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RESUMEN ESCRITURA DE CUENTOS El cuento es un género narrativo al igual que la novela. Desde el punto de vista de la narratología, una narración está compuesta por acontecimientos, tiempo, espacio, personajes, narrador, de cuyo tratamiento estético, que lo realiza el autor, depende la calidad del producto y a cual de los dos géneros debe inscribirse. Para saber esto es necesario distinguir las características que le compete a cada uno de ellos. Hay, por cierto, rasgos que pertenecen al género narrativo en general, y otros que se deben explicitar para el cuento o para la novela exclusivamente. En este caso nos ocupamos del cuento, con el fin de utilizar el basamento teórico en el análisis de diez cuentos que comprenden la parte de creación estética. Contar cuentos no es solo exponer una historia más o menos interesante, sino tener conciencia clara de que la parte formal y los recursos utilizados apoyen en la expresión del contenido. Barthes sentenciaba que todo en el relato es significativo, cuestión que se va a demostrar en los cuentos presentados. Para lograr esto se ha realizado una exposición de propósitos y metas artísticas que contienen como parte medular una descripción del mundo y de la vida que anima a los cuentos: seres abúlicos, impotentes e incomunicados. A partir de aquí se realiza una descripción de los procedimientos y técnicas narrativas utilizadas Luego de este proceso nos encontramos con un mundo de seres fracasados, ocultos en su espacio en el cual han establecido relaciones conflictivas con todo lo que les rodea: objetos, personajes y tiempo. El espacio les resulta nocivo y desean evadirse de él, igual necesidad les GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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embarga respecto de las demás personas. El tiempo no avanza, no se cuenta nada o muy poco, por lo cual se puede afirmar que todos han muerto ya o están en proceso de hacerlo. Palabras claves: Cuento, Género narrativo, Acontecimientos, Tiempo, Espacio, Personajes, Narrador, Seres abúlicos, Impotencia, Incomunicación. ÍNDICE DE CONTENIDOS RESUMEN PRIMERA PARTE: CREACIÓN ESTÉTICA

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DIEZ CUENTOS

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1.1.- BATMAN

9

1.2.- DIOS

14

1.3.- EL SUEÑO DE SOFÍA

20

1.4.- EQUIDAD

28

1.5.- HISTORIA DE PIRATAS

37

1.6.- LA ARAÑA

47

1.7.- LA ESPERA

52

1.8.- LA HERENCIA

62

1.9.- LA CAJA NEGRA

65

1.10.- EN PENUMBRAS

74

SEGUNDA PARTE: INVESTIGACIÓN BREVE SOBRE EL CUENTO Y SUS TÉCNICAS

85

2.1.- LOS ACONTECIMIENTOS

87

2.2.- EL TIEMPO NARRATIVO

95

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2.3.- EL ESPACIO

103

2.4.- LOS PERSONAJES

108

2.5.- EL NARRADOR

111

CONCLUSIONES PARA ESTA PARTE

115

TERCERA PARTE: EXPOSICIÓN DE PROPÓSITOS Y METAS ESTÉTICAS

118

UNA VISIÓN DEL MUNDO Y DE LA VIDA

118

3.1.-SERES ABÚLICOS E IMPOTENTES

118

3.2.- INCOMUNICADOS

126

PROCEDIMIENTOS Y TÉCNICAS NARRATIVAS UTILIZADAS

130

3.3.- EL NARRADOR

130

3.4.- EL TIEMPO

136

3.4.1.- EL RITMO NARRATIVO

140

3.4.2.- LOS TIEMPOS VERBALES DE LA NARRACIÓN

149

3.4.3.- LA NOCHE

150

3.4.4.- SÍMBOLOS TEMPORALES

152

3.5.- PERSONAJES

153

3. 5.1.- CARMICHAEL: SER CARENTE DE OBJETIVOS

157

3. 5.2.- PERSONAJES REFERENCIALES 158 3. 5.3.- ONOMÁSTICA

160

3.6.- PAPEL DE LOS MEDIOS

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3.7.- EL ESPACIO

166

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3.7.1.- LOS SITIOS PENUMBROSOS 3.6.- LOS ACONTECIMIENTOS

169 171

CONCLUSIONES FINALES

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BIBLIOGRAFÍA

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UNIVERSIDAD DE CUENCA FACULTAD DE FILOSOFÍA, LETRAS Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN MAESTRÍA EN ESTUDIOS LATINOAMERICANOS MENCIÓN EN LITERATURA

LOS PROCEDIMIENTOS Y TECNICAS NARRATIVAS UTILIZADAS EN LA CREACION ESTETICA DE DIEZ CUENTOS

Autor: Luis Gustavo Álvarez Núñez

Directora: Mst. María Augusta Vintimilla Carrasco

CUENCA – ECUADOR 2008

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Al presentar esta tesis como uno de los requisitos previos para la obtención del título de Maestría en Estudios Latinoamericanos, por la Universidad de Cuenca, autorizo al Centro de Información Juan Bautista Vásquez para que haga de esta tesis un documento disponible para su lectura, según las normas de la universidad.

Cuenca a 18 de noviembre del año 2008

Luis Gustavo Álvarez Núñez

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PRIMERA PARTE: CREACIÓN ESTÉTICA DIEZ CUENTOS 1.1.- BATMAN Al señor Díaz se lo puede ver desde la calle, sentado en su silla de ruedas, asomado a la ventana, con una gruesa bufanda que le cubre hasta la nariz. Apoyado en su bastón, permanece con su mirada fija en algún punto; parece contemplar la nieve que cae, el movimiento en las calles. Corre un viento frío, muy frío. Se estremece. Cierra los ojos. Recuerda momentos alegres, momentos trágicos. Recuerda a Robin, mecánico, científico y sabelotodo en el acto de graduación, con su título en la mano y una amplia sonrisa; su primera pelea y su primera nariz rota; lo recuerda pidiendo auxilio desde el fondo del pozo, al borde de la cornisa, en medio del canal, en el fondo del río. “¿Qué será de Robin?” Se le humedecen los ojos. Se apoya en la mesa. Trata de levantarse para cerrar la ventana que deja entrar todo el frío de la ciudad, pero está demasiado cansado. Contempla con desgano el anochecer. Mira la hora. Ya es tarde. Hora de dormir, de descansar. Desde otra habitación llegan ecos de las noticias que escucha alguien en la radio: “Señoras y señores oyentes, acaban GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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de robar en el banco del Este, asesinando al guardia e hiriendo a otras tres...” El Sr. Díaz balbucea: “Si fuera más joven estuviera limpiando las calles de avezados rufianes, de criminales, de ladrones; barriendo con todos ellos de la manera arriesgada y heroica como solo yo sabía hacerlo”. Trata de levantarse nuevamente, pero le faltan las fuerzas. “Ya no soy el de antes”, dice, con tristeza. Cierra los ojos. Se dedica a jugar con su dentadura postiza, sacándola y volviendo a colocarla en su lugar. Repentinamente se le cruzan fragmentos de aventuras de aquellos buenos tiempos. Empiezan a desfilar en su mente los rostros de sus enemigos, los momentos de peligro, las trampas mortales, las grandes escapatorias. Insiste en explorar otros detalles de su vida pero ya no aparece nada más. Mira la ventana abierta. Suspira. Ingresa una violenta ráfaga de viento y tumba el retrato de Charles que hace un ruido seco al caer sobre el piso. El Sr. Díaz trata de alcanzarlo con el bastón. Lo acerca un poco. El vidrio se ha trizado. “Pobre hijo mío, Charles... no te mueras“. Se le vuelven a humedecer los ojos. Contiene el llanto. Hace un gran esfuerzo por tranquilizarse. Observa con tristeza el retrato de Charles sobre el piso. Bosteza. Mira hacia la puerta con la esperanza de que llegue la enfermera para ayudarlo a acostarse, a cobijarlo, a tomar la pastilla, a contarle el cuento de hadas que lo hará dormir hasta el día GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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siguiente. Mira nuevamente el retrato. Observa la puerta. “Alguien debe cruzar ya mismo para que salve a Charles”. Otra ráfaga arroja el florero con el clavel, muy cerca de sus pies. Recuerda las innumerables proezas de velocidad y astucia que protagonizó en las calles, y piensa que tal vez hubiese podido alcanzar ese florero en el aire y no dejarlo caer. Luego de hacer un esfuerzo supremo por aproximar la silla a la cama, descubre que el agua del florero ha formado en el suelo un charco. Permanece unos segundos tratando de darle sentido, pero desiste porque van tomando forma los rostros siniestros de otros tiempos, uno tras otro. Aquella situación se le antoja como la venganza de sus enemigos que ya saben donde está y tratan de acorralarlo para darle fin. Un párpado le empieza a temblar. Lagrimea. Levanta la mano derecha con lentitud, pausadamente, ganando espacio al aire. Su mano aparece rígida, deforme. Se limpia el ojo, pero continúa lagrimeando. Parece que llorara. Permanece sentado, en espera de que alguien llegue a acostarlo, a levantar el retrato de Charles, a secar el charco, pero, sobre todo, a cerrar la ventana. El Sr. Díaz balbucea: “Esa maldita ventana que deja entrar tanto frío. . . y ningún hijo de perra se aparece por ningún lado a ver si ya me he muerto. . . ¿Acaso no saben que soy Yo, Batman... el más grande paladín?” Ingresa la enfermera y lo sorprende en su rabieta. “¿Otra vez hablando solo señor GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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Díaz?” Le coloca una manta sobre los hombros. Levanta el retrato y lo coloca sobre la mesa. Hace igual con el florero y el clavel. Aproxima la silla a la cama. Lo ayuda a levantarse. Lo ayuda a aproximarse a la cama. “Venga, venga, despacio, despacio”. La enfermera se disculpa por llegar tarde: “Tuve que atender al pobre señor Thomas... ¿Conocía al señor Thomas?, el del 27, pobrecito, acaba de morir”.

El Sr. Díaz mira ansioso su cama. Solo desea

acostarse. Cobijarse. Dormir. La suerte de los demás le tiene ahora sin cuidado. La enfermera lo hace sentar al borde de la cama. Lo peina, le lava los dientes, le hace tomar sus vitaminas. “Su ojito le tiembla, pobrecito, debe ser por el frío.” Lo acuesta y le cubre con la manta bordada con la imagen del conejo Bugs, su preferida, que recibe con el mayor beneplácito. Al salir, la enfermera le da una última mirada: “Duerma tranquilo viejito”. Sale dejando la puerta semi abierta. Suspira. Todo aparece por fin en su lugar. Mira de reojo a Charles.

Mira el florero. Siente que

después de todo, al cabo de tanto tiempo y de tantos peligros, no le ha ido tan mal. Su fortuna le estaba sirviendo para pasar una vejez, hasta cierto punto, feliz. Ya no le importa que Charles no llegue a visitarlo. Le bastan sus cartas que la enfermera le relee los sábados por la tarde cuando no tiene nada que hacer. Se siente más que satisfecho con las flores que alguien le envía y con el osito GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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de peluche que le brinda toda la compañía que necesita. Busca al osito. Allí está, sobre el velador, junto al reloj. Hay silencio en el hospital. Todos duermen. El Sr. Díaz yace inmóvil. Tras la penumbra se lo descubre, sin embargo, con los ojos abiertos, alerta. Bajo las gruesas cobijas el secreto de su identidad está seguro y nadie puede llegar, de pronto, a amenazarlo, como no sea su propia invalidez que le impide cerrar de una buena vez aquella ventana que la enfermera, en su apuro, se ha olvidado de cerrar.

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1.2.- DIOS Cansado de que se discuta sobre la veracidad de su causa y de su existencia, Dios decidió un día descender de los cielos a la tierra para demostrar a crédulos e incrédulos, la verdad de su omnipotente presencia en el universo. Cuando lo vieron posarse sobre el techo de la casa de doña Meche, todo rodeado de ángeles que revoloteaban a su alrededor, pensaron que se trataba de una parvada de gallinazos que se disponía a devorar una grande y suculenta presa capturada en algún paraje de las cercanías; pero les hizo dudar el color de aquellas aves y el suave aroma a rosas que cundió por toda la comarca que opacaba todo olor artificial de desodorantes, colonias y potajes. La gente empezó a acercarse temerosa, dudando de lo que veía. Los muchachos del barrio corrieron a ver al paracaidista que había caído en el techo de la vecina. Los bomberos no tardaron en llegar para rescatar al intruso que ya había hecho desmoronar buena parte del techo de teja que amenazaba con caerse del todo ante semejante peso de ese sujeto tan alto, blanco y rubio que se había dedicado a contemplarlos de la manera más apacible, serena e indolente ante los reclamos de doña Meche que le gritaba: “¡Baja desgraciado infeliz que me tumbas el techo!” Estuvo así durante un buen rato, quizá en espera de que GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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algún bienaventurado dijera: “¡Miren, es él... Dios!” Pero, en vista de que

nadie lo reconocía, decidió posarse en el

patio. Y, en un alarde de poder sobrehumano, los ángeles lo tomaron de los brazos, lo elevaron y empezaron a descender con suavidad. Los perros al verlo llegar al suelo, empezaron a ladrarle y a tratar de morderlo. Cuando pudieron verlo de cerca se quedaron estupefactos

ante

semejante señor que no parecía ni muy joven ni muy viejo y que vestía a la moda hippie, con una túnica blanca que de tan larga tenía que arremangársela a cada momento para descubrir sus manos. El creyó que iba a ser evidente su rango y su categoría de manera que solo al verlo posarse sobre la tierra todos iban a correr a adorarlo y rendirle pleitesía; pero estaba sufriendo el desaire de los desaires porque esa multitud se resistía a ver en él más allá del común y corriente ser humano que representaba. El séquito de ángeles que lo custodiaba se mantenía levitando sobre él a prudente y respetuosa distancia. El leve movimiento de sus alas provocaba un vientecillo suave que empujaba hacia la gente el delicado aroma a rosas de aquel señor que permanecía impasible, observando todo lo que ocurría a su alrededor. Los niños reían a más no poder ante semejante espectáculo que ni el mejor circo del mundo hubiese podido igualar. Doña Meche, investida de autoridad por ser la dueña de casa, GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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se adelantó a 15

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bomberos y vecinos y trató de dialogar con él. Su aspecto de gringo la obligó a improvisar un lenguaje mezcla de gestos

y

palabras

en

procura

de

obtener

alguna

información; pero no dijo nada. “Solo se me quedó viendo con esa mirada

tan dulce y penetrante que me hace

recordar a mi finado Lucho. . .”, dijo, llorosa. Un bombero bilingüe intentó algo mejor. Le acercó un pedazo de pan y se lo ofreció con amabilidad: “¿Do you want pan?”, le dijo. El Señor hizo un gesto que no era de soberbia ni de orgullo con el cual les hizo darse por enterados de que él no estaba acostumbrado a esa clase de manjares pobres de este lado del mundo. Dios deseó hablarles, explicarles con frases convincentes la razón de su presencia en la tierra, pero se contuvo porque primeramente estaba dolido por la pobre recepción que le habían dado, y después porque nadie se había dignado reconocerlo. La situación era sumamente

incómoda,

puesto

circunstancias, decir a esa multitud

que,

dadas

las

“¡Yo soy Dios!”, los

hubiese hecho reaccionar, quién sabe si agresivamente por eso de la suplantación de la personalidad y la evidente blasfemia que representaría; o hubiese provocado la mofa general que lo hubiese hecho ver como un payaso, y no estaba dispuesto a que nada de eso ocurra. Quiso gritarles “¡Ya estoy aquí!”, y confirmarles la verdad de su estancia en la tierra y el cumplimiento de sus más caros deseos, GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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pero estaba comprobando que nadie le creería. Los niños permanecían sentados boquiabiertos, observándolo. Los bomberos estaban alerta a cualquier reacción, con sus mangueras, hachas y garrotes. Algunos hacían conjeturas respecto a que se podría tratar de la propaganda de una película de acción, y quien sabe si ese tipo sería el mismísimo Stallone, disfrazado. Otros lo contemplaban de lejos con el temor de que se tratara de un ser de otro planeta dispuesto a capturar al más ingenuo de todos para llevarlo secuestrado a los confines del universo.

Se

propuso enseguida cambiarlo todo con solo desearlo, se planteó la posibilidad de dejar de ser espíritu, y transformarse en un hombre de carne y hueso. Todos dijeran “¡Dios vive en la casa de doña Mechita!”, e irían a visitarlo y a hacerle sus pedidos directamente allá. Ya no habría

iglesias ni templos.

Lo sagrado ya no sería

sagrado. Todo el mundo se congregaría en una cola inmensa para suplicarle por lo posible e imposible, que sería posible para él. A lo mejor, el mundo se llenaría de seres desaparecidos, de mi abuela, de tu madre muerta, tus tíos. Ya no habría pobres, porque todos serían ricos. Sería un mundo, en donde todos los que alcanzaran a llegar ante él lograrían cumplir sus más ansiados deseos, y tornarían a colocarse en la cola para pedir lo que se olvidaron la última vez. Sería cosa de nunca acabar. Y no GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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le quedaría más remedio que cumplirlos, porque si no, ¿cómo demostraría ser quien dice ser? Los vio con mirada compasiva y suspiró. Empezó a sentirse incómodo con esa situación, y acarició la posibilidad de irse tal como había llegado. Cuando vio llegar al brujo sintió pena por la humanidad entera. Hubiese querido que por lo menos fuera un sacerdote, pero no un brujo. Eso sí que fue duro de soportar. Al principio el brujo se le quedó mirando, hizo algunos pases mágicos y con todo su aparataje de plumas y secretos milenarios se le fue aproximando a medida que cobraba confianza. De vez en vez bebía aguardiente para darse valor. Escupió en el aire para espantar a los malos espíritus. Le arrojó polvillos de todos los colores y le pasó su báculo por la espalda mientras espantaba a los ángeles que trataban de impedir la profanación. Al rendir su informe a la multitud les explicó: “Se trata solamente de un ser poseído por espíritus malignos en busca de consuelo, y eso de su expresión amable y el olorcito a rosas no es más que un ardid para atraer incautos y extraerles el alma”. Todos se mostraron asombrados pero dudaron que semejante versión fuera cierta, ya que si fuera un demonio estuviera escupiendo a todo el mundo o vomitando ácidos verduzcos y su cabeza estuviera dando vueltas sobre su eje. Se sintió el más ridículo de los seres al verse allí parado

a la

intemperie y bajo aquel sol al que no podía ordenar que se GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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ocultara solo por evitar el pánico y sobre todo para evitar fundar

la

convicción

de

su

existencia

en

efectos

cinematográficos, porque, a lo mejor, no iba a ser un efecto tan espectacular como los que estaban acostumbrados a ver en la televisión o el cine. Al constatar que había fallado, quizá por primera vez en su existencia, decidió partir, ya no de la manera como había llegado sino al compás de una música de circo salida de quien sabe donde. Convirtió al gato en perro y lo volvió a convertir en gato, hizo malabares con manzanas y naranjas, deleitó con sus saltos mortales y divirtió a toda la multitud con sus frenéticos y precisos pasitos de baile de experto cumbiambero. Los alentó a acompañarlo en el baile y, al terminar, lo aplaudieron a rabiar. Le arrojaron unas cuantas monedas que él las recogió en su raída túnica y se las entregó a su vez a doña Meche, haciendo un gesto que por la solemnidad con que lo hizo, bien pudo haber significado algo parecido a: “Para que repare el techo de su casa, madame”. Al despedirse hizo una profunda venia y con su séquito de ángeles se fue alejando por la vía principal hasta desaparecer tras una curva del camino. En ese instante todos reaccionaron y corrieron tras él para acompañarlo y verlo por última vez, pero ya no estaba. Durante muchos años conservaron en la mente la certeza de que ese fue el mejor espectáculo que

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habían visto en sus vidas, quizá

lo más cercano a lo

mágico, según unos, y a lo divino, según otros. 1.3.- EL SUEÑO DE SOFÍA Al despertar respira el mismo aire pesado en el cuarto y esa atmósfera imprecisa, de tantas veces, que no puede definir. Se siente más solo que nunca. Sofía permanece inmóvil. Carmichael deja que duerma un rato más.

Se

dedica a examinar los detalles de las cosas del cuarto: la foto de los abuelos aparece ya con las manchas del tiempo; la humedad ha dibujado figuras siniestras en las paredes: un duende, una araña, un demonio. Ese demonio sonríe maliciosamente y no le quita la mirada. La araña acecha y el duende espera seguramente la noche para desprenderse de la pared y sacar todo de su lugar. En efecto, el cuarto luce en desorden: un calcetín por ahí, el pantalón sobre la silla, la camisa sobre la cama, unas revistas por allá. Pero, el día se presenta largo para reordenarlo todo. Busca el reloj.

No aparece por ningún lado. Trata de adivinar la

hora. La penumbra le sugiere que serían posiblemente las seis. Mira a Sofía y la descubre en la misma posición de hace un rato.

Es un sueño tan profundo que ni los

movimientos ni el ruido que hace logran despertarla. El sol empieza a iluminar la ciudad. Desde la ventana se puede

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ver hasta el río, y más allá en días totalmente despejados. Se puede ver a los muchachos jugando en la cancha y festejando los goles con sus saltos mortales. Se ve a los ancianos paseando en el parque, a los autos correr, a la gente avanzar presurosa de un lado a otro. A Carmichael le gusta asomarse a la ventana y estar horas de horas explorando con la mirada, tratando de encontrar algo. Al cabo de esas experiencias retorna al taller, en donde encuentra solo cuadros empezados, sin terminar; lienzos vacíos, arrinconados, en espera de una chispa de inspiración que se resiste a llegar. Esboza una figura, un paisaje, un rostro, pero se manifiestan solo imágenes difusas, con gestos burlones, sin piernas y sin brazos. Se diría que son producto de algún accidente o de algún choque entre sus pensamientos que acabó por destrozar a todos los seres que habitan en su mente.

Contempla

largamente su mejor cuadro, Estratagemas en gris, un abstracto de radical ejecución que permanece colgado triunfante en la cabecera de la cama. Verlo desde esa posición le da otro valor, otro significado. De entre sus líneas y masas de color, le gusta descubrir formas conocidas. Pero ahora hay solo nubes, muchas nubes, de todos los tamaños y formas, que recorren el cuadro sin permitir descubrir nada. Cierra los ojos un instante. Quiere despertar a Sofía, pero se abstiene. A lo mejor está tan GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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cansada que sería injusto despertarla. Desea pintar en su honor un retrato, un paisaje con Sofía sentada en medio de un jardín pleno de rosas rojas, con sus ojos como tema principal. Se sienta a esperar. Sofía permanece en la misma posición.

Carmichael acaricia su pelo con

delicadeza para evitar despertarla. La manta deja ver la forma de su cuerpo que parece ser otro cuerpo. Sigue con la mirada los detalles de su espalda.

Su cadera ha

adquirido proporciones voluptuosas que la asemejan a alguna reina de belleza de esas que se pueden ver solo en la televisión o en alguna excitante fantasía. Sus piernas tienen cierto parecido a las de Erika, la vecina, aunque posiblemente más cortas y más delgadas. Es solo el cuerpo de Sofía, inmóvil. Su sueño es tan profundo que parece no respirar. Carmichael deduce que sería las siete de la mañana. Demasiado temprano para levantarse. Pero empieza a sentir hambre. Posiblemente tendrá que preparar algo para comer y empezar más pronto que de costumbre a intentar pintar la obra maestra que los sacará de la pobreza. Probablemente pintará el retrato de Sofía para tratar de consolarla por la muerte de Chispa. Usaría únicamente un lápiz

para terminarlo pronto y lo dejaría

junto a la cama para que al despertar lo viera y se admirara de la fidelidad en el trazo de sus ojos, de su maestría en el tratamiento de la luz, de su habilidad sobrehumana para GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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captar la dulce ingenuidad de su rostro.

Pero sería

únicamente su rostro y no el cuerpo, porque en los últimos tiempos se ha visto incapaz de dibujar cuerpos. Todos sus intentos han devenido en abstractos que han terminado olvidados en el taller. Ve de reojo al demonio de la pared. Empieza a desvanecerse por acción del sol que ataca la humedad de ese lado. Carmichael piensa que un rato más de permanecer en la cama no va a afectar en nada a todo lo que resta del día.

O bien, podría intentar hacer los

ejercicios que le recomendó Sofía. Aquellos abdominales que tantas veces le había rogado. Podría salir al parque a correr y practicar el taichí de otros años y luego comer aquellos pasteles de carne cuyo sabor lo enloquecen. Pero todo eso se ha hecho tan difícil, con el pasar de los años, que es mejor no hacer nada. Sin duda es mejor ser un excelente comedor de pasteles a ser un mal practicante de ejercicios y un taichí que provoca la burla de los niños del parque. Suenan las campanas de la Catedral. Sofía ha adoptado una pose fetal. Los quehaceres de la casa le parecen a Carmichael extenuantes. Recientemente probó, cuando Sofía se fue con su madre, por el asunto de la muerte de Chispa, a cocinar, lavar, planchar, barrer. Terminó al final del día con la espalda adolorida, hizo un hueco con la plancha a su mejor pantalón, y el olor a arroz GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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quemado no se quitó en tres días del cuarto. Carmichael lo olía por todos lados: en sus manos,

sus axilas, sus

pinceles. Era un olor aún más fuerte que el acrílico o el óleo, y no se perdía con colonias, ni perfumes, ni disolventes. Era un olor nefasto que acentuó aún más su soledad absoluta por el resentimiento de Sofía. Carmichael estaba plenamente consciente de que fue solo un accidente, pero ella lo acusó de la peor manera. Se abalanzó contra él, lo insultó, lo amenazó de muerte y finalmente lo abandonó por tres semanas hasta que se decidió a buscarla. Le rogó que lo perdone y le prometió nunca más volver a matar un gato suyo, a pesar de que él sabía que Chispa se había comido por accidente, la carne envenenada destinada para el ratón que mordisqueaba los marcos de sus cuadros. Sin duda, un suceso que no tenía que pasar a mayores. Pero, a juzgar por su actitud, todavía le duele la ausencia del gato. Carmichael suspira. Es duro comprender que él es menos importante que un gato. Levanta las mantas y contempla su cuerpo desnudo. Así, tal como está, en la penumbra, es perfecto: sin voz, sin tiempo, sin rencores, sin el gato en los brazos.

Siente

deseos de tomarla por atrás y despertarla en medio de un salvaje acto de amor y sofocarla con besos húmedos y prolongados. Pero al verla bien nota que sus senos son demasiado pequeños. GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

Descubre que su espalda es /2008

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estrecha y huesuda, y que solo su nalga resalta modestamente en medio de todo ese panorama.

No

obstante ha regresado y eso le produce alegría. Puede dedicarse ahora sí con más empeño a dibujar, pintar y tratar de ser un pintor de multitudes. Pero el fracaso de su arte se dejó ver en dos ventas el año anterior y una exposición colectiva en donde le impusieron,

por ser el

pintor menos conocido, el cupo de dos cuadros que fueron ubicados en el fondo del salón donde nadie quería llegar por cansancio o por temor a los espantosos seres mitológicos que había dibujado. Para obtener unos pocos ingresos había tenido que realizar trabajos esporádicos como promocionar libros de casa en casa y vender comida preparada en el mercado.

