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der de todo Estado es el de la opinión pública. Por eso no hay Estado que dure por la sola fuerza material. Muchas condiciones de la vida moderna trabajan por el nivelamiento colectivo, lo cual disminuye la impresión de los contrastes injustos. Esto parece que permite prever la paulatina aminoración de los influjos revolucionarios en el alma del futuro. Este libro del profesor Raúl A. Orgaz constituye una obra de filosofía y sociología de las revoluciones, que, en mi opinión, merece el calificativo de francamente magistral. Aparte de lo que inevitablemente ha tenido que recoger de observaciones formuladas anteriormente, el profesor Orgaz aporta grandes frutos de su propia cosecha y gran número de incitantes y fecundas sugerencias. Este libro habrá de ser obra de consulta indispensable para todos los interesados en el estudio sobre las revoluciones.

Director del Seminario de Filosofía del Derecho y Sociología Jurídica.

MADARIAGA, Salvador de. j 0 j 0 , Vefzcedores! Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1945. La personalidad del eminente escritor y pensador español Salvador de Madariaga, ilustre catedrático de la Universidad de Oxford, bien conocida en el campo de la literatura, de la historia y de la política internacional, nos ofrece ahora, en este libro, rica materia para la meditación y la orientación sobre los candentes problemas actuales del mundo. Pero la obra aquí reseñada no contiene solamente puntos de vista acerca de las graves cuestiones internacionales del presente; contiene además ensayos de esclarecimiento sobre conceptos fundamentales de filosofía política, conceptos imprescindibles para el correcto enfoque de los temas más urgentes que tiene planteados la humanidad de hoy. Asímismo, ofrece un balance sistematizado respecto del sentido y de las consecuencias de la segunda guerra mundial. Comienza con una introducción dedicada a la última contienda mundial, que califica de guerra civil. "Aunque el enemigo, al rebajarse hasta una repugnante bestialidad, puso fuera de discusión la causa de los aliados, éstos, y nosotros que con ellos simpatizamos, por ser hombres, distamos mucho de la perfección". . . "Preferimos los riesgos de la verdad a los de la hipocresía." "Ha sido y es guerra no entre dos, sino entre tres partes; guerra triangular. El cínico ataque de Hitler contra Rusia aplastó el triángulo, haciendo de Rusia y de los anglosajones nn solo partido. Pero bastan las guerras ruso-polaca y rusofinlandesa de 1939 y de 1940 para recordar que, aunque aliado heroico y leal del anglosajón, el ruso sigue una política propia, como desde luego tiene pleno derecho a seguirla mientras falte algo más alto y mejor.'' El conflicto de poder desembocó en la guerra a causa del deseo irracional de violencia de que adolece el alma alemana. Ahora bien, los alemanes han probado repetidas veces que, en contra de lo que se imaginan, carecen de aptitud para ejercer mando histórico, por faltarles la sabiduría política y sobrarles el egoísmo. DR © 1946. Escuela Nacional de Jurisprudencia

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Pero la Última guerra no fué sólo una lucha por el poder. Fué también una lucha por la decencia. E s rasgo inherente al carácter alemán su amor, por la violencia, incluso por la violencia innecesaria. Pero, además de esa tendencia permanenth se ha dado el fenómeno de la inaudita bestialidad llamada nazismo, que en parte se alimentó de la furia reprimida por la derrota de 1918. Esta brutalidad y aun bestialidad, en que toda la nación alemana cayó, hubo de constituir grave peligro para el mundo. Porque el sistema nazi, al que dió lugar, fué mezcla diabólica de eficiencia y de fuerza en los medios, y de opresión y maldad en los fines. Locura con método. "Así, pues, aunque esta guerra ha sido, entre otras cosas, una lucha por el poder, los alemanes consiguieron transfigurarla en un duelo entre dos maneras de ejercer el poder: la del matón criminal y la del hombre con sentido común." También la segunda guerra mundial ha tenido un espíritu de cruzada: la cruz recta contra la cmz quebrada. El valor más preciado que el Oeste ha defendido contra Hitler, el carácter sagrado del alma individual, es un valor cristiano. L a libertad espiritual, intelectual y moral, y la igualdad implícita de todos los hombres sin distinción de