Sobre las relaciones gramaticales del buglere 1

Lingüística Chibcha (ISSN 1409-245X) XXV: 65-78,2006 Sobre las relaciones gramaticales del buglere1 J. Diego Quesada* Resumen Este trabajo describe ...
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Lingüística Chibcha (ISSN 1409-245X) XXV: 65-78,2006

Sobre las relaciones gramaticales del buglere1 J. Diego Quesada* Resumen

Este trabajo describe la naturaleza de las relaciones gramaticales existentes en el buglere, también llamado bocotá, lengua de afiliación chibcha que se habla en Costa Rica. Plantea que el buglere sigue un patrón nominativo-acusativo y cuestiona el análisis presentado en Jara (1989) según el cual esta lengua sería del tipo activo/no activo. Abstract

This paper provides a description of grammatical relations in Buglere, also known as Bocotá, a Chibchan language of Costa Rica. The analysis raises the issue that this language follows the nominative- accusative pattern and challenges the view advanced in Jara (1989) that it belongs to the active/ non- active type.

1. Introducción El buglere, o sabanero, nombres que sus hablantes le dan a esa lengua de afiliación chibcha, se habla en Costa Rica como producto de la migración de sus hablantes, los buglé, principalmente durante la segunda mitad del siglo 20. Los estudios de esa lengua, sin embargo, son bastante escasos. Salvo una breve descripción de su sistema fonológico (Margery 1996), un glosario (Margery 1993), y un par de artículos sobre aspectos morfosintácticos (Solís 1989, 1992), el primero sobre cuantificadores numerales y el segundo sobre posesión, lo demás ha sido mera recopilación de textos sin mayor trascendencia para el conocimiento propiamente dicho de la estructura morfosintáctica de esa lengua (véase bibliografia). Cabe mencionar a este respecto un artículo sobre la afiliación tipológica del buglere (Jara 1989), que clasifica a esta lengua como del tipo activo/no activo. En este trabajo se examina y cuestiona esa aseveración (§2) y se demuestra que la misma es producto de un análisis sintáctico ________

* Universidad Nacional, Costa Rica Recepción: 17/4/06 - Aceptación: 5/5/06

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errado, una equívoca interpretación de fuentes y una confusión de conceptos (e.g. relaciones gramaticales, sistema de casos,voz). Luego se procede a demostrar (§3) que las relaciones gramaticales del buglere siguen el patrón nominativo-acusativo, uniéndose a las otras siete lenguas de la familia que siguen ese patrón (paya, rama, boruca, teribe, cuna, chimila y barí; cf. Quesada 1999a. 1999b, 2004). Finalmente se comenta de manera breve (§4) las implicaciones de este hecho en el contexto de la morfosintaxis comparativa chibcha. Antes de entrar en materia, es conveniente repasar algunas cuestiones elementales sobre relaciones gramaticales. En la lingüística moderna se entiende por relaciones gramaticales “relations between arguments and predicates in a level of linguistic structure that is independent (or “autonomous”) of semantic and pragmatic influences” (Payne 1997: l29). Esas relaciones, a su vez, son en esencia prototipos (sintactizados) de funciones comunicativas cuyo fin es codificar la realidad externa, tal y como la percibe la mente, lo que por lo genera1 ocurre en términos de causa-efecto2. En lo que respecta a los mecanismos lingüísticos utilizados por las lenguas para expresar las relaciones gramaticales se encuentran la marcación de casos, la referencia cruzada o indexación de los participantes en el predicado, los sistemas pronominales, y el orden de las palabras. Las relaciones gramaticales más comunes son las de sujeto y objeto: el primero se concibe como punto de partida de la predicación, donde confluye una serie de características tales como agentividad, tematicidad (cf. Quesada 2001), mientras que el segundo tiene que ver con el punto de llegada de la predicación. Por lo general, existe una afinidad entre roles semánticos y relaciones gramaticales, tal que los sujetos corresponden (en situaciones no marcadas) a los roles de agente, dativo y los objetos a pacientes, dativos y otros, en un orden jerarquizado precisamente por la accesibilidad de los roles semánticos a esas funciones comunicativas (véase Givón 1984, Cap. 5). La noción de transitividad juega un papel importante en la creación de los sistemas de relaciones gramaticales, pues dependiendo de ésta no solo la relación gramatical de sujeto se hace pertinente para la descripción de cualquier lengua, sino que también se puede identificar el rol tanto semántico como sintáctico de los argumentos de un predicado. Así pues, una oración intransitiva constará de solo un participante, el cual comúnmente se representa como S, mientras que una oración transitiva constará de dos, los cuales se denominan A y O. Como es sabido los diferentes sistemas de relaciones gramaticales se originan de la “agrupación” que se haga de estos tres roles. Las lenguas nominativo-acusativas oponen A y S a O, donde los primeros coalescen en la categoría sintáctica de sujeto, mientras que las lenguas ergativo-absolutivas oponen S y O a A, donde los primeros se denominan caso absolutivo y el segundo como caso ergativo. Existe un tercer patrón de organización de relaciones gramaticales, el conocido como activo/no activo en el que la categoría de sujeto se escinde según la transitividad del verbo, de tal manera que los sujetos de verbos transitivos se oponen Lingüística Chibcha (ISSN 1409-245X) XXV: 65-78, 2006

