Programa: Vivir los Valores en el Aula

Casos Exitosos

Fundación Promigas Barranquilla, octubre de 2003

PRESENTACIÓN

Estos Casos corresponden a un estudio exploratorio de carácter cualitativo realizado en 2003, con escuelas de los departamentos de Atlántico y Magdalena a fin de conocer los avances del programa y el cumplimiento de sus objetivos. En total se visitaron 8 escuelas y se recolectaron testimonios de los rectores, docentes, padres de familia y estudiantes para conocer diversas percepciones acerca de los cambios presentados. Del total de entrevistas, cinco corresponden a escuelas con más de dos años de implementación del programa y, las tres restantes, a escuelas que en esos momentos estaban en la fase de formación. En términos generales, estos casos nos demuestran que las escuelas cuentan con un alto potencial de cambio si se les brindan oportunidades de crecimiento humano a la comunidad educativa y a través de herramientas efectivas de formación. Las escuelas entrevistadas están ubicadas en su mayoría en entornos difíciles donde persisten la pobreza, la violencia y el desplazamiento forzoso, demostrándonos a través de sus testimonios que, pese a sus circunstancias, es posible sembrar semillas de paz y esperanzas por un presente y un mañana mejores.

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CONCILIADORES AL SERVICIO DEL PUEBLO. Pionero y modelo inicial del proyecto de valores en el sector de la educación pública promovida por nuestra Fundación. Este centro educativo del corregimiento de Arroyo de Piedra, inició el proceso humanístico con enfoque en valores, en el año 2000. Hoy los niños son modelos de estudiantes en la escuela, son agentes de cambio en el hogar. El equipo de docentes, espontáneamente se ha convertido en un centro de conciliación en conflictos hogareños y comunitarios, aunque sus protagonistas no pertenezcan a esa comunidad educativa. En esta primera experiencia, nos trasladamos a la escuela y directamente asumimos la tarea. No hay multiplicadores en cascada. Como Fundación Promigas lideramos el proceso con docentes y padres de familia. Escogimos la escuela de Arroyo de Piedra, en el departamento del Atlántico porque vimos un gran potencia en su directora y cuerpo docentes. En ese entonces, no teníamos relaciones con otros colegios. Tres años después, son los de mayor grado de madurez entre los establecimientos a los que ha llegado la Fundación. Todo su ambiente habla de valores: el parque, los murales, las carteleras y los niños conocen, hablan y se comportan de acuerdo a estos principios. Su directora, recuerda los días en que tocaba la campana y ningún niño atendía ese llamado al orden. Nadie parecía conocer las normas elementales de convivencia. “Yo veía esa indisciplina bárbara, desde la primaria hasta la secundaria; los estudiantes no se respetaban unos a otros, respetaban al profesor, pero entre ellos no lo hacían; eso me preocupaba, me inquietaba, me desvelaba”. En el afán de lograr cambios en la escuela, realizó un postgrado en educación y su tesis fue sobre “Los valores del respeto y el amor en la escuela” y pensaba que esos dos valores eran indispensables. “Cuando llegaron los facilitadores de la Fundación Promigas y la psicorientadora al colegio, se llenó el vacío que teníamos. Hoy podemos decir que todo esto ha sido un éxito. Esto se nota en el amor de los niños por la escuela. Ellos asean la escuela porque no hay aseadora. Ellos cuidan todo los elementos de la escuela porque no hay celador. Hoy viven en armonía” Lejos quedaron las inquietantes escenas de indisciplina. Han mejorado tanto que los profesores que vienen de otras escuelas y llegan por primera vez, se sorprenden de la disciplina de estos niños en todos los niveles.