Por primera vez, Carmichael

conoció lo que es trabajar en serio. Experimentó la vergüenza de aquel uniforme, de aquel delantal amarillo, de aquel gorro y sobre todo de aquellos chuzos que la gente devoraba con golosa ansiedad. El resultado de toda esa experiencia fue, por lo menos, el pago de un mes de arriendo, cancelar dos planillas de luz y agua, y una cena con Sofía en el “Rancho Grande”, una picantería especializada en comida mejicana en donde una rocola permaneció durante todo el rato con las de Jorge Negrete y Pedro Infante. Intenta tararear “Cielito lindo” pero prefiere no hacerlo. GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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El sol se ha ocultado tras una nubes tan densas que han tornado ese alegre amanecer de gorriones cantarines y gente deseosa de pasear y redescubrir el mundo, en un ocaso triste y amenazador. Contempla con indiferencia ese fenómeno, pues ya ha experimentado muchas veces esos reveses del tiempo. A lo lejos se puede escuchar los ecos de una tormenta que se aproxima implacable. Empieza a llover. Toda actividad se va suspendiendo y todo ser vivo se alista para resistir el embate de quien sabe si horas y horas de lluvia helada y granizo. Lo que más le asusta a Carmichael son los truenos que escucha desde su cama, con la mirada fija en la ventana. Se cubre bien y trata de abrazar a Sofía para protegerla, pero desea más bien que sea ella quien lo abrace y proteja. Le da la espalda a Sofía y cierra los ojos en espera de que esa tempestad sea pasajera y termine pronto. Busca el reloj para ver la hora pero no lo encuentra. El tiempo parece haberse estancado en una penumbra constante que invita a dormir, a ocultarse. Y para colmo, los seres de la pared se han desprendido ya para hacer de las suyas. Busca al demonio y solo puede escuchar su carcajada siniestra bajo la cama. El duende juega con las cortinas y las avienta lo más lejos que puede. La araña atrapa todas las ilusiones que flotan en el ambiente y les succiona toda la vitalidad y posibilidades de realización. Carmichael se cubre con las GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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mantas, con la esperanza de que la araña pase de largo sin hacerle daño. Pero, confabulados, los seres de la pared se abalanzan sobre él y tratan de quitarle las cobijas. El se aferra a ellas con tal fuerza que les es imposible. Se calman y retornan a la pared a seguir esperando una oportunidad. Carmichael, sudoroso, mira a Sofía, se aproximó a ella y la abraza. Firmemente pegado a ella observa como la tormenta se aleja hasta concluir nuevamente en el cielo azul de hace un rato y en el sol esperanzador que volverá a secar la humedad de la pared. Serán posiblemente las diez. Sofía continúa dormida. Carmichael decide levantarse y empezar a hacer las labores de la casa. Sorprenderá a Sofía con un desayuno. A lo mejor unos huevos, un jugo de papaya, pan; pero recuerda que nada de eso hay en la cocina. Tendrá que sorprenderla otro día,

quizá el próximo domingo.

Pero

para eso tendrá que contar con recursos y sobre todo con suerte. Ya pensará en algo. A lo mejor vuelva al asunto de los libros o a los chuzos. Tal vez pintar un cuadro de éxito que le proporcione fama y fortuna. Lo más probable es que tenga que vender su cuadro de la cabecera de la cama para evitar morir de hambre. O quizá solo dormir y dormir para evitar pensar y preocuparse de todo eso, como hace Sofía. La observa gesticular,

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extenderse con pereza y

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despertar. Carmichael le da la espalda y continúa él el sueño, dejando que Sofía se preocupe por el resto. 1.4.- EQUIDAD Carmichael había amanecido despierto,

con unas

ganas terribles de fumarse un tabaco o beber una copa de ron, pero con la mayor falta de voluntad para ponerse de pie, caminar y complacer esos minúsculos deseos. No podía comprender esa absurda sensación de desamparo que sentía. Observó con envidia a Sofía. Estaba allí, serena, tan inconmovible en su sueño que ni los movimientos, ni el ruido que hacía lograban despertarla. Se había dormido, contestando con quejidos leves a las preguntas que le hacía Carmichael. Él había continuado despierto, sumergido en cavilaciones y preocupaciones imprecisas. Trató de acariciar su espalda, pero al verla tan apacible y tranquila contuvo su mano y se contentó simplemente con sentirla a su lado. Cerró los ojos e intentó no pensar en nada. Se mantuvo así unos segundos, sin éxito. Sintió un leve cosquilleo en su pene flácido. Se rascó con todo cuidado y a medida que lo hacía fue cobrando volumen, extensión y potencia.

Quiso despertarla para

protagonizar un acto de amor como nunca antes, pero pensó que mejor no, que era mejor dejarla tranquila. Quiso GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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encender la luz para leer, pero tampoco se decidió. Optó por permanecer inmóvil, para no molestarla. Sin embargo, su cercanía, el calor que emanaba y su aroma la hacían un bocado apetitoso, difícil de rechazar. Sencillamente estaba allí, a su disposición, y no tenía más que tomarla. Colocó la mano en su espalda y le dio un leve sacudón con la máxima ternura de que fue capaz, a la medida de su creciente ansiedad. Ella estaba soñando en selvas, montañas y desiertos que los veía desde lo alto a medida que

agitaba sus alas de águila real. Al despertar se

abalanzó a él y lo abrazó con fuerza. “Me caigo”, dijo. Se mantuvo en silencio. Luego explicó: “Estaba soñando que caía en un barranco y sus afiladas aristas de basalto me iban despedazando poco a poco mientras caía”. Emitió un gemido de dolor. Lo miró con ojos llorosos como entre nebulosas y trató de reconocerlo. Al hacerlo le comentó mecánicamente, con una inusual voz ronca, que había estado soñando que conocía el Sahara en la época en que todavía no era un desierto y que de pronto se vio acostada en un altar azteca convertida en una princesa a la que le habían arrancado el corazón y que la habían arrojado en un profundo despeñadero volcánico. Hablaba con los ojos cerrados. “¿Por qué me despiertas?”, dijo, molesta. “Me hubieras dejado morir como una princesa”.

Carmichael

percibió su denso aliento con rezagos del pollo frito que GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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habían comido en la noche anterior. No tuvo que decir nada porque la vio ceder al cansancio de la digestión o de la pesadilla, y balbuceado algo, quedó dormida nuevamente. Al rato dio un profundo suspiro que era la típica señal de que había iniciado otro viaje, de esos que al siguiente día se empeña en relatar sin parar, con todos sus colores y detalles. La observó detenidamente. Su expresión en la penumbra era más bien triste.

Carmichael no se

consideraba un mal marido; antes bien, se sentía el mejor amante del mundo, el más generoso, el más complaciente. “También sería el más fiel de no ser por Lolita… en fin, Lolita tiene que ser a lo sumo una aventura pasajera, de esas que uno no puede rechazar porque son valiosas oportunidades que se presentan de vez en cuando en la vida”, pensó Carmichael, sonriendo. Sofía no tenía por qué enterarse de los gastos que Lolita le estaba ocasionando, ni tenía tiempo para preocuparse, ya que había otras cosas que merecían mayor atención de su parte, como buscar un mejor trabajo para ayudar en los gastos de la casa, la operación de hernia de su padre, el cumpleaños de Daniela.

Carmichael no se consideraba perfecto porque

tenía sus deslices, pero tampoco creía haberse convertido en un ser digno de desprecio. Se consideraba, a lo sumo, un ser normal con sus pequeños vicios y flaquezas, de manera que ella no tenía grandes motivos para quejarse. GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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Le era fiel a su manera y seguramente, sin tomar en cuenta esa pequeña aventura, él sería el hombre más leal del mundo. Sofía se movió bruscamente y lo sacó de sus cavilaciones. Le colocó el brazo sobre el estómago, cerca de su pene que había vuelto a su posición de descanso y permanecía laxo, inmóvil, echado hacia un lado, sin esperanza de acción por el momento. Colocó su mano sobre la de ella y continuó pensando en Lolita: “Se veía espléndida en su traje de noche y también sin él...” Sofía, mientras tanto, continuaba su vuelo por Katmandú en la alfombra de Aladino. Cruzaba por Bagdad a velocidades increíbles gritando y alertando a comerciantes, mujeres y niños que observaban embobados su veloz paso por la ciudad. Carmichael le echó una última mirada y se levantó. Prendió finalmente un cigarrillo y se dedicó a contemplar el amanecer. Vio como el cielo se iba aclarando poco a poco. Era un cielo lánguido y triste, con colores opacos que lo hicieron temer por la suerte de ese día. No sentía sueño a pesar de no haber dormido. Retornó a la cama y la vio despertar. Estaba desnuda y se veía esplendorosa a pesar de su edad y de las ya evidentes libras demás en su cintura.

“¿Qué

haces?”

dijo

con

voz

temblorosa.

Carmichael le respondió con cierta indiferencia: “Aquí, parado”. Sofía encendió el televisor y se dedicó a ver las noticias de las seis dando profundos bostezos. “Son las GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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mismas noticias de ayer”, dijo Carmichael, sin desprender la mirada del cielo que se había tornado amarillento. “Seguramente el mundo está detenido desde ayer”, le respondió Sofía. Carmichael se acostó nuevamente y permaneció mirándola mientras encendía otro cigarrillo. Sofía, con un gesto de desagrado por el olor, salió y lo dejó a merced de los crímenes y asaltos que habían ocurrido el día de ayer y que todavía suscitaban el asombro de la gente. Al rato lo llamó a desayunar. Carmichael esperó a que lo llamase por tercera vez. Había preparado leche, huevos fritos y pan. Cuando lo vio aparecer le dijo: “Allí está la mantequilla”, señalándole el recipiente con el cuchillo. Comieron en silencio. Al rato, Sofía se levantó con medio pan en la boca, lavó la taza que había utilizado, la acomodó dentro del cajón y se dirigió al dormitorio. Encendió nuevamente el televisor y se acomodó en la cama para terminar de ver las noticias. “¡Son solo noticias de ayer!”, escuchó que le gritaba desde la cocina. Sofía mantuvo silencio. Vio a Carmichael acercarse y ofrecerle un pedazo de pan con mantequilla. Hizo un gesto de asco. “No, gracias”, le dijo, a la vez que apartaba el rostro. Carmichael se acostó sin decir nada. Observó las noticias sin hacer comentario alguno.

Mientras

las veía le iba

invadiendo un sopor incontenible y se acomodó para dormir un rato.

Sofía permitió que colocara la cabeza

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en su 32

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regazo. Al rato, le propinó un sacudón que lo sacó de una ciudad de caricatura donde corría por calles oscuras, perseguido por una bandada de arpías que le desgarraban la piel con las garras de sus patas. Levantó la cabeza y se miraron. “Empezaste a gritar”, dijo ella. Sin decir nada volvió a acomodar la cabeza en su regazo y trató de decir algo agradable, pero no pudo articular palabra. Cerró los ojos e intentó dormir. Se mantuvo así hasta que Sofía le retiró la cabeza con toda delicadeza y se levantó. La vio salir del cuarto y dirigirse hacia la cocina.

Se mantuvo

atento a todos sus movimientos. Escuchó como marcaba un número en el teléfono y preguntaba por alguien. Se levantó y se aproximó a la puerta. “Como sea un amante…”, pensó con rabia.

Observó sigilosamente:

estaba desnuda, apoyada en la pared. Se rascaba de vez en vez la cabeza y movía la mano trazando caprichosas letras en el aire. Se percató que insistía en formar una S. Carmichael tuvo la certeza de que más allá de la línea telefónica se encontraba su amante, el tal Sith, Sitharta o Sithon que repetía con deleite a cada momento. Regresó a la cama y fingió dormir. Sofía retornó tratando de no hacer ruido y volvió a colocar la cabeza en su regazo. “El tal Sithar debe de ser un extranjero o un adinerado con nombre raro, el nombre más estúpido del mundo, del más miserable y artero sujeto que se pueda imaginar, quita GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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mujeres,

quita

esposas”,

pensó.

Ella

permaneció

acariciándole el cabello hasta que se volvieron a dormir. Soñaron que se tomaban de la mano y se introducían con un gozo incontenible dentro del televisor, y que se fundían con aquellas imágenes hasta verse convertidos en los personajes de la película que estaban pasando. Paseaban por una playa sin fin. El agua tibia les acariciaba los tobillos y corrían para no dejarse alcanzar. Se abrazaban y se besaban sin reservas bajo la luz de la luna que era en realidad un reflector cuyo reflejo les bañaba el cuerpo con un tono plateado que los incitaba a la caricia, a la palabra dulce, al acto de amor. Rodaron, en cámara lenta, por la arena, abrazados, hasta llegar al mar y siguieron besándose y acariciándose con un delicioso frenesí que iba en aumento. Pero apareció, cuando menos se lo esperaban, un poderoso THE END que los ubicó en una penumbra. Pasaron enseguida a una angustiosa escena en la que Carmichael se precipitaba al vacío. A medida que se hundía, se dio cuenta de que no le iba a alcanzar el tiempo para salir a flote y empezó a agitar los brazos intentando salir de un mar cuya superficie se hacía cada vez más distante. A punto de ahogarse, alcanzó a ver una mano que pugnaba por sacarlo a flote. Era ella, Sofía. Despertó dando un grito y tomando aire a grandes bocanadas. “Soñé que me moría”, dijo. “Y yo soñé lo mismo, pero al revés, GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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dijo Sofía, la que se moría era yo, pero pude salir a flote”. Carmichael

sintió

una

necesidad

improrrogable

de

interrogarla sobre la llamada telefónica, sobre el tal Sithy, sobre su infidelidad, pero se abstuvo. “Hubiese sido mejor que me dejaras morir ahogado”, dijo Carmichael sin verla. “Estamos a mano”, contestó Sofía, “Tú también me salvaste de caer en el volcán”. Carmichael pensó que era tal su cinismo que no dejaba traslucir su infidelidad ni en sus palabras ni en sus actitudes. Se le cruzó, de pronto, el rostro de Lolita por la mente y deseó salir de allí e ir a buscarla. “Lolita nunca me traicionaría como me traicionas tú”, pensó. Se levantó y se vistió lentamente, sin decir nada. Sofía siguió viendo televisión con la mirada fija en aquellas escenas de gatos y perros parlanchines. “Me voy”, dijo Carmichael, con la mayor solemnidad de la que fue capaz. Sofía preguntó al rato: “¿A donde?”. Carmichael no supo qué responder.

Se sentó en la cama y trató de

razonar. Hizo el intento de interrogarla sobre la identidad del tal Sithia y sobre qué tiene que ver en su vida, pero con angustia creciente, pensó en la posibilidad de que se tratara de un detective que ella habría contratado para averiguar el por qué de sus llegadas en la madrugada de los días viernes y las razones para que el dinero no alcance para los gastos de la casa. Comprobó, en efecto, que ese nombre tenía algo de detectivesco y debía ser de alguien GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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con tez morena, de aceptable cultura, de estatura mediana y expresión amable que le serviría para poder desarrollar sus pesquisas sin sospechas. La semana anterior creyó ver, justamente, a alguien que lo seguía y supuso en el acto que se podría tratar de un detective enviado por su esposa; pero no la creyó capaz de tomar semejante medida tan radical y se olvidó del asunto, hasta ese momento, en que era evidente que por fin había rendido un informe que lo incriminaba. Aunque todavía existía la posibilidad de que ese sujeto tratase de seducirla o de que estuvieran, en efecto, manteniendo un romance secretamente; o de que, por último, tratase de chantajearlo a él con las fotografías de Lolita; de manera que la situación era incierta y de extrema peligrosidad. “Está bien”, dijo, “sé que lo sabes todo”. Se levantó y empezó a dar vueltas por la habitación esperando una reacción de su parte, pero Sofía seguía con la mirada fija en el televisor. Carmichael se decidió a no dejar las cosas así. Se paró frente al televisor y trató de hacerse notar, pero al verla buscar con desesperación las imágenes del televisor, tuvo claro que él ya no le importaba para nada. Carmichael se dirigió a la cocina y trató de llorar. Sintió un profundo dolor por aquella situación tan absurda e inestable y quiso que nada de lo que los separa hubiera ocurrido. Deseó no haber conocido nunca a Lolita y que Sofía nunca hubiese necesitado de los servicios del tal GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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Sithon. Estuvo un rato más en la cocina y después de meditar entró en el dormitorio. Sofía creyó ver un extraño brillo en sus ojos. Lo vio aproximarse, quitarse la ropa e ingresar a la cama. Sintió como la abrazaba y él sintió a su vez como ella le correspondía. Aquel abrazo esperanzador lo llenó de gozo, y, con la firme voluntad de olvidarlo todo, dijo para sus adentros: “Después de todo, estamos a mano”, y siguieron viendo televisión durante el resto del día. 1.5.- HISTORIA DE PIRATAS Sofía preguntó: ¿qué mismo estás leyendo, querido? Carmichael hizo una mueca de sorpresa. Pues… Sofía se levantó y se entretuvo buscando algo en el cajón de su velador. No se atrevió a decir nada. Continuó leyendo en silencio que el Almirante se negó a dar permiso al marino Howard para que desembarque en la playa por temor a que los piratas los ubicaran y les dieran alcance. Carmichael se sentía como un pirata aventurero y desalmado. Si él fuera Gervasio los torturaría quemándoles los ojos con hierros candentes y los haría caminar por la plancha uno a uno y los lanzaría al mar para que se los coman los tiburones. Al oírlos gritar les diría “Adiós my friends, nos vemos en el infierno”. Miró de reojo a Sofía quien seguía escarbándose GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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las uñas de los pies en un perfecto e ideal silencio. Permaneció observando ese extraño rito de cutículas y uñeros, limas y cortaúñas de alta precisión, sin alcanzar a comprender qué tipo de deleite comportaba cada pincelada de esmalte, cada punto, cada línea, cada sombra.

El

Almirante, mientras tanto, había capturado al pirata Gervasio quien vociferaba mostrando sus espantosos dientes podridos, dejando un vaho cadavérico que obligaba a taparse con un pañuelo a toda esa bola de aniñados, querida; qué burla de marineritos son esos, que no pueden soportar la asquerosa imagen de un pirata de los legítimos, querida, faltaba más. Sofía, hizo un gesto de reprobación sin mirarlo. Gervasio les gritaba hijos de una grandísima y una recontra y una afilada reputa. ¿Afilada? ¿Hay putas afiladas, Sofía? ¿Entiendes tú eso? Yo, no. Sofía se volvió a verlo. Carmichael hizo silencio. Esperó a ver qué novedades entrañaba su mirada. Deseó comentarle algo sobre Gervasio y su conflicto irresoluble con el Almirante. Deseó decirle que Cipriana, la mujer del Almirante, estaba enamorada en realidad de Gervasio; que la acaramelada voz de María era la más sensual, la más dulce; que María era la amante de Gervasio que hacía el amor con él pensando en el Almirante; que sus ojos eran tan brillantes como los de la niña Roberta, la hija putativa del Almirante que era en realidad hija de Florindo, el cocinero que murió GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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envenenado extrañamente con uno de sus propios potajes, el día del asalto a la fortaleza de Miramar; deseó decirle que, pero, ¿te pasa algo, querido? Sofía dio una última pincelada al dedo gordo. ¿Qué te sucede? Ese libro te va a rebanar los sesos, querido. Su mirada penetrante sonó a no me vengas con ojos saltones de niñas putas, ni me vengas a comparar con mozas de piratas de porquería, ni almirantes maricones. Carmichael sonrió. Puede ser, dijo, y siguió pensando en María, porque si yo fuera el Almirante, no desperdiciaría semejante bomboncito de morena, sus curvas, sus senos de miss universo, sus labios de Angelina Jolie, sus nalgas de Jennifer López. En realidad, las obligaría a las dos a darme todo lo que yo quisiera; nada de piratas pendejos, ni marineros de agua dulce. Carmichael se fijó en Sofía quien debe ser más o menos como Cipriana, o más bien un producto intermedio entre Cipriana y María, tendiendo, más bien hacia María o hacia Cipriana. Carmichael sonrió y continuó leyendo que María dio inicio a su tratamiento soplándole al oído a Gervasio e introduciendo la puntita de la lengua muy sutilmente, haciéndolo

temblar,

para

enseguida

desvestirlo,

empezando por despojarlo de su espada enmohecida con suma cautela, lamiendo el filo sin cortarse, pasándola por su cuerpo desnudo con lentitud, deseando que fuera el Almirante, deseando intensamente estar con él en su GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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camarote o en la playa de la isla del Gallo de Tres Crestas en donde lo conoció una tarde; deseando tener las fuerzas suficientes para traspasarle la espada y poder correr tras su adorado inglés; entonces, yo, si fuera el Almirante, la llevaría a mi camarote y despacharía a semejante bonbonzaso de mujer, sin pensar dos veces, María de mi corazón. Sofía hizo un comentario entre dientes que Carmichael no alcanzó a escuchar. Sacudió la cabeza ¿Es a mí? Sofía le pidió que le alcance el control del televisor. Se lo dio. Sofía encendió el televisor y ubicó la novela de la Pantera Salvaje que está lindísima, lindísima. Carmichael dejó el libro a un lado. Trató de seguir el hilo de la novela. De rato en rato le pedía explicaciones sobre qué hace montado ese suco en un caballo en medio de la sala con cara de grandísimo cojudo, querida, y esa señora que llora tanto sin que se le vea una sola lágrima, querida, y ese otro que no sabe actuar, y ese otro que parece homosexual, ¿cómo dices que se llama?

Sofía le pidió que cállate,

querido, por favor. Miró fijamente como Ernesto besaba a Elena y contó los minutos. ¡Diez minutos! Tú no besas diez minutos, querido, ¡aprende! Carmichael, carraspeó. Cogió su libro y pudo comprobar como Gervasio mató al Almirante luego de perseguirlo por todo el barco, dándole alcance en la proa y metiéndole la daga en el estómago, hablándole muy de cerca y escupiéndole cada frase hasta GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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verlo caer rendido al poder de su hierro candente, sintiendo como destroza su páncreas, como pasa por sus intestinos y los rebana en pedazos, como le llega al corazón, transmitiéndole un frío angustioso que le va cortando el aire poco a poco. Gervasio empujó la daga hasta el final y se empapó en su tibia sangre de héroe inglés. Antes de caer, le espetó en su cara esto es de parte de Cipriana. Carmichael hubiese querido otro final para el Almirante, pero le agradó que dejara libre a María y que Cipriana quedara viuda para que pudiera irse con su amante apestoso. Impactado por semejante escena, se mantuvo ojeando el libro, pasando y repasando sus hojas. A pesar de considerarlo su rival, en el fondo, no deseaba su muerte, así que, con la esperanza de que al hacerlo, cambiara la suerte del Almirante, retornó al capítulo anterior y volvió a leer con resignación que María daba besitos cortos e indiferentes

al

cuello

de

Gervasio,

aguantando

la

respiración, anhelando que hubiera una suerte de magia negra en el mundo que lo transformase en un ser más culto, con ilustre apellido y uniforme con charreteras doradas. Si debía estar a su lado, por lo menos debía parecerse a su adorado Almirante. Gervasio bebió un sorbo de cerveza, pero te voy a matar, desgraciado, y me quedaré con tu barco, con tus tesoros y con tu mujer ¡Ja, ja, ja!. María se alejó lo más rápido que pudo porque GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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Gervasio iba a entrar en una de sus típicas algazaras de adolescente malcriado. Carmichael cerró el libro para no escuchar la voz melindrosa de Gervasio. Miró de reojo a Sofía y pensó que también podría darle un tratamiento de besitos cortos empezando desde el cuello hasta llegar a la punta del dedo gordo del pie. Se le aproximó y trató de abrazarla.

Sofía

se

acercó

a

él

sin

decir

nada.

Permanecieron así unos instantes. El televisor continuaba con la pantera y el suco del caballo. ¿Cuántas horas dura esa novela?, preguntó Carmichael, sacudiendo la cabeza para espantar el sueño. Sofía le murmuró que es un capítulo especial de dos horas y media y no hagas bulla, queridito porque me desconcentras. Carmichael cerró los ojos. Perdió el sentido. Al cabo de un instante abrió los ojos y la vio moverse entre las nebulosas de su sueño. La siguió con la mirada, la vio levantarse, apagar el televisor, acomodar sus herramientas de belleza. Vio el reloj. Eran las once y media. Había estado soñando que era el Almirante el que mató al Pirata Gervasio y que se quedaba con mi María, el desgraciado. La vio aproximarse a la cama y acostarse. Carmichael esperó el momento preciso para abordarla. Se desnudó. Apagó la luz y se le aproximó. Soy Gervasio, el Pirata de los siete mares, el más podrido, el más desalmado, el mejor amante del mundo, pensó, pero mejor no, voy a ser el Almirante para despedazarte a GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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mordiscos, María, lamerte lo que nunca te he lamido, besarte hasta dejarte moribunda; me vas a rogar en medio de la pasión que ya no más, ya no más, Roger de mi vida, me vas a coger del cabello y vas a desgarrarme la espalda; y Yo, entre un charco de sangre, te voy a hacer llegar al orgasmo más intenso de tu vida. Carmichael colocó la mano en su pierna, con toda la ternura de que fue capaz. Sofía no se movió. Carmichael, con el pene palpitante, continuó con sus caricias y ascendió hacia su vientre, pero Sofía no reaccionaba. Carmichael trató de moverla. Querida, dijo, ¿quieres hacer el amor? Sofía no respondió, se había quedado dormida. Carmichael suspiró. Encendió la luz. Sin ganas de seguir insistiendo se alejó un poco de ella para no interrumpir su sueño. Cogió el libro y lo abrió justo en el momento en que María escapaba de Gervasio, que en medio de la borrachera, lanzaba lo que encontraba a su paso reclamando por ¡Cipriana, ven, donde quiera que estés! Cipriana salió del clóset donde había permanecido oculta por temor a María, quien empezó a llorar de impotencia al verse obligada a presenciar la escena de amor entre su hombre y aquella intrusa de pelo rubio y ensortijado. En el momento del éxtasis, salió del cuarto con unas terribles ganas de vomitar. Corrió sin parar, en busca de algo que no podía precisar. Carmichael le siguió la pista y la vio correr desvalida por el barco ante la mirada voraz GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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de

los

hombres

que

reían

sin

cesar,

sabiéndola

desamparada. Su tez morena brillaba bajo la luz plateada de la luna que dejaba ver un sudor espeso, ardiente que corría por su frente y sus mejillas. Sus ojos permanecían abiertos, alertas ante la arremetida de los piratas que trataban de atraparte mijita para probar nosotros también los manjares que prueba el Capitán, hasta que lograron acorralarla sin que sus gritos de ¡Gervasio, Gervasio, desgraciado de mierda!, pudieran escucharse, por la algazara que habían armado. El más ansioso se aproximó a ella y trató de cogerle los senos, pero María le rasguñó la casa y ¡que deliciosas uñas tienes, mamita!, alejándose adolorido con la cara ensangrentada. Uno la tomó por los brazos y otro la sujetó de la cintura. María no pudo resistirse al ataque. Carmichael, mientras tanto, buscaba desesperadamente una espada, probó una y otra y se aproximó al grupo que había logrado, finalmente, arrancarle el vestido. Ensartó a uno y, hasta que se den cuenta del ataque, mató a otro y otro más que cayó escupiendo sangre, dándose la vuelta para tratar de conocer al grandísimo hijo de puta… cayendo sin remedio al piso. Al verlo de cuerpo entero se dieron cuenta de que se trataba de un sujeto desnudo que no parecía ser de este mundo, y que había salido de quien sabe donde para tratar de defender lo indefendible. GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

Algunos desearon correr al /2008

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reconocer en él a un íncubo vicioso que va a tratar de ensartarlos por atrás con su pene de tres metros. Otros, los más valientes, se decidieron a hacerle frente, pero sus cuellos cedieron al filo de la espada. Corrían gritando ¡a las armas!, sin poder encontrarlas porque Carmichael las había arrojado al mar. Mientras corrían, aprovechó para tomar la mano de María que se resistió a ir con él porque seguramente me vas a violar, extraño, pero qué más da, más vale que sea un valiente antes que los sucios hombres de Gervasio. Corrieron en busca de resguardo, y tras una puerta de madera de pino aprovechó los breves instantes de que disponía para darle un beso que le supo a miel y le hizo desear estar en un bosque por toda la eternidad; pero era demasiado tarde, porque Gervasio en persona había llegado para conocer al demonio con pene de cinco metros, comprobando que se trataba solamente de ¡Mequetrefe infeliz! que empuñaba su espada con toda la fuerza de que era capaz al ver aparecer a semejante ser tan horroroso que se había quitado la camisa para poder enfrentarlo. Los dos

permanecieron

frente

a

frente

unos

instantes,

mirándose a los ojos, hasta que Gervasio se decidió a lanzar la primera estocada que Carmichel pudo esquivar con agilidad, para enseguida lanzar la suya, que surcó por el aire sin efecto alguno. Gervasio reía sin cesar. Sus gritos estremecían el lugar, porque no te vas a escapar con mi GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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mujer demonio de pacotilla. En el desorden que se había armado, no pudo evitar que atrapen a María que se dejó guiar

dócilmente

hacia

donde

estaban

los

demás.

