Colegios, entre la educación y la violencia

Colegios, entre la educación y la violencia Cómo garantizar el bienestar del niño Paulo Sérgio Pinheiro, presentó en el 2006 a la Asamblea General de ...
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Colegios, entre la educación y la violencia Cómo garantizar el bienestar del niño Paulo Sérgio Pinheiro, presentó en el 2006 a la Asamblea General de las Naciones Unidas recomendaciones para garantizar el bienestar de los niños, niñas y adolescentes: • Ninguna forma de violencia contra los niños, niñas y adolescentes es justificable. Nunca deben recibir menos protección que los adultos. • Toda violencia contra los niños, niñas y adolescentes es prevenible. Los Estados deben invertir en políticas y programas basados en evidencias para abordar los factores causales de la violencia contra los niños. • Los Estados tienen la responsabilidad primordial de hacer que se respeten los derechos de la infancia a la protección y al acceso a los servicios, y prestar apoyo a la capacidad de las familias para proporcionar cuidados a los niños en un entorno seguro. • Los Estados tienen la obligación de garantizar que los que cometan actos de violencia contra los niños y niñas rindan cuentas. • La vulnerabilidad de los niños y niñas a la violencia está relacionada con su edad y capacidad en evolución. Algunos niños y niñas, debido a su género, raza, origen étnico, discapacidad o condición social, son especialmente vulnerables. • Los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a expresar sus opiniones y a que éstas se tengan en cuenta en la aplicación de políticas y programas.

  

 

Fuente: Acabar con la violencia contra los niños, niñas y adolescentes, Paulo Pinheiro, 2006. Estudio del Secretario General de la ONU sobre la violencia contra los niños. La realidad del país rodeada de un conflicto armado prolongado, la esperanza de liberación de los secuestrados y el resolver los problemas urgentes y no necesariamente prioritarios, se ve reflejada en los tableros y en las conductas agresivas de los estudiantes de cada región. Durante el 2007, y aún en años anteriores, se han presentado en diferentes partes del territorio nacional manifestaciones de violencia en los colegios. Según expertos, la pobreza, el pandillismo, las drogas, la violencia intrafamiliar, los medios de comunicación, el conflicto armado y una larga lista de factores, se suman a las causas que desencadena la violencia en las aulas escolares. El conflicto armado no es ajeno a la educación. La escuela es uno de los espacios más afectados por este fenómeno que afronta Colombia, situación que en los últimos 20 años ha generado un desplazamiento masivo de 2.224.931 de personas, de los cuales, el 35.5% son niños, niñas y adolescentes, cuyos derechos han sido vulnerados casi en su totalidad, incluido el de la educación. La antropóloga Flor Alba Romero, coordinadora del Programa Andino de Derechos Humanos del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI) de la Universidad Nacional de Colombia explica que el Ejército, paramilitares y guerrillas han tocado las fibras de la educación y han expuesto la vida y la integridad tanto de estudiantes como de profesores. En el Departamento del Cesar, los indígenas kankuamos denunciaron que el Ejército de Liberación Nacional (ELN) asesinó a dos estudiantes del colegio San Isidro Labrador por negarse a unirse a sus filas. Los indígenas señalaron que de 500 estudiantes que tenía el colegio en el 2002, solamente quedaron 300 en el 2003. En mayo de 2002, en una operación militar de las Fuerzas Armadas Colombianas (FAC) usaron como un escudo el edificio del liceo Barrio la Independencia, de manera que esta escuela estuvo, durante 8 horas, en medio de los tiroteos. Las consecuencias que deja esta violencia en niños, niñas y adolescentes son visibles en su actitud. Limita la libertad de locomoción, dificulta la asistencia de los niños y niñas a la escuela y además, afecta la salud de   

 