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Y es así. Los pequeños de la mañana dejan el establecimiento en orden y completo aseo para los grandes de la secundaria y estos a su vez dejan el colegio limpio y organizado para la mañana siguiente cuando llega la primaria. Explica la directora que desde que llegamos hasta la fecha de hoy, a los niños se les recuerdan esos valores en forma permanente. Es vivencial con sociodramas con los niños, con los padres de familia, con los profesores, en todas partes en toda ocasión; en las puertas, en las llantas, en las carteleras... “Yo soy estudiante de 9º grado y he escuchado y he aprendido a convivir en medio de esos valores. Desde hace tres años, aprendí a respetar la opinión de los demás y a escuchar”, dice una joven. Yulimar, asegura que desde hace dos años cuando llegó al colegio empezó a oír sobre esos temas y a practicar la solidaridad, la laboriosidad, la responsabilidad y a ser amistosa. “Nosotros cuidamos todo y aseamos la escuela” “Los maestros de aquí me han enseñado esos valores y los he puesto en práctica, uno de ellos es la honestidad”, asegura Mónica de 9º grado. Los padres de familia también se encuentran en sintonía con estos valores. “Hace tres años venían dos expertos de la Fundación Promigas que nos capacitaban sobre distintos temas, especialmente sobre cómo criar a los hijos y sobre cómo comportarse en el hogar. Eso nos hizo cambiar mucho”, agrega Jaquelín , madre de familia. “Después, los profesores del colegio nos han seguido orientando. Lo último fueron los dramas sobre los valores; uno se llamaba “Mamá buena, mamá mala” La psicorientadora del colegio, explica que donde se identifica un problema familiar, se toma como tema central y se lleva a un sociodrama con participación de padres de familia y alumnos. “Hemos encontrado mucho maltrato en el hogar. Aquí hemos visto llorar a algunos padres de familia que tenían patrones de crianza violentos. Ellos pensaban que esos métodos no le hacían daño a los niños y les hemos visto la voluntad de cambiar. Es hermoso”, asegura. Los niños del colegio corrigen a sus padres y hermanos ante conductas que se salen de los principios aceptados por ellos. Resalta la directora que este trabajo ha sido en equipo. Asegura que tanto profesores, como alumnos y padres de familia “trabajamos cogiditos de la mano”. “La Fundación Promigas sembró la semilla, nos dijo: no la dejen morir. Y hoy estamos gozando de esos frutos" termina diciendo la directora.

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JARDINES, FLORES Y PRIMAVERA EN VERANO. En el corregimiento de Bonda, del distrito de Santa Marta, está ubicado el Centro Educativo San José de Bonda. Es una institución creada en 1993, para atender población residente en barrios humildes situados en colinas y cerros de las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta. “Atendemos niños desplazados, niños que viven en situaciones socioeconómicas muy precarias y niños que han convivido en hogares disfuncionales y que son escenario de violencia intrafamiliar”. Asegura la directora del colegio: “El proyecto de valores que orientó la Fundación Promigas, nos preparó mejor para afrontar la precariedad, la vulnerabilidad afectiva y psicológica de los niños, la violencia, la agresividad. Y de no tener esta preparación, esto sería un caos”. El proyecto de valores de San José de Bonda se inició en el año 2001. Hoy forma parte de la vida de la institución y, al igual que los docentes de las 15 escuelas seleccionadas ese año, fueron capacitadas, cada sábado con el compromiso de socializar lo aprendido en forma inmediata, con el resto de docentes y estudiantes. También, incluirlo en el curriculum y asumirlo como parte del quehacer diario. Ante la pregunta de cuáles han sido las dificultades a la hora de ejecutar el proyecto, señala que la renuencia inicial de los padres de familia. Pero esto fue superado rápidamente. “Por su parte, los profesores asumieron con voluntad, responsabilidad y amor este trabajo”. El proyecto de valores que desarrolla la escuela San José de Bonda se deja ver .En ese entorno humilde de seis salones con un gran patio, sin ninguna protección ni cerramiento, hay un ambiente acogedor. Pisos sin acabados pero limpios, jardines floridos y frondas de arbustos, hablan de la laboriosidad de los niños. Paredes sencillas pero hermosamente decoradas dejan ver el compromiso de los padres y maestros. “Nosotros aprendimos de la Fundación Promigas, que no hay un valor más importante o sobresaliente que otro, sino que la escuela debe trabajar de acuerdo a las necesidades que tenga. Aquí se ha destacado mucho la laboriosidad, la autoestima y el orden, aunque al respeto, la tolerancia, la alegría y la amistad se les ha dado importancia también”. Narra la directora del colegio que el año anterior se trabajó con bastante intensidad el tema de la laboriosidad, promoviendo una competencia sana por mejorar el colegio para que fuera confortable y agradable para los estudiantes. “Se mejoraron los jardines, se elaboró el periódico mural, se organizó el restaurante, y el botiquín. Se pintaron las paredes de la escuela con temas 5

