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Siete lámparas de fuego

SIETE LAMPARAS DE FUEGO George H. Warnock

Título original: Seven Lamps of Fire Traducción: Ramón Antonio Trillos Páez Puede ser duplicado libremente siempre y cuando su contenido no sea alterado.

Colombia Para Cristo A.A. 95.300 Bogotá, Colombia Tel. 346 1419 • 338 3807 E-mail: [email protected]

Impreso en Colombia Abril, 2003

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Contenido Introducción ............................................... 5 CAPITULO UNO

El juez está en la puerta .............................. 9 CAPITULO DOS

El camina entre los candeleros .................. 38 CAPITULO TRES

Del lugar santo al lugar santísimo ............. 93 CAPITULO CUATRO

Sube más alto ........................................... 100 CAPITULO CINCO

Una mirada a través del velo ..................... 113 CAPITULO SEIS

Los siete Espíritus de Dios ........................ 126 CAPITULO SIETE

Un reino de justicia y de paz ..................... 170

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Siete lámparas de fuego

“... Y siete lámparas de fuego estaban ardiendo delante del trono, las cuales son los siete Espíritus de Dios” (Apocalipsis 4:5).

“Y reposará sobre él el Espíritu del SEÑOR, Espíritu de sabiduría y de inteligencia, Espíritu de consejo, y de fortaleza, Espíritu de conocimiento y de temor del SEÑOR” (Isaías 11:2).

“... Y en medio de los ancianos, estaba un Cordero como muerto, que tenía siete cuernos, y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios enviados en toda la tierra” (Apocalipsis 5:6).

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Introducción

INTRODUCCION

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o había planeado ninguna introducción para este escrito. Pero, a medida que me acercaba a su terminación, sentí que podría servir una introducción breve que sería como el “canto del gallo” para algunos del pueblo de Dios. Cuando leo y releo las siete cartas a las siete iglesias, no puedo entender otra cosa sino que aquí en el mundo libre, al menos, nuestro Señor está llamando a Su Iglesia al arrepentimiento, y por las mismas razones por las que El llamó al arrepentimiento a cinco de las siete iglesias de Asia. Incluso, amenazó con quitar de su lugar el candelero de una iglesia que había conseguido tantas cosas... por una razón que difícilmente consideraríamos como válida. Después de que todos ellos (la iglesia de Efeso) habían hecho buenas obras, laborando en las obras del Señor, y de que fueran pacientes en las pruebas, y de que no podían soportar a los malos, y de que habían tenido entendimiento perspicaz para tratar a los que proclamaban que tenían el ministerio apostólico, demos-

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trándoles que eran falsos, y de que habían soportado fielmente las cargas que Dios había puesto sobre ellos, sin desmerecer ni desmayar en el empeño, con toda certeza, una iglesia de este calibre recibiría altas calificaciones por parte del Señor. Pero, esta es la iglesia de la cual dijo el Señor que quitaría de su lugar el candelero, si ellos no se arrepentían. ¿Cuál era el otro problema que tenían? Que habían dejado el PRIMER AMOR. ¿Qué nos pasaría al saber lo mucho que habríamos caído, y volver a la sencillez y a la pureza de nuestro Amor por Dios, y por Su pueblo? No tengo la respuesta, pero, sé que el Señor de la Iglesia es la Respuesta, y que El anda en medio de los Candeleros plenamente calificado y preparado para entendérsela con cualquier problema de la Iglesia. Hace algunos días estuve pensando en Pedro. El amaba a su Maestro, pero, cuando todo se derrumbó, se sintió frustrado de repente, desilusionado, furioso, ofendido, y listo para abandonarlo todo. Incluso, fue tan lejos como para negar abiertamente a su Maestro, tres veces seguidas. Luego, pasó algo que Jesús había predicho. De pronto, cantó el gallo, y Jesús se volvió y miró a Pedro, y llamó su atención. Esa única mirada oportuna, le produjo un arrepentimiento repentino y devastador... y él salió y lloró amargamente. Este fue el comienzo de la restauración de su fe, y de su esperanza en Aquel que dijo: “Pedro, he rogado por ti que tu fe no falte.”

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Sé que ésta es toda nuestra respuesta, y mi esperanza es la de que este escrito pueda ser un oportuno canto del gallo para muchos que están conturbados y perplejos, y quizá, aún desilusionados y ofendidos con el pueblo de Dios, o con su Señor. O que sea como a los laodicenses, que no eran ni fríos, ni calientes, sin comprender que nuestro Señor exige que lo uno o lo otro, pues El no puede tolerar la mezcla. Sea cual sea nuestro problema, confío en que también podamos ser captados por el ojo de Jesús cuando El se vuelva y nos mire. Pero, sí sé que esos ojos del Cordero sangrante nos llevarán a un irreversible arrepentimiento, en el cual no hay regreso, ni mirada retrospectiva. “Porque los ojos del SEÑOR contemplan toda la tierra, para corroborar a los que tienen corazón perfecto, para con El” (2 Crónicas 16:9).

George H. Warnock Abril 17 del 2001

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El juez está en la puerta CAPITULO UNO

EL JUEZ ESTA EN LA PUERTA Se están formando nubes de tormenta

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ntes de partir, Jesús les advirtió a Sus discípulos que antes de Su venida, habría tiempos muy convulsionados en la Tierra, y les exhortó para que oraran siempre, y para que anduvieran delante de Dios en vigilancia y cordura, porque solamente esto los fortalecería con la fuerza y con la gracia requeridas para esa hora (ver Lucas 21:36). Se negó a darles cualquier horario con respecto a cuándo aparecería El, pero, recalcó la necesidad de estar listos en todo momento. Se valió del ejemplo de los vigilantes nocturnos, e indicó que El podía venir en cualquiera de esas vigilias y que, por tanto, ellos deberían permanecer siempre alertas. Sin embargo, indicó que podría venir más tarde de lo que Sus siervos creían, y que el sentido de la expectativa que existía al comienzo, desaparecía gradualmente de sus corazones y de sus mentes. Y así, mientras la noche transcurría, ya no habría ningún sentido o conocimiento de que la venida del Señor estuviera cerca... y ellos vivieran en el placer y la molicie, bajo la falsa

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suposición de que “mi Señor tarda en venir...” (Lucas 12:45). Recuerdo el sentido de inminencia que prevalecía en la iglesia en los tiempos de mi niñez. Siendo niños sentíamos que quizá, dentro de diez años todo habría terminado. No sabíamos lo que eso significaba, con la excepción de que se suponía que un arrebatamiento se llevaría a la iglesia, y que el resto del mundo estaría en gran tribulación. Yo no estaba seguro de estar listo para el arrebatamiento, pero, decidí personalmente en mi mente que si alguien venía a poner el número 666 en mi mano y en mi frente, sería un mártir, y moriría. Al menos, ésta era la impresión que nosotros teníamos de lo que decían los predicadores: “Ustedes saben... vamos a ser arrebatados de aquí antes de que empiece la verdadera tribulación, pero, ustedes pueden salvarse durante la gran tribulación, si no reciben la marca de la bestia.” De ningún modo estoy estimulando la burla a la doctrina. El asunto es demasiado grave para eso. Pero, en esa época no comprendía que un mártir fuera alguien fiel tanto en la vida como en la muerte y que, aunque jamás reciba la muerte, seguía siendo un mártir. Por ejemplo, el amado Juan fue un mártir (en griego, “martus,” un testigo fiel y verdadero, aunque no hubiera noticia de que se le hubiera dado muerte). Ni entendía que la gran tribulación hubiera sido la porción de los seguidores del Cordero en toda su historia. También vine a entender después que Dios tiene una marca reservada para Su pueblo, que los inmunizará contra los asaltos de Satanás, mientras él busca corromper sus mentes “de la sencillez que es en Cristo.” Es la marca de Su Espíritu impresa en nuestra mente, el sello de Dios, que ninguna bestia ni ningún dragón puede borrar. Esta marca se llama “el sello de Dios viviente,” que Dios imprime sobre la frente de Su pueblo. Este sello es la señal de Dios para todos los poderes espirituales, buenos o malos – que éstos son

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escogidos en Cristo; y una señal de seguridad para aquellos que son sellados, con el fin de que no tengan necesidad de temer a los vientos de la ira de Dios, cuando éstos empiecen a soplar sobre la Tierra. (Ver Apocalipsis 7:2,3). ¿Cómo supone usted que la bestia y sus reyes van a “hacer guerra al Cordero,” y cómo los vence el Cordero? Ahora mismo nos preguntamos cuántas personas se dan cuenta realmente de que el Cordero es el Rey de todos los reyes, y el Señor de todos los señores, y que El reina como Cordero en el trono. Pero, ese día habrá testigos fieles del Cordero en la Tierra. Testigos tan poderosos que las naciones y los líderes los odiarán, y buscarán destruirlos tanto como a su Rey. Porque estas personas son los verdaderos representantes del Cordero, la bestia hará la guerra contra ellos. Ellos son los “llamados, elegidos y fieles.” Están con el Cordero, aun cuando andan en la Tierra. Siguen al Cordero dondequiera que El pueda conducirles. El soportó gran tribulación en los días de Su carne, y no duda en conducir a Sus discípulos a gran tribulación. Pero, juntos – salen vencedores. El los lleva a las fuentes de agua viva. Permanecen vencedores con Jesús en el Monte Sion. Comen con El en la cena de las bodas del Cordero; y, finalmente, vencen al dragón “por la sangre del Cordero, y por la Palabra de su testimonio; y no han amado sus vidas hasta la muerte.” (Apocalipsis 7:17; 12:11; 14:1-4: 17:14; 19:7). Sabemos que ya se están formando las tormentas de la tribulación, porque podemos ver que se aproximan los relámpagos y los truenos. Mientras leemos la lista de los pecados y de las maldades que llevan inevitablemente a la ira de Dios, y los comparamos con lo que está pasando hoy en el mundo, no podemos equivocarnos al saber que los rectos juicios de Dios están cerca y dispuestos. (Ver Romanos 1:17-32). Porque Su benignidad

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y Su paciencia, aunque perduren por los siglos, debe producir eventualmente Sus justos juicios en la Tierra. Nosotros sólo podemos preguntar cuánto más puede esperar Dios antes de que Su ira se manifieste “del cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que detienen la verdad con injusticia.” (Romanos 1:18). Apenas hemos alcanzado el límite de la apostasía moral, donde hay tanta depravación que los hombres y las mujeres tienen lo que el apóstol Pablo llama una mente reprobada (un perverso entendimiento), una mente que está tan libre de cualquier sentido de discernimiento moral que ellos arguyen y van en pos del derecho a vivir el estilo de vida que han elegido, y no conocen la diferencia entre el bien y el mal. Ni tampoco quieren tener a Dios en sus pensamientos. Cuando se llega a este estado de depravación, Dios no tiene otra opción que derramar Su ira desde el Cielo. Pero, en ese día habrá un ministerio fiel del Cordero de Dios, por medio de un pueblo que lo sigue a El. Y éstos serán ferozmente aborrecidos y perseguidos – porque tarde que temprano, descubrirán que es el Cordero en el trono quien está enviando estos juicios, e identificarán a Sus seguidores. Y al final oiremos también a los gobernantes de la Tierra gritar a las peñas y a los montes: “Caed sobre nosotros, y escondednos de la cara de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero” (Apocalipsis 6:16).

Los Juicios de Dios empiezan por Su Casa La principal preocupación de Dios es por Su pueblo, porque la Luz que El encendió en la Iglesia cuando se fue, se ha extinguido casi por completo. ¿Cómo y por qué? Porque cuando nos negamos a la Luz y renunciamos a ella, Jesús nos ha advertido: “Así que, si la lumbre que hay en ti son tinieblas, ¡cuántas serán las mismas tinieblas!” (Mateo 6:23). Sin duda, ya hemos vis-

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to muchos de los juicios de Dios en la iglesia... pero, temo que muchas veces ni siquiera los consideramos como juicios Suyos... porque generalmente la ciencia puede explicar lo que está sucediendo. El mundo, incluyendo a la iglesia, está lleno de mucha devastación, de enfermedad, de corazones doloridos, de hogares deshechos; de hombres, mujeres y niños lastimados. Hay problemas materiales y sicológicos en proporciones abrumadoras y casi por igual tanto en la iglesia como en el mundo. Hace mucho que hemos perdido nuestra condición de ser radicalmente diferentes del mundo, porque la Luz que Dios dispuso que fuéramos, casi se ha extinguido. Sin embargo, a pesar de todo, la idea que existe generalmente entre los evangélicos es la de que el Señor vendrá y nos sacará de aquí uno de estos días... y luego, El nos regresará después de la cena de las bodas del Cordero y ¡arreglará las cosas en la Tierra! Pero, ha sucedido, según la lamentación de Jeremías: “Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, por cavar para sí cisternas, cisternas rotas que no detienen agua.” (Jeremías 2:13). Hemos contaminado la herencia de Dios en la Tierra. Hemos permitido que entren en la Iglesia tantas cosas carnales y mundanas, en la insensata suposición de que si nos identificamos más con el mundo, no seremos considerados radicales después de todo, y nos será posible ganarnos algunos de ellos para el Señor. En el día de hoy, especialmente en nuestra Tierra de la libertad, podemos relacionarnos bastante bien con el mundo. Podemos poner de presente cuán bondadoso y cuán amoroso es Dios, con el fin de que ellos no sientan temor de entrar en nuestra Iglesia. Que vengan y disfruten oyendo nuestra orquesta y nuestro coro, ¡y hagan que Dios sea su amante papito! Usted puede venir a nuestra iglesia y divertirse mucho. Estoy acordándome de lo que dijo

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A.W.Tozer, y me gustaría citar un párrafo o dos de un folleto que leí, titulado:

“La Cruz antigua y la nueva” “La cruz antigua no tendría nada que ver con el mundo, pues eso significaría el final de la jornada para la soberbia carne de Adán. Eso tendría el efecto de la sentencia impuesta por la ley del Sinaí. La cruz nueva no se opone a la raza humana; antes bien, es una amigable compañera y, si se entiende bien, es fuente de océanos de sana diversión y de inocente esparcimiento. Ella permite que Adán viva sin obstáculos. La motivación de su vida permanece inalterable; él sigue viviendo para su propio placer, sólo que ahora se deleita cantando en los coros, y viendo películas religiosas, en lugar de cantar canciones obscenas y de beber licores fuertes. Persiste el énfasis en el placer, aunque la diversión esté ahora en un plano de moralidad más alto, si es que no está en un plano intelectual más alto. “La cruz nueva estimula una aproximación completamente diferente a lo evangelístico. Lo evangelístico no exige la abnegación de la vida antigua, antes de que se pueda recibir una vida nueva. No predica contrastes, sino similitudes. Busca ponerse a tono con el interés público, señalando que el cristianismo no hace exigencias desagradables, sino que, antes bien, ofrece lo mismo que ofrece el mundo, sólo que en grado más elevado. Cualquier clamor que se le ocurra en el momento al mundo loco y pecador, resulta ser la misma cosa que ofrece el Evangelio, sólo que el producto religioso es mejor. “La cruz nueva no mata al pecador, lo vuele a orientar. Lo encaja en un modo de vida más lim-

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pio y más alegre, y respeta su propia dignidad, Al presumido le dice: venga y afiáncese en Cristo. Al egoísta le dice: venga y ufanese en el Señor; al buscador de emociones, le dice: venga y disfrute de la emoción de la confraternidad cristiana. El mensaje cristiano se inclina en la dirección de la moda del día, con el fin de hacerlo aceptable para el público. La filosofía detrás de todo esto puede ser sincero pero, la sinceridad no lo salva de ser falso. Es falso por ser ciego. Es una equivocación total en cuanto al significado de la cruz. “La cruz antigua es un símbolo de la muerte. Representa la muerte abrupta y violenta de un ser humano. El hombre que en tiempos de Roma tomaba su cruz y emprendía la vía dolorosa, ya le había dicho adiós a sus amigos. El no regresaría. No saldría afuera para reorientar su vida. Saldría para ponerle fin. La cruz no hacía compromisos, no modificaba nada, no perdonaba nada, mataba todo lo del hombre, completamente y para bien. No trababa de estar en buenos términos con su víctima. Golpeaba cruel y duramente y cuando había terminado su obra, el hombre ya no existía más.” A.W. Tozer La cruz de Jesús significa perdón y olvido, y purificación de todo pecado, y ciertamente, jamás debemos perder esto de vista. Pero, para el apóstol Pablo la cruz significó mucho más que eso. Significó que el hombre viejo, que la vida vieja... ya no era más. Esta es una revelación de Cristo que debemos tener presente si vamos a andar por el camino del verdadero discipulado. Debemos saber que fuimos crucificados con El, cuando El colgaba de la cruz.

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“Con Cristo estoy juntamente colgado en el madero, y vivo, no ya yo, sino vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo por la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20). El murió por nosotros en la Cruz (el Madero). Y nosotros fuimos colgados en el madero con El. Sólo que es demasiado evidente que, aunque se trate de cristianos consagrados, es muy bien sabido que nosotros carecemos bastante de identificación vital con Cristo y con Su cruz. Y es cierto que no podemos hacer que ocurra esto. Ningún esfuerzo nuestro o auto castigo lo puede lograr. Pero, estoy seguro de que el Señor que anda en medio de los candeleros, va a restaurar ese verdadero testimonio de Jesús en la Tierra – y el mundo se levantará contra ese Testimonio, y buscará destruirlo de la faz de la Tierra. Y es allí donde se revela la verdadera cruz... Cuando Su pueblo empieza a resplandecer con el Testimonio de Jesús. Sé que esto está sucediendo en cualquier parte del mundo, pero, aquí en lo que llamamos el mundo libre, estamos lejos de ella. Nuestra libertad no es porque defendamos los principios democráticos de la libre expresión. Es, antes bien porque andamos mano a mano con un mundo que aborrece a Dios y a Su Cristo. Cuando Dios se levante en medio de nosotros y produzca un verdadero Testimonio de Jesús en la Tierra – podremos enfrentarnos muy bien a la misma clase de persecución que otras naciones están padeciendo hoy. Pero, mientras que nuestra Luz siga degradándose en un estado de tinieblas – hay poca razón para que el pueblo que vive en tinieblas se queje demasiado acerca de nosotros.

Dios es celoso de Su propio Nombre Dios siempre está celoso de Su pueblo, a causa de Su Nombre. Y así fue que el salmista exclamó: “Tiem-

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po es de actuar, oh SEÑOR; han disipado Tu ley” (Salmo 119:126). Cuando el pueblo de Dios ha invalidado los santos y justos preceptos de Dios, y sigue su propio camino, sólo Dios puede resolver el problema. Sólo mediante la intervención divina vamos a ver el cambio de Su pueblo de la tolerante aceptación del statu quo a una posición de cambio radical, y se producirá Su intervención porque es Su Nombre el que está en juego. El ha declarado Su intención y no se volverá atrás. El debe tener un pueblo justo y santo en la Tierra, porque El está tan preocupado ahora por la integridad de Su Nombre, como lo estuvo en la antigüedad. Dios le recordó a un Israel apóstata cómo lo abandonaron aun en los días de su esclavitud en Egipto y sirvieron a otros dioses. Después, cuando El los sacó mediante una poderosa y soberana liberación y los llevó al desierto – ellos se revelaron contra El en el desierto. Más adelante, El los plantó en el monte de Su heredad, en Canaán... y no pasó mucho tiempo antes de que ellos cambiaran a su Dios por los dioses de los paganos que estaban en medio de ellos, a quienes supusieron que debían someterse. (Ver Ezequiel 20:1-31). Y así El manifestó Su propósito: “Así dijo el Señor DIOS: No lo hago por vosotros, oh Casa de Israel, sino por causa de mi santo Nombre, el cual profanasteis vosotros entre los gentiles adonde habéis llegado. Y santificaré mi grande Nombre, profanado entre los gentiles, el cual profanasteis vosotros en medio de ellos; y sabrán los gentiles que yo soy el SEÑOR, dijo el Señor DIOS, cuando fuere santificado en vosotros delante de sus ojos.” Y luego, habla del Nuevo Pacto... que más adelante iba a incluir personas de toda lengua y de toda nación. “Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Y os

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daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis mandamientos, y guardéis mis derechos, y los pongáis por obra” (Ezequiel 36:22-27). Dios se estaba refiriendo a la nación de Israel, porque ellos eran los primeros en la línea. Ellos eran ese “buen olivo.” Pero, cuando vino su Mesías, sus corazones se endurecieron más todavía, y no acertaron a verlo.

La sabiduría de Dios se manifestó en la Caída de Israel La nación de Israel no recibió a su Mesías a causa de la dureza de sus corazones. Pero, ningún hombre ni ninguna nación es tan importante para Dios para que El deba cancelar Sus planes, y esperar a que ese hombre o esa nación se arrepientan. Lo que es importante para Dios es la integridad de Su propio Nombre, y así, Dios no detuvo el reloj de Sus propósitos referentes a Israel. Por el contrario, para congoja y confusión de ellos y a causa de su incredulidad – ellos se eliminaron del Arbol del Pacto de Israel. No fue eliminado “todo Israel,” pues solamente lo fueron las ramas incrédulas. La mayor parte de los primeros creyentes en Cristo fueron judíos. (Sé que surgió división grave entre la línea convencional de Israel y los judíos de Judá, especialmente en los días que siguieron al reinado de Salomón. Pero, empleo los términos Israel y judíos como sinónimos, como lo hace Pablo a menudo en sus epístolas). Con el paso del tiempo, mientras el Evangelio se propagaba y se esparcía entre los gentiles... se producía una gradual desviación desde una presencia judía hasta una presencia gentil en la iglesia, especialmente por el ministerio del apóstol Pablo. Pero, Dios no aplazó Sus propósitos con respecto a Israel. Por el contrario, fue la

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ocasión del rechazo de Israel lo que impulsó a Dios a abrir la puerta a los gentiles, y a hacer que ellos fueran parte de la nación de Israel (Efesios 2:12,13). Había alguna dificultad en todo esto, mientras los gentiles conversos se multiplicaban y muchos de los líderes judíos difícilmente sabían cómo enfrentar el asunto. Pero, Pablo lo aclaró muy bien en muchos de sus escritos en el sentido de que no habría aplazamiento del plan de Dios para Israel, a causa de su fracaso. Más bien prefirió hacer entrar a los gentiles en el Pacto injertando estas ramas de olivo silvestre en el árbol de Israel, como lo profetizó Jeremías, la oliva verde de Israel tenía muchas ramas muertas, y Dios le prendió fuego (Jeremías 11:16). Dios se valió de la ocasión del fracaso de Israel para entrelazar Sus propósitos redentores para Israel con el resto de la humanidad – y por medio de Su cruz destruyó la enemistad entre los judíos y los gentiles, a fin de crear en Sí Mismo por medio de estos dos segmentos antagónicos de la humanidad, un nuevo hombre, haciendo la paz (Efesios 2:15). Así, mientras los celosos y religiosos escribas y fariseos estaban preparando la Pascua, a modo de conmemoración de la redención de su pueblo de Egipto, ¡estaban también fraguando la crucifixión de su Mesías! Y el Mesías Mismo se convertiría por la sabiduría de Dios en la Víctima Pascual que pondría fin para siempre a los sacrificios y a las ofrendas judías y produciría redención perfecta para los hombres caídos de toda tribu, y raza, y lengua, y nación. Por consiguiente, la sangre que El derramó en la cruz llegó a ser la sangre del Nuevo Pacto que Dios había concebido para Israel. Pero, el Nuevo Pacto estaba destinado para todas las naciones – así que el Evangelio de Cristo se envió “primero a los judíos y también a los gentiles”. “Pero, por la desobediencia Dios los puso al final de la lista, y llegaron a ser los últimos. Dios no aplazó nada hasta cuando Israel como nación se separó a sí misma

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del Pacto; ni todo Israel fue cortado, pues lo fueron solamente las ramas incrédulas. (Ver Romanos 9:6,7; 11:17). Ahora, si no estamos preparados para recibir las Escrituras del Nuevo Testamento como inspiradas lo mismo que las Escrituras del Antiguo Testamento, estamos deshonrando al Autor de ambos Pactos. Y si esto es así debemos aceptar la interpretación apostólica del Antiguo Testamento. Porque fue el mismo Espíritu el que inspiró las Escrituras de ambos Testamentos. Si creemos esto, entonces, debemos aceptar lo que el apóstol Pablo dijo sobre “la simiente de Abraham.” Dios no estaba hablando de “las simientes, como de muchos; sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo” (Gálatas 3:16). “Así, ¿qué hay con que todo Israel sea salvado? El nos lo dice claramente: “No todos los que descienden de Israel son israelitas, ... sino: En Isaac te será llamada simiente (Romanos 9:6-7). Y, ¿qué significa esto? Pablo lo explica muy claramente también: “Quiere decir: No los que son hijos de la carne, son los hijos de Dios; sino los que son hijos de la promesa, éstos son contados en la generación” (Romanos 9:8). Así, si aceptamos el Nuevo Pacto como la Palabra de Dios, resulta evidente lo que Pablo quiere decir cuando se refiere a todo Israel: “Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente la Simiente de Abraham sois, y conforme a la promesa, los herederos” (Gálatas 3:29). Dios no pospuso el Nuevo Pacto que prometió a Israel. Antes, por el contrario, extendió mayor gracia a las naciones que no lo merecían, capacitándolas para responder a Dios y llegar a ser Su pueblo escogido también. El se apresura a hacer esto cuando Su pueblo fracasa al andar ante El en obediencia y temor de Dios. No retrasa la cena de las bodas del Cordero cuando llega el día, y los huéspedes invitados no aparecen. El envía a Sus siervos para que traigan otros... cualesquiera que

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sean... y de dondequiera que sean... de las calles y de las veredas... hombres y mujeres honorables, o no... buenos o malos. Esto fue lo que El dijo, y esto es lo que El está haciendo (Mateo 22:8-10). No estoy enseñando que Dios reemplazó a Israel con la iglesia gentil. El solamente reemplazó las ramas secas de Israel, injertando ramas silvestres de los gentiles – y el árbol de Israel siguió prosperando. Se nos ha dicho que mediante la cruz hizo en Sí Mismo de los dos (de estos dos segmentos de la humanidad) “un nuevo hombre, haciendo la paz” (Ver 2 Corintios 3:1-11; Romanos 11:13-28; Efesios 2:11-20). El hizo esto no para condenar a la extinción a Israel, sino para destruir la enemistad, derribando la pared intermedia de separación y congregándolos como un “nuevo hombre” en Cristo. Este es el nuevo Israel, el remanente del viejo Israel que quedó en el Arbol, combinado con las ramas de la oliva silvestre gentil que fueron injertadas al mismo Arbol.

Que Israel sea injertado de nuevo “Mas muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros” (Mateo 19:30). Así es como sucedió cuando Jesús vino a confirmar las promesas hechas a los padres. Pero, la próxima vez serán las ramas arrogantes de la iglesia las que serán cortadas, las que han desdeñado (y algunas con mucho odio) al pueblo judío. (Cuando hablo de la iglesia, generalmente me refiero a ella como el pueblo colectivo de Dios que a sí mismos se llaman cristianos – pero, reconociendo que el Señor sólo conoce a aquellos que son verdaderos cristianos, y tienen el Espíritu de Cristo). El nombre de Jesús ha sido tan blasfemado entre los judíos, como lo fue el nombre del Yahvé de Israel entre los gentiles en tiempos del Antiguo Testamento. Pero, a pesar de la persecución que ha padecido el pueblo de Israel a manos de las así llamadas naciones cristianas... Dios abrirá los

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ojos de ellos cuando sea revelado el Cordero de Dios en el tiempo señalado como su Mesías. ¡Qué día tan glorioso le espera a este Israel arrepentido cuando ellos dirán del testigo ungido que viene a ellos con el poder, la naturaleza, y el carácter de nuestro Señor Jesús: “Bendito el que viene en el nombre del Señor” (Mateo 23:39). Este “él” puede ser un árabe, o un palestino, o alguien de Alemania, o del Japón, o de la China, o de Inglaterra. Porque este ungido viene a ellos en nombre del Señor Jesús, teniendo Su imagen y semejanza, y resplandeciendo con la Luz del Cordero de Dios. Entonces, los ojos de ellos se abrirán, y verán a su Mesías vivo, llevando todavía las cicatrices de las heridas que El recibió de sus antepasados. Pero, a causa del Espíritu de gracia y de oración que Dios derramará sobre la casa de David, habrá un profundo arrepentimiento “y mirarán a Mí, a quien traspasaron, y harán llanto sobre él, como llanto sobre unigénito, afligiéndose sobre él como quien se aflige sobre primogénito” (Zacarías 12:10). Qué día en el que un pueblo abandonado y desolado sea injertado de nuevo en la Oliva de Israel. Pero, recordemos esto: Cuando Dios injertó a los gentiles en la Oliva había mucha enseñanza procedente de los maestros cristianos judaizantes en el sentido de que los gentiles creyentes debían hacerse judíos, observando la circuncisión y la ley. Esto fue firmemente resistido por el apóstol Pablo, y el resultado del concilio de Jerusalén fue claro: Vamos a recibir a los gentiles sin tratar de hacer de ellos judíos por la circuncisión y otros rituales judíos (ver Hechos 15:1-21). Pero, esta enseñanza judaizante continuó en muchas de las iglesias – y quizá, fue por esta razón por la cual Dios promovió una iglesia poderosa en Antioquía, donde el pueblo de Dios era libre para moverse en el Espíritu sin el estorbo de la presión de este elemento judaizante.

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Ahora, en el día de hoy, está ocurriendo algo extraño por la forma en que muchos del pueblo de Dios se están acercando al pueblo judío. Ellos están promoviendo las costumbres judías, y las tradiciones judías y la guarda de los días de fiesta judíos, y compartiendo su visión de un restaurado templo de madera y piedra, y de los sacrificios de animales, y así por el estilo. El amado Esteban fue apedreado hasta morir por manifestar que Dios no se complacía en el templo de ellos, que era hecho por el hombre – y ahora muchos cristianos se entusiasman al oír que algunos judíos ortodoxos tienen planes firmes para edificar un nuevo templo como aquel. El profeta Ezequiel dijo que Dios les haría “mas bien que en vuestros comienzos” (Ezequiel 36:11), y la epístola a los Hebreos nos muestra claramente que esas cosas mejores son: un Pacto mejor, un Sacerdocio mejor, un Sacrificio mejor, un Santuario mejor, un País mejor, un Propiciatorio mejor, un Altar mejor. Porque en la Restauración Dios no solamente restaura un pueblo a Su complacencia – El los levantará mucho más alto que en sus principios. (Esto es lo que se enfatiza en nuestro libro: Tarde y Mañana). Justo en ese punto donde su largamente esperado sueño del Mesías se había cumplido – los gentiles eran injertados en el Arbol de Israel, y llegado a ser “con ellos participantes de la raíz y de la grosura de la savia de la Oliva – y del Nuevo Pacto con todas estas cosas mejores” (Romanos 11:17). Dios no los lleva de nuevo a los templos, ni a los sacrificios, ni a los rituales que El había ordenado para Israel en sus principios. Ahora, El no llevará al nuevo Israel a las instituciones que ellos tenían en tiempos del Antiguo Testamento, ni a las instituciones antiguas o actuales que nosotros hemos tenido en la iglesia. Pablo describe esta restauración como:

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La Vida de lo Muerto En el tiempo señalado, Dios removerá el velo de los ojos de ellos, y los injertará de nuevo en el Arbol en que nosotros fuimos injertados – y más allá de donde estamos ahora. Participaremos conjuntamente del poder de Su resurrección – en una plenitud más grande que jamás hayan conocido tanto el Israel antiguo, como la iglesia de hoy, porque este nuevo Israel – se conocerá como la Nueva Jerusalén, la única Jerusalén que se menciona en la Epístola a los Hebreos, o en el libro del Apocalipsis. Es la Ciudad Santa, la Esposa del Cordero – en cuyas puertas están escritos los nombres de las doce tribus de los hijos de Israel, y en cuyos cimientos están escritos los nombres de los doce apóstoles del Cordero (Apocalipsis 21:12-14). ¿No nos demuestra esto que el verdadero Israel y la verdadera Iglesia están unidos conjuntamente en Una Habitación del Dios viviente? El apóstol Pablo le recuerda a los efesios cómo hubo un tiempo en que ellas no hacían parte de la nación de Israel – pero, que ahora, por la gracia, “ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, sobreedificados sobre el fundamento de los apóstoles y de los profetas, siendo la principal piedra del ángulo, Jesús, el Cristo” (ver Efesios 2:14,20). Estos son los cimientos de la Nueva Jerusalén, conformados tanto por los judíos como por los gentiles, que han sido creados de nuevo para que se conviertan en un nuevo hombre en Cristo. Este es nuestro derecho de herencia ahora, como el apóstol nos lo ha recordado: “Mas os habéis llegado al monte de Sión, y a la ciudad del Dios viviente, Jerusalén la celestial....” (Hebreos 12:22; también Gálatas 4:26), aunque consideramos que esta Ciudad Santa todavía no ha sido revelada en la Tierra, en toda su gloria.

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Una Lección Objetiva en la Casa del Alfarero Es práctica común en la iglesia cantar acerca del propósito de Dios, y sobre Sus soberanos modos de obrar, sin creer realmente lo que se está cantando. Pienso que el Señor proyectará Su verdad en muchos de nuestros cánticos, los cuales disfrutamos por su lirismo y su ritmo sin que realmente los tomemos a pecho. Tenemos bellos cánticos sobre el alfarero y la arcilla – y reconocemos humildemente que nosotros somos la arcilla. Y si nuestros corazones son sinceros – Dios puede hacernos precisamente según nuestras palabras. El puede responder a esa oración – y cambiar muy drásticamente la vasija que está en Sus manos. Pero, bien puede no hacerlo a nuestra manera. Podemos encontrar un pequeño problema y pedirle a Dios que lo resuelva. Pero, ¿qué pasa si El prefiere descartar todos nuestros planes y nuestras ideas, y reducirnos a la nada – con el fin de que El pueda formar ese “vaso de misericordia” que El quiere”? Porque Dios está buscando vasos de misericordia en este mundo lleno de odio, de crueldad y de violencia. Durante muchas décadas he visto a muchas iglesias celosas enviar a nuestros jóvenes para que evangelicen a las naciones – y ahora hay dos o tres veces tantos pecadores en el globo como los había entonces. Yo era tan celoso como cualesquiera de ellos para trabajar por Dios y por este mundo doliente, y por llevar la luz del Evangelio a las naciones que no lo conocen a El. Pero, de algún modo, el vaso que yo esperaba ser – se echó a perder en Su mano, y durante largo tiempo me he preguntado por qué. Dios tuvo una palabra para Jeremías, que resulta a propósito para el día de hoy cuando a tantos se les ha enseñado que está en sus manos el cumplir su propio destino. Dios lo envió a la casa del alfarero para que

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aprendiera una lección. Jeremías siguió obedientemente su camino y entró en el taller donde estaba un alfarero haciendo una vasija. Mientras giraba y giraba la rueda, el alfarero se valía de sus ágiles dedos sobre la arcilla – para formar una vasija. Pero, de repente, pasó algo. La vasija se echó a perder en las manos del alfarero. Me pregunto si Dios hizo que pasara esto para enseñar a Jeremías la lección que El sabía que necesitaba el profeta. Esta fue una bella lección objetiva, y cuando Jeremías lo miró, vio que el alfarero hacía algo más cruel. Tomaba el arcilla en sus manos y la convertía en una masa amorfa – amasándola de nuevo. No trató de arreglar la vasija, ni desecho la arcilla como inservible... sólo la trabajó de nuevo. La vasija no dijo: “No puedes hacer esto. ¿Qué estás haciendo conmigo? Creí que estaba lista para el servicio... y mírame ahora.” Pero, al congregarse, es fácil unirse al resto del pueblo cuando ellos canten: “Hágase a tu modo, Señor, Hágase a tu modo.. Tú eres el Alfarero... yo soy la arcilla, Moldéame y hazme según Tu voluntad Mientras estoy esperando, sumiso y tranquilo.”





Y luego, usted se vuelve a casa después de la reunión, y sigue culpando a Dios por hacer de usted otro vaso como a El le pareció bien hacerlo. Y quizá, ni siquiera se haya dado cuenta de que usted le pidió que hiciera eso, cuando cantó ese cántico en la reunión. Pero, mientras usted tenga el corazón puesto en El, y siga amándole a pesar de la forma en que El sigue desbaratando sus planes – más tarde o más temprano, usted se inclinará a creer que Dios hizo que la

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vasija se echara a perder porque El sabía que se valdría de eso para quebrantar su voluntad, pues el Alfarero podría tener su propia forma en la vida de usted. Quizá, lo oigamos alguna vez diciendo, no en forma audible, sino de esa manera tranquila en que El puede hablar sin decir palabra alguna: Antes de que yo desmenuzara tu arcilla, tú eras sordo y lento para comprender mis caminos... pero, ahora eres sensible a esa voz interior de Mi Espíritu. Ya no necesitas el freno y la rienda que los hombres usan en los caballos y en las mulas para ponerlos a tono con Mi plan. En otro tiempo, tú confiabas en tu fortaleza, y te sentías un poco superior a los que eran débiles, pero, ahora tú confiesas libremente con Mi siervo David: “Antes que fuera humillado, yo erraba; mas ahora tu dicho guardo” (Salmo 119: 67). O con Mi siervo Job, que me amaba y tuvo confianza en el entendimiento que él tenía de su Dios. Pero, después de su gran prueba hizo esta confesión: “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en el polvo y en la ceniza” (Job 42:5,6). Y usted oye la respuesta del Señor: Ahora que comprendes por qué yo te llevé al polvo y a las cenizas... porque eso es realmente lo que tú eres por naturaleza. Prefiero usar vasijas de barro, pero, estas vasijas deben ser moldeables en mis manos para que yo pueda hacerlas y rehacerlas, como le parezca bien al Alfarero. Quizá, no te habías dado cuenta de cuán imperfecto había sido tu andar con Dios, y tú le oyes decir: Antes tú eras cojo, pero, no te dabas cuenta de ello. Pero, después de que yo te humillé en la contienda en Jaboc... cojeas cuando caminas, y el pueblo se

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pregunta por qué. Pero, yo veo a alguien baldado por Mi mano para que tú pudieras andar conmigo como príncipe de Dios. Ahora, tú eres verdaderamente un vencedor, porque has sido vencido por el golpe de la mano del poder del Dios de Jacob. – O puede oír algo como esto: “Tú querías desesperadamente los dones del Espíritu, siendo yo quien puso este deseo en tu corazón, porque tú necesitabas Mis dones con el fin de funcionar efectivamente en el cuerpo de Cristo. Pero, ahora, al ser formado de nuevo, como le pareció bien al Alfarero, tú deseas y ansías solamente una cosa: ya no deseas el don, sino al Dador. No es la recompensa de un ministerio fructífero lo que tú buscas, sino que te regocijas en que YO SOY la Recompensa. Porque para ti Yo te di la promesa que le di a mi amigo Abraham: “No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande” (Génesis 15:1). Luego, tenemos la historia de Noemí y de Rut. Usted puede haber sentido en la forma en que ellas lo hicieron. Ambas habían perdido a sus esposos, y Noemí decidió que regresaría a su casa en Israel. Rut insistió en irse con Noemí – y juntas emprendieron el camino de Israel – desvalidas y abandonadas, y preguntándose por qué Dios las había tratado tan duramente. Noemí conoció mejores tiempos, porque ella se había levantado en Israel y amaba al Dios de Israel aun en este tiempo de su dilema. Pero, Rut era del país de Moab, donde adoraban sus propios dioses y hacían lo suyo – sin que supieran nada sobre el Dios de Israel. Sin embargo, a pesar de la amargura del alma de Noemí, todavía amaba a su Dios y Rut era atraída a ella y quiso que el Dios de Noemí fuera su Dios. Y así ella siguió con Noemí a esa tierra extranjera y desconocida. Y cuando llegaron

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a Belén, Rut se puso a buscar un campo donde pudiera recoger algo de cebada, y ocurrió justamente que el campo que ella escogió pertenecía a Boaz, un rico patriarca de Belén. El fue muy generoso con ella y les dijo a los jóvenes que dejaran regados unos pocos manojos de grano por acá y por allá, para que ella los recogiera. ¡Cuál no sería la sorpresa para Noemí cuando ella llegó a la casa con un efa de cebada que había recogido en los campos de este benévolo extraño! Esta es la primera parte de la historia, y toda ella es muy bella. Pero, Dios tenía algo mucho más grande en mente para Noemí y para Rut, su nuera. Ambas estaban muy agradecidas por el efa de cebada, pero, eso no era nada comparado con lo que Dios tenía en mente. Ahora, ocurrió que Boaz era precisamente pariente de Noemí, y por tanto, de Rut su nuera. Noemí le explicó que Boaz podría encontrar en su corazón tomarla como esposa, lo cual esperaba hacer según la ley de Moisés. Y así Rut con timidez y, sin embargo, con confiada seguridad en lo que Noemí le había dicho – fue realmente hasta la era donde dormía Boaz, y se acostó junto a este rico patriarca de Belén. El último esposo de Rut era israelita, y pariente cercano de Boaz. Pero, Boaz tenía conocimiento de que había un pariente más cercano todavía que él – pero, este pariente renunció a su derecho cuando Boaz le mencionó que para redimir la tierra debía casarse con Rut también. Y así, Boaz la tomó bajo su protección, convirtiéndose en su esposa. Ahora ella podía decir ciertamente: “Te agradezco por la cebada que recogí en tus campos cuando llegué de Moab. Llegué aquí como una viuda pobre y necesitada, y como una proscrita. Tu cebada fue para mí un don maravilloso en mi tiempo de necesidad, y tú fuiste muy generoso y amable para conmigo. Pero, ahora tengo tus campos, y todo el grano que cultivas en ellos.

