Maternidad encarcelada: avatares del vínculo madre-hijo

Maternidad encarcelada: avatares del vínculo madre-hijo Alicia Izquierdo Rivera Gabriel Araujo Paullada El encierro de las mujeres madres plantea com...
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Maternidad encarcelada: avatares del vínculo madre-hijo

Alicia Izquierdo Rivera Gabriel Araujo Paullada El encierro de las mujeres madres plantea como uno de los problemas más importantes la situación de sus hijos. Estos últimos pueden quedar, como consecuencia del encarcelamiento de su madre, a merced de múltiples actores, quienes deciden sobre sus destinos dependiendo del lugar desde donde miran y conciben el vínculo madre-hijo como un problema. Este trabajo expone la diversidad de voces de algunos de estos actores. Entre ellos destacan los funcionarios de la institución penitenciaria, los representantes de la institución de los derechos humanos (tanto de la sociedad civil como del Estado) y académicos. No faltan también las voces de las propias mujeres presas, así como las de sus hijos. A partir de esta polifonía se intenta una lectura a partir de un esquema inicial que organiza de manera preliminar la variedad de voces expuestas.

Introducción SI BIEN LOS ESTUDIOS DE GÉNERO han contribuido a descorrer algunos de los velos que deforman e invisibilizan la condición diferenciada de ser mujer y ser hombre, hoy en día también construyen miradas que dan lugar a formas de pensar y actuar desde una práctica fundamentada ética y políticamente. En este sentido, una circunstancia como la de la mujer que, siendo madre, está encerrada por haber cometido un delito, a decir de las autoridades judiciales, debe ser considerada como tema de análisis y reflexión desde una visión compleja en la cual se incorporen, se comparen, se articulen o se tensen distintas aproximaciones. Por ello, quienes escribimos este artículo a raíz de la invitación a participar en el ciclo de conferencias acerca de la “Infancia urbana”, en la mesa sobre “Infancia y encierro”, revisamos parte del material de campo obtenido a través de los diálogos con mujeres recluidas en el Reclusorio Preventivo Femenil Oriente de la ciudad de México en los años 2001 y 2002. De la relectura de dicho material advertimos que, si bien nuestra investigación no se orientaba directamente sobre lo que pudiera

ANUARIO DE INVESTIGACIÓN 2003 • UAM-X • MÉXICO • 2004 • PP. 521-539

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considerarse la problemática de los hijos de las internas de ese reclusorio preventivo, el tema no dejaba de aparecer en el llamado “Taller sobre culpa y encierro”,1 ya fuera a través de la palabra de las madres o mediante la presencia de los bebés nacidos en el mismo reclusorio, de quienes las madres no se desprendían llevándolos consigo al grupo de reflexión (el taller). Lo que dicen las madres en un contexto como éste del taller, en el cual hablando de su experiencia, cuentan su historia, contrasta en nuestra opinión, con lo que de ellas hablan otras voces que enuncian opiniones diversas, fundamentadas o no, en torno a la condición del vínculo entre las mujeres presas y sus hijos que, al haber sido roto por la condición del encierro, coinciden de una u otra forma en que debe formularse como un problema social que requiere solución, sólo que estas soluciones difieren según sea la perspectiva que formula el problema e inventa la pregunta que ha de responderse.

Problema Si consideramos que el vínculo madre-hijo marcado por la condición de encierro de la madre constituye un problema, ello obedece fundamentalmente a la importancia que nuestra cultura le otorga a la maternidad como un valor social. La maternidad en la historia moderna está instituida en los cuerpos de las mujeres, inscribiéndose en ellos de manera imborrable con la fuerza de la naturaleza convertida en el origen imaginario de la diferencia entre mujeres y hombres, dadoras de vida las primeras y proveedores los segundos. De esa manera, esas madres amantes entrañables de los hijos, fruto mismo de sus entrañas, son la garantía, en última instancia, de una crianza moral y afectiva que forma individuos íntegros y cabales. Reconociendo este modo de significar las formas en que la subjetividad deviene en el presente y aceptando la 1 Tal como lo hemos asentado en trabajos publicados en los anteriores anuarios del Departamento de Educación y Comunicación, nuestra investigación sobre instituciones de encierro la llevamos a cabo directamente en el Reclusorio Preventivo Femenil Oriente. Para dialogar con ellas, propusimos un espacio en el que tuviera lugar la reflexión sobre su condición de encierro y su relación con la culpa (su posición frente a la condición de culpables que la institución carcelaria construye). Este espacio llamado “Taller de culpa y encierro” hizo posible que ellas narraran sus distintas historias entramadas con la historia de un personaje imaginario. Para conocer mejor parte de los resultados de nuestro trabajo, consultar bibliografía de este artículo.

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condición histórica siempre cambiante de la identidad, fijamos las coordenadas en las que pueden ubicarse las distintas aproximaciones que plantean la relación “madres presas-hijos” como un problema susceptible de investigarse y/o resolverse. Para acercarnos a la forma en cómo se expone y se expresa esta realidad hoy en día, destaquemos como punto de partida la presencia de uno de los escenarios que a nuestro juicio resulta del todo elocuente. El mes de julio del 2001, el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Niñez (Unicef), la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la Comisión de Equidad y Género de la Cámara de Diputados, el Instituto Nacional de las Mujeres y la Secretaría de Seguridad Pública organizaron el “Foro Nacional de Hijas e Hijos de Mujeres Reclusas”, con el propósito de hacer visible una realidad frecuentemente olvidada que expresa la presencia de múltiples formas de la violencia estructural de nuestra sociedad. A través de un documento, la Comisión Legislativa (una de las principales organizadoras) expone en cifras la situación de las mujeres presas de la siguiente forma: Existen en México 158 mil personas recluidas en 446 cárceles; sólo en 230 hay población femenina que suma 7 mil 543; es decir 4.4 por ciento del total y, sólo hay diez centros de readaptación femeniles, el resto son anexos de penales varoniles.