naturaleza o cultura son tan esenciales a la cruz cristiana, como odiosas a la cruz gamada. El espíritu occidental significa para el mundo una evolución abierta. El nazi habría cerrado la evolución de la humanidad, puesto que habría matado el alma del no-alemán con la esclavitud y perturbado la del alemán con el poder ilimitado. La libertad para buscar, errar, aprehender, quizá hallar, he aquí el ideal por el que ha luchado el Occidente. Pero ha habido también otros aspectos en la segunda contienda mundial. La guerra de Inglaterra y sus aliados contra Alemania ha sido un duelo entre el totalitarismo y la democracia. La guerra ruso-alemana, un duelo &tre dos totalitarismos de signo contrario. El Occidente luchó por la democracia, Rusia por el Comunismo. "Y el que diga que el Comunismo es democracia injuria a las sombras de Lenin y de Marx y hace a Stalin sonreír en público y reírse a solas." "La democracia y el totalitarismo comunista tuvieron que luchar juntos contra el totalitarismo nazi. ¿ E s esto defendible? Lo es. Porque hay una diferencia fundamental entre los dos totalitarismos. El nazismo carecía de principios. Su llamada filosofía política era un tejido de absurdos, mero arsenal de frases hechas.. . Su Único objetivo consistía en alzar a la cúspide del poder a una clase de matones nazis, que, a través del pueblo alemán regirían a un mundo de esclavos. El marxismo, por otra parte, es una filosofía política coherente, erudita y de mucho vigor, con la que se puede o no estar de acuerdo, pero que se propone la emancipación de la humanidad por medio de las clases trabajadoras, llevando a cabo la abolición de la propiedad privada de los instrumentos de producción. Y puesto que la democracia liberal. . . cree que la verdad política se va descubriendo paulatinamente por la experiencia, nada la veda entrar en alianza política y militar con el comunismo bajo la amenaza inminente de un enemigo común." La segunda guerra mundial ha sido también la lucha por un orden libre en el interior de las naciones, que consiste por lo menos en tres garantías: respeto a la persona humana; libertad de pensamiento; y gobierno por consentimiento de los gobernados, periódicamente renovado por medios pacíficos. También ha constituído la lucha por un orden libre en el exterior. "Tanto en lo nacional como en lo internacional, importa aprehender la verdad básica de toda DR © 1946. Escuela Nacional de Jurisprudencia

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vida colectiva: unidad antes que libertad, o en otra forma, no es posible la libertad sin una armazón de unidad preestablecida. Unidad del comundo para que las naciones vivan libres en su seno. Una vez que las naciones hayan reconocido explícitamente la preeminencia del interés del comundo sobre los intereses nacionales, podrán quedar asegurados la paz y el orden con la libertad de las naciones." Después de la introducción que acabo de resumir, el Autor dedica la primera parte de su libro a los asuntos internos del Estado. Ante todo, quiere esclarecer el sentido de una serie de palabras y conceptos fundamentales. Trata de las monarquías y de las repúblicas; de las elecciones, de los plebiscitos y de las constituciones; de la democracia; del fascismo; de las revoluciones y de la evolución. "Hoy en día van importando las cosas cada vez más, porque la vida se va haciendo cada vez más objetiva y más técnica. Por lo tanto el espíritu republicano, objetivo, ético y econón~ico,tiene que ser má.s útil y fecundo que el espiritu subjetivo, individualista y estético (monárquico) en la labor de administrar las naciones modernas. Por eso se da esta paradoja: sólo tienen éxito las monarquías en los pueblos en que, bajo formas n~onárquicas,late un espíritu republicano." Esto es lo que sucede en la Gran Bretaña, Escandinavia y Holanda. "La paradoja resulta menos violenta si se observa que, por la misma causa, las repúblicas sólo tienen también éxito con pueblos de espíritu republicano. Asimismo, las monarquias fracasan siempre con pueblos de espíritu monárquico, porque en estos pueblos siempre hay demasiados hombres que aspiran a ejercer los poderes del monarca. Por la misma causa, también las repúblicas fracasan en los pueblos de espíritu monárquico, pero fracasan todavía más que las monarquías", por causa de los fulanismos, es decir, de las etiquetas personalistas que adquieren los partidos. A