DIÁLOGO/TALLER CON MEDIOS DE COMUNICACIÓN MAIZ TRANSGÉNICO: LA COYUNTURA ACTUAL Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS) "Seminario los Maíces Nativos como Patrimonio Cultural" (INAH y la UACM), 21 de octubre de 2010, Dirección de Etnología y Antropología Social del INAH , Ex-Convento del Carmen, México, DF

Resumen de las

PONENCIAS

VISITA

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DE FRENTE A LAS PRUEBAS EXPERIMENTALES Dr. José Antonio Serratos Hernández (UCCS y SEMINARIO INAH/UACM) El retroceso en bioseguridad y el ocultamiento y manipulación de la información experimental por parte de los encargados de la bioseguridad en México, son factores que incidieron en la dispersión de maíz transgénico en varias regiones del país. En esta presentación se hace un análisis histórico y técnico que revela que los permisos otorgados recientemente a las empresas biotecnológicas y semilleras para la experimentación con maíz transgénico en campo son reiteraciones deficientes de experimentos diseñados hace 15 años y que en aquellos años sentaron las bases para establecer la moratoria de facto a los permisos para ensayos de campo con maíz transgénico. Se hace un análisis comparativo de la filosofía regulatoria, basada en principios ecológicos, del primer Comité Nacional de Bioseguridad Agrícola en el que se priorizaban los fundamentos del Convenio de la Diversidad Biológica, particularmente, el principio de precaución, la protección de la biodiversidad y de los ecosistemas, con relación a la actual Comisión Intersecretarial de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados en la que se promueven los productos de las empresas biotecnológicas y se menosprecian las tecnologías agroecológicas y sustentables alternativas. A pesar del conocimiento de los resultados de las investigaciones alrededor del maíz transgénico en México y las advertencias que se hicieron al gobierno antes, durante y después del descubrimiento de maíz transgénico en Oaxaca, las acciones gubernamentales fueron contradictorias; sin embargo, finalmente la estrategia gubernamental fue minimizar e, incluso, encubrir evidencias de esa situación. El autor concluye que estos fueron factores que influyeron definitivamente en la dispersión silenciosa del maíz transgénico en México. La propuesta es regresar a un manejo ecológico de la bioseguridad y no al sesgo biotecnológico reduccionista que tiene en la actualidad.

UN MAL NEGOCIO PARA TODOS Dr. Alejandro Polanco Jaime Dr. Arturo Puente González (Consultor Internacional) Las compañías transnacionales a través de su oficina, AGROBIO, dijeron recientemente que la validación agronómica de sus variedades transgénicas ha sido “exitosa” y que pronto estimarán tanto los beneficios económicos para los productores individuales como para la competitividad nacional. Sin embargo, hay que recordar su promesa original de que las semillas transgénicas (tolerantes a herbicidas y resistentes a insectos del tallo y de la raíz) contribuirían a reducir los costos en los rubros de control de malezas y de plagas y con ello mejorar la rentabilidad al productor y cuidar el medio ambiente. No obstante la experiencia internacional ha demostrado que con los maíces tolerantes a herbicidas sólo se obtienen beneficios en los primeros años de aplicación, pero posteriormente las malezas generan resistencias al herbicida (glifosato). Respecto a los maíces resistentes a plagas los resultados son inconsistentes. Con los maíces resistentes a insectos los ahorros son hasta de 12% en el caso de las plagas del tallo y de 4% en las plagas del raíz pero, igualmente, en pocos años, las plagas se hacen resistentes a las substancias tóxicas que producen las plantas. En consecuencia, los agricultores tienen que recurrir a una mayor variedad de agroquímicos y a incrementar sus dosis. Sí los resultados son tan erráticos ¿por qué estos maíces se han difundido rápidamente en el mundo? (ver gráfica). La respuesta está en que los países que tienen una agricultura capital intensiva requieren economías de escala. El refrán en boga es “Get big or get out” (o sea, o creces tu predio o dejas la agricultura). Trabajar grandes predios es indispensable para paliar las fluctuaciones del precio del grano y el descenso de la rentabilidad por hectárea. También les permite a estos grandes agricultores subcontratar las aplicaciones de herbicidas, lo que les implica menos labores y ahorro de combustible. De hecho el crecimiento de la producción, en los últimos 25 años, en EEUU se debe a la expansión de la superficie cosechada más que al incremento de rendimientos (tons/ha). En México la situación es la contraria. Resulta crítico apuntar que en nuestro país la conceptualización de la competitividad maicera y las políticas derivadas son erróneas pues dejan de considerar por un lado que las brechas entre México y los EEUU, el líder mundial, son insalvables por ejemplo sus predios son 18 veces más grandes que los de México, sus rendimientos son el triple y los ingresos de los productores 25 veces más altos. Si bien los niveles de apoyos directos son similares en ambos países habrá que notar que en México 90% del total de dichos apoyos se va a la bolsa del agricultor y en EEUU sólo la mitad el resto se reinvierte en infraestructura, investigación y desarrollo tecnológico. Varios medio de comunicación en México han difundido información no fundamentada afirmando que México es importador de maíz amarillo porque los agricultores de Sinaloa y Tamaulipas no pueden aprovechar las variedades transgénicas del maíz. Al respecto hay que aclarar que los rendimientos no dependen de los transgenes sino de la variedad portadora las cuales son similares en su potencial genético a otras variedades convencionales. Por otro lado, El rubro más costoso entre los agroquímicos (en EEUU y en México) es el

