Palabras nuevas. George Orwell

Palabras nuevas George Orwell Orwell, George Nuevas palabras. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : EGodot Argentina, 2014. 84 p. ; 12x10 cm....
50 downloads 0 Views 183KB Size
Palabras nuevas George Orwell

Orwell, George Nuevas palabras. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : EGodot Argentina, 2014. 84 p. ; 12x10 cm. Traducido por: Matías Battistón ISBN 978-987-1489-80-0 1. Filosofía. 2. Teoría. 3. Literatura. I. Battistón, Matías, trad. II. Título

Palabras nuevas / George Orwell Corrección / Gimena Riveros Traducción / Matías Battistón Diseño de tapa e interiores / Víctor Malumián Ediciones Godot www.edicionesgodot.com.ar [email protected] Facebook.com/EdicionesGodot Twitter.com/EdicionesGodot Buenos Aires, Argentina, 2014

Impreso en Bonus Print Luna 261, Ciudad autónoma de Buenos Aires Junio de 2014

Introducción

Por Hernán López Winne Clavó su mirada en la enorme cara encima de él. Le había llevado cuarenta años aprender el tipo de sonrisa que se escondía debajo de ese mostacho oscuro. (...) Ya estaba todo bien, el esfuerzo sufrido había terminado. Había vencido sus propios prejuicios. Ahora amaba al Gran Hermano. George Orwell, 1984

Palabras nuevas | 3

Glaciares mentales y morales derritiéndose levemente Delatan la influencia de su cálida intención. Porque él nos enseñó lo que lo real significaba El crudo invierno aferra a su presa con menos fuerza. No todos agradecieron su ayuda, se entera uno, Ya que cómo lo odiaron, quienes se agazapaban con El consuelo de un rápido mito terapéutico Contra el mundo frío y sus mentes más frías. Morimos de palabras. Para las piedras angulares él restableció A la persona real, al suceso o a la cosa real; -Y así vemos no la guerra sino el sufrir Como la conjunción que debe ser más aborrecida. Él compartió con un gran mundo, para fines más grandes, Esa honestidad, una curiosa y astuta virtud Que compartes con los pocos que no han desertado. Una docena de escritores, media docena de amigos. 4 | George Orwell

Un genio moral. Y la búsqueda de la verdad trae A veces una estupidez que vemos de soslayo, Como Darwin tocando el fagot a las plantas; Él también tenía lapsos, pero no reclamaban alas. Mientras aquellos que ahogan la parte empírica de una verdad En ditirambos o dogmas se tornan frenéticos Comparados con quienes ningún escritor podría ser menos poético Él dejó esta lección para todo verso, todo arte. Robert Conquest, George Orwell

Palabras nuevas | 5

E

l derrotero ideológico e intelectual de George Orwell tiene muchos puntos altos. Casi nadie podría poner en discusión la lucidez con que retrata una época en 1984, o la manera tan metafórica y a la vez tan certera de describir un sistema político, como sucede con Rebelión en la granja [Animal farm]. Ahora bien, como antecedente fundamental de toda su obra hay que hacer una demarcación cronológica, biográfica, que nos debe hacer entender su producción literaria: George Orwell, en verdad Eric Arthur Blair, era hijo de quien administraba el espurio negocio del opio en India, Robert Walmsley. Convencido de las injusticias que todo el tiempo perpetraba InglatePalabras nuevas | 7

rra hacia sus colonias, Orwell siempre se mostró como un opositor a ese régimen. Hoy en día, evocar a Orwell y volver a traer algunos de sus escritos al mapa cultural, implica defender y describir ciertas ideas y formas de expresión que en algunos casos pueden resultar chocantes, pero que vistas con seriedad se traducen en una herramienta para intentar cambiar el curso de la historia. Es necesario destacar una doble capacidad propia del escritor nacido en India en 1903. En primer lugar, poder mostrar con claridad los puntos oscuros de cada sistema político propuesto como alternativa en su época, si tomamos por “época de Orwell” a los años en los que pudo producir escritos: 8 | George Orwell

entre 1922 y 1949. Todos los “ismos” en boga -comunismo, socialismo, fascismo, stalinismo- siempre fueron atacados por Orwell. En segundo término, ser capaz de exhibir su propia postura, sin rodeos. Criado en un momento críticamente imperialista, en una familia sostenida por el padre, que cumplía servicio en la policía británica, Orwell se encargó de redactar numerosos ensayos contra el imperialismo británico, valiéndose también de su propia experiencia (siguió los pasos de su padre entre 1922 y 1927 en la Indian Imperial Police). En “Matar un elefante”1, ensayo escrito en 1936, su ira antiimperia1. Orwell, George, “Shooting an elephant”, en: A collection of essays, Bookbridge, Estados Unidos, 1960. Palabras nuevas | 9