continuación, Madariaga ilustra esta tesis con múltiples ejemplos. Aunque en principio el enfoque general parece correcto, sin embargo, en mi opinión resultan discutibles algunas de las aplicaciones que hace y, sobre todo, el hecho de que quizás no tome en consideración que muchas de las experiencias sufridas pueden modificar reeducadoramente los rasgos psicológicos de los pueblos. "No hay argumento válido contra la democracia, puesto que en realidad no existe alternativa alguna de gobierno que una persona sensata pueda aceptar. Al apuntar que la democracia presenta tal o cual riesgo o inconveniente, no se arguye en su contra, como tampoco se arguye en contra del aire por apuntar que una corriente pueda producir pulmonía. El hombre tiene que respirar. Los pueblos tienen que gobernarse a sí mismos. Y no hay más que hablar." Ahora bien, "la democracia sólo puede manifestarse por medio de una red de instituciones, tradiciones y relaciones humanas, que por fuerza difiere en el tiempo y en el espacio.. . Esta relatividad de los conceptos políticos.. debiera tenerse en cuenta para templar y moderar la pasión de las controversias". "Desde el punto de vista político, no hay país maduro para el sufragio directo universal, como no tenga plena libertad de gobierno local, sano y vigoroso." En nuestro tiempo, se registra la casi desaparición del partido liberal en los países europeos y americanos. Los partidos conservadores apoyan a los capitalistas; y los partidos obreros a los sindicatos; mientras que los liberales tienen que hacer frente a los gastos de la política con los desmedrados ingresos del trabajo intelectual. Este hecho es muy lamentable, "porque el partido liberal suele ser el menos parcial de los partidos y el que mejor suele representar los intereses nacionales en

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su conjunto; y, ademis, porque suele ser el partido medio y par lo tanto el mejor situado para resolver los asuntos candentes, sin llegar a la lucha violenta entre los extremos. El Cristianismo limpió de mancilla el trabajo manual proclamando a todos los hombres hermanos y deificando al Hijo del carpintero. Marx volvió a derribarlo todo invirtiendo los términos, y en lugar de la igualdad cristiana rehizo una desigualdad en que las clases trabajadoras, antaño inferiores, se proclamaban superiores.. . Los excelentes servicios que a la cultura europea y occidental han prestado los sindicatos obreros tanto en lo político como en lo social, y en particular su larga lucha para elevar a la clase obrera desde una condición de paria a la plena ciudadanía, contribuyeron a este proceso, haciéndolo natural y, hasta cierto punto, justificándolo, pero las singularidades de la naturaleza humana dejaron de añadirle ciertos rasgos menos justificados. . . La "clase obrera". antaño oprimida se vió no sin sorpresa entronizada. Para completar la inversión de los términos, el trabajo intelectual vino a ocupar el lugar de trabajo deprimido y despreciado que había ocupado el trabajo manual en otras épocas. Y así, de un mundo que había fracasado por no admitir la clase obrera a la ciudadanía, vamos pasando a un mundo en que no se admite .a la ciudadanía más que a la clase obrera.. . Nada más significativo que la glorificación del hombre común a que nos invita Mr. Wallace. De creer a este pro-hombre de la política norteamericana, seria nuestro siglo la era del hombre común. No, Mr. Wallace, mil veces no. Aunque sospecho que en la práctica quizá queramos decir lo mismo, ese lenguaje no puede aceptarse. Este es, como cualquier otro siglo, del hombre singular, fuera de lo común. Usted mismo, Mr. Wallace, es un hombre fuera de lo común, sin quien el hombre común seria todavía más común. Hacen la vida rica y hermosa a los hombres comunes los hombres que no lo son, y adular a los hombres comunes es hacer muy flaco servicio a los verdaderos valores de nuestra civilización.. . Hay siempre algo de común en los hombres singulares y algo de singular en los comunes.. Una sociedad que pone a la clase obrera y al pueblo por encima del resto de la nación es tan insensata como una sociedad que los humilla o pisotea, o que los abandona y deja en barbecho". "Sea cualquiera el sentido que se dé a la palabra democracia, hay uno inadmisible, y es que venga a significar desprecio o menosprecio de la opinión de los menos." "La democracia