Nuestro Barrio, Nuestra Historia La casa, la calle, el vecino, la vecina, los niños, los jóvenes, el negocio de la esquina, la escuela, la sede vecinal… todos son protagonistas de la Historia de su Barrio. Así como Alonso de Ercilla narró las andanzas de los españoles en la América recién descubierta o Sergio Villalobos plasmó con lujo de detalles la Historia de Chile, hoy son nuestros propios vecinos quienes construyen esta historia de hechos pasados que nos trasladan hasta el presente, para valorarnos e identificarnos con nuestro barrio, y así poder proyectarnos positivamente hacia un futuro que podemos modificar de acuerdo al bien común. Historia Barrio Quinto Centenario



Aquí nos encontramos con narraciones directas de quienes vivieron estos hechos. La esperanza de la nueva casa, el primer hogar, el miedo frente a los temporales, las dificultades de las calles sin pavimentar, el comercio, los vecinos que venían de los más diversos lugares, la lucha diaria por mejorar nuestra calidad de vida. Tal vez nuestro barrio no es el más grande ni el más bonito, pero es nuestro y lo construimos y lo seguimos construyendo entre todos, es el que nos determina como personas y como grupo, y es el que recordaremos como hoy lo hacen los miembros de la tercera edad, esos viejitos que dejaban de dormir y de comer para conseguir sus terrenos y sus casas, porque ellos nos repiten una y otra vez que después de toda una vida de sacrificios: “el esfuerzo valió la pena”. Esperamos que disfruten la lectura de las siguientes páginas, aprendan de las penas y de las alegrías, disfruten de las fotos y de las anécdotas, y que mantengamos siempre esa preocupación por preservar lo que ocurre en nuestro barrio, con recortes, con grabaciones, en las conversaciones… para que el día de mañana nuevas generaciones valoren lo que ocurre aquí, en mi casa, a la vuelta de la esquina y así seamos más unidos, más humanos.



Quiero Mi Barrio

Quiero mi Barrio

El Programa de Recuperación de Barrios del Ministerio de Vivienda y Urbanismo – “Quiero mi Barrio” - tiene por objeto contribuir al mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes de barrios que presentan problemas de deterioro urbano, segregación y vulnerabilidad social, a través de un proceso participativo de recuperación de los espacios públicos, recuperación social y de los entornos urbanos de las familias.

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Plano de Ubicación



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Nuestra Historia El Barrio Quinto Centenario, entregado oficialmente el año 1993, pertenece al sector llamado “Los Riscos”, el cual como señala su nombre posee fuertes pendientes y quebradas, las que colaboran en su delimitación territorial y organizacional. Sus límites son, al norte con Barrio Plazas de Chivilcán, al poniente con quebrada que separa de sector Los Riscos y con línea imaginaria correspondiente al límite de la JJVV Quinto Centenario, al sur con línea de fondos de sitio ubicados en pasaje Puerto Cisnes, correspondiente a límite de la JJVV Quinto Centenario y al oriente con calle Los Riscos, hasta empalmar con línea de fondos de sitios ubicados en Calle Fernando de Aragón correspondiente a límite de JJVV La Española. Las familias accedieron a la vivienda, por medio de un proceso de postulación formal con SERVIU, a través de comités provenientes de distintos sectores de la comuna, por lo cual fue dicha institución quien designó las viviendas así como la ubicación de las familias, entre otros aspectos, concretándose el proceso en 1993, con la entrega de viviendas, dando origen a la “Villa Quinto Centenario”, no existiendo procesos de toma de terreno, u otro tipo de acción informal que diera origen al Barrio.

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Junto a la entrega de las viviendas, se creó la Junta De Vecinos Villa Quinto Centenario de Pedro de Valdivia, la cual fue fundada el 25 de Mayo de 1993, con la personalidad jurídica 180 y funcionando hasta la fecha en la sede social de calle 12 de Octubre, la que en un periodo de tres años funcionó como Jardín Familiar de la JUNJI, debido a la demanda que surgía a partir de la inserción laboral de las mujeres del sector. Por su parte, el 13 de noviembre de 1996, se conformó la segunda Junta de Vecinos, “La Española”, la cual se constituyó como tal, en reunión de asamblea realizada en Fernando de Aragón 0881. La Constitución de dicha organización territorial, se justifica en razón de las problemáticas y demandas urgentes de una parte importante del barrio. Unidos desde el campamento La mayor parte de los vecinos del Barrio Quinto Centenario proviene de los campamentos que se encontraban en este mismo emplazamiento, el que formaba parte de un conocido sector del Campamento Lanín: “El Hoyón”. Otro importante grupo proviene de campamentos ubicados a orillas del río Cautín, tales como Santa Laura, Santa Lucía, Santa Elena, El Progreso, Las Cataratas y Los Boldos (al final de calle Bello), cuyos habitantes fueron erradicados 

