MUJERES INMIGRANTES. Invisibilidad y práctica cotidiana Historias de vida en la ciudad de Logroño

1 MUJERES INMIGRANTES Invisibilidad y práctica cotidiana Historias de vida en la ciudad de Logroño Joaquín Giró Miranda & Alicia Fernández Sáenz de...
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MUJERES INMIGRANTES Invisibilidad y práctica cotidiana Historias de vida en la ciudad de Logroño

Joaquín Giró Miranda & Alicia Fernández Sáenz de Pipaón

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INDICE PRÓLOGO.

P.3

1. INTRODUCCION.

P.7

1. Metodología 2. Características sociodemográficas

P.15 P.23

2. ETAPA PREMIGRATORIA. 1. Situación sociofamiliar 1.1. Causas u origen de la organización del proyecto Migratorio 1.2. Situaciones sobrevenidas 1.3. Situaciones carenciales (económicas o sociales)

P.37

2. El capital educativo y la formación para el empleo 2.1. La diversidad del capital educativo de partida 2.2. Los problemas de conversión del capital educativo en España 2.3. El aprendizaje del idioma español

P.51

3. PORQUÉ EMIGRAR. EL VIAJE 1. La motivación para emigrar 1.1. Los particulares motivos de la mujer 1.2. Las estrategias familiares. El bienestar de los demás 1.2. La situación sociopolítica y la inseguridad ciudadana.

P.63

2. El viaje hasta Logroño 2.1. Los trámites y condiciones del viaje 2.2. Los medios de transporte y la llegada a España 2.3. El viaje a Logroño. Sus causas

P.75

4. LA INTEGRACION SOCIOECONÓMICA Y CULTURAL. 1. El ámbito laboral 1.1. El servicio doméstico y el cuidado de personas 1.2. La percepción negativa del empleo de la mujer inmigrante 1.3. La movilidad laboral y el abandono de actividades

P.89

2. La vivienda 2.1. El alquiler compartido 2.2. Alquiler o compra?

P.107

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2.3. Las falsas inmobiliarias

5. RELACIONES SOCIALES Y PERSPECTIVAS DE FUTURO. 1. Apoyo, redes y vida social. 1.1. La edad, el idioma, la ocupación y el origen nacional en las relaciones sociales. 1.2. La integración de los hijos en la escuela. 1.3. Racismo y xenofobia en Logroño?. 1.4. Las primeras impresiones.

P.123

2. Decisión de quedarse y expectativas de futuro 2.1. Afincarse definitivamente. Deseos y realidad 2.2. Familia, cambio social y proyectos de futuro 2.3. Volver: una decisión comprometida.

P.142

6. CONCLUSIONES.

P.153

7. BIBLIOGRAFIA.

P.171

8. ANEXO.

P.175

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PROLOGO En Logroño más de seis mil mujeres con otro origen nacional trabajan y sueñan. Colores, acentos y sonidos, olores y sabores continentales, latinoamericanos, africanos y asiáticos se pasean por las calles y parques de nuestra ciudad. Unas mujeres rubias de tez blanca y con los ojos muy claros se han parado en un escaparate; otras dos mujeres mulatas sacan a pasear a sus retoños y en la puerta del colegio avistamos unas mujeres que con el pañuelo sobre la cabeza ocultan un cabello negro y ensortijado. Claudia, Marta y Fátima son tres de esas mujeres y algo de sus vidas cotidianas se parece a esto. Los sábados siempre son especiales para “Claudia”, al fin y al cabo son los únicos días que tiene libres desde que empezó a trabajar de interna al cuidado de una señora mayor con principios de demencia. Este sábado, además, es el cumpleaños de su madre y van a reunirse a comer todos los familiares y amigos que viven en Logroño. Claudia se levanta temprano para envolver su regalo, un pañuelo de color azul que compró el sábado anterior. Una vez preparado el desayuno ha levantado a Marisa, la señora a su cuidado, y la ha acompañado en el lento proceso del desayuno, aseo y vestido. Se le ha hecho un poco tarde así que se ha dado prisa para vestirse. Cuando ha llegado el hijo de Marisa ha salido rápidamente y ha ido derecha a comprar una modesta tarta para el postre. Algo nerviosa se ha dirigido a la casa que su madre comparte en la C/ Huesca con dos parejas de amigos también de origen rumano. Es la primera invitada en llegar, así que puede disfrutar de un ratito a solas para felicitar y charlar con su madre. Tras el intenso abrazo y la apertura del regalo que su madre agradece muchísimo, ambas se han sentado a comentar las gestiones que ésta ha hecho a lo largo de la semana. Para Claudia es algo muy importante, ya que se trata de poder traer a su hija Cristina a España. Cristina solo tiene siete años y todavía vive en Rumania con la hermana mayor de Claudia. Su madre le explica que los trámites parecen sencillos, ya que si la niña viene a Logroño, una vez empadronada podrá escolarizarse aquí y, por tanto, contará con un permiso, al menos, hasta que termine sus estudios. Claudia no ha podido evitar las lágrimas, por fin después de ocho meses en España sin ver a su hija podrá tenerla de nuevo aquí. Habrá que preparar el viaje y alojamiento de la pequeña, así que madre e hija se distribuyen ágilmente las actividades para la semana: quién acompañará a la niña, con qué empresa harán el viaje, cuánto dinero pueden permitirse invertir, en qué curso se debe matricular a la niña, en qué habitación se alojará. Luego, ambas han iniciado los preparativos para la comida, y a la hora prevista han llegado el resto de invitados juntándose ocho personas en

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total. Los regalos, la comida, las risas y los abrazos han hecho que el día sea inolvidable y Claudia vuelve sonriendo a su trabajo. Son las nueve en punto de la tarde cuando llega, tiene que preparar rápidamente la cena de Marisa, desvestirla y acostarla. Claudia se acuesta temprano, tiene una larga semana por delante y está cansada, pero esta noche Claudia no se pregunta qué hace en España y si tiene sentido; hoy se siente tranquila, ha recibido la noticia que da sentido a todo el esfuerzo realizado. Por otra parte nos encontramos con “Marta” que es de origen colombiano y llegó a Logroño hace más de tres años. Peregrinó mucho por diferentes ciudades y pueblos, pero decidió permanecer en Logroño donde consiguió un buen trabajo así como regularizar su situación. Hace un mes logró abrir las puertas de su negocio, una pequeña peluquería que le supuso un esfuerzo de trabajo y ahorro grandes pero que le reportó mucha satisfacción. Como todos los lunes Marta madruga para llegar temprano a la peluquería y hacer las cuentas y gestiones previas a la apertura. Todavía tiene pocas ganancias y se ve apurada para hacer frente a los pagos mensuales, especialmente al préstamo y al alquiler. Sabe que su novio (español) quiere ayudarla económicamente para salir del apuro, pero esa opción prefiere desecharla mientras no sea imprescindible. Cuando Marta llega a la peluquería no puede creer lo que ve, han vuelto a romperle las lunas del escaparate. Es la segunda vez que lo hacen. Entra como puede tratando de no pisar los cristales rotos que están por todas partes, y tras observar que no hay otros desperfectos comienza a recoger mientras le caen unas lágrimas. Cuando termina de dar los partes necesarios coloca un tablero en el escaparate y se dispone a atender a las clientas, pues no está dispuesta a perder un solo día de trabajo. Las pocas clientas de la mañana afortunadamente son de confianza y, lejos de escandalizarse por el estado del local, animan a Marta. Cuando su novio se entera acude deprisa a la peluquería y tras consolar a Marta y tratar de restarle importancia a lo sucedido, consigue que un cristalero arregle el escaparate esa misma tarde. Van juntos a comer y él le propone la posibilidad de irse a vivir juntos. A fin de cuentas están pagando dos alquileres y, por tanto, desperdiciando el dinero; además, así ella podrá dejar de compartir piso con las otras cinco personas con quienes convive. Marta se violenta con la proposición y elude la conversación alegando la necesidad de marcharse y posponiendo su respuesta. Pasa una tarde muy mala, tiene que atender a las clientas mientras el cristalero hace un ruido infernal y el del seguro no para de hacerle preguntas acerca de posibles “enemigos”. Marta cierra la peluquería temprano y se lleva todas las facturas a casa para poder estudiarlas detenidamente.

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Cuando termina de cenar un emparedado en la cocina de su casa se encierra en su habitación a trabajar (no quiere que sus compañeros de piso sepan lo que hace). Más allá de la una de la madrugada, agotada y deprimida, con las cuentas hechas, se da cuenta de la terrible situación: no puede pagar los alquileres del piso y del local de este mes, ni mucho menos enviar dinero a sus padres en Colombia. Marta se plantea si no se ha precipitado. Se asusta, la cabeza le va a estallar. Sólo tiene una solución, aceptar la ayuda económica de su novio y plantearse en serio la posibilidad de adelantar su decisión personal de irse a vivir con él. Agotada, se queda dormida encima de la cama aún vestida. Por último, supimos que “Fátima” vino hace dos años a Logroño porque su marido le había dicho que el patrón le ofreció un contrato indefinido. Fátima estaba entonces embarazada de seis meses pero no le importó dejar a su familia y a sus amigos para reunirse con su marido, una vez que el padre le dio la bendición. No sabía nada de Logroño. Le habían contado que se parecía a aquellas ciudades que se veían en la televisión de Tetuán. Hizo el viaje, junto con sus otros dos niños en la furgoneta de su vecino Hamed que vivía en Francia, de donde le habían contado que las manifestaciones de racismo eran siempre contra las personas de origen árabe. Por eso estaba contenta de que su marido le hubiera llamado desde una ciudad española del norte, alejada de aquel horrible lugar donde las noticias hablaron de persecución de árabes y bereberes como principales víctimas del odio al extranjero (El Ejido). Después de cuatro años en Logroño, como todos los días Fátima se levantó la primera para preparar el desayuno de sus hijos y de su marido. En esta época del año Logroño era muy frío y Fátima recordaba los amaneceres cálidos de su tierra. Tras permitirse un breve espacio para el recuerdo, Fátima se puso en marcha encendiendo las estufas de butano de reciente estreno, preparando el té, recalentando el pan, levantando, aseando y vistiendo por orden a los niños. Una hora más tarde, el autobús de la empresa recogía al marido de Fátima y a otros empleados en la esquina de Doce Ligero con Primo de Rivera para trasladarlos al Polígono de Cantabria. A su vez, Fátima tomaba el autobús de línea para desplazarse a trabajar al locutorio de un amigo de la familia en la calle Oviedo. Fátima empezó a trabajar allí apenas hacía tres meses. Estaba contenta, pues una vez que los niños se habían hecho mayores ella podía trabajar para aportar algo de dinero al hogar. Fátima trabajaba de lunes a sábado en horario de mañanas, ya que así lo había acordado con su marido afin de atender la casa y a los niños el resto del día. Como siempre Fátima se mostró amable con los clientes que acudieron al locutorio. Una vez finalizado el turno, corrió como todos los días a casa de su amiga Hannan, quien le recogía los niños del colegio y cuidaba de ellos hasta su regreso.

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Aquel día la niña estaba disgustada y se echó en brazos de su madre cuando esta apareció en la puerta: “no quiero volver al colegio mamá, las niñas no quieren ser mis amigas y me han llamado mora de mierda”. Fátima miró con disgusto a su amiga Hannan quien le hizo un gesto tranquilizador. Cuando Fátima llegó a casa con los niños, el marido observó su disgusto y buscaron un espacio para comentar lo sucedido. Ambos llegaron a la conclusión de que Fátima debía hablar con la profesora de la niña para comentar lo sucedido y solicitar su intervención en situaciones como la acontecida. Más tranquila, Fátima puso la comida para todos y cuando llevó a los niños al colegio por la tarde habló con la profesora. Una vez aclarada la situación y con el compromiso por parte de la docente de interceder, Fátima se marchó a hacer unos recados y volvió a casa cargada de compra. La noche fue tranquila, todos durmieron bien, excepto Fátima que tardó en conciliar el sueño. Estas son historias de vida cotidiana, la vida cotidiana de muchas mujeres de la ciudad de Logroño, de miles de mujeres que con su testimonio nos han permitido entenderlas mejor, comprender sus problemas y atender a sus necesidades. Sus relatos nos han ayudado a conformar una historia de la mujer de Logroño con una característica particular, que es su origen nacional necesariamente distinto al español. Esta historia de mujeres es la historia de la mujer inmigrante en Logroño y, por tanto, queremos agradecer su amabilidad al contarnos retazos de su biografía en aquellos temas que les hemos demandado. Este agradecimiento lo hacemos extensivo a las Asociaciones de apoyo al inmigrante por su colaboración desinteresada. Finalmente debemos completar este capítulo de agradecimientos haciendo constar la participación de algunas alumnas brillantes del segundo curso de Trabajo Social, que con motivo de las prácticas llevadas a cabo en la asignatura de Métodos y Técnicas de Investigación Social realizaron entrevistas en profundidad con algunas de las protagonistas de esta historia de la mujer. A todas ellas, nuestras más sinceras gracias por la información suministrada.

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INTRODUCCION El estudio que presentamos a continuación es fruto del interés de los autores hacia realidades sociales en las que convergen los conceptos de género junto a los de inmigración, ciudadanía y vida cotidiana. Son varias las razones que justifican la elección de las Mujeres Inmigrantes como el colectivo sobre el que situar nuestro estudio: En primer lugar el fenómeno demográfico que ha supuesto el crecimiento de la inmigración, cuya evolución en los últimos años ha sido muy rápida, teniendo en cuenta que si en 1997 suponía el 1,1% de la población logroñesa, seis años después, en 2003, suponían el 9,5% (algo más de 13.500 inmigrantes empadronados en Logroño). De este colectivo inmigrante la mujer es quien ha llevado un proceso de incorporación más rápido suponiendo en la actualidad el 44,7% de la población inmigrante logroñesa, porcentaje que se superará si atendemos a algunas de las razones por las que se instalan las mujeres inmigrantes en nuestra ciudad; razones de cuyo conocimiento da cuenta este estudio. Y no es que las mujeres inmigrantes aparezcan o lleguen a nuestro país como compañeras en procesos de reagrupación familiar, sino que también aparecen como inmigrantes individuales, es decir, solas y con proyectos migratorios autónomos. En segundo lugar la importancia de la mujer inmigrante en el proceso de integración. Ésta, como todos los inmigrantes, vive entre dos culturas, pero a diferencia de los hombres siente la responsabilidad derivada del cambio y es la encargada de establecer un puente entre ambas. En la mayoría de los colectivos se tiene conciencia de que la especificidad cultural se transmite por línea femenina, de que las mujeres son agentes activos de la reproducción cultural, aunque paradójicamente no se les reconozca públicamente. Mientras que antes se limitaba a mantener las tradiciones, ahora, tras la emigración, tiene que ser agente de su cultura al mismo tiempo que posibilita el acceso a una nueva. Es decir; por un lado desarrolla el papel de guardiana de la tradición, mientras que por otro se convierte en agente de cambio. La mujer inmigrante debe conservar la cohesión del grupo y proteger la identidad cultural a la vez que desarrollar estrategias adaptativas que les permitan asumir lo nuevo sin romper con lo propio; se trataría de conciliar sus costumbres y tradiciones con los códigos de la nueva situación. Así, las mujeres han tenido que añadir a las viejas funciones tradicionales de esposa y madre, guardiana de los valores culturales y cuidadora del hogar, el de impulsoras de un proceso de cambio, representando para el grupo familiar un elemento de estabilidad para sobrellevar mejor el trauma que todo proceso migratorio lleva implícito.

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El papel que la mujer inmigrante juega en la familia, especialmente con los hijos en la formación de opiniones, actitudes y comportamientos, es mucho más decisiva y esto ha ayudado a que cada vez más se le atribuya y reconozca un papel clave en el proceso de integración. En tercer lugar, otra razón que justificaba este estudio es el cambio en la adopción de roles diferenciados en el escenario familiar, así como el cambio de estatus adjudicado en la sociedad de origen. Se ha detectado y constatado que las mujeres inmigrantes son más pragmáticas en su adaptación a los diferentes modos de vida y opiniones que los hombres; se muestran más tolerantes ante la pluralidad de valores sin sentirse amenazadas, y tienen mayores aptitudes para orientarse y dominar la vida cotidiana en una sociedad que les es extraña. También son capaces de desarrollar comportamientos aceptados por la nueva sociedad y dan prueba de mayor perseverancia y paciencia en los largos procesos de formación. Hay otras razones que justificaban la necesidad de este estudio, son las provenientes de la presencia de la mujer inmigrante como agente de desarrollo (económico y social). La dimensión de agente de desarrollo económico proviene del mayor acceso de la mujer inmigrante a la educación, así como de su incorporación al mercado laboral (principalmente en el sector servicios). En cuanto a la dimensión social, era preciso destacar su participación en los servicios y las prestaciones sociales (principalmente en labores de asistencia a enfermos y ancianos). Estamos de acuerdo con Sonia Parella, cuando en una reciente publicación 1 afirmaba que “la masiva demanda actual de empleadas domésticas tiene que ver con cambios sociodemográficos y económicos como el envejecimiento de la población y el incremento del número de personas mayores que viven solas y que precisan ayuda doméstica; la creciente participación femenina en el mercado de trabajo y el consiguiente aumento del número de hogares en que el padre y la madre trabajan a tiempo completo; el mayor número de hogares monoparentales; la progresiva tendencia hacia la dispersión geográfica de la familia; una nueva gestión del tiempo en el núcleo familiar y la crisis fiscal del Estado de Bienestar”. Estas son algunas de las causas del porqué una actividad laboral reservada hasta un pasado reciente a núcleos de familias pudientes, está hoy generalizándose entre la población española. También las características del trabajo doméstico y el cuidado de los enfermos han contribuido a que esta ocupación sea vista como poco atractiva para las españolas. La reticencia de muchas españolas a cumplir 1

Parella Rubio, Sonia (2003): Mujer, inmigrante y trabajadora: la triple discriminación. Barcelona: Anthropos, pág. 12

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con estas tareas, ha colaborado a que la inmigración extracomunitaria encuentre un hueco en el sector laboral español. La incorporación de la mujer española al mercado laboral no ha significado que las tareas domésticas tradicionalmente destinadas al sexo femenino hayan sido ocupadas por los hombres, sino que la tecnología y la llegada de otras mujeres, las extranjeras, ha permitido su lenta y progresiva incorporación al ámbito laboral. Un estudio del Instituto de la Mujer2 revelaba que el 64% de las extranjeras con permiso de trabajo era empleada de hogar. Del mismo modo, es una práctica habitual la contratación de mujeres sudamericanas para el cuidado de personas mayores que de otro modo estarían en residencias. Otra razón de estudio proviene de la calidad de estas mujeres que son el sustento económico de muchas familias. En los últimos años, en especial a partir del año 1999, momento en que se cerraron los cupos para la formalización de la situación legal de las personas inmigrantes, los varones “sin papeles” tienen graves dificultades para acceder al mercado de trabajo, ya que los puestos que se ofertan para ellos, en especial desde la construcción, no son accesibles para aquellos que no puedan entrar en el régimen general de Seguridad Social. Sin embargo, las tareas de servicios a que optan las mujeres no presentan la exigencia de documentación de los anteriores, por lo que actualmente, mientras muchos hombres buscan oportunidades esporádicas de trabajo (por ejemplo en el campo), las mujeres son quienes están ingresando los salarios necesarios para el mantenimiento de la familia en Logroño o en su país de origen. Esta situación podría provocar la llegada de un número superior de mujeres al de hombres, al menos mientras no se abra de nuevo el acceso a los documentos legales y la regularización administrativa de la cada vez mayor bolsa de inmigrantes irregulares o indocumentados, eufemísticamente denominados “ilegales”. También encontramos igualmente razonable la aproximación al conocimiento del fenómeno demográfico en todo aquello que hace relación al incremento de las tasas de natalidad y al incremento del número de hijos/as menores de edad que las madres traen consigo, lo cual ha supuesto una ralentización del fenómeno del envejecimiento, incrementándose las tasas de población infantil y joven. Cualquier estudio que trate el tema migratorio de la mujer no puede obviar el fenómeno de la fecundidad. A este fin hemos recurrido a la información proporcionada por varios expertos sobre el tema que nos ayuden de ese modo a situar los cambios habidos en estos últimos años.

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Instituto de la Mujer: La migración hacia España de mujeres jefas de hogar. Madrid (Serie Estudios)

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Dice Margarita Delgado 3, reputada demógrafo del CSIC, que “los bajos niveles de fecundidad de las mujeres españolas han sido aún más bajos hacia mediados de los noventa y si se han recuperado ligeramente en los últimos dos años ha sido, principalmente, gracias a la aportación de los nacimientos de madre extranjera residentes en España, que sólo en el 2000 han representado el 8% de todos los nacimientos de residentes en España. Por tanto, a la espera de análisis más refinados, se puede presumir que la leve recuperación de la fecundidad en España probablemente no es tanto una recuperación de la fecundidad de las españolas –que aún está por ver si no ha seguido descendiendo- como de una inyección de nacimientos de madres extranjeras. Si esto es así, la hipotética recuperación está condicionada a la persistencia del flujo migratorio”. Esta tendencia descendente ya se conocía por la Encuesta de Fecundidad realizada en 1999 por el Instituto Nacional de Estadística cuyos resultados confirmaban el comportamiento descendente de la natalidad en España. En aquella fecha y para el conjunto de mujeres de 15 a 49 años, el número medio de hijos nacidos vivos a lo largo de su vida era de 1,07 muy lejos del número necesario para la reposición biológica de la sociedad, estimado en 2,1 hijos por mujer en estado fértil. España es el país con menor tasa de fecundidad de la UE y ocupa este puesto desde 1997. En La Rioja la tasa de fecundidad lleva desde 2000 una tendencia mejor (de 1,20 a 1,23 hijos), aunque también se debe más a la natalidad de madres extranjeras y al aumento de las cohortes de mujeres jóvenes, que a un crecimiento de la natalidad entre las mujeres logroñesas o riojanas. Se ha observado que en la Rioja este incremento de nacimientos se debe principalmente a los niños de madre extranjera, tal y como se indicaba desde el Hospital San Millán donde nos confirmaron este dato, al señalar que más de un 20% de los nacimientos habidos a lo largo del ejercicio 2003 han sido de madres extranjeras. “Si no hubiera sido por el Hospital de Calahorra, donde atendieron 500 partos, en Logroño no hubiéramos podido atenderlos, ya que hubo 2.200”. Al parecer, hace tres o cuatro años era más habitual el nacimiento de niños de madres marroquíes en Logroño, pero en este momento son las de procedencia sudamericana las de mayor prevalencia. También en España, en los últimos seis años, el número de nacimientos de mujeres inmigrantes se ha triplicado, ya que se ha pasado desde los 11.832 nacimientos en 1996 hasta los 33.076 en 2001. Se da la circunstancia de que en el año 2001 el aumento de nacimientos en el conjunto de la población residente en España se debió únicamente a este colectivo; por el contrario, disminuyó el número de niños y niñas nacidos de madres españolas. Así pues, de lo que no cabe duda es que si la natalidad ha crecido en España en los últimos cuatro años ha sido gracias a la inmigración. Se 3

Delgado, Margarita (2003): La fecundidad en España a fines del siglo XX, en Sistema, nº 175-176, pp. 51-66

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puede decir sin temor a equivocarse que la inmigración ha sido determinante en la fuerte subida de la población ocurrida a lo largo de 2002, pues de los 879.170 habitantes que ganó España, 694.651 eran extranjeros. El resto del crecimiento se debió a que los nacimientos superaron a las muertes (49.980 más), a actualizaciones en el Padrón de españoles y al regreso de emigrantes o de sus descendientes (algo más de 20.000 según el INE). No obstante, como señala Izquierdo 4, “la repercusión demográfica y la fecundidad de los inmigrantes con estudios es más reducida que lo que uno se imagina. Desde luego está por debajo del promedio en los países de origen. Eso no quiere decir que no supongan una inyección directa de juventud para la población en edad activa y un cierto alivio demográfico en lo que atañe al déficit de natalidad. Pues su índice coyuntural de fecundidad (por lo que nos dicen en las encuestas) ronda o rebasa ligeramente la tasa de reemplazo generacional. Más concretamente se sitúa en torno a los 2,2 hijos por mujer”. En los estudios de género, una de las características del modelo de inmigración de la Europa del sur es la feminización de los flujos que se ha examinado con más extensión en otros trabajos 5. En este contexto hay un incremento de la presencia de investigadoras que intentan dar visibilidad al rol de la feminización en el estudio del género en las migraciones internacionales. Antonio Izquierdo sugiere que la feminización de la inmigración es una respuesta a la demanda, pero también puede ser una respuesta a decisiones políticas o patronales del sistema de cuotas que durante tiempo funcionaron como procesos de regularización encubierta. De acuerdo con su argumento hay dos características importantes en el modelo español de inmigración: la persistencia de la presencia no regulada y los múltiples procesos de regularización puestos en marcha. Laura Oso muestra también a través de su investigación sobre la inmigración femenina que este sistema reproduce un determinado estilo de vida basado en la forma de organización del hogar (las comidas, la limpieza, la atención a los niños) que perpetúa un sistema tradicional. Por último, no debemos obviar el beneficio empresarial de la inmigración (tanto masculina como femenina), pues como consumidores finales de gran cantidad de productos se convierten en un sector de enorme interés comercial: “Desde hace años, los bancos miman a un segmento con mucho potencial: los inmigrantes. «Estamos desarrollando programas pilotos 4

Izquierdo Escribano, A. (2002): La educación errante, en La sociedad. Teoría e investigación empírica. Homenaje a José Jiménez Blanco. Madrid: CIS, pág. 227 5 Ribas Mateos, N. (2004): Una invitación a la sociología de las migraciones. Barcelona: Bellaterra, pág.154

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para fidelizar a estos clientes, que, a medio plazo, serán una clientela muy atractiva. Por supuesto que contamos con su demanda y con poder ofrecer nuestros servicios en un futuro cercano», explica Sebastián Ruiz, director comercial y de Marketing del Grupo Bancaja. ¿Incluido el negocio hipotecario? «Por supuesto». El objetivo, por tanto, no es la rentabilidad inmediatamente sino ganarse la confianza de los inmigrantes de cara al futuro.” 6 En conjunto, todas estas razones nos permiten hablar de un fenómeno de enormes consecuencias para España como es el de la feminización de la inmigración, pero también del cambio en el papel de la mujer en nuestra sociedad y concretamente, en la historia de la ciudad de Logroño. En este estudio nuestro objetivo principal ha sido tratar de construir un relato personal a la vez que procesual sobre la inserción y la integración de la mujer inmigrante en la ciudad de Logroño. Hemos intentado recuperar la historia de este proceso y narrarla desde los propios actores sociales rompiendo con formas cristalizadas de investigación que valoran más el dato acabado. Ha sido pues el objetivo general de este proyecto conocer los procesos de asentamiento e integración de la mujer inmigrante en la ciudad de Logroño, así como las implicaciones de estos procesos sobre el resto de la población. Al sacar a la luz los aspectos subjetivos se pueden comprender mejor tanto los factores y motivos que inciden en los movimientos de población, como las implicaciones psicosociales que conlleva ese proceso. De esta manera hemos podido entrever el impacto de los proyectos migratorios originales, cómo se realiza la incorporación a la sociedad, las estrategias cotidianas utilizadas, y cómo elaboran y dotan de sentido sus decisiones así como las circunstancias en que se desenvuelven. Sólo podemos acceder a la percepción que las mujeres inmigrantes tienen de las condiciones existentes, de sí mismas, y a las escalas de valores que rigen su conducta, a través de sus discursos. Y es que es en el lado opaco de la memoria donde se esconde la cara oculta de lo social haciéndose visible al evocar la historia vivida. También hemos entendido que es igualmente importante, si no más, descubrir el discurso que hacen las protagonistas con relación a su propia identidad de género. En las historias de vida son tan importantes los hechos que aparecen como la forma de narrarlos. La observación atenta de lo particular saca a la luz lo general. Los relatos de vida de las mujeres inmigrantes nos muestran cómo se producen las decisiones individuales, 6

Alemany, L. (2003): Suplemento de vivienda de Diario El Mundo, nº 325, de 12 de diciembre.

