SIGLO XXI: NUEVOS SIGNIFICADOS DEL PATRIMONIO CULTURAL Y DEL DESARROLLO

SIGLO XXI: NUEVOS SIGNIFICADOS DEL PATRIMONIO  CULTURAL Y DEL DESARROLLO.  Jorge Benavides Solís Dr. Arq. Profesor Titular de la ETSA. Sevilla benavid...
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SIGLO XXI: NUEVOS SIGNIFICADOS DEL PATRIMONIO  CULTURAL Y DEL DESARROLLO.  Jorge Benavides Solís Dr. Arq. Profesor Titular de la ETSA. Sevilla [email protected]

Resumen: La primera revolución industrial desató una relación antes desconocida entre crecimiento y patrimonio. La globalización además bajo un proceso más intenso y rápido, lleno de matices, ha generado un nuevo contexto en el cual deberá definirse el significado, el alcance y las funciones del Patrimonio Cultural ante al desarrollo sostenible, es decir, éticamente responsable frente al consumo de los recursos naturales y culturales no renovables. Palabras clave: patrimonio, cultura, desarrollo sostenible, legislación, antropología. The first industrial revolution triggered a previously unknown relationship between growth and equity. Globalization also under a more intense and fast process, full of hues, has generated a new context in which shall define the meaning, scope and functions of the Cultural Heritage against sustainable development, that is ethically responsible to the consumption of natural and cultural resources nonrenewable. Keywords: heritage, culture, sustainable development, law, anthropology.

EL PATRIMONIO ENTRE LA REALIDAD Y LA PALABRA. Cuando los españoles por primera vez en 1532 ascendieron a la sierra peruana, vieron que los indios comían una “raíz parecida a la turma de tierra”; al recibir la noticia, los alemanes la llamaran kartoffen (trufa) pero no los franceses, porque la asemejaron a una “manzana de tierra”. Se trataba de la papa. Los inkas cultivaban más de doscientas especias en altitudes entre 5000 y 50 m. de altitud. Algunos europeos, cuando, igualmente por primera vez vieron el mahís (palabra taína. Los incas decían zara), lo llamaron trigo de indias, trigo sarraceno (no cristiano) o grano turco. Poner nombre a las cosas en castellano fue una de las primeras y nuevas construcciones culturales que comenzaron a realizarse en Abya Yala, denominación de los indios cuna para lo que ahora decimos América en honor a Américo Vespucci. Sucedió cuando, según Broudel comenzó a “mundializarse” la economía o según Marx, se inició la primera etapa de acumulación capitalista.

Machu Picchu

chaki taklla para sembrar.

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A partir de 1492, América cambió la dimensión y el contenido del mundo (Elliot J.H: 1.990, Benavides S.: 2.005) porque, después de más de sesenta mil años de incomunicación con las sociedades de otros continentes, de pronto incorporó todo su fantástico, descomunal y extraordinario patrimonio que había acumulado hasta entonces: económico (el oro no tenía valor de cambio), cultural (más de quinientos idiomas, monumentos, etc.), social (un avanzado sistema de distribución. Entre los incas no había hambrientos), científico (los florentinos fueron a observar cómo los indios soldaban con platino y hacían filigranas), territorial, ecológico y medioambiental (respetaban los ecosistemas).

Caral, ciudad 5.000 a.p.