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morfosintácticamente a los sujetos de los verbos intransitivos. Algunos autores (e.g. Dixon 1994, Payne 1997) analizan este patrón como un tipo de ergatividad escindida, cuya causa es precisamente el tipo de verbo.3 En cuanto a codificación, brevemente se ilustra cada uno de los tipos mencionados anteriormente. El español es una lengua acusativa por excelencia, la cual marca la oposición de A y S contra O tanto en la morfología verbal como en el sistema pronominal, como se ilustra en los ejemplos de (1) y (2), respectivamente: (1a) Los perros mordie-ron a Juan (1b) Los perros murie-ron (1c) Juan mat-ó a los perros (2a) Vos me viste (2b) Vos viniste (2c) Yo te vi En las lenguas ergativas el patrón se manifiesta en la morfología verbal, como en damana (3), o en la marcación directa, como en bribri (4): (3a) m-n-pash-ka 2SG.ERG-1 SG.ABS-golpear-FACT ‘Vos me golpeás’ (3b) ma-wn-ka 2SG.ABS-vomitar-FACT ‘Vos vomitás’ (3c) m- mo- ka 2SG.ERG-llorar-FACT ‘Vos llorás’

(adaptado de Trillos 1989: 56-7).

(4a) ie-r dìw- sa-we 3SG-ERG sol-ABS ver-PERF ‘Ella vio el sol’ (4b) dìw-  mìchò sol-ABS ir ‘El sol va’ (4c) ie- túrkeka dìwö ska 3SG-ABS brincar sol hacia ‘Ella brinca hacia el sol’ Lingüística Chibcha (ISSN 1409-245X) XXV: 65-78, 2006

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En cuanto a las lenguas del tipo activo/no activo, en tanto manifestaciones de ergatividad escindida, igualmente la expresión puede darse en la morfología verbal, como en el caso mismo del damana, donde el morfema de persona alterna según la transitividad del verbo, como se aprecia en (3b) y (3c), o en la marcación directa, como en el caso del guaymí (5), donde el morfema ergativo se “extiende” a un verbo transitivo en virtud de la agentividad de S (los ejemplos en (5) suponen el tipo activo/ no activo como un tipo de ergatividad á la Dixon): (5a) Toma gwe Dori dëma-ini Tom ERG Doris besar-PERF ‘Tom besó a Doris’ (5b) Dori gwe blit-ani Doris ERG hablar-PERF ‘Doris habló’

(adaptado de Payne 1997: 146-7).

(5c) Ti-ø nü jüben 1 SG.ABS venir-PERF bañarse ‘Vine a bañarme’

(Kopesec 1975: 26).

