Volumen 5 | Número

137

Invierno 2012

SEGURIDAD VIAL... TAMBIÉN PARA ANIMALES

Fotografía realizada por David Romero Pacheco

Evolución Lamarck

Botánica Los bosques de Málaga

Microbiología La crisis del pepino

Director:

Enrique Moreno Ostos [email protected] Ecología- Limnología

Co-Editores:

Enrique Viguera [email protected] Genética- Genómica Félix López Figueroa [email protected] Ecología-Fotobiología, Cambio climático Fernando Ojeda Barceló [email protected] Educación Ambiental Educacion Secundaria Empleo de T.I.C. en docencia Francisco Cánovas [email protected] Fisiología Molecular Vegetal, Bioquímica y Biología Molecular Jesús Olivero [email protected] Zoogeografía Biodiversidad animal José Carlos Dávila [email protected] Biología Celular -Neurobiología Juan Antonio Pérez Claros [email protected] Paleontología

Salvador Guirado [email protected] Biología Celular -Neurobiología José María Pérez Pomares [email protected] Biología del desarrollo y cardiovascular Miguel Ángel Medina Torres [email protected] Biología Molecular y de SistemasBiofísica-Bioquímica

Comité editorial:

Alberto Martínez [email protected] Educación Ambiental E. Profesional para el Empleo Alejandro Pérez García [email protected] Microbiología, Interacción plantapatógeno Alicia Rivera [email protected] Neurobiología Enfermedades neurodegenerativas Ana Grande [email protected] Genética-Virología, Patogénesis virales Antonio Diéguez [email protected] Filosofía de la Ciencia

Juan Carlos Aledo [email protected] Bioquímica-Biología Molecular, Energética de procesos biológicos Juan Carlos Codina [email protected] Microbiología Educación Secundaria Margarita Pérez Martín [email protected] Fisiología Animal Neurogénesis María del Carmen Alonso [email protected] Microbiología de aguas Patología vírica de peces María Jesús García Sánchez [email protected] Fisiología Vegetal Nutrición mineral María Jesús Perlés [email protected] Geomorfología, Riesgos medioambientales M. Gonzalo Claros [email protected] Bioquímica-Biología Molecular y Bioinformática Raquel Carmona [email protected] Ecofisiología Biorremediación Trinidad Carrión [email protected] Ciencias de la Salud E-Salud

Índice Editorial

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La imagen comentada

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Monitor

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Los bosques de Málaga

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Efecto de las carreteras sobre los vertebrados

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Escribir bien no cuesta trabajo

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¡Me importa un pepino!

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¡Justicia para Jean Beptiste!, chevalier de Lamarck

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Diseño: Raúl Montañez Martínez ([email protected]) Coordinador de la edición electrónica (www.encuentros.uma.es): Ramón Muñoz-Chápuli

Correspondencia a:

Miguel Ángel Medina Torres Departamento de Biología Molecular y Bioquímica Facultad de Ciencias Universidad de Málaga 29071 Málaga Editado con la financiación del Vicerrectorado de Investigación de la Universidad de Málaga

Depósito Legal: MA-1.133/94 ISSN (versión electrónica): 2254-0296 ISSN (versión impresa): 1134-8496 El equipo editorial de esta publicación no se hace responsable de las opiniones vertidas por los autores colaboradores.

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Invierno 2012

EDITORIAL El equipo editor de Encuentros en la Biología mantiene un año más el compromiso de contribuir a la difusión y divulgación de la Biología entre estudiantes de Secundaria, Bachillerato y Universidad a través de la edición impresa de nuestra/ vuestra revista. Por otra parte, la edición online mantiene un permanente contacto con el público general interesado en los temas biológicos, no sólo en nuestro país sino también en aquellos otros que tienen al español como lengua oficial. Encuentros en la Biología es una revista viva y, como tal, evoluciona continuamente. La primera novedad de este quinto volumen es

la inclusión en los créditos del n ú m e r o o fi c i a l d e I S S N (recientemente concedido por el o r g a n i s m o g e s t o r o fi c i a l , dependiente de la Biblioteca Nacional de España) para la edición electrónica de la revista. Con el objetivo de aumentar la difusión y “visibilidad” de nuestra revista, también estamos procediendo a la inclusión de sus contenidos en el Repositorio Institucional de la Universidad de Málaga (RIUMA). En este número, primero del año 2012, a modo de prolongación de nuestra celebración de 2011 como Año Internacional de los Bosques (ver Encuentros en la Biología 133), dedicamos a los bosques de Málaga

La imagen comentada y un artículo escrito por dos especialistas en el tema. También iniciamos un nuevo formato de artículos a modo de Informes y damos carta de n a t u r a l e z a e s p e c í fi c a e l encabezamiento “Vida y obra” a los artículos de carácter biográfico que se publiquen a partir de ahora. Un artículo sobre la “crisis de los pepinos” y nuevas entregas de las secciones habituales Monitor y Escribir bien no cuesta trabajo completan el presente número de Encuentros en la Biología. Los co-editores

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LA IMAGEN COMENTADA

Todos los años deberían ser “años de los bosques”. Bosquetes de Acer monspessulanum en la Sierra de Los Camorolos a 1100 m. de altitud (Villanueva del Rosario, Málaga). Se trata de formaciones arbóreas caducifolias que suelen habitar en lapiaces y formas kársticas de la cordillera del Torcal, en el piso bioclimático mesomediterráneo húmedo. En otoño muestran sus típicas coloraciones pardo-rojizas que nos permite distinguirlos, por ejemplo, de los encinares perennifolios.

Baltasar Cabezudo Artero* y Andrés V. Pérez Latorre**

*Catedrático y ** Profesor Titular, Departamento de Biología Vegetal (área de Botánica), Universidad de Málaga [email protected] [email protected]

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onitor

Los principales de la ciencia en 2011:

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Como ya es habitual, en la última quincena del año la revista Science publica su muy seguida lista de “los 10 principales de la ciencia”, designando Breakthrough of the Year al tema de investigación más “impactante”. El año 2011 este nombramiento honorífico le ha correspondido a un estudio que demuestra que los fármacos utilizados en el tratamiento de la infección por HIV (SIDA) también pueden prevenir dicha infección. En concreto, los resultados del ensayo clínico 052 llevado a cabo por la HIV Prevention Trials Network y hechos públicos en mayo de 2011 muestran que el uso de antiretrovirales de forma preventiva consiguió reducir el riesgo de

transmisión heterosexual del HIV en un 96%. Los nueve temas que le siguen en la lista son: *Los estudios de polvo de asteroides llevados a cabo por la sonda espacial japonesa Hayabusa. *Los estudios sobre genoma humano y de homínidos que demuestran que nuestros antepasados se entrecruzaron con individuos de otras especies de humanos arcaicos al menos tres veces en regiones distantes de Asia y Africa. *Los estudios de alta resolución sobre la organización estructural del fotosistema II. *Nuevos avances en el conocimiento de la evolución química del Universo. *Los estudios que han mostrado una sorprendente diversidad en nuestro microbioma y las implicaciones de éste en la enfermedad, el desarrollo y la función inmune.

*Los prometedores resultados de una nueva vacuna contra la malaria. *Nuevos avances en estudios de sistemas planetarios extrasolares. *Progresos en ciencias de los materiales relacionados con la producción de nuevas zeolitas porosas. *Nuevos estudios sobre efectos de células senescentes. Enlace: www.sciencemag.org

El Método del Año 2011: La revista Nature Methods, por su parte, ha hecho público el nombramiento de Método del Año 2011 a nuevos procedimientos para la modificación precisa del genoma mediante el empleo de nucleasas capaces de editar genes. Enlace: www.nature.com/nmeth

Miguel Ángel Medina [email protected]

Instrucciones para los autores

La   revista   Encuentros  en   la   Biología  es  una   publicación  que   pretende   difundir,   de   forma  amena   y  accesible,   las  úl9mas  novedades   cien:ficas   que   puedan   interesar   tanto   a   estudiantes  como  a   profesores   de   todas   las  áreas  de   la   biología.  Además   de   la   versión   impresa,   la   revista   también   se   puede   consultar   en   línea   en   hCp://www.encuentros.uma.es/.   Cualquier   persona   puede   publicar   en   ella   siempre   que   cumpla   las   siguientes normas a la hora de elaborar sus originales:

1 Todos   los   manuscritos   deberán   ser   inéditos   o  contarán   con  la   autorización   expresa   del   organismo  que   posea   los  derechos   de   reproducción.   Además,  deben  tener  alguna  relación  con  el  obje9vo  de  la  revista  —los  que  simplemente  reflejen  opiniones  se  rechazarán  directamente—.