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durante la administración del alcalde Camilo Salvo, en preparación a la construcción de la Avenida Los Poetas. Es así que los pobladores de dichos campamentos se organizaron en comités de vivienda y en 1991 empezaron a postular, lo que para muchos significó realizar diversos beneficios y actividades para alcanzar la cifra de inscripción que bordeaba entre los 25 y los 30 mil pesos. Según los testimonios relatados, en esa época se notaba la importancia de estar organizados: todos los integrantes del comité ayudaban en los beneficios con el objeto de reunir el dinero para que todos los vecinos pudieran postular y nadie se quedara sin casa. Los dirigentes de los comités seguían de cerca el proceso de las postulaciones y fueron los encargados de avisar la adjudicación de las viviendas, aunque también hubo algunos que se enteraron por la publicación aparecida en el diario. Los vecinos del Barrio Quinto Centenario recibieron las llaves de sus casas a las 16 horas del martes 4 de febrero de 1992, en una ceremonia realizada en la multicancha de la población. A la mayoría le llamaba la atención lo bien implementado del lugar: calles pavimentadas, electricidad, agua potable y alcantarillado, un sueño en comparación a la vida en los campamentos. Historia Barrio Quinto Centenario



“Para mí era un sueño tener una casa” Fue la primera vecina en llegar a la población con su esposo y sus dos hijos, luego de pasar diez años anhelando la casa propia.

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Antes de llegar aquí vivíamos en Campos Deportivos, calle Tromén, le arrendábamos una piececita a mi suegro. No llevábamos una vida digna porque era una pieza chica, con piso de tierra, cuando llovía entraba agua y se formaba barro. Mi hijo mayor sufrió harto con eso porque yo lo tenía encima de la cama no más, no lo podía dejar caminar en el piso porque estaba húmedo; vivimos diez años en esas condiciones, hasta que nos cambiamos a esta casa. Postulamos a casa los dos con mi marido, pero nos dijeron que sólo uno debía postular, así es que lo hice yo. Después yo creo que obtuve la casa porque iba casi todos los días a SERVIU, a veces me iba y volvía de a pie; también me ayudó harto un asistente social, don Fernando. Así es que catetié harto, porque para mí era un sueño obtener una casa. Después de vivir 10 años como allegados… esperé un año más para saber que me iban a dar la casa. Para conseguir la casa pagamos unos 150 mil pesos. Eso lo juntamos con el trabajo de mi marido. De lo que ganaba en el día dejábamos la mitad para la comida y los gastos diarios, y la otra mitad la íbamos a dejar al banco. La noticia Me enteré de la noticia justo un día que fui al SERVIU, me dijeron: “sabe que a ustedes les va a tocar casa en tal parte y ya se las van a empezar a construir”… y me vine al tiro a mirar, para saber si era verdad… todavía estaba rodeado de zarzales y en algunas partes habían botado basura, pero igual me gustó, por el hecho de que iba a tener una casa que iba a ser mía. Le conté a mis hijos, a mi esposo y vinimos a mirar. Después ya empezaron a limpiar y a construir y ahí quedó más bonito. Historia Barrio Quinto Centenario

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Yo venía casi todos los días a ver la población. Estaba cerrado alrededor pero yo igual veía y desde que estaban construyendo decía “ésta va a ser mi casa”. Y cuando me llamaron del SERVIU para elegir mi casa justo quedaba ésta y la elegí. Yo de aquí no me muevo. Ese año se estaba celebrando el quinto centenario del descubrimiento de América, por eso la población se llama así. Entonces, así como antes iba casi día por medio al SERVIU, después me venía casi todas las tardes a ver como construían la población. Incluso le pedíamos permiso al sereno para que nos deje pasar a mirar y a veces nos dejaba pasar un ratito. La llegada Nos entregaron las llaves, vine a conocer la casa y de ahí me fui a arreglar mis cositas y a arrendar un camión para trasladarnos al día siguiente. Cuando llegamos estaba lista la población, las casas tenían electricidad, agua y alcantarillado. Todos veníamos de diferentes partes y nos conocimos cuando llegamos acá. Nuestros hijos crecieron aquí y se hicieron amigos.

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Fui la primera en llegar a ocupar mi casa, a las 6 de la mañana del día siguiente. Como a las 10 de la mañana llegó mi vecina, Lorena Aedo, actual presidenta de la Junta de Vecinas. Claro que la casa era tan chiquitita que armábamos la cama aquí para los cuatro y cuando nos levantábamos la guardábamos, pero estábamos felices por estar en “nuestra casa”. Mi hijo menor tuvo más suerte de criarse acá, porque ya podía caminar en el suelo; no como el mayor que tuvo que estar casi siempre arriba de la cama. La casa original sólo tenía dos piezas. Después nosotros le agregamos dos más y un muro para no tener problemas con los vecinos. Después empezamos a construir hacia atrás con unas tablas del taller de mi marido que arreglaba zapatos. Los primeros días hacíamos planes, conversábamos que no importaba que la casa fuera chiquitita, pero ya teníamos donde estar tranquilos. Casas nuevas El primer invierno que pasamos aquí, cuando se estaban construyendo estos edificios que están al lado de la población, se vino un derrumbe en mi patio de agua y barro… después pusieron una especie de defensa con piedra y ahí ya no ha vuelto a caer nada. Estas casas están muy cerca del cerro y la tierra es muy blanda, entonces hay mucha humedad. Ese reclamo lo hicimos a través de la presidenta de la Junta de Vecinos, Lorena Aedo, y vinieron del SERVIU a ver la casa. Ellos dijeron lo que ocurría y que además hay un problema de termitas. Recientemente, una persona del SERVIU me dijo que ya no construya nada más, porque Historia Barrio Quinto Centenario

