected]

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La revolución biotecnológica generada por el PG remodelará la economía mundial y transformará el medio ambiente terráqueo. La biodiversidad se está modificando considerablemente con la liberación de animales transgénicos, plantas resistentes a pesticidas, etc. El concepto de la naturaleza humana sufrirá cambios profundos, el hombre está transformando su situación de “producto 101

de la evolución” a artífice de un “proceso creativo”. En este nuevo siglo, el hombre producirá un segundo génesis, sembrará la biosfera con vida nueva concebida en el laboratorio. En lo que sigue destacaremos tres consecuencias visibles que traerán las investigaciones del PG: (1) la transformación de la medicina; (2) el desarrollo de un nuevo ”autoconocimiento” por parte del hombre; (3) el afianzamiento de una interpretación del saber humano como aventura sin término.

Transformación de la medicina Entre las áreas de la ciencia que mayores avances lograrán como consecuencia del PG, sin duda la medicina ocupa el primer lugar. Estamos entrando a la era de la “medicina molecular”, caracterizada por tratar las causas de la enfermedad y no sus síntomas. El conocimiento del genoma del hombre y de los microorganismos permitirá mejorar el diagnóstico de enfermedades, detectar la predisposición a enfermedades hereditarias, diseñar drogas sin efectos colaterales y realizar terapias genéticas. La predicción y prevención de enfermedades será lo más importante: hoy se sabe que más de 4000 enfermedades son causadas por fallas de genes simples, sólo 50 afecciones son responsables del 90% de las enfermedades y muertes humanas. Si se logra una cura para estas enfermedades, el índice de crecimiento poblacional se incrementará, así como los requerimientos de alimentación; será necesario recurrir entonces al genoma de los microorganismos animales y plantas para mantener los ecosistemas y producir todo el alimento necesario. Se está descifrando el genoma de los microorganismos, incluyendo los patógenos que son responsables de millones de muertes al año, y esto permitirá el desarrollo de nuevos antibióticos. La genómica microbiana ayudará a los investigadores farmacéuticos a lograr una mejor comprensión de cómo los microorganismos patógenos producen las enfermedades. El secuenciamiento del genoma de estos microbios será muy útil para revelar su vulnerabilidad e identificar objetivos para drogas nuevas. Esto permitirá a su vez diseñar drogas que ataquen enfermedades hasta ahora incurables. La investigación del genoma producirá importantes avances en el conocimiento de la antropología, la 102

evolución y el estudio de las migraciones humanas. Las técnicas de biología molecular desarrolladas en el proyecto genoma permiten (cada día en menor tiempo y costo) realizar estudios forenses para identificar personas; determinar la paternidad; identificar especies en peligro y protegidas; hacer estudios de histo-compatibilidad; determinar pedigree en semillas y ganado; autentificar productos de consumo, etc. La agricultura y la ganadería se beneficiarán con el desarrollo de cultivos resistentes a las enfermedades, de animales de granja más saludables y productivos, así como productos más nutritivos y el control biológico de plagas. etc. Cada individuo es único y una medicina que es efectiva para unos puede ser dañina para otros; se estima que en EUA son hospitalizadas dos millones de personas al año por reacciones adversas de medicamentos, cien mil de ellas mueren. El conocimiento de genoma de cada persona permitirá diseñar drogas “hechas a la medida”, con pocos o ningún efecto secundario. Un ejemplo de esto es Marzo-abril de 2002

de reemplazar el gen anormal por uno sano. La introducción de los genes se realiza por medio de un “vector”, que puede ser un virus al que se le ha eliminado su patogenicidad. Con este abordaje se erradica la causa de la enfermedad, en lugar de eliminar los síntomas. Otras enfermedades hereditarias como cáncer, diabetes y esquizofrenia, involucran interacciones complejas entre varios genes y al presente no son tratables por terapia genética. Los científicos conocen hoy la función de unos 7,000 de los 30,000 genes humanos. Sin embargo, conocer y describir todas las redes de interrelaciones entre los genes, los tejidos, los órganos, los organismos y el medio ambiente, más las perturbaciones que disparan las mutaciones genéticas y las respuestas fenotípicas y encontrar las complicadas relaciones entre genética y enfermedad, es una tarea compleja donde todavía falta mucho por resolver. la enfermedad de Alzheimer: los pacientes que presentan una variante genética llamada ApoE-4 tienen menos posibilidades de beneficiarse con el uso de determinados fármacos que los enfermos que no presentan esa variante. Los blancos, es decir las partes de las moléculas biológicas que pueden ser atacadas por las drogas, se multiplican por miles; el conocimiento del genoma humano favorecerá el desarrollo de una millonaria industria farmacéutica. Está naciendo la “farmacogenética”, ciencia que permitirá que se administren medicamentos según el perfil genético de cada paciente. Se estima que en cinco años será habitual que los pacientes se sometan a pruebas genéticas antes que el médico decida qué fármaco debe prescribir. La farmacogenética en un concepto más amplio, tiene como objetivo descubrir las bases genéticas y los mecanismos moleculares de la enfermedad para definir los objetivos terapéuticos a nivel molecular y desarrollar fármacos específicos. La terapia genética se muestra como una técnica muy prometedora de la medicina molecular, se utilizan los mismos genes como medicinas, y es de aplicación directa cuando se trata de desórdenes en genes simples, tales como la fibrosis quística y la distrofia muscular. Se trata