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Sin embargo, eso es nada realmente, porque ahora yo te tengo, y tú me tienes a mí.” Y de esa unión en la plenitud de los tiempos nacería en Belén de Judea, en el pueblo natural de Noemí y de Rut, un Salvador, ¡que es Cristo, el Señor! ¿En qué forma tan diferente responderíamos a la mano del Alfarero, si pudiéramos ver más allá del velo y entender que mientras mantengamos nuestros corazones rectos y hagamos aquellas cosas sencillas y comunes y corrientes que Dios pone en nuestros corazones para que las hagamos, estamos cumpliendo nuestro verdadero destino en Dios. Y sólo cuando traspasemos el velo de esta vida comprenderemos la razón por la cual hay tantos porqués en nuestro andar en el Señor. Y ahora cuando usted canta esos cánticos que reflejan los profundos deseos del alma para con su Dios, no se preocupe por el golpe del tambor o por el sonar de los címbalos – porque usted escucha las palabras – palabras que han tomado un nuevo significado: “Hazlo a Tu manera, Señor Hazlo a Tu manera; Tú eres el Alfarero, yo soy la arcilla...”

Ahora, su verdadera alegría y su verdadero deleite es oír la Palabra de Dios, y cumplirla. Ahora, usted está aprendiendo a morar en El... y El en usted, porque usted ha descubierto que El es su verdadera y eterna recompensa, su morada está en Dios... y la morada de Dios está en usted.

El Propósito del Don y del Ministerio Di este breve resumen del Libro de Rut para dar una pequeña lección objetiva de la intención de Dios al darnos Sus dones. Cuán ansiosos hemos estado por tener esos dones que obran, y los ministerios que son efec-

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tivos y producen buen fruto para el Reino. Y esto está bien y es bueno. Pero, con mucha frecuencia estamos perdiendo la intención de Dios al dar estos dones y ministerios de Su gracia. Esto es para alimentarnos en La Verdad, para que podamos hacer lugar en nuestros corazones para la Presencia de Dios Mismo... con el fin de que El pueda ocupar completamente este templo que somos nosotros. Sólo entonces conocerá el mundo donde encontrar al verdadero Dios. Entonces, todo está resuelto... cuando estamos dispuestos a cambiar: La parte por el todo... El don por el Dador... La cebada por el Propietario de los campos... Los dones de Abraham por el hijo de Abraham...

Así, cuando Rebeca ve a su Isaac, deja caer sus dones, desciende ágilmente del camello, y corre a sus brazos. Después Rut, lejos de despreciar el grano que recoge de Boaz – solamente para buscar más al día siguiente – empieza una nueva vida, viviendo con Boaz en la casa de él y de ella... Luego, podemos decir: “Soy de mi Amado, y conmigo tiene su contentamiento...” Podemos confiar en esto: Nada faltará en el deseo de Dios para nuestras vidas, cuando tomemos Su yugo y andemos en perdurable unión con El. Sé que todo esto puede parecer muy elemental para algunos. Pero, hasta donde puedo observar, hay muy poco deseo en medio del pueblo de Dios para hacer esta transición de los dones del Espíritu... y entrar en el camino más excelente. Sé que no podemos hacer que esto ocurra. Ni ningún conocimiento por grande que sea puede llevarnos a ello. Pero, mi esperanza y mi confianza están en que todo lo que estamos hablando, Dios

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lo usará para producir hambre y sed en Su pueblo, y gran deseo – por el camino más excelente. Porque El oye el deseo de los humildes, y dispone sus corazones (Salmo 10:17).

Dios Debe Tener un Pueblo Preparado No concebimos la idea de que nuestro Sumo Sacerdote en los Cielos está dejando pasar el tiempo mientras El espera la señal para descender por Su pueblo y para congregarlo Consigo Mismo. ¿No podemos comprender que El ascendió al Santuario Celestial para realizar un ministerio en los Cielos, así como El había terminado fielmente la obra que el Padre le había encomendado hacer en la Tierra? Con esto quiero decir que El está allí como nuestro Mediador del Nuevo Pacto para cumplir en Su pueblo todo lo que él logró en Su cruz cuando vino a la Tierra... como Mediador del Nuevo Pacto; y que El será fiel para ministrar las virtudes del Nuevo Pacto para Su pueblo, tan ciertamente como Moisés fue fiel para ministrar el Pacto Antiguo a la casa de Israel. El apóstol nos recuerda que Moisés fue fiel sobre toda su casa (Hebreos 3:5). ¿No podemos creer de ningún modo que el Nuevo Pacto sea mejor que el Antiguo, y que nuestro Mediador tiene más poder y más virtud investidas en El para terminar la obra en los Cielos de los que tuvo Moisés para ministrar un ley de muerte y condenación a un pueblo descarriando en el desierto? Que Dios nos libre de calcular horarios que se sigan para indicar el tiempo de la aparición del Señor. Pero, busquemos a Dios más para la obra exterior del Nuevo Pacto en nuestras vidas, para que podamos estar listos para verlo, y para oír las palabras: “Bien hecho, siervo bueno y fiel.” Porque el Padre no se preocupa en lo más mínimo por la forma en que calculamos los horarios del fin de los tiempos. Más bien se motiva por ese deseo inherente que El tiene en Su cora-

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zón por una Iglesia Santa, por una Esposa Santa... que sea compatible con Su Hijo. Todo el Cielo está alerta y es sensible al ministerio del Espíritu en Su Iglesia, porque todo el Cielo sabe que el Cordero que está en el trono es digno de lo más excelente que el Padre pueda procurar para Su Hijo. Y El seguirá ministrando a esta santa Iglesia, a esta bella esposa, hasta cuando ella entre en la estatura de la gracia y de la virtud que Dios ha dispuesto. Dios quiere una morada para Sí Mismo, no de madera ni de piedra. El tuvo todo eso hace siglos y no encontró deleite en ello. Así que, ¿Cuándo regresará Cristo? Más bien cambiemos la pregunta: ¿Cómo preparamos nuestros corazones para Su aparición? ¿Cristo va a venir por una Iglesia gloriosa, por una Esposa sin mancha? ¿La Esposa se ha preparado? ¿Nuestro Sumo Sacerdote seguirá intercediendo por los Suyos hasta cuando El haya preparado un pueblo que sea: “llamado, escogido y fiel... .” Y los ministerios que El ha establecido en el cuerpo son válidos solamente si ellos están escuchando y hablando desde el corazón de Sumo Sacerdote en los Cielos. Sus verdaderos profetas siempre buscarán hacer volver los corazones del pueblo desde sus malos caminos (Jeremías 23:22). Esta es la preparación que necesita el pueblo de Dios en esta hora, un “lavamiento de agua por la Palabra,” no cálculos para cuando El aparezca.

El Pueblo estaba a la Expectativa Había excitación entre el pueblo cuando circuló la historia sobre Zacarías y Elisabet, y el hijo que se les había dado en su vejez. Entonces, había una pareja que vivía en Nazaret, a muchas millas de allí, llamados José y María. Pero, antes de que ellos se hubieran casado, el ángel Gabriel vino a María y le anunció que ella iba a

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ser la madre del Hijo de Dios. Ella no dudó en lo que él dijo, pero, se preguntaba cómo podría ser eso, porque ella era virgen. Gabriel le explicó: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá; por lo cual también lo Santo que nacerá de ti, será llamado Hijo de Dios” (Lucas 1:35). Después, Lucas nos narra la historia sobre la manera como Dios se valió del censo ordenado por el Emperador. María y José servían a Dios en la pequeña aldea de Nazaret, donde llevaban la vida de los campesinos comunes y corrientes. Pero, su hijo tenía que nacer en Belén, según el profeta Miqueas (véase Miqueas 5:2). Ahora, el Emperador de Roma hizo parte del plan – porque él fue el que promulgó el decreto de que todo el pueblo fuera a registrarse en la ciudad de sus antepasados, Y así José y María dispusieron lo necesario para el arduo viaje desde Nazaret hasta Belén. Y mientras estaban allí, ella dio a luz al Mesías, como había dicho el profeta que ocurriría. Luego, apareció en escena Juan para preparar los corazones del pueblo para su Mesías. El fue una Voz en el desierto, y su mensaje era un mensaje de arrepentimiento. ¡El Mesías va a aparecer en escena, arrepentíos, cambiad vuestros ambiciosos caminos! ¡Dé a los que tienen necesidad! ¡Esté satisfecho con vuestro salario! ¡El Rey llega! Muchos de ellos, cuyos corazones estaban abiertos, se arrepintieron. Pero, como hoy, a muchos de ellos los consumía la curiosidad, y preguntaban: ¿“Tú eres Elías? ¿Eres tú ese profeta? ¿Quién eres tú, de todos modos? Los fariseos querían saber. Pero, su respuesta fue clara y concisa: “Voz que clama en el desierto; aparejad el camino del Señor.” El era sólo una Voz, pero, en tal acuerdo con Dios – que era un claro sonido del Cielo. Los profetas de Dios no pierden su tiempo respondiendo preguntas sobre cómo y cuándo y de qué manera aparecerá El. El mensaje de Dios

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es: “¡El Señor de la Gloria llega... preparad vuestros corazones para recibirle!” El Dios Altísimo cubrió todo el proceso relacionado con Su venida con un conocimiento previo muy acucioso y lo coordinó con sabiduría. Todo estaba de acuerdo con las Escrituras, y cada detalle de Su Aparición fue previamente dispuesto y conocido de Dios – pero, ningún hombre pudo haber sabido los detalles antes de que sucediera. Y, sin embargo, desde los más altos reinos de lo político y de lo eclesiástico hasta el más humilde de Sus siervos, todo el escenario fue cuidadosamente cubierto y manifestado en la Tierra el día de Su Aparición.

La Preparación de Su Segunda Venida Acabo de mencionar cómo fue que Jesús vino la primera vez, para que podamos comprender este importantísimo principio – de que, a pesar del conocimiento que podamos adquirir con respecto al Reino, podemos tener corazones que sean muy diferentes al Rey y, por tanto, no están listos para el Reino. Pienso que hay muchos que conocen el mensaje del Reino, que están cautivados por la visión del poder y de la autoridad del Reino... pero, todavía están lejos de la pobreza de espíritu, de la mansedumbre, de la sencillez, de la humildad, y de la pureza de corazón. Si el Mensaje del Reino no produce estas virtudes en Su pueblo, hay poco valor en el mensaje. Dios nos llevará al arrepentimiento para que El pueda santificarnos con las vestiduras de la salvación, para que podamos estar listos para presentarnos ante el Rey, y ser compatibles con El. Porque El viene por una Esposa santa y sin mancha que debe ser limpiada en el lavamiento del agua por la Palabra. La responsabilidad del Espíritu es guiar a Su pueblo hacía toda la verdad. El quiere guiarnos en Sus ca-

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minos. A menudo, El nos llevará por caminos desiertos, pues Su último deseo es acercarnos al corazón de Dios y, por tanto, Sus caminos están diseñados para llevarnos a un corazón humilde y contrito. Algunos tienen la idea de que porque El vaya a venir pronto, nosotros tenemos que arreglárnoslas para alcanzar planes que nos permitan terminar la obra. Y Aquel que es el Señor de la Iglesia es desplazado fuera de Su templo, y es reemplazado por la sabiduría del hombre. Hemos buscado hacer uso del Espíritu Santo para cumplir nuestros mandatos y para bendecir nuestros esfuerzos, antes que para someternos a Su autoridad y potestad. Hacemos pública manifestación de que queremos Su presencia con nosotros; pero, con demasiada frecuencia, El es relegado al último lugar... antes que al timón en pleno control. Usted puede estar seguro de esto: si El no está a cargo, si El no está al timón – nosotros como iglesia no vamos a ninguna parte.

¿Dónde están aquellos Ríos de Agua Viva? “Escudriñemos nuestros caminos, y busquemos, y volvámonos al SEÑOR.” ¿No nos prometió claramente Jesús que de nuestro ser interior brotarían Ríos de Agua Viva, si creíamos en El y recibíamos Su Espíritu? (Juan 7:38). Debe haber varios millones de personas aquí en esta parte del mundo que manifiestan públicamente estar llenas del Espíritu Santo. ¿Pero, dónde están esos Ríos de Agua Viva que Jesús prometió? E, incluso las cisternas que hemos hecho, están casi secas. Hay muchos problemas en la iglesia como los hay en el mundo que nos rodea – enfermedades mentales, espirituales y síquicas y, con frecuencia, la misma clase de pecados y la misma clase de devastación en los hogares y en las familias. ¿Por qué entonces seguimos construyendo “cisternas, cisternas rotas, que no detienen aguas,” en lugar de arrepentirnos de nuestros caminos presuntuo-

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sos, y buscar encarecidamente a Dios para que las Fuentes de Vida fluyan una vez más de la Casa de Dios? Nuestro gran Sumo Sacerdote en los Cielos tiene toda provisión en Su propio y glorioso Ministerio en el santuario celestial... para poner de manifiesto en Su pueblo el esplendor y la gloria de Cristo. Y el Espíritu Santo está en la Iglesia para tomar esas gloriosas virtudes y gracias que están en nuestro Señor Jesús y manifestarlas en medio de nosotros. Esta es la razón por la cual Dios nos dio de Su Espíritu... no para que nosotros lo usáramos para nuestras agendas, sino para que El pudiera ser el Señor en medio de nosotros, con el fin de producir las poderosas operaciones de Dios como un Testimonio del Cristo Vivo. Tan ciertamente como nosotros abandonamos el Camino de Dios, y escogemos los caminos de los hombres, nos extraviaremos cada vez más del propósito y del deseo de Dios. Clamamos al mundo que se arrepienta y que creen en el Evangelio, pero, Dios le está clamando a Su pueblo para que se arrepienta: “Pues si no, vendré presto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar...” (Apocalipsis 2:5). Debemos saber sin duda que cuando El remueve el candelero... ya no hay Luz que brille en las tinieblas que nos rodean. Me pregunto cuántos candeleros han sido removidos de nuestras comunidades, y el pueblo ni siquiera se da cuenta... porque el pueblo todavía se está congregando semana tras semana. ¿Pero, hay una Luz que brille desde el candelero? Es tiempo para “buscar y probar nuestros caminos, y para volvernos hacia el Señor.”

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a preocupación de Dios siempre ha sido por Su pueblo. Y la pregunta de usted es: ¿Acaso no se preocupa igualmente por el mundo? Por supuesto que sí – y ésta es la razón por la cual dejó Su iglesia en el mundo, para que ella fuera la Luz del mundo. Y cuando los hombres dicen – “No me molesten con esas cosas tan extremistas” – mi preocupación es la de alcanzar el mundo para Dios – ¿Cuán ignorantes podemos llegar a ser? El dejó Su Iglesia aquí en la Tierra para que resplandeciera con Su gloria. Y cuando la luz de los candeleros vacila y se apaga – nosotros somos apenas una bombilla apagada que tiene apariencia de luz, pero, no brilla en las tinieblas. Toda la gloria del Dios del Cielo estuvo aquí cuando Jesús estuvo en la Tierra. Y cuando El se fue, toda la gloria del Cielo descendió de nuevo para morar en Su pueblo de la Tierra. De esto se trata la ministración del Espíritu en medio de nosotros. Creo que la mayor parte del pueblo de Dios reconoce que nosotros no estamos andando en la gloria de

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la Luz que vino en Pentecostés. ¿Por qué, entonces, nos sentimos contentos de morar en el resplandor decreciente de una lámpara que se apaga, antes que volver a la Luz? El quiere andar en medio de nosotros con más Luz todavía, no con menos de la que teníamos al principio. Porque la senda del justo es ese camino – que brilla cada vez más hasta que el día es perfecto. – Y el Señor prometió más grandes obras por medio de Su pueblo, que las que El hizo cuando estuvo aquí, porque El tiene todo poder tanto en el Cielo como en la Tierra para investir a Su pueblo.

El Tomará de lo Mío y os lo Hará Saber El pueblo de Dios siempre ha sido propenso a frustrar Su deseo... y es porque carecemos de visión. Nos acostumbramos a las tinieblas, y creemos que eso es lo normal. Pero, Dios manifiesta que no puede descansar hasta que salga como resplandor la justicia de Sion, y su salud se encienda como un hacha. No pensemos, ni por un momento, que estamos entrando en un terreno prohibido si buscamos apropiarnos de la gloria del Cielo aquí y ahora. Jesús nos advirtió que oráramos al Padre: “Venga tu Reino. Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra... .” ¿Cree usted que ese Dios se disgusta con nosotros cuando oramos de ese modo? El apóstol nos recordaría que lo que tenemos ahora en el Espíritu es, realmente, un parte de las virtudes del siglo venidero (ver Hebreos 6:5). Ciertamente, mucho de lo que estamos diciendo pertenece a la próxima era... pero, El quiere que participemos de esos poderes aquí y ahora. ¿Cuán lejos podemos ir en ese ámbito? Sólo hasta donde el Señor, mediante Su Espíritu y Su Palabra, pueda llevarnos. Suyo es todo poder en el Cielo y en la Tierra, y el apóstol Pablo oró para que nosotros pudiéramos conocer “cuál [sea] aquella supereminente grandeza de su potencia en nosotros los

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que creemos, por la operación de la potencia de su fortaleza, la cual obró en el Cristo, resucitándole de los muertos, y colocándole a su diestra en los lugares celestiales” (Efesios 1:19,20). Esas son las dimensiones del poder que está disponible en Cristo. Entonces, nuestra verdadera preocupación no es “cuán lejos puedo llegar,” porque no podemos subir más alto de lo que el Espíritu nos lleve. Nuestro verdadero problema es aprender a morar en Su yugo, y a tener oídos para oír lo que el Espíritu nos está diciendo. Entonces, no puede haber presunción en buscar adelantarnos a Dios, e incredulidad que nos cause temer el camino desconocido. El corazón de Dios sigue clamando porque Su pueblo se mueva y entre en alturas más grandes y profundas en Dios. Su preocupación es siempre la de que por defraudar Su deseo, resulte con que no lo alcancemos (Hebreos 4:1). Pero, debemos guardar nuestras mentes de la presunción en este asunto de saltar o tomar pasos de fe. No sé de dónde se sacó esto, a menos que se hubiera pensado en cuando Pedro se salió de la barca para ir al encuentro de Jesús. Pero Pedro sabía mucho más que hacer eso. Su petición fue muy clara: “Señor, si me dices que salga de la barca y ande sobre el agua – lo haré.” No puede haber fe si nos movemos por iniciativa propia, antes que hacerlo en la voluntad de Dios. Y sólo cuando nos hayamos presentado a El como un sacrificio vivo, podremos probar lo que es la buena, agradable, y perfecta voluntad de Dios. El mismo poder de la resurrección que levantó a Jesús de entre los muertos está disponible para Su iglesia... pero, solamente cuando nos movamos en el Espíritu y moremos en Su Presencia. Somos demasiado miopes como los hijos de Israel. Ellos creían que era una gran cosa que dos hombres trajeran un gran gajo de uvas al campamento – lle-

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vándolo entre dos en una vara. Pero, cuando Dios dijo: “Ahora id y tomad toda la tierra” – eso les pareció que era ir demasiado lejos. Dios les dijo que lo hicieran, y si ellos sólo hubieran andado en obediencia, había la fe esencial en esa palabra. Pero, se negaron a obedecer y se apartaron con temor e incredulidad (ver Hebreos 4:2). No pensemos que las pocas uvas y granadas que hemos recibido en dones espirituales es toda la respuesta de Dios. Eso es sólo un goce anticipado para animarnos a seguir adelante... para que nos movamos en la plenitud de la herencia de Dios. Temo que no ha quedado mucho del fruto de Canaán en medio de nosotros, y que aun esas uvas de Escol, y las granadas, y los higos de anteriores renacimientos – ahora no son más que un recuerdo fugaz de los buenos días pasados. Muchos están buscando volver a esos tiempos benditos de un renacimiento pasado – en lugar de adelantarse a una gloria todavía más grande que está delante de ellos. Porque no importa cuán grandes hayan sido esos días pasados, la plena medida que Dios ha reservado para Su pueblo no se ha revelado todavía. El Espíritu de Dios mora aquí en el templo que somos nosotros para que, en unión con El, podamos recibir la plenitud de esas virtudes, de esos poderes, de esas gracias y de esas riquezas que están en Cristo Jesús. No se crea que esto despojará a Cristo de Su gloria – antes bien traerá más grande honor y gloria más grande a Su Nombre. Porque Jesús dijo: “El me clarificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre, mío es; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber” (Juan 16:14,15).

¿Qué Significa esto: “Os lo Hará Saber”? Mientras nuestro Señor Jesús sea el Sumo Sacerdote en el trono de la Gloria, intercediendo por nosotros, los Suyos, el Espíritu Santo estará en Su iglesia para

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tomar del Cristo glorificado, y para hacerlo saber a Su pueblo. Recuerdo cómo, al principio, esto me dejó alguna sensación de incertidumbre en cuanto a lo que El quería decir. ¿Para contemplar solamente las cosas que El me muestra? No estoy interesado en contemplar solamente más verdad, en comprender más acerca de la mecánica de la doctrina. No sentía que eso fuera suficiente siquiera para que el Señor me hiciera saber algo desde el trono. Yo quería participar de eso. Pero, un día comprendí que todo eso está en Cristo, y que El es la Luz. Por tanto, cuando El nos hace saber algo, El está realmente haciéndolo resplandecer en nuestros corazones. El mismo es la Palabra, la Verdad viviente. No existe ninguna concordancia ni ningún diccionario, por buenos que sean, que puedan definir la Verdad en cualquier sentido de plenitud, para darnos el pleno entendimiento de lo que Dios tiene en mente. Apreciamos la erudición que busca explicar claramente lo que esas palabras de la Biblia quieren decir realmente, y no querría minimizar eso en modo alguno, pero, debemos saber que solamente el Espíritu Santo puede hacer que nosotros veamos la verdad que está en Jesús. “El tomará de lo mío, y os lo hará saber.” Así que yo busqué la palabra mostrar (saber) en mi diccionario, y dice: “describir, presentar a la vista, señalar, desplegar, exhibir, descubrir, aparecer, dejarse ver.” Las definiciones son buenas, pero, estoy ciego, o no puedo ver de lejos. También soy sordo, o duro de oído. Y mi mente es lenta para comprender como debería. Quiero ver, quiero oír, quiero comprender. Así que me llego a El en mi ceguedad, y digo: “SEÑOR, MUÉSTRAME TU GLORIA;” y, sin embargo, continúo en mi lucha por ver. Luego, un día, siento Su toque sobre mis ojos, y veo oscuramente, como el hombre al que Jesús sanó... y observo hombres que caminan como árboles. Pero, El no me

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deja en ese estado, si en verdad yo deseo ardientemente la verdad y la justicia. El me toca una y otra vez. El sigue ocupándose de mi una y otra vez. Porque El es la Luz, y cuando El nos hace saber algo “el acceso a Su Palabra da Luz.” Debemos entrar en la Luz. Es la Luz de Su Presencia la que nos hace ver. Es la Luz de Su Presencia la que nos hace oír y comprender. Mi diccionario no puede hacer eso. Jesús dijo: “La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo fuere sincero, todo tu cuerpo está lleno de luz” (Mateo 6:22). Lleno..., ¿usted quiere decir completamente lleno; en absoluto, sin sombras de tinieblas? Sí, Jesús hace énfasis en que: “... siendo todo tu cuerpo resplandeciente, no teniendo alguna parte de tinieblas” (Lucas 11:36). Así que ésta es la respuesta del Señor para nosotros los que nos lamentamos de lo poco que podemos ver y comprender. Si El nos hace saber algo, nosotros lo vemos, porque El es “la Luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene a este mundo” (Juan 1:9). Y por tanto, El nos advierte: “Andad entre tanto que tenéis luz, para que no os tomen las tinieblas... y creed en la Luz, para que seáis hijos de la Luz” (Juan 12:35,36). ¡Hijos de la Luz! ¡Nacidos en los ámbitos de la Luz pura y brillante! Todo lo que el Padre tiene ha sido investido en Cristo. El es Luz pura, y Jesús nos dice que el Espíritu “tomará de lo mío, y os lo hará saber” (Juan 16:15).

Cambiado... por Verle a El Usted y yo no podemos verle a El y seguir siendo los mismos. Conocemos nuestras tinieblas, y hay una tendencia entre las criaturas de las tinieblas, que es la de buscar lugares aún más tenebrosos, porque sus ojos no están acondicionados para ver el resplandor de la luz. Sin embargo, El nos anima para que “entremos en la Luz...” porque es solamente la Luz la que puede disi-

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par las tinieblas. Después dice: “Creed en la Luz” hasta cuando nazcamos de nuevo en los ámbitos de la Luz. Entonces, cuando Su Espíritu habite en nosotros – El es fiel para tomar esas virtudes y gracias, y todas las excelencias que están en El, y nos lo hace saber con esa penetrante y transformadora Luz de los ámbitos de la Gloria. Luego, Sus iluminados lo hacen saber a los demás. Y estos otros iluminados todavía lo hacen saber a otros más. Y esto es lo que la ministración del Espíritu produce absolutamente para que cada miembro del cuerpo participe en la Luz y en la Gloria, y para que transmita la Luz a los demás, con el fin de que “nosotros todos, puestos los ojos como en un espejo en la gloria del Señor con cara descubierta, somos transformados de gloria en gloria en la misma semejanza, como por el Espíritu del Señor” (2 Corintios 3:18).

Juan les Escribe a los Hermanos en Tribulación Juan está en la Isla de Patmos por causa de su testimonio por Cristo, y el Señor le dio el Libro del Apocalipsis para compartirlo con la Iglesia. Juan vio a Aquel que era como el Hijo del Hombre que andaba en la Tierra en medio de los siete candeleros. Porque Juan estaba en tribulación, y Dios le escogió para que fuera la representación de Su pueblo, como hermano de ellos y su compañero en la tribulación, y en el Reino, y en la paciencia de Jesucristo. Sabemos que él era el discípulo amado – y que un apóstol es alguien enviado por Dios para hacer público el mensaje de Dios al pueblo. Pero, él no pudo hacer eso efectivamente, con excepción de tomar su lugar como el hermano y el compañero de ellos. Todo ministro enviado por Dios tiene autoridad procedente de Cristo... toda la autoridad que necesita la fiel ministración de la Verdad a los corazones de los demás. Pero, si esta autoridad va a permanecer

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fuerte en el Señor, y fuerte en la iglesia, él debe tomar su lugar como nuestro hermano, no como nuestro amo y señor. Juan fue nuestro hermano en la tribulación, y en el reino, y en la paciencia de Jesucristo. Moisés fue al desierto con el pueblo, y sufrió con ellos todas las pruebas que experimentaron en ese agotador y ululante desierto. Caleb y Josué, que suspiraban por Canaán, permanecieron con los desobedientes durante 38 años más, porque ellos necesitaban de estos hombres para que les animaran a lo largo del camino cuando soportaran sufrimientos, pruebas, y tribulación. Ezequiel se sentó con los cautivos de Israel, y Daniel fue hecho cautivo con los cautivos de Judá. Dios dijo que El acortaría los días de la tribulación, “por causa de los escogidos.” Así, Sus escogidos estarán en tribulación, y ministrará y dará fortaleza a los demás en la tribulación, como lo hizo Juan. ¿Pero, qué hay en el Día de la Ira? ¿Dios nos dijo que no habíamos sido señalados para la ira? Sí, pero, permítasenos leer Su provisión para eso: “Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os tome como ladrón; porque todos vosotros sois hijos de la luz, e hijos del día; no somos de la noche, ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos como los demás, antes velemos y seamos sobrios. Porque los que duermen, de noche duermen; y los que están borrachos, de noche están borrachos. Mas nosotros, que somos hijos del día, estemos sobrios, vestidos de cota de fe y de caridad, y la esperanza de la salud por yelmo. Porque no nos ha ordenado Dios para ira, sino para alcanzar salud por el Señor nuestro, Jesús el Cristo” (1 Tesalonicenses 5:4-9). Esto es tan claro como pueden hacerlo las palabras: se nos ha librado de la ira, porque estamos vestidos con las armas de la Luz (Romanos 13:12), porque somos los hijos de la luz, porque somos sobrios y esta-

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mos alerta, porque nos ponemos Su armadura, la coraza de la fe y del amor, y el yelmo en nuestra cabeza como la esperanza de nuestra salvación. El Señor nos dice claramente que esto será inmediatamente después de la tribulación de aquellos días cuando los hombres “... verán al Hijo del Hombre que vendrá sobre las nubes del cielo, con grande poder y gloria.” Y El “juntará Sus escogidos de los cuatro vientos” (ver Mateo 24:29-31). Con la santa armadura de Dios cubriéndonos, estamos completamente preparados para cualquier tribulación que pueda sobrevenir, cuando se manifieste Su ira desde el Cielo contra el mal, que está en el mundo. No digo estas cosas para confirmar una posición doctrinal, sino para animar al pueblo de Dios en esta hora final, con el fin de que se ponga esa armadura y para que la mantenga brillante y limpia, porque el Día del Señor está cerca. Toda la armadura de Dios es completamente suficiente no sólo para liberarnos, sino para hacernos eficaces como soldados de Su ejército, para “vencer en el día señalado, y habiendo acabado todo, estar firmes” (ver Efesios 6). O como dice la vieja traducción Weymouth: “Habiendo luchado hasta el fin, para quedar victoriosos en el campo.” Creo que Dios quiere despertar a Su Iglesia para que sepa que esa gran tribulación está sobre nosotros, y que no habrá arrebatamiento cuando suene la primera trompeta, sino más bien “a la final trompeta” (1 Corintios 15:52; 1 Tesalonicenses 4:16) . Algunas naciones han tenido su parte de tribulación y muchos mártires están descansado bajo el altar, esperando el día de la Venganza de Dios. Pero, el Señor les anima para que aun “reposen todavía un poco de tiempo, hasta que sus compañeros consiervos, sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos fueran cumplidos” (Apocalipsis 6:11).

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Comprendiendo los Símbolos Sabemos que el Libro del Apocalipsis está lleno de símbolos, porque se nos ha dicho en la introducción del libro lo que el ángel indicó por señales para Juan – o para hacerlo conocer de él por señales, o símbolos. Necesitamos la sabiduría del Señor, mientras buscamos entender lo que Dios nos haría saber. Nuestra búsqueda debe ser siempre para la Palabra Viva... y no sólo una comprensión de la letra de la Palabra. Y debemos reconocer que las cosas celestiales no son para ser calculadas mediante mediciones materiales, ni por los horarios terrestres del hombre. No se trata de la espiritualización de la Palabra, en el sentido de hacerla menos real y menos significativa, porque el orden de Dios es que “lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual.” Y así, la naturaleza espiritual de las cosas se destaca más que la animal. Sabiendo esto, debemos ser enseñados por el Espíritu, y sólo cuando El nos dé entendimiento por el Espíritu sabremos lo que El quiere decir mediante números, y dimensiones, y bestias, y dragones, y altares, y piedras preciosas, y tabernáculos, y templos. El Espíritu es más real que lo material y lo carnal... y Dios quiere que nosotros seamos hombres y mujeres espirituales. Esto no quiere decir que vamos a convertirnos en seres intangibles e invisibles. El pan que Dios le dio a Israel en el desierto era pan espiritual, y el agua que ellos bebieron de la roca, era agua espiritual – porque su origen venía del Cielo, y su propósito era hacer que el pueblo estuviera dispuesto espiritualmente, cuando ellos comieran el pan y bebieran el agua (ver 1 Corintios 10:24). El Espíritu ha venido a nuestras vidas para darnos el Espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de El – y sólo cuando seamos enseñados por el Espíritu comprenderemos lo que Dios nos hará saber.

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Alguien Semejante al Hijo del Hombre Juan estaba en el Espíritu, y esto fue lo que él vio: “Y en medio de los siete candeleros, Uno semejante al Hijo de Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por los pechos con una cinta de oro. Y su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana blanca, como la nieve; y sus ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al latón fino, ardientes como en un horno; y su voz como ruido de muchas aguas. Y tenía en su diestra siete estrellas; y de su boca salía una espada aguda de dos filos. Y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza” (Apocalipsis 1:13-16). Se parecía como Aquel que vio Daniel: “Un varón vestido de lienzos, y ceñidos sus lomos de oro muy fino; y su cuerpo era como piedra de Tarsis (turquesa), y su rostro parecía un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como de color de bronce resplandeciente, y la voz de sus palabras como la voz de un ejército” (Daniel 10:5,6; también 7 y 9). Los hombres que estaban con Daniel en ese momento no vieron lo que Daniel veía, pero, Su presencia era tan aterradora, que “cayó sobre ellos gran temor, y huyeron, y se escondieron.” Y aun Daniel, aunque tuvo la visión, ella le quitó su fuerza y su propia carne parecía putrefacta y horrible a la vista, y se sintió débil y desvalido. Estamos todavía muy carnales, si podemos calcular y conjeturar CUÁNDO es que el Señor de la Gloria puede aparecer, ¡y sin ningún pensamiento de CUÁNTO necesitamos preparar nuestros corazones para esa terrible Aparición! Si pudiéramos ver al Señor de la Gloria de pie en medio de nosotros, como le vio Juan, y como Daniel le vio – cuán diferentemente andaríamos y obraríamos, y ministraríamos en la iglesia. ¡Con cuánta ignorancia pensamos en Dios, y hablamos de Dios, como

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de nuestro grande y amado papá! Ciertamente, El es todo eso para los bebés en Cristo. Pero, cuánto desea El que lleguemos a la madurez como hijos de Dios... sin perder ninguna de las cualidades infantiles de la sencillez, de la pureza y de la ternura – pero, temiéndolo mucho más mientras que maduremos en Cristo – sabiendo que El es “magnífico en santidad, terrible en loores, hacedor de maravillas” (Exodo 15:11). “Dios terrible en la grande congregación de los santos, y formidable sobre todos sus alrededores” (Salmo 89:7). Estamos hablando de ese santo temor por nuestro Padre, a quien amamos tanto que tememos y temblamos no sea que de alguna manera le ofendamos o hagamos cosas que contristen Su corazón. “Entonces los que temen al SEÑOR hablaron cada uno a su compañero; y el SEÑOR escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen al SEÑOR, y para los que piensan en su Nombre” (Malaquías 3:16).

Su Sacrificio agradó completamente a Dios El que anda en medio de los siete candeleros de oro como nuestro Gran Sumo Sacerdote trae todo lo que necesitamos para ajustarnos a Su imagen y semejanza, y para llevarnos a la plena intención de Sus propósitos. Porque por Su muerte en la cruz, El se las entendió plenamente con el problema del pecado. Fue allí donde nuestro Señor llegó a ser el verdadero Sacrificio por el pecado, no sólo para redimirnos hacía Dios, sino para liberarnos de todo vestigio de pecado y de la maldición que heredamos de Adán. Ciertamente hemos heredado pecados y enfermedades de una clase o de otra del padre, de la madre, o de los abuelos. Pero, no perdamos nuestro tiempo en esto, porque hay una inquebrantable línea de problemas, de hábitos, de cosas impuras, de

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enfermedad o debilidad de una clase o de otra, que comenzaron con la transgresión de Adán. Después de que nació el Ultimo Adán en nuestra familia, y en la cruz, El cargó con la maldición del pecado y de la muerte, y con todas las enfermedades y las flaquezas de la raza humana. Cuando los hombres crueles y violentos le tomaron y lo clavaron en la cruz, fue a causa de los pecados de ellos, y de su ignorancia y rebeldía que lo hicieron. Ellos andaban en tinieblas y no podían tolerar la Luz que había en Jesús. Pero, fue Dios quien transformó el odio y la maldad de los hombres hacia Cristo en un Sacrificio que fue santo y muy placentero ante Sus ojos. Porque el Señor quiso quebrantarle, sujetándole a padecimiento. “Cuando hubiere puesto Su alma por expiación (por el pecado), verá linaje, vivirá por largos días; y la voluntad del SEÑOR será en su mano prosperada” (Isaías 53:10). ¡Oh, misterio de todos los misterios: “Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo a sí mismo, no imputándoles sus pecados, y puso en nosotros la palabra de la Reconciliación! Así que, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por medio nuestro; os rogamos en Nombre de Cristo: Reconciliaos a Dios” (2 Corintios 5:19,20).

