Rousseau Vida y obra La vida de Rousseau fue una vida agitada y atormentada, lejos de lo que se podría considerar el modelo de vida contemplativa. Nació en 1712, en Ginebra (Suiza). Su madre murió poco después del parto, por lo que siempre decía que su nacimiento había sido la primera de sus desgracias al costarle la vida de su madre. De origen modesto, tuvo que ganarse la vida con los más diversos oficios. Los malos tratos y las injusticias de que era objeto en el trabajo que como grabador había empezado con 13 años, le llevó a abandonarlo e iniciar una vida errante y de peregrino inquieto. De formación autodidacta, entró en contacto con los círculos ilustrados, llegando a redactar varios artículos sobre música para la Enciclopedia que dirigía Diderot. En 1750 ganó el concurso de la Academia de Dijon con su Discurso sobre las ciencias y las artes, que le reportó fama y prestigio. No obstante, su problemática personalidad, que le llevaba a creerse víctima de envidias y maquinaciones, propició que se enemistase con todo el mundo, incluso con el benévolo Hume que lo había hospedado en su casa cuando huyó de Francia. Murió en 1778. Sus obras más importantes son Discurso sobre el origen y fundamento de la desigualdad entre los hombres (1755) y El contrato social (1762), cuyo tema fundamental es buscar una nueva fundamentación de la política. La Nueva Eloísa (1760) y el Emilio (1762) contienen importantes reflexiones sobre la familia y la educación, siempre desde el presupuesto de que el hombre nace bueno y las instituciones sociales lo pervierten. Problema del conocimiento Rousseau ganó inesperadamente el premio de la Academia de Dijon en 1750 con su obra " Discurso sobre las ciencias y las artes". En ella mantenía la tesis de que los avances que había producido el conocimiento en el hombre, habían provocado su corrupción. El lujo y la economía artificial son la fuente de la vanidad y la valoración del afán de apariencia frente a los demás, lo cual nos convierte en esclavos tanto del conocimiento como de la economía y la concepción de la sociedad emanada de aquél. A partir de aquí podemos entender perfectamente la postura de Rousseau en relación con el tema del conocimiento. Sin embargo en su obra "Emilio" es donde desarrolla totalmente este punto de partida y todas sus consecuencias.

Para Rousseau el hombre es bueno por naturaleza, la sociedad es la que le corrompe. La educación debe partir de los impulsos naturales que tiene el niño, el tutor debe dejarle seguir su curiosidad y su iniciativa personal guiándole para un desarrollo espontáneo y sin dirigirle hacia los valores ya establecidos en la sociedad. Lo principal en la educación es la creación de un ser humano, hacer de él un ciudadano es algo secundario aunque inevitable y aconsejable. Esto significa que el niño debe seguir su propio impulso, es decir el no hacer mal a nadie, el tutor debe hacerle valorar esta tendencia natural y no inculcarle otras normas morales de carácter religioso o ideológico. Ética y Problema del hombre desde el concepto “estado de naturaleza” Para conocer la sociedad humana Rousseau se propone analizar al hombre que vive en el estado salvaje previo a la vida comunitaria. El hombre salvaje es un ser amoral pero no inmoral es decir, carece de sentido moral pues lo bueno y lo malo son conceptos que solo se adquieren en sociedad; sin embargo, esto no significa que el hombre sea malo o cruel en el estado natural ya que su comportamiento está definido por dos impulsos: el amor de sí y la piedad. Por el amor de sí el hombre busca su autoconservación y la de su descendencia: comer, beber, reproducirse, tener un cobijo, etc. es lo que busca este instinto de supervivencia que está presente en todos los animales. La piedad es igualmente un impulso natural, gracias a este sentimiento el hombre siente compasión ante el sufrimiento ajeno y se rebela ante este dolor aunque no sea propio. Muchos animales dan muestra de sufrir ante el dolor de sus congéneres e incluso de intentar aliviar ese sufrimiento por lo que Rousseau concluye que en el hombre también existe este impulso natural que modera el amor de sí. Algunos autores como Hobbes pensaron que el hombre natural viviría en un estado de lucha continua (lucha de todos contra todos) pero Rousseau considera que este argumento parte del error de considerar que los hombres naturales buscan tantos lujos y bienes como el hombre social. Al salvaje le son suficiente muy pocas cosas para satisfacer su amor de sí por lo que no tiene que combatir con sus semejantes continuamente para subsistir. Las guerras son fruto de la avaricia rara vez del hambre, por esto afirma Rousseau que el hombre es bueno por naturaleza pues su impulso de supervivencia (amor de sí) no le lleva a la codicia sino que se conforma con poco y, además, su piedad natural no está anulada por las razones del hombre “civilizado”.