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mi casa (y las de mis tres vecinos) está en una zona de riesgo de derrumbes. Así es que me van a entregar una nueva. Entonces nos van a hacer las casas nuevas, con piso de cemento, y nosotros vamos a tener que pagar 200 mil pesos. Vecinos Al principio no hubo mucha comunicación entre los vecinos, todos eran muy individualistas. Pero últimamente se están empezando a unir más gracias a la labor de la señora Teresa, la presidenta del comité de adelanto. Ella ha organizado fiestas de navidad, juegos… es buena organizadora de eventos… El comité de adelanto está ayudándonos a mejorar las casas. Siempre nos reunimos en la sede y a veces vamos a pasear a la multicancha. Con el Programa “Quiero mi Barrio” esperamos que podamos arreglar la sede y lograr otros avances.

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“Para nosotros era una casa enorme” Llegó desde la orilla del río y hasta que le entregaron la llave no sabía cuál era su casa, la que consiguió con la ayuda de su hermana y que arregló con la colaboración de sus vecinos.

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Antes de llegar aquí vivíamos en una pieza, a la orilla del río Cautín, en la población Santa Laura. Allá también fuimos fundadores, había unos eucaliptos, los echamos abajo y vendimos la madera a un aserradero. Con el dinero pusimos luz, hasta que obtuvimos los sitios que nos entregó José García Ruminot. Vivíamos con mi hija, en una piececita bien fea, teníamos llave afuera y nuestro sueño era tener una casa. En la noche con mi hija pensaba en cómo iba a ser mi casa cuando tuviera la oportunidad de postular… me la imaginaba de mil maneras. Lo pasamos muy mal, con baño de pozo, ahí vivimos unos dos o tres años en muy malas condiciones. En Santa Laura se armó un comité y nos dijeron que por ahí iba a pasar la carretera, así es que teníamos que postular “sí o sí” a una casa. Así es que ahí me puse las pilas, lavaba ropa ajena y mi hermana me ayudó mucho a postular. Teníamos que juntar 25 mil pesos, pero para mi era muy difícil conseguir esa plata y ella me ayudó. Cuando nos inscribimos yo tenía la esperanza de que el SERVIU me iba a entregar una casa. Fui una de las últimas en llegar a elegir la casa al SERVIU porque estaba embarazada y no tenía plata para la micro, así es que el grupo se fue adelante, yo me fui atrás, y no sabía entender los planos, por eso elegí al azar y me tocó aquí. Abríamos las ventanas… El día de la entrega hicieron un acto en la multicancha , nos entregaron las llaves... no hallaba la hora de saber cuál era mi casa. Cuando nos entregaron las llaves estaba con mis Historia Barrio Quinto Centenario

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Los tiempos a la orilla del río.

dos sobrinos y nos pusimos a llorar los tres abrazados. La casa era chiquitita, pero para nosotros era algo inmenso; abríamos las ventanas, salimos al patio, estábamos contentos, encontramos el sitio enorme. La casa tenía un baño y una cocina del mismo porte y había una pieza. No cabían todas mis cosas, así es que lo que no cabía lo dejábamos afuera tapado con nylon y el resto en cajas adentro de la ducha, y cuando queríamos ducharnos sacábamos las cajas y las dejábamos encima de la cama. Estábamos contentos, medios incómodos, pero igual sabíamos que más adelante íbamos a poder hacer arreglos. De la orilla del río trajimos una pieza, un vecino me ayudó a desarmarla y aquí varios vecinos me ayudaron a armarla de nuevo, entre todos martillando, midiendo el nivel… aprendí varias cosas de hombres… me demoré varios años en armar mi casa. El primer arreglo fue como a los dos años: una nueva pieza. Aquí entregaron viviendas progresivas. Cuando llegamos estaban las casas, todo pavimentado, con agua, electricidad, con todo listo y si había algún desperfecto había unos caballeros revisando y ayudando a arreglar los problemas… en ese sentido ningún problema. Después de los 25 mil pesos que pagamos para que nos entregaran las casas, seguimos pagando unos dividendos 18

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de 5 mil y algo y después fue bajando hasta los últimos que fueron de 3 mil y tanto. Pagamos durante unos tres o cuatro años y después fuimos favorecidos quienes no teníamos atrasos en los pagos con una cuota final que en mi caso fue como de 33 mil pesos. El comité ha conseguido cosas Aquí se armó un comité y ahí se consiguieron varias cosas: una cancha, el jardín infantil y un área verde al lado del jardín infantil. Ahí hay que reconocer que las que trabajaron mucho fueron las dirigentas de la población. El jardín infantil se llamaba “Conejín”, yo tuve a mi hijo allí. Ahora no existe y a las mamás les hace mucha falta. Algo que sirvió mucho fue la construcción de la cancha, para que los niños se recreen y no estén parados en las esquinas… ahí también se hacen campeonatos, celebraciones para Navidad y el 18 de septiembre. Lo que era el jardín infantil ahora es una sede y se está luchando para que esa sede se demuela y se construya una nueva, algo más grande. Lo más positivo del barrio es que somos unidos con los vecinos, nos entendemos bien.