Catarata de Iguazú

Código mexicano s. XVI

Las palabras son indispensables para identificar tanto la realidad concreta como aquella abstracta (Bunge: 2004); cuando se la descubre y se la evidencia por primera vez, no hay otra forma de identificarla que no sea con la palabra; no existe otro instrumento más idóneo para nominarla, para describir, para comunicar. Pero cuando se hereda una lengua, ésta viene con toda la densa carga cultural que supone el contacto entre hombres y de estos con el entorno (Monedero 2009: 76). Supone una forma de entender la vida. Por eso es que a veces las palabras nos engañan. Nos hacen entender según nuestro conocimiento antes que según el del otro. Todorov (1.998) explica así la conquista por parte de un reducido puñado de jóvenes españoles, de una sociedad desarrollada y bien organizada como era la prehispánica de América. Fue el inició de una nueva diferencia cultural integradora que marcará la identidad americana actual. Y aunque suene un poco extraño, hasta ahora en América todavía queda por nominar mucho de su realidad; es el caso de un alto porcentaje de la “Amazonia un paraíso perdido” (B. Meyers: 1976); de la interacción del hombre con su entorno; de las relaciones entre personas de las cuales brotan los matices del afecto y la forma de exteriorizarlos; de los saberes ancestrales incluidos en el ámbito antropológico que bien cabrían en aquel “conocimiento tácito”, Knowleadge Crating, Nonaka y Takeuchi, (1995) si en lugar de la palabra “Empresa” se pusiera “Comunidad”. Ese saber ancestral que ha decidido proteger la FAO (SIPAM, iniciado en 2002) y que ha sido bien recibida por el Comité de Patrimonio de la Humanidad (UNESCO). En Europa queda muy poco por descubrir o nominar. Todo tiene nombre. Quizá ésta sea una de las causas para que el castellano peninsular sea menos dinámico que el de Hispanoamérica. Basta comprobarlo en la literatura. El lenguaje americano vibra, es más rutilante. También se lo puede constatar en el número de palabras que se utiliza en el día a día: “un argentino medio, de cuarenta años, habitualmente usa unas dos mil palabras” dice el Académico Pedro Barcia; un español medio, no más de mil decía el académico Lázaro Carreter. 2   

Antes del Renacimiento el idioma franco era el latín porque fue el del Imperio (Roma). Después adquirió mucha importancia el italiano (queda el testimonio sobre todo en el arte, en la música, en la opera). Con la primera revolución industrial adquirió protagonismo el francés (importante en la diplomacia y el protocolo; sigue siendo en la gastronomía) ahora el idioma franco debido a la globalización de la economía es el inglés. El mayor número de descubrimientos, patentes y nuevos productos tienen origen en USA, el país más poderoso del mundo. El Imperio actual. La cuarta revolución industrial (Castells: 1998) ha hecho evidente nuevas dimensiones de la realidad gracias al hardwerw y al software y a la incorporación de las Tics en las formas de producir (transgénicos, clonación), de reproducir (ingeniería genética), de distribuir (HDL, venta por internet) y de relacionarse (Meeting, Facebook, etc). Están vigentes pues, nuevos paradigmas epistemológicos: aquella concepción mecanicista resulta insuficiente para comprender la realidad actual, mejor dicho, ahora es oportuno tener una concepción sistémica y una visión holística (Bunge: 2004; Morin: 1990; Capra: 1984; 1996). En esta situación, por una parte, se hacen indispensables nuevas palabras (computador, marketing, blog, chat, gentrificación) pero por otra, es necesario matizar aquellos términos existentes y usuales o añadirles nuevos significados (sistema, sostener, sustentar, sostenibilidad, urbano, urbanística, Indicador, Monumento). Todo este fenómeno explica la utilidad de los glosarios y diccionarios, también en el ámbito del Patrimonio Cultural cuyo contenido, significación y aplicación a partir del último tercio del siglo XX, se ha visto sometido a un cambio constante y en cierto sentido radical. O sea, en términos abstractos (teoría), operativos (técnica) e instrumentales (índices, parámetros y normativa) la protección del Patrimonio Cultural que al principio fue solamente artístico y después histórico, tiene la imperativa necesidad de adecuarse a la realidad. Ya no basta entenderlo bajo el paradigma mecanicista que ha privilegiado los aspectos cuantitativos sino, con una comprensión sistémica que permita incorporar las características, las cualidades y sus relaciones funcionales.