lista no deja margen para la duda: Ya había decidido que el imperialismo era funesto y que cuanto antes renunciara a mi trabajo y saliera de allí, mejor. (...) En un puesto como ese uno ve de cerca el trabajo sucio del Imperio. Los desgraciados prisioneros hacinados en las jaulas malolientes de las cárceles, los rostros grises e intimidados de los sentenciados a mucho tiempo de prisión, las nalgas llagadas de los hombres a quienes habían azotado con ramas de bambú; todo eso me oprimía con una intolerable sensación de culpa. Nuevo mérito de Orwell: salir de un sistema torturador del que había sido 10 | George Orwell

partícipe. Del mismo modo en que su experiencia le había permitido detestar el imperialismo, su visión anticipadora le hizo observar los fatales objetivos del stalinismo. Diferenciado de una izquierda comunista que en un principio había sido seducida por el líder soviético, Orwell nunca pasó por una etapa tal. No se enmarcó dentro de una “derecha” o una “izquierda”, y eso lo diferencia del resto de los pensadores. Nunca fue parte de aparatos totalizadores. “La verdad sobre el régimen de Stalin, afirma Orwell, es de máxima importancia. ¿Es socialismo o una forma particularmente depravada del capitalismo de Estado?”. La palabra, para Orwell, era el insPalabras nuevas | 11

trumento para llevar adelante toda política, “en el sentido amplio de la palabra”. En “Por qué escribo”2, ensayo escrito en 1946, Orwell marca como uno de los principios fundamentales de la escritura el tener propósitos políticos: (...) Usando la palabra “político” en el sentido más amplio posible. Deseo de llevar al mundo en determinada dirección, influir en el pensamiento de personas e impartir nuestras ideas sobre el mundo por el que hay que pelear. La postura según la cual el arte no tiene nada que ver con la política es en sí misma una actitud política. 2. Orwell, George, “Why I write”, en: A collection of essays, Bookbridge, Estados Unidos, 1960. 12 | George Orwell

Los textos que presentamos en este libro surgen de una inquietud editorial por recuperar, en alguna medida, parte de este pensamiento constante en el que política y lenguaje se entrecruzan permanentemente. A su vez, tenemos que resaltar, por lo dicho anteriormente, la postura orwelliana, constante e insistente, contra todo nacionalismo; y simultáneamente, sus cruzadas por lograr un uso correcto del idioma inglés, como herramienta fundamental para estimular y fomentar la creatividad y formas alternativas de pensamiento. En este sentido, uno de los textos, Palabras nuevas, es un ensayo inédito de Orwell en el que se postula la posibilidad (o necesiPalabras nuevas | 13

dad) de crear un nuevo lenguaje, nuevos términos, para referirse a determinados conceptos o situaciones. El ejemplo que da Orwell se puede extrapolar a muchos ámbitos: si tenemos un sueño y luego queremos relatarlo, ¿qué es lo que verdaderamente decimos de ese sueño que tuvimos? Probablemente, un porcentaje ínfimo en relación con la totalidad de aquello que soñamos. Hay expresiones, inflexiones, sentimientos que, según Orwell, quedan fuera de la posibilidad de ser nombrados, al menos, por el lenguaje actual. ¿Hay posibilidad de cambio, se puede pensar en formas de arribar a un nuevo lenguaje, con nuevas palabras y nuevos conceptos? Orwell cree que sí, y esa es su ma14 | George Orwell

nera de cimentar su postura: no hay otra solución más que buscar, investigar en posibles nuevas formas del lenguaje para poder expresar y describir situaciones, momentos y sentimientos que se escapan de las palabras que estamos acostumbrados a utilizar. El otro ensayo, El espíritu deportivo, fue publicado por el Tribune, en Londres, en diciembre de 1945. Aquí aparece otra inquietud palpable y recurrente en Orwell: la cuestión del nacionalismo, anclada en diversos aspectos; en este caso, las “gestas deportivas”. A propósito de la visita de un club de fútbol soviético, el Dinamo de Moscú, Orwell se despacha no solo contra el fútbol como deporte Palabras nuevas | 15