2 El   formato  del  documento  puede   ser   RTF,   SXW/ODT   (OpenOffice)  o  DOC  (MicrosoZ   Word).   Debido  a  las  restricciones   de   espacio,  la   extensión   3 4 5 6 7

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de   los   mismos   no   debe   superar   las   1600   palabras;   en   caso   contrario,   el   editor   se   reserva   el   derecho   de   dividirlo   en   varias   partes   que   aparecerán  en  números  dis9ntos. Cada   contribución  constará   de   un  :tulo,   autor   o   autores,   y   su  filiación   (situación  académica;  ins9tución  u   organismo   de   afiliación;  dirección   postal   completa;  correo  electrónico;  teléfono).   Para   diferenciar   la   afiliación  de   diferentes   autores  u9lice   símbolos   (*,   #,   ¶,   †,   ‡)   después   del   nombre  de  cada  autor.   Los  nombres  de  las  proteínas   se   escribirán  en   mayúsculas  y   redondilla   (ABC  o  Abc).  Los  de   los  genes  y  las  especies  aparecerán  en  cursiva  (ABC,   Homo  sapiens).  También  se  pondrán  en  cursiva  aquellos  términos  que  se  citen  en  un  idioma  que  no  sea  el  castellano. En   esta   nueva   etapa,   contemplamos   aceptar   que   aquellos   autores   que   no   tengan   el   castellano   como   lengua   materna   puedan   remi9r   sus   manuscritos  en  inglés.  Una  vez  aceptado,  un  resumen  del  mismo  en  castellano  sería  elaborado  por  el  propio  equipo  editorial.   Las   tablas,   figuras,   dibujos   y   demás   elementos   gráficos,   en  blanco   y   negro   puros,   escalas   de   grises   o   color,   deberán   adjuntarse   en   ficheros   independientes.  Las  figuras,   las  fórmulas   y  las  tablas  deberán   enviarse   en  formatos  TIFF,   GIF   o  JPG,   a   una   resolución   de   300   dpi   y   al   menos  8   bits  de  profundidad. Cuando  sean  necesarias,   las  referencias  bibliográficas  (cuatro  a   lo   sumo)  se   citarán  numeradas  por   orden  de  aparición  entre   paréntesis  dentro   del  propio  texto.  Al  final  del  mismo,  se  incluirá  la  sección  de  Bibliograma  de  acuerdo  con  el  es9lo  del  siguiente  ejemplo: Einstein  Z,   Zwestein  D,   DReistein  V,   Vierstein   F,   St.  Pierre   E.   Sap9al   integra9on   in  the   temporal   cortex.  Res  Proc   Neurophsiol   Fana9c   Soc   1:   45-­‐52,  1974. En  caso  de  citar  un  libro,  tras  el  :tulo  deben  indicarse  la  editorial,  la  ciudad  de  edición  y  el  año. Si  el   texto  principal   no  incluye   referencias  bibliográficas,   se   ruega  a   los  autores  que   aporten  3-­‐4  referencias  generales  "para   saber   más"   o   "para   más  información". Aquellos   que   quieran   contribuir   a   la   sección   La   imagen   comentada   deberán   remi9r   una   imagen   original   en   formato   electrónico   con   una   resolución  mínima   de   300  dpi   y,   en   documento   aparte,   un   breve   comentario  (de   no   más   de   300   palabras)   de   la   misma.   Dicho  comentario   describirá  la  imagen,  destacará  la  información  relevante  que  aporta  y/o  especificará  lso  procedimientos  técnicos  por  los  que  se  consiguió. Los  co-­‐editores  considerarán  cualesquiera  otras  contribuciones  para  las  diferentes  secciones  de  la  revista. Envío  de   contribuciones:  el   original   se   enviará   por   correo  electrónico   a   los   co-­‐editores  ([email protected],   [email protected])   o   a   cualquier   otro  miembro  del   comité   editorial   que   consideren   más  amn   al   contenido  de   su   contribución.  Aunque   lo   desaconsejamos,   también   se   pueden   enviar   por   correo   ordinario   (Miguel   Ángel   Medina,  Departamento  de   Biología   Molecular   y  Bioquímica,   Universidad  de   Málaga,   29071   Málaga,   España)  acompañados  de  un  CD.  No  se  devolverá  ningún  original  a  los  autores.  

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Los bosques de Málaga Baltasar Cabezudo Artero* y Andrés V. Pérez Latorre** *Catedrático y ** Profesor Titular, Departamento de Biología Vegetal (área de Botánica), Universidad de Málaga [email protected] [email protected]

Los diccionarios al uso definen el bosque como una superficie densamente poblada de árboles. Para un biólogo un bosque es mucho más que un conjunto de árboles. Un bosque representa una comunidad estrechamente interrelacionada de seres vivos (microorganismos, hongos, animales y plantas), suelo y clima. Ningún elemento de un bosque natural es superfluo. La desaparición de uno de ellos afectará, en mayor o menor medida, el desarrollo y evolución del conjunto. Importantes son los polinizadores generalistas y específicos, los descomponedores de materia orgánica, los reguladores de la masa de herbívoros, los predadores y dispersadores de frutos y semillas. Un bosque nunca está en equilibrio. Siempre está en constante evolución adaptándose a modificaciones climáticas, a la perdida o incorporación de elementos biológicos y mas frecuentemente a los impactos producidos por la utilización, sin criterios de sostenibilidad, por parte de las sociedades humanas. Bosques maduros o viejos son aquellos que aparentemente están cerca de un hipotético equilibrio y se caracterizan por la presencia de árboles maduros y generalmente deteriorados, una estratificación importante, gran diversidad de especies leñosas, volumen de biomasa importante y presencia significativa de madera muerta. Los “bosques” de la provincia de Málaga son, en su mayoría, bosques jóvenes producto de la perdida de madurez por una tradicional utilización intensiva de sus recursos y con prácticas como el fuego o la ganadería, tendentes a mantener una fase del bosque adecuada para los distintos aprovechamientos históricos. En algunos casos se vislumbra una tendencia a la maduración de estos bosques jóvenes, más por el abandono de su utilización que por prácticas de conservación. Esta tendencia puede ser frenada por el preocupante decaimiento de varias especies forestales afectadas, sobre todo a nivel de hojas y raíces, por plagas y enfermedades motivadas por un cúmulo de problemas, como envejecimiento de las poblaciones, falta de regeneración, cambio climático, sequías prolongadas, tratamientos silvícolas inadecuados, contaminación atmosférica y edáfica, etc. Existen varias formas de clasificar los bosques malagueños. La más tradicional es por el nombre de la especie arbórea dominante: encinares, alcornocales, etc. Una más ecológica lo hace en función de la morfología que presentan los órganos vegetativos de las especies más significativas como respuesta adaptativa a un tipo de macroclima concreto: siempreverdes, caducifolios, planifolios, aciculignosos. Y por último una más botánica y jerárquica (fitosociológica) que lo hace es en función de la presencia de determinadas combinaciones de especies: Quercetalia ilicis (bosques mediterráneos), Vaccinio-Piceetea (bosques de coníferas), Salici-Populetea (bosques de ribera). La provincia de Málaga se caracteriza por la presencia de una importante diversidad de hábitats, lo que determina una alta diversidad de zonopotencialidades de bosques. Málaga se encuentra en una encrucijada biogeográfica, entre dos mares (Mediterráneo y Atlántico) y dos continentes (Europa y África) habiendo sufrido un trasiego de migraciones biológicas en las eras geológicas, siendo

modelada la vegetación por conexiones-desconexiones Europa-África, cambios climáticos de tropical a mediterráneo, desecaciones del mar Mediterráneo, orogenia Alpina, glaciaciones, etc. Cada “momento” favoreció un tipo de bosque y prácticamente de todos ellos nos quedan vestigios mas o menos maduros. El bosque mediterráneo es el dominante en la actualidad, pero en cuanto nos deslizamos a biotopos un poco “especiales” nos aparecen las reliquias del pasado más o menos reciente.

