Nuestro Medio Natural

Nuestro Medio Natural En este espacio electrónico queremos reproducir con ánimo divulgativo algunas de las curiosidades del medio natural que nos rode...
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Nuestro Medio Natural En este espacio electrónico queremos reproducir con ánimo divulgativo algunas de las curiosidades del medio natural que nos rodea, nuestro deseo es que sea un trabajo colectivo, abierto a la colaboración de los lectores y amantes de la naturaleza en nuestro término municipal. Invitamos a aquellos que quieran, a mandarnos sus tesoros naturales recogidos directamente de nuestros campos y montes más próximos, el objetivo es la confección de un Catálogo de Elementos Naturales de Interés de nuestro patrimonio natural, para que con su conocimiento seamos capaces de apreciar su riqueza, y al mismo tiempo, plantear mecanismos y estrategias encaminadas a conservar este patrimonio que aún nos queda y que es irrepetible. Vamos a empezar por describir el nido de Pájaro Moscón, una auténtica “delicia arquitectónica” que nos ha hecho llegar Juan Manuel Alarcón un agricultor pegado a la tierra desde pequeño, que por no haberse separado definitivamente del campo, posee un profundo conocimiento y sabiduría de los animales y las plantas de nuestro entorno natural, él nos ha despertado el interés por esta maravilla sin igual que es el nido del Pájaro Moscón. Pero empecemos por conocer esta ave singular.

EL PÁJARO MOSCÓN Remiz pendulinus, uno de los más curiosos pájaros de la avifauna española, sobre todo por los extraordinarios nidos que construye. En plumaje nupcial la cabeza es gris ceniza pálido, así como la nuca y el cuello. En ella se destaca netamente un antifaz negro que nace en la base del pico y cubriendo los ojos llega hasta bien detrás de ellos. Su anchura es variable, más estrecho al principio y más ancho al final. Aquí puede medir entre 8-12 mm en los machos y 5-8 mm en las hembras. La frente también es negra con los bordes ligeramente marrones. El dorso es castaño rojizo y las plumas primarias y plumas secundarias de las alas son de color marrón grisáceo ribeteadas de un matiz blanquecino. Los hombros son muy oscuros, marrones y el obispillo pardo claro. La cola, relativamente larga, es pardo gris con bordes blanco amarillentos en las plumas rectrices. Las partes inferiores son pardo rojizas en el vientre y flancos y variables en el pecho, en general, también con tonos pardo rojizos o acastañados. El pico es fino y de forma cónica, de color gris oscuro por encima y blancuzco amarillento debajo. Las patas son grises. Las hembras poseen un plumaje en general algo más apagado, pero sobre todo tienen un antifaz más estrecho. Para muchos naturalistas españoles el estudio de las costumbres de este pájaro ha constituido un trabajo verdaderamente apasionante. Los ornitólogos aragoneses Aragüés y Lucientes han realizado una investigación muy completa en el valle del Ebro, su principal área de reproducción en la Península Ibérica. A ellos se sigue en lo fundamental de esta exposición.

La nidificación: A partir de abril los machos, además de cantar con insistencia, comienzan a construir los nidos. Cada macho parece que empieza a construir el nido tratando con ello de atraer a una hembra. Si ésta no llega, un macho puede hacer tres nidos seguidos. Cuando la hembra acude y el emparejamiento se produce, entonces ella colabora en la terminación del nido, pero es bien cierto que al no acudir las hembras muchos de ellos quedan incompletos. También se ha comprobado que pueden reconstruir uno del año anterior, que los vientos y la lluvia del invierno no hayan destruido completamente e incluso sucede con frecuencia que los machos utilizan material de nidos viejos para hacer los nuevos. El nido es situado normalmente sobre una rama delgada y flexible que baja en dirección al suelo, pero también en una horquilla o entre las ramillas flexibles de un Sauce (Salix). Aragüés (1964), de 80 nidos encontrados en varias localidades del valle del Ebro, 54 estaban situados sobre Alamo Blanco Populus alba; 19 sobre Chopo Populus nigra, y los demás en carrizos, sauces, tamarises y cañaverales. El Pájaro Moscón recoge todas las hilachas de esparto y otras fibras vegetales que encuentra en el campo o las de lana de oveja que quedan enganchadas en los matorrales. Con ellas en el pico comienza a enrollarlas en la parte superior de la rama, para en la inferior hacer una como especie de armazón que luego rellenará con más lana y que en realidad parece un pequeñísimo cesto colgado, bien forrado también con amentos de los chopos o inflorescencias de los carrizos. En el valle del Ebro parece indiscutible la relación que existe entre el nacimiento de los amentos y el comienzo de la construcción del nido. Si no hay amentos y malas condiciones meteorológicas pueden retrasar su aparición, no se empieza a construir el nido hasta finales de abril e incluso más tarde. La estructura de lana o fibras bien enganchada en los brotes y rugosidades de las

