Pensando en la gratitud

Pensando en la gratitud Comenzamos nuestro estudio sobre el derrotero de la envidia, y encontramos que mucho se había escrito sobre ella pero muy poco...
Author: Celia Ruiz Soto
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Pensando en la gratitud Comenzamos nuestro estudio sobre el derrotero de la envidia, y encontramos que mucho se había escrito sobre ella pero muy poco sobre su contraparte: la gratitud. Esto nos sirvió de acicate. Por un lado nos cuestionarnos el porqué de esta situación y, por otro, nos abocamos a su revisión. Entendemos que la gratitud es un sentimiento sofisticado, íntimo y de manifestación efímera, cuya complejidad quizás explique la dificultad de su abordaje y su ausencia relativa en la literatura. Por consiguiente, nuestro trabajo es una invitación a repensar y ampliar la discusión sobre ella. Para iniciar el debate discriminamos dos grandes tópicos 1) El concepto de gratitud y su trascendencia, y 2) Reflexiones técnicas y gratitud. 1) El concepto de gratitud y su trascendencia.

1.1) Acerca del concepto. No encontramos referencias al concepto de gratitud en Freud. Fue Melanie Klein la primera en ocuparse a él. Las dos primeras referencias que Klein hace a la gratitud al comienzo de su obra no tienen relación conceptual directa con los desarrollos posteriores. Son ocasiones en que usa el término en sentido corriente. Es recién en el año 1937 cuando en “Amor, culpa y reparación” encontramos ya algunas precisiones, en las que puntualiza el carácter recíproco de la gratitud (dar y recibir) en las relaciones de objeto. Ejemplo de ello es cuando Klein se refiere a la gratitud como respuesta del bebé al amor y cuidados de la madre y también como un derivado directo de la satisfacción libidinal, que no solo le proporciona placer, sino que también apacigua ansiedades persecutorias. En 1957, en “Envidia y gratitud”, contrapone ambos conceptos. En este artículo se observa una mayor precisión conceptual y a ello nos abocaremos. Como dijimos anteriormente, la satisfacción es la base de la gratitud, está directamente relacionada con la pulsión de vida y tiene, para Klein, tanto como la envidia una fuerte base constitucional: “… El hecho de que al principio de la vida posnatal exista un conocimiento inconsciente del pecho y que se experimenten sentimientos hacia el pecho solo puede concebirse como

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herencia filogenética”. (1952: Klein: tomo 3, nota pág. 125.). Sentir gratitud es, por tanto, una disposición innata que varía de un individuo a otro. Se configura un círculo benigno entre la satisfacción y la gratitud: esta última surge si hay satisfacción, y la satisfacción, a su vez, se desarrolla plenamente solo si hay gratitud. Queda establecida así una importante diferencia entre la gratitud y la satisfacción que la genera dentro de una relación de objeto y la mera satisfacción de una zona erógena. El factor común entre ambas es la “capacidad para el goce y la gratitud”, estrechamente ligada con la capacidad de amar y con lo que trae el sujeto constitucionalmente, en relación con las pulsiones de vida y muerte. Tan relevante es este aspecto constitucional que no basta con que la madre dé el pecho, también el bebé debe aceptarlo activamente. De esta forma, la gratitud surge asociada al sentimiento del bebé de haber recibido de su madre amada “un don incomparable” que quiere preservar. El surgimiento de este sentimiento está asociado a la constitución del objeto interno bueno. Existen, en consecuencia, factores innatos y otros externos que contribuyen al sentimiento de gratitud. Si bien la fortaleza del yo para Klein es también innata, la introyección del objeto bueno fortalece al yo. Es así que el interjuego entre la introyección y las disposiciones constitutivas son el fundamento del círculo benigno. Lo expresa así: “… Si el objeto bueno está bien establecido, la identificación con él fortalece la capacidad para amar, los impulsos constructivos y la gratitud… Si el objeto bueno está profundamente arraigado las perturbaciones temporarias pueden ser resistidas y se establece el fundamento para la salud mental, la formación del carácter y el desarrollo exitoso del yo” (1952; Klein: tomo III: pág. 235.). La riqueza interna que deriva de la asimilación del objeto bueno da lugar al par gratitud-generosidad. El estado mental descripto, en el que el centro es el objeto bueno, del que se ha recibido algo valioso, puede ser difícil de sostener en la medida en que esto puede dar origen a sentimientos envidia, el factor principal de socavamiento de la gratitud. Del interjuego y del peso relativo de estos dos factores dependerá que se configure un círculo benigno o maligno. La envidia socava la gratitud, por lo contrario, la gratitud mitiga la envidia. Bion, en “Aprendiendo de la experiencia”, considera que la envidia y el odio que se viven en una situación 2