Bosques Mediterráneos Encinares, alcornocales y acebuchales. Nuestros bosques más típicamente mediterráneos están constituidos por encinas (Quercus rotundifolia) y alcornoques (Quercus suber). Los encinares son bosques pluriestratos muy densos y albergan arbustos aclimatados al mediterráneo como palmitos (Chamaerops humilis) y lianas como la zarzaparrilla (Smilax aspera). Los alcornocales están restringidos a suelos silíceos en zonas lluviosas (por encima de 600 mm anuales) y su cobertura menos densa deja espacio para arbustos típicos de su cortejo florístico como madroños (Arbutus unedo), brezos blancos (Erica arborea) y durillos (Viburnum tinus). Los acebuchales (Olea europaea var. sylvestris) son bosques propios de suelos arcillosos especiales (vertisuelos) y roquedos muy soleados. Pinares y sabinares. El otro grupo de bosques mediterráneos está dominado por gimnospermas: pinos (Pinus) y sabinas (Juniperus). Los pinares carrascos de Pinus halepensis ocupan hoy día los biotopos menos favorables (yesos, dolomías, etc.) en las zonas basales y se acompañan de sabina mora (Juniperus phoenicea). Los pinares de pino negral o resinero (Pinus pinaster) forman bosques endémicos sobre peridotitas en las sierras bermejas y sobre dolomías en Tejeda-Almijara. Como transición a los pinares de corte boreal, destacan los escasísimos pinares laricios o salgareños (Pinus nigra subsp. salzmanii) que se acompañan de sabina mora (Juniperus phoenicea) y se desarrollan sobre dolomías en zonas altas de nuestras serranías orientales. Finalmente, existen sabinares de sabina caudada (Juniperus turbinata) en las escasas zonas dunares y en algunas sierras interiores (Huma, Pizarra, Cártama).

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Bosques Templados Quejigales, Robledales, Acerales. Los bosques caducifolios de origen eurosiberiano están restringidos hoy día a las zonas más lluviosas, frías y protegidas de las serranías. Los quejigales (Quercus faginea) son propios de serranías calizas, abundando en Málaga en la cordillera Antequerana oriental. Los robledales o melojares (Quercus pyrenaica) viven en sustrato silíceo y son muy escasos como tales, pudiéndose encontrar tan solo grupos de éstos árboles en el Aljibe y Sierra Tejeda. Los acerales (Acer opalus subsp. granatense) son auténticas reliquias de los bosques mixtos que nos alcanzaron durante la última glaciación y aparecen en lugares remotos de las sierras calizo-dolomíticas, como las Nieves y Blanquilla. El

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estrato herbáceo de todos estos bosques es muy constante, con peonías (Paeonia coriacea), primaveras (Primula veris), dorónicos (Doronicum plantagineum) y la hierba del ermitaño (Geum sylvaticum). Bosques de ribera. Bosques caducifolios de tipología muy diversa y muy deteriorados en función del mal uso tradicional de los cursos de agua y sus vegas. Las choperas (Populus alba, P. nigra) y saucedas arborescentes (Salix alba, Salix fragilis) ocupan los suelos de vega, mientras que las fresnedas (Fraxinus angustifolia) viven bien en sustratos más arcillosos y las olmedas (Ulmus minor) incluso pueden aparecer alejadas del curso de agua. Las alisedas (Alnus glutinosa) son más restringidas ya que necesitan suelos silíceos y caudales constantes. Las riberas de menor talla están caracterizadas por saucedas arbustivas (género Salix) siendo frecuentes en arroyos encajados y cursos altos, dominando casi siempre el sauce pedicelado en zonas bajas (Salix pedicellata) y el sauce atrocinéreo en zonas altas (Salix atrocinerea).

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Bosques Boreales de Coníferas Pinares y enebrales boreales. Las pequeñas “taigas” andaluzas están caracterizadas por el pino silvestre (Pinus sylvestris) que pudo haber habitado la cumbre de Sierra Tejeda, acompañándose de enebro común (Juniperus communis) y junto al pino laricio (Pinus nigra subsp. salzmanii), estos sí presentes en la zona. Los enebrales de las cumbres de la Sierra de las Nieves son muy especiales, constituidos por un manto postrado de Juniperus sabina y J. communis subsp. hemisphaerica e individuos aislados de Abies pinsapo de pequeña talla. Pinsapares. Incluidos aquí por semejanza fisiognómica y no florística, los bosques de Abies pinsapo son endémicos de la Serranía de Ronda (Málaga, Cádiz) y presentan dos grandes tipos: los que se desarrollan sobre peridotitas en la Sierra Bermeja y los que aparecen sobre calizas y dolomías en Sierra de las Nieves y alrededores. Se trata de bosques relictos del Terciario, densos, de elevada talla y con escaso sotobosque, con especies típicas como la adelfilla (Daphne laureola), endémicas como la gatuña (Ononis reuteri) y orquídeas como la Cephalanthera rubra.

Bosques "subtropicales” Ojaranzales y quejigales morunos. Una de las joyas del entorno del Estrecho de Gibraltar se localiza en el interior del Parque Natural de Los Alcornocales (Cádiz-Málaga): los bosques de ojaranzo (Rhododendron ponticum). Auténtica reliquia de finales del Terciario, estos bosques de tipo laurisilva incluyen laureles (Laurus nobilis), acebos (Ilex

aquifolium), avellanillos (Frangula alnus subsp. baetica) y presentan helechos extraordinarios de origen europeoatlántico como Vandenboschia speciosa e incluso epífitos como Davallia canariensis (vive sobre horquillas de los árboles). El estrato briofítico (de musgos y hepáticas) presenta también especies propias de la laurisilva canaria. Estos ojaranzales están orlados y “protegidos” por los originales quejigales morunos (Quercus canariensis), un tipo de bosque marcescente que solo ocupa las laderas más umbrías y lluviosas de esa zona de Los Alcornocales y que puede acoger gran parte del su cortejo florístico. ¿Por qué conservar un bosque por encima de cualquier otra consideración? En primer lugar porque se trata de ecosistemas que han tardado muchos años a escala humana para desarrollarse. Son por tanto irreemplazables en tempo generacional y no podemos privar de su disfrute a los que vengan detrás de nosotros. De un modo más “egoísta” podemos decir que el bosque nos da productos de modo directo, función de abastecimiento, como la madera, las setas, las plantas medicinales y culinarias, la leña, carbón vegetal, etc. De modo indirecto, pero medible, nos beneficiamos de su función de regulación, manteniendo biodiversidad, depurando el aire, controlando y mejorando las aguas y creando suelo fértil, evitando problemas de desertificación. De modo intangible y como función cultural, los bosques nos proporcionan espacios paisajísticos para el disfrute personal y colectivo, por las sensaciones positivas que producen en el espíritu humano, o simplemente, pueden ser lugares de recreo para el turismo de Naturaleza. En Andalucía y en la provincia de Málaga se está realizando una decidida apuesta por la conservación y maduración de los bosques. Esta conservación se basa fundamentalmente en medidas in situ fundamentadas en unas políticas de protección legal, la creación de numerosos espacios protegidos gestionados por la Red Andaluza de Espacios Naturales Protegidos (RENPA) y por la eliminación y control de muchos de los impactos tradicionales como fuego y presión ganadera. No obstante seguimos con graves problemas motivados fundamentalmente por una falta de planificación urbanística, contaminación de suelos, agua y atmósfera, cambio global, etc. Los bosques, entre el cielo y la tierra, regulan nuestras relaciones con el universo. Protejámoslos, forman parte de nuestro futuro.