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qué factores subjetivos intervienen, y cómo afectan las condiciones estructurales (familiares, económicas, culturales) en estas decisiones, en su orientación. También aparecen las diferencias de género en las distintas estrategias ante los problemas, así como los efectos que el proceso migratorio tiene sobre conductas y mentalidades. Por otra parte hemos descubierto algunos de los procesos, estrategias y códigos que determinan la estructura de la vida cotidiana, permitiéndonos reflexionar sobre los factores que han llevado a la mujer inmigrante a su situación actual, su posición en el sistema social y familiar, así como sus perspectivas de futuro.

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METODOLOGIA “La base epistemológica de este trabajo descansa sobre dos fuertes apoyos o tradiciones: el paradigma epistemológico de la investigación-acción de Kurt Lewin, y el principio de la imaginación sociológica de Wright Mills. El primero ya ha sido ampliamente utilizado por la Psicología Social desde que Kurt Lewin lo propusiera a mediados del siglo XX y nada vamos a añadir aquí sobre su valor metodológico. Respecto a la imaginación sociológica, que es el paradigma sociológico desde el que nos hemos movido y que ahora pasamos a explicar con el fin de dar satisfacción a los futuros investigadores sociales, o a investigadores que se dejan llevar por los a veces esclerotizados esquemas teóricos de toda investigación social cuando estos no se saben aplicar, es una perspectiva, una forma de mirar al mundo por la que podemos reconducir las informaciones diversas que reunimos acerca de la realidad social hacia lo que ocurre en nuestra propia vida. En palabras de quien acuñó la expresión 7, el sociólogo norteamericano C.W. Mills: la promesa y la tarea de la imaginación sociológica consisten en relacionar la historia y la biografía con el contexto social, pues parte del supuesto de que “el individuo sólo puede comprender su propia experiencia y evaluar su propio destino localizándose a sí mismo en su época (...) [sólo] puede conocer sus propias posibilidades en la vida si conoce las de todos los individuos que se hallan en sus circunstancias”. Al igual que nosotros, al igual que nuestra biografía, también los fenómenos abordados desde la perspectiva de la imaginación sociológica son considerados como una intersección de lo particular y lo histórico, lo personal y lo público, lo local y lo general. Sociológicamente, un matrimonio puede verse como el resultado de la decisión adoptada por dos individuos en función de un sentimiento de amor recíproco. Sociológicamente, en cambio, que el amor pueda considerarse como el fundamento de una relación matrimonial es algo muy reciente que tuvo una determinada génesis cultural. El sentimiento no basta para explicar el vínculo, sino que debe ser el mismo explicado en función de ciertos factores e influencias que lo han hecho llegar a aparecer como algo aparentemente obvio en nuestra sociedad. Lo que lleva a muchos al matrimonio actualmente no sólo tiene que ver con el amor, sino con factores sociales como el trabajo, nuestra idea de la sexualidad, la concepción de la vida familiar, etc. Incluso eso a lo que llamamos amor no es seguramente más que el producto histórico cultural de la intersección de todos estos elementos. De ahí que cuando la perspectiva de la imaginación sociológica se enfrenta a un fenómeno se concrete en preguntas como ¿en qué tipo de sociedad se produce dicho fenómeno?, ¿cuáles son los componentes

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Mills, C.W. (1993): La imaginación sociológica, Madrid: Fondo de Cultura Económica, pág.25

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fundamentales de ésta?, ¿cómo se relaciona el fenómeno estudiado con todos ellos? En definitiva, podemos afirmar que un fenómeno (el matrimonio) se convierte en un problema sociológico cuando se plantea su conexión con cuestiones que trascienden el ámbito local o individual en el que aparecen; esto es, cuando son puestos en relación con “la organización de muchos ambientes dentro de una sociedad histórica en su conjunto, con los marcos en que diferentes medios se imbrican e interpenetran para formar la estructura más amplia de la vida social e histórica” 8. Pensar la realidad sociológicamente es, pues, pensarla como una gran estructura dentro la cual se dibujan nuestras vidas y las los fenómenos particulares por los que nos interesamos. Esto no quiere decir que la estructura social sea algo dado y prefijado que determine rígidamente la forma en que nuestras prácticas cotidianas se producen. Influye decisivamente sobre ellas en la medida en que nuestras prácticas tienden a ser regulares y a institucionalizarse; pero al mismo tiempo se reproduce en ellas. Sólo a través de ellas adquieren sentido y dinamismo. Captar esta dialéctica de lo que en la tradición sociológica se conoce como la relación entre la estructura y la acción es el verdadero objetivo de la perspectiva sociológica. Por eso es tan importante para la imaginación sociológica el hacer un esfuerzo por distanciarse de las rutinas y los tópicos que tienden a hacernos ver el mundo en que vivimos como un mundo “natural”. Tal y como hemos señalado, contraer matrimonio es algo más que las consecuencias lógicas de unos intereses o sentimientos. Es un comportamiento tan histórica, cultural e ideológicamente determinado como el consumo de drogas, el rezar, el trabajar o el vestir porque el hecho de que sea algo “natural” en nuestra práctica y en nuestro sentido común depende de una serie de factores que tienen que ver con el entorno ecológico propio de un determinado contexto social, con su forma de entender la producción y el ocio, con las representaciones colectivas y los valores vigentes en él, etc. Uno de los más importantes sociólogos actuales, Anthony Giddens 9, ha resumido este esfuerzo de interpretación de la realidad que supone la imaginación sociológica hablando de dos dimensiones básicas que ésta debe resaltar en los fenómenos que considera: la dimensión antropológica y la dimensión histórica. Ambas nos suministran materiales y datos que, además de las relaciones sociales propias del contexto social que estudiamos, nos ayudan a ir más allá del mundo que nos es dado a nuestro

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Ibid., p.28. Giddens, A. (1998): Sociología, Madrid: Alianza, pág.52

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sentido común social; nos ayudan, en definitiva, a tomar distancia frente a la realidad social que intentamos comprender 10. Intentar una explicación sociológica es, por tanto, acceder a una determinada forma de mirar el mundo, a una cierta manera de considerar científicamente la realidad social. Pero es también una peculiar forma de “conciencia fértil” (C.W. Mills) que contribuye a poner en claro los elementos del malestar y la indiferencia contemporáneas al dotar a nuestro esfuerzo intelectual -sea cual sea el campo en que se produzca- de una sensibilidad más amplia. Vista así, la imaginación sociológica y su perspectiva no son sólo patrimonio exclusivo de los sociólogos. Maestros, críticos, periodistas... pueden todos acceder en su trabajo a esta forma de ver el presente en su dimensión histórica, de ver como problemático lo que se nos aparece como naturalmente dado, de ver las realidades locales en que vivimos en función de realidades sociales más amplias”. Partiendo de este marco teórico, como primer paso de la investigación que presentamos, se realizó una revisión bibliográfica y de artículos en prensa acerca de la realidad actual de la inmigración en España y, en concreto de Logroño. De este proceso derivaron las primeras reflexiones e hipótesis de trabajo y se diseñó la metodología. Paralelamente se analizaron los datos procedentes del Padrón municipal logroñés, comparándose y analizándose las cifras de los últimos ejercicios. Como segundo paso nos pareció fundamental conocer la experiencia de los profesionales que trabajan de manera directa con el colectivo de mujeres inmigrantes en Logroño. En especial focalizamos la atención en organizaciones “generalistas” que atendieran a mujeres de diversas procedencias, ya que estructuras asociativas más concretas no podían ofrecernos una visión comparativa de las mujeres atendidas. Además, se entendió que los profesionales de estos recursos, al no formar parte de un colectivo de procedencia específica o no presentar una vinculación afectiva o social hacia mujeres de determinadas procedencias, ofrecerían un discurso más objetivo sobre las características de las mujeres. Para ello se elaboró un cuestionario general (Anexo I), que fue distribuido entre varias Entidades, habiendo recibido cumplimentados los de Fundación Cáritas-Chavicar, Cruz Roja Española (Asamblea de La Rioja) y Servicio Doméstico. El tercer paso consistía en realizar el análisis cualitativo de las mujeres inmigrantes en Logroño, para lo cual hemos utilizado la técnica 10

Sin duda, el distanciarse del objeto que se investiga es un requisito elemental de la objetividad científica. A esto se refería Durkheim cuando hablaba de tratar los hechos sociales como cosas (“cosas sociales”). Sin embargo, la reflexión epistemológica posterior ha mostrado que este requisito es mucho más problemático de lo que parece en el ámbito de las ciencias sociales, pues el objeto de conocimiento es siempre un objeto construido.

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biográfica de la Historia de Vida. No una historia de vida total sino una historia de vida temática; es decir, basada en el discurso de la entrevistada respecto a los temas que le propusimos. La historia de vida es una técnica cualitativa que pretende reconstruir a partir de datos significativos de la vida de las personas, una serie de procesos sociales relativos a una comunidad, institución o fenómeno social determinado. Las historias de vida se dirigen hacia nuevas formas de conocimiento de la vida ordinaria de los individuos. La historia de vida es la categoría más amplia de entre los métodos cualitativos, y han sido las perspectivas feministas y de minorías las que han arropado este método biográfico con mayor dedicación. El núcleo de la información para la formalización de una historia de vida temática proviene de las entrevistas en profundidad. La entrevista en profundidad es la técnica de campo más genuina de las historias de vida. El método narrativo con el que se da forma a las entrevistas nos permite acceder al conocimiento de aquellas personas que por su situación en la jerarquía social no disponen de voz en el discurso teórico-académico. Es un modo de divulgar el sentir y pensar de quien por su posición en la historia nunca podría haber llegado a las editoriales. Además, contra los que critican el método biográfico por ser excesivamente subjetivo tenemos otro argumento, y es que toda generalización social conlleva precisamente la pérdida de aquellos detalles que distinguen la experiencia personal. De otro lado, las historias restablecen todo el contenido emocional de la experiencia humana ocultado por los métodos objetivos de un informe (Booth, 1996). Para el investigador preparado, la información recogida de su informante le proporciona un cronológico relato de su vida, pero dentro de un contexto social que lo contiene. Como no siempre es posible recuperar y reconstruir toda la vida de un sujeto, el investigador persigue ciertos sucesos y acontecimientos de la biografía que constituyen un tema específico de estudio. Esto permite la comparación temática de los relatos de diferentes vidas, que es en definitiva el método que hemos seguido. Una vez quedó resuelta la fase previa que precede a toda investigación, justificación del enfoque empírico y diseño metodológico (marco social, muestra y guión orientativo), nos planteamos cómo abordarlo y los diversos aspectos que suponía su realización. Todo un conjunto variado de estrategias que si bien corresponden a procesos diferentes, se realizaron de forma paralela. Al contrario de lo que ocurre en la encuesta estadística, aquí, el trabajo de campo, el análisis e interpretación del material y la elaboración de las historias de vida no constituyen fases independientes, sino que están profundamente relacionadas, imbricadas, y se desarrollan conjuntamente en un proceso dialéctico en el curso de la investigación.

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Entre las primeras cuestiones que nos planteamos al abordar el trabajo de campo en un estudio de este tipo, estaba el referido al contacto con nuestras informantes, es decir: a quién/es entrevistar y cuántas. Con la encuesta no es necesario elegir los informantes, pues las respuestas se integran en alguna de las categorías propuestas por el investigador con lo que se uniformizan las variaciones individuales. En este estudio, la selección de mujeres informantes no estuvo guiada por criterios de representatividad numérica (se realizaron veintinueve entrevistas en profundidad y un cierto número de conversaciones sin guión ni estructura de diálogo previa), pues se trata de un análisis de tipo cualitativo en el que la representatividad nos la dan los contenidos del discurso. Si bien nuestro propósito parte de la selección y entrevista a un cierto número de mujeres inmigrantes, no por ello renunciamos a ampliar la muestra, siempre que los aspectos significativos del discurso expresados en las entrevistas no fueran lo suficientemente ricos como para construir la identidad de la mujer inmigrante. Las pautas de selección de las informantes estuvieron sujetas al objetivo de encontrar a aquellas que mejor podían representar por sus condiciones particulares las diversas situaciones y facetas del mundo de la inmigración. Pero también el azar tuvo un papel destacado. Todo el que haya intentado alguna vez recoger historias de vida ha podido constatar la importancia que aspectos aparentemente banales como la accesibilidad, en cuanto a tiempos y lugar, o que la persona en cuestión reúna determinadas cualidades como informante, tienen en el desarrollo de la investigación. Que nuestro interlocutor dispusiera de tiempo y no le importara dedicárnoslo, convenir un lugar adecuado, que tuviera facilidad para verbalizar, se expresara con sencillez y claridad, y que estuviera inmerso en el momento de las entrevistas en el terreno sociocultural que exploramos, eran requisitos esenciales. De este modo y, en todos los casos, la información proviene de mujeres entrevistadas en Logroño, donde residían, pues la información allegada de mujeres residentes en otras localidades excedía los objetivos de este estudio que no buscaba sino la adquisición de unos conocimientos sobre los que reflexionar acerca de la situación de la mujer inmigrante en la ciudad de Logroño. Su localización en el espacio urbano vino mediatizada por los acontecimientos que se sucedían en torno a las actividades vitales de estas mujeres. Algunas fueron entrevistadas en su centro de trabajo, otras en la escuela de sus hijos, en cafeterías, en la calle, en locales de organizaciones, en sus propias viviendas; en fin, en los contextos más diversos como diversa es su realidad cotidiana. Nunca excedimos de una sesión por entrevistada pues el problema principal siempre vino derivado de la búsqueda de la ocasión para realizar dicha entrevista. Una vez acordado el lugar y la hora y una vez comenzada la entrevista esta se finalizaba sin dar ocasión a una nueva sesión donde

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retomar la conversación o el hilo de lo argumentado en sesión anterior. El periodo que ocuparon estas entrevistas ha sido muy amplio (desde fines de 2003 hasta primeros de 2004), pues ya hemos comentado de las dificultades para encontrar las informantes apropiadas y donde en ocasiones intervino el azar en la selección de nuestras informantes. Por supuesto que todas ellas fueron informadas del destino de sus historias que no era otro que el de dar sentido a este trabajo que ahora ve la luz, una vez grabadas en magnetófono y transcritas literalmente al papel, con la condición de que nunca se ofreciera el dato que pudiera identificarlas, pues entendemos que el anonimato es fundamental en este tipo de relaciones entre investigadores e informadores. Debemos reconocer que recoger historias de vida, colaborar en su producción, es un trabajo lento que requiere de fuertes dosis de paciencia y dedicación y en el que la empatía entre informante e investigador tiene un papel esencial. El guión de partida que resumía los aspectos generales a examinar era nuestro marco de referencia pese a que se ajustaba en función del desarrollo de la reunión o entrevista, procurando acoplarlo al hilo discursivo natural de la entrevistada. La forma concreta de la pregunta no era lo fundamental en las entrevistas y nos permitía, además, añadir otras nuevas o modificar su enfoque en función del propio desarrollo de la entrevista y de los datos que iban apareciendo en el curso del estudio. Una vez finalizada la entrevista (grabada en magnetofón) y realizada su trascripción literal, el procedimiento habitual de análisis de datos consiste en ordenar y organizar el material a fin de que la exposición mantenga una estructura lógica y coherente y evite repeticiones o un excesivo número de informaciones periféricas y poco relevantes que hicieran difícil y pesada la lectura de este estudio. Al igual que en la generalidad de este tipo de trabajos, en este estudio hemos conservado la forma de hablar y los giros y expresiones propias de las mujeres inmigrantes. De esta manera, este estudio, al tiempo que mantiene la frescura y espontaneidad del discurso de la mujer inmigrante (en ocasiones reflejando los problemas de comunicación del que aprende una lengua distinta de la materna), refleja más fielmente la idiosincrasia de la narradora. El sistema empleado ha consistido en el conocido cortar y pegar trozos de la memoria de las mujeres informantes, desde el conjunto de la entrevista transcrita hasta el texto del informe final, conforme a un principio de narrativa o desarrollo coherente. Por otra parte, en el análisis final hemos introducido una gran variedad de relatos paralelos, ilustrados con fragmentos de las entrevistas. Esperamos que el lector aprecie este esfuerzo metodológico de los autores a fin de que la comprensión de las líneas que siguen devuelva la visibilidad a la mujer inmigrante en la ciudad de Logroño y consiga el estatus de igualdad que la ley le reconoce.

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De acuerdo con Antonio Izquierdo 11, esta investigación se ha llevado desde una perspectiva holística que considera el proyecto migratorio en su totalidad; es decir, tomando como marcadores fundamentales tres momentos en la biografía de estas mujeres: los motivos y causas que llevaron a iniciar el proceso migratorio, los planes de establecimiento e inserción, y las expectativas de retorno o asentamiento definitivo. Dentro de cada uno de estos momentos o etapas, veremos cómo afectan diferentes variables a las decisiones y vivencias de las mujeres inmigrantes asentadas actualmente en Logroño.

11

Izquierdo Escribano, A. (2000): “El proyecto migratorio de los indocumentados según género”, en Papers nº 60, pp. 225-240.

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CARACTERÍSTICAS SOCIODEMOGRÁFICAS Antes de centrar nuestros argumentos en los datos estrictamente logroñeses, es importante repasar la historia y destacar las características de la inmigración en nuestro país, las cuales afectan de manera directa al fenómeno de la inmigración en La Rioja y más concretamente en la ciudad de Logroño. Tal y como detalla un estudio 12 del colectivo IOÉ, “se han registrado tres períodos importantes de inmigración extranjera hacia España. El primero en la década de los sesenta, durante el quinquenio 1962-1967, cuando el número de residentes se incrementó en un promedio de 12,9% anual. El segundo se extiende a lo largo de una década y media, entre 1980 y 1996, época en que la media de incremento se sitúa en un nivel algo inferior (11,5% anual). El tercero comienza en 1996 y continúa hasta hoy; es el período de mayor incremento de la inmigración extranjera, que crece en torno al 21,3% por año. Este último período parece anunciar el inicio de un nuevo ciclo, en el que la inmigración se convierta en uno de los rasgos más destacados de la estructura social española”. Otro investigador que ha ubicado el fenómeno de la inmigración ha sido Lorenzo Cachón 13, que utiliza el concepto de “ciclo migratorio” del sociólogo belga Felice Dassetto para periodizar tres etapas migratorias en el contexto español: antes de 1985, desde esa fecha hasta 2000, y a partir de 2000 hasta la actualidad. Hasta 1985 la inmigración era europea (65% de los residentes en 1981), latinoamericana (18%) y de USA (7%). Menos de un 10% provenían de África y Asia. Entre 1986 y 1999 aparece una nueva inmigración, por sus zonas de origen (África, especialmente Marruecos, y en la década de los noventa 12

Actis, W., Pereda, C., y de Prada, M.A. (Colectivo IOÉ) (2003): Inmigración, escuela y mercado de trabajo. Una radiografía actualizada. Colección de Estudios Sociales de La Caixa. 13 Felice Dassetto (1990): “Por une théorie des cycles migratoires”. En Bastenier, A. y Dassetto, F. (eds.): Immigrations et nouveaux pluralismes. Une confrontation de sociétés. París: De Boeck Université, pp. 11-39, define el “ciclo migratorio” como “el conjunto de procesos por el cual las poblaciones que pertenecen a un espacio económico periférico entran, se establecen y se implantan en el espacio de un Estado-nación que pertenece a los polos centrales de la economía capitalista”. Dentro del “ciclo migratorio” tienen lugar diversos “momentos caracterizados por rupturas específicas”, y este autor propone distinguir tres: el primer momento se produce bajo el predominio de la relación salarial y la marginalidad social; el segundo momento, con el proceso de enculturación de los inmigrantes, su consolidación en el territorio y la aparición de agencias que se ocupan activamente de ellos; el tercer momento, con los desafíos de la co-inclusión societal entre inmigrantes y autóctonos y de los derechos de participación política de aquéllos. Ver Cachón Rodríguez, L. (2002): “La formación de la España inmigrante: mercado y ciudadanía”, en REIS nº 97, pág.100

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países del Este y Asia); nueva por su cultura (religiones no cristianas como el Islam); nueva por sus rasgos fenotípicos (negros, árabes, asiáticos); nueva por las motivaciones de trabajo (globalización de las economías); nueva por ser individual (hombres o mujeres). Es a partir del 2000 cuando las cifras inmigratorias comienzan a ser llamativas y cuando el fenómeno de la inmigración adquiere unas características propias entre las que destacan la reagrupación familiar y la consolidación de redes migratorias, el aumento de la inmigración pese a políticas restrictivas y la formación de enclaves étnicos en las ciudades (por problemas de vivienda, por solidaridad étnica y por influencia de las redes migratorias). España se convirtió el año pasado en el primer destino de los inmigrantes llegados a la Unión Europa: casi uno de cada cuatro (el 22,9%) se instaló en suelo hispano según las estimaciones demográficas que difundió Eurostat (oficina estadística de la UE), en enero de 2004. Tras España, los países que recibieron mayor número de inmigrantes en 2003 fueron Italia (21,1%), Alemania (16,3%) y el reino Unido (10,5%). En total, siete de cada diez recién llegados se establecieron en uno de esos cuatro países. Otra fuente de información es el Padrón de 2003, donde según el INE, los extranjeros representan ya al 6,26% de la población española al superar los 2,67 millones, un 35 % más que el año anterior. En Baleares, la proporción extranjera representa el 13,37 % del total, pero en Madrid ya supera el 10% y también rebasa el 9% en Canarias y Valencia. Otras Comunidades por encima de la media nacional son Murcia (8,96 %), Cataluña (8,12%), La Rioja (7,23 %) y Navarra (6,73%). De los 2,67 millones de extranjeros empadronados en España, casi cuatro de cada diez (1.031.807) proceden de América Central y del Sur. Lideran los grupos extranjeros los ecuatorianos con 390.119 inscritos (14,65% del total), desplazando por primera vez a los marroquíes que se sitúan en el segundo puesto (378.787, el 14,17% del total de extranjeros). El tercer lugar corresponde a los colombianos (244.570) quienes suponen el 9,15 %, y el cuarto a los británicos (161.398), con el 6,04 % del total. Según estos datos del Padrón, la colonia rumana, la quinta más numerosa (137.289 personas) es la que más aumentó, un 104 %. La posición sexta la ocupan los argentinos (109.390 personas), un 92,9% más, previsiblemente empujados por la crisis del “corralito” bancario. Descendiendo al análisis demográfico de la ciudad de Logroño, debemos comenzar indicando que hablar del volumen y características de la población extranjera requiere establecer al menos algo sobre la metodología sobre la que fundamentar el análisis. En este caso vamos a señalar que el instrumento principal de análisis ha sido el Padrón municipal y no el censo a causa de su periodicidad decenal.

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Hoy día, el sistema de renovación padronal automática permite obtener datos municipales de población, prácticamente de modo inmediato; sin embargo, la alta movilidad de la población inmigrante, así como el establecimiento de un intrincado sistema de regularización del inmigrante, arroja dudas sobre la objetividad de las cifras ofrecidas en el Padrón. Por ello, nuestra intención ha sido exclusivamente señalar algunas de las tendencias del movimiento migratorio en la ciudad. Como ya se ha dicho al hablar del Padrón a nivel nacional, en La Rioja la población extranjera asciende a 20.791 personas, el 7,23 %. Sin embargo, en la ciudad de Logroño, el crecimiento de la población extranjera ha sido muy superior al regional, casi tres puntos porcentuales más, observándose un porcentaje próximo al 10%. Si partimos de los datos del Padrón desde 1997 hasta la actualidad, observamos un crecimiento muy superior al de épocas pasadas, tal y como manifiestan los porcentajes ascendentes referidos al número de extranjeros. En este sentido, los datos que se presentan en el cuadro siguiente señalan la población existente a 31 de diciembre.

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Cuadro 1: Evolución de la población de Logroño según origen AÑO

Nº HABITANTES

Nº EXTRANJEROS

PORCENTAJE

1997

126.203

1.392

1,10 %

1998

127.824

1.795

1,40 %

1999

129.637

2.528

1,95 %

2000

133.272

5.035

3,78%

2001

136.943

8.205

5,99 %

2002

140.063

11.032

7,88 %

2003

142.143

13.561

9,50%

Fuente: Padrón Municipal y Elaboración Propia.

Como se puede observar en dicho cuadro, los porcentajes indicativos sobre la presencia de población inmigrante en la ciudad han ido creciendo lentamente en los tres primeros años para dar un salto cualitativo y cuantitativo a partir de 2000; es decir, con el comienzo del nuevo siglo la presencia de población extranjera en Logroño comienza a ser significativa y su crecimiento exponencial al multiplicarse casi por cinco en el cuatrienio siguiente. Este crecimiento ha resultado más acusado en consideración a otras variables demográficas como la tasa de nacimientos, que si entre la población autóctona mantenía unas tasas descendentes o de ligera recuperación en estos dos últimos años, entre la población extranjera es claramente positiva superando incluso los índices de fecundidad necesarios para el relevo generacional (+ de 2,1 hijos por mujer en edad fértil). En 2003 se asentaron en la ciudad 2.529 extranjeros nuevos, algo menos que en el 2002 en que fueron 2.827 y bastante menos que en 2001 en que fueron 3.120, lo que no impidió que los procedentes de países foráneos supusieran una mayoría frente a los comunitarios que tuvieron una presencia testimonial entre la población residente extranjera. La llegada de población extranjera está cambiando la estructura demográfica y el perfil urbano de Logroño. Así, se sabe que el proceso de asentamiento de los inmigrantes ha hecho crecer el grupo de edad de los comprendidos entre 18 y 30 años (unos 28.792) hasta lograr ser el grupo de edad más numeroso, con lo que esto conlleva al proyectar dicho grupo entre el conjunto de la población activa o en edad de trabajar. También, y dependiendo de la comunidad de origen, varía el sexo de estos trabajadores. Así, hemos podido observar que entre las principales comunidades hispanoamericanas (principalmente Colombia, Ecuador, Bolivia, Argentina, Cuba, Perú y Venezuela) dominan las mujeres; es decir, asistimos al fenómeno de la feminización de la inmigración hispana. Por contra, entre los oriundos de África (Marruecos, Argelia, Ghana, Malí y Nigeria, aunque no así

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Guinea), y Asia (Pakistán y China) dominan los varones. En cuanto a los países de Europa del Este, la mujer se iguala o supera ligeramente al varón (Rumania y Ucrania). Esto se observa meridianamente entre los principales colectivos de mujeres inmigrantes, que según el padrón municipal a 31 de diciembre de 2001 estaban representados por colombianas (821), marroquíes (469), ecuatorianas (426), rumanas (374), bolivianas (124) y pakistaníes (119). Por su parte los hombres se distribuían en pakistaníes (955), marroquíes (813), rumanos (519), colombianos (495) y ecuatorianos (323). Dos años después (31 de diciembre de 2003), el mayor número de mujeres de nacionalidad extranjera empadronadas en Logroño es el de rumanas (1.249), seguidas por colombianas (964), ecuatorianas (722), marroquíes (669), bolivianas (459), argentinas (222), pakistaníes (186) y cubanas (100), demostrando la fuerza del colectivo de mujeres procedentes de Rumania frente a las mujeres de otras nacionalidades, pues en tan sólo dos años han mostrado una movilidad y capacidad de asentamiento superior a la de otros colectivos.