Así las cosas, se puede proceder a examinar la clasificación del buglere como lengua del tipo activo/no activo. 2. La afiliación tipológica del buglere según Jara (1989) El análisis de Jara (1989) presenta tres inconvenientes. En primer lugar, llama profundamente la atención que la autora afirme, sin ilustrar convincentemente, que “la lengua bocotá opta por el tipo de marcación activo-no activo, con la restricción de que la marca de sujeto agente sólo se manifiesta cuando el verbo no va acompañado de auxiliar” (1989: 106). Basta un conjunto de tres ejemplos (como en (1), (3), o (4), arriba) para demostrar que, al menos en las estructuras más sencillas, realmente se trata de tal o cual tipo de organización morfosintáctica. Empero, la autora menciona una supuesta restricción sobre el tipo no demostrado; es decir. ¿Cómo apreciar la restricción, si ni siquiera se ha demostrado realmente la afiliación tipológica?. Además esa supuesta restricción, al menos así como aparece planteada en la cita, no tiene motivación aparente; ¿será porque el auxiliar, el verbo kle ‘estar’, se origina de una construcción estativa, lo que hace que su único participante e codifique como paciente y que al entrar en sintagmas verbales para expresar el aspecto progresivo venga desprovisto de la supuesta marca de sujeto activo? Aunque ese fuera el caso, Lingüística Chibcha (ISSN 1409-245X) XXV: 65-78, 2006

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la situación no se aclara por cuanto hay casos donde no hay auxiliares y tampoco aparece la supuesta marca de agentividad, tanto en los ejemplos de Jara (6), como en las narraciones de Margery (7), como en los datos que este autor ha recopilado en sus visitas al campo (8): (6) Cha mıaln i gude 1SG nunca yuca comer ‘Yo nunca como yuca’4

(Jara 1989:118).

(7) Giti Chubé doiá joyáble girógro julíta jinande Así Chubé enemigo llegar-PDO niño todos buscar ‘Y así el enemigo de Chubé fue a buscar a todos los niños’

(Margery 1989: 158).

(8) Gudde siu ngabeg-able tigre cabra matar-PDO ‘El tigre mató a la cabra’ Los anteriores ejemplos cuestionan seriamente la clasificación del buglere como lengua del tipo activo/no activo. Un problema adicional que evidencia el análisis de Jara tienen que ver con la aplicación un tanto forzada del sistema de tam (tiempo, aspecto y modo) del buglere dentro del sistema de categorías que Jakobson propuso para el verbo ruso a finales de los años cincuenta. Si bien la categorías gramaticales en su dimensión conceptual, son de naturaleza universal, en su manifestación específica están constreñidas por factores tipilógicos estructurales y hasta pragmáticos.En el caso en cuestión, al aplicarse de manera un poco rígida el esquema de Jakobson , se procedió a identificar el tipo de organización de relaciones gramaticales como “voz”. Así pues se confunde la categoría de voz, una categoría que tiene que ver con la relación entre un verbo y sus argumentos, en especial el que funciona como sujeto5, con el concepto de relación gramatical (véase § 1.), presentando como evidencia de una afiliación tipológica específica las supuestas “voces” que propone para el buglere. El resultado es una confusión de una magnitud tal que no solo se produce una serie de “sincretismos categoriales” (entiéndase las mismas formas con múltiples etiquetas),6 sino que termina haciéndose una aseveración que no solo no se demuestra, como se señaló al inicio de esta sección, sino que está reñida con los conceptos actuales de la tipología lingüística. Baste con decir que si el patrón activo/no activo fuera una dicotomía de VOZ, entonces las lenguas ergativas podrían verse como poseedoras de dos “voces”, la “voz ergativa” y la “voz absolutiva”, lo mismo que las acusativas tendrían la “voz nominativa” y la “voz acusativa”.