Lecturas recomendadas para saber más: • BLANCA G., B. CABEZUDO, M. CUETO, C. FERNÁNDEZ LÓPEZ y C. MORALES TORRES (eds.) (2011) Flora Vascular de Andalucía Oriental. 4 vols. Consejería de Medio Ambiente, Junta de Andalucía, Sevilla. • CABEZUDO, B. y A. V. PÉREZ LATORRE (2004) Las comunidades vegetales. En Herrera, C. M. (coord.) El Monte Mediterráneo en Andalucía. Consejería de Medio Ambiente. Junta de Andalucía. Sevilla. • CABEZUDO, B., J. MOLERO MESA y A. V. PÉREZ LATORRE (1998) Vegetación de Andalucía. En: Carmen Rodríguez Hiraldo (coord.). La Flora (tomo 3). Naturaleza de Andalucía (obra completa). Ediciones Giralda. Sevilla. • PÉREZ LATORRE A. V. y B. CABEZUDO (2002) La flora y el paisaje vegetal de la provincia de Málaga: importancia y conservación. Jábega 90: 25-39. • PÉREZ LATORRE, A. V. (2010) Vegetación terrestre de la provincia de Málaga. Jábega 101: 28-44. • PÉREZ LATORRE, A. V. (2011) La Memoria de los Árboles. En: Biblioteca de la Universidad de Málaga. El Bosque en Palabras. Servicio de publicaciones e Intercambio Científico. Vicerrectorado de Innovación y Desarrollo Tecnológico. pp. 9-22.

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Informe

Efecto de las carreteras sobre los vertebrados

Muchas especies de vertebrados están experimentando un declive global y el efecto barrera y de fragmentación de hábitat causado por las carreteras y atropellos puede ser uno de sus factores desencadenantes (Shepard et al., 2008). Por ese motivo, en los últimos años se ha incrementado el interés por el efecto de las carreteras y los atropellos accidentales de animales (Malo et al., 2005; Shepard et al., 2008; Woltz et al., 2008), como lo prueba el elevado número de artículos científicos publicados sobre este tema en los últimos años. Así, por ejemplo, durante el año 2009 se publicaron 45 artículos sobre ecología y carreteras en revistas de impacto internacional. Dado el elevado número de artículos, la dispersión de los mismos y la disparidad de ideas arrojadas, se hace difícil extraer unas conclusiones o propuestas sencillas que se puedan poner en práctica fácilmente para evitar estos accidentes y permitan beneficiar a un elevado número de especies.

5 Figura 1: Hyla meridionalis o ranita meridional aprovechando la carretera como vía de paso durante una noche de lluvia en una carretera comarcal de Cádiz. Autor: David Romero Pacheco.

¿Por qué se producen los atropellos? Los diferentes motivos por los que se puede producir un atropello accidental de un vertebrado amenazado se pueden agrupar en tres grandes causas: (i) La carretera puede funcionar como una pista de paso para la fauna (Figuras 1 y 2), (ii) la carretera puede ser una zona de uso, como en el caso de algunos reptiles, y (iii) los animales atropellados pueden atraer hacia el peligro a otra fauna carroñera

Figura 2: Bufo bufo o sapo común cruzando una carretera en el término municipal de Aigües, Alicante. Autor: Francisco Candela Rodríguez.

Figura 3: Meles meles o tejón común al lado de una golondrina común. Posiblemente se encontraba intentando depredar al ave cuando fue atropellado. Autor: José Carlos Báez.

oportunista (Figura 3). Debido a la fragmentación del hábitat que suponen las carreteras, la fauna se ve obligada a cruzarlas para hacer un uso completo de su territorio. En el caso concreto de los anfibios, uno de los grupos más sensible a los atropellos (López et al., 2001), la mortalidad viaria se concentra durante la fase migratoria que precede a la época de reproducción, sobre todo en los días de lluvia (Figura 4). En muestreos puntuales llevados a cabo en una carretera dentro del Parque Natural de los Alcornocales durante los años 2008-2010, en noches de lluvia o en noches posteriores a días de lluvias, se ha detectado una densi-

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Figura 4: Triturus pygmaeus o tritón pigmeo. Dos de los 7 ejemplares que se observaron en un tramo de carretera de apenas 5 m en una noche de lluvia durante la migración pre-reproductora de la especie. Autor: David Romero Pacheco.

Figura 5: Triturus pygmaeus atropellado en una carretera secundaria. Foto: David Romero Pacheco.

Figura 6: Salamandra salamandra subs. longirostris o salamandra común de hocico largo en una carretera en una noche con elevada humedad ambiental. Se observa una puesta entre los intestinos. Autor: David Romero Pacheco.

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dad de unos 2,5 animales por kilómetro recorrido. El 44% de los individuos detectados pertenecían a especies amenazadas, en concreto a Triturus pygmaeus (Figuras 4 y 5), con un 24% del total, a Salamandra salamandra subs. longirostris (Figura 6), con un 19% de los individuos, mientras que a Mauremys leprosa correspondió un 1% de las observaciones. La capacidad de los individuos para esquivar a los vehículos y el tiempo de permanencia en la vía afectan directamente la vulnerabilidad a los atropellos (Fahrig and Rytwinski 2009). Algunas especies de reptiles y todos los anfibiosusan tiempos elevados para el cruce de vías (Woltz et al., 2008). Por ejemplo, el camaleón común cruza lentamente los caminos y carreteras, pues al encontrarse desprotegido de cobertura vegetal o de irregularidades que le pudieran proporcionar refugio ante predadores, realiza su conocido movimiento de vaivén con el que simula ser una rama azotada por el viento con la intención de evitar ser visto; este movimiento aumenta el tiempo de paso a través del asfalto, incrementando, en consecuencia, las posibilidades de colisión. Por otro lado, es bien conocido el uso que hacen algunos reptiles de la carretera como superficie de termorregulación (Sullivan, 1981). En general, los organismos ectotermos (poiquilotermos o de sangre fría) usan la interacción con el medio ambiente para regular su temperatura corporal, en contraposición a lo que hacen los organismos endotermos (homeotermos o sangre caliente) que usan procesos metabólicos. Las carreteras pueden ser superficies térmicamente muy atractivas para los reptiles a lo largo de distintos periodos del día y a través de varios mecanismos. Por la mañana la carretera es una superficie que, al estar desprovista de vegetación, resulta muy apropiada para que los ectotermos puedan calentarse usando la radiación solar (heliotermia) y comenzar así su actividad diaria. Por otro lado, el asfalto, al tratarse de una superficie oscura, absorbe gran parte de la radiación incidente transformándola en calor, lo que tiene dos efectos. El primero y más obvio es que el asfalto resulta una superficie desde la que los reptiles pueden absorber calor por conducción (tigmotermia). Esto es especialmente atractivo para los animales en las horas cercanas a la puesta de sol, cuando la radiación solar disminuye. A estas horas el asfalto retiene suficiente temperatura como para atraer a las serpientes y a otros reptiles tigmotermos (Rosen and Lowe, 1994; Ashley, 1996). El segundo es algo más indirecto,

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pero posiblemente más importante, ya que hay muchos reptiles que no intercambian mucho calor por conducción. El calor del asfalto puede incrementar en varios grados la temperatura de la capa de aire en los primeros centímetros sobre la superficie, lo cual ofrece un favorable ambiente térmico para los ectotermos que viven a ras de suelo (Porter et al., 1973). Esto produce que puedan utilizar la carretera no solo de paso, sino que permanezcan un tiempo más o menos prolongado sobre ella, aumentando mucho las posibilidades de atropello (Figuras 7 y 8). Se ha demostrado experimen-

Figura 8: Tarentola mauritanica o salamanquesa común en una carretera secundaria de Cádiz. Autor: David Romero Pacheco.

