SALMOS. Salmo 17. Salmo 22

SALMOS Salmo 17 Yo te amo, Señor, porque estás conmigo. Tú eres como peña segura, como un alcázar. Tú eres mi libertador, mi roca, mi refugio. ¡Eres m...
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SALMOS Salmo 17 Yo te amo, Señor, porque estás conmigo. Tú eres como peña segura, como un alcázar. Tú eres mi libertador, mi roca, mi refugio. ¡Eres mi fuerza salvadora, el escudo que me protege! Cuando me siento en peligro, cuando me cerca el mal y la mentira tendiéndome sus redes, Tú, Señor, escuchas mi llamada y respondes a mi súplica. Tú eres mi apoyo y me libras porque me amas. Tú eres, Señor, el único que permanece. Todo pasa, todo se acaba, todo tiene muerte. ¡Sólo Tú vives para siempre! Por eso, Señor, he puesto mi confianza en Ti. Señor, he tenido presentes tus mandatos y Tú me libras del enemigo poderoso y del adversario fuerte. Tú has afirmado la pureza en mis manos, la rectitud en mi corazón. Tú salvas al pueblo afligido y humillas los ojos soberbios. Señor, Tú enciendes mi lámpara, Tú alumbras mis tinieblas. Fiado en Ti, me meto en la lucha, asalto las dificultades. Vale la pena andar por tu camino. Yo me pregunto: ¿Quién es Dios fuera de Ti? ¿Qué seguridad hay fuera de Ti? Tú me ciñes de valor y haces perfecta mi conducta. Tú eres como un escudo, me adiestras para la lucha y robusteces mis brazos. Yo te bendigo y te ensalzo porque has sido grande conmigo. Me acompañas siempre en la fuerza de tu Espíritu, te doy gracias. Tú eres el valor y el ánimo en mi lucha. Tú eres el Dios que salva.

Salmo 22 Tú, Señor, eres mi Pastor, nada me falta: en verdes praderas me haces recostar; me conduces hacia fuentes tranquilas y reparas mis fuerzas; me guías por el sendero justo, por el honor de tu nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. Preparas una mesa ante mí,

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enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.

Salmo 24 Ante ti, Señor, presento mi ilusión y mi esfuerzo, en ti, mi Dios confío porque sé que me amas. Que en la prueba no ceda al cansancio, que tu gracia triunfe siempre en mí. Yo espero siempre en ti. Nunca defraudas al que en ti confía. Indícame tus caminos, Señor: enséñame tus sendas. Que en mi vida se abran caminos de paz y bien, de justicia y libertad. Que en mi vida se abran sendas de esperanza, de igualdad y de servicio. Recuerda Señor que tu ternura nunca se acaba. Acuérdate de mí con bondad Tú eres bueno y misericordioso enseñas el camino a los desorientados. Encaminas a los humildes con rectitud porque tus sendas son lealtad y fidelidad. Tú, Señor, quieres que sea de verdad tu amigo. Tengo los ojos puestos en ti. Estoy solo y afligido. Sácame de mis angustias. Vuélvete hacia mí y ten piedad Mira mis trabajos y mis penas y perdona todos mis pecados. Señor, guarda mi vida y líbrame de mi mismo que salga de mi mismo vaya hacia ti y no quede nunca mas defraudado. Indícame tu camino, Señor, y hazme andar por él, despierta en mi el manantial de la vida, Tú que eres la vida de cuanto existe.

Salmo 63 Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo. Por ti, que me llamas de nuevo a la existencia, por ti, que animas mi vida y la despiertas. Por ti que abres mi corazón a la luz. Tengo sed de ti, de tu amor y de tu lealtad. Tengo sed de ti, de tu paz y de tu perdón. Tengo sed de ti, de tu verdad y alegría. Tengo sed de ti, de tu fortaleza y bondad. Todo mi ser tiene ansia de ti,