relacionados y personajes de cada edad. Cada curso se afanó, de acuerdo a las capacidades y posibilidades de los niños.” En el desarrollo humano ella destaca el mejoramiento de la convivencia de quienes integran la comunidad educativa. Relata cómo han superado casos difíciles, niños agresivos, con problemas familiares graves; desplazados, faltos de afecto, logrando su socialización y orientando sus energías hacia el logro de sus objetivos académicos. “Tenemos así unos menores que estuvimos a punto de retirarlos, de entregarlos a sus padres. Nos sentíamos incompetentes con esos niños. Tenían historias de maltrato, soledad, encierro, lesiones físicas y psicológicas y en el colegio observaban comportamientos totalmente inmanejables. Una de las madres de familia, cuando le comunicamos la situación, lloró, nos pidió otra oportunidad para su hijo; entonces decidimos sacarlos adelante. Todos los profesores estábamos sintonizados sobre el manejo de los dos estudiantes más difíciles; hicimos uso de todo lo aprendido en el curso de valores. Hoy, uno está más dedicado a sus metas de aprendizaje, el otro es activo, colaborador, sociable y ha mejorado académicamente”. “También hay cambios en la actitud de los padres de familia. Si antes no participaban o mostraban apatía, hoy acude el 90% de ellos a las reuniones. Su presentación personal ha mejorado y siempre participan en las actividades de la escuela”, asegura la directora. Yolder es un pequeño de 7 años, de transición, que asegura que la escuela es bonita y le gustan los dibujos de las paredes, los árboles y las flores del jardín. Magaly, madre de uno de los estudiantes, dice que la escuela es excelente, que hay buenos profesores y les han enseñado a ser disciplinados, ordenados y colaboradores.

LOS CABALLEROS DE LA BASURA. Cuando en la Fundación Promigas convocamos a los profesores del Centro Educativo Distrital 20 de Octubre de Bonda a trabajar en el proyecto de valores, ellos habían identificado esta necesidad y, en consecuencia, empezaron a incluir este nuevo concepto entre los estudiantes. Sin embargo, lo aprendido reforzó y reorientó el trabajo; los fundamentos teóricos, los materiales y la metodología fueron de gran ayuda en este sentido. Para la profesora de Sociales, antes de implementarse el programa de valores, los niños eran muy tímidos a la hora de expresar sus emociones. “Eran retraídos. Tenían una autoestima muy baja, daban muestras de quererse muy poco. No cuidaban su aspecto físico, llegaban sin peinarse, en chancletas, con 6

el uniforme y los zapatos sucios. A ello se agrega que tenían vocabulario soez y manifestaciones violentas”. Por su parte, los padres de familia se dirigían a los profesores de manera brusca y así querían resolver cualquier problema del escolar. Hoy los niños son líderes a donde van, se les ha despertado el deseo de superación, son amistosos, se destacan por sus buenos modales, por la colaboración, la solidaridad, la creatividad, y por su participación. Los han resaltado los organizadores de los encuentros, intercambios, semanas culturales a los que son invitados; su rendimiento escolar y su disciplina es mucho mejor ahora. Pero, ¿cómo se logró el cambio de la cultura de una escuela en la que muchos niños viven directa o indirectamente del basurero de Santa Marta?

¿Cómo han logrado enfrentar las lomas de piedra de Bonda para aplanarlas y recuperar espacio para ampliar el muy pequeño local con que contaba la escuela? Todo esto ha sido un reto de docentes, estudiantes, familia.