fertilizante: necesitamos aprovechar los biofertilizantes del Centro de Genómica- UNAM y/o retomar la producción nacional a partir de PEMEX. Los maíces transgénicos son sólo una tecnología entre otras que sí son sustentables y que estamos dejando de utilizar. Podríamos lograr mayores impactos reduciendo las pérdidas post-cosecha que son del 25% del total (el doble de lo que prometen los transgénicos). Otra medida de gran impacto en la disponibilidad nacional de grano y forraje sería el rediseño de los subsidios y su reasignación para fomentar a los estados que sí lo necesitan. Desde luego podríamos incrementar la productividad maicera apoyando de manera decida nuestras instituciones INIFAP, COLPOS, UACh, UdG y UAAAN para desarrollar nuevas variedades en cooperación con los agricultores y sobre todo dando un decidido impulso a la asesoría técnica. En suma, con los transgénicos perdemos todos, aún las mismas transnacionales. En pocos años pierde el productor, pierde el consumidor porque representan grandes riesgos a la salud y pierde la sociedad porque se afecta a la biodiversidad del maíz y se contaminan los stocks de variedades nativas también llamadas “criollas”. Pero también pierden las empresas semilleras porque su fuente de renovación es el germoplasma nativo de México y del mundo si éste se contamina sus productos serán obsoletos e inservibles. El cuadro uno muestra que el estado de Iowa, principal productor en los EEUU, a pesar de haber sembrado transgénicos por tres lustros continua usando agroquímicos excepto en los sistemas de rotación soya-maíz.

http://blog.lib.umn.edu/efans/cropnews/2009/11/lodging-incorn-diagnosis-harv.html Fuente: Servicio de Extensión Agrícola Universidad de Minnesota

El daño fue mayor (33% de acame) en el maíz transgénico y menor en las franjas angostas o refugios sembrados con maíz susceptible y tratado con insecticidas (0.5% de acame).

LA DIVERSIDAD DEL MAIZ ES UN PILAR DEL DESAROLLO Dr. Fernando Castillo González (UCCS) Dr. Rafael Ortega Paczka (UCCS)