EL PATRIMONIO ENTRE LA REALIDAD Y EL DESEO Formalmente la historia moderna de la protección parte de la Ilustración (Portugal 1721, España 1752), de la revolución industrial, del descubrimiento de Pompeya y Herculano (1750) y de las consecuencias de la Revolución Francesa (1789, derechos humanos de primera generación) que dio origen a varias iniciativas pioneras de protección bajo una preocupación social a cargo del Estado (Francia 1790, 1795) y primeras leyes de protección de Monumentos (Francia, Guizot 1830, 1887; Italia 1909, España 1911). En este contexto, no cabe menospreciar la preocupación aristocrática sobre la protección del Patrimonio; pues, a lo largo de la historia, en su ámbito se ha dado la mayor producción de Bienes Culturales (cantidad: colecciones, casonas, palacios, mansiones, catillos). Otra cosa es el valor social añadido (cualidades, relaciones; 3   

reconocimiento social) que se hace posible a partir del Estado Moderno de los tres poderes.

Palacio del Duque de Alba

La Piedad

La toma de la Bastilla. Delacroix

En España se debe a Carlos III la creación del Gabinete de Antigüedades (1789) cuya función era la “recogida de “antiguallas” -en la terminología del siglo XVIII- esto es, de monedas, epígrafes y otras antigüedades y objetos diversos, en su gran mayoría de procedencia española, considerados verdaderos documentos históricos, como el casco corintio de la Ría de Huelva, el “Disco de Teodosio”, el velo de Hixem II o el arca de marfil de D. Martín de Aragón. A las antigüedades se fueron añadiendo cuadros y grabados” (J. Benavides S. 2.010). También la Cédula de 1803 por la que Carlos IV aprobaba y mandaba observar la “Instrucción formada por la Real Academia de la Historia sobre el modo de recoger y conservar los monumentos antiguos descubiertos o que se descubran en el Reino” del cual formaba parte Hispanoamérica, tal como lo hará explícito la Pepa, primera Constitución española de 1812 en cuya redacción de entre un total de 303 diputados, 37 fueron destacados intelectuales hispanoamericanos como, Mejía Lequerica y José Joaquín Olmedo. En términos modernos, se podría decir que entonces, sobre todo preocupaba el valor artístico de la protección del patrimonio mueble y el valor de la antigüedad o sea, el valor histórico (A. Riegl, 1903), del patrimonio inmueble. En 1900, en España se crea el Ministerio de Instrucción pública y Bellas Artes. La Ley de excavaciones arqueológicas será de 1911 y la Ley general de protección del patrimonio, de 1933. Tuvo vigencia hasta 1985, ya llegada de la democracia. En los años noventa, el Estado delegó las competencias a las Autonomías (Andalucía 1ª Ley PH, 1991). En Iberoamérica mientras tanto, después de la Independencia, debido a la importancia y amplitud de su patrimonio, se toman las primeras medidas de protección en Perú y en México. Así, el art. 2º de la Ley mexicana de 1897 declaró propiedad de la nación todos los monumentos arqueológicos que con los conocimientos y terminología de la época define como: “Las ruinas de ciudades, las Casas Grandes, las habitaciones trogloditas, las fortificaciones, los palacios, templos, pirámides, rocas esculpidas o con inscripciones y, en general todos los edificaciones que bajo cualquier aspecto sean interesantes para el estudio de la civilización o historia de los antiguos pobladores de México” (Gertz M., 1980). En cuanto a los bienes muebles solamente se prohibió su exportación sin autorización 4   