La Intención de Dios en la Redención Pero, nuestra redención abarca más que la liberación de la cárcel del pecado y la nueva reconciliación con Dios. El quiere que sepamos que El nos compró para Sí Mismo para que pudiéramos llegar a ser Su propia herencia... Su Iglesia, Su Cuerpo, Su Templo, Su Casa, Su Lugar de Habitación. Nuestro Sumo Sacerdote en el trono anda, sin embargo, en medio de los candeleros por medio de Su Espíritu. Su deseo es impartir todas estas virtudes que están en Sí Mismo a Su pueblo de la Tierra, para que podamos llegar a ser esa habitación santa y limpia que El desea para Su alabanza y

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gloria. Cuando llegamos a este entendimiento ya no podemos estar satisfechos de permanecer donde estamos ahora... porque todavía estamos lejos de la imagen y de la semejanza del Hijo que Dios ha deseado. Y si Dios no puede descansar hasta cuando esto ocurra – mientras nosotros nos acercamos más a Su corazón y sentimos esa misma sensación de desasosiego que El siente. ¿Estaríamos satisfechos – a llegar así no mas a las puertas de perla – cuando sabemos que Dios no puede estar satisfecho hasta cuando la justicia de Su pueblo sea “como resplandor su justicia... y su salud se encienda como un hacha?” (Isaías 62:1). Boaz no pudo descansar hasta cuando terminó este asunto como pariente redentor de Rut. El grano que le dio a ella era bueno. Pero, él debía tomarla como su esposa, tenerla como suya, y la herencia de él iba a ser la herencia de ella. Dios descansó el séptimo día cuando terminó la obra de la creación. Pero, no pasó mucho tiempo antes de que el hombre pecara, y el descanso de Dios se quebrantó. Después, Dios siguió trabajando... trabajando en los escogidos en el curso de la historia... hasta cuando El descubriera ese último descanso en Su amor: “El SEÑOR está en medio de ti, poderoso, El salvará, se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos” (Sofonías 3:17). Fue este deseo por el DESCANSO en el corazón de Dios el que dio nacimiento a todo el plan de la redención; ¿y queremos llegar a las puertas del Cielo así no mas, sin importarnos el deseo de Dios para un pueblo a Su imagen y semejanza? Nuestro Sumo Sacerdote en los Cielos no puede descansar hasta cuando El haya establecido la justicia en la Iglesia, limpiándola de toda contaminación, y haciendo que ella sea un vaso santo que sea compatible con el corazón de Dios. Luego, el Hijo dirá de Sus muchos hermanos... y en el mismo instante: “Mi-

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radme... y mirad a estos hijos que Dios me ha dado.” ¡Habla de señales y de prodigios! Estos hijos e hijas Suyos son la última señal y el último prodigio que Dios está preparando para mostrarles ante los ángeles y ante los hombres. El Capitán de nuestra salvación “fue perfeccionado por aflicciones” (Hebreos 2:10). Nuestro Capitán vino del Cielo a la Tierra para encontrar esta cualidad de perfección, ¿y creemos ciertamente que nosotros sólo vamos de la Tierra al Cielo para encontrarla? El viene a nuestra naturaleza para que conjuntamente con El, El pueda introducirnos como señales y prodigios en Israel: “He aquí, yo y los hijos que me dio el SEÑOR, somos por señales y prodigios en Israel, de parte del SEÑOR de los ejércitos, que mora en el Monte de Sion” (Isaías 8:18; ver Hebreos 2:13,14).

Nuestro Gran Sumo Sacerdote Y así nosotros tenemos un Gran Sumo Sacerdote celestial que es totalmente suficiente en Sí Mismo para llevar a cabo la otra mitad de nuestra redención... para tomar esta compañía de esclavos redimidos y ministrar para ellos, y cambiarlos, y transformarlos... para que puedan llegar a ser los hijos y las hijas del Altísimo. Ellos van a ser plenamente llenos de gracia, y embellecidos con todas las gracias y virtudes y perfecciones del Hijo. El Sacerdocio es lo esencial de Su actual Reino en los Cielos, “sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec” (Salmo 110:4). El reina y será “sacerdote en su trono” (Zacarías 6:13). Y su ministerio sacerdotal es para Su pueblo redimido, por quienes El derramó Su sangre. El está investido “con toda potestad en el Cielo y en la Tierra” para cumplir el deseo del corazón de Dios. Y como Aarón, El lleva en Su corazón y sobre Sus hombros los nombres de Su pueblo. En la primera oración de ese gran sacerdocio que El oró mientras estaba todavía en la Tierra, lo hizo intencionadamente en

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voz alta, para que Sus discípulos pudieran tener algún entendimiento de Su exaltado ministerio sacerdotal cuando fue resucitado y glorificado. “Como le has dado la potestad de toda carne, para que a todos los que le diste, les dé vida eterna. Esta empero es la vida eterna: que te conozcan el único Dios verdadero, y al que enviaste, Jesús, el Cristo” (Juan 17:2,3). El oró por Sus escogidos para que pudieran tener esta calidad de vida, que se llama vida eterna... y que El define como el conocimiento del Padre y del Hijo. El ora por aquellos a quienes el Padre le dio al Hijo para que el Padre los guardara del maligno. Su pueblo va a tener la misma gloria: “La claridad que me diste les he dado; para que sean una cosa, como también nosotros somos una cosa.” El enfatiza una y otra vez esta cualidad de unión con Su pueblo, que se efectuará cuando ellos participen de la misma gloria que estaba en El. Y luego, a causa de esta gloria que estuvo primero en el Hijo, y ahora en Sus muchos hermanos, el mundo conozca que “Tú me enviaste, y que los has amado, como también a mí me has amado.” Después, habiendo terminado la obra en la Tierra, El fue glorificado y entronizado como nuestro Sumo Sacerdote para que intercediera por nosotros ante el trono. Juan estaba “en el Espíritu” y lo vio a El andando “en medio de los siete candeleros de oro,” con majestad y autoridad terrible. El está preparado y calificado para tratar con Su Iglesia, sin que importe donde estén ellos, o cuál pueda ser su problema. El les habla a las siete iglesias y – por medio de estas cartas, a todas las Iglesias hasta el fin de los tiempos. El es totalmente suficiente para cada situación. El le da a Juan un mensaje

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para cada iglesia. Pues, siempre hay una iglesia dentro de la Iglesia, tal como era en Israel, “... no todos los que descienden de Israel son israelitas; ni por ser simiente de Abraham son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada simiente” (Romanos 9:6,7). El le habla a todos, pero, Su súplica es siempre para aquellos “que tengan oído para oír lo que el Espíritu está diciendo.” Así es como fue en tiempos antiguos: “El Señor envió palabra a Jacob, y cayó en Israel” (Isaías 9:8).

1. A la Iglesia en Efeso (Apocalipsis 2:1-7) El está de pie ante la iglesia de Efeso como Aquel que tiene las siete estrellas en Su diestra. El quiere que nosotros sepamos que El tiene plena autoridad sobre los ministros que El ha establecido en la iglesia. Los profetas entendieron esta clase de disciplina en la mano de Dios. Jeremías llegó a un estado de frustración, porque las palabras que él le decía al pueblo, procedentes del corazón de Dios – sonaban en los oídos de aquellos que las oían como un chiste. Finalmente, él decidió que ya era suficiente. “No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre.” Así trató de hacerlo – y el fuego que debía de haber salido hacía los demás, siguió ardiendo en sus huesos tan intensamente que no pudo tolerarlo (Jeremías 20:9). No era un trofeo dorado el llegar a ser profeta de Dios en esos días – era más bien una carga que acarreaba vituperio y vergüenza. Isaías también sintió que su ministerio era un fracaso total... sin embargo, sabía que él estaba escondido en la mano de Dios y que la palabra que él decía era como espada aguda. “Y puso mi boca como espada aguda, con la sombra de su mano me cubrió” (Isaías 49:2). Este es el secreto de la verdadera palabra. El que lleva la verdad de Dios a los demás, debe ser protegido por Aquel que tiene las siete estrellas en Su diestra. Sólo entonces, esa palabra aparecerá como Dios se lo proponía: viva, poderosa, efi-

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caz, y más penetrante que toda espada de dos filos (Hebreos 4:12). La totalidad del cuerpo de Cristo en la asamblea debe ser una parte de esta misma ministración de la verdad. Hay ministerios especiales puestos en la iglesia para llevar a todo el cuerpo a este estado de madurez – para que cada miembro sea un rayo de luz en ese candelero particular. Sabemos que esto está sucediendo con dificultad, pero, éste es el propósito de Dios. Y un ministro fiel buscará edificar a los miembros del cuerpo de tal manera que cada uno de ellos encuentre su lugar en el cuerpo, así sea la boca, o los oídos, o los ojos – o algún otro órgano vital. Sólo entonces, el cuerpo de Cristo verá claramente, y oirá correctamente, y hablará con autoridad y pureza. Pero, el candelero debe estar iluminado con la Luz de Cristo, si va a ser un verdadero Testimonio de Jesús en esa área en particular. El Señor alaba a la iglesia de Efeso por sus obras, su paciencia, su aborrecimiento del mal, y por poner a prueba a los apóstoles que visitaban su asamblea. Y de esta manera, parece que ellos tuvieran la buena doctrina. Pero, porque ellos habían abandonado su primer amor, El les dijo que removería su candelero – si no se arrepentían. Vemos mucha excitación, mucha emoción, y oímos mucha buena música que sale de las iglesias en toda la Tierra. Pero, solamente nos preguntamos cuántas de ellas se dan cuenta de que el Señor ya ha removido su candelero – y de que ya no son el Testimonio de Jesús en su comunidad, como lo fueron una vez. Cuando el pueblo de Dios abandona el primer amor – la lámpara de Dios empieza a mermar su luz y pronto se apagará – sin importar cuán buena pueda ser su doctrina. Sus avisos en los periódicos y en frente de los edificios de las iglesias pueden seguir anunciando que su iglesia es una de las mejores – pero, la lámpara de Dios puede

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que ya no esté allí, y ellos no lo sepan. El llamó a la iglesia de Efeso al arrepentimiento – pero, El les llama la atención especialmente a aquellos que tienen oídos para oír: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.” Y a aquellos que vencen El les da esta promesa: El les dará “a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del Paraíso de Dios.”

2. A la Iglesia en Esmirna (Apocalipsis 2:8-11) Se detuvo ante esta iglesia “el Primero y el Postrero.” El se presenta a Sí Mismo como Aquel “que fue muerto y vive.” El es la plenitud de todas las gracias y cualidades que se mencionan en todas las cartas – pero, esta es una iglesia que sufre, y El les recuerda que El se ha conmovido por sus tribulaciones, porque El Mismo padeció mucho... fue crucificado y está vivo de nuevo. El no los llama al arrepentimiento. Sin duda, sus sufrimientos ya les han llevado a un estado de arrepentimiento, y a un corazón contrito. Pero, la batalla no ha terminado todavía, y El les anima para que sean fieles y para que tengan paciencia. De nuevo, Su palabra es para todos. Puede que todos no la acepten, pero, El sabe que en la Palabra hablada hay poder para hacerla efectiva en aquellos que la “oigan.” Ellos han sufrido mucho, pero, la prueba siempre es ésta: “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.” De nuevo, El llama la atención para que “el que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.” Y a estos vencedores, a los que permanezcan en peligro de sus vidas cotidianas, les recuerda que... “el que venciere, no recibirá daño de la muerte segunda.”

3. A la Iglesia en Pérgamo (Apocalipsis 2:1217)

Aquí, el Señor está sosteniendo “la espada aguda de dos filos.” El pueblo está viviendo en medio de una

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fortaleza de Satanás, pero, encontrarán la fuerza y el poder que necesitan – en la espada aguda de dos filos. Ellos se han aferrado a Su Nombre, y conservan su fe y, por lo menos, uno de ellos ha sido martirizado. Pero, el Señor tiene algunas pocas cosas contra ellos. Nuestro Señor exige una iglesia que sea santa y pura. Y El debe entendérselas con las pocas cosas que perturban a la iglesia. Un poco de levadura puede fermentar toda la masa. Había algunos que retenían la doctrina de Balaam, el falso profeta que aconsejó a Balac para que invitara a Israel con el fin de que viviera allí y adorara a sus dioses y para que comiera las cosas que se sacrificaban a sus ídolos, y para que cometiera fornicación. Estos espíritus impuros de Balaam abundan en el mundo que nos rodea – y como los hombres de Israel que doblaron su rodilla antes los dioses de Moab, la iglesia ha abierto sus puertas a muchos espíritus impuros y corruptores que apartan sus corazones de Dios. Las tentaciones y los atractivos que se vomitan en nuestros hogares por medio de los libros y los videos y el internet están alcanzando proporciones gigantescas, y las madres y los padres harían mejor en hacer todo cuanto puedan por mantener sus hogares limpios y consagrados al Señor. El arma de nuestro Señor contra ellos es “la espada aguda de dos filos...” Pero, con demasiada frecuencia, la espada que nosotros pretendemos usar tiene únicamente un filo, y es tan romo que no penetra ni el corazón ni el alma. Nuestro Señor está listo para aparecer en medio de nosotros con el fin de limpiar Su iglesia, y cuando el pueblo de Dios le busca a El desesperadamente, todos los recursos de Cristo brillarán una vez más en medio de nosotros, por medio del Espíritu Santo. Pero, él nos pide que echemos fuera las abominaciones que afligen a Su Espíritu Santo... quien como la Paloma, se disgusta fácilmente – y alza el vuelo.

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Entonces, la espada del Señor será “viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos filos; y que alcanza hasta partir el alma y el espíritu, y las coyunturas, y los tuétanos; y que discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12). Había otro problema en Pérgamo. Algunos sostenían la doctrina de los nicolaítas... que El no explica. Pero, la palabra es una combinación de dos palabras griegas que significan conquistar al pueblo. Por eso nosotros deducimos que había una secta en Pérgamo que buscaba ejercer el control sobre el pueblo, antes que ministrar justicia y vida que los llevaran a la libertad del Espíritu. En estos mensajes a todas las iglesias de Dios, El quería que nosotros entendiéramos que nuestro Sumo Sacerdote en los Cielos tiene toda provisión en Su propio Ser... no sólo para bendecir y para dar buenos dones, y para sanar al pueblo – sino para limpiar de toda corrupción de la carne y del espíritu. Nos apresuramos a recibir la bendición. Pero, debemos volver el rostro de nuevo hacia el Señor de la Iglesia... y verle de pie en medio de nosotros con la espada aguda de dos filos – no para destruirnos, sino para circuncidar nuestro corazón y nuestra mente. Sólo entonces llegaremos a la verdadera adoración – que habla del corazón y de la mente en los que nosotros, “los que servimos en espíritu a Dios, y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo (no tenemos) confianza en la carne” (Filipenses 3:3). El debe tener un pueblo vencedor en Pérgamo, porque nosotros estamos morando ciertamente donde está el trono de Satanás, y no estamos prevaleciendo contra él. Dios nos ayuda a oír el clamor a la iglesia en Pérgamo: “el que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.” Y después, para el vencedor, El tiene esta promesa: “Al que venciere, daré a comer del Maná escondido,

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y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita un Nombre nuevo escrito, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.”

4. A la Iglesia en Tiatira (Apocalipsis 2:18-29) El mismo Señor habla a la iglesia en Tiatira – pero, de nuevo El no parece ser el mismo que cuando lo hizo en Su aparición para las otras iglesias. El no cambia – pero, tiene muchas facetas en Su Ser, y hay muchas gracias y virtudes y juicios que El debe traer a Su pueblo. “El Hijo de Dios, que tiene sus ojos como llama de fuego, y sus pies semejantes al latón fino, dice estas cosas:” ¡Oh, cuánto necesitamos verle como El es... si vamos a ser cambiados en lo que El quiere que seamos! El reconoce las obras, y la caridad, y el servicio, y la fe, y la paciencia de la iglesia. Entonces, ¿qué más exige El? En Tiatira, El debe entendérselas con esa mujer, con Jezabel, que se llamó a sí misma profetiza. Por su carisma y sus maravillosas profecías, algunos de los siervos de Dios estaban viviendo en la fornicación, y comiendo cosas sacrificadas a los ídolos. Jezabel era la esposa de Acab. El era el rey – pero, Jezabel actuaba como reina por derecho propio; y si Acab tenía ciertas inclinaciones hacia Dios, ella se apresuraba a tomar las cosas en sus propias manos. Lo que predominó en su corazón y en su vida fue su aborrecimiento por la Palabra del Señor, que procedía de la boca de sus profetas. Hay mucha impureza en muchas de las iglesias, y ese Testimonio de Jesús que da una palabra clara de Dios, no está allí en consejo y en poder para tratar con él. Sé que Dios va a empezar una limpieza en la palabra profética que se publica. ¡Muchos están clamando por otro Elías! ¡Por otro Juan el Bautista! Pero, hay un movimiento profético en la iglesia ahora – y hay mucho

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de mezcla en él. Todavía no ha llegado al lugar donde está el verdadero Testimonio de Jesús. Por lo general, el lenguaje profético no está produciendo una obra de expiación y pureza en el pueblo... pero, porque hay profecías maravillosas, el pueblo está bendito, mientras la levadura del mal sigue trabajando. ¿Cuándo daremos el testimonio de que habla Pablo? ¿Cuando entre en la asamblea alguien que sea incrédulo, y las profecías se publiquen, y los secretos del corazón sean revelados, “y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, declarando que verdaderamente Dios está en vosotros?” (1 Corintios 14:25). Esto es casi desconocido. El Señor está de pie en medio de esta iglesia carismática de Tiatira, sus ojos como llama de fuego, y sus pies semejantes al latón fino, para llamarlos al arrepentimiento. Sus juicios serán verdaderos y justos, porque hay un ministerio en Su mano que el Señor está preparando para el día en que El se levante en juicio. Debemos mirar esos ojos que son como llama de fuego, y nuestros pies deben ser purificados en el altar del holocausto, antes de que nosotros podamos ocuparnos de los pecados de los demás. Entonces, habrá una unción para ministrar la justicia y la verdad en el temor de Dios, para traer la convicción y el juicio justo. Cuando esas llamas santas del trono entren en medio de nosotros... aquellos cuyos corazones se hayan vuelto hacia Dios, exclamarán: “¡El Señor es Dios, el Señor es Dios!” Y los profetas de Baal serán destruidos. Después Jehú fue ungido y comisionado para que se las entendiera con Jezabel, y ella fue pisoteada por sus caballos. Muchos en la iglesia se inclinan a creer que si algunos pueden producir bellas y poderosas profecías, es porque seguramente Dios está en medio de ellos. La verdadera justificación de la profecía es la de que golpee los corazones de los hombres con la convic-

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ción, y con la introspección y con el temor de Dios. “Yo soy el SEÑOR, que escudriño el corazón, que pruebo los riñones, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras” (Jeremías 17:10). A los fieles de Tiatira El les dio palabras de advertencia y de seguridad: “Pero la que tenéis, tenedla hasta que yo venga.” Y a los vencedores les dio esta promesa: “Yo le daré potestad sobre los gentiles, y los regirá con vara de hierro, y serán quebrantados como vaso de alfarero.” Todo esto puede parecer muy drástico y cruel para los seguidores del Cordero. Pero, ellos no son dictadores despiadados. Ellos no harán nada que el Cordero de Dios no haga... ellos le están siguiendo simplemente, y están haciendo lo que El hace, mediante Su unción y Su autoridad. La palabra gobierno en las páginas anteriores habla del gobierno de un pastor. Este es el gobierno del Cordero Pastor, y de aquellos que le siguen dondequiera que El va. El verdadero pastor dará la vida por sus ovejas, como Jesús lo hizo. Estos vencedores no serán rigurosos ni dictatoriales. Pero, sus palabras serán poderosas cuando moren en su Señor. Fue solamente por medio de la palabra que salió de la boca de Jeremías que El pudo arrancar y destruir, y echar a perder y derribar. Todo esto fue para limpiar la Tierra con el fin de que El pudiera edificar y plantar por la misma Palabra viva (Jeremías 1:10). Hay una promesa adicional para los vencedores de Tiatira: “Y le daré la estrella de la mañana.” Así como el Señor comparte Su poder sobre las naciones con los vencedores, así El comparte la gloria de la Estrella de la Mañana, porque El nos dice: “YO SOY la raíz y el linaje de David, y la estrella resplandeciente y de la mañana” (Apocalipsis 22:16). Los vencedores de la iglesia se levantarán también en la Tierra como la estrella de la maña-

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na, irradiando la Luz de Cristo, y proclamando para la creación la promesa de un nuevo Día.

5. A la Iglesia en Sardis (Apocalipsis 3:1-6) “El que tiene los siete Espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice estas cosas.” ¿Vemos lo que El nos está mostrando? Esta iglesia muerta de Sardis debe ver a Aquel que es glorioso y magnífico. Porque es solamente cuando le veamos cuando seremos como El. El se nos muestra a Sí Mismo para que podamos ser vivificados viéndole a El. Para esto es Su mediación en los Cielos – y para esto es el ministerio del Espíritu en la Tierra – “El tomará de lo mío, y os lo hará saber.” El aparece en medio de Sardis como Aquel que tiene los Siete Espíritus de Dios. El número siete quiere decir totalidad y plenitud. No tenemos ningún problema por creer que todas las facetas de la Divinidad han llegado a su plenitud en nuestro Señor Jesús. Pero, nuestra lucha es para ver y para saber que toda esta plenitud que está en Cristo ha sido investida en Su iglesia, mediante Su Espíritu, que habita en medio de nosotros. Y aunque Sardis tiene reputación de ser una iglesia VIVA... al Señor no le parece que sea así. “Tienes nombre de que vives, y estás muerto,” y la poca vida que había en ella, estaba próxima a morir. Pero (¿por qué se mostraría el Señor en persona a esta iglesia como Aquel lleno de Luz, y resplandeciente de Gloria?) Porque esto es lo que nuestras iglesias necesitan ver, si van a fructificar en vida: “En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres” (Juan 1:4). El resplandece en las tinieblas, para que El pueda hacer que las tinieblas desaparezcan. El viene a nosotros que “estamos muertos en delitos y pecados...” para darnos vida y luz, cuando encontremos la gracia para responder a la Luz. Y El sigue exhortándolos: “Sé vigilante, y confirma las otras cosas que están para morir.” Ellos tenían buena reputación en su ciu-

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dad. Pero, Dios dice: Arrepiéntete... tu reputación ante los ojos de los hombres no significa nada. Considera las cosas que has oído y que se te han enseñado y “vendré a ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré a ti.” El dijo: “Vendré a ti.” Pero, algunos nos dirán, “Esta, por supuesto, no es la Segunda Venida.” Quizá, no lo sea; pero, ¿no es El Mismo Señor? Estoy seguro de que cuando el Señor se revele a Sí Mismo en la iglesia con Sus ojos como llama de fuego, será una venida del Señor tan aterradora para la Iglesia, como cuando El venga en las nubes para juzgar a las naciones. El tendrá una iglesia vencedora en Sardis... porque El se levanta en Sardis con Siete Espíritus (descritos en otro lugar como siete lámparas de fuego). El toma autoridad sobre esta iglesia que ha despreciado Su Potestad, pues El sostiene las siete estrellas en Su diestra. El está cuidando en Su diestra un pueblo para un fiel y verdadero ministerio en la Casa de Dios. El tiene el poder y la autoridad para ejecutar Sus juicios justos en medio de ellos. Y a los vencedores, El les da esta promesa: “El que venciere, será así vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”

6. A la Iglesia en Filadelfia (Apocalipsis 3:713)

A esta iglesia fiel, nuestro Señor le da este mensaje: “El Santo y Verdadero, que tiene la llave de David; que abre y ninguno cierra; que cierra y ninguno abre dice estas cosas.” El Señor se muestra ante esta iglesia como Aquel que es Santo y Verdadero, y tiene “la llave de David.” La Llave de David sólo se menciona una vez en el Nue-

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vo Testamento (en este pasaje), y una vez en el Antiguo Testamento, y esto fue mucho después de que David se hubiera ido, cuando Isaías fue inspirado por el Espíritu Santo para que mencionara la llave de David. “Y pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; y abrirá, y nadie cerrará; cerrará, y nadie abrirá” (Isaías 22:22).

¿Qué es la Llave de David? No tenemos ningún motivo para creer que David tuviera algún discernimiento con respecto a la significación eterna de la Casa de David, hasta cuando Dios se lo reveló por medio de Natán, el profeta. Dios no permitiría que David le edificara una Casa, como David se había propuesto hacerlo. Pero, al negarle esto, Dios envió a Natán con una palabra para David, que era mucho más elevada, una promesa que tendría significación eterna. 1. Dios no estaba interesado en una casa de cedros (2 Samuel 7:7), o en una casa de cualquier otra clase o material. Pero, de algún modo, eso quedaría en los corazones de un pueblo religioso, en cuanto ellos debían edificar alguna clase de estructura para Gloria de Dios. El ordenó tiendas y templos en el pasado, pero, sólo como sombra y figura del verdadero Templo, no edificado por manos. Su deseo ha sido siempre un deseo por una Habitación en el corazón humilde y contrito. “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita en eternidad, y cuyo nombre es El Santo, que tengo por morada la altura y la santidad; y con el quebrantado y abatido de espíritu habito, para hacer vivir el espíritu de los abatidos, y para hacer vivir el corazón de los quebrantados” (Isaías 57:15; también Isaías 66:2).

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2. Dios le iba a edificar una Casa a David (2 Samuel 5:11). Ciertamente, Salomón, el hijo de David, fue señalado para que edificara un Templo, y Dios le dio a David los planos para ello (ver 1 Crónicas 22:710; 1 Crónicas 28:11-12). Pero, incluso Salomón reconoció que en ningún sentido era una morada para Dios. Sólo iba a ser una casa de oración, un lugar donde el nombre de Dios sería conocido en Israel y entre las naciones (2 Crónicas 6:18-40). 3. La Casa de David iba a durar para siempre (2 Samuel 7:13), porque su Simiente, incluso el Señor Jesucristo, provendría de la Casa de David, y “la multitud del señorío, y la paz, no tendrán término” (Isaías 9:7). “Y entró el rey David, y se sentó delante del SEÑOR, y dijo: Señor DIOS, ¿quién soy yo, y qué es mi casa, para que tú me traigas hasta aquí?” (2 Samuel 7:18). No había duda de que en la tienda de David, donde él se sentaba y exaltaba al Señor por Su grandeza y Sus misericordias – resumiéndolas en estas palabras: “sobre tu siervo y sobre su casa, despiértala eternalmente, y haz conforme a lo que has dicho” (2 Samuel 7:25,26). En el contexto de lo que Isaías había dicho sobre la llave de David – él estaba hablando sobre la irresponsable administración de Sebna, que arruinó la Casa de David, y cómo Dios iba a reemplazar su administración con la de otro que sería fiel en su mayordomía. Había brechas en la ciudad de David, y Sebna no estaba administrando en forma responsable. Isaías dijo: “Día de alboroto, y de huella y de fatiga... para derribar el muro, y dar grito al monte.” Las defensas de Judá eran inadecuadas para proteger la ciudad. Había “roturas en la ciudad de David” – y se estaban derribando las casas para fortificar la muralla. Se puso en peligro el suministro de agua. La imputación de Isaías era ésta:

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“ni mirasteis desde la antigüedad al que lo labró” Dios estaba llamando al llanto y a endechas, pero, ellos prefirieron –“gozo y alegría... matando vacas, y degollando ovejas.” Y Dios dijo que la antigua administración sería quitada violentamente y que la rodaría como una bola en una tierra extensa. Sebna, que administraba la casa del rey, estaba viviendo en la molicie y el esplendor, en tanto que continuaba desentendiéndose de las penurias que se estaban acumulando, y Dios dijo que El iba a establecer una nueva administración, y que pondría la llave de David sobre sus hombros. Esta fue la primera mención de la llave de David, y el Señor citó esta profecía en Su carta a Filadelfia – confirmando que El era Aquel de quien había hablado Isaías. Y así la real aplicación de esta llave, es para el gobierno de Cristo. Dios va a producir un nuevo ministerio que se preocupe, y respete y honre la Casa de Dios. Se está fundiendo y moldeando, y preparando una llave para la hora de más grandes padecimientos que todavía nos esperan. Nuestro Señor tiene esa llave sobre Sus hombros, y El tiene en Su diestra el ministerio verdadero. El sabe cuando cerrar las puertas, y cuando abrirlas... y nadie podrá cerrar la puerta que El abra, ni abrir la puerta que El cierre. El hombre no tiene nada que hacer con respecto a la elección de los ancianos y de los consejeros del rebaño, ni en la destitución de ellos. El ministerio no estará sujeto a la voluntad del pueblo, ni él tampoco se impondrá sobre el pueblo. Ni los superintendentes elegidos, ni los obispos, ni los arzobispos tendrán bajo su dominio a los ministros, ni les darán un salario, ni los destituirán, ni los trasladarán de una asamblea a otra. El sistema democrático de gobierno ya no existirá en la Iglesia, porque el gobierno de la Iglesia es una ministración espiritual – tan espiritual como el ministerio de los apóstoles, de los profetas, de los maes-

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tros, de los milagros y de las sanidades. El Señor de la Iglesia tiene la llave de David... El abrirá las puertas y las cerrará según Su deseo (ver 1 Corintios 12:28). El nombre Eliaquim significa Dios se levanta, y creo que podemos esperar algunos cambios asombrosos en la Iglesia cuando el Señor erija en medio de nosotros un verdadero ministerio espiritual en la Casa de David. Estoy hablando de la Iglesia de Cristo. Ese día puede estar funcionando todavía una “iglesia” carnal con el nombre de “iglesia” – pero, Aquel que tiene la llave de David ejercerá Su Potestad en el pueblo, llamados a salir a él, que son de la verdadera Iglesia.

La Preparación de la Llave de David Cuando consideramos la vida de David, es evidente la forma en que Dios preparó la llave que descansaría sobre sus hombros. La llave era algo que se había formado en su vida a medida que él se había sometido a los caminos de Dios. No se recibe la llave como un don gratuito. No tenía conocimiento David, en medio de todas las pruebas y tribulaciones por las que pasó, que Dios estaba formando una llave que permanecería en su familia en el transcurrir de todas las generaciones. Consideremos de qué manera formó Dios esta llave en la vida de David. 1. Dios había escogido a David, y él lo sabía. Debemos saber que nosotros estamos aquí por elección de Dios, si vamos a movernos con El en la corriente de Sus propósitos, y a proceder con un corazón según el corazón de Dios. Simplemente, Dios escogió a David... y yo dejaré a los demás la tarea de buscar la razón de esto. Sin embargo, siempre es cierto que El exige de Sus elegidos – fidelidad, entereza, y paciencia. Los llamados y los elegidos de Dios también deben ser fieles. Y porque saben que

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son llamados, este conocimiento alimenta un temor piadoso que produce la fidelidad en sus vidas. Con cada paso que demos a lo largo de nuestro camino de peregrinos, sabemos que estamos destinados para cosas más altas que cualquiera de aquellas que vemos en nuestro alrededor, y buscamos conocer Su voluntad y orientación en todo lo que hacemos, no sea que frustremos Sus propósitos al llamarnos. Sin este conocimiento estaríamos propensos a hacer lo que pudiéramos con nuestras propias fuerzas, y a disponer y promover planes para hacer efectivo nuestro ministerio en la Iglesia o en el mundo que nos rodea. Pero, con el conocimiento de Su llamamiento y de Su elección en nuestras vidas – dudamos al seguir el camino espacioso que lleva al éxito. Más bien buscamos la senda que El desea para nosotros – y pedimos la gracia para andar por el camino escabroso, o por el estrecho, o por el impopular, o por el desconocido – aunque esto pueda parecer insensato ante los ojos de los demás. Conocemos la historia de la caída de Saúl, el primer rey de Israel. Dios nombró a Saúl como rey a manos del profeta Samuel; pero todo el embrollo fue porque el pueblo quería ser como las naciones que los rodeaban, y pidieron un rey. Dios les concedió su deseo, pero, El tenía preparado otro plan para el día en que fracasara el plan del hombre. El señaló a David, un hombre según el corazón de Dios, para reemplazar al hombre obstinado y de corazón rebelde. Dios en Sus caminos predeterminados no espera hasta cuando la calamidad golpee antes de que El empiece a trabajar en la solución. El hace provisión para ello, mientras las cosas todavía son prósperas. Y podemos estar seguros de que El está haciendo eso hoy. El que tiene la llave de David va a usarla para establecer un gobierno justo en la Casa de

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David. El pueblo de Dios, que conoce el deplorable estado de la Iglesia, debe ser estimulado para que sepa que El está acicalando los corazones de los hombres y de las mujeres que son llamados, y elegidos, y fieles – los cuales estarán listos para permanecer en la brecha cuando los reinos de los hombres se vengan a Tierra. Dios está preparando un pueblo según Su propio corazón, que estará listo para ponerse el manto del pastor manso y humilde cuando los asalariados abandonen el rebaño, o cuando Dios los eche fuera. El está preparando un pueblo misericordioso que estará listo para permanecer en la brecha, cuando nuestras estructuras sociales fracasen. Ellos tienen la unción de Dios ahora – en el día de su debilidad. A menudo, ellos sienten como David cuando él dijo en su tribulación: “Yo ahora aún soy tierno rey ungido” (2 Samuel 3:39). Porque la debilidad y el sufrimiento y el rechazo por causa de la verdad, es uno de los ingredientes del santo aceite de la unción. Eso requiere la mirra del sufrimiento para dar el verdadero incienso del ungimiento sobre la cabeza de aquel que se convertirá en vaso de misericordia en los propósitos de Dios. Porque Dios debe tener vasos de misericordia en este mundo que está lleno de odio, de malas intenciones y de crueldad. Y la ironía de todo esto es que los gobernantes terrenales que pretenden ser misericordiosos y que ayudan al pueblo en desgracia, están haciendo... o permitiendo leyes que promueven un temerario desprecio por Dios y por la Biblia, en nombre de los derechos humanos – con la consecuencia de que nuestras familias sufren más aflicción, más abuso y más desolación que nunca. El fundamento de toda esta confusión es que “no hay temor de Dios delante de sus ojos.” 2. David Respetó la Unción de Saúl. David sabía de la gracia y de la fortaleza y de la mansedumbre que

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estaba en ese aceite santo, porque no podría olvidar jamás el día en que Samuel derramó el aceite en su cabeza, y el sentimiento del temor de Dios que invadió su espíritu en ese momento. El sabía también que Saúl había recibido una porción de esa misma unción. Sin embargo, a diferencia de Saúl – la unción que David tenía se había mezclado dentro de él. El dijo: “Seré ungido con aceite fresco (óleo verde)” (Salmo 92:10). Y la palabra ungido en este pasaje significa más que derramado sobre, significa completamente incorporado y mezclado conjuntamente. En realidad, todo el ser de David estaba fortalecido y mezclado con la unción. Esta es, ciertamente, la intención de Dios para Su pueblo, porque “Dios ordenó el cuerpo (todo), dando más abundante honor al que le faltaba” (1 Corintios 12:24). Fue la misma clase de aceite sobre la cabeza de Saúl – pero, en su caso, el aceite jamás penetró realmente su corazón ni en su mente. Así, a pesar del odio extremo que Saúl sentía por él... David sabía muy bien que Saúl era un ungido de Dios, y que jamás debía valerse de la unción que él tenía para luchar contra otro vaso ungido de Dios. Nosotros, los de la iglesia, debemos recordar esto, y no tratar jamás de causarle daño a otro ministro ungido, ni regocijarnos por su caída. Esta es la prerrogativa de Aquel que tiene la llave de David para entendérselas con un liderazgo ungido, aunque sea rebelde. David se lamentaba verdaderamente por el corazón celoso de Saúl, e hizo cuanto pudo por ayudar al hombre en su obstinación. En tanto que siendo todavía muy joven ministraba al rey Saúl con cánticos del Señor, con lo cual le daba consuelo temporal al rey, evadía la lanzas de Saúl y las dejaba tras él en la pared – antes que devolverlas. La puerta al reino de Saúl le fue abierta

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por lo menos en dos ocasiones diferentes, pero, porque él sabía que no era la puerta abierta por Dios para el reino, él simplemente cerró esa puerta abierta. Asegurémonos de que hemos comprendido este importante asunto de abrir y de cerrar las puertas. Con la llave de David se abren las puertas cerradas – pero, con esa misma llave se cierran las puertas abiertas. Así, muchos del pueblo de Dios no se den cuenta de esto. La idea parece ser: “La puerta está abierta, así que debo entrar.” O dicho de otra manera, “por qué abriría Dios una puerta, si no quisiera que yo entrara.” Sé, por lo menos, una razón – y ya la he mencionado. Dios estaba probando el corazón de David en cuanto a su fidelidad. Para probar las riendas de su corazón, Dios dispuso una oportunidad para que David tomara el reino. También, Dios hizo que sobre Saúl y sus hombres sobreviniera un profundo sueño, con el fin de facilitarle a David el uso de la llave. Si él no hubiera sabido que era llamado y elegido – muy bien podría haber tomado el derrotero previsible para apoderarse del reino inmediatamente – fracasando así en la prueba de su fidelidad. La llave sobre los hombros de David había llegado a ser cada vez más real para él, y simplemente prefirió cerrar la puerta abierta. Es algo que no podemos evitar, pero, resulta sorprendente el número de veces en que nos hemos lanzado a través de las puertas abiertas e, incluso, tratando de abrirlas por la fuerza con nuestra barra para alzaprimar cuando – de hecho, Dios estaba “escudriñando los corazones, y poniendo a prueba los riñones.” 3. David aprendió a andar por caminos extraños y difíciles. Sabemos que Dios lo estaba llevando por este camino lleno de angustias que hizo que él se acercara más a su Dios, antes que apartarlo de El. Cuando las olas de la tribulación cayeron sobre él,

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y parecía que le iban a arrastrar definitivamente, él clamaba a Dios... y esas mismas oleadas de tribulación hicieron que “un abismo llama a otro a la voz de tus canales” (Salmo 42:7). Bendito sea el hombre o la mujer, el joven o la joven – que encuentran esto en su corazón para clamar a Dios, que suspiran como el ciervo brama por las corrientes de las aguas cuando atacan las aflicciones – y que le alaban en todas las situaciones, aunque parezca que a Dios no le importa, ni se deja ver por parte alguna. David ansiaba andar por el camino de Dios, en mucho mayor grado de lo que deseaba poseer el reino prometido. Como buen pastor de Israel, sabía que él mismo era solamente una oveja... y de este modo se ganó los corazones de las ovejas de los pastos del Señor. Sus amigos en los días de su rechazo, encontraron en él amor y confraternidad... y le siguieron no por la recompensa, sino por amor a aquel en quien ellos reconocían la gracia y la unción de la majestad real. 4. David mantenía un saludable temor de Dios. El sabía que Dios tenía un plan para su vida... y este conocimiento produjo en él un temor piadoso. El buscaba mantener puesto su corazón en Dios. Jamás pudo olvidar el aceite de la unción que fluía del cuerno que Samuel trajo a Belén ese día memorable cuando él era un mozo joven que cuidaba las ovejas (1 Samuel 16:13). Reconocía el desatino y la trampa que era actuar por su propio albedrío... el engaño de decidir las cosas que podían parecer provechosas para él, pero, que no estaban de acuerdo con la voluntad de Dios. El no era un oportunista. Dios estaba elaborando una llave en su vida que lo llevaría a abrir las puertas de las verdaderas riquezas de Cristo. Si sabemos que Dios tiene un plan, haríamos mejor en ser diligentes para ir por el camino de Dios,