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como tierra reseca, agostada, sin agua. Mi vida se abre a tu gracia esperando el rocío de tu amor. Mi corazón, en mi interior se alegra viendo tu fuerza y tu gloria en mí. Tú me das razón para existir. Tu vida es el motivo de mí existencia. Tu lealtad vale más que la vida. Tu amistad vale más que los triunfos. Quiero saciarme de tu presencia quiero llenarme de tu Santo Espíritu. Quiero sentirme en plenitud de tu gracia. En el lecho me acuerdo de ti. Tú estás despierto en mi noche. Cuando me despierto en el silencio de la noche mi corazón descubre que tú vives en él. A la sombra de tus alas canto con júbilo. Mi aliento está apegado a ti. Tu amor me sostiene. Oh Dios, por ti estoy siempre despierto, por ti, me mantengo en pie, en vela, por ti madrugo siempre que se hace tiniebla en mi vida, por ti comienzo siempre, aunque me sienta cansado. Oh Dios, tú eres mi Dios: ¡Un Dios vivo!

Salmo de acción de gracias Te damos gracias, Señor, porque eres bueno; te damos gracias, porque es eterno tu amor. Proclamamos desde nuestra experiencia que nos quieres; decimos a las gentes que has estado grande con nosotros. ¡El amor de Dios alegra nuestro corazón, aleluya! Entre nosotros, Señor, hay clamor de júbilo y salvación; nuestra tierra mantiene la puerta abierta para el que llega; somos felices, Señor, con tu presencia en medio de nosotros, y estamos contentos porque contigo es posible la victoria. Nosotros queremos vivir, queremos sellar contigo la alianza; queremos vivir el Amor derramado en nuestros corazones, en la fuerza y el poder de tu Espíritu de Vida. Tu gracia y tu verdad es más fuerte que nuestra flaqueza. Que se abran de par en par las puertas de tu Reino; que el hombre que cumple tu Palabra se siente a tu mesa; que haya paz en abundancia para las gentes y los pueblos; Tú eres, Jesús, la Piedra angular que otros rechazan; hoy eres cimiento donde se apoya en pie tu Iglesia; nosotros admiramos la obra maravillosa de tus manos y exultamos de gozo al sabernos cimentados en tu vida.

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Te aclamamos, oh Cristo, Salvador del ser humano. Te decimos: ¡Eres Camino, Verdad y Vida! Ven con nosotros, alienta nuestra marcha; desde la salida del sol hasta el ocaso, sé tú nuestro GUÍA.

ORACIONES ¿Qué mandáis hacer de mí? Vuestra soy, para vos nací : ¿Qué mandáis hacer de mí?… Vuestra soy, pues me creasteis; vuestra, pues me redimisteis; vuestra, pues que me sufristeis; vuestra, pues que me llamasteis; vuestra, pues, porque me esperasteis; vuestra, pues no me perdí: ¿Que mandáis hacer de mí? Veis aquí mi corazón, yo lo pongo en vuestra palma: Mi cuerpo, mi vida y mi alma, mis entrañas y afición. Dulce Esposo y Redentor, pues por vuestra me ofrecí: ¿Qué mandáis hacer de mí? Dadme muerte, dadme vida, dad salud o enfermedad, honra o deshonra me dad, dadme guerra o paz crecida, flaqueza o fuerza cumplida, que a todo digo que sí: ¿Qué queréis hacer de mí?… Si queréis que esté holgando, quiero por amor holgar; si me mandáis trabajar, morir quiero trabajando: decid dónde, cómo y cuándo, decid, dulce amor, decid: ¿Qué mandáis hacer de mí? Teresa de Jesús

Mi amado para mí Ya toda me entregué y di y de tal suerte he trocado que mi Amado es para mí y yo soy para mi Amado. Cuando el dulce Cazador me tiró y dejó herida

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en los brazos del amor mi alma quedó rendida, y cobrando nueva vida de tal manera he trocado que mi Amado es para mí y yo soy para mi Amado. Hirióme con una flecha enherbolada de amor y mi alma quedó hecha una con su Criador; ya yo no quiero otro amor, pues a mi Dios me he entregado, y mi Amado es para mí y yo soy para mi Amado. Teresa de Jesús