Carmichael corrió en busca de lugar seguro, y cuando trató de saltar al mar fue alcanzado por un perdigón. Cayó herido sin remedio. Entre la multitud, creyó reconocer a Cipriana que trataba de esconder en la espalda algo parecido a un arcabuz. Los vio acercarse, y se resignó a su final, porque así te quería tener mi querido Roger, ahora Cipriana es mía y tu barco y tus tesoros. Haciendo un esfuerzo supremo, se levantó y trató de correr. Logró llegar a proa y se enfrentó desarmado a Gervasio que introdujo su daga lentamente hasta hacerlo caer rendido. Mientras yacía en medio del charco de su propia sangre, María se le acercó y le limpió la frente. Sintió sus tersas manos y escuchó su leve no te mueras papito de mi vida. Con el último suspiro que le quedaba le dijo: gracias, sin saber por qué lo decía, mientras Gervasio vociferaba y ahora muere porque lo que te espera son los tiburones. Sintió como elevaban su cuerpo y como lo arrojaban al mar que lo recibió entre sus frías aguas hasta que todo se le hizo negro muy negro. Sofía sintió la ausencia de Carmichael y al buscarlo solo descubrió el libro que había caído al suelo, abierto en la página 146. Leyó con desgano que el Almirante, decidido GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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a terminar con su conflicto de pasión por María, se enfrentó a los hombres que bla, bla, bla y cuando apareció Gervasio, bla, bla, bla el pobre infeliz fue asesinado y lanzado al mar ante la mirada atónita de María. Sofía arrojó el libro al suelo y se sentó a esperar, pero presintiendo que iba a tardar demasiado, se acostó y trató de conciliar el sueño. Sofía no alcanzó a leer que la suerte de María se le había acabado con la muerte del Almirante. A partir de esa noche se negó a recibir alimento y prefirió permanecer encadenada en un frío calabozo del barco, sin dejar de llorar un solo instante por su Almirante, hasta que murió de hambre o de nostalgia. 1.6.- LA ARAÑA Linda, linda arañita. . . Alberto contempla y el cura arregla su ropa mientras medita en ¿Este loco qué hace? . . . otra vez jugando con esa araña. El cura trata de quitarle la botella. ¡No... es mía! ... amiga mía... araña mía. El cura lo mira colérico. Se huele a incienso de ayer, de anteayer, de la misa del sábado, de la misa de Navidad. Es un olor persistente. Es olor a iglesia, olor a cura y si no me das esa botella te hecho a la calle loco de mierda.

Alberto

abraza la botella y observa al cura, boquiabierto, obsesivo, baboso. Araña mía, solamente mía, balbucea mientras se GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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aleja. El cura enciende el televisor: “. . . y hasta este momento son tres las muchachas asesinadas por el violador de la guayabera verde. . . “¿Cómo así saben que es verde? Porque alguien lo vio correr. . . Lo vio correr y le gritó: ¡Alto!

Lo persiguió,

pero corrió como venado el

desgraciado. Cojeaba. A Aurelio le dio miedo y se detuvo. Lo dejó alejarse... no vaya a ser que por comedido... “Y lo único seguro, señoras y señores, es que usa una guayabera verde”. ¡Qué miedo, doña Caridad!,

dice Doña

Josefina mientras sirve el té y Roberto lee: “El violador de la guayabera verde ataca de nuevo. Esta vez en la avenida Nueve de Octubre, en pleno centro de la ciudad. La víctima, cuya identidad se desconoce se encuentra en la morgue de la policía”. Pobrecita. Pero verás, Inesita, mejor te buscas otro trabajo, no vaya a ser que ese loco te encuentre

a media noche y te mande fauleando. No,

señora, él las mata y luego las viola. ¡Qué horror! Las atemoriza, las tortura, goza haciéndolas gritar y luego las estrangula con sus propias manos, y luego sí las viola; pero no se sabe con qué diabólicos fines les cortará un pedazo de las nalgas. ¡Qué asco! El detective Zambrano no sabe por dónde empezar pues ha atacado en el Guasmo, en Daule, en el centro, y ya mismo lo hace en nuestras oficinas, teniente. El Teniente Mendoza da una fumada a su líder y verá Zambrano, usted solo tiene que GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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encontrar a ese cojudo y deje de quejarse, busque testigos, pistas, disfrácese de mujer y hágase violar, pero haga algo. El detective Zambrano sale. Comenta: A lo mejor tenga que disfrazarme de mujer... Avanza despacio observando el ir y venir de la gente. A lo mejor llueva, comenta Mariana. Carlos le da un beso.

Se abrazan. Carlos le hace el

comentario al oído de que hay una buena sobre un depredador en el cine.

Mariana asiente con la cabeza.

Sopla un viento fuerte y desarregla el peinado de Antonio. Dame un chuzo. Ya mismo, caballero. Antonio se peina. Espera.

Mira al chucero preparar el chuzo. ¡Apúrese!,

dice. Se huele a carne asada. Huele rico. El chucero viste de verde: pantalón verde oscuro, sombrero de tela color verde y guayabera verde. Antonio lo mira. . . No vaya a ser éste el violador… a lo mejor ésta no sea carne de res, sino de las nalgas de las mujeres. . . “…porque su modus operandi solo puede ser el de un loco, señoras y señores, oyentes de su FM 105.6”. Antonio se asquea. No espera a que termine su tarea el chucero y se aleja. El chucero lo observa con calma y este chucha su madre lo hace ilusionar a uno con la venta y lo hace ir en blanco. “…pero eso no es nada, señoras y señores, oyentes de su Radio Caravana AM y FM, luego de matarlas, las viola. . .” Apaga eso, dice doña María. Don Jorge apaga el radio. Doña María comenta: Estamos peor que en un manicomio con GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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tanto loco. Nuria aprueba con la cabeza. Sería mejor ir a vivir al campo donde sí hay tranquilidad, dice Nuria. Aquí ya no hay donde salir ni de día ni de noche, dice Don Jorge. Nuria vuelve a aprobar con la cabeza. La Luna está en lo alto y ya anocheció, querido, dice doña Magdalena, no salgas así, de mujer. . . te van a creer del otro bando. El detective Zambrano no dice nada. Se arregla el maquillaje. Se acomoda la falda. ¿Estoy guapa?, interroga. Coge el revólver y lo oculta en la cartera. ¿Y si no te da tiempo a sacarlo?,

pregunta doña Magdalena. Pues tendré que

buscarme marido, comenta mal humorado, mientras sale. Eugenia duda antes de salir a hacer la visita a Violeta y ¿qué me puede pasar?, dice, la ciudad es tan grande... Carlos implora: ¡Apúrate! Mariana se arregla y vamos, pero más te vale que ese depredador esté bueno... Y si me persigue, corro y corro, pero mi trabajo no lo pierdo por culpa de ningún loco... Qué tonta eres Inés, dice doña Rosaura, ¿Y si ese loco te mata? No me va a matar, contesta Inés con aplomo, a esa hora todavía hay gente en las calles. Es una noche calurosa de grillos chillones. La luna se ha ocultado. En algunas calles solo hay dos o tres focos que alumbran místicamente el paso de gente apurada que mira temerosa a un lado y otro. De vez en vez un ratón cruza de una acera a otra a toda carrera. Dos borrachos GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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avanzan abrazados. Esquivan las piernas de durmientes callejeros. Son niños durmientes, ancianos, mendigos durmientes. Son las tres de la madrugada. En la ciudad hay casi un increíble silencio completo. Alguien ríe. No se sabe de dónde proceden esas risas. En la iglesia todo aparece en su sitio. Han barrido. Todo está limpio. San Francisco mira al tumbado con ojos desorbitados y no se nota en la penumbra el halo de santidad de San Pedro. En el altar mayor hay solo una velita que alumbra con su luz temblorosa el pan de oro, las heridas de Cristo, el llanto de María. A un costado está el cuarto del cura que duerme profundamente. Su puerta está cerrada. Al fondo del pasillo, junto a la estatua del Hermano Miguel está el cuarto de Alberto. La puerta está entreabierta. Las luces están prendidas. Es una abertura de unos diez centímetros por donde escapan sus carcajadas y sus ¡cómele, cómele! Alberto ha metido dentro de la botella una mariposa que aletea tratando de escapar. La araña acosa. Se prepara. La mariposa revolotea. Da brincos y choca contra la tapa. La araña permanece a un costado, segura, firme y ¡ataca! Alberto ríe. Se divierte. Agita la botella. La acerca a los ojos. La aleja.

Mira por arriba, por abajo, por los

costados... Es una araña bonita.

Es grande.

Panzona.

Espera con paciencia a que su víctima se canse. Alberto se regocija y goza al máximo el placer de su mordisco GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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mortal y su lenta succión. Abraza la botella y ríe.

Sus

carcajadas invaden la iglesia, la calle, y sus ecos avanzan estremecedores

atropellando

a

noctámbulos

y

trasnochadores que apresuran el paso para no dejarse alcanzar por la mortal amenaza que presienten oculta tras cada esquina o a la espera en algún alejado lugar de la avenida. 1.7.- LA ESPERA Las bombas cesan de caer y se instala en el campo un silencio amenazador. Unos pocos soldados, los más arriesgados, se atreven a sacar las cabezas de las trincheras. Lo hacen con sumo cuidado, sosteniendo su casco con ambas manos, como para evitar que en una explosión, la cabeza les vuele lejos del cuerpo. El humo empieza a disiparse. En ciertos lugares la densidad cede espacio a la claridad y los soldados pueden reagruparse. “¡A mí!”, se escucha a lo lejos. Los soldados que pueden caminar se apresuran a dirigirse en dirección de aquella voz. Lentamente se los ve reagruparse, mostrando sus cortes en la cabeza, sus heridas profundas, el uniforme raído, sus marcas de heroísmo; abrazados a algún compañero o ayudados por su fusil, al que se le puede dar las más diversas utilidades. Al verlo aparecer tras la GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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humareda, se quedan paralizados. Es él, el teniente Salas. Lo observan acercarse sin atinar a decir nada. Lo ven hacerles el ademán convenido de seguirlo y lo siguen. Pasa por delante de ellos, sin mirarlos, empuñando firmemente su arma. Todos sienten su energía sin límites que los subyuga. Dando un resoplido, salta sobre una roca y enfila por un sendero carcomido por las explosiones. Los que pueden seguirlo tratan de avanzar rápidamente, sin decir nada. Van recogiendo en el trayecto a los heridos menos graves y los obligan a caminar. Se alejan lo más rápido que pueden tratando de no escuchar a los que se quedan porque una orden es una orden y el teniente es el que manda. El pelotón logra cruzar el río y se introduce en una quebrada que impide divisarlos.

Mientras tanto, los

que han quedado atrás, al saberse abandonados, crecen en llanto y se quejan, gritan horrorizados al verse sin piernas o sin brazos. Unos, tratan de detener con las manos la sangre que se abre paso fácilmente entre los dedos en hilillos que poco a poco forman pequeños charcos; otros se revuelcan hasta dejar de gritar y quedar estáticos, en una extraña pose. Alguien grita con su último aliento “¡Nos han abandonado!” que repite hasta no poder más. Yépez, al abrir los ojos, no se da cuenta de lo que está sucediendo, hasta que siente aquel dolor intenso en la pierna derecha. Se toca. “Sangre”, dice, al verse la mano. GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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Se trata de una pequeña esquirla que la retira con sumo cuidado. Se coloca un pañuelo y presiona para evitar la hemorragia. Trata de levantarse pero no puede. El intenso dolor se lo impide. Pide auxilio pero sus gritos no rebasan los límites de aquel campo. Le invade una gran desesperación. Se sabe abandonado y trata de levantarse. “¡Aquí estoy!”, grita, pero el dolor y el profuso sangrado de la pierna le impiden avanzar. “No me pueden hacer esto”, dice. Corta un pedazo de su guerrera y se lo coloca alrededor de la pierna. Aprieta. Hace un gesto de dolor. Aprieta un poco más. Observa fuera de la trinchera y trata de encontrar algo que no puede definir. Tal vez alimento, al enemigo, al teniente Salas, a Elena, a su madre. Permanece inmóvil, entretenido observando la labor de las hormigas que acarrean pequeños fragmentos, en una larga fila que cruza por cuerpos, ramas y demás pertrechos regados en el campo de batalla. Observa que entran y salen del cuerpo de Morales, seguramente extrayéndole las entrañas. Se acuesta. Cierra los ojos. Trata de no pensar en Morales.

Observa la pierna.

La venda aparece

empapada. Trata de dormir. Al cabo de una hora se despierta sobresaltado. Observa con cuidado fuera de la trinchera.

Todo sigue igual que antes.

Las hormigas

siguen en su labor, pero ahora destripan a Quizhpe. Son hormigas grandes y despiadadas. “Seguramente yo seré el GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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último en la lista”, dice.

Se recuesta.

El estómago le

gruñe. Trata de no pensar en comida ni en el dolor de la pierna que va creciendo en intensidad. Desata la venda y observa el estado de la herida. Persiste el sangrado. Retira con asco fragmentos de tela del pantalón que han permanecido todavía en medio de la carne. Vuelve a atarse la venda con fuerza.

“Dicen que mi padre murió en

circunstancias similares, en otra guerra, hace ya mucho tiempo. Yo no lo conocí, pero mi madre me hablaba de él, de su fuerza de carácter, de su amor por nosotros. Su sola mención era una inspiración para todos nosotros.

De

hecho, yo me llamo como él, y traté siempre de hacer honor a su nombre, hasta lo de mi tía Raquel. Cuando cumplí dieciocho años me organizaron una fiesta. Al terminar, mi tía Raquel me llamó aparte, con la intención, según ella, de darme un regalo que no olvidaría jamás. Me abrazó y sin entrar en muchos detalles me contó una historia extraña sobre mi padre que no quise asimilar y que rechacé por considerarla contraria a la imagen que me había forjado del ser que mi madre me enseñó a querer. Mi padre no era así,

le repetí varias veces y me alejé

asegurándole que nunca más le volvería a escuchar. No volví más por su casa. Mi tía murió, poco después, de un ataque al corazón y ninguno de nosotros quiso ir a despedirla. Mi madre sí fue porque era su hermana y GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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porque le perdonó ese infortunado desliz. Yo, en cambio, no le perdoné nunca el haber matado al padre que llevaba en el corazón como el tesoro más valioso. ¿Quién fue mi padre? La tía Raquel dijo que nos abandonó cuando yo tenía dos años, ¿es eso cierto, mamá? No creo que sea cierto, porque él era bueno, nos amaba, mamá, nos quería. ¿En qué guerra murió mi padre? El silencio de mi madre no confirmaba ni negaba nada, por lo que opté por no preguntar más y encontrar las respuestas en mi interior. Por eso decidí hacerme soldado, para no estar más en la casa y dejar de pensar en ese asunto. Por otra parte, me atrajo poderosamente la idea de viajar por lugares desconocidos provocando la admiración de la gente que nos vería pasar en los desfiles, en las paradas militares, en. . . Me vería Elena que según mi madre no me conviene, pero es tan dulce, tan comprensible y está siempre cuando necesito que alguien comparta mis alegrías o mis lamentos. El último día en la ciudad, antes de venir para esta selva, me invitó a pasar a su cuarto y pude conocer sus cosas: sus juguetes de niña, sus cuadernos, su cama, su ropa interior... Elena, tus piernas eran tan suaves; toda tu piel, tan delicada. Tu aroma lo tengo impregnado en mi cuerpo. Tus labios me mordían nerviosamente y yo te besé cuanto más pude” Yépez duerme. Se agita. Siente la misma sensación de placer que sintiera esa tarde y no puede GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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evitar contener la eyaculación. Abre los ojos. Suspira. “Mierda”, dice. Ha caído la noche. Trata de ver algo, pero no distingue

nada.

Suspira nuevamente.

Se siente

incómodo. Trata de pararse, pero solo puede arrastrarse. Se abre paso en la oscuridad. Avanza a tientas. Roza un cuerpo. Busca en los bolsillos. Nada.

Busca en otro

cuerpo. Encuentra un encendedor. Lo prueba. Genera una pequeña llama verdosa. Regresa a la trinchera. Siente que retorna el dolor en la pierna. Busca papeles en los bolsillos. Junta ramas y hojas secas. Las prende y permanece unos instantes, viendo la llama. Desata la venda y observa la herida con mucha atención. Presiona con cuidado en los bordes. Sale, de pronto, un chorro de pus que le empapa las manos. Yépez pega un grito. Mantiene estirada la pierna lo más que puede. Se muerde los labios. Trata de controlarse. Se seca las lágrimas y vuelve a echar un vistazo. Exprime nuevamente. Sale otro tanto de pus. El fuego empieza a agotarse. Arroja más hojas y ramas secas. La llama crece alumbrando tímidamente el lugar. Los insectos que han llegado, atraídos por la luz, revolotean alrededor de ella. Los más atrevidos se lanzan con desenfrenado atrevimiento y perecen chamuscados. Algunos se posan en el rostro de Yépez quien los espanta con un leve

movimiento de su mano. Observa los

movimientos que realiza la llama, sin despegar los ojos de GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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aquellos colores que lo adormecen poco a poco como transportándolo hacia otro mundo. Sin embargo, el dolor de la pierna lo atrae nuevamente a la realidad. “Si muero deseo que me encuentren en una pose digna, uniformado como es debido y con el arma en el brazo”, dice. El dolor crece en intensidad y Yépez trata de calmarlo pensando en Elena. Elena bajo la lluvia. Elena al atardecer, a contraluz del ocaso.

Elena

hablando. Elena riendo. Elena en el

abrazo, en el beso, en la caricia. De vez en vez arroja ramas y hojas secas a la fogata que la avivan, produciendo un aroma agradable. “Si me veo en medio de la oscuridad, creo que voy a gritar. La noche nunca me produjo tanto miedo como ahora. Siento frío, mucho frío, y la llama no logra calentarme” Yépez, se seca el sudor y empieza a avanzar a rastras, mecánicamente. Cree ver a Elena escabulléndose entre los matorrales, incitándolo a buscarla. “¡Elena no me abandones!” Descubre que no es Elena sino su madre, llamándolo, alentándolo a avanzar. Poco a poco va llegando la luz del día. Yépez abre los ojos y se da cuenta que en su delirio febril se ha movilizado hasta un lugar que le es completamente desconocido. Ya no están los cuerpos en descomposición de sus compañeros, ni las hormigas, ni nada que le parezca conocido. No sabe si avanzó hacia el sur o hacia el norte. Teme haberse aproximado a las filas enemigas. Trata de levantarse para GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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observar mejor los alrededores, pero está demasiado debilitado por la infección y el persistente chorrito de sangre que no para de salir. Se acomoda. Hecha un vistazo a la herida. Esta aparece sin la venda y cubierta de lodo y hojas que ha ido recogiendo durante la travesía. Trata de limpiarla, pero eso solo le provoca más dolor. Mira atentamente la vegetación. No está Elena para jugar a las cogiditas con él, ni su madre para alentarlo a seguir adelante. Sacia su sed lamiendo algunas hojas que contienen todavía el rocío de la mañana. Abundan lagartijas de ojos saltones que corren despavoridas al verlo. Yépez trata de coger a alguna de ellas para comérsela, pero se escapan sin remedio, con mucha agilidad. “Daría lo que fuera por sacudirme este dolor del cuerpo. Siento que la temperatura va a subir nuevamente y no deseo hacer ninguna locura que complique aún más mi situación. Debo permanecer aquí hasta que envíen una patrulla para rescatar a los sobrevivientes. Yo sé que llegarán” Cae la noche nuevamente. Ese sitio no ofrece la protección que tenía en la trinchera. El viento nocturno le hiela el cuerpo y no encuentra la manera de calentarse. De pronto, en medio de la noche escucha que lo llaman. Deshace la pose fetal. Trata de ver algo, pero no distingue absolutamente nada. La voz, sin embargo, le parece conocida. Escucha decir: “¡Soy yo!”. Yépez interroga: “¿Quién?... ¿Has venido a GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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salvarme?”. La voz demora en responder: “Estoy perdido en esta selva desde hace veinte años, pero podemos ayudarnos para poder salir; así, de paso, podemos conocernos mejor”. Yépez hace un gesto de burla. “Son muchos años de andar perdido”, le dice. La voz insiste: “En realidad, me he acostumbrado a la soledad, me gusta tanto que he perdido la habilidad de mirar a los ojos de la gente”. Yépez dice con firmeza: “Sinceramente, no deseo tu ayuda”. Pero la voz continúa: “Te prometo que no te miraré a los ojos”. Yépez interroga: “¿Tienes vergüenza del pasado o del presente?”. La voz responde: “Me gusta que piensen que he muerto para no dar respuestas”. Lo escucha moverse entre las ramas. Lo siente aproximarse. “¡Conozco algunos senderos!”, le grita. Yépez se aferra a un árbol, logra ponerse de pie y avanza, tratando de alejarse de la extraña voz que se oye cada vez más fuerte. Su

progresiva

intensidad

confirma

que

se

acerca

rápidamente, que está muy cerca, a pocos metros. Yépez cae y trata de seguir avanzando a rastras para no enfrentarse a esa voz que le va pareciendo tétrica y tenebrosa. “¡No me tengas miedo!”, implora la voz que se quiebra y deviene en llanto.

“Está bien, dice, conozco

varias salidas, pero ya no me preguntes nada más… He permanecido en esta selva tratando de hacerme fuerte para poder enfrentar el pasado, sin poder lograrlo”. Yépez suda GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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profusamente. Trata de mantener el sentido. Lo escucha decir: “Si me dejas ayudarte, te prometo que te daré todas las respuestas que quieras”. La temperatura le ha subido y no puede dar ya contestación a nada. Siente que se hunde en un pozo y solo puede extender su brazo derecho en pos de ayuda. Un sujeto alto, barbado y vestido con un traje de campaña sucio y raído, se apresura a tomarlo y le ayuda a levantarse. Haciendo un esfuerzo supremo, se levanta y avanza conteniendo su cuerpo en todo aquello que se le cruza por el camino. La pierna ya no le duele tanto como antes. Recorren sin hablar un largo trecho, hasta llegar a un riachuelo en donde el sujeto lo lava y le aplica una compresa fría en la frente para calmar la fiebre. “¿Eres realmente tú?”, pregunta Yépez, en medio del desvarío. El sujeto barbado lo mira con rostro compasivo. Lo ayuda a levantarse y continúan el camino. Encuentran una vereda y la siguen hasta llegar a las proximidades de un puesto de vigilancia. El sujeto lo hace acostar con suma delicadeza. Le arregla el traje y le dice: “Gracias por dejarme ayudarte”. Yépez lo observa alejarse. Con el último aliento que le queda, antes de desmayarse, le dice: “Gracias también”. Al cabo de una semana, una patrulla comandada por el Sargento Salas, retorna por lo cuerpos. Con cuidado, buscan en los bolsillos cualquier cosa que les pueda ser útil. Colocan los cuerpos en una camilla y se los llevan. GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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Antes de abandonar el sitio, descubren, a pocos metros, en el fondo de una trinchera, el cuerpo de un soldado en medio de un gran charco de sangre. Al acercarse a revisar, descubren en su rostro una extraña expresión de alegría que

al

sargento

le

parece

a

Francisca

ridícula

en

con

ojos

semejante

circunstancia. 1.8.- LA HERENCIA Aurelio

mira

de

búho

trasnochado. Se toma un puro y… Toma Francisca. No, gracias, dice Francisca entre dientes. Los ojos de Francisca están húmedos. Francisca lloró de rabia por esto no se quedará así…. eso sí, ojo por ojo, diente por diente, como en la Santa Biblia mismo. Francisca desea tomar el machete y abalanzarse sobre él para te sacara los ojos, desgraciado… ¡Nos acabas de dejar en la calle! Aurelio sonríe malicioso. Se toma un puro. Acaricia el revólver. Ahí mismo estás, piensa. Escupe. Francisca lo mira con desprecio ¡Y todavía escupes aquí dentro!.... anda a escupir afuera, puerco de mierda. Aurelio carraspea. Está entonado. Está armado. Está disgustado. Intenta hablar pero Francisca no le deja. Pasea de un lado a otro, como conejo enjaulado, viéndolo, hiriéndolo con los ojos, porque ahora mismo rompes ese papel. Aurelio se sirve. Bebe. GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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Hace un gesto de asco y de nada serviría, ya está registrada. ¡Deja de tomar esa

porquería!, vocifera

Francisca. Francisca desea matarlo. O, por lo menos, te metería a la cárcel, si pudiera. Francisca llora. Se tapa la cara con las manos para que no la vea. Llegará Rogelio y preguntará: ¿Qué pasó? Y Francisca responderá: Que nos ha robado. Aurelio juega con la llama de la vela. Un ututu escala la pared y se detiene en el retrato del taita muerto. El me heredó todo, arguye Aurelio… a mí solito… Yo era el más querido.

Francisca se frunce.

hacerle pedazos con el machete.

Francisca desea

Francisca se sienta.

Cierra los ojos. Se rasca la cabeza. Se escarba los pelos. Descubre una liendra. Suspira. La desprende y se la lleva a la boca.

Mira a un lado y otro sin saber qué hacer.

Comenta con voz quebrada: Taita dijo: repartiranse igual, hijitos.

Vos como la mayor, verás que todos tres cojan

igual, igual en tierras, igual en vaquitas, igual, igual en todito, pero vos, ladrón de mierda. . . ¿Cuándo hiciste la trampa?... ¡Mañoso!...

al infierno te has de ir. ¡Jah!,

responde Aurelio. Y el pobre Rogelito tantas esperanzas que tenía. ¿De que se muera el taita? El se casó, tiene huahuas, es pobre… ¡Necesita!.... El pobre Rogelito se va a morir de iras… ya vas a ver cuando llegue…. A él le vas a tener que responder. Francisca gime.