La crítica a la civilización: Cuando el hombre vive en sociedad el amor de sí degenera en amor propio; este impulso busca la superioridad y el reconocimiento de los elementos del cuerpo social y es el origen de los vicios del hombre como codicia,

lujuria, intemperancia, soberbia, etc. el amor propio surgido en sociedad es el origen de la degeneración de los sentimientos naturales. El amor propio acalla la piedad con razones a las que seríamos sordos si viviésemos en naturaleza; la miseria del pobre, la muerte de un semejante o el desastre del prójimo dejan de conmover a nuestra piedad cuando la razón nos da argumentos que justifican la indiferencia: “si quiere comer que trabaje”, “es un hereje, es justo que muera”, “yo estoy seguro ¿qué me importa lo que le pase?” son razones que nuestra inteligencia nos da para hacer enmudecer los impulsos naturales de la piedad. De aquí viene la famosa frase de Rousseau: “el hombre que medita es un animal degenerado”. Frente a los valores ilustrados de confianza en la razón y en la sociedad Rousseau traslada su optimismo hacia la naturaleza humana y los sentimientos del hombre; el salvaje y el niño son los hombres verdaderos mientras que el hombre llamado civilizado y el adulto seres corrompidos por la sociedad. Una de las señas de identidad de los ilustrados es la fe en el progreso. Confían en que el triunfo sobre los prejuicios y el dogmatismo dirigirá un extraordinario avance científico y cultural que pondrá la naturaleza al servicio del hombre. Lo cual nos ayudará a la realización de proyectos individuales. Esta es la coyuntura histórica en la que actualmente vivimos. Rousseau será el primer crítico de esta situación, argumentado que esta inercia histórica no ha ayudado a mejorar el hombre, sino a corromperlo contribuyendo a crear sociedades desiguales que fomentan la opresión. Y ésta es la génesis de emociones despiadadas tales como: ambición, artificialidad, dependencia, etc. Según Rousseau hay una diferencia fundamental entre el hombre natural y el hombre social. El primero es aquel que vive en el estado de naturaleza, mostrado en el mito del buen salvaje. Para Rousseau el hombre en estado de naturaleza, antes de convivir en sociedad, sería un hombre bueno y feliz, independiente en relación a los otros hombres y con un egoísmo no negativo sino llevado por un sano amor hacia sí que no implica buscar el mal de los otros hacia los que siente compasión. En este estado natural, el hombre mantendría sentimientos puros, no coartados o envenenados por el prejuicio social, y una relación directa con la naturaleza. El estado de naturaleza como hipótesis: El estado de naturaleza es la situación en que se encontrarían los hombres antes, o al margen, de la creación de sociedades organizadas, en las que sus vidas estarían regidas por ciertos derechos naturales. Es una hipótesis, pues puede que tal estado nunca haya existido. Por lo que la hipótesis es obtenida por abstracción-quitando del ser humano todo aquello que pone en él la sociedad, cuyo cociente sería el hombre en estado de naturaleza.