ramas y es capaz de soportar la fuerza del viento y de la lluvia. El pájaro comprime bien con el pico los materiales entre la lana, bien sean amentos o flores secas de carrizos, volviendo a tejer la lana o fibras sobre ellos, de manera que comenzando la tarea de abajo arriba pronto queda la bolsa o cesto completo y muy sólido, con un embudo de salida en la parte superior. Esta es una parte muy curiosa, por cierto, del nido. El Pájaro Moscón lo construye de manera que su elasticidad resulte muy duradera, cerrándose cada vez que el pájaro entra en el nido y abriéndose cuando sale. Su longitud varía de 3 a 8 cm. y el diámetro es de 3 cm. Un macho de Pájaro Moscón tarda en construir un nido de 8 a 16 días, pero hay que tener en cuenta que en los últimos días es ayudado por la hembra que es quien en realidad realiza todo el trabajo de forrar y acondicionar el fondo. Este es macizo y suele corresponder a la tercera parte de la altura total del nido. El peso medio de éste es de 32,5 gramos y la altura oscila entre 135-145 mm. con una anchura de 75 a 85 mm. El fondo es, naturalmente, la parte más pesada, dos terceras partes del total y, puesto que está colgando de la rama, el centro de gravedad queda muy bajo con lo que el equilibrio es perfecto y su movimiento oscilante con fuerte viento muy pequeño. El nido está tan bien calculado y enganchado en la rama, que puede soportar vientos hasta de 80 km. por hora. Según los estudios de los ornitólogos aragoneses, el material de los nidos obtenidos por ellos en Zaragoza era de un 21 % lana, el 77% amentos de chopo y el resto otras fibras vegetales. El deshacer estos nidos es una tarea difícil por lo entretejidos que están. Así se explica que permanezcan con frecuencia de un año para otro. Por la información que Aragüés y Lucientes dan sobre la especial conducta de los machos de Remiz pendulinus al comenzar la época de cría, creo que estamos ante un pájaro que desarrolla una actitud en cierto modo parecida a la del más conocido Chochín Troglodytes troglodytes. Los machos de este comienzan en marzo y sólo ocasionalmente antes, a construir nido. Normalmente no hacen más de tres. Cuando la hembra elige no es aparentemente atendiendo al canto del macho o a su celo, sino que visita uno por uno los nidos y al fin se decide a arreglar el que más le agrada. Lo rellena y forra por dentro con muy diversos materiales, sobre todo plumas y musgo. Esta podría ser la actitud de la hembra del Pájaro Moscón. ¿Es posible que la habilidad del macho para la construcción y su sentido artístico sean el mejor señuelo para atraer una hembra? A partir de abril pueden comenzar las puestas. Normalmente consisten en 5-7 huevos, pero también de forma ocasional se encuentran de 8, 9 y 10. Son blancos, alargados y lógicamente muy pequeños. Aragüés y Lucientes dan un promedio de 14,7 x 9,3 mm. Hay máximos de 14 x 10 mm. y 18 x 11,3 mm. La altura a que anidan estos pájaros no permite que las observaciones sean fáciles, pero se sabe que la incubación suele durar entre 14 y 16 días. La salida del nido se produce a los 15-18 días y en los últimos momentos los pequeños pendulinus asoman al embudo para ser alimentados allí por los adultos. Se dice, sin embargo, que sólo la hembra los ceba (Geroudet, 1954). Mientras dura la incubación el macho va con frecuencia al nido para alimentar a la hembra, pero parece claro que él no incuba. El éxito en la reproducción es bueno, puesto que el nido al permanecer cerrado está al abrigo de depredadores y en cuanto las hojas de los árboles han brotado queda completamente oculto o disimulado. Los huevos, blancos traslúcidos, apenas son visibles entre el fondo de lana y amentos que resulta un colchón mullido y caliente donde la incubación se mantiene, aunque la hembra se ausente por mucho tiempo. Normalmente hacen dos puestas cada temporada y en cuanto los pollos salen del nido vuelan en compañía de los adultos, formando pequeñas bandadas que se distribuyen por zonas pantanosas y sobre todo por carrizales donde continuamente picotean las semillas de la Espadaña Typha y del Carrizo Phragmites. Parece, pues, que estas semillas forman una parte muy importante en su alimentación durante el otoño e invierno, pero también comen pequeños gusanos e insectos que encuentran entre la vegetación palustre. Los estómagos examinados de