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“Esta casa significó un cambio muy grande” Con 20 años de matrimonio, Inés Ancán y Luis Acuña han pasado la mayor parte de su vida en este barrio. Como lo señalan, uno de sus hijos aprendió a caminar aquí y constantemente se han preocupado de mejorar su vivienda.

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Inés relata que cuando tenía unos tres años vivía en la población Santa Elena, en la bajada de Portales, en el pasaje “Estrella”: Mis papás llegaron a fundar ese sector hace como 50 años, en una toma, yo viví con ellos hasta los 19 años, cuando me casé. De ahí estuvimos arrendando como un año, hasta que supimos que iban a hacer una toma cerca de unos eucaliptos y unos boldos, la gente le decía “Los Boldos” a ese sector, al final de San Antonio, al final de calle Bello. Nosotros fuimos a la toma de los eucaliptos y formamos un campamento, estaba todo lleno de piedras, teníamos que ir a buscar agua con baldes donde unos vecinos de San Antonio. Nuestra casa era una ranchita hecha con papelillo, las ventanas eran una especie de tarimas que se abrían y cerraban. Por eso ahora nos sentimos como ricos. Eso fue provisorio. Después que echaron abajo los eucaliptos nos empezaron a repartir los sitios por número y a nosotros nos tocó a la orilla del río, no donde estábamos. Ahí estuvimos viviendo como un año y tanto, en una calle que se llamaba las cataratas. Ahí tenía a mi hija chiquitita, Paulina tenía como dos años. La oportunidad Por su parte, Luis indica que trabajó en tapicería y después en construcción: No había locomoción así que salíamos a trabajar en bicicleta o a pie. Esa parte donde nos tocó tenía un problema: no se podía colocar alcantarillado porque estaba muy cerca del río. Entonces ahí nos dijeron que teníamos la oportunidad de postular a sitios con casa en el sistema de vivienda progresiva en el sector Pedro de Valdivia. Entonces postulamos.

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En esa época estaba de alcalde Camilo Salvo, y él dijo que nos iban a sacar de ahí rápidamente porque por los terrenos que ocupábamos iba a pasar la costanera. Él nos incentivó a formar una directiva para apoyar la postulación a las viviendas progresivas. Después construyeron esta población y salimos favorecidos. Claro que para postular había que tener una cierta cantidad de plata, entonces empezamos a hacer humitas, empanadas… Cada uno debía juntar como 20 mil pesos, entonces hicimos actividades comunitarias para que a nadie le faltara el dinero para postular a su casa. Éramos como veinte familias las que nos organizamos, vivíamos en una calle larga a la orilla del río. Nos inscribimos el año 91 y nos enteramos por el diario cuando salimos favorecidos. Nuestra directiva iba siempre al SERVIU para informarse de cómo avanzaban los trámites, entonces nos avisaron el día que iba a salir publicada en el diario el listado de beneficiados: ahí nos encontramos con el listado de personas del sector Las Cataratas que había salido favorecido con viviendas progresivas en el sector Pedro de Valdivia .

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Nos volvimos locos Cuando vimos el resultado nos volvimos locos y vinimos enseguida a ver las casas, pero no nos dejaron entrar, así es que nos juntamos un grupito el fin de semana y ahí pudimos pasar a verlas. Significó un cambio muy grande de cómo vivíamos a la orilla del río, con los niños chicos, ya tenía una guagua de nueve meses: allá no había baño, teníamos pozos negros. En cambio aquí estaba todo pavimentado, había agua, electricidad y alcantarillado. Para trasladarnos desarmamos la casa que teníamos a la orilla del río y la trajimos arriba de un camión y después vinieron mis hermanos y la armamos detrás de la casa que nos entregó el SERVIU. Nos alegrábamos de pensar que aquí las guaguas ya no se nos iban a enfermar, porque allá, a la orilla del río, vivían con bronconeumonía. Los vecinos estaban todos contentos, incluso salieron botellas de champaña para celebrar. Aquí nos encontramos con unos 10 vecinos que venían del mismo sector de donde estábamos antes, pero nosotros fuimos de los primeros en llegar. Aquí se entregaron dos tipos de casas: progresivas y básicas, las básicas ya venían con dormitorios y living comedor. Mis hermanos también trabajan en la construcción, así es que ellos nos ayudaron a arreglar la casa en un fin de semana. Y ahora hace poco, más o menos en julio, otra vez nos ayudaron a mejorarla aún más. Inés tenía un sueldo, así es que todo los meses iba dejando plata para comprar palos y tablas: ahora ya tenemos todo cerrado, pero nos falta hacer algunas terminaciones en el 2º piso.

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Ahora estamos bien gracias a Dios. Como vecinos tratamos de mantener limpio y en general nuestra población es tranquila. Aquí a la vuelta, en la sede, se hacen las reuniones de la junta de vecinos. Recuerdos de Inés Teníamos una vecina que se preocupaba de reunir a los niños para hacer actividades. Por ejemplo, para la Navidad se hacía un pesebre “vivo” con los mismos niños actuando, pero eso se perdió, ya no se hace. Nosotras mismas nos preocupábamos de arreglar a los niños, disfrazarlos de angelitos. Tenemos bonitos recuerdos en esta población. Por ejemplo mi hijo menor aprendió a caminar aquí; también recordamos una vez en que se puso a nevar y todos los vecinos salimos a jugar a la calle como cabros chicos tirándonos nieve. Ahora no es que estemos peleados, pero ya no existe esa unión que existía antes, ahora cada uno vive su propia vida, estamos más individualistas. Da la impresión de que antes, cuando estábamos más complicados, la gente era más unida, y ahora que estamos mejor se han puesto más orgullosos. Nosotros siempre hemos sido iguales y damos gracias a Dios por todo lo que hemos logrado, porque gracias a él hemos tenido trabajo y oportunidades. Actualmente se está aplicando un programa de mantenimiento de vivienda, en que uno coloca una Unidad de Fomento y las otras cincuenta las coloca el Gobierno, así es que aprovechamos eso para hacer el cortafuegos y empezar el 2º piso de la casa.