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Finalmente hay que mencionar que los supuestos ejemplos de oposición entre construcciones activas y no activas son básicamente oposiciones entre órdenes de palabras; así pues lo que para Jara entre (9a) y (9b) es una oposición de “voz” (que no es lo mismo que una manifestación del tipo de organización de las relaciones fundamentales conocido como tipo activo/no activo) resulta ser simplemente una oposición entre el orden SOV, canónico, y OV con agente suprimido o anáfora cero, tan común en las lenguas chibchas: (9a) Cha no glikuara hlnga 1SG “AG” tabla despegar-PDO ‘Despegué la tabla’ (9b) [ø] Glikuara hlnga [ø] tabla despegar-PDO ‘Despegaron la tabla’

(Jara 1989: 127).

Lo interesante es que, aún si se aceptara que hay un error al confundir relaciones gramaticales con categoría verbal, y se postulara la existencia de una diátesis mediopasiva, (9b) sigue representando un estado de cosas activo; el que no se exprese el agente no implica que glikuara sea el sujeto de la oración (véase §3). Por lo tanto, ni hay “voz no activa”, ni mucho menos es el buglere una lengua cuyas relaciones gramaticales sigan el patrón activo/no activo, como lo conoce la tipología moderna.7 Así pues, queda solo una opción para analizar las relaciones gramaticales en esa lengua, el sistema nominativo-acusativo. 3. El patrón nominativo-acusativo en el buglere Como se mencionó en §2, con un conjunto de tres oraciones se puede demostrar la afiliación tipológica de una lengua. En este caso específico se va a utilizar dos juegos de ejemplos, uno en el que los sintagmas nominales en cuestión aparecen en forma pronominal (10) y otro en el que aparecen como plenos, es decir, con expresión léxica (11). La presencia de no en (10a-b) es facultativa, según los informantes: (10a) Ba (no) cha ba-dre 2SG? 1 SG golpear-PDO ‘Vos me pegaste’ (10b) Cha (no) ba ba-dre ISG ? 2SG golpear-PDO ‘Yo te pegué’ Lingüística Chibcha (ISSN 1409-245X) XXV: 65-78, 2006

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(10c) Cha tui San Vito 1 SG vivir San Vito ‘Yo vivo en San Vito’ (11 a) Guirogro isi ngambe-ge niño culebra matar-PDO ‘El niño mató la culebra’ (11 b) Isi guirogro daga-blede culebra niño morder-PDO ‘La culebra picó al niño’ (11 c) Guirogro kle oade niño estar vivo ‘El niño está vivo’ Dado que el buglere no posee referencia cruzada, el único indicador de la organización morfosintáctica de la lengua será la marcación directa, lo que remite una vez más al marcador no. Tanto los ejemplos de (10) como los de (11) demuestran que la lengua no hace especial distinción entre S y O por un lado y A por el otro; los sintagmas nominales, léxicos y pronominales, se codifican por igual independientemente de la transitividad del verbo. La presencia de no parece obedecer a aspectos que no tienen que ver con relaciones gramaticales (véase anterior nota al pie); podría argumentarse que el uso de no es una instancia de marcación intermitente, tan común en las lenguas chibchas (cf. Quesada 2000);8 sin embargo, se dan casos, como (12), que expresan situaciones altamente transitivas y los hablantes rechazan la presencia de no, así como (13), donde el sujeto intransitivo puede aparecer facultativamente seguido del morfema en cuestión: (12) *Juan no ke teg-le Juan ? piedra tirar-PDO ‘Juan tiró la piedra’ (13) Cha no tui-ble San Vilo 1SG ? vivir-PDO San Vito ‘Yo viví en San Vito’ Por lo tanto, no hay razones realmente de peso para postular que las relaciones gramaticales del buglere siguen el patrón activo/no activo. Siendo ese el caso, no queda más que inclinarse por la opción de que se trata de una lengua nominativoLingüística Chibcha (ISSN 1409-245X) XXV: 65-78, 2006

