Padre Michael Jarecki – Bajo el Manto de Nuestra Señora El 22 de octubre de 2012, tal vez uno de los más leales seguidores de Nuestra Señora fue recibido en su recompensa eterna, bajo el manto de la Bienaventurada Siempre Virgen María. Nascido en 1917, año en que Nuestra Señora de Fátima primero apareció, el Padre Michael Jarecki sirvió como Vice-Presidente del Cuadro de Directores, la Asociación de la Virgen Peregrina Nacional de Canadá y los Siervos de Jesús y María (Centro de Fátima) durante más de 30 años; casi desde el principio. Fue intransigente en su Fe y, en particular, en su devoción de amor a Nuestra Señora de Fátima – un mentor y una inspiración para todos nosotros. En su “Última Voluntad y Testamento”, él sólo pedía una cosa: “Que mi funeral sea simple y una causa de alegría para todos los que me conocieron. Espero que no se pronuncie palabra ninguna que lleve las personas a pensar que yo fui directo al Cielo, mientras mi alma espera en Purgatorio, porque nadie ha celebrado Misas ni ha rezado por mí”. El texto que se sigue es el sermón predicado en la Misa de Requiem y Funeral del Padre Michael Jarecki. por el Padre David Phillipson

En la tarde en que el Padre Michael Jarecki se murió, mientras yo estaba rezando el Oficio de los Muertos – las Vísperas – del Oficio Divino, por el Padre Jarecki, uno de los Salmos que me llamó la atención fue el Salmo 119 – el primer Cántico de la Ascensión. En el Salterio, o Libro de los Salmos, hay 15 Cánticos o Salmos de la Ascensión. Son los Salmos 119 a 134. Según una antigua interpretación judía, hay 15 grados o niveles que el hombre debe subir para alcanzar la santidad. Además de esto, por todo el Antiguo Testamento, el número de 15 es muchas veces relacionado con la construcción del Templo. Por eso no nos da sorpresa saber que eses 15 Salmos eran entonados por los Levitas a la medida que, subiendo los 15 grados, se aproximaban del Santo de los Santos, en el Templo de Jerusalén. Estos Cánticos de la Ascensión fueron originalmente dados como Cánticos de consuelo para los judíos, mientras estaban en el exilio. Por lo tanto, estos Cánticos son entonados por la Iglesia al fin del día, cuando se reza por los Fieles difuntos. Con ellos, se lleva el consuelo a aquellos que están sumergidos en la sombra del luto. Con ellos, se lleva a la luz aquellos que “están sentados en la oscuridad y en la sombra de la muerte”. Con ellos, se lleva también el consuelo a la persona fallecida por quien se está rezando. Así, cuando yo asocio ciertos versículos del Salmo 119 al Padre Jerecki, no hago más de que seguir la orientación de la Iglesia, cuando relaciona el Salmo con la persona por quien se está rezando. Y el Cántico fue éste – el Salmo 119:1-7, que es recitado durante las Vísperas, en el Oficio de los Muertos:

1 http://www.fatima.org/span/crusader/cr104/cr104pg44.pdf

Clamé al Señor en mi tribulación, y Él me atendió. ¿Qué se te dará, o qué fruta sacarás, oh lengua fraudulenta? Agudas saetas libradas por una mano robusta en un fuego devorador. ¡Ay de mí, que mi destierro se ha prolongado! Habitado he entre los moradores de Cedar. Largo tiempo ha estado mi alma peregrinando. Yo era pacífico con aquellos que aborrecían la paz. Pero ellos que así que les hablaba, se levantaban contra mí sin motivo alguno. El Cántico de la Ascensión comienza, hablando sobre el estado de tribulación: “Clamé al Señor en mi tribulación” La tribulación representa la distancia del Señor. La persona en tribulación se siente cerrada. Cuando la muerte se aproxima de una persona, ella muchas veces siente tribulación. Qué hizo entonces el Padre Jerecki? El clamó al Señor: “Clamé al Señor en mi tribulación, y Él me atendió”. Aquel que clama al Señor tiene la confianza de que será oído. Cuando oímos la noticia de alguien que partió de esta vida, también nosotros quedamos muchas veces en angustia. Y exclamamos: ¿“De que aprovecha esto para los difuntos”? ¿“De que nos aprovecha esto a nosotros, que aún estamos vivos”? Cuando un Padre se ausenta, los hijos muchas veces preguntan: ¿“Dónde está mi Padre”? ¿“Adónde fue mi Padre”? El Padre Jerecki estaba en tribulación. Él partió de esta vida. Y nosotros quedamos en tribulación. ¿Qué haremos ahora? Haremos lo mismo que él hizo. Clamaremos al Señor: “Alcé mis ojos hacía los montes, de donde me ha de venir el socorro”. (Salmo 120) Los tres versículos que siguen el Salmo 119:2-4 se asocian. Nosotros sufrimos con muchas experiencias dolorosas; pero uno de los peores sufrimientos de la existencia humana es ser víctima de la difamación y de la falsedad. ¡Muchas veces habló el Padre Jarecki sobre los pecados de la lengua!

