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LA

E X POSICIÓ N

CO NTE MPO RÁ NE A

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MICHAL ROVNER

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Piedras de fuego MICHAL ROVNER, FIRE STONES PAGE 144

La obra de Michal Rovner es poco conocida en España. Su trabajo profundamente comprometido y a la vez emotivo nos guía por el universo del tiempo y de las mudas personas que lo recorren. La exposición que Ivorypress le dedica en Madrid es la primera de esta mujer imparable en nuestro país con muchos proyectos por hacer, como ella misma señala.

TEXTO noa barak

noa barak es Licenciada en Artes y especializada en Cine y Televisión, además de Literatura Inglesa, por la Universidad de Tel Aviv. trabaja en la industria de la moda desde el año 2000 y colabora en importantes periódicos y revistas DE Israel sobre arte, arquitectura y diseño. ha realizado numerosas entrevistas a los autores más reconocidos del mundo.

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páginas 36-37 Michal Rovner delante de la vídeo proyección Fields of Fire, 2005, en el espacio de Ivorypress de Madrid. Fotografía: Antón Goiri.

página 39 arriba MICHAL ROVNER Overhanging. 1999. Vídeo instalación site specific, versión de interior. Dimensiones variables. Stedelijk Museum, Amsterdam.

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página 39 abajo MICHAL ROVNER Time Left. 2002. 50 edición de la Bienal de Venecia, Pabellón de Israel, 2003.

MICHAL ROVNER Inner Circuit. 2006. Pantalla LCD enmarcada, papel y vídeo. Edición de 3 + 1 PA. 48 x 79 cm.

cuando Michal Rovner comenzó a referirse a sí misma como artista. Nacida en Israel en 1957, Rovner es una de las videoartistas más importantes e innovadoras, pero cada vez que le preguntaban cuál era su profesión solía decir simplemente que «hacía arte». Sin embargo, durante la apertura de la retrospectiva en el ecuador de su carrera, The Space Between, celebrada en el Whitney Museum de Nueva York, aquello de «hacer arte» no le pareció muy adecuado. «Yo estaba ahí, escuchando las intervenciones. Soy consciente de la fuerza que tienen mis obras y sé lo que implica su creación, pero para mí es un proceso gradual en el que me paso años dando vueltas, y por lo general no tengo una visión de conjunto. Sin embargo, en aquel momento estaba allí diciéndome a mí misma: ‘He hecho todo esto, estupendo; supongo que soy una artista’». Convertirse en artista no era algo a lo que aspirara específicamente. Sin embargo, recuerda que ya desde niña le gustaba examinar las cosas, inspeccionarlas como un detective. En la escuela primaria lideraba un grupo de ‘jóvenes detectives’ a los que enviaba a cumplir misiones. También recuerda haber inventado un código secreto. «Tengo una foto de cuando yo era pequeña con una piruleta en la mano. No me la comía, simplemente la miraba. Reconozco esa mirada. Es la misma». Ese punto de vista curioso, fresco e infantil sigue marcando su obra todavía hoy. En sus inicios, Rovner estudió fotógrafía y se licenció en Bellas Artes en 1985, en la especialidad de fotografía, por la Academia Bezalel de Arte y Diseño de Jerusalén. Dos años más tarde se trasladó a Nueva York para continuar con su carrera, y desde entonces reparte su tiempo entre esta ciudad e Israel. Al principio trabajaba en el ámbito de la fotografía fija y como ayudante del célebre artista Robert Frank. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que sus intereses eran otros. Cada vez le no f u e hasta 2 0 0 2