Aurelio bebe,

Acaricia el revólver. Entra un viento helado que sacude la GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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llama. Las sombras de los dos bailan en la pared. Aurelio eructa. Se acaricia el estómago. Se masajea el cuello. Sonríe, porque tengo las escrituras y las escrituras mandan, dice con aplomo de trago. Aurelio recuerda como llevó al taita a Cuenca. Cierra los ojos y medita un rato en esas imágenes: te emborraché viejito. Te llevé donde el notario y te hice regalarme todo. Soy el dueño de todo, Francisca. Francisca llora de impotencia, de rabia. Francisca desea abalanzarse sobre él y arañarle la cara y te despedazaría, desgraciado. Llora fuerte. Aurelio se mira muchos años después ocupando la casa de Urco quebrada, sentado contemplando la siembra de maíz. Pero eso sí, no has de gozar, dice Francisca a la vez que se levanta. Francisca toma con fuerza los pelos de Aurelio. Los jala. Lo golpea con todas sus fuerzas. Toma esto por el taita, este otro por mamá y este otro por Rogelio. ¡Toma! Aurelio recuerda el rostro envejecido de su hermana golpeándolo. Aurelio contempla tranquilo la siembra de papas, de cebollas, de nabos. ¿Y qué pasó? No molestes, dice él. La Maclovia insiste: ¿Y qué hiciste? Le cogí de las manos y le dije que podía quedarse con esa choza y con tres hectáreas de terreno y que reparta de ahí mismo al Rogelio, eso le dije, pero la pobre no me hizo caso. Aurelio abraza a la Maclovia.

GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

Trata de conciliar el sueño.

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Maclovia pregunta:

¿Y luego qué pasó? Nada, responde

Aurelio, que llegó el Rogelio. 1.9.- LA CAJA NEGRA A Baltasar le dio tentación de abrir la caja. La miró de cerca. La alejó. La olfateó. Colocó la oreja en un lado. Escuchó atentamente. Parecía no haber nada. Acarició suavemente sus contornos. La sacudió. Nada. La volvió a depositar en el suelo y se alejó unos pasos. Le asaltó la sospecha de que pudiera tratarse de una bomba terrorista o de la maniobra de algún bromista que lo estaría mirando de lejos para reírse de su curiosidad o de su mala suerte. Pero en los alrededores de aquel desierto no se veía más que arena rojiza y pequeñas lagartijas que corrían despavoridas ante su presencia. Baltasar pensó que la caja habría sido olvidada, seguramente, por algún viejo explorador o alguna suerte de vendedor ambulante de cajas negras, repletas de sorpresas, curiosidades árabes y diversos recursos amatorios para concubinas moradoras de harenes tumultuosos y excitantes. La caja parecía estar vacía. Lo estaba comprobando. No la había abierto todavía, pero sí la había examinado con todo cuidado. Era una caja común y corriente, quizá la más común y corriente de las cajas que haya visto en su vida. Era una caja de cartón. GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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Era muy, muy negra, y tendría unos veinte o veintidós centímetros por lado, no más. Estaba claro que había permanecido allí, cuidada por la ardiente arena, en espera de ser encontrada por algún viajero para revelarle sus mágicos secretos. “¿Secretos?”, Pensó Baltasar. “¿Qué secretos?” Quién sabe si estaría llena solamente de los lamentos de algún beduino ilusionado por el mar; o de las lágrimas de amor de la más lujuriosa de las mujeres de este lado del mundo, en espera de manifestarse en llanto. Lo más probable era que en su interior se encontraran los quejidos de horror de su dueño ante el martirio sin igual de morir calcinado por el sol y enloquecido por la sed. Baltasar se secó el sudor de la frente. Tocó la cantimplora que estaba sujeta a su cintura. Estaba llena. Llevaba, además, una barra de chocolate y un paquete de galletas. Se sintió seguro, pero debería administrar esos preciosos recursos tan sabiamente como le fuera posible. Tuvo plena conciencia de que le tomaría algunos días salir de ese desierto y tendría que conservar la calma por sobre todas las cosas. Debería avanzar siempre hacia el norte o hacia el sur o hacia cualquier lado, manteniendo siempre la ruta, hasta desembocar en algún poblado. Echó una última mirada a la caja y se alejó rápidamente. Al alejarse giró dos, tres veces para verla, para comprobar si todavía seguía allí. En efecto, continuaba en el mismo sitio, y a GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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cada paso que daba sentía la imperiosa necesidad de regresar, de abrirla, de vaciarla. Era como si lo llamara a gritos. Suplicante. Ansiosa por dejarse abrir y mostrar su valioso contenido. Baltasar se alejó unos cuantos pasos. Se detuvo. Cerró los ojos con fuerza en un último intento por

resistirse

a

sus

encantos.

De

pronto,

estaba

nuevamente frente a ella, expectante. Su expresión era la de aquel joven que descubre por primera vez el cuerpo de una mujer y permanece en espera de inspiración sobre lo que se deberá hacer. Cogió la caja. Le dio una leve sacudida. No podía comprender el

por qué de su

resistencia a abrirla y terminar de una vez con esa ansiedad que estaba consumiendo el escaso tiempo que tenía. Decidido a terminar con esa extraña y ridícula situación, tomó la caja con fuerza y pretendió abrirla. Pero, estaba claro, se trataba de una caja de Pandora que liberaría quien sabe qué males: tormentas de arena, terribles pestes mitológicas, temblores y terremotos que cambiarían de lugar todas las cosas de la tierra. Era, definitivamente, una gran decisión. Se secó el sudor del cuello. Miró la hora. Eran las estáticas 16Hs de un reloj que se había detenido. Habrían pasado posiblemente unas cuatro horas desde la caída del avión. Todavía se podía ver, a lo lejos, una negra columna de humo que se elevaba serpenteante hasta el cielo. Se mantuvo un instante GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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observando, tratando de entender cómo pudo salvarse solo él de entre cientos de desgraciados viajeros. En esas cuatro horas no había avanzado casi nada. Volvió a mirar el reloj. Eran las 16Hs. Baltasar abrazó la caja y emprendió el camino. Si tenía suerte, su contenido lo sacaría de todos los problemas que tenía. Si ocultara un genio o un duende hacedor de milagros, le pediría en primer lugar, un río de agua clara con una gran cascada; le pediría posiblemente retroceder el tiempo para no haber tomado nunca ese avión, para haberse atrasado en medio del tráfico, para nunca haber recibido esa llamada que lo obligó a viajar sin querer hacerlo; le pediría no llamarse Baltasar, para no ser él, sino otro el que se vea abocado a sufrir semejante tragedia. Seguían siendo las 16Hs. Miró hacia atrás. Las huellas que había dejado en la arena se perdían tras innumerables dunas cuyas cumbres, desbaratadas por el viento, semejaban a las rubias cabelleras de dioses juguetones que lo espiaban y veían avanzar impávidos, sin animarse a ayudarlo. Estimó que había avanzado bastante. La columna de humo ya no se veía. Un gigante sol rojizo y amenazante casi rozaba la línea del horizonte. Empezaba a bajar la temperatura. Sintió la necesidad de descansar, de comer, de beber. Había resistido con éxito el embate del sol y la arena; ahora debería resistir el frío de la noche y la más absoluta soledad. Durmió un poco. Al rato despertó GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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sobresaltado. El estómago le gruñía y tenía la boca seca. Una inmensa luna llena se había instalado en lo más alto del cielo. Se percató de que la cantimplora seguía allí, pero el bolso con las galletas y el chocolate lo había abandonado quien sabe en qué tramo del camino. Miró la caja. “Más te vale contener un genio para que me devuelva las galletas y el chocolate que acabo de perder”, dijo, mientras la sacudía con suavidad. Se dedicó a observar la luna: “Si existieran los genios, dijo, les pediría un enorme pollo asado o una manzana roja y jugosa, y agua, mucha agua; mi segundo deseo sería una hamaca grande de mimbre para balancearme por horas, alejado de esta desagradable sensación de arena escurriéndose por todo el cuerpo”. El tercer deseo prefirió meditarlo bien, para no caer en las trampas que suelen poner los genios para no conceder nada. Se volvió a dormir. Luego de un instante despertó con un nudo en la garganta. Hacía un frío intenso. Se puso de pie rápidamente. Consideró la posibilidad de quemar la caja, la ropa y cuanto más pudiera, con tal de sentir un poco de calor. Se rió de sí mismo, se rió de la luna, y sin poder hacer nada más se acurrucó y trató de dormir. Al rato volvió a despertar. Corría un viento fuerte que levantaba la arena y la arrojaba con fuerza contra su cuerpo, contra su cara y no podía respirar. Tuvo un acceso de pánico. Trató de ver la hora. Parecían ser las 16Hs. GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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Trató

de

orientarse.

Abrazó

la

caja

y

emprendió

nuevamente la marcha. Tras cruzar una pequeña duna observó con desaliento un horizonte inmenso, solo de arena que empezaba a brillar ya por la luz que se aproximaba. Apresuró el paso. El estómago seguía gruñendo con ferocidad. Bebió un sorbo de agua. La sintió caliente, espesa y la mantuvo en la boca un buen rato. El efecto de ese sorbo le debía durar hasta el medio día. El sol empezó a calentar con fuerza. Quizá era el mejor momento para abrir la caja y liberar al genio para que lo sacara de ese espantoso lugar en el que no pensó estar nunca en su vida. De pronto se le empezaron a cruzar formas vaporosas de mujeres desnudas, encinta o con niños en brazos; algunas caminaban sin cabeza o bien la cabeza flotaba sin cuerpo. Baltasar trató de atrapar una pero no pudo. Era solo un espejismo, un engaño del sol y la arena. Desalentado siguió avanzando. De repente se le cruzó el rostro de Zara, sonriente, que avanzaba lentamente tras uno de esos cuerpos. “Ahora sí, Zara, estamos solos, frente a frente, en este desierto”, dijo. Trató de tocar su rostro pero todo se desvaneció. Se arrodilló y tomó un poco de arena entre las manos. “Zara, déjame tocarte, por favor, aunque sea por una sola vez” dijo sollozando. Siguió escarbando hasta agotarse. Cogió la cantimplora y bebió cuanto más pudo, se lavó la cara, el GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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cuello, se refrescó la cabeza. Cuando comprobó que ya no había ni una sola gota sintió nuevamente el apremio de escapar, de no estar allí. Se dedicó a escarbar con más intensidad con la difusa esperanza de descubrir alguna ciudad enterrada bajo la arena. Había, ciertamente, grandes posibilidades de que encontrase pasadizos o túneles secretos que lo llevarían

a ciudades fabulosas,

olvidadas en medio del desierto, ocultas a muchos metros bajo el suelo, que lo ayudarían a escapar del sol lacerante, del frío y la arena. Sentía seca la lengua. Los labios se le habían partido y le sangraban las comisuras. Deseó llorar pero se resistió a hacerlo no tanto por valentía sino para ahorrar la valiosa energía que le significaría gemir, gritar, lamentarse. El viento jugaba con la arena y dibujaba extrañas figuras que revoloteaban en el aire. Baltasar las apartaba enérgicamente con su brazo izquierdo y cruzaba para encontrarse enseguida con otras; una con forma de legionario blandiendo su espada; otra con forma de Gorgona cuyos espantosos cabellos se elevaban hasta el cielo tratando de atraer su mirada para petrificarlo. Tras rebasar arpías y terribles dragones escupe fuego, pudo divisar a lo lejos al cancerbero que custodiaba la entrada de lo que parecía ser una aldea. Baltasar creyó salvarse. El corazón se le empezó acelerar. Apresuró el paso viendo fijamente hacia allá para evitar perderse. Estaba seguro de GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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que el cancerbero desaparecería igual que las otras imágenes. Pero su angustia se desencadenó aún más al comprobar que eran solo rocas tanto o más desamparadas que él. Un repentino viento huracanado pretendió levantarlo del suelo, quizá para ayudarlo a llegar a algún lugar seguro, a un oasis o al campamento de algún jeque potentado; aunque lo más probable era que pretendiera depositarlo en el mismísimo ojo de la tormenta que se aproximaba. Baltasar se aferró a una roca. Abrazó fuertemente la caja y esperó a que la tormenta pasara de largo. Era un viento feroz que hacía un ruido espantoso. La respiración se le dificultaba y deseó soltarse y correr en busca de aire y silencio. Al cabo de unos minutos amainó el temporal. Baltasar se incorporó y pudo ver como se alejaba aquella inmensa columna de arena como si se tratara de un titán elevando sus brazos en pos de sorprender a Zeus para bajarlo de su trono celestial. Baltasar empezó a caminar por donde le llevaran los pies. Trató de beber pero no había nada en su cintura.

Hizo un esfuerzo supremo por

avanzar, deseando que tras cada montículo de arena apareciera de pronto una ciudad, una caravana, un bosque, una laguna o alguien que lo ayudara a avanzar. Su estado de agitación fue en aumento junto con la sed. Al comprobar que la extraña caja seguía bajo su brazo derecho, emitió una carcajada. Se sintió el ser más ridículo sobre la tierra. GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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Con la última reserva de lucidez que le quedaba, asentó la caja en la arena y sin mayor ceremonia procedió a abrirla. Introdujo la mano lentamente. La movió de un lado a otro en busca de algo o de alguien. Luego de explorarla constató con indiferencia que estaba vacía. Baltasar se levantó. Abrazó nuevamente la caja. Continuó la travesía. Avanzó tanto como pudo. Al encontrarse frente a una gran duna puso toda su fe en que al rebasarla, se dibujaran a lo lejos los Pirineos que le condujeran a Toulouse, al Garona de azules aguas en el que se bañaría y bebería hasta saciarse; pero al observar aquel inmenso mar candente y rojizo,

se dejó caer y rodó dejándose llevar por la fina

arena. La caja rodó junto con él. Se mantuvo inmóvil unos instantes, con la mejilla contra la arena. El sol parecía ya no quemar tanto. Baltasar estuvo consciente de que había llegado el momento final. Al ver la caja a su lado, sonrió. Se mantuvo así, con los ojos firmemente cerrados, con la esperanza de que la muerte llegara lo más rápido posible. Al volver a abrirlos siguió sintiéndose vivo. Se tocó la cara, el cuerpo. Se miró las manos. Volvió a levantarse y continuó su camino sin mirar hacia atrás. La caja negra rodó impulsada por el viento y se mantuvo oculta en la arena, en espera de que alguien más vuelva a encontrarla.

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1.10.- EN PENUMBRAS Morales estaba cansado. Abandonó la cuchara sobre la tierra y mecánicamente emprendió el retorno. Mientras se arrastraba

intentó meditar sobre las

posibilidades que

tenía, pero el corretear de las ratas no le dejó concentrarse plenamente en la real gravedad de su situación. El tiempo corría

demasiado rápido para su gusto y sentía que le

faltaba poco, quizá horas o días. Salió del túnel. Trató de limpiarse. El dolor en las manos se lo impidió. Le faltaba el aire y la cabeza le daba vueltas como si hubiese regresado de un largo viaje espacial. Caminó a tientas tratando de recuperarse. Al abrir los ojos estaba frente al espejo. Se miró. Estaba barbado, con el pelo ensortijado y enredado por la falta de baño. Quiso domarlo con los dedos de la mano y colocarlo en una posición más digna. No surtió efecto. Observó su cama y recién pudo darse cuenta del asqueroso lugar en el que había dormido durante todos esos meses. Olfateó el colchón y tuvo un acceso de vómito que lo aplacó bebiendo un poco del viejo Johny Walker que el Sucho Guerrero le había heredado.

“Al Sucho se lo

llevaron hace una semana... pobre Sucho”. Le dio un largo sorbo.

Cerró los ojos con fuerza para tragarlo y luego

suspiró. “A tu salud, mi querido Sucho… si me duele el estómago, ya no es culpa“. Se sentó al borde de la cama y GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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echó una mirada al que había sido su hogar por todo ese tiempo. Mientras le daba otro sorbo al whisky, fue posando su mirada sobre todo aquello que se había constituido en su sostén y consuelo: los dibujos en las paredes, los poemas de amor hechos por otros huéspedes, la telaraña en ese rincón, junto a la gran puerta de hierro, y Hermelinda, la tímida araña, que se escondía cada vez que se acercaba para hacerle algún cariño. Le había puesto ese nombre en recuerdo de su abuela que siempre lo esperaba tras la puerta para caerle a escobazos por llegar tarde. “Ella siempre me aconsejó no salir con malos amigos, no andar bebiendo, ni regresando en las madrugadas y cosas absurdas como esas”... “Salud Hermelinda”, dijo.

Le dio otro sorbo al whisky e intentó

dormir. Se paró de golpe. “Otra vez”, dijo. Se trataba de su típico dolor de estómago que volvía con fuerza demoledora. Emitió un grito que nadie escuchó. Mordió la sucia cobija tan fuerte como pudo e intentó acercarse a la puerta para pedir auxilio, a pesar de que sabía que en esa ala de la cárcel, no había nadie a esas horas, como no sea para trasladar a los reos con el fin de dar cumplimiento a la pena de muerte que pesaba sobre todos los que eran confinados allí. Con el aliento que le quedaba gritó tan fuerte como pudo, luego permaneció en silencio, con la esperanza de que alguien se acercara a auxiliarlo. GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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Nadie apareció. 75

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Respiró profundo e intentó gritar, pero solo le salió un lamento. El dolor se le hizo más fuerte y creyó morir. En medio del sopor mortal avanzó a decir: “No ahora, cuando ya casi lo tengo terminado.” Cerró los ojos y se entregó a la muerte. Permaneció inconsciente hasta que despertó con la extraña sensación de que el cuerpo no le pertenecía. Intentó levantarse. Entró en pánico. Se tocó las piernas, los pies. Estaban allí, pero no los sentía. “Creo que ya estoy muerto”, dijo. Se tranquilizó porque se percató de que estaban adormecidos y era imposible moverlos hasta que pasara el cosquilleo. El dolor de estómago se había calmado. Se incorporó lo más lento que pudo, tratando de no despertar la molestia nuevamente. La terminación de su obra estaba pendiente y le inquietaba el tiempo que habría perdido por causa del dolor. Si de algo estaba seguro es de que no iba a llegar la hora en que el guardia llegara a su puerta y le dijera con voz burlona: “Vamos ya, infeliz, ha llegado tu hora”. Estaba decidido a escapar y enfrentarse a Méndez, cueste lo que le cueste. “Este túnel hijo de su madre es el que más problema me está dando. Una vez que esté libre, llegar a ti, Méndez, será lo más fácil”. Construirlo con una cuchara se había convertido realmente en una labor que nunca acababa de terminar.

Había

empezado a excavar hace más o menos cinco meses luego de conocer que la sentencia debería cumplirse una vez que GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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ciertos trámites legales se concretaran. Desde que llegó, cada paso que escuchaba fuera de la celda le parecía que iba a traer al séquito mortal que lo acompañaría a la horca. El día que le dieron la sentencia, la tomó con filosofía. En lo único que pensó en esos momentos fue en escapar para no darles el gusto de verlo con la soga en el cuello, suplicando por unos minutos más de vida; y sobre todo para encontrar a Méndez. “Para hacerte pagar desgraciado de mierda” En ciertos momentos de su vida había deseado la muerte como la única solución a su aparatosa vida; y ahora que tenía la certeza de que eso ocurriría muy pronto, le pareció que no sería justo que llegara de pronto un sujeto portando la fatal noticia, justo en el momento en que estaba terminando por fin el túnel. Reflexionó: “Tampoco fue justo para aquella mujer. . . estaba borracho, y no sabía lo que hacía. Fue Méndez quien me obligó.

El me dijo

mátala, y yo la maté. El fue. No está aquí Méndez para decir la verdad. Méndez está libre. Aquella mujer estaba en el sitio y en la hora menos adecuada para una dama. En el fondo ella tuvo la culpa. Además. . . Yo no la violé, fue él. Yo solo la estrangulé.

Claro que gocé del

espectáculo, pero poco. . . No debí haber reído tan fuerte. No debí escucharle. No debí quedarme”. Morales caminó unos pasos. Se tocó el estómago. Un leve dolor estaba muy en lo profundo. GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

Esperó la comida del día para /2008

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empezar la tarea. Al rato llegó el carcelero portando el plato con la avena, un pan y un vaso con agua. Lo depositó tras la portezuela, miró por un minúsculo agujero unos segundos para comprobar su estado y se alejó dando un manotazo a la puerta. A veces le decía: “Despierta, vago de mierda“, y cosas como esa, y se alejaba silbando. Sabía que se llamaba Roberto, porque lo había escuchado alguna vez cuando alguien le gritó desde fuera. Esperaba siempre a que Roberto se aleje del todo para introducir el alimento en la celda. Su rito alimentario consistía primero en oler la avena y luego con un pedazo de pan ir limpiando desde el borde hasta el centro, poco a poco, disfrutando al máximo el placer de la comida. depositar respetos.

Al terminar volvía a

fuera el plato y la taza, con el mayor de los Ese día la avena sabía diferente.

Había

encontrado gusanos de otra clase que le daban un sabor extraño.

Se mantuvo unos instantes lamiéndose

los

labios, observando la entrada al túnel que mantenía camuflada tras la cama con papel periódico. “Ahora sí”, dijo. Respiró hondo y retomó la tarea. Retiró la cama. Tomó con las manos la tierra que había sacado en la noche. No era mucha.

La regó en el piso, tratando de

distribuir bien en todo el espacio. La apisonó lo más fuerte que pudo. El piso de la cárcel se había elevado con el paso de los meses en varios centímetros, de manera que GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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ya casi podía tocar el cielo raso con las manos.

Si el

carcelero entrara a revisar se daría cuenta fácilmente de semejante cambio. Felizmente esa sección era la más repudiada y todo el que llegaba, lo hacía porque no le quedaba más remedio; como Roberto, que llegaba cada día a depositar sus alimentos y se alejaba sin mucha ceremonia

ni demora.

A veces le agradaba haberse

convertido en un ser repudiado y digno de rechazo. Eso lo hacía sentirse importante. Ese rechazo le estaba dando todo el tiempo del mundo para construir su camino hacia la libertad y volver al mundo de los vivos. Méndez, lo primero que haré será

“Entonces sí,

hacerte pagar todos

estos meses de sufrimiento”. Se introdujo en el túnel y se arrastró hasta llegar al fondo. Buscó la cuchara y empezó a cavar. Tras cada tramo que avanzaba deseaba que una luz se filtrara por fin; esa sería la señal de triunfo. Había calculado bien la dirección y la distancia del túnel. Posiblemente unos treinta metros. Debía desembocar en el cementerio.

Había cavado ya unos veinticinco, quizá

más. Sabía que el éxito estaba cerca. Pensó: “Dos días, un día. . . quizá faltaban ya horas”, y aceleró su trabajo hacia arriba para tratar de encontrar algo de luz. De pronto se filtró un intenso olor a cadaverina que lo hizo vomitar. No podía volver atrás.

Contuvo la respiración.

“Por mi

abuela”, dijo y empujó suavemente el cadáver que GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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estorbaba su paso hacia la superficie.

Acostumbraban

enterrar a los muertos con una ligera capa de tierra para que los gallinazos dispongan de ellos a su antojo con el fin de que desocupen pronto el espacio para que otros muertos lo ocupen. Sacó la cabeza por el orificio que se había formado, con extrema cautela. Observó hacia todos lados. Parecía no haber nadie. Todo estaba en completo silencio. Se mantuvo, por precaución, unos instantes en la penumbra del túnel. Serían seguramente las once o doce de la mañana.

Apartó con todo cuidado el bulto

sanguinolento que le estorbaba el paso y pudo salir. Lo observó unos instantes con asco. apestoso “, dijo

“Hasta nunca, ser

y empezó a arrastrase hacia el bosque.

Al llegar a los árboles echó una última mirada a la prisión y corrió con todas las fuerzas de que fue capaz. Al cabo de algunos minutos de carrera, tuvo la nefasta seguridad de que lo estaban buscando ya, de que Roberto había descubierto el túnel, de que lo había recorrido y de que había dirigido sus pasos hacia el bosque, la ruta más obvia para evadirse. Lo sintió cerca. Trató de escuchar algo. Nada. Ni siquiera el canto de las aves. “Si me estuvieran buscando ladrarían los perros y se escucharían sus voces, sus disparos al aire, sus insultos”. Corrió otro tramo tratando de evitar los senderos, escuchando atentamente, manteniéndose siempre alerta, con todos los sentidos GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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dirigidos hacia su objetivo: escapar, llegar lo más lejos posible, ser libre, encontrar a Méndez.

“Ya estoy libre,

Méndez, ya voy”. Se detuvo. “Maldito dolor”, dijo. Buscó en los alrededores, agua, algo que lo ayudase a soportar el dolor. Solo había árboles. Avanzó unos cuantos pasos. El dolor lo lanzó finalmente al suelo. “Dolor de mierda”. Adoptó una pose fetal. Respiró hondo. Deseó estar en su casa para que la abuela lo atienda, para que su madre le dé la medicina, para que el viejo lo palabree. dónde estás?”

Se desmayó.

Despertó

“¿Abuela,

con el mismo

dolor, en medio de los guardias que lo apuntaban con sus armas. Estaba rodeado. El dolor parecía haber invadido todos sus órganos y los comprimía sin piedad, por lo que no pudo evitar emitir un grito desesperado: “¡Me rindo!”. Los guardias se aproximaron y trataron de ponerlo de pie. Su cuerpo no resistió.

Se dejó caer suplicando

lamentosamente por la abuela Hermelinda. Lo llevaron en una camilla improvisada y lo volvieron a depositar en su celda. Casi se alegró al verse allí nuevamente. El dolor se le fue calmando poco a poco. “Creí morir, Sucho”, dijo. Intentó dormir. “Eres un suertudo de mierda, Méndez”, dijo, mientras se escarbaba la nariz y limpiaba los desechos contra la pared. Deseó un tabaco. Deseó poder beber su viejo whisky. Deseó tener al frente al odiado Méndez. Se fue durmiendo poco a poco. Al abrir los ojos descubrió al GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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guardia que lo observaba con una mirada impasible y dura. Morales tragó saliva e interrogó: “¿Ya es hora?” Roberto mantuvo silencio. Morales Insistió: “¿Ya es hora?”

El

policía lo tomó del brazo diciendo: “Vamos ya, ha llegado tu hora”. Lo condujo por un pasadizo que tenía un intenso y desagradable olor a orina de caballo y lo hizo sentar en un poyo de piedra, cerca de la salida. “Este sitio es peor que el túnel, apesta más que cien cadáveres y esa luz que se filtra por la rendija de la puerta no es agradable”. Decidió permanecer en pie hasta que lleguen a llevárselo. Sonrió. Por lo menos Roberto había omitido lo de “infeliz”. Cuando lo vieron llegar al cadalso todos se alteraron.

Se

escucharon voces, comentarios, insultos. Rechazaron la firmeza de sus pasos, la sonrisa de sus labios. Pidieron que se lo ahorque lo más rápido posible.

Mientras pasaba

delante de la multitud, procuró no mirar a los parientes de su víctima que esperaban sentados, inmóviles, el feliz momento de su ajusticiamiento. Le ataron los brazos en la espalda. Envolvieron con una cadena sus piernas. Le colocaron el odioso capuchón negro en la cabeza para que nadie viera los gestos brutales de su agonía. Le colocaron la soga alrededor del cuello. Finalmente lo hicieron sentar, para dar paso a la necesaria ceremonia de arrepentimiento que los deudos se llevarían como grato recuerdo de esos momentos tan desagradables. GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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El verdugo, que había 82

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permanecido a un costado, se adelantó, saludó a la concurrencia, dio un beso en la Biblia, se plantó frente al condenado e interrogó: “¿Por la santa Biblia, te arrepientes de tus actos?” Morales permaneció en silencio. El verdugo insistió con su pregunta: “¿Por la santa Biblia, te arrepientes de tus actos?” Transcurrieron unos segundos. El verdugo paseaba nerviosamente delante del condenado. La gente empezó a impacientarse.

La prensa deseaba

tomar cuantas fotos pudiera del acto y aguardaba con las cámaras listas para perpetuar el “sí” del condenado. “Hasta ahora todos se han arrepentido de sus actos y esta no puede ser la excepción, grandísimo hijo de puta”, le dijo el verdugo en voz baja, “Así que te voy a dar otra oportunidad”. Se alejó.