que estimula el amor y la gratitud resultan intolerables y pueden llevar al sujeto a un splitting forzado. El paciente que hace un splitting forzado se libra de las complicaciones emocionales de una relación con objetos vivos, e impresiona como incapaz de experimentar interés tanto en sí mismo como en los demás. “Este estado implica la destrucción en su interés en la verdad”, dice Bion. La capacidad para experimentar gratitud aumenta en la medida que disminuyen las ansiedades persecutorias y depresivas. Meltzer considera que “la orientación depresiva es esencialmente aspiracional en su ethos” (1988, Meltzer: La aprehensión de la belleza: pág. 143.), pues la dignidad como objetivo constituye el centro de la experiencia amorosa y la gratitud. Por otra parte, dicho autor hace una discriminación relevante entre la ambición que nace de la envidia de aquella que surge de la admiración y la gratitud.

1.2) Trascendencia de la gratitud en el desarrollo La gratitud genera un gran impacto e incidencia en las relaciones objetales tanto en el mundo interno como en el mundo externo. En relación con el mundo externo, implica la capacidad de apreciación de la bondad de los otros y de uno mismo. Hace posible el sentimiento de unidad con otras personas. Esta unidad se refiere a ser plenamente comprendido, lo que es esencial en las relaciones de amistad y en las de carácter amoroso. En la experiencia emocional de la gratitud surge un tipo de comprensión en donde no son necesarias las palabras para que sea expresada, lo que para Klein es indicador de su derivación de la más temprana intimidad con la madre en el estadío preverbal. Al desarrollar la gratitud, se apuntala la confianza del individuo en la sinceridad de sus relaciones posteriores. En relación con el mundo interno, desempeña un papel importante en la sublimación y en la capacidad para reparar. La gratitud estimula la generosidad, al mismo tiempo que aumenta la riqueza interna. En realidad, la gratitud es la base de la generosidad, dado que existe una estrecha relación entre la capacidad de recibir y la de dar, que se constituye en el sustrato de la relación con el objeto bueno, al mismo tiempo

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que contrarresta el sentimiento de soledad, de lo que se desprende el carácter de mutualidad implícito en el sentimiento de gratitud. Mientras la envidia es una fuente de gran desdicha, una envidia mitigada se transforma en la base de la satisfacción, la paz y la cordura, al mismo tiempo que se constituye en los recursos internos y otorga plasticidad a sujetos que han atravesado por adversidades y dolor mental (“Esto es también, de hecho, la base de los recursos internos y de la resiliencia que puede ser observada en gente que, aún después de una gran adversidad y dolor mental, recuperan la paz de su mente”)1. Las defensas que operan contra la envidia afectan también la experiencia de la gratitud. Se considera que las mismas defensas que se utilizan frente a la envidia pueden ponerse en marcha contra la gratitud. En personas con una envidia muy fuerte, se perturba el vínculo con la madre, se dificulta la incorporación de la bondad como algo propio de su vida interior, bloqueando de esta forma la expresión de sentimientos de gratitud. Por último, es preciso señalar que desarrollar el sentimiento de gratitud coadyuva al no deterioro del carácter.

2) Reflexiones técnicas y gratitud. Como dijimos al comienzo, es muy poco lo que se ha hablado de la gratitud. En este sentido, pensamos que en el trabajo clínico los analistas kleinianos quizás estuvimos muy preocupados en interpretar los aspectos sádicos, reproduciendo de alguna manera la misma secuencia de los desarrollos teóricos de Melanie Klein. Una discriminación relevante es ver la gratitud que el paciente es capaz de experimentar en relación con sus objetos y la que experimenta por el analista y el tratamiento. Meltzer dice: “La verdadera gratitud implica entender cuánto le ha costado a la otra persona hacer algo por uno, junto al darse cuenta de todo el trabajo que se ha hecho y a la valoración del tiempo que se ha dedicado a ello. Cuando 1

“This is also in fact the basis of inner resources and resilience which can be observed in people who, even alter great adversity and mental pain regain their peace of mind”. Llama la atención el uso del término resiliencia en la versión original en inglés. (The writings of Melanie Klein, volume III, Envy and Gratitude and other works, The free press. 1984, pág. 203.)