Cuadro 2: Número de extranjeros según sexo y principales procedencias NACIONALIDAD

HOMBRES

MUJERES

TOTAL

Argentina

192

222

414

Boliviana

387

459

846

Búlgara

118

96

214

Colombiana

609

964

1.573

Cubana

58

100

158

Ecuatoriana

631

722

1.353

Marroquí

1.139

669

1.808

Pakistaní

1.281

186

1.467

Portuguesa

143

91

234

Rumana

1.242

1.249

2.491

Total Extranjeros

7.496

6.065

13.561

Fuente: Padrón Municipal (31 de diciembre de 2003).

La evolución de la inmigración femenina llegada a Logroño ha seguido una línea ascendente en todos los casos. Ahora bien, a lo largo del ejercicio 2003, mientras las mujeres colombianas han mantenido un crecimiento progresivo y proporcional al de años anteriores (8,04% en 2002 y 7,89% en 2003), en el caso de las mujeres del resto de procedencias se observa un incremento porcentual muy superior. En especial de las mujeres bolivianas cuyo incremento supone el 130% este año 2003, o el de las mujeres 29

rumanas que presentan un crecimiento del 95%, e incluso las mujeres argentinas cuyo crecimiento supone un 82%. A propósito de las mujeres argentinas es necesario hacer un paréntesis para reflexionar acerca del dato arrojado que posiblemente es inferior al real, ya que un número seguramente muy significativo de estas personas ha sido inscrito como procedente de otros países europeos y en régimen comunitario. No en balde, Argentina acogió en los siglos XIX y XX a millones de europeos que se instalaron allí, de los que más de cinco millones fueron españoles (llamados gallegos), por lo que muchos hijos y nietos de aquellos inmigrantes han solicitado la nacionalidad de sus familias y el carnet comunitario, figurando por tanto en el padrón como personas de procedencia diferente a la Argentina. Finalmente y pese a su escasa cuantía, también se destaca el crecimiento proporcional de la mujer pakistaní que ha experimentado un crecimiento de casi el 10% en el 2003 frente al 1,5% del año anterior. Entre los varones se significa el crecimiento de los rumanos y los de procedencia boliviana y argentina. Otras observaciones derivadas del cuadro anterior, son las de género y origen nacional de los inmigrantes empadronados. Así, si bien son los pakistaníes, rumanos y marroquíes quienes ostentan las primeras posiciones en cuanto a número absoluto de hombres, encontramos que son rumanas y colombianas las que representan la mayor cantidad de mujeres; es decir, que en el caso de estos se sigue con el dato de la inmigración tradicional procedente del Magreb y Pakistán mientas que no ocurre lo mismo entre los colectivos de mujeres donde cambia el dato tradicional de procedencia sudamericana por la fuerza de la inmigración rumana. También resulta significativo que países como Bolivia y Argentina sólo hubieran sido representados por mujeres hasta el año 2003, año en que el número de varones y mujeres de estas procedencias tiende a igualarse, posiblemente por la migración de hombres tras el asentamiento de sus esposas en la ciudad. Finalmente debemos señalar la escasa presencia de mujeres procedentes de Argelia o Ghana teniendo en cuenta que los varones sí han logrado convertirse en grupos significativos dentro del municipio logroñés. Esta desproporción es más manifiesta en la relación existente entre hombres y mujeres de procedencia pakistaní, dada la cuantía de los primeros respecto a las segundas. Así pues, los flujos migratorios sí se significan por el sexo y, en especial, la inmigración latinoamericana que es principalmente femenina. Los flujos más feminizados son los de Colombia, Ecuador, Bolivia y en menor medida Argentina. El pasado año 2003, las rumanas se significaron al nivel de los

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varones y, es posible que cuando este trabajo vea la luz nos encontremos con que estas superan en un número muy amplio a aquellos. Posiblemente muchas de estas observaciones tienen su explicación en función del mercado laboral y el fenómeno de la reagrupación familiar, aspectos sobre los que profundizaremos más adelante. Pasando ahora a analizar el tipo de estrategias migratorias que ha sostenido la mujer inmigrante, la primera reflexión que realizamos es la existencia de diferencias según el origen nacional, la diversidad cultural y las estrategias de inserción social, lo cual va a influir de manera determinante en los procesos de integración de estas mujeres en la ciudad de Logroño. Al respecto, las rumanas encuentran más facilidades para su integración por su proximidad cultural con los españoles, mientras que en el otro extremo, las mujeres marroquíes y pakistaníes encuentran mayores dificultades en su integración por la lejanía cultural. No es el caso de las mujeres de procedencia hispanoamericana que tienen otras similitudes culturales que benefician el proceso de integración e incluso de asimilación. Un segundo factor determinante en el proyecto migratorio es el idioma, pues este aspecto favorece en especial la presencia de mujeres latinoamericanas en España. Del mismo modo las rumanas afirman no tener grandes dificultades en aprender el castellano ya que, al igual que su lengua materna, se deriva del latín. Asimismo comentan que muchas personas de su país saben italiano, lo que favorece igualmente el aprendizaje del español. Para las mujeres asiáticas y marroquíes las dificultades son manifiestas, y sólo aquellas magrebíes que han cursado estudios universitarios y lo han hecho en francés, han encontrado sencillo el aprendizaje del castellano. Una tercera reflexión surge de la proximidad/lejanía geográfica con los países de origen. Este aspecto, especialmente destacable entre las mujeres marroquíes (por su proximidad) y entre las mujeres hispanoamericanas (por su lejanía), se convierte en un factor de especial relevancia en el mantenimiento de la identidad cultural así como en el proyecto inmigratorio de permanencia o regreso. Por ejemplo, en el caso de las primeras suelen viajar a Marruecos una vez al año para estancias de casi un mes, lo cual favorece el mantenimiento de las relaciones familiares y los lazos culturales. Además, el tipo de viaje que han de realizar les permite transportar objetos, alimentos, adornos, etc. que convertirán sus domicilios y rituales cotidianos en ambientes similares a los de su país de origen. Otro tanto sucede con las mujeres rumanas que mantienen lazos abiertos con sus lugares de origen mediante el envío de mercancías de manera periódica, incluso realizando algún viaje, una vez se aseguran el regreso a Logroño. Un cuarto factor mujeres inmigrantes es faciales e indumentaria cultural en el proceso

importante en el proceso de integración de las su apariencia física. El color de la piel, rasgos acentuarán o limarán la percepción de lejanía de comunicación intercultural. Todavía entre la

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ciudadanía logroñesa no se asimilan en términos de igualdad algunos cánones de belleza alejados de los dictados de la moda. Un quinto factor fundamental son las posibilidades de trabajo. España es uno de los países con mayor tasa de envejecimiento de Europa y, por tanto, con alta demanda de profesionales de atención a las personas. Por ejemplo, una chica rumana nos indicaba que cuando alguien comenta en su país que va a ir a trabajar al extranjero se entiende que va a ir a Italia, Francia o España, debido a las tasas de envejecimiento y las demandas de cuidado de mayores en estos países. Además, Logroño y por extensión La Rioja, se ha caracterizado como un mercado abierto y expansivo para ciertas ofertas laborales que la mujer inmigrante no ha rechazado. Un sexto factor importante que explica en gran medida la fuerte presencia de colectivos de mujeres marroquíes, ecuatorianas y colombianas, eran los acuerdos internacionales firmados por España en materia de inmigración con dichos países. Dichas leyes permiten una suavización de entrada a nuestro país para los ciudadanos de los países mencionados además de para los rumanos y polacos. No obstante otros orígenes nacionales han tomado carta de naturaleza entre la población logroñesa pese a que sus gobiernos no disponían de la misma fórmula acordada, lo cual significa que los movimientos de población surgen al albur de los proyectos migratorios personales, que son autónomos de las políticas estatales. En cualquier caso podríamos hablar de dos causas principales: el efecto llamada y la reagrupación familiar. El efecto llamada, esto es, cuando llegan unos inmigrantes de una nacionalidad determinada y comprueban que hay nichos de trabajo y ponen en contacto con otras personas, que en general suelen ser familiares o conocidos, animándolos a venir. Un ejemplo es la demanda de trabajo doméstico, que explica buena parte de la inmigración hispanoamericana. El segundo factor es la reagrupación familiar. Contemplada en el artículo 17 de la LO 8/2000 de la ley de inmigración, ofrece a las familias la posibilidad de reagruparse en nuestro país, como son los casos siguientes en los que los familiares pueden reagruparse: Cónyuge del residente; Hijos del residente y de su cónyuge menores de dieciocho años o incapaces; Menores de dieciocho años o incapaces cuando el residente extranjero sea su representante legal y Ascendientes del residente o de su cónyuge, cuando estén a su cargo y existan razones que justifiquen la necesidad de autorizar su residencia en España. El inmigrante puede reclamar la reunificación familiar cuando ha residido legalmente en España durante un año y tiene autorizada la estancia durante al menos otro año más, dispone de un alojamiento adecuado y puede demostrar que tiene medios de subsistencia suficientes.

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Para las políticas de reunificación familiar 14, por su especificidad, habría que señalar el colectivo argentino dado el vínculo histórico de este país con España e Italia. Se da la particularidad de que muchos inmigrantes argentinos poseen doble nacionalidad (argentina y española o argentina e italiana), lo que les convierte automáticamente en ciudadanos de la Unión Europea y, por tanto, con libre acceso al territorio de esta. Tras estas breves reflexiones pasamos a exponer, también brevemente, los proyectos migratorios de las mujeres en función, no del origen nacional, sino del continente de partida. Las mujeres latinoamericanas tienen un proyecto migratorio fundamentalmente definido por la situación económica de su país de origen, por motivos de inseguridad ciudadana y en ocasiones políticos. El destino lo determina en general el idioma y la oferta laboral. Suelen efectuar el viaje solas, pero con la intención de reagrupar a sus hijos e hijas en cuanto puedan reunir el dinero necesario y se encuentren en una situación de vida óptima. Normalmente son mujeres que no están casadas. Las mujeres africanas presentan, por lo general, un proyecto migratorio más relacionado con la reagrupación familiar, y su viaje suele estar vinculado con el del marido o la pareja. En su caso, en especial en el caso de las mujeres marroquíes, ha sido el marido quien ha optado por mejorar su situación económica y ha dado el primer paso del proyecto migratorio familiar. Por su parte, las mujeres de Europa del Este coinciden con las sudamericanas en ser quienes inician el proyecto, realizan el viaje solas con el objetivo de mejorar económicamente o por objetivos concretos (“...vine para que mi hija pudiera hacer los estudios que deseaba”), por lo que se plantean estancias más cortas, con una meta a medio plazo que les permita regresar a su país en mejores circunstancias o conseguir la documentación para poder acceder a otros puestos laborales diferentes a los relacionados con los servicios domésticos. De hecho, en el caso de algunas mujeres rumanas es fácil escuchar su intención de no regresar a su país hasta que Rumania entre en la Unión Europea, momento a partir del cual piensan que podrán optar a los trabajos deseados o para el que se encuentran más preparadas. Finalmente, de entre las mujeres asiáticas es fácil intuir que en el caso de las mujeres pakistaníes también el proyecto migratorio depende de la decisión previa de sus maridos y, por tanto, su objetivo es la reagrupación familiar. En el colectivo de mujeres chinas la invisibilidad y el ocultamiento de su vida cotidiana a los ojos occidentales, en la mayoría de los casos nos 14

Riol Carvajal, E. (2003): La vivienda de los inmigrantes en Barcelona: el caso del colectivo pakistaní. Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Universidad de Barcelona. Vol. VII, núm. 146, de 1 de agosto

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impiden clarificar estos aspectos. De hecho es destacable su escasa significación en los datos del Padrón. Y si el origen nacional es un marcador diferenciador del tipo de estrategias seguidas por las mujeres, la edad no es sólo un marcador temporal, sino un indicador de flexibilidad en el intercambio cultural. Por ejemplo, entre las personas adultas siempre será más difícil la adaptación al cambio que entre los niños o los jóvenes. En nuestro caso, las niñas recién llegadas o las nacidas en Logroño van a educarse y desarrollar su personalidad en dos contextos bien diferenciados a nivel cultural: el de la familia y el de la escuela, a la que debemos sumar la presencia de sus iguales, sus compañeros escolares y amigos (figuras de enorme relevancia en el proceso de socialización). Lo cual hace que el proceso de integración se diferencie y signifique según sea la edad de la mujer: la de una joven o la de una adulta, la de una niña o la de una adolescente. La mayor parte de las mujeres entrevistadas eran jóvenes de edades comprendidas entre veinte y cuarenta años. Muchas de ellas con descendencia que, o bien habían dejado en sus países de origen al cuidado de familiares consanguíneos y en menor medida afines, o bien se encontraba en Logroño a su cuidado, y en general escolarizado; aunque también hemos entrevistado a mujeres de entre cuarenta y sesenta años, e incluso un caso de sesenta y ocho años cuya situación se comentará más adelante. Las mujeres mayores o de edad, han manifestado las enormes dificultades encontradas en su adaptación al entorno y a los cambios. Hemos podido entrever resignación y tristeza más acusada que en las jóvenes, y nos han manifestado también las especiales dificultades en el aprendizaje del idioma, claro está, entre mujeres de habla no hispana. No obstante, en relación con el acceso al mercado de trabajo parecen haber encontrado menor dificultad, posiblemente a causa de las atribuciones que se les otorga, como mayor responsabilidad, experiencia y madurez en el ejercicio de las labores domésticas encomendadas. Las mujeres más jóvenes tienen más capacidad para la integración social, el aprendizaje del idioma y la utilización de recursos, así como para el establecimiento de relaciones sociales y vida social. No obstante, en los casos cuyas historias de vida han demostrado serias dificultades, ha sido frecuente escuchar discursos de denuncia y reflexiones más críticas acerca de la situación vivida. Encontramos estas manifestaciones entre las mujeres sin cargas familiares ni deudas pendientes, cuya intención es regresar a su país en un plazo corto/medio de tiempo si su situación no mejora. En cambio, entre las mujeres jóvenes que han dejado hijos/as en su país y no pueden regresar a él por las deudas pendientes, se observaban sentimientos de culpabilidad y fracaso enfrentados a su incapacidad para resignarse a ello.

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El estado civil está muy relacionado con la edad y el lugar de procedencia. Las mujeres procedentes del mundo árabe han llegado en todos los casos por reagrupación con sus maridos, a excepción de quienes lo hicieron con sus padres o han nacido en Logroño. En todo caso, salvo las más jóvenes, la mayor parte de estas mujeres están casadas. Las mujeres del Este de Europa, con una cultura similar a la nuestra, son jóvenes de entre dieciocho y treinta años, en general solteras y sin hijos a cargo. Las mujeres mayores de treinta años es más habitual que estén casadas y/o separadas. Respecto a las mujeres latinoamericanas no parece existir una regla general. Podríamos encontrar diferencias en función del país de procedencia. Por ejemplo, las mujeres argentinas, país con unas costumbres muy similares a las europeas, la edad marca la diferencia, siendo habitual que las mujeres mayores de treinta años estén casadas. En cambio, entre las mujeres colombianas es habitual encontrar mujeres solteras con hijos/as a su cargo. Por último, no queremos finalizar esta corta introducción sin hacer unas reseñas acerca de las relaciones entre salud y mujer inmigrante, porque si bien es un recurso de nuestro Estado del Bienestar muy valorado, también es un recurso poco conocido entre las usuarias. Es cierto que los problemas relacionados con el área de la salud de las personas inmigrantes han sido largamente comentados, en especial, la reaparición de enfermedades que ya se consideraban erradicadas por la comunidad médica española como pueden ser el paludismo o la tuberculosis. Esta nueva situación está dando lugar al reciclaje profesional y aprendizaje por parte de los médicos y otros profesionales de métodos diagnósticos y tratamientos infrecuentes en los últimos tiempos. En palabras del doctor catalán Joan Lozano 15, debemos entender que “lo más importante es que nos demos cuenta de que los inmigrantes son personas que además tienen problemas particulares, que el problema no son ellos en sí mismos (...) vienen de lugares con sistemas sanitarios muy deficientes. Por ello debemos ser comprensivos cuando entran en una consulta y por ejemplo, piden muchos medicamentos”. A las dificultades de la enfermedad concreta que pueda presentar el paciente inmigrante se añaden otras variables que van a dificultar su correcta atención sanitaria. Entre ellas podemos incluir las dificultades para expresar claramente los síntomas manifiestos, el analfabetismo de algunas pacientes, el desconocimiento acerca de la gratuidad del sistema de salud y de los servicios que oferta, sistemas de creencias que atribuyen significados exagerados hacia el cuerpo, etc.

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Diario La Rioja, de 15 de marzo de 2004

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Respecto a las dificultades para recibir una atención sanitaria adecuada hemos encontrado las manifestaciones16 de Lilliane, una joven rumana con año y medio de residencia en Logroño y su situación perfectamente legalizada, cuando acudió a la consulta médica con su hijo de trece años aquejado de unas complicaciones respiratorias: “Nos quitó de encima enseguida sin decirnos ni hola. No me dejó explicarle que antes había tenido problemas de asma, ni nada. Una receta para la gripe y fuera. En Rumania siempre que iba con el niño lo pesaban, lo medían, lo miraban entero. No digo que sea problema del sistema; no lo sé. Conozco otros emigrantes que les ha ocurrido lo mismo. Parece que por ser extranjero te atienden menos, pero creo que debería ser al revés. Precisamente porque podemos tener enfermedades distintas y podrían extenderse deberían preocuparse más”. También una boliviana de veintiocho años tuvo una experiencia negativa a la hora de recibir atención sanitaria. En este caso, fue a la hora de ingresar en el hospital para dar a luz cuando se sintió injustamente tratada por una enfermera. Esta mujer nos explica cómo un hombre intercedió por ella: “...hasta que llegó el momento de dar a luz, pues nada... me llegó la hora de ir al hospital y una enfermera me dijo cosas terribles, a ella tampoco la voy a olvidar... en un momento llegó un señor al que conocí y él dijo a la enfermera que al menos, me pidiera disculpas...” Pero no sólo la enfermedad física está presente en este el colectivo, sino que también se destaca la prevalencia de enfermedades psíquicas, favorecidas por las situaciones de dureza vividas entre los inmigrantes a su llegada a España. En palabras de Souad el Hadri y Carmen Navarro 17 podemos observar cómo “el sentimiento de inferioridad, desamparo social y económico, autoestima devaluada, desarraigo, frustración, etc. contribuyen a la aparición de síntomas de conflicto emocional. Además el hecho de ocupar trabajos poco cualificados, mal remunerados y poco valorados socialmente, que no dependen de su experiencia y formación profesional, pueden llegar a afectar a la autoestima y dignidad de las mujeres”. También el duelo por todo lo que ha dejado atrás: la familia, los amigos, la lengua, la cultura. Se sienten solas y tienen miedo. Las pérdidas psicológicas que ocasiona la inmigración, denominadas duelo migratorio, suponen un complejo proceso de reorganización personal y un gran esfuerzo psicológico de adaptación a los cambios. La depresión y la distimia son los trastornos psiquiátricos más frecuentes entre los inmigrantes, pero además aparece repetidamente un síndrome acuñado por el doctor Joseba Achótegui como Síndrome de Ulises 16

Diario La Rioja, de 13 de junio de 2002 Souad el Hadri y Carmen Navarro (2001): “Mujeres inmigrantes: dificultad, diversidad y riqueza”. Documentos feministas. Asamblea de Dones d´Ex, pag. 4 17

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o síndrome del inmigrante con estrés crónico, que se manifiesta con depresión unida a estrés. 18 Este psiquiatra explica que el síndrome de Ulises se caracteriza por sus cuatro focos de tensión: La soledad, pues una vez que la persona llega a un país que no es el suyo se encuentra con un panorama más que desolador. No pueden traer a la familia porque primero tienen que tener estabilidad económica; además, el hecho de que sus familiares más cercanos, como sus hijos, especialmente en el caso de las mujeres, se hayan quedado en el país de origen produce una nostalgia difícil de superar. El sentimiento del fracaso, piensan que tanto esfuerzo no les ha servido porque no pueden progresar en el mercado y no pueden conseguir trabajo. Viven situaciones muy duras en la lucha por la supervivencia. Su preocupación principal es dónde comer y dónde dormir. Pasan situaciones de terror, por ejemplo, es común es los que llegan en pateras sientan pavor, poco tiempo después, al agua. “Los más débiles ante el síndrome de Ulises, u otros trastornos emocionales, son los niños y las mujeres inmigrantes. En muchas ocasiones el niño se queda sin el apoyo de una gran familia, lo que debilita su personalidad en cuanto a un modelo de identificación con una cultura, pues está a caballo entre dos. En cuanto a las mujeres, además de luchar contra los muchos problemas que deben sortear los inmigrantes, deben hacer frente a la discriminación de género” 19. Según dicen los expertos, este síndrome afecta principalmente a los inmigrantes ilegales, quienes no pueden regresar a sus países para minimizar el efecto. Se habla de que alrededor del 50% de estas personas pueden padecer dicho síndrome, lo que supone que puede afectar en nuestro país a más de 600.000 personas. Una situación que se agrava cuando todavía existen dificultades para que los médicos-psiquiatras realicen el diagnóstico y tratamiento, lo cual puede derivar en resultados poco deseados y tremendamente negativos si las personas son tratadas de manera incorrecta. Afortunadamente este síndrome y el resto de problemáticas son cada vez más conocidas y difundidas entre la comunidad sanitaria, lo que redunda en la aparición de jornadas, cursos, congresos y publicaciones que consiguen extender su conocimiento y agilizar las vías de solución. Lo que ha quedado claro es que el proceso de adaptación al cambio, para cualquier persona se desarrolla en función de los recursos internos o externos con los que cuente, de las estrategias y actitudes, del apoyo social real y percibido (sea formal o informal), de las experiencias que vayan 18

Diario médico, de 5 de septiembre de 2003. Hernández, A. (2004): “El síndrome de Ulises, la plaga del siglo XXI”, en Perfiles, nº 197 , pág. 33-35 19

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apareciendo, etc.: “El afrontamiento personal y la autoestima son decisivos en la consecución de objetivos y mantenimiento de la dignidad así como la participación activa y el asociacionismo contribuyen a la adaptación y la integración. (...). Así pues se hace importante que los espacios de diálogo intercultural ofrezcan a las mujeres (niños y hombres) inmigrantes un marco de confianza y libertad en el que puedan expresarse y cuestionen tanto sus propios valores culturales como los de la sociedad receptora, y los contenidos simbólicos que en todas ellas sustentan las relaciones entre géneros, etnias..., así como sensibilizar a la sociedad receptora para disminuir desconocimientos que contribuyen a reproducir estereotipos y establecer fronteras”. 20 De verse simplificada la integración socioeconómica de estas personas y dotada la comunidad de los recursos necesarios, este síndrome podría ser prevenido, o al menos minimizadas sus consecuencias, que en ocasiones pueden cronificarse. El aspecto concreto de la salud sexual de las mujeres inmigrantes, cobra especial relevancia por las dificultades añadidas que conlleva tanto en cuanto a su atención y tratamiento, como en cuanto a su prevención. “Por distintos motivos 21, el ámbito de la salud sexual y reproductiva no escapa a la necesidad de adaptar los servicios y prestaciones ofrecidos en este campo. Las personas inmigrantes tienen un bagaje social, lingüístico, religioso, económico, cultural y personal que traen integrado de su lugar de origen, al que «como inmigrante” se le añade una nueva y compleja problemática ideológica, laboral, legal y de identidad generada en el país de acogida. En estas condiciones hay que decir que desde un punto de vista social y sanitario se trata de una población especialmente vulnerable que requiere una atención específica. (...). De hecho, en los últimos seis años el número de nacimientos de mujeres inmigrantes se ha triplicado (...), y casi la cuarta parte de las mujeres que interrumpen el embarazo en España son inmigrantes y muchas de ellas cabeza de familia monoparental en su país de origen y han enfrentado por tanto, experiencias previas de embarazo, parto, aborto o anticoncepción. Estos y otros elementos, sin entrar en las especificidades propias de cada sector poblacional, nos conducen a pensar que la población inmigrante necesita cuidados ginecológicos y sobre todo métodos anticonceptivos adecuados a sus necesidades (...). Por su parte, las mujeres inmigrantes se ven abocadas a relegar a un segundo plano su salud, ya que su condición de irregular o indocumentada les lleva a pensar que pueden perder su puesto de trabajo si acuden a una cita médica. La dificultad para establecer una comunicación fluida, la incompatibilidad de horarios, el desconocimiento del funcionamiento del sistema sanitario, y, sobre todo, la falta de recursos económicos para acceder a determinados anticonceptivos son otras de las barreras que impiden la normalización en la atención sexual y reproductiva de estas mujeres”. 20

Souad el Hadri y Carmen Navarro (2001): “Mujeres inmigrantes: dificultad, diversidad y riqueza”. Documentos feministas. Asamblea de Dones d´Ex, pag. 5 21 Diario El País, de 27 de mayo de 2003, pág. 52.

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ETAPA PREMIGRATORIA Nuestra intención es llevar a cabo un análisis cronológico del proyecto migratorio, empezando por la situación de la mujer inmigrante en su lugar de origen, es decir, por la situación sociofamiliar en el país de nacimiento, el capital educativo y la formación para el empleo con que cuentan, así como las causas y motivos que les llevaron a salir de su país y emigrar a otros países o a nuestra ciudad.