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Preocupación por la limpieza A futuro, como familia, en primer lugar esperamos seguir unidos y terminar la ampliación de nuestra casa. Hace como ocho años mi esposo se operó de la columna y tiene una enfermedad crónica, por lo que no puede salir y trabajar fuera de la casa, pero de todas maneras hemos podido salir adelante. Como barrio, nos gustaría que la gente se preocupe más de la limpieza, porque a veces nuestros mismos vecinos botan basura aquí en la población y el camión de la basura pasa todo los días así es que es pura dejación botarla en otros lugares.

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“Dormimos seis meses debajo de una mesa” Rosa Sáez nació en Padre Las Casas, en la población Thiers. Cuando tenía 14 años se vino con sus papás a Temuco, a la Población Dreves. Luego vivieron en la Población Lavanderos (años 80) y finalmente en el Campamento Lanín, sector Laraquete B (1985). Como ella misma cuenta, allí aprendió a luchar.

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La vida en el campamento era triste, nosotros jamás habíamos estado en un campamento, y las circunstancias de la vida nos hicieron llegar ahí. Nos pasaron el dato de que en el sector Lanín se podían tomar terrenos, así es que de la noche a la mañana junté a mi familia – mis tres hijos y mi esposo - y me tomé un terreno. Ahí había drama todos los días, se escuchaban disparos, había que pelear para lavar, para buscar agua, para entrar a un negocio, era malo para los niños estar ahí, incluso los vehículos no entraban por miedo, pero era la única opción que teníamos porque no nos alcanzaba para arrendar. Nuestra mediagua era de papelillo que nos habían regalado y el techo de fonolitas, la cocina tenía piso de tierra y cuando llovía entraba agua. Los inviernos significaban barro y teníamos que ponernos botas para ir a buscar agua a la cocina y no ensuciar el resto de la casa. Ahí aguantamos dos años y cuatro meses. La vida era horrible, vivíamos en el barro, teníamos una mediagua con tres dormitorios que se goteaba entera, teníamos unas ventanas de palo que mi marido había hecho.

“Quienes más sufrían en el campamento eran los niños, los hijos”.

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A la casa llevábamos agua en baldes y después mi marido instaló mangueras para llevar el agua dentro de la casa, pero eso nos costó la salida del campamento porque a un vecino no le gustó lo que hicimos, decía que habíamos sido los últimos en llegar a ese sector y ya teníamos agua dentro de la casa. Hasta que un día persiguió a mi papá con un hacha, mi marido le pegó y estuvo detenido un día. Así fue que preferimos salir de ahí. Debajo de una mesa Vendí mi mediagua y nos fuimos de allegados donde mi hermano, también dentro del campamento, donde los cinco dormimos debajo de una mesa durante seis meses. No es que fuera mala voluntad de él, lo que pasa es que mi hermano no tenía espacio para tenernos. Así es que en la noche armábamos nuestra cama debajo de la mesa y al día siguiente teníamos que levantarnos temprano, desarmarla y ordenar todo. Era una situación totalmente indigna, mi sueño era salir de ahí y no molestar, porque yo sé que una persona allegada siempre molesta, aunque sea la casa de un familiar, sobre todo cuando hay niños. Esto sucedió hasta que un día fui a la intendencia a hablar con el seremi de Vivienda. Yo me lo pasaba en la intendencia molestando al seremi, iba con mis niños, y él me decía que tenga paciencia que ya se iba solucionar nuestra situación. Hasta que me dijo “tráeme una grabación para que demuestres como vives”. Así es que le pedí a mi hermano que sacara fotos cuando nos acostábamos, cuando nos levantábamos y con eso parece que me creyó, porque me dijo que fuera a la inauguración de la población, de ahí me envió a hacer unos trámites con su secretaria, 28

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a la notaría, sacar la plata del banco, pagué la casa y me entregaron las llaves. Cuando me entregaron las llaves no lo podía creer, incluso nos habíamos encalillado en préstamos para conseguir el dinero necesario… Era un sueño que se nos estaba cumpliendo. En la tarde llegó mi marido y preguntó “¿y dónde está mi gente?”, “en la casa”, le dijeron; “¿y en cuál casa?”, “en la de ustedes, pues”; y ahí lo trajeron: fue una felicidad inmensa. Teníamos la sala de estar, la cocina y el baño, así es que ahí pusimos literas y quedaba un espacio para el brasero y una mesita. Para nosotros era más que un castillo, era MI casa, era lo mío donde ya no iba a mirar más caras a nadie. Ese ha sido uno de los momentos más importantes en mi vida, porque andar de allegado es lo peor, no se lo doy a nadie. Los primeros tiempos Mi primer vecino fue Luis Jara, después llegó la señora Dina Garrido y don Jeremías Flores. Ellos fueron las primeras personas con las que tuvimos contacto. Éramos un grupo en que si nos faltaba algo nos ayudábamos entre todos. Una de las cosas que se hacían en esos primeros tiempos de la población era que los hombres se turnaban para cuidar las casas en la noche, porque había muchos mal intencionados que querían entrar a robar. También entre todos hacíamos celebraciones en el pasaje: un asado, carne al disco, con bebidas, cervezas… Compartíamos entre nosotros como una familia. Es una