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antes que buscar poner por obra ese plan por nuestra propia cuenta. No podemos errar en cuanto al plan de Dios, si andamos por Su camino. Pero, podemos estar seguros de errar, si pensamos que conocemos el plan y tratamos de hacerlo funcionar con nuestras propias llaves ingeniosas. La llave de David siempre fue muy sencilla: Dejar que Dios la compusiera... que Dios la arreglara. Pedro pudo descansar y dormir en la cárcel, pues esperaba al ángel que le despertaría y que le ordenaría salir de allí para ser un hombre libre. Pero, él tuvo que aprender también que solamente era libre... para convertirse en esclavo del Señor. La pereza ante los ojos de los hombres podría asemejarse con mucha frecuencia a la sabiduría interior ante los ojos de Dios. Si se trata del plan de Dios, El hará que suceda de Su propia manera. David supo cómo entendérselas con el oso salido del bosque... y con el león que atacó a su rebaño. Y esto le dio confianza para entendérselas con el filisteo. El había conocido el camino de Dios. Sabía que la armadura de Saúl sólo le oprimiría con una pesada carga y prefirió ir contra el enemigo en Nombre del Señor Dios de Israel. El sabía que había venido a la batalla para el día y la hora precisa. Pero, el éxito y la gloria de ese momento no lo sumergió en la soberbia, porque Dios permitió que la persecución y el rechazo viniera detrás de su victoria. Por celos, Saúl se había convertido en su enemigo... y a punto de tener una exitosa carrera en el Reino, David se vio repentinamente obligado a huir para salvar su vida. David anduvo durante muchos años en el rechazo, pero, honrando y amando a Saúl durante todo este tiempo – hasta el día en que Saúl fue muerto en la batalla a mano de los filisteos, los reconocidos ene-

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migos de Israel. David lloró y se lamentó por Saúl, antes que regocijarse por su caída. Tampoco hizo planes para apoderarse del reino. ¿Por qué inmiscuirse en eso ahora, cuando él sabía que sólo Dios era responsable por la unción que él tenía, y por cuidar de él todos los días de su vida? Antes bien, esperaba que Dios abriera la puerta de Su propio camino. El no estaba buscando las ovejas perdidas y confundidas de Israel. El había encontrado seguro refugio entre los filisteos... al menos mucho más seguro que el que podría encontrar en cualquier otro lugar de Israel. Ahora que Saúl había sido sacado de la escena, le preguntó a Dios si podía subir a alguna de las ciudades de Judá. Y Dios le dijo: “Sí.” David preguntó: “¿A dónde subiré?” Y Dios le dijo: “Ve a Hebrón” (2 Samuel 2:1). Imperceptiblemente al principio, pero, con una claridad de entendimiento cada vez mayor mientras andamos con Dios – la llave de David se va formando progresivamente en las vidas de Su pueblo obediente. Entonces los hombres de Judá vinieron a él, y le ungieron como rey sobre la Casa de Judá. Y algunos años después, las otras tribus de Israel vinieron y le ungieron rey sobre Israel. 5. David anhelaba una habitación para Dios. Pronto iba a arrepentirse de su pecado con piadoso dolor. Llegó a tal grado de humildad y contrición de corazón, que escribió aquel bello salmo en el cual dio testimonio: “Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios” (Salmo 51:17). El corazón contrito es un corazón quebrantado, estropeado, roto. Y también el profeta Isaías podría decir que Dios desea un pueblo como éste para Su propia habitación: “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita en eternidad, y cuyo nombre es el Santo, que

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tengo por morada la altura y la santidad; y con el quebrantado y abatido de espíritu habito, para hacer vivir el espíritu de los abatidos, y para hacer vivir el corazón de los quebrantados” (Isaías 57:15). Los quebrantados, los abrumados, aquellos que están lesionados y estropeados – Oh, ¿cómo podemos imaginarnos al Alto y Sublime deseando tal corazón para Su propia habitación? Con excepción de cuando le vemos revelado en Jesús, aceptando bajar de los ámbitos de la gloria para vivir como un indigente entre los hombres: pobre y necesitado, rechazado, desamparado... y finalmente golpeado y quebrantado por los pecados suyos y los míos. Y así, porque Jesús es como eso, y Dios es como eso, El desea una habitación con aquellos que son como eso. La gran pasión de David no fue la de hacer grandes cosas, ni siquiera tomarse el Reino – sino descubrir la habitación de Dios. El dijo: “No daré sueño a mis ojos, ni a mis párpados adormecimiento, hasta que halle lugar para el SEÑOR, moradas para el Fuerte de Jacob” (Salmo 132:4,5). Y así, sus sufrimientos y tribulaciones en las experiencias del desierto de su exilio, llegaron a ser realmente la llave de David, que le abrió la puerta de la habitación de Dios. ¿Qué podemos aprender de estas actitudes que en David llegaron a ser los factores de la formación de la llave sobre sus hombros? ¿Qué deseamos más, el Reino, o el Rey? ¿Un trono, o una Habitación para Dios, y con Dios? 6. David estuvo listo para desechar un Programa Imperfecto. David deseaba seguir el camino de Dios, pero, cuando lo equivocó, tuvo suficiente sabiduría para desechar el programa. Quiera Dios que Su Iglesia pudiera reconocer simplemente que sus progra-

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mas no están obrando. Pero, David aprendió el camino difícil – y descubrió la llave para el Monte Sion. La llave de David era una llave que se formó en su vida cuando él buscó andar con Dios... pero, había mucho más que tuvo que aprender con respecto a los caminos de Dios, antes que pudiera usar efectivamente la llave. El reino era suyo ahora; pero, una parte de Jerusalén estaba bajo el control de los jebuseos, que se sentían muy seguros en su fortaleza de Sion. Pero, los hombres de David tomaron la fortaleza, ascendieron por un túnel que servía como entrada del lado del monte, y cayeron por sorpresa sobre los jebuseos. El Monte Sion llegó a convertirse entonces en la ciudad capital de David, y su reino se consolidó. Pero, porque David tenía un corazón de sacerdote anhelaba el regreso del Arca de Dios, que había permanecido en la casa de Abinadab durante muchos años. Hasta esa fecha, el pueblo nunca había buscado el Arca durante el reinado de Saúl. Así que se enviaron sacerdotes para que la trajeran, sin buscar a Dios para saber Su Camino. Apenas fue una decisión irreflexiva y... por esto, fácil de llevar a cabo. Se escogió el camino de los filisteos – que siempre es el camino del hombre, y el camino lógico: Hagamos una carreta para ello; consigamos una yunta de bueyes fuertes para traerla, y pongamos una pareja de vigilantes para estar seguros de que todo saldrá bien. Las acciones de los hombres están determinadas generalmente por el sentido común, y la idea es: ¿Sirve esto? David tenía buenas intenciones, pero, jamás buscó a Dios por lo que correspondía a Su camino en tal asunto. El resultado fue un desastre total: los bueyes tropezaron, y el hombre fuerte levantó sus manos para sostener el Arca, y Dios lo hirió de muerte. David

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había cometido un grave error... pero, tuvo la sabiduría suficiente para suprimir el programa cuando se dio cuenta de que Dios estaba disgustado. Gracias a la llave que Dios estaba formando sobre sus hombros – David buscó encarecidamente al Señor, y Dios le mostró el orden debido. Los sacerdotes del Señor debían cargar el Arca sobre sus hombros. El Arca estaba diseñada para esto, pues tenía varas en cada lado, que descansaban en los hombros de los sacerdotes, y así trajeron el Arca en la forma debida y al lugar debido. 7. El Lugar del Reino de David... El Lugar del Sacerdocio De su error, David había aprendido una lección tremenda. Desechó el programa y buscó a Dios. Efectivamente, los sacerdotes de Gabaón se habían anticipado en el regreso del Arca a su lugar en el Tabernáculo, a donde ella pertenecía. Pero, Dios le había revelado a David que el lugar de su reino también sería el lugar del ministerio sacerdotal, y de la habitación de Dios. Y esta revelación dio origen a un cántico profético que David escribió sobre el lugar de habitación de Dios en Sion. David ya había tomado a Sion como sede de su reino. Pero, ahora Dios le mostró que iba a ser más que eso – pues también iba a ser el lugar de la propia habitación de Dios en la Tienda de David. El reino de David iba a ser de naturaleza sacerdotal. El reino no iba a ser una cosa, y otra el sacerdocio. Un hombre que tiene poder para hacer grandes cosas, las cosas del reino fácilmente puede volverse corrupto. Pero, si él tiene un corazón sacerdotal, ha participado del sacrificio y de la ofrenda para Dios, y Dios se complace en habitar en él, y en hacer las cosas del reino por medio de él. El reino de David sería sacerdotal

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por naturaleza, y poderoso en autoridad real, pues por su misma esencia era el acceso sacerdotal a la presencia de Dios, y a la habitación de Dios con él en Sion. “Porque el SEÑOR ha elegido a Sion; La deseó por habitación para sí. Este será mi reposo para siempre; Aquí habitaré, porque la he deseado. Bendeciré abundantemente su provisión; A sus pobres saciaré de pan. Y a sus sacerdotes vestiré de salud, Y sus misericordiosos exultarán de gozo” (Salmo 132:13-16) . David había descubierto la llave para cerrar las puertas, así como para abrirlas. El no era sacerdote, y como rey de la tribu de Judá, no tenía ningún derecho para entrar en la Tienda para adorar a Dios... que moraba entre los querubines en el Lugar Santísimo. Pero, Dios iba a empezar a revelarle “la llave de David,” y él abriría la puerta de Sion para el Arca, y dejaría vacío el Lugar Santísimo del Tabernáculo. El Lugar Santísimo estaba ahora en la Tienda de David en el Monte Sion. Una Puerta Abierta hacía la Tienda de David. (Ver también nuestro escrito: De la Tienda al Templo, capítulo 2). ¡Y qué puerta abierta la que había allí para David! Con la llave sobre sus hombros, David siguió adelante y levantó una tienda para el Arca en el Monte Sion. Sólo era una tienda frágil, pero, llegó a ser conocida como “la Tienda de David” por su generación y por las generaciones todavía por nacer. Amós habló de ella como de un símbolo profético del Israel expandido, cuando Dios empezara a llamar un pueblo escogido de gentiles y los congregara con Israel en la Tienda de

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David. Y el apóstol Santiago confirmó esto cuando habló ante el Concilio de Jerusalén. El le aconsejó al Concilio que no tratara de hacer que esos gentiles convertidos se volvieran judíos, porque Dios había dicho, por medio del profeta Amós, que las naciones serían congregadas en la Tienda de David al final de los tiempos, y ahora que esto estaba pasando, Santiago aconsejaba al Concilio para que recibiera a los gentiles conversos libremente, sin todos esos rituales judíos. Todos ellos sabían que la Tienda de David era muy diferente al Tabernáculo de Moisés, y no tenía nada que ver con el ritualismo judío. (Ver Hechos 15:17; Amós 9:11-12). David sabía que el Monte Sion no era solamente el lugar de su propio reino, sino también el lugar de la habitación de Dios. El entraría a la tienda y se comunicaría con su Dios, que moraba entre los querubines, y el pueblo cantaría en la iglesia que iba a nacer – como lo hacían los cantores que fueron señalados para alabar y para glorificar al Señor delante de la Tienda de David. “Una cosa he demandado al SEÑOR, ésta buscaré; Que esté yo en la Casa del SEÑOR todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura del SEÑOR, y para inquirir en su templo” (Salmo 27:4). David había descubierto una puerta abierta en una nueva y diferente clase de Tabernáculo, que no era otro que el Lugar Santísimo. Sin lavatorios, ni altares, ni vestiduras especiales para ser usadas, ni mesas para el pan – no se necesitaba nada, salvo un corazón humilde y contrito. El andaría libremente en su propio santuario privado, y allí tendría comunión con Su Dios. Este fue el principio del paso de un orden viejo a uno nuevo... el principio de un reino sacerdotal, donde sacerdotes que

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se ofrecían a sí mismos en sacrificio, tendrían autoridad para gobernar y para reinar en justicia y en paz. Yo digo autoridad real... pero, ejercida por sacerdotes humildes y contritos, cuya preocupación sería por la Casa de Dios, y no por ellos mismos. Nuestro exaltado Señor Jesús tiene la llave de David que abrirá la puerta en el Lugar más Santo de todos “por el camino que él nos consagró nuevo, y vivo, por el velo, es a saber, por su carne” (Hebreos 10:20). Esta es la última puerta abierta que Jesús pone delante de la iglesia. Es el acceso directo a la presencia de Dios... no por medio del ritual sacerdotal, sino por medio de Un Mediador entre Dios y el hombre, el Hombre Cristo Jesús. La llave está sobre los hombros de David – porque los hombros es el lugar para llevar las cargas, y es allí donde se ponían las andas del Arca. Los sacerdotes del Señor en Israel debían llevar el Arca – antes que delegar sus cargas en otros. Se le llamaba el Arca de Su fortaleza (Salmo 132:8). Era una carga pesada, pero, ellos no estaban autorizados para disponer alguna clase de carreta institucional con ruedas con el fin de hacer más fácil el trabajo. Pero, junto con el peso, había también el peso de la gloria de Dios, que habitaba entre los querubines. Pablo llevó cargas pesadas, pero las llamó nuestra leve tribulación, porque sabía que éstas lo estaban preparando realmente para “un cada vez más alto (excelente) y eterno peso de gloria” (2 Corintios 4:17). Jesús espera de nosotros que estemos en Su yugo. Esto significa llevar una carga. Pero, El nos dice que si estamos en Su yugo, encontraremos “reposo para nuestras almas,” porque llevamos nuestro yugo en unión con El, que es nuestra Fuerza, que obra en nosotros poderosamente.

La Puerta está Abierta para los Refugiados de las Fortalezas Satánicas En el contexto de la carta a Filadelfia, el énfasis

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corresponde a las puertas de la falsa religión satánica, a la que Jesús llama las sinagogas de Satanás. Los verdaderos judíos a los ojos de Dios son los que están circuncidados en el corazón. Antes de que a los nuevos conversos se les llamara cristianos, lo que ocurrió primero en Antioquía, los gentiles conversos eran simplemente parte de las sinagogas judías, porque el verdadero judío es ciertamente aquel cuyo corazón ha sido renovado por el Espíritu. “Porque no es judío el que lo es exteriormente; ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne, sino que es judío el que lo es en lo interior; y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no es de los hombres, sino por Dios” (Romanos 2:28,29). Pablo reconoció el verdadero significado de la circuncisión – que jamás fue instituida para que fuera un nuevo ritual, sino una señal de que el hombre era un verdadero hijo de Abraham. Mucho antes de que se propagara el Evangelio había muchos gentiles que asistían a las sinagogas, porque creían en el Dios de los judíos. Pero, según la ley, estos gentiles debían ser circuncidados, con el fin de que llegaran a ser judíos. Y así, el Evangelio de Cristo fue predicado al principio en las sinagogas. Pablo predicó también en las sinagogas, siempre que hubiera una puerta abierta – y evangelizó con este principio en mente: “primero a los judíos, y también a los gentiles.” Pero, con la luz del Evangelio que Dios le dio, el Señor Jesús era el Mesías... y Cristo, el Mesías, debe serlo Todo. Pablo no podía tolerar la mezcla del judaísmo con el Evangelio de Cristo. Era un nuevo día, y el Evangelio que Pablo predicaba hacía énfasis en que esa circuncisión no era suficiente – Cristo debía convertirse en el Señor de nuestras vidas, y debía haber una circuncisión del corazón. Con mucha frecuencia se encontró en conflicto con las sinagogas a causa de su enseñanza, y finalmente se volvió hacia los gentiles.

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Al negar al Señor Jesús como su Mesías prometido, era inevitable que algunas de estas sinagogas se convirtieran en las sinagogas de Satanás. Fue evidente que esto fue lo que ocurrió en Filadelfia. No fue que los discípulos estuvieran tratando de hacer incursiones en las sinagogas de Satanás. Con la llave de David sobre nuestros hombros no tratamos de hacer que las cosas sucedan. Debemos siempre esperar que Dios lo haga a Su modo. Antes, por la fidelidad de esta iglesia, el Señor Jesús dijo: “Yo los constreñiré a que vengan y adoren delante de tus pies, y sepan que yo te he amado...” Los Siete Espíritus de Dios salen por toda la Tierra – y El salió y empezó a obrar en las sinagogas de Satanás, sin que la iglesia conociera aún lo que Dios estaba haciendo.

Dios Debe Ir por Delante de Nosotros; Su Gloria Seguirá Después Si Dios no va por delante de nosotros, empezaremos a confundirnos en el desierto, y nos encontraremos con un Mar Rojo, y sin a dónde ir. Los hijos de Israel se aterrorizaron cuando se dieron cuenta de que estaban encerrados – con el mar ante ellos, y el enemigo detrás; y con un desierto a uno y otro lado. Pero, Dios los estaba guiando por medio de una columna de fuego de noche, y por una columna de nubes durante el día – y ésta es siempre la llave para la victoria. Luego, cuando el enemigo se acercaba, la columna se movía hacia la retaguardia de la multitud. No tiene sentido ir si Dios no está enviando. Y cuando Dios envía, El irá al frente y Su gloria seguirá después. “Porque no saldréis apresurados, ni iréis huyendo; porque el SEÑOR irá delante de vosotros, y el Dios de Israel os congregará (ayuntará)” (Isaías 52:12). Este es siempre el camino de Dios. Leemos sobre

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los grandes avivamientos de Charles Finney, y ciertamente ese fue un tremendo despertar, pues los corazones del pueblo fueron impactados con gran convicción y conocimiento de su necesidad de Dios – mucho antes de que Finney fuera a su ciudad. No puede hacerse que sucedan tales cosas. Dios no ha cambiado, y El hará de nuevo cosas como éstas, y aún más grandes – pero, será por medio de un pueblo que ande cerca del Señor, como en Filadelfia. Luego, el Señor en medio de ellos tiene la Llave – para hacer lo que El quiere hacer – y Su pueblo oye lo que el Espíritu está diciendo a las iglesias. El Espíritu de Dios había ido adelante, y había empezado a obrar en Gadara, antes de que Jesús hubiera llegado allí – y esa pobre víctima que había vivido en las tumbas, estaba en el lugar preciso cuando Jesús saltó de la barca. Repentinamente, el endemoniado lo vio a El, y “cuando vio a Jesús de lejos, corrió, y le adoró” (Marcos 5:6). No necesitó que nadie le explicara de qué manera adoraría. Todo lo que necesitamos, todo lo que el mundo necesita, es ser impactado con Su poderosa presencia, y tener una rápida visión de Su gloria. Pero, en ausencia de esa poderosa presencia, organizamos grupos de adoración en la Casa de Dios, para mostrarle al pueblo la manera de hacerlo – y después tratamos de atraer a los pecadores a nuestras congregaciones para que oigan música bonita. La música puede ayudar mucho en las alabanzas de Su pueblo, pero, sólo si los músicos son instrumentos en las manos de Dios, y se ponen en sintonía con Dios. De otra manera, la música se convierte en mero entretenimiento. Dios fue delante de Pablo, cuando él permitió que el Señor le guiara hacia Efeso. Dios no organizó un ejército de cristianos para ir contra las fortalezas del mal en esa ciudad. Pero, el impacto de la presencia de Dios enloqueció las fortalezas del mal, “y cayó temor todos

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ellos,” a causa de “Jesús, el que Pablo predica” (Hechos 19:13-19). No hay puertas cerradas en ninguna parte del mundo, si andamos con Aquel que tiene “la llave de David.” Así como tampoco están abiertas las puertas. Pero, el último secreto de la llave de David es saber que nuestro Señor Jesús tiene esa llave, y que debemos dejarla en Sus hombros, antes que buscar algunos cerrajeros ingeniosos para que traten de abrir la puerta para nosotros. Nuestro Señor no se apresura por nada... excepto por la voluntad del Padre. Jesús dijo de Sus propios hermanos: “Mi tiempo aún no es venido; mas vuestro tiempo siempre es presto” (Juan 7:6). El no era perezoso, así como tampoco ansiaba (o ambicionaba) cumplir Su ministerio. Fue esta clase de obediencia la que produjo nuestra salvación. Y Dios debe tener un pueblo obediente, siempre listo a hacer Su voluntad – pero, moviéndose solamente en el camino de Dios – antes de que produzcamos un impacto en las naciones. Después de que David fue ungido como rey de Israel, los filisteos lo supieron – y salieron contra él. Naturalmente, él consideró que tenía que enfrentar la batalla – pero, había llegado a ser más sensible con respecto a la llave, así que lo consultó con el Señor; y el Señor le dijo: “Sube, que yo los entregaré en tus manos” (1 Crónicas 14:9,10). Dios le dio una gran victoria. Los filisteos fueron derrotados, y los hombres de David quemaron los dioses dejados por los filisteos cuando ellos huyeron. Pero, algún tiempo después los filisteos vinieron de nuevo y levantaron sus campamentos a la vista de Israel. Y de nuevo David le preguntó al Señor: “¿Iré contra los filisteos?”... Y Dios dijo: “¡No!” Bien, esto obró antes. ¿No es ésta una razón sufi-

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ciente para usar de nuevo el mismo método? Si usted descubre algo que opera en la obra del Señor, siga usándolo. Así razona el hombre, porque no entiende que Dios jamás se repite a Sí Mismo de la misma manera en que lo hizo antes. Esta es la razón por la cual el pueblo de Dios se ve frustrado cuando ellos siguen todos los principios de los movimientos pasados de Dios, los avivamientos pasados, y tratan de hacerlos obrar para un nuevo avivamiento. Por supuesto, no estoy negando que los principios de buscar a Dios, tales como la obediencia, y el oír Su voz... no sean siempre necesarios y siempre válidos. Pero, Su camino está en el mar, y Su senda en las aguas poderosas... y jamás podemos buscar Sus caminos por nuestra propia sabiduría, porque Sus caminos son irrastreables. Dios dijo: “No, no subas tras ellos... sino rodéalos, para venir a ellos por delante.” “Y cuando oyeres venir un estruendo por las copas de los morales, sal luego a la batalla...” (1 Crónicas 14, 15). ¿Por qué es esto tan importante? Porque es precisamente otra lección que debemos aprender con respecto a la llave de David. El oído de David se volvió cada vez más sensitivo a la voz de Dios, y a los caminos de Dios. El dijo: “¡Espera!” ( y yo solamente estoy parafraseando). “Espera hasta cuando oigas la marcha de los ejércitos celestiales sobre las copas de los morales, entonces saldrás, y sabrás que los Ejércitos del Cielo han ido delante de ti...” Fue una victoria formidable, y los filisteos, así como las naciones circunvecinas supieron que no había nada que hacer con el Dios de David. “Y el nombre de David fue divulgado por todas aquellas tierras; y puso el SEÑOR el temor de David sobre todos los gentiles” (versículo 17). No había pasado mucho tiempo desde cuando “David sintió el temor de Dios,” porque Dios había golpeado a uno de sus servidores con la muerte por haber to-

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cado el Arca. Pero, él aprendió de su error – y supo que siempre debía buscar a Dios para saber Sus caminos. Y ahora David se había hecho famoso a causa de su gran victoria, y el temor de David cayó sobre todas las naciones (los gentiles). Las naciones no van a sentir el temor de nuestro Dios, ni a obedecer el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, hasta cuando haya un retorno al santo temor de Dios en medio de nosotros. La llave de David para el Monte Sion, es también la llave de David para todas las naciones. Haríamos mejor en estar seguros de que tenemos la llave para Sion, la llave para la Presencia de Dios en Su Iglesia, la llave que traerá un santo temor de Dios para Su pueblo – antes que demos por sentado que podemos subir con otras llaves con el fin de tomarnos las naciones para Dios. La llave es nada menos que moverse en la unción andando en el Espíritu, y conociendo que Su presencia permanece en nuestras vidas. Y sabiendo con certeza que El lleva sobre Sus hombros la llave, y que dejemos que El se haga cargo plenamente de todo lo que El quiere que nosotros hagamos. Pero, éste es un proceso de aprendizaje. A diferencia de los dones de Dios, esta llave es una obra progresiva de Dios en las vidas de Sus escogidos. Ellos aprenden mediante la experiencia que simplemente no pueden hacer que nada ocurra que sea digno de la aprobación de Dios, excepto cuando ellos se mueven en la voluntad y en el camino de Dios. Estoy seguro de que Dios fue quien cerró la puerta para China a medidos del siglo pasado... porque El tendría una iglesia verdadera y vigorosa en esa gran tierra. Pero, esta clase de avivamiento no ocurrió hasta cuando El, que tiene la llave de David, detuvo los programas

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misioneros de la iglesia en el mundo libre. No digo estas cosas para desanimar a cualquier hombre o mujer que sean llamados a ministrar en determinadas naciones. Debemos ser fieles para conocer Su voz e ir a donde el Señor pueda enviarnos. Pero, debemos estar seguros de que es “El que tiene la llave de David” quien está abriendo la puerta. Aquellas naciones que han conocido el hambre física, así como el espiritual, y la persecución... no necesitan de nuestra experiencia, ni de nuestras bandas de música, ni de nuestros danzarines, ni de nuestro rock and roll cristianos, ni de que les llevemos nuestro Evangelio. Pues ellos harían más daño que beneficio, y la fama de la iglesia se haría más infamatoria de lo que es ahora en muchas naciones. Quiero citar algunos extractos de lo que se llamó “Un Mensaje Urgente de la Iglesia Perseguida en Rusia.” Aquí están unos pocos extractos: “Durante treinta años hemos sufrido intensa persecución, y ahora la libertad está trayendo otro gran daño a nuestras iglesias. Este daño proviene de los cristianos de los Estados Unidos que están enviando música rock y evangelistas acompañados por bandas de rock. “Nuestros jóvenes no asisten a estas reuniones porque lo hemos comprometido todo por no participar en el entretenimiento secular.” “Esto es un gran peso para nuestros corazones. Muchos vienen con la Biblia en la mano y con la música rock. Estamos perturbados por esta imagen del cristianismo. No sabemos de qué palabras valernos para argüir que esto debe detenerse. Aborrecemos toda música cristiana de rock que venga a nuestro país...” “Necesitamos pan espiritual, por favor, dennos pan verdadero, no galletas falsas...”

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“Estuvimos en prisión durante quince y once años, por causa de Cristo. No se nos permitía tener música cristiana, pero, se usó la música de rock como una arma contra nosotros de día y de noche para destruir nuestras almas. Sólo podíamos resistir con mucha oración y mucho ayuno...” “Ahora son los cristianos de los Estados Unidos los que dañan nuestras almas. Nosotros no permitimos esa música en nuestra iglesia, pero, ellos toman en arrendamiento grandes estadios y contagian a los adolescentes y a los adultos con su música de rock...” “Llamamos a esta música, música del infierno. Les pedimos a todos los norteamericanos que dejen de dar dinero para la organización de tales conciertos en Rusia.” (Peter Peters y Vasilij Ryzhuk, Moscú, fragmentos de una carta escrita en 1991). ¡Cuánto se debe afligir el Dios Altísimo con esta clase de insensatez! Todo lo que podemos preguntarnos es: ¿Cuánto tiempo pasará antes de que El se levante ante la iglesia aquí, en Occidente, y en otros países “cristianos” opulentos, con ojos como llama de fuego y con la espada aguda de dos filos? Pero, Dios tiene en la Tierra una Iglesia de Filadelfia viva... aunque pequeña en cifras quizá. Dios ha puesto ante ellos una puerta abierta, y nadie puede cerrarla. Ellos están guardando la palabra de Su paciencia, y el rigor de la prueba del testimonio. Dios dijo que El no los probaría más allá de lo que ellos soportaran. “Antes dará también juntamente con la tentación (con la aflicción, o prueba) la salida, para que podáis aguantar” (1 Corintios 10:13). En la Tierra, muchos han conocido la prueba y la tribulación más allá de lo que cualquiera de

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nosotros pueda imaginarse aquí, en el mundo libre, y ellos dan testimonio de que Dios ha sido fiel en la hora de su prueba, y “ha dado también la salida,” y los ha capacitado para soportarla, y muchos han sellado su testimonio con su sangre. Creo que muchas de las iglesias perseguidas ya han tenido su parte de tribulación, y serán librados cuando sobrevengan pruebas más grandes sobre el mundo. A los vencedores de Filadelfia, El les da esta promesa: “Al que venciere, yo le haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá fuera; y escribiré sobre él el Nombre de mi Dios, y el nombre de la Ciudad de mi Dios, que es la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo de mi Dios, y mi Nombre nuevo.”

7. A la Iglesia en Laodicea (Apocalipsis 3:1422)

El Señor de la Iglesia se levanta ante Laodicea como “el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios.” Decimos nuestras oraciones, y decimos Amén. Esta es la última palabra de nuestra petición ante Dios: “Señor, que esto pase.” Es el Amén para el lamento del corazón de Su pueblo que ha estado clamando durante mucho tiempo a El. Y El es el Amén para Sus propias intercesiones ante el trono de Dios, a nombre de Su pueblo. Hay mucha ostentación en Laodicea, pero, Dios sabe que es falsa. Nosotros decimos: “Somos ricos, y nos hemos enriquecido en bienes, y no tenemos necesidad de ninguna cosa” – pero, el Señor nos ve como “desventurados, y miserables, y pobres, y ciegos, y desnudos.” El canto y la risa continúan en la Casa de Dios. Y ellos llaman a esto la alegría del Señor. Sé que Dios quiere que nos regocijemos en el Señor en los buenos tiempos, y en los malos. Pero, pregunto si Dios no esta-

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rá diciendo con mucha frecuencia: “Quita de mí la multitud de tus cantares, que no escucharé las salmodias de tus instrumentos” (Amós 5:23). E, incluso, la verdadera profecía es, a menudo, como lo fue cuando Ezequiel manifestó la palabra de Dios al pueblo: “Y he aquí que tú eres a ellos como cantor de amores, gracioso de voz y que canta bien; y oirán tus palabras, mas no las pondrán por obra” (Ezequiel 33:32). El Señor nos considera como línea divisoria: “No eres frío, ni hirviente. ¡Bien que fueras frío o hirviente!” El está de pie junto a nuestro candelero, plenamente preparado para corregirnos, y nos dice por qué: Es porque El nos ama. A menudo, somos propensos a pensar que Su bondad es la prueba de que nos ama, pero, no comprendemos que “la bondad de Dios te guía al arrepentimiento” (Romanos 2:4). Pero, oigamos lo que El dice: “Yo reprendo y castigo a todos los que amo: sé pues celoso, y enmiéndate.” El ha hecho toda provisión para hacernos ricos con las verdaderas riquezas del Cielo, para vestirnos con las puras y blancas vestiduras de Su propia justicia, y para ungir nuestros ojos con el fin de que podamos ver con visión clara. El quiere alumbrarnos con la Luz del Cielo. El es “el fiel y verdadero Testigo” y quiere hacer que seamos el verdadero Testimonio de Jesús en la Tierra. El no ha abandonado a Laodicea, pero, permanece afuera ante la puerta – porque El no puede tolerar lo que está pasando dentro. El quiere establecer confraternidad con nosotros, no programas y entretenimientos absurdos.

El Quiere Entrar y Cenar con Nosotros El pueblo siente intensamente que ellos están haciéndolo muy bien, porque Dios está bendiciendo, y la iglesia está prosperando. Pero, El está afuera ante la puerta, y llama: “He aquí, que yo estoy parado a la puerta

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y llamo; si alguno oyere mi voz, y abriere la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y el conmigo.” El dice que quiere: “Cenar contigo, y tú conmigo.” Yo quiero cenar con usted. Quiero compartir mi vida con usted, y quiero que usted comparta su vida conmigo. Cuán poco comprendemos que esta clase de mutua confraternidad con El sea la respuesta total de Dios para un mundo que yace en la esclavitud de la corrupción. Manifestamos que queremos llevar el Pan de Vida al mundo. Pero, El está en el Cielo ahora, y quiere que nosotros seamos ese Pan para un mundo hambriento. Sólo cuando participemos de El, llegaremos ciertamente a ser el Pan de Vida que El quiere que seamos. Y esto sólo puede suceder cuando cenemos con El, y El con nosotros. No podemos comer el Pan de Vida, y no verle a El y conocerle – y luego llegar a ser el Pan de Vida para los demás. Después de la conversación que dos discípulos sostuvieron con el Extraño que se les unió en su viaje a Emaús – parecía que el hombre fuera a dejarlos en el cruce de caminos, e iría en dirección diferente. Pero, las palabras que El dijo ardían de tal manera en sus corazones que le invitaron a seguir y a hospedarse con ellos. El no se sorprendió por esto – y estoy seguro de que estaba esperando la invitación. Pero, El podía haberse ido en una dirección distinta, si ellos no le hubieran obligado. El siempre busca que se le invite. “Y aconteció, que estando sentado con ellos a la mesa, tomando el pan, bendijo, y partió, y les dio. Entonces fueron abiertos los ojos de ellos, y le conocieron” (Lucas 24:30-31). El anhela cenar con nosotros. El quiere comer con nosotros. El quiere compartir Su vida con nosotros, para que podamos llegar a ser el Pan de Dios para un mundo

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hambriento que nos rodea. Así, El nos congrega para Sí Mismo en un cuerpo – para que podamos ser uno con El, y tener Su vida para compartirla con los demás. Sólo cuando El tome el pan en Sus manos, y lo parta – sólo entonces le veremos y le conoceremos. Y sólo entonces llegaremos a ser pan partido en Sus manos para los demás. “El pan que partimos, ¿no es la confraternidad del cuerpo del Cristo? Porque un pan, significa que muchos somos un cuerpo; pues todos participamos de un pan” (1 Corintios 10:16-17). El Señor tiene promesas para aquellos en Laodicea que lleguen a oír Su voz – promesas tan grandes como las que El tiene para cualquiera de las demás iglesias: “Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono; así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.” Pero, no nos sentaremos ciertamente con El allí en Su trono, si no nos sentamos y cenamos con El aquí. “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”

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Del lugar santo al lugar santísimo CAPITULO TRES

DEL LUGAR SANTO AL LUGAR SANTISIMO

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n el Tabernáculo y en los templos antiguos había tres zonas que eran figura y sombra de “aquel verdadero Tabernáculo que el Señor asentó, y no al hombre” (Hebreos 8:2). Ellos sirvieron como “ejemplo y sombra de las cosas celestiales” (versículo 5). Nuestro Gran Sumo Sacerdote en los Cielos tiene un “tanto mejor ministerio” que aquellos que sirvieron en los templos terrenales... tanto para exceder a los ministros sacerdotales de ese día, así como el Nuevo Testamento excedió al Antiguo Testamento (versículo 6). Aquellas instituciones, y sacrificios, y ceremonias establecidos para ser “una sombra de los bienes venideros, no la representación misma de las cosas” (Hebreos 10:1). Ahora que se ha ofrecido el verdadero sacrificio y que en la resurrección El ha llegado a ser nuestro Gran Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec, se nos pide que abandonemos lo que sea antiguo, porque se nos ha abierto un camino nuevo y viviente “por el velo, es a saber, por Su carne” (Hebreos 10:20). Hay muy bellas enseñanzas sobre estos templos antiguos, si entendemos que ellos fueron sola-

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mente figuras y sombras de un camino mejor, de un sacrificio mejor, de un templo mejor, de un pacto mejor y de un Sumo Sacerdote mejor que intercede por nosotros. Ahora, el atrio exterior era solamente un lugar abierto ante el Tabernáculo al que podía venir el pueblo de Israel con sus sacrificios, y todo el complejo estaba rodeado por una barrera de cortinas de lino. Pero, el tabernáculo (o Tienda) estaba situado dentro del complejo, en el extremo occidental. El Tabernáculo comprendía dos partes: el Lugar Santo y el Lugar Santísimo. Aarón y sus hijos entraban al Lugar Santo durante su ministerio, para lo cual tenían que lavarse primero las manos y los pies en el lavatorio. Al entrar en el Lugar Santo, en el extremo oriental, se veía el candelero en el sur, y la mesa del pan de la proposición en el norte; y en el extremo occidental, cerca del velo, estaba el altar del incienso, donde los sacerdotes ofrecían el incienso ante el Señor. Pero, el Sumo Sacerdote era el único que tenía acceso al Lugar Santísimo – y esto solamente una vez al año, en el Día de la Expiación. Habiendo cumplido su alto ministerio ante el Arca del Pacto, en el Lugar Santísimo, el Sumo Sacerdote regresaba al pueblo que lo esperaba con la esperanza de que trajera alguna Palabra especialísima que Dios le hubiera dado para la nación. Nosotros hemos hablado mucho de todo esto en un escrito anterior, y sólo mencionaremos aquí, a modo de introducción, unas pocas cosas sobre algunas de la características especiales del Lugar Santísimo. El apóstol habla de estas dos zonas cuando dice: “Y un Tabernáculo (o el Lugar Santo) terrenal... .Tras el segundo velo estaba el Tabernáculo, que llaman el Lugar Santísimo” (Hebreos 9:1-3). (Véase también nuestro escrito: “De la Tienda al Templo,” capítulo 1).

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El Velo se Rompió para que Nosotros Pudiéramos Entrar Este Lugar Santo habla simbólicamente de la ministración en la iglesia, y del acceso de ella a la presencia de Dios. Y así, cuando Aarón cuidaba las lámparas y las aparejaba con aceite para mantenerlas encendidas, iluminando una parte que de otra manera era oscura y sin ventanas – de esta manera vemos al Sumo Sacerdote en medio de los siete candeleros de oro, lleno de gracia y engalanado con las vestiduras sacerdotales, y asimismo resplandeciente con la Luz de Dios. Juan había sido desterrado a la Isla de Patmos a causa de su Testimonio de Jesucristo. Cierto día, al que él llama “el Día del Señor,” él estaba “en el Espíritu.” Algunos creen que fue el primer día de la semana, porque la iglesia acostumbraba congregarse “el primer día de la semana” (Hechos 20:7; 1 Corintios 16:2). Pero, el día del Señor se define en este pasaje con un adjetivo descriptivo, como si se dijera el Día Señorial, si existiera tal palabra. Creo que este Día es el que le corresponde especialmente a nuestro Señor Jesús como Mediador del Nuevo Pacto. De repente, Juan estuvo en el Espíritu, porque el Señor tenía una mensaje para él, que le concernía a la Iglesia en todos sus días, y porque Juan debía ver estas cosas en el ámbito del Espíritu, y por el Espíritu.