SITUACIÓN SOCIOFAMILIAR Partimos de la situación objetiva de muchas mujeres inmigrantes que es la de personas que no pueden sacar adelante a su familia en las condiciones laborales, sociales y económicas establecidas o mantenidas en su país de origen. Por eso, muchas mujeres confiesan que no les falta lo fundamental, es decir, un techo y una alimentación básica; pero en un mundo globalizado, esta perspectiva sin futuro o sin proyecto de progreso no se mantiene cuando se debe trasladar a la siguiente generación. Es decir, se puede llevar a cabo una vida de sacrificio y de austeridad económica y de bienestar, pero no se soporta esta perspectiva si también se debe aceptar para los hijos. En esta disyuntiva hemos encontrado testimonios desgarradores que denotaban situaciones no deseadas pero sí obligadas, en las que dejan en un primer momento a sus hijos en el lugar de nacimiento con la esperanza, bien de volver a reunirse con ellos en un corto periodo de tiempo en su país de origen, o bien con la esperanza de traerlos a España una vez se situaran en la que sería finalmente su residencia definitiva. En estas circunstancias cuentan con el apoyo de padres u otros familiares a los que periódicamente envían dinero ahorrado con el mismo espíritu sacrificado y austero con el que se desenvolvían en sus países de origen. Son capaces de hacer remesas de básicamente todo su salario una vez descontado el gasto de mantenimiento (alquiler de habitación, vestido y alimentación), en la confianza de que su sacrificio económico y personal aliviará las dificultades de los suyos en su país de origen, pero sobre todo de que esto es una circunstancia pasajera, pues en su fuero íntimo está la percepción de que tarde o temprano se reunirán todos y podrán llevar una vida de desarrollo en lo personal y en lo familiar con posibilidad de alcanzar la felicidad perdida o soñada. Con estas premisas y este testimonio desgarrador perteneciente a una mujer colombiana de cuarenta años, que en su pena aún se consuela pensando en la situación más dramática de una amiga que tuvo que dejar a su hija con sólo unos meses, mientras ella la dejó al comienzo de la adolescencia, comenzamos nuestro periplo narrativo en la adquisición de

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conocimientos sobre la realidad sociofamiliar de estas mujeres en su etapa premigratoria: “... vine por mis hijos, porque quería un futuro mejor para ellos... allí se trabajaba poco, y yo quiero que salgan adelante, y los estudios. Y ellos tienen su casa allá, porque yo tengo una casa propia en Colombia que me dejó su padre, ellos tienen allí su casa, sus cosas... ellos viven con mis padres, en su casa y yo les mando dinero de aquí a mis hijos para sus cosas... Estaba trabajando, y dejé el trabajo por venir, porque tenía un trabajo que no valía la pena, ganaba muy poquito dinero... mis hijos se quedaron muy tristes pero yo lo hice por ellos. Yo me vine con otra amiga que dejó la niña de dos mesecitos, y ya tiene dos añitos la niña... yo por lo menos cuando me vine, mi hija ya tenía doce años... ella es madre soltera, y por eso se vino a trabajar también por el futuro de la hija... ... al principio eso fue muy duro, sobretodo para mis hijos, porque mi hija no hacia sino llorar, diciendo «mamita, no se vaya que me va a hacer mucha falta»... y a mi se me partía el alma y yo no sabía ni a donde iba a venir.” Encontramos la misma preocupación en el testimonio de otra mujer de treinta y cinco años, también colombiana, que dejó a sus dos hijos de diecisiete y dieciocho años. Su decisión de emigrar no sólo proviene de la peculiar situación sociofamiliar (marido alcohólico) sino que la extiende a la situación de injusticia vivida en su país donde se interroga por la paradójica situación de que los ricos sean los que menos paguen por los servicios: “... el papá de los niños es un alcohólico y nunca se preocupó... Yo era el papá y la mamá... pero llegó un momento en que ya no me llegaba el dinero, los servicios son muy, muy caros... Parece mentira pero en mi país los más ricos pagan menos por los servicios...” En cuanto a esta otra mujer, hemos conocido que debido a su situación sociofamiliar decidió venir a España con el fin de conseguir mejorar económicamente y sacar a sus hijos/as de la situación de abuso que ella había vivido; aunque lleva dos años y medio aquí y no ha conseguido ahorrar el dinero necesario, ni legalizar su situación sociojurídica como para traer a los hijos. Actualmente su mayor preocupación es su hija de diecisiete años: “... (solloza) ella me dice: mamá sáqueme de aquí, sáqueme de aquí...” Esta mujer sabe que su hija está sufriendo los abusos y malos tratos de su padre, los mismos a los que ella estuvo sometida entonces; y ese

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conocimiento y la impotencia de no poder atajar tales desafueros le producen una pena superior, a tal punto que nos dice: “... me preocupa que por el sufrimiento que tiene se marche como hice yo, y se arruine la vida como yo”. En nuestro continente también nos han relatado historias sobre situaciones sociofamiliares de mujeres casadas y con hijos que les impelen a la emigración. En esta ocasión vienen originadas por las demandas de apoyo económico que hacen los hijos a fin de llevar a cabo con éxito sus estudios, en algunos casos universitarios. La confianza en la movilidad social a partir de la adquisición de capitales culturales hace que estas mujeres sacrifiquen su bienestar en beneficio de sus hijos. De este tenor son los testimonios de estas dos mujeres rumanas de cincuenta y dos y cuarenta y tres años respectivamente: “... si mi hija no estudiar, yo no... estaría aquí. Yo trabajando en una fábrica y mi marido en una fábrica, y con el dinero de los dos podríamos vivir... mi hija estudia en otra ciudad, paga la piso 30 €, más comida, autobuses de ciudad a ciudad, libros...”. “... estábamos en la clase media, los más pobres se quedan allí. Trabajé durante veinte años en una empresa, pero con lo que ganaba mi hijo no podía ir a la universidad. Mi marido era chófer, pero se quedó en el paro... porque no tenía dinero para mis hijos y sobretodo para el mayor que estaba en la universidad estudiando. Además mi país es pobre porque ha sido mal gobernado.” En otro relato nos plantean su preocupación por la imagen que puede ofrecer la mujer inmigrante cuando deja a sus hijos en el país de origen y viaja sola en busca de los medios que le permitan un buen día reunirse con los suyos. Este es el caso de una mujer cubana de cuarenta y un años que justificaba de este modo su decisión de dejar a la hija en Cuba cuando salió de la isla con su marido: “... de Cuba vinimos a España. Dejé a la niña porque no quería traer a la niña conmigo a un país donde yo no sabía... aparte de que venía con mi esposo y me tenía que enfrentar a cosas nuevas, y prefería hacerlo yo sola primero, y preparar las condiciones para después traer a la niña. Bueno, puede ser cuestionable, porque hay quien diga... que la mujer inmigrante venga primero y deje los hijos atrás..., porque yo pienso que es mejor saber a dónde se traen los hijos, y conocer en qué condiciones... Ahora mi hija esta perfectamente equipada... ahora tiene dieciséis años. Cuando llegó aquí tenía ocho, y sí, está estudiando primero de bachillerato. Llegó al

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año siguiente después de estar yo aquí..., hice los trámites para traerla... A veces son circunstancias tan extraordinarias como el clima bélico que sufre la población de un país lo que determina la decisión de emigrar. En el caso que nos relataron, fueron los padres quienes decidieron partir con los hijos casi como una salida vital ante la incertidumbre que crean los acontecimientos de violencia. Así nos lo cuenta esta joven albanesa de diecisiete años: “... justo en el año 97 en Albania había como una pequeña guerra civil y había muchas bandas callejeras, había mucho descontrol, mucha corrupción dentro del Gobierno; cada persona en su casa tenía armas, solían robar a las personas sus cosas y también solían robar a los hijos y luego pedían rescate por ellos; o sea, de todo lo que te puedas imaginar... pues lo peor... entonces, por eso, mis padres decidieron que nos fuéramos de allí...” Y cuando no son los hijos, son también otros familiares consanguíneos más directos, es decir, los padres y hermanos, la causa familiar por la que estas jóvenes mujeres sacrifican su presente y sus sueños. Por aquellos que son de su sangre es por quienes salen de sus casas a trabajar, porque si hay algo que realmente obliga a dejar a tus seres más queridos y a tu hogar es la inmediatez de la necesidad, de la supervivencia. Y así son numerosos los relatos que muestran el sacrificio personal pese a que enmascaren este sacrificio en categorías de valor distintas como ser la hija mayor. Este es el caso que nos muestra una mujer boliviana de veintitrés años: “... si, bueno, somos tres hermanos y mi madre; yo soy la mayor y tengo un hermano que tiene ahora veintiún años y otra hermana pequeña de quince, así que como era la mayor tenía que mirar por mí y mis hermanos y tenía que ayudar a mi madre para pagar la luz, el agua... Trabajaba durante todo el día, y por la noche el ratito que sacaba estudiaba.” Pero las responsabilidades familiares surgidas en torno a la figura de la hija mayor se diluyen cuando nos señalan situaciones tan dramáticas que motivan el viaje de algunas de estas mujeres, como son la exposición a malos tratos y abusos por parte de sus parejas. Ya hemos comentado con anterioridad el caso de una mujer colombiana que un día decidió que no podía resistir más y vino a España con la intención de poder traer después a sus hijos, sacándolos del abuso constante a los que eran sometidos (en especial su hija) por parte del padre. Ahora es otro testimonio desgarrador narrado por esta joven boliviana de veintisiete años que inició el viaje estando encinta de cinco meses:

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“... no he vuelto a saber nada de mi marido, tampoco he preguntado y no me dicen nada... porque justamente por eso me vine a España, porque no tenía buena relación, tenía malos tratos y... es por eso que decidí que me venía para acá... Ya justamente para poder salir de esa situación, porque tranquilamente yo podía quedarme en mi país... yo era maestra en mi país; entonces yo trabajaba y claro, encontrándome así, embarazada y así... Sin más, me he venido sin pensar si me iría bien o me iría mal, las dificultades, obstáculos, o si me deportaban... o sea, eso ya no lo pensé... sólo quería escapar, salir de ahí... La verdad muy duro... lo peor era el miedo a que le hiciera daño al niño...”. Otro caso es el de una joven peruana de veintiocho años, que en la actualidad estudia una carrera en la Universidad de La Rioja, y cuya situación familiar previa a la salida migratoria estuvo marcada por la enfermedad de la madre y la jubilación del padre: “... vivía en una casa en la que estábamos los solteros. En ese tiempo, mi hermano y yo y mi madre. Mi padre casi nunca estaba, porque bueno, él era policía y trabajaba en el servicio de investigación de la policía inteligente. Luego el se jubiló, y mi padre tiene por herencia unas fincas en lo que se llama la parte de la selva... y allí es donde cría ganados, vacas, caballos y café. Cuando te jubilas, pues te sientes que ya no sirves para nada, estas en casa y te aburres; entonces el iba y venía a vernos, iba y venía a vernos, y así... sabes. Entonces de un momento a otro mi madre estaba muy enferma. Ella sufría del corazón, y como yo tenía en ese tiempo diecisiete años y mi hermano, pues igual veinticuatro o así, pues nunca nos quiso contar que estaba enferma o mala y nosotros no sabíamos. Entonces de la noche a la mañana nos cuenta que se tenía que hacer una operación al corazón porque le tenían que poner un marcapasos, y que no se iba a poner porque le iban a abrir el pecho y porque no quería quedarse con esa marca, pues nada... que estaba muy mala... y de pronto... de la noche a la mañana, pues, yo me iba a estudiar, estaba en una academia donde te preparan para dar la selectividad y veo a unas señoras que se acercan a donde yo estudiaba y me dicen que tu madre se ha puesto mala, que no se qué, que mas acá, y cuando llego mi madre ya había fallecido. Pero fue un infarto al miocardio agudo de esos que te desmayas... Entonces un tiempo estuvo viviendo en casa mi hermana, para acompañarnos, y eso porque yo todavía tenia diecisiete años. Entonces, vivió con nosotros tres meses y luego se marchó a su casa, porque tiene su casa, su familia y sus hijos. Y mi padre estuvo un año viviendo con nosotros; después de ese año empezó otra vez a marcharse y a venir; y prácticamente vivíamos en una casa que tenía tres pisos, mi hermano y yo, nadie más los dos. Entonces nos hicimos uña y mugre, como se dice. Compartimos todo. Luego cuando pasaron tres años terminó la carrera (ingeniería química) y consiguió trabajo en Lima (de jefe de

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control de calidad). Y se tuvo que marchar, y me quedé sola en una casa enorme..., dos años, llena de perros y de gatos..., porque recogía los gatos que me encontraba.” “... mi madre, como sabía que estaba muy enferma, ella me dejó un seguro a mi nombre, para que el banco me pasara todo los meses una pensión, un sueldo. Y con eso yo pagaba la universidad y la casa la pagaba mi padre, y la comida. Con lo de mi madre..., los estudios, la ropa y alguna cosilla que yo quería.” Pero no todos los testimonios sobre la situación familiar en que se desenvolvían antes de realizar el proyecto migratorio están pintados con tonos tan dramáticos; en este sentido también hemos podido reflejar situaciones familiares que exhalan un aire de normalidad, cada uno con su peculiaridad íntima y personal, donde las informantes no señalan en su información una situación que pudiera tacharse de extraordinaria. Este es el caso de una mujer que nos definía su familia como una más de la clase media argentina: “... bueno mi familia era una más de muchas familias argentinas, era una más... No sé... yo soy la pequeña de mis tres hermanas; mis papas ya tienen una edad, así que no van a estar toda la vida trabajando; mi mamá no trabaja ya, esta un poco delicada. Mi hermana esta bien colocada, trabaja en un hotel, estudió turismo y gana un sueldo bueno. Es que Salta (la localidad donde vivía) es un lugar muy visitado y yo ganaba una plata en el restaurante que no estaba mal.” Este mismo aspecto de normalidad nos lo ofrece el relato de esta joven marroquí de veintiocho años, estudiante también en la Universidad de La Rioja, cuya familia ya vivía en Logroño antes de venir ella. Es una normalidad tan sólo diferenciada de la de los demás por las peculiaridades del devenir personal de nuestra informante, de su desarrollo biográfico, en esta ocasión señalando las cuestiones relativas a su proceso formativo o educativo: “... las ciencias ahí (Tetuán), cuando empiezas la Universidad, se estudian en francés, y como toca estudiar en otro idioma, me voy a cambiar el idioma de allí por el de aquí y ya está”. “... Yo... mi sueño era estudiar medicina en Zaragoza, lo que pasa es que era mucha carga ya económica para mi padre, y en ese momento no era posible...”. Pese a estos deseos iniciales por llevar a cabo estudios de Medicina y la perspectiva de no consolidarlos por las dificultades económicas o financieras que no podrían asumir en el seno de su familia, el futuro le llevaría a cambiarlos, pues cuando llegó a Logroño empezó a trabajar en un

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proyecto de mediación intercultural con una Asociación, y le gustó tanto el trabajo con las personas que decidió iniciar los estudios de Trabajo Social. El primer año como estudiante en la Universidad de La Rioja le fue muy bien, al punto que, “... aprobé más del 80% e incluso me dieron una beca” Pero nuevamente el destino le trastocaría este nuevo proyecto cuando cursaba segundo curso pues empezó a trabajar como telefonista (trabajo que mantuvo durante tres años) y se casó abandonando los estudios: “... por lo que mis estudios pasaron ni siquiera a un segundo o tercer plano, sino ¡al quinto!”. Es en este momento, en el que su marido tiene un trabajo estable, cuando ella ha decidido dejar de trabajar y dedicarse por entero a finalizar sus estudios de trabajadora social, tal y como nos indica con sus propias palabras: “... él es el que está trabajando. Yo al principio no me pude permitir ese lujo porque él aún no estaba trabajando, pero ahora que empezó él a trabajar he dicho: no trabajo y me dedico a terminar la carrera”. Y como se puede observar en estos relatos, la mujer toma decisiones al amparo de la nueva realidad, una realidad que se le impone merced al desarrollo de un proyecto migratorio que posiblemente en sus inicios nunca tuvo en mente cómo se configuraría. También por su capacidad de atracción y fijación en las personas que comparan situaciones pasadas con situaciones presentes, ayudando en la toma de decisiones nuevas que comprometen un futuro, en ocasiones distinto al imaginado antes de la salida. Al respecto hemos tomado las reflexiones de esta mujer marroquí de treinta y cinco años que vino siguiendo a su marido: “... al principio es un poco difícil pero... con el tiempo te acostumbras y lo bueno siempre es bienvenido sabes? Aunque cuesta merece la pena”. Así pues, son algunos de los cambios percibidos en la relación de servicios, pero también en cuanto a los roles y el estatus de las mujeres cuanto determina la asunción de un proyecto migratorio definido en sus últimas consecuencias por la normalidad propia del que se afinca en una nueva vivienda o en una nueva ciudad, cuando en realidad se trata del afincamiento en un nuevo país, en una nueva cultura. A veces, las situaciones de normalidad estatutaria de la mujer inmigrante le sobrevienen circunstancialmente a través de otros motivos distintos a los que se puede plantear desde la perspectiva de un proyecto migratorio, como nos cuenta que le ocurrió a esta joven rumana cuando decidió venir a España:

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“... vine a ver mis tíos porque quería viajar, aunque quería ir a Italia porque sabía hablar italiano; pero mis tíos vivían aquí... A los dos días mi tía me ofreció un trabajo, así que decidí quedarme mientras termino mis estudios en Rumania... Voy allí a examinarme”. Con otra proyección biográfica esta joven china de veinte años nos indica que su estancia en Logroño se debe a la voluntad de su padre que en su periplo migrante y hasta un cierto punto aventurero, según se deduce del relato de la hija, terminó recalando en Logroño. En este sentido nuestra informante, acompañada de su madre y hermanos, vino a Logroño con el fin de reunirse con su padre: “... primero vino mi padre... Vino primero en Madrid porque tenía familia de mi madre... estuvo allí un tiempo... También estuvo en el sur, pero me contó que allí hace mucho calor... Vino a Logroño por trabajo... mi padre trabajaba para el Gobierno... Cuando salió mi padre yo era muy pequeña entonces... vino para ver otro mundo... no había otro motivo”. Otro relato que indica algo sobre la idealización del lugar en el que se ha desenvuelto su niñez, y que por tanto se recuerda como si de un paisaje en el que el aire se ha parado, es el que nos describe esta joven rumana de veintiún años: “... la vida era muy tranquila..., aquello era muy pequeñito y estaba tranquilo. Logroño creo que es un poco más grande que esa ciudad. La vida era muy tranquila: ir al colegio, luego volver a casa... Allí tenia de todo, familia, novio. Allí tenía a mis padres y a la otra hermana, porque la otra (que también reside en Logroño) ya se había ido.” Otro tanto le ocurre a una chica colombiana cuando vuelve a su lugar de origen tras pasar cuatro años entre nosotros y recuperar el pulso de su vida anterior, inevitablemente idealizada pero con algo de realidad: la que le otorga el reencuentro con su familia, personas que forman parte de su biografía y que había dejado apartada circunstancialmente. Además surgen las comparaciones entre su vida abandonada, la posiblemente vivida si hubiera podido vivirla, y la necesariamente vivida, la que el destino le ha llevado a vivir: “... llevaba acá cuatro años. He estado ahora en mi país un mes y me he dado cuenta otra vez de qué es lo que vale realmente en esta vida: estar en tu casa, estar cerca de tu familia; pues estar allí cerquita y ver a tu madre o que pasa cualquier cosa y estar tú ahí... Cómo tengo yo allí mis jardines..., mi casa que es como un chalecito aquí... y aquí es como que nos sentimos encerrados en un apartamento... y ahí tengo mis plantas, mi perrito, mi gatito... eso no lo

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cambias por nada, eso no lo vale el oro del mundo... Y entonces claro, dejamos todo eso... y al pasar el tiempo uno olvida, olvida mucho, pero al regresar y toparte con lo que tenías, las células se te mueven con lo bueno, con lo que te gusta... ”. Nuestra percepción de carácter etnocéntrico pierde sentido cuando conocemos en primera persona las situaciones por las que pasa la mayor parte de las mujeres de un país, tal y como nos recuerda esta joven peruana cuando señala que la imagen de los países latinoamericanos dada por los medios europeos no siempre se corresponde la realidad percibida por sus moradores, “... yo no tengo el pensamiento que tiene cualquier mujer de mi país. No lo sé, porque yo por ejemplo, cuando yo vine a la universidad (la UR), nos pusieron un video sobre la pobreza en Colombia y los colegios, y yo es que me quede impresionada. Cuando yo vivía en Perú, para mí no había esa imagen de mi país. Para mi no es tanto como lo pintan, o yo vivo en otro mundo. Trujillo es como Logroño, una ciudad pequeña.” Por último, quien nos muestra de forma poética la necesidad humana de volver sobre sus raíces es esta joven china, cuando nos habla sobre el regreso de las personas mayores a su país: “... en China hay un dicho que es: como las hojas que caen de los árboles, vuelven a su tierra... Es por eso que la gente mayor quiere volver a China”. Pero en general, las mujeres inmigrantes que hemos entrevistado, salvo contadas excepciones, pertenecen a las clases sociales desfavorecidas, donde el concurso laboral de todos los miembros es necesario para la subsistencia del conjunto del hogar. Otras veces es la posición de la mujer en el conjunto fraterno la que obliga a trabajar a esta en beneficio de los otros hermanos que generalmente son menores. En otras ocasiones hemos detectado una situación de rupturas matrimoniales o de familias abandonadas por el principal perceptor de ingresos, lo que suponía en la práctica que las mujeres debían incorporarse a la economía de subsistencia a fin de obtener los recursos necesarios para sobrevivir en un medio de por sí hostil al trabajo femenino. En otras ocasiones la necesidad viene marcada por una maternidad temprana, este es el caso de una chica de Ecuador cuando señala que: “... en mi país no trabajaba... no pude estudiar... porque mis padres eran pobres... Me casé pronto... y tenía que cuidar de los niños... De vez en cuando me ganaba un dinero de costurera arreglando la ropa a gente de mi barrio.”

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Por su parte esta joven colombiana de veintidós años se ve impelida a trabajar en favor de sus hermanos cuya continuidad educativa está pendiente del sacrificio del padre, pero también del concurso de esta joven con el fin de sobrevivir todos, es decir de llegar a fin de mes (cosa que no siempre se consigue), en lugar de ir a la búsqueda de un medio de independencia y desarrollo personal. De este modo su relato nos devuelve de manera gráfica a cierta situación de subsistencia en la que gran número de mujeres inmigrantes se han visto antes de tomar la decisión de viajar. Este es el relato de cómo se encontraba: “... yo vivía en Bogotá con mis padres y mis hermanos. Soy la mediana de tres hijos de una familia normal, humilde. El único que trabaja fuera de casa es mi padre; mi madre hace las labores del hogar. Mi hermana de veintitrés años estudia en la Universidad Pública y mi hermano de seis añitos va al colegio. El único sueldo que entraba en casa cuando yo terminé el bachillerato era el de mi padre que no era suficiente para mantener a la familia, por lo que para ayudar un poquito económicamente en casa me puse a trabajar de cajera en un centro comercial y, aún así, nos las veíamos mal para llegar a fin de mes. Simplemente nos llegaba para pagar el alquiler del piso, porque allí casi todo el mundo vive de alquiler, y para poder comer...” De parecidas características es la situación familiar de esta mujer boliviana de veintitrés años, si atendemos la situación de necesidad, aunque las causas en este caso provengan del abandono del progenitor. Lo importante de estos relatos es la percepción de una adolescencia o una niñez deteriorada por una situación de carencias que impelen a las mujeres a tomar responsabilidades anticipadas sobre un mundo adulto que se les impone y del que sólo perciben los efectos negativos sobre el conjunto familiar. “... mis padres se separaron cuando tenía dieciséis años y desde entonces tuve que trabajar para poder acabar mi bachiller; mi padre nos abandonó y se desentendió de mi y de mis hermanos, no ayudaba a nuestra madre... Mi pobrecita madre lo pasó muy mal, me apoyaba muchísimo porque creía que yo iba a mejorar así, que eso era bueno para mí. El propio sentimiento de ver a tu familia mal te obliga, porque aunque vives bien... bueno tampoco vivíamos tan bien porque mi padre nos abandonó totalmente, pero... a mi me pudo más el sentimiento de tratar de mejorar. Tal vez te pones a pensar que al ser un país mas desarrollado que el tuyo te encontrarás cosas mejores también, no se.” Pero no siempre hay un relato que esconda una necesidad perentoria de trabajar para subsistir. A veces se trata tan sólo de las circunstancias que acompañaron a estas mujeres en el desarrollo de sus vidas, aquellas que les

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llevó a otro país, a otras ciudades. Por ejemplo, esta mujer argentina nos relata la situación de su familia, descubriéndonos sus orígenes hispanos de emigrantes españoles y retornados ahora (aunque con la nacionalidad argentina), y las condiciones laborales que se ofertaban en Argentina, las que compara con las actuales en Logroño que magnifica: “... mi mamá ha sido ama de casa toda su vida, y mi papá en Argentina era jefe de sector en una empresa hasta que lo jubilaron, pero acá esta trabajando en la empresa de seguridad donde trabaja toda mi familia... es que como es muy amigo del padrino de mis hermanos y nosotros vinimos todos con los papeles en regla porque somos todos ciudadanos españoles... es que en esta empresa siempre están necesitando gente. Mis padres son los dos gallegos, mis abuelos emigraron en la posguerra en el cuarenta y dos. En la posguerra. Mis padres nacieron en España, mi papá tenía ocho años y mi mamá seis cuando fueron... ... Espera, mis abuelos paternos vivían en un pueblo muy cercano y se conocían entre las familias, tienen una rama de parentesco entre ellos, unos primos que son primos de primos, de esos que lejanos, y daba la casualidad de que cuando esta familia cumplía años o se realizaba algún evento en la casa de esta familia los dos se encontraban allí, y como se conocían de los pueblos... Mis padres se conocieron por allí... ... Y bueno, la situación en Argentina que es lo más importante en realidad, si no puedes confiar en los políticos..., no sabes si el uno a uno va a seguir mucho tiempo..., ... si los sueldos ya de por sí eran bajos, porque si yo trabajaba seis horas de trabajo, ah!., estuve trabajando también en telemarketing, no te lo dije, yo hacia seis horas por día y a fin de mes yo cobraba 500 dólares, y hacía diez horas los domingos. Aquí cobré este mes 1300 euros con las horas extras, son 900 euros de sueldo, y ahora me lo van a subir. Yo cuando dije a los parientes que me quedan en Argentina, que yo aquí como encargada cobraba 800 euros..., para que me entiendas porque el euro y dólar están ahí..., siendo encargada de un burguer y trabajando seis hora y media por día, no lo podían creer. Allá una persona se rompe el culo trabajando doce horas por día y a lo mejor se lleva 500 euros a fin de mes.” A veces, el relato denota circunstancias graves que el destino o la fatalidad ha planteado en la vida de algunas mujeres, como le sucedió a esta mujer colombiana de sesenta y ocho años que narra cómo su vida dio un giro brusco que le llevó de una situación acomodada a otra en que la acumulación de deudas y graves dificultades se convirtió en una situación de cotidianeidad: “... nosotros teníamos un almacén de telefonía, se arreglaban equipos de telefonía, no sólo eso, todo lo que necesitan los bancos para los empleados y secretariados... bueno, ellos decían que necesitaban

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tres o cuatro líneas y todo eso lo hacíamos... y entonces, estábamos bien, viviendo bien, porque entonces estábamos pagando nuestra casita y todo... y resulta que cuando pusieron esos “volardos”, esos postes de cemento para que no pudieran aparcar los carros, y quitaron todo eso... entonces mi marido le tocó entregar ese local porque entonces nadie entraba porque no podían aparcar, era toda la vía donde pasaban los coches muy rápido y no se podía subir al andén a aparcar... entonces ahí duramos seis meses pagando arriendo sin hacer nada, nos atrasamos en el banco, nos atrasamos en el pago de la casa, por eso pensamos: tenemos que desocupar este local... nos salimos y nos fuimos para la 76. En la 76 el local era de estos en que arriba pasan los carros, y los locales quedan más bajos... y en unos aguaceros que cayeron se nos inundó, para completar, se inundó! Y lo que nos quedaron fue pérdidas, porque allá no es como aquí, aquel local no era para arrendar, nos arrendó una agencia, denunciamos a la agencia y no hicieron nada, y nosotros si quedamos con deudas, porque los teléfonos, las plantas... y todo lo que se vendía flotaba... nadie cubre nada porque desgraciadamente nuestro país es así... el que perdió, perdió y se quedó... Todo lo perdimos, quedamos manicruzaos... año y medio más sin pagar los bancos, ni lo de la casa ni nada, y demandaos por los de los teléfonos, que menos mal que la gente se dio cuenta, si es que no teníamos de donde sacar... pero aquel que había dejado sus teléfonos para arreglar, quería su aparato o el dinero... problemas todos los días... estábamos embargados y todo... así que le dije a mi hijo: hijo mándeme la carta de invitación que yo tengo que ir...” Pero no en todos los casos la posición económica y social de la familia es baja o se presenta con necesidades perentorias debidas a cuestiones de índole familiar o de índole económica. Incluso hemos detectado situaciones socioeconómicas en las que la propia mujer inmigrante nos confesaba una situación familiar de bonanza, propia de familias de clase media o alta, como en el caso de esta mujer marroquí, que además nos señala un elemento de reproducción social, el matrimonio, válido en la adquisición de estatus para la mujer: “... mi familia tiene una posición social muy alta en Marruecos... ... cuando te casas adoptas el estatus de tu marido, pero no pasa nada”. No pasa nada en el sentido de que no hay un abismo social entre los estatus de las familias del marido y la mujer; pero si hay distancias, entonces se habla en términos de pérdida o ganancia en una supuesta organización jerarquía de estatus social. Este es el caso de otra mujer marroquí cuando nos indica que: “... mi familia tiene una posición media,... la de mi marido tiene una posición muy alta...