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Patentes Uno de los temas más controversiales que surgieron del PG es el reclamo de propiedad de los genes que se están descubriendo y su patentabilidad. La mayoría de la comunidad científica considera que los genes no son patentables, que deben ser considerados patrimonio de la humanidad. No parece ética la patentabilidad de una secuencia de ADN humano por cuanto puede impedir el libre acceso al conocimiento de la base genética del mundo natural, que es fundamental para la creatividad investigadora. Ya en 1991, S. C. Venter presentó en la oficina de patentes de los Estados Unidos una solicitud para patentar 337 nuevos genes humanos. Argumentó que patentar genes no equivale a patentar materia viva, puesto que el poner un conjunto de genes humanos en un tubo de ensayo no engendraría vida; además, que un fragmento más o menos largo de ADN se puede sintetizar químicamente en el laboratorio, en cuyo caso se trataría de patentar una molécula química y eso es perfectamente posible. Para los laboratorios farmacéuticos, la necesidad de patentar las potenciales aplicaciones de un gen se justifica como una forma de salvar las inversiones en investigación.

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culosis y la malaria. El genoma humano no es tan importante como el de los parásitos, bacterias y virus que enferman a la gente y sus animales y cultivos.

Genoma humano y autoconocimiento Quizás la primera pregunta que comenzó a perfilarnos como seres humanos haya sido la que todos nos hicimos alguna vez: ¿quién soy?, ¿qué hago en este mundo? O, en términos más generales, ¿qué es el hombre? En ese preguntar el lenguaje abandona su función descriptiva (que también usan los animales), se flecta sobre su dueño e inquiere por él. Acto de autorreferencia, ensayo de autoconocimiento, donde esa realidad que es cada quien hace un giro de trescientos sesenta grados y se pone ante sí mismo para entenderse.

Entre 1981 y 1995 se concedieron 1,175 patentes mundiales de secuencias de ADN humano. Las secuencias patentadas son de tipo muy variado: desde cebadores para uso diagnóstico hasta genes quiméricos construidos artificialmente para sintetizar moléculas híbridas de interleuquinas e interferón. De esas patentes, 900 se concedieron a 213 compañías del sector privado, 200 a instituciones públicas y el resto a título individual. Un alto porcentaje de estas patentes fueron registradas en las oficinas de patentes de Europa, Estados Unidos y Japón; en Europa se encuentra el 50% del total y de ésas el 80% pertenecen a compañías privadas. En Estados Unidos la Universidad de California tiene mas de 200 patentes de genes y el Departamento de Salud tiene 813; Incyte Genomics tiene presentadas 50,000 solicitudes para patentar genes completos o parciales. Además de patentar genes humanos, muchas organizaciones pretenden patentar genes de plantas y animales; incluso ya existen solicitudes para genes de arroz, genes de eucalipto y genes de araña. Para los países en vías de desarrollo el Proyecto Genoma genera expectativas diferentes a las observadas en los países desarrollados y que siguen un patrón de intereses económicos. Las prioridades de los primeros son: uso de plantas transgénicas para incrementar la cosecha de alimentos, vacunas contra enfermedades como la tuber104