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lástima que todo eso se fue perdiendo con los años, hoy en día cada uno se preocupa de su propia familia, yo no sé lo que le pasa al vecino y ellos tampoco saben si me pasa algo a mí. En este sector, hasta no hace mucho tiempo, se tapaban las alcantarillas. Eso se arregló el año pasado. Y como yo tenía niños chicos no podía estar con esa mugre que salía de las alcantarillas, así es que salía con una manguera a limpiar y sentía que unas vecinas se burlaban de mí por el hecho de que salía a limpiar con agua y con cloro. Dirigenta vecinal Comencé a participar en la junta de vecinos sólo como socia, hasta que una vecina me dio una responsabilidad como encargada de mi pasaje, eso fue hace como tres años atrás, y mi labor era informar a los vecinos de lo que ocurría y lo que se acordaba en las reuniones. Lo bueno era que me sentía considerada por la junta de vecinos, pero lo malo era la poca participación e interés de los vecinos. Actualmente participo como primera directora de la junta de vecinos, cargo que asumí este año, y ha sido algo muy importante en mi vida. Mi labor es que cuando faltan dirigentes yo tengo que estar ahí, por ejemplo si falta la presidenta yo puedo estar en representación de ella. Actualmente estamos trabajando con el Programa Quiero mi Barrio, que significa algo muy bonito para nosotros, porque vamos a poder mejorar nuestro barrio, tener una linda cancha, una linda sede donde podamos participar con los vecinos, con mesas y sillas para adultos y no con muebles de jardín infantil como lo hacemos ahora, o 30

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El equipo “Las Panteras”.

prestársela a los jóvenes para que hagan sus reuniones y actividades. Las Panteras Hasta el año 2001 más o menos jugué fútbol en el club “Las Panteras”, con mis dos hijas, pero me lesioné las piernas y me tuve que retirar, ellas mismas me pidieron que me retirara y al poco tiempo ellas también se retiraron. Pero igual me sigue gustando el deporte, mi yerno practica fútbol y yo lo acompaño a donde jueguen. También entrené a niños y juego con ellos aquí en la población como una niña chica. Antes formábamos grupos de mujeres futbolistas en que compartíamos harto y cumplíamos con los entrenamientos. Yo creo que me faltó jugar cuando era niña, por eso ahora estoy recuperando el tiempo perdido. Lo mejor para todos Creo que la experiencia de vivir en el campamento Lanín me sirvió para ser más luchadora. Cuando llegamos recién a Lanín había gente que me gritaba “¡Córrete, tú no puedes sacar agua de aquí!” y yo me iba a la casa llorando, hasta

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que una vecina me dijo que no tenía que ser así, que tenía que pelear. Pero tampoco era motivo de orgullo que mis hijos me vieran peleando por el agua, no era un buen ejemplo. Incluso los mismos carabineros nos recomendaban irnos de ahí porque sino alguien iba a terminar muerto. Afortunadamente Dios nos escuchó y nos sacó de ahí. Ahora lucho por mí y por mis vecinos, aunque antes se rieran porque andaba limpiando la calle. Ahora me da lo mismo, yo hago lo que creo que es más conveniente para todos.

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“Era tanta la ansiedad por tener una casa” Actual secretaria de la Junta de Vecinos del Barrio Quinto Centenario, se fue de la casa a los quince años con un hijo pequeño, para vivir en un campamento a orillas del río Cautín.

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Viví cinco años en un campamento, lo que fue terrible porque vivíamos entre el río y un canal, y cuando subían los dos teníamos que salir arrancando para que no nos llevara el agua. Vivíamos en una mediagua que tenía dos piezas y una ranchita que usábamos de cocina; también teníamos pozo negro y compartíamos un pilón para sacar agua. Para la electricidad nos colgábamos a los cables, lo que era súper peligroso pero no teníamos otra alternativa. Una de las cosas más destacadas del campamento Santa Lucía es que la gente era muy unida, a pesar de la pobreza en que vivíamos. Teníamos un comité integrado por 47 familias que vivíamos en una calle larga a la orilla del río y los 47 postulamos a casas. Unos pocos se fueron para Villa Austral y el resto nos vinimos para acá, mitad y mitad. Pagamos ocho años Para postular a la casa debíamos tener 30 mil pesos en una libreta y después pagar dividendos. La mayoría no alcanzaba a reunir el dinero para postular a la casa, así es que tuvimos que hacer diversas actividades para juntar el dinero, por ejemplo vender bingos, rifas y cosas para comer. En mi caso, tenía algo de dinero pero mi esposo se quebró una pierna y yo estaba embarazada, así es que también teníamos problemas para completar la cantidad que nos pedían. Lo bueno fue que alcanzamos a pagar 8 años y después vino una condonación en que pagábamos 50 mil pesos y las casas eran totalmente nuestras. El día de la entrega nos avisaron a través del comité. Se hizo como un acto, nos entregaron las llaves y nos vinimos ese mismo día sin electricidad ni agua. Estaban hechas las instalaciones pero todavía no se había hecho la conexión Historia Barrio Quinto Centenario

