8.1 TEMA 8: UNIDADES SUPRAORACIONALES 0.Introducción Si alteramos el orden de las oraciones que constituyen un párrafo, y las distribuimos aleatoriamente, observaremos que dicho párrafo se convertirá en algo difícil de entender, y en ocasiones absurdo. Del mismo modo, si tomamos un texto cualquiera y alteramos el orden de sus párrafos, revolviéndolos al azar, dicho texto adquirirá un carácter caótico, y resultará dificultosa para el lector la asimilación de las ideas expresadas en él. Igualmente, si tomamos oraciones de diferentes textos y las juntamos aleatoriamente formando un pseudotexto, el resultado presenta un carácter absurdo. Estas tres operaciones nos están demostrando que existen unidades lingüísticas mayores que la oración, definida como máxima unidad del análisis lingüístico. Una de ellas es el párrafo (la prueba es que dentro de él existe una estructura unificadora, que impide revolver aleatoriamente las oraciones que lo constituyen; así como una cohesión temática entre las oraciones, que impide mezclar oraciones de diversos párrafos, y que es la base de la necesidad de utilizar de vez en cuando un punto y aparte). Los párrafos, a su vez, se agrupan en capítulos, cada uno de los cuales presenta una unidad temática entre todas las oraciones que lo constituyen, y unas exigencias en cuanto a la estructuración de los párrafos (si cambiamos su orden aleatoriamente, el resultado será caótico, casi ininteligible). Por encima del capítulo encontramos a veces la parte, con los mismos elementos de unión que el párrafo y el capítulo. Por último, la máxima unidad sería el libro, o discurso, con las mismas características. Pasemos a analizar los elementos que dan cohesión a todas estas unidades: 1.Concepto de texto Texto: Producto lingüístico unitario en el que los elementos se interrelacionan en función del todo1. La oración deja de ser la máxima unidad de descripción gramatical: la unidad ahora es el texto, al cual se subordinan las oraciones que lo forman. Fenómenos como la anáfora, la pronominalización, las concordancias temporales, los nexos supraoracionales, etc., indican la existencia de unidades supraoracionales.

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El origen de la palabra texto es una metáfora a partir de la palabra latina TEXTUM, participio pasado de TEXERE 'tejer'. El significado etimológico de tejido expresa esta idea de interrelación.

8.2 2.Propiedades del texto 2.1.La coherencia Para que una serie de oraciones constituyan un texto tiene que existir una coherencia entre ellas, las partes deben estar relacionadas entre sí en función de la totalidad, y el conjunto debe percibirse como adecuado al contexto. Los mecanismos que aseguran la coherencia de un texto, por una parte son de carácter lógico (afectan al plano del significado), y por otro lado son de carácter específicamente lingüístico (afectan al plano del significante). 2.2.El marco de integración global Un texto, para serlo, debe poseer un núcleo informativo fundamental: el asunto o tema. Al percibir un texto, el receptor capta esa unidad subyacente al que se subordinan los diversos enunciados que lo integran. La oración goza de independencia sintáctica: no está incluida en otra secuencia lingüística mayor en virtud de una construcción gramatical. Pero, al estar integrada en un discurso, su contenido está sujeto a restricciones y posee una libertad sólo relativa. 2.3.Implicaciones y presuposiciones La coherencia de un texto exige la no violación de las implicaciones y presuposiciones que contienen sus secuencias. La implicación y la presuposición son relaciones de carácter lógico-semántico cuya transgresión origina secuencias absurdas o contradictorias. Implicación Una proposición B implica una proposición A cuando, si B es verdadera, A es necesariamente verdadera. A) Pedro se ha casado con María, B) María se ha casado con Pedro. A) El médico le salvó la vida, B) No murió. Presuposición En lógica, una proposición B presupone una proposición A cuando, si A es falsa, B no tiene sentido (no es verdadera ni falsa). El hijo del rey de Francia es calvo presupone existe el rey de Francia y el rey de Francia tiene un hijo. En sentido amplio, las presuposiciones son aseveraciones no expresadas, subyacentes al enunciado, que condicionan su aceptabilidad y su adecuación a una situación dada. Existen verbos que encierran presuposiciones e implicaciones: Los verbos factivos presuponen, tanto si se afirman como si se niegan, que la aseveración que de ellos depende es verdadera: saber, darse cuenta, percatarse de, lamentar. Expresiones factivas: es cierto, es extraño, es significativo, es triste... Los verbos implicativos son de dos tipos: -unos presuponen que la subordinada es verdadera si se afirman y falsa si se niegan: lograr, conseguir. -otros presentan la situación inversa: la subordinada es falsa si se afirman y verdadera si se niegan: evitar, impedir.