Sigamos hasta la Perfección Juan estaba en el Espíritu en la primera parte del Libro (Apocalipsis, capítulos 1, 2 y 3) . Esto fue una imagen del Lugar Santo, y Juan vio al Sumo Sacerdote ministrando en el Lugar Santo de la Iglesia. Pero, en Apocalipsis 4, una vez más, él está en el Espíritu en un Lugar Santísimo, cuando la Voz le dijo: “Sube acá.” Todavía hay un ámbito más alto en el Espíritu que él debe ver y... al verlo, ministrar lo mismo para aquellos que son

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“partícipantes en la tribulación, y en el Reino, y en la paciencia de Jesucristo.” Todo el propósito del ministerio que Dios ha establecido en la Iglesia es el de que entremos en el Lugar Santo – y de allí vamos al Lugar Santísimo. Algunos enseñan que ya estamos en el Lugar Santísimo, porque el velo ha sido partido en dos. Sí, el camino está abierto para que entremos, pero, no estamos allí precisamente porque el velo haya sido roto. “Así que, hermanos, teniendo atrevimiento para entrar en el Santuario por la sangre de Jesús el Cristo, por el camino que él nos consagró nuevo, y vivo, por el velo, es a saber, por su carne, y teniendo aquel Gran Sacerdote, sobre la casa de Dios, lleguémonos con corazón verdadero, y con fe llena, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua limpia” (Hebreos 10:19-22). ¡La puerta está abierta para que entremos! Pero, no estamos allí solamente porque la puerta esté abierta. Por el contrario, El nos pide que nos acerquemos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe. La razón de que nosotros retrocedamos, debe ser porque el velo está ahora sobre nuestros ojos para que no podamos verlo a El en Su gloria. Permítanme ilustrarlo de esta manera: Cuando Moisés bajó del monte, habiendo estado en presencia de la Nube (Shekinah) de la gloria durante 40 días – su rostro irradiaba esa gloria para el pueblo que estaba en el campamento. Al principio, ellos sentían temor de acercársele, pero, él les hizo señas, y se acercaron, y les dijo las palabras que Dios le había dado. Pero, cuando la Gloria comenzó a desaparecer, Moisés se puso un velo sobre la cara, hasta cuando entraba de nuevo para hablarle al Señor. El apóstol Pablo interpreta esto como una señal de que el velo sobre la cara de

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Moisés significaba realmente que el velo estaba sobre los corazones del pueblo, porque él dijo: “Cuando Moisés es leído, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. Pero, cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará.” El velo sobre la cara de Moisés era, realmente, un velo sobre los corazones y las mentes de ellos cuando él les hablaba. Pero, cuando él entraba para hablarle al Señor, se quitaba el velo (ver 2 Corintios 3:14-18; Exodo 34:33,34). El símbolo es muy claro: El velo en el Lugar Santísimo ha sido partido en dos. Pero, como pasó con Israel, el velo está sobre nuestros corazones, si no estamos morando en Su Presencia. Pero, cuando nos volvemos hacia el Señor, el velo será quitado. Necesitamos examinar esto... y buscar muy encarecidamente al Señor por el colirio de Su Espíritu para que podamos pasar a través del velo, y ser transfigurados por la gloria de Su rostro. Así que, aquí estamos en el Lugar Santo. Hay luz en el candelero, el pan santo está en la mesa de la proposición, y el incienso que ofrecemos en el altar de oro del incienso. Tenemos todos los dones y ministraciones del Espíritu. Pero, de alguna manera, no existe esa fe, esa confianza, esa seguridad de que hay algo más – porque la idea es la de que si tenemos los dones del Espíritu, ¿qué más necesitamos? Pero, la palabra es muy clara: los dones y los ministerios que Dios ha puesto en el cuerpo, son para la perfección de los santos, para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo – hasta cuando... hasta cuando... hasta cuando lleguemos a algo más alto. Pues el ministerio no es el fin último – antes bien, está destinado a prepararnos, a alimentarnos, a enseñarnos, a fortalecernos, a edificarnos, “hasta que todos salgamos en unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, en varón perfecto, a la medida de la edad cumplida del Cristo.”

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Y el apóstol continúa explicando esto, demostrándonos que el último fin del ministerio es el de llevar al pueblo a Dios en amor perfecto (ver Efesios 4:11-16). Hemos tenido ministraciones muy poderosas de los dones en toda la historia de la Iglesia – pero, raramente hemos tenido un pueblo de Dios que vaya más allá del Lugar Santo del ministerio, y que entre al Lugar Santísimo en constante y perdurable unión con Aquel que está entronizado sobre el propiciatorio. Dios impide que de algún modo nosotros menospreciemos la obra del ministerio en el cuerpo de Cristo. Pero, sé que las fuentes de la bendición se están secando, y muchos del pueblo de Dios están sintiendo hambre – a pesar de la mucha asistencia a la iglesia, y de mucha actividad religiosa – pero, sin mucho de la Presencia poderosa de Dios en medio de nosotros. ¡Necesitamos ser estimulados! Dios se preocupa más por esto de lo que nosotros nos preocupamos; y se va a dar más gracia (quizá en medio de más sufrimiento y tribulación) para hacer que Su pueblo avance y entre en el Lugar Santísimo de la Nube de Su gloria (Shekinah) y de Su presencia. No debemos pensar que podemos confiar en el conocimiento que tenemos del Reino de Dios... ni considerar que estamos más cerca del Reino a causa de ese conocimiento. Porque si nuestro conocimiento del Reino no produce el temor de Dios en nuestros corazones, y nos lleva al arrepentimiento, a la pobreza de espíritu, a la mansedumbre, y a la humildad – todavía estamos lejos del Reino – porque estas virtudes se refieren a lo que Pablo dijo de los hijos de Israel: que los corazones de la mayoría de aquellos que cruzaron el Mar Rojo y comieron del pan del Cielo, y bebieron del agua que salía de la roca, y llegaron a las mismas puertas de Canaán se habían endurecido, y por eso no entraron en la Tierra, incluyendo a la mayoría de aquellos que la ha-

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bían explorado, y murieron en el desierto. El Salmista también hace una solemne advertencia a aquellos que saben cómo alabar a Dios, y a aquellos que saben cómo adorar a Dios – pero, no tienen la intención de ir más allá: “Venid, alegrémonos en el SEÑOR, cantemos con júbilo a la roca de nuestra salud...” (ver Salmo 95, versículos 1 al 5). Luego, vengamos a adorar: “Venid, postrémonos y adoremos; arrodillémonos delante del SEÑOR, nuestro Hacedor...” (versículos 6,7). Todo esto es bueno, recomendable, pues el Señor se regocija con las alabanzas del pueblo y en la verdadera adoración. Pero, luego El da esta severa palabra de consejo: “Si hoy oyereis su voz, no endurezcáis vuestro corazón como en Meriba, como el día de Masá, en el desierto; donde me tentaron vuestros padres, me probaron, y vieron mi obra” (versículos 7-11). Sin embargo, a pesar de Sus maravillosas provisiones, del pan del Cielo diariamente, de la columna de la Nube de día, y de la columna de Fuego de noche – ellos afligieron el corazón de Dios, y no entraron en Su Reposo. Por mucho que El pueda deleitarse con la alabanza y con la adoración de Su pueblo – hay mucho más. El está buscando el corazón justo, el corazón tierno, un corazón que no ofenda a Dios, ni le pruebe, ni le irrite. El busca el corazón que está hecho según el corazón de Dios, porque El está buscando una habitación para Sí Mismo.

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Sube más alto CAPITULO CUATRO

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“D

espués de estas cosas miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, era como de trompeta que hablaba conmigo, diciendo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que es necesario que sean hechas después de éstas” (Apocalipsis 4:1).

“Sube acá” Juan debe subir más alto en el Espíritu, con el fin de ver la gloria plena de Cristo en el Lugar Santísimo. Ciertamente, él estaba en el Espíritu en el día del Señor cuando oyó la voz del Hijo del Hombre, que andaba en medio de los candeleros. Pero, las ministraciones de Cristo en Su Iglesia están destinadas a llevarnos al lugar de Su trono, a un lugar todavía más alto que aquel donde estamos ahora. Cuando Juan oyó la invitación para “subir allá,” inmediatamente estuvo en el Espíritu. Cuando El le hablaba a Su pueblo con un sonido de trompeta desde el Cielo... como lo hizo con Juan, inmediatamente hay poder en Su Palabra para hacer que esto ocurra. “Acerquémonos confiadamente... ,” dijo el apóstol. Pero, de alguna manera la voz parece ser casi inaudible,

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y eso no sucede. “Al instante,” Juan estuvo allí – en la Fuente y en el Manantial de toda la gloria que él había visto antes. Ahora estaba en el ámbito de la Luz pura. En el Lugar Santo hay luz de candelero, y nosotros creemos que ella representa todos los dones y ministerios del Espíritu. Necesitamos de toda la provisión que el Espíritu nos ha dado, para traernos palabras de sabiduría y de conocimiento, y nuevas medidas de fe y de entendimiento. Necesitamos esos dones de sanidad y de discernimiento de espíritus. Todos esos dones son como rayos de Luz del Lugar Santísimo... y debemos tener esa Luz. Pero, Dios quiere que esta Luz resplandezca desde Su pueblo en una llama de gloria que llene toda la Tierra. Los dones y los ministerios no se han destinado jamás para que hagan eso, sino que, antes por el contrario, son para mostrarnos el camino hacia aquel ámbito más alto. Como Rut, estamos agradecidos porque podemos recoger espigas en los campos de Boaz, cuyo nombre significa: En él está la fortaleza. Boaz era fuerte a favor de la sierva de Moab. El le dijo a sus recolectores que dejaran manojos de grano en el suelo, para que Rut los recogiera. Esto fue muy generoso de su parte. Luego, cuando él le prometió ser su pariente redimidor, le dio “seis medidas de cebada,” estrictamente como regalo. Ella no tuvo que recogerlas de los campos. Cuán agradecidos debemos estar por “todo bien y todo don perfecto” que El nos da, así sea que los recojamos con duro trabajo, o simplemente que El los derrame en nuestros costales, sin que ni siquiera se lo hubiéramos pedido. Pero, El quiere llevarnos todavía más alto... más allá de los lugares donde se reciben los dones. Quiere que nos entreguemos a El... como lo hizo Rut. Quiere recibirnos para Sí Mismo... como Boaz recibió a Rut. De-

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jemos que desvanece la flor de nuestras vidas, y abramos camino para el fruto. Dejemos que el Lugar Santo del ministerio ceda su lugar ante el Lugar Santísimo de la unión perdurable con Aquel que “mora entre los querubines.” Mientras estemos agradecidos por los dones, que podamos entender que los propósitos del deseo de Dios se defraudan completamente, si no estamos buscando siempre el camino mejor – el de una relación con El, donde vivamos juntos en el mismo hogar. Su deseo es el de que cenemos con El, y El con nosotros: “Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad” (Juan 17:23). El deseo de Dios es el de llevarnos todavía a más grandes profundidades en el Espíritu. ¿Qué significa realmente estar –

En el Espíritu? Cuando se llena la copa de agua – el agua está en la copa. Si se arroja la copa al río – ahora la copa está en el río. Jesús dijo: “Morad en mí.” Pero, en el mismo instante, dijo: “Y yo en vosotros.” ¿Es que no es suficiente que Cristo esté en nosotros? Si comprendemos esto, es que El entra en nosotros para que nosotros podamos entrar en El. Quiere que nos sumerjamos con todo y copa en el Río. Es maravilloso andar en las aguas de la Vida... sumergidos hasta los tobillos... las rodillas... la cintura. Pero, tememos seguir adelante, porque sentimos que estamos perdiendo pie. Sentimos temor de comprometernos en el agitado Río de la Vida. Sentimos temor de lanzarnos a la profundidad, y dejar que las líneas costaneras se alejen. Tememos porque no conocemos suficientemente a nuestro Padre, para entregarnos completamente a Su cuidado. Parece ser más deseable una pequeña porción de autocontrol, que echando toda vuestra solicitud en él. Sé que encontramos difícil entender lo que Dios tiene en mente para nosotros, mediante la entrada en la plenitud del Espíritu.

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Pero, El quiere que nos propongamos hacerlo... así como los hijos de Israel que, conociendo muy poco de Canaán, siguieron, sin embargo, la Nube de Su Presencia. A medida que continuemos en el conocimiento de El, El será fiel para llevarnos a la plenitud que El desea. Consideremos algunos aspectos de la plenitud de Cristo. El Espíritu de Fe. En los dones de Dios recibimos una medida de fe, y si somos fieles en esa medida, El nos entrará más en el espíritu de fe. Abraham tuvo fe para abandonar su país y para entrar en tierra extranjera, a solicitud de Dios. Toda su vida fue una vida de fe. Y con el paso del tiempo, y a causa de los tratos de Dios – llegó a una fe tan absoluta que entregó a su amado hijo Isaac en el altar del sacrificio – estando seguro de que Dios lo levantaría de entre los muertos. Su fe había progresado desde una fe que creía en Dios como guía en la vida; desde una fe para una simiente prometida y una fe para una herencia en la tierra prometida – hasta el último grado de la fe, donde lo devolvería todo a Dios en el Altar del Holocausto. Porque sabía que su Dios era el Dios del poder y de la vida. Su fe había llegado a ser la fe de la resurrección. Pablo habla sobre la fe de la resurrección, que siempre estaba allí, porque él estaba “llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús.” Ciertamente, él tenía fe para hacer muchos milagros maravillosos en su ministerio. Pero, el espíritu de fe va mucho más allá. “Teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito, creí; por tanto hablé.” El está citando lo que dijo David cuando se encontró muchas veces en situaciones de muerte; y, sin embargo, el Señor fue fiel y lo libró de la muerte (ver Salmo 116:8-10). Decimos que queremos todo lo que Dios tenga para nosotros. Pero, ¿estamos preparados para conseguir todo esto, y luego devolvérselo todo a El en el Altar del Holocausto

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– como lo hizo Abraham, como lo hizo David, como lo hizo Pablo? Sólo entonces podremos experimentar el poder de Su resurrección: “estando ciertos que el que levantó al Señor Jesús, a nosotros también nos levantará por Jesús, y nos pondrá con vosotros” (2 Corintios 4:1014). El Espíritu de Adoración. Vamos a los lugares de adoración. Hemos sido enseñados a adorar bajo ciertas influencias – como la música, o bajo la guía de un director de culto. Comprendo que en los cánticos de alabanza cantemos, algunas veces, con músicos que dirigen los cánticos. Y esto está bien y es bueno – si el músico es un alabador, y está en sintonía con Dios. Pero, la verdadera adoración va más allá del canto y de la alabanza. Dios está buscando a los “verdaderos adoradores,” que adoren al Padre en Espíritu y en Verdad. Si moramos en el Espíritu de adoración, adoramos en todos los momentos. Como Abraham que, cuando levantó su tienda, erigió un altar de adoración, sin importar a dónde fuera. La gente nos preguntará: “¿Dónde adora usted?” La mujer de Samaria que Jesús halló cerca del pozo pensó que se trataba de adorar en Samaria versus Jerusalén; ella adoraba en el monte cerca de Samaria, y vosotros, judíos, dijo ella, adoráis en Jerusalén. Pero, Jesús le enseñó una lección que todos necesitamos aprender. No es el lugar, no es el ambiente de iglesia, no es el programa musical, no es una mala situación, o una buena; la verdadera adoración deber ser en Espíritu y en Verdad. Abraham fue un adorador. Obedeciendo a Dios, puso la leña del holocausto sobre Isaac, y le dijo a sus dos siervos: “yo y el muchacho iremos hasta allí, y adoraremos, y volveremos a vosotros” (Génesis 22:5). ¡Extraña manera de adorar! Realmente lo es, si no comprendemos que el ingrediente más refinado de la adora-

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ción es un corazón que lo pone todo en el altar de Dios, aun lo mejor que Dios le haya dado. En los tiempos buenos y en los malos, Job era un adorador. Una vez en que Satanás estaba presente, Dios destacó la integridad de Job. Obsérvese que fue Dios el que puso el tema – y Satanás acusó a Job por tener intereses egoístas en la adoración. ¿Por qué no podía adorar él a Dios, cuando Dios era tan bueno, y lo había protegido en tal forma, que ni siquiera Satanás podía tocarlo? Este fue el argumento de Satanás contra Job. Y así fue como Dios permitió que Satanás le quitara todo cuanto tenía, aun su salud, además de sus hijos y de sus hijas, de sus rebaños y de sus piaras. Pero, enseguida él se sentó sobre las cenizas, y adoró a Dios. No tenía grupo de adoración para que le ayudara en esto, ni su adoración estaba motivada por la risa del adorador feliz. Pero, allí había un profundo convencimiento interior de que el Dios al que servía era grande y terrible, y digno de toda adoración – simplemente a causa de lo que El era. Los cánticos espirituales deben llevarnos a un sometimiento total de nuestros corazones, de nuestras mentes y de nuestras voluntades a Dios. Si usted quiere buscar la palabra adorar en su concordancia, encontrará que va acompañada, muy frecuentemente, de arrodillarse, de inclinarse ante El, o de postrarse en el suelo sobre el rostro. Es una respuesta espontánea al terrible conocimiento de la presencia de Dios o de Sus santos juicios. No se puede disponer previamente que ello ocurra. Es un profundo convencimiento interior de que Dios es grande en santidad y majestad... y que nosotros estamos desvalidos e incompletos sin El... pero, que le amamos por lo que El es. Simplemente no podemos definir la adoración, porque es un estado existencial que siempre está en el corazón del adorador, y que puede manifestarse de muy diversas maneras.

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Pero nada, antes del Calvario, o después de él... o en las edades por venir, igualará tan siquiera la calidad de adoración que ascendió ante Dios, cuando el Hijo de Dios “el cual por el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios” (Hebreos 9:14). Y jamás podría compararse cualquier incienso ofrecido alguna vez en los altares judíos con el placer que llenó el corazón de Dios, cuando el incienso de este Holocausto ascendió al Cielo, cumpliendo el compromiso que El había hecho con el Padre. “Heme aquí (en la cabecera del libro está escrito de mí) para que haga, oh Dios, tu voluntad.” El Espíritu de Oración. “Mas vosotros, oh amados, edificaos a vosotros mismos sobre vuestra santísima fe, orando por el Espíritu Santo. Conservaos a vosotros mismos en el amor de Dios” (Judas 20-21). ¡Cuán efectiva es esta clase de oración! Se puede orar con el Espíritu “en un lenguaje que se entiende, o un lenguaje que él no entienda” (1 Corintios 14:15). Pues el Espíritu Santo es nuestro Intercesor aquí en la Tierra, así como nuestro Señor Jesús es nuestro Intercesor ante el trono. Y el apóstol nos recuerda esto, cuando dice: “Y asimismo también el Espíritu nos ayuda en nuestra flaqueza” (que dice literalmente: “El Espíritu se une a nuestra flaqueza”). A menudo, no se pueden expresar las palabras que se pudieran decir, ni tener algún entendimiento real de la situación que se vive. “Porque orar como conviene, no lo sabemos (o no sabemos cómo orar); sino que el mismo Espíritu demanda por nosotros con gemidos indecibles” (Romanos 8:26). Solo el Espíritu entiende estos gemidos. “Mas el que escudriña los corazones, sabe qué es el deseo del Espíritu, que conforme a Dios, demanda por los santos” (Romanos 8:27). Debemos buscar la voluntad de Dios aun en nuestras oraciones. Porque el Espíritu Santo ha venido a nuestras vidas para

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unirsenos en tal unión con El, que hay una comunicación continua de nuestros corazones con El. Pablo habla de esto, de cómo orar sin cesar: “por toda oración y ruego orando en todo tiempo en el espíritu, y velando en ello con toda instancia y súplica por todos los santos” (1 Tesalonicenses 5:17; Efesios 6:18). No estoy convencido de la efectividad de las oraciones que están reglamentadas por los dirigentes de la iglesia, los cuales tienen sus propios programas y agendas que cumplir. El encargo del Señor en todas las siete cartas a las iglesias de Asia, no fue nunca: ¡Ustedes deben orar más! Por el contrario, Su encargo fue el de que llevaran al pueblo de Dios al arrepentimiento; que estuvieran vigilantes, despiertas y alertas; que fueran pacientes, para retornar al primer amor; que fueran fieles; que se afirmaran bien en su testimonio; que guardaran la palabra de Su paciencia; que buscaran las verdaderas riquezas; que mantuvieran limpias sus vestiduras, y que tuvieran oídos “para oír lo que el Espíritu está diciendo a las iglesias.” Con la llave de David sobre nuestros “hombros,” deberíamos estar preguntándole más del Señor en cuanto a Su voluntad y a Su camino en nuestras vidas – antes que decirle a Dios lo que El tiene que hacer ahora. Entonces, nuestras oraciones serán poderosas, efectivas y fervientes – cuando estemos andando verdaderamente en el Espíritu, y estar motivados por Su deseo y por Su encargo para nosotros, y por Su camino para traer el Pan de Vida a los demás. La responsabilidad de cada miembro del cuerpo es la de llevar ese encargo particular que el Espíritu ha puesto sobre nuestros hombros – es la de cada uno en su propio camino con el Señor. Cuando lleguemos a esto, todo el cuerpo será edificado, y llegará a producirse el Testimonio de Jesús en la Tierra.

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El Espíritu de Profecía “Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira que no lo hagas; yo soy siervo contigo, y con tus hermanos que tienen el testimonio de Jesús; adora a Dios, porque el testimonio de Jesús es el espíritu de profecía” (Apocalipsis 19:10). Juan hizo lo mismo en Apocalipsis 22:9. Y cada vez el ángel dijo: “Mira que no lo hagas.” La palabra ángel simplemente significa mensajero y, en este caso, él era un hombre que había traspasado el velo de esta vida. Sólo era, como Juan, uno de los hermanos que tenía el Testimonio de Jesús. Un poco más tarde, él se describe como “yo soy siervo contigo, y con tus hermanos los profetas” (Apocalipsis 22:9). No sabemos quién era él – pero, es evidente, por lo que le dijo a Juan, que había algo más alto que un ministerio profético, porque dijo: “El testimonio de Jesús es el espíritu de profecía.” ¿Qué es, entonces, el Testimonio de Jesús?

El Testimonio del Pacto Antiguo Para entender mejor cómo llamársele espíritu de profecía al Testimonio de Jesús, nos referiremos primero al Pacto Antiguo. Porque aun en el Pacto Antiguo, la letra de la ley no fue suficiente por sí misma para llevar este claro Testimonio de Dios en medio de ellos. Debemos enfatizar que el testimonio que aterrorizaba a las naciones que se ponían en contacto con Israel, no era el hecho de que las tablas de piedra estuvieran en el Arca del Pacto, junto con la vara de Aarón, y el pote del maná. Sus enemigos ni siquiera podían ver esas cosas santas en el Arca. Por el contrario, lo que aterrorizaba a sus enemigos era el hecho de que su conocimiento del Dios de Israel se identificaba con el Arca que iba delante de ellos, y mientras ellos entraban en combate. El Arca se llevaba sobre los hombros de los sacerdotes del Señor, no por los guerreros. Y cuando se movía el Arca, Moi-

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sés oraba: “Levántate, oh SEÑOR, y sean disipados tus enemigos.” El Testimonio de Israel era poderoso a causa de la Santa Presencia de Dios. Y cuando los sacerdotes malvados de Israel pensaron que Dios debía salvarlos por causa del Arca – se aterrorizaron al ver que el Arca era tomada por los filisteos. Israel creyó que si ellos llevaban el Arca al combate, ella sería una defensa segura contra los filisteos. Pero, no se puede manipular a Dios cuando se desprecia Su santo Nombre. Tanto Ofni como Finees, que se habían vuelto sordos a Dios, recibieron la muerte en el combate. Cuando Elí, el sumo sacerdote, oyó estas tristes noticias... cayó hacia atrás, rompiéndose el cuello, y murió. La esposa de Finees estaba encinta, y sin duda pensaba orgullosamente en su hijo, que (si era varón) sería elegible para la unción y para llevar las vestiduras sacerdotales. Pero, cuando oyó las tristes noticias, entró inmediatamente en parto, y dio a luz un niño, a quien llamó Icabod – luego, murió en medio de sus tristezas. El Arca era predominantemente el Arca de Su Presencia. Era el lugar de morada de Dios en Israel. Y fue esto lo que hizo que el Tabernáculo del Testimonio, y el pueblo mismo fueran un Testimonio en Jacob (Exodo 38:21; Salmo 78:5) . Y la razón para que Dios ordenara todo esto, fue la de dar una representación en sombra y figura del verdadero Testimonio que El tenía reservado en Su corazón para la revelación de la plenitud de los tiempos.

El Testimonio del Nuevo Pacto Nuestro Señor Jesús se llamó a Sí Mismo “el testigo fiel y verdadero” (Apocalipsis 3:14). En Su vida en la Tierra, y ahora en los Cielos, El es fiel y verdadero Testigo. Aun en la Tierra, El sólo habló de esas cosas que El “vio y oyó” del Padre (Juan 3:32). El era el Testimonio de Dios en la Tierra. “Nada hago de mí mismo, mas como mi Padre me enseñó, esto hablo” (Juan 8:28). Jesús

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dijo acerca de Sus discípulos cuando estaba a punto de irse: “Y me seréis testigos” (Hechos 1:8). Así, cuando el Espíritu Santo vino a llamarlos y a fortalecerlos, y morar en ellos, Pedro pudo dar un claro Testimonio con respecto al Señor Jesús – tal como lo haría ante un tribunal. Ellos testificaron lo que habían visto y oído. Dios confirmó con gran poder la palabra que El les había dado, y el Testimonio de ellos les acarreó entrar en conflicto con el mundo – especialmente con el mundo religioso. Cuando ellos se presentaban ante los jueces, que les ordenaban que no hablaran ni enseñaran “en el Nombre de Jesús” – la respuesta de Pedro era sencilla y clara. Ellos eran testigos del poder del Rey resucitado, a quien los gobernantes habían crucificado, y ellos no podían permanecer callados: “Porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Hechos 4:20). Asimismo, Juan declaró lo que él había visto y oído: “Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos mirado bien, y nuestras manos han tocado de la Palabra de vida... .” Luego, sigue de esta manera: “(Porque la vida es manifestada; y también lo vimos, y testificamos, y os mostramos aquella la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y nos ha aparecido)” (1 Juan 1:1-2). Después, nosotros también llegaremos a ser testigos – de una declaración como ésta, mediante el Espíritu... si en verdad tenemos oídos para oír y ojos para ver lo que el Espíritu está diciendo. El Testimonio de Jesús fulgura en las lámparas de la iglesia, y es el mismo Señor Jesús quien mantiene esa Luz. Este es el Testimonio colectivo de un pueblo que anda en Espíritu y en Verdad, y “este Testimonio de Jesús es el espíritu de profecía.” En la iglesia de Corinto, no faltaba ningún don. Con todas sus fallas, había cierto testimonio profético que sobrepasaba grandemente el que vemos en la iglesia de

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hoy. Ya lo hemos dicho: Cómo es que cuando la profecía aparece en la iglesia, hace que el incrédulo caiga sobre su rostro, y adorare a Dios, declarando que “verdaderamente Dios está en vosotros” (1 Corintios 14:24,25). El pueblo sigue clamando: “¡Necesitamos otro Elías!... . ¡Necesitamos otro Juan el Bautista!” Pero, Dios tiene en mente algo mejor todavía. Juan cayó dos veces de rodillas a los pies de este ser resplandeciente, que le estaba mostrando las cosas celestiales. Y dos veces lo reprendió el hombre por su error. Porque este ángel era un hombre que había sido quizá, alguno de los profetas; porque dijo: “Yo soy siervo contigo, y con tus hermanos que tienen el testimonio de Jesús...” Y la segunda vez: “Yo soy siervo contigo, y con tus hermanos los profetas.” Y le dijo a Juan: “Adora a Dios, porque el testimonio de Jesús es el espíritu de profecía” (Apocalipsis 19:10; 22:9). ¿No nos está recordando esto que, con frecuencia, somos cautivados por el carisma de algún gran profeta – y que el Testimonio de Jesús en la Tierra es algo mejor que tener un gran profeta? Este es un testimonio colectivo en un pueblo que se mueve en tal unión con Cristo, que ellos son como una sola voz, y resplandecen como una Luz en este mundo de tinieblas. Ellos no llegan a esta Luz mutua por medio del diálogo ecuménico, sino andando bajo la Potestad de Cristo, que anda entre los candeleros; y siguiendo al Cordero dondequiera que El va; y menospreciando sus vidas hasta la muerte. Serán coronados con Santidad sobre su frente para el Señor, y con el aceite de Su unción sobre sus cabezas. Pero, estas coronas pueden llegar a ser coronas de espinas, si están preparados para ser testigos fieles y verdaderos en la Tierra. Juan fue un testigo verdadero, y esto lo llevó al destierro en la pequeña isla de Patmos. No sabemos realmente si Juan murió por su Testimonio, pero, fue un mártir por-

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que, como lo dijo Pablo, “siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús,” y el verdadero testigo es aquel que es fiel tanto en la vida como en la muerte. El verdadero testigo será aborrecido por sus profecías, y tampoco será glorificado – porque la verdadera profecía en tiempos de decadencia espiritual revelará las obras ocultas de la maldad en el pueblo, y buscará volver sus corazones a Dios. A menudo, esta clase de persecución vendrá de algún segmento de la iglesia apóstata... que tiene influencia política. Pero, este testigo verdadero sabrá que debe seguir a su Maestro, menospreciando su vida hasta la muerte. Sin embargo, sabe también que nada puede hacerle daño, o impedirle el cumplimiento de los mandatos de Dios, hasta cuando termine su obra, y sus enemigos le temerán y le odiarán, porque por su misma presencia en el mundo que los rodea, ellos estarán manifestando el Testimonio de Jesús en “el espíritu de profecía,” con Jesús, el Cordero conquistador que va delante de ellos.

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Una mirada a través del velo CAPITULO CINCO

UNA MIRADA A TRAVES DEL VELO

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a invitación que se le hace a Juan es “sube acá,” para que contemple el Santuario Celestial del otro lado de una puerta que está “abierta en el cielo” (Apocalipsis 4:1). Mencionemos el hecho de que el velo que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo se ha partido en dos – y así es como ahora tenemos acceso a la misma presencia de Dios. En algunos segmentos de la iglesia hay cierta enseñanza... sobre nuestra posición en Cristo, y sobre nuestra condición terrenal. No me preocupa esa doctrina, y he encontrado que fortalece y da una esperanza vital sobre el hecho de que Dios nos ha puesto en esa santa posición a causa de la redención que tenemos en Cristo Jesús, aun cuando todavía no hayamos llegado. Y Dios nos ve en ese llamamiento celestial en la medida en que busquemos conseguirla. En consecuencia, en esta posición que El ha conseguido para nosotros por medio de Su sangre, hay una puerta abierta a la inmediata presencia de Dios. Pablo hace mucho énfasis sobre esta posición en Cristo, a donde Dios nos ha llevado por Su gracia:

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“Bendito el Dios y Padre del Señor nuestro Jesucristo, el cual nos bendijo con toda bendición espiritual en bienes celestiales en Cristo” (Efesios 1:3). “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su mucha caridad con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo; (por cuya gracia sois salvos); y juntamente nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en lugares celestiales en Cristo Jesús” (Efesios 2:4-6). Hay muchas Escrituras como ésta, especialmente en los escritos de Pablo, y es necesario que estemos seguros de esto, no sea que caigamos en tiempos de prueba y de tentación. Pero, debemos reconocer que esta alta y santa posición en Cristo, es también una llamamiento alto y santo – y no solamente un depósito a término en el Cielo, que no podemos hacer efectivo hasta cuando lleguemos allá. Es muy necesario que lo hagamos efectivo en esta vida. Nuca me he sentido satisfecho con una doctrina que promete tanto para la Otra Vida, y tan poco para el Aquí y el Ahora. La esperanza bíblica va más allá de la fe. Ella es tan segura como inmutable, porque está anclada allí, tras el velo “donde entró por nosotros nuestro precursor Jesús” (Hebreos 6:20). El está allí como nuestro Sumo Sacerdote y Mediador del Nuevo Pacto. Cuando azotan las tormentas – sentimos el tirón hacia delante para animarnos a seguir adelante, porque El está allí, tras el velo. El velo ya se ha roto entre nosotros, y El nos hace señas para que nos acerquemos pues “con corazón verdadero, y con fe llena, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua limpia” (Hebreos 10:22). Y a que nos acerquemos “confiadamente al trono de su gracia, para alcanzar misericordia, y hallar gracia para la ayuda oportuna” (Hebreos 4:16). El Espíritu nos anima para que exploremos “cuál sea la anchura y la longitud

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y la profundidad y la altura, y conocer la caridad de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios” (Efesios 3:18,19). Dios tiene para Su pueblo mucho que todavía no podemos ver, ni oír, ni comprender – y así El nos da Su Espíritu para que nos muestre las cosas que nuestra mente no puede comprender, con el fin de acercarnos más al corazón de Dios.

He Aquí, un Trono en el Cielo Cuando Juan oyó el llamamiento, “sube acá,” inmediatamente estuvo en el Espíritu, “y he aquí, un trono que estaba puesto en el cielo, y sobre el trono estaba uno sentado.” Juan estaba antes en el Espíritu, y vio a Alguien como el Hijo del Hombre, que andaba entre los candeleros. Ahora, él está en el Espíritu en una dimensión más alta y ve las glorias del trono en el Lugar Santísimo, donde reina nuestro Señor Jesús como un Cordero sobre el trono. A medida que continuamos leyendo, lo vemos a El en el mismo centro del trono, porque El está allí como nuestro Sumo Sacerdote, preparando un lugar para Sus redimidos, con el fin de que “donde yo estoy, también vosotros estéis conmigo.” El nos invita para que “lleguémonos pues confiadamente al trono de su gracia,” siempre que le necesitemos (Hebreos 4:16). “Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sobre los tronos veinticuatro ancianos sentados, vestidos de ropas blancas; y tenían sobre sus cabezas coronas de oro” (Apocalipsis 4:4). Este es el santuario celestial, y aquellos que reinan con El en el ministerio sacerdotal, están alrededor del trono. Están vestidos con ropas sacerdotales, y con coronas de oro en sus cabezas. El sumo sacerdote del orden de Aarón usaba una mitra en su cabeza, que tenía esculpida en oro las palabras

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que revelaban la esencia de su consagración: SANTIDAD AL SEÑOR; y cuando eran ungidos con el aceite santo, eran coronados del aceite de la unción (Exodo 28:36; Levítico 21:12). Como miembros de Cristo, somos un sacerdocio real (1 Pedro 2:9). En el Templo de Salomón había veinticuatro príncipes del santuario... que creo simbolizan a estos veinticuatro ancianos. “Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y siete lámparas de fuego estaban ardiendo delante del trono, las cuales son los siete Espíritus de Dios” (Apocalipsis 4:5). Los relámpagos y los truenos son para preparar la gran tormenta que está por venir, y que, en su plena manifestación, acarreará el aniquilamiento de los reinos de los hombres, y todos los poderes del mal estarán sometidos bajo los pies de Cristo. Pero, en medio de la tormenta está el arco iris de la promesa para el pueblo de Dios, lo que significa el Pacto de la Vida y de la Gloria mediante la mediación del Sumo Sacerdote que está en el trono. Y los Siete Espíritus de Dios están obrando poderosamente en toda la Tierra (Apocalipsis 5:6). A Juan se le dio una visión anticipada de lo que tendría lugar en la Tierra y en los Cielos, cuando el Cordero empezara a moverse en “el día de Su poder.”

Los Cuatro Seres Vivientes (Ver nuestro escrito: “De la Tienda al Templo,” capítulo 4). “Y delante del trono había como un mar de color de vidrio semejante al cristal; y en medio del trono, y alrededor del trono, cuatro animales llenos de ojos delante y detrás. Y el primer animal era semejante a un león; el segundo animal, semejante a un becerro, y el tercer animal tenía el rostro como de hombre; y el cuarto animal, semejante a un águila volando. Y los cuatro animales tenían cada uno por sí seis alas alrededor; y de dentro estaban llenos de

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ojos; y no cesaban día ni noche, diciendo: Santo, Santo, Santo el Señor Dios Todopoderoso, el que era, y que es, y que ha de venir” (Apocalipsis 4:6-8). Los seres vivientes se asemejan muchísimo a los querubines que vio Ezequiel – y que ministraban de parte de los redimidos de Dios. Por tanto, deben estar familiarizados con la sabiduría de Dios que fluye de la cruz. Pedro nos dice que estas son “cosas en las cuales desean mirar los ángeles,” y que pertenecen a nuestra redención (1 Pedro 1:12). Aun las más altas potestades de los Cielos aprenden sabiduría de una iglesia que está motivada y guiada y fortalecida por el Espíritu – mientras que los “principados y potestades” del mal deben abandonar su dominio sobre las almas de los hombres, cuando el pueblo de Dios anda en la “multiforme sabiduría de la cruz” (Efesios 3:10). Sólo el Evangelio que se proclama en el poder y en la demostración del Espíritu Santo producirá impacto en los hombres que están cautivados por el mundo de las tinieblas. Si la multiforme sabiduría de Dios no fulgura desde una iglesia que sea conocida en los lugares celestiales, aquellos poderes estarán seguros en sus fortalezas, y “en paz está lo que poseen” (Lucas 11:21; Efesios 3:10). (Ver el escrito: ¿Quién Eres Tú?, capítulo 7).