padres y madres de

La directora de la institución educativa señala que muchos niños trabajan en el basurero con sus padres después de la jornada escolar; otros comercializan productos sacados allí; otros reparan elementos y electrodomésticos rebuscados en las montañas de basura. Esto explica la baja autoestima de padres de familia y escolares; ellos se creían inferiores. Los estudiantes mostraban poco interés en el estudio y algunos protagonizaban hechos violentos. El Centro Distrital 20 de octubre inició nuestro Programa de Valores en el año 2001, con la capacitación de cinco docentes que tenían la tarea de dinamizar el proceso de cambio entre sus colegas, estudiantes y padres de familia. Los valores trabajados fueron el respeto, la tolerancia, el orden, la laboriosidad, la autoestima, la alegría y la amistad. “Es así como estos han permeado a toda la comunidad educativa, al punto de que hoy los padres se interesan por la institución, trabajan por la escuela y acuden a todos los llamados”, asegura la directora. Recuerda cómo, con actividades y rifas, han podido comprar un patio situado en las inmediaciones, para ampliar las instalaciones. Con esfuerzo han tallado el duro cerro para lograr aplanarlo y hacer salones de clase; con marchas de ladrillo donados por toda la comunidad, han podido construir varias aulas que antes no existían.

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Algunos de esos padres de familia, en otro tiempo protagonistas de grescas entre vecinos, fueron capacitados sobre el trato a los hijos, cómo hablarles, cómo expresarles sus sentimientos de afecto, abrazarlos, consentirlos y enseñarles a querer a las demás personas. Ella, la directora, asegura que este proyecto de valores de la Fundación Social de Promigas les ha permitido enseñar a los padres de familia a conciliar, a llegar a acuerdos cuando las opiniones son diferentes. “ Eso mismo lo hacen los estudiantes; ellos ya manejan muy bien el tema del respeto, la tolerancia y la convivencia y han aprendido a comprender a las personas”. Los estudiantes interpretan la nueva cultura de la institución donde estudian. Aseguran que los profesores constantemente están insistiéndoles en la amistad, la humildad, la responsabilidad y el respeto. Para una estudiante, “lo más importante es que todos nos colaboramos, somos respetuosos y sencillos” “Cuando nos invitan a algún encuentro o competencia, nos colaboramos para poder participar y así vamos todos. Es que aquí nos ayudamos los unos a otros” explica otro estudiante de 8º grado. Una joven, también estudiante de 8º, dice que últimamente ha notado que al colegio lo invitan a muchos encuentros “Debe ser porque nos portamos bien o por el mejoramiento de la escuela. No sé si es por los estudiantes, por la directora o por los profesores, no sé, pero siempre nos invitan”. A otro, le parece muy importante que en el colegio no se pierden las cosas, no hay hurtos de ninguna clase. “Lo que se extravía, aparece. Generalmente los estudiantes dejan cosas en desorden. Y quien las encuentra se las entrega al profesor, que pregunta a todos de quién son las cosas abandonadas. Aparece el dueño y se las devuelven”. De otra parte, los padres de familia han notado cambios en sus hijos. Ven que son más solidarios con los amigos, que colaboran en el hogar, que son más ordenados. “Yo tuve seis hijos, pero de ellos, el que tengo estudiando aquí me colabora en todo, hasta me hace el tinto en la mañana. Los otros hijos son indiferentes. Este es un buen compañero, lleva a los niños a la casa y les explica las tareas; eso me llama la atención ¿por qué ninguno de mis hijos se ha comportado como él?” Esta pregunta no la ha podido resolver la madre de uno de los estudiantes del Centro Educativo 20 de octubre. Otro padre de familia, asegura que él estaba equivocado, porque creía que los colegios públicos eran malos, que no enseñaban nada, pero hoy considera que éste, del 20 de octubre, donde estudian sus hijos, es muy bueno”. En medio del contexto socio - ambiental del Centro Educativo Distrital 20 de octubre, los profesores lamentan que no exista separación de la basura en los

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hogares, ni en las empresas, ni en el comercio, para que los objetos o productos reutilizables no lleguen contaminados a las manos de los niños. Señalan que los habitantes de Santa Marta bien podrían entregar de otra forma estos elementos que muchas veces se encuentran en buenas condiciones y no exponer a las personas en esa búsqueda que atenta contra la dignidad humana. “Aquí se han presentado casos en los que la escuela tiene que dirimir: un niño se ha encontrado un zapato en el botadero y otro niño encuentra el otro, entonces debemos decidir para quién es ese par de zapatos.” Un niño de 11 años, trabaja en el botadero desde pequeño. A la una de la tarde, después de la jornada escolar se reúne en el basurero con sus padres y otros compañeros de la escuela. En un saco recolecta latas y otros metales que vende a otro reciclador. En una tarde se gana de tres a cinco mil pesos. En la noche regresa con sus padres a la casa. Pero últimamente piensa que prefiere ir a la escuela que al botadero “La escuela es más bonita, es más chévere, todo es diferente” Hoy llega muy temprano, bien bañado, peinado, con uniforme limpio y planchado, impecable, con buenos modales. Él es un caballero. Hoy del botadero, mañana de otro escenario, más digno, más humano.