8.3 Implicaciones y presuposiciones se entremezclan en el discurso y aseguran su cohesión lógica. La ruptura en cualquier punto acarrea la inaceptabilidad de la totalidad como texto: Pedro se olvidó de leer la carta. Su tía la ha leído ya. 2.4.Selección y ordenación Relacionadas con la coherencia están la cantidad de datos aportados y la ordenación en la exposición de los mismos. Tanto los textos que versan sobre secuencias de sucesos como los que describen características, propiedades o estados, realizan necesariamente una selección de hechos o características que resulten relevantes. Un discurso excesivamente completo en el que se pretendieran explicitar todas y cada una de las acciones, hechos o características, resultaría chocante. El grado de completividad aceptable depende del tipo de texto: no es lo mismo la descripción de las características de una lavadora hechas en el folleto explicativo y la descripción de una lavadora en una novela. La aceptabilidad de una secuencia textual exige, asimismo, el respeto a ciertas reglas que rigen el orden de la exposición de hechos y características. La ordenación normal de las descripciones va de lo general a lo particular, del todo a la parte, del continente al contenido, de lo grande a lo pequeño, etc..lo que corresponde al orden normal de la percepción. En la narración de los hechos, si no hay marca temporal, se interpreta lo que viene a continuación como posterior en el tiempo. El orden puede alterarse bajo ciertas condiciones si se quiere destacar un elemento. 3.Mecanismos de cohesión del texto correspondientes al plano de la expresión, o lingüístico 3.1.La anáfora Es uno de los más importantes mecanismos de cohesión textual. No sólo se ejerce en el seno de las oraciones, sino entre oraciones distintas. Es el mecanismo del discurso mediante el cual un elemento lingüístico remite a otro anterior. Su opuesto es la catáfora, que remite a otro posterior. Anáfora elíptica: Pedro ya está aquí. Llegó anoche. La catáfora (mecanismo del discurso mediante el cual un elemento lingüístico remite a otro posterior) entre oraciones es menos frecuente que la anáfora: Escucha lo que te voy a decir:... 3.2.Las pro-formas Son los elementos anafóricos por excelencia. Son morfemas especializados en la función de sustitutos. Pronombres Proadverbios: sustitutos de adverbios o de CC: allí, entonces...

8.4 Proformas lexicales o sustitutos léxicos Determinadas unidades léxicas con un significado de mucha extensión desempeñan con frecuencia la función de sustitutos. Debido a su comprensión mínima y extensión máxima, pueden reemplazar a cualquier término para apuntar al mismo referente: cosa, persona, hacer, pasar, suceder. 3.3.Elementos correlativos La estructura del discurso puede verse señalada explícitamente mediante elementos gramaticales o léxicos de carácter correlativo o distributivo: Conjunciones distributivas ya...ya, ora...ora, bien...bien; pronombres éste...aquél, uno...otro; adverbios y locuciones aquí...allí, unas veces...otras veces, por una parte...por otra. Establecen relaciones secuenciales los llamados adverbios y locuciones de orden: primeramente...seguidamente/a continuación...finalmente/por último, en primer lugar...en segundo lugar... Los elementos léxicos que pueden establecer correlaciones son prácticamente innumerables: en el campo...en la ciudad, los jóvenes..los viejos, en invierno...en verano. 3.4.La cohesión léxica La conexión entre los elementos léxicos presentes en el texto constituye una de las normas básicas de manifestarse la cohesión del mismo. Puede basarse tanto en la repetición pura y simple como en relaciones semánticas de diversos tipos: Repetición léxica: prefiero los gatos a los perros. Los gatos no muerden y los perros sí. Sustitución sinonímica: había algunas estatuas en el jardín. Eran esculturas modernas. Alusión al mismo referente: (sinonimia referencial): Juan entró en el despacho del jefe. El señor López alzó la vista y miró a su subordinado con desprecio: aquel joven le resultaba profundamente antipático. Sustitución por hiperónimos o hipónimos: El león escapó de la jaula. La fiera estaba hambrienta. Presencia de antónimos, recíprocos o complementarios: Los listos se las arreglan y los tontos sucumben. Campo semántico o asociativo común: en enero hace más frío que en diciembre. Asociaciones pragmáticas: determinadas asociaciones que infunden cohesión al discurso no dependen del conocimiento del significado. de los términos, sino de factores del conocimiento del mundo: Finalmente cambió la rueda, pero se puso perdido de grasa. Ninguno de los elementos de cohesión del plano de la expresión, o lingüístico, es suficiente para asegurar la coherencia del texto.