no vive más que donde hay variedad y libertad de pensamiento. Sin variedad no hay donde elegir, sin libertad de pensamiento no hay elección." El fascismo se creó con los siguientes elementos: todas las características totalitarias del sistema de Lenin; la exaltación de la voluntd, el principio de la jerarquía, la obediencia al jefe y otros lemas baratos; una actitud filoproletaria, en parte genuina, en parte hipócrita; una tendencia nacionalista, imperialista y militarista; cierto número de símbolos, gestos, consignas y frases hechas y estilos de vestir. "Podrá o no estarse de acuerdo con el comunismo; pero hay que reconocer que es una doctrina respetable, que toma por derecho propio un lugar distinguido en la historia del pensamiento humano, y cuyo propósito honrado y sincero es la emancipación económica del hombre. El fascismo es una tragicomedia, en que impera la comedia. Sus ideas políticas son una mezcla incoherente de Nietzsche, de Maquiavelo, de Sorel y de todas las barreduras antidemocráticas posibles; y sus fines,

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aparte del puramente negativo de cerrar la puerta al comunismo, no pasaron nunca de la glorificación de un aventurero." "Nada más superficial y frívolo que imaginar que las camisas de color y el saludo a la romana son detalles sin importancia. Son síntomas graves de la crisis mental de nuestra era. Un uniforme político significa que hay toda una masa dispuesta a aceptar sin discusión un cuerpo de doctrina en bloque; g a aislar con el desprecio, la enemistad y hasta la guerra c i d a los que disienten. Es, pues. un uniforme político a la vez instrumento de atontamiento y de chantage." Pocas son las revoluciones que se ajustaron a la exposición dramatizada que ofrecen en los manuales. Cierto que todas las revoluciones acarrearon cambios efectivos de la mayor importancia en los países en que tuvieron lugar e incluso en otros. Pero esos cambios no se debieron tanto a las revoluciones, como a la evolución que en cada caso se estaba ya produciendo. Las revoluciones no son disturbios limitados a tal o cual sector del país, sino que afectan a todo el cuerpo político nacional aunque se manifiesten en tal o cual sector, quizá no el más hondamente afectado por el verdadero mal de fondo. Las revoluciones son crisis en la vida de un país, mediante las cuales la nación se ajusta a sí misma. Las naciones entran en períodos revolucionarios, porque las dos o tres generaciones anteriores a la crisis carecieron de la sabiduría política necesaria para resolver los conflictos pendientes; y porque la generación en que estalla la crisis se deja dominar por la pasión y la violencia. Para los más de los hombres la influencia que pueden ejercer sobre el gigantesco ser colectivo de la nación es muy pequeña. El pensamiento político requiere mncha modestia. Porque la política en su conjunto no es más que una parte, y no muy grande, de la vida general de las comunidades humanas. Pero aun cuando la gigantesca entidad nacional, en la que tantas y tan complejas fuerzas colaboran, parece como si llevara una vida propia; sin embargo, los hombres no son de ningún modo meras células de un vasto cuerpo político. Esa sería la tesis totalitaria que debemos rechazar en absoluto. El cristianismo afirm6 la luz divina que brilla en el fondo del alma humana y ante la cual incluso la majestad misma del Estado ha de detenerse respetuosa. Bajo esta luz cristiana arde también un fuego típicamente europeo, un fuego no cristiano por faltarle la Iiumildad, un fuego prometéico y luchador, resuelto a dar la cara al destino. Mantengamos la formidable conquista de los "derechos del hombre": el sistema d e reglas para garantizar la libertad individual contra las intromisiones del Estado. "Cantemos en loor de la duda. La f e ha vertido ya tanta sangre que bueno sería acudir a la duda en busca de bondad y caridad. Mientras dos fes se matan una a otra, la duda organiza la Cruz Roja y sirve los hospitales. Además, en cont r a de lo que pudiera creerse, la duda no excluye la fe. Lo que excluye es la f e cerrada, la f e en la fe. La falta de fe por sí misma no sería peligrosa. L a f e tampoco. Es la fe en la falta de f e y la f e en la fe lo que hace del mundo un campo de batalla continuo. La duda no excluye ni lo uno ni lo otro. Lo que excluye es la certidumbre sobre lo uno o sobre lo otro. Y al excluir la certidumbre, excluye la guerra." Todo desarrollo de la colectividad a expensas o con opresión del individuo es un contrasentido aun desde el punto de vista de la colectividad. En la libertad armonizan los intereses individuales y los colectivos; porque la libertad es condición DR © 1946. Escuela Nacional de Jurisprudencia

