TEMA 6. ARTE PALEOCRISTIANO y BIZANTINO ARTE PALEOCRISTIANO 1. CATACUMBA DE SAN CALIXTO El origen de las catacumbas está en las antiguas canteras de piedra romana, agotadas y abandonadas. Los primeros cristianos aprovecharán estos laberintos de galerías añadiendo nuevos túneles. En la Vía Appia, a las afueras de Roma se hallan más de 40 catacumbas, debido a que el terreno en esa zona de la ciudad es toba de origen volcánico, muy resistente. Los cristianos las usaron como cementerios (ellos preferían la inhumación de los cuerpos en lugar de la cremación practicada por los romanos) y más tarde como lugar de refugio, y oración. Las más importantes son las de Priscila, Lucila, Domitila, Pretextato, San Sebastián y San Calixto. Las catacumbas proliferan antes del Edicto de Milán (año 313/ por el que Constantino establece la libertad de culto en el Imperio Romano. Desde ese momento el Cristianismo deja de ser ilegal.

La de SAN CALIXTO, del siglo III fue descubierta en 1819 y está considerado el mayor complejo funerario cristiano conocido, formando una red de galerías de 10km, que en algunas zonas llegan a cuatro pisos y una profundidad de 20m. En ellas se enterraron decenas de mártires, 16 pontífices y muchos cristianos. Debe su nombre al diácono Calixto, jefe del cementerio, nombrado papa posteriormente, y destinada por él a ser tumba oficial de los obispos de Roma. Las criptas o galerías subterráneas de esta catacumba presentan corredores (ambulacros) con cuatro pisos de fosas rectangulares (Ioculi) o semicirculares (arcosolia) excavadas en las paredes y cerrados con lápidas de mármol, donde se enterraban los miembros de la comunidad cristiana. En algunas zonas estas galerías se ensanchan formando cubículos de forma cuadrada o poligonal, lugares donde se daba sepultura a los mártires, y servía también de lugar de reunión. Más que valor arquitectónico, estos espacios angustiosos y oscuros, tienen valor un testimonial e histórico, y constituyen un catálogo de la primera iconografía cristiana.

2. EL BUEN PASTOR Catacumba de San Calixto. Siglo III. La decoración de las catacumbas es exclusivamente pictórica, siempre dentro de una gran sencillez. Técnicamente, estas pinturas, realizadas al fresco sobre el enlucido de las paredes, son rudimentarias en ejecución y colorido, manifestándose en ellas el desconocimiento de la perspectiva. La decoración es muy escasa: se trazan algunos elementos arquitectónicos y guirnaldas o varios campos (espacios delimitados mediante líneas) en los que aparecen las figuras. Pinturas muy convencionales que se nutren, generalmente, de temas tomados del arte pagano, pero muy interesantes porque se ensaya con ellas la primera iconografía cristiana. Buen ejemplo de es la figura de Cristo como el Buen Pastor que guía a su rebaño (los fieles), y que físicamente se pudo inspirar en temas pastoriles griegos como el moscóforo (portador del ternero) y el crióforo (portador del cordero), o incluso en las figura de Hermes o Apolo. Cristo aparece, pues, alegóricamente salvando el alma del hombre, la oveja descarriada, el pecador; relato basado en la parábola de la oveja perdida de los Evangelio de San Lucas y San Juan. La figura de Cristo es la de un joven imberbe portando sobre sus hombros el cordero, como salvador de almas. Una visión amable de la doctrina de Cristo. Apenas hay alusiones al paisaje y carece de efectos ilusionistas, es decir, no hay interés en representar el espacio físico. En el arte cristiano primitivo las figuras son expresivas pero no bellas en el sentido que le darían los griegos y romanos, ya que su función era didáctica: enseñar las verdades de la fe a un pueblo iletrado, con un significado simbólico fácilmente reconocible.

3. CRISTO COMO MAESTRO, LA IGLESIA COMO ORANTE Y LA VIRGEN CON EL NIÑO Pinturas murales en la Catacumba de Santa Priscila. Siglo III.