Esta situación destaca la ausencia de condiciones que privan en las cárceles mexicanas para albergar a las mujeres que han sido recluidas. Cabe añadir que de estas mujeres el 86 por ciento son madres, lo que según el informe afecta a 13 mil menores de edad, de los cuales sólo mil 500 (un poco mas del 10 por ciento) viven en los reclusorios, los demás se encuentran en casas hogar, con familiares, padres sustitutos o en la calle.2 De los datos expuestos no resulta muy difícil pensar en un espectro de posibles problemas que se despliega con el solo hecho de mostrarlos a la vista de todos. Sociólogos, psicólogos, criminólogos, defensores de derechos humanos, políticos, funcionarios públicos y académicos formulan preguntas, intentan explicaciones y arriesgan propuestas de solución. Algunas de estas miradas forman parte del próximo inciso. 2 Información obtenida del archivo de boletines de prensa de la Coordinación General de Comunicación Social del Poder Legislativo Federal. Boletín No. 0555 del 24 de julio del 2001.

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Voces Quiénes hablan y qué dicen Para empezar este punto veamos quiénes son y cómo se expresan algunos de los participantes en el mencionado “Foro Nacional de Hijas e Hijos de Mujeres Reclusas”. En su inauguración, el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), José Luis Soberanes, afirmó: El Estado no puede ignorar el vínculo entre madres e hijos para la formación de buenos ciudadanos, ni siquiera en el caso de que la mamá sea sometida a la justicia [...] no sólo están en juego los derechos de la mujer y su papel de madre, sino los del niño y su papel de hijo, en lo cual existe el compromiso de salvaguardarlos (dichos derechos) tanto en el ámbito nacional como en el internacional [...] México [subrayó] como el mundo, viven una situación paradójica, un fortalecimiento de la tutela jurídica de los derechos humanos y al mismo tiempo su violación constante, lo cual se manifiesta en los centros de reclusión y el problema se agrava, cuando se trata de mujeres que tienen hijos [...] La CNDH tiene el compromiso de propiciar mejores condiciones de vida para la población femenina recluida, así como a las hijas e hijos de estas mujeres.

Por otra parte, la presidenta de la Comisión de Equidad y Género de la Cámara de Diputados, al inaugurar el foro señaló que “se discutirá la problemática social, psicológica y penal de las madres reclusas y el impacto en los hijos e hijas de las mismas”. Puso en cuestión la posible readaptación de las mujeres cuando la supuesta reinserción social de las delincuentes está articulada con la violenta exclusión de sus hijos. Teresa Incháustegui, del Instituto Nacional de las Mujeres, se pronunció por: [...] pensar, rediseñar y replantear el sistema carcelario mexicano, pues el actual coloca a las mujeres en una situación ignominiosa que conculca sus derechos humanos más elementales al encontrarse encerradas en una penitenciaría que está diseñada para una población masculina [...] la misión del Instituto (al que representa) es erradicar las injusticias y la discriminación contra el sector (femenino), garantizar la igualdad de trato entre los sexos e impulsar políticas que tomen en cuenta sus diferencias en la distribución de oportunidades, méritos y recompensas que se presentan en la sociedad. [Nuestro sistema de justicia en relación con las mujeres está] presto a descargar sobre ellas todo el peso de una ley de la cual han sido excluidas la mayoría de las voces.

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Hizo énfasis en abrir el debate ante estos problemas y, hablando en nombre de una de las instituciones organizadoras, dijo: [...] es debatible lo que es mejor para el niño o la niña, si crecer en un ambiente carcelario o no; si el estado psíquico de una mujer en la cárcel es el adecuado como para criar a su hijo o no, (pero) lo que no se puede es restringir sus derechos humanos y llevar a cabo acciones doblemente punitivas.

Victoria Adato Green, coordinadora del programa de Atención a los Derechos de las Mujeres, los Niños y la Familia de la CNDH, mencionó que la población femenina en reclusión se encuentra en situación altamente aflictiva y discriminatoria, circunstancia que se traslada a sus hijos cuando les acompañan en la prisión. Ema Mendoza, coordinadora de Prevención y Readaptación Social de la Secretaría de Seguridad Pública, manifestó que históricamente ha sido olvidada la situación de las mujeres en las cárceles ya que en comparación con los hombres son pocas y por consiguiente sus opciones de tratamiento, trabajo y capacitación son reducidas. [Las mujeres en prisión] viven una doble pena, la de delinquir y la separación de sus hijos, pues si permanecen junto a ellas, tendrán que sufrir los rigores de la prisión, pero si son alejados de la seguridad emocional que les da la cercanía materna, aun con las ventajas de quien vive en libertad, quedarán marcados para toda la vida.