México es el centro de origen y domesticación del maíz. Los argumentos para ello son: a) la existencia de parientes silvestres cercanos (teocintle y tripsacum), b) la mayor magnitud de diversidad del cultivo en comparación con otras regiones, y c) restos arqueológicos de antigüedad pertinente. La diversidad del maíz es en gran medida de naturaleza continua, pero para su estudio y valoración se definió a la raza como unidad de reconocimiento entre los diferentes tipos de maíz; en México el número de razas varía de 41 a 60, según diferentes autores; se reconoce su distribución geográfica asociada a condiciones agroecológicas; además, en cada comunidad los agricultores cultivan varios tipos locales de maíz que pueden ser de diferentes razas, variantes dentro de raza (como diferente color de grano) o formas intermedias entre razas, lo cual obedece a condiciones agroecológicas y previsiones de riesgos meteorológicos diversos, preferencias diferenciales para preparaciones culinarias o cuestiones de mercados locales. Otra evidencia de la riqueza de la diversidad del maíz en México lo constituyen estudios de variación genética (polimorfismo de isoenzimas). La magnitud de la riqueza genética del maíz en México tiende a ser el doble con respecto al de otras regiones del continente americano. La diversidad del maíz en México (semillas nativas o autóctonas, conocidas popularmente como criollos) se conserva en buena proporción bajo cultivo en condiciones de agricultura tradicional – minifundio (economía “informal”), en más de seis millones de hectáreas (alrededor del 80% del área cultivada con maíz), sustento de aproximadamente dos millones de familias. La riqueza en diversidad genética del maíz mexicano constituye elemento estratégico fundamental para el desarrollo agrícola y social del país y de la agricultura maicera en el mundo. Para la generación de variedades mejoradas en la agricultura comercial, representa germoplasma para enriquecer los programas de mejoramiento genético. Bajo la condición de agricultura tradicional y en minifundio, no ha sido práctico el uso de variedades mejoradas por la gran diversidad ecológica del país (una empresa comercial de semillas promoverá un híbrido sólo en la medida que se siembren más de 15 mil hectáreas por año), en contraste, el conjunto de maíces nativos están plenamente adaptados a las condiciones agroecológicas, sociales y culturales de las comunidades de agricultores en México. Se requiere entonces construir un esquema de desarrollo agrícola ad hoc, basado en la dinámica de los procesos de evolución bajo domesticación del maíz en la agricultura tradicional. Las comunidades locales han practicado selección de semilla por milenios y ha sido uno de los mecanismos más importantes para la diversificación y acrecentamiento de los potenciales del maíz. Con la colaboración de agricultores y técnicos para mejorar este proceso (mejoramiento participativo), se ha demostrado que la productividad de grano por unidad de superficie se

puede incrementar en más de 2% por generación, además de reducir los problemas del cultivo, tales como la pudrición de la mazorca o la vulnerabilidad al acame (caída de plantas por efecto de lluvias y vientos fuertes). Con este y otras posibilidades de mejoramiento participativo, se puede generar una dinámica consistente en el tiempo para acrecentar los potenciales productivos y reducir los problemas del cultivo del maíz nativo, de modo que en un tiempo pertinente se puede duplicar la producción del maíz basado en el patrimonio genético local. En la diversidad genética del maíz en México se tienen potenciales para desarrollos agroindustriales y nutracéuticos. Un elemento a aprovechar es la cultura de las comunidades rurales que tienen calibrados a los tipos de maíz con usos diversos, tanto en la elaboración de platillos, como en otras formas de aprovechamiento de diferentes estructuras de la planta, hojas del totomoxtle para tamales o artesanías, forraje, etc. La factibilidad de una agricultura del maíz creciente en México debe estar sustentada en acciones que, además del aprovechamiento del patrimonio genético, se base en adecuadas políticas que incluyan apoyos estructurales y económicos articulados, basados en las condiciones del México tradicional; es necesario, entre otras cosas, sacar al maíz del TLCAN y evitar la importación y siembra de transgénicos.

AMENAZAS DESDE LO MOLECULAR Dra. Elena Álvarez-Buylla Roces (UCCS) Biol. Alma Piñeyro Nelson (UCCS)

Los organismos genéticamente modificados o transgénicos, que son organismos a los que se les ha insertado ADN proveniente de otros organismos mediante técnicas de ingeniería genética, fueron diseñados asumiendo que el Dogma Central de la Biología molecular se mantiene en todas las circunstancias. Este Dogma, que postula que la información genética sólo va en un sentido: del ADN al ARN a la producción de proteínas, contrasta con la actual visión científica en donde se sabe que las interacciones entre genes, la posibilidad de ir de ARN a ADN y los cambios no mutacionales (epigenéticos) en el ADN son fenómenos importantes para regular la expresión génica. Este conocimiento, refuerza la noción actual de que los organismos vivos no somos seres cuyos genes actúen de manera aislada unos de otros. Lo anterior pone en entredicho los supuestos sobre la estabilidad e inocuidad genética de los OGMs, ,los que desde el proceso mismo de transformación genética son sometidos a técnicas poco precisas en donde no se conoce a fondo los mecanismos moleculares involucrados en la incorporación de ADN extraño. Además, estos métodos generan inserciones del material transgénico al azar; dichas inserciones, dependiendo del sitio cromosómico en el que se dan, pueden afectar la regulación génica intrínseca, generando organismos deformes. El modo en el que se generan OGMs, ya pone en entre dicho, desde el punto de vista genético, el concepto de “equivalencia sustancial” con el cual se asume que los maíces transgénicos son equivalentes (iguales) a los no transgénicos en todos los ámbitos relevantes.