Se acomodó el pantalón. Se

aproximó nuevamente. Mientras lo hacía le iba diciendo: “Acaba ya de arrepentirte, grandísimo cabrón de mierda”. Lo sujetó del capuchón y con la voz más solemne que pudo, dijo nuevamente: “¿Por la santa Biblia, te arrepientes de tus pecaminosos actos?” No contestó. La cabeza cayó hacia delante y el verdugo quedó con el capuchón en la mano. Al observarlo, lo descubrió con la mirada firme, estática, sin expresión.

Había muerto.

Se apresuró a

cubrirlo. Se apartó con un gesto de impotencia. Jaló la palanca.

El criminal se precipitó en el foso.

La gente

permaneció boquiabierta unos instantes, con la mirada fija GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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en el cuerpo que no dio ninguna señal de dolor o agonía. El verdugo se aproximó al ajusticiado, retiró el capuchón lentamente, como queriendo darle suspenso al acto y gritó con gran solemnidad: “¡Antes de morir dijo que sí, que sí se arrepentía!”. El público al ver la serena expresión en el rostro del muerto, suspiró y se tranquilizó.

Los más

sensibles se pusieron a llorar. Uno más había pagado sus culpas.

GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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SEGUNDA PARTE: INVESTIGACIÓN BREVE SOBRE EL CUENTO Y SUS TÉCNICAS A través del presente trabajo pretendo realizar un análisis de los elementos que componen un texto narrativo, con especial atención al cuento. El enfoque se lo hará, básicamente, desde el punto de vista de la narratología que tiene como objeto de estudio los textos narrativos. Esta ciencia

considera

los

siguientes

elementos:

acontecimientos, tiempo, espacio, personajes, narrador. Como punto de partida, y sin que amerite demostrarlo, vamos a aceptar que el cuento es un texto narrativo. Lo que restaría es especificar los rasgos que lo caracterizan y que lo diferencian de otros como por ejemplo, la novela, con la cual siempre se lo compara. El objetivo del presente ensayo es tratar de elaborar un modelo de lo que es o debería ser un cuento y detallar algunas de sus técnicas. A pesar de que muchos maestros del género - como Chejov, Poe, Quiroga o Cortázar - han desarrollado sus propias ideas sobre el cuento, es evidente que no existe un modelo único aplicable a todos ellos.

La configuración

particular de cada uno de los elementos mencionados y su articulación interna, dependerá de la personal concepción GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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que haya forjado el escritor en los años de práctica en la escritura literaria; así, se puede afirmar como lo hace Anderson Imbert, que cada escritor propone “como modelo la clase de cuento que él cultiva” (51). Raymond Carver expresa al respecto que todo escritor elabora un mundo en consonancia con su propia especificidad (7), es decir con aquello que le resulta más familiar, atractivo o que refleja algo de su personalidad. Aunque esto resulta peligroso decirlo, porque los mundos que se crea no deben responder siempre al yo del creador, sino

a

la

voluntad

de

expresar

algo

que

resulte

sorprendente, motivo de crítica o de repudio, en el último de los casos. La literatura debe responder a un intento por reflejar más verazmente la auténtica realidad (Amorós, 10), trabajo en el que el escritor interpone su visión del mundo y su personal concepción estética. Esto constituye el estilo del escritor que es su firma inimitable, su marca, su manera personal de decir: este es mi mundo y no otro; que muestra su forma especial de contemplar las cosas y de expresarlas (Carver, 7). Cabe aclarar que para el análisis posterior de los cuentos, voy a hacer referencia estricta al marco teórico que voy a desarrollar a continuación. Es de sobra conocido que existen diversas nomenclaturas y criterios que pueden obscurecer el análisis cuando se intenta combinarlos, por lo GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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cual me voy a atener estrictamente a la terminología y demás propuestas teóricas y analíticas que planteo en este capítulo.

En caso de que sea necesario hacer alguna

ampliación o referencia a otra teoría, sabré aclararlo debidamente en su momento. 2.1.- LOS ACONTECIMIENTOS Todo lo que sucede en un cuento puede ser dividido en unidades mínimas denominadas acontecimientos (Bal, 19), que deben ser estudiados desde dos puntos de vista: fábula y trama. La fábula “entiende los acontecimientos tal y como sucedieron, real o imaginariamente; en su sucesión cronológica” (Corrales, 74). La trama “entiende esos mismos acontecimientos, tal y como el narrador los ha dispuesto en su relato, en su discurso narrativo” (Corrales, 74). Los acontecimientos de la fábula son el material básico para

el

trabajo

literario,

mediante

el

cual

sufren

transformaciones, se enriquecen, varía su orden, se altera el tiempo y su lógica. Como producto de todo este proceso que el escritor realiza se constituyen en una construcción estética. Mieke Bal define a los acontecimientos como procesos de transición de un estado a otro que causan o experimentan los actores (21). En calidad de proceso un acontecimiento solo existe en el decurrir del tiempo GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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(Corrales, 10). Por lo tanto los verbos serán siempre el núcleo de un acontecimiento. Barthes reconoce dentro del relato la presencia de diversos elementos, entre ellos, las funciones que se ajustan a la definición que estamos empleando para los acontecimientos, en el sentido de que conllevan acciones, poseen carácter distribucional y representan un hacer dentro del relato (76).

Más

concretamente las denomina funciones cardinales o núcleos. El estudio de los acontecimientos dentro de un texto literario implica dos problemas fundamentales: primero su identificación y luego descubrir de qué manera se relacionan, lo cual lleva a la elaboración de una estructura de acontecimientos (Bal, 25). El primer problema, el de su identificación, ha sido tratado por varios autores, entre ellos Barthes y Bremond quienes le han dado soluciones diversas. Barthes propone, como punto de partida, que las unidades funcionales sean distribuidas en un pequeño número de clases formales (75), con la finalidad de facilitar su estudio (un número elevado

de

unidades

lo

dificultaría).

Reconoce

primeramente a las funciones cardinales o núcleos (equivalentes a los acontecimientos), cuya función es abrir, cerrar o mantener una alternativa consecuente para la continuación de la historia (77); forman conjuntos finitos y

GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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se rigen por criterios cronológicos y lógicos (79). A estos hay que apuntar básicamente. Pero alrededor de los núcleos se pueden encontrar otras unidades, entre las cuales cabe distinguir las catálisis que según Barthes, poseen una funcionalidad débil, pero nunca nula, ya que se apela a éstas para acelerar, retardar, resumir, anticipar o despistar (77), en otras palabras, para redondear el sentido del discurso narrativo. Las catálisis son estructuras a las que les caracteriza la presencia de un verbo, no representan acciones fundamentales y sirven únicamente para separar dos momentos básicos de la historia. Barthes señala que todo en el relato es funcional, hasta el menor detalle, pero en diversos grados. Por esta razón conviene explicitar, además de funciones cardinales y catálisis, otros elementos que también tienen importancia, que Barthes los menciona con el nombre de expansiones: indicios e informaciones. Los indicios informan sobre el carácter, sentimientos, atmósfera o una filosofía puesta en juego en el relato, razón por la cual implican siempre una actividad

de

desciframiento

o

interpretación;

y

las

informaciones aportan un conocimiento ya elaborado sobre el tiempo y el espacio del relato (78). El problema paralelo al de las clases de unidades es cómo reconocer los acontecimientos dentro de la narración. GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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Propongo un método consistente en enfocar la atención en la situación inicial de partida (provista por el OBJETO) que se presenta en forma de carencia, aspiración, deseo, desequilibrio, conflicto. De la situación inicial surge un objetivo que da inicio a un proceso de solución. Éste, por ambiguo o débil que sea, motiva el desarrollo de un conjunto de acciones que son un intento por recobrar el orden perdido, o bien un intento por instaurar un orden diferente al del inicio: el sastrecillo que desea casarse con la princesa para dejar de ser pobre; el héroe que debe matar al monstruo para liberar a su comunidad de esa amenaza; el astronauta que debe llegar a Marte para alcanzar fama. Los acontecimientos, en coordinación con los demás elementos

que

descubrimos

en

el

relato,

son

los

encargados de conducir el proceso a un final de mejoría o deterioro (Bal, 31), es decir: que el sastrecillo se case efectivamente con la princesa y que deje de ser pobre, situación que representa un estado final de mejoría; el caso contrario representaría una situación de deterioro. En esta fase del método los criterios de cambio y elección, analizados por Mieke Bal (22) deben ayudarnos a identificarlos. El método es más bien intuitivo y consiste en identificar primero situaciones que impliquen un cambio o transición de un estado a otro, con un verbo en calidad de GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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núcleo. Una vez obtenido un listado se procede a contrastarlos y determinar su funcionalidad o no, en base a las alternativas que produce, según propone Barthes, cuya elección debe conducir al avance de la historia (76) y a la realización del objetivo. El método persigue la identificación de

las

funciones

cardinales

o

acontecimientos.

La

ampliación a las demás unidades lo complicaría, por lo que se debería proceder por partes, procurando aplicar un método específico para las demás unidades.

Luego de

esto se debe explicitar un esquema de acontecimientos que muestre de qué manera se relacionan.

Esquema Nº1 Para mejorar el modelo propuesto, se puede agrupar a los acontecimientos en conjuntos que se los puede denominar secuencias en donde, una primera función abre la posibilidad del proceso en forma de una conducta que se seguirá o de un acontecimiento que se supone sucederá;

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una segunda función realiza esa virtualidad en forma de conducta; y una tercera función cierra el proceso en forma de resultado alcanzado (Bremond, 87). Bremond enfatiza que es posible que, dentro de cada conjunto, las funciones que lo integran no necesariamente deban continuar con lo que se ha establecido como secuencia ideal. Es posible que la conducta que se preveía como posible en la primera función se actualice o no en la segunda función; o bien que la conducta actualizada alcance el fin propuesto o no, en cuyo caso de hablaría del éxito o del fracaso de la conducta (88). Las secuencias se organizan

en una especie de

cadena, de la siguiente manera:

Esquema Nº 2

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Un cuento, por su corta extensión, se presta para un análisis de este tipo; aplicarlo a una novela implicaría enormes dificultades. Julio Cortázar aconsejó, para el tratamiento de la secuencia de acontecimientos de un cuento, un lento y progresivo acercamiento a la solución del problema, técnica que la denominó tensión (44), cuyo efecto es el de generar interés y no permitir al lector sustraerse a la atmósfera del cuento, hasta llegar al final. Los hechos que se narran, en mi opinión, poseen relación directa con los objetivos que plantea una narración,

llámese novela o cuento.

plantea una o varias situaciones

Toda narración

de partida, es decir

carencias, aspiraciones a las que se debe dar solución. El cuento plantea una situación que genera un objetivo muy concreto que promueve su solución. En el caso de la novela, las situaciones se van dando paulatinamente, se van generando carencias a las que hay que ir dando solución. En conclusión, el cuento gira en torno a un solo hecho y a un solo objetivo. Por ejemplo: un personaje X que carece de dinero se plantea como objetivo conseguir eso justamente. Para hacerlo puede apelar a varia acciones o a una sola, muy precisa. El cuento se debe centrar en una sola acción conducente a dar solución a la GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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falta de dinero. Por lo tanto, el cuento plantea una necesidad muy precisa, un objetivo específico y una estrategia concreta para darle solución. A este respecto, Cortázar, con su clara visión del género que desarrolló con tanto éxito, argumenta que “(…) la novela y el cuento se dejan comparar analógicamente con el cine y la fotografía” (37), de donde se desprende, según la interpretación de Cortázar, que en el cine y la novela se produce una acumulación de efectos y hechos; por otra parte, una fotografía y un cuento, por constituir algo así como un corte o fragmento de la realidad, deben limitarse a un hecho que sea significativo pero que nos abra a una realidad más amplia (37). Respecto a esta última frase, se puede decir que, en efecto, el cuento esconde más de lo que dice, de manera que requiere del lector, un ejercicio similar a la poesía, un trabajo de interpretación que descubra la riqueza que oculta. Por esta razón Edgar Allan Poe afirmaba que el cuento y la poesía se equiparan en la capacidad para producir una exaltación del alma (14). Sobre esto, Ricardo Piglia, en sus Tesis sobre el cuento y retomando una metáfora de Ernest Hemingway, explica que el cuento es como un iceberg, que oculta más en el fondo que lo que muestra en la superficie; de ahí que afirme que el cuento posee un carácter doble o que cuenta dos historias. La GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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segunda historia debe aparecer cifrada u oculta en los intersticios de la primera historia y al aparecer en la superficie, al final, debe producir un efecto de sorpresa o de revelación (www.ciudadseva.com), en un momento de la narración que se le ha dado el nombre de final epifánico (www.difusioncultural.uam.mx). La

secuencia

o

engranaje

de

acontecimientos,

configura la acción en un cuento, que no puede detenerse jamás, y tiene que correr con libertad por el cauce fijado por el cuentista (www.literatura.us). Esta constituye según, Juan Bosch, la ley de fluencia constante. Según esto, la acción por sí misma, y por su única virtualidad, es lo que caracteriza al cuento (www.literatura.us). En relación a este último aspecto, Cortázar argumenta que a un cuento se lo debe trabajar en intensidad, es decir eliminar las ideas o situaciones intermedias, rellenos o frases de transición que la novela sí permite (44),

de manera que la acción

permanezca como el elemento clave dentro de su construcción. 2.2.- EL TIEMPO NARRATIVO Los acontecimientos en una narración ocurren en un tiempo y se presentan en un orden decidido por el escritor (Bal, 45). En la fábula que inspira el discurso narrativo, el orden es estrictamente lógico y cronológico. En la trama, el GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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tiempo aparece con la impronta del escritor y de sus necesidades

estéticas,

con

todas

las

marcas

de

narratividad que considere oportunas, según afirmaba Barthes (93). Justamente una de las marcas del discurso son las desviaciones cronológicas o anacronía, consistente en las diferencias que existen en el orden en que aparecen los elementos en la fábula y en la trama (Bal, 61). Existe anacronía cuando una fábula cuenta que primero ocurrió un acontecimiento A, luego B, luego C, etc. Y en el nivel de la trama se cuenta en el orden: D-E-B-C, alterando el orden cronológico y lógico con que se presentan en la fábula. Anacronías son las anticipaciones y las retrospecciones de uso corriente en la narrativa. Se debe partir de un tiempo de base para que el contraste produzca el efecto. Las anticipaciones

consisten

en

la

narración

de

acontecimientos que se producen en el futuro; y la segunda, la narración de acontecimientos que ocurren en el pasado. Otro aspecto de relevancia dentro del estudio del tiempo narrativo es “la relación entre la cantidad de tiempo que cubren los acontecimientos de una fábula y la cantidad de tiempo que ocupa su presentación” (Bal, 76) en la trama.

Los acontecimientos solo se manifiestan en el

tiempo, por lo que es consustancial a ellos durar (Corrales, 79). De manera que además de los desajustes que se GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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producen en el orden, también se pueden dar en lo que se refiere al tiempo o duración de los mismos. Para constatar esto se debe observar la cantidad de texto que se asigna al relato de los acontecimientos, es decir: párrafos e incluso páginas. Por ejemplo: en la fábula se pueden dar hechos que duren varios días y presentarlos en la trama en un breve párrafo; o viceversa, acontecimientos que duran pocos minutos, se los presenta en la trama a lo largo de varias páginas. Se debe tener claro que la percepción de la velocidad es subjetiva y puede haber divergencias grandes respecto a lo que un lector u otro percibe. Se puede considerar cinco posibilidades de desajuste respecto a la duración: La primera se denomina

elipsis narrativa, que se produce

cuando

pasa

el

narrador

por

alto

uno

o

varios

acontecimientos (Corrales, 80). Según Mieke Bal, cuando se omite una parte de la fábula, en la trama, el tiempo de la fábula es infinitamente mayor que el tiempo de la trama (78). Por ejemplo, la siguiente fábula que considera una secuencia de acontecimientos consistente en: entrar – levantar el retrato caído – acomodar en la cama al enfermo – salir. En una trama que considere solo: entrar – salir se habrá producido una elipsis de dos acontecimientos.

El

estudio comparativo da como resultado mayor presencia numérica de acontecimientos en la fábula, lo que se GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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traduce en mayor cantidad de tiempo. Al contrario, en la trama propuesta, se observa un vacío entre entrar y salir que le proporciona enorme celeridad al texto por la menor cantidad de acontecimientos que se narra; esto significa una

menor

inversión

de

tiempo

o

una

cantidad

significativamente inferior de palabras, párrafos, o páginas en el texto. Así se explica la fórmula planteada por Bal. El segundo es el resumen narrativo, que se produce cuando el narrador sintetiza en una frase, o quizás en un párrafo breve, lo ocurrido en un largo periodo de tiempo que puede abarcar meses o años (Corrales, 81). Según Bal, en el resumen, el tiempo de la fábula es mayor que el tiempo de la trama (79), situación que lo hace muy parecido a la elipsis. Esta calla acontecimientos, el otro proporciona un

tratamiento

escueto

y

concentrado

de

los

acontecimientos, procurando un ahorro de palabras. La tercera posibilidad es la escena, que se produce cuando el tiempo de la fábula y el de la trama son aproximadamente iguales (Bal, 82). Esto quiere decir que la exposición de acontecimientos en una y otra es similar. El hecho de no decir idéntica, conlleva una razón poderosa, en el sentido de que una hipotética coincidencia o sincronía total entre fábula y trama, tornaría extremadamente aburrido y pleno de detalles innecesarios el texto narrativo. Lo que se ha venido diciendo respecto a la trama es vital: el GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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autor selecciona de la fábula lo que considera pertinente y lo estructura según su perspectiva estética. El análisis narrativo se produce, cuando “el narrador se demora un buen rato (quizá varias páginas) en contar algo que sucedió en un instante” (Corrales, 82). Bal lo denomina deceleración (sic), y consiste en que el tiempo de la fábula es menor que el tiempo de la trama. Explicado con más claridad: se parte de un acontecimiento de la fábula cuyo desarrollo no llevaría más de unos pocos segundos, y se lo narra con profusión de detalles en la trama, mediante la utilización de gran cantidad de texto. Marcel Proust constituye ejemplo célebre en el empleo de este procedimiento. La pausa narrativa, se produce cuando no se cuenta ningún acontecimiento y se percibe más bien más bien la reflexión sobre algo que se está contando (Corrales, 79). Bal considera, respecto a la pausa, que el tiempo de la fábula es infinitamente menor que el tiempo de la trama (79). Lo de infinito se explica por el hecho de que el tiempo de la fábula se ha detenido y se mantiene estacionada en espera de poder continuar. En la trama, mientras tanto, se ha dado inicio, por ejemplo, a la descripción del paisaje, o se ha dado paso a reflexiones filosóficas, morales o sociológicas. Cuando continúa la historia el tiempo no ha pasado (Bal, 84). GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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Según lo manifestado, en todos los casos en que el tiempo de la fábula sea mayor al de la trama se percibirá una aceleración en la narración; en los casos en que el tiempo de la fábula sea menor al de la trama, se percibirá morosidad y retardo en la narración.

En la escena el

tiempo de la fábula es más o menos igual al tiempo de la trama, por lo que se sitúa en un punto medio; comparativamente hablando, una narración en la que aparezca

una

escena,

resulta

más

rápida

que

la

deceleración y la pausa, y más lenta que la elipsis y el resumen. Existen diversas técnicas para aplicar en cada una de las posibilidades que he señalado, por ejemplo: dentro de la pausa, la descripción, la reflexión y el comentario sobre algo, sin que haya un acontecimiento que contar (Corrales, 79), tienden a retardar la velocidad de la narración. En la escena, el diálogo y los monólogos tratan de describir con detalle las acciones de los personajes y tienden a igualar el tiempo de la trama y el de la fábula. El efecto del resumen es de aceleración del tiempo, por los elementos que se condensa o sintetiza en el relato. El análisis, en cambio, torna moroso y lento al relato porque algo que ocurre en, por ejemplo, tres minutos se puede contar extensamente a lo largo de muchas páginas.

El caso de la elipsis es

especial ya que acelera notablemente la velocidad por los GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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elementos que calla, ya sea porque se trata de algo que hiere u ofende; algo tan doloroso que se prefiere ocultarlo o anularlo, en un intento por que deje de existir (Bal, 79), o bien algo que sencillamente no importa contar por obvio o intrascendente para los fines que se persigue. El ritmo de la narración, entendido como sucesión más o menos rápida de acontecimientos, puede conjugarse muy bien con el ritmo de la prosa, y producir efectos estéticos interesantes. Por ejemplo, situaciones en las que exista morosidad narrativa por efecto de una pausa, pero que la exposición sea ágil, mediante oraciones cortas, carentes de subordinaciones y otras complicaciones lingüísticas. O viceversa, una narración ágil por efecto de un resumen, que sea escrita con un lenguaje plagado de oraciones compuestas que tiendan a retardar la velocidad de la lectura. Estos son procedimientos que cada escritor los puede emplear a su arbitrio. El ritmo, en sentido general, implica movimiento regulado y medido. Se lo percibe como una alternancia entre un momento que resalta y otro que no; en música se produce entre un tiempo marcado o intenso y otro no marcado o menos intenso, el TIC- tac de un reloj, SISTOLE- diástole del corazón. El ritmo, en consecuencia, está presente en todas las actividades que realiza el ser GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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humano, entre ellas, las artes que precisan del tiempo para manifestarse (música, danza, literatura) (Lapesa, 57). Por ejemplo, el ritmo del verso, según enseña Rafael de Balbín, es regulado y medido por cuatro elementos: la cantidad, el tono, el timbre y la intensidad que “se combinan con gran variedad en el uso práctico y habitual de la lengua castellana” (15).

Rafael de Balbín encuentra que existe

una correlación entre lo fónico y lo comunicativo que es fuente varia y numerosa de recursos de estilo (37).

Se

debe combinar en todos los casos, la descripción o el análisis de la expresión formal, con la interpretación del contenido del texto. En la narrativa, los acontecimientos se dan en el tiempo, y su disposición rítmica solo puede percibirse dentro de la totalidad del texto. Según Mieke Bal, para lograr un análisis del ritmo narrativo es necesario elaborar primero un estudio general sobre el curso del tiempo en la fábula (Bal, 77). Hay que determinar los momentos de crisis y desarrollo, es decir, acontecimientos que se producen en un tiempo muy breve, y otros que se producen en periodos temporales muy amplios (Bal, 46). Estos datos ayudan a revelar el tratamiento que se les ha dado en la trama, mediante la determinación de la cantidad de texto asignada a uno u otro acontecimiento. Este procedimiento produce momentos de mayor extensión y otros de menor extensión. GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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Mayor atención, menor atención. Gracias a esto se logra cierto parecido entre el tiempo marcado y no marcado de la música. La alternancia entre los tiempos descritos más arriba: pausa-elipsis-escena-resumen y análisis, produce una sensación rítmica, entre un tiempo veloz y uno lento, marcado y no marcado, según se ilustra en el esquema Nº 3:

Esquema Nº 3 El cuento, por su parecido a un poema, según lo veía Poe, y

por

su

corta

extensión,

puede

prestarse

para

construcciones especialmente significativas en lo que al ritmo se refiere y generar cimas y descensos expresivos, tal como ocurre en un poema. Pero, claro está que la construcción rítmica por sí misma no debe ser el objetivo. En el transcurso del proceso creativo se debe ir encontrando correlación entre lo fónico y lo comunicativo según se aclaró más arriba. 2.3.- EL ESPACIO A los personajes se los ve actuar en un lugar que pronto reconocemos, y si no se explicita, sencillamente se lo puede deducir (Bal, 50). El espacio es el marco dentro GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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del cual tienen lugar los acontecimientos, y constituye un elemento esencial dentro de una narración, porque permite generar una atmósfera que envuelve no solo a los personajes de la narración, sino al lector mismo, quien puede, de manera similar a sus amigos de recorrido (los personajes) sentirse sobrecogido, amenazado, asombrado, inmerso en el ambiente y formando parte de la trama. El espacio que escogemos en la vida real para desarrollar nuestras actividades, para vivir, para echar raíces, constituye nuestro espacio vital, nuestro rincón del mundo (Bachelard, 34). A este espacio Yo lo denomino nicho, de manera similar al concepto empleado en ecología.

Un nicho es un micro ecosistema que forma

parte de uno mayor y así sucesivamente hasta llegar a formar parte de un macro sistema. Es un ser vivo similar a la Pacha Mama (Negret, 145) que posee un delicado equilibrio y un microclima ideal para la subsistencia de sus componentes. Un organismo adaptado a un ecosistema puede perecer fuera de él. El hecho de ser un sistema, implica que mantiene una relación de interdependencia con otros sistemas.

La modificación del equilibrio del nicho

conlleva una crisis a la que los componentes deben adaptarse con no pocas dificultades. La ruptura abrupta del equilibrio o la separación de un elemento de su microsistema, significa la agonía y la muerte. GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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El concepto de espacio evoca solo eso, un ámbito donde estar; pero el concepto de nicho tiene la ventaja de considerar al personaje en relación, no solo con otros personajes, sino también con los objetos, tiempo y procesos que ocurren dentro de él. Los personajes pueden aparecer incidiendo sobre los elementos de su nicho y éstos pueden determinar muchas características del personaje.

De aquí pasaríamos a la concepción de un

nicho psicológico, es decir el espacio último, el más íntimo, el de nuestro corazón o nuestro cerebro, que nos hace ser lo que somos. Otra definición del concepto nicho se refiere al espacio que conserva nuestros restos cuando morimos. El término puede representar un útil juego de palabras en algunos momentos del análisis textual del espacio, para ubicar en él a personajes estancados, sin objetivos o sencillamente muertos. Un nicho implica, en el cuento, un equilibrio o estado de cosas ya establecido e impuesto al lector, que incluye determinadas circunstancias que permite a los personajes sobrevivir, desarrollarse, luchar, trabajar; o simplemente estar sin hacer nada, solo disfrutando del espacio o soportándolo. En la novela los espacios evolucionan a la par que sus personajes.

En ella, los nichos aparecen

contextualizados, formando parte de un sistema mayor en GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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donde los personajes desarrollan sus acciones. El espacio de la novela comporta un macrosistema, es decir un conjunto de nichos interrelacionados y en constante evolución, razón por la cual se pude afirmar que la novela constituye un proceso de construcción de espacios, de incursión en variada gama de nichos, tantos como personajes existan en la obra. Los personajes pueden aparecer enraizados en su nicho, establecidos allí, o añorando otros nichos. De esta manera el texto narrativo puede convertirse en el relato de un estar en el nicho, en un proceso de apropiación de nichos donde establecerse, o que se interactúe en nichos diferentes. Ejemplos abundan: el Quijote busca un espacio ideal para sus aventuras, la familia Buendía funda un espacio y un linaje, ambos sorprendentes y cambiantes; Robinson Crusoe se enfrenta a un espacio nocivo en el que debe introducir la civilización del espacio al que pertenece. Bill y Arlene (Los vecinos de Raymond Carver) codician el nicho de sus vecinos. En la vida real, cada parte dentro de nuestro espacio vital tiene un significado o se va llenando de significados en el decurso de nuestra existencia, de manera que un parque, un cuarto, una calle significan algo que solo nosotros sabemos. Dentro de una narración ocurre igual, GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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cada rincón del espacio narrado posee un significado o se va llenando de significados en el decurso de la lectura, posiblemente con significados que el mismo escritor nunca pensó sugerir. El espacio de la narración aparece configurado con casas, cuartos con muebles o sin ellos, edificios, lugares peligrosos o ámbitos que provocan felicidad. Lugares con colores alegres o faltos de luz; abiertos, cerrados, amurallados; lugares que se añoran o que se rechazan; lugares finitos o infinitos, donde crece una flor, o no crece nada. Todas estas posibilidades Gastón Bachelard las analizó en su texto Poética del Espacio, del cual podemos resaltar la oposición vertical arriba/abajo: guardilla /sala; o bien sala/ sótano, de entre otras, con un significado que opone lo irracional/racional. La racionalidad de la sala y lo irracional de la guardilla y el sótano (48), por ser ámbitos donde se esconden quizá, seres maléficos o de otros mundos. Quizá mucho más en el sótano al cual se le agrega el factor penumbra. Otras oposiciones que se pueden plantear son: dentro /fuera, ciudad/campo, lugar elegante/lugar pobre, de entre las infinitas posibilidades que se pueden encontrar y que se pueden explotar estéticamente.