“ESTE PROGRAMA MARAVILLOSO NOS ENSEÑÓ A ACABAR CON LOS CONFLICTOS ENTRE ESTUDIANTES.” Así se expresa la directora del Colegio San Juan Bosco del sector de Costa Verde en el municipio de Ciénaga, Magdalena. “Nosotros teníamos muchos conflictos acá, entre los estudiantes, cuando llega la Fundación Promigas y nos habla de ese programa maravilloso en el que he tenido la oportunidad de participar. Vimos que se podían hacer grandes cosas”. Agrega que los sábados viajaban a Barranquilla o a la población que correspondiera ese fin de semana, atendían la jornada de capacitación y de inmediato, cuando regresaban a clases los lunes, socializaban lo aprendido con todos los profesores, compartiendo toda la experiencia de los talleres. Luego cada profesor realizaba un programa con los niños, con talleres, dramatizaciones de la vida real, carteleras, izadas de bandera. Todo alusivo a los valores. Sin embargo, hacían énfasis en la tolerancia y el respeto, debido a que el problema más grave en el colegio eran las riñas.

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Recuerda la directora, que en los inicios del colegio, antes de integrar a la institución educativa en el Programa de Valores orientado por nosotros en la Fundación Promigas, “no había respeto por el compañero. Vivían peleándose, eran unas riñas feas, muy feas, entre bandos o grupos de muchachos que se convidaban para desquitarse de algún problema anterior. Pero la situación se tornó más grave cuando se dio el enfrentamiento físico entre niñas” “Por eso el proyecto no sólo sirvió para mejorar la convivencia a nivel de los estudiantes sino entre nosotros los docentes, porque mejoró las relaciones humanas y el trabajo en equipo” Confirmaron también que sólo con los estudiantes el trabajo se quedaba corto; que sin la participación de los padres de familia el proceso iba a fallar por algún lado. Entonces se visitó a los padres en sus hogares, se los motivó para que recibieran capacitación sobre el trato a los hijos, pautas de crianza, valores. Según los profesores, los menores recibían de sus padres mal trato en el hogar. “Después de la capacitación de los niños y de los padres, las cosas empezaron a cambiar en la casa y en la escuela. Ya no se ven esas peleas campales en el colegio, aunque en ocasiones se presentan roces que se resuelven conversando con los estudiantes y el asunto no pasa de ser una queja ante el profesor que luego de conocer las causas de la situación, propone soluciones que terminan con el perdón y vuelven al saludo y a la cordialidad”, asegura la directora. Para los profesores, el trabajo con niños y jóvenes que no conocen el tema de los valores, no es fácil. “La situación de conflictos nos ocupaba más tiempo y nos desgastaba más, que las actividades académicas” asegura el profesor José, uno de los docentes del Centro educativo de Costa Verde. “Eso de los valores nos contagió a todos los profesores; escogimos especialmente el valor de la tolerancia y hemos sentido el cambio. La convivencia escolar mejoró muchísimo” Este colegio recibe estudiantes de humildes barrios de invasión y veredas de Ciénaga, algunos distan entre dos y tres kilómetros. Los niños no tienen cómo transportarse y deben recorrer diariamente a pie estas distancias. Para llegar, muchos corren, caminan rápido, trotan. Eso hizo que en las vacaciones de julio, arrasaran con todos los premios de atletismo en una jornada deportiva organizada por la Alcaldía de Ciénaga. “Esos niños fueron excelentes. Dejaron el nombre del colegio en alto. Trajeron trofeos y medallas”, comenta una profesora. Entonces se dieron cuenta de que el sacrificio valía la pena, que las caminatas les habían permitido desarrollar habilidades físicas que otros no tenían.