Por su parte, el coordinador del Programa Unicef-México, Daniel Camazón, señaló: [...] en el país no está vigente el conocimiento normativo y social de la condición de las mujeres encarceladas como sujetos de derecho, situación que repercute en sus hijos e hijas, quienes son ignorados por parte de la sociedad y el Estado [...] El complemento de los derechos de las mujeres y de los niños son puestos seriamente en peligro al momento en que la mamá ingresa a un Cereso [...] el derecho de una madre y un hijo a mantener su vínculo y a recibir el apoyo de las instituciones se ve en riesgo con un sistema normativo que desconoce sus garantías [...] México cuenta con importantes instrumentos jurídicos como la Convención sobre Derechos de los Niños, la Convención de Todas las Formas de Discriminación contra las Mujeres y la Ley de Protección de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes, que permiten iniciar cambios legislativos e institucionales

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necesarios para no conculcar los derechos de los niños y niñas cuando sus padres se encuentren en prisión.

Entre las académicas participantes en el foro que nos ocupa, destacan los puntos de vista de Elena Azaola, quien desde su perspectiva de antropóloga y psicoanalista ha hecho estudios sobre el sistema de administración de justicia y se ha ocupado de investigar a fondo las condiciones que prevalecen en las instituciones de encierro que intentan reeducar a menores infractores y a mujeres que han cometido algún delito. La participación de la doctora Azaola se basa en el análisis que hiciera a lo largo del país en las distintas cárceles en que las mujeres transgresoras purgaban su pena, enfatizando las condiciones deficitarias en las que viven las madres e hijos al interior de las prisiones y recuperando lo que a través del estudio recabó como la demanda principal de las mujeres, en el sentido de querer estar cerca de sus hijos. [En el foro expresó que] la mayoría de las mujeres recluidas en los centros penitenciarios del norte del país están acusadas por delitos contra la salud,3 por lo que han pedido en diversas ocasiones ser trasladadas a sus lugares de origen, ya que si bien muchas argumentan que la cárcel no es el lugar ideal para que sus hijos crezcan, sí es importante para ellas estar cerca de donde éstos viven, para no romper el vínculo familiar.

En relación con el debate sobre cuál debiera ser la decisión correcta en torno a que las madres vivan en compañía de sus hijos al interior de la cárcel o bien que se busque otro lugar para el mejor desarrollo de los menores, insistió en la complejidad del problema y lo inacabado de la discusión, centrando su atención en el derecho que debe asistir a las mujeres para que sean ellas, en primera instancia, las que decidan, procurando que los traslados respeten, si así lo plantean las madres, el derecho a procurar que el vínculo hijos-madres no se violente. Otros participantes del foro4 insistieron en la revisión de la tutela que ejerce el Estado, quien violenta, amparándose en la protección a los menores, los derechos humanos de las mujeres presas a quienes por el hecho de 3 Y nosotros añadiríamos que este hecho no es privativo de las cárceles del norte. En el Distrito Federal, hasta el año pasado, la cifra de acusadas por “delitos contra la salud” llegaba a más del 50 por ciento de las internas procesadas en los reclusorios preventivos. 4 Nos referimos a los representantes del Instituto Latinoamericano de Naciones Unidas para la Prevención del Delito (ILANUD), quienes se han destacado en su trabajo de investigación sobre la condición digna de la mujer en prisión.

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privarles de su libertad le son negados arbitrariamente sus otros derechos. En cuanto a los niños, Rita Maxeira (de ILANUD) mencionó que la Convención de los Derechos de la Niñez, insiste en que hay que ubicarse más allá de los supuestos sociales que prejuzgan como mala madre a una mujer por el hecho de ser delincuente y estar presa. Entre algunas de las divergencias de puntos de vista acerca de cómo abordar la condición de los menores hijos de mujeres que viven en prisión, queremos destacar el debate que se suscita después de que Rita Maxeira de ILANUD critica la ausencia de argumentos con los que las instancias gubernamentales que en Latinoamérica se encargan de proteger al menor y a su familia deciden sobre la tutela de los menores violentando de muy diversas formas tanto los sentimientos como los derechos de sus madres. Ante esta severa crítica, se alza la voz del Sistema Estatal DIF de Tabasco en boca de su procurador (Francisco Pedrero Morales), quien señala: [...] el DIF de ese estado es una institución que busca que los hijos de las presas vivan en la casa hogar más que en los centros penitenciarios [...] el problema se agrava por la falta de planificación familiar o educación sexual para las reclusas, quienes ya teniendo hijos antes de su detención rompen el vínculo familiar anterior y se casan con un interno y siguen teniendo hijos [...] por ello es necesario hacer programas de planeación familiar para estas mujeres porque no se vale que el centro penitenciario se haga cargo de sus hijos.

Enfatiza en su desacuerdo de que los menores vivan al interior de las cárceles, por lo que hay que luchar contra la negativa de las madres para que éstas acepten que sus hijos vivan en casas hogares.5 Después de exponer algunas de las diversas voces presentes en este foro nacional de julio del 2001, queremos recuperar parte del estudio que realizaran Elena Azaola y Cristina José Yacamán durante 1993 y 1994 sobre las condiciones de las mujeres presas en las cárceles del país, el cual fue publicado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos en coedición con el Colegio de México (Azaola y Yacamán, 1996). De este texto queremos resaltar algunas de las voces de los distintos actores de la institución carcelaria:

5 Nota periodística del 24 de julio 2001. Archivo de Comunicación e Información de la Mujer (CIMAC).

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UN PSICÓLOGO

Me parece que habría que revalorar la relación materno infantil. Si bien es cierto que la figura materna es imprescindible para un adecuado desarrollo humano, también es verdad que la mujer puede ser sustituida, a veces muy favorablemente, por otra figura, sin que esta sustitución afecte el desarrollo del niño: las abuelas, una tía, incluso en otros lugares con personas ajenas a los niños [...] Los niños pueden reaccionar adecuadamente [ibid.:49]. UNA TRABAJADORA SOCIAL