(Aplicar las características de la pintura paleocristiana) Tema alegórico y convencional de Cristo como Maestro impartiendo la sabiduría divina basado en el Evangelio de San Mateo. Es un tema docente, en el que se le representa como un filósofo romano enseñando a sus discípulos. Se representa a la Iglesia como Orante, una personificación en una figura con los brazos elevados hacia el cielo aludiendo a la plegaria universal de la cristiandad. La Virgen se muestra como madre, sedente y con el Niño en el regazo.

4. BASÍLICA DE SAN PEDRO (reconstrucción de la Basílica paleocristiana original) Siglo IV, hacia el año 320. Roma. La arquitectura paleocristiana es posterior al Edicto de Milán de año 313, cuando los cristianos pueden celebrar el culto libremente. Necesitaban un edificio de gran capacidad para congregar a gran número de personas y a los sacerdotes reunidos durante la liturgia (los templos griegos y romanos, en cambio, solo albergaban las imágenes de los dioses, ya que las ceremonias se celebraban en el exterior). Se cristianizó la basílica romana por sus amplias dimensiones y porque era un edificio que no había servido anteriormente para culto de otras religiones (era con los romanos tribunal de justicia y sede del mercado). La primera basílica de San Pedro del Vaticano, construida por Constantino, fue la mayor iglesia de esa época en Occidente. Se levantó donde se suponían enterrados los restos del apóstol y se convirtió en modelo de basílica hasta muy entrada la Edad Media. Características de las basílicas paleocristianas: PLANTA: EXTERIOR:

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-Basilical (alargada), de cruz latina. -Sobrio, muros lisos, sin ornamentos -Dos torres-campanario en fachada -Atrio (patio porticado)



-Cubierta a dos aguas en nave central y a un agua en las laterales.

INTERIOR:

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-Nártex a los pies del edificio: vestíbulo transversal abierto en columnatas o puertas. -Tres o cinco naves longitudinales, separadas por filas de columnas, sobre las que se apoyan arcos o dinteles. La nave central es más ancha y más alta que las laterales; la diferencia de altura permite abrir una hilera de ventanas que ilumina el interior. La gran diferencia con la basílica romana es la sustitución de la bóveda de piedra en los techos por tableros horizontales lisos o acasetonados que ocultan un armazón de vigas de madera. -Transepto: nave transversal que cruza el cuerpo longitudinal y antecede al ábside. Esta parte caracteriza al edificio religioso cristiano, ya que le da a la planta la forma simbólica de la cruz. -Presbiterio: lugar donde está el altar y se oficia la misa, presidido por la cátedra (silla) del obispo; es una reconversión del pretorio (estrado de la basílica romana donde se situaba el magistrado). Acaba en un ábside semicircular (se orientaba a los Santos lugares de Jerusalén y simbolizaba la cabeza de Cristo) que viene precedido por un arco de medio punto que remata la nave central, a modo de arco triunfal, en clara alusión al triunfo de la Iglesia. Cerca del presbiterio iban dos dependencias funcionales: el "diaconicum" o sacristía y la "prótesis" donde se preparaban las especies eucarísticas.