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“Pese a la distancia, llegan temprano: a las 6:30 a.m. ya están en el colegio. Lo hacen con agrado, aquí se sienten a gusto, será por el recibimiento y el buen trato de esta comunidad educativa” En el valor de la laboriosidad, han recuperado con sus propias manos y en la medida de sus limitadas posibilidades, el otrora Colegio Salesiano de San Juan Bosco, dejado por esa comunidad en manos de una cooperativa. Luego ésta lo abandonó. Hace seis años, la escuela comenzó a funcionar en ese establecimiento, de grandes espacios al aire libre e instalaciones, pero que por falta de mantenimiento hace nueve años, presenta deterioro de su planta física. Como los recursos ni las obras de mantenimiento llegan, los niños ayudan en algunas tareas de mejoramiento, colaboran con el aseo, reparan paredes, pupitres, techos, cielos rasos y más aún, dentro de sus tareas de laboriosidad realizan crías de codornices para la producción de huevos, crías de pollo, hortalizas y siembra de otros vegetales, pese a que el agua debe recogerse en un grifo situado a un kilómetro de distancia. Por encontrarse frente al mar, en inmediaciones de las desembocaduras de los ríos Córdoba y Toribio, los estudiantes fueron sorprendidos por un inusual fenómeno: Un desastre ecológico en el que cientos de pelícanos agonizaban en sus playas. Estudiantes y maestros salieron a observar el curioso hecho y de inmediato entraron a ayudarlos. “No sabíamos qué hacer; los estudiantes los bañaban en aguas más limpias, los llevaban a la escuela , ayudaron a Corporación Autónoma del Magdalena, a remover las piedras sobre las que se estrellaban las olas donde esto débiles animales quedaban destrozados. Otros morían en las playas. Todos empezamos a sepultarlos; eso fue durante cuatro días. Los niños quedaron conmovidos con ese desastre ecológico; les daba dolor ver morir a los pelícanos”, asegura otra profesora. Allí se evidenció el valor del respeto y la solidaridad con la naturaleza. Los padres de familia han comenzado a ver las diferencias desde que se inició el proyecto de valores. Para una madre de familia, “los niños ahora se la llevan muy bien, han mejorado, ya no pelean porque en el colegio nos hicieron talleres sobre cómo tratar a los niños, a no maltratarlos”

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EN CIÉNAGA, VALORES

REFRANES

POPULARES

QUE

ENSEÑAN

Cuando los profesores del Colegio La María de Ciénaga, conocieron de qué trataba nuestro programa, no desperdiciaron la oportunidad. Desde el primer momento se dieron cuenta que eso era lo que necesitaban en la escuela. Porque estaban trabajando en valores pero sin mucha orientación. Después de que capacitamos a los tres maestros, ellos elaboraron el proyecto de acuerdo a la necesidad y lo socializaron con todos los demás docentes. Entre los problemas identificados estaban la difícil convivencia escolar, por las peleas los apodos, el vocabulario soez, todo esto influido por el maltrato de los padres con los hijos. “Primero pusimos el proyecto en práctica con nosotros. En una convivencia orientada por un sacerdote, reflexionamos sobre el trabajo en equipo, la tolerancia y el respeto por las diferencias”. Luego pasamos a trabajar con los padres de familia que eran renuentes a ir a la escuela. Teníamos como meta atraer a ese elemento especial, importante en la formación integral de los menores. “Haciendo uso de videos, talleres y sociodramas se les explicó lo valioso que es para su vida, ese hijo, como un regalo hermoso de Dios, al igual que su familia”. En esos talleres descubrimos que el maltrato era repetitivo, de generación en generación. Aprendido de padres a hijos. Que ellos trataban mal a sus hijos porque a su vez así lo hicieron con ellos”, señala una profesora del centro educativo. Para inducir a los padres de familia en el nuevo enfoque del colegio, los capacitaron en valores con énfasis en pautas de crianza, para orientarles hacia una formación adecuada a sus hijos. Después se orientaron las acciones con los alumnos, partiendo de sus propias vivencias, representaciones, izadas de bandera. La tolerancia fue el valor que más se destacó porque los niños están influidos por hogares violentos, películas y programas infantiles violentos. “En la escuela queríamos mostrar un aspecto más positivo: El respeto, el amor, la comprensión y la solidaridad. “Hoy los estudiantes nos sorprenden. Cuando llegan niños nuevos a este colegio y manifiestan otras costumbres , estos le corrigen al alumno desorientado sobre esta nueva cultura de la escuela. A los niños se les da la oportunidad de liderar algún valor durante un determinado período de tiempo” Una profesora de la escuela La María, explica que se ha venido trabajando en la promoción de los valores a través de refranes. Estos ambientan hoy las carteleras del colegio. Por su parte, cada estudiante debe entregar un refranero 12