Ahora bien, ¿cómo afectarían estos hechos a México? En principio, afectarían si el maíz genéticamente modificado llegara a las variedades de maíz nativo mexicanas. La entrada y dispersión de maíz transgénico a México ya ha sido comprobada mediante varios estudios científicos. Ahora sabemos que los transgenes han entrado a los acervos de maíces nativos en algunas partes del país, pero aún en cantidades controlables. También sabemos que, dado que los maíces transgénicos no son distinguibles visualmente de los no transgénicos, éstos se dispersarán más allá de la voluntad de los agricultores, por ende, la coexistencia sin flujo genético es imposible. La única medida real para evitar la diseminación de maíz GM, es la moratoria a la entrada y siembra de este tipo de maíz en México, así como un biomonitoreo expedito, eficaz y transparente de lo que entra por nuestras fronteras en forma de semilla y grano. Si este proceso de introducción de transgenes no es detenido, éste podría acarrear, más allá de consecuencias sociales y económicas nocivas, procesos de inestabilidad genética importantes que afecten la viabilidad de los acervos de semilla nativa, así como la salud humana. En este sentido, el escenario más preocupante involucra la entrada y diseminación a la cadena agrícola y alimenticia, de maíces biorreactores que producen sustancias no comestibles,

como: vacunas, anticoagulantes, plásticos, entre otros. Bajo este escenario, si no se establecen las medidas descritas arriba, podemos acabar sin podernos comer el cultivo que nos alimenta a nosotros y a una muy buena parte del mundo; el cultivo del cual somos herederos y responsables.

HAY MAIZ NATIVO ¡EN TODO MÉXICO! Dr. Takeo Angel Kato Yamakake (UCCS) Dr. Eckart Boege Schmidt (UCCS) El origen del maíz ocurrió en Mesoamérica, específicamente en la mitad austral del territorio mexicano y en Guatemala a partir del teocintle; han sido determinados cinco centros de origen y domesticación y cuatro de diversificación racial. Así, el maíz ha sido genética y racialmente muy variado desde su origen. La distribución del maíz en México, es racialmente muy variado y también muy dinámico, porque el agricultor tradicional mueve la semilla a lo largo y ancho del país, y ha ocurrido desde las primeras etapas de su domesticación hasta nuestros días, durante milenios. Este proceso evolutivo del maíz es muy importante, especialmente, para el caso en que se permita el cultivo comercial de los maíces transgénicos en México. Esto ayudaría a la dispersión y la acumulación de transgenes que estarían contaminando a los maíces nativos. Los varios métodos de transformación usados harían que los transgenes se localicen al azar en diferentes sitios del genoma (constitución genética de cada célula de las plantas). De las células transformadas se obtienen plantas completas de las que algunas se utilizarían para formar los híbridos transgénicos. Así, diferentes híbridos generados por distintas empresas llevarían el transgen en distintos lugares en los genomas. Al contaminar a las plantas nativas por esos distintos híbridos y ésas plantas se cruzan entre sí, en generaciones subsecuentes, producirían plantas con transgenes por duplicado, triplicado, cuadruplicado y aún números múltiplos mayores. Cuando se hagan muchos híbridos con diferentes transgenes el problema de la contaminación sería inmenso e incontrolable porque efectos nocivos pueden ocurrir en las poblaciones nativas de maíz por desequilibrios en la expresión génetica. Esto, porque los transgenes son elementos extraños a los genomas del maíz y no son necesarios para el desarrollo y reproducción normales de sus plantas. Si esto ocurre, y ocurriría a largo plazo (siglos), no en sexenios, no habrá solución ya que sería imposible eliminar los contaminantes de las poblaciones nativas. Se quiere heredar este recurso invaluable a generaciones futuras de siglos por venir.