2 http://www.fatima.org/span/crusader/cr104/cr104pg44.pdf

Cuando Dios creó el hombre, tenía bien conciencia del potencial de la lengua para hacer el mal; por eso, Dios le cerró con dos cerraduras. La primera cerradura eran los dientes, y la segunda eran los labios. Ambas las cerraduras servían para limitar los excesos de la lengua. Pero, a pesar de estas precauciones, la lengua engañadora aún consigue escaparles. Porque la mala lengua provoca una triple destrucción – perjudica aquel que habla, perjudica aquel que oye, y perjudica aquel que es ofendido. Por eso, el Padre Jarecki hablaba sobre los pecados de la lengua. El Padre Jarecki usó su lengua para ayudarnos a frenar nuestras lenguas. Y el apóstol San Tiago está de acuerdo; porque es este Apóstol que dice: Si alguno se precia de ser religioso sin refrenar su lengua antes bien engañando su corazón, la religión suya es vana. (Santiago 1:26) Y por eso no estamos sorprendidos al saber que el Padre Jarecki se murió de cancro de la lengua. Su lengua sufrió por parte de los que pecan por la lengua. El Cántico, en el versículo 5 continúa:¡Ay de mí, que mi destierro se ha prolongado! Y los días del Padre Jarecki fueron, en verdad, prolongados – o, por lo menos, él a veces así lo pensaba. Vivió hasta ver sus 95 años. Cuando nosotros sufrimos y continuamos a sufrir, día tras día, somos inclinados a pensar que este sufrimiento es prolongado e inútil. A veces pesamos que no hay razón para eses días sin significado. Pero, “siendo aun el Hijo, Cristo aprendió la obediencia a través de aquello que El sufrió”. La obediencia – y no la mera rutina de sacrificio ritual – es lo que Dios desea. Muchas veces, Dios lleva mucho tiempo a vaciar, con todo el cariño, la savia de orgullo del árbol que llamamos nuestra vida. Y, por eso, nuestros días de vida nos parecen a veces prolongados. Sin embargo: No retarda el Señor su promesa, como algunos juzgan, sino que espera con paciencia por amor de vosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos se conviertan a penitencia”. (2 Pedro 3:9) Pero para el verdadero peregrino, para aquel cuyo corazón está centrado en el Señor, esta vida en la tierra no es más que un lugar de peregrinación – y a veces estamos ansiosos por dejar este cuerpo – porque, “mientras estamos en este cuerpo estamos lejos del Señor”. Y dice San Jerónimo: “Para aquellos que creen, la muerte es una bendición y, posiblemente, protección de un futuro infortunio…una vida más larga es una dificultad mayor que la muerte”. El Padre Jerecki vivió las dificultades de una vida larga, en especial en sus últimos años. Volviendo al Cántico de la Ascensión: 3 http://www.fatima.org/span/crusader/cr104/cr104pg44.pdf

“Habitado he entre los moradores de Cedar. Largo tiempo ha estado mi alma peregrinando”. Ahora, en resultado de estos pecados de la lengua, vivir en este mundo se transforma en habitar con las tiendas de Cedar. Habitar con las tiendas de Cedar era vivir como los beduinos nómadas que, hasta hoy, no tienen propiedad suya. Pero, antes por lo contrario, levantan sus tiendas en el desierto de Palestina, en un sitio diferente cada día. De la misma manera, los inicuos no tienen descanso ninguno. Están siempre en movimiento. Desprecian su descanso semanal al domingo. Desprecian las oraciones y la meditación diaria, un tiempo para descansar en Dios.

El Padre Gruner (a la frente), el Padre Marcel Nault (a la derecha) y el Padre Jarecki (detrás de los acólitos) a la frente de una Procesión del Rosario en vuelta del nuevo edificio del Centro de Fátima.