violento y generador de enemistades sino también contra el cricket y, en mayor medida, contra el boxeo, que es para él, sin rodeos, “el espectáculo más repugnante”. Es interesante, aquí, ver un análisis del nacionalismo como dispositivo a través de los espectáculos deportivos. Orwell hace referencia a los Juegos Olímpicos de 1936, que se quisieron erigir como aglomeradores de los habitantes de las distintas naciones, así como también las ridículas discriminaciones emergidas a partir de partidos de fútbol en el que se enfrentaban un equipo británico y un equipo ruso. La vasta escritura de Orwell abarca, claro está, muchísimos ensayos y novelas. Ojalá este pequeño libro pueda infun16 | George Orwell

dir la pasión por este interesante escritor y sirva como un modo ameno, agradable, de acercarse a él.

Palabras nuevas | 17

Palabras nuevas [Ensayo inédito. Escrito probablemente entre febrero y abril de 1940.]

H

oy en día, la formación de palabras nuevas es un proceso lento (he leído en algún lado que el idioma inglés gana unos seis vocablos y pierde otros cuatro cada año) y no se acuña ninguna palabra nueva de manera deliberada, salvo cuando se trata de nombres para objetos materiales. Las palabras abstractas directamente no se acuñan nunPalabras nuevas | 19

ca, aunque a veces se tergiversan términos antiguos (“condición”, “reflejo”, etc.) para endilgarles nuevas acepciones con fines científicos. Lo que quiero plantear a continuación es que sería bastante factible inventar un vocabulario, quizás de varios miles de palabras, que abarque partes de nuestra experiencia que ahora son prácticamente inasibles para el lenguaje. Existen varias objeciones a esta idea, y las iré abordando a medida que se presenten. El primer paso es indicar para qué se necesitan vocablos nuevos. Cualquiera que piense un poco habrá notado que nuestro lenguaje es prácticamente inútil a la hora de describir lo que sucede dentro del cerebro. Este es un 20 | George Orwell

hecho tan aceptado que escritores de gran habilidad (por ejemplo, Trollope y Mark Twain) empiezan sus autobiografías declarando que no tienen intención alguna de describir su vida interior, ya que esta es indescriptible de por sí. Ni bien tratamos con aquello que no es ni concreto ni visible (e incluso en gran medida con aquello que lo es: basta con ver las dificultades que implica describir la apariencia de una persona cualquiera) descubrimos que las palabras se asemejan tan poco a la realidad como las piezas de ajedrez a los seres vivos. Para poner un ejemplo evidente y sin complicaciones adicionales, tomemos el caso de los sueños. ¿Cómo se describen los sueños? Claramente, uno nunca los Palabras nuevas | 21

describe, porque no existen palabras que transmitan la atmósfera de los sueños en nuestro lenguaje. Por supuesto, se puede hacer un recuento aproximado y burdo de algunos de los hechos más importantes de un sueño. Uno puede decir: “Soñé que estaba caminando por Regent Street con un puercoespín que llevaba puesto un bombín”, etc., pero esa no es una verdadera descripción del sueño. E incluso si un psicólogo lo interpreta en clave “simbólica”, tendrá que depender en gran medida de suposiciones, dado que la verdadera cualidad del sueño, la cualidad que le otorgó al puercoespín su única significación, reside más allá del mundo de las palabras. De hecho, describir un sueño es como tradu22 | George Orwell

cir un poema palabra por palabra, como se hace en algunos ejercicios escolares: lo que se obtiene es una paráfrasis sin sentido a menos que uno conozca el original. Menciono los sueños porque son un ejemplo innegable, pero si estos fueran lo único que no pudiera describirse, quizás no valdría la pena preocuparse del asunto. Sin embargo, como se ha señalado una y otra vez, la mente en la vigilia no difiere tanto de la mente al soñar como parece, o como nos gusta simular que parece. Es cierto que la mayor parte de nuestros pensamientos cuando estamos despiertos son “razonables”; es decir, existe en nuestra mente una suerte de tablero de ajedrez en el cual nuestros pensamientos se muePalabras nuevas | 23

ven de manera lógica y verbal; usamos esta parte de la mente para resolver cualquier problema intelectual simple, y nos acostumbramos a pensar (es decir, pensar en nuestros momentos de “ajedrez mental”) que esa es la mente entera. Pero, evidentemente, no es así. El mundo desordenado y no verbal de los sueños nunca está del todo ausente en nuestra conciencia, y si fuera posible calcular el porcentaje, estimo que se descubriría que más o menos la mitad de nuestros pensamientos durante la vigilia son de este tipo. Sin duda estos pensamientos oníricos están presentes incluso cuando tratamos de pensar de forma verbal, influyen en los pensamientos verbales, y son en gran parte los que le dan 24 | George Orwell