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Yo creo que él ha salido perdiendo”. Sin embargo las posiciones ocupadas por las familias en ocasiones no vienen determinadas por cuestiones económicas o de prestigio social. En cada zona del planeta los estatus de la gente se organizan en torno a diferentes elementos simbólicos y de poder que no necesariamente se pueden utilizar en otro ámbito que en el que se producen, es decir, que no se pueden comparar, como sucede cuando les pedimos a unas jóvenes rumanas que nos dijeran en qué posición socioeconómica se encontraban sus familiares más directos. Una de ellas nos dijo de modo imperativo: “... mi padre era constructor... Allí vives muy bien o estas normal.” Es como si a los españoles les preguntas que se adscriban a una clase social y la mayoría te respondieran que a la clase media. En Rumania esa gran clase media que todo lo absorbe y justifica se convierte en pertenencia a la normalidad, porque lo extraordinario en ese país parece que sería vivir muy bien. Así esta joven rumana nos explicaba que: “... en mi país solo hay dos clases sociales: el bajo y el alto... ... mi familia estaría en el alto, pero en la primera fila, no en la de arriba, donde empieza el alto... porque mis padres tienen un chalet con doce cámaras, tienen coche, tierra... y yo también tengo mi piso, gracias a mis padres...”. Queda claro que también la clase alta (la que vive muy bien), tiene su jerarquía expresada en filas. En el caso de nuestra informante son de la primera fila de la clase alta, pero empezando por abajo, ya que su estatus de propietarios de ciertos inmuebles les adscribe a la clase alta pero en su zona baja. Del mismo tenor al apreciado en las dos jóvenes rumanas es la adscripción subjetiva de esta joven albanesa, la cual nos indicaba que su familia disfrutaba de una posición elevada merced a la profesión de sus padres: “... nuestra posición social era media-alta... Mi padre era ingeniero y mi madre veterinaria...” En otros casos, como en el de esta mujer argentina, se trataba de cambiar de trabajo iniciando una aventura vital al otro lado del Atlántico; porque si bien había disfrutado de un trabajo y un nivel de vida más que aceptable como para definirse como de clase media alta, una serie de circunstancias le llevaría a tomar la decisión migratoria, entre otras el cansancio que le producía un trabajo que la obligaba a viajar permanentemente y que a la postre abandonó, la existencia de cuatro hijos

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menores y el deterioro de las condiciones laborales del marido, que finalmente la determinaron para viajar a España: “... teníamos una casa con piscina y terreno... Dejé de trabajar porque ya no me compensaba viajar para ir a trabajar y tenía a los cuatro niños... nos hablaron de las posibilidades en España y yo... aunque nunca fui miedosa me di cuenta de que ya no era yo sola y... además el trabajo de mi marido empezó a ir peor...”. Ahora bien, la percepción de las mujeres inmigrantes no está necesariamente reñida con la realidad que abandonaron. La construcción social de la imagen del inmigrante como aquella persona sin recursos, con un pasado familiar o local plagado de necesidades y con escasa formación o sin empleo está lejos de la realidad. Para Izquierdo 22, los inmigrantes que llegan son una muestra muy selecta por su formación educativa, edad, cultura y aptitud creadora. Por lo general, tienen unas capacidades superiores a la media de sus países y desde luego a lo que aquí se les reconoce. Podrían aportar más cuanto mayores sean las posibilidades legales, el reconocimiento de sus titulaciones y el espacio que se les brinde para la movilidad social. Entre los relatos que corroboran estas circunstancias se encuentra el de esta mujer cubana que nos indicaba que tenía un buen trabajo en su país, propio de quien ha alcanzado determinada formación y destrezas: “Yo daba Historia y Sociales en el Instituto Superior Pedagógico, donde me licencié. Allí se estudia para ser profesor” Sabemos que los trabajos que desarrollaban en su país 23 se movían en la parte media y alta en la jerarquía de ocupaciones puesto que requieren una cierta cualificación formal y además están mejor considerados. Pero aquí ganan más y ven más futuro. La estabilidad social y política junto al nivel de los salarios les atrae y les compensa respecto a otras pérdidas. También encontramos algunos casos, como el de esta joven china, que nos muestran otras motivaciones para el viaje distintas a las hasta ahora ofrecidas, porque su viaje no tuvo que ver con motivos económicos o sociales, sino por motivos de reagrupación familiar, pues el padre que gozaba de un nivel adscriptivo alto en su localidad (pueblo), debido a su relación con la administración (Gobierno), había hecho de la aventura y el viaje un medio de vida hasta que finalmente recaló en Logroño: “... no había motivos económicos... mi padre trabaja para el Gobierno, y porque cuando se trabaja para el Gobierno se gana bien... Allí los 22

Izquierdo Escribano, A. (2000): “La política de extranjería y el control de los flujos migratorios en España”, en Economistas, nº 86, pág.85 23 Izquierdo Escribano, A. (2002): “La educación errante”, en La sociedad. Teoría e investigación empírica. Homenaje a José Jiménez Blanco. Madrid: CIS, pág.223

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sueldos son altos, en comparación con aquí igual es bajo, pero allí el coste de la vida también es más bajo... con lo cual... Además nuestro pueblo... allí la economía va bien, o sea en comparación con otras ciudades. El nuestro es un pueblo, pero la economía mejor...”. Como hemos podido observar en estos últimos casos estamos hablando de una tipología de mujer inmigrante alejada de esa imagen negativa que se proyecta en la sociedad donde inmigración es referencia de miseria. Como muestra Izquierdo 24, la inmigración procede de países o regiones que ya han despertado al desarrollo político, social y económico. Reflejo de la pobreza son los menos de los que emigran. Antes y al contrario lo que más destaca en ellos es el hecho de que su talento y sus expectativas no caben en su sociedad. Ofrecer las condiciones para que sus capacidades se concreten es la mejor cooperación al desarrollo en un sentido amplio (no sólo en el económico) de sus países. Si regresan y aquí han disfrutado de todos los derechos, por ejemplo, si han podido votar en el país de destino, entonces, su contribución al asentamiento de las libertades individuales y de la democracia será más firme.

2. EL CAPITAL EDUCATIVO Y LA FORMACION PARA EL EMPLEO El capital educativo o cultural es un factor relevante en el proceso de integración. Si bien no contamos con datos fiables de dicho factor debido a las dificultades de convalidación de los títulos superiores, parece ser una realidad que son las mujeres del Este de Europa (a nivel general) quienes cuentan con mayores niveles educativos, lo cual muy posiblemente influirá tanto en sus intereses a la hora de buscar trabajo, como en sus posibilidades de acceder al mismo. Además influirá en sus niveles de realización personal y profesional (una vez cubiertas las necesidades básicas). Como se ha venido comentando, hasta hace poco tiempo se estigmatizaba al inmigrante o se buscaba la recreación negativa de su imagen dotándole de un capital educativo de bajo nivel. Propia de esta ideología negativa estaba la imagen que se ofrecía como característica del inmigrante extranjero 25, y en la que se relacionaban los status económicos, sociales y jurídicos de persona pobre, sin estudios e ilegal. Es decir, con unos recursos educativos propios del analfabeto o semianalfabeto, con escasos conocimientos del idioma oficial y con escasa cualificación profesional, lo que certificaría su disposición a emplearse en ocupaciones de bajo nivel de cualificación.

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Izquierdo Escribano, A. (2000): “La política de extranjería y el control de los flujos migratorios en España”, en Economistas, nº 86, pág.85 25 Giró, Joaquín (2003): “El problema social de la inmigración y las políticas de integración ciudadana”, en Martínez de Pisón, J., y Giró, J. (coords.), Inmigración y ciudadanía. Perspectivas sociojurídicas. Logroño: Servicio de publicaciones de la UR, pp. 156-157

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Sin embargo, la realidad desmitifica esta imagen y hace añicos de cuantos justifican la explotación del ignorante, pues el capital cultural o educativo de que dispone la población inmigrante extracomunitaria es superior a la de la población española como demuestra el estudio redactado por el profesor Antonio Izquierdo, en una publicación 26 reciente del CIS, donde se dice que la media de inmigrantes con estudios universitarios en el periodo de 1992-1996 fue del 18,5% frente al 8,6% de españoles. Y que en el periodo de 1997-2000 suponía el 16,8% de los inmigrantes frente al 11% de los españoles. También en nuestra investigación hemos contrastado estos datos hallando licenciadas en medicina, veterinaria, física y química, ciencias de la educación, empresariales, etc. Esta superioridad en el capital educativo de los extranjeros inmigrantes frente a los autóctonos se muestra de igual modo en los estudios secundarios, pese a que en esta última etapa los porcentajes de españoles (41,9%) e inmigrantes (42,3%) se aproximan. En conexión con lo antedicho, y siguiendo de nuevo con los datos del estudio realizado por el CIS, se puede concluir que las mujeres inmigrantes superan a los hombres en lo que a recursos educativos se refiere 27. En esta investigación del CIS, se estudiaron los grupos más significativos de mujeres inmigrantes, en especial argentinas, peruanas, dominicanas, chinas, polacas y marroquíes. Y de este grupo representativo de las principales nacionalidades de mujeres inmigrantes en el momento del estudio, se pudo observar que el mayor número de universitarias procedían del grupo de nacionalidad polaca (31,4%), seguidas de las argentinas (23,3%) y de las peruanas (17,7%). En cuanto a mujeres con estudios secundarios (bachillerato y/o estudios de formación profesional), estas alcanzaron un porcentaje del 40%, siendo las mujeres marroquíes las de menor peso en este colectivo (22%). Los porcentajes van en descenso como se deduce del 26,9% con estudios primarios; el 9,9% con estudios primarios; el 6,9% que saben leer y escribir, y finalmente tan sólo un 3,3% que se declararon analfabetas. Entre el grupo de mujeres analfabetas, son las mujeres marroquíes quienes manifiestan un mayor porcentaje, próximo al 12%, que las señalaría como el grupo peor dotado de capital educativo, reflejo de la posición tradicional de desigualdad que en torno al género se ha suscitado en el reino de Marruecos, y que tan sólo en estos pocos años de este siglo parece que va a cambiar, merced a los cambios impulsados desde precisamente la institución de la monarquía. Por tanto, todo indica que la supuesta escasa formación del inmigrante que le obliga a ejercer los puestos menos cualificados del 26

Izquierdo Escribano, A. (2002): “La educación errante”, en La sociedad. Teoría e investigación empírica. Homenaje a José Jiménez Blanco. Madrid: CIS, pp.207-229 27 Izquierdo, A. (2000): “El proyecto migratorio de los indocumentados según género”, en Papers nº 60, Pág.232

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mercado laboral, es tan sólo una falacia del mito creado en torno al inmigrante irregular. Si bien es verdad que el inmigrante extranjero acepta cualquier trabajo que le permita regularizar su estancia entre nosotros, también es verdad que buscará la oportunidad de trasladar su experiencia laboral y su formación educativa al sector productivo más acorde. Tan sólo la situación de irregularidad impide que se manifieste la capacidad productiva de los inmigrantes, colaborando al mito del consumidor de servicios sociales, ignorante y con serios problemas de integración, cuando no delincuente. “Inmigrar ya de por sí es un golpe muy fuerte porque dejas atrás todos tus afectos, tus referentes, tu cultura y tu historia”, explica Claudia Clavijo 28, colombiana, licenciada en Filosofía de la Universidad Nacional y que hubo de salir al exilio porque “en Colombia quienes trabajan en defensa de los desfavorecidos son amenazados, asesinados o desterrados”. Llegada a España con sus dos hijos se ha negado a trabajar en nada que no sea investigación social, participando en estudios sobre inmigrantes y refugiados. “Luchar por trabajar en lo mío ha sido una tarea angustiante, decepcionante y difícil, sobre todo en lo económico, pero estoy segura de que no hubiera resistido el exilio si no hubiese trabajado en investigación. Conozco muchos refugiados que aparcaron sus objetivos por la supervivencia económica y están muy afectados”. Los estudios en los que ha tomado parte Claudia subrayan los daños psicológicos que causa a la inmigrante ver infravalorados sus conocimientos. “Si al hecho de dejar a tu gente se añade que también debes abandonar tu carrera laboral, el perjuicio psicológico es enorme: la autoestima es lo primero que cae en picado cuando encuentras una sociedad que desecha de plano tu aportación, fruto de años de experiencia en sociedades en las que se trabaja con verdadera entrega, más allá del salario que puedas tener. Los inmigrantes aparte de su cualificación aportan ternura a esta sociedad. Hay que ver con el esmero que cuidan a niños y a ancianos. Es un privilegio para España tenerlos en sus hogares”. Si atendemos a la realidad de nuestro sistema educativo encontraremos ciertos problemas de enculturación de la población inmigrante en especial la población que engloba las segundas y terceras generaciones. Una prueba de la existencia de estas nuevas generaciones y que ha devenido un problema social hace referencia a la escuela, donde representan el 3% del alumnado total de la enseñanza no universitaria. El número total de alumnos extranjeros en España 29 ha pasado de 43.845 en el curso 1992-93 a 201.518 en el 2001-2002; casi cinco veces más en apenas una década, concentrándose la mayor parte de las matrículas de este alumnado extranjero en la educación primaria (43,34%), la educación secundaria (33,69%) y, finalmente infantil (17%). Esta multiplicación de los alumnos extranjeros ha traído junto al fenómeno de la escuela multicultural y sus múltiples derivaciones sociales, el problema de la discriminación

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Diario El País de 12 de mayo de 2002, pág. 14 Datos ofrecidos por CCOO en el estudio Los hijos de inmigrantes en España, a partir de datos del Ministerio de Educación y del Ministerio de Interior. 29

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mediante la segregación en centros especializados, generalmente públicos, donde se ubica a estos alumnos a modo de gueto educativo. Son situaciones que hablan de un sistema educativo diferenciador en función del estatus social y la pertenencia de clase. Resulta manifiesto que los centros concertados y privados cuando han admitido alumnado inmigrante éste ha sido seleccionado según criterios “arbitrarios”. El nivel socioeconómico de las familias, el prestigio de los Centros, la presencia de minorías, la adscripción religiosa, etc., son factores determinantes para buena parte de las familias a la hora de seleccionar el lugar donde se educarán sus hijos y para los Centros en la selección de alumnos inmigrantes; en este sentido, el sistema educativo colabora a la reproducción del sistema social, manteniendo las desigualdades de base sobre las que se fundamentan las diferentes titularidades de los centros educativos. Sin embargo, podría entenderse (comparativamente), que la situación de la mujer inmigrante y de sus hijos/as, en sus países de origen era peor que la posible segregación en el país de acogida. Al respecto, algunas de nuestras entrevistadas observan que son peores las diferencias educativas según clase social, principalmente según los ingresos económicos. Y es que la gratuidad y la universalización de la enseñanza en nuestro país es una conquista social inimaginable en países todavía en vías de desarrollo, donde la educación no es obligatoria y donde los costos de la misma exceden las posibilidades económicas de buena parte de la población. Además, la organización familiar se estructura en torno a la participación de todos los miembros que colaboran en el sustento de la misma, incluidos los menores, cuyo trabajo no se contempla como de explotación laboral e infantil. Por ejemplo, esta mujer colombiana de cuarenta años confesaba que sólo, “... estuve hasta sexto, hasta los quince años, porque tampoco teníamos posibilidades de estudiar tanto. Porque el estudio en Colombia no es gratuito, hay que pagar...” Efectivamente, la precariedad económica es un serio cuestionamiento para seguir una trayectoria educativa normalizada. Se podría entender que las desigualdades socioeconómicas de los países en vías de desarrollo son los determinantes de las desigualdades económicas, aunque podríamos añadir que incluso estas desigualdades se agudizan según sea el origen geográfico. Por ejemplo, las mujeres norteafricanas consideran que se han visto en peor situación dado su estatus diferenciado e inferior en el conjunto social y familiar. Son personas con estatus inferior dentro de estructuras de dominio según género, donde el destino social de las mujeres viene decidido por los varones que ostentan siempre el carácter de dueños del patrimonio femenino. Mientras son niñas trabajan en el ámbito doméstico que es la

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escuela social por excelencia. Cuando aún son adolescentes son entregadas en contrato matrimonial y cuando enviudan perciben la mitad de la herencia que normalmente administra otro varón familiar. En ocasiones se llega al levirato o matrimonio con el hermano del marido fallecido a fin de mantener, en un entorno profundamente endogámico, la capacidad socioeconómica de la familia que sólo la mujer puede trasladar como bien de intercambio entre familias. Las consecuencias de un destino social de invisibilidad y escasa capacidad de dominio sobre su propia trayectoria vital y biográfica, permite la existencia de gran número de mujeres en régimen de analfabetismo o con estudios básicos, tal y como nos señala esta joven marroquí de treinta y cinco años cuando dice que: “... estudie muy poquito y ahora... ¿cuándo?. No tengo tiempo..., quiero estudiar el idioma.” Porque la inmigración no ha hecho sino abrir una puerta enorme al cambio social y al cambio de estatus de estas mujeres, pues cuando se comparan con las ciudadanas de este primer mundo y observan que no poseen y no se les permite poseer otro valor que el de sus joyas heredadas, que su capital cultural es escaso o vagamente valorado por la sociedad de acogida y que si algo necesitan deben saberlo pedir por ellas mismas, aprenden que no es su origen étnico o cultural el culpable de tan terribles diferencias sino la interpretación de una tradición que las margina de por vida. No es por tanto la incompatibilidad cultural de ciertos países con el nuestro lo que impide que estas mujeres se integren en igualdad de condiciones que mujeres latinoamericanas y continentales. De este modo se apoyan entre ellas y buscan a su vez el apoyo de organizaciones que entre sus actividades ofrecen el aprendizaje del idioma y de cualquier actividad que les cualifique laboralmente. De este mismo tenor son las declaraciones de otra joven marroquí, de veintiocho años, que señala de forma precisa que es la discriminación de género un fenómeno incrustado en la sociedad norteafricana y por tanto, estudió: “... poco, solo la educación básica, aunque siempre se me dio muy bien la escuela, pero lo tuve que dejar. En mi país es muy difícil, sobretodo si eres chica... hay que ayudar en casa... cuando llegué aquí fui a clase de español y la profesora me decía que aprendía fácil”. Porque si las desigualdades de género son las que marcan a las jóvenes norteafricanas que entrevistamos, las condiciones de desarrollo socioeconómico son las que marcan a las jóvenes sudamericanas; así hemos podido entrever en lo que cuenta esta joven boliviana de veintitrés años:

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“... yo hice hasta el bachiller y estudiaba algo de informática y programación, también dactilografía... bueno aquí lo llaman mecanografía, pero no terminé nada. Traté de ingresar a la Universidad pero me suponía mucho trabajo y dinero y fue cuando me decidí venir para acá.” Finalmente, cuando nuestras entrevistadas nos hablan de estudios terminados, y se disponen a ejercer según su cualificación, encuentran mayores dificultades que en nuestro país dadas las peculiaridades de un mercado laboral desestructurado, pero sobre todo, debido a las pocas oportunidades y al alcance de la crisis social por la que atraviesan sus países de origen, como es el caso de esta joven argentina: “... sí yo hice enfermería, pero recién acabado no encontré trabajo y me puse de camarera en un restaurante para ganarme una plata y en cuanto ganas plata una vez ya no quieres nada más, así que seguí ahí.” Porque está claro que primero es subvenir a las necesidades básicas (lo que esta mujer denomina ganar una plata) y después está la posibilidad de ejercer según tu formación y preparación técnica y cultural. Otro problema que han encontrado las mujeres inmigrantes es la convalidación de sus estudios o su nivel de cualificación obtenido en los centros de formación de sus países de origen, impidiéndoles su promoción social. Unas veces han sido las autoridades académicas las que han puesto reparos a esta convalidación. En otras ocasiones hemos visto que son los propios colegios profesionales quienes defienden corporativamente el acceso diferenciado al ejercicio de la profesión. Finalmente también nos han contado que ha sido una cuestión de tiempo o de dinero, ambas exigencias por encima de las posibilidades de estas mujeres, como por ejemplo, nos cuenta esta mujer cubana de cuarenta y un años: “... yo he estado mirando, pero no voy a pagar mil dólares por legalizar los estudios, legalizar el título, pagar a la consultoría. Si tengo que volver a estudiar determinadas asignaturas yo creo que se demora el título.” La misma situación aconteció a esta otra mujer argentina, sobre todo cuando al capital económico que deben desembolsar por la homologación de títulos, se une la incómoda situación de las diferencias existentes entre el currículum de uno y otro país, entre los programas de unas y otras asignaturas: “... estuve averiguando en la Universidad pero me pareció super caro. Me pareció super caro porque yo quería... en realidad, lo que quería hacer yo, era... que me convalidaran las materias de mi trabajo, de mis estudios con los de aquí, pero tenía que hacer una carrera de

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cuatro años, o sea me convalidaban tres o cuatro materias y yo tenia metidas más de cien. Yo necesitaba trabajar, no podía estar viviendo y pagarme una carrera con el dinero que me había trabajado en Argentina.” “..., allí en Argentina, la carrera era de tres años y medio, pero después teníamos cursos, o sea nunca era sólo la materia, o sea de materias por año tendríamos veinticuatro, unas trimestrales, otras cuatrimestrales, otras bimestrales... pero luego teníamos cursos adicionales que nos contaban también como... materias, para finalizar el año, a ver, para finalizar la carrera tu tenías que tener determinada cantidad de cursos hechos, si no, no te la daban por finalizada.” Unos apuntes nada más para terminar este apartado sobre el capital cultural o educativo de las mujeres. Estos apuntes provienen de un trabajo de Izquierdo 30 sobre lo que el denomina la educación errante y del que ya hemos ofrecido algunos datos; pues bien, esos apuntes señalan que existen ciertos indicios empíricos de que el nivel educativo de la mujer inmigrante no siempre ni en todos los casos está por debajo del capital intelectual del hombre. Como ha ocurrido en nuestro país donde la mujer ha superado el nivel educativo del varón, también entre las mujeres inmigrantes se ha producido un proceso de similares consecuencias. En los años en que llevó a cabo sus análisis Izquierdo (1992-1996 y 1997-2000), entre un tercio y el cuarenta por ciento de los trabajadores no comunitarios en situación legal eran mujeres. Y, al menos en el caso de la fémina que llega con un proyecto propio e independiente del varón, no se prueba esa inferioridad en la titulación educativa. De modo que cuando la feminización de la población inmigrante tiene lugar no cae siempre y necesariamente el nivel de preparación del conjunto de los inmigrantes, sino que al contrario, la migración de mujeres independientes suele enriquecer el perfil educativo de los flujos. Respecto a la formación para el empleo, que es el otro apartado que buscamos conocer, señala UGT que las trabajadoras inmigrantes se insertan laboralmente en sectores dentro de un mercado secundario 31, caracterizados por la inestabilidad y unas condiciones salariales, de prestaciones, etc., que pueden desencadenar en ultimo término el proceso de exclusión social. Esta exclusión implica, debido a su propia dinámica, la dificultad y a veces imposibilidad de acceder a una formación que se adecue a sus conocimientos y necesidades.

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Izquierdo Escribano, A. (2002): “La educación errante”, en La sociedad. Teoría e investigación empírica. Homenaje a José Jiménez Blanco. Madrid: CIS, pág.214 31 “Mujeres inmigrantes. Factores de exclusión e inserción en una sociedad multiétnica”. Febrero, 2001. UGT.