5. SANTA SABINA (Roma) Esta basílica paleocristiana, construida en el siglo V (422-432), se ha conservado sin apenas modificaciones posteriores, y por tanto se encuentra muy parecida a su estado original. Fue construida por el sacerdote Pedro de Iliria tras el saqueo de Roma por Alarico I, en el lugar donde estaba la casa de la matrona romana Sabina, santificada posteriormente por el Cristianismo. Exteriormente presenta dos torres flanqueando la entrada, un nártex con galería columnada para los catecúmenos y un atrio porticado que llevaba una fuente para los catecúmenos, ya que sólo los bautizados podían entrar en la iglesia. Las cubiertas son a dos aguas en la nave central y a una sola en las laterales. Interiormente consta de tres naves precedidas por un nártex. La central es más alta y ancha que las laterales (la diferencia de altura de las naves se aprovecha para abrir hileras de ventanas que iluminan el interior) y desemboca en un ábside semicircular, que se convierte en el elemento más significativo de los templos cristianos al localizarse delante de él la mesa del altar. El ábside está cubierto con bóveda y presenta tres ventanas, símbolo de la Santísima Trinidad. Un iconostasio separa las naves del presbiterio, donde se encuentra el altar, la cátedra del obispo y un banco semicircular adosado al muro del ábside para el clero. La concepción del espacio de las basílicas en sentido longitudinal tiene un significado simbólico: la orientación del espectador hacia el fondo, hacia el ábside, en sentido "procesional", marcando un "camino hacia Dios". Santa Sabina, como toda basílica paleocristiana, destaca por su sobriedad constructiva, en contraste con la arquitectura tardorromana. Esto se explica en función de una religión basada en la humildad que exige modestia en las formas y apariencias, así como en la necesidad de economizar costes y poder construir nuevos templos. La obra, por tanto, es de mortero recubierto con ladrillo, las paredes laterales son estrechas y las cubiertas de madera. Los elementos más ricos en Santa Sabina son las 24 bellas columnas corintias de mármol de Paros que separan las naves, reutilizadas (material de acarreo) de un edificio cristiano del siglo II. Las columnas sostienen arcos de medio punto ligeramente peraltados. También es muy elegante, aunque sobria, la cubierta adintelada con casetones.

ARTE BIZANTINO 6. SANTA SOFÍA 532-537. Constantinopla, hoy Estambul, Turquía. Materiales utilizados: ladrillos, tejas porosas de la isla de Paros, mármoles y mosaicos. Dimensiones: 69,70 m (ancho) x 80,90 m (largo); 55,60 m (alto). El templo dedicado a la Sabiduría Divina se construye bajo el mandato de Justiniano en la Primera Edad de Oro del arte bizantino (siglo VI). Sus autores son Isidoro de Mileto y Antemio de Tralles, ambos expertos en estática, cinética y matemáticas. Antemio, que domina también la pintura, la escultura y la geometría descriptiva, idea teóricamente el edificio, mientras Isidoro, profesor en las universidades de Constantinopla y Alejandría, da cuerpo a la idea. En el EXTERIOR lo que destaca es la gran cúpula asentada sobre un tambor de ventanas, y el muro lleno de aperturas y reforzado por grandes contrafuertes que dan un aspecto macizo, pero son imprescindibles para sujetar las tensiones laterales que ejerce la cúpula. Podemos decir que hay un gran contraste entre un exterior más bien pobre y una enorme riqueza interior, relacionado con las teorías neoplatónicas del cristianismo ortodoxo: la belleza es lo que está oculto, el alma, pero se descubre a través de los sentidos.

Lo más interesante en Santa Sofía es la PLANTA Y EL INTERIOR: la cúpula, de dimensiones desconocidas para la época (31 m de diámetro x 54 m de altura), semiesférica y reforzada interiormente por 40 nervios que se unen en el centro, condicionó la estructura de la basílica. la planta es un rectángulo cuyo centro está formado por 4 enormes pilares que delimitan un cuadrado. Estos pilares soportan gran parte del peso de la cúpula, apoyada sobre 4 gigantescos arcos de medio punto que, ayudados por un ingenioso sistema de pechinas (triángulos curvos), permiten pasar del cuadrado al círculo. Para absorber la enorme presión que ejerce la cúpula, al este y oeste se construyen dos medias cúpulas sostenidas por pilares colocados octogonalmente. Estas medias cúpulas, a su vez, se contrarrestan con 4 exedras o medias cúpulas menores. En conclusión, el empuje de la cúpula es conducido al suelo de forma gradualmente amortiguada, gracias a las innumerables bóvedas y elementos estructurales cuyas tensiones van anulándose mutuamente. Este complejo sistema de contrarrestos está distribuido de tal manera que el espectador no ve obstáculos cuando entra en la inmensa e impactante nave central. Esto es posible también porque las naves laterales ocultan los voluminosos pilares y están separadas de la central por un elegante doble piso de arcadas sobre columnas; esto se puede hacer porque los muros no