con los dichos populares más escuchados por ellos, tomando de allí sus enseñanzas y el valor que se puede deducir al analizarlo. Aquí tenemos ejemplos de casos en que se ha visto el respeto. Podemos mencionar el día en que a una de las estudiantes le raparon la cabeza. La madre vino a visitar a la maestra para pedirle que manejara la situación de tal modo que los niños no la hicieran objeto de burlas. Ella recuerda que a los niños se les recordó el valor de la tolerancia, del respeto y de la solidaridad. Para sorpresa de todos, en esos días fueron más amistosos y solidarios con la niña. Con actividades han logrado construir un aula más para el colegio. Los niños han colaborado transportando materiales, recolectando y acarreando piedras para la escuela, recogiendo los escombros. Los maestros también están demostrando la solidaridad, adoptando dos o tres niños para comprarles almuerzo. Para algunas de quienes lideran el proyecto, éste presenta también sus dificultades. Una de ellas es esperar que con esto se van a resolver todos los problemas de la escuela. A veces alguien dice “Miren, este problema no lo ha podido resolver el proyecto de valores. Entonces nos decimos: Bueno, no nos incomodemos; esto no puede ser perfecto.” La madre de un estudiante del colegio piensa que lo más importante es que les enseñan a tratar a los niños, cómo dirigirse a ellos. ”Yo tenía otro modo de criar a los niños. Ahora hay más diálogo en mi hogar. Yo enseñé a mi esposo a no gritar a los niños, a no asustarlos, a hacerles entender las cosas con el diálogo. Ahora él ha entendido y va conmigo a las charlas”. Otra señora nos informa que cada hijo arregla sus cosas, su cuarto, su cama. Para mí, el colegio ha cambiado. Antes había mucho niño rebelde, esos muchachos se han corregido.

47 COLEGIOS TRABAJAN ESTE AÑO EN VALORES. En Barranquilla y en el departamento del Atlántico, 47 establecimientos educativos se encuentran en diferentes niveles de desarrollo de la fase de implementación y transferencia del programa de valores, Para la elaboración del presente documento se visitaron cuatro instituciones: la Institución Educativa No 32 de Soledad, el Centro de Educación Básica 184 del barrio Los Laureles de Barranquilla, y el CEB 162 Monseñor Miguel Angel Builes. El CEB 162, Monseñor Miguel Angel Builes, fundado en 1973, se encuentra en Carrizal, un popular barrio del sur de Barranquilla. Es una institución educativa de carácter oficial, regentada por religiosas de las Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia . 13

Funciona con tres jornadas: mañana, para la secundaria, por la tarde para la educación primaria y en el nocturno para la educación de adultos y jóvenes de las clases menos favorecidas de ese sector de la ciudad. El proyecto de valores del CEB 162, Monseñor Miguel Angel Builes, se encuentra en la etapa de transferencia. La profesora de informática y multimedia, asegura que éste es un proyecto que le ha parecido magnífico. “En este colegio vamos a asumir el reto, vamos a elaborar un proyecto y apoyar a la profesora de ética en esa parte de valores. El material de apoyo que ha recibido, tiene reflexiones únicas; “como referente teórico nos sirve bastante” Del Miguel Angel Builes o CEB 162 asisten cada sábado cuatro personas. A finales del mes de agosto realizaron la primera jornada de socialización a todos los profesores del centro educativo sobre los conceptos aprendidos durante el año. El coordinador de convivencia del colegio, señala que la institución viene trabajando con los valores que promueve la Arquidiócesis de Barranquilla “La población estudiantil donde nos encontramos carece de muchos valores, entre ellos, el respeto” En lo que sería una aproximación al diagnóstico de los niveles de convivencia de las estudiantes, los mayores problemas surgen del trato entre ellas: el vocabulario soez, los problemas familiares, el irrespeto en todas sus expresiones y en general, un entorno difícil.

