Posibilidades del binomio turismo y patrimonio... Es posible?

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JORNADES SOBRE ELS 20 ANYS DE LA RESERVA DE BIOSFERA DE MENORCA

Posibilidades del binomio turismo y patrimonio... ¿Es posible? Amalia PÉREZ-JUEZ Boston University. Membre de la Secció d’Història i Arqueologia de l’IME

...la más segura garantía existente para conservar los monumentos y las obras del pasado reside en el respeto y estimación que por ellos sientan los pueblos… los sentimientos inspirados por la contemplación y el conocimiento de las obras del pasado pueden facilitar en gran manera la comprensión mutua de los pueblos... Recomendación de Nueva Delhi, 1956

1. Introducción A lo largo de cuatro años, entre 2005 y 2009, los alumnos del proyecto de arqueología de Boston University en España realizaron una serie de encuestas a los visitantes al yacimiento de Torre d’en Galmés de Alaior, Menorca. Estas encuestas estaban destinadas a valorar el conocimiento general acerca del significado de «Reserva de la Biosfera», y lo que implica para la protección y conservación del patrimonio arqueológico de Menorca. Las encuestas arrojaron un resultado sorprendente: a pesar de que un 50 % sabía que Menorca es una Reserva de la Biosfera, el 100 % de los entrevistados desconocía la relación de esta declaración y el patrimonio arqueológico. De hecho, la mayoría de las definiciones del concepto «Reserva de la Biosfera» hacían alusión a un patrimonio natural, territorio salvaje, espacio prístino y ecosistema sin antropizar. La visión general del significado y alcance de una reserva de biosfera coincide, en gran medida, con las campañas mediáticas que se han hecho al respecto. A pesar de ello, desde el principio ha existido una confusión genérica en la interpretación del contenido de una Reserva de la Biosfera, asimilándolo a parques naturales. Es más, en el conocimiento común existen dos categorías mundiales de protección que se oponen una a la otra: Patrimonio de la Humanidad versus Reserva de la Biosfera. Lo cierto es que, poco a poco, ambas se han ido fundiendo en una interpretación global del paisaje y en un reconocimiento del valor de los espacios modificados por el hombre a lo largo del tiempo.

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Fig. 1. El yacimiento de Torre d’en Galmés en su contexto natural y cultural: un espacio antropizado desde antiguo en la parte sur de la isla y alejado del mar

2. Reserva de la Biosfera: evolución del concepto y situación actual La década de los setenta supone para el patrimonio, tanto cultural como natural, un momento de euforia en conservación con la aparición de convenciones internacionales, instituciones, programas y protocolos de actuación. Entre ellos, la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural de 1972 y el Programa sobre el Hombre y la Biosfera -MaB- del mismo momento (Unesco.org). En un principio, cada uno perseguía la protección de recursos diferentes, siendo el primero supervisado desde el sector de la cultura y el segundo desde las ciencias naturales de la UNESCO. En 1984, las primeras declaraciones de patrimonio de la humanidad españolas fueron la Alhambra, Generalife y Albayzín de Granada, la catedral de Burgos, el centro histórico de Córdoba, el monasterio y sitio del Escorial y las obras de Antonio Gaudí (whc.unesco.org). Todas ellas están vinculadas a criterios estéticos, obras de arte o creadores únicos y excepcionales. En cuanto a las primeras reservas de biosfera, en 1977 se declararon la sierra de Grazalema y Ordesa-Viñamala, en 1978 el Montseny y en 1983 Doñana y Mancha Húmeda (www.unesco.org/new/en/natural-sciences/environment/ecological-sciences/biosphere-reserves/europe-north-america/spain/). De nuevo, estos ejemplos no dejan lugar a duda sobre su valor paisajístico y natural, primando éste a otros criterios culturales. Poco a poco, sin embargo, la lista de espacios protegidos por uno y otro programa comenzó a solaparse, incluyendo ambos, por ejemplo, paisajes y contextos naturales pero también culturales y espacios antropizados. Un buen ejemplo de la evolución de