UNA CULTURA EN PELIGRO Dra. Carmen Morales Valderrama (SEMINARIO INAH/UACM) Mtra. Catalina Rodríguez Lazcano (SEMINARIO INAH/UACM) Una de las ventajas de la agricultura tradicional, en el centro de la cual se encuentran los maíces nativos, es su capacidad para proporcionar alimentos a partir del trabajo en ambientes inhóspitos como pantanos, pedregales, riveras de los ríos, acahuales y otros. Es por ello que en general se reconoce que ésta es una agricultura de subsistencia, cuyo fin primario es satisfacer el consumo familiar. A pesar de esta función tan importante, la gran riqueza cultural implicada en el maíz que está en el eje de la agricultura tradicional difícilmente se reconoce, valora y salvaguarda. Para fines de esta exposición, por cultura entendemos tanto la organización socio-económica de las comunidades campesinas como el sistema de valores que la anima. Por otro lado, se incluyen en dicha cultura los conocimientos y prácticas que poseen las comunidades campesinas en relación con su hábitat y que se usan para el cultivo de las milpas cada año. Cabe señalar que los aspectos más visibles de esa cultura ante los ojos externos son las celebraciones, siempre ligadas al calendario agrícola, aún cuando esto no se distinga en una primera aproximación, y la comida, en la que siempre tiene un lugar el maíz, sea como ingrediente principal o como acompañante en las comidas de fiesta. Es por ello que el Seminario los maíces nativos como patrimonio cultural se planteó desde sus inicios incluir la perspectiva cultural al lado del análisis biológico y más específicamente, genético, que están llevando a cabo destacados estudiosos de los maíces nativos de México. La coherencia de la cultura campesina se ve amenazada hoy día ante la posible contaminación de las semillas de maíces nativos por parte de los transgénicos, ya que cada año las nativas se conservan para que el campesino pueda reiniciar el ciclo agrícola con sus propios recursos. Entre los efectos previsibles de esa contaminación están la caída de la de por sí pobre economía entre miles de familias; el abandono de la agricultura tradicional, sus hábitats y la posibilidad de que los campesinos experimenten por sí mismos con sus semillas nativas, la adaptación a nuevas condiciones climáticas y de mercado. Esto necesariamente redundará en una nueva forma de trabajo que conlleva la desestructuración de la organización social campesina. Por otro lado, los alimentos derivados del maíz, además de encarecerse, sufrirían un grave deterioro en cuanto a diversidad y propiedades nutritivas. Finalmente, es de esperar que todo el simbolismo tejido alrededor de las semillas nativas pierda sentido frente a unas semillas que salen de un laboratorio y se compran en bolsa etiquetada.

¿Y LA SALUD? Dr. Claudio Martínez Debat (UCCS) En este artículo intentaremos responder la pregunta: ¿El maíz transgénico es nocivo para la salud humana? En primer lugar, ¿la ingesta directa o indirecta de los transgénicos del maíz representan un riesgo a la salud humana? Contrariamente a lo que afrma la industria de los transgénicos, la FDA (Food and Drug Administration, EEUU) nunca autorizó a algún producto transgénico como seguro para la salud. Por el contrario, se han desregularizado a los alimentos transgénicos, determinando que son «sustancialmente equivalentes» a sus homólogos no transgénicos y que no requieren ninguna evaluación especial de seguridad. Sin embargo, el término «equivalencia sustancial» nunca ha sido definido científica o jurídicamente… Los peligros en ingerir alimentos genéticamente modificados (GM) pueden estar en primer lugar en que no se han realizado estudios adecuados y rigurosos acerca de su supuesta inocuidad. Pero por otro lado sí existen trabajos científicos serios que apuntan a que son nocivos. Me refiero -entre varios otros- a los recientes estudios del grupo de Eric Seralini, en Francia, donde han encontrado signos de toxicidad hepato-renal en ratas alimentadas con maíz GM. Por si fuera poco, existen los peligros adicionales de que el ADN transgénico se integre y exprese en nuestro organismo (algo ya reportado para diferentes animales en artículos científicos); de que nos intoxiquemos con los residuos de pesticidas en el grano GM y los alimentos derivados de estos, y de que sigan aumentando los casos de alergias, ya en aumento constante. Por algo la American Academy of Environmental Medicine (AAEM, EEUU) apeló el año pasado a los médicos para que eduquen a sus pacientes; y a la comunidad médica y al público a que eviten –en lo posible- a los alimentos GM. Los productos GM (todos, incluyendo el maíz) resultan de la aplicación de un paquete tecnológico que incluye la fumigación masiva de los cultivos con herbicidas, de los cuales el más utilizado es el glifosato. De hecho la tecnología llamada RR (Roundup Ready, siendo el Roundup la marca comercial más usada del glifosato) se basa en generar cultivos resistentes a este biocida, donde todas las plantas (y no sólo las plantas) mueren y sólo sobreviven las GM RR. El glifosato es un herbicida total, no selectivo y de amplio espectro. Fue desarrollado para eliminación de hierbas y de arbustos, en especial los perennes. La aplicación de glifosato mata a las plantas debido a que suprime su capacidad de sintetizar aminoácidos aromáticos. Este y otros herbicidas basados en el glifosato consisten en una solución acuosa de de una sal del glifosato, un surfactante (ej POEA, muy tóxico), y otras sustancias. El glifosato se degrada principalmente a AMPA (aun más tóxico que el glifosato). Es absorbido por las hojas y no por las raíces. Puede aplicarse a las hojas, inyectarse a troncos y tallos, o asperjarse a tocones como herbicida forestal. Los seres humanos y otros seres vivos pueden estar expuestos al glifosato si se encuentran en la zona de fumigación o en sus cercanías, o lo ingieren. Puede penetrar al organismo por vía oral, dérmica (piel) o inhalatoria (pulmones).