8.5 3.5.Los conectores o conectivos En Gramática del texto reciben el nombre de conectores o conectivos los nexos de cualquier tipo que marcan explícitamente relaciones lógicas entre partes del discurso. En unos casos, los conectores enlazan proposiciones para formar oraciones. En otros, enlazan oraciones para formar secuencias de oraciones, actuando, pues, como nexos supraoracionales. Estos nexos son los mismos que se han visto en el tema de la oración compuesta, más unidades léxicas que, dado su significado., desempeñan la función de conectores: conclusión, consecuencia, causa, alternativa, condición, añadiendo, concluyendo, admitiendo... incluso oraciones enteras: podemos concluir que, de esto se deduce que... Las relaciones expresadas por los conectores entre oraciones diferentes son las mismas que las posibles entre proposiciones diferentes dentro de una misma oración. La presencia de conectores no es condición suficiente para asegurar la coherencia. El conector explicita relaciones subyacentes, no las produce. 4.Elementos de cohesión de las grandes unidades textuales Por encima de les elementos de cohesión analizados, que actúan en un nivel bastante bajo, se puede encontrar toda una serie de elementos que dan cohesión a los grandes textos, que son los elementos que los caracterizan, y que, por ello, constituyen el objeto de estudio cuando se realiza la técnica denominada comentario de textos. Puede verse en una página aparte el esquema de los planos de la obra literaria, en el que se reflejan todos estos elementos que dan cohesión a los textos literarios, y que se puede utilizar como auxiliar para realizar comentarios de textos, siempre que se complete con explicaciones que desarrollen el esquema.

8.6 Ejercicios Analizar la presencia de unidades supraoracionales en los siguientes textos, indicando todo aquello que revele su existencia: A)El estado semi-hipnótico bajo el que la mayoría de las personas sigue las transmisiones televisivas provoca en ellas una particular y renuente pereza para poder expresar coherentemente sus propias ideas. Y, además, verdaderas perturbaciones de carácter disléxico: incapacidad para distinguir entre palabras escritas por entero y las abreviadas; consecuente tendencia a escribir sólo la primera parte de los vocablos, así como también dificultad en la colocación de acentos. La atrofia de la imaginación reduce de forma progresiva el hábito de la lectura y, correspondientemente, aumenta la satisfacción que produce la contemplación de las imágenes, mejor aún si no van acompañadas de palabras, como suele ocurrir en el cómic. Nos encontramos, por tanto, ante una nueva forma de analfabetismo que privilegia la imagen como forma de adquirir conocimientos. Al público televidente y a la multitud de ávidos consumidores de productos televisivos se les puede considerar, sin duda, técnicamente muy evolucionados, pero nada incongruente resulta, también, compararlos, en ciertos aspectos, con las masas peregrinas de fieles del Medioevo, destinatarias de los frescos con los que las grandes catedrales ilustraban las vidas de santos con una única intención edificante, desprovistas de cualquier referencia crítica personal. Por otra parte, no faltaría confirmación estadística de ello.