cumplen una función de soporte; lo mismo ocurre con las paredes superiores de la nave central, más alta que las laterales, perforadas por multitud de ventanas. Además de toda esta sabiduría técnica, tiene un papel fundamental la magia de la LUZ. Los vanos de los muros no se distribuyen al azar sino que están ubicados para crear un ambiente misterioso e irreal. Las ventanas de las naves laterales tienen cristales más oscuros que dan semipenumbra; el color se aclara -amarillo, púrpura c1aro,...-en las ventanas que iluminan la tribuna; y al llegar a la parte superior todo resplandece: las 40 ventanas que forman la base de la cúpula -más las de semicúpulas y exedras-irradian de tal modo que dibujan un "anillo de luz" sobre el que parece "flotar" la cúpula., símbolo de la bóveda celeste. Los riquísimos materiales empleados, de viva policromía, también contribuyen a este ambiente misterioso. Todo en el interior de la basílica fue revestido de riqueza. Muros y columnas son de mármol, pórfido y basalto; ábsides y cúpulas se cubrían con mosaicos con teselas de vidrio doradas y polícromas, entre las que aparecían piedras semipreciosas. Santa Sofía responde a la edad de oro del arte bizantino y a la necesidad de construir grandes edificios como triunfo del Cristianismo. Justiniano, en el siglo VI, como muestra del poder del imperio teocrático, levanta un templo sin rival. Santa Sofía dejó a la posteridad el empleo de pechinas a escala monumental para pasar de la forma cuadrada de la base a la circular de la cúpula; será una constante de la arquitectura bizantina y, más adelante, de la occidental. Con el empleo de la pechina ya o es necesario un tambor circular como ocurría en el Panteón de Roma, ahora los muros se hacen más ligeros y se pueden abrir en ellos multitud de ventanas o huecos. También dio un gran impulso al mosaico, la técnica que mejor permitía explotar las posibilidades de la luz y el color en el interior de las iglesias.

7. JUSTIANIANO y SU SÉQUITO Iglesia de San Vital en Rávena, Italia. Año 547. Mosaicos bizantinos. En este mosaico, situado en el muro izquierdo del presbiterio de San Vital, aparece el emperador Justiniano, captado en el momento de entregar una ofrenda para celebrar la inauguración de esta iglesia de Rávena, territorio bajo su dominio (en el lado contrario aparece la emperatriz Teodora). Hace ostentación de su poder terrenal y divino. Son considerados los mosaicos más importantes del arte bizantino en la llamada primera edad de oro o siglo VI, época correspondiente al reinado de Justiniano. El naturalismo propio del arte clásico deja paso a la representación hierática de los personajes, que resaltan sobre un fondo dorado. La técnica del mosaico se convirtió en el vehículo perfecto para decorar los interiores bizantinos; una planificada iluminación conseguía que el efecto cromático del mosaico superase al de la pintura mural. Los mosaicos contribuían a realzar la sensación de espacio sagrado, lleno de significación religiosa, donde la intensidad del color, el brillo del oro y la luz suave y tamizada creaban un efecto sobrenatural.

El espacio de las iglesias bizantinas, totalmente jerarquizado, reservaba a los mosaicos las cúpulas, bóvedas y ábsides; es decir, las zonas de mayor importancia, las que simbolizaban en ámbito de lo celeste. Justiniano y su esposa se sirven de estas imágenes situadas en el interior de la iglesia para reafirmar su poder. La posición central que ocupa el emperador en el mosaico y la aureola o nimbo (reservado a los santos) sobre su cabeza reflejan su importancia tanto en el mundo humano como en el espiritual, ya que Justiniano esperaba ser considerado como el decimotercer apóstol, el encargado de hacer triunfar el reino de Cristo sobre la tierra. Con Justiniano el arte musivario bizantino alcanza su apogeo, empleándose por todo el imperio para obtener efecto de opulencia. Se caracterizan por la amplia gama cromática, gracias al empleo de gran variedad de teselas (piezas de pasta vítrea, mármol, piedra,... coloreadas con óxidos metálicos y a veces recubiertas por láminas de oro o plata, colocadas sobre una superficie de cemento, siguiendo un dibujo previo). En esta escena el emperador viste manto púrpura oscuro, que destaca su figura por encima del resto de los personajes. Su rostro es de gran expresividad, autoritario y severo, pero los ojos almendrados y las figuras planas y alargadas recuerdan el arte arcaico griego y le dan un marcado hieratismo y rigidez a los personajes; la influencia griega es palpable también en los pliegues de las túnicas. Algunos autores hablan de un canon estilizado de 9 cabezas o tres torsos, y la cabeza tomaría como módulo la nariz (3 veces). La composición carece de perspectiva; los pies abiertos eran sensación de ingravidez; los integrantes parecen flotar sobre un fondo dorado que contribuye a crear una atmósfera irreal e in temporal. Los elementos arquitectónicos -dos columnas corintias que delimitan los extremos de la escena-tienen poca relevancia. Justiniano, que aparece procesionando, lleva en sus manos la ofrenda, una patena de oro. Lo flanquean, a su izquierda, el obispo Maximiano de Rávena que lleva una cruz y