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estas trayectorias fue la inscripción en la lista de patrimonio mundial de la UNESCO, en el año 2000, del Palmeral de Elche. Esta declaración atendía a los criterios ii y v de selección, siendo el criterio v, «ser un ejemplo excepcional de una tradición de asentamiento humano, uso del mar o de la tierra, que sea representativa de una cultura o culturas, o de la interacción humana con el medio ambiente, especialmente cuando sea vulnerable frente al impacto de cambios irreversibles» (whc.unesco.org/en/criteria/). Lo que se recoge en el caso del Palmeral de Elche no hace alusión ni a la monumentalidad, ni a la belleza ni al genio creativo, sino a una relación sostenible entre el hombre y su entorno a lo largo del tiempo. Lo mismo puede aplicarse a la más reciente inscripción de la sierra de Tramontana, Mallorca, como paisaje cultural dentro del listado de patrimonio mundial en el año 2011 en donde, de nuevo, se recogen criterios que pueden aplicarse tanto a Reservas de la Biosfera como a patrimonio de la humanidad (ii, iv y v). De igual manera, en la lista de reservas de biosfera, la última declaración de 2013 ha sido el Real Sitio de San Ildefonso-El Espinar, un ejemplo que podría incluirse tanto en esta lista como en la de patrimonio de la humanidad. Estas declaraciones revelan una tendencia clara en todos los programas actuales de protección nacional e internacional: lo importante no es ya el monumento aislado, ni la zona natural virgen. Lo que es fundamental proteger es el espacio antropizado: el lugar de interacción hombre-medio. En este marco es donde tenemos que entender hoy el papel del patrimonio arqueológico del Programa de Reserva de la Biosfera: como una interacción cultural en un paisaje natural. Un medio modificado por la intervención humana o, como señala el programa, la «relación global de las personas con su entorno». La búsqueda de la sostenibilidad en esta interdependencia es visible en todos los textos legales y recomendaciones nacionales e internacionales relacionados con el patrimonio arqueológico y hace más relevante la gestión integral del patrimonio natural y cultural en las reservas de la biosfera.

3. Reserva de la Biosfera y patrimonio arqueológico - El caso de Menorca Si nos centramos en la declaración de Reserva de la Biosfera, en el caso concreto de Menorca, los criterios para su concesión hacían referencia a diferentes recursos de la isla, destacando entre ellos su «rico legado histórico y cultural, expresado en numerosos asentamientos y monumentos prehistóricos». El programa «Man and Biosphere - MaB» establece la obligación local de la protección, investigación y difusión de las Reservas de la Biosfera. En otras palabras, el reconocimiento conlleva responsabilidades más amplias que la mera preservación de un espacio. Se establece la obligación de utilizar las reservas para el estudio, comparación y divulgación de una diversidad biológica y cultural en donde diferentes factores transversales producen diversas consecuencias globales; entre ellas y, siendo una de las más importantes, la posibilidad de llevar a cabo, o al menos planificar, el desarrollo sostenible de la región. En el caso de Menorca, el patrimonio arqueológico consiste, en gran parte, en yacimientos monumentales completos o cuasi-completos, situados en terrenos no urbanos, con

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buena conservación del entorno en el que se construyeron, visibilidad en el paisaje, con capacidad de interconexión, fácil acceso desde carreteras generales y con posibilidad de actuar en ellos y en los espacios inmediatos. En otras palabras, en Menorca tenemos lo que todos los yacimientos arqueológicos quisieran tener: un contexto arqueológico preservado a lo largo de tres milenios en un paisaje que, a pesar de haber evolucionado, ha mantenido las características originales. Es posible todavía estudiar la relación entre los yacimientos y el medio, así como la modificación a lo largo de los siglos por el uso continuado del territorio. Evolución cultural y natural pueden estudiarse, comprenderse y preservarse. Esta conservación del contexto arqueológico hace de los yacimientos menorquines laboratorios únicos para su estudio y también para el de la evolución histórica del paisaje. Podemos además hacer extensible esto no solo a los yacimientos de época talayótica sino a otros de periodos posteriores, como medievales o del siglo xviii: monumentalidad, entorno conservado, paisaje natural, contexto y su uso por un público que se divide entre la comunidad local y turismo exterior. ¿Qué falta entonces para que la integración de la arqueología en la gestión del programa Hombre y Biosfera sea un éxito? ¿Cómo hay que entender las obligaciones que impone el programa Hombre y Biosfera para conciliar conservación y progreso?