Llama de Amor Viva ¡Oh llama de amor viva, que tiernamente hieres de mi alma en el más profundo centro! Pues ya no eres esquiva, acaba ya si quieres; ¡rompe la tela de este dulce encuentro! ¡Oh cauterio suave! ¡Oh regalada llaga! ¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado, que a vida eterna sabe, y toda deuda paga! Matando, muerte en vida has trocado. ¡Oh lámparas de fuego, en cuyos resplandores las profundas cavernas del sentido, que estaba oscuro y ciego, con extraños primores calor y luz dan junto a su Querido! ¡Cuán manso y amoroso recuerdas en mi seno donde secretamente solo moras; y en tu aspirar sabroso de bien y gloria lleno, cuán delicadamente me enamoras! (Juan de la Cruz)

Noche Oscura En una noche oscura, con ansias, en amores inflamada, ¡oh dichosa ventura!,

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salí sin ser notada estando ya mi casa sosegada. A oscuras y segura, por la secreta escala, disfrazada, ¡oh dichosa ventura!, a oscuras y en celada, estando ya mi casa sosegada. En la noche dichosa, en secreto, que nadie me veía, ni yo miraba cosa, sin otra luz y guía sino la que en el corazón ardía. Aquésta me guiaba más cierto que la luz de mediodía, adonde me esperaba quien yo bien me sabía, en parte donde nadie parecía. ¡Oh noche que guiaste! ¡oh noche amable más que el alborada! ¡oh noche que juntaste Amado con amada, amada en el Amado transformada! En mi pecho florido, que entero para él solo se guardaba, allí quedó dormido, y yo le regalaba, y el ventalle de cedros aire daba. El aire de la almena, cuando yo sus cabellos esparcía, con su mano serena en mi cuello hería y todos mis sentidos suspendía. Quedéme y olvidéme, el rostro recliné sobre el Amado, cesó todo y dejéme, dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado. (Juan de la Cruz)

Oración "Para ser escuchadas, no hace falta leer en un libro una hermosa fórmula compuesta para esa ocasión... Le digo a Dios simplemente lo que quiero decirle, sin componer frases hermosas, y él siempre me entiende... Para mí, la oración es un impulso del corazón, una simple mirada lanzada hacia el cielo, un grito de gratitud y de amor, tanto en medio del sufrimiento como en medio de

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la alegría. En una palabra, es algo grande, algo sobrenatural que me dilata el alma y me une a Jesús... A veces, cuando mi espíritu está tan seco que me es imposible sacar un solo pensamiento para unirme a Dios, rezo muy despacio un Padrenuestro, y luego la salutación angélica. Entonces, esas oraciones me encantan y alimentan mi alma mucho más que si las rezase precipitadamente un centenar de veces... (Teresa de Lisieux, Historia de un Alma, (Ms. C, 25,)

Verdad "El que anda tras la verdad vive preferentemente en ese centro interior donde tiene lugar la actividad encantadora del entendimiento; si en serio trata de buscar la verdad (y no de acumular meros conocimientos aislados), tal vez se halla más cerca de Dios, que es la misma verdad". (Edith Stein).

Bienaventuranzas palautianas ¡Feliz el que llegue a conocerte! ¡Feliz, oh Iglesia santa, el que llega a unirse contigo en fe, esperanza y amor! ¡Feliz el que cree en ti, porque te ve y te conoce! ¡Feliz el que no tiene sobre la tierra más esperanzas que en ti! ¡Feliz el que espera verte sin velos y poseerte, feliz el que ni tiene ni quiere más esperanzas que en ti, feliz el que no espera sino en ti, porque posee la belleza infinitamente amable; feliz el que te ve, te conoce, te espera, porque te ama; feliz, y mil veces feliz el que te ama a ti sola, porque será correspondido y en ese amor tiene las delicias de la gloria, pues que en el cielo ya no hay más gloria que verte, poseerte y gozar de esta posesión. (Francisco Palau)

Un regalo Toma una sonrisa, y regálasela a quien nunca la ha tenido. Toma un rayo de sol, y hazlo volar allí donde reina la noche. Descubre una fuente, y haz bañar a quien vive en el fango. Toma una lágrima, y deposítala en el rostro del que no ha llorado. Toma el valor, y ponlo en el alma del que no sabe luchar. Descubre la vida, y cuéntasela a quien no sabe entenderla. Toma la esperanza, y vive en su luz. Toma la bondad, y dásela al que no sabe dar. Descubre el amor, y hazlo conocer al mundo. (Mahatma Gandhi).