tres miembros más de la Iglesia -uno de ellos porta los Evangelios y otro un incensario que simbolizan el apoyo del clero; y a su derecha, dos generales -el de la barba es Belisario, jefe militar que conquistó Rávena-que reafirman el reconocimiento de la autoridad del emperador por parte del ejército y varios soldados, uno de los cuales sostiene un escudo con el crismón del Salvador, emblema de Constantino, primer emperador cristiano de Roma. En definitiva, antinaturalismo, hieratismo, simetría, colores brillantes, gusto por lo abstracto y lo ornamental, estatismo, isocefalia (todas las cabezas a la misma altura), contornos marcados, fondos dorados, ausencias de sombras o claroscuros, lujo y suntuosidad, elevación del hombre al plano divino,... son características de un arte musivario teológico, político y utilitario al servicio del emperador.

8. CRISTO COSMÓCRATOR Ábside de San Vital en Rávena, Italia. 546 Mosaicos bizantinos de época justinianea. La decoración musivaria del ábside presenta la iconografía de Cristo Cosmócrator, es decir, Cristo en Majestad entronizado sobre el globo del Universo. Aparece flanqueado por ángeles y santos sobre un impresionante fondo de teselas doradas. El Redentor es mostrado joven e imberbe, sosteniendo en una mano el rótulo de los siete secretos yen la otra ofrece la corona de la gloria del martirio a San vital, que aparece a Su derecha, vestido con una espléndida túnica. A la Su izquierda el obispo Ecclesio, promotor de la edificación de San Vital, ofrece la iglesia a Cristo (en las manos tiene un modelo de la misma). Los personajes aparecen sobre un prado que representa el jardín celestial, lleno de flores, con los cuatro ríos estilizados y sobre ellos un cielo de cirros multicolores. Toda la composición se integra perfectamente en la gran superficie del ábside.

9. MOSAICOS DE SAN APOLINAR EL NUEVO 520. Rávena, Italia. En esta iglesia de planta basilical aparecen dos magistrales escenas musivarias sobre los arcos de ambos muros de la nave central. Se trata de Procesiones de Santas Vírgenes y Santo Mártires. La COMITIVA DE SANTOS parte del palacio de Teodorico y concluye ante una imagen de Cristo Redentor, majestuoso, entronizado, rodeado de cuatro ángeles. Es un Cristo barbado, con nimbo crucífero sobre la cabeza, bendiciendo con la mano derecha a la manera bizantina y con la luz en la izquierda (simbolismo "ego sum lux mundi ). Hacia él se dirigen los 26 santos, en una procesión majestuosa y rítmica en horizontal, pero sobria, con poca ornamentación; sólo el blanco de las túnicas resalta sobre el verde de los prados y las palmas, atributo de los mártires. Sobre la procesión y entre las ventanas aparecen figuras aisladas de profetas y patriarcas de la Iglesia, y arriba de todo, sobre las ventanas, escenas de la vida y la Pasión de Cristo, en las que se representan milagros. Como todos los mosaicos en el mundo bizantino, éstos también tienen una función utilitaria: tema imperial cristianizado al servicio de un mundo en el que se unen religión y poder.