Figura 7: Chamaeleo chamaeleon o camaleón común muerto por atropello. La Axarquía, Málaga. Autor: Francisco Ferri Yáñez. talmente que algunos anfibios, como el sapo corredor (Bufo calamita), tienen preferencia por sustratos desnudos, en concreto seleccionando activamente sustratos de arena y de cemento. Esta preferencia por zonas abiertas puede hacer a las poblaciones más sensibles a los atropellos al identificar las carreteras como hábitat de uso (Stevens et al., 2006). Existe un sinfín de animales que hacen uso de la vía para mejorar su dieta, como es el caso común, por ejemplo, de zorros (Vulpes vulpes) y cuervos (Corvus corvax). A muchos les resulta familiar ver cogujadas (Galerida cristata) y lavanderas blancas (Motacilla alba) campeando en busca de los insectos muertos por los vehículos. Algunos córvidos incluso utilizan el paso de los vehículos para romper nueces que ellos mismos colocan en la vía (Clayton and Emery, 2005). También otros animales menos comunes, como el tejón (Meles meles) (Figura 3), son atraídos a las carreteras por los cadáveres de otros animales, quedando expuestos ellos mismos a los atropellos. En múltiples ocasiones hemos podido observar atropellos de estos carroñeros junto al cadáver de otro animal.

Soluciones

Varios autores han identificado la velocidad de la circulación como principal causa de la colisión con fauna autóctona. Por ese motivo se ha propuesto el uso de resaltos y señales que hagan reducir la velocidad en los tramos más sensibles al atropello. Se ha demostrado también en distintos trabajos cómo el uso de pasos de fauna bajo la calzada disminuye el número de atropellos (Malo et al., 2005). Se puede añadir que una de las medidas probablemente más efectivas, a largo plazo, es la concienciación ciudadana ante el hecho de que la fauna de nuestro entorno necesita, al igual que nosotros, establecer una conexión entre sus distintas poblaciones. No debemos tolerar que las infraestructuras que conectan nuestras poblaciones cada vez con mayor facilidad, aíslen las de las especies que comparten el territorio con nosotros. Por ello, debemos incluir en las actividades de educación vial, que se imparte en colegios, institutos y empresas, charlas sobre el uso que hace la fauna de las distintas vías, en especial en los municipios próximos a espacios protegidos o importantes para especies amenazadas, donde el atropello es un problema más relevante. En cuanto a las medidas de carácter físico, se recomienda la instalación de pasos de fauna y dispositivos colectores que canalicen a los anfibios, reptiles y mamíferos hacia la entrada de dichos pasos. Los pasos de fauna deben estar correctamente diseñados y, al menos los de mayor tamaño, destinados a mamíferos, deben poseer un sustrato natural como base, con la intención de proporcionar refugio a la herpetofauna que también lo utilice. Otra medida a tener en cuenta es la de efectuar la retirada frecuente de los cadáveres para evitar la llegada de carroñeros. Un sistema efectivo de retirada de cadáveres que incluyera el registro de cada espécimen retirado en una base de datos

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no solo ayudaría a disminuir la atracción de los carroñeros sobre las carreteras, sino que aportaría mucha información sobre los tramos de vías más mortíferos y las especies más sensibles a los atropellos. Esto permitiría, por un lado, concentrar los esfuerzos en los tramos con mayor mortandad y, por otro, adecuar las acciones a las especies más sensibles en cada tramo de vía. Una propuesta controvertida, realizada por algunos investigadores, ha sido la de establecer medidas destinadas a reducir la probabilidad de que la fauna cruce la vía (Malo et al., 2005), lo cual, aunque disminuiría los atropellos, podría aumentar el efecto barrera al flujo genético entre poblaciones antes unidas en el espacio (Shepard et al., 2008). Por tanto, se debería potenciar la permeabilidad de la vía con pasos de fauna correctamente diseñados. Por último, y con el objetivo de evitar el uso de la carretera por los reptiles para su termorregulación, se podría actuar, por un lado, favoreciendo el sombreado en algunas zonas sensibles y, por otro, utilizando para la construcción materiales que absorban menos radiación y que, por tanto, sean menos atractivos térmicamente para los reptiles.

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Figura 9: Mapa de carreteras de la Península Ibérica según base de datos de Estados Unidos USGS.

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David Romero Pacheco*, Francisco Ferri Yánez#, José Carlos Báez Barrionuevo¶ & Raimundo Real Giménez‡ * Becario predoctoral del Ministerio de Educación, Universidad de Málaga. # Laboratorio Internacional Para el Cambio Global, CSIC. ¶ Doctor en Biología, Instituto Español de Oceanografía. ‡ Catedrático de Biología Animal, Universidad de Málaga [email protected]

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Escribir bien no cuesta trabajo El terrible gerundismo «modenno»

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El gerundio se utiliza correctamente en español solamente en las siguientes situaciones: 1. Cuando hace de adverbio y funciona como circunstancial. Por ejemplo, Dejé la enzima digiriendo; la enzima, siendo tan cara, no funcionó. Vi al becario cacharreando. Utiliza el microdisector siguiendo las instrucciones del fabricante. 2. Cuando expresa simultaneidad: El autoclave está funcionando; lo comprobé llegándome a verlo. Analicé los datos introduciéndolos en un programa. Cualquier uso fuera de los anteriores se considera un gerundismo. Por desgracia, y por influencia del inglés sobre todo, el gerundismo se han vuelto tan corriente que hasta nos parece normal, sobre todo en el lenguaje científico. Tan normal que ha traspasado fronteras y nos lo podemos encontrar hasta en las noticias de los telediarios y en los periódicos. Los gerundismos más frecuentes que nos pasan desapercibidos son los siguientes: 1. Se usa el gerundio para indicar posterioridad o consecuencia: «El conferenciante terminó, *abandonando el atril», que debería decirse realmente «El conferenciante terminó y abandonó el atril». 2. Se usa el gerundio como si fuera un adjetivo (cuando solo puede funcionar como verbo o como adverbio). La frase «Se publicó un artículo *describiendo el método» debería decirse «Se publicó un artículo en el que se describe el método». 3. Cuando acompaña al verbo «estar» sin indicar una acción instantánea (que sería lo correcto, como en el

ejemplo de más arriba). Así, la frase «El investigador está *encendiendo la centrífuga» indica que el investigador está constantemente encendiendo el aparato, cuando lo que realmente se quiere decir es que «El investigador enciende la centrífuga». Vamos a ver ahora unos casos de frases en inglés con gerundio que no se deben traducir por un gerundio en español: 1) Most molecules, including aminoacids, could have beneficial efects → la mayoría de las moléculas, incluidos los aminoácios, podrían resultar beneficiosas.

por conexión de oraciones subordinadas.

5) together with such supporting documentation → junto con la documentación complementaria

➡ En este caso, el gerundio inglés funciona como adjetivo, por lo que hay que traducirlo por un adjetivo en español

6) try it using standard methods → inténtalo mediante/con los métodos estándares. ➡ Al igual que including, using es otro gerundio que nunca se traduce por *usando ni por *utilizando, ya que forma gerundios de posterioridad.

En los textos científicos también abunda lo que se denomina gerundio copulativo o ilativo (sobre todo con ➡ Hay que saber que including rara vez se va a traducir por *incluyendo. la forma «siendo»). Con este gerundio se pretende proporcionar matices de En la frase anterior, no hay simultaneidad que valga, sino el sucesión u ordenación temporal: «La gerundio indica una relación de afectación es muy frecuente, pertenencia. *apareciendo en todos los pacientes», o 2) follow these steps: adding EDTA, mixing bien «Se conocen dos tipos, *siendo el and freezing → siga los siguientes segundo el más habitual». No está pasos: añadir EDTA, mezclar y claro que realmente sea incorrecto, congelar; pero no hay ningún manual de estilo ➡ Cuando se trata de enumeración de que recomiende su uso, sino todo lo procesos, el gerundio puede contrario: todos los manuales traducirse por el infinitivo o el sustantivo del verbo recomiendan que no se emplee y se correspondiente. sustituya por formas más naturales 3) Enhancing the biodiversity and ... → como «y + verbo» o «que + verbo» (La Mejora de la biodiversidad y ... / afectación es muy frecuente y/que Cómo mejorar la biodiversidad...; aparece en todos los pacientes; Se ➡ Hay que evitar los gerundios o conocen dos tipos, y el segundo es el infinitivos al comienzo de los más habitual). Su principal problema títulos. Incluso aunque no fuera el es que solapa en gran medida con el comienzo de un título, sería un incorrecto gerundio de posteridad (El gerundismo. 4) a compound having nitrogen → un médico acabó la guardia, *saliendo rápidamente por la puerta → El compuesto con nitrógeno / un médico acabó la guardia y salió compuesto que tiene nitrógeno ➡ La traducción del gerundio inglés rápidamente por la puerta). por el que + tiempo verbal es la mejor manera que evitar los gerundismos