Lo que más nos interesa en Trabajo Social es saber de sus hijos, porque, cuando las detienen, muchas veces los llevan al albergue de la Procuraduría. Lo que hacemos es averiguar si están ahí y si la familia se puede hacer cargo de ellos; para eso tramitamos que las internas le den la custodia a los familiares. También nos solicitan que ingresen sus hijos, pero nosotras no estamos de acuerdo. Lo ideal es que sean canalizados a una casa cuna o casa hogar, porque esas instalaciones son mejores, o con las monjitas. Este no es un ambiente propicio para los niños; está muy contaminado porque algunas internas tienen relaciones sexuales entre ellas. La personalidad del niño no está formada, es una esponja y todo aprenden [ibid.] UN CRIMINÓLOGO

La cárcel no es un espacio apropiado porque los niños necesitan áreas verdes, quieren jugar, y necesitan condiciones que aquí no pueden tener [ibid.]. UN FUNCIONARIO DE LA PRISIÓN

Lo de que sus hijos puedan estar aquí es bueno entre comillas. La verdad es que ellas utilizan la permanencia del niño como un medio, como una garantía para la obtención de privilegios. A la que tiene aquí a su hijo no se le puede segregar ni castigar tan fácilmente, no se le puede cancelar la visita porque tiene al niño con ella. Además esto les da la posibilidad de estar en el dormitorio cuatro, donde hay más privilegios, pueden tener una licuadora para hacer la papilla del bebé, les dan más leche en su ración y también tienen más espacio para que el bebé duerma con ellas. Ellas son personas que tienen a los niños porque chupan demasiado a la institución, te piden demasiado y no dan nada a cambio [ibid.].

Pero, también se escuchan las voces de algunas internas: Mi esposo se suicidó. Yo tengo dos hijos y no tengo quién me los cuide. Le solicité al Consejo Técnico que me los dejara traer aquí, pero determinaron que no, que no era conveniente, y mis pobres hijos sólo están de arrimados, ALICIA IZQUIERDO RIVERA y GABRIEL ARAUJO PAULLADA

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esa es la peor sentencia que estoy pasando, la separación de mis hijos [...] ellos están huérfanos, abandonados. Yo tengo muy buena conducta, y todo el mundo lo sabe, pero eso no me ayuda. Aquí ya no quieren a los niños [ibid.].

Otra interna menciona: A mí me están presionando constantemente para que saque a mi hijita de aquí. Me dicen que si soy buena madre, debía de tenerla afuera [ibid.:50].

Una más responde: Mi hijo es mi fuerza, mi valor, es por él que tengo que salir adelante aunque no quiera, pero el año que entra cumple 6 años y ya me lo van a querer quitar [...] Y yo no sé qué voy a hacer [ibid.:51].

Las investigadoras se refieren a los hijos de las presas como “las víctimas invisibles del crimen”, cuya situación de abandono inicia con la aprehensión de la madre. Una interna le relata el momento de su detención: Por mí vinieron los de la judicial, que porque me querían hacer unas preguntas. Mis hijos y yo íbamos a comer, ellos estaban viendo muy asustados y alarmados. Entonces agarré y le dije: “bueno señor, permítame ir a buscar a alguien que me vea a los niños”. Mis hijos estaban llorando y yo les dije: “métanse a la casa, que no me va a pasar nada, denle de comer a sus hermanitos, que yo ahorita vuelvo”. Mi hija chiquita me agarraba y no me dejaba ir. Yo no vi a mis hijos por tres semanas, ¿se imagina?[ibid.].

Para un menor de edad (dicen las autoras) el hecho de que su madre vaya a prisión le significa varias rupturas y pérdidas: la separación del padre, quien rompe el vínculo con la madre, la separación de sus hermanos y la pérdida de su casa. Y enfatizan que la principal preocupación de las madres recluidas son sus hijos, por lo que prefieren conservarlos a su lado, además de no tener ninguna otra alternativa cuando son jefas de familia. Junto a las voces de las madres, escuchemos también las de algunos niños entrevistados: Mi mamá cayó cinco veces [...] Me gusta más vivir aquí que vivir afuera. Está más mal afuera.

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Ante la pregunta sobre la detención de la mamá, dice uno: Sí, sentí miedo, pensé que era como en la televisión [...] ¿ves cómo se visten de policías? [...] Yo pensé que eran de ésos. No me pegaron, nada más me dejaron ahí, junto con mi mamá. Nos revisaron, nos hicieron que nos quitáramos la ropa y nos revisaron a mí y a mi mamá. —¿Te da tristeza pensar en tu mamá? –pregunta la entrevistada. —Cuando estoy allá sí, y cuando estoy aquí no, porque estoy con ella. —¿Y qué es lo que más te gusta de vivir aquí?–vuelve a preguntar. —Estar con mi mamá.