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esencial tanto para la vida de la república, como para la de todas y cada una de las personas que la componen. La libertad tiene primacía sobre los bienes económicos, y es la condición más favorable para lograr un progreso de justicia social en éstos. Que toda sociedad tenga el deber de luchar contra la miseria y la desgracia es evidente; pero de ninguna manera es admisible jamás que para ello haya de sacrificar la libertad de SUS ciudadanos. El hombre, aunque miembro de la nación, es también un ser que trasciende a la nación, por tener una dimensión fuera del orden social e histórico, la cual penetra en el seno de la eternidad. Los hechos externos de su vida, familia, negocio, carrera, éxito y fracaso social no pasan de ser mero pentagraina sobre el cual se escribe la música sutil y honda de su vida verdadera. La libertad externa -para que habite donde quiera, funde familia donde le parezca, entre o salga de tal o cual profesión o negocio, viaje- importa porque sólo mediante esa libertad externa puede dar libre curso a la libertad interna indispensable para cumplir su destino. La desigualdad en sí no es mala ni injusta. Lo natural y lo justo no es la igualdad sino Ia desigualdad. El mal es la desigualdad anárquica, sin razón y sin fundamento de justicia. Una sociedad sana debe asegurar el libre juego de la ambición y de la necesidad, para que en su seno suba la gente que vale y caiga la que no vale, de modo que cada cual termine por hallarse en el nivel justo que le corresponde. En la segunda parte de este libro, Madariaga estudia los problemas presentes de la articulación internacional, que él llama "asuntos com~mdiales". Rebate el autor lo que denomina "falacias sobre naciones grande-^ y pequeñas". Critica, por injustificada, la afirmación de que las grandes naciones tienen que ejercer más poder porque les incumbe más responsabilidad Asimismo combate el aserto de que las pequeñas potencias fueran causa de flaqueza para la Sociedad de las Naciones. No cree el Autor que la causa. del fracaso de la Sociedad de las Naciones fuera el no haber tenido fuerzas armadas para apoyar sus decisiones. Fracasó principalmente no por carecer de fuerza armada, pues hubiera podido tener la de sus miembros, sino por sobrarle voluntades y mentes dispersas, pues tenia lo menos treinta gobiernos, entre quienes jamás recayó acuerdo sobre cómo y cuándo emplear las treinta fuerzas a su disposición. Si existe bastante sentido de ciudadania Comundial para organizar el Comundo, las fuerzas armadas de los diversos países obedecerán las órdenes de la autoridad comundial; y si no existe bastante sentido d e ciudadanía comundial para organizar el Comundo, Ia policía internacional, que se trata de fundar, no podrá funcionar ni siquiera organizarse, porque ¿quién va a mandarla y qué leyes va a aplicar y sostener? No cree Madariaga que la neutralidad haya muerto, porque atestiguan. su vida los hechos producidos durante la segunda guerra mundial (pues aparte de los pocos paises que permanecieron neutrales, los Estados Unidos y la U. R. R. S. no entraron en la guerra hasta el momento de haber sido atacados). Niega también que la neutralidad tenga que morir, aunque admite la posibilidad de que pueda desaparecer cuando llegue a fraguar una auténtica solidaridad comundial. "El problema de Alemania ha dominado la guerra y prolonga sus sombras también sobre el petíodo de post-guerra". Caracteriza a los alemanes por los siguientes rasgos: gran capacidad mental ; aplicación y seguridad de carácter en alto grado; espíDR © 1946. Escuela Nacional de Jurisprudencia