expresa. Siguiendo la costumbre de la época se los identificó como “antigüedades”. Bolivia se sumará a estas medidas en 1906 para proteger las “ruinas” de Tiahuanaco. Las leyes actualmente vigentes en los 18 países iberoamericanos más importantes han sido promulgadas dentro de un arco temporal que va desde 1927 y 1937 (Bolivia y Brasil) hasta 2008 (Colombia). Del total, doce leyes se emiten entre la década de los setenta y de los noventa; las dos últimas en el presente siglo. No son hechos gratuitos. Están vinculados a factores endógenos (propios, nacionales) y exógenos (ajenos, internacionales, del entorno), a la densidad y atracción del patrimonio, al desarrollo de la teoría, de la práctica y de los instrumentos de la protección, a las opciones de la formación profesional e incluso al nivel de desarrollo social y político. Bajo esta perspectiva, no es posible obviar las iniciativas de los Organismos Internacionales como: Liga de las Naciones (Carta de Atenas 1931) OEA (Normas de Quito, 1967 Primer Plan de Protección del Centro Histórico, Quito 1971), UNESCO (Convención de la Haya, 1954) ICOMOS (1964, Carta de Venecia), ICCROM (1957, Centro Mundial de Formación). Tampoco se puede negar el papel que han jugado los Instrumentos locales, nacionales, regionales, internacionales de protección: Cartas, Normas, Declaraciones, Convenciones y Recomendaciones (la UNESCO suma un total de 29). En la primera edición del Diccionario Razonado de Bienes Culturales (1998) relacioné 69. El IAPH en 2001 identificó 139. En 2010, para la tercera edición del Diccionario indicado (688 entradas), he conseguido relacionar 188 fechados entre 1902 (Recomendación sobre la creación de una Comisión Arqueológica Internacional; Segunda Conferencia Americana) y 2009 (Declaración de Dublín frente al cambio climático; varias ONGs). Leyes y Cartas de todo tipo han sido necesarios pero son insuficientes porque se enmarcan dentro de los límites de la comodidad Institucional cuya oferta y velocidad de transformación son menores que las de las necesidades de la protección. También, debido a las posibilidades informáticas, tendrán que cambiar de formato. La administración y las Leyes brindan la posibilidad de acumular práctica pero, no tienen la capacidad de generar teoría porque esa función es propia de los centros de investigación y de las Universidades las cuales, recién han comenzado a actuar a partir del último tercio del siglo XX. Quizá por ello se explique que, tanto en España como en Iberoamérica, los fundamentos teóricos de la intervención, por una parte, no hayan conseguido desprenderse totalmente de una visión monumentalista, elitista, aburguesada e institucionalizada del patrimonio. Uso el término intervención en el más amplio sentido que abarca todas las acciones e iniciativas acerca del patrimonio cultural, desde la simple tutela hasta las operaciones más complejas como sería la reconstrucción. Y por otra parte, que el soporte teórico todavía provenga sobre todo de las Cartas e Instrumentos de protección; los más recurrentes surgidos antes de que las consecuencias de la globalización se hiciera ostensible, cuando aún el pensamiento único no era posible y nadie se atrevía a proclamar que la Historia, la Geografía y las ideologías habían muerto.

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En resumen, hasta el siglo XX el patrimonio cultural ha sido considerado bajo el paradigma mecanicista, un factor de identidad constituido por bienes cuyo significado primero fue vinculado al arte, luego a la historia, a la cultura y finalmente al desarrollo. Los griegos desconocieron la palabra cultura. Por primera vez apareció en el siglo XVI como metáfora proveniente de la agricultura. También el hombre puede cultivarse. Hasta mediados del s. XX interesaron los bienes materiales aislados que constituían el Patrimonio local, nacional, regional, mundial, luego en su contexto; después, para los bienes inmuebles con su entorno próximo, territorial (Ley PH Andalucía de 2007, Zona Patrimonial), y hasta paisajístico (UNESCO, 1972, Paisaje Cultural) ¿Pero cómo definir el paisaje? La palabra deriva de pago, por primera vez se incluye en el diccionario de la lengua en 1.899. La Carta Europea recién lo define en 2000.