En relación con nuestro trabajo en el RPFO,6 de “los diálogos con algunas mujeres presas”7 se desprenden las siguientes voces: La voz de una interna que asiste al Taller “Culpa y encierro”, que llegó embarazada al RPFO y que asiste al grupo de reflexión8 en compañía de su hija: I:9 Yo pienso que el haber estado en este lugar con mi hija fue una bendi-

ción, al estar con ella, se me va más rápido el tiempo. N: El haber estado embarazada o el haber nacido. I: El haber estado embarazada y el haberla tenido. N: ¿Son dos tiempos diferentes? I: Ajá, son dos tiempos distintos, pero todo este tiempo que he estado aquí y

que ya va a ser un año, se me ha ido rápido. N: ¿Cómo fue el embarazo? I: Estuve muy enferma, enferma del riñón, no comía muy bien, la verdad la

esperaba con mucha ilusión porque cuando me embaracé estaba afuera y fue un bebé muy deseado, cuando llego aquí pues sí lloraba mucho y me desesperaba, lloraba en COC,10 ya cuando bajé a población empecé a ver otras cosas, empecé a tomar las cosas con más calma, pero aun así la esperaba con mucha ilusión, entonces el tiempo que llevo se me ha ido rápido. Cuando saqué a mi hija por tres días, no, iba de un lado para otro, los días se me hicieron larguísimos. 6

Reclusorio Preventivo Femenil Oriente. Título con el que hemos dado a conocer varios informes de investigación publicados como artículos durante los últimos tres años en los anuarios de investigación del Departamento de Educación y Comunicación. 8 Modalidad de trabajo propuesta por quienes esto escriben. 9 Utilizamos I para lo dicho por las internas y N para lo dicho por nosotros. 10 Centro de Observación y Clasificación. 7

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N: ¿Qué esperabas?, ¿niño o niña? I: Lo que Dios me diera pero yo quería un niño. N: ¿Y? I: Yo sabía desde que tenía 4 o 5 meses que era niña. N: ¿Y ya que supiste que era niña? I: Igual, porque sentía sus movimientos, a pesar del sufrimiento y que no

comía... Una espera muy difícil, dolorosa y deseada al mismo tiempo, ¡qué contradictorio!, ¿no? I: Fue muy deseada, pero fue triste porque nunca hubiera querido tenerla en este lugar, pero la verdad yo quiero mucho a mi hija y la adoro. Sufrimos aquí las dos porque ella sufrió, sentía todo lo que yo sentía, lo que yo estaba pasando. N: ¿Cómo puede aparecer simbolizado en una niña la espera deseada de algo que puede ser la vida y que puede ser terriblemente dura por un lado, pero que no puede dejar de desearse y que tiene que ver con la espera, porque no podía nacer antes ¿nació a término? I: Ella estaba por nacer a los 8 meses pero la doctora la detuvo dos semanas más, pero ya no aguanté más, por la situación, ¿no?, iba a ser una niña prematura. N: Y ¿qué ha significado para tus compañeras?, ¿qué has visto en quienes están cerca? I: La quieren mucho, la cargan, la cuidan, la ven. Las compañeras me han apoyado mucho, ellas independientemente de lo que tu seas, la niña es otra cosa. Ahorita en el dormitorio que estoy es el 4, pero la verdad son muy humanas, también alguna vez tuve una dificultad en el 3, pero éstas son buenas compañeras, es gente comprensiva. Me pueden decir “tú nos caes gorda, pero la niña es otra cosa”. N:

Otra voz que incluimos es la de una interna que se separó de su hija: I: Pues sí, pero es como dice ella, ¿no? No avergonzarte de estar aquí, como

usted dijo, el delito es otra cosa, en mi caso yo he hablado con la maestra de mi hija, le dije a mi mamá: “¿sabes qué?” Voy a hablar con ella y hablé, le dije soy la mamá de tal y me encuentro en una situación así y así, pero quiero que sepa que yo veo a mi hija, cada quince días ella viene, diario yo trato de hablarle, de decirle “¿cómo te fue en la escuela?” Estoy al pendiente, no quiero que usted piense que no me hago cargo porque me ha mandado llamar y nadie le ha podido decir, yo por eso hablé con usted. Yo primero lo pensé muy bien y dije “a lo mejor estoy mal o a lo mejor estoy bien”, pero dije “me la voy a jugar” y le dije “mire le voy a pedir que lo que hablemos quede entre usted y yo, porque la única afectada es mi

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hija”, yo sé que algún día se le va a salir a la maestra, pero yo le dije “¿sabe qué?, estoy luchando por mi libertad, el favor que le pido pues [...] ahí le encargo a mi hija”, en el sentido de no encargarla, que la cuide, ¿no? Quiero que sepa que yo me hago cargo de mi hija aunque esté aquí adentro, ella me dijo que no me preocupara que lo que necesitara la niña que ella me iba a mandar decir, y pues yo estoy al tanto de cómo va la niña.

Otra voz es de una interna que está a punto de salir de prisión: Siento que me estoy fortaleciendo, me estoy haciendo fuerte para lo que venga allá afuera, no sé qué me espere pero hasta que esté afuera podré saber, pero ahorita trato de no asustarme, claro que todavía me falta un mes y espero irme pronto y estoy feliz [...] estoy feliz [...] y al contrario, sé que ya me voy y no dejo de estar en actividad, al contrario, me meto más. Eso es para mí [...] pues una forma de que el tiempo se me pase rápido, hasta ahorita no he tenido problemas, me llevo bien con la mayoría, todos los cursos que he tenido los he tomado, aquí aprendí a coser, aquí hago manualidades y las vendo allá afuera en 150 o 200 pesos, ahorita mi familia económicamente no me ayuda, moralmente me da toda la ayuda que quiero y siempre que los necesito están conmigo; tengo un hijo de 4 años, él me preocupa mucho porque la cuestión de que yo esté aquí le generó problemas de lenguaje, de aprendizaje, de todo ese tipo de cosas; sin embargo, ahorita tiene ayuda psicológica y lo está sacando adelante y eso me da gusto, mi hijo le está echando ganas. Y eso también me tiene contenta y tratar de estar así hasta que salga de este lugar y ya lo que venga en la calle, tratar igual de salir adelante.