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definitiva, a la espera de que llegáramos nosotros. Era tanta la ansiedad por tener una casa con agua, con baño, con electricidad, que ya no queríamos esperar más. Aunque eran casas pequeñitas estábamos contentos porque eran nuestras. Queremos un barrio hermoso Sin embargo, también hemos tenido problemas. Por ejemplo la empresa constructora que hizo las casas nos jugó chueco porque hubo muchas casas con problemas en el piso por ejemplo y también la urbanización tenía algunos problemas, porque hay sectores que se llenan de barro y en que las casas se mojan hasta echarse a perder. Por eso ha sido muy importante establecer un comité de mejoramiento para ir arreglando las casas y los terrenos. Para el mejoramiento de las casas, 47 familias postulamos al programa de mantenimiento de vivienda. Queremos que nuestro barrio sea más hermoso, que esté mejor implementado, por eso es que uno lucha desde las organizaciones, por eso es que acepta un cargo. De las actividades que realizamos como junta de vecinos casi todos participan, son muy pocos lo que no participan. Entre las cosas buenas que tiene este barrio una es la buena locomoción, está cerca del centro, a unos diez minutos. En el caso de nuestra cuadra somos muy unidos y eso también es positivo. A futuro espero que la población sea más linda, que se les entreguen más oportunidades a los jóvenes y a las mujeres dueñas de casa. Pero todavía faltan muchas cosas: arreglar nuestra sede, hermosear la cancha y arreglar el sistema de aguas lluvias.

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“Vivir mejor... Eso es lo que todos queremos” Fue una de las primeras en llegar a habitar su casa el miércoles 5 de febrero de 1992, al día siguiente que se entregó la población. Ha sido presidenta de la Junta de Vecinos de Quinto Centenario desde 2005, elegida en dos oportunidades. Como dirigenta, su único objetivo es el bien común.

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Yo soy nacida y criada en Santiago. Mis papás se vinieron a Temuco en 1986 por motivos de trabajo y yo llegué en 1987. Estuvimos viviendo en Santa Rosa, y después mi papá compró un sitio en Pedro de Valdivia. Después de realizar el proceso de postulación tradicional, obtuve mi casa y llegué a la Población Quinto Centenario el 5 de febrero de 1992. Problemas de agua y humedad Hace varios años que venimos luchando para que se mejoren los terrenos de nuestra población, porque están llenos de vertientes de agua, por lo que el invierno para nosotros es muy complicado. El mayor problema de este barrio es cuando llega el invierno y la mayoría de la gente sufre con el agua. Yo misma, aunque mi casa no se inunda, la parte de adelante queda como una piscina Llevábamos casi ocho años reclamando por esa situación a diferentes autoridades hasta que cuando salí elegida presidenta, en pleno invierno, traje a don José Luis Sepúlveda, director del SERVIU, para que viera cómo estábamos viviendo y ahí empezó a creer lo que le contábamos y empezó a ayudarnos. Después se integró a nuestra causa el entonces intendente Ricardo Celis, quien nos consiguió una reunión con la subsecretaria de Vivienda. Hicimos un disco con fotos de todos los problemas que teníamos y los trabajos que habíamos hecho y se lo presentamos en Santiago, donde nos acompañó el intendente Celis, el diputado Eugenio Tuma y nos encontramos con la sorpresa de que también había llegado don José Luis para apoyarnos en nuestras peticiones. Historia Barrio Quinto Centenario

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Con esa visita conseguimos dos cosas importantes: en primer lugar, que nos integraran al Programa Quiero mi Barrio, que en ese entonces estaba en proyecto, lo que nos va ayudar a mejorar las condiciones del barrio y las relaciones entre los vecinos. Además, conseguimos un estudio del terreno que determinó que algunas casas deberían ser erradicadas por las malas condiciones del suelo. Entonces, en la actualidad estamos trabajando con 15 familias que van a ser erradicadas de ahí y de acuerdo al estudio vamos a determinar si hay otras que erradicar, cuáles se van a reponer y a cuáles se les va a poner radier, porque ese es el objetivo, que el agua no llegue a la madera y la pudra, porque así como están las casas sobre poyos no sirve. Las familias que se van a erradicar son cuyas casas ya no tienen solución, ellos venían hace años pidiendo que los saquen de ahí porque sus casas estaban con agua en invierno y verano. Esos terrenos donde las casas van a ser erradicadas, esperamos ocuparlos rápidamente con áreas verdes, a través del Programa Quiero mi Barrio, para que no vayan a ser ocupadas ilegalmente.