atraía menos lo específico de la realidad y más la exploración de imágenes y perspectivas. Uno de los primeros elementos en los que decidió investigar fue una casa. Para crear su obra Outside (1990), Rovner se fue al desierto de Israel y durante varios años obtuvo instantáneas con Polaroid de una casa solitaria que encontró. La autora aisló la imagen de la edificación de su entorno natural, la amplió y le añadió color hasta convertirla en la imagen pura de una ‘casa’. Al extraer la construcción de su contexto inmediato creó una imagen arquetípica y alienada al mismo tiempo. La imagen supuestamente familiar quedaba así llena de significado. 17 años después, Rovner retomó la imagen de una casa en su obra Makom, instalación realizada con piedras recogidas de casas derruidas israelíes y palestinas repartidas por todo Israel, que están construidas por albañiles de ambos colectivos. Cargada de connotaciones políticas, Makom muestra unas imágenes extremadamente poderosas. La artista israelí creó una estructura cúbica simbólica, sólida, sencilla y segura, cuyo título en hebreo significa al mismo tiempo «espacio» y «lugar». Al igual que en su obra Outside, lo físico de la escena causa un impacto instantáneo sobre el espectador. Se trata de una estructura que resuena con las emociones más profundas: un lugar de todos y de nadie. Durante la década de 1990 y principios de este siglo Rovner se ha ido haciendo un hueco en la esfera del videoarte. Ha expuesto en la Tate Gallery de Londres y en el Museo Stedelijk de Amsterdam, además ha participado en la Bienal de Whitney en 2000, entre otros lugares. Sin embargo, no sería del todo correcto definir a la israelí como videoartista. De hecho, su obra combina a menudo la fotografía, la escultura, la instalación y el vídeo. Rovner no es esclava del medio: «Hay quien dice que el medio es la esencia, pero para mí la esencia es la esencia», declara. El vídeo en sí no le interesa más que como un camino para inducir a otra cosa. «Me gusta la sensación de aplanamiento que se consigue con él y la posibilidad de desensamblar una imagen, pero ambas cosas están conectadas con otras ideas en las que estoy interesada. Elijo el medio para comunicar una experiencia, pero hay que mirar más allá de él». Rovner obtuvo el espaldarazo oficial con su retrospectiva de mitad de carrera en el Museo Whitney de Arte Estadounidense, en 2002, y su exposición en la 50ª Bienal de Venecia un año más tarde. Ambas muestras giraban en torno a

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la imagen humana. Rovner la llevó a distintos niveles de abstracción, abriendo un debate sobre la civilización y la humanidad. La principal atracción de la exposición The Space Between fue la instalación Time left, en la que filas paralelas de sombrías imágenes humanas, similares a las de Giacometti, avanzaban de la mano sin fin hacia una perturbadora banda sonora mecánica. En 2003 cientos de personas hacían cola para ver su retrospectiva Against Order? Against Disorder? que se encontraba en el pabellón israelí de Venecia. Su instalación Time Zone puso de relieve su continua fascinación por el ser humano (imagen), en ella aguzó la mirada hasta niveles casi científicos. Colocó placas de Petri (culturales) en largas mesas de acero dentro de un espacio oscuro similar al de un laboratorio. En las placas proyectó figuras humanas en miniatura que se movían constantemente en lo que parecía ser una coreografía cromosómica. En 2004 abstrajo aún más la imagen humana en su obra In Stone, donde la convirtió en algo similar a un cartel con letras proyectado sobre piedras antiguas, libros y cuadernos para volver a hacer hincapié en los vínculos entre el hombre, la cultura y el tiempo. Aunque las imágenes de Rovner resulten despegadas y evasivas, a menudo rozan la abstracción, se encuentran estrechamente conectadas con personas reales, «contigo y conmigo, con el hombre, con la vida». Paradójicamente Rovner necesita distancia para poder crear esa conexión.

página 40 (detalle) Y ARRIBA MICHAL ROVNER Data Zone, Cultures Tables. 2003. Mesas de acero, placas Petri y vídeo proyección. Dimensiones variables. 50 edición de la Bienal de Venecia, Pabellón de Israel.

Para ella, ciertos detalles específicos suponen un obstáculo para establecer los vínculos deseados. En su opinión, cuanto más pura es la imagen, más lúcida es la experiencia emocional que transmite. Así pues, Rovner extrae las imágenes de su entorno original, borra los detalles y el orden cronológico y después crea nuevas realidades que no se ven limitadas por la geografía o el contexto. Resulta sorprendente la cantidad de tiempo y esfuerzo que dedica a seleccionar el entorno particular de su obra, el mismo que posteriormente acabará borrando. Por ejemplo, para crear Fields of Fire (2005), su equipo y ella pasaron un tiempo en diversos campos de petróleo de Kazajstán.

página 42 MICHAL ROVNER

– ¿Si la realidad tangible y la geografía carecen de

Culture Plate nº 4. 2003.

interés, qué objeto tiene viajar hasta Kazajstán?