Una voz más es de la interna que habla de cómo ve crecer a los hijos: Yo creo que no nada más a unas sino a todas, y luego la tristeza, la melancolía, el extrañar a la familia, porque extrañamos a nuestra familia. Para nosotras a veces aquí no pasa el tiempo, y cuando ve uno que llegan nuestros hijos, llegan más grandes, más altos, y en ellos sí va pasando el tiempo, pero en nosotras parece que no pasa el tiempo, estamos aquí pero es una vida completamente [...] pues [...] vacía porque es realmente algo que [...] nos hace falta nuestra familia, lo de afuera, extrañamos lo que vivíamos anteriormente, lo que teníamos y eso nos hace entrar en estados depresivos muy fuertes.

Finalmente, una voz que no queremos dejar fuera es la de una interna que sin tener hijos “habla de la maternidad”, sin que esto signifique que no esté presente su experiencia de estar presa:

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Algo las trajo aquí, pero generalmente en muchas de ellas no está la saña, todo eso está allá afuera, lo peor está allá fuera, y nunca pisan la cárcel. Es injusto, toda esta corrupción, me ha dado mucha tristeza, mucha impotencia, soledad, mucho sentimiento. ¿Cómo es posible que no piensen en las que tienen hijos?

Y nosotros ¿qué podemos decir? En este ensayo no pretendemos llevar a cabo un análisis de los textos (o discursos) presentados en el subinciso anterior, sin embargo expondremos nuestro punto de vista sobre la diversidad de las voces que ahí se enuncian, explicitando en lo posible los fundamentos en que nos apoyamos, intentando que esta opinión primera pueda servirnos de peldaño para continuar nuestra tarea de análisis, ganando poco a poco en sistematicidad, rigor y complejidad. La primera precisión la hacemos en torno a la noción de voz, la cual tiene al menos dos sentidos. Uno emparentado con el uso coloquial que considera que la voz está soportada por un sujeto empírico, autónomo y este sujeto (sujeto de la enunciación) en tanto hablante da cuenta de sí mismo, de su experiencia, de sus ideas, sus sentimientos y sus afectos a través de su propia voz. Él es el autor y la fuente de lo que dice. De esta manera, el habla de un sujeto es unívoca y unidireccional. El otro sentido toma como referente a Bajtin, para quien “la voz involucra al fenómeno más general de la personalidad hablante, la conciencia hablante” (Wertsch, 1991). Para ampliar un poco esta idea acudimos a la obra de James V. Wertsch, quien —desde su enfoque sociocultural para estudiar la acción mediada— relaciona y articula las ideas de dos importantes teóricos rusos: L.S. Vigotski, por un lado, de quien toma su aproximación social y cultural a las funciones mentales, y Mijail Bajtin, quien privilegia al enunciado como “la verdadera unidad de la comunicación mental”. El enunciado, para Bajtin, si bien involucra la voz del sujeto que lo produce (sujeto hablante), también refleja las voces de aquellos a quienes esta voz se dirige. Wertsch destaca en el acto de comunicarse la presencia de diversas voces, “en la formulación de un enunciado una voz responde de alguna manera a enunciados previos y anticipa las respuestas de otros enunciados que seguirán; cuando es comprendido un enunciado entra en contacto con la “contrapalabra de quienes lo escuchan”. El interés de Bajtin por la direccionalidad del enunciado involucra entonces, tanto el interés por quien produce el discurso

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(el autor), como el interés por aquel a quien se dirige” (Wertsch, 1991). Por tanto, si todo enunciado implica la idea de bidireccionalidad, los enunciados están inherentemente asociados al menos con dos voces. Esta idea hace necesaria la construcción de un concepto básico, este concepto es el de dialogicidad. Desde este referente, a la pregunta de ¿quién habla? (que al igual que nosotros nos hacemos, fue formulada por el propio Bajtin para ser colocada en el centro mismo de su investigación), la tentativa de respuesta aludirá a dos voces por lo menos. Esta pluralidad de voces implica una posición que interroga la condición del individuo como ser aislado, ya que “la palabra es en parte la palabra del otro”.11 Ese sujeto que la sostiene es siempre en relación con otro, sea ese otro alguien materialmente presente en el cuerpo del interlocutor o ausente, en ese registro pero no en el registro “mental”,12 lo cual quiere decir que nos estamos refiriendo a las “voces de la mente” y el diálogo es un diálogo interior. Aclarando lo anterior, proponemos para una primera lectura de las voces (los enunciados) dividir los diferentes espacios en los que estas voces tienen lugar. Un primer espacio sería el Foro Nacional al que concurren distintos sujetos que hablan sobre el tema que los convoca. Un segundo espacio es el que aparece en el trabajo realizado por Elena Azaola y Cristina José Yacamán mismo que da cuenta de un juego de interlocución con actores directamente involucrados en el contexto institucional del encierro. Estos actores expresan sus puntos de vista sobre distintos problemas que tienen lugar en las cárceles mexicanas,13 de entre los cuales, para efectos de este artículo, hemos elegido el que tiene que ver con el vínculo madres presas-hijos. El último espacio es el que nosotros y algunas de las mujeres presas en el Reclusorio del oriente de la Ciudad de México hemos construido llamándole “Taller de culpa y encierro”. La separación de estos tres ámbitos obedece a que lo que cada uno de ellos se produce está dado a partir de condiciones diferentes, aun cuando puedan existir algunos puntos comunes que nos hacen pensar que los tres pueden ser considerados como “escenarios socioculturales”. En combinación con esta primera división proponemos una subdivisión adicional de cada uno de estos escenarios socioculturales. 11