EL PATRIMONIO. REALIDAD Y PARADOJA De similar forma la palabra desarrollo. En el diccionario de Autoridades (1729) significaba “Contribuir, ayudar, asistir y concurrir con otros a hacer alguna cosa”. A partir de 1780 tiene el actual significado: “obrar juntamente con otro u otros para un mismo fin”. Habría que añadir en condiciones iguales. En el siglo XIX el desarrollo se lo asoció al crecimiento (ilimitado), al progreso. Fue la bandera del modernismo que, en la década de los setenta del siglo pasado, fue cuestionado por el posmodernismo. Las conclusiones del Club de Roma dieron lugar a la primera matización del crecimiento económico que permitió darle contenido social. Constituyó la plataforma de lanzamiento de los programas internacionales de cooperación y ayuda. Finalmente, como consecuencia del Informe Burtland (1987) el adjetivo social, debido a la oposición estadounidense, no pudo convertirse en ecológico y fue substituido, en cuanto a su significado, por el neologismo sostenible. Coetáneamente con relación a las consideración de dicho informe surgieron otros neologismos cuyos contenidos manifiestan alternativas y estrategias a las institucionales, frente al mismo problema: ecodesarrollo, codesarrollo, decrecimiento sostenible, anticooperación, etc. (ver J. Benavides 2009: 64). El significado del Patrimonio bajo el proceso cuantitativo, de acumulación y de simple extensión –paradigma mecanicista- en los años noventa había llegado a su límite y resultaba insuficiente para enfrentar la realidad contemporánea puesta en evidencia por las TICs, presentes hasta en los ámbitos más recónditos de la vida. De la ciudad de los lugares (ciudad tradicional) habíamos pasado a la ciudad de los flujos (ciudad dispersa, global, etc). Los Ángeles en menos de veinte años, del décimo octavo puesto entre las ciudades usamericanas, pasó a ocupar el segundo, gracias a la fortaleza de su diversidad humana y a su economía inmaterial, o sea de la industria del ocio (J. Benavides. 2005). ¡Y pensar que para los romanos y para nosotros hasta hace poco esta palabra significaba lo contrario al negocio! Mientras tanto, en menos de veinte años, uno de cada dos pobladores ya vivía en una ciudad (2008) y dentro de los próximos veinte vivirán tres de cada cuatro. La realidad material, la inmaterial y la virtual se habían hecho ostensibles y podían complementarse.

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En este contexto es cuando comienza a estimularse la protección del patrimonio intangible, a destacar la importancia de la diversidad cultural, de la interculturalidad, del patrimonio gastronómico, del etnoantropologico, del etnomusical, de la diferencia; de la identidad a través de la diversidad cultural. El patrimonio cultural puede ayudar al crecimiento económico a través del turismo como un producto de consumo masivo; se recomienda. Pero, pese a las precauciones, los efectos depredadores del turismo según la experiencia en ciertos aspectos, parecen advertirse inevitables. Recogiendo un dicho asiático, bien podría decirse:  “El turismo es como el fuego, Puedes hacer tu cena con él, pero si no tienes cuidado, incendiará tu casa”. Además, debido al poco valor añadido existente en los países receptores pobres, el porcentaje de divisas que se queda en esos países es bajo, advierte el colectivo internacional “Anticrecimiento”. El mundo de las contradicciones visto por Marx ha devenido en el mundo de las paradojas de Wittgenstein. Por ejemplo: según la ONU, “la fortuna de las 358 personas más ricas del mundo supera la suma de los ingresos anuales de casi la mitad de toda la población del mundo (…) Hace veinte años, alrededor de 287 millones de personas viajaban al extranjero por turismo. En 1996 lo hicieron más de 595 millones. La OMC tiene previsto que, para el año 2020 lo harán más de 1.600 millones de personas, Ahora mismo, más de 230 millones dependen del turismo.” (Rifkin, 2000:141; 93). “Los habitantes de USA y la UE gastaron 17.000 millones de dólares en alimentos para animales domésticos pero no lograron invertir los 13.000 millones para eliminar el hambre en el mundo” (El País 03.07.05). Y más cosas.

HUYENDO DEL HAMBRE  CON SU CULTURA

EUROPEOS durante 479 años

Antes

DE TODO EL MUNDO en los últimos 20 años

Ahora

Junto al monto de turistas habría que tomar en cuenta el masivo desplazamiento de población del campo a las ciudades y desde un continente a otro. Solamente entre 7   

1995 y 2001 emigraron del Ecuador más de dos millones de personas (J. Benavides, 2006). La emigración en el mundo en millones de personas, desde los países pobres hacia los ricos está en constante aumento: 75 en 2001, 191 en 2006, para el 2010 se prevén 213. Paradójicamente, serán los jóvenes inmigrantes quienes más colaborarán para pagar las pensiones de la envejecida población de los países ricos. http://www.youtube.com/watch?v=ny-Ue9t-j04

En este escenario, ¿Hasta qué punto la iglesia de Notre Dame de Paris será un referente de identidad para una persona nacida en Paris pero de madre Nigeriana y padre Iraní? ¿Qué identidad cultural tiene un estadounidense que habla y vive en “China Town” de Los Ángeles, igual que lo hacían sus antepasados chinos llegados hace cien años?