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La cuestión radica, tanto en el caso de las que poseen una mayor cualificación como en el de aquellas que no la tienen, en que una vez insertadas en estos sectores secundarios, ya no les resulta posible acceder a una formación por la propia dinámica que caracteriza esa inserción laboral. Ya sea por su situación de irregularidad, por las exigencias de nuestra propia legislación o por las condiciones laborales, tanto el servicio doméstico, como la hostelería (horarios, jornadas interminables, etc...), hacen prácticamente imposible la asistencia de las mujeres inmigrantes a cursos de formación. Por el contrario, las mujeres latinoamericanas..., más que cursos de formación, centran su demanda en la necesidad de un programa de convalidaciones que les reconozca los estudios realizados en el país de origen. En las entrevistas realizadas en Logroño se valida lo antedicho. Hemos podido observar que la escasa formación recibida por las mujeres inmigrantes ha estado relacionada con el idioma y la alfabetización y, en escasas ocasiones, con la atención a enfermos y discapacitados o aspectos relacionados con la hostelería y la cocina. Si bien esta formación se orienta a los yacimientos de empleo destinados a mujeres inmigrantes, cabe señalar que “la mayor parte de los servicios de proximidad son concebidos como una prolongación del rol de madre y esposa en la esfera reproductiva, y se considera que las habilidades “innatas” de las mujeres son suficientes para llevar a cabo estas tareas y que no es necesario profesionalizarlas” 32, y por tanto, no se les exige formación al respecto. Aunque también el aprendizaje del idioma no se presenta como un hándicap para todas las mujeres que no son hispanohablantes; por ejemplo, entre las mujeres del Este de Europa que no lo demandan con la misma necesidad que otros colectivos. Así lo cuentan, desde luego las mujeres rumanas, para las que el aprendizaje de los idiomas no resulta tan complicado posiblemente por compartir la misma raíz latina. Nos lo describen así varias mujeres rumanas con experiencias biográficas distintas, pero coincidentes en cuanto a su facilidad para el aprendizaje del español: “... para los rumanos aprender castellano es muy fácil. Yo tengo amigos españoles que han estado en Rumania y les cuesta más. Los dos son de raíz latina. Encima nosotros tenemos todas las películas, hasta telenovelas, en castellano y subtituladas, y algunas palabras se te quedan. ... En bachillerato estudiaba francés. Tenía que ser el primer idioma. El inglés es mucho mejor que el francés, y me acuerdo que el francés no me gustaba nada. A mi no me han dejado el inglés. Los niños, hay zonas que estudian alemán.” 32

Parella, S. (2003): Ibid, pág. 274

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“... es que hablaba muy bien italiano, ahora no puedo... Cuando llegué a Italia..., cuando vuelvo a mi país, vuelvo por Italia, Austria, Hungaria, Rumania. Cuando llego allá pido un teléfono y no me salía decir gracias, que aquí se dice gracias, allí se dice “gracie”. Llevaba tanto tiempo hablando en español que no me salía. Cuando vuelva a mi país tengo que empezar de nuevo a practicar, porque aun siendo el español la segunda lengua internacional, tengo que practicar porque en Rumania no hago nada con él, porque las empresas son alemanas o italianas”. “... al principio tuve muchas dificultades para aprender el español, hice un curso durante dos meses pero cuando empecé a trabajar con la señora en silla de ruedas no me dejaba ir al curso y lo tuve que dejar. Luego he aprendido en casa con libros que me mandaba mi hijo que es profesor de idiomas. Mi hijo siempre me ha animado mucho, es el que más me ha ayudado aunque no está aquí.” Pero también esta joven albanesa nos expone, en un perfecto castellano y sin ningún acento, que para ella fue muy sencillo el aprendizaje: “... llegué con diez años..., no tuve ningún problema con el idioma. Mis padres tuvieron más dificultades”. Sin embargo, a pesar de que exhiben con orgullo su facilidad para aprender el español y utilizarlo en el lenguaje cotidiano, no toman en consideración que son jóvenes o por lo menos que la edad de inicio ha sido relativamente temprana, lo cual ha facilitado el aprendizaje del idioma frente a quienes se han visto obligadas a aprender un nuevo lenguaje a edades más tardías, tal y como nos indica esta mujer rumana de cincuenta y dos años: “... yo no soy joven para aprender señorita, y como no conozco francés ni italiano... Fui a un curso, pero sólo fui tres o cuatro veces, porque no aprender nada”. Es fácil intuir que para personas procedentes de idiomas alejados del nuestro como el chino, la dificultad se incrementa exponencialmente si además son personas adultas, como el caso que nos relata esta joven china sobre sus padres: “... el idioma me costó mucho, además es totalmente diferente. Mis padres han tenido muchos problemas, de hecho todavía tengo que ir con ellos o con mis tíos para traducirles cuando hacen papeles...” Aunque no hay que irse tan lejos para reconocer que las dificultades propias del que ha sido socializado en una lengua distinta al español son enormes. No obstante, la colaboración de familiares y amigos que llevan ya

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un tiempo entre nosotros, permite que las personas que se inician en la lengua española cuenten con un apoyo suficiente como para desenvolverse en el laberinto idiomático. Además se encuentran con el apoyo desinteresado y solidario de las compañeras de trabajo que no dudan en hacer de intérpretes en los trámites burocráticos, donde consiguen resultados más satisfactorios que si se presentara la mujer magrebí sola, tal y como se deduce de las palabras de esta mujer de veintiocho años: “... no hablaba nada de español, pero Fátima me dijo todo lo que tenia que hacer y como hacerlo... La verdad no es muy difícil; además mis compañeras se portaron muy bien conmigo, me enseñaron mucho para hablar... Además me ayudan cuando llegan cartas que no entiendo con palabras que no comprendo; a veces me acompañan a hacer papeles, siempre te hacen mas caso si te acompaña un español..., lo miran a él al explicarte las cosas como si yo fuera idiota...” También esta joven marroquí, pese a que viajaba desde muy niña a España, nos plantea sus dificultades actuales con el idioma a causa del poco interés que puso en el pasado, pero manifiesta su intención de continuar formándose: “... eso hacía que nunca... Como me defendía con lo que tenía, pues me ha hecho también..., como efecto negativo de no ir a algunas clases de idioma y aprender el idioma correcto. Y este año estoy pagando la factura; ahora hago clases privadas particulares para aprenderlo ya del todo”. Pero si el idioma ha sido la principal demanda formativa, también hemos indicado al principio de este epígrafe, que han sido los cursos sobre cuidados personales y hostelería y cocina, la principal formación ofertada para la mujer inmigrante. Así, esta mujer cubana dice que: “... he hecho cursos de técnicas de comercio, de hostelería, de cocina”. Ahora bien, si hay algo que hemos detectado en la mayor parte de las mujeres entrevistadas es su intención de continuar los estudios abandonados en sus países de origen, o bien su intención de iniciar nuevos como en el caso de esta mujer colombiana: “... si que me gustaría estudiar, de hecho me he animado a hacerlo aunque sólo sea para mi, para enriquecerme. Hace poco recibí el certificado de estudios de mi país. Hice todo lo necesario aquí en España, para que me convalidaran el bachillerato... ... en principio haré una formación profesional, porque creo que intentar sacarme la prueba de acceso a la universidad me va a costar más. He estado mirando para echar la instancia..., y hay de

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informática, marketing y comercio y creo que algo relacionado con la enfermería; así que no se... tendré que elegir entre esas tres opciones. ... intentaré compaginar el trabajo con los estudios. Si algún día vuelvo a Colombia, me gustaría primero haber estudiado algo aquí, allí es más difícil poder entrar en un curso porque ofertan pocas plazas y la mayoría van destinadas a quien tiene algún enchufe. En Colombia a mi parecer, se nota más la diferencia entre los ricos y los pobres que aquí. Quien tiene dinero puede pagar para ir a sitios privados, y quien no va a las instituciones privadas..., en donde o conoces a alguien que meta mano, o tienes mucha suerte para que te cojan... ... no es inconveniente el no tener los papeles para estudiar, pero si me gradúo antes de tenerlos no me dan, o no me reconocen el título. ... he hecho un curso de informática en el Plus Ultra. Y dificultades... nada, incluso el profesor estaba muy pendiente de mí, y procuraba que el resto de alumnos me acogiera. Intentaba que no me sintiera desplazada”. Esta mujer marroquí, licenciada en Física y Química, expone sus intenciones de actualizar sus estudios universitarios, además de hablarnos de la formación que ha recibido relacionada con el idioma: “... porque yo llegué sin una palabra, nada nada, no sabía nada de español, aprendí porque me llevó mi marido a una Asociación de Amas de Casa y también cogía así libros por mi cuenta, además como sabía francés e inglés me fue fácil por lo menos entender todo lo que me dicen”. “la verdad es que llevo dos años intentándolo, porque quería actualizarme (los estudios universitarios), pero ahora todos los planes han cambiado con la llegada de este nuevo embarazo”. En todos los casos que hemos conocido a través de entrevistas abiertas hemos encontrado un afán de superación de las dificultades, y un gran interés por mejorar su formación ya de por sí elevada en las dos terceras partes de las mujeres inmigrantes asentadas en Logroño, por ello y de acuerdo con Izquierdo 33, “creemos que hay que poner el acento en el protagonismo de los inmigrantes. Conociendo su proyecto migratorio y reconociendo sus títulos y méritos profesionales. Hay que habilitar los canales de participación en todas las esferas de la vida política y social para que su aportación esté a la altura de sus capacidades. De ese modo se favorece el desarrollo de los inmigrantes y también el de la sociedad de origen y la de destino”.

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Izquierdo Escribano, A. (2002): “La educación errante”, en La sociedad. Teoría e investigación empírica. Homenaje a José Jiménez Blanco. Madrid: CIS, pág.227

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ASENTAMIENTO EN LOGROÑO Según la información ofrecida por las Asociaciones de apoyo al inmigrante consultadas, los motivos de llegada a Logroño responden fundamentalmente a relaciones familiares y de amistad y en algunos casos a ofertas laborales (especialmente relevante en el caso de las mujeres de procedencia africana). Asimismo nos indican que las demandas fundamentales que realizan estas mujeres a su llegada a Logroño se centran en alojamiento, manutención, empleo y/o formación, y guarderías en el caso de llegar con niños. De lo que nos hablan es sobre las condiciones de llegada a Logroño. Cómo fue el viaje desde sus lugares de origen. Si fue Logroño su destino inicial o fue coyuntural. Si respondió a una estrategia de agrupamiento familiar o fue la casualidad lo que reunió a estas mujeres en una ciudad que nunca figuró en los anales de la corta historia inmigratoria de este país. De todo ello tratan las siguientes noticias.

1. LA MOTIVACIÓN PARA EMIGRAR Como señalamos al comienzo de este estudio, la motivación para el viaje se convierte en el primer punto, el primer asunto, la primera cuestión desde la que tratamos de conocer y explicar la realidad del proyecto migratorio de las mujeres inmigrantes. Sin embargo, antes de profundizar en los datos extraídos de las entrevistas realizadas en Logroño a finales del pasado año 2003, vamos a proceder a mostrar los datos ofrecidos por el CIS en su estudio de 1996, es decir, de cuando la población inmigrante española todavía no había dado el salto espectacular en las estadísticas demográficas y de población. Son datos explotados por Izquierdo 34 en un artículo de la revista Papers, donde en sus primeras líneas opina que “el proyecto migratorio es una disposición de ánimo que cubre todo el periplo, no más y tampoco menos. Se trata de un tejido fibroso hecho de actitudes, expectativas e imágenes que se traen y que se llevan los migrantes. El proyecto puede estar cargado de ensoñación o contener una alta dosis de información veraz sobre el punto de llegada. En todo caso, los golpes de realidad que recibe aquí y allá moldean y repintan el mencionado plan. La influencia que tiene tal proyecto en cada paso de la integración y de la exclusión de los inmigrantes es harina de otro costal”. Los datos del CIS manejados por Izquierdo nos han permitido corroborar aquello que de modo intuitivo ya considerábamos como un aspecto fundamental del proyecto migratorio. Así, ante la pregunta, ¿cual es 34

Izquierdo Escribano (2000): “El proyecto migratorio de los indocumentados según género”, en Papers, nº 60, pp.225-240

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la razón fundamental para emigrar?, el motivo que destacaron en sus contestaciones fue mayoritariamente (60,7%) la búsqueda de trabajo. Y todos podemos intuir que son la globalización económica y las demandas del mercado de trabajo quienes empujan a muchas personas en su decisión de abandonar su lugar de origen, máxime cuando la perspectiva de desarrollo individual se encuentra estancada o negada. No obstante, es muy posible que erráramos en nuestra consideración intuitiva o deductiva, si atendemos al segundo, tercero y cuarto motivo para emigrar, cuando señalan motivos como tener más libertad (21,7%), ganar más dinero (21,6%) y reunirse con familiares (22,1 %). Como muestra Izquierdo en el mismo artículo, “si bien la razón laboral triplica a las tres que le siguen, no equivale a que emigren los que están desempleados en el país de origen. El coste económico del viaje y el dinero necesario para evadir los obstáculos que se ponen a la entrada también excluye a los más pobres. Por último, el equipaje de estudios con el que vienen confirma que no son mayoría los desheredados”. Si ahora nos detenemos en las diferencias que existen entre hombres y mujeres respecto a las razones que les empujaron a emigrar, podremos observar algunas diferencias significativas. Pese a que para ambos el motivo principal sigue siendo la búsqueda de trabajo (52,6 % en hombres y 45,3% en mujeres), las diferencias se acentúan en el resto de motivos; así, observamos que el segundo motivo más significativo en el caso de varones es “tener más libertad” (24,2%), mientras que para la mujer lo constituye “el reunirse con familiares” (23,5 %), la recuperación de la identidad familiar, del grupo familiar. El tercer motivo en el caso de los hombres lo constituye el “reunirse con sus familiares” pero en una proporción muy inferior a las anteriores, ya que supone tan sólo un 7,2 %, mientras que entre las mujeres, el tercer motivo va a ser “tener más libertad” con un porcentaje del 14 %. Por otra parte, Izquierdo subraya que las mujeres extranjeras, en una proporción algo superior a los hombres, vienen para estudiar y formarse. Además sabemos que su bagaje educativo es mayor, lo que da solidez y profundidad a su respuesta. No importa tanto que tengan más estudios cuanto que esa aspiración es más fuerte en ellas. Sugiere una integración menos apresurada, menos avariciosa, con más juicio y sentido de la realidad. Aspiran a tener independencia y más posibilidades de decidir (el “apoderamiento” que ahora se dice). Por último, quizá hombres y mujeres inmigrantes se refieran a cosas distintas cuando señalan la necesidad de “tener más libertad”. Si bien estos motivos que aparecen en el estudio del CIS continúan al día de hoy siendo los más importantes, es preciso tener en cuenta que fueron recogidos hace siete años, y por tanto, su análisis debe ser efectuado con prudencia, ya que es posible que el fenómeno de reagrupación haya cobrado mayor peso específico. Además, el incremento poblacional sostenido por la inmigración de Europa del Este, ha podido alterar esta

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valoración cualitativa manifestada entonces pese a que los niveles educativos y su diferenciación en función del país de origen apenas han variado en sus planteamientos. Precisamente entre los motivos para emigrar en función del país de procedencia, es donde de nuevo observamos que el principal motivo está constituido por la “búsqueda de trabajo”, aunque resulta mucho más significativo para dominicanas y chinas, con un 75,5% y un 70,3% respectivamente, frente a argentinas y peruanas, quienes lo priorizan en un 38,1% y un 44,9% respectivamente. En la mayoría de los casos, la reagrupación familiar se constituye en el segundo motivo para emigrar, a excepción de las dominicanas en las que el porcentaje es significativamente inferior (4,1% frente a una media de 21,8% en el resto de procedencias). “Para las dominicanas35 el reagrupamiento familiar apenas cuenta como motivo principal. Su razón, casi en régimen de monopolio, es el trabajo y el dinero. En cambio, para las mujeres argentinas y sobre todo para las peruanas, la familia es una razón de peso. El ansia de libertad y de ganar más dinero cuenta más para las argentinas, mientras que acumular estudios y formarse profesionalmente es un motivo en el que las inmigrantes peruanas destacan por encima de la media”. El proceso de reagrupación afecta de manera desigual a hombres y mujeres, manteniendo esquemas de reproducción social que tradicionalmente favorecen al varón y dejan a la mujer en posición dependiente. Al efecto, “la reagrupación familiar afecta y discrimina a las mujeres36 más que a los hombres puesto que ellas representan la mayoría de las personas reagrupadas. La ley dice que «la persona reagrupada obtendrá un permiso de residencia dependiente del reagrupante». Así el Estado que pretende ser Estado de Derecho ignora completamente el derecho de un ser humano a tener una vida independiente de cualquier persona, aunque sea de la familia”. La “búsqueda de libertad” era un tercer factor importante para mujeres argentinas, marroquíes y polacas especialmente. En cambio, variables como “formación y estudios” o “ganar más dinero” no obtuvieron importantes puntuaciones por parte de las mujeres, obteniendo porcentajes medios poco significativos del 4,5% y 5,4% respectivamente. No obstante, insistimos que si bien los datos del Centro de Investigaciones Sociológicas 37 pueden darnos una aproximación a la realidad respecto a la motivación para el viaje, en la actualidad, posiblemente los porcentajes han variado sustancialmente.

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Izquierdo, A. (2000): “El proyecto migratorio de los indocumentados según género”, en Papers, nº 60, pág.236 36 Souad el Hadri y Carmen Navarro (2001): “Mujeres inmigrantes: dificultad, diversidad y riqueza”. Documentos feministas. Asamblea de Dones d´Ex, pág. 3 37 CIS, Estudio Nº 2.216, 1996

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Así pues, desde los primeros momentos de la trayectoria migratoria existen diferencias entre hombres y mujeres. En el caso de los hombres, si bien aparece el afán de sacrificio y de compromiso con el bienestar de otros (en especial si poseen familia), sus proyectos migratorios están subordinados a otros deseos y afanes más personales. Por el contrario, hemos observado cómo muy pocas mujeres presentan motivos estrictamente personales, como ocurre con esta joven mujer boliviana: “…bueno…es que la situación en mi país no es muy buena, allí no tienes futuro; la situación económica es muy mala y no te pagan como corresponde. ¡Claro! y con la mentalidad de no querer quedarte atrás quieres…explorar otras cosas. Y sabía que en mi país no podía. Yo tuve que trabajar y estudiar al mismo tiempo desde bien pequeña y, claro, eso para prosperar en la vida es muy difícil.” Por el contrario, lo habitual es encontrar a mujeres cuyo proyecto migratorio pasa por el bienestar de otros, pudiendo darse esta causa por dos motivos. Uno lo representan las mujeres que asumen la decisión de migrar para beneficiar con su esfuerzo y trabajo a quienes se quedan (lo cual en ocasiones supone un grave conflicto para ellas); y otro, la necesidad de lograr la reestructuración familiar en los países de origen donde las otras mujeres (abuelas o hijas) se ven obligadas a cuidar de la familia. El caso de esta joven de Ecuador es el que hemos encontrado en más ocasiones, y resulta paradigmático respecto a la decisión de emigrar que se toma con objeto de beneficiar a quienes se quedan, principalmente los hijos o los padres, es decir, los consanguíneos: “…las cosas no andaban muy bien… Yo soy de Quito y allí los sueldos son muy bajos, un mal vivir, con una inseguridad muy grande. Pero… sobretodo tomamos la decisión de emigrar por mis hijos..., ya que queríamos lo mejor para ellos. Sin duda, lo que más me costó fue dejar allá a mis dos hijos, mis padres y hermanos.” Esta sensación ambivalente de obrar bien o mal según la perspectiva que se adopte, está presente en muchas mujeres inmigrantes con hijos. Se marchan con la idea de mejorar o ayudar a mejorar la vida de los suyos y, a su vez, consideran como una pérdida la lejanía o la distancia establecida con los suyos como resultado de la adquisición de una conciencia de abandono. Para algunas mujeres estas contradicciones son insuperables y retornan con los suyos sin haber conseguido algunas de las metas que se propusieron al salir, aunque otras se hacen más fuertes cuando observan que de su labor de trabajadora se desprenden beneficios para los suyos. Esto es lo que se deduce de las palabras de dos jóvenes colombianas, ambas de veintidós años:

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“… vine sola, allí dejé familia, amigos… En Colombia los sueldos son muy bajos y el nivel de vida es muy alto. Yo trabajaba en un centro comercial, incluso sábados y domingos y por un sueldo muy pequeño. En mi casa hacía falta el dinero, esa es la principal causa por la que decidí abandonar Colombia y venir a España”. La segunda mujer colombiana insiste en la misma preocupación por los suyos a los que dejó tan joven, pese a que el paso del tiempo y algunas satisfacciones como la mejora del nivel de vida de su familia le permiten acomodarse a una situación que al menos habría que calificar como excepcional, justificando moralmente su viaje y estancia en Logroño. “... Allí, antes de salir solo quería llegar a España para trabajar y mandar dinero a mi familia, además de ir poco a poco devolviendo el dinero a quien me lo había prestado; pero cuando llegué aquí, solo tenía ganas de volver. Además, yo llegué aquí en agosto y unos meses después fue Navidad, imagínate... ahora los echo mucho de menos, pero, estoy mejor. Me alegro de no haber vuelto, porque se que el hecho de estar yo aquí supone una gran ayuda a mi familia allí, prácticamente les mantengo yo. Además se de chicas que se han ido porque no aguantaban más, lo cual veo totalmente justificable ya que dejaron a sus hijos en su país y ahora quieren y no pueden volver. Lo que si me da pena es que poco a poco voy perdiendo el contacto con mis amigos. Al principio hablaba con ellos por Internet, alguna carta... pero... ahora ya no es lo mismo y siento añoranza por ello. Con mi familia hablo todos los domingos.” Decisiones muy duras, pues nadie deja sus raíces y sus allegados por placer o por mor de una aventura loca de juventud. El tiempo y la adquisición de cierto bienestar entre los miembros de la familia merced al sacrificio de estas mujeres, es lo que determina una cierta paz consigo mismas y que muchas veces se expresa desde cierta resignación hacia lo que se siente como propio de un destino que ya está escrito (“es la vida”). En el norte de África las situaciones no son muy distintas a las que acontecen en América o Europa del Este, por ejemplo una mujer de Marruecos dice que: “... me fui para trabajar y ayudar a mi familia. Tengo muchos hermanos. Somos siete, tres hermanos y tres hermanas y mi padre estaba muy mal. Nuestra situación era muy mala. En Maruecos…no hay dinero, mejor aquí. Es la vida… sí, fue muy duro dejar Marruecos, pero es la vida. Tenía que seguir y mi familia necesitaba… ahora estoy muy bien aquí.” Es la vida, una vida que parece que no pudieron elegir, aunque sí realizaron una elección, bien que dolorosa, motivada por fines más bien altruistas y solidarios.

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Hay otros motivos que están representados por aquellas mujeres que asumen un papel más pasivo, pues se ven o se vieron forzadas a emigrar siguiendo a otros (novios, maridos, padres u otros familiares), lo cual les supuso el sacrificio de sus propios intereses o al menos un cambio en sus planes o en su trayectoria vital. Por ejemplo esta joven peruana de veintiocho años, nos comenta que, “... estudiando conocí a mi marido. Ahora hace cuatro años y unos meses. Él ya vivía aquí (España). Él vino a los dieciocho años. Cuando yo lo conocí el ya vivía aquí. Tuvimos una relación de distancia. Un año y medio o así. Y yo creo que más tiempo... si no nos hubiéramos decidido a casarnos se habría terminado, porque a distancia no se soluciona nada... ... por teléfono, y luego él iba dos o tres veces al año (A Perú). Se quedaba veinte días.” Otras mujeres entrevistadas nos han indicado como determinante de su llegada a Logroño la oferta laboral del marido que prepara de ese modo la reunificación familiar. El caso que tomamos ahora es el de una mujer argentina de cuarenta años que nos narra entre bromas su llegada a Logroño, una ciudad de la que no sólo desconocía su existencia sino que las escasas imágenes que le llegaron le impresionaron por el provincianismo que desprendían, claro está que se refería a viejas postales de Logroño. Por contra, la imagen que remarca el cónyuge para vencer la resistencia de su mujer a instalarse en Logroño dado su interés por trabajar en la ciudad, es una imagen volcada hacia el exterior, es decir, una imagen donde lo importante es lo que no tiene: el mar; pero que sin embargo está tan próximo que vivir en Logroño supone para él tanto como vivir en un apartamento en segunda línea de la playa. “... ¡yo conocí Logroño por la bomba!, bueno empecemos por el principio... Mi marido vino en marzo de 2001 a Madrid, bueno encontró un trabajo y que sé yo... siguiendo mandando curriculums... me dice: mandé curriculums a todos lados, hasta a La Rioja... Yo dije: La Rioja no!! Porque nosotros tenemos una provincia que se llama La Rioja allá... Y él dijo: pero es lindo y está cerca del mar... Después lo llamaron de Logroño, yo no conocía Logroño, no sabía que existía!, conocía Cantabria, País Vasco, Navarra... pero La Rioja como tal no la conocía... total que me fui a una enciclopedia, conocí Logroño y dije... Dios mío donde me voy a ir... ¡era una foto de 1800!. Mi marido insistía... no, es lindo y para cuidar a los chicos está bien... después resultó que allá todo el mundo conocía Logroño menos yo... y... bueno pues consiguió el trabajo acá y se vino para Logroño...

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Se instaló él solo, acababa de llegar y el 9 de junio estaba en Madrid, entonces yo allá a través del canal de cable veo que muestran la torre con la Gran Vía, la torre blanca atrás, que se yo... Y entonces lo poco que vi me gustó!... ya no era la cosa esa que había visto en la foto. Mi marido por cierto no se había enterado, le dije yo que habían puesto una bomba en Logroño. Y bueno, pues él consiguió el trabajo acá y bueno... yo personalmente prefería Valencia... ya que íbamos a vivir a 10.000 Kms, por lo menos que esté cerca del mar!... A la opción laboral del varón en la ciudad le sigue la llegada y reunión de la mujer, en ocasiones con la descendencia, como en el caso de esta mujer marroquí de treinta y cinco años que también nos comentó su llegada a Logroño a causa del trabajo conseguido por su marido. De su conversación nos parecía sumamente esclarecedor que el posible retorno tras años de proceso migratorio no pudiera consumarse debido a las dificultades de todo tipo, principalmente las derivadas de los cambios producidos tanto en las personas como en los lugares de origen: “Estuvimos ahí (Marruecos) unos seis meses, pero no pudo adaptarse otra vez a la vida de ahí; los diez años cambian mucho, ya no es lo mismo... Entonces estaba buscando... A ver, no le importaba cualquier sitio para poder mejorar. Un amigo residente en Logroño le comentó que era la época de la vendimia y que pagaban 10.000 pesetas al día. Nada más llegar, en un día, su marido encontró trabajo a través de una E.T.T. Cuando estabilizó la situación, encontró un piso en alquiler y decidió quedarse, y siete meses después vinimos los niños y yo” Aunque a veces se espera la señal de ese otro familiar, no necesariamente como una modificación del propio proyecto vital sino como parte del mismo. Este fue el caso de una joven marroquí que vino tras los pasos de su hermana: “… mi hermana ya estaba aquí; ella llevará unos diez años aquí… y cuando tuvieron un trabajo bien, y ya estaban bien, decidimos venir con ella.” Son decisiones que se toman no tanto en beneficio de la reagrupación familiar, pese a que sea una posibilidad contemplada, sino como parte de una estrategia familiar que comienza con uno de sus miembros, generalmente el mayor, que actúa como punta de lanza para los otros miembros familiares. Cuando este primer miembro de la unidad familiar se ha situado laboral, social o económicamente, envía señales de que ya puede trasladarse otro miembro u otros miembros del grupo familiar.