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acusativa, y que la función del morfema no es de naturaleza informacional. Bajo ese marco, los ejemplos aceptados y no aceptados presentados hasta ahora encuentran una explicación natural. Y si esta lengua sigue el patrón nominativo- acusativo, la existencia de relaciones gramaticales como sujeto, objeto, e incluso dativo, debería ser demostrable. Eso es lo que se ilustra en el resto de esta sección. 3.1. Sujeto En buglere los sintagmas nominales sujetos se pueden identificar solo sintácticamente, ya por su posición en la oración, la cual en la mayoría de los casos es al inicio, ya por ciertos procesos sintácticos que requieren la existencia de la categoría de sujeto, tales como cláusulas biverbales (14) o la reflexivización (15-b) y la reflexivización posesiva, también llamada posesión externa (16): (14) Kuang muire chre gliga-bledenu gide ily-able no CL-HUMANO mujer carne lavar-PDO y cocinar-PDO ? ‘Las mujeres lavaron la carne y la cocinaron’ (15) Cha mung gug-lere 1SG REFL quemar-PERF ‘Me quemé’ (16) Pedro mung ko dada-blega Pedro REFL brazo cortar-PDO ‘Pedro se cortó el brazo’ En (14) aparecen dos verbos coordinados en virtud de que comparten el mismo referente, a saber, un constituyente que cumple una función sintáctica específica, el punto de referencia de la predicación, o sea la de sujeto. De igual manera, en (16) la expresión de posesión es posible por la correferencia que existe entre el primer SN de la oración y el morfema reflexivo; esa es precisamente la relación de sujeto. 3.2. Objeto El objeto directo en buglere se puede identificar sintácticamente por su posición contiguo al verbo; el SN objeto y el verbo forman una unidad cohesiva, por lo que en la mayoría de los casos de oraciones transitivas (véase §4, sobre voz media) cualquier SN preverbal se puede analizar como el objeto de la cláusula:

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(17) Cha gu-gle 1 SG quemar-PDO ‘Me quemaron’ En el caso de las oraciones reflexivas, (15) arriba, el marcador mung es sintácticamente el objeto y también aparece en posición preverbal. 3.3. Dativo Los participantes dativos se pueden identificar por su manifestación como objetos de sintagmas posposicionales; la posposición “dativa” en buglere es ke, con alomorfo fonológicamente condicionado [e], (18). Existe en buglere, además, el fenómeno de los sujetos dativos; con ciertos verbos (e.g. de percepción) el sujeto aparece codificado como un sintagma nominal dativo y la fuente aparece en posición preverbal, como en (19). La existencia de sujetos dativos brinda evidencia adicional acerca de la existencia de esta relación gramatical en el buglere: (18) Kuigueba je du gabataudgobogue cha ke huevo DEM dar doce 1 SG para ‘Dáme esos doce huevos’ (19) Kuang muire krullugue cha ke guie CL- HUMANO mujer escuchar 1 SG para cantar ‘Escucho a las mujeres cantar’ 3.4. Oblicuos Finalmente existen relaciones gramaticales oblicuas, las cuales se expresan por medio de sintagmas posposicionales. Entre las relaciones semánticas que esos sintagmas expresan están instrumental, por medio de la posposición guide (20), comitativo por medio de gle (21), y varias relaciones locativas, como en (22) y (23). El común denominador de todos los sintagmas posposicionales es que tienden a aparecer en posición final de cláusula. Por el momento no parecen existir procesos sintácticos que afecten a los sintagmas oblicuos: (20) Che mana to badre gli hada guidi 3SG perro golpear-PDO garrote con ‘Él golpeó al perro con el garrote’