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encontramos la gratitud al comienzo del análisis, deberíamos sospechar acerca de su calidad”. (1995: Meltzer: Clínica psicoanalítica con niños y adultos, pág. 313.). Si bien coincidimos en parte con Meltzer, en la cita recién consignada sobre que la verdadera gratitud se da al final del análisis, sin embargo, pensamos que también puede haber momentos de gratitud aunque no se refieran a todo el proceso. Muchas veces la evidencia más fuerte de la gratitud de un paciente respecto de la experiencia analítica es la continuidad que le da al proceso una vez que a finalizado el tratamiento, tal como Melanie Klein reconoce al comienzo de su escrito sobre “Envidia y gratitud” a su analista, Abraham, a treinta años de su muerte. Identificar la gratitud en el proceso analítico va más allá de la mera interpretación de los aspectos buenos del self. Si bien en el sentimiento de gratitud puede estar presente la culpa, es relevante discriminar las expresiones de gratitud que resultan impulsadas más por un sentimiento de culpa que por el amor. Es importante saber que el estado mental en el que se desarrolla este sentimiento es de tipo neurótico, es decir, con predominio de ansiedades neuróticas. Aunque en la gratitud puede haber un elemento de culpa, la culpa no es lo central. Lo central es el amor, y el componente de culpa es de tipo depresivo. Esto nos permite diferenciarla de aquellas expresiones de gratitud en las que subyace la culpa persecutoria, que apunta a aplacar al objeto. Un ejemplo de esto son aquellos arranques de generosidad que pueden darse acompañados de una exagerada necesidad de ser apreciados y agradecidos, en un clima de ansiedad persecutoria de haber sido robados y empobrecidos. Aun cuando la gratitud puede ser expresada en forma explícita, en muchas ocasiones, es necesario inferirla. Se hace relevante el análisis de la envidia primaria y la consecuente disminución de las ansiedades depresivas y persecutorias para allanar el camino a la gratitud. El proceso de interiorización que se da en la posición depresiva da lugar a la gratitud, que es la esencia de este estado mental, donde predominan los procesos de simbolización.

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Un aspecto a consignar de la reacción terapéutica negativa tiene que ver con la incapacidad del paciente para aceptar con gratitud interpretaciones que en una parte de su mente son reconocidas como útiles, de lo que se desprende la importancia del desarrollo de la capacidad para recibir las interpretaciones. Meltzer refiere que el analista también puede sentir gratitud hacia el paciente, lo que es experimentado como una vivencia contratransferencial, que se corresponde con el sentimiento transferencial del paciente de estar ofreciendo un “don”. Una de las dificultades para abordar la gratitud, es la disociación de ésta por parte del paciente y, otras veces, son los aspectos narcisistas del analista los que obstaculizan la posibilidad de experimentar la gratitud, tanto en el paciente como en el analista. La gratitud nos remite al duelo e implica dolor psíquico. De allí la importancia de considerar las situaciones de separación, dado que estas generan un sentimiento de soledad, socavan la gratitud y estimulan los celos.

Cristina Hernández, Marcela Prado, Agustín Pitón, Francisco Scaccia.

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BIBLIOGRAFÍA 1. Freud, Sigmund; Obras completas, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1995. 2. Klein Melanie, Obras Completas, Buenos Aires, Paidós, 1991. 3. Meltzer,Donald, 1973, Los estados sexuales de la mente, Buenos Aires, Ediciones Kargieman. - 1984, Vida onírica, Buenos Aires, Técnipublicaciones, SA, - 1991, Aprehensión de la belleza, Buenos Aires, Patia. -1995, Clínica psicoanalítica con niños y adultos, Buenos Aires, editorial Patia. - 1997, Sinceridad y otros trabajos, Buenos Aires, Patia. 4. Bion, Wilfred R, 1980, Aprendiendo de la experiencia, Barcelona, Paidós 5. Petot, Jean-Michel, 1991, Melanie Klein, Volume II, The Ego and the Good Object 1932-1960; Connecticut, International Universities Press,

Resumen:

Pensando acerca de la gratitud. Se hace una revisión de la “Gratitud”, a partir de la relevancia que toma la misma en la obra de Melanie Klein, Meltzer y otros escritos. Se plantea el valor clínico y las dificultades para señalarla o interpretarla.

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Se asume que la gratitud puede surgir en cualquier momento del proceso analítico, si bien es cierto que se trata de un sentimiento sofisticado, esto es, bajo el dominio de las partes adultas de la personalidad. Se propone discriminar el desarrollo de la capacidad para sentir gratitud, y la gratitud frente al proceso analítico. Dificultades para interpretar la gratitud GRATITUD- INTERPRETACIÓN- TRANSFERENCIA- PROCESO ANALÍTICO Cristina Hernández Pagano, Marcela prado, Francisco Scaccia, Agustín Piton

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