Vídeo proyección. Edición

– No sólo borro, sino que también extraigo algo. En Kazajstán, por ejemplo, no sabía lo que vería. Sabía que tenía que ir allí por el petróleo y su significado, por el hecho de que se ha convertido en una especie de héroe mitológico. Entonces supe lo que siempre había sabido: que soy capaz de crear a partir de casi cualquier cosa. Llévame a un sitio y a otro y haré algo con lo que sea. Sabía que encontraría alguna cosa. Cuando llegué allí vi que no era ni el petróleo ni Kazajstán, sino una experiencia que emanaba de las energías que recibí de ‘aquello’ que tenía delante. Entrar y salir de ciertos lugares produce emociones fuertes; por eso es importante. Es el momento en el que te encuentras con algo por primera vez.

de 5 + 1 PA. Dimensiones variables.

página 43 MICHAL ROVNER Culture Plate nº 7. 2003. Vídeo proyección. Edición de 5 + 1 PA. Dimensiones variables.

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DE IZQUIERDA A DERECHA Y DE ARRIBA ABAJO Makom II (detalle). 2007-2008. Estructura de piedra. 360 x 500 x 500 cm. Israel 2007. La artista trabajando en Makom II. Fotografía: Yaron Eini. Michal Rovner con Makom II. 2007-2008. Israel 2007. Fotografía: Ardon Bar Hama.

En Fields of Fire, Rovner investigó la poderosa, abstracta y siempre cambiante imagen del fuego. Aunque parezca desprovista de la presencia humana, la obra puede entenderse no obstante como una forma de comunicación: un jeroglífico antiguo, una señal, un intento humano por ver y experimentar una poderosa fuerza. No es coincidencia que haya decidido incluir obras como Fields of Fire e In Stone en Frequency, su actual exposición de la Galería Ivory Press de Madrid. En su opinión, el arte es el único elemento para ceñirse al contexto del espacio: «El arte viene de los libros», explica. Las obras de Rovner, que tratan del deseo humano de dejar huella, encontrarán un emplazamiento bastante natural junto a los textos únicos que ocupan el espacio de la tienda-centro de exposiciones. Cuando se le pide algún comentario sobre el ‘significado’ de sus obras, la autora adopta el mismo planteamiento que durante su creación. No cree que el hecho de identificar y transmitir cada detalle de sus imágenes vaya a acercar o a interesar más a alguien. Esto puede resultar frustrante en ocasiones, ya que prácticamente toda su producción pide una interpretación: ¿Constituyen una metáfora de la condición humana? ¿Un comentario filosófico existencial? ¿Son de índole política? ¿Pesimista? ¿Optimista? ¿Con o sin esperanza? ¿Quiénes son esas

personas? ¿A dónde van? A Rovner no le preocupa explicarlo: «Preguntar quiénes son esas personas es como preguntarle a un pintor por el fabricante del lienzo que ha utilizado. Ésa no es la cuestión». Entonces, ¿cuál es la cuestión? La israelí espera que el público se formule preguntas, busque y mire, de modo similar al proceso que ella ha seguido a la hora de crear. «Consiste en indagar y buscar, no en ejecutar una idea. Es ahí donde reside su gran dificultad», explica. El proceso comienza con una idea, por lo general una imagen «con o en la que quiere hacer algo». Pero, ¿de dónde proviene esa idea? Rovner nos lo aclara con un ejemplo: «Hoy al salir de mi casa vi a un hombre que amontonaba paja con una horca. Vi el polvo y sus movimientos persistentes, absolutos y fuertes, como si se librara una guerra entre el espíritu y la materia. Le pedí que se parara y me dejara fotografiarlo. Allí había algo. Así es como me sucede continuamente». Hace tiempo que la artista se ha liberado de la necesidad de ofrecer explicaciones verbales, justificaciones o motivos, sabe qué es lo que necesita y lo que quiere hacer. De modo similar a como se comporta con el público que contempla sus obras, evita darse pautas verbales a sí misma sobre algo para no tener que reducirlo a palabras. «Si hago eso me mantendré en el nivel de lo que

ya sé, mientras que si hay algo que aún no sé, puede suceder alguna cosa». Rovner no está sola en su búsqueda. Junto a ella trabaja un equipo de profesionales bien formados «que pelean conmigo para llegar hasta la imagen que tengo en la cabeza», como ella dice. Su grupo le permite mantenerse cerca de la escena, examinarla y dedicarse a ella sin necesidad de que la molesten ángulos ni algoritmos. En ocasiones se atasca: «Puede ser difícil y agotador, pero no quiero que me rescaten de esos lugares. He estado allí muchas veces. Confío en que mi trabajo me ayude a salir de esas dificultades». – ¿Cómo sabe cuándo ha terminado, cuándo ha llegado al resultado que buscaba?