éstos porque les produce síntomas de estrés, miedo, depresión e incapacidad para concentrarse en los quehaceres escolares, expresa Flor Alba. Este entorno violento influye en el interior de los centros educativos, cómo fue registrado en el periódico EL Colombiano el 21 de abril de 2007 cuando en Bogotá, cuando tres estudiantes atacaron con un puñal a Jaime Rojas, rector del colegio Naciones Unidas. El hecho se presentó el 19 de abril de 2007 y las autoridades todavía no conocen los móviles del homicidio. Para Carlos Galán, rector desde hace 10 años del colegio Nuevo Chile, en el sector de Bosa de la misma ciudad, la violencia que se vive en las instituciones educativas tienen varias raíces. En el caso de los colegios de estratos bajos, situaciones de drogas, pandillas, deserción escolar, falta de oportunidades para acceder a una educación superior y desempleo, puede desencadenar en brotes de indisciplina que llegan a detonar en contextos violentos. Para los colegios de nivel socioeconómico alto, la influencia de los medios de comunicación que crean estereotipos de personas que sólo buscan un bienestar material, la baja autoestima y la sociedad de consumo, han llevado a los jóvenes a desviar su formación. El docente, con más de 20 años de experiencia, afirma que la principal razón por la que se dan este tipo de agresiones en los colegios, tanto en los estratos bajos como altos, es la fragmentación familiar: “las familias andan muy apáticas a la hora de criar a sus hijos y eso ya no es controlable en la escuela”, expresa el rector. Las pandillas, que azotan varias regiones del país, también tienen en jaque a las autoridades de Soledad, Atlántico. En más de una ocasión la policía ha tenido que intervenir en los enfrentamientos de los colegios Inem y Francisco José de Caldas, según algunas versiones, las pandillas están detrás de las grescas que han interrumpido el tránsito hacia el Aeropuerto Internacional Ernesto Cortissoz de Barranquilla. Fernando Valencia Murcia, sociólogo de la Universidad San Buenaventura de Cali, aduce en su informe Conflicto y Violencia en Colombia, lectura breve de algunos materiales escritos que algunas de estas manifestaciones de violencia son resultados particulares de la modernización que ha vivido el país.

  

 

Para Alejandro Romero, docente del colegio Nuevo Chile, en algunas ocasiones, a pesar de aplicar la mediación de conflictos entre los estudiantes, el resultado no es el que se espera, ya que los estudiantes prefieren adoptar las actitudes que ven en el barrio o en su casa. Sin embrago, no hay que decaer, hay empezar el proceso nuevamente y así demostrarle a los jóvenes que hay alternativas diferentes que le permitirán una mejor convivencia. Es muy fácil que se presenten reincidencias de violencias en las escuelas. El rector del Nuevo Chile afirma que “no es sencillo para los muchachos resolver esto, en especial, si hay un sentimiento de frustración. Hasta en las mejores familias sucede, pero la idea es controlarse. La violencia tiene raíces profundas y desde ahí hay que atacarla”. El Nuevo Chile ataca la violencia con una cátedra Clara* y Milena* por poco no se gradúan. Desde hace un tiempo ellas tenían una guerra ganada con las de noveno grado. En una ocasión, las incitaciones dejaron de ser amenazas para convertirse en realidad, en una riña se agredieron física y verbalmente. Son este tipo de manifestaciones violentas las que llevaron al director y a un grupo de profesores a crear una estrategia para bajar los índices de violencia escolar. Hace seis años nació Cátedra Chilena, una idea altruista, que tomó el nombre del colegio para generar un sentido de pertenencia. El entorno del colegio también contribuye a la violencia entre los estudiantes. Según el Censo de 2005, en esta localidad sólo el 53.6% de la población comprendida entre los 3 y 5 años asisten a una institución educativa. El 5.4% de los niños entre los 6 y 10 años no tienen acceso a la educación, lo mismo sucede con el 12.5% de los jóvenes entre los 11 y 17 años. Este sector, ubicado al sur de la ciudad, se ha caracterizado por ser de un nivel económico bajo, el 90% de los hogares pertenece al estrato 2 y el 10% al 3. En un informe realizado por la Policía Metropolitana de Bogotá, a finales de 2002, de las 20 localidades de Bogotá, Bosa ocupó el número siete en la lista de sectores con mayores índices de violencia. De acuerdo con este panorama, Cátedra Chilena trabaja bajo tres ejes: resolución de conflictos, comunicación asertiva y medio ambiente sustentable, además debe propiciar un plan de vida a cada estudiante. Es una estrategia transversal, es decir, que no se desliga de ninguna materia y   

 