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ritu gregario que los hace esclavos pasivos y hasta gustosos de la tiranía; predisposición a la obediencia incondicional, carente de conciencia individual, que los lleva a ejecutar cualquier orden buena o mala, sublime o infrime; un egoísmo y una arrogancia. que no conoce respeto para ninguna otra nación; fuerte tendencia al resentimiento; y falta casi absoluta de sentido político. Dice Madariaga "podría continuarse la lista". En efecto podría continuarse la lista de los rasgos que caracterizan al pueblo alemán hoy en día; y me parece que debiera hacerse especial hincapié en la beatería o mística de lo colectivo, que desde la época del romanticismo ha venido envenenando y deformando el alma alemana. Y se debería también subrayar el estado en que han quedado los alemanes después de su integral bestialización manifestada en el nazismo. Y digo manifestada en el nazismo, porque la situación de salvajismo y de plena vileza, en que hoy en día ha caído la inmensa mayoría del pueblo alemán, no puede ser considerada simplemente como un efecto del régimen hitlerista; antes bien, parece que el nazismo ha sido no sólo causa, sino también efecto de un derrumbamiento espiritual y moral de los alemanes, producido probablemente por la colectivización total de su ser y por su repudio de la razón. También merecería acaso un más extenso comentario del que el Autor le dedica el típico fenómeno del racismo nazi, el cual no puede ser confundido con otros hechos de simple arrogancia racial. Madariaga subraya como una de las principales y mayores culpabilidades del pueblo alemán el hecho de que éste ha practicado en los últimos años el asesinato en masa como medio para el poder, en cantidad desconocida en cualquier otro pueblo y en cualquier otro período de la historia. "La tortura o ejecución de grandes cantidades de víctimas arguye aberracibn permanente en los verdugos". Estos crímenes sólo han podido iniciarse y sostenerse mediante la colaboración de millones de nazis y de centenares de miles de oficiales del ejército así como con la aquiescencia de la inmensa mayoría de los sectores sociales. "La montaña de crímenes que los alemanes han acumulado sobre sus hombros es tal, que, de no dársele a Europa una víctima expiatoria, pudiera muy bien degenerar la situación europea en una serie de catástrofe de venganza. La víctima expiatoria existe, automáticamente designada : el partido nazi." "Serán necesarias también medidas duras para prevenir una tercera guerra mundial. De concederse a los alemanes la menor posibilidad de rehacerse como potencia militar, no vacilarían en provocar una tercera guerra." Madariaga propugna la unión de los pueblos europeos. Europa había sido ya una unidad; pero el desarrollo de las nacionalidades modernas quebrantó esa unidad. Ahora bien, debe restaurarse a pesar de las diferencias lingüísticas. Es más, debe encontrar la forma de organización que traduzca la unidad que sigue siendo realmente. El enemigo de Europa está dentro de Europa: es Alemania. Y no hay que hacerse ilusiones sobre el particular: si Alemania no adquiere espíritu europeo, Europa está abocada a una serie de guerras sucesivas. E s indispensable y urgente una transformación a fondo de la estructura social de Alemania. E l peligro que ésta entraña no radica sólo en el nazi; radica también y principalmente en el militar profesional. "La doctrina de que una nación pueda hacer lo que le parezca, y hasta que todo se justifica cuando se hace en nombre del interés nacional, dominó durante estos últimos siglos en un mundo que, ya por este mero hecho, no merece el nombre de cristiandad. Esta es la doctrina llamada de la soberanía nacional, a cuya sombra fué el mundo una cueva de bandidos colectivos que se dedicaron a quedarse con todo DR © 1946. Escuela Nacional de Jurisprudencia

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lo que podían en el planeta; y cuando ya no hubo más que saquear, no les quedó más remedio que continuar el deporte saqueándose unos a otros en guerras cada vez más sangrientas". Madariaga expone un plan mínimo para un orden libre, que elaboró en 1943, y que según su propio autor es hoy tildado de "idealista" en Londres y Nueva York, y de "traidor" en Moscú. Ese plan contiene la organización de la colectividad comundial definidora y garantizadora de los derechos y deberes de los ciudadanos, de los Estados y del Comundo, sobre la base de garantizar el mínimum indispensable de libertad para el individuo (pensamiento, palabra, prensa, radiodifusión, conciencia, asociación política y profesional) ; legislación autónoma de los gobiernos nacionales, pero sometida en caso necesario a intervención del Comundo; t r i b a l comundial; banco comundial ; dominio y administración comundial de los