En los Estados Unidos, los numerosos cursos de remedial reading para los jóvenes veinteañeros, prácticamente analfabetos, no son hoy un lujo, sino una verdadera necesidad. En Italia se publican cada año más de 20.000 libros, de los cuales al menos tres mil son obras literarias, y se calcula en más de 25 millones el número de volúmenes de que disponen las bibliotecas escolares. Y, sin embargo, las perspectivas futuras respecto al hábito de lectura son totalmente pesimistas. Los jóvenes, y en general todos los italianos, leen muy poco (sólo el 47% lee, al menos, un libro al año). Situación cultural tan desoladora ha encontrado no obstante sus ingeniosos apologetas: "La sociedad italiana -afirman- es dueña, por lo menos desde el Renacimiento, de una antigua tradición de creación y conocimiento a través de las imágenes". En efecto, la cultura renacentista era una cultura eminentemente visual. Por otra parte, en Italia -a diferencia de lo que sucediera, por ejemplo, en Alemania, Francia y Gran Bretaña- la alfabetización de las masas y la prolongación de la escolaridad se producen en un momento en que los medios de comunicación no se limitan ya tan sólo al libro y al periódico. El encuentro del italiano con la escuela y la lectura coincide en gran medida con la aparición del periódico rotograbado de gran tirada, del semanario refinado y la revista mensual ilustrada de la televisión, etcétera. En

8.7 resumen, la antigua cultura visual se fusionó con un sistema de información dominado por la profusión y difusión de imágenes. De este hecho ha surgido un sistema de comunicación que no puede ser comparado esquemáticamente con el de otros países europeos. Los italianos, es cierto, leemos menos periódicos. Pero nos informamos -también los jóvenes- de manera diferente: leemos más revistas y nos informamos a través de la televisión. Por lo que, al fin de cuentas, la suma de noticias que llegan al consumidor, tanto en Italia como en cualquier otra parte de Europa, es más o menos la misma. Por lo tanto, si bien las fuentes de información no son las mismas, al fin y al cabo no pareciera que la cultura y preparación de los italianos sean muy diferentes de las del resto de Europa. Periódicos, libros, semanarios y mensuales tipo Selecciones del Reader's Digest, ordenador e informática, televisión y vídeo, radio y tebeos culturales conforman un todo que vuelca sobre nosotros un verdadero alud de noticias, que nos hace, de golpe, más iguales. Esto se llama pobreza de espíritu si no pura demagogia, a menos que la lengua misma no sea una valiosa y despiadada delatora. No es cierto, al menos todavía, que esas noticias que caen en alud sobre el desdichado lector de tebeos, televidente o sufrido espectador audiovisual sirvan -directamente o de forma latente- para informar, formar o deformar. Más bien, educan cuidadosamente una generación dedicada al voyeurismo pasivo; una población de informadísimos idiotas capaces, naturalmente, de discurrir

sobre todo, pero incapaces de formular un juicio crítico personal sobre nada. Franco FERRAROTTI, "La disolución del individuo autónomo", en Letra, Nº 27. B)Desde hace algunos años, astrólogos, quirománticos y otros futurólogos desarrollan una ofensiva en los medios de comunicación sin que, hasta ahora, se haya dado el saludable contrapeso crítico. Hace poco, sin embargo, los astrofísicos españoles han roto una lanza a favor del buen sentido con la publicación de un manifiesto. La reacción que ha suscitado esta proclama permite esclarecer los verdaderos términos del debate entre astrología y astronomía. No se trata aquí de dos teorías científicas que compitan por describir mejor un fenómeno. Por el contrario, la renuncia de la astrología al método empírico confiere a la discusión muchos aspectos de la vieja polémica entre religión y ciencia, aunque la ciencia goce ahora del poder y la religión esté reemplazada por el credo astrológico. Y, naturalmente, es difícil rebatir lo que no es más que una profesión de fe. Pues el rasgo definidor de muchos partidarios de la astrología es precisamente su deseo de creer, que les hace inmunes al fracaso experimental de sus predicciones y, por tanto, a la esencia del método científico. Esa fe suele ir acompañada de un rechazo a la ciencia, a la que censuran su incapacidad de satisfacer las aspiraciones de los hombres. Su actitud puede suscitar comprensión y hasta simpatía, pero la ciencia -al menos la ciencia pura- se ocupa de las leyes de la naturaleza, no de la felicidad humana.