– Trato de llegar a algo que no puedan marcar las palabras, a un punto en el que haya una frecuencia en la que creo. Miro la obra y no me pregunto nada. Siento que está terminada. Ése es el momento en el que quiero irme. Mi relación con la obra ha terminado. Tiene vida propia. Simplemente lo sé. Rovner lo sabe. Sabe lo que hace y a dónde va, por difícil que parezca. «A menudo miro algo y no tengo en cuenta lo que otras personas llaman ‘realidad’», dice entre risas. Producciones cinematográficas en todo el mundo, noches sin dormir,

MICHAL ROVNER Order. 2003. Vídeo proyección. Edición de 5 + 1 PA. Dimensiones variables.

proyectos interminables… Todo ello forma parte de su rutina. A juzgar por su éxito, algo debe de estar haciendo bien. Sus obras se encuentran entre los fondos de los principales coleccionistas de arte, ha realizado exposiciones en solitario en los museos más importantes, sus obras forman parte de colecciones como las de Agfa, Corcoran Gallery o Metropolitan de Nueva York, y trabaja en los proyectos comerciales más codiciados, con clientes como Chanel y LVMH, entre otros. Asimismo, está representada por una de las galerías más importantes del mundo: PaceWildenstein. «Desde que llegué por primera vez a Nueva York quería estar en ella, me encantaban las obras que exponían», recuerda. «No me imaginaba que pronto mi deseo se iba a hacer realidad». Mientras exponía en la Bienal de Venecia de 2003, la invitaron a una cena en la que estaban presentes los grandes nombres del mundo del arte. Arne Glimcher, fundador de PaceWildenstein, se acercó a ella y le dijo: «Nos gustaría proponerle que trabaje con nosotros». Rovner le dio las gracias y le sugirió hablarlo con más detenimiento a su regreso a Nueva York. Unos minutos después, Glimcher dio unos golpecitos en su copa de vino para dirigir unas palabras a los asistentes. «La última vez que estuvimos aquí Robert Rauschenberg se unió a nuestra

galería», dijo, «hoy me complace felicitar a Michal Rovner por sumarse a nosotros». «Le comenté: ‘Si ésta es su manera de hacer negocios, me encantará trabajar con ustedes’», recuerda Rovner riéndose: «Me gusta la gente imparable; de hecho, yo soy bastante agresiva en lo que se refiere a mi trabajo». La autora considera el éxito y el reconocimiento como un medio para conseguir metas más altas. «Esto me permite exponer en buenos sitios y en el contexto adecuado, tener libros y catálogos con la producción más profesional y liberar así energía para la creación, pero no es éste mi objetivo». No le interesa el reconocimiento como persona. «Yo no soy la cuestión», le gusta aclarar. «Algunos artistas hacen de sí su principal objetivo; se centran en su identidad, su historia, sus propias experiencias. Yo no. Eso no me interesa». En su granja de Israel puede establecerse una fuerte conexión entre su persona y su arte. Su interacción con la granja forma parte de su labor creativa y contribuye, en gran medida, a los procesos artísticos que sigue. La casa es sencilla y simbólica, como cabría esperar después de ver su obra. Se asienta sobre un amplio terreno con frutales, macizos de flores organizados, montones de piedras (que quedaron ahí después de trabajar en Makom) y sus cuatro perros correteando, rodeada de colinas hasta donde acaba el horizonte. Tan pronto como vio la casa hace más de 20 años se enamoró de ella. «Recuerdo que inmediatamente quise entrar y dormir ahí». Le encantaba por su simplicidad, la misma que busca en todo. También le interesa la agricultura desde la infancia: «Siempre cuidaba jardincitos y plantaba cosas para ver qué salía». Y todavía lo hace. «Quiero crear una interacción con el lugar, quiero que sea distinto de mí, conferirle algo mío, pero aún así quiero que siga siendo tal como es. Existe esa tensión». Admite que este lugar le inspira e impulsa. Le otorga paz y espacio mental: «Mira hacia afuera», dice, «es el colmo del capricho». Al preguntarle cuál considera que es su obra más importante contesta sin dudar que Living Landscape. Rovner creó esta videoinstalación específicamente para el Museo del Holocausto Yad Vashem de Jerusalén en 2004. Tardó varios años en terminarla, ya que tuvo que recopilar material cinematográfico muy deteriorado de archivos de todo el mundo. Consiguió reunir estos trozos de vida fragmentados que reflejaban el transcurso cotidiano de las comunidades judías de toda Europa en un videocollage de 11 minutos de duración que difería bastante de su estilo habitual.