Fig. 2. El yacimiento de Trepucó refleja las características que fueron reconocidas con la declaración de Reserva de la Biosfera: «rico legado histórico y cultural, expresado en numerosos asentamientos y monumentos prehistóricos»

Para responder a estas preguntas hay que tener en cuenta las recomendaciones de las reuniones de Sevilla (1995) y Madrid (2008) cuyos planes de acción han ampliado y modificado el programa MaB. Entre las recomendaciones más importantes que afectan

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al patrimonio arqueológico están el énfasis en la investigación y la incorporación de las comunidades locales. Es decir, se ha producido un giro en la interpretación del patrimonio arqueológico: desde ser sólo un recurso turístico a incluirlo en la vida cotidiana de una comunidad: «Develop mechanisms to encourage the sustainable development of biosphere reserves carried out in partnership with all sectors of society (i.e. public and private institutions, NGOs, stakeholders, local and indigenous communities, land owners and users of natural resources, research and education centers, media) to ensure the well-being of people and their environment» (MAP 2008-2013: 4). De esta manera, la revisión del binomio naturaleza-patrimonio cultural en una Reserva de la Biosfera pasa por incorporar a la comunidad en las decisiones relacionadas con la gestión del patrimonio, así como a incluirla dentro del público objetivo que visita o utiliza un yacimiento. La acción, por tanto, consiste en evaluar cómo se entienden las obligaciones derivadas del Madrid Action Plan (MAP) involucrando a todos los grupos interesados. De esta manera, la nueva mirada al patrimonio arqueológico se hace desde dos perspectivas diferentes: en primer lugar, analizando cómo el patrimonio arqueológico de Menorca, y más concretamente el talayótico, puede contribuir al desarrollo económico de la isla a través de su uso turístico, y en segundo lugar, cómo se garantiza el acceso de las comunidades locales mediante otra serie de acciones: programas educativos, intervención en la gestión, etc. En otras palabras, cualquier acción que incluya la gestión de los recursos arqueológicos de la isla debería tener en cuenta su posibilidad de servir no sólo como impulso económico sino también como catalizador de programas educativos y como elemento de cohesión local. Involucrar a las comunidades locales es vital en la nueva política de gestión de las reservas de la biosfera y para ello, es necesario conocer antes lo que se va a gestionar. Investigación y divulgación van de la mano en esta nueva andadura (Vives-Ferrándiz y Ferrer 2012).

4. Empecemos por el turismo Una vez que se ha realizado un proyecto de investigación integral del sitio, deben considerarse dos premisas para convertir un recurso patrimonial en un producto turístico: la protección del yacimiento y la compresión del visitante (Pérez-Juez: 2006; López-Menchero: 2012). Esto afecta a dos inversiones diferentes: la conservación y el acondicionamiento. No todos los yacimientos deben preservarse ni acondicionarse de la misma forma. Cada uno constituye un caso concreto y es necesario tomar decisiones individualizadas. Es más, si todos los yacimientos se acondicionaran de la misma manera, el visitante no iría a visitar más que un par ellos, pues la repetición haría perder el interés. De la misma forma, la monumentalidad del yacimiento repercute en su forma de acondicionamiento y a mayor monumentalidad menor es la intervención que debe hacerse.

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Fig. 3. Existen yacimientos que no necesitan ningún acondicionamiento porque su monumentalidad expresa por sí sola muchas cosas, como los templos romanos del foro de Sbeitla, Túnez (a la izquierda). Otros, sin embargo, son difíciles de interpretar, como los yacimientos paleoantropológicos de la sierra de Atapuerca, Burgos (a la derecha)