De izquierda a la derecha, el Padre Marcel Nault, un acólito, el Padre Jarecki y, a la derecha de nuestra Imagen de la Virgen Peregrina, el Padre Gruner acabando de conducir la reza del Rosario, después del cual el Padre Gruner celebró la Santa Misa, inaugurando así el nuevo edificio al servicio del Centro de Fátima.

Para aquellos que no conocen los caminos del Señor, Dios jura un reniego contra ellos. Y el reniego que Dios jura contra los incrédulos es esto: ellos nunca entrarán en Su descanso. Pero para lo que creen, tenemos una promesa. Y Dios prometió a quien confía en Él que entrarán en Su descanso – un descanso eterno. Y nuestro Cántico de la Ascensión termina con el Versículo 7: 4 http://www.fatima.org/span/crusader/cr104/cr104pg44.pdf

“Yo era pacifico con aquellos que aborrecían la paz. Pero ellos que así que les hablaba, se levantaban contra mí contra mí sin motivo alguno”. Y ahora, al fin de este Cántico, vemos la razón por qué el pueblo de Dios debe ascender del exilio. Este Cántico fue su primero de 15 grados para alcanzar la perfección espiritual. Al cantar este Salmo, nos damos cuenta que estamos en un exilio. Con este Cántico, nosotros ansiamos por las alturas de Dios. Pero, mientras viven aquí abajo, los creyentes son afligidos por las calumnias, por la detracción, y por el chismorreo de sus perseguidores. Estos torturadores por la lengua procuran empujar el pueblo de Dios abajo, a la destrucción. Los Fieles deben luchar contra esta tentación, para mantenerse en paz. Deben luchar para ascender a las alturas. Dios dice en el Libro de Job: “La vida del hombre sobre la tierra es una lucha…” El Padre Jerecki era un luchador. Él luchó contra los pecados de la lengua y luchó a favor de la Justicia. Él luchó para establecer el Plan de Paz de Nuestra Señora – el Plan de Paz de Fátima. Él era un devoto hijo de María Santísima. Cuando aún estaba en su parroquia, tuvo el honor de ser acusado de ser demasiado devoto de Nuestra Señora – como si eso fuera posible. La vida del Padre Jarecki estaba conectada a Nuestra Señora, por haber sido ordenado en el mismo año en que el controversial contenido del Tercer Secreto de Fátima fue entregado al Obispo de Sor Lucía. Y así, leemos en la Verdadera Devoción, de San Luís María Grignion de Montfort, en el Capítulo 47: “Dios y Su Madre Santísima levantarán grandes santos, que ultrapasarán en santidad la mayoría de los otros santos, tanto como los cedros de Líbano se levantaron encima de los pequeños arbustos. Esas grandes almas llenas de gracia y celo serán elegidos para oponerse a los enemigos de Dios que rabiarán por todos los lados…ellos lucharán con una de las manos y construirán con la otra. Con una de las manos ellos combatirán, derrumbando y aplastando los herejes y sus herejías; [ellos combatirán] los pecadores y sus maldades. Con la otra mano construirán el templo del verdadero Salomón y la Ciudad Mística de Dios, o sea, la Bienaventurada Siempre Virgen María…Tanto por la palabra como por el ejemplo, guiarán todos los hombres a la verdadera devoción que se debe tener para con Ella; y, aunque esto les crie muchos enemigos, traerá también muchas victorias y será para la mayor gloria de Dios”. Al decir esto, no quiero hablar contra la “Última Voluntad y Testamento” del Padre Jarecki. Lo que él no quería era que alguien pensase que no deberíamos rezar por él. Esté descansado, Padre Jarecki – nosotros hemos rezado por ti y continuaremos a rezar por ti. Estoy haciendo algunas comparaciones que parecen ser aptas. Mientras tanto, como alguien recientemente hizo notar: 5 http://www.fatima.org/span/crusader/cr104/cr104pg44.pdf

“Si Nuestra Señora no lleva el Padre Jarecki al Cielo, entonces no hay ninguna esperanza para nosotros”. Pero hay esperanza para nosotros, sí – y gracias, en parte, al Padre Jarecki. Y así, rezamos para que el Señor Padre complete su subida al Cielo – entonando cánticos a Dios. El Padre Jarecki combatió un buen combate. Terminó su corrida. Fue un sacerdote de Jesucristo durante 68 años – y durante cerca de 30 años celebró la Misa para los Esclavos del Inmaculado Corazón. El Padre Jarecki conservó la Fe.

6 http://www.fatima.org/span/crusader/cr104/cr104pg44.pdf