transportes aéreos y marítimos, del petróleo y de otras materias. "¿Por qué llegó a considerarse como idealista, irrealizable, y en Rusia, hasta traicionero, un programa como ése? Sencillamente, porque ninguna de las tres grandes potencias quiere adoptarlo". Alegan que no es posible. La resistencia de los anglosajones a adentrarse por el sendero de la ciudadanía comundial es un nacionalismo conservador sinceramente nacional en su conjunto. Hay también otras causas: deseo de aumento del poder nacional. Madariaga razona prolijamente y con argumentos muy agudos que el mencionado programa no tiene nada de idealismo irrealizable, antes bien es muy realista y prActicarnente viable. "El que quiera comprender a la Rusia soviética habrá de comenzar primero por dejar de lado el adjetivo soviética,. . y estudiar el sustantivo Rusia... Hecho esto, podrA añadir otra vez el atributo soviético!' Rusia posee una fe dogmática, que da un formidable apoyo y una gran coherencia a su política, tanto nacional como internacional. Persigue tenazmente el triunfo de su fe, mediante el de la Unión Soviética. Es la unión una dictadura, que gobierna por medio de una oligarquía, para imponer una ortodoxia En este sistema, las líneas de fuerza van de arriba a abajo. No hay institución que no sea directa'o indirectamente mero altavoz del gobierno. Uno de los principios cte este sistema es el aislamiento casi hermético de la opinión pública, prueba manifiesta de que los dirigentes de Rusia temen que su pueblo se entere de cómo viven los paises capitalistas. Ejemplo de este aislamiento es la muralla en que se han encerrado los rusos en Alemania, para impedir que los ejércitos anglosajones se interpenetren con los suyos. Lejos de ser los capitalistas anglosajones los que temen la contaminación comunista de sus tropas con las tropas rusas, son los comunistas rusos los que temen la contaminación capitalista de sus soldacTos si confraternizan demasiado con los anglosajones. A continuación, en un extenso capítulo, estudia el Autor, con detalle, la política de Rusia respecto de los Estados vecinos; y en otro capítulo siguiente la política internacional de la U.R.S.S. "¿Cómo van a organizar el mundo de la post-guerra las democracias liberales de Occidente y la autocracia comunista de Oriente?" La organización que se busca tendrá sobre todo que laborar antes de que nazca la agresión, incluso antes de que nazca la intención de agredir. Sólo es posible que la organización comundial pueda prevenir eficazmente una guerra cualquiera, si posee los órganos necesarios para coordenar y regir en su conjunto todos los asuntos internacionales sin excepción. No puede haber seguridad colectiva sin política colectiva.

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Madariaga propone que la organización comundial tenga los siguientes órganos: 1. Un Consejo que se ocuparía de todos los asuntos internacionales y no sólo de los de seguridad, pues no hay problemas específicamente de seguridad, ya que todos pueden afectar a ésta. 2. Una Asamblea lo más democrática posible, que sirviera de organismo canalizador de la crítica y de la publicidad. 3. Un servicio de funcionarios cuidadosamente escogidos y educados, a fin de desarrollar en ellos la conciencia de una lealtad supranacional y cosnundial. 4. Un Tribunal de Justicia Internacional, igualmente escogido y preparado. "Importa hacer constar dos puntos: primero, que en Dumbarton Oaks, como en San Francisco, Rusia mantuvo siempre la tendencia anti-democrática y antiparlamentaria, sosteniendo en cada detalle la grande contra la pequeña potencia, el Consejo contra la Asamblea y la acción punitiva y militar contra la acción preventiva y política; y segundo, que el progreso notorio que se observa en todos estos aspectos entre el proyecto de Dumbarton Oaks y la Carta de San Francisco se debe casi todo a la actividad y sentido público de las naciones pequeñas y medias, libres del influjo ruso, como Australia, Canadá, Bélgica y Holanda". "Domina toda la Carta la gran herejía de l a , política internacional y nacional: la creencia en la fuerza bruta como base del Estado. Estadistas y periodistas han aclamado este aspecto de la Carta como su mayor mérito : su realismo". . "La Carta es un trasunto del Estado ruso a un medio internacional; como se manifiesta en sus tres características : militarismo o concentración en lo militar, la