Cualquier acondicionamiento está basado en una serie de acciones que pueden sintetizarse en creación de un aparcamiento, limpieza, delimitación, señalización, diseño de itinerarios, áreas de descanso o área de acogida (ver Pérez-Juez: 2006, 156-195). Todo esto no es más que un modelo que debe adaptarse a cada uno de los sitios y, a la vez, ofrecer alternativas para el tipo de usuario. Pongamos sólo un ejemplo relativo al tipo de visita que se diseña, destacando cómo debe personalizarse el modelo en cada yacimiento concreto evitando un planteamiento rígido. El tipo de visita afecta a itinerarios, señalización y visitante y, por tanto, a conservación, acondicionamiento y gestión turística. En principio, la mejor forma de visita a un yacimiento es siempre la visita guiada. Es flexible, interactiva, capaz de resolver dudas en el momento y de adaptarse al interlocutor. Pero no siempre es posible ni deseado por el visitante. Por ello, es necesario plantear otras formas de transmitir información sobre el sitio. Entre las más comunes está la señalización de un itinerario que, siendo en principio una forma de bajo coste y eficaz para transmitir información, tiene algunas desventajas. La más obvia es su mantenimiento: un cartel roto, borrado o destruido produce el efecto contrario al que se quiere conseguir. Otra desventaja es que, en una isla con un turismo tan diverso como Menorca, existe un límite en el número de lenguas y cantidad de información que se puede contar. En la búsqueda de soluciones alternativas, una de las formas mejores de proponer una visita en el siglo xxi son los sistemas de audioguía, que van desde el alquiler de equipos a la entrada de un sitio, hasta la descarga en un dispositivo móvil. Esto permite versatilidad, personalización del ritmo, selección del tipo de contenido y la lengua y, todavía más importante, la intervención mínima en el yacimiento. Sin embargo, si todas las visitas a yacimientos talayóticos de Menorca se hicieran de la misma manera, visto uno, vistos todos. La variedad en el acondicionamiento, la selección del tipo de visita, la evaluación de los medios con los que se cuentan, la distribución de un presupuesto siempre limitado, es lo que hará que la gestión turística de la arqueología de Menorca pueda sincronizarse

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de una forma más eficaz. A partir de ahí, la planificación integral de la gestión dentro de una visión más amplia de lo que significa formar parte del programa Hombre y Biosfera es lo que permitirá una mejor conservación y utilización de los recursos, así como la incorporación de la comunidad a dicha tarea.

Fig. 4. A la izquierda un ejemplo de porqué se necesitan áreas de descanso en los yacimientos abiertos al público, además de educar al visitante. A la derecha, itinerarios señalizados en Torre d’en Galmés

En el caso concreto de Menorca, los esfuerzos del Consell Insular de Menorca en las últimas décadas se notan en una mejora general del acondicionamiento de yacimientos arqueológicos para el turismo. Se han arreglado los accesos, tanto externos como internos, invertido en investigación y restauración, señalizado los vestigios, creado itinerarios y construido áreas de acogida. Todo ello ha repercutido en la satisfacción de los visitantes a los yacimientos, ya sea de época pre y talayótica - Naveta des Tudons, Torre d’en Galmés, Trepucó, etc. - como de cronologías posteriores -Torre de Fornells, Fort Marlborough, la Mola, etc-. No hay duda de que el turismo que no conoce el patrimonio arqueológico de la isla queda impresionado tanto por los vestigios existentes como por el acondicionamiento de los mismos. De hecho, las encuestas realizadas por Boston University en Torre d’en Galmés señalaron que todos los encuestados habían visitado, por lo menos, otros dos yacimientos en la isla. Como parte de esta labor por parte del Consell Insular destaca la iniciativa de creación de itinerarios y rutas señalizadas a través de la creación de la Xarxa Menorca Monumental, que aglutina una serie de recursos culturales abiertos al público. Los primeros esfuerzos se han realizado y el cambio que se ha producido en sólo una década es espectacular.

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Fig 5. El folleto creado para informar sobre la Xarxa Menorca Monumental y un ejemplo de la información pormenorizada sobre cada yacimiento visitable