El Cántico de los Ancianos y de los Seres Vivientes La descripción de los seres vivientes es muy similar a la de los querubines que vio Ezequiel (ver Ezequiel 1:5,18,22; 10:14). Cuando el Cordero vino a tomar el libro que estaba sellado con siete sellos, los veinticuatro ancianos y los seres vivientes se postraron y le adoraron, “y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro, y de abrir sus sellos; porque tú fuiste muerto, y nos has redimido para Dios con tu sangre, de

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todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos en la tierra” (Apocalipsis 5:9,10). Creo que los seres vivientes hacen parte de los ejércitos celestiales del Señor, pero, se identifican muchísimo con el redimido pueblo terrenal de Dios – y cantan conjuntamente el cántico de la Redención. Ezequiel oyó “el sonido de sus alas cuando andaban, como sonido de muchas aguas, como la voz del Omnipotente” (1:24), porque es Dios el que habla desde el Cielo, y “la voz de la Palabra como la voz de un ejército.” Son las fuerzas aliadas de los ámbitos celestiales, así como los sonidos que provienen de los ejércitos de los escogidos de Dios en la Tierra. Cuando Jacob dejó a su tío Labán y emprendió el camino de regreso a su padre en Canaán – se nos dijo: “y le salieron al encuentro ángeles de Dios. Y dijo Jacob cuando los vio: El campamento de Dios es éste; y llamó el nombre de aquel lugar Mahanaim.” La palabra significa dos campamentos, o dos ejércitos. El ejército de Jacob se identificaba ahora con el ejército celestial. Jacob tenía gran temor, y gran necesidad de ayuda – especialmente cuanto tuvo noticias de que su hermano Esaú estaba en camino para encontrarse con él, y Dios envió los ejércitos del Cielo para que le acompañaran durante el camino (ver Génesis 32:1). Como individuos, tenemos seres celestiales que nos acompañan y que están encargados del “servicio por amor de los que son herederos de la salvación” (Hebreos 1:14). Creo que cuando Su pueblo anda con Dios, El quiere que sepamos que estamos cubiertos por los ejércitos del Cielo. No debemos exaltarlos ni adorarlos. Algunas veces se hacen visibles porque Dios pueda juzgar conveniente animar al pueblo que El está cuidándolo. Cuando David clamaba muy deprimido a Dios, El

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se levantaba airado contra sus enemigos. David dijo: “Cabalgó sobre un querubín, y voló; voló sobre las alas del viento” (Salmo 18:10). No tentemos a Dios haciendo cosas peligrosas y esperando que los ejércitos celestiales acudan en socorro nuestro (Lucas 4:12). Pero, tampoco rehuyamos el peligro, si Dios nos llama para que andemos en lugares de riesgo. Nos equivocamos tanto en el mundo como en la iglesia. Si esperamos hacer algo por Jesús, queremos tener de nuestro lado a la mayoría. Pero, Dios no se preocupa por la mayoría, bien sea en el mundo de la política o en la iglesia. Por lo general, El quiere trabajar con la minoría – después, toda la gloria será Suya. Los ejércitos del Cielo nos dan la mayoría. Pienso en Eliseo, a quien el Señor le había dado información para que la transmitiera al rey de Israel, con el fin de prevenirlo contra un sorpresivo ataque de los sirios, que eran los enemigos en ese tiempo. El enemigo buscaría tomar posiciones en un lugar estratégico – pero, sólo para descubrir que las fuerzas de Israel ya estaban esperándole allí. Esto ocurrió dos o tres veces, y finalmente el rey de Siria concluyó que había un espía entre ellos, y se propuso encontrar quién era. Pero, uno de sus soldados sabía lo que estaba pasando, y le dijo al rey: “Somos hombres fieles, oh rey – pero, hay un hombre en Israel que le dice al rey todo lo que tú hablas en tu cámara más secreta.” Ellos indagaron y supieron dónde estaba el hombre, y el rey de Siria envió un contingente de soldados para prenderle. En ese tiempo Eliseo estaba en la pequeña ciudad de Dotán, así que rodearon la ciudad con caballos y carros, listos para prenderle al día siguiente por la mañana. Pero, cuando llegó la mañana, el siervo de Eliseo salió fuera, y se llenó de temor cuando vio docenas o quizá, centenares de soldados sirios, junto con los caballos y los carros, que rodeaban la pe-

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queña ciudad de Dotán. Fue corriendo hasta donde estaba Eliseo y le contó lo que había visto: toda la ciudad rodeada por los sirios. Eliseo le dijo tranquilamente: “No tengas miedo; porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos.” El joven miró en torno suyo, pero, no pudo ver a nadie, con excepción del enemigo. Así fue que Eliseo hizo una breve oración: “Te ruego, oh SEÑOR, que abras sus ojos para que vea.” Y, de pronto, él vio “que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo” El joven compañero estaba conmovido. De pronto se dio cuenta de que tenían un ejército mucho más grande que los sirios. Después, el profeta oró: “Señor, te ruego que hieras con ceguera al enemigo.” Así que Eliseo fue hasta donde estaba el comandante y le preguntó que era lo que quería. El dijo: “Estamos buscando a un hombre llamado Eliseo, pero, de pronto todos nosotros nos quedamos ciegos, y no podemos encontrar nuestro camino.” “Seguidme,” dijo Eliseo, y “yo os guiaré al hombre que buscáis.” Luego, los guió hasta Samaria, cada hombre cogido de la mano o de la manga de su vecino, y Eliseo, guiaba al hombre que iba al frente. Y los llevó como prisioneros de guerra al rey de Israel. Después, Eliseo oró de nuevo: “ SEÑOR, abre los ojos de éstos, para que vean.” Así que Dios abrió sus ojos. ¡Qué conmoción! Todo el batallón estaba en territorio enemigo y a merced del rey de Israel. El rey de Israel le dijo con emoción a Eliseo: “¿Los heriré? ¿Los heriré, padre mío?”... “No,” dijo el profeta, “¿Herirías tú a los que tomaste cautivos con tu espada y con tu arco? Pon delante de ellos pan y agua, para que coman y beban, y se vuelvan a su señor.” Así que hicieron una gran fiesta para ellos, porque tenían mucha hambre después de ese largo viaje – y los enviaron de regreso a casa.

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¡Qué fácilmente puede Dios tratar a las naciones y a los ejércitos, y a los hombres perversos que hacen alarde de luchar contra Dios! “Y nunca más vinieron escuadrones de Siria a la tierra de Israel” (ver 2 Reyes 6:8-23). Por supuesto que se trata del Antiguo Testamento, y no esperamos que algo semejante ocurra hoy, ¿no es así? Entonces, ¿el Antiguo Testamento es mejor y más poderoso que el Nuevo Testamento?

El Propiciatorio del Nuevo Testamento En las Escrituras, los querubines se identifican como los protectores y los guardianes de la santidad y de la justicia de Dios, y así debe ser con los sacerdotes del Señor. Debemos llegar a ser muy celosos de la santidad y de la verdad de Dios. Cuando Adán y Eva pecaron, los querubines estaban situados en la entrada del Edén, blandiendo sus espadas a su alrededor y en todas direcciones, para mantenerlos alejados del Arbol de la Vida. Pero, ahora ha cambiado todo esto por la redención que tenemos en Cristo Jesús. Ahora, ellos están en medio del trono, y alrededor del trono, para proteger a los redimidos de las acusaciones de Satanás, al que se llama el acusador de los hermanos. Comprendamos que este hecho es muy importante con respecto a nuestra salvación, pues se trata de la justicia de Dios y no sólo de Su misericordia, las cuales se convierten en nuestra seguridad y en nuestro acicate cuando lleguemos al propiciatorio. Y así, el apóstol Pablo declara que estamos “justificados gratuitamente por su gracia mediante la redención que es en Jesús el Cristo; al cual Dios ha propuesto por reconciliación (propiciación) mediante la fe en Su sangre” (Romanos 3:24-25). La palabra propiciación es la misma que se traduce por propiciatorio en Hebreos 9:5: “Y sobre ella los querubines de la gloria que

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ponían su sombra sobre el asiento de la reconciliación, (propiciatorio)... .” Los querubines que una vez estuvieron apostados en la entrada del Edén con sus flamígeras espadas para mantener al hombre alejado del Arbol de la Vida – están ahora en el Lugar Santísimo para darnos la bienvenida al Arbol de la Vida. Cristo es nuestro Propiciatorio por Su redención en nuestro favor. Y ahora vemos a los querubines identificados con el Propiciatorio, tal como los querubines de oro que estaban sentados en cada extremo del propiciatorio del Antiguo Testamento. Ellos hacen parte del propiciatorio... mirándose el uno al otro, pero, mirando también la sangre derramada allí para nuestra redención. Somos salvados por la justicia de Dios, así como por Su misericordia. Y esto es porque la sangre de Cristo nos ha hecho justos, “no por obras de justicia que nosotros habíamos hecho, sino por su misericordia, nos salvó por el lavamiento de la regeneración, y de la renovación del Espíritu Santo” (Tito 3:5). Es aquí en la cruz donde: “La misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron” (Salmo 85:10) El sepulcro está vacío porque Cristo ha resucitado – y por la seguridad que Dios nos da de que Su redención a favor nuestro es muy placentera para El. Cristo se levantó de entre los muertos en un cuerpo espiritual que no fue detenido por los obstáculos materiales. El atravesaba las puertas cerradas. Su cuerpo era un cuerpo espiritual, en comparación con un cuerpo material de carne y sangre. Su cuerpo resucitado sigue siendo tangible, corpóreo, visible; pero, ahora es carne y huesos antes que carne y sangre (1 Corintios 15:44,45). Y así, El salió de los vestidos de Su tumba, sin que alguien desatara la tela, como lo hicieron con Lázaro. La mortaja quedó abandonada con todas sus envolturas, como estaba cuando le pusieron en la tumba – y Juan tomó

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nota especial de esto: “Y el sudario, que había sido puesto sobre su cabeza, no puesto con los lienzos, sino envuelto en un lugar aparte... .” Las tiras de tela se mezclaban con los ungüentos embalsamadores y estaban enrolladas alrededor de la cabeza, e igualmente envolviendo el cuerpo. Nadie las había manoseado. El había salido de la mortaja como de un capullo, y las había dejado en su forma original. Sin duda, El todavía estaba manchado con la sangre de Su cabeza, de Sus manos, de Su costado y de Sus pies. Pero, este nuevo propiciatorio fue rociado de una vez y para siempre por la sangre de Jesús. Además, Juan observó que había “dos ángeles en ropas blancas que estaban sentados, el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto” (Juan 20:12). Qué representación tan bella del viejo propiciatorio que estaba hecho de oro, con un querubín en cada extremo – mirándose el uno al otro, pero, mirando también al propiciatorio rociado de sangre. (Ezequiel 37:7-9). El propiciatorio antiguo era rociado con sangre una vez al año, el Día de la Expiación. Pero, el verdadero propiciatorio ha sido rociado con la “sangre del pacto eterno..” promulgado en la Tierra fuera de la ciudad de Jerusalén, pero, impreso eternamente en el santuario celestial por el Espíritu del Dios vivo. Porque El estuvo allí ese día, dando testimonio a todos de los sucesos en la cruz a manos de hombres perversos. Y porque El estaba allí por mandato de Dios, lo que los hombres hicieron con odio, y con crueldad y violencia se transformó en un Sacrificio eficaz para los pecados de todo el mundo. Y porque El es el Espíritu eterno jamás ha olvidado lo que vio, sigue dando testimonio para la eficacia de ese Sacrificio, y para el agua y la sangre que brotaron de Su costado. Y esa es la razón por la cual su sangre todavía aprovecha para limpiar el pecado más ruin y malvado.

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Algunas personas cristianas acarician la idea de un nuevo templo en Jerusalén, donde oficiarían los levitas, y una vez más, se sacrificarían bueyes y vacas bermejas por los pecados del pueblo. Y se nos dice que esos sacrificios serían conmemorativos. ¡Que se acabe tal pensamiento! El Espíritu Santo está morando dentro de uno, con el fin de dar testimonio para la sangre y el agua... porque El es la Verdad. Y cuando recibimos al Señor Jesús y a Su redención a favor nuestro, el Espíritu de Dios entra en nuestros corazones para aplicar la sangre y el agua de la Palabra a nuestros corazones y a nuestras vidas. Léase la Epístola a los Hebreos, y véase la locura y la abominación de algunos sacrificios por los pecados, distintos al ofrecido por Jesús cuando se convirtió en el Cordero que fue sacrificado. Esos sacrificios pasados del Antiguo Testamento eran los sacrificios conmemorativos – para recordar los pecados de cada año en el Día de la Expiación; pero, también se nos recuerda en el Nuevo Pacto que hubo un Sacrificio mejor ofrecido de una vez por todas, cuando el Cordero de Dios fue inmolado por los pecados del mundo (ver Hebreos 10:3). No consideremos a la ligera esta idea del nuevo templo en Jerusalén, donde los sacrificios de animales se ofrecerían alguna vez de nuevo en los altares judíos. Esto es abominación de la peor especie. Creo que fueron los sacrificios de animales en el templo antiguo (que continuaron muchos años después de que el verdadero Sacrificio había sido ofrecido fuera de Jerusalén) lo que motivó la destrucción del templo por los romanos en el año 70 D.C., – como se había predicho por Daniel, y más tarde por Jesús (ver Daniel 9:27; Mateo 24:15). “Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y la ceniza esparcida de una becerra, santifica a los inmundos para purificación de la carne,

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¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual por el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de las obras de muerte para que sirváis al Dios viviente?” (Hebreos 9:1314). “Pero en estos sacrificios cada año se hace la misma conmemoración de los pecados. Porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados. Por lo cual, entrando en el mundo, dice: Sacrificio y Presente no quisiste; mas me apropiaste el cuerpo” (Hebreos 10:3-5). Cinco heridas sangrantes lleva El, Recibidas en el Calvario; Ellas derraman oraciones efectivas, Ellas suplican poderosamente por mí: Perdónalo, ellos clamen, No permitas que muera otro pecador redimido.

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Los siete Espíritus de Dios CAPITULO SEIS

LOS SIETE ESPIRITUS DE DIOS

E

l número siete significa totalidad, plenitud, consumación. Aquí, en el libro del Apocalipsis, nuestro Sumo Sacerdote está en el trono, facultado con todas las gracias y todas las virtudes, y todos los poderes de Dios para llevar a término Sus propósitos – tanto en Su Iglesia como en el mundo. Así como el Génesis es el libro de los principios, así el Apocalipsis de Jesucristo es el libro de las consumaciones, y El se llama a Sí Mismo el Principio y el Fin, el Primero y el Ultimo, el Alfa y la Omega. Y así, este libro tiene muchos sietes. Sólo citaremos unos pocos ejemplos del uso del número siete en las Escrituras: Naamán, el leproso, debía sumergirse siete veces en el Jordán, para recibir su sanidad. Debía obedecer absolutamente. Si se detenía en la sexta inmersión... regresaría a su casa como un hombre amargado y desilusionado... acusando al Dios de Israel por no haberle sanado. Debía obedecer explícitamente la palabra del profeta (ver 2 Reyes 5:10-14).

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“Las palabras del SEÑOR son palabras limpias,” dice el salmista, “como plata refinada en horno de tierra, purificada (colada) siete veces” (Salmo 12:6). El empieza diciéndonos: “Las palabras del SEÑOR son palabras limpias,” entonces, ¿por qué habla de las siete veces del proceso de refinación? Porque las palabras que El pone en nuestros corazones son palabras limpias de Su corazón; pero, una vez que ellas se alojan en nosotros, la Palabra se mezcla con nuestros propios pensamientos, y nos vemos sorprendidos al descubrir una revelación del corazón, con todas sus impurezas, sus torcidas motivaciones y sus agendas secretas. Pero, a medida que guardamos la Palabra, ella produce su propio horno en nuestros corazones, haciendo una limpieza y una refinación – si dejamos en verdad que el Señor repita de nuevo el proceso una y otra vez... siete veces, o hasta cuando la prueba de nuestra fe haya culminado ese trabajo perfecto que Dios ha impuesto en nuestras vidas. Ahora quiero hablar de la Plenitud del Espíritu, que Juan ve en los Siete Espíritus – que él identifica de una manera funcional como:

Las Siete Lámparas de Fuego... los Siete Ojos del Cordero: “Y miré; y he aquí en medio del trono y de los cuatro animales, y en medio de los ancianos, estaba un Cordero como muerto, que tenía siete cuernos, y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios enviados en toda la tierra” (Apocalipsis 5:6). Daniel ve en su visión al mismo Hombre que vio Juan: “Un varón vestido de lienzos, y ceñidos sus lomos de oro muy fino; y su cuerpo era como piedra de Tarsis (turquesa), y su rostro parecía un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como de color de bronce resplandeciente, y la voz de sus palabras como la voz de un ejército” (Daniel 10:5,6).

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Por esto nos damos cuenta de que El es el mismo Hombre que Juan vio en Patmos: “Vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por los pechos con una cinta de oro. Y su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana blanca, como la nieve; y sus ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al latón fino, ardientes como en un horno; y su voz como ruido de muchas aguas” (Apocalipsis 1:13-15). Pero, aquí, en el Lugar Santísimo, Juan lo ve en la plenitud de la Luz, y es en esta Luz en la que queremos hacer énfasis durante el resto de este escrito. “...Y siete lámparas de fuego estaban ardiendo delante del trono, las cuales son los siete Espíritus de Dios” (Apocalipsis 4:5). “... un Cordero..., que tenía siete cuernos, y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios” (Apocalipsis 5:6). Los Siete Espíritus se manifiestan en Fuego, así como en Luz, y queremos considerar estos dos aspectos de la Luz de Dios.

Las Siete Lámparas de Fuego Recordemos que Abraham estaba a punto de hacer un pacto con su Dios, y cómo Dios lo tuvo esperando hasta el anochecer, antes de que El apareciera en escena. Y, luego, en lugar de que Abraham y su Dios caminaran juntos entre las partes del sacrificio (en esos días, éste era el ritual acostumbrado para hacer un pacto), Dios hizo que Abraham cayera en un sueño profundo, encargándose por completo del pacto. En la oscuridad de la noche “se veía un horno de humo, y una antorcha de fuego que pasó por entre las mitades” (Génesis 15:17). Dios no le permitiría a Abraham que interviniera en nada de esto. La parte de Abraham era simplemente la de ser la vasija en las manos del Alfarero – y condescender con lo que Dios hiciera. Antes de que fuera ratificado el pacto, su parte era la de espantar las aves de rapiña,

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cuando éstas buscaran comerse el sacrificio antes de que éste se consumara. Su parte era experimentar el horror de la gran oscuridad, porque Dios le daría gran aflicción a su simiente prometida, cuando ellos padecieran cuatrocientos años de sufrimiento y esclavitud en tierra de Egipto. La promesa de Dios era segura.. pero, en Su sabiduría ésta era la forma en que se cumpliría Su promesa. Esta fue Su manera de preparar al pueblo que se convertiría en testimonio viviente en la tierra de la potestad, del poder y de la gloria del Dios de Israel. Muchos enseñan que el bautismo del Espíritu Santo y el fuego, del que habló Juan el Bautista, no es para la iglesia – porque se refiere a los airados juicios de Dios, y a la paja que se quema en el Día del SEÑOR. Pero, Jesús identificó este poderoso bautismo como la promesa del Padre, que se cumplirá dentro de no muchos días (Lucas 3:16; Hechos 1:5). Ciertamente es el juicio, porque Dios debe quemar la escoria y la inmundicia de nuestras vidas – y éste es un proceso doloroso, pues el Dios que nos llena, es fuego que consume. Cuando El entra en nosotros como fuego, Su propósito es convertirnos en los vasos limpios que El quiere que seamos en la Casa de Dios. Este poderoso bautismo no tiene nada que ver con ese fogoso predicador que puede exacerbar las emociones del pueblo, y hacer que ellos se exciten. Isaías profetizó: “cuando el Señor lavare las inmundicias de las hijas de Sion, y limpiare la sangre de Jerusalén de en medio de ella, con espíritu de juicio y con espíritu de ardimiento” (Isaías 4:4). Cuando ello ocurra, y no será hasta cuando esto suceda, regresará Su gloria a nuestras asambleas. Porque el mismo fuego que consume la inmundicia de Sion será la Luz y la Gloria que disiparán las tinieblas. Y después, el profeta nos dice que Sion tendrá la guía y la protección de la nube de Su gloria... recordándonos con esto la nube que guió a los hijos de Israel por el desierto como una Nube de día, y

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una columna de Fuego por la noche. “Y creará el SEsobre toda la morada del Monte de Sion, y sobre los lugares de sus convocaciones, nube y oscuridad de día, y de noche resplandor de fuego que eche llamas; porque sobre toda gloria habrá un dosel (una protección o cubierta)” (Isaías 4:5). El fuego que destruye es solamente para consumir la escoria de nuestros corazones y la oscuridad de nuestras mentes... para que podamos estar motivados en el futuro por buenos impulsos y deseos, y ver claramente el camino por el que Dios nos hará andar. El fuego de Dios casi se extingue en medio de nosotros porque, como iglesia, no hemos andado en la Luz que Dios hace resplandecer en medio de nosotros. Y nuestro Señor nos ha advertido que “si la lumbre que en ti hay son tinieblas, ¿cuántas serán las mismas tinieblas?” ÑOR

Los Siete Ojos del Cordero “Y miré; y he aquí que en medio del trono y de los cuatro animales, y en medio de los ancianos, estaba un Cordero como muerto, que tenía siete cuernos, y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios enviados en toda la tierra” (Apocalipsis 5:6). Cuando vemos a Alguien como el Hijo del Hombre, andando en medio de los candeleros con Siete Ojos... Dios quiere que le miremos, porque El quiere cambiarnos. No podemos mirar esos ojos y no ser cambiados. Recuerdo que miré los ojos de un profeta, de quien el Señor se valió en compañía de otros miembros del cuerpo de Cristo, para producir un nuevo movimiento profético a mediados del siglo pasado. Cuando se me llamó para recibir la profecía y la imposición de las manos; después de un corto tiempo de espera, él dijo: “¡Míreme!” Mientras le miraba me daba perfecta cuenta de la luz de sus ojos... cuando él empezó la profecía. Jamás olvidaré ese momento, y sé que fue en ese instante

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cuando empecé a ver con una nueva luz la Palabra de Dios. Siento de una manera muy intensa que es el momento para un nuevo movimiento de Dios en la Tierra. El desea llevar a Su pueblo a un ámbito del Espíritu todavía más alto. Debemos lograr que el Cordero nos mire con esos siete ojos.

¿Qué fue la Lluvia Tardía? El movimiento que acabo de mencionar, llegó a conocerse como la Lluvia Tardía... un nombre que el pueblo le dio uno o dos años después. Pero, al principio, no necesitó de nombre alguno, y simplemente se hacía referencia a él como este movimiento del Espíritu. Dios fue derramando bondadosamente Sus dones sobre la iglesia. Esos dones se proponían la edificación del cuerpo... eran dones de sanidad, de milagros y de otras operaciones maravillosas del Espíritu – además de los dones que dan sabiduría espiritual y entendimiento. Pero, la intención de Dios no fue la de empezar una nueva denominación con este movimiento profético, y creo que es por esta razón por la que los de la última generación se preguntan a qué se refiere eso. Y preguntan: “¿Dónde está ahora?” Muchísima gente en todas las partes de la Tierra participaron de la bendición de este movimiento – y su impacto ha continuado en las generaciones sucesivas, como lo haría cualquier otro movimiento verdadero de Dios. Pero, hasta donde sé, jamás llegó a ser una denominación conocida como La Iglesia de la Lluvia Tardía – al menos, no fue lo suficientemente prominente para dejar su marca en la historia. Y por esta razón, muchos lo han considerado como una lloviznita que se evaporó pronto. Esto también ha hecho difícil su análisis y su juzgamiento por los críticos. Por esto, ellos no pueden escribir a la sede principal, ni conseguir una doctrina de la Lluvia Tardía, como puede hacerse con una denominación establecida... pues no

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hubo liderazgo oficial que pudiera hablar por todos aquellos que llegaron a estar involucrados. Así que lo mejor (o tal vez lo peor) que algunos pueden hacer... es escoger las observaciones destacadas en los escritos de diferentes maestros, de quienes se sabe que participaron en el movimiento – y luego, decirle al mundo: “Esto es lo que ellos enseñaron en la Lluvia Tardía.” En consecuencia, con mucha frecuencia, aquellos que gozan leyendo sobre las herejías, se alimentan de esta clase de material informativo mezclado, según la percepción de aquellos que escriben sus juicios críticos. Pero, no llegamos a conocer, realmente, la Verdad, estudiando las diferentes sombras de las tinieblas. Debemos andar en la Luz – si vamos a ser fortificados con respecto a aquellos que nos seducen (ver 1 Juan 2:24-28). A comienzos del movimiento se hizo cierto énfasis en que se saliera de los viejos sistemas – que se saliera de Babilonia. Pero, pronto se hizo evidente que muchos que salían de la Babilonia visible, llevaban consigo algo de los sistemas. Recuerdo lo que dijo uno de los líderes pocos años después sobre su propia experiencia. El dijo que el Señor le habló un día, “Estás tratando de que la gente salga de Babilonia, pero, quiero sacar a Babilonia de ti.” Temo que esto continúa ocurriendo en la iglesia, y el que alguien haya dejado la línea convencional de las denominaciones – y haya establecido su propia organización, no es prueba de que haya salido de Babilonia. Porque es fuerte en los corazones de los hombres – el deseo babilónico por la grandeza, y por el crecimiento, por la apetencia del renombre, y por el mantenimiento del control total de todo el sistema. Y Dios debe entendérselas con todos aquellos deseos íntimos que siguen infestando la iglesia. Otro de los primeros dirigentes que tenía inspiración profética, mencionó que este movimiento entraría

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a todas las denominaciones de la Tierra, pero, que no cambiaría la naturaleza de ninguna de ellas. Esto empezó a cumplirse pocos años después. En esta época, las cisternas de las denominaciones estaban casi secas, y muchas de ellas le dieron la bienvenida a la oportunidad de recibir la lluvia del Espíritu de Dios. Pero, no estaban preparadas para abandonar sus credenciales, ni existía mucho incentivo para formar parte de un movimiento que no tenía al frente dirigentes de renombre. Además, descubrieron que no había necesidad de eso. Muchos líderes prominentes de las diferentes denominaciones estaban recibiendo los dones del Espíritu, y se dieron cuenta de que podían permanecer cómodamente donde estaban. Todo lo que tenían que hacer ahora era agregar el título de carismática a sus viejos títulos... y con este nombre harían desaparecer su reprobación como iglesia muerta. Con esta nueva unción había una infusión de vida nueva que necesitaban muchísimo. Y así, sus iglesias crecieron y prosperaron. Dios estaba satisfaciendo realmente las necesidades de aquellos que tenían hambre y sed por tener más de Dios, y no estoy negando eso. Pero, no hubo cambio en los sistemas denominacionales. A menudo, algunos saldrían – por supuesto, a causa de la oposición que tenían desde dentro. Otros, que tenían suficiente justificación para permanecer allí, se quedaron. Recuerdo con frecuencia lo que ocurrió en el reinado de Saúl. El sistema era equivocado desde un comienzo... pero, el pueblo pedía un rey, y Dios accedió a los deseos de sus corazones. Muchos verdaderos hombres de Dios permanecieron con Saúl hasta el amargo desenlace. Otros se pasaron a David, y confraternizaron lejos del Reino. Y cuando todo se vino abajo, hubo en el reino de Saúl muchos corazones verdaderos que comprendieron que ese no era el camino de Dios – y se unieron a David. En consecuencia, en la corriente principal del movimiento carismático se pueden conseguir todas estas

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bendiciones, sin cambiar demasiado la naturaleza de las cosas. Se puede seguir siendo bautista, presbiteriano, metodista, pentecostal, espiscopaliano, católico – lo que sea. De ninguna manera estoy diciendo que son falsas todas estas personas de las denominaciones. Muchas de ellas aman sinceramente al Señor Jesús. Pero, parece ser que la confianza principal en el ámbito carismático es la renovación, no la revolución. Puede que ellos reconozcan que hay necesidad de un arreglo por aquí, y otro por allá, pero, que no necesitan un cambio radical. Siguen queriendo aquellas lluvias de bendiciones, pero, no el bautismo del Espíritu Santo y el fuego. Eso sería absolutamente devastador. Creo que sucedió lo que dijo Isaías: “Y echarán mano de un hombre siete mujeres en aquel tiempo, diciendo: Nosotras comeremos de nuestro pan, y nos vestiremos de nuestras ropas; solamente sea llamado tu nombre sobre nosotras, quita nuestro oprobio” (Isaías 4:1). En otras palabras, no nos gusta que se critique nuestra vacuidad y nuestra esterilidad; ni queremos renunciar a nuestra herencia en nuestra denominación tradicional. Deseamos retener todo esto – pero, queremos que se nos llame por vuestro nombre Carismático. Sin embargo, obsérvese algo más de lo que está ocurriendo – “En aquel tiempo el renuevo del SEÑOR será para hermosura y gloria; y el fruto de la tierra para grandeza y honra a los librados de Israel” (versículo 2). Al lado de todo este ecumenismo y, no obstante, completamente lejos de eso, Dios está produciendo un verdadero renuevo del SEÑOR, del que queremos hablar después en este escrito. A principios del siglo pasado hubo mucho del Fuego de Dios en el movimiento anterior de Pentecostés. Pero, el movimiento profético de mediados de ese siglo fue, principalmente, la bendición de la lluvia que Dios derramó en la tierra seca. El propósito de Dios no era

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renovar las denominaciones, sino bendecir y enriquecer a aquellos que tenían hambre por tener más de Dios... sin tener en cuenta su denominación. Porque, a través de toda la historia de la iglesia, ha sido evidente que cuando Dios hace que Su pueblo se mueva hacia nuevas cosas, ellos – o bien se salen de donde están – o son expulsados probablemente, si en verdad están buscando moverse con Dios. Simplemente, el vino nuevo no sobrevivirá mucho tiempo en los odres viejos. Y así fue que la lluvia cayó en el campo de Dios – regando y bendiciendo toda simiente de la tierra – ya fuera semilla de trigo, o cizañas... o multitud de otra clase de malas hierbas. El propósito de Dios es el de regar Su Huerto, y El quiere arrancar esas malas hierbas que crecen en nuestras vidas. Pero, según la parábola del trigo y la cizaña (los que se auto denominan como cristianos y son falsos, pero, se parecen al trigo), Dios dijo que debemos dejarle esto a El, y que El se las entenderá con eso en el tiempo de la siega, no sea que, en nuestra ignorancia, también arranquemos algo del buen trigo. (Véase el escrito: El Huerto de Dios). Parece que el movimiento ecuménico sigue teniendo pleno éxito en su plan de unir en atados a todas las denominaciones. Pero, recoger cizaña en manojos... aunque esto pudiera parecerse maravillosamente a UNIDAD – no es la unidad del Espíritu. Es más bien la atadura del falso y del no regenerado, que no saben nada de la purificación de la sangre de Jesús, ni de la buena simiente de la Palabra de Dios. Pero, el Señor conoce a los que son Suyos, y todavía habrá una poderosa obra de separación del trigo y la cizaña en el día de la Siega de Dios. Entretanto, la cizaña, conjuntamente con el trigo, siguen participando de las lluvias del Espíritu – y en sus asambleas hay diversas manifestaciones que lo confirman en medio de ellos con milagros y señales.

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Pero, las lluvias de bendición no cambiarán la naturaleza de las semillas que fueron sembradas. Sino que nutrirán las cizañas, y los espinos, y los abrojos; y de igual manera las lluvias nutrirán su trigo, sus zanahorias, sus manzanas. Por Su gracia, El nos ayuda a todos ahora para que nos sometamos a esas llamas purificadoras de Dios, no sea que nuestras buenas obras se conviertan en humo en el día que será revelado el fuego. Quizá lo que hemos dicho le dé alguna inspiración al pueblo de Dios, algunos de los cuales están perplejos y confundidos con respecto a lo que está sucediendo en la iglesia. La gente mira a un lado y a otro – y va de aquí para allá – esperando encontrar la verdadera iglesia, o un nuevo movimiento de Dios. Luego, confiesan – “Bueno, sí... vi que Dios obraba de una manera maravillosa... pero, también vi otras cosas que me perturbaron.” Muchos no están seguros de si aceptarían eso como un mover de Dios, o del Diablo. Sólo animo a tales personas para que consideren lo que he dicho: Dios sigue derramando Sus lluvias desde el Cielo sobre Su iglesia. Y el Diablo sigue sembrando cizaña en los mismos campos. Si usted anda de aquí para allá buscando esa obra pura de Dios en la Tierra – no se sorprenda si descubre lo precioso mezclado con lo vil. Esto ocurrirá invariablemente hasta el día en que las Siete Llamas de Fuego consuman la cizaña y la paja de Su pueblo, con Espíritu de Juicio y con Espíritu de Ardimiento (Isaías 4:4). Debemos seguir clamando por una obra pura de Dios en la Tierra, y por este poderoso bautismo de Fuego – porque Dios Mismo no puede encontrar reposo hasta cuando Su justicia fulgure como resplandor, y Su salvación como antorcha (ver Isaías 62:1).

Dios hace Señas a Su Pueblo para que Venga a la Luz Debemos entrar en el Lugar Santísimo. Debemos familiarizarnos con el sacerdocio real en un santuario

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celestial. Debemos ver el trono, y los seres vivientes que rodean el trono. Debemos ser iluminados para ver las situaciones como Dios las ve. Debemos ir al lugar donde tengamos cuatro rostros, en lugar de uno, y ver con siete ojos, en lugar de ver con dos. Debemos ver por la Luz del Espíritu, porque sólo entonces podremos llegar a ser como El es, y hacer que otros le vean como El es. Debemos ver al “Cordero como inmolado (muerto), que tenía siete cuernos, y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios enviados en toda la tierra” (Apocalipsis 5:6). Sabemos que esto es una escena celestial. Pero, Dios quiere proyectar escenas celestiales en este mundo de pecado y tinieblas. Me gustaría animar al pueblo de Dios para que se anticipe y prepare sus corazones para el sonido de la trompeta que nos invita a subir todavía más alto, con el fin de que podamos mirar en los siete ojos del Cordero. Esto es lo que la iglesia necesita, y esto es lo que el mundo necesita. Recuerdo haber leído cómo Spurgeon, siendo joven, iba de camino a su iglesia a la que asistía regularmente, cuando sobrevino repentinamente un chubasco. Vio una pequeña iglesia cerca y entró corriendo, para librarse de la lluvia. Pero, se quedó para la reunión, y el predicador enfatizó una y otra vez este pasaje de Isaías: “Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más” (Isaías 45:22). El predicador observó al joven desconocido en medio de ellos, y se volvió hacia él y dijo: “¡Joven, mira y vive!” Spurgeon dijo: “Miré y viví... .” Había vida en esa palabra, que hizo que el joven viera. Pero, cuán lejos nos hemos extraviado de El, que es el Centro, el Manantial y el Río mismo... y hemos reemplazado el Espíritu de Vida con filosofías, y con rituales, y con entretenimiento musical. No vamos a cambiar el mundo con la Luz de Dios, a menos que miremos en esos ojos del Cordero. Entonces, los ojos del Señor irán por la Tierra para llevar luz

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y liberación a aquellos que se sientan en las tinieblas y en la sombra de la muerte.

Los Siete Ojos en el Segundo Templo Ya mencionamos que el libro del Apocalipsis está lleno de símbolos en el lenguaje del Antiguo Testamento. Así que volvámonos a Zacarías, el profeta a quien el Señor ungió para que le diera ánimo a los edificadores del segundo templo. Josué era el sumo sacerdote del nuevo templo, y su nombre es el mismo nombre de Jesús en el Nuevo Testamento (Josué significa Salvador). Zorobabel estaba a cargo de la edificación del templo; y su nombre significa sembrado en Babilonia. Sus raíces alguna vez estaban allí, pero, ahora estaba comprometido con la edificación del Templo de Dios en la tierra de Israel. Se nos ha dicho que los profetas “inquirían y buscaban diligentemente,” en cuanto a los tiempos de los que hablan en sus profecías. Y Dios les reveló que la palabra de ellos era realmente para los que vivieran en él a tiempo en que Cristo padecería y entraría en Su gloria – y el Evangelio sería proclamado con el poder del “Espíritu Santo enviado del cielo” (ver 1 Pedro 1:12). Y así que quienes vivimos en ese tiempo y que después de la resurrección de Cristo, podremos mirar retrospectivamente hacia estas profecías, y ver más de la maravillosa verdad del Nuevo Pacto. Porque Pedro nos dice que los profetas estaban ministrando realmente para nosotros. Dios le dio a Zacarías una visión del candelero con sus siete lámparas. El vio siete tubos que llenaban las lámparas con aceite, desde un depósito arriba... que recibía el aceite de “dos olivos.” Y la significación de esto era muy clara: Zorobabel no debía confiar en su propia sabiduría ni en su poder, sino solamente en el santo aceite de la unción. “No con ejército, ni con fuer-

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za, sino con mi Espíritu, dijo el SEÑOR de los ejércitos” (Zacarías 4:6). Y para Josúa, el sumo sacerdote, él profetizó esta palabra: “He aquí, Yo traigo a mi siervo, el RENUEVO” (Zacarías 3:8). Esto se refiere al Señor, en unión con Sus muchos hermanos. “Tú, y tus amigos que se sientan delante de ti.” Es El quien dijo: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos... .” Y quien nos recuerda: “Sin mí (cortados de Mí) nada podéis hacer.” Después, el profeta sigue diciendo: “Porque he aquí aquella Piedra que puse delante de Josué; sobre esta única piedra hay siete ojos.” ¡He aquí la Piedra! Zorobabel era el edificador de la casa... pero, los edificadores de Dios deberían mirar en esos ojos, si van a edificar según el plan y los planos de Dios. En toda la Tierra, Dios debe tener esta clase de visión en un pueblo que haya mirado en los ojos del Cordero como inmolado – y viéndole a El son transformados en Su semejanza. Con los dos ojos de nuestro entendimiento podemos ver la ministración del Evangelio, con una visión de 20:20. ¿Pero, cuán diferente será cuando Su pueblo tenga visión clara, y vea con visión de 70:70? Entonces, veremos con esos penetrantes e iluminados ojos del Espíritu – y el Espíritu probará los corazones de los hombres, revelando las cosas ocultas de los tinieblas, y haciendo que la Luz de Cristo se levante y disipe las tinieblas.

Los Siete Ojos en el Renuevo de Isaí El profeta Isaías vio igualmente el Renuevo. “Saldrá una vara del tronco de Jessé, y un renuevo retoñará de sus raíces” (Isaías 11:1). Queremos considerar este Renuevo del tronco de Isaí en la forma de un candelero. Algunas traducciones se refieren al Renuevo como a un Renuevo que da fruto. Y así, El es la raíz, al igual que el centro del tronco;

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y de El, que es el Centro, brotan estos renuevos que crecen y dan fruto. Y sabemos que nuestro Labrador no estará satisfecho con esto, ni abandonará su tierno cuidado para con nosotros, hasta cuando El venga a Su huerto, y coseche “el precioso fruto de la tierra” (Santiago 5:7). Dije: “su tierno cuidado para con nosotros.” Pero, debemos empezar a preguntarnos cuán tierno será Su cuidado cuando el tenga Su podadera, y empiece a cortarnos y a desbastarnos para disminuir grandemente nuestro tamaño. Miramos nuestra vid que está desnuda y pelada, y nos preguntamos cómo podremos, después de todo esto, hacer algo agradable para Dios. Algunas veces, cuando pasamos cerca de un huerto en otoño, o a principios de la primavera – puede que nos inclinemos a pensar: “Creo que el agricultor está cansado de todo esto, y que va a cortarlo todo.” Pero, no, él sólo quiere más y mejor fruto. Así que el Granjero los vuelve a cortar – y poda no solamente las ramas secas, sino también las ramas demasiado vivaces y florecientes, a favor de la vida en la Viña. Pero, sigue podando – porque El quiere más y mejor fruto. ¿Estamos seguros de que esta gran obra que estamos haciendo para la gloria de Dios... es realmente para Su gloria, antes que el fruto que estamos produciendo sea para nosotros mismos? Oseas dijo del pueblo de Dios: “Israel parra vacía, ¿ha de hacer fruto para sí” (Oseas 10:1). Insistimos en que lo estamos haciendo por Su gloria. Pero, no puedo hacer nada por Su gloria justamente a causa de mis buenos intenciones. Si El no lo ha autorizado – si no es el fruto de la unión perdurable con El – El no lo tendrá en cuenta. “Porque sin mí (lejos de la unión Conmigo), nada podéis hacer.”

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1. El Espíritu de Sabiduría y de Inteligencia Apolos, un elocuente maestro de las Escrituras, había estado en Efeso antes que Pablo, y había enseñado con esmero a los discípulos sobre el Señor Jesús, conociendo solamente sobre el bautismo de Juan. Después, Aquila y Priscila le llevaron aparte y le explicaron el Evangelio, y con este refuerzo, él predicó poderosamente sobre el Señor Jesús, como Aquel que Juan había presentado en su Evangelio del Reino. Después, en sus viajes, Pablo vino a Efeso y encontró a esos discípulos y les preguntó si habían recibido el Espíritu Santo. Ellos le dijeron que no sabían nada sobre el Espíritu Santo, y que sólo sabían sobre el bautismo de Juan. Pablo explicó más adelante el Evangelio, y “fueron bautizados en nombre del Señor Jesús” de la manera como los apóstoles habían bautizado la gente desde cuando el Señor ascendió. “Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban” (Hechos 19:6). Poco después, encontramos que Pablo, escribiéndole a esta misma iglesia, les predicaba que debían ascender más en la revelación de Cristo: “Que el Dios del Señor nuestro, Jesús el Cristo, el Padre de gloria, os dé Espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de El; alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál sea la esperanza de su llamado, y cuáles sean las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál sea aquella supereminente grandeza de su potencia en nosotros los que creemos, por la operación de la potencia de su fortaleza, la cual obró en Cristo, resucitándole de los muertos...” (Efesios 1:17-20).