A pesar de haber sido catalogado originariamente por la empresa fabricante e incluso por lo organismos reguladores como levemente tóxico o hasta inocuo, la Unión Europea hoy lo clasifica como "peligroso para el medio ambiente" y "tóxico para los organismos acuáticos". Además, muchos estudios recientes han mostrado que las formulaciones y productos metabólicos de Roundup causan la muerte de embriones, placentas, y células umbilicales humanos in vitro aún en bajas concentraciones (10.000 veces menos que la concentración recomendada para su uso). Estos estudios de científicos norteamericanos y franceses permiten clasificar al glifosato como un disruptor endocrino. Para finalizar, quisiera exponer brevemente el caso argentino, que se suele presentar como ejemplo exitoso de la aplicación masiva de la tecnología GM. Lo es sí a nivel macroeconómico, pero con altísimos costos para la salud humana. Los casos de niños con cáncer (leucemias, tumores cerebrales y linfomas) se triplicaron y los nacimientos con malformaciones se cuadruplicaron en los últimos diez años en una provincia del norte de Argentina (Chaco) en coincidencia con el mayor uso de plaguicidas en esas zonas rurales que sufren fumigaciones masivas con glifosato, según un informe oficial de 2010. Esto motivó al prestigioso biólogo molecular del desarrollo Andrés Carrasco a estudiar los efectos del glifosato y sus formulaciones comerciales en sus sistemas de estudio: embriones de anfibios y pollos. En un artículo científico de aparición reciente en una prestigiosa revista científica, el Dr. Carrasco pudo demostrar que los herbicidas basados en el glifosato producen efectos teratogénicos -similares a los encontrados en los niños argentinos- al afectar una ruta bioquímica fundamental durante el desarrollo embrionario temprano: la del ácido retinoico. Si para algo sirve la opinión de un verdadero experto, quien además es sensible a los sufrimientos de la sociedad que integra, transcribo algunas de sus opiniones recientes en la prensa argentina, que casi pueden verse como provocadores aforismos: “La ciencia no legitima la realidad, sino que la realidad debe legitimar la ciencia”; “Este es un modelo de expoliación, de saqueo y de pérdida de soberanía”; “Es perverso tener que demostrar –en un laboratorio- que la realidad existe”; “No tengo un compromiso con la ciencia, sino con el sentido de la ciencia”; y “Estamos metidos en un berenjenal que va más allá de la salud humana”…