Sin embargo, no sólo queda mucho por hacer, sino que también es necesario revisar algunas acciones. Quizás la más importante de todas, es la necesidad imperiosa de no proyectar ningún acondicionamiento sin una planificación e investigación previa. Es necesario un conocimiento integral de un sitio antes de cualquier plan de apertura al público. La gestión turística de un recurso arqueológico, y más en una Reserva de la Biosfera, necesita de una planificación y un órgano de gestión eficaz, capaz de llevar a cabo una continua revisión y corrección de lo realizado. Y la visión a largo plazo es mucho más importante que la micro-acción puntual. Pongamos un ejemplo: los itinerarios que se construyen dentro de los yacimientos para permitir el acceso de los visitantes. La creación de caminos señalizados dentro de cualquier sitio es conditio sine qua non para que el visitante no se pierda y para preservar aquellos restos más frágiles que deben quedar fuera de los circuitos más transitados. Estos caminos implican, en la mayoría de los casos, la limpieza de piedras y otro material constructivo, maleza e incluso basura. La remoción de este material debe hacerse con cuidado para no provocar la destrucción de elementos arqueológicos aún no estudiados. Pero además el movimiento de piedras no puede producir nuevas estructuras arquitectónicas (pilas de material acumulado) ni puede provocar confusión en la interpretación del sitio. Ejemplos antiguos de este tipo de acondicionamiento se encuentran en varios yacimientos de la isla: Torralba d’en Salord, Trepucó, etc. Pero tenemos que repensar el acondicionamiento actual en sitios como Torre d’en Galmés, en donde la remoción de material está creando nuevas «protoestructuras» que no favorecen ni el estudio integral del sitio ni la comprensión del urbanismo por parte del visitante.

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Fig. 6. Los itinerarios modernos diseñados para la visita de Torre d’en Galmés y algunas de las estructuras circulares contemporáneas resultado de la limpieza del yacimiento

No es momento aquí de detallar todos los requisitos necesarios para acondicionar un sitio arqueológico, pero sí de volver a repetir que no puede abrirse un yacimiento al turismo masivo sin prever unos mínimos que garanticen la conservación del mismo y la satisfacción del visitante. Y que tampoco podemos convertir la isla en un parque de ruinas en el que se pase de un sitio a otro de una forma repetitiva y globalizada; en donde en lugar de estar presentando un legado histórico convirtamos nuestros recursos en un parque temático del pasado. No podemos acondicionar yacimiento tras yacimiento y aplicar a todos los mismos criterios y fosilizarlos de manera estandarizada sin tener en cuenta que están dentro de un territorio vivo y cambiante. La relación sostenible entre el patrimonio y territorio es, al fin y al cabo, lo que intentamos proteger.

4. Sigamos por la comunidad El patrimonio arqueológico es mucho más que un simple recurso turístico. En esta afirmación es donde cobra importancia la incorporación de la comunidad, segundo pilar en la gestión del patrimonio arqueológico en las Reservas de la Biosfera. El desarrollo sostenible no solo es el beneficio económico. Es también el crecimiento social, educativo y cultural, y en este contexto, el patrimonio arqueológico puede jugar un papel de cohesionador, de interlocutor entre diferentes acciones y de impulsor de interés compartido. Es aquí donde investigación y divulgación se dan la mano y se pueden multiplicar las propuestas para hacer partícipe a la comunidad local. Solo cuando se incorpore a la pobla-

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ción en la gestión del patrimonio arqueológico podremos garantizar su conservación y la lucha contra el expolio. Una Reserva de la Biosfera como Menorca tiene que entenderse como un paisaje vivo donde conviven legado histórico y proyectos de progreso. Por ello, es necesario reinventar los lazos que garanticen el conocimiento y entendimiento entre patrimonio arqueológico y sociedad. Son necesarios programas educativos, de divulgación, pero también de gestión de los sitios que permitan el desarrollo económico, la inversión local, el retorno a la comunidad. No sirve fosilizar el patrimonio o el paisaje cultural prohibiendo acciones alrededor del mismo, ya que fue justamente la interrelación continuada hombre-medio lo que permitió el reconocimiento de Reserva de la Biosfera. La inclusión de la comunidad en la gestión de este patrimonio es el nuevo camino para entender el importante papel que juega el legado histórico en el desarrollo sostenible.

Fig. 7. Dos imágenes de la exposición «Manurqa», organizada por Boston University y el Consell Insular de Menorca, con el objetivo de divulgar el pasado andalusí de la isla

La incorporación de la comunidad en la gestión del patrimonio arqueológico en Menorca permitiría luchar contra problemas tan endémicos como el expolio, la destrucción indiscriminada o el vandalismo. También permitiría acabar con el desprecio y la indiferencia que provoca lo no conocido y, por lo tanto, conseguir la colaboración ciudadana en la conservación del patrimonio.