MICHAL ROVNER Weave, Tokyo. 2006. Vídeo instalación site specific. Dimensiones variables. Edificio de Chanel Ginza, Tokio.

PÁGINA 49 ARRIBA MICHAL ROVNER Broken Time. 2006. Vídeo proyección sobre piedra. 200 x 110,70 cm.

Juntó los trozos sin alterarlos. En esta ocasión no deseaba evitar lo concreto. «Ha sido el proyecto más difícil que he hecho», afirma. «La primera decisión que tomé fue no convertirlo en algo ‘mío’, y dejar a un lado el ‘rovnerismo’». Para ello, creó un nuevo lenguaje cinematográfico, utilizando bucles, repeticiones y solapamientos para combinar los trozos en un conmovedor conjunto vital. «Cuando terminé la obra y la vi proyectada en la enorme pared triangular del Yad Vashem me dije a mí misma ‘Si me muero ahora mismo, me sentiré satisfecha, habré hecho algo en la vida. He dejado algo para la posteridad’». «Pero me alegro de seguir viva», añade rápidamente, «aún me queda mucho por hacer». ¿Por ejemplo? Rovner prefiere ser enigmática: «Hay numerosas cosas que me apetece llevar a cabo, tengo muchos deseos». Su vida gira por completo en torno a su obra, que considera su mayor placer. En su opinión, eso es lo mejor que puede hacer una persona: «El arte tiene la capacidad de revelar, de atraer, de cambiar un punto de vista; es un privilegio». «Es el poder más grande que existe, el de comunicar satisfactoriamente algo a otra persona».

MICHAL ROVNER. FREQUENCY Lugar Ivorypress Art+Books, Madrid Fechas 6 de octubre - 16 de diciembre de 2009 PÁGINA 49 ABAJO (detalle)

Horario De lunes a viernes de 10.00 a 14.00 h. y de 16.30 a 19.00 h.

MICHAL ROVNER

Sábados de 11.00 a 14.00 h. Entrada libre

Retzef. 2006. Vitrina de

Web www.ivorypress.com

acero con cristal, cuaderno

Comisarios Equipo de Ivorypress en colaboración con Michal Rovner

de notas y vídeo proyección.

Patrocinadores Ivorypress y Galería PaceWildenstein

145 x 150 x 51 cm.

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MI CHAL

ROVNER

EL

M O N TA J E

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POR antonio sanz

Evidencias, rastros, documentos que de una

La exposición continúa a lo largo de una

más pesado, la piedra y lo más ligero, la luz,

forma u otra expresan el deseo de comuni-

línea de libros de cemento gris dispuestos a lo

que crea un silencio que se ha respetado en

cación de la condición humana, son las pie-

largo de la pared sur de la sala, la más larga.

la instalación dejando que la pieza respire.

zas que conforman la exposición de Michal

Estos libros, toscos, vacíos, son la ausencia,

Este silencio, que demandan los 3.000 años

Rovner en Ivorypress Art + Books. Para la

una imagen especular, otro reflejo, pero esta

de historia de la piedra, se mantiene gracias

instalación, ella ha seleccionado obras que

vez simétricamente opuesto a la riqueza de

a los 50 cm. de aislante sonoro necesarios

específicamente tienen que ver con la escri-

los textos que se proyectan sobre las piedras;

para recoger el estruendo de Fields of Fire.

tura, con los textos, con la palabra, respon-

libros despoblados, ausentes de significado,

Una producción rodada en los campos de

diendo al deseo de establecer un diálogo con

significantes fracasados de un referente ple-

petróleo de Kazajstán que se proyecta sobre

los libros, el objeto en torno al que gira toda

no y que se enfrentan a la piedra yerma, que

ocho metros de pantalla, instalada en una

la actividad de Ivorypress Art + Books.

aquí aparece como portadora de sentido y

caja negra aislada, y con una banda sonora

La rampa de entrada se encuentra flan-

llena de múltiples metáforas.