Características del hombre natural: Una vez eliminadas la convencionalidad y el artificio con el que recubre la sociedad la naturaleza humana, descubrimos que: 1. En estado de naturaleza, la única comunidad natural es la familia. 2. En tal estado, los hombres son fuertes, sanos y autosuficientes. 3. Los hombres son básicamente iguales, pues la única desigualdad existente es física. 4. Los hombres se mueven en virtud de dos pasiones: Autoconservación y Compasión (capacidad de identificarse con los demás que se observa en algunos animales). 5. Como ya dije anteriormente, el hombre es bueno por naturaleza. La libertad dota al hombre de la capacidad de salir del estado de naturaleza, y la capacidad de auto-perfeccionamiento le afianza en esta situación de huida de lo natural. Así, la cultura y el progreso no han hecho al hombre más feliz y más bueno, como creían la mayoría de los pensadores de la Ilustración, sino que lo han hecho más desigual, injusto y profundamente infeliz. Cultura y progreso no actúan pues como elementos emancipadores sino que dentro de la sociedad son elementos que han corrompido a los hombres. La propiedad privada y el abandono del estado natural: ¿Por qué abandonan el estado de naturaleza? En un primer momento, descubren que la unión les proporciona ciertas ventajas (facilitar la caza, protegerse frente a depredadores…), y la costumbre de esta unión desarrolló pasiones antes desconocidas como el amor conyugal, la amistad, los celos… En un segundo momento, la aparición de la propiedad privada se convirtió en el origen de una desigualdad creciente. El estado de naturaleza dejó paso a una especie de guerra de todos contra todos. Y fue entonces cuando, para evitar ese estado de guerra, los hombres dieron origen a la política o Estado. El problema de la política y de la sociedad Con la minería y la agricultura los hombres pudieron acumular recursos y nació el concepto de propiedad, por culpa de la propiedad las desigualdades se incrementaron y el deseo de poseer más provocó guerras, asesinatos y luchas. Es en este momento cuando sí se produce la guerra de todos contra todos: los que no tienen roban a los que tienen y los que tienen intentan robar a los más débiles. En esta situación caótica los ricos ven la necesidad de crear un orden y una ley que proteja sus propiedades por lo que instituyen el pacto social; sin embargo, para que los carentes de propiedades entren en el pacto social también deben ser beneficiados por

él. Por esto el pacto social establece que todos los miembros del pacto son partes indivisibles de un todo y que todos ponen en común todas sus fuerzas para defender los intereses del nuevo cuerpo político El contrato social: Si la capacidad de auto-perfeccionamiento nos llevó a abandonar el estado de naturaleza, esa misma capacidad puede ser ejercida para crear algo mejor. Por eso propone reformar las sociedades actuales para que sean acordes a la naturaleza humana. Para llevar a cabo esta reforma se basará en el contrato social, mediante el cual, el individuo se somete a la ley sin perder su libertad anterior. La voluntad general: Voluntad que surge de la unión de todos los individuos estableciendo leyes que han de ser aplicadas por igual por todos. Por tanto, los intereses particulares se desvanecen y se instaura el bien común. Esta voluntad no debe ser confundida con la voluntad de la mayoría, porque la mayoría podría decidir aplicar leyes que afectasen solo a unos pocos. Tampoco debe confundirse con la unanimidad, pues tal cosas es casi imposible. La voluntad general tiene características similares a la teoría política denominada voluntad popular. Por lo que suele considerarse a Rousseau precursor de la democracia. El Estado y el soberano: Mediante la voluntad general, el pueblo instaura el cuerpo político. Éste recibe distintos nombres según distintos modos de actuar: 1. Cuando crea leyes, se le llama soberano, y éste es el pueblo, llamando a sus miembros ciudadanos. 2. Cuando es pasivo se le llama estado. Y sus miembros se les llama súbditos, pues están sometidos a sus leyes. La soberanía es inalienable e indivisible, pues si el pueblo dejase en manos de unos representantes la capacidad de decidir, perdería su libertad. Además, dado que la voluntad general es una, ésta es indivisible. Por eso, Rousseau, frente a Locke y a Montesquieu, rechaza la división de poderes. El poder legislativo y el poder ejecutivo no pueden ser independientes. El poder legislativo es el único poder soberano. El poder ejecutivo debe limitarse a administrar lo establecido por el poder legislativo; esto es, a hacer cumplir la ley. El gobierno: Al gobierno le compete una función meramente administrativa. Rousseau da el nombre de príncipe al cuerpo entero del gobierno, y el de magistrados a los miembros individuales de ese cuerpo. Diferencia entre tres tipos de gobierno: 1. Democracia: Cuando los magistrados son todos o la mayoría de los ciudadanos.