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En este sentido la reagrupación no es el primer objetivo sino una faceta de una estrategia más amplia que es la inserción socioeconómica y residencial de los otros miembros del grupo familiar. En esta tesitura encontramos a esta mujer colombiana de cuarenta años y su amiga que siguen los pasos del hermano de una de ellas, eso sí apoyadas por una congregación religiosa como muy bien se desprende de las declaraciones de nuestras entrevistadas. En este caso los padres Salvatorianos. “ ... nosotras vinimos porque los padres Salvatorianos ... ellos son los primeros que nos recibieron a nosotras, porque ellos eran amigos de mi hermano; entonces ellos le dijeron a mi hermano que tenían un trabajo, o sea para mi hermana y para él, y como ellos ya habían estado allá y se volvieron a Colombia dijeron que no se querían venir tan pronto, que se querían quedar unos días mientras arreglaban sus cosas y entonces nos dijeron «vayan ustedes, y se van para allá, para ese trabajo y nosotros se lo dejamos». Entonces llamamos a los Salvatorianos y nos recogieron en el aeropuerto de Barajas”. Pese a que las circunstancias cambian de un relato a otro o pese a que las estrategias parezcan diferentes, en todos los casos hay un motivo esencial y básico: el bienestar de los suyos y en todos los casos se mantiene la identidad tradicional de la mujer como persona que debe “sacrificarse” en función de su familia. Hay algunos casos que pueden calificarse de excepcionales, donde los motivos proceden de la situación política del país. Este podría ser el caso de Argentina, pues: “…como todos saben en Argentina se produjo la famosa crisis argentina, el corralito… pero la situación se hacia insostenible desde tiempo atrás. Antes de que esto saliese a nivel internacional las cosas ya iban muy mal, la corrupción era conocida, la escasez de plata se notaba. En general…esto venía de lejos, las cosas no iban nada bien, y los jóvenes no veíamos un futuro ni para nosotros ni para nuestros hijos… Me acuerdo que un día mis papas, esto…, ya sabiendo que el restaurante donde trabajaba iba a cerrar, después de estar hablando con X por teléfono, me comentaron que cuáles iban a ser mis planes, mis pretensiones de futuro; que las cosas estaban malas, que me reflexionase sobre eso, ya que no veían un futuro aquí; me dijeron que X había hablado con su esposo y que me ofrecían su departamento. Logré una oferta de trabajo… tramité los papeles, me dieron los visados…y me vine para acá.” Dado que Argentina ha sido el paradigma latinoamericano del desarrollo y el crecimiento, su caída ha sido más espectacular y el desánimo y la desesperanza ha calado entre los argentinos, pues durante un tiempo que les pudo parecer eterno, no vieron salidas a la difícil situación

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económica y de inseguridad, todo lo cual se nos ofrece reflejado en el exhaustivo y crudo relato de esta mujer que nos habla con rabia de Buenos Aires: “... en Argentina, a ver..., yo hablo de Buenos Aires porque el resto de Argentina es otro mundo, como en todas partes del mundo, las provincias son partes aparte, hay provincias que son muy tranquilas, muy lindas, pero Buenos Aires es un caos, debo reconocerlo. Son bocinas... bueno, claxon como le dicen aquí, todo el tiempo, los semáforos no andan, choques a mogollón... Qué se yo... ruidos todo el tiempo, no se cómo explicarte, es una ciudad llena de ruidos, que nadie se percata hasta que sales de ellos y después vuelves a entrar, las veredas están rotas, las calles están llenas de pozos que aquí en mi vida he visto uno. No he visto un pozo en una calle... ... Por ejemplo, cuando pasan... hay una calle que tiene mucho tráfico... y el cemento de la calle no es bueno, se empieza a rajar y se empieza a hundir... ... Bache sí, aquí yo no he visto calles con baches... bueno en Varea sí, algunos, si, bueno..., pero aquí siempre ves trabajando, si no es en una cosa es en otra, están arreglando, pintando ¡pintando los pasos de cebra!. (Su tono es de sorpresa). En Argentina tienes que divisarlos con lupa. Es que todo, es todo..., con un montón de cosas yo estoy aquí y digo«ni que pensar que era así» las bocinas, bueno los claxon, que los semáforos, que las calles están todos cuidados, o sea acá se cuida muchísimo. Tal vez si yo fuera allí a alguna provincia también la cuidarían, pero yo tampoco he estado en Madrid... ... pues allí no, y es la entrada al país.” Y sigue desgranando su parecer sobre la situación sociopolítica y económica de la Argentina que dejó: “... a ver, situación del país. Caos total, en los políticos no se puede confiar, tu vas a votar y da igual a quien votes, eso del ciudadano ejerciendo el poder votando es un puta mierda. Yo veo que ustedes se quejan de vicio, bueno estudios en general, no lo digo por vos solo, es que aquí se quejan de cada tontería... yo muchas veces he dicho a alguien, si tu vives un mes en Argentina empezarás a adorar a tu país, no porque Argentina sea mal, es un país precioso, pero la gente que tiene dentro es una puta mierda, entonces te encuentras de pronto que quieres comprar un piso y no puedes. Dan créditos en pesos, que es la moneda de allá, y tienes obligación de pagarlo en dólares, si el peso estuvo uno a uno mucho tiempo, pero si el dólar se te va a las nubes... como pasó en noviembre del año que vinimos, si el dólar se te va a las nubes... mi hermano se saco una casa y la estaba pagando, menos mal que llegó a venderla a tiempo, porque si un dólar eran cuatro pesos tendría que haber pagado el 400 %. No hay sueldo que lo aguante. Los sueldos no los bajaban pero subían las cosas, tú ibas al supermercado y te encontrabas que la harina

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valía un peso y al día siguiente valía un peso veinte. Subían la leche, la harina, los huevos, pan...” Y ahora nos ambienta con la situación cotidiana en sus calles y sus barrios, donde la delincuencia pudo reinar: “... sólo delincuencia, los militares no hacen nada. Los policías son más corruptos que los delincuentes; a ver, si un policía gana trescientos euros por mes se van a arriesgar a que le metan un tiro, a que le pegue un tiro a quemarropa... un nene de catorce años... ... métete en una Villamiseria, son zonas, son sectores, donde la gente es muy pobre, las casas son como... como chabolas. Hay muchas zonas de chabolas en Argentina, métete en una... bueno si logras salir... si tenían dentro de una de estas zonas, allá las llaman Villamiseria, adentro de esta zona habían puesto un destacamento de policía porque era muy peligroso, y les baleaban los autos por la noche, se escuchaban los tiros. Cerca de mi casa había una y se escuchaban por la noche los tiros; entonces, si tú te pones a pensar que no puedes ir ni a comprar el pan... porque sí... si te ven salir de un banco... ¡olvídate!. No hay ni una sola persona que no la hayan robado saliendo de un banco... ... a mí sí, me robaron dos veces, una en el... Estábamos en el auto con mi marido que en ese momento era mi novio, que nos íbamos... volvíamos de vacaciones, un tipo superdrogado con una... con un revólver, con una bicicleta... le encañonó en la cabeza y le dijo «dame la cartera, dame todo lo que tenes», y no le sacó el auto porque iba demasiado mal para manejar un auto. Pero se nos cruzó de frente, mi marido... se nos cruzó adelante, el instinto de frenar, y bajó con un revólver en la mano, y se lo puso en la cabeza a mi marido. Y la segunda vez estábamos volviendo de vacaciones también, es que vamos mucho de vacaciones (risas) y volvíamos de vacaciones un día lluvioso y le digo yo a mi papá..., me dice «no, no, yo bajo primero», porque la inseguridad era tanta, que mi papá iba delante, mi mamá y yo no bajábamos del auto hasta que mi papá abría la puerta de casa; esa era otra, vivíamos en una casa, aquí son muchos pisos y la inseguridad está mas limitada. Es más difícil que viviendo en un piso vaya y entre en tu portal, pero allí es una casa al lado de la otra, y dicen «esta es linda, esta no, en esta me meto, en esta no», y mi casa era muy bonita, a mi me encantaba, pero más allá de eso, en el barrio era una de las más bonitas del barrio, entonces veníamos de vacaciones y me dice mi papá, primero voy yo, y yo «sí, claro, que te crees que los delincuentes son tontos, un día de lluvia van a salir de su casa para venir a robar», y estaban adentro. Nosotros entrando por la puerta y ellos escapando por una ventana. No me voy a olvidar de la cara de ese chico, acá lo tuve (acerca la mano a una palma de su cara), pero no llevaban armas, se ve que sabían que estábamos de vacaciones y se metieron en la casa pero desde... cagar en la alfombra de la pieza de mi vieja, agarrar la mierda y pasarla por las

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paredes, tuvieron que lavar todo, pintar las paredes, tirar las colchas de la cama... las alfombras. Si tenían todo metido dentro de un bolso, tu sabes lo que es llegar a tu habitación y encontrar todo lo tuyo dentro de un bolso, organizadito para que le entren todas tus cosas, todos tus compacts, tus anillos, tus... todo lo tuyo. Tenía doce años... ... ya bueno pero a mis hermanos les han robado muchas veces, yo he tenido mucha suerte. A mi hermano con la culata de un revólver le rompieron el lagrimal y hubo que operarlo de urgencia para que no perdiera el ojo... A mi otro hermano le han sacado en la puerta de mi casa las zapatillas, la cazadora, el dinero y el reloj. Y luego vas a la parada de autobús y te lo encuentras al tipo ahí con la cazadora puesta... ...¡se ríen!, vas a denunciar y te encuentras con que si te han robado el televisor y te lo encuentras allá en la comisaría, porque es lo que ellos se quedan por no ir esa noche a patrullar a esa calle. Si tu te planteas un país así...” Así pues, la inseguridad ciudadana ha sido un fuerte componente en la adopción de decisiones acerca de migrar. Una inseguridad que proviene de la situación de miseria y abandono en que se han encontrado amplias capas de la población argentina, producto de años de corrupción política y económica y que llegó a situaciones tan increíbles en un país tan rico en recursos como la presentada por la prensa sobre casos de hambre y muerte por desnutrición. Por causa de una situación tan extraordinaria, mujeres preparadas y con capacidad para desenvolverse con éxito optaron por el proyecto migratorio, tal y como nos manifestó una mujer sobre su situación económica que no era del todo mala al disponer de un negocio propio: “…nos decidimos porque tenemos familiares aquí…en España…En Logroño tengo los padrinos de mi hermana, y en Orense la familia de mi mamá, la tía de mi mamá, pero vive en un pueblo… y yo, ¿qué voy a hacer en un pueblo?. …Sí…nosotros salimos justo antes del jaleo, lo que pasa es que…la posición económica era buena, no nos quejábamos del dinero, pero no podía salir a la calle. Salías a comprar a la vuelta de la esquina y no sabías si te iban a robar en quince…en quince pasos que hicieras desde tu puerta hasta…” La excepcionalidad argentina no oculta razones económicas, pues es normal que donde reina la corrupción política la población no puede llevar a cabo un desarrollo económico y social apropiado, aunque el punto de partida de estas mujeres es mejor que el de otras mujeres afincadas en otras partes del mundo, que a los déficit democráticos tenían que sumar serias dificultades económicas, tal y como manifestó esta mujer llegada de Rumania: “… allí vivía con mis hijos y mi marido, pero no nos llegaba el dinero para poder vivir. Primero vine yo y después mi marido. Cuando me

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fui no se podía salir de mi país, pero con la ayuda del hermano de mi marido que vive en Suiza lo pude hacer, lo conseguí gracias a una invitación que me hizo y con eso podía salir.” Deficiencias en el sistema político, sin posibilidad de mejora económica o de recursos económicos y finalmente sin acceso a los servicios propios del estado del bienestar. Y es esto último, la existencia de los servicios del estado del bienestar, que bien podría pasar desapercibida incluso en un país como el nuestro que tan sólo cuenta con apenas dos decenas de años en la implantación de determinados servicios universales, lo que determina la presencia de algunas mujeres inmigrantes en nuestro país. En este sentido, son sobre todo los recursos sanitarios y educativos los más valorados, tanto por su alto coste en los países de procedencia como por su proyección sobre unos salarios a todas luces insuficientes para proveer de estos servicios básicos. Sobre esto gira el relato de esta mujer marroquí: “... echas de menos principalmente a la familia, pero cuando bajas (a Marruecos) te das cuenta de que si un niño te cae enfermo, te cuesta dinero porque no hay seguridad social; una medicina te cuesta el triple, aquí nunca pagas tanto..., los parques para los niños, para las mujeres por ejemplo... Aquí sales y nadie te mira ni te molesta y allí tienes que estar siempre a una hora en casa si no... ya sabes, las molestias de.... aunque cuesta, merece la pena” Y junto a los beneficios propios del estado del bienestar social, la libertad de género en comparación con la inhóspita realidad de la mujer magrebí, sujeta a las constricciones de unas leyes y una tradición que la sitúa al servicio del varón. La sociedad magrebí presenta en su conjunto una gran cohesión familiar, pues a través de la familia se expresa la solidaridad, actuando como mediadora en los conflictos que surgen en el seno del grupo o bien en la comunidad donde reside. En el caso de la mujer inmigrante marroquí o argelina, se ha visto privada de estos mediadores tradicionales, enfrentándose en desventaja a situaciones de dependencia que en algunos casos de difusión pública nos hablan de violencia de género. Como señalaba Malika Abdelaziz en el IV Congreso de ATIME celebrado en abril de 2002, la violencia en el seno de los hogares de los inmigrantes magrebíes existe y abarca un amplio abanico de atentados a la integridad de la personalidad y a la persona física de las mujeres: impedimentos a su desarrollo personal, malos tratos y brutalidades, decisiones arbitrarias en contra de hijas y esposas, así como chantajes amparados en la dependencia económica y jurídica (permiso de residencia) de inmigrantes. Esta violencia doméstica es sintomática de una condición femenina, que el hecho migratorio a menudo ha agravado. Se priva a las mujeres de sus mediadores tradicionales en sus países de origen, la solidaridad familiar y su proximidad (pueblo, barrio, clan...), las protecciones e indemnizaciones, que pese a sus límites, existen dentro del Derecho Civil Nacional, la

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Tradición y la Jurisprudencia, mientras que el apoyo que se le ofrece en nuestra sociedad muchas veces viene vinculado a la renuncia a su cultura o a sus tradiciones. Es posible que los cambios que se vayan produciendo en el seno de la cultura norteafricana en relación a la mujer, animen a esta a compatibilizar una situación que combinen modernidad y tradición, sin renuncia a ninguna, como no sea a los aspectos más negativos e imposibilitadores de su desarrollo personal. Como muy bien se interroga Rita El Khayat 38 acerca del futuro de las mujeres árabes, la alfabetización, la política de nacimientos, las medidas políticas, económicas y jurídicas y las medidas culturales son los determinantes que decidirán el futuro de la mujer, pero también de toda la sociedad árabe. De manera prioritaria señala que las medidas políticas, económicas y jurídicas “deberán modificar la situación de la mujer árabe y transformarán íntegramente la sociedad: fuera de esto no hay salvación. Los gobiernos árabes no han entendido la enorme gravedad del retraso árabe, determinado por una condición femenina rechazada y humillante. No se podrá tener una sociedad equilibrada mientras la mujer continúe siendo un objeto silenciado y despojado de sus derechos, y se siga constatando que lleva esta clase de existencia dentro de la sociedad”. Los principales argumentos sostenidos por las mujeres a la hora de iniciar su proyecto migratorio coinciden con los señalados por Souad el Hadri y Carmen Navarro cuando dicen 39 que “la idea de inmigrar y dejar el país de origen en tanto que proyecto, suele ser para algunas mujeres propio, autónomo; en otras obedece a toda una estrategia familiar, en la que en la toma de decisión participan todos los miembros de la familia. También están las mujeres que llegan por medio de lo que se llama reagrupación familiar. El paro, la pobreza, la violencia étnica o de género son factores que influyen en la decisión de partir. Pero hay mujeres que vienen motivadas por otras causas: querer profundizar en sus estudios o profesiones, deseos de conocer Europa o sentirse más libres. A menudo estas variables se entrecruzan, pero de alguna forma rompen con la imagen de la mujer pobre y analfabeta, que sí las hay, pero el tapiz tiene muchos colores. El colectivo es diverso en cuanto a pautas culturales, creencias, pertenencia ética, país de origen, color de la piel; todo ello va a influir de manera diferente en sus vivencias así como en sus percepciones al entrar en contacto con el país receptor ya que será éste el que marque las reglas del juego”.

2. EL VIAJE HASTA LOGROÑO Contra la idea peregrina de que la mayor parte de los inmigrantes llegan en patera, ha quedado fehacientemente demostrado que la vía de entrada de estas mujeres ha sido como turistas, y excepcionalmente como 38

El Khayat, R. (2004): La mujer en el mundo árabe. Barcelona: Icaria, pp.116-117 Souad el Hadri y Carmen Navarro (2001): “Mujeres inmigrantes: dificultad, diversidad y riqueza”. Documentos feministas. Asamblea de Dones d´Ex, pág. 2 39

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estudiantes. De este modo el medio más utilizado ha sido el avión, salvo para las mujeres del continente que se han desplazado en autobús, tren o coche. Desde el norte de África el medio de transporte idóneo ha sido y sigue siendo el barco. Respecto a los trámites o condiciones indispensables para la realización del viaje, hemos sabido que las mujeres latinoamericanas, además de traer el visado de turista, las aduanas les exigen “la bolsa” consistente en acreditar que traen dinero suficiente con el que justificar su estancia en España como turistas (pago de hotel, transporte, alimentación, etc.). Esto supone un incremento sustancial de las deudas que adquieren a la salida de su país, pues el pasaje más “la bolsa” trae consigo un endeudamiento aproximado de tres mil dólares, a los que deben sumar intereses abusivos en torno al 10% y el 15%. Esta situación provoca que las mujeres vivan en condiciones de enorme carencia ya que destinan buena parte de sus ingresos al pago de esta deuda y al envío de fondos a sus familias, quedándose estrictamente con el dinero necesario para los gastos de alojamiento y manutención, tal y como nos relata esta mujer ecuatoriana que hace cinco años realizó el viaje: “... en una semana preparé la “maleta”. Mi tía me prestó el dinero del billete y otra gente “la bolsa”. Pedí dos mil dólares y tuve que devolver dos mil quinientos; además, con los cambios de moneda... (en mi país todavía estaba el sucre). En comisiones perdí otros mil dólares..., se me pasaba el tiempo y no había terminado de pagar la deuda... tardé un año y medio... Cuando yo hice el viaje la bolsa era de dos mil dólares, pero cuando vino mi novio, tres años después, la bolsa ya era de cinco mil dólares... ” Las situaciones de abuso creadas con los préstamos de la llamada “bolsa” conllevan la hipoteca del patrimonio personal o familiar, que persigue en el mejor de los casos garantizar el reembolso de la deuda mas los intereses pactados, y en el peor la creación de un sistema de semiesclavitud por la dependencia familiar que se crea tras la reescrituración de los bienes patrimoniales a modo de casa de empeños mientras la deuda sigue creciendo, como le ocurre a nuestra informante, una mujer colombiana que nos relata con enorme tristeza y resignación: “... yo hipotequé mi casa, donde viven mis hijos, para poder pagar el billete y la “bolsa”; pago cien euros mensuales de intereses... No me llega, la deuda sigue quieta... todavía debo tres mil seiscientos euros de deuda más los gastos de volver a escriturar la casa a mi nombre... Al poco de venir me quedaban dos mil euros de “la bolsa” que yo no quería gastar para poder devolverlos, pero mi hermana se empeñó en venir a España y se los presté... pero ella no encajó aquí porque siempre está pensando en la fiesta, y se volvió a Colombia...”

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También esta mujer boliviana de veintiocho años tuvo que pedir un préstamo a un alto interés para poder sufragar los gastos del viaje y “la bolsa”. En este caso se unía la circunstancia de un embarazo que impedía trabajar a la mujer en el periodo que los prestamistas reclamaban para el pago de los intereses de la deuda, incrementando ésta hasta llegar a los límites en que se puede perder el patrimonio como parte de las condiciones del préstamo. Felizmente consiguió el apoyo de algunos ciudadanos logroñeses pertenecientes a comunidades de base cristianas que apoyaron la integración de esta mujer y que no dudaron en tramitar el pago de la deuda adelantando el dinero necesario tal y como nos cuenta en la transcripción que realizamos de su entrevista: “... traje dinero prestado, porque entonces yo no tenía dinero para el pasaje, para la “bolsa de viaje”, para los gastos y todo... Uno tiene que demostrar que tiene dinero para gastarlo. Claro... cuando he llegado a España debía dos mil euros del pasaje y mil de la bolsa de viaje, con un 8% de interés. Claro que no había pagado los intereses ni nada, porque tampoco podía trabajar, porque estaba embarazada... Los mil euros de la bolsa, claro, he tenido que enviar a mi país...; el alquiler lo he ido debiendo, debiendo, debiendo... iba al comedor popular porque tenía que buscarme de alguna forma la vida... estaba tan desesperada... conseguí que me indicaran la dirección de una señora que me daba calzados para ir costurando algo y ganar dinero... A través de Casa Farias (centro de servicios sociales del Ayuntamiento) me ofrecieron asistir a un taller que hacían cocina, costura y algo de formación; asistía allí por las tardes. Por hora nos pagaban más o menos tres euros. Para mí eso me venía muy bien, pero el niño se me enfermó y no asistía, y claro, si no vas, no te tienen por qué pagar tampoco, y bueno... ... y en ese curso estaba de monitor un chico, y claro, ahí me conoció y luego, terminó el curso... ... y, pues un día que este chico vino al piso donde vivía yo, con la asistenta social, pues sabían mi dirección a través de la otra asistenta de Casa Farias, y luego dio la casualidad que él me comentó que él asistía a una Comunidad de Base, y me comentó que si quería asistir y así conocer a la Comunidad... y con otra chica ecuatoriana, pues fuimos. Yo le dije, no habrá problemas para que lleve a mi hijo por si molesta o distrae... me dijo no, no hay problema... y fuimos, y claro, contamos nuestra historia, cómo habíamos llegado... y ya luego, pues nos abrieron las puertas para poder asistir a la Comunidad si quisiéramos. Y la otra chica ecuatoriana, como que no se animó a ir... y claro, yo en ese momento dije que si, y ya luego ellos me invitaron a una cena que tenían, y ya me aceptaron dentro... y justo me dijeron un matrimonio si yo quisiera irme a la casa de ellos, y claro, que no es grande y tal, pero que querían acogerme... A un principio, yo la verdad me lo pensé mucho, porque dije, voy a incomodar, no me

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gusta ser un estorbo... y claro, al verles tan buenos y que me querían dar esa acogida, y luego acepté y me fui a casa de ellos, y en su casa estoy viviendo desde primeros de septiembre, y hasta ahora sigo ahí... ... y claro, yo a los de la Comunidad les había comentado lo que debía, y tal... Una de la comunidad me ofreció un trabajo... los de la Comunidad me prestaron para poder pagar la matrícula de la guardería para el niño, y pues nada, acepté esa ayuda... y así de esa forma es que el niño está en la guardería, y yo he empezado a trabajar... Lo que de verdad me preocupaba a mi era mandar el dinero de una vez. Ya debía dos mil euros solo de interés y dos mil de la deuda, porque claro, no he mandado dinero, y eso... a mi me tenía muy nerviosa, muy preocupada... Les he comentado a los de la Comunidad, porque estaban en juego los papeles de mis padres, las escrituras de la casa de mis padres, ya que si no cancelaba antes del veinte de septiembre la perdían. Según los del dinero ya tenía que estar en tres meses, pero claro, para mí fue todo tan difícil... Los de la Comunidad me prestaron el dinero el día dieciocho de septiembre, y uno de ellos me acompañó a hacer el giro para enviárselo a mi madre y que ella pudiera pagar el dinero y solucionar de una vez el problema ese... y ya luego se me quitó un peso de encima, y los de la Comunidad me dijeron que yo vaya pagando cada mes...” Además, en muchos casos las deudas se acompañan de amenazas y chantajes que todavía angustian más a estas mujeres cuando, recién llegadas, no obtienen los ingresos que esperaban. Las amenazas pueden estar orientadas a las familias o a los bienes de éstas en su país, originando situaciones pintorescas para la mentalidad de un europeo pero sumamente críticas e indeseables para algunas mujeres (y hombres) que son amenazadas con ritos de vudú y que sufren situaciones de ansiedad, habiéndose llegado a desatar en alguna ocasión un cuadro paranoide de difícil tratamiento psiquiátrico. Aunque estos episodios aparecen y son denunciados de forma esporádica en la prensa, no son tan abundantes como para constituir un relato habitual dentro del conjunto de entrevistas realizadas a mujeres inmigrantes, pero sí las situaciones de abuso o de chantaje económico o psicológico. Respecto a los medios de transporte decíamos que la mayor parte de las mujeres inmigrantes han utilizado transportes públicos. Entre las que han viajado en avión disponemos de varios testimonios. El primero nos habla de los inconvenientes de un largo viaje trasatlántico, del aterrizaje donde se acumula el sueño y la incertidumbre, del miedo a lo desconocido, al comienzo de una nueva vida haciendo tabla rasa (partiendo de cero). Así nos dice que el viaje fue:

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“… pesadísimo. Exactamente no sé cuanto duró, pero se hizo pesadísimo. En el aeropuerto estaba mi hermana y mi cuñado que vinieron a esperarme y no paraban de preguntarme por el viaje…, cosas para visitar…, preguntando por mis papás… y yo lo único que en ese momento quería era dormir. Antes, cuando estaba bajando del avión, al ver ya el paisaje me entró tremendo bajón, era la sensación de emprender una nueva vida. Tengo esa sensación grabada…, empezar de cero.” Siempre es la incertidumbre del que abandona el territorio conocido, el lugar donde nació, o el país y la cultura en la que se crió, pese a que en muchas ocasiones tras la incertidumbre por el devenir se encuentran asideros familiares (marido, hermanos o parientes) donde apoyarse en caso de desfallecimiento. Este es el caso de una mujer de Ecuador que nos dice: “... entré en España por turismo… Primero de Quito a Madrid en un avión… con mucho miedo, porque no sabía lo que me iba a encontrar… ¡Mi marido me esperaba en el aeropuerto! ... Después en autobús hasta Logroño”. Generalmente se accede al país con pasaporte de turista en tránsito, una modalidad de entrada que ha llegado a popularizarse hasta el punto que las autoridades políticas, en sus últimos cambios legislativos, decidieron poner trabas al sistema mediante la obligación de informar sobre sus pasajeros a las compañías aéreas. Sin embargo el sistema no está tan abierto como se pueda pensar pues hay que tener en cuenta que desde hace años se exigen visados de entrada a los ciudadanos de la mayor parte de los países, incluidos los hispanoamericanos, y estos se conceden en los consulados españoles con grandes dificultades. Se han trasladado a las oficinas consulares en el extranjero unas competencias para las que están mucho peor dotadas de medios materiales y humanos que las oficinas de extranjeros en España, en las que las esperas (y colas) alcanzan hasta los diez meses, y la de renovación de un permiso de trabajo, hasta dieciocho meses. Sobre estas cuestiones nos habla esta joven de Argentina que vivió casi de forma traumática el ejercicio de legalización de papeles y visados ante el consulado español, al que de forma rutinaria se acercan con sus ilusiones los inmigrantes ajenos a la implacable rueda burocrática cuyo único fin es desesperanzar a los más osados. Claro está que el sistema de turnos establecido en los consulados se vence con tenacidad: “…te puedo contar mi venida…, fue muy traumática…, con todos los papeles, porque yo tengo la ciudadanía española y tuvimos que hacer los papeles de mi marido…y lo pusimos como reagrupación familiar…