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2.4.- LOS PERSONAJES: Los personajes son los encargados de materializar los acontecimientos a través de sus acciones, ya sea causándolos o experimentándolos. La finalidad de las acciones que realizan los personajes es el logro de algo favorable, la huída de algo desfavorable (Bal, 34), e incluso un peligroso dejarse llevar por impulsos de autodestrucción que los precipita hacia el abismo de su propia aniquilación. Las acciones que realizan los personajes en una secuencia narrativa se parecen a las acciones humanas, y por esta razón se nos antoja verlos como personas y suponer que poseen una psicología o una personalidad.

Para evitar

esta confusión, desde el punto de vista estructural, se establece la conveniencia de analizarlos no como un “ser, sino como un participante” en calidad de agente de una secuencia de acciones que le son propias, enfocando la atención hacia lo que hacen o la función que realizan; por esta razón se los denomina actantes (Barthes, 86). En un texto narrativo se da más importancia a los personajes

que

causen

o

sufran

acontecimientos

funcionales (Bal, 33), que permitan el progreso de la secuencia narrativa. Las funciones posibles que pueden ejecutar los personajes desde un punto de vista estructural se

orientan

a

GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

tres

bloques

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semánticos:

deseo,

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comunicación, prueba (participación) (Barthes, 87). José Romera (120) nos presenta el siguiente cuadro explicativo:

Esquema Nº 4 De donde tenemos que un SUJETO es el que aspira a obtener un OBJETO. Para lograr este propósito o intención debe contar con un REMITENTE que provea el objeto o que permita que se provea. El DESTINATARIO es quien recibe el objeto (generalmente el mismo sujeto). Y finalmente el AUXILIAR es quien brinda ayuda esencial para que el sujeto consiga el objeto. Pero a los afanes del sujeto siempre se pondrá en medio un OPONENTE que tratará de evitar que su objetivo se cumpla. La importancia de este enfoque es que al considerar solamente funciones, los personajes pueden encarnarlas de diversas maneras; incluso dos funciones a la vez. Del ámbito estructural se debe avanzar de un actor que encarna solamente una función, a un personaje que se parezca a la gente, con rasgos que posibiliten una descripción psicológica (Bal, 88); sin perder de vista que GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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son solo seres de papel, según sentenciaba Barthes (90). La riqueza que posee la literatura, más allá del frío ámbito estructural, consiste entre otras cosas, en que tiene el poder de suscitar en los lectores sentimientos de amistad hacia los personajes hasta el punto de considerarlos compañeros de trayectoria, llorar por sus desventuras y reír por sus éxitos (Bal, 88). El escritor se esfuerza por delinear un personaje que tenga una fuerza tal que permita recordarlo por siempre. Pensamos en el Quijote, en Hamlet, en Chumbote (José de la Cuadra). A nadie se le oculta el hecho de que los personajes poseen una personalidad susceptible de analizarse por diversos medios. Esto acontece porque los que escriben son seres humanos que infunden vida a sus seres tomando de la realidad los elementos más útiles a sus propósitos. En un cuento aparecen ya con su personalidad plenamente formada. Se podría decir, instalados ya en sus nichos psicológicos1 a los cuales se aferrarán con porfía. En la novela se da un proceso de clara evolución de la personalidad de los personajes, se la describe, se la adorna, se la pone de relieve. En el cuento los personajes deben concretarse a la acción y mostrar su personalidad, a través de sus acciones. 1

A un nicho espacial le corresponde ciertas características, y un tiempo que condiciona la personalidad de los personajes, una manera de ver las cosas, un perfil psicológico en suma. El término nicho psicológico hace alusión al producto final de la relación sujeto – medio ambiente.

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En el terreno de lo obvio, se puede comprobar que en una novela existen varios personajes, y en un cuento pocos. Está claro que la reducida cantidad de personajes en un cuento es un rasgo que lo caracteriza de manera determinante. No obstante, ocurre un hecho singular al momento de recordar a los personajes de una novela: siempre hemos de recordar a uno o dos, desechando al resto por causas variadas. En un cuento ocurre igual. Por lo tanto, el solo hecho numérico entre un cuento y una novela parece ser solo un detalle estadístico con poco peso al lado de la impresión y de la huella que dejan en el lector. 2.5.- EL NARRADOR El narrador que es el agente encargado de contar la historia (Bal, 125), que, para lograr este propósito, hace uso de un medio de carácter lingüístico que permite escuchar o leer el texto producido. Expresado en otros términos, “el narrador es el encargado del trabajo de construcción del discurso literario” (Romera, 147). Mieke Bal sostiene que siempre es un narrador en primera persona (127), el que narra ya sea sus propios hechos, como protagonista del relato, o bien los hechos que otros protagonizan. Por ejemplo: (yo narro que) Teseo ingresó al laberinto y buscó al Minotauro…; o bien: (yo) ingresé al laberinto y busqué al Minotauro; de donde GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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tenemos un yo que narra en calidad de observador o testigo de los acontecimientos; y otro yo en calidad de protagonista (Teseo). El narrador puede aparecer vinculado a un personaje, en cuyo caso se denomina “narrador personaje” porque forma parte de la historia; o bien, puede aparecer fuera de la narración, y se denomina “narrador externo” (Bal, 128). El narrador externo es generalmente omnisciente, es decir que sabe todo sobre las criaturas del relato, de manera similar a un dios. Según Pilar Rubio “el omnisciente externo es un sujeto distanciado del mundo del relato que dice al lector, implícita o explícitamente: ‘Aquí está la historia, ahí tú lector; yo la conozco, la valoro, la juzgo incluso y te la transmito’” (Http://e-espacio.uned.es). La misma Pilar Rubio explica que en oposición a este tipo de narración, existe otra más acorde a los modos de percepción humana, es decir la narración desde el punto de vista del personaje, en donde ya no se ‘decreta’, sino se muestra el mundo tal como lo ven sus héroes. Es el caso de la narración en donde el narrador personaje es quien narra. La

percepción

desde

el

punto

de

vista

de

determinados personajes puede darse en primera persona o bien en tercera persona, mediante un narrador externo. A este caso especial Pilar Rubio lo llama “engaño de la tercera persona”, consistente en emplear un narrador en GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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tercera persona que cuenta datos derivados de la percepción del personaje que observa o focaliza, es decir del yo del personaje que actúa en el relato (Http://eespacio.uned.es). Dicho en otros términos, se trata de un relato que combina un narrador externo que cuenta lo que un focalizador personaje ve o siente. Su fórmula sería: un narrador externo que focaliza a un personaje que focaliza a su vez su entorno: yo narro que Batman ve, piensa o siente esto y esto… aunque el discurso narrativo asuma la tercera persona, y no la primera. Y ya que se ha introducido el término focalizador conviene aclarar qué es y qué función cumple dentro de un cuento. Se escribió más arriba: tal como lo ven sus héroes; a partir de esta frase se puede dar paso a una importante diferenciación

entre el narrador y el focalizador. El

focalizador es quien ve, siente o percibe los objetos, paisajes o acontecimientos (Bal, 112) desde su muy personal punto de vista o actitud, y el narrador es quien se encarga de contarlos. Son, por lo tanto, dos entidades diferentes: uno es el agente que narra y el otro el agente que ve. De manera similar al narrador, el focalizador puede ser externo o interno a la historia narrada. Según esto, tendremos una focalización interna, si corresponde a un personaje de la historia, y externa, si la focalización la realiza un agente fuera de la historia. GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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Depende del agente que focaliza para que los elementos del relato (personajes, cosas, animales, etc.) se presenten

con

determinadas

características

o

apreciaciones. A la vez, la calidad de las imágenes presentadas nos pueden decir mucho sobre el focalizador (Bal, 112), informarnos sobre su personalidad y sus actitudes. Un ejemplo: Teseo ingresó al laberinto y buscó al Minotauro; aquí podemos comprobar que el narrador externo es a la vez un focalizador externo. En Ingresé al laberinto, que parecía un infierno pestilente y busqué al desgraciado del Minotauro, se puede observar, en cambio, a un narrador personaje y focalizador interno a la vez, que ofrece su punto de vista del lugar por el que transita, y su actitud hacia el Minotauro. Se podría determinar al respecto, que el Teseo que presento en el ejemplo es un sujeto poco habituado a lugares desaseados, que es un personaje de alcurnia, y que está decidido a terminar con esa amenaza, etc. El presente enfoque se puede combinar muy bien con una clasificación del tipo de narrador que hace alusión, a mi entender, con el poder o alcance que posee para penetrar en lo narrado, en los personajes, en el tiempo. Se puede distinguir uno que considero fundamental, el narrador omnisciente que habla generalmente en tercera persona y que conoce todo lo que ocurre en la narración (Corrales, GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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44), de manera similar a un dios creador que es el amo de su creación. Este narrador puede adoptar diversos matices, según su actitud hacia lo narrado: si es de alejamiento y prudente distancia, tenemos un narrador neutro; si comprometido y con tendencia a opinar, será un narrador editorial; multiselectivo, si incursiona en los pensamientos de varios personajes (47-49). El narrador testigo cuenta en primera persona como si hubiese estado presente en los acontecimientos (50), pero sigue siendo una especie de observador, sin implicarse directamente en los hechos. Quien sí lo hace es el narrador protagonista, narrador en primera persona, que es además, el personaje principal del relato (51). CONCLUSIONES PARA ESTA PARTE A manera de conclusión, extraigo algunos de los aspectos más importantes que se refieren al género narrativo en general, o que le competen al cuento exclusivamente. 1. Una narración está compuesta por una serie de elementos

que

poseen

distintos

niveles

de

funcionalidad. Entre ellos se puede mencionar a los acontecimientos

o funciones cardinales y otros

elementos que los rodean: catálisis, informaciones e indicios (Barthes, 73). El cuento parte siempre de una GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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situación inicial muy precisa que genera un objetivo y la aplicación de una sola estrategia. Por esta razón se dice que el cuento narra un solo hecho. 2. El cuento, a la vez que muestra poco en la superficie, esconde más de lo que dice, de manera que se requiere de un trabajo de interpretación similar a la poesía para poder descubrir la riqueza que oculta. 3. Los acontecimientos en la trama son sometidos a un tratamiento de carácter estético, que considera entre sus

posibilidades:

las

retrospecciones,

las

anticipaciones y las variaciones en el ritmo. 4. El espacio de un cuento es como un nicho ecológico que representa un micro sistema dentro del cual moran los personajes. Dentro del nicho los personajes establecen relaciones con otros personajes, con los objetos que los rodean, y con el tiempo. Al formar parte de un sistema, todos estos elementos, se condicionan

mutuamente

y

condicionan

la

personalidad de los personajes. La novela representa un macro sistema, un conjunto de nichos ecológicos que interactúan entre sí. 5. Los personajes de una narración se pueden estudiar ya sea como agentes de una acción (actantes) o como personas con rasgos psicológicos definidos o por definir. En el cuento aparecen con su personalidad GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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definida que nos la muestran a través de sus acciones.

En la novela se producen procesos de

construcción

de

personalidades,

evolucionan,

cambian, modifican sus actitudes. 6. El escritor, a la vez que crea a sus personajes, crea también al narrador que es el agente encargado de contar la historia (Bal, 125). Puede haber un narrador externo e interno que narra ya sea en primera o tercera persona; puede conocer todo sobre los personajes de manera similar a un dios o ser parte de la historia. El encargado de verla desde su concepción o punto de vista es el focalizador (Bal, 107), que es el agente que percibe.

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TERCERA PARTE EXPOSICIÓN DE PROPÓSITOS Y METAS ESTÉTICAS UNA VISIÓN DEL MUNDO Y DE LA VIDA 3.1. SERES ABÚLICOS E IMPOTENTES. El mundo en el que vivimos exalta la competencia, al triunfador, al más fuerte, al que tiene más dinero, más inteligencia, más conocimientos, más bienes, o al que dice más, tenga o no tenga la razón. El poder sobre los demás se sustenta en todo esto. Los demás, los olvidados, deben luchar el doble o el triple para obtener migajas y vivir en el anonimato, sufriendo, en el silencio de sus pobres vidas, derrota tras derrota. ¿Quién se acuerda de los derrotados, de los incomunicados, de los que viven sumidos en la impotencia ante los obstáculos que les impone la existencia? La literatura ha tratado de representarlos con porfía. Recuérdese a Andrés Chiliquinga (Huasipungo de Jorge Icaza), o a K (persistente personaje de las novelas de Franz Kafka), todos con diversos grados de abandono, soledad o impotencia. El término impotencia proviene del latín impotens-tis que significa: débil, impotente. La debilidad y la impotencia provienen aparentemente de diversas carencias, según afirmé en la apertura de esta parte. Esto me lleva a GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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interpretar el término impotencia como: escaso de poder para realizar algo, que se manifiesta en la falta de voluntad o abulia enfermiza, la poca habilidad para desenvolverse en determinadas actividades (incompetencia), la falta de recursos materiales y el nulo o insuficiente apoyo de los otros2. Un caso especial de impotencia es la derivada del sistema o de las circunstancias que se imponen al sujeto, lo someten y lo convierten en víctima, contra su voluntad. Desde el punto de vista de Michel Foucault, el poder se “ejerce en niveles y formas que rebasan al Estado y sus aparatos” (Olmedo, 149), lo cual nos invita a preguntar ¿si el poder está en todas partes, cuánto poder o de qué clase lo poseen los desposeídos y parias de la tierra? Lo que sí es seguro es que es mínimo, en un grado tan ínfimo que permite estados de sometimiento que son evidentes en todos los lugares del planeta. Dentro de la red de relaciones de poder, seres como éstos ejercen una pobre influencia de manera que no constituyen una amenaza para aquellos que de una u otra manera logran aislarlos y arrinconarlos. Es el caso de Carmichael, quien sufre de pobreza por efecto de su arte incomprendido; es el caso del Sr. Díaz, el caso de Yépez, de Francisca, de Baltasar, todos olvidados por un mundo que no desea ocuparse más 2

Los otros, en este trabajo es un comodín que significa una posición dentro de una dicotomía, y designa siempre al opuesto. Si se considera a los seres de la casa, lo opuesto es los seres del mundo exterior (los otros), o viceversa.

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de ellos. Ya se ve que el lugar de estos personajes, dentro de la red de relaciones que mencionaba más arriba, es periférico, secundario y de una influencia mínima dentro del sistema, no porque ellos lo hayan escogido así, sino porque los han colocado ahí. Recordemos que el poder es inmanente a todos los procesos, entre ellos los sentimentales, como los que se producen entre un hombre y una mujer (Foucault, 116); caso que se puede observar en los cuentos: El sueño de Sofía, Equidad, Historia de piratas. ¿Qué clase de poder ejerce el uno sobre el otro? ¿Qué estrategias de poder maneja cada uno? ¿Qué pretenden, cuales son los objetivos que persiguen? El poder, en mi opinión, se ejerce siempre para dominar a los otros, y para hacerlo se deben poner en funcionamiento determinadas estrategias.

De

esta manera, Carmichael busca ejercer algún tipo de dominio sobre Sofía, o viceversa. En consecuencia ambos están inmersos en una lucha sin cuartel por el predominio, en la que implementan sutiles estrategias como la indiferencia, la provocación, el control permanente, es decir, una guerra, un enfrentamiento o lucha continuada con otros medios, que es prolongación de otra guerra a gran escala que se produce en las instituciones, en la sociedad plagada de desigualdades económicas y sociales GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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(Foucault. 101).

Desde este punto de vista, se podría

interpretar la actitud permanente de ver y observar de Carmichael como una labor de vigilancia y control sobre Sofía: Carmichael dejó que durmiera un rato más. Se dedicó a examinar los detalles de las cosas del cuarto (El sueño de Sofía). Observó sigilosamente: estaba desnuda, apoyada en la pared. Se rascaba de vez en vez la cabeza y movía la mano trazando caprichosas letras en el aire. Se percató que insistía en formar una S (Equidad). Miró de reojo a Sofía quien seguía escarbándose las uñas de los pies en un perfecto e ideal silencio. Permaneció observando ese extraño rito de cutículas y uñeros, limas y cortaúñas de alta precisión, sin alcanzar a comprender qué tipo de deleite comportaba cada pincelada de esmalte (Historia de piratas) Y no solamente esto, sino estrategias como la provocación e indiferencia: Se levantó y se vistió lentamente, sin decir nada. Sofía siguió viendo televisión con la mirada fija en aquellas escenas de gatos y perros parlanchines. “Me voy”, dijo Carmichael, con la mayor solemnidad de la que fue capaz.

Sofía

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preguntó

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al

rato:

“¿A

donde?”.

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Carmichael no supo qué responder. Se sentó en la cama y trató de razonar (Equidad). Sofía preguntó: ¿qué mismo estás leyendo, querido? Carmichael hizo una mueca de sorpresa. Pues… Sofía se levantó y se entretuvo buscando algo en el cajón de su velador. No se atrevió a decir nada (Historia de piratas). En ambos pasajes las estrategias de indiferencia y provocación las ejerce Sofía hacia Carmichael.

En el

primer ejemplo Carmichael parece que tuviera el control, pero en el segundo, se ve claramente que Sofía ejerce dominio sobre Carmichael, hasta el punto de arrinconarlo, mantenerlo a distancia, aislado y negarle el poder de tomar decisiones, o sencillamente obligarlo a huir hacia el relato que lee en Historia de Piratas y encontrar la muerte. Según parece, quienes están mejor ubicados en la red de relaciones de poder, o lo que es lo mismo, los que detentan más poder sobre los demás pueden aplastarlos y sumirlos en el fracaso, acostumbrarlos al fracaso hasta el punto de que parezca normal, peligrosamente normal, patológicamente normal. Así las cosas, los perdedores se conforman con un estar en el mundo sin mayores objetivos en sus vidas, estancados en el estado de cosas al que han desembocado, sin poder avanzar ni retroceder.

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Tal como lo interpreto, la impotencia siempre es producto de una relación de lucha por el poder, en la que siempre alguien se ve en desventaja. Por lo tanto, la falta de voluntad o abulia enfermiza, se produce porque alguien posee mayor voluntad que el otro. Lo que se considera escasa habilidad para desenvolverse en determinadas actividades o incompetencia, no es otra cosa que un acto de encasillamiento que imponen los otros: Un ejemplo: Pero el fracaso de su arte se dejó ver en dos ventas el año anterior y una exposición colectiva en donde le impusieron, por ser el pintor menos conocido, el cupo de dos cuadros que fueron ubicados en el fondo del salón donde nadie quería llegar (El sueño de Sofía) El no contar con recursos materiales es siempre una consecuencia de la falta de dinero para adquirirlos. La falta de apoyo de los otros es siempre un estado de abandono flagrante e intencionado: Es él, el teniente Salas. Lo observan acercarse sin atinar a decir nada. Lo ven hacerles el ademán convenido de seguirlo y lo siguen. Pasa por delante de ellos, sin mirarlos, empuñando firmemente su arma. Todos sienten su energía sin límites que los subyuga. Dando un resoplido, salta sobre una roca y enfila por un sendero carcomido por las explosiones. Los que pueden seguirlo tratan de avanzar rápidamente, sin GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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decir nada. Van recogiendo en el trayecto a los heridos menos graves y los obligan a caminar (La espera) El Sr. Díaz, manifiesta claramente su estado: y ningún hijo de perra se aparece por ningún lado a ver si ya me he muerto. . . Por lo tanto la impotencia siempre proviene de una desigual lucha de poderes que se produce en el macro sistema o en el micro sistema del nicho en el que mora el sujeto. El mundo que se refleja es el de los derrotados, de los caídos en desgracia por obra de aquellos que han logrado imponerse en la lucha por el poder. Los personajes que corresponden a este mundo son sujetos opacos, sumidos en la soledad, sin rasgos excepcionales, implicados en una lucha en la que no tienen posibilidades de triunfo. Una característica que acentúa su opacidad es la imposibilidad de comunicarse con los demás y su extraña habilidad para vivir aislados, arrinconados, y sin posibilidad de superar ese estado de cosas. Desde el punto de vista de las habilidades que poseen los personajes, Carmichael, en El sueño de Sofía, es un ser incompetente dentro de su arte; los demás dicen que es un mal pintor; el acabado Batman, otrora paladín, no puede levantarse para poder cerrar la ventana de su cuarto para evitar el frío por causa de su vejez y de la negligencia de GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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quienes lo cuidan;

el soldado Yépez, desencantado del

mundo, no puede salir de la trinchera para poder salvarse por causa de su herida o de su falta de voluntad para luchar; Baltasar pone sus esperanzas en una caja negra ante la falta de habilidades para orientarse en un desierto que lo está tragando. A Dios, le falta habilidad para comunicar su verdad e interactuar con los humanos. La falta de poder por falta de habilidad termina siempre orillando al fracaso. La carencia de voluntad del individuo es posiblemente el más grave caso de impotencia, porque si bien se posee las habilidades o se cuenta con el apoyo de los otros, el sujeto se niega a la ejecución de la acción. Es lo que se denomina abulia: Baltasar no abre la caja para resolver su curiosidad por falta de voluntad; Carmichael, (El sueño de Sofía, Equidad, Historia de Piratas), es un ser carente de voluntad, que lo difiere todo.

En Equidad se enuncia

directamente su condición: con la mayor falta de voluntad para ponerse de pie, caminar y complacer esos minúsculos deseos.

La verdad es que, su compañera con toda su

carga de sueño e indiferencia, de alguna manera, no lo motiva lo suficiente. Los seres de estos cuentos viven recluidos en su nicho, han encontrado conformidad en él; se han dedicado a ver y dejar pasar las cosas, y procuran alejarse de los GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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problemas,

en

un

permanente

estado

de

evasión.

Carmichael, en Historia de piratas, se evade del poder que ejerce Sofía sobre él, y de una relación viciada de rutina. Prefiere introducirse en el mundo doblemente ficticio del relato que lee (¿Sofía es quien lo obliga a tomar esa decisión?). Carmichael en El Sueño de Sofía, prefiere dormir y evadirse de los problemas que lo acosan. En Equidad, el sueño, la televisión, la infidelidad son los medios para evadirse uno del otro. La impotencia por falta de recursos materiales y de apoyo de los otros es decisiva a ratos: Batman se encuentra solo y espera el apoyo de alguien; ese apoyo llega con retraso y no soluciona el problema que tiene. La indefensa Francisca, en La Herencia, espera el apoyo de Rogelio para reclamar a Aurelio, quien está armado y es peligroso. A Baltasar no le queda más remedio que apoyarse en un fetiche, la misteriosa caja negra, en la que deposita sus esperanzas de salvación. 3.2.- INCOMUNICADOS Todos los personajes de los cuentos carecen de habilidad para comunicarse. Posiblemente el mundo en el que viven no les ha enseñado a comunicarse o no les posibilita eso. El lenguaje que manejan no funciona; a lo sumo

permite

actos

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comunicación

parcial

y 126

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distorsionada, lo cual trae como consecuencia relaciones interpersonales

insatisfechas

(Castilla,

20)

y

tan

superficiales que terminan alejándolos cada vez más. Las personas intentan comunicarse, pero parece que lo que dice el uno no satisficiera las necesidades del otro, con lo cual se puede afirmar que viven en una perpetua asincronía, similar a la que describe Castilla del Pino sobre las luchas de poder que se dan en la vida real, en donde el uno permite hablar en la medida de sus intereses al otro, que debe hacerlo según los límites impuestos (27),

so

pena de incurrir en delitos contra la moral imperante. Una moral creada por un grupo que la utiliza como mecanismo de sometimiento o como estrategia de poder sobre los demás. En las luchas de poder que protagonizan Carmichael y Sofía, dentro de su nicho familiar, aparecen enfrentados, como ya se manifestó, haciendo uso de mecanismos que buscan el predominio del uno sobre el otro, con la incomunicación como una de sus estrategias. De manera que nos podemos preguntar: ¿Qué permite comunicar el uno al otro? ¿Cuál de los dos es el que impone las reglas y quién debe acatarlas? Como en toda auténtica batalla, tiene que haber un ganador. Me remito a un ejemplo de Equidad:

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“¿Qué haces?” dijo con voz temblorosa. Carmichael le respondió con cierta indiferencia: “Aquí, parado”. Sofía encendió el televisor y se dedicó a ver las noticias de las seis dando profundos bostezos. “Son las mismas noticias de ayer”, dijo Carmichael, sin desprender la mirada del cielo… El estilo de comunicación entre los dos es tan escueto y ambiguo que realmente no comunican nada. La indiferencia marcada mantiene una distancia entre los dos como si se tratara de mantener alejado al oponente y no dejar ver más allá de lo conveniente. El estado de asincronía es radical y no coinciden en nada. Como en toda guerra, ninguno de los dos cede nada al otro: ¿Afilada? ¿Hay putas afiladas, Sofía? ¿Entiendes tú eso? Yo, no. Sofía se volvió a verlo. Carmichael hizo silencio. Esperó a ver qué novedades entrañaba su mirada (Historia de piratas). Dios en persona tampoco puede comunicar su verdad porque no sabe como expresarla o no encuentra el estilo apropiado para hacerse entender: Quiso gritarles “¡Ya estoy aquí!”, y confirmarles la verdad de su estancia en la tierra y el cumplimiento de sus más caros deseos, pero estaba comprobando que nadie le creería. En este cuento quien tiene poder realmente es la gente y somete a Dios. Ese poder consiste en la fe en el dios que cada uno tiene dentro de sí y que no se parece en nada al dios de los GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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demás, más que en el nombre. Cuando Dios desciende en la tierra se encuentra con la existencia de muchos dioses contra los cuales no puede competir.

Son dioses con

diversos grados de poder y con diversas imágenes ideales, una para cada gusto. La fe en sus dioses personales resulta ser más fuerte que la certeza de su presencia y debe retirarse porque no puede competir contra eso. Quienes imponen las reglas son los seres humanos, reglas que dios no puede asimilar, razón por la cual le resulta imposible comunicarse. La incomunicación proviene también de otros factores: Batman solo balbucea y nadie le entiende. ¿Será tal vez que nadie hace el esfuerzo por entenderle?

Yépez y

Baltasar se enfrentan, además de sus espacios: trinchera y desierto, a una soledad absoluta, es decir a la carencia total de interlocutores con quien comunicarse.

Pero la

soledad de uno y otro proviene de factores diferentes: Baltasar se accidentó, y Yépez fue abandonado en el campo de batalla. Ambos tienen en común la soledad y el fracaso de su vida familiar. Es el mundo de los incapaces, de los impotentes, de los perdedores, de los incomunicados; un mundo con extraordinario parecido al real.