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“Llenos del conocimiento de su voluntad, en toda sabiduría y (entendimiento) inteligencia espiritual” (Colosenses 1:9). Esta es la sabiduría y la inteligencia que nos dan la seguridad y la paz, de que estamos andando en Su camino. Esto no responde necesariamente a todas nuestras preguntas – de hecho pueda que El responda a muy pocas de nuestras preguntas. Pero, sí a la manera de nuestra comprensión del universo en el cual vivimos. Sabemos muy poco sobre las complejas obras de la creación, pero – “por la fe entendemos haber sido compuestos los siglos por la palabra de Dios, siendo hecho lo que se ve, de lo que no se veía” (Hebreos 11:3). Dios no sacó los mundos de la nada. Los sacó de cosas que no podemos ver – de cosas invisibles. Toda nuestra forma de vida, si estamos andando verdaderamente en la fe, – está llena de acontecimientos extraños e intrincados – pero, El nos da sabiduría e inteligencia espiritual para saber que Sus caminos son invisibles – no insensatos ni indiscriminados. El obra en nuestro pequeño mundo con intención y propósito, como lo hizo en esos mundos en el espacio exterior. Y por la fe comprendemos, porque sabemos que todo es claro ante Sus ojos. Y ésta es la inteligencia espiritual que nos hace decir con Su siervo Job: “Mas él conoce mi camino, me probó, y salí como oro.” Cuando el Espíritu de Dios entra en nuestras vidas... esto no es el coronamiento. El ha venido a habitar con nosotros y a llevarnos más alto en esos ámbitos de Dios, de los que todavía sabemos muy poco. Los hijos de Israel fueron bautizados en Moisés en la nube y en el mar, pero, la mayoría de ellos fracasó para conocer los caminos de Dios, y para entrar en la tierra prometida (ver 1 Corintios 10:1-5). Nosotros todavía estamos lejos del poderoso Bautismo de Fuego, del que hablan las Escrituras. Dios no quiere que nosotros sintamos que

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hemos alcanzado alguna altura espiritual de gloria, sólo por ciertas experiencias que hayamos tenido a lo largo del camino. Por el contrario, el Espíritu de Dios ha llegado a ser nuestro Ayudador y Compañero cotidiano aquí en la Tierra, para guiarnos a toda la Verdad, para explorar aquellos ámbitos invisibles en Dios – las longitudes, las anchuras, las profundidades y las alturas de Su gloria y de Su presencia – hasta cuando estemos llenos con toda la plenitud de Dios. El quiere invadir nuestras vidas con Su poderosa presencia, hasta que toda la escoria de nuestros caminos carnales se haya consumido con Su fuego santo. El quiere purificarnos con esas siete llamas que arden ante el trono, y nos mira con esos penetrantes ojos del Cordero, para que todo nuestro cuerpo pueda estar lleno de Luz, no teniendo parte alguna de tinieblas (Lucas 11:36). Sus dones son preciosos dones del Padre, enviados para engalanar y preparar a la Esposa para el Hijo. Hagamos como Rebeca, que cuando vio de lejos a Isaac, saltó del camello para encontrarse con él en el camino. Cuando se acerca el día de Su aparición, estamos menos atraídos por los dones, porque anticipamos ver al Dador. No menospreciemos la importancia de los dones, más de lo que podríamos menospreciar la flor de la vida. Pero, cuando los pétalos empiezan a caer, sabemos que es tiempo de que el fruto se empiece a formar. Esas flores que adornan Su iglesia van a marchitarse. Esas profecías van a fallar tarde o temprano. Muchas veces han fallado, incluso ahora. Las palabras de sabiduría y conocimiento no pueden permanecer frescas y vitales durante largo tiempo, si seguimos persiguiendo los dones antes que al Dador. Dios empieza a secar las flores cuando la estación está a punto de cambiar. Hay estaciones en Dios, y El quiere que nosotros sepamos que el cambio está llegando. Alégrese si en su deseo de

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Dios, usted está sintiendo cierta ineficacia en las actividades de la iglesia, que una vez vibraron de vida. La verdadera profecía animará al pueblo de Dios para que avance y para que busque algo más. Y si usted siente esa hambre y esa sed en su camino con El, ¡anímese! El quiere preparar en nosotros una morada permanente para Sí Mismo. Necesitamos permitir que El sepa que deseamos que El se acerque más. Amémosle más. Acerquémonos más a Su corazón. Hagamos aquello que agrade al Padre, como lo hizo Jesús. “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos con él morada” (Juan 14:23). ¿Suena esto lejano y extraño? ¡Lo es! Pero, todavía es lo que debemos perseguir, porque sabemos que la pasión del corazón de Dios es por tener Su morada en el humilde y contrito corazón de los hombres y de las mujeres. El nos pide que escojamos Su yugo, y andemos en unión con El.

La Rama Doble: Sabiduría e Inteligencia La sabiduría se refiere a la inteligencia cuando hablamos de ellas como de hermanos unidos. Dios nos dice: “Sabiduría primero que todo; adquiere sabiduría; y ante toda tu posesión adquiere inteligencia” (Proverbios 4:7). Esto es bueno si tenemos un corazón que esté buscando la sabiduría... en vez de alguna clase de don que puede hacernos populares y famosos. Los sabios de la antigüedad la buscaban como un tesoro escondido. Así que busquemos la sabiduría como Job lo hizo. El escribe todo un capítulo describiendo su búsqueda por la sabiduría. Habla de los tesoros escondidos en las profundidades de la tierra, con todas sus piedras preciosas, y zafiros, y oro, y joyas de coral, y perlas, y rubíes. Sin embargo, él sabe que lo que está buscando todavía está fuera de su alcance. Y sigue escudriñando el se-

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creto de la sabiduría. Le pregunta al mar, y el mar dice: “No está en mí.” Recorre la Tierra en busca de respuestas, y se pregunta si la podrá encontrar en el relámpago y en el trueno. Pero, no está allí. No la encuentra en ninguna parte de toda la maravillosa creación de Dios. Pero, al final recibe su respuesta de Dios: “Entonces la vio él, y la tasó; la preparó y también la inquirió. Y dijo al hombre: He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, y el apartarse del mal, la inteligencia (entendimiento)” (Job 28:27,28). ¡Qué contraste cuando los hombres, llenos con la sabiduría del mundo, se enfrentan con una conclusión como ésta!

El Temor del Señor, que es Sabiduría Estamos hablando sobre ese asunto del santo temor de Dios que siempre es fuerte dentro de nosotros, si le amamos a El. Y cuanto más le amemos, mayor será ese piadoso temor, que nos guía por las sendas de la sabiduría, no sea que nos enredemos en cosas desagradables para el corazón de Dios. “El temor del Señor es la sabiduría.” Si esto es así, entonces, debemos menospreciar de la sabiduría del mundo. Si amamos verdaderamente a Dios, buscaremos diligentemente Su voluntad en todo lo que hagamos – y, como nuestro Señor, amaremos la justicia y aborreceremos la iniquidad. Nos regocijamos por el hecho de que conocemos a Cristo. Pero, cuando buscamos andar con El, pronto descubrimos que “en El están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Colosenses 2:3). Sabiendo esto, dejemos nuestra búsqueda en cualquier otro ámbito. Pero, sabiendo que estos tesoros son todavía tesoros escondidos, entonces busquemos la llave que abra la puerta de esos tesoros. Y descubramos que la llave es tener un piadoso temor de Dios, no sea que nos extraviemos de

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la senda de la perdurable unión con El, y sigamos alguna senda de la vida que haya sido trazada para nosotros por artimaña de los hombres. Necesitamos de los poderosos purgativos de Dios para limpiar nuestra corriente sanguínea de toda contaminación de la carne y del espíritu. Este mundo viejo está en bancarrota porque se ha rechazado la sabiduría de Dios, que se reveló en Jesús. “¿Qué es del sabio? ¿Qué del escriba? ¿Qué del filósofo de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría de este mundo?” (1 Corintios 1:20). Jeremías vio el colapso total de la sabiduría del hombre: “Los sabios se avergonzaron, se espantaron y fueron presos; he aquí que aborrecieron la palabra del SEÑOR; ¿y qué sabiduría tienen?” (Jeremías 8:9). Entonces, si amamos sinceramente al Señor y le tememos – no busquemos subir la escalera, que en el diccionario del hombre, se llama éxito, sino busquemos más bien andar por una camino que muy bien parece ser locura a los ojos de los hombres.. Tener éxito en la escuela de la sabiduría de Dios, es tan diferente al éxito que se consigue en las escuelas de los hombres. Jesús lo aclara, y debemos volver, una y otra vez, a los principios del discipulado que El siempre nos pone delante: Si un hombre quiere ser Mi discípulo, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Y, por supuesto, si hacemos esto – se considera como locura a los ojos del mundo, y de una iglesia con inclinación mundana. Dios dijo: “Destruiré la sabiduría de los sabios, y reprobaré la inteligencia de los entendidos” (1 Corintios 1:19). Todo se está viniendo abajo. Entretanto, estamos en el mundo y nos valemos de lo que Dios provee para nuestro bienestar físico. Pero, el Señor nos advierte que no tratemos de conseguir todo lo que podamos sacar del mundo, para estar satisfechos con las cosas que El

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provee, y que sólo nos consideremos como extranjeros y peregrinos en la Tierra. Ya hablamos un poco sobre la fe y sobre el espíritu de la fe; sobre la oración y el espíritu de oración; sobre la adoración y el espíritu de adoración; sobre la profecía y el espíritu de profecía. Necesitamos de todos Sus dones y bendiciones para que nos muestre Su camino. Pero, el propósito de Dios es el de que entremos EN EL ESPIRITU SANTO EN EL LUGAR SANTISIMO, DONDE DIOS SE CONVIERTE EN NUESTRA HABITACION, Y NOSOTROS LLEGAMOS A SER SU HABITACION. Dios tendrá tal pueblo el

día en que la sabiduría del hombre se revele en su desnudez. El tendrá un pueblo que andará en la plenitud de los Siete Espíritus de Dios que provienen del Cordero en el trono. La cruz en la cual murió nuestro Señor Jesús, es la cumbre de la sabiduría que alguna vez fuera revelada en el planeta Tierra – porque fue allí, en la cruz, en la sabiduría de Dios, donde Cristo venció al príncipe de las tinieblas, y a los principados y a las potestades de los cielos, “triunfando de ellos en la cruz” (Colosenses 2:15). Y este mundo verá todavía la prueba de esto cuando el Cordero de Dios resplandezca en el mundo, y se le vea reinar en el más alto trono de los Cielos.

El Espíritu de Sabiduría e Inteligencia en Jesús “El temor del SEÑOR, que es sabiduría...” porque, a menos que nos contenga el temor de Dios, podemos perder fácilmente el camino de Dios en las pruebas y tentaciones de la vida. Jesús estuvo permanentemente en prueba ante los sabios que ocupaban los sitiales de la autoridad en el Templo. En su sabiduría, ellos buscaban una oportunidad para atrapar a Jesús en Sus propias palabras. Pero, el Espíritu de Sabiduría manaba de El.

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“Maestro, dijeron, ¿Es lícito dar tributo a César, o no?” Ellos no eran amigos del César... pero, querían acusarle a El ante el César. Si El decía: “Sí,” tendrían fundamentos para acusarle ante los líderes del Templo, que odiaban el yugo del César. Si El decía: “No,” lo podrían acusar ante Pilatos, que dependía del César para su propio poder. Así, le daban una de dos opciones, y de ambas maneras, le atraparían, le harían caer en la trampa. Pero, El andaba en el Espíritu de Sabiduría, y discernía con siete ojos, por lo cual rechazó tanto la respuesta afirmativa como la negativa, que los sabios habían previsto. Sin embargo, en Su respuesta, El no solamente respondió, sino que puso de manifiesto el desatino y la perfidia de sus corazones. Tomó una moneda que llevaba el nombre y la inscripción del César, y les preguntó – “¿De quién es esta imagen, y lo que está encima escrito?” Ellos dijeron “de César.” Entonces, El les dijo: “Pagad pues a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.” Luego, tenemos la historia de la mujer sorprendida en adulterio. Sus acusadores creyeron que sería una buena oportunidad para acusar a Jesús... de quien ellos sabían que era un hombre misericordioso. “Moisés, dijeron, nos mandó apedrear a tales mujeres.. Tú pues, ¿qué dices?” La sabiduría del hombre requería una respuesta determinada, afirmativa o negativa – pero, Jesús hacía todas las cosas según la sabiduría del Padre. El esperó el momento del Padre – la respuesta del Padre. Sólo entonces hallamos la sabiduría del Padre. Puede que ni siquiera sepamos por qué esperamos, ni lo que necesitamos saber. Después de haber pasado algunos momentos escribiendo en el suelo, se levantó, alzó la cabeza y dijo con calma: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.” Después se detuvo, y escribió en tierra. Y ellos se fue-

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ron silenciosamente, cuando examinaron sus propios corazones pecaminosos y acusadores (ver Juan 8:3-11). El estaba lleno del Espíritu de Sabiduría... y del Temor de Dios, que es sabiduría. No es suficiente sólo hablar palabras de sabiduría, sino que las palabras de sabiduría, unidas con el temor de Dios, son como madera seca encendida con fuego. Esta es la razón por la cual los dones solos no son adecuados para la ministración del Evangelio de Cristo. ¿Dónde está el temor de Dios que penetra los corazones de los hombres? Podemos decir palabras de sabiduría, pero, sin este santo temor, no hay fuego para encender la madera seca de la sabiduría del hombre, y convertirla en cenizas. Jesús no solamente dijo las palabras justas – sino que las dijo en el momento de Dios, y las palabras estaban encendidas con el Temor de Dios. Las palabras de sabiduría del corazón de Dios no tienen por objeto responder preguntas difíciles, o satisfacer la curiosidad de alguien, sino traer el temor de Dios sobre el desobediente y el ignorante. Pero, en gran manera, el más grande ejemplo de la sabiduría de Jesús se reveló en cómo la mano guiadora del Espíritu le hizo regresar a Jerusalén desde Galilea. La sabiduría y la inteligencia siempre andan juntas en la vida de Jesús. Fue por sabiduría como El escogió Sus discípulos, salió de Judea y fue a Galilea, después de pasar por mucha persecución en Judea. El no estaba huyendo de la aflicción, como algunos pueden haber supuesto. Pero, llegó el momento en que debía regresar a Judea – y soportar gran persecución en la voluntad del Padre. La ocasión de Su regreso a Judea fue la enfermedad de Lázaro. Y, aunque amaba a Lázaro, el Padre le obligó a permanecer dos días más, hasta cuando Lázaro murió. Luego, regresó a Judea por inspiración del Espíritu. Cuando El resucitó a Lázaro de los muer-

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tos, este gran milagro se convirtió en el acabose, que impulsó a los líderes del Templo a crucificarle. El sabía todo lo que estaba haciendo. El estaba andando en la Luz. Estaba andando en la obediencia hasta la muerte, aun la muerte de la cruz. Y ahora le vemos en lo alto y ascendiendo, y presentándose a todo el mundo, y a los principados y potestades de los Cielos, como la más alta expresión de la Sabiduría de Dios que alguna vez se hubiera revelado en el planeta Tierra. “Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo colgado en el madero, que es a los judíos ciertamente tropezadero, y a los gentiles locura; pero a los llamados, así judíos como griegos, Cristo es potencia de Dios, y sabiduría de Dios” (1 Corintios 1:22-24).

2. El Espíritu de Consejo y de Poder Consejo... y Poder. Estos también son hermanos gemelos, y nuestro Señor Jesús, a quien se le llama “Consejero... el Dios poderoso,” es nuestro ejemplo. Pero, sólo podremos seguir Su ejemplo cuando habitemos con El, y andemos con El en Su yugo. Entonces, el consejo que demos tendrá peso... e, incluso, la fuerza y el poder del Espíritu del Señor. No se puede conseguir esta clase de sabiduría y de consejo en los libros. Entonces, ¿por qué escribe libros usted? No porque tenga la respuesta para los horrendos problemas que hay en la iglesia y en el mundo, sino porque siento que el Señor quiere que yo anime al pueblo de Dios, para que prosiga hasta alcanzar mayores alturas que aquellas donde nos encontramos ahora. Por lo general, no sentimos ninguna urgencia en los ministros de la iglesia para mover hacia cualquier altura mayor. Debemos subir más alto. Debemos acercarnos a El, que es la Fuente y el Origen de todo don y de todo ministerio. El pone a todos estos ministros en la iglesia para que nos urjan a subir más

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alto... hasta cuando el apóstol, y el profeta, y el evangelista, y el pastor, y el maestro – hayan cumplido sus propósitos, y el pueblo de Dios haya llegado a la plena estatura de Cristo. El ministerio estará aquí en la Iglesia hasta cuando lleguemos a eso... y se nos anime para que lleguemos a eso. Entonces, como Moisés y Elías en el monte – que deben permanecer escondidos en la Nube, hasta cuando todos veamos... y todos oigamos... que solamente está Jesús. Un verdadero profeta... un verdadero ministro de cualquier clase... debe menguar para que El crezca. Consideramos el consejo como un buen aviso, como algo en qué pensar, y como algo para tener en cuenta pero, de ninguna manera como algo obligatorio. Si el consejero da un consejo que parezca bueno y razonable... podemos seguirle. Pero, el consejo del Señor es una palabra eficaz de Dios, que está acompañada de Poder. En muchísimos casos, la consejería ha sido dejada en manos de profesionales que estudian las filosofías de los hombres, con el fin de proporcionarles los medios para que hagan su trabajo. El Espíritu de Consejo y de Poder se necesita grandemente en la Iglesia. Hemos llegado a vernos abrumados por situaciones tan confusas y complicadas, que ni siquiera un hombre de la estatura de Salomón podría resolver. ¿Dónde está el poder y la fuerza del Espíritu del Señor para hacer efectivo nuestro consejo? Debemos seguir buscando, debemos seguir tocando la puerta, en espera de la puerta abierta que nos lleve más alto en el ámbito del Espíritu, donde el Espíritu de Consejo y de Poder descansará sobre el pueblo de Dios. La Iglesia de Cristo está destinada a ser la respuesta de Dios para un mundo que está en la confusión, en la perplejidad, en la miseria. Pero, antes que ser la respuesta, nosotros mismos hemos llegado a ser parte del

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problema. Y la razón para que seamos parte del problema es porque hemos abandonado la fuente de agua viva, y hemos cavado cisternas rotas, que no detienen agua (ver Jeremías 2:13). En lugar de buscar la Fuente de toda verdadera sabiduría y consejo, nos volvemos hacia aquellos instruidos en la sabiduría del hombre, para nuestra propia confusión. Sólo la Unción puede romper el yugo de la esclavitud que agobia la Iglesia. Sólo el consejo que proviene del corazón de Dios mediante Su Espíritu, tendrá el poder que se necesita para romper las ataduras, y para librar al cautivo.

El Proverbio de las Uvas Agrias Sé que heredamos mucho de nuestros padres y de nuestros abuelos. Sé que sus pecados pueden pasar inevitablemente a nosotros, y de nosotros a nuestros hijos... y a los hijos de ellos. Pero, también sé que los pecados de cada generación, desde Adán hasta los tiempos modernos, están allí, en nuestra corriente genética. Y tan seguramente como esto es así, Dios quiere que nosotros sepamos que todos los pecados que heredamos de nuestros antepasados y, desde luego, de Adán – fueron puestos sobre Cristo, cuando El fue a la cruz. Y también, debemos saber que Dios cambió ese proverbio que había en Israel, y que establecía que los hijos sufrirían por los pecados de sus padres. El lo cambió de una vez por todas en la cruz – pero, lo cambió allí, en el Antiguo Testamento, mucho antes de que Jesús viniera a la Tierra. Este proverbio es el Proverbio de las Uvas Agrias, que llegó a ser muy popular en Israel y se apoderó completamente del pueblo, como lo está haciendo hoy. El proverbio es este: “Los padres comieron el agraz, y los dientes de los hijos tienen la dentera” (Ezequiel 18:2). Usted sabe como es esto: “Mi padre mintió mucho, y mi abuelo engañó, y mi tío me engañó cuando yo era niño, y ésta es la

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razón por la cual me hallo en el horrible estado en que me encuentro.” Ahora, tenga presente que yo sé que esto es muy frecuente y que es conmovedor oír historias como ésta, de hijos de madres y de padres desolados y que – a menudo, van a la iglesia en busca de alguna clase de consejo que los libere. La verdad es que hay sanidad, perfecta sanidad para aquellos que reciban el perdón de Cristo, y que sean renovados en sus corazones y en sus mentes con un espíritu de perdón hacia los demás. Con demasiada frecuencia, sin embargo, la idea de que alguien más sea culpado, le preocupa al consejero, y a la víctima – y siguiendo esta idea, escudriñan la mente de la víctima, en tanto que buscan dónde colgar la culpa. Con mucha frecuencia, el poder de sugestión hace que la víctima crea efectivamente la mentira, y acepta esto como verdad. Pero, sea verdad, o no – hay una víctima que necesita ayuda, y sólo una palabra de consejo del corazón de Dios puede proporcionarle la ayuda que necesita. El verdadero consejo del Señor llevará a esa persona golpeada y herida a Jesús, y estimulará el perdón, así como Cristo la perdonó en misericordia. Mi intención no es, ciertamente, la de minimizar en cualquier medida el buen consejo que el pueblo de Dios pueda darle a aquellos que están acongojados; porque sé que hay muchos consagrados siervos del Señor que están haciendo cuánto pueden por ayudar al que sufre, al desvalido y al lastimado. Pero, soy consciente de que aun aquellos que tienen sinceridad y misericordia en sus corazones, se sienten frustrados porque su consejo es ineficaz con mucha frecuencia. ¿Por qué ocurre esto? Porque nuestro consejo no es con Poder, ni conlleva el Temor del Señor. Es porque nosotros todavía no moramos en el Espíritu de Consejo, ni en el Espíritu de Poder. Este es el Espíritu que estaba en Jesús, y Dios ha dispuesto el mismo Espíritu para Su pueblo.

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Dios le dijo a Ezequiel que El quería que el pueblo supiera que El es un juez justo, pues “el alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará la iniquidad del padre, ni el padre llevará la iniquidad del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él.” Y El le dijo al pueblo que no quería que usaran más el proverbio de las uvas agrias (Ezequiel 18:3,20).

El Consejo con Poder El consejo del Espíritu es poderoso en su obrar. Si es del Señor, no es solamente un buen consejo – pues el poder de Dios está detrás de él para hacerlo eficaz. El perdón que recibimos del Señor debe facilitarnos el perdonar a los demás – si recordamos el terror de la ira de Dios que estaba sobre nosotros antes de que le conociéramos a El. Y no solamente eso – sino que el perdón que damos a los demás, nos sana, así como al que nos ha hecho daño. Recuerdo el testimonio de un amigo que alguna vez había trabajado para cierto hacendado. Eso fue antes de que él conociera al Señor. Y un día Nap montó en cólera, y maldijo al hombre y renegó de él, y luego, se marchó. Entretanto fue salvado... y con el paso del tiempo comprendió en conciencia que le debía una satisfacción al hombre. Pero, el hombre al que había maldecido era un viejo duro, y trató de sacarse de la mente la idea de ir hasta dónde el hombre y ofrecerle sus disculpas. Además, Nap le tenía mucho miedo. Así que oró: “Señor, si tú quieres que me disculpe, permite que me acerque a mi caballo y le ponga el freno.” Usualmente, su caballo salía corriendo cuando veía que su amo venía con freno en la mano. Jamás podía acercarse a su caballo sin un balde de avena. “Puedo decirle,” me dijo, “que ese día no llevaba conmigo ninguna avena.” Pero, Nap tomó el freno, fue directamente hacia su caballo, y cumplió su propósito. Encontró al hombre y le ofreció disculpas de todo cora-

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zón. Ese hombre duro se conmovió inmediatamente... y lloraron juntos por el gozo de perdonar y de ser perdonados. ¡Consejo y Poder! Ellos armonizan y obran conjuntamente, cuando dejamos que el Espíritu del Señor abunde en nosotros. Jesús anduvo en esta dimensión del Espíritu. Y padeció y murió para que en Su resurrección y en Su ascensión, Su pueblo pudiera andar en este glorioso Espíritu de Consejo y de Poder. Dios tendrá esta clase de consejo en la Casa de Dios, y El está preparando tal pueblo, aun en este tiempo de desolación y de padecimiento para ellos. Cuando el resto del pueblo es maltratado y convertido en víctima, el pueblo de Dios tendrá la unción para acercarse a ellos con el verdadero mensaje del Evangelio, y con el Espíritu de Consejo y de Poder. Entonces, aquellos que hayan sido convertidos en víctimas por el opresor y que hayan aprendido a vencer por la sangre del Cordero, serán transformados en vasos de misericordia para liberar a los demás cautivos. No importa, por eso, lo que las personas han padecido, qué pueblo haya pasado por eso... trátese de hombres y mujeres, muchachos y muchachas que hayan conocido el dolor del corazón, la desolación, y la injusticia de toda clase... por la predicación de la verdad en el poder del Espíritu, ellos serán liberados, y sus almas escaparán “cual ave del lazo de los cazadores.” El perdón que ha recibido de su Redentor los dotará con fuerza y poder para que derramen el aceite de la alegría en aquellos que todavía están en la trampa de lo imperdonable... y siguen bebiendo las aguas amargas de Mara, en lugar de encontrar el Arbol que endulzará las aguas. Creo que ahora mismo hay muchos en la iglesia que aman sinceramente al Señor, pero, que se sienten débiles e impotentes, y carentes de ese honor especial de

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Dios que necesitan para ser unos miembros efectivos del cuerpo. A éstos debe animárseles mediante el ministerio, y nutrírseles con la verdad y con la gracia... para que todos podamos crecer conjuntamente en la estatura de Cristo, porque en la plenitud de Cristo todo el cuerpo se mezcla en un solo estamento. Estoy hablando del cuerpo en el que haya templanza colectiva, no mediante la disciplina de los seminarios, sino por la santa unción de Dios, que hace que los miembros débiles se vuelvan fuertes en el Señor. Cuando esto ocurre, el apóstol Pablo nos dice que las desavenencias que pululan en el cuerpo de Cristo se conciliarán, porque a cada miembro se le anima para que haga llegar el cuidado y la provisión necesarios de los unos hacia los otros (ver 1 Corintios 12:24,25). El consejo de Dios está acompañado de poder, porque el que da el consejo, está morando en Cristo, y habla palabras que proceden del corazón de Dios. Esa palabra no regresará vacía a Dios... porque aun cuando el consejo sea rechazado, aquel que lo recibe le responderá a Dios por su desobediencia, si – en verdad – la palabra que ha sido publicada, ha procedido del corazón del Señor. Pero, que Dios tenga misericordia sobre aquellos que sienten, por virtud de su oficio, que tienen la autoridad de Cristo para disciplinar y corregir como lo crean conveniente, ya sea que estén moviéndose, o no, en la mente del Señor. He visto mucha crueldad en esta área. Si en su andar con el Señor, usted sabe que está sometido completamente a Su voluntad, y le ha pedido a El que pruebe o examine las riendas de su corazón... yo le animaría para que le entregue todo al Señor, en la seguridad de que no padecerá más amargura por eso. El hecho de que una persona tenga ministerio, no le obliga a usted para que reciba su consejo... si en el amor y devoción suyas a Dios, usted no puede recibirlo

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como procedente del Señor. Pero, por la misma señal, si él tiene un ministerio válido, puede tener el poder de ejercer juicios que no son la voluntad de Dios; y, por esta razón, prevengo al pueblo de Dios con el fin de que le busque a El para liberarse de la culpa, no sea que el enemigo consiga un asidero. Recuerdo la historia sobre William Branham, un profeta del siglo pasado. En una congregación grande había una vez uno o dos que causaban alguna clase de desorden. Cuando él buscó a Dios acerca de cómo debería entenderse con eso, el Angel del Señor dijo: “Di la palabra, y yo estaré detrás de ella.” En ese momento, él supo que tenía autoridad para pronunciar cualquier juicio que fuera necesario, y que eso sería suficiente. Pero, él buscó al Señor en el asunto... y de repente supo lo que iba a decir. Así que se volvió hacia las personas que estaban causando el problema, y dijo algo como esto: “El Angel del Señor me dijo que El respaldaría la palabra que yo dijera. Pero, al preguntarle al Señor sobre esto, creo que voy a decir esto: yo los perdono.” El se refería a la tremenda bendición que vino sobre él esa noche cuando se fue a casa, y cómo sintió la complacencia de Dios por la decisión que había tomado. En la única entrevista que tuve con este profeta, él dijo algo como esto: “Ahora no importa lo que yo le diga, o lo que cualquier profeta pueda decirle – usted siempre debe guiarse por lo que el Señor le muestre... porque aun un profeta de Dios puede equivocarse... como usted lo sabe, Eliseo se equivocó cuando maldijo a aquellos niños, y un oso salió del bosque y los mató... él no debería de haber hecho eso.” Yo necesitaba oír esto de alguien a quien consideraba como el profeta más grande del siglo pasado – porque se presume, con frecuencia, que un profeta que tiene sobre él un poderoso manto profético... es inefable, o casi lo es.

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Dios justificará a Sus propios escogidos de Su propia manera. Por su parte, ellos deben morar en la unción de Dios para ser justos. Moisés se equivocó cuando golpeó dos veces la roca, antes de hablarle, como el Señor le había ordenado. El sufrió por este error, pero, Dios no le esgrimió en su contra, porque El sabía que era el pecado del pueblo el que había hecho que Moisés tropezara (ver Salmo 106:32).

Urim y Tumim “Y pondrás en el pectoral del juicio Urim y Tumim, para que estén sobre el corazón de Aarón cuando entrare delante del SEÑOR” (Exodo 28:30). Con estas joyas ocultas en el pectoral, Dios había provisto una infalible fuente de sabiduría y entendimiento para el sumo sacerdote de Israel. Los llamó joyas – porque en su función eran gemas de sabiduría del corazón y de la mente de Dios para Su pueblo. No se sabe lo que eran, ni a qué se parecían – así que necesitamos no perder el tiempo especulando o haciendo conjeturas. Pero, en los asuntos relacionados con Israel que requerían la sabiduría o el consejo de Dios – con respecto a situaciones para los cuales ellos no tenían ninguna Palabra establecida – Dios podía darle una clara orientación a Su pueblo, mediante esta función sacerdotal. Con el paso del tiempo, desaparecieron los Urim y los Tumim, pues ya no se necesitaban, porque Dios empezó a promover profetas que tenían los Urim y los Tumim en sus corazones, capacitándoles para dar clara orientación a Su pueblo. Ya mencionamos el espíritu de la Profecía, que Dios restituiría a Su Iglesia. A pesar del incierto sonido que proviene de la Iglesia en esta hora – necesitamos estar convencidos de que Dios es fiel, y una vez más habrá claro testimonio del Cielo, y todos los hombres sabrán

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que – Esto es lo que Dios está diciendo. El recorre los Cielos sobre un caballo blanco, y se le llama el Verbo de Dios. También se le llama Fiel y Verdadero. Y El tendrá un ejército que le seguirá.. y que, de igual modo, será fiel y verdadero, porque ellos seguirán al Cordero dondequiera que El vaya (ver Apocalipsis 19:11-16). (Para más información sobre los Urim y los Tumim, ver nuestro escrito: Coronado con Aceite, capítulo 6).

El Testimonio Colectivo Ya hemos hablado sobre el Testimonio de Jesús... ese testimonio colectivo de la Luz que resplandece en Su pueblo que está andando en el Espíritu. Ese testimonio fue claro y poderoso en Jesús... y Dios debe tenerlo de igual modo en Su pueblo. Recuerdo la lectura de los diarios de George Fox, y la poderosa Luz que resplandecía sobre el pueblo ese día. Pero, como George Fox enfatizaba que esa Luz era para todos los hombres, y buscaba atraer a otros a la Luz, el movimiento que salió de su ministerio se convirtió en un Testimonio colectivo. Ellos no idolatraban, sino que enfatizaban lo que su líder enfatizaba: todo hombre que se acerque a la Luz, debe andar en la misma Luz, y allí debe haber una hermandad igualitaria. Y porque fue una Luz que penetró la Iglesia que estaba grandemente dominada por las tinieblas – hubo mucha persecución por la iglesia establecida. El y sus Amigos andaban en aquello juntos, como hermanos, y compartieron conjuntamente la persecución, como hermanos. Tanto pecadores arrepentidos como líderes eclesiásticos antagonistas, literalmente se estremecían y temblaban cuando le tenían delante de ellos. Es el temor de Dios lo que hace que la Palabra de Dios se publique con fuerza y con poder. Me preguntaba por qué la Palabra habla de “dos testigos” que “han atormentado a los que moran sobre la tierra” (Apocalipsis 11:10), pero, lo entendí cuando leí en los diarios

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de Fox este relato de lo que aconteció en la casa de corrección, en Derby (Inglaterra): “El guardián de la prisión, que era un profesor engreído, estaba muy enojado conmigo, y hablaba pestes de mí; pero, un día le plugó al Señor golpearlo, para que estuviera en gran aflicción y bajo mucho temor mental. Y, mientras caminaba por mi habitación, oí un triste lamento y, deteniéndome, oí que le decía a su esposa: ‘Esposa, he visto el día del juicio, y vi a George allí, y le temí, porque yo le había hecho mucho daño, y he hablado en su contra a los ministros, y a los profesores, y a los magistrados, y en las tabernas, y en las cervecerías.’ “Después de esto, hacia el anochecer, entró en mi habitación, y me dijo: ‘He sido como un león contra usted, pero, ahora vengo como un cordero, y como el carcelero que se acercó temblando a Pablo y a Silas.’ Y él deseaba poder alojarse conmigo. Le dije que estaba en sus manos, y que podía hacer lo que quisiera; pero, él dijo: ‘No.’ Lo que quería era tener mi permiso, y lo que deseaba era estar siempre conmigo, pero, no tenerme como prisionero. Dijo que él y su casa habían sido plagados por mi causa. Así que permití que se alojara conmigo... “Cuando llegó la mañana, se levantó y fue a ver a los magistrados para decirles que él y su casa habían sido infectados por mi causa. Uno de los magistrados replicó (según me informó) que las plagas estaban sobre ellos también, por mantenerme prisionero... .” Creo que los dos testigos representan el testimonio colectivo de Jesucristo, cuyo claro testimonio resplandecerá por toda la Tierra. La esfera del ministerio es “Sodoma y Egipto” (donde también nuestro Señor fue

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crucificado), no la Sodoma en que vivió Lot, o el Egipto que esclavizó a los israelitas. Pero, esas ciudades hablan del sistema mundano que crucificó a Jesús – Sodoma, que era opulenta y rica, y despreocupada, y estaba llena de corrupción moral; y Egipto, que representaba la oposición externa, como pasó con los hijos de Israel en los días de su cautiverio (ver Apocalipsis 11:3-11).

El Testimonio de Jesús en Gadara El Testimonio de Jesús era el claro consejo de Dios que Jesús trajo al mundo – y la palabra que El dijo, y el Verbo que El era. Pero, era la Luz de Dios – que trajo temor y confrontación. Cuando Jesús desembarcó en Gadara – El no iba a preparar una reunión. Pero, un demonio poseía a un hombre que vino corriendo hacia Jesús, saliendo de las tumbas, que eran su hogar, y le dijo: “No me atormentes.” ¿Era Jesús un atormentador? Esta es la visión que se tiene en los ámbitos de las tinieblas satánicas, porque esta es la clase de tormento que ellas sienten cuando el Príncipe de la Luz y de la Vida, empieza a invadir sus territorios. Sin embargo, el hombre de Gadara se acercó a la Luz, porque la Luz siempre es más poderosa que las tinieblas. Dios atrajo al hombre hacia Sí Mismo, a despecho de la Legión de demonios que le sujetaban. Y esto es como era en la iglesia de Filadelfia. Aquí había una iglesia que andaba en la Luz, y Jesús les dijo que El haría que el pueblo abandonara las sinagogas de Satanás, y viniera hacia ellos y adorarán a sus pies. La iglesia no estaba intentando abrir las puertas de las sinagogas, pero, la Luz que brillaba los atrajo hacia la puerta abierta de la salvación, y cerró la puerta de los espíritus del mal. Temo que estamos perdiendo mucho tiempo y esfuerzo al intentar derribar las paredes de las Sinagogas de Satanás, en lugar de buscar a Dios para el regreso del Tes-

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timonio de Jesús – el Arca Santa de Su Presencia, La Luz de los Siete Ojos del Cordero. ¿Cuál fue el resultado de esta misión en Gadara? Y, ¿cree usted que Jesús se sintió algo defraudado con los resultados? ¿Con un solo hombre buscando la salvación? ¡Cuánto desea Dios ir delante de nosotros y aparejarnos el camino! El hará eso, si nos estamos moviendo en Su Espíritu. Jesús habló... sin gritar ni vociferar, para tratar de que “salieran...” y los demonios se aterrorizaron. La Legión de demonios se aterrorizó, creyendo que había llegado el momento de ser arrojados al abismo, y pidieron si podían entrar en la piara de cerdos. Jesús les dio el permiso, y la piara se precipitó por un despeñadero, y cayeron al lago. El hombre fue liberado de sus cadenas, y el pueblo lo vio sentado a los pies de Jesús, vestido y en su cabal juicio. ¿Entonces qué? ¿La multitud vino hacia El, esperando que permaneciera por allí, y tuvieron una gran reunión de salvación? No fue exactamente así. “Ellos tuvieron miedo.” Cuando la noticia se regó, la multitud de los alrededores se congregó ciertamente – pero, le rogaron “que se fuera de ellos; porque tenían gran temor.” Jesús regresó a la barca, y le dio un buen consejo al hombre sanado, diciéndole que le contara a sus amigos y a sus seres queridos “cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo” (ver Lucas 8:26-39). ¿Cómo se las arregla este pueblo colectivo de poder y de unción con el deseo heredado de los corazones de los hombres para idolatrar al hombre de Dios fuerte y poderoso? Aquí está nuestra respuesta: El Testimonio de Jesús no hará que uno sea aceptado si no va de acuerdo con los sistemas del hombre. Cuando empiecen a ocurrir los milagros aterradores que hacen que los cerdos de nuestros recursos, los cerdos que mantienen viva y boyante nuestra economía, se precipiten al mar – este

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hombre de Dios no será popular. No importa cuán grandes sean sus milagros, no será honrado, ni respetado, si él no está asociado con este claro y poderoso Testimonio de Jesús. Ellos le dirán: – “¡Por favor, sálgase de aquí!” Como pasó en Efeso, tratarán de sacarle de allí. Cuando los comerciantes y los artesanos de Efeso descubrieron de pronto que no había un mercado activo para los templos de plata de Diana – hicieron una investigación y le demostraron que fueron unas pocas personas que habían alejado de sus ídolos los corazones de los efesios, y los habían llevado al Señor Jesús, que los había redimido. De repente hubo un gran alboroto promovido por los capitalistas, así como por los artesanos. Estaban muy unidos en esto: “Se llenaron de ira, y dieron alarido, diciendo: ¡Grande es Diana de los efesios!” (Hechos 19:28). Diana era una diosa romana, y Artemisa su duplicado griego – era, supuestamente, la diosa del parto, y de la caza, y de los animales salvajes, y de la naturaleza. Efeso se había convertido en una gran ciudad comercial, prosperando – y llegando a ser el centro del culto de Artemisa. ¿Puede imaginarse usted al pueblo idolatrando al taumaturgo cuando el Evangelio de Cristo se predica con tan gran poder que el pueblo deja de comprar toda la basura demoníaca que está vomitando la boca de los hombres, de los libros, de las revistas, del internet, del mundo musical, del mundo de las modas, del mundo de los deportes y del entretenimiento? Muchos cristianos se imaginan que es porque somos una democracia que tenemos libertad para adorar a Dios, y libertad para publicar el Evangelio. Preparemos nuestros corazones ahora para el día en que el Evangelio se predique con Luz tan fulgurante que las bestias salvajes de Efeso se levantarán una vez más para perseguir a aquellos que aman la Verdad que está en Cristo Jesús.