CEB 184 DEL BARRIO LOS LAURELES. El Centro de Educación Básica 184, fundado en el año 1994, se encuentra ubicado en el barrio Los Laureles de Barranquilla, en límites del municipio de Soledad, separada de éste por el Arroyo Don Juan. A él acuden 720 estudiantes procedentes de varios barrios de Barranquilla y Soledad. Los escolares pertenecen a niveles socioeconómicos 1 y 2 matriculados desde el grado de transición hasta 9º . La planta física requiere de urgente intervención del Distrito de Barranquilla para mejoras y ampliaciones. Entre tanto, son los estudiantes, maestros y padres de familia quienes han adelantado varias obras de mejoramiento locativo. Su directora, asegura que a los estudiantes se les ha orientado especialmente a través del área de ética y valores, pero “ el tema se fortalece gracias al programa de Promigas que se inició el año anterior. Sabemos que no es fácil

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cambiar a las personas de la noche a la mañana, sobre todo cuando en la escuela iniciamos un proceso, pero en la casa la realidad es otra” Por eso, la directora ve como necesidad adelantar un trabajo de equipo , porque aunque se ha socializado el tema entre docentes y alumnos, siente que falta integrar más a los docentes y a los padres de familia en la formación de los jóvenes. Entre los problemas mencionados están los de convivencia, que se manifiestan en los enfrentamientos físicos y verbales entre los estudiantes. Por sus condiciones sociales de pobreza extrema, desplazamiento y violencia intrafamiliar, generan una serie de resentimientos y frustraciones. Esto los ha llevado a que el proyecto elaborado proponga un enfoque hacia cuatro valores: El orden, el respeto, la responsabilidad, la tolerancia. Común a todas las instituciones oficiales, este centro educativo experimenta carencia de recursos físicos y económicos para adelantar las iniciativas. Sin embargo, una profesora señala que “unas de las fortalezas de la institución es el recurso humano capacitado, con mucha vocación y ganas de trabajar, que supera no sin sacrificios, los inconvenientes y limitaciones que tenemos. Hay profesores que colaboran mas que otros”. En cumplimiento de la metodología propuesta, el proyecto fue socializado en octubre del año anterior. No se pueden mostrar resultados todavía, aunque todos ya manejan el discurso de la formación en valores y en la interdisciplinariedad del proyecto. Uno de los logros ha sido el mejoramiento de la presentación personal de los escolares y de las aulas. Ahora la tarea por emprender es la divulgación de los valores en las escuelas de padres. Los padres de familia se han agrupado en tres niveles: que son: Grupo No 1 con transición , primero y segundo, Grupo No 2 con tercero, cuarto y quinto y el Grupo No 3 con los padres del bachillerato. Con ellos se iniciará próximamente la sensibilización en valores.

INSTITUCIÓN ATLÁNTICO.

EDUCATIVA

No

32

DE

SOLEDAD

En los límites entre los municipios de Soledad y Malambo está el barrio El Esfuerzo y a escasos 100 metros de distancia de la carretera Oriental se encuentra la Institución educativa No 32 de Soledad, donde dos profesoras fueron preparadas este año por nosotros en la Fundación Promigas, para ejecutar el proyecto en valores.

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Hasta el momento, el trabajo se ha centrado entre docentes y estudiantes; no así con los padres de familia. “Estos son proyectos transversales y en ello tenemos que hablar el mismo idioma” Para una de estas docentes, los valores no están muy cimentados entre los padres de familia de los estudiantes de la escuela. Afirma que hace cuatro años trabajan en los valores del respeto y la tolerancia, temas que han manejado y que les han dado buenos resultados en el mejoramiento de la convivencia escolar. Pero con la capacitación recibida de nosotros sobre este tema, han ampliado el horizonte de conocimientos con asuntos como la alegría, la laboriosidad, la honestidad y el trabajo en equipo. A nivel de la laboriosidad, promueven la creación de una cooperativa para la productividad con la vinculación de la personera de la escuela, una estudiante muy dinámica que se ha vinculado al programa de valores. La visión de la institución educativa para el mediano y largo plazo es: Un alumno tolerante, pacífico, creativo, laborioso, integrado a la comunidad y a la institución.

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