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Labor de dirigenta En general, los vecinos han sido muy buenos y reconocen lo que uno hace con ellos, siempre valoran la ayuda que les llega, me han dicho que están contentos con lo que hemos conseguido en los últimos años. Lo mejor que tiene nuestro barrio es la gente, son muy cariñosos, para nada conflictivos. Por ejemplo, cuando llega a vivir alguien nuevo lo reciben bien. Yo no cambio a mi gente por nada. Tampoco me cambiaría de barrio. Me lo propusieron, pero estoy ahí desde el principio, es mi lugar, conozco a toda la gente, mis hijos se criaron aquí, tienen a todos sus amigos y me gusta trabajar por mis vecinos. Como dirigenta, uno de mis principales objetivos es que la gente viva mejor, y al conseguir eso yo también logro vivir mejor. Eso es lo que todos queremos. Lucha constante Una de las cosas que identifica nuestro barrio es que siempre hemos estado en una lucha constante, siempre reclamando por nuestros derechos. A lo mejor en otras poblaciones se han dejado estar un poco, pero yo creo que el ser dirigente es una responsabilidad grande. El dirigente nace, no se hace, y nace con una actitud de ayudar. Yo soy dirigenta desde los 14 años, cuando vivía en Santiago.

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Cuando me entregaron mi casa me cambió la vida. Sabía que ya no iba a andar de allegada, que mis hijos no molesten a otras personas, que tengamos nuestro espacio propio. Porque cuando uno vive de allegado, aunque sean sus propios padres, siempre molesta. Lo que más queríamos era tener un lugar propio, aunque fuera chiquitito, pero de nosotros, ese era nuestro anhelo. Momentos difíciles Los momentos más difíciles que hemos pasado han sido cuando nos hemos tenido que levantar a las 3 ó 4 de la mañana para ayudar a la gente que se le inunda la casa. Sobre todo porque uno siente una gran impotencia de no poder hacer nada para evitar esa situación, que no tengan que salir arrancando en la madrugada con sus niños porque su casa se está inundando. Una vez hicimos una campaña en la radio para conseguir ayuda para el invierno y lo único que nos llegó fue plástico para poner en los techos. Igual le agradecemos a la empresa que hizo esa donación, pero las autoridades ni se acercaron a nosotros. Actualmente no tenemos un plan de acción para enfrentar el invierno, pero sabemos cuáles son los sectores que sufren más problemas así es que estamos atentos y cuando empieza a llover vamos a visitar esas casas, ver en qué condiciones están y qué necesitan

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Los jóvenes y el barrio A los jóvenes de la población les gusta mucho jugar, les gusta el deporte. Me piden que les hagamos una cancha de tenis –actualmente tienen una dibujada en la calle- que no importa que no tenga las medidas reglamentarias, pero que les sirva para jugar. Es una juventud sana, a lo mejor con pocas oportunidades, pero sanos, y queremos evitar que se corrompan. El barrio ha mejorado en el sentido de que cada vecino se ha preocupado de su casa, de irla ampliando, colocando cercos, arbolitos; cada familia se ha esforzado, y nosotros como junta de vecinos hemos tratado de conseguir juegos para los niños, áreas verdes y cursos para que se perfeccionen los vecinos. De nuestros vecinos, la mayoría de los hombres trabajan en la construcción y las mujeres en casas particulares o en tiendas. El futuro A futuro imagino que mi barrio va a ser más bonito, más acogedor, con áreas verdes, con las casas bonitas, la gente viviendo bien, con una buena sede, una buena multicancha, juegos para los niños; que la gente tenga lugares bonitos y acogedores para reunirse y, lo más importante, con nuestros sueños cumplidos: las casas con radier, donde no pisemos agua, donde no pensemos que si viene una lluvia fuerte vamos a tener que arrancar con nuestras cosas para que no se mojen.

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De la necesidad extrema Los habitantes de Quinto Centenario provenían de campamentos o vivían como allegados en situaciones extremas, al punto de familias que vivían en una sola pieza o con piso de tierra... durante varios años. Muchos casos de ese tipo, conmovieron a las autoridades y se gestionó la creación del Barrio Quinto Centenario para entregar una solución definitiva. Fue un arduo trabajo reunir los poco más de 20 mil pesos necesarios para acceder a la casa propia, por eso, a nadie se le olvida el 5 de febrero de 1992... día en que las familias recibieron las llaves de su hogar, en una ceremonia en la cancha del barrio. A pesar de esta felicidad, que poco después incluyó la condonación de las deudas habitacionales, los vecinos supieron enfrentar inviernos crudos, con inundaciones y enfermedades, hasta llegar a la actualidad, cuando el Gobierno los ha apoyado en el mejoramiento de sus viviendas y de su barrio. Pese a tener algunas diferencias con el Servicio de Vivienda y Urbanismo por algunas fallas de construcción de sus, los pobladores del Barrio Quinto Centenario esperan concretar las anheladas obras que les permitan continuar soñando con un barrio mejor.

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NUESTROS RECUERDOS

Cuando aún vivía en el Campamento Lanín, la dirigenta Rosa Sáez aparece en El Diario Austral recibiendo ayuda de parte del Gobierno Regional y exponiendo sus necesidades a las autoridades.

Por estar al día en sus dividendos, muchos de los vecinos recibieron una condonación de lo que les restaba pagar.

La realización de un pesebre “vivo” era una tradición que se ha ido perdiendo con el paso de los años.

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Los primeros días de la calle Isabel La Católica.

Vista aérea parcial del Barrio Quinto Centenario en la actualidad (diciembre de 2007).

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