Bajtin, citado por Wertsch, 1991. Aquí tomamos la noción de mental que utiliza el propio Wertsch inspirado en las propuestas cognitivas que le sirven de sustento. 13 Hay que destacar que este estudio fue solicitado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos. 12

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Dicha subdivisión será la siguiente: a) dimensión política (relaciones de poder, control y resistencia), b) dimensión institucional (saberes instituidos, verdades trascendentes y formas materiales de organización), y c) dimensión afectiva (experiencias significativas). Derivado de la clasificación anterior, tenemos el siguiente esquema, a partir del cual iniciaremos nuestro análisis: a) Espacio del Foro Nacional a.1) Dimensión política a.2) Dimensión institucional a.3) Dimensión afectiva b) Espacios de “las mujeres olvidadas”14 b.1) Dimensión política b.2) Dimensión institucional b.3) Dimensión afectiva c) Espacio del “Taller culpa y encierro”15 c.1) Dimensión política c.2) Dimensión institucional c.3) Dimensión afectiva a) Espacio del Foro Nacional (de hijas e hijos de mujeres reclusas). Si escuchamos las voces del algunos de los representantes de los sectores que organizaron y convocaron este foro, apreciaremos la presencia significativa tanto de la dimensión política como de la institucional, articulándose las dos en enunciados con un claro estilo declarativo como corresponde al contexto en que éstos se formulan. De acuerdo con las declaraciones del presidente de la CNDH (Soberanes), vemos cómo la voz del ombudsman nacional tiende a promover y consolidar los derechos humanos como institución, ejerciendo su fuerza política contra todas las instancias del Estado que abusan de su autoridad, lo cual como sabemos, constituye el sentido de su existencia. Parte de lo que esta voz enfatiza es la precariedad jurídica en que viven las madres presas y sus hijos en tanto sujetos de derechos humanos. Lo político en el ejercicio del poder entre los diferentes sectores del Estado y lo institucional, 14

Nombre del libro que da cuenta del estudio realizado por Elena Azaola y Cristina José Yacamán. 15 Nombre del espacio de reflexión coordinado por los autores de este artículo en el Reclusorio Preventivo Femenil Oriente.

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tanto de los derechos humanos como institución jurídica fundamental como de las agencias encargadas de hacer que estos derechos humanos se respeten son el marco de referencia que da sentido a estas declaraciones. Otras voces, como las de la Comisión de Equidad y Género de la Cámara de Diputados y la del Instituto Nacional de las Mujeres, estarán presentes desde un inicio al denominar a este Foro Nacional con una fórmula de lenguaje que incluye el género femenino para marcar una forma de lucha contra la exclusión. El Foro se dice que es para “hijas e hijos...” Estas dos instancias convocantes en sus enunciados (además del nombre del Foro) apuntan, desde las dimensiones política e institucional, al ejercicio de un poder instituyente que interroga las formas instituidas del poder masculino que excluyen a la mujer de las prácticas jurídicopenales. Estas voces fortalecen la acción política de la institución de equidad de género, la cual cuenta ya con una historia importante en la que las acciones y los discursos han sido herramientas de una lucha política incesante. Desde esta perspectiva (institucional y política), podemos comprender qué significa postergar, al dejar en calidad de debatible lo que para otras perspectivas (otras voces) vendría a ser “no debatible” a la vez que urgente; nos referimos a esas condiciones “psíquicas” y de salud social que siendo diagnosticables con cierto grado de precisión, pueden permitir o impedir la convivencia sana entre madres e hijos. Con lo expuesto hasta aquí podemos dar cuenta de la pregunta eje de nuestro análisis: ¿quién habla? Aun cuando quisiéramos continuar trabajando con todos los enunciados que hemos asentado páginas atrás, debemos limitarnos a unos cuantos de ellos. De esta manera concluiremos con este primer espacio incluyendo las dos voces que diera lugar a un interesante debate. Se trata de la discrepancia entre una representante de ILANUD16 y el procurador del DIF del estado de Tabasco. Dos enunciados que parten de distintas dimensiones (afectiva e institucional, por un lado y política institucional, por otro). ILANUD privilegia la institución jurídica y apela en el plano afectivo a los sentimientos y principios de los actores. El DIF promueve lo que para él es la salud social del niño, cayendo en una paradoja al descalificar y defender la institución de la maternidad, misma que ha sido traicionada por la madre al romper con vínculos previos. Esta madre ya no es una madre que merezca tener junto a ella sus nuevos hijos, por ser estos 16

Instituto Latinoamericano de Naciones Unidas para la Prevención del Delito.