seguridad y la represión; autoritarismo, o cercenamiento de la influencia y aun de la soberanía de las pequeñas potencias; y antiparlamentarismo, o reducción del papel de la Asamblea". "Los dos problemas principales son: q ~ hacer é con Alemania; y dónde hallar una base sólida para aunar o hacer converger las políticas de Rusia y dei Oeste. Entre estos dos problemas se da una relación muy estrecha". "Sólo existe un medio seguro de cambiar el alma de una nación; cambiando su estirpe. El mal reside en que el alemán es alemán; hay que hacer que sea menos alemán. Los ya nacidos no tienen remedio. Las naciones que van a regir los destinos de Alemania tienen que hacer lo necesario para que la nueva generación de Alemania no sea ya puramente alemana. Sólo hay una manera de conseguir este objetivo: la mezcla de sangre. No es necesario poner en práctica violencia alguna. Bastan métodos normales g civilizados. Una política inteligente y perseverante, que produzca millones de uniones mixtas en los cinco a diez años venideros. El momento es propicio. Los vencedores van a dominar a Alemania durante estos cinco a diez años; y, por otra parte, va a haber en el país escasez de hombres. La tierra necesitará labradores, las mujeres maridos. Hay que atraer extranjeros a Alemania, con el trato expreso de que vendrán a establecerse y fundar un hogar. Hay que tomar medidas para que estos matrimonios y cualquier otro hogar mixto que espontáneamente se formara en Alemania tengan numerosa progenie. En cuanto .a los pueblos que conviene atraer, conviene también escoger con discriminación. El mayor defecto del alemán es su espíritu gregario. Hay que equilibrarlo con el espíritu opuesto, el individualismo extremo. El alemán es incapaz de desobedecer, aunque sea a órdenes malas. Hay que mezclarlo con pueblos incapaces de obedecer, aun a órdenes buenas. Excelentes candidatos serían los ucranios y polacos al este, los griegos y los españoles al sur, los irlandeses al norte." En cuanto a la necesaria cooperación entre el Occidente y Rusia, cooperación necesaria, Madariaga propugna que se proceda con la máxima claridad. "El mundo

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RESERAS BIBLIOGRAFICAS

atláhtico no debe permitir ni aceptar que se designe a Rusia como una democracia. Esta palabra no significa en Occidente lo que Rusia quiere que signifique. El mundo atlántico debe insistir en que sin libertad de opinión, sin publicidad, sin disposición espontánea a someter todas las diferencias internacionales, aun con paises colindantes, a los buenos oficios de amigables componedores, no puede haber paz. Porque si no se pone en claro esta diferencia, ¿cómo es posible que Rusia respete al Occidente?" Madariaga propugna un acuerdo limpio entre el Occidente y Rusia, pues cualquiera de los otros caminos (ruptura, tensión, o acuerdo siniestro) conduciría a una catástrofe. "Para que este acuerdo limpio sea eficaz, será necesaria una influencia mutua entre el Oeste y Rusia, mediante la cual gane Rusia en libertad política y adopte d Oeste ciertas medidas de socialismo internacional. Sin abrir Rusia a las ideas y a la información universal no puede haber sociedad comundial vigorosa; pero sin socializar ciertos grandes servicios internacionales, como la aviación y el combustible liquido, tampoco. Así llegamos a esta conclusión : es necesaria una aproximación entre Rusia y el Oeste para que la tensión constante no degenere en ruptura; pero esta aproximación es susceptible de dos efectos contrarios; uno en que Rusia y el Oeste se contaminen con sus defectos llegándose a un totalitarismo económico y político a beneficio de las tres grandes potencias y en perjuicio de las demás; otro en que Rusia y el Oeste aprendan mutuamente sus cualidades, y así se llegaría a una organización ccomundial libre y próspera dentro de una armazón general de socialismo internacional." Sean cuales fueren los puntos de vista críticos que las tesis y orientaciones a n tenidas en este libro susciten, me parecen notorios el gran interCs y d fuerte poder de sugerencias de esas páginas de Salvador de Madariaga. He considerado más útil que entrar en una discusión crítica, ofrecer una especie de extracto-antología de esta obra. !

Dr. Luis R~casfns SICHEC Director del Saninario de Filosofía del Derecho y Sociologia Jurídica

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