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PROCEDIMIENTOS

Y

TECNICAS

NARRATIVAS

UTILIZADAS 3.3.- EL NARRADOR Mi propósito es mantenerme al margen de los personajes, dejarles actuar en su propio mundo. Por esta razón construí un tipo de narrador que vea la historia desde fuera. Para esto se presta muy bien el narrador focalizador externo que narra los acontecimientos en tercera persona. Por su condición de narrador omnisciente, reservo para él todo el conocimiento que es el factor que le otorga un gran poder dentro del relato. En los cuentos, fluctúa entre un omnisciente neutro que solo observa, y uno multiselectivo, que incursiona en los pensamientos, presente, pasado y futuro de los personajes. Es un narrador que lo conoce todo y se permite, a veces, ceder su visión de las cosas a los personajes: (El Sr. Díaz) descubre que el agua del florero ha formado en el suelo un charco. Permanece unos segundos tratando de darle sentido, pero desiste porque van tomando forma los rostros siniestros de otros tiempos, uno tras otro (Batman). Es el caso en que el narrador externo focaliza a un personaje (El Sr. Díaz) que focaliza, a su vez, el mundo que le rodea (agua - charco). En el cuento Equidad, procuré que el narrador enfoque alternativamente a Carmichael y Sofía, y que se GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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produzca el caso que analizamos, de ceder el enfoque a los personajes para narrar a través de sus percepciones, tal como se produce en esta secuencia: (Carmichael) Observó con envidia a Sofía. Estaba allí, serena, tan inconmovible en su sueño. Ella estaba soñando en selvas, montañas y desiertos que los veía desde lo alto a medida que agitaba sus alas de águila real. Carmichael percibió su denso aliento con rezagos del pollo frito que habían comido en la noche anterior. Según lo propone el título del cuento, elaboro una equitativa alternancia en la narración, mediante el enfoque que realiza el narrador a cada personaje. Dentro de cada parte, el personaje enfoca a su vez determinados elementos, según lo refleja el ejemplo anotado. Gracias a este procedimiento (que se observa mejor en la lectura total del cuento) ubico a cada personaje en un mundo paralelo, a cada uno de los cuales no puede acceder el otro. Deseo mostrarlos juntos, pero separados a la vez. Este efecto lo refuerzo con la utilización de un diálogo torpe e inconexo entre los dos, plagado de resentimientos y equívocos. En Historia de piratas hay dos personajes: Carmichael y Sofía. En este cuento permito que actúe uno solo, y que Sofía se limite a acompañarlo silenciosamente la mayor GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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parte del tiempo. Le reservo a ella la misión de provocar con sus actitudes, situaciones de tensión en la pareja: Sofía

hizo

un

comentario

entre

dientes

que

Carmichael no alcanzó a escuchar. Sacudió la cabeza ¿Es a mí? Sofía le pidió que le alcance el control del televisor. Se lo dio. Sofía encendió el televisor y ubicó la novela de la Pantera Salvaje que está lindísima, lindísima. En varios pasajes, el narrador - focalizador externo cede la focalización a Carmichael, quien enfoca el relato con la historia del pirata Gervasio. Mediante este recurso permito al personaje internarse en el mundo del relato que lee, con el fin de que abandone poco a poco su nicho familiar, y se interne en otro, pero extraño y nefasto que le significará la muerte. Continuó leyendo en silencio que el Almirante se negó a

dar

permiso

al

marino

Howard

para

que

desembarque en la playa por temor a que los piratas los ubicaran y les dieran alcance. Mediante las constantes focalizaciones de Carmichael al relato que lee logro insertar indicios sobre su deseo de evasión y sus aspiraciones de libertad, de poseer otra mujer, de ser alguien diferente, de estar en otro espacio, de vivir aventuras peligrosas; el relato que lee Carmichael y

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María, más concretamente, significan la ruptura del yugo y el predominio de Sofía. En el cuento La espera, el narrador cede en algunas oportunidades la narración al yo (Yépez); pero le permito solo recordar, y no dominar el presente que lo oprime: El dolor crece en intensidad y Yépez trata de calmarlo pensando en Elena.

Elena bajo la lluvia. Elena al

atardecer, a contraluz del ocaso (…). Queda bastante claro que la medicina del amor o los gratos recuerdos no bastan, de manera que condeno a Yépez a perecer sin que pueda hacer nada para evitarlo. En Dios y

La Araña, construyo un narrador que

focaliza a personales anónimos: la gente. El objetivo de escoger este tipo de focalización es porque se presta muy bien para cruzar diálogos de diversos personajes que miran, hablan, opinan. En La Araña elaboro diálogos en estilo indirecto libre que se cruzan atropelladamente, sin previo

aviso,

con

el

fin

de

reflejar

a

hablantes

indeterminados de una ciudad, como Guayaquil, plena de vértigo y desorden: Pero verás, Inesita, mejor te buscas otro trabajo, no vaya a ser que ese loco te encuentre a media noche y te mande fauleando. No, señora, él las mata y luego las viola. ¡Qué horror! Las atemoriza, las tortura, goza

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haciéndolas gritar y luego las estrangula con sus propias manos, y luego sí las viola (…). Procuro que en el cuento Dios exista más mesura en la emisión de los diálogos mediante el uso del estilo directo, con el fin de identificar claramente lo que corresponde al personaje que focaliza, porque en ese pueblo se vive la tranquilidad de un típico pueblo de la serranía, ordenado y pacífico: “Solo se me quedó viendo con esa mirada tan dulce y penetrante que me hace recordar a mi finado Lucho. . .”, dijo, llorosa.

Un bombero bilingüe intentó algo

mejor. Le acercó un pedazo de pan y se lo ofreció con amabilidad: “¿Do you want pan?”, le dijo. Elaboro el cuento Dios de manera que al personaje central se lo conozca solo desde sus pensamientos o reflexiones. No lo dejo hablar para que sean los otros los que hablan.

Al asesino de la guayabera verde solo lo

menciono y no le permito decir nada. De manera que gracias a la profusión de diálogos de la gente, logro aislarlos. La única alternativa para el uno es retirarse, huir, y para el otro, que continúe asesinando en el anonimato. En el cuento Dios pretendo además insertar una lucha de poderes, gracias a la cual nos preguntamos: ¿Cuál de GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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los dos es más poderoso: el narrador o Dios? Para esto me apoyo en el carácter referencial del personaje Dios. Según se explicó más arriba, el narrador es más poderoso porque tiene el control total sobre la narración. En este caso, ubico a Dios en un nivel inferior y disminuido en su poder, con lo cual logro mi propósito de destronarlo. En la parte final del cuento En Penumbras, el narrador focaliza de pronto a la gente y al verdugo. Abandona al sujeto a su suerte y pasa al relato de su ejecución. Gracias a esto logro un efecto claro y contundente: Morales no ve más, no reacciona, ha muerto. Se ha ido realmente sin pagar sus culpas, burlándose de todo el mundo: El verdugo se adelantó, saludó a la concurrencia, dio un beso en la Biblia, se plantó frente al condenado e interrogó: “¿Por la santa Biblia,

te arrepientes de tus actos?”

Morales

permaneció en silencio. La actitud general del narrador es la de mantenerse a prudente distancia, en calidad de observador, evitando inmiscuirse lo más posible, en sus pensamientos. Procuro que la narración sea escueta, lacónica, sin adornos, fría a ratos, de manera que ayude en el acto de contar hechos que demuestren que al narrador le son indiferentes.

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3.4.- EL TIEMPO Utilizo una narración fundamentalmente lineal, sin que se

produzcan

anacronías.

mayores

desajustes

temporales

o

Cuando se producen es con una finalidad

específica, según procedo a demostrar: En Batman, las breves retrospecciones sobre sus días de actividad heroica, deben proporcionar pistas sobre quien es él realmente: un héroe envejecido y caído en desgracia: Recuerda momentos alegres, momentos trágicos. Recuerda a Robin, mecánico, científico y sabelotodo en el acto de graduación (…) -

Recuerda las

innumerables proezas de velocidad y astucia que protagonizó en las calles (…). Mi intención es crear un marco afectivo en torno a su compañero de aventuras y remarcar un antes y un ahora: un antes heroico y un ahora de inactividad, un antes esplendoroso de lucha y un ahora de impotencia, de fracaso por su vejez, debilidad y fundamentalmente de abandono.

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En El Sueño de Sofía, empleo dos casos de retrospección mediante los cuales doy a conocer dos facetas de su fracaso. El de su vida dentro del nicho familiar: Recientemente probó, cuando Sofía se fue con su madre, por el asunto de la muerte de Chispa, a cocinar, lavar, planchar, barrer. Terminó al final del día con la espalda adolorida (…) Y el de su trabajo, o lo que es lo mismo, el de su incursión al exterior del nicho familiar: Pero el fracaso de su arte se dejó ver en dos ventas el año anterior y una exposición colectiva en donde le impusieron, por ser el pintor menos conocido, el cupo de dos cuadros que fueron ubicados en el fondo del salón donde nadie quería llegar por cansancio o por temor a los espantosos seres mitológicos que había dibujado. En

La

Espera,

inserto

una

retrospección

especialmente significativa que permite conocer en detalle la causa de su problema afectivo y la relaciono con la escena del encuentro con el extraño personaje. De esta manera adelanto los elementos para el posterior desenlace, GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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que invita a preguntarse: ¿Quién es el sujeto barbado que lo ayuda? ¿Su padre u otra entidad?: “Dicen que mi padre murió en circunstancias similares, en otra guerra, hace ya mucho tiempo. Yo no lo conocí, pero mi madre me hablaba de él, de su fuerza de carácter, de su amor por nosotros. Su sola mención era una inspiración para todos nosotros. De hecho, yo me llamo como él, y traté siempre de hacer honor a su nombre, hasta lo de mi tía Raquel. (…) Compárese con la parte en mención: Escucha decir: “¡Soy yo!”. Yépez interroga: “¿Quién?... ¿Has venido a salvarme?”.

La voz demora en

responder: “Estoy perdido en esta selva desde hace veinte años, pero podemos ayudarnos para poder salir; así, de paso, podemos conocernos mejor”. En La Herencia trabajo con diversas dimensiones temporales, sin perder la linealidad básica del discurso narrativo. Dentro del tiempo referencial que es el presente, inserto algo así como chispazos de fragmentos narrativos situados en el pasado y en el futuro, procedimiento mediante el cual pretendo construir un mini rompecabezas

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con fragmentos de la historia, pero sin que aparezca la pieza final que muestre la conclusión exacta de la misma: Los ojos de Francisca están húmedos.

Francisca

lloró de rabia - Llegará Rogelio y preguntará: ¿Qué pasó? Y Francisca responderá: Que nos ha robado. – Aurelio recuerda como llevó al taita a Cuenca. Aurelio se mira muchos años después ocupando la casa de Urco quebrada, sentado contemplando

la

siembra de maíz. - Aurelio recuerda el rostro envejecido de su hermana golpeándolo. Mediante la elipsis al final del cuento, a partir de los momentos de tensión entre los dos hermanos, ubico la narración muchos años después cuando todo ha pasado ya. Con frases escuetas en boca de los personajes permito que den a conocer parte del desenlace de la historia: Aurelio goza de su herencia, Francisca ya no está, tampoco Rogelio. Aurelio cuenta a Maclovia lo acontecido: Lo golpea con todas sus fuerzas. Toma esto por el taita, este otro por mamá y este otro por Rogelio. ¡Toma!

Aurelio recuerda el rostro envejecido de su

hermana golpeándolo. Aurelio contempla tranquilo la siembra de papas, de cebollas, de nabos.

¿Y qué

pasó? No molestes, dice él. La Maclovia insiste: ¿Y qué hiciste? Le cogí de las manos y le dije que podía GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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quedarse con esa choza y con tres hectáreas de terreno y que reparta de ahí mismo al Rogelio, eso le dije, pero la pobre no me hizo caso. Aurelio abraza a la Maclovia. Trata de conciliar el sueño. La Maclovia pregunta:

¿Y luego qué pasó? Nada, responde

Aurelio, que llegó el Rogelio. En las líneas finales se trata de completar lo acontecido, pero procuro que abra interrogantes antes que certezas: ¿Qué sucedió una vez que llegó Rogelio? ¿Qué sucedió con Francisca? Este es un cuento pequeño en extensión pero que abre muchas inquietudes. 3.4.1.- EL RITMO NARRATIVO Elaboré los cuentos de tal manera, que su narración sea morosa, lenta, agotadora a veces, con una persistente equivalencia del tiempo de la fábula con el tiempo de la trama en sus líneas más generales. Creo que este es el ritmo que les conviene a personajes que no hacen nada, que se han dedicado a observar, a esperar algo que nunca acaba de llegar.

Cualquier otra posibilidad resultaría

sumamente discordante. Este es el tiempo de base. De aquí inserto ligeras variantes en el ritmo cuyo esquema básico es:

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Voy, a continuación, a examinar algunos casos: En el cuento Batman, planteo cinco secuencias: 1.-Introducción – 2.- presentación - 3.- problemas – 4.solución de problemas – 5.- conclusión. 1.- En la introducción presento a un señor envejecido asomado a la ventana. No hay acontecimientos por lo que constituye una pausa narrativa que proporciona un tiempo lento. 2.- Desemboca el relato en el estremecimiento del Sr. Díaz que da inicio a la secuencia de presentación. Aquí aclaro quien es, qué puede hacer, su estado físico y su lado afectivo, gracias a sus recuerdos. Lo que hace el personaje es básicamente mirar, (contemplar), tratar de hacer algo. Colaboran en el retardo de la narración las dos retrospecciones: Recuerda momentos – se le cruzan fragmentos 3.- Luego la secuencia de problemas: el viento que ingresa por la ventana, el retrato, el florero, el charco, la angustia, la

soledad,

la

impotencia.

No

aumentan

los

acontecimientos, pues el Sr. Díaz continúa en su actitud de observar, mirar, bostezar, permanecer que es lo único que

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puede hacer para tratar de resolver los problemas que le aquejan. 4.- El ingreso de la enfermera da inicio a la secuencia de clímax en la que se producen tres acontecimientos: ingresar, levantar las cosas y salir. Es un tiempo rápido, en comparación a las otras secuencias. Las acciones de colocar, aproximar, ayudar, acostar, peinar, cubrir, salir son catálisis que rodean a los núcleos mediante las cuales pretendo aportar informaciones claras sobre su estado de salud e indefensión. 5.- Al final, la secuencia de conclusión, constituye una nueva pausa narrativa mediante la cual freno nuevamente la narración, mediante la descripción del Sr. Díaz en su estado de postración e impotencia. El esquema rítmico, en detalle, es el siguiente:

La finalidad es contrastar el ingreso de la enfermera con el resto del cuento que en realidad se desenvuelve en medio de un tiempo muerto en donde no ocurre nada. El ritmo de la prosa apoya a la expresión de la secuencia final mediante extensas oraciones compuestas que apoyan a la morosidad y lentitud que busco: SECUENCIA 5;

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Le bastan sus cartas que la enfermera le relee los sábados por la tarde cuando no tiene nada que hacer. Se siente más que satisfecho con las flores que alguien le envía y con el osito de peluche que le brinda toda la compañía que necesita. Bajo las gruesas cobijas el secreto de su identidad está seguro y nadie puede llegar, de pronto, a amenazarlo, como no sea su propia invalidez que le impide cerrar de una buena vez aquella ventana que la enfermera, en su apuro, se ha olvidado de cerrar. En el cuento Dios utilizo abundantes pausas narrativas para retardar el ritmo al máximo y presentar de esta manera a un Dios lento que no acierta a resolver sus propios

problemas.

Mediante

las

constantes

introspecciones retardo la narración, la freno, la hago lenta porque conviene al relato en su afán de explicitar los fundamentos de la derrota de Dios. El cuento lo estructuré en cuatro partes: 1.- La llegada, 2.- La reacción de Dios, 3.llegada del brujo, 4.- Conclusión: evasión. 1.- En la llegada no sucede mucho: Dios hace su aparición pero, aparte del asombro y la actitud contemplativa de Dios y de la gente, no ocurre más. El objetivo es que la llegada de Dios carezca de relevancia en la vida de la gente. De esta manera lo reduzco solo a un espectáculo circense que se observa con curiosidad, sin mayor trascendencia. GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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Las abundantes introspecciones y descripciones retardan la narración y permiten ver a Dios recluido en sí mismo, en sus reflexiones, en su mundo interior. 2.- En esta parte incluyo dos introspecciones y una descripción que muestran únicamente la reacción de Dios. En consecuencia no hay acontecimientos que adelanten la narración hacia el desenlace. 3.- La llegada del brujo acelera un poco la narración y la lleva al desenlace final. 4.- Dios, consciente de su situación desfavorable decide evadirse. El esquema rítmico es similar a los anteriores:

En El sueño de Sofía planteo un esquema similar. Este cuento se puede dividir en cuatro secuencias: 1.Despertar, 2.- Tristes recuerdos, 3.- En batalla, 4.Conclusión 1.- Al personaje lo ubico dentro de un nicho que le resulta desagradable. Es su cuarto que posee una atmósfera angustiante. De esta manera reduzco su radio de acción a su cama que resulta ser, al final, su último reducto o lugar de salvación. Para relievar su estado de soledad muestro GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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al personaje con una severa contradicción con todos los elementos que le rodean. Procuro que todo constituya un peligro, hasta las manchas de las paredes: la humedad ha dibujado figuras siniestras en las paredes: un duende, una araña, un demonio. Ese demonio sonríe maliciosamente y no le quita la mirada. Solo le permito observar su entorno desde su cama, razón por la cual todo lo que sucede se limita a verbos de permanencia no de movimiento: respira, permanece, siente, contempla, deduce. Tras cada acción inserto comentarios o pausas narrativas que detienen la exposición y la hacen lenta. Es, por otra parte, una larga exposición

que

proporciona

informaciones

sobre

el

ambiente donde vive, qué hace, con quien vive, cómo vive: En efecto, el cuarto luce en desorden: un calcetín por ahí, el pantalón sobre la silla, la camisa sobre la cama, unas revistas por allá. Pero, el día se presenta largo para reordenarlo todo. Busca el reloj. No aparece por ningún lado. Trata de adivinar la hora. La penumbra le sugiere que serían posiblemente las seis. Mira a Sofía y la descubre en la misma posición de hace un rato. Es un sueño tan profundo que ni los movimientos ni el ruido que hace logran despertarla. 2.- En esta secuencia se producen dos retrospecciones: la de su problema con Sofía y la de su trabajo. Gracia a esto

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proporciono información de su pasado y los problemas que lo acosan. 3.- En esta secuencia, que la denomino en batalla, presento a Carmichael en lucha contra los demonios que lo acosan. Es una batalla de carácter simbólico mediante la cual pretendo mostrar al individuo en lucha consigo mismo. La lucha es más ágil. Se puede observar la profusión de acciones gracias al ingreso de los seres de la pared en calidad de personajes: Y para colmo,

los seres

de la pared se han

desprendido ya para hacer de las suyas. Busca al demonio y solo puede escuchar su carcajada siniestra bajo la cama. El duende juega con las cortinas y las avienta

lo más lejos que puede. La araña atrapa

todas las ilusiones que flotan en el ambiente y les succiona

toda

la

vitalidad

y

posibilidades

de

realización. Carmichael se cubre con las mantas, con la esperanza de que la araña pase de largo sin hacerle daño.

Pero, confabulados, los seres de la

pared se abalanzan sobre él y tratan de quitarle las cobijas. El se aferra a ellas con tal fuerza que les es imposible. Se calman y retornan a la pared a seguir esperando una oportunidad. 4.-

Planteo

una

conclusión

breve

y

sin

acontecimientos. Solo al final se produce un chispazo: La GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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observa gesticular,

extenderse con pereza y despertar.

Carmichael le da la espalda y continúa él el sueño, dejando que Sofía se preocupe por el resto. Final extraño con el cual abro varias interrogantes sobre el sentido de su espera, la manera como resuelve sus problemas, el significado de Sofía para él. El cuento Equidad es moroso en su totalidad.

Lo

divido en 13 secuencias, en las que el narrador enfoca a uno y otro alternativamente. En las secuencias intermedias, correspondientes a la escena de la cocina y de la llamada telefónica inserto una variante en el ritmo que lo hace más rápido. Es el clímax del cuento porque se los muestra en pleno enfrentamiento.

Terminada estas escenas freno

nuevamente el cuento con la escena del sueño. De aquí hasta el final lo hago transcurrir con el ritmo del inicio. El lenguaje

que

empleo,

con

abundantes

oraciones

compuestas y extensas a la vez, colabora también para una lectura lenta. En Historia de piratas planteo el constante cruce de dos historias. La una perteneciente a la realidad del protagonista, y la otra, a un relato que lee. Estas dos historias poco a poco se funden en una sola historia. El ritmo es lento. Este cuento lo divido en tres secuencias: GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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1.- Presento al personaje interesado en la lectura de una novela que lo ha impactado de manera significativa. Trato de que sea claro el significado que tiene para él: una oportunidad para evadirse de su realidad.

Esto lo voy

reforzando paulatinamente con la constante mención de Carmichel sobre ser o no ser ¿Cuál de los dos debe ser? (…) porque si yo fuera el Almirante, no desperdiciaría semejante bomboncito de

morena (…)

Soy Gervasio, el Pirata de los siete mares, el más podrido, el más desalmado, el mejor amante del mundo, pensó, pero mejor no, voy a ser el Almirante para despedazarte a mordiscos, María (…) 2.- La secuencia de introducción en la novela y concretamente, el enfrentamiento con Gervasio, representa el clímax del cuento. Cuando se funden las dos historias en una sola, se produce una aceleración que hace avanzar al cuento vertiginosamente: Gervasio reía sin cesar. Sus gritos estremecían el lugar, porque no te vas a escapar con mi mujer demonio de pacotilla. Reía y animaba a reír a sus hombres que lo alentaban a ¡mátelo mi capitán, córtele el cuello! El estilo indirecto libre apoya el efecto de rapidez. Carmichael muere en el mar y el cuento se frena en la siguiente parte.

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3.- En la conclusión Sofía lee la novela, en medio de un ritmo apacible. Se desentiende de ella y el narrador termina leyendo el final. 3.4.2.- LOS TIEMPOS VERBALES DE LA NARRACION En los cuentos que presento predomina el uso del tiempo presente: Batman, El Sueño de Sofía, La Araña, La Espera, la Herencia y La Caja Negra; en los restantes se usa el pretérito perfecto simple y el pretérito imperfecto del modo indicativo. Mediante el uso del pretérito en las dos formas señaladas estructuro narraciones que presenten hechos terminados, ubicados en el pasado. En el cuento Dios, planteo un personaje que descendió a la tierra hace algún tiempo pero, al final, el cuido que el narrador lo entierre más en el pasado: Durante muchos años conservaron en la mente la certeza (…).

A

Carmichael, (Equidad, Historia de piratas) lo diseñé de tal manera que sus acciones en los cuentos: intermedio y final de la trilogía vayan quedando en el pasado cada vez, sin posibilidades de rectificar o de tomar otro camino. En el primero de la serie El sueño de Sofía, uso el tiempo presente con el fin de sugerir la posibilidad de alterar el curso de los acontecimientos. Genero expectativa por algo que está sucediendo en este momento y que podría tomar otro camino. GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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El hecho estético de escoger el tiempo presente y no el pasado se debe más bien a mi intención de lograr un efecto de permanencia o perennidad en el tiempo. No son hechos que acontecieron, sino que acontecen y se repiten permanentemente en cada lectura, con la posibilidad de que puedan tomar otro rumbo, como ya manifesté. Al Sr. Díaz, la gente (La Araña), Yépez (La Espera), Francisca (La Herencia) y Baltasar (La caja negra) Carmichael (El sueño de Sofía) los condeno a repetir lo mismo cada vez, como Sísifo arrastrando eternamente hacia arriba la roca de su sufrimiento: Batman sigue siendo derrotado en la lucha diaria contra cosas insignificantes, la gente continúa su marcha hacia sus casas para ocultarse y evitar el peligro de la ciudad; Aurelio disfruta de sus herencias en algún paraje de las serranía; Yépez continúa en su trinchera en medio de un charco de sangre con su ridícula sonrisa, Baltasar sigue rondando por algún desierto como un espectro; en “El sueño de Sofía”, Carmichael evade día tras día sus problemas. 3.4.3.- LA NOCHE Los cuentos donde la acción se realiza en la noche, Poseen para mí un significado y un efecto estético muy claro. El simbolismo de la noche parte de la costumbre de GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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la gente de recluirse en sus casas para descansar, protegerse del frío y fundamentalmente, para ponerse a salvo. Es un acto de aislamiento de “los demás” y de “lo demás” (el mundo, los problemas, etc.). La noche propicia el encierro. En los cuentos hablo de la noche desde diversos puntos de vista: En La Araña la acción se produce en la noche, momento del día propicio para el peligro, para la muerte. En La Caja Negra, Baltasar tiene que soportar a la intemperie el frío de la noche (no obstante a Baltasar no le viene bien ni siquiera el sol de la mañana); el Sr. Díaz se dispone a dormir en la noche que para él significa calor, protección, pero algo se lo impide; Yépez (La Espera) se desangra al abrigo de la noche, Francisca y Aurelio (La Herencia) aparecen dentro de un cuarto miserable, alumbrados por una vela; al abrigo de la noche algo va a suceder porque Aurelio está armado. Carmichael, en Historia de Piratas sugiere que están en una de tantas noches, encerrados en su cuarto, padeciendo un terrible distanciamiento; en El Sueño de Sofía se menciona la noche o la falta de luz como propicios para que el duende se salga de la pared a desordenarlo todo.

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3.4.4.- SIMBOLOS TEMPORALES En los cuentos La Caja Negra y El Sueño de Sofía presento un reloj detenido cuyo significado es claro: estancamiento.

En El Sueño de Sofía se menciona

claramente: Busca el reloj. No aparece por ningún lado. Trata de adivinar la hora. La penumbra

le

sugiere

posiblemente las seis. Mira a Sofía y la

que

serían

descubre en la

misma posición de hace un rato. Muestro a Carmichael terriblemente estancado sin posibilidades de poder avanzar. Así lo menciono más adelante: Busca el reloj para ver la hora pero no lo encuentra. El tiempo parece haberse estancado en una penumbra constante que invita a dormir, a ocultarse. En La Caja Negra, mediante el indicador de tiempo: las 16Hs. sugiero igual cosa: estancamiento; solo que a éste se le agrega la posibilidad de la muerte.

Este

indicador se repite en algunas ocasiones, intensificando la idea o la posibilidad de que Baltasar ya murió al caer el avión y que solo es un espejismo que ronda por el desierto. Este espacio es en efecto el nicho que conserva sus restos: Miró la hora. Eran las estáticas 16Hs de un reloj que se

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había detenido.- Seguían siendo las 16Hs.- Trató de ver la hora. Parecían ser las 16Hs. A Morales le inquieta el tiempo que transcurre demasiado rápido para su gusto. A este personaje lo ubico en una sala de espera, según se lo interpreta más delante, en la que es necesario que el tiempo transcurra lentamente, porque lo que le espera fuera de ella es la muerte; por lo tanto el tiempo debe transcurrir lo más lento posible: El tiempo corría demasiado rápido para su gusto y sentía que le faltaba poco, quizá horas o días. La terminación de su obra estaba pendiente y le inquietaba el tiempo que habría perdido por causa del dolor. Pero la estancia en una sala de espera provoca fastidio

e

impaciencia;

eso

justamente

es

lo

que

experimenta Morales: (…) echó una mirada al que había sido su hogar por todo ese largo y casi eterno espacio de tiempo. Pero sabemos que no está lejano su final, aunque demora, va a llegar. 3.5.- PERSONAJES El estudio de los personajes lo voy a enfocar desde una estructura de actantes a partir de la cual voy a extraer GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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valiosas consecuencias.