VIOLAR LAS LEYES Lic. Lizy Peralta Mercado Dr. Rodrigo Gutiérrez Rivas En el año de 1998, el gobierno estableció una MORATORIA de facto a las siembras de maíz transgénico al no admitir más solicitudes para siembra. Esta medida sucedió en respuesta a advertencias científicas sobre el riesgo de contaminación transgénica del maíz nativo y sus parientes silvestres. En siguientes años la actuación precautoria del gobierno dio un giro. Creó condiciones jurídicas de fomento al maíz transgénico hasta poner fin a la moratoria en el año de 2009, cuando empezó a recibir solicitudes para siembra experimental de maíz transgénico y a resolverlas favorables, estando pendientes de resolución solicitudes para siembra en fase piloto, previa a la comercial. El principio de precaución, que debe activarse en caso de peligro de daño grave o irreversible en el ambiente, la biodiversidad y la salud -sin ser necesario que exista certeza científica absoluta- constituye una obligación jurídica internacional contraída por el gobierno a la firma de normas del derecho internacional (Convenio sobre Diversidad Biológica). Al igual que la obligación de los gobiernos de crear sistemas de protección especial si los países son centro de origen y diversidad genética (Protocolo de Cartagena), como México lo es del maíz, el principio precautorio deriva de un reconocimiento jurídico internacional de los riesgos conocidos y potenciales de los transgénicos (en la salud y el ambiente, en la diversidad de maíces nativos, en la economía campesina, etc.). En este sentido le correspondía al gobierno actuar con precaución frente al uso del maíz transgénico y proteger al país como centro de origen y diversidad genética del maíz. Sin embargo, el gobierno mexicano, haciendo uso del discurso internacional, dejó establecida en la Ley de Bioseguridad la forma en que actuaría con precaución: a través de la evaluación de riesgos, de la liberación al ambiente de transgénicos paso a paso, del monitoreo de los efectos de los transgénicos una vez liberados al ambiente, de la creación de Normas Oficiales Mexicanas que derivan de la ley, de la inspección y vigilancia, aplicación de medidas de seguridad y de urgente aplicación, así como de sanciones. Todas ellas actividades a realizar, una vez liberados al ambiente los transgénicos, lo cual viola el Principio de Precaución internacional que se sustenta en la prevención de las condiciones de los riesgos fundados. Asimismo, apelando a su compromiso internacional de crear sistemas de protección especial -tratándose de país centro de origen y diversidad genética del maíz-, quedó establecida en la Ley de Bioseguridad la obligación de proteger especialmente al maíz en su centro de origen, definiendo como CENTRO DE ORIGEN aquellas regiones donde existen registros de procesos de domesticación del maíz, además de razas o variedades de maíz y poblaciones de parientes silvestres, es decir reduciendo al mínimo la protección especial para el maíz, ignorando el dinamismo integral de origen, domesticación y diversidad del maíz, que ocurre a lo largo y ancho del territorio nacional. Aún en estos términos, el régimen es una obligación legal que el gobierno pretendió eliminar, tras una reforma al Reglamento de la Ley de Bioseguridad, trasladándolo a un simple apartado dentro del Sistema Nacional de Información sobre Bioseguridad (un simple link en la página de la CIBIOGEM).

En este contexto jurídico, es evidente que el gobierno ha aprobado los permisos para siembra de maíz transgénico haciendo uso direccionado del derecho (desviación de poder), creando una regulación nacional violatoria de principios internacionales que promueve el uso de los transgénicos, usando un discurso de precaución y de protección especial que conduce a una simulación jurídica y violando sistemáticamente derechos individuales y colectivos (al ambiente, a la salud, a la alimentación, de los pueblos agricultores e indígenas, etc.). En base a estos argumentos, sostenemos que los permisos para siembra de maíz transgénico son INCONSTITUCIONALES e ILEGALES, ya que ponen en riesgo la reproducción cultural de los pueblos, la preservación de sus semillas nativas, la salud de las personas, etc. y están fundamentados en una ley de bioseguridad inconstitucional y contraria al derecho internacional.