valor a nuestra vida interior. Si uno examina lo que piensa en un momento cualquiera, verá que nuestra actividad mental principal consiste en el fluir de cosas sin nombre, hasta tal punto que uno no sabe si denominarlas pensamientos, imágenes o sensaciones. En primer lugar, están los objetos que uno ve y los sonidos que oye, los cuales en sí mismos pueden describirse con palabras, pero que una vez dentro de nuestras mentes pasan a ser algo bastante distinto y totalmente indescriptible3. Ade3. “The mind, that ocean where each kind / Doth straight its own resemblance find / Yet it creates, transcending these / Far other worlds and other seas” [La mente, ese océano donde cada especie / Encuentra a su propio doble / Pero que crea, trascendiéndolos / Palabras nuevas | 25

más, existe la vida onírica que la mente crea para sí misma sin cesar, la cual, si bien es en su mayor parte trivial y se olvida rápidamente, contiene elementos que son mucho más hermosos, graciosos, etcétera, de lo que jamás podemos expresar en palabras. En cierto sentido, esta parte no verbal de la mente es incluso la más importante, ya que representa la fuente de casi todos nuestros motivos. Todo lo que nos gusta y lo que no nos gusta, toda sensación estética, toda noción del bien y el mal (las consideraciones estéticas y morales son, en cualquier caso, inextricables) surgen de sensaciones que, como se suele reconocer, Muchos otros mundos y otros mares], etc. [N. del A.]. 26 | George Orwell

son más sutiles que las palabras. Cuando nos preguntan: “¿Por qué haces esto o no haces aquello?”, invariablemente nos damos cuenta de que la verdadera razón no puede expresarse verbalmente, aun cuando no la queramos ocultar; en consecuencia, racionalizamos nuestra conducta, de un modo más o menos deshonesto. No sé si todo el mundo lo admitiría, y es un hecho que algunas personas no parecen percatarse de la influencia que ejerce sobre ellas su vida interior, ni darse cuenta siquiera de que su vida interior existe. Noto que mucha gente nunca se ríe cuando está sola, y supongo que si un hombre no se ríe solo su vida interior debe ser relativamente estéril. No obstante, cualquiera con Palabras nuevas | 27

un mínimo de individualidad posee vida interior, y es consciente de la imposibilidad práctica de entender a los demás o de ser entendido; es decir, del aislamiento en el que vivimos los humanos, como si cada uno fuera una estrella distante. Casi la totalidad de la literatura es un intento de escapar de este aislamiento por medios tangenciales, ya que los medios directos (las palabras en sus acepciones más básicas) no sirven para casi nada. La escritura “imaginativa” es, por así decirlo, un ataque lateral contra posiciones inexpugnables de frente. El escritor que intente plasmar cualquier cosa que no sea fríamente “intelectual” podrá hacer muy poco con las palabras en sus 28 | George Orwell

acepciones básicas. Si logra el efecto deseado será mediante un uso complejo e indirecto de las palabras, sirviéndose de sus cadencias y otros aspectos similares, como al hablar uno se sirve del tono y la gesticulación. En el caso de la poesía esto es tan sabido que no vale la pena discutirlo. Nadie que posea el menor entendimiento poético diría que The mortal moon hath her eclipse endured, And the sad augurs mock their own presage4

realmente significa lo que “significa” cada 4. “Resistió la mortal Luna a su eclipse / Y los tristes adivinos se burlan de sus propias predicciones”, Shakespeare, Soneto 107. [N. del T.] Palabras nuevas | 29

palabra en el diccionario. (Se cree que estos versos pareados aluden al hecho de que la reina Isabel había atravesado sin problemas su gran “año climatérico”5). La acepción que figura en el diccionario casi siempre tiene algo que ver con el verdadero sentido las palabras, pero en la misma proporción en que la “anécdota” de un cuadro tiene algo que ver con su diseño. Y lo mismo sucede con la prosa, mutatis mutandis. Veamos el caso de una novela, incluso una que evidentemente no tenga 5. Esta expresión hace referencia al cumpleaños número 63 de la reina, edad considerada crucial o infausta por muchos en la época, al ser múltiplo de dos números de supuesta significancia astrológica, el siete y el nueve. [N. del T.] 30 | George Orwell