8.8 La astrología fue, en su origen, algo inevitable. Tras comprobar que el Sol determina las estaciones, y éstas, las cosechas, era natural admitir el influjo de los astros sobre el hombre. Pero de reconocer algún efecto nuestro ritmo vital es consecuencia del período de rotación de la Tierra, por ejemplo- a sostener que nuestro destino está influido por los astros media un gigantesco salto en el vacío. Tales generalizaciones son hoy insostenibles: hace siglos que la astronomía se separó de la astrología, como la química lo hizo de la alquimia. A pesar de ello, hoy reflorecen la astrología, el tarot, el I Ching y otras doctrinas tan falaces como inútiles. Médiums y quirománticos se arropan con títulos misteriosos, expedidos por universidades fantasmas -nunca mejor dicho- para llenar sus consultorios abusando de la angustia y de la credulidad humana. La actitud de los medios de comunicación, cuando no su complicidad, resulta lamentable. Se mide, por ejemplo, el tiempo que la televisión dedica a cada partido político. Sin embargo, y ante audiencias que se cuentan por millones, se emiten programas dedicados al horóscopo y al tarot sin que ninguno de ellos muestre el debido escepticismo. Y cuando excepcionalmente se establece un debate, como uno lejano de TVE, sobre astrología, se enfrenta un firmante del manifiesto de los astrofísicos a dos astrólogos. Aunque para defender lo evidente una persona basta: Einstein, criticado en el libro Cien autores contra la relatividad, se limitó a comentar: "Si yo estuviera equivocado, un solo autor bastaría". No debe, pues, sorprender que, alentados por este clima propicio, magos y brujas hayan abierto consultas y tiendas especializadas, aunque -tranquiliza saberlosólo para atender buenas causas.

¿Podría ser la astrología una ciencia? Si la astrología es el conjunto de conocimientos que permiten predecir los avatares humanos a través de los astros, la respuesta es que no. Decía Leonardo, hace ya 500 años: "No me ocuparé de la quiromancia, porque en ella no hay verdad... Verás a un gran ejército exterminado en una hora por la espada, y ninguno de los muertos tendrá en la mano las mismas líneas que el otro". La refutación vale obviamente para la astrología; basta sustituir la mano por la carta astral. Hace pocos años, la revista científica Nature (en la que Crick y Watson desentrañaron el código genético) publicó una experiencia de un grupo de prestigiosos astrólogos británicos: el número de aciertos en sus predicciones estuvo muy por debajo del que estadísticamente debe producirse. Este elemental experimento puede repetirlo cualquiera sin más que leer la prensa, y debería bastar para desacreditar a la pléyade de futurólogos que nos bombardean con majaderías o con trivialidades que cualquier ciudadano informado puede prever por sí mismo. ¡Qué oportunidad han perdido los astrólogos para predecir la caída del muro de Berlín! Si los astros se molestan en advertir a cada individuo de su destino, las precauciones adoptadas para anunciar la llegada de la perestroika, que afecta a más de 400 millones de seres, han debido ser observables a simple vista. Por lo que se refiere a los supuestos fenómenos paranormales, nunca se ha dado un solo experimento, realizado bajo control científico, y por tanto repetible, que permita afirmar su existencia. Cuando se mencionan experiencias o predicciones fallidas, médiums y astrólogos suelen defenderse señalando que hay muchos

8.9 intrusos entre ellos. Sería muy útil, para evitar malos entendidos, que ellos mismos desenmascarasen a los impostores, tal como hace la comunidad científica cuando alguien falsea un experimento. Conviene recordar, además, que la prueba corresponde siempre a quien afirma. Entre tanto, y mientras no se aporte ningún hecho cierto -uno solo bastaría para empezar-, la astrología, lo paranormal y las ciencias ocultas no merecen otro calificativo que el de dogmas seudocientíficos basados en el error, la superstición y, con demasiada frecuencia, en el fraude. C)El clamor universal contra la deterioración del ambiente, que ha llevado a los países a reunirse en Estocolmo para tratar el tema a nivel internacional, va a ser base y arranque de un movimiento antidesarrollista que nadie podía imaginar hace un decenio, cuando lograr altas ratios de crecimiento, mantenerlas y acrecerlas si fuera posible de modo indefinido e ilimitado, parecía el supremo ideal de la humanidad. Es verosímil que en ciencia económica surja pronto una escuela especialísima formada por economistas enemigos de la consecución del objeto final de esta ciencia que cultivan, y que, aun siendo la más moderna de todas, parece ser que también va a ser la primera en morir, o al menos en ser rechazada por sus en apariencia beneficiarios. Hace algún tiempo recibí una carta interesante de un catedrático de física nuclear, Carlos Sánchez del Río, que decía así: "He aquí las cifras por que se multiplicaría cualquier producción que crezca el 5% anual acumulativo:

1.A los 30 años (intervalo entre dos generaciones), el factor está entre cinco y seis. 2.A los 70 años (vida media del hombre), el factor de multiplicación es cincuenta. 3.A los 200 años (tiempo transcurrido entre la Revolución Francesa y nuestros días), el factor es veintidós mil. 4.A los 400 años (desde Felipe II hasta hoy), el factor es quinientos millones). 5.A los 800 años (desde que se construyeron las iglesias románicas hasta hoy), el factor es de un millón de millones de millones. Estas cifras indican que el desarrollismo es un fenómeno transitorio en la civilización. Nos ha tocado vivirlo, pero habrá de detenerse inexorablemente". Ciertamente el crecimiento del producto nacional bruto, que algunos denominan ya polución nacional bruta, no puede mantenerse al ritmo actual de la expansión, como indican los resultados a que llega Sánchez del Río. Si siguiera creciendo a este ritmo, llegaría un momento en que colisionaría con las cantidades, finitas, de agua, espacio y aire. No es justo considerar al hombre incapaz de inventar el motor eléctrico para el automóvil, ni otros muchos inventos anticontaminantes. Pero se ha de notar que la fabricación de anticontaminantes será normalmente un proceso contaminante, con lo cual poco arreglaremos. Pero, aunque ese poco fuese mucho, el ingenio humano tiene límites, y esos límites están definidos, en el supuesto que consideramos, por la imposibilidad de fabricar sintéticamente el agua, el aire y el espacio. El tema está, pues, planteado en términos graves.

8.10 Pero ocurre que el estímulo que fundamentalmente acelera, legitima y hace indispensable el proceso del desarrollo material es el crecimiento demográfico a ritmo explosivo. En su libro La civilización del desperdicio Sáenz Díaz nos da estos abrumadores datos sobre el crecimiento de la población: Se alcanzan 1000 m. de hab. en 1850 después de 500000 años. Se alcanzan 2000 m. de hab. en 1930 después de 100 años. Se alcanzan 3000 m. de hab. en 1960 después de 30 años. Se alcanzan 4000 m. de hab. en 1975 después de 15 años. Si esto es así, y al mismo tiempo la técnica progresa a ritmo de vértigo, los puestos de trabajo se reducen al par que crece espectacularmente la demanda de los mismos, de modo que ni aun reduciendo el horario de trabajo hay puestos para todos. Y entonces surge la gran incompatibilidad de la sociedad humana para fines de siglo: Que no podremos perseguir simultáneamente estos tres objetivos: defensa de la naturaleza, pleno empleo y población creciente. La mejor solución sería sacrificar el crecimiento demográfico, de modo que podamos tener pleno empleo y defensa de la naturaleza. Hemos llegado a la Era del mundo terminado.

D)Es bien conocido el papel de la información en los procesos de producción, ya que en los procesos de producción intervienen tres factores esenciales: la materia, la energía y la información. Para la fabricación de cualquier bien es necesario disponer de una materia prima que transformar, de una energía mediante la que realizamos la transformación, y de un conocimiento que nos permita seleccionar la materia adecuada y aplicar convenientemente un procedimiento de transformación. Hasta la primera revolución industrial, la energía y la información necesarias para la producción las ponía directamente el hombre, y así quedaba vinculado al proceso productivo mediante el trabajo. A partir de ese momento, y ante la posibilidad de tener las fuentes energéticas de bajo costo que representaron las máquinas de vapor, el hombre quedó, al menos potencialmente, liberado de emplear su esfuerzo muscular en la producción. Esta liberación parcial no le permitió, sin embargo, salirse del sistema productivo, puesto que éste aún necesitaba de él para que incorporara el factor de conocimiento representado a través del ejercicio de los oficios, en los cuales va desapareciendo cada vez más la actividad física. Por eso, pese a la primera revolución industrial, el hombre sigue ligado al trabajo en forma de la atención e información que necesitan, para su funcionamiento, los procesos productivos. La peculiar forma de producción y de distribución de lo producido ha sido precisamente uno de los factores principales de la construcción y modelación de los sistemas sociales. Básicamente, los individuos recibían a cambio de su trabajo un salario que medía (justa o injustamente, cosa que