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(21) ¿Chema gle ba chugu? quién con 2sG venir.PDO ¿Con quién viniste? (22) Cha mana chugu chi segue 3SG venir.PDO laguna desde ‘Él vino de(sde) la laguna’ (23) Gli kueri chi nguiena árbol grande agua cerca ‘Hay un árbol grande cerca de la quebrada’ 4. Conclusión Un último aspecto relativo a la supuesta afiliación tipológica del buglere tiene que ver con construcciones como las ejemplificadas en (24), que Jara analiza como ejemplos de la existencia de una “voz” activa (24a) opuesta a una “voz” no activa. Tales casos verdaderamente constituyen oposiciones de voz, pero no de voz en tanto confusión con RELACIÓN GRAMATICAL, sino de una oposición entre voz activa y voz media. Evidencia de ello lo constituye el hecho de que se trata de construcciones con relativa transitividad, con un solo participante, de lectura en muchos casos impersonal y, al decir de los informantes, “accidental”, así como de una expresión morfológica en el verbo, el morfema -du (y variantes aún por identificar) todas ellas características interlingüísticas definitorias de la voz media (cf Kemmer 1993, Quesada 1998). De hecho, la versión no media, es decir activa, de (24b) es (15), repetida aquí como (24c); asimismo en la construcción activa (17), repetida aquí como (24d) el sintagma nominal preverbal es el objeto; la diferencia, pues, se manifiesta en el morfema -(é) du: (24a) Cha no gliá gug-le 1 SG “AG” hojas quemar-PDO ‘Quemé hojas’ (24b) Cha gugé-du 1 SG quemar-“PERF-NO-ACTIVO” ‘Me quemé’ (Jara 1989: 108). (24c) Cha mung gug-lere 1SG REFL quemar-PERF ‘Me quemé’ Lingüística Chibcha (ISSN 1409-245X) XXV: 65-78, 2006

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(24d) Cha gu-gle 1 SG quemar-PDO ‘Me quemaron’ La existencia de una voz media en buglere no solo demuestra que el análisis de esta lengua como del tipo activo/no activo es erróneo, sino que explica por qué la supuesta afiliación tipológica aparece como “disparatada” en su codificación; es decir, siguiendo a Jara, existen casos de oposiciones de situaciones con sujetos activos con otras con sujetos no activos con ausencia total de morfología correspondiente, pero de pronto aparecen supuestas oposiciones de sujetos activos/no activos con expresión morfológica en el locus errado, el verbo. Baste recordar que las relaciones gramaticales y los sistemas de casos son categorías nominales; su expresión en el verbo las convierte en otra categoría. Y precisamente lo que la oposición entre (24a) y (24b), arriba, muestra es la existencia de una oposición de miembros de una categoría verbal. Siendo así no hay que recurrir a explicaciones poco plausibles para justificar que una categoría nominal (caso) tenga su locus en otra (el verbo). No queda más, pues, que reconocer que el buglere es una lengua acusativa con la existencia de una voz media claramente identificable y que cualquier análisis que proponga una afiliación tipológica diferente deberá hacerse sobre la base del comportamiento morfosintáctico de los sintagmas nominales. El verbo y sus categorías son harina de otro costal. Así pues, el buglere viene a unirse a las otras siete lenguas vivas de la familia cuyas relaciones gramaticales siguen el patrón nominativo-acusativo; también se une a las otras lenguas ístmicas que poseen voz media, tales como las viceítas (bribri y cabécar) y el cuna. Queda para futuras investigaciones un análisis pormenorizado de la voz media en buglere. Abreviaturas 1, 2, 3 persona grammatical ABS absolutivo “AG” sujeto activo (según Jara 1989) CL clasificador numeral DEM demostrativo ERG ergativo FAC modo evidencial/factivo

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NEG negativo PDO pasado PERF perfectivo PL plural REFL reflexivo SG singular