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Fig. 8. En la nueva política de gestión arqueológica cobran importancia los programas que involucran a la comunidad, y más concretamente, a la infancia. Dos ejemplos de programas organizados por estudiantes graduados de Boston University para sensibilizar sobre el patrimonio arqueológico

5. Propuestas de gestión y actuaciones concretas Para terminar, me gustaría aportar algunas propuestas para una mejor gestión de la integración del patrimonio arqueológico en el Programa MaB, a modo de puntos sin desarrollar, pero listos para el debate. • El patrimonio arqueológico no es un elemento aislado. Aparece en un contexto, se desarrolla en un medio e interacciona con el paisaje en el que está. Forma parte del mismo y mantiene una relación viva. Debemos recordar la indisoluble relación entre yacimiento y territorio. • La gestión de patrimonio arqueológico requiere, antes de cualquier plan, un conocimiento. Es fundamental la investigación del mismo (recogido de forma repetida en el programa MaB) para poder proponer formas de gestión y protección. • Cualquier programa de actuación requiere una planificación que incluya medidas a corto, medio y largo plazo. Pero no sólo eso, el programa debe incluir análisis, evaluación, corrección y modificación de la estrategia planteada si ésta no funciona. • Es necesario dotar al plan de gestión de los recursos económicos para llevarlo a cabo. Si no se prevé un presupuesto adecuado, cualquier programa se queda en una mera declaración de intenciones. • Los proyectos integrales de gestión deben incluir a todos los grupos que estén relacionados con el patrimonio, instituciones, turistas, comunidades locales, en definitiva, los stakeholders. El objetivo garantizar el acceso y conocimiento de todo el mundo pero también incorporarlos en la gestión. • Recordemos que vivimos en el siglo xxi y que es necesario incorporar las nuevas tecnologías en el acondicionamiento y gestión de los yacimientos arqueológicos, tanto con fines turísticos como educativos. Es una oportunidad única de aprovechar

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formas versátiles, baratas y modernas en lugar de otros obsoletos mecanismos que además no tienen reversibilidad. • Por último, debemos tener presente que la Reserva de la Biosfera es un paisaje vivo, en donde hombres y medio interactúan y evolucionan en función de los tiempos y las necesidades. No se puede fosilizar el patrimonio como un jardín de ruinas porque se perderá la esencia que le ha hecho merecedor de reconocimientos y protecciones nacionales e internacionales.

Referencias López-Menchero, Víctor Manuel (2012). Manual para la puesta en valor del patrimonio arqueológico al aire libre. Gijón. Martín, Juan Manuel (2010). «Participación social y nuevas tecnologías. El observatorio del Patrimonio Histórico Español». En: Henares, I. (ed.) La protección del patrimonio histórico en la España democrática (pág. 319-338). Granada. Ostovich, Marta (2008). «Preserving Archaeological Heritage in Biosphere Reserves: a Case Study from Menorca, Spain». En: Almôeda, R. et al. (ed.). Heritage 2008 - World Heritage and Sustainable Development (pág. 471-476). Barcelos. Pérez-Juez, Amalia (2010). «La gestión del patrimonio arqueológico: de la tradición al nuevo panorama del siglo xxi». En: Rafael Hidalgo (coord.). La ciudad dentro de la ciudad. La gestión y conservación del patrimonio arqueológico en el ámbito urbano (pág. 23-40). Sevilla. Pérez-Juez, A. (2006). Gestión del Patrimonio Arqueológico. Barcelona. UNESCO, World Heritage: http://whc.unesco.org/ UNESCO, Madrid Action Plan: http://unesdoc.unesco.org/images/0016/001633/163301e.pdf UNESCO, Programa Hombre y Biosfera www.unesco.org/new/en/natural-sciences/environment/ecological-sciences/biosphere-reserves/europe-north-america/spain/ UNESCO - Recomendación que define los principios internacionales que deberán aplicarse a las excavaciones arqueológicas. Apéndice I para el programa de 1957-58 en la Novena Reunión de la Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Nueva Delhi 1956 Vives-Ferrándiz, Jaime y Ferrer, Carlos (2012). «A modo de epílogo. La gestión del patrimonio arqueológico desde un paradigma crítico». En: Ferrer, C.; Vives-Ferrándiz, J. (ed.). Construcciones del pasado. Patrimonio Arqueológico, Territorio y Museo (pág. 177-185). Museu de Prehistòria de València. Fotografías de Amalia Pérez-Juez, excepto la figura 8 que ha sido cedida por el Archaeological Insitute of America.

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