Las respuestas iniciales abundaron. Todas ellas tuvieron un carácter mágico: los hombres se tranquilizaron poblando el entorno de duendes y dioses, de reverencias y súplicas. Acallaron su desamparo con pedidos, invocaciones y artimañas para manipular lo sagrado. El mundo tenía un sentido proveniente de esa sacralidad. Y cada quien sabía cuál era su papel en la vasta apariencia de los días. Probablemente esta historia comenzó hace unos diez millones de años. Pero sólo dos mil quinientos años atrás nació en Grecia, por primera vez, un impulso sostenido por ver y entender los asuntos de otro modo. La apuesta en la razón y en el control por la experiencia de sus creencias hizo nacer eso que llamamos ciencia. Su consolidación debió esperar los tiempos modernos y hoy la humanidad vive en una consistente burbuja cultural nacida desde ella. La humanidad asiste hoy a la revelación —nunca completa— de su propia historia y de su por qué en este mundo. No es un evangelio, no trae buenas nuevas ni proviene de los dioses. Se trata de un texto laico escrito sobre la base de sólo cuatro letras bioquímicas. Es la lectura completa del genoma humano cumplida el año dos mil. Y nos revela no sólo nuestro origen sino también el de toda vida sobre la Tierra. El genoma de nuestra especie (como los de otras) tiene algunas propiedades notables. Se trata de un “libro Marzo-abril de 2002

mayoritario (sojuzgado por un grupo mínimo del 3% de genes que se “alzaron con el poder” dentro del ADN) registra dos asuntos antagónicos importantes: la historia de nuestra especie y de la evolución desde los orígenes de la vida, por un lado, y la “huella dactilar” la marca genética propia de cada individuo, por otro. Es a partir de esa marca personal que la justicia viene —desde 1988— exculpando a inocentes e incriminando a culpables por el examen de sus ADN. Y aún los elementos espirituales de nuestro comportamiento —aquellos propios de nuestro carácter— parecen encontrar su origen en la actividad del ADN. En su estimulante libro Genoma1, Matt Ridley sostiene: “La escasez de dopamina en el cerebro produce una personalidad indecisa y rígida que ni siquiera es capaz de iniciar el propio movimiento del cuerpo. En su forma extrema, esto se conoce como enfermedad de Parkinson... la dopamina es quizá la sustancia química de la motivación”. Y la ruta de la dopamina está trazada por el gen D4DR, ubicado en el brazo corto del cromosoma 11. Biblia es una palabra griega que significa libro. El libro por antonomasia pasó a ser en Occidente el volumen que reune los textos sagrados de la tradición hebrea y la cristiana (antiguo y nuevo testamento). La humanidad cuenta desde ahora con otra biblia. Y la interpretación del nuevo texto no estará en manos de profetas, clérigos o teólogos: el ejercicio acelerado de autognosis que ejercita hoy nuestra especie, con mejores armas que nunca, está en manos de científicos. inteligente” que puede fotocopiarse y leerse a sí mismo (operaciones conocidas como replicación y traducción, respectivamente). Alojado en los 23 pares de cromosomas, nuestro genoma registra la historia de los ancestros más remotos. Sin embargo, se trata de un libro inteligente que contiene repeticiones, errores peligrosos, genes “saltarines” que desbaratan la organización de genes “buenos” cargado de párrafos largos que resultan de acoples, traslados, ensambles antojadizos, al punto que el 97% de su largo texto no se usa para darnos nacimiento y conservarnos con vida. Precisamente la formidable inteligencia de este libro se revela en su capacidad para eludir ese 97% y para utilizar sólo el 3% restante con información adecuada, en su enigmático talento para bloquear la mayor parte de los elementos dañinos a nuestra vida que él mismo contiene. Sin embargo, ese laberinto Avance y Perspectiva vol. 21

Trae respuestas y muchas preguntas nuevas. Por ejemplo, aunque compartimos casi todo nuestro ADN con chimpancés, gorilas y orangutanes, sólo nosotros tenemos 23 pares de cromosomas, ellos 24. ¿Es eso significativo para las diferencias que nos separan de nuestros parientes cercanos? Aún no lo sabemos. Y el éxito biótico que hoy nos hace dueños del planeta (300 millones de toneladas de biomasa humana van y vienen por la Tierra) contrasta con nuestro pasado de fracasos. Leamos este breve resumen de esos fracasos hecha por Ridley2: “Somos simios, un grupo que casi se extinguió hace quince millones de años compitiendo con los monos mejor diseñados. Somos primates, un grupo de mamíferos que casi se extinguió hace cuarenta y cinco millones de años compitiendo con los roedores mejor diseñados. Somos tetrápodos sinápsidos, un grupo de reptiles que 105