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Notas 1 Este trabajo se enmarca dentro del proyecto N° 022540 de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional: “Esbozo gramatical del buglere”. Los ejemplos para este estudio provienen tanto de publicaciones existentes (citadas como corresponde) como de trabajo de campo realizado en la reserva guaymí, en Coto Brus, Puntarenas. El autor agradece a Mayra Bejarano, Félix Santos, Ofelina Santos, y Jaime Atencio, todos hablantes nativos del buglere, por su valiosa cooperación para este proyecto. 2 La transitividad y la tendencia en las lenguas del mundo a codificar la realidad externa en términos de agentes y pacientes es prueba de ello. 3 Dixon distingue dos tipos de escisión, split-S (donde hay situaciones prototípicas de S, en las que éste se codifica como A o como O y donde todos los verbos caben automáticamente en una u otra) y fluid- S (donde S se asocia con A o con O dependiendo de cada situación específica). La discusión de si este tipo de organización o codificación de las relaciones gramaticales constituye una variante de la ergatividad es inmaterial para los propósitos del presente artículo. 4 Podría argumentarse que la ausencia de marca de agentividad aquí se debe al contenido negativo de la oración (lo que sería un caso de ergatividad escindida por polaridad), pero en el mismo artículo se cita un caso de oración negativa con presencia del supuesto marcador de sujetos activos: tampoco se puede argumentar que se debe a que el tiempo/aspecto de (6) al ser menos transitivo ejerza influencia en la codificación del sujeto como activo o no; siendo ese el caso, sería un tipo de ergatividad escindida por tiempo/aspecto, en cuyo caso igualmente habría que descartar el patrón activo no activo: (i) Cha no mıng i gud-able 1 SG “AG” NEG yuca comer- PDO ‘Yo no comí yuca’ (Jara 1989: 122). En cuanto a las glosas, éstas se han adaptado; en el caso del morfema libre no. que tanto Jara como otros autores (cg. Margery) glosan como agentivo, aquí se utilizará entre comillas cuando se refiera a las fuentes. Sobre la función morfosintáctica de este marcador véase Quesada (en preparación). 5 Una de las definiciones de voz más aceptadas en la actualidad es la de Klaiman (1991: 9), quien la define de la siguiente manera, “in basic structural configurations, verbs occur in relations with core nominals that are normal, or unmarked. Nonbasic, marked structural configurations arise by alterations in these normal relations. The function of voice marking is to signal intactness of normal relations”. 6 Por ejemplo, el modo indicativo (p. 107) y el aspecto perfectivo (p. 109), o el imperfectivo y el indeterminado con el “no pasado” (p. 109); por otro lado, ¡el “no pasado” y el “presente” son presentados como categorías diferentes! El futuro (p. 110), además de un tiempo “no pasado”, es también una “construcción copulativa” (p. 114), y “un aspecto imperfectivo determinado de la voz activa del modo indicativo” (p.1 16). El pasado reciente es un tiempo y además un “aspecto perfectivo pasado de la voz activa del modo indicativo”. La existencia de formas existenciales supletivas para polaridad es vista como muestra de la existencia de una categoría que la autora llama ESTADO, la cual precisamente no puede luego acomodar en el cuadro jerárquico de las categorías verbales del buglere propuesto “por manifestarse solo en un caso y no en el sistema general” (Jara 1989: 137, nota 2).

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7 Dado que la codificación del supuesto tipo activo se da en marcación directa- como lo hace Jara al glosar el morfema no como marcador de sujetos activos, no hay por qué esperar “voces” activas. Es decir, como en la mayoría de las lenguas ístmicas, en buglere no se indexan los participantes en el verbo, la expresión del tipo habrá que buscarla en el sistema pronominal o en la marcación directa. En cuanto al primero, al igual que en las lenguas ístmicas, el buglere no tiene paradigmas pronominales determinados por relaciones gramaticales. Así que solo queda la marcación directa sin embargo, un estudio pormenorizado de ese morfema (Quesada en preparación) muestra que ese marcador tiene una función relacionada con la estructura informacional y de manera indirecta con el sistema de casos (como un nominativo marcado). 8 De hecho, por aceptar acríticamente la postura de Jara, en esa publicación este autor preservó el error, y analizó la ausencia de no en contextos como (12) como marcación intermitente de la categoría de sujeto agente (activo).

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Lingüística Chibcha (ISSN 1409-245X) XXV: 65-78, 2006