2. Aristocracia: Cuando los magistrados son menos que el número de los ciudadanos comunes. 3. Monarquía: Cuando el soberano concentra todo el poder en manos de un solo ciudadano magistrado, del que reciben su poder los demás. En el gobierno democrático, al coincidir los miembros del soberano y del gobierno en los mismos individuos es fácil confundir el interés público con el particular. Sobre la Monarquía opina que es un gobierno vigoroso, pues toda la administración se concentra bajo una misma dirección, pero ese mismo vigor puede volverse contra el Estado. El modelo político propuesto como ideal por Rousseau se aleja mucho de los estados-naciones actuales; la soberanía inalienable e indivisible que él defiende presupone unos estados reducidos como los cantones suizos a los que perteneció, las polis griegas o la civitas romana de la República. La posibilidad real del modelo político de Rousseau en la actualidad es discutible pero es patente que el ginebrino se opuso siempre al ejercicio de la soberanía indirecta, base sobre la que se asientan las democracias liberales de hoy en día. Las ventajas del estado civil: La libertad moral surge con la constitución del estado civil. A partir de entonces el individuo tiene que abandonar sus impulsos naturales para someter su acción a los principios o leyes que emanan de la voluntad general. Con lo cual el individuo se vuelve dueño de sí mismo. La igualdad moral consiste en que todos estén sometidos por igual a las leyes que emanan de la voluntad general, y en que todos sean parte por igual de la voluntad general. En el estado civil la desigualdad física o natural, carece de importancia, por lo que es una sociedad más igualitaria que la igualdad natural. En el estado de naturaleza, el trabajo de un terreno lo convierte en posesión de quien lo trabaja, lo cual Rousseau llama “derecho del primer ocupante”. Pero tal derecho sólo se convierte en verdadero en la sociedad civil . Teoría social: Para Rousseau el origen del mal en la sociedad es la desigualdad. Esta es fruto de la propiedad que al surgir produjo que los hombres acabaran siendo socialmente desiguales pues unos empezaron a atesorar privilegios frente a otros. Además, esto produjo un permanente enfrentamiento social donde lo que primaba era el egoísmo y no la cooperación, pues el deseo era poseer más y por tanto se fomentaba el egoísmo de cada uno frente a los demás. Así, la sociedad actual es injusta y además impide la realización plena de los seres humanos pues no les lleva a la felicidad.

Para reformar la sociedad, Rousseau propone un contrato social. Se debe pues reformar la sociedad, pero no se puede volver al estado de naturaleza, sino que la idea del estado natural debe servir para crear las bases de una sociedad justa, legítima de acuerdo al ser humano. Se trata de establecer las bases para un pacto social justo, donde se pueda armonizar libertad, igualdad y poder político. Establecer un contrato social en el que el pueblo sea el soberano El problema de Dios Se considera a Rousseau como precursor del romanticismo. Esto supone, naturalmente, rebajar la relevancia de la razón como guía para comprender, o solucionar, los problemas filosóficos y engrandecer la del sentimiento, la virtud romántica por antonomasia. Esto se puede interpretar como una forma de afrontar la realidad, en el caso de la teología, de los protestantes, y la compara con la llevada a cabo por la tradición filosófica, que siempre brindaba "argumentos", fueran o no convincentes, para tratar de demostrar (o rebatir) la existencia de Dios por medios racionales. De la noción 'romántica' de Dios se deriva, primero, que sea siempre algo personal: la creencia arraigada sólo permite seguirla a quien la siente así, pero no demuestra a los demás su existencia. También supone que para alcanzar unas normas de conducta adecuadas no debemos atender a la razón, sino a nuestra propia conciencia: "Yo no deduzco estas normas de los principios de la alta filosofía, sino que las encuentro en las profundidades de mi corazón, escritas por la Naturaleza en caracteres imborrables", dice Rousseau. Podemos colegir aquí un cierto desdén del filósofo francés hacia la moral imperante en su sociedad, signo también idiosincrásico del movimiento romántico que está por llegar. Hay dos objeciones principales a la práctica de basar las creencias relativas a los "hechos objetivos" en las emociones del corazón. La primera es que no existen motivos razonables para sospechar que esas creencias son ciertas, pues no todos los corazones humanos dicen que lo correcto. La segunda, ya señalada, es que corresponde únicamente a una apreciación personal. Por muy ardientemente que yo, o toda la Humanidad, pueda desear algo, por necesario que pueda ser a la felicidad humana, no hay razón para suponer que ese algo exista. La postura de Rousseau se debe calificar de deísta: A Dios se llega a través de un sentimiento personal, no por medio de una revelación divina señalada por una tradición religiosa. Por otro lado, este dios de Rousseau no interviene en los asuntos ni del hombre ni de la Naturaleza, al contrario de lo que afirma el teísmo.