LA REACCIÓN ÉTICA Dr. Jorge Enrique Linares Salgado (UCCS) Las innovaciones biotecnológicas contemporáneas han desatado una serie de controversias sociales, tanto de orden científico y técnico como de orden económico, político y ético. La razón fundamental de ello es que dichas innovaciones, como la tecnología de los transgénicos, se desarrollaron para satisfacer intereses comerciales e industriales específicos, y no desde una investigación científica desinteresada y ni siquiera rigurosa, que asegurara su plena viabilidad ambiental, sanitaria y económica. Los cultivos transgénicos son productos tecnológicos complejos, son organismos vivos modificados técnicamente, y no resultados naturales del proceso evolutivo de las especies. Por ello, se patentan como innovaciones para asegurar su propiedad y su usufructo. La industria biotecnológica argumentó que los transgénicos eran “sustancialmente equivalentes” a cultivos naturales domesticados durante miles de años, como el maíz, para evitar así regulaciones técnicas, impuestos y pruebas sobre su inocuidad. Esta tesis de la equivalencia sustancial es falsa, nuca fue demostrada, y no ha sido más que la artimaña de la industria para hacer pasar sus productos como “naturales” y asegurar así su consumo masivo. Sin embargo, por este mismo carácter artefactual, los transgénicos deben ser regulados sociablemente, y sus efectos, cuidadosamente evaluados por investigadores independientes, que no tengan intereses directos en su comercialización industrial. Aquí comienzan los cuestionamientos éticos sobre el modelo actual de tecnología de transgénicos. Los riesgos y efectos ambientales y sanitarios de los transgénicos no han sido suficiente y rigurosamente evaluados en todo el mundo. La industria ha presionado a los gobiernos para imponer sus propios y laxos criterios para determinar que no implican riesgos y que son seguros, para suavizar sus regulaciones legales, y para tergiversar la información en ares de convencer a la gente de su inocuidad. Pero no termina ahí el problema ético. La tecnología de los transgénicos fue diseñada para monopolizar y controlar el mercado mundial agrícola, y transformar así radicalmente las formas tradicionales de producción que subsisten en países como el nuestro. Esta monopolización mediante las patentes de semillas transgénicas y los contratos de uso exclusivo con los productores ha tenido también un efecto problemático que implica graves riesgos a largo plazo: la reducción de biodiversidad, la intensificación de monocultivos y la concentración monopólica del mercado. Científicos de diversos países han desarrollado estudios controlados que han demostrado efectos problemáticos y riesgosos de los transgénicos. Lo cierto es que hay incertidumbre y controversias científicas sobre qué efectos ambientales producirán a mediano y largo plazo. Pero de lo que no hay duda, porque ha sucedido ya en los países sudamericanos, es el efecto negativo de concentración monopólica de los mercados en unas pocas empresas transnacionales, la intensificación del beneficio privado de unos pocos y la socialización de los riesgos (incluidos los de salud), que se extienden también a las generaciones futuras. Aunado a todo lo anterior, el caso de la liberación de maíz transgénico en México implica problemas éticos mayores; dado que nuestro país es centro de origen y de la mayor diversidad biológica de ese cultivo ancestral. Además

de ser la base de la alimentación de toda la nación, y por ende un recurso estratégico, el maíz posee un insustituible valor simbólico y antropológico en nuestra cultura; no se trata de cualquier tipo de alimento o de producto. Por ello, los mexicanos tenemos la responsabilidad ética de preservar y cultivar este patrimonio agrícola de toda la humanidad, buscando métodos orgánicos y sustentables para aumentar y asegurar la producción de nuestro país, que no pongan en riesgo su biodiversidad y su continuidad sociocultural.

LA RESPUESTA ESTÁ EN OTRA PARTE Dr. Antonio Turrent Fernández (UCCS) Dr. Alejandro Espinosa Calderón (UCCS) Alcanzar la seguridad alimenticia de maíz para todos, tiene como elementos 1) que la producción nacional (actualmente de 22 millones de toneladas anuales) se acerque al consumo aparente (33 millones de toneladas anuales), 2) que se produzca grano de las calidades especializadas que demanda el consumo pluricultural de maíz (más de 600 platillos y 300 tipos de tamales preparados con maíz nixtamalizado), 3) que se produzca esos tipos de grano en la gran diversidad de condiciones del campo mexicano, desde tierras altamente productivas (sólo tres millones de hectáreas) hasta en las de mediana productividad y en las marginales (seis millones de hectáreas), porque de estas últimas depende el bienestar de una considerable población rural con pobreza extrema. Las 59 razas nativas de maíz son insustituibles para cumplir con los tres elementos de la seguridad alimenticia (el 75% de las tierras dedicadas al maíz se siembra con esas razas nativas y con variedades de polinización libre, producto de la interacción genética de aquellas con los maíces mejorados). El restante 25% de las siembras de maíz se hace con semilla comprada cada año, limitándose a las tierras de mayor calidad agronómica. Los estudios que se han hecho sobre el potencial productivo de maíz sugieren que el campo mexicano cuenta con recursos para producir 57 millones toneladas anuales de maíz en los próximos 15 años, siempre que se realice la inversión hidroagrícola y la investigación requeridas. Un puñado de consorcios multinacionales planea adueñarse del mercado nacional de semilla de maíz y para tal ofrece tecnología transgénica para modernizar la producción de maíz y también ofrece hacerse cargo de la investigación en maíz y el extensionismo.