Todo lo señalado con asteriscos (*) señala un uso incorrecto

M. Gonzalo Claros [email protected] Para saber más: M. G. Claros (2009) Ideas, reglas y consejos para traducir y redactar textos científicos en español. Bubok Publishing S.L. (http://mgclaros.bubok.es)

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¡ME IMPORTA UN PEPINO! Juan Carlos Codina Escobar Profesor de Educación Secundaria en el I.E.S. Sierra Bermeja de Málaga. Colaborador Honorario de la UMA en el Departamento de Microbiología. [email protected] Seguramente los habremos degustado este pasado verano, tanto en ensaladas como en deliciosos gazpachos; pero todavía colea la visión negativa del pepino tras el brote de gastroenteritis hemorrágica que el año pasado ocasionó un elevado número de fallecimientos, especialmente en Alemania. Las informaciones carentes de rigor científico, que asociaban los pepinos con la bacteria que causó la enfermedad, no hicieron más que acrecentar el miedo de la población al consumo de pepinos y verduras frescas en general. Es fundamental que la población se encuentre informada, pero es necesario también que las informaciones que se les suministren sean reales y veraces, basadas en datos demostrables y contrastados. Si echamos un vistazo a la bacteria causante de este brote, Escherichia coli, observaremos que pertenece a una especie que cuenta con multitud de cepas. Algunas no sólo son inofensivas, sino componentes fundamentales de la microbiota humana, desempeñando actividades beneficiosas para nuestro organismo. Sin embargo, existen muchas otras que ocasionan enfermedades de diverso tipo en el hombre, siendo las enfermedades gastrointestinales las más extendidas. Las cepas de E. coli que producen este tipo de enfermedades pueden agruparse en los siguientes patotipos [1]: i) E. coli enteropatogénicas. ii) E. coli que se adhieren y destruyen la mucosa intestinal. iii) E. coli enterotoxigénicas. iv) E. coli enteroinvasivas. v) E. coli enterohemorrágicas. vi) E. coli que muestran enteroagregación. La transmisión de estas cepas se realiza a través de diversas vías, fundamentalmente por el consumo de agua y/o alimentos contaminados o por el contacto con animales que suelen ser portadores, fundamentalmente los rumiantes. La transmisión entre personas que presentan un contacto estrecho también está documentada. Entre los alimentos cuya contaminación y posterior consumo han producido brotes de gastroenteritis mediados por E. coli se encuentran tanto los de origen animal como vegetal. Productos tales como la leche sin esterilizar y sus productos derivados, o la carne contaminada en el proceso de despiece son los que más veces han sido causantes de toxiinfecciones de este tipo. El consumo de verduras y frutas frescas, contaminadas en algunas de las etapas de su procesado, también han ocasionado algún que otro brote. Las cepas de E. coli causantes de gastroenteritis se determinan y clasifican en función de sus serotipos, basándose fundamentalmente en los antígenos O (pared celular) y H (flagelo). Así, el serotipo más importante es el O157:H7, si bien hasta el 50% de las infecciones son causadas por serotipos diferentes. En cualquier caso se trata de cepas productoras de una toxina de Shiga, muy similar a la producida por Shigella dysenteriae, también denominada verotoxina, nombre derivado del uso del ensayo de toxicidad Vero para su detección. Suelen presentar dosis infectivas bajas, con periodos de incubación entre 3 y 8 días y ocasionan síntomas tales como calambres intestinales, náuseas, vómitos y gastroenteritis aguda. Un 15% de los niños afectados suelen desarrollar el síndrome urémico hemolítico, con destrucción de glóbulos rojos, trastornos a nivel renal y daños neurológicos que pueden llevar a la muerte. Las precauciones para evitar la transmisión de esta bacte-

ria son bien sencillas para los consumidores y consisten, básicamente, en evitar el consumo de verduras crudas o lavarlas en agua con unas gotas de lejía y optar siempre por el consumo de carne bien asada en caso de dudas sobre su origen. Ahora bien, el brote surgido en Alemania presentaba algunas características diferentes. Para empezar, se detectó un aumento del número de casos de síndrome urémico hemolítico asociados a infección por E. coli productora de toxina de Shiga, lo que llevó a Alemania a activar el EWRS (siglas de Sistema de alarma y respuesta inmediata) el 22 de mayo de 2011 El 27 de mayo de ese mismo año ya se llevaban contabilizados unos 276 casos en el periodo de un mes, siendo los afectados en su mayor parte (87%) adultos, con una clara predominancia de las mujeres (67%). El análisis de muestras de los pacientes infectados llevó al aislamiento de una cepa de E. coli enterotoxigénica, productora de la toxina de Shiga, pero cuyo serotipo era O104:H4, habiéndose detectado solamente un caso previo asociado a dicho serotipo en Corea del Sur en 2005. Presentaba además otros factores de virulencia, entre los que destacaba la presencia del plásmido responsable de enteroagregación. Así pues, la cepa causante del brote presentaba una inusual combinación de factores de virulencia de E. coli enterotoxigénica productora de toxina de Shiga y E. coli que muestra enteroagregación. El origen de la misma se podría haber dado por diferentes vías; o bien por la adquisición de la isla de patogenicidad responsable de la síntesis de la toxina por una cepa enteroagregativa o por la transferencia del plásmido de enteroagregación a una cepa enterotoxigénica. Cualquiera de los casos es perfectamente posible dada la relativa facilidad con que las cepas bacterianas intercambian información genética y de los riesgos de que dicha transmisión implique a factores de virulencia. Lo que activó todavía más las alarmas fue el hecho de que dos cepas aisladas de pacientes de Hesse y Bremerhaven mostraban una elevada resistencia a diversos antibióticos, tales como las cefalosporinas de tercera generación, sulfonamidas y tetraciclinas. El brote quedaba circunscrito a Hamburgo, zona norte de Baja Sajonia y Schleswig-Holstein [2]. Los estudios epidemiológicos llevados a cabo achacaron la fuente de este brote al consumo de ensaladas crudas, y entre sus componentes, el dedo acusador señaló al pepino de origen español como el principal culpable. Aunque, como se ha dicho anteriormente, ha habido casos de brotes de gastroenteritis ocasionados por E. coli asociados a material vegetal, sólo en un 0,19% de las muestras de frutas y verduras analizadas en los últimos años en Europa se ha probado la presencia de esta bacteria, asociándose en su mayoría al serotipo O157:H7. En el caso particular de España, en el periodo que va de 2004 a 2009, sólo se detectaron, en el año 2008, dos muestras positivas de un total de 23 analizadas dicho año [1]. La contaminación de los pepinos, si ellos hubieran sido los causantes del brote, se debería haber producido en cualquiera de las etapas de su comercialización, a saber, desde la propia producción, la preparación y envasado hasta su distribución. ¿Actuó Alemania de forma correcta en