8.11 no viene al caso) su participación en la producción y la cantidad de bienes a que tenía acceso. Las modificaciones en las formas de producción siempre han implicado cambios en las formas sociales en cuyo seno se han desarrollado. Pero hasta ahora el trabajo ha sido una constante. La aparición de los dispositivos automáticos en la nueva tecnología hace que las máquinas transformadoras de materia puedan autorregularse. La segunda mitad del siglo XX se caracteriza por el gran crecimiento de los automatismos, que permiten eliminar del proceso de producción a muchos de los hombres cuya tarea era solamente el control. Pero, más aún, se ha visto como posible que los procesos en los que interviene gran cantidad de información se realicen sin la participación humana. Es esta posibilidad la que se ha denominado con el nombre de automación, y que constituye el soporte tecnológico de la segunda revolución industrial. Esta situación nos hace cuestionar de qué forma incidiría la automación en el sistema social si llega a implantearse, ya que tras ella la participación humana en la producción habría desaparecido, salvo una porción despreciable, y con ello la vinculación social que representa el salario tendría que ser sustituida por alguna de otro tipo, así como habría que encontrar criterios mediante los cuales repartir lo producido, ya que no podría utilizarse la participación del individuo en la producción si aquélla hubiese desaparecido, y con ella la maldición bíblica. La dificultad de resolver este conflicto manteniendo las mismas formas sociales es la principal causa por la que se retrasa en el mundo la implantación de la automación, y no otras menores, frecuentemente

utilizadas para explicar este retraso, como es la necesidad de grandes inversiones de capital y ocio.

8.12

RESUMEN, ESQUEMA Y ESTRUCTURA Resumen -Selección de la información esencial del texto, formando otro texto más reducido que el resumido. -Puede ser utilizado por otras personas. -Riguroso respeto por la corrección sintáctica. -No utilización de abreviaturas y signos no ortográficos. Esquema -Selección de la información esencial del texto, formando otro más reducido. -Su realización sirve como método de estudio (uno de los mejores para las disciplinas humanísticas): supone un ejercicio de reflexión sobre el carácter esencial y accesorio de la información y sobre las relaciones entre las ideas, ejercicio que constituye un óptimo modo de estudiar. -Sus características deben estar subordinadas al objetivo de poder ser utilizado por su autor para recordar rápidamente al cabo de un tiempo el contenido del texto esquematizado. -Sólo conserva la información del texto que sea clave para el autor del esquema (con ella puede recordar todo el resto de la información esencial). -Se utiliza el espacio como signo: la distribución tipográfica tiene un significado: la llave significa análisis de elementos...etc. -Se pueden utilizar todos los signos que al autor del esquema le resulten operativos, aunque no sean ortográficos: flechas, flechas dobles...etc. Este uso puede facilitar la rápida asimilación del contenido del esquema. -Se pueden utilizar libremente toda clase de abreviaturas. -Suele tenderse a eliminar verbos conjugados, a que todo adquiera forma de título, mediante nominalizaciones de los verbos, y conversión de los sujetos y complementos verbales en complementos nominales. vgr.: Juan triunfó el año pasado > el triunfo de Juan del año pasado. Análisis de estructura -No contiene la información concreta del texto, sino que sólo refleja cómo está estructurado lógicamente. -Expresa con una formulación propia de título la función que realiza cada parte del texto dentro del resto. -Una estructura de un texto puede valer para construir un discurso sobre temas muy variados. -Su análisis, en cuanto que exige una importante tarea de reflexión y abstracción, es muy útil como método de estudio en las disciplinas humanísticas, y como método de aprendizaje de construcción de textos.