La primera conclusión que he

descubrí es que el sujeto, en mis cuentos, es siempre un personaje multifuncional, alrededor del cual gira la mayoría de las funciones. Un ejemplo: Batman

El Sr. Díaz es el sujeto del cuento; es un anciano inválido que se encuentra solo en la habitación y tiene la necesidad

urgente de recuperar el equilibrio del

nicho en el que vive (calor- cerrar la ventana- levantar el retrato y el florero) (objeto); en su tarea no hay quien le ayude (auxiliar); por su vejez y falta de habilidad, no puede cumplir la misión que él mismo se ha encargado, luego él es oponente de sí mismo; la enfermera también cumple esta función (por su retraso y el apoyo insuficiente que brinda).

No existe destinatario porque la misión no se

cumple. De cumplirse, Batman sería el destinatario de la misma. El análisis arroja como conclusión que el Sr Díaz, cumple tres funciones: SUJETO – DESTINADOR –

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OPONENTE. Esto acentúa la soledad y aislamiento de los personajes; los muestro como seres frágiles, carentes de apoyo y luchando contra sí mismos. A esta característica la denomino egocentrismo, porque todo gira alrededor del sujeto del cuento. El término sugiere implicaciones de carácter psicológico. Su significado así nos lo manifiesta: “Actitud de pensamiento de alguien que relaciona toda experiencia consigo mismo” (Océano, 801), En otros esquemas muestro similar cosa. En el caso de El Sueño de Sofía, Equidad, Historia de Piratas, enfrento al personaje (Carmichael) a objetos indefinidos, por lo que se dedica a buscarlos; de esta manera el esquema de acontecimientos resulta sumamente elemental hasta el punto de no hacer nada, o en el mejor de los casos, dedicarse a esperar.

En el Sueño de Sofía

encontramos lo siguiente:

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En el esquema encontramos al sujeto, Carmichael, enfrentado a la tarea de esperar a que Sofía despierte; y no hace más que ver, explorar su cuarto, meditar. En esta tarea no tiene auxiliar, y él es su propio oponente por su estado de abulia e indecisión que le impide despertarla y resolver el problema. En el transcurso del cuento aparece otro problema: su pobre estado económico. No existe un auxiliar que le ayude a resolverlo, y el oponente es él mismo por su falta de habilidad en la pintura (según lo que los otros han dicho). El remitente en los dos casos es Carmichael; el destinatario en el primero es Carmichael porque llega a su objetivo (el objetivo llega solo, no lo consigue él), y respecto al segundo problema, el sujeto lo evade (duerme para que Sofía se preocupe por el resto), luego, no se soluciona.

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Cabe realizar una mirada global básicamente a los oponentes que en todos los casos es el mismo sujeto ya sea por su falta de habilidad (Sr. Díaz – Dios – Baltasar ), por su falta de voluntad para resolver los problemas (Carmichael), por impotencia física (Yépez - Morales), o bien por la falta de apoyo material (Francisca – Sr Díaz). En todos los casos debo dejar claro que es siempre un acto de poder de los otros sobre los caídos lo que los sume en la desgracia: enfermera, gente, Sofía, Teniente Salas, Aurelio. 3.5.1.- CARMICHAEL: SER CARENTE DE OBJETIVOS A Carmichael lo presento como un ser carente de objetivos claros, razón por la cual lo obligo a buscarlos en el cuento. De esta manera convierto al relato en un merodear en sí mismo y en los alrededores, en procura de encontrar algo.

Equidad es un ejemplo claro en este

sentido. No existe un objeto definido y claro, sino una secuencia de pequeños objetos:

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En contraste, en los demás cuentos permito que los personajes se planteen un objetivo o varios y que luchen por conseguirlos. Al Sr. Díaz le permito alcanzar pequeños triunfos (el retrato, el florero), pero el principal no lo consigue (cerrar la ventana y recuperar el equilibrio de su nicho); Morales lucha por salir para vengarse, pero no puede cumplir ese propósito; muere contento por un pequeño triunfo alcanzado (que el carcelero no le haya dicho infeliz); Yépez, muere contento (con una ridícula expresión en el rostro) por causa de sus dos triunfos: la aparente

llegada

al

campamento

y

la

aparente

reconciliación con su padre. Baltasar y Dios poseen un solo objetivo, pero cero triunfos; 3.5.2.- PERSONAJES REFERENCIALES: Batman y Dios son personajes referenciales según lo que Mieke

Bal

afirma

GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

sobre

aquellos

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personajes

que

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conocemos de otras fuentes (90), en este caso los comics y el texto bíblico. Estos personajes traen consigo una carga de significaciones, una personalidad que los hacen altamente predecibles.

Bal manifiesta al respecto que

todos los personajes son más o menos predecibles, pero los personajes referenciales están determinados más profundamente que los demás (91). Es decir que sabemos, en calidad de lectores, que van a actuar de cierta manera, que van a decir lo mismo de siempre, que van a comer y pasear por los mismos lugares, se conoce sus amistades y sus reacciones usuales, incluso sus frases típicas. En suma, que Batman es astuto, fuerte, millonario, deseado por todas las mujeres ya sea por su atractivo o por su dinero. De Dios sabemos que es justamente eso: todopoderoso, lo cual implica saberlo todo y poder hacer todo con solo desearlo. Pero en los cuentos, algo ha sucedido: Batman es el mítico héroe que ahora se ve caído en desgracia; a Dios todopoderoso, no le alcanza su poder para resolver el problema de incomunicación que experimenta con la gente. Mi propósito ha sido

dar un tratamiento especial a su

contenido referencial y mostrarlos con debilidades que nadie se hubiera imaginado encontrar, de tal manera que se produzca

un colapso y quede clara una actitud

iconoclasta de tumbar grandes personajes y mostrarlos GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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igual que el común de los seres humanos, enfrentados sin éxito a los mismos problemas que nos aquejan a todos. Mi finalidad es desprestigiarlos, someterlos a sus debilidades, bajarlos del pedestal violentamente. Carmichael se convierte, en cierta manera, en un personaje referencial, por la siguiente razón: En El sueño de Sofía (primer cuento de la trilogía) se conoce el drama familiar que atraviesa, su personalidad, sus defectos y su actitud dubitativa que la repite hasta el cansancio. En los cuentos: Equidad e Historia de piratas, ya se lo conoce y se hace predecible en sus actitudes, es decir sabemos qué esperar de él. De hecho hace lo mismo siempre hasta que escapa al relato que lee y encuentra la muerte, igual, sin poder alcanzar el objetivo que perseguía. 3.5.3.- ONOMASTICA En varios cuentos (Yépez, en La Espera – El Sr. Díaz, en Batman – Carmichael, en El Sueño de Sofía, Equidad e Historia de Piratas – El cura, en La Araña – Morales, En Penumbras) me propuse tratar a los personajes con cierto alejamiento o distanciamiento. En la vida común y corriente la formalidad en el trato implica distancia, falta de confianza. Al haberles asignado a los personajes solo el apellido los condeno a un trato formal con el lector, a la eterna falta de confianza que los mantendrá a prudente GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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distancia. Este procedimiento va dirigido a reforzar la sensación de aislamiento en que viven. Utilizo

ciertos

nombres

que

aparecen

como

descontextualizados, como no apropiados para el contexto en que se los ha ubicado. Carmichael es el caso que resalta con fuerza. Este procedimiento trata de conseguir un efecto similar al anterior: mantener alejado, a distancia al personaje por el efecto exótico que comporta.

Su

nombre provoca dificultad en la lectura y rechazo apenas se topa con él el lector. El nombre Baltasar parece ser el de un personaje habituado al desierto, pero éste, no sabe manejarse en ese espacio, está perdido, vagando sin poder encontrar la salida.

3.6.- PAPEL DE LOS MEDIOS En cuentos como Batman, Dios, Equidad, Historia de Piratas, La Araña, los medios de comunicación: TV- prensa – radio, son manifestaciones de los hilos del poder que vienen del exterior a ejercer influencia en la conciencia de la gente. Ese poder cumple un papel muy preciso: alienante3 y difusor de temores y miedos. Rosana Reguillo 3

Término proveniente de la psicología que designa un trastorno mental en el que el sujeto se siente distinto del que era antes, extraño, ajeno a sí mismo (Diccionario, 17). Con lo cual la alienación se presenta como una forma de evasión de sí mismo. La alienación, dentro de la teoría marxista, puede ser religiosa, política, filosófica, etc., y se la considera como una especie de encadenamiento de la razón, contraria a la libertad (Fernández, 21).

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nos advierte sobre la importancia de los dispositivos mediáticos, la televisión, el cine, la radio, la prensa, las revistas, en la propagación de las esporas del miedo y su capacidad de alterar el juicio de los sujetos (29). En efecto, a Batman lo pongo en contacto con el exterior a través de la radio que excita sus recuerdos de héroe, produciendo un contraste entre el antes y el ahora. Dios no puede competir con los efectos especiales del cine y la televisión. El siguiente pasaje no puede ser más explicito: para evitar fundar la convicción de su existencia en efectos cinematográficos, porque, a lo mejor, no iba a ser un efecto tan espectacular como los que estaban acostumbrados a ver en la televisión o el cine. La gente no lo reconoce y encuentran que ese tipo sería el mismísimo Stallone, disfrazado. Genero humor en muchos pasajes, entre otras cosas, gracias a la comparación de su situación con películas conocidas: ya que si fuera un demonio estuviera escupiendo a todo el mundo o vomitando ácidos verduzcos y su cabeza estuviera dando vueltas sobre su eje. Se pude reconocer fácilmente la célebre película de los años 70: El Exorcista. En este cuento la gente todo lo reduce a un espectáculo desde el inicio hasta el final: Los muchachos del barrio corrieron a ver al paracaidista que había caído en el techo de la vecina. GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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(…) ese fue el mejor espectáculo que habían visto en sus vidas. En La Araña, las esporas del miedo se difunden gracias a los medios. En este cuento procuro que jueguen un papel importante. Los hago cruzarse a cada momento en los diálogos, de manera que cumplan son su papel: estimular, provocar miedo: (…) enciende el televisor: “. . . y hasta este momento son tres las muchachas asesinadas por el violador de la guayabera verde. . .” - “Y lo único seguro, señoras y señores, es que usa una guayabera verde”. ¡Qué miedo, doña Caridad!, - Roberto lee: “El violador de la guayabera verde ataca de nuevo” –“…porque su modus operandi solo puede ser el de un loco, señoras y señores, oyentes de su FM 105.6” – “…pero eso no es nada, señoras y señores, oyentes de su Radio Caravana AM y FM, luego de matarlas, las viola…” El caso de Carmichael raya en lo patético: su mujer prefiere ver el televisor antes que dialogar con él, y lo compara con personajes de telenovela: Sofía le pidió que le alcance el control del televisor. Se lo dio. Sofía encendió el televisor y ubicó la novela de la Pantera Salvaje que está lindísima, lindísima. GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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Carmichael dejó el libro a un lado. Trató de seguir el hilo de la novela.

De rato en rato le pedía

explicaciones sobre qué hace montado ese suco en un caballo en medio de la sala con cara de grandísimo cojudo, querida (…), Sofía le pidió que cállate, querido, por favor (Historia de Piratas.) Reina el silencio y la incomunicación por causa de un televisor: Sofía encendió el televisor y se dedicó a ver las noticias de las seis dando profundos bostezos.Encendió nuevamente el televisor y se acomodó en la cama para terminar de ver las noticias. - Carmichael se acostó sin decir nada.

Observó las noticias sin

hacer comentario alguno (Equidad). En los casos analizados, trato de que los medios y la tecnología que los acompaña, ejecuten una labor de refuerzo a la urgencia de estar solo, de alejarse; que proporcionen los motivos suficientes para aislarse del resto, por los miedos que difunden. El televisor, el radio hacen igual porque muestran imágenes con las cuales es difícil competir: semejante bomboncito de morena, sus curvas, sus senos de miss universo, sus labios de Angelina Jolie, sus nalgas de Jennifer López. O bien: Miró fijamente como GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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Ernesto besaba a Elena y contó los minutos. ¡Diez minutos! Tú no besas diez minutos, querido, ¡aprende! Carmichael, carraspeó (Historia de Piratas). Dejo bien claro que ambos: Carmichael y Sofía, pierden en la comparación. En el caso de Equidad planteo a dos personajes alienados, influenciados por las historias del televisor. Estos se introducen en las imágenes del televisor y protagonizan una historia de amor cursi y estereotipada: Soñaron que se tomaban de la mano y se introducían con un gozo incontenible dentro del televisor, y que se fundían

con

aquellas

imágenes

hasta

verse

convertidos en los personajes de la película que estaban pasando. Paseaban por una playa sin fin. El agua tibia les acariciaba los tobillos y corrían para no dejarse alcanzar.

Se abrazaban y se besaban sin

reservas bajo la luz de la luna que era en realidad un reflector cuyo reflejo les bañaba el cuerpo con un tono plateado que los incitaba a la caricia, a la palabra dulce, al acto de amor. Rodaron, en cámara lenta, por la arena, abrazados, hasta llegar al mar y siguieron besándose y acariciándose con un delicioso frenesí que iba en aumento. Pero apareció, cuando menos se lo esperaban, un poderoso THE END que los ubicó en una penumbra. GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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Es el único caso en que a Carmichael y Sofía se los verá tan juntos, pero esta escena resulta ser una parodia, una burla. En el caso de En Penumbras, a la prensa le asigno el papel de difusor de mentiras: La prensa deseaba tomar cuantas fotos pudiera del acto y aguardaba con las cámaras listas para perpetuar el “sí” del condenado. Mentiras, porque según el contexto del cuento, al reo se le obliga a decir “si” por cualquier medio: “Hasta ahora todos se han arrepentido de sus actos y esta no puede ser la excepción, grandísimo hijo de puta”, le dijo el verdugo en voz baja (…). Al final, es el verdugo el que lo profiere, no Morales, quien no se arrepiente de nada. 3.7.- EL ESPACIO La primera pregunta que me planteé al considerar el tratamiento artístico del espacio es ¿qué espacio les conviene a estos personajes?

Pues sencillamente

mostrarlos en el nicho que más conviene a sus temores, ansiedades y frustraciones; en un nicho que refleje su orden o su desorden. Sencillamente imponerles el espacio en el que deben sufrir eternamente. Dentro del tratamiento del espacio, he preferido en estos cuentos los interiores penumbrosos: ya sea un cuarto GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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cerrado: Historia de Piratas, Equidad; o un cuarto con una ventana: Batman, El Sueño de Sofía. Hay casos en que la historia la narro en exteriores: Dios, La Espera, La Caja Negra. Presento también una combinación interior exterior: La Araña, La Herencia, En Penumbras. Sobre el primer planteamiento espacial: interior cerrado (sin referencias a ventanas o puertas que indiquen salida o contacto con el exterior), el significado es variable: En Historia de Piratas y Equidad el sujeto aparece en un espacio del cual no se hace mayor referencia, pero se lo adivina cerrado como si fuera una cárcel de la cual hay que escapar; en efecto, en Historia de Piratas, existe un deseo por romper los límites, un deseo de evasión que se alcanza cuando Carmichael incursiona en el relato que lee hacia un espacio más interesante, aunque la muerte repentina le impida gozar de semejante aventura (lo cual implica un fracaso). El Carmichael de Equidad carece de objetivos; en consecuencia, al no tener una tarea clara que cumplir, busca, explora, intenta hacer algo, pero se conforma con permanecer en su cama, sin hacer nada más que mirar la televisión. Los espacios con una ventana tienen una especie de salida al exterior por donde solo se mira con añoranza o en busca de inspiración. El Sr. Díaz vive conforme en su nicho pero de pronto algo lo desequilibra: una ventana abierta. GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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Allí empieza su lucha por recuperar el orden perdido. Su principal problema es ahora una ventana y el frío que deja entrar.

El Carmichael de El Sueño de Sofía mira de la

ventana hacia la calle, hacia el cielo, pero no se atreve a salir. Está preso, auto confinado dentro de un espacio que lo recorre solo con la vista. Carmichael observa, mira, controla, contempla bastante, no se cansa de hacerlo: Se dedicó a examinar los detalles de las cosas del cuarto. Está estancado en un espacio que lo absorbe, es un espacio desordenado, plagado de demonios en las paredes del cual no se atreve a salir. Dentro de ese espacio su único lugar seguro es la cama. Los espacios exteriores en mis cuentos comportan varios significados: En Dios se aprecia un espacio amplio, propio para una llegada triunfal, pero también apropiado para el fracaso. La llegada de Dios es por arriba, pero la retirada debe realizarla por abajo, por tierra, como un humano cualquiera. Tiene que pagar con la humillación la osadía de romper el orden establecido por él mismo. En La Espera, el exterior es una selva, que pronto se reduce al sitio que le corresponde: una trinchera, su nicho (resalta aquí, más bien, el sentido de lugar donde reposan los restos). Una trinchera es un foso cavado en la tierra para protegerse del ataque enemigo. Ese foso implica límites estrechos, es la cárcel donde morirá sin poder escapar. Se GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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puede observar que en el espacio exterior fácilmente se puede encontrar nichos de adversidad, impuestos por los otros. El caso de La Caja Negra es especial porque concebí

el

desierto,

ese

espacio

inmenso,

como

representación de una cárcel en la que el personaje debe vagar sin poder encontrar la salida. 3.7.1.- LOS SITIOS PENUMBROSOS En mis cuentos, los espacios en penumbras abundan. La penumbra no necesariamente se produce en las cercanías de la noche o de la mañana, sino en pleno día de sol. En En Penumbras, Morales permanece la mayor parte del tiempo a media luz: Morales estaba cansado. Abandonó la cuchara sobre la tierra y mecánicamente emprendió el retorno. Mientras se arrastraba

intentó meditar sobre las

posibilidades que tenía, pero el corretear de las ratas no le dejó concentrarse. “Este túnel hijo de su madre es el que más problema me está dando (…) O bien en su celda o en un pasadizo asqueroso, ambos en penumbras: Lo condujo por un

pasadizo que tenía un

intenso y desagradable olor a orina de caballo (…) GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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Tan acostumbrado está a la penumbra que le estorba la luz: “Este sitio es peor que el túnel, apesta más que cien cadáveres y esa luz que se filtra por la rendija de la puerta no es agradable”. Mi propuesta es que la luz simboliza la verdad, la justicia, y el desagrado del personaje representa un rechazo hacia esos dos valores.

Al final, en efecto,

logra burlarse de la justicia, porque muere sin cumplir su condena,

burlando al verdugo y a todos los que han

asistido a ver su ajusticiamiento. El permanecer entre la luz y la oscuridad considero que es como estar en una especie de antesala entre el castigo o el perdón. El símbolo católico que más se aproxima a esta apreciación es el término limbo. El nicho de Morales, Francisca, el Sr. Díaz, Carmichael, la gente (La araña) y Yépez, es un limbo o una sala en la que esperan la solución a sus problemas o el empeoramiento de su situación (mejoramiento o deterioro): Francisca espera la llegada de Rogelio para que castigue a Aurelio (La Herencia); El Sr. Díaz, la llegada de la enfermera (Batman); la gente espera que atrapen al asesino (La araña); Yépez, espera ayuda. Pero todos tienen en común una sola cosa: el fracaso que es su condena.

Encontramos de esta

manera un término que puede englobar a todos los

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cuentos: condenados. ¿A qué? A la infelicidad, al aislamiento.

3.8.- LOS ACONTECIMIENTOS Los cuentos los construyo con secuencias que no terminan y que representan intentos fallidos, deseos de hacerlo pero que no avanzan más allá de eso. Mi intención es mostrar el fracaso del sujeto a partir de una conducta iniciada en todas las secuencias pero que no la termina. Por eso, la lucha se resuelve solo en intentos fallidos: trata – hace esfuerzo por… El panorama general que planteo es el deterioro porque el sujeto no recupera el estado de equilibrio de su nicho, y se convierte la estancia en él, en una pesada carga. La enfermera (Batman), en contraste con El Sr. Díaz, completa las secuencias, pero no todas las tareas, lo que la convierte en un ineficiente apoyo. Recordemos que deja la ventana abierta. Por causa del estado de abulia de Carmichael, y la carencia de objetivos lo hacen buscar qué hacer sin enfocarse en nada y convertirse en un ser fracasado. En La Espera, el soldado Yépez solo puede observar, meditar, soñar, dejarse morir. Quise mostrar, en todos los cuentos,

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la constante del deterioro final de seres marcados con el estigma del fracaso. Los pequeños y ambiguos triunfos rayan en el ridículo o el absurdo: Morales, Batman, Carmichael se conforman con pequeñeces y perecen ante su incapacidad o impotencia. (Morales) Sonrió. Por lo menos Roberto había omitido lo de “infeliz”. (En penumbras) (La enfermera) Le coloca una manta sobre los hombros. Levanta el retrato y lo coloca sobre la mesa. Hace igual con el florero y el clavel. Aproxima la silla a la cama. Lo ayuda a levantarse.

Lo ayuda a

aproximarse a la cama. (Batman) (Carmichael) aprovechó los breves instantes de que disponía para darle un beso que le supo a miel y le hizo desear estar en un bosque por toda la eternidad; Los cuentos que he creado con marcadamente indiciales, en términos de Barthes, plagados de indicios que informan

sobre

el

estado

de

los

personajes,

sus

sentimientos o su personalidad; y contienen abundantes informaciones respecto al entorno o el tiempo, que las conocernos a través de la mirada de los personajes (focalizador interno).

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CONCLUSIONES FINALES 1. Los mundos que he construido reflejan en unos casos, situaciones de lucha por el poder, como ocurre en los cuentos protagonizados por Carmichael. En general reflejan a seres que han sucumbido bajo la presión de los otros y de sus propias incapacidades. 2. La construcción de un narrador focalizador externo se debe a la necesidad de someter y controlar a los personajes por todos los medios posibles. El narrador omnisciente

es

un

dios

que

posee

todo

conocimiento sobre los personajes que enfoca.

el De

esta manera se limita a ser el cronista de sus hechos, manteniéndolos siempre a distancia. 3. El narrador focalizador externo cede la focalización a los personajes (focalizador interno) consistente en una pasiva acción de ver u observar su entorno, sin posibilidad de actuar sobre él y cambiarlo. El entorno focalizado se constituye así, en el nicho que contiene un cuerpo y un tiempo muerto donde no ocurre nada. Mediante la focalización logro efectos variados como el de alternar entre un personaje y otro de una manera equitativa, como ocurre en el cuento Equidad; o el de presentar atropelladamente variados enfoques para reflejar un mundo desordenado y caótico (La araña).

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4. El frío narrador omnisciente que mantiene a distancia a los seres que observa necesita narrar sus hechos con un trato lacónico y escueto, absteniéndose de intervenir con comentarios o frases a favor o en contra. Esta intención se refuerza con el trato formal y, a ratos, despectivo, mediante el uso de apellidos. 5. Las narraciones son lineales, sin mayores anacronías con el fin de reflejar un mundo sin mayores complicaciones, sin mayores acontecimientos, más que un estar en el mundo tratando de hacer algo sin conseguirlo. Cuando se producen es con un fin específico:

mostrar

el

perfil

psicológico

de

un

personaje o bien explicitar la causa de sus problemas económicos o afectivos. 6. Me propuse un ritmo narrativo general lento, moroso, con un esquema que plantea una alternancia: lento – rápido en el clímax - lento. Las escenas son de lento avance con el fin de reflejar un terrible estancamiento vital de los personajes.

En ciertos tramos de los

cuentos busqué que el ritmo de la prosa apoye a la expresión, de manera que ayude a generar ritmos rápidos o lentos, según las circunstancias, como es, por ejemplo, el caso de Batman en la escena del ingreso de la enfermera.

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7. Los tiempos verbales más frecuentes son el presente, el pretérito perfecto simple y el pretérito perfecto del modo indicativo. El uso de uno y otro tiene un fin muy claro: en el caso del tiempo presente, por ser hechos que se producen en ese momento, se condena a los personajes a sufrirlos nuevamente en cada lectura. El tiempo pasado en las formas señaladas, trata de olvidarlos, dejarlos cada vez en el pasado más rotundo. 8. Entre los símbolos temporales, la noche significa para mí, aislamiento de los demás o de lo demás; es un símbolo de reclusión, de peligro, de encierro. El reloj detenido significa estancamiento o muerte. 9. Dentro de una estructura de actantes, el sujeto que aparece

en

mis

cuentos

es

multifuncional

o

egocéntrico porque desempeña todas las funciones. Quise mostrarlo en lucha consigo mismo, además de luchar contra los otros. Son personajes que no tienen objetivos y que se dedican a explorar, a buscarlos en el cuento, pero fallan siempre por su abulia enfermiza. Carmichael es un personaje ejemplar dentro de este planteamiento. 10.

He

preferido

el

empleo

de

personajes

referenciales que son conocidos desde otras fuentes con el fin de contrastarlos con su nueva personalidad, GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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de mostrarlos en una situación insospechada para ellos. Hacer esto implica una actitud iconoclasta de tratar de desprestigiarlos, bajarlos de su pedestal y mostrarlos con los mismos defectos de los demás. 11.

Desde el punto de vista de la onomástica, el trato

formal (por el apellido) que el narrador da a los personajes,

pretende conseguir un efecto de

alejamiento, de distanciamiento. Usé ciertos nombres que se pueden considerar extraños, como Carmichael, para motivar un efecto de sorpresa en el lector. En otro caso, el nombre Baltasar sugiere un personaje habituado al desierto, pero no ocurre así. 12. cine

Los medios como la prensa, radio, televisión y los

presento

como

alienantes

(Equidad),

propagadores de miedos (La araña), y mentiras (En penumbras). Los medios provocan el alejamiento de la pareja como es el caso de Carmichael y Sofía en Equidad. En general mi planteamiento es considerar a la tecnología como útil para separar, aislar y no permitir la comunicación.

Es el típico caso del

televisor (Equidad) 13.

En Dios y En penumbras me propuse mostrar a

la religión y la iglesia en su más pura ineficiencia, porque ésta no puede controlar el peligro (La Araña), más bien la incuba dentro de ella (el loco Alberto y su GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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araña);

y el todopoderoso Dios tampoco puede

comunicar su verdad y se ve sometido al estado de cosas que encuentra. 14.

Los personajes se desenvuelven en un nicho que

refleja una relación conflictiva con su entorno: objetos, personajes y tiempo. Sobre el tiempo lo es mucho más en La herencia, por el contraste presente, pasado, futuro que se plantea. En nicho en el cual moran los personajes, no ocurre nada, razón por la cual se convierte en el lugar donde reposan muertos, en un sentido figurado, por su inactividad o porque en efecto lo están, en un sentido recto (Yépez). 15.

He querido resaltar la oposición interior/exterior:

un exterior que se mira solamente a través de una ventana. Los personajes están presos en el espacio en el que viven. Salir o evadirse de él representa un peligro mortal (Historia de piratas). Pero el exterior, como es el caso de La caja negra, representa también un peligro. Es una cárcel de la cual no puede escapar y Baltasar se dedica a dar vueltas en ella sin poder encontrar la salida. 16.

Mi preferencia por los espacios penumbrosos y

nocturnos, sugiere siempre encierro, cárcel, peligro. 17.

Las secuencias de acontecimientos siempre

llevan a un final de deterioro que consiste en la GUSTAVO ÁLVAREZ NÚÑEZ

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condena, a permanecer en ese estado de cosas por toda la eternidad, a no encontrar el apoyo, la compañía, el diálogo, el amor. 18.

Los cuentos son de carácter indicial por la

abundante presencia de datos que informan sobre los sentimientos de los personajes y sobre la atmósfera del nicho. Esto requiere de una fuerte intervención del lector en el sentido de interpretar los datos que se ofrecen. 19.

Como conclusión final considero que la visión del

mundo que inspira los cuentos está representada fielmente por las técnicas que he empleado, con lo cual se puede afirmar que existe equilibrio entre fondo y forma en todos los órdenes: narrador, tiempo, personajes, espacio y acontecimientos.

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