hace parte del Proyecto Educativo Institucional (PEI). La profesora Forero halaga el trabajo que se ha hecho con los jóvenes: “no puedo decir que éste es un remanso de paz, pero si puedo asegurar que los índices de agresiones han disminuido”. Además de estos logros, Alejandro Romero explica que la Cámara de Comercio de Bogotá también se ha integrado al proyecto para reducir los índices de violencia en la ciudad: “se hace un trabajo con los muchachos paralelo al que se hace en Cátedra Chilena”. Carlos Galán, quien tiene 20 años de experiencia en procesos educativos, destaca que la OEA y 16 países hayan conocido el plantel y la estrategia que han usado para acabar con la violencia escolar. “He expuesto esta idea porque sé que la Secretaría de Educación y la localidad de Ciudad Bolívar están buscando proyectos que permitan el cumplimiento de los Derechos Humanos”, declara Galán. Clara y Milena, las estudiantes de 11 grado protagonistas de la pelea, comentan que han aprendido mucho de la Cátedra Chilena y por eso se avergonzaron cuando el rector Galán las hizo caer en cuenta del error en que cayeron al enfrentarse con las de noveno grado. Las dos estudiantes esperan su grado y aseguran que su experiencia y los conocimientos adquiridos las ayudarán en su vida futura. Medellín y Cali también trabajan contra las agresiones Llegar a clases es un sufrimiento para Esteban, de 11 años. Desde que ingresó al nuevo colegio, el niño ha tenido que soportar las burlas y la “montada” de sus nuevos compañeros. Para acabar con estas agresiones más conocidas como “buylling”, Medellín ha adoptado un programa de promoción de la convivencia en niños, niñas y adolescentes, expone el diario El Colombiano en su edición del 11 de abril de 2007. Desde el 2001 se viene implementando el Modelo de Prevención Temprana de la Agresión que es un conjunto de actividades llevadas a cabo en escuelas y hogares infantiles con menores de edad entre los 3 a 11 años. Padres de familia y profesores también hacen parte de este proyecto. Según conceptos psicológicos llamados ‘Constructos Personales’, se pretende mejorar el comportamiento de estudiantes y de las relaciones maestro – alumno.

  

 

Hace dos años, estudiantes de prestigiosos colegios de Cali se enfrentaron en una gasolinera de la ciudad. En los enfrentamientos resultaron heridas personas que no pertenecían a ninguno de los centros educativos y que estaban en el lugar sólo por casualidad. La Secretaría de Salud Municipal, en una encuesta que hizo a 12.754 alumnos, reveló que el 35% de los estudiantes de tercero de primaria a once grado, han sido objeto de agresión por parte de sus compañeros. El Programa de Psicólogos en las Escuelas, el Hospital Psiquiátrico del Valle y el Gobierno Departamental están tomando cartas en el asunto para frenar los índices de violencia escolar. “Esta cifra es muy significativa para la región. Es tres veces más alta de la que se reporta en otros países”, explica Iván Osorio coordinador de Promoción y Prevención del Hospital Psiquiátrico del Valle y del proyecto Psicólogos en las Escuelas, al periódico El País. Otras opciones para solucionar los conflictos Históricamente los seres humanos hemos heredado formas de relacionarnos muy violentas. Basta con repasar la historia y veremos que la resolución de los conflictos siempre ha sido a través de la violencia como las guerras. No es extraño que en Manizales fueran capturados dos jóvenes de 12 años que pedían dinero a un compañero del colegio a cambio de no atacarlo con un arma blanca. La ciudad también ha sido escenario de otros casos de ataques violentos. Por ejemplo, desde el 2005, más de 1.200 objetos violentos o armas se han decomisado en los colegios públicos y privados. En criterio de la antropóloga Flor Alba Romero Medina, especialista de la Universidad Nacional, hay que cambiar el actual modelo educativo por otro más participativo e inclusivo. “En la política pública educativa debe haber un componente pedagógico dirigido a docentes como a padres y madres de familia porque los adultos miramos a los niños y niñas como seres incapaces. Tenemos que sensibilizar esos modelos memorísticos, tradicionales, de imposición y punitivos, por otros modelos que cautiven a los niños y niñas, que los hagan sentir bien", dijo a la Red ANDI América Latina. Panorama latinoamericano Dicen que lo que no está prohibido, está permitido. En el continente no se cuenta con datos exactos sobre el uso de castigos corporales en las escuelas y centros de educación formal que permita afirmar la gravedad y   

 

frecuencia de tales acciones o si se trata de una conducta marginal u ocasional pero, definitivamente es una violación a los derechos humanos. Sólo 5 países latinoamericanos tienen leyes que prohíben expresamente el castigo corporal o físico en la escuela: República Dominicana, Ecuador, Honduras Venezuela y Haití, según la investigación “Acabar con la violencia legalizada contra los niños y niñas. Iniciativa global para acabar con todo castigo corporal hacia niños y niñas” llevado a cabo por Save the Children Suecia- Programa Regional para América Latina y el Caribe-. En el ámbito latinoamericano las expresiones de violencia varían según el país: Argentina. El 52% de los alumnos sufre o ejerce violencia, en 21 provincias argentinas, según un estudio realizado por investigadores del Instituto Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Brasil. Una investigación realizada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), en Brasil, revela que “la violencia en la escuela no debe ser vista simplemente como una modalidad de violencia juvenil, pues su ocurrencia expresa la intersección de tres conjuntos de variables independientes: el institucional (escuela familia), el social (sexo, color, empleo, origen socio espacial, religión, escolaridad de los padres, status socioeconómico) y el de comportamiento (información, sociabilidad, actitudes y opiniones)”, señala el documento, refiriéndose a la compleja red de conflictos que se producen en la escuela y que se puede expresar o no en forma violenta. Bolivia. Un estudio realizado en el 2006, por el Instituto Nacional de Estadística de Bolivia (INE) y el Fondo de la Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), establece que los dos lugares más peligrosos para la integridad de los niños y niñas bolivianas son el hogar y la escuela, en ese orden. La investigación señala que el maltrato contra los escolares no se presenta a través de una única acción violenta, sino que ésta viene normalmente acompañada de varias otras formas de agresión, por ejemplo, gritos acompañados de intentos de ridiculización o humillación y golpes.