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hijos de una pareja cuestionable, en condiciones poco aceptables, sin la conciencia que a su juicio, ella debiera tener. Esta crítica además se fundamenta en un plano muy distinto, nos referimos a la defensa que hace de la institución carcelaria, la cual en su opinión se ve violentada por las demandas formuladas por las madres presas al convertirse en madres al interior de la prisión. b) Espacio de las mujeres olvidadas. El contexto en el que se producen los distintos enunciados que cita Elena Azaola17 es el de una investigación en la que ella junto con Cristina José Yacamán entrevistan, siguiendo una metodología explícita, a diferentes actores de la institución carcelaria. Separemos por un lado al personal técnico de la prisión, por otro a las madres presas y por último a los hijos, y establezcamos entre ellos algún tipo de relación. Del personal técnico, las voces, como podemos apreciar, están enunciadas en diálogos con la voz de las diversas instituciones. Instituciones del saber, de la supuesta verdad científica que considera lo natural, lo sano, lo enfermo, lo malo y lo bueno. Instituciones del castigo, del control y de la disciplina que hablan de lo que es una cárcel que, como dispositivo de vigilancia y castigo, no reconoce la condición de las mujeres madres, ni sus demandas y sus necesidades. De las madres presas podemos oír las voces que dan cuenta de la institución de la maternidad que las constituye en su identidad a la vez que es fuente de culpa. Se es buena madre si se piensa en el futuro del hijo de acuerdo a las instituciones que proponen modelos de salud o, se es buena madre si se tiene al hijo cerca y se hace cargo de él. En contraste con la dimensión institucional, está la dimensión afectiva desde la que se puede escuchar el enunciado, que manifiesta la experiencia de ser madre y el sentido que esto le da a su vida al interior de la cárcel. Por último, cuando alguno de los niños se refiere a su preferencia por permanecer en la prisión y no afuera, alude sintéticamente a todos los planos, ya que el decir de este niño contradice la voz de la institución que imagina un afuera (con áreas verdes) que no existe en la realidad y, a su vez, desde lo afectivo fortalece la posición de ejercicio de resistencia que algunas madres llevan a cabo al interior de la cárcel luchando junto 17 Recordemos que Azaola también fue invitada al Foro Nacional y su participación fue tomando como fuente el material obtenido a través de su estudio en las cárceles de mujeres del país. Sin embargo, la modalidad de enunciación de este material está condicionada por el contexto del Foro. El análisis de estos enunciados será objeto de otros trabajos.

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con sus hijos por no perder el sentido de sus vidas. Para terminar este brevísimo análisis recuperemos fragmentos de voces de esas mujeres presas en el Reclusorio Preventivo Femenil Oriente con quienes hemos dialogado a lo largo de más de dos años. En este contexto, es importante destacar que más que una entrevista semidirigida como herramienta técnica para procurar que los sujetos investigados hablen, en nuestro caso se construyó un espacio de diálogo que dada su modalidad de grupo de reflexión, permitió que quien hablaba se diera cuenta de aquello que decía pudiendo reconocerse como sujeto de su experiencia. La voz de la interna que llegó embarazada al RPFO, y que asiste con su hija al taller, es analizable desde el plano de lo afectivo, no deja de estar en tensión con la institución de la maternidad que la interna parece asumir, no sin conflicto, pero sí de una manera que le otorga sentido a su vida y le permite sobrellevar un presente difícil a partir de ser con y por alguien. Recomendamos al lector relea los párrafos en los que se expresan textualmente esas internas que asistieron al taller y a las que identificamos como “la que se separó de su hija”, “la que está a punto de salir de la prisión”, “la que ve crecer a sus hijos” y “la que sin tener hijos, es hablada por la institución de la maternidad”. De la lectura de estas voces, no es difícil reconocer nuevamente la presencia constitutiva de la institución de la maternidad que las hace dialogar interiormente y con nosotros “los psicólogos de la UAM”. Esta pluralidad de voces en las mujeres presas está casi siempre en tensión con aquellas voces que derivan de los diversos modelos disciplinarios en los que la mujer delincuente es un sujeto quien por transgredir la ley jurídica es también un desviado social y, por tanto, falla en el cabal cumplimiento de su rol de madre.

Para terminar Para cerrar de manera provisional el tema que hemos venido trabajando en este artículo y, con el propósito de continuar la reflexión y plantear nuevas interrogantes, quisiéramos enfatizar la importancia de pensar el vínculo de las madres presas y sus hijos como un problema cuya formulación dependerá del marco de referencia desde el cual se construyen los supuestos. No podemos decir que existe un problema en sí mismo cuando la calidad y fortaleza de un vínculo como el de “madrehijo” no radica en su origen natural que lo hiciera invariable y necesario,

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sino en su significación histórica que lo convierte en algo cultural y socialmente construido. Por ello, nada tendrá que ver, por ejemplo, un problema formulado a partir del saber de la psicología con un problema pensado desde la perspectiva de los derechos humanos. En ambos casos hablamos de instituciones propias de la sociedad moderna, sólo que en el caso de la institución de los derechos humanos ésta constituye la mínima garantía de respeto a nuestra condición humana presente y futura.

Bibliografía Araujo, Gabriel y Alicia Izquierdo (2000), “Diálogos con presas”, en Anuario de Investigación 2000, Departamento de Educación y Comunicación, UAM-Xochimilco, México. —— (2001), “Diálogos con presas (segunda parte)”, en Anuario de Investigación 2001, Departamento de Educación y Comunicación, vol. II, UAM-Xochimilco, México. —— (2002), “Diálogos con presas (tercera parte)”, en Anuario de Investigación 2002, Departamento de Educación y Comunicación, vol. II, UAM-Xochimilco, México. —— (2002), “¿Intervención en la cárcel?: una experiencia en permanente y necesaria reflexión”, en revista Tramas. Subjetividad y Procesos Sociales, núm. 18/19, UAMXochimilco, México. Azaola, E. y José Yacamán Cristina (1996), Las Mujeres Olvidadas, Comisión Nacional de Derechos Humanos/El Colegio de México, México. Wertsch, James V. (1991), Voces de la mente. Un enfoque sociocultural para el estudio de la acción mediada, Visor, Madrid.

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