casi se extinguió hace doscientos millones de años compitiendo con los dinosaurios mejor diseñados. Descendemos de peces con patas que casi se extinguieron hace trescientos sesenta millones de años compitiendo con los peces de aletas radiadas. Somos cordados, un filo que sobrevivió por los pelos a la era cámbrica hace quinientos millones de años compitiendo con los artrópodos, brillantes triunfadores. Nuestro éxito ecológico se dio a pesar de todos los factores humillantes en contra”. Es decir, que la nueva autognosis, asumida desde la ciencia por la humanidad de hoy, la está llevando a descubrirse pariente cada vez más cercana del resto de lo viviente. Y la cosmología contemporánea prolonga ese parentesco hacia el resto del universo, también él sometido a una evolución a partir del Big-Bang y cuyos períodos significativos están siendo delineados por los nuevos conocimientos. Al hombre actual le costará cada vez más asumir —como hicieron nuestros ancestros— que tiene un lugar de privilegio en el universo. Por primera vez testigo de la aventura cósmica que condujo a su aparición, el hombre de hoy enfrenta la dura tarea de buscar respuestas que den sentido a su existencia, a su destino personal y 106

colectivo. Y tales respuestas han de ser congruentes con la información consistente, nacida desde el conocimiento.

El conocimiento: aventura sin término En los tiempos modernos el movimiento de la Ilustración retomó en Europa el antiguo ideal griego de conocimiento y las distintas ciencias iniciaron un crecimiento vigoroso. Heredero de la Ilustración, el siglo XX acumuló más conocimiento que la humanidad a lo largo de toda su estancia en la Tierra. Somos testigos hoy —y el programa Genoma Humano es una muestra clara de ello— de la vasta acumulación de informaciones sobre aspectos del universo. La enciclopedia se ha vuelto difícil de editar: en el trámite de su impresión algo ha variado y sus contenidos quedan inactuales. Inténtese, por ejemplo, leer un texto de biología con más de 20 años y se notará su antigüedad, su desactualización. ¿Hasta dónde crecerán los conocimientos? ¿Acaso no hay una “versión final” para cada asunto? La suma de las informaciones procedentes de las distintas ciencias, Marzo-abril de 2002

¿no acabarán formando un aceptable “mapa último” del universo, no modificable por futuros hallazgos? La respuesta afirmativa ha sido siempre una tentación para el sentido común y también para muchos científicos. “Quizás se vislumbre ya el final de los físicos teóricos”, sostiene Hawking refiriéndose al logro próximo de una “teoría unificada completa”1. Pero esa interpretación olvida que cuando la ciencia resuelve un problema, un número mayor de otros nuevos aparece. Todo ocurre como si los saberes estuviesen contenidos en una esfera cuyo interior crece... pero al hacerlo también crece la zona de contacto con el exterior desconocido. Desde los hallazgos de Mendel (fines del siglo XIX) al descubrimiento del ADN hacia mediados del siglo XX y desde entonces hasta hoy, los conocimientos no han cesado de aumentar, y también aumentaron los interrogantes. Sin duda hoy se sabe mucho más que Mendel sobre genética. Pero es tan enorme esa información, que sus múltiples frentes de crecimiento han descubierto realidades insospechadas. Y su desciframiento generará nuevos conocimientos, sin duda, a partir de los cuales tendremos nuevas preguntas a resolver. La transcripción completa del genoma humano cumplida por el PG era una aspiración remota en la década del 90. Hoy es una realidad. Pero este nuevo cúmulo de información se abre a la tarea de identificar en los 30 mil genes hallados sus funciones, conexiones Avance y Perspectiva vol. 21

recíprocas, dependencia de las condiciones ambientales en que vive el organismo portador, etc. Al parecer, el proyecto Genoma Humano está mostrando argumentos a favor de una interpretación del conocimiento humano como aventura sin término.

Interrogantes finales Como se ve, el PG nos enfrenta al menos con estos interrogantes inevitables: ¿Servirán los genes para explicar aspectos espirituales del hombre como la culpa, la responsabilidad, los talentos, el poder, los privilegios, la moralidad? ¿Se dejará tentar la humanidad por un mundo donde los niños se diseñen genéticamente en úteros artificiales y donde las personas se clasifiquen e identifiquen según su genotipo? ¿Serán privilegiadas nuevas formas totalitarias de organización social a partir de una “programación genética”?

Notas 1. S. Hawking, Agujeros negros y pequeños universos (Planeta, México, 1994). 2. M. Ridley, Genoma (Taurus, Madrid, 2000).

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