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esta emergencia sanitaria? Cuando menos se precipitó en la toma de determinadas decisiones, porque si bien es cierto que según la normativa europea los estados miembros pueden tomar medidas con respecto a los alimentos, éstas deben estar basadas en un análisis de riesgo, evitando que se creen barreras injustificadas a la libre circulación de productos alimenticios. Y la determinación de riesgo debe llevarse a cabo de manera independiente, objetiva y transparente y estar basada en la información y datos científicos disponibles. El órgano de referencia científico independiente en la evaluación de riesgo debería haber sido la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria. No obstante, a nivel europeo, lo que más prima es la salud de las personas y, por este motivo, Alemania hizo uso del principio de cautela que permite la adopción de todas aquellas medidas encaminadas a asegurar el nivel elevado de protección de la salud escogido por la Unión Europea, en aquellas circunstancias en las que existe un riesgo para la vida o la salud y hay una incertidumbre científica, como era el caso. Por otra parte, también hizo gala del principio de transparencia que insta a dar información al público sobre la naturaleza del riesgo y las medidas adoptadas y a adoptar [3]. Aunque dicha información resultara muy sesgada y sin datos científicos firmes. Para evitar situaciones como las generadas por el brote de gastroenteritis hemorrágica producida por E. coli la reglamentación comunitaria dispone de los elementos necesarios, básicamente una reglamentación, unos sistemas de control y el mecanismo de trazabilidad de los diferentes lotes de alimentos. Las diferentes directivas comunitarias establecen las características que deben cumplir las empresas que trabajan con alimentos, tales como aspectos del diseño, construcción y dimensiones de los locales por donde circulen productos alimenticios, características del transporte de dichos productos o del equipo utilizado y de los residuos generados. A todo ello hay que unir la normativa sobre el personal manipulador de alimentos, que debe mantener un estricto nivel de higiene y llevar una indumentaria adecuada, limpia y, en su caso, protectora. Cuando se sepa o sospeche que padecen una enfermedad que pueda transmitirse a través de los alimentos o estén aquejadas de infecciones cutáneas, heridas infectadas, llagas o diarrea, no estarán autorizadas a trabajar en zonas de manipulación de productos alimenticios [4]. A esta reglamentación, bastante restrictiva, se une la existencia de una serie de controles. De hecho, los estados miembros de la Unión Europea deben garantizar que se efectúen controles de los productos alimenticios con regularidad, basándose en los posibles riesgos y mostrando una regularidad adecuada. Pero el término control no implica solamente la toma de muestras y sus análisis correspondientes que lógicamente dan datos con validez científica, sino también otras técnicas y métodos de aspecto más burocrático, como son la vigilancia e inspección de instalaciones y sistemas de comercialización y las auditorías. De hecho, los

controles oficiales incluirán al menos un control documental sistemático, un control de identidad aleatorio y, SEGÚN PROCEDA, un control físico [5]. Queda claro que los controles físicos no son estrictamente obligatorios y, en algunos casos, como en las exportaciones a terceros países, corresponde al particular encargado de la comercialización de los productos alimentarios solicitar en los puntos de inspección fronterizos las inspecciones necesarias para la expedición del correspondiente certificado sanitario. Con respecto a las técnicas de análisis empleadas, hasta ahora se usaba como medio de cultivo para el aislamiento de cepas de E. coli enteropatogénicas el agar Fluorocult® VRB, un medio de cultivo que contiene cristal violeta y sales biliares como inhibidores de organismos Gram positivos, y lactosa, rojo neutro y 4-metilumbeliferil-β-D-glucurónido. La incubación se lleva a cabo a 35ºC durante 18-24 horas. Se consideran positivas las colonias de color rojo rodeadas de un halo de turbidez. Uno podría pensar, en esta era de biología molecular, en la utilización de la técnica de caracterización por PCR, y de hecho se usa en algunos casos, pero no es una técnica validada y aceptada en este tipo de análisis. Por otro lado, para tener en todo momento localizadas las partidas de alimentos que circulan por los países europeos, se dispone de un sistema de trazabilidad. Los alimentos comercializados deben estar debidamente etiquetados e identificados para facilitar su trazabilidad, lo que se consigue con un código que podemos observar en los productos que compramos, bien en sus envoltorios o en los puestos de venta. Los explotadores de empresas alimentarias deberán poder identificar, tanto a las personas que les hayan suministrado un alimento como a las empresas que adquieran sus productos. Así, en cualquier momento y ante un posible riesgo para la salud, se pueden localizar e intervenir determinadas partidas. Parece que este sistema tampoco funcionó muy bien en este caso concreto, pero teniendo en cuenta que los hospitales disponen de un período de tiempo variable para comunicar a las autoridades sanitarias la presencia de casos posiblemente asociados a un brote infeccioso, es normal que se hubiese perdido la traza al alimento causante del brote en Alemania. Finalmente, el 10 de junio de 2011, el Instituto Federal de Evaluación de Riesgos, la Oficina Federal de Protección del Consumidor y Seguridad Alimentaria y el Instituto Robert Koch, concluyeron conjuntamente que la recomendación general para la población de abstenerse de consumir pepinos, tomates y lechugas no debería mantenerse. Posteriormente y tras un camino de acusaciones erróneas, se achacó el brote a unas partidas, procedentes de Egipto, de alhova o fenogreco (Trigonella foenum-graecum) cuyas hojas y semillas se emplean con fines culinarios. El pepino español quedaba exonerado de su culpabilidad, aunque gravemente dañado en su imagen. Todo como resultado de no haber hecho un trabajo metódico y científico apoyado sobre resultados fiables. Por todo ello, en este caso y contrariamente al significado literal de la expresión, sí que debería ¡importarnos un pepino!

Bibliografía citada: 1.

2. 3.

4. 5.

Takkinen, J.; Struelens, M.; Niskanen, T.; Makela, P.; Rizzi, V.; Caprioli, A. y F. Scheutz. 2011. Shiga toxin/verotoxin-producing Escherichia coli in humans, food and animals in the EU/EEA, with special reference to the German outbreak strain STEC O104. ECDC/EFSA Joint Technical Report. ECDC Rapid Risk Assessment, 2011. Outbreak of Shiga toxin-producing E. coli (STEC) in Germany. Reglamento (CE) No 178/2002 del Parlamento Europeo y del Consejo de 28 de enero de 2002 por el que se establecen los principios y los requisitos generales de la legislación alimentaria, se crea la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria y se fijan procedimientos relativos a la seguridad alimentaria. Directiva 93/43/CEE del Consejo de 14 de junio de 1993 relativa a la higiene de los productos alimenticios. Reglamento (CE) No 882/2004 del Parlamento Europeo y del Consejo de 29 de abril de 2004 sobre los controles oficiales efectuados para garantizar la verificación del cumplimiento de la legislación en materia de piensos y alimentos y la normativa sobre salud animal y bienestar

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VIDA Y OBRA

¡Justicia para Jean Baptiste!, chevalier de Lamarck Román Vilas Peteiro y Gonzalo Álvarez Jurado Departamento de Genética de la Universidad de Santiago de Compostela [email protected]; [email protected] Para el hombre que fue primero caballero, botánico y evolucionista, pero acabó siendo ciudadano, conservador de insectos y gusanos, y degradado a lamarckista; para quien no pudo ser antidarwiniano, reclamamos justicia. Para aquel cuya infinita confianza en sí mismo le haría perder la cabeza, negándose a admitir la nueva química de Lavoisier y, a diferencia de este, conservarla sobre los hombros tras la Revolución, reclamamos la noble consideración de ser el gran precursor intelectual de Darwin. Un biólogo notable, como ya podía haber escrito Cuvier en su mordaz obituario, que participó en ese selecto linaje conducente al evolucionismo moderno y que hunde sus raíces en la Europa continental. ¿Que grave afrenta se ha cometido contra este hombre, Jean Baptiste Pierre Antoine de Monet, conocido como Lamarck, que merece nuestra exclamación? Fue ascenderle al cadalso por defender la herencia de los caracteres adquiridos, y exhibiendo la idea con un relato sobre la evolución del cuello de la jirafa sacamos al reo a la vergüenza con reiteración. Fue construir un mito que invade la literatura científica de carácter divulgativo, especialmente en el ámbito anglosajón, y los debates actuales engendrándose a sí mismo a la manera de un clon infeccioso. Un mito que alimenta la confusión sobre el biólogo francés al atribuirle la autoría del principio conocido como la herencia de los caracteres adquiridos, así como de una teoría de la evolución basada en la concepción de este principio como mecanismo evolutivo. Pero ni Lamarck fue el artífice de la herencia de los caracteres adquiridos ni su teoría de la evolución está basada en tal proceso. Así como Newton descubrió las leyes que rigen el movimiento de los planetas en el espacio, la “ley del movimiento” de las especies en el tiempo fue para Darwin la selección natural, pero no lo fue para Lamarck la herencia de los caracteres adquiridos. Para Lamarck, semejante “movimiento” resultaba más bien de un principio inherente al organismo que, al igual que la selección natural, no trasciende la explicación naturalista. Es decir, no se trataba de una suerte de “vitalismo”, de un alma en el sentido aristotélico o de una “fuerza” inmaterial, sino que estaba causado por leyes mecanicistas, como las que Newton formulara, las cuales determinan una dinámica particular de los fluidos corporales y un incremento de complejidad concomitante. La principal contribución del Caballero está lejos de ser la idea de que de todo aquello que la naturaleza haya hecho adquirir o perder al organismo por influencia del medio es conservado de una generación a la siguiente, principio reconocido por muchos otros antes que él. Por ejemplo, ideas similares se