pendulinus capturados en la marisma de Playaundi (Fuenterrabía) en 1967 y 1968 estaban completamente llenos de semillas del Carrizo Común Phragmites communis. También había unos pequeñísimos coleópteros y alguna oruga verde muy pequeña. Los mayores enemigos que tiene el Pájaro Moscón parecen ser los córvidos, que, en opinión de Aragüés, destruyen muchos nidos, en especial las urracas Pica pica. Su caza no es difícil, porque cuando se mueven entre los carrizos, parecen completamente ajenos a la presencia del hombre y permiten un relativo acercamiento sin huir. También los carrizales son sus dormideros favoritos y en el otoño e invierno se forman allí buenas concentraciones de estos pájaros. En España criaba antes fundamentalmente en el valle del Ebro y localmente en determinadas zonas de Levante. Pero desde hace unos años su expansión hacia el Oeste y Sudoeste ha sido grande. Nuevas colonias se han descubierto en las cuencas de los ríos Tajo, Jarama, Henares y otros del centro de Iberia. Las provincias de Toledo, Guadalajara, Madrid y posiblemente ya Cáceres y Badajoz, aunque para estas dos todavía no se dispone de datos seguros, se han incorporado a Navarra, Rioja, y Levante. Fundamentalmente usan también en las zonas colonizadas recientemente, el Álamo blanco para anidar, pero se ven nidos en chopos, no sólo los que crecen en las orillas de los ríos, sino en colas de embalses y también a más baja altura sobre sauces. Sin embargo, la mayor concentración está aún en las arboledas de las orillas del río Ebro. Muchos son los nidos que, observando detenidamente los álamos, se ven durante el invierno pendientes a gran altura, normalmente entre 4 y 15 metros. Puede estimarse como altura media la de 8-9 metros. También ocasionalmente se encuentran nidos a 2 metros de altura y estos casi siempre sobre el agua del río. Nuestro nido:

Se encontró el pasado mes de enero en las inmediaciones del la Atalaya, está construido sobre una rama de álamo blanco Populus alba, aprovechando la

bifurcación de la rama, que se supone sirvió de base para fabricar los laterales de la bolsa y luego se unieron estos por la parte de abajo. Tiene por tanto dos orificios que unidos hacen la posición anatómica del buche de la hembra, detal manera que cuando estuviera incubando los huevos por un agujero, el más alto sacaría la cabeza, mientras que por el orificio más bajo sacaría la cola. El material del que está hecho es un tejido que se asemeja mucho al fieltro, mullido y blando pero a ala vez resistente al peso que tuvo que soportar. Parece hecho con el plumón de la espadaña de los carrizos y también con los frutos también plumosos de los álamos, ya que se observan algunas semillas de este árbol incrustadas en el tejido. Es muy curioso que el constructor del nido mantuvo las hojas que cuelgan de las ramas que sirvieron de guía, probablemente para que el nido pasara desapercibido a la vista de posibles depredadores. El color es gris ceniciento pero suponemos que fue blanco y que se tiñó por impregnación del agua de lluvia que pudo arrastrar la oxidación de los productos de la corteza del álamo. Como curiosidad se cuenta que no fueron los hombres quienes inventaron el calcetín. Se limitaron a copiarlo de esta pequeña avecilla silvestre, que lo fabricaba desde varios milenios antes. Incluso es fácil que los primeros calcetines que nuestros ancestros colocaron en los delicados piececillos de sus hijitos fueran ni más ni menos que verdaderos nidos de Pájaro Moscón. Actualmente, en algunas regiones de Europa se siguen usando con este fin. Y en Aragón, al Pájaro Moscón se le conoce como "pealero", por su habilidad para fabricar "peales", o sea, calcetines. José María Rodríguez Santos