creada por Heiner Goebbels. Una pieza es-

queada por una estantería con más de 2.500

Tras ellos, un pequeño obelisco de tres

pectacular, quizá la de mayor impacto emo-

volúmenes, libros raros, ediciones limitadas,

metros, una columna por la que discurren fi-

cional de la exposición y, por qué no decirlo,

libros descatalogados y libros de artistas.

guras humanas y que es sólo un recuerdo de

de la producción de arte contemporáneo de

Frente a esta, Rovner ha emplazado tres vitri-

las proyecciones que ha realizado en edificios

los últimos años. Esta obra, que nació como

nas que muestran libros abiertos y cuadernos

como el Tel Aviv Museum of Art, o las que

una reflexión basada en el crudo y todos los

de artista sobre los que descansa la escritura

realizó en París, Tokio, Osaka o Nueva York.

referentes económicos, ecológicos, sosteni-

creada por ella misma: figuras humanas que

A partir de aquí la muestra se abre al es-

bles y políticos que éste lleva consigo y que

escriben sin descanso un texto de luz y a las

pacio. En el centro de una de las crujías de la

apelaba a la fragilidad de los sistemas y a la

que se les han eliminado cualquier detalle o

sala aparece Broken Time, la pieza que sirve

potencia de la naturaleza, se ha convertido,

rasgo que pudiera identificarlas como indi-

de portada al catálogo y que Rovner ha rea-

en palabras de Rovner, en un sismógrafo que

viduos, una representación del ser humano

lizado específicamente para esta exposición.

registra la estabilidad o la falta de la misma

ars

universal. Tampoco el texto que interpretan

Una piedra partida en su centro, de unos dos

de nuestro tiempo.

50

remite a un lenguaje específico, ni contiene

metros de diámetro y de más de dos tonela-

En conjunto se trata de una muestra con-

significado alguno más allá que servir de sig-

das de peso, sobre la que se proyectan una

densada de la obra de esta artista, articulada

no, y en este caso también de símbolo, del

serie de figuras que saltan, caen, se levan-

narrativamente, donde la luz y la puesta en

rastro de la transmisión de información que

tan y vuelven a caer, en un ritmo desespe-

escena actúan eficazmente para realizar un

el ser humano ha ido dejando tras de sí.

rado y sin solución. Un matrimonio entre lo

recorrido emocional por la obra de Rovner.

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MI CHAL

ROVNER

EL

CATÁ LO G O

|

POR JESÚS CANO

«Mi trabajo no es sobre la situación política,

yectos de mayor envergadura, donde obreros

MICHAL ROVNER. FREQUENCY

sino sobre la situación humana», declaraba

palestinos e israelíes trabajaron juntos utili-

Editado por Elena Ochoa Foster y James Lindon.

Rovner, en una de las ocasiones en que ha-

zando mampostería original de edificios de-

Ivorypress/ PaceWildenstein. 176 páginas.

bla de su obra. Apenas conocida en nuestro

rruidos entre el estado hebreo y los territorios

23,8 x 28,7 cm. ISBN: 978-0-9559613-8-0.

país, este catálogo –el primero en castellano–

ocupados. Son fotos que emocionan, incluso

PVP: consultar puntos de venta.

acompaña su primera individual en España,

provocan. Provocan pensar, pero con la clara

en Ivorypress Art+Books de Madrid.

intención de la autora de dejar a cada uno li-

Antes de adentrarse en sus páginas es

bre pensamiento.

bueno conocer algo de su vida. Fue bailarina

En sus últimos pliegos, dos buenos en-

y sus vídeos son herederos de ciertas coreo-

sayos, uno del crítico, editor, artista... Robert

grafías; fue coleccionista de piedras y, sobre

C. Morgan –que hace un recorrido por sus

ellas, proyecta ahora sus creaciones; fue mili-

obras– y otro de Lauren Cohen, editor, ensa-

tar en el ejército israelí –allí el servicio militar

yista y traductor, que intenta adentrarse –con

es obligatorio–, pero cuando representó a Is-

éxito– en el pensamiento de esta autora de

rael en la Bienal de Venecia de 2003, declaró

52 años, que vive en una granja entre Israel

que no era representante de una bandera.

y Palestina porque le gusta estar al límite,

«Frequency», título del catálogo, se inicia con una obra, Makom I y II, uno de sus pro-

observando a los seres humanos y creando libremente a su antojo y sin presión.