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3. El Espíritu de Conocimiento y de Temor del Señor De nuevo, estas son ramas inseparables de la verdad, en nuestro andar con el Señor. El conocimiento sin el temor del Señor es mortal... como lo fue cuando Adán y Eva comieron “del árbol del conocimiento (ciencia) del bien y del mal.” Ellos perdieron su amistad con su Creador cuando perdieron su temor del SEÑOR. El temor que tenían después de que pecaron, no era el temor que mora en aquel que ama a Dios y anda en amistad con El, sino el temor que nace de la desobediencia que hace que uno se esconda de su Creador. Que nuestra búsqueda se limite a una cosa: que podamos “crecer en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 3:18). Porque El es ese Arbol de Vida, y el fruto que nosotros comemos de Arbol nos hará “discernir tanto el bien como el mal” – El propósito de Dios es el de que podamos tener gracia y conocimiento para buscar el bien, y para rechazar el mal. En nuestra comida de la Palabra... que siempre estemos buscando el fruto del Arbol de Vida. Sólo entonces recibiremos el puro conocimiento del Señor que nos nutrirá en la Palabra, y nos capacitará para andar en la vida y en la santidad, y para crecer hacía la plena estatura de Cristo. Ya no necesitamos comer del Arbol del conocimiento del bien y del mal. Porque cuando comemos del Arbol de Vida, nuestros sentidos se ejercitan para discernir tanto el bien como el mal (Hebreos 5:14); porque la Luz siempre pondrá de manifiesto las tinieblas, la Verdad pondrá de manifiesto lo falso, y el Amor pondrá de manifiesto el rencor. Honramos grandemente las Escrituras, pero, nuestro conocimiento de ellas está muy lejos de lo conveniente, si no estamos constreñidos por el temor de Dios cuando las leemos. En los día de Josías, después de

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muchos años durante los cuales el Templo de Dios había sido abandonado, Dios tuvo que poner en el corazón del rey restaurar la Casa de Dios y limpiarla. Durante el transcurso de la reparación de la Casa, se descubrió el Libro de la Ley. Safán, el escriba, fue hasta el rey, y se lo leyó. “Y cuando el rey oyó las palabras del libro de la ley... rasgó sus vestidos” (2 Reyes 22:11). Si la Palabra de Dios no nos lleva al santo temor, debe ser porque no estamos oyendo lo que El está diciendo. Si es sólo conocimiento, nos envanecerá, antes que edificarnos. Hasta cuando establezcamos el principio de presentar “nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios” no descubriremos la dirección espiritual que nosotros pretendemos estar buscando. Y la oportunidad dorada que destella ante nosotros puede muy bien ser una de aquellas puertas que Dios permitió en Su sabiduría para poner a prueba los riñones y el corazón – antes que ser la entrada a Su perfecta voluntad. Si no estamos seguros, ¿por qué no le pedimos al Señor sinceramente que cierre esa puerta, si ella no es Su voluntad – y le damos tiempo para que lo haga? ¡Cuánto perderíamos si encontráramos en la vida nuestro nicho que nos diera cierta gratificación y sentido de plenitud – sólo para descubrir al final de la jornada que no hemos cumplido el destino que Dios había deseado para nuestras vidas! El verdadero conocimiento del Señor estará acompañado de un santo temor de Dios – que hará que solamente deseemos Su voluntad y Su complacencia en todos nuestros caminos. “Que el Dios del Señor nuestro, Jesús, el Cristo, el Padre de gloria, os dé Espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de El; alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál sea la esperanza de su llamado, y cuáles sean las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál sea aquella

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supereminente grandeza de su potencia en nosotros los que creemos, por la operación de la potencia de su fortaleza, la cual obró en el Cristo, resucitándole de los muertos, y colocándole a su diestra en los lugares celestiales” (Efesios 1:17-20). Buscamos descubrir nuestro llamamiento. Y sentimos que si podemos hacer eso, encontraremos la plenitud que estamos buscando. Pero, la revelación en el conocimiento de El está destinada para alumbrar nuestros ojos con el fin de que podamos ver la esperanza de Su llamamiento en nosotros, y la gloria de Su herencia en nosotros, y la supereminente grandeza de Su poder para con nosotros los que creemos. Si El nos da la gracia para descubrir este alumbramiento en los ojos de nuestro entendimiento cuando estemos preparados para dejar a un lado nuestro llamamiento y confiar en que El nos guiará de cualquier manera que El pueda escoger, porque es Su llamamiento en nosotros lo que El quiere que descubramos. Y quiere que sepamos que Su herencia en nosotros es mucho más preciosa que cualquier herencia que pudiéramos conseguir en este mundo, o en cualquier don o ministerio que El pueda darnos. Porque El dice a aquellos que están en el servicio sacerdotal: “Yo soy vuestra herencia.” ¿Y el Poder? Cuando descubramos que El quiere que participemos del poder que levantó a Jesús de entre los muertos – entonces, podremos comprometernos y comprometer todos nuestros planes en los fuegos del holocausto. Porque sólo entonces se complacerá en presentarse en el “poder de Su resurrección.” El apóstol nos dice que necesitamos la revelación del Espíritu para ver esto. Pablo conocía muy bien las Escrituras – tanto en hebreo como en griego, pero, no sabía nada de la esperanza de Su llamamiento hasta cuando el Dios de la Gloria hizo resplandecer sobre él

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la Luz que era más brillante que el sol de mediodía. Pablo recibió el Evangelio por “la revelación (apocalipsis) de Jesucristo,” así como Juan lo hizo en Patmos. Su Evangelio estaba allí, en las Escrituras, pero, las Escrituras necesitaban de la revelación de Jesucristo antes que podemos verlo.

La Clase más Excelente de Conocimiento Es una clase del conocimiento de la nueva creación que requiere de un trabajo interior de Dios en nuestro entendimiento, mientras nos revestimos del “hombre nuevo, el cual por el conocimiento es renovado conforme a la imagen del que lo creó” (Colosenses 3:10). Cuando aumenta nuestro amor por Dios y por Su familia... Dios se complace en aumentar nuestro conocimiento y nuestra percepción de la verdad. Los dones y los ministerios poderosos sin el fruto del Espíritu, pueden ser destructores en las vidas de aquellos que los tienen. Lucifer es un ejemplo solemne – él fue agraciado con la luz y el esplendor, pero, empezó a admirar su belleza y excelencia, antes que mantener puestos sus ojos en Aquel que le dio toda esa gloria. Y así, el apóstol oró: “que vuestra caridad (el amor de Dios) abunde aun más y más en ciencia y en toda percepción, para que aprobéis lo mejor... llenos de fruto de justicia” (Filipenses 1: 9-11). Aquí está el conocimiento puro que proviene del amor abundante. El verdadero conocimiento y el discernimiento nacerán del Amor... del Amor en sus muchas facetas de fe, verdad, justicia, constancia, paciencia, bondad, misericordia, paciente soportamiento del sufrimiento. Cuando le amemos a El, empezaremos a amar lo que El ama... y le temeremos tanto que aborreceremos lo que El aborrece. Como nuestro Maestro, “amemos la justicia y aborrezcamos la maldad.” Esto va más allá de los dones... porque un don puede

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ser manchado con el tizne de los pensamientos y de los caminos carnales. Sus dones son para nosotros los rayos de Luz que necesitamos hasta cuando lleguemos a la Fuente de la Luz, que es Cristo Mismo. Y por tanto, se nos amonesta y se nos dice: “Seguid la caridad (el amor de Dios); y procurad dones espirituales” (1 Corintios 14:1). “Para que aprobéis lo mejor”...para que aprobemos el conocimiento y el discernimiento nacidos de nuestro amor por Dios, el cual nos hará perseguir lo mejor. No tenemos necesidad de comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, porque descubriremos lo que es bueno en el Arbol de Vida... y, entonces, veremos todo lo demás como malo. Con amor discerniremos el odio y la enemistad. En la verdad, discerniremos lo falso. Con la justicia, conoceremos el mal, y lo rechazaremos. La misericordia fluirá contra la crueldad y el odio. No busquemos poner de manifiesto las tinieblas, estudiando todas las sombras de las tinieblas. Pues la Luz pondrá de manifiesto las tinieblas. Porque “todas estas cosas cuando de la luz son impugnadas, son manifiestas; porque la luz es la que manifiesta todo” (Efesios 5:13). Esto es lo que el Señor quiere decir cuando nos amonesta diciendo: “juzgad con justo juicio” (Juan 7:24). Esta es una cualidad del juicio y del discernimiento que proviene de la permanente unión con El. Cuando buscamos encarecidamente el buen juicio en las situaciones en las que nos vemos involucrados, y no estamos seguros de cómo responder, acordémonos de que debemos morar en el yugo de Jesús, y andar en la Luz de Jesús. Porque en El “están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Colosenses 2:3).

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Un reino de justicia y de paz CAPITULO SIETE

UN REINO DE JUSTICIA Y DE PAZ

S

é que el Reino de Dios está cerca. Pero, también sé que el Reino vino cuando Juan lo proclamó, y el Señor Jesús siguió proclamándolo y lo manifestó en la Tierra cuando estuvo aquí. Y que cuando El resucitó y ascendió a los Cielos, fue entronizado con todo el poder y la gloria del Reino de Dios – lo cual es realmente un ministerio sacerdotal, invalidando para siempre todos los sacrificios y las ofrendas y las actividades sacerdotales, según el orden de Leví. Porque está muy claro en la Epístola a los Hebreos, que podía llamarse la Epístola de las Cosas Mejores, que nuestro Señor está ahora en el trono que le fue prometido a David, “un sumo sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.” El reinará en Su trono hasta cuando todos Sus enemigos sean puestos por estrado de Sus pies. Este Reino fue sembrado en la Tierra cuando la Simiente fue fiel para caer en tierra y morir – y ha estado floreciendo desde entonces – apareciendo primero como la hoja, después como la espiga, y ahora está tomando la forma

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de fruto, de grano pleno en la espiga. El Reino vino sin observación, así como nuestro Señor nos dijo. Sé que parece absurdo al pueblo e, incluso, a muchos cristianos, que el Reino de Dios esté creciendo en la Tierra ahora. Pero, aún debe llegar a la madurez, como la Simiente que fue plantada, en una cosecha de abundante grano de trigo. Porque esta es la Ley de la Simiente – y debe producir según su especie. Con nuestros ojos naturales vemos la corrupción que alienta por todas partes, tanto en la iglesia como en el mundo – y no alcanzamos a comprender que Dios haya tolerado todas estas cizañas y malezas nocivas, que crecen junto con el grano puro, hasta el tiempo de la siega. Entonces, El se las entenderá con el falso y con el corrupto, y con el contaminado – y seguirá purificando la iglesia y la tierra hasta cuando prevalezca la Justicia en la Tierra y en los Cielos. Porque incluso los Cielos están contaminados con las malignos huestes de la perversidad, con los principados y las potestades de la maldad – y Dios tendrá una Iglesia que prevalecerá contra ellos.

El vástago de Cristo Hemos estado hablando sobre el vástago que vio Isaías... sobre el vástago de Cristo, en unión con muchos otros hijos. De El se dijo: “Y le hará oler en el temor del SEÑOR. No juzgará según la vista de sus ojos; Ni argüirá por lo que oyeren sus oídos. Sino que juzgará con justicia a los pobres” (Isaías 11:3-4).

Nos sentimos inclinados a decir: “¿Qué más he pasado por alto?” Esto es evidencia suficiente en los tribunales de los hombres: “¡Le vi pasar!” “¡Le oí decirlo!” Pero, esto no es suficiente para el pueblo de Dios, para Su Iglesia... porque estamos comprometidos en la

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lucha espiritual, y debemos ver y discernir con facultades que están fuera de lo material. Debemos ver y entender por los Siete Espíritus de Dios. Nuestra mente debe ser renovada por el Espíritu de Jesús, cuando moremos en El, y El more en nosotros. Sólo entonces, podremos juzgar rectamente, y llegar a ser en la Tierra, ese Testimonio de Jesús que Dios desea. Jesús había sido invitado a la casa de Simón para cenar. No hay duda de que este fariseo había oído hablar a Jesús, y había visto Sus milagros, y estaba impresionado. Pero, mientras estaban cenando entró una mujer... que, evidentemente, buscaba a Jesús. Se acercó a El y cayó a Sus pies, lavándoselos con sus lágrimas, y secándoselos con sus cabellos. Simón miraba esto, y pensó para sí: “Ahora podré decidir si este hombre es un profeta, o no; porque conozco a esa mujer, y es una pecadora... .” Así que él esperaba ver si Jesús demostraba ser un profeta, condenando a la mujer pecadora que estaba a Sus pies. Pero, en vez de esto el Profeta discernió el corazón acusador de Simón y el corazón contrito y quebrantado de la mujer a sus pies. Simón solamente lo pensaba... pues no iba a decirlo en voz alta. Pero, Jesús oyó lo que él estaba pensando, y le dijo: “Simón, una cosa tengo que decirte...” (Lucas 7:40). El no juzgará según la vista de Sus ojos. Cuánto necesitamos ese Espíritu de Sabiduría y de Inteligencia, ese Espíritu de Consejo y de Poder, ese Espíritu de Conocimiento y de Temor del Señor, si vamos a juzgar con juicios rectos, como se proponía Jesús. Y ésta es la razón por la cual El está ahora entronizado en los Cielos – para que el mismo Espíritu que estaba en El, pueda ser derramado sobre Su Iglesia... con el fin de que ella pueda ser una continuación de Su ungido ministerio aquí en la Tierra.

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Los Apóstoles Juzgaban con Luz Interior No nos es difícil reconocer que Jesús anduvo en esta Luz interior que moraba en Su corazón y en Su mente. Pero, muchos piensan que no es bíblico enseñar que Dios quiere que Su pueblo ande en la misma Luz en este mundo, para que podamos ser como El es (ver 1 Juan 4:17). ¿En qué otra forma será El glorificado, excepto que lo sea la misma gloria que estaba en Jesús, y que descansaba sobre Su pueblo? “La claridad que me diste les he dado; para que sean una cosa, como también nosotros somos una cosa.” Estamos seguros de esto: nuestro Señor quiere compartir Su gloria con Su pueblo – porque es esto, y nada menos que esto que hará “que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado, como también a mí me has amado” (Juan 17:22,23). La iglesia primitiva anduvo en el mundo y fulguró en él con esta Luz interior. No eran nada por sí mismos. Pero, Pedro pudo decir: “En el Nombre de Jesús, el Cristo, el Nazareno, levántate y anda.” Esteban resplandeció con esa Luz... y ellos vieron su rostro como el rostro de un ángel. Cuando los falsos líderes religiosos apedrearon a Esteban hasta la muerte, los Cielos estaban abiertos, y esas Siete Lámparas de Fuego delante del trono, brillaron sobre él con la Luz del Cordero de Dios. Saulo de Tarso vio a este mártir a los pies de aquellos que le dieron muerte, y tomó sus vestidos – indicando con ello que él daba su consentimiento para esto. Implacablemente, este celoso fariseo adelantó su causa, la cual fue exterminar la Iglesia de la faz de la Tierra. Después, llegó el día en que la misma Luz que brillaba en el rostro de Esteban, explotó sobre este hombre colérico y le arrojó al suelo. El vio la Luz que era más brillante que el sol de mediodía... y tan fulgurante que cegó sus ojos. Pero, esa Luz penetró profundamente en su cora-

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zón y en su alma.. y le dio profunda visión interior, y él renació por la misma Luz que le había cegado. Con el tiempo la Luz que él llevaba produjo un poderoso impacto en las naciones que moraban en las tinieblas. No vamos a producir un impacto en las naciones, hablándoles sobre la Luz que visitó el planeta Tierra, la cual está ahora allá en el Cielo. Debemos ver la Luz por nosotros mismos y andar en esa Luz, si vamos a disipar las tinieblas que predominan en el mundo en el cual vivimos.

El Cordero conquista a la Bestia Salvaje “Sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fe cinto de sus riñones. Morará el lobo con el cordero, y el tigre con el cabrito se acostará; el becerro, y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño jugará sobre la cueva del áspid; y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna del basilisco. No harán mal, ni dañarán en todo mi santo Monte; porque la tierra será llena del conocimiento del SEÑOR, como las aguas cubren el mar” (Isaías 11:4-9). Debemos cambiar, nuestras mentes deben ser renovadas en el Espíritu. Judas dijo: “Y las cosas que por naturaleza conocen, se corrompen en ellas como animales sin razón” (Judas 10). A menos que el hombre esté iluminado por el Espíritu de Dios seguirá resistiendo la luz de Dios y perecerá en su propia corrupción. Pablo hizo una detallada descripción de esta naturaleza de bestia que existe en los corazones de los hombres (ver

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“Sepulcro abierto es su garganta; con sus lenguas tratan engañosamente; veneno de áspides está debajo de sus labios...” (versículo 13). No hay nada más venenoso que un sistema religioso que ha entrado en las tinieblas, y el así llamado cristianismo, no es la excepción. Difícilmente se pueden imaginar las atrocidades que se han perpetrado en el nombre de Dios por los dirigentes de la iglesia apóstata – creyendo siempre que están haciéndole un servicio a Dios. Si esa es la manera que ellos promueven a su religión, preferiría morir en sus manos antes que unírmeles. ¿Unirse a una caverna de víboras, sólo para estar vivo? No sorprende que haya habido tantos mártires en la historia de la iglesia – pues algunos de éstos, sacaron el veneno de áspid de los labios de sus enemigos, siguen diciendo: “¡Mátame, si quieres, pero, no renegaré de mi Señor, sólo para salvar mi vida! Recuerdo la historia de un joven que imploraba a sus padres, cuando temió que ellos pudieran retractarse entre sus atormentadores: “Mamá y papá, no lo hagáis... no reneguéis de vuestro Señor por mi culpa... . Permaneced fieles a Jesús... . No podría seguir viviendo con la idea de que mi padre y mi madre salvaron sus vidas traicionando a Cristo.” Este Cordero sangrante también tiene Siete Cuernos... y con esos siete cuernos, triunfará sobre todas las poderosas bestias famélicas y sobre las aves de rapiña, que andan en la Tierra o vuelan en los Cielos. Cuando el Cordero resplandezca en un pueblo de la tierra que lo siga – ellos empezarán a dominar el odio y la ira, y la malignidad de las bestias feroces que vienen a matar, y a dispersar, y a destruir. Entonces, el lobo morará con el cordero, porque el Cordero ha conquistado al lobo. ¡Piense en esto! Un Cordero va a domar al león... y a todas las demás bestias salvajes que abundan en los corazones de los hombres. Pero, no olvidemos jamás que

Romanos 3:10-18).

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ellos solamente vencerán por la sangre del Cordero y por la palabra de su testimonio, y porque despreciarán sus vidas hasta la muerte. “Y el tigre con el cabrito se acostará.” El Cordero domesticará al leopardo, y le quitará sus horribles garras. Esos hombres malvados que extraen los corazones de los corderos y se los comen, serán dominados y subyugados por el amor y la misericordia de Jesús... y llegarán a ser tan dóciles y mansos como un cabrito o una oveja. “Y el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará.” Cuando el ángel le dijo a Juan que el León de Judá había vencido y se le había dado autoridad para abrir el libro de los terribles juicios de Dios en la tierra... él miró y vio “un Cordero como inmolado.” En 28 lugares del Apocalipsis se le ve siempre como el Cordero. Debemos hacer énfasis en que nuestra victoria sobre la bestia feroz... bien sea en la religión o en el mundo político y social, o en nuestros propios corazones... está en el Cordero de Dios, y en aquellos que toman Su cruz y le siguen, y desprecian sus vidas hasta la muerte. Saulo de Tarso, el lobo voraz de la tribu de Benjamín, iba a matar y a destruir a aquellos que amaban la Luz. Pero, fue cegado por esa Luz en el camino de Damasco, la misma Luz que resplandecía a través de Esteban. Dios domó a este lobo, y le dio el corazón de un cordero, y él también llegó a ser un cordero sangrante. Entonces, Dios le envió con un ministerio fulgurante del Evangelio del amor, y de la verdad, y de la justicia. El enseñó al pueblo cómo vencer a la manera de Dios, como lo hizo Jesús, cómo vencer el mal con el bien, cómo vencer el pecado con la sangre de Jesús en Su justicia, cómo vencer a la calumnia y al rechazo con misericordia y paciencia y longanimidad, y cómo vencer el odio y la amargura con el perdón y el

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amor. El estaba revestido “de toda la armadura de Dios.” “La justicia (es el) cinto de sus lomos y la fidelidad (el) ceñidor de su cintura.” Combate la bestia dondequiera que va, porque la Luz que estaba en Esteban, el mártir, está ahora en él. El veneno de las áspides ya no está debajo de sus labios. El ya no desgarra la Iglesia con las zarpas del leopardo, o con los colmillos del león. Pero, necesita de la armadura para su protección cuando lucha con los hombres bestiales. Necesita andar en la verdad y en la justicia cuando se ve abocado al combate, cuando lucha con “las bestias feroces de Efeso.” Pero, lleva consigo “la espada del Espíritu,” y sabe que esta espada es poderosa en Dios. Algunos judíos de la sinagoga de Satanás estaban tan impresionados con el poder de Pablo, que trataron de repetir por sí mismos lo que él hacía... con el fin de promover su propia y pervertida religión. Pero, les salió el tiro por la culata – y las bestias en el hombre poseído del demonio, se volvieron en contra de los siete hijos de Esceva, y “saltando en ellos, y enseñoreándose de ellos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos.” Esto produjo gran temor en el pueblo, “y era enzalzado el Nombre del Señor Jesús.” Había mucha actividad demoníaca en Efeso, y Pablo se encontró luchando con bestias feroces, y Dios estaba poniendo por obra las operaciones poderosas de Su Espíritu. Aquellos que creyeron, empezaron a comprender la procedencia de sus actividades demoníacas, y se acercaron a los discípulos de Jesús, y confesaron sus prácticas perversas. No se atrevieron a vender sus libros a los demás, conociendo la esclavitud por donde acababan de salir, así que hicieron la cuenta de su precio, encontrando que su valor era muy alto monetariamente. Entonces encendiendo fuego, “trajeron los libros, y los quemaron delante de todos” (Hechos 19:19).

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Escasamente oímos sobre acontecimientos como este en nuestros días, porque la Iglesia, en la mayoría de los casos, ha sido anestesiada por la infiltración de actividades mundanas y absurdas. Pero, Dios tiene toda provisión para nosotros, con el fin de hacer que seamos la fulgurante y gloriosa Iglesia que El tiene en mente, si también estamos listos para hacer la cuenta del precio, y para quemar nuestros inútiles y, a menudo, demoníacos libros y programas.

La Creación gime por la Liberación Se nos ha dicho que “el anhelo ardiente (la esperanza) de la creación (de la criatura) es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.” Pablo nos dice que la creación fue “sujetada a vanidad,” no de su propia voluntad. Pero, cuando el hombre, a quien se le encargó el planeta Tierra, perdió su temor de Dios – Dios sujetó el resto de la creación a vanidad. Sin embargo, lo hizo así con esperanza. Porque El se propuso que esta creación corrupta se levantara de nuevo en esplendor, y en “la libertad gloriosa de los hijos de Dios” (Romanos 8:1921). La creación no sabe por qué está gimiendo, o si hay alguna esperanza. Pero, Dios lo sabe, y nos dice por qué: Es porque ellos tienen la esperanza de la liberación en la manifestación de los hijos de Dios... que es nada menos que el Hijo de Dios Mismo cuando sea revelado y resplandezca en Sus muchos hermanos. Y esto es por esta manifestación por la que la creación está gimiendo con dolores de parto. Porque estos hijos irradiarán la gloria del Hijo, no su propia gloria. La gloria de los hijos debe convertirse en ceniza, para que solamente el Hijo pueda ser glorificado en ellos. Ellos deben volverse débiles y locos ante los ojos del mundo y ante sus propios ojos... para que la sabiduría de la cruz pueda resplandecer en el Cordero que fue inmolado.

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No fue por culpa de los animales de la creación inferior que se volvieron salvajes y feroces, y que la tierra de la plenitud se secó, y quedó estéril y desolada – fue por culpa del hombre. Los animales sólo desgarran y despedazan su presa, porque el hombre perdió su temor y su respeto para con Dios, y al hacerlo así, su autoridad sobre el mundo animal y sobre la naturaleza, se han erosionado grandemente. En muchos lugares de las Escrituras vemos cómo la creación inferior ha llegado a ser devastada e improductiva cuando el pueblo de Dios perdió su temor del Señor. En tiempos de Hageo, cuando el pueblo renegó del bienestar de la Casa de Dios, para dar rienda suelta a sus propios propósitos – Dios les dijo: “Y llamé la sequedad sobre esta tierra, y sobre los montes, y sobre el trigo, y sobre el vino, y sobre el aceite, y sobre todo lo que la tierra produce; y sobre los hombres, y sobre las bestias, y sobre todo trabajo de manos” (Hageo 1:11). Las criaturas vivientes del aire, y de los mares, y de la tierra – están siendo perseguidas por las plagas de la maldición que empezó cuando el hombre pecó contra Dios. “Por lo cual, se enlutará la tierra, y será talado todo morador de ella, con las bestias del campo, y las aves del cielo; y aun los peces del mar serán cogidos” (Oseas 4:3). Todo esto está sucediendo ahora, y los científicos temen por la supervivencia de los bosques, y de los ríos y de los lagos, y de las aves del cielo, y de las bestias de la tierra, y de su propia existencia en este planeta. ¿Y por qué está sucediendo esto? “Porque no hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra” (versículo 1). Y para hacer que la ironía de todo esto sea aún más severa – muchos de estos hombres y mujeres que proclaman, y proyectan, y promueven sus programas para salvar el planeta Tierra – no tienen, con mucha frecuencia, el “temor de Dios ante sus ojos.”

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Es alentador saber que cuando hay un regreso a Dios – El es fiel para sanar la tierra que ha dejado desolada – y promete: “He aquí yo os envío pan, mosto y aceite, y seréis saciados de ellos” (Joel 2:19). Y a las bestias les dice: “No temáis; porque los pastos del desierto reverdecerán, porque los árboles llevarán su fruto, la higuera y la vid darán sus frutos” (Joel 2:22).

La Creación teme al Hombre, cuando el Hombre teme a su Creador Así como cambian los corazones de los hombres, así ocurre con los corazones de las bestias salvajes, y con las respuestas del mundo vegetal para con nosotros. De vez en cuando, vemos una muestra de esto – como un anticipo, creo, de la gloria del Reino que pronto va a ser revelado, cuando el temor de Dios regrese al pueblo de Dios, y Sus hijos empiecen a irradiar Su gloria en la Tierra. Hace muchos años leí la historia sobre Sadu Sundar Sing, un hindú que ministró a principios del siglo pasado. Una noche estaba sentado afuera sobre un tronco, cerca de la casa de la misión donde residía – y las personas que estaban dentro vieron de repente algo que les causó espanto. Estaba oscureciendo, y un leopardo subía por la ladera de la colina, dirigiéndose hacia Sadu, que estaba sentado allí, disfrutando del aire vespertino. Vieron que el leopardo se le acercó, y Sadu estiró su mano y tocó suavemente su piel. ¿Por qué las bestias feroces deben temer a un hombre como éste, que está andando en el temor de su Creador – y el de ellas? Le oí contar a William Branham una historia como la anterior. Cuando era guardián de parques, tuvo ocasión de entrar en cierta zona desierta. Se bajó de su camioneta y caminó alguna distancia, cuando vio de

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repente el toro salvaje que arremetía contra él. Los dueños lo habían trasladado a esta zona desierta porque era un animal valioso – aunque era un asesino. Branham buscó su arma, pero, la había dejado en el camión. El dijo que después había ocurrido algo muy extraordinario. Inmediatamente, sintió una tremenda oleada del amor de Dios por esa pobre criatura – no una palabra profética de poder, sino una oleada del amor de Dios por esta bestia ignorante. Entonces, se volvió hacia el toro, y se disculpó: “Siento haberte perturbado de este modo – ahora ve y descansa.” A situaciones como estas las llamamos milagros... porque no son frecuentes. Pero, cuando el hombre deja su desobediencia y rebeldía y se vuelve hacia Dios, regresa la autoridad que una vez tuvo sobre el planeta. Nuestro Señor Jesús ya tiene este poder y autoridad, y reina en el trono como un Cordero vencedor. Y compartirá Su dominio con Sus muchos hermanos, en el día de Su poder. Quizá, muchos de los que leen estas palabras se estarán preguntando: “¿Cuándo se manifestará Dios a Sus hijos de esta manera?” Pero, la pregunta verdadera no es ¿CUÁNDO ocurrirá esto? Sino ¿CÓMO debemos preparar nuestros corazones para que ello ocurra? ¿Qué absurdo sería que pudiéramos domar los animales salvajes, sin tener el poder de domar las bestias salvajes de nuestra propia naturaleza, o para dominar los corazones bestiales de los hombres que luchan contra el Cordero y Su pueblo? Pero, debemos saber esto: Nuestro Señor Jesús, cuando anduvo en este planeta Tierra, era el Señor de toda la creación; sin embargo, fue la voluntad de Dios que El tomara vestiduras de carne y humillación – para que pudiera vivir y morir en medio de nosotros como Cordero inmolado. Pero, aun en los días de Su condición mortal, permaneció sobre El toda la gloria del Padre. En más de una ocasión, este Cordero

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domó las bestias salvajes de los corazones de los hombres – y con certeza, no habría tenido problema alguno para domar los animales salvajes, si Dios hubiera tenido tal propósito. Le habló al viento, y a las olas, y al mar, y caminó sobre el agua, y convirtió el agua en vino, y multiplicó los panes y los peces, y domó las mentes salvajes e indómitas de hombres que estaban atados con espíritus demoníacos. En los días de Su condición mortal, se manifestó con humildad, con mansedumbre y con poder – como el Hijo de Dios.

La Resurrección y la Vida, reveladas en Mortalidad ¿Por qué habría alguna diferencia con los demás a quienes El está disciplinando como hijos de Dios, y preparándolos para la gloria? Aun aquí, en nuestra humanidad, Dios se complace en manifestarse a Sus hijos con poder y autoridad en la Tierra – porque Dios se glorifica grandemente al revelar Su poder y Su gloria con vestiduras de mortalidad. La mismísima Vida de resurrección que levantó a Jesús de los muertos, moraba dentro de El en los días de Su humanidad. El era la Resurrección y la Vida, mientras andaba en la Tierra. El tenía poder sobre la muerte, aun en los días de Su mortalidad. Así fue con los apóstoles – antes de que ellos hubieran terminado Su Testimonio en la Tierra. Pablo descubrió que cuanto más sufría en su mortalidad, más participaba de la Vida de la Resurrección de Jesús. “Llevando siempre por todas partes la mortificación del Señor Jesús en nuestro cuerpo, para que también la vida de Jesús sea manifestada en nuestros cuerpos. Porque nosotros que vivimos, siempre somos entregados a muerte por Jesús, para que también la vida de Jesús sea manifestada en nuestra carne mortal” (2 Corintios 4:10-11).

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Ciertamente, en este cuerpo nosotros gemimos, como dijo el apóstol – y esto es porque moramos en mortalidad y buscamos liberación de la mortalidad. Pero, mientras esperamos por eso, Dios se complace en manifestar la Vida de la Resurrección de Jesús aquí, en nuestra carne mortal. Por tanto, no debemos irritarnos en nuestro espíritu por una pronta salida de nuestro estado de mortalidad. ¿En este tiempo de nuestra mortalidad, no deseamos participar en plenitud del sufrimiento de Cristo, para que en estos sufrimientos podamos conocer cómo es la manifestación de la Vida de Jesús en nuestra carne mortal? ¿Y que no comprendemos que es solamente en esta vida en la que podemos padecer con los sufrimientos del Señor Jesús? No estoy hablando de las enfermedades por el pecado que campean en la familia humana... pues estos son los sufrimientos de la transgresión de Adán, y porque por la obra de la redención del Ultimo Adán se ha provisto la sanidad para todos estos padecimientos por el pecado. Y la razón por la cual nosotros vemos tan poco de la salud divina, es a causa de las cisternas rotas que seguimos cavando, antes que retornar a la Fuente de Vida, de la que Jesús dijo que fluiría de aquel que esté lleno del Espíritu. Pero, los padecimientos de Jesús son diferentes. Los padecimientos de Jesús son los sufrimientos de un verdadero discípulo que siga al Cordero dondequiera que El pueda llevarle. Son los padecimientos de aquellos que tienen el Testimonio de Jesús, y que desprecian sus vidas hasta la muerte, cuando siguen al Cordero. Es solamente en esta vida de nuestra mortalidad cuando podemos asumir nuestra parte de los padecimientos de Cristo. Quiera Dios darnos la gracia necesaria para tomar ahora nuestra cruz, porque es padeciendo con El como podemos ser glorificados también con El – y no habrá ninguna cruz que llevar en la mañana de la resurrección.

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Sí, nosotros buscamos la plena manifestación de Cristo en Su iglesia, y como lo fue con Jesús, la manifestación de los hijos de Dios debe empezar en estos días de nuestra mortalidad. Entonces, habiendo participado de nuestra parte de padecimientos por Cristo, y con Cristo – podremos tener la confianza para decir con los apóstoles y con Jesús: Hemos terminado la obra que Dios nos dio para que la hiciéramos en la Tierra. Pero, bien sea ésta una obra pequeña o grande – es la fidelidad lo que El requiere. Y podemos estar seguros de que los juicios de Dios son según la calidad, y no según la cantidad. Porque será el fuego de Dios en el Día de Cristo, el que haga que “la obra de cada uno será manifestada...,” no importa cuánta sea (1 Corintios 3:13).

Nacido de Nuevo por Obra del Padre de las Luces Estamos agradecidos por todo bien y por cada don perfecto que recibimos del Padre... y por las diversas manifestaciones de sabiduría, de conocimiento, de verdad, de fe, de sanidad – y por todos los demás dones que El nos ha otorgado en el cuerpo de Cristo. ¿Pero, nos hemos dado cuenta de que los dones proceden del Padre de las Luces (Lumbres)? (Santiago 1:17). Y si el Padre de las Luces es nuestro Padre – entonces, nosotros somos los hijos de la Luz. Y El nos ha dado estos dones maravillosos – para que podamos ser fortalecidos, edificados e iluminados, con el fin de que andemos en Su camino. Pero, El no quiere que lleguemos a preocuparnos tanto por los dones, que fracasemos para llegar al conocimiento del Padre que nos los dio. Porque la Luz que resplandece en los dones me dice que el propósito de El, al darnos estos dones, es hacer que crezcamos y maduremos conjuntamente “en la unidad de la fe, y del

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conocimiento del Hijo de Dios, en varón perfecto, a la medida de la edad cumplida del Cristo” (Efesios 4:13-16). Y así como escuchamos y vemos la Luz que emana de los dones – sigamos los rayos que apuntan hacia arriba, hacia mayores alturas, hasta que un día nos encontremos completamente llenos por la Fuente de la Luz, y por el Dador de los dones – cuando veamos “la iluminación del conocimiento de la claridad de Dios en la faz de Cristo Jesús” (2 Corintios 4:6). Entonces, comprenderemos por qué El nos dio los dones – para hacer que volvamos nuestros ojos al Padre de las Luces, a fin de que removamos de nuestros corazones y de nuestras mentes todas las sombras de pecado y de tinieblas. Pero, por algún tiempo, El nos ha dejado en un mundo de tinieblas, pues Jesús, que es la Luz del mundo, ya no está aquí. El ahora habita “en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver” (1 Timoteo 6:16). El ahora es la Luz y la Gloria del Cielo. Y es nuestro Sumo Sacerdote en el trono, de donde está derramando rayos de Luz sobre nosotros, para que podamos brillar como luces en el mundo, como “hijos de Dios sin culpa en medio de la generación maligna y perversa” (Filipenses 2:15). El Cielo ya está lleno de Luz, porque Jesús está allí – y El no nos lleva allí, para que nazcamos en la Luz. El quiere que andemos en la Luz aquí, para que aquellos que moran en las tinieblas aquí, puedan ver la Luz aquí. Este Hijo primogénito es la Vida, y esa Vida es la Luz de los hombres. Y los demás hijos que El está creando, deben ser conformados a Su imagen, y brillar con la misma Luz que está en Jesús. El es el Primogénito del Padre, y que andaba en la Luz pura, mientras estuvo aquí en la Tierra. Luego, habiendo cumplido con nuestra redención en la Tierra, El regresó al Padre – para que, desde el trono de la Luz y de la Gloria, El

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pudiera engendrar toda una familia de hijos y de hijas en la Tierra – a quienes El llama los hijos de la Luz e hijos del día (1 Tesalonicenses 5:5). Y El seguirá brillando sobre nosotros con Su gloria.. hasta cuando también estemos llenos con Su Luz, no teniendo alguna parte de tinieblas (Lucas 11:36). – Y hasta que toda la Tierra esté “llena del conocimiento del SEÑOR, como las aguas cubren el mar” (Isaías 11:9).

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LIBROS DISPONIBLES de George Warnock en Español 1. La Fiesta de los Tabernáculos – Un estudio de las tres fiestas anuales en Israel, y su cumplimiento en la Iglesia. 2. Tarde y Mañana – Cómo Dios nos hace regresar a lo básico, para seguir adelante a nuevos ámbitos en Dios. 3. Apacienta Mis Ovejas – Se trata de la naturaleza y responsabilidad del ministerio. 4. El Hisopo que Nace en la Pared – Una lección en los Caminos de Dios. 5. De la Tienda al Templo – Cómo Dios ha progresado de una tienda a otra para finalmente tomar Su Morada en el hombre. 6. ¿Quién Eres Tú? – La victoria de la Cruz, y un desafío acerca de nuestra identidad en Sión. Gloria en Lugar de Ceniza: Serie— 7. Parte I La Familia de Dios – Los tratos de Dios con Su Familia escogida, ilustrado en las vidas de José y sus hermanos. 8. Parte II Un Camino por el Desierto – Los tratos de Dios con Su pueblo en el desierto. 9. Parte III El Viaje de la Esposa – Basado en la historia de Isaac y Rebeca. 10. Parte IV Reacción en Cadena en los Ambitos del Espíritu – La Ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús –el único Camino de Dios para Su Iglesia– y la única manera de alcanzar a las naciones. 11. Parte V El Huerto de Dios – El Jardinero espera el fruto de Su huerto. 12. Coronado Con Aceite – El Pueblo de Dios, un Sacerdocio Real en virtud de la Unción. 13. Siete Lámparas de Fuego.– La plenitud del Espíritu que Dios ha suministrado para la poderosa obra del final de los tiempos, de los vencedores en la Iglesia.

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