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Decir tu nombre, María Decir tu nombre, María, es decir que la Pobreza compra los ojos de Dios. Decir tu nombre, María, es decir que la Promesa sabe a leche de mujer. Decir tu nombre, María, es decir que nuestra carne viste el silencio del Verbo. Decir tu nombre, María, es decir que el Reino viene caminando con la Historia. Decir tu nombre, María, es decir junto a la Cruz y en las llamas del Espíritu. Decir tu nombre, María, es decir que todo nombre puede estar lleno de Gracia. Decir tu nombre, María, es decir que toda muerte puede ser también Su Pascua. Decir tu nombre, María, es decirte Toda Suya, Causa de Nuestra Alegría. (Pedro Casaldáliga )

La danza de la obediencia Enséñanos a vestirnos cada día con nuestra condición humana como un vestido de baile, que nos hará amar de ti todo detalle como indispensable joya. Haznos vivir nuestra vida, no como un juego de ajedrez en el que todo se calcula, no como un partido en el que todo es difícil, no como un teorema que nos rompe la cabeza, sino como una fiesta sin fin donde se renueva el encuentro contigo, como un baile, como una danza entre los brazos de tu gracia, con la música universal del amor. Señor, ven a invitarnos. (Madeleine Delbrel)

A la Trinidad Te bendecimos, Padre. Tus manos de alfarero amasan nuestro barro. Tu confianza en nosotros nos llena de asombro. Con qué gozo preparas en nosotros cosas buenas para los más pobres. Te damos gracias, Jesús.

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Eres todo para nosotros. Tu presencia ahuyenta los miedos. Día a día se agranda tu amor en nuestros corazones. Apuestas por nosotros para la hermosa aventura del Reino. Te alabamos, Espíritu Santo. En la interioridad del mundo mantienes viva la fuente del amor. Sales a la vida embelleciéndolo todo, con dones creativos. Haces que voces diversas, culturas diversas, formen una sinfonía de alabanza y de servicio en medio de la Iglesia.

Magníficat Proclamo la grandeza del Señor, ensalzo la potencia de su amor, alabo la inmensidad de su ternura y la infinitud de su misericordia. Miraste, oh Dos, la pequeñez de tu esclava; te fijaste, oh Amor, en la debilidad de tu hija; te compadeciste de su desnudez y su pobreza, y colmaste todos sus vacíos. Fui bañada en tu gracia y empapada, vestida con las galas del Espíritu, elevada hasta el trono de la reina, hija y madre de Dios mismo. Él es poderoso en amor, su nombre es santo y bondadoso, es amigo de humildes y creyentes, y mira con ternura a los pequeños. Alimenta y sacia a los hambrientos, y colma de bienes a los pobres; su amor envuelve a todo el universo, de generación en generación. Llega su amor hasta nosotros, el pequeño resto de Israel, y llega a todos los humildes y los restos miserables de la tierra. La estrella de su amor nunca se apaga, ilumina a los que viven en la noche, alegra el corazón de los sencillos, regala y enardece a todos los que aman. ¡Qué grande es tu amor! Me pierdo en el océano de tu misericordia.

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Yo sólo puedo balbucir: es la luz que todo lo ilumina, es la verdad, es la vida, lo es todo.

La Fiesta del Espíritu El nuevo mundo que Dios ha soñado ya está en marcha. Cada noche, el Espíritu lo dibuja en los corazones preparados para la sorpresa. Las pinceladas de lo nuevo aparecen aquí y allá, llevadas por un viento sin fronteras. Los hombres y mujeres que las dibujan son tachados de locos y utópicos, -¡tan novedosos y sorprendentes son los nuevos caminos!-. A pesar de todo, dejan sembrada en el surco la semilla. Jesús resucitado parte y reparte su pan para que continúe en el mundo esta locura de amor, este sueño de Dios de una humanidad plural, mestiza de dones, con sabor a familia. La inscripción para trabajar en este proyecto está abierta. Sólo se pide abandonar lo viejo, no almacenar lo antiguo. ¡Está brotando lo nuevo! ¿No lo notáis?

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