hallan en los poemas del abuelo de Darwin, Erasmus, y Aristóteles respondió a un argumento parecido exponiendo que los hijos no presentan las cicatrices de sus padres, pues tales creencias se remontaban al menos hasta Platón. El mismo Darwin aceptaba dicho principio sin rubor, pues la teoría de la pangénesis, que el genio inglés discurriera para dar cuenta de la génesis de la variación, fue deliberadamente conformada en armonía con dos procesos ampliamente aceptados por la ciencia de su tiempo: la herencia de los caracteres adquiridos y la herencia mezclada, esto es, la concepción de que la forma que adopta todo rasgo de la progenie es una mezcla entre la que exhiben los padres. En cuanto al relato del cuello de la jirafa, desarrollado originalmente por Alfred Russell Wallace y hoy lamentablemente convertido en estereotipo, lo cierto es que Lamarck argumenta al respecto de un modo somero en unas pocas líneas en las que expone con igual ligereza otros casos singulares. Lo que pretende destacar el autor con tales ejemplos es la acción circunstancial de la modificación, ya sea mediante degradación, simplificación o complicación. En definitiva, la acción del medio externo sobre la organización del individuo, que no hace otra cosa que perturbar una dinámica interior asociada al ejercicio vital y acorde con leyes fisicoquímicas. Un movimiento que impulsa al organismo ineluctablemente hacia una mayor complejidad y perfección. La teoría de la evolución de Lamarck incluye así un factor principal intrínseco al organismo, el cual causa la transformación hacia una mayor complejidad, además de un factor secundario responsable de la adaptación a diferentes ambientes por medio de la herencia de caracteres adquiridos [1]. Aunque el reconocimiento de un cambio direccional en el sentido de una creciente complejidad no implica necesariamente la interpretación teleológica de la transformación, pues muy probablemente dicho movimiento no se dirige hacia ningún fin prefijado, sin duda alguna resulta equívoco interpretar a Lamarck en clave vitalista. Como venimos insistiendo, ese factor principal que causa la transformación de las especies y que conlleva un incremento en complejidad responde a mecanismos que determinan el comportamiento de fluidos cuya eficiencia es cada vez mayor, llegando a conformar órganos y a adoptar nuevas funciones por el mero hecho de perdurar el proceso vital. Vislumbrar el sueño mecanicista de Lamarck puede contribuir a comprender estas turbias ideas, pues dicho sueño no era otro que el de elaborar una física terrestre articulada en tres disciplinas fundamentales: la meteorología, la hidrogeología y la biología, las cua-

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les se ocuparían respectivamente del estudio de las leyes que regulan la dinámica de fluidos responsable de los fenómenos atmosféricos, de la configuración de la superficie terrestre, y de la estructura y transformación de lo viviente. Tampoco conviene olvidar que Lamarck vive un tiempo en el que los conceptos de herencia y desarrollo todavía permanecen inextricablemente unidos, de ahí que nunca se hubiera expresado en términos de herencia de los caracteres adquiridos, sino que hizo más bien referencia a la transmisión de procesos, ya sea un grado distinto de flujo o una diferente distribución de fluidos, sanguíneo, linfático, nervioso..., que, a través del espermático, eran impuestos a la organización del cigoto [2]. Con todo, se incurre en un error cuando la herencia de los caracteres adquiridos es identificada con la teoría de la evolución de Lamarck y se ahonda en él cada vez que semejante idea es contrastada con la teoría de Darwin, pues la herencia de los caracteres adquiridos no se esgrimió como una alternativa a la selección natural hasta prácticamente un siglo después de Lamarck. La violenta reacción del darwinismo moderno en contra de la herencia de los caracteres adquiridos acabó alcanzando injustamente a Lamarck convirtiéndolo en chivo expiatorio de un movimiento al que nunca perteneció. La identificación de este movimiento, denominado neolamarckismo, con las tesis originales de Lamarck es un error y constituye un claro anacronismo [3], pero no por ello ha dejado de ser reproducido hasta la saciedad. Paradójicamente, la lectura funcionalista del pensamiento lamarckiano, expresada como la preservación de las consecuencias potenciadoras del uso y debilitadoras del desuso, aproxima su pensamiento a las tesis darwinianas, ya que en ambos casos se revela una preocupación por la adaptación del organismo a las circunstancias impuestas por el entorno. Huelga decir que los mecanismos subyacentes en el proceso adaptativo planteados por Lamarck y Darwin no pueden ser más distintos, pero ambos autores fueron pioneros en observar el papel orientador de las circunstancias externas en el cambio de las especies. Pero, si la herencia de los caracteres adquiridos no fue la principal contribución de Lamarck al pensa-

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miento evolutivo, ¿cuál fue entonces? Sin duda, la misma idea de la transformación de las especies en la profundidad de las edades. Recordemos que Lamarck esboza sus tesis evolucionistas con la aparición del siglo y será con el nacimiento de Darwin, en 1809, cuando las muestre con especial vigor [4]. A partir de ese momento el pensamiento lamarckiano se desarrolla entre insectos y gusanos hasta que la visión del autor se agota por el uso y abuso de las lentes en 1819. El hombre que más tarde alumbrará la senda materialista de modificación de las especies que hoy seguimos, entonces un Darwin imberbe a la búsqueda de su destino, no había puesto un pie sobre la cubierta del Beagle cuando conoció en Edimburgo, de la mano de uno de sus maestros, aquella impactante idea venida de Francia según la cual las especies se transformaban unas en otras debido a la actuación de la naturaleza durante larguísimos períodos de tiempo. Y es que la teoría de Lamarck es la primera teoría positiva que postula que todos los seres vivos, incluido el hombre, derivan de la transformación sucesiva de ancestros primitivos. No se trataba de poesía discurrida en noches de luna llena, ni de los delirios de un anciano de ojos apagados, sino de una propuesta científica basada en detalladas observaciones de la diversidad natural llevadas a cabo durante esforzados años. Uno de los primeros en reconocer este hecho fue Ernst Haeckel, el principal valedor de Darwin en Alemania, que en 1897 se refería a Lamarck como “el verdadero fundador de esta Teoría de la Descendencia o Transmutación, y es un error atribuir a Darwin su origen”. Ignoramos si era consciente de las palabras de Ludwig Boltzmann, gigante de la mecánica estadística, que en la década anterior había afirmado: “si usted me pregunta por mi profunda convicción acerca de si un día este siglo será llamado el siglo del acero, del vapor o de la electricidad, le respondo sin escrúpulos que será llamado el siglo de la visión mecánica de la naturaleza, el siglo de Darwin”. Palabras firmes que suscribimos plenamente, pero no tiene menos nervio señalar que fue un caballero francés de pensamiento desbocado quien escribió la obertura de la ópera darwiniana. Que el siglo de Darwin se inicia en 1800 con el discours d’oberture de Lamarck, impartido el 21 de Floreal del año VIII, preludio de la primavera en la que floreció el árbol de la vida.

Bibliografía citada: 1. 2. 3. 4.

Ruse M. La revolución darwinista. Madrid. Alianza, 1983. Corsi P. Jean-Baptiste Lamarck: from myth to history. En: Transformations of Lamarckism: from subtle fluids to molecular biology. Viena, MIT press, 2011. Bowler P.J. El eclipse del darwinismo. Barcelona. Labor, 1985. Lamarck J. Filosofía zoológica. Barcelona. Alta Fulla, 1986.

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