Año nuevo chino en Nueva York

inmigrantes musulmanas en Europa

En dichos casos, se puede constatar que el único patrimonio cultural posible y cierto es y será mayormente el intangible- Los emigrantes solamente llevan a sus espaldas, un invalorable patrimonio cultural intangible: idioma, música, formas de festejar, celebrar y conmemorar. También la gastronomía. Son y serán los factores de diferencia cultural, llamados a integrarse en la identidad cultural local, nacional o regional; no serán como antaño factores de exclusión apoyados en la identidad tal como lo explica Finkelkraut en La derrota del pensamiento (2000). Y hay más en este mundo de procesos intensos de concentración de riqueza y de pobreza y de masivos desplazamientos. Durante un viaje a un país del Magreb, frente a las ruinas romanas pensaba en la economía y en la cultura. También al respecto me surgieron dudas. Kuhn tiene razón cuando dice que la ciencia no es acumulativa. Además, digo yo, la ciencia parte del individuo y de sus paradigmas compartidos por un grupo, luego, sus resultados son utilizados por toda la sociedad. Al contrario, una de las características de la cultura precisamente es ser acumulativa; pero, no de forma indiscriminada sino selectiva a través del reconocimiento social, un verdadero alambique. El proceso de selección precisamente será el que dará entidad al patrimonio cultural de una sociedad determinada. ¿Cómo se produce? ¿Cuál es su comportamiento? ¿En qué circunstancias? ¿Bajo qué condiciones? ¿Cómo determinar esa sociedad? ¿La sociedad es simplemente acumulativa en tanto está formada por las personas que viven en un lugar determinado y comparten las normas de convivencia vigentes? ¿El inmenso patrimonio cultural romano conforma la identidad musulmana del Magreb o, por el contrario, es parte de la sociedad occidental que no está presente en ese país? Sea como fuere, he puesto en duda lo que hasta hoy pensaba. La cultura estaría desligada del lugar, sería a-geográfica. En otra ocasión había escrito que es a-histórica. Téngase en cuenta que los componentes imprescindibles que caracterizan y dan continuidad a la cultura occidental precisamente provienen del mundo clásico, griego y romano. El Islam, al contrario, los obvia. La cultura 8   

occidental es acumulativa y, como históricamente se puede constatar, singularmente depredadora; todo lo fagocita. Con esto me atrevo a pensar que el patrimonio cultural romano, no sería parte del patrimonio cultural de la sociedad musulmana actual. Le es significativamente ajeno, con extrañas referencias históricas y nada más. Resulta paradójico. Algo similar cabría plantearse en Andalucía con respecto al patrimonio musulmán. Sin embargo la respuesta sería distinta. El patrimonio griego, romano y musulmán, sí es parte del recuerdo de la sociedad andaluza en tanto “sujeto colectivo”. Se debe a un proceso no excluyente sino todo lo contrario: incluyente, integrador, respetuoso y tolerante como era con los dioses el paganismo en su tiempo. Porque además: la existencia y la identidad es la memoria. La existencia, la identidad y la memoria solamente se dan en el individuo (el yo) como parte de un todo, de la sociedad (el otro). La construcción del sujeto supone la construcción de los recuerdos (selección discriminada –responsable- de la memoria), lo que equivale a aceptar lo siguiente: hay un tiempo que hace posible la destrucción, es decir, el olvido y otro tiempo que construye el recuerdo. El olvido (destrucción) y el recuerdo (construcción) son los materiales de la memoria con la cual es posible el sujeto con identidad, con responsabilidad. Así es como se tendrá que seguir construyendo su identidad cultural el nuevo ciudadano del mundo, independientemente de su origen y, bajo este contexto la teoría, la práctica y la instrumentalización del patrimonio cultural, tendrá que encajar en un proceso de desarrollo sostenible.

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Sevilla, 09.03.2010

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