  

 

Costa Rica. Según el Ministerio de Educación Pública (MEP) de Costa Rica, hay unas 200 instituciones -principalmente de segunda enseñanzaconsideradas de "alta peligrosidad", según Rocío Solís, encargada del área de Niñez y Adolescencia. En esa categoría clasifican aquellos centros en donde hay consumo de drogas, explotación sexual de sus estudiantes con fines comerciales, pandillas juveniles tanto dentro como fuera de la institución y agresión de todas las formas: desde juegos violentos en los recreos hasta enfrentamientos de palabra contra los profesores y entre los alumnos. Guatemala. Una reciente investigación realizada por ACTION AID Internacional en Guatemala "Violencia contra las Niñas en la escuela y sus alrededores: visión de las Niñas, 2006", arroja datos preocupantes: todas las niñas que participaron en la investigación manifiestan ser víctimas de las agresiones físicas: empujones, golpes, jalones de pelo, aruñones, escupidas, patadas y pellizcos. Los empujones, los golpes y los jalones de pelo son las violencias físicas que ocupan los primeros lugares. En cuanto a las cifras referentes al abuso sexual, son aún más alarmantes. 22 de cada 100 niñas son víctimas de tocamientos en partes del cuerpo que les hace sentirse incómodas. En orden de importancia, los agresores de las niñas en la escuela son: los compañeros varones, las compañeras, los maestros y maestras, los y las directoras. México. La Unidad de Atención al Maltrato y Abuso Sexual Infantil de México, atendió durante la gestión 1999 – 2000, 12 denuncias de maltrato en escuelas, pero en las gestiones de 2003 – 2004 recibió 482 casos, de ese total, 140 fueron casos de maltrato físico, 79 de abuso sexual y 73 de violencia psicológica. Las indagaciones realizadas muestran que la mayoría de las situaciones de abuso o de hostigamiento sexual ocurre entre los propios alumnos, y, en una proporción menor, se ven involucrados maestros o trabajadores no docentes. Perú. La Comisión de la Verdad y Reconciliación es quien ha denunciado con mayor contundencia la relación entre la violencia social y escolar. En sus recomendaciones de reforma de la educación enfatiza que la política de este sector debe orientar la transformación de la escuela en un lugar donde se respete la condición humana del estudiante y se contribuya al desarrollo integral de su personalidad. Asimismo aborda directamente la cuestión de la disciplina: "La disciplina que se desprende de una gestión democrática permite la autonomía y el crecimiento personal del ser humano. Una   

 

disciplina basada en el castigo y en la amenaza no contribuye a la construcción de una cultura de paz; es más, genera violencia", señala la mencionada comisión. Fuentes: ¾ Carlos Galán, Rector del Colegio Nuevo Chile, Licenciado en Química y Biología. Magíster en Administración y Supervisión de Educación. Diplomados en Pedagogía y prevención de violencia. Vinculado a programas de convivencia, pertenece a las escuelas de paz. ¾ Fernando Valencia Murcia, Buenaventura de Cali.

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¾ Flor Alba Romero, coordinadora del Programa Andino de Derechos Humanos del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI) de la Universidad Nacional de Colombia. ¾ Tatiana Velásquez, periodista El Heraldo. Fuente: Acabar con la violencia contra los niños, niñas y adolescentes, Paulo Pinheiro, 2006. Estudio del Secretario General de la ONU sobre la violencia contra los niños. El Colombiano, edición del 21 de abril de 2007, pág. 9 A. El País, edición del 19 de junio de 2007, pág. B3 La Patria, edición del 17 y 18 de junio de 2007

Redacción: Angélica Benjumea con información Red ANDI Edición: Claudia Marcela Mejía Dirección: Ximena Norato P.