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Nosotros estábamos haciendo los papeles para mi marido, porque yo ya tenía los míos, y allá el consulado español da turnos… y a lo mejor es un turno de aquí a tres meses y tienes que volver a las cinco de la mañana, por que si vas después… Nosotros hemos pasado toda una noche durmiendo en la calle para conseguir un turno para poder hacer los papeles de mi marido… Calles y calles de gente esperando desde el día anterior, o sea, había gente que le decían a las ocho de la mañana «no hay más turnos», y se quedaba ahí instalado hasta el otro día para ser el primero de la fila. Yo he ido a las cuatro de la mañana para que me den un turno a las ocho. Y la segunda vez que fui tuve que ir a las ocho de la noche del día anterior, para que me den turno a las ocho de la mañana. Y solo dan cincuenta turnos. No entras dentro de esas cincuenta personas y ya no te dan más. Fue antes de venir, hicimos los papeles de mi marido y le daban un turno... suponte, para un mes en adelante, y nosotros habíamos conseguido una promoción de pasajes que nos salían a mitad de precio para quince días, y en quince días tuvimos que volver al consulado, pedir por favor que nos cambien el turno. La chica me dijo, bueno si te consigo un turno antes te llamo. Llama otro día, suponte, el miércoles a las nueve de la mañana, voy el viernes a las nueve de la mañana y yo viajaba ese sábado. O sea que a mí si ese viernes no me daban los papeles me quedaba sin viajar. Nos dieron los papeles, por suerte nos dieron los papeles.” En otras ocasiones la burocracia es portuaria y viene motivada por la política de restricción al narcotráfico en su manifestación más popular: la del mulero o mula que transporta en su cuerpo una cantidad suficiente de droga como para ser recompensado de los peligros legales y sanitarios que le acompañan en su viaje. Así nos cuenta esta mujer que le sucedió en su viaje desde Colombia, el cual: “... fue muy tranquilo. Cogí un avión directo de Bogotá a Madrid y en Madrid un autobús hasta Logroño. Lo peor fue en Bogotá antes de embarcar. Allí lo revisan todo debido a las redes de narcotráfico, prostitución,... así que a mí que llevaba un paquete con dulces para la amiga de mi madre, me lo desarmaron para ver lo que había dentro. Después un policía empezó a hacerme preguntas sobre lo que iba o no iba a hacer en España..., me miraba fijamente a los ojos y eso me ponía muy nerviosa. Decidieron la «prueba mula» para ver si llevaba bolas de droga dentro de mi cuerpo. Yo les dije que marchaba a conocer España y a terminar un curso de inglés en Bogotá. Tuve suerte, en realidad sí que es cierto que había comenzado un curso de inglés que caducaba en diciembre y aún estábamos en agosto, y supongo que al enseñarles la tarjeta que certificaba que estaba haciendo un curso que terminaba en diciembre les hizo pensar que era verdad, y al final no me hicieron la

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prueba que te he dicho antes. Por lo que antes de montar en el avión lo pasé muy mal. Cogieron a dos... y... por si acaso en el avión no hice otra cosa que comer todo lo que me daban. Me habían aconsejado que lo hiciera así. Quien no come es sospechoso de transportar droga, porque dicen que al comer se les puede explotar las bolas de droga que llevan dentro. Así que imagínate... aunque no me gustara, yo comía todo lo que me daban.” Todas las mujeres que han salido por primera vez de su país han tenido una pequeña formación acerca de cuál debía ser su comportamiento. Siempre se han encontrado con personas expertas (familiares, amigos o incluso agencias de viajes) que les decían cómo obrar en según que ocasiones. Por ejemplo, cuando se llega a las aduanas es preciso guardar una cierta compostura y saber manejarse con los empleados a fin de no ser repatriada, tal y como nos decía que había aprendido esta joven de Bolivia: “... no, no tuve ningún problema. En la propia agencia de viajes nos aconsejaban como hacer el viaje, nos decían que lo mejor era tener una reserva de hotel al llegar a España para tener menos problemas en la Aduana. También te aconsejaban que llevaras bastante dinero porque luego lo preguntaban. A mi me preguntaron que iba a hacer en España y que cuánto dinero traía. Pase mucho miedo pero no ocurrió nada, mostré mi documentación y la reserva de mi hotel y pase sin problemas. Que alegría, me dieron ganas de saltar y gritar. ¡Es que tú no sabes como es eso!, estás en la fila y te dicen... tú pasa, y tú, y tú, tú no..., yo creo que tuve mucha suerte, porque hay gente que después de pagarse todo el viaje y de conseguir dinero la devuelven en la propia Aduana. Algunos también podemos pasar con carta de invitación de familiares que tengas aquí en España. Son cartas que se firman ante el notario y las mandas a tu país por fax, para que... cuando luego venga la persona y la presente en la Aduana. Yo misma he hecho dos cartas, una para hacer pasar a un amigo como mi novio, y otra para hacer pasar a la madre de una amiga como un familiar. Pero así, tampoco es tan fácil, además solo puedes hacer las cartas cada seis meses.” En el caso de esta joven colombiana de veintidós años el medio utilizado fue la carta de invitación de alguien que ni siquiera llegó a conocer; un aval perfecto para demostrar que la visita era puramente circunstancial y que tan sólo se movía animada por el interés en visitar al conocido o conocida afincado/a en Logroño, que reclamaba su presencia aprovechando un supuesto viaje turístico a la península ibérica; para lo cual, nada mejor que venir provista de una cantidad de dinero suficiente que facilitara el viaje y la estancia temporal:

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“... quizás a mi nunca se me hubiera pasado por la cabeza dejar mi país en busca de algo mejor, pero todo empezó cuando una amiga de mi madre que había emigrado a España me convenció de que la situación aquí era mejor y de que podía encontrar trabajo pronto y ganar más dinero que de cajera. Ella vivía aquí, en Logroño, con su marido y sus hijos. En muy poquito tiempo me consiguió una «carta de invitación» de alguien que nunca he llegado a conocer, lo cual me animó a venir. La carta de invitación es una carta por medio de la cuál pude salir de mi país. Yo, lógicamente, venía a España como turista, y esa carta es la prueba, y la persona que me lo envió el aval de que yo iba a España únicamente de visita. Esta carta la tuve que presentar para poder sacar el pasaje, además, tuve que pedir prestada la cuantía del pasaje y unos dos mil dólares más para que realmente pareciese que mi intención era visitar España de turista.” Los medios empleados son de índole universal, desde tener una reserva de hotel y viajar con una cierta cantidad de dinero como prueba de que las intenciones del viaje no son otras que las de hacer turismo, hasta las cartas o los papeles certificados por notarios donde se aprueba la visita temporal de parientes, los cuales ya no tienen que mostrar su decisión de viajar como turistas sino como visitantes ocasionales. También hemos encontrado situaciones que han sido propiciados por el desarrollo de nuestra legislación en favor de la integración mediante la reagrupación familiar, como esta joven mujer de Perú que nos cuenta: “... vine en avión y con residencia por agrupación (por solicitud del marido, que vivía en Madrid). Ir a Logroño fue por llamada de mi cuñado (que era un riojano casado con la hermana de esta mujer) porque en ese tiempo el necesitaba a alguien de confianza; porque como hacía muchos viajes necesitaba a alguien de confianza... por los papeles, las facturas, las cosas.” Porque la verdadera integración se alcanza, no en soledad sino en compañía, en compañía de tus familiares, de tus amigos, de tus compatriotas, principalmente en compañía de los hijos si se tienen. Para ello se recurre a todos los medios legales con que puede contar la mujer inmigrante, principalmente los de la reagrupación familiar, aunque también, en ocasiones, el modo más eficaz ha sido el matrimonio con un nacional. Esta modalidad de obtención de nacionalidad ha pesado tanto en el imaginario social, que ha dado lugar a una literatura profusa que hasta hemos visto proyectada en pantalla, donde mujeres y hombres españoles encuentran su pareja en el mercado matrimonial, principalmente latinoamericano y caribeño, quien a su vez obtiene el beneficio de la nacionalidad del contrayente. Esta mitificación del matrimonio de conveniencia ha tenido sus seguidores que, organizando viajes que más parecían de turismo sexual que

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de caravana de solteros/as han logrado sus objetivos. No obstante, las mujeres interpeladas han negado rotundamente esta actitud aunque reconocen su existencia, tal y como se deduce de las palabras de esta colombiana de cuarenta años: El diecinueve de septiembre, no me dieron los papeles porque tenía que tener un año de convivencia con mi marido, y llevaba ya un año, lo que pasa es que no tuve con qué comprobarlo, pero bueno, ya voy a esperar hasta ahorita el veintinueve de abril, que me dan ya el permiso de residencia y puedo reclamar a mi hija. Y luego, ahora me dijo el de la Ley de Extranjería «espera un año, y si no te vas pa tu país y haces los papeles allá» y entonces yo le dije que no iba a ir a mi país porque había ido una sobrina... una prima de mi niña que se casó aquí con un español, pero que se casó porque lo quería, no porque le dan los papeles a uno, porque hay mucha gente que se casa por interés, que es pues... Como yo con mi marido, ya me casé porque yo ya llevo con el... yo llevaba con él viviendo ya año y medio, y me iba a casar, teníamos la vez ya para el veinticinco de enero pero se nos presentó un problema, no pudimos pasar la fecha, entonces lo dejamos para el diecinueve de septiembre. Y ahora, pues, bueno, yo voy a esperar hasta el, como le digo el veintinueve de abril que me salen ya mis papeles y ya puedo reclamar a mi hija. La justificación ofrecida es que llevaba viviendo con su pareja más de un año y medio y que estaba a punto de casarse; además va a obtener el permiso de residencia sin esperar a obtener la nacionalidad pues el objetivo último es traer a su hija. Por supuesto que el marido está presente en este proceso y aunque no aparece sino como comparsa en esta trama de obtención de papeles no se le niega una relación auténtica. En el siguiente relato se hace más hincapié en el apoyo emocional de la pareja, del marido, que se plasma en la cotidianeidad, en la rutina de los actos simples y sencillos pero cargados de un gran componente emocional como la preparación y degustación de la bebida nacional. Pensemos por un momento qué significa la degustación de un Rioja para un riojano, máxime si se encuentra viviendo a gran distancia de su hogar de familiar, pues algo parecido es lo que dicen sentir los argentinos con la bebida del mate. Así, una mujer de Argentina nos cuenta: “... sí, viajamos hasta Madrid, y allá fueron a buscarnos los padrinos de mi hermano. La llegada es medio desconsolador, es que tu... bueno, cuando yo salía... Bueno, cuando vienes con tu marido es que es distinto, tienes en quien apoyarte, parece que no, como que vienes solo pero siempre hay alguien que sabe de ti, que te esta esperando y sabe de ti. Si mi marido se iba a trabajar, cuando volvía estaba yo en casa. Hay cosas... costumbres, que no te puedes quitar, pero ahora... esperarlo

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con el mate por ejemplo. Esperarlo con el mate, y el sabe que cuando llegue a casa hay alguien que le esta esperando con algo que es normal en nuestra vida, y por ejemplo, los padrinos de mi hermano, hace veinticinco años que viven aquí, pero han estado viviendo en Argentina, y ellos todavía hoy siguen tomando mate, o sea, no pueden evitarlo, llegan a su casa y tienen que tomar mate, inevitablemente, bueno a nosotros nos pasa lo mismo. Yo sigo tomando mate, más ahora que lo que tomaba antes.” Pequeñas historias alrededor del viaje en un transporte aéreo; sin embargo, cuando tratamos de mujeres inmigrantes procedentes del continente, el medio de transporte utilizado con preferencia es el autobús, taxi, coche particular, o ferrocarril, o bien una combinación de estos como nos cuenta esta mujer rumana: “... fui en autobús desde Alemania, y luego en tren hasta Francia, de ahí a Barcelona en tren, después a Zaragoza y por último a Logroño, también en tren.” Las mujeres rumanas con visado de turista utilizan habitualmente el autobús; de hecho existen varias empresas rumano-españolas que cubren este trayecto de treinta y seis horas atravesando cinco países (Hungría, Austria, Italia, Francia y España). Una de estas mujeres nos ha dejado su testimonio sobre la experiencia viajera a través del continente, tanto en autobús como con furgoneta: “... viajé en autobús (tres días de camino y dos noches). El visado que tenía... podías venir para tres meses y luego volver como de visita, excursiones. Hemos venido en un coche como en un autobús, mal... Hemos comido en el coche, paramos como paran los camioneros. Y dormir en el coche. El coche tenía once plazas y dormir sentados. Hay otras agencias que viajas mejor, pero no... Pero para venir, tanto viaje mal... He llegado aquí y creo que he dormido dos días seguidos que no he podido dormir en el viaje.” Otras circunstancias que rodean la falta de autonomía de un viaje de estas características nos las ahorramos para evitar una descripción que a veces podría rozar lo cómico si no fuera porque el transporte no es de animales sino de personas. Desde Marruecos en general han optado por el barco: “… mi hermana grande vive en Alemania, es esposa de un alemán, esta casada allí. Me dejó los papeles para venir. Llegué en barco, y a Logroño en coche no fue difícil.”

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En parecidos términos nos indica esta mujer marroquí que también utiliza el barco, pues otro medio de transporte como el avión supera sus capacidades económicas. Desde Barajas el medio más usual es el autobús: “… un tío de mi marido que tiene coche nos llevó hasta Ceuta y de allí cogimos un barco; luego en autobús hasta Madrid y allí otro a Logroño. Es un viaje muy largo, pero siempre hacemos así, porque ir en avión es muy caro y no podríamos ir a visitar a la familia.” En cuanto a los motivos que indujeron a las mujeres inmigrantes para venir a Logroño podemos confirmar cuanto nos expusieron los agentes sociales, pues hemos observado que en primera instancia los motivos están relacionados con la existencia de familiares y amigos que ya están instalados aquí, tal y como ocurrió en el caso de esta mujer colombiana de veintidós años: “... fue todo tan rápido que, a pesar de lo insegura que soy, no me costó mucho tomar esa decisión. Quizás ello fue debido a que desde que se me planteó la idea de marchar a España hasta que tuve todo preparado, apenas pasaron dos meses, por lo que casi no tuve tiempo de imaginar nada. Ni siquiera se me pasó por la cabeza la idea de estar tanto tiempo fuera de mi país sin ver a mi familia; creía que iba a poder ir y volver sin ningún problema. Además, sabía que nada más llegar me estaría esperando la amiga de mi madre, cosa que, a pesar del miedo inevitable que se siente, me tranquilizaba bastante”. En general los proyectos migratorios tienen una perspectiva temporal limitada a unos meses o a unos años, siempre con la intención de volver y recuperar el sentido inicial de su biografía personal en el país de origen, donde en mucha ocasiones han dejado familiares directos y consanguíneos como padres, hermanos, hijos y en ocasiones maridos. En esa confianza de volver en cuanto los objetivos económicos se hayan cumplido y con la garantía del apoyo de amigos, familiares o compatriotas que apoyan a modo de red a las recién llegadas, las mujeres encuentran fuerza suficiente para iniciar el viaje. Este fue el caso de una mujer rumana de cuarenta y tres años: “... los dos hermanos de mi marido...; ... aquí estaban mis cuñados y podía estar con ellos hasta conseguir una casa para mi, lo único que quería era dinero para poder mandar a mis hijos.” Sin el apoyo de familiares, a ciegas en un país, en una ciudad nueva que lógicamente se presenta con claroscuros de todo tipo, difícilmente podrían embarcarse en la aventura migratoria, salvo que quisieran vivir en una situación de sobresalto continuado como nos contaba esta mujer colombiana de veintidós años, que con ocasión de las grandes

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manifestaciones que se produjeron en la ciudad acompañadas de un gran despliegue policial se asustó dada su condición de irregular: “... ¿los papeles?... todavía nada, soy ilegal. Pues... aunque menos que antes vivo con miedo. Los policías me dan pánico. Me acuerdo que el año pasado iba a trabajar a una casa a la que voy a la Gran Vía y vi un montón de policías y gente, por lo visto era una manifestación por lo del Prestige o por la guerra de Irak... no me acuerdo bien, pero el caso es que a mi me pareció que estaban cogiendo inmigrantes y me asusté. Di una vuelta grande por otras calles para ir a trabajar y no tener que pasar por donde los policías. Luego me enteré que había sido una manifestación.” Para evitar situaciones como la que sufrió esta joven colombiana, la garantía de un domicilio o residencia inicial junto con la orientación que recibirá de una red social de apoyo, permite adentrarse con relativa confianza en un mundo nuevo. Así nos relataba esta joven rumana de veintiún años respecto a su hermana, auténtico baluarte de llegada: “... lleva cuatro años en Logroño (su hermana). Antes se fue de casa a otra ciudad de España, y ha conocido a unos amigos, y esos amigos se han venido para acá y ella se ha ido también al venir esos amigos para aquí (desde Madrid)...”; “... yo vine aquí al estar mi hermana aquí... es que si no tienes un familiar cerca... es que te sientes solo... con todo te haces nuevos amigos, te acostumbras a todo, te sientes solo...” El apoyo de la familia es fundamental para acceder a un hogar, un trabajo y además orientación en una babel de lenguas, donde el idioma de la mujer inmigrante, incluso el segundo idioma, es el minoritario y desconocido, tal y como nos muestra en su conversación esta mujer de Marruecos de treinta y cinco años: “... España era mejor porque había más trabajo; además era fácil conseguir papeles. Y mi primo estaba aquí, en Logroño. Vine a su casa. Aunque el idioma... es muy difícil, en mi país se conoce el francés.” Aunque esto del idioma, o de la religión, en definitiva de la cultura, no implica excesivas dificultades para las mujeres de origen hispanoamericano, como puntualiza esta mujer boliviana de veintitrés años; sin embargo lo que nosotros remarcamos de sus palabras es la existencia de una amiga en Logroño como origen y causa de su localización en nuestra ciudad, y es que cuando no son familiares, son amigos o son compatriotas: “... pues era mucho más fácil por el idioma y la cultura, ¡claro! yo tenía una prima en Madrid y primero fui allí, pero no encontré trabajo, y

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como con la mentalidad con la que vienes es de trabajar al momento, pues me fui a Soria y allí si encontré trabajo en la limpieza de hogar. A Logroño vine un fin de semana solo para visitar a una amiga y conocerlo pero como me gusto mucho y vivía mi amiga aquí me vine. Encontré trabajo pronto porque antes era más fácil encontrar, ahora hay más inmigrantes y es más difícil. Trabajé como ayudante de cocina en un bar pero por problemas de papeles no me podían tener más, así que cambié a otro trabajo de limpieza de hogar. Logroño era una ciudad en cierta medida virgen para la obtención de determinados trabajos y, por tanto, un lugar que prometía satisfacer algunos de los objetivos, principalmente los económicos, que estas mujeres se habían marcado al llegar a España. Además estaba la aureola de una ciudad pequeña y tranquila frente a la vorágine de la capital o de otras ciudades como nos informaba esta mujer de Perú de veintiocho años: “... mi hermana me había dicho que era una ciudad pequeña y más tranquila que Madrid; y cuando llegamos en 2001 había inmigrantes muy pocos, porque tú eres de allí, sales y los reconoces enseguida.” Así pues, la presencia en Logroño de familiares, amigos o compatriotas ha simplificado o apoyado la llegada de estas mujeres, lo cual supone atemperar la dureza de una situación que de por sí no es gratificadora. Sin embargo, también se dan casos contrarios como se deduce de la experiencia negativa de esta mujer rumana: “... había vivido catorce años en mi casa, en Rumania (compatriota que residió en Logroño en su compañía). Era como una hija para mí. Pero el dinero te cambia mucho, yo he sufrido mucho, mucho, mucho, sí; y mis hijos también cuando yo les he dicho..., La autoestima bajó mucho, veinte kilos bajé en dos meses y medio señorita, pero ahora ya estar bien”. En otras ocasiones la experiencia negativa proviene de tus allegados o parientes como le ocurrió a esta mujer colombiana que acabó decepcionada por el trato recibido de sus primas: “... cuando llegué sólo me indicaron: tienes que ir al Ayuntamiento a inscribirte, que está en la calle tal, y a las monjas... no recibí ningún otro apoyo de ellas...”

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INTEGRACION SOCIOECONOMICA Y CULTURAL Sabemos ya que el mejor inmigrante, el “buen inmigrante” en palabras del profesor Javier de Lucas, no es aquel sujeto de derechos que decide en libertad residir y trabajar en otro país distinto del de su nacimiento, sino que el buen inmigrante o, mejor dicho, los buenos flujos de inmigrantes son tan sólo un instrumento que la mundialización de las relaciones económicas ha puesto en el camino de los grupos de poder, de los centros de poder. Son un instrumento al servicio de los intereses del mercado laboral de los países desarrollados. Vienen a cubrir determinadas demandas laborales y vacantes de mano de obra autóctona, que según el devenir de los ciclos económicos en los países desarrollados deben cubrirse con extranjeros en la prosecución de sus objetivos de dominación y hegemonía del mercado mundial de bienes y servicios. En este sentido, los flujos de inmigrantes son entendidos como un tipo más de mercancías que se intercambian en este gran mercado mundial del trabajo. Por ello no son bien recibidos los que no han sido invitados según cupos y contingentes determinados en cada país o nación del occidente desarrollado, los que manifiestan una voluntad independiente de trabajo y residencia de acuerdo a su personal proyecto migratorio. En este contexto la mujer inmigrante se ha abierto un hueco de capital importancia.

1. EL ÁMBITO LABORAL Como hemos expresado con anterioridad, fenómenos acaecidos en España en los últimos años como la incorporación de la mujer al mercado laboral, el incremento de la renta familiar de las clases medias, el envejecimiento de la población y consecuentemente, el incremento de la dependencia y la no asunción por parte de los poderes públicos de los costes derivados del cuidado y atención de la familia que hasta ahora ostentaban las mujeres, ha conllevado la cada vez mayor demanda de personas que cubran esta necesidad social. Esta demanda de mano de obra femenina se ha convertido en el yacimiento de empleo fundamental para la mujer inmigrante. Si bien este mercado puede ser compartido por las mujeres inmigrantes y españolas, las dificultades de acceso a otros mercados por parte de las mujeres inmigrantes (limitaciones a nivel de legislación laboral y políticas migratorias) las convierte en el grupo de mayor presencia en este sector. Los datos de la Estadística de Permisos de Trabajo a Extranjeros (MTSS) de 1999, señalaban que un 73% del total de las mujeres inmigrantes trabajadoras se ocupan en la hostelería y el servicio doméstico 40, siendo bastante más de la mitad del total las mujeres que se emplean como trabajadoras domésticas (61,3%). Pero hemos de tener en cuenta que estos 40

Citado en Parella Rubio, Sonia (2003): ibid, pág. 159

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datos no son suficientemente precisos ya que corresponde a mujeres con permiso de trabajo y por tanto, excluye a mujeres que han llegado con visado de turista y se encuentran en situación “ilegal”. Si las tuviéramos en cuenta seguramente las cifras se incrementarían significativamente. Atendiendo a la clasificación que Alejandro Portes y sus colaboradores41, hacen en relación a los posibles modelos de “incorporación laboral” a la sociedad receptora que, a su vez, dependen de lo que se ha denominado “contexto de recepción”, señalaremos tres: 1) Inserción en mercado laboral primario (con salarios relativamente elevados, buenas condiciones, estabilidad y posibilidades de promoción); 2) Inserción en mercado laboral secundario (salarios bajos, inestabilidad, malas condiciones, elevada rotación y falta de perspectivas laborales); 3) Los “enclaves étnicos” (empresas propias o empleado por empresas de sus connacionales). Según esta clasificación, podemos concluir que en Logroño se encuentran mujeres inmigrantes cuya inserción laboral responde a los tres tipos señalados, pero con grandes diferencias porcentuales según origen nacional y tiempo de estancia. Por una parte las mujeres que se integran en el mercado laboral primario son mujeres de nacionalidad comunitaria o bien argentinas y chilenas (que suelen presentar doble nacionalidad). El tercer grupo, el de “enclaves étnicos”, está integrado principalmente por mujeres de origen chino (restaurantes y bazares) y de origen marroquí (trabajando en locutorios o/y en asociaciones con función de traductoras). Finalmente, el grupo más destacado de mujeres inmigrantes en Logroño pertenece al mercado laboral secundario, es decir al constituido por el servicio doméstico y la hostelería, y en menor medida, costura y prostitución. Son de opinión semejante las entidades generalistas de atención a personas inmigrantes consultadas, que coinciden en que la realidad laboral de estas mujeres se centra en el servicio doméstico (atención a personas mayores y limpieza) y el trabajo en hostelería (salvo las mujeres de piel oscura que no suelen trabajar en la atención al público). Respecto a las condiciones laborales también destacaron que la mujer inmigrante, a su llegada a Logroño, el primer trabajo que realizan de forma casi ritual es como interna y sin seguridad social (ya que no tienen su situación normalizada). En segundo lugar, las dificultades actuales para formalizar la situación legal está conllevando que muchos empresarios no contraten ya a estas mujeres. En tercer lugar, aquellas que tienen formalizada su situación legal abandonan trabajos de interna porque precisan de seguridad social para poder renovar sus permisos, y porque pasado cierto tiempo ya han traído a su familia. En cuarto lugar destacan el hecho de que las mujeres europeas están más demandadas para los servicios de atención a personas 41

Citado en Parella Rubio, Sonia (2003): íbid., pág. 169

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mayores y/o discapacitados, porque tienen una perspectiva social superior a las mujeres de otras procedencias. Por último, nos señalaron que entre aquellas mujeres que tienen la documentación en regla, es habitual que estén cotizando en la categoría de empleadas de hogar. No obstante, este sector es el único donde un contrato de trabajo escrito no es obligatorio y ni siquiera se exige para dar de alta en la seguridad social, cosa que no es posible en otros sectores. Las mujeres pueden cotizar, pero no tienen derecho a una prestación por desempleo. Las consecuencias, especialmente para las mujeres inmigrantes, suponen, aparte de la pérdida de derechos, una dificultad para su integración y de hecho su exclusión. Según el estudio La inmigración y el mundo del trabajo: servicio doméstico, redactado por el UGT en noviembre de 2003, la mayor parte de las trabajadoras del servicio doméstico en España son latinoamericanas (el 63% del total de inmigrantes integradas en este sector laboral), y proceden sobretodo de Ecuador, Perú y la República Dominicana. Es un sector en el que las irregularidades laborales se dan con cierta facilidad, principalmente en cuestiones de formalización de contratos, de ahí que sea un sector de gran calado en la economía sumergida, pues como afirma UGT en dicho estudio: “El número de trabajadores domésticos no legalizados en la Unión Europea oscila entre un 50 y un 80%”. Y la gran mayoría son inmigrantes. Desde luego el servicio doméstico es la única oportunidad de inserción laboral 42 para la gran mayoría de mujeres inmigrantes que vienen a este país. Por un lado las políticas gubernamentales de regulación de flujos se han encargado de potenciar especialmente el crecimiento de esta franja ocupacional a través del sistema de contingentes laborales para trabajadores extranjeros. Por otro, al existir una demanda real, las mujeres que están en situación de irregularidad administrativa encuentran con relativa facilidad un hueco en este sector. Dentro del servicio doméstico nos encontramos con dos modalidades: interna y externa. Las mujeres empleadas como internas tienen ciertas ventajas como pueden ser el hecho de tener cubiertas las necesidades básicas, alojamiento y manutención, lo que les permite una mayor capacidad de ahorro. A cambio se encuentran con largas jornadas de trabajo y sobre todo con la ausencia de privacidad y libertad. En el discurso de las mujeres inmigrantes son constantes algunos aspectos que ilustran la percepción que tienen acerca de su situación laboral. Estos son algunos testimonios en los que aparece ese sentimiento de frustración por soportar unas condiciones impuestas por los empleadores, calificadas de abusivas, y que en otras circunstancias no hubieran 42

UGT (Febrero, 2001): sociedad multiétnica”.

“Mujeres inmigrantes. Factores de exclusión e inserción en una

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soportado. La polaca 43 Bárbara Kurasz, ingeniera metalúrgica de la Universidad Gornizco-Hutnicza, de Cracovia llegó a España en 1989 y comenzó a trabajar en una casa: “Al inicio no entendí este trabajo porque en Polonia nadie tiene asistentas. Yo quería aprender castellano trabajar una temporada y regresar a mi país. Pero en 1991 me salió la residencia y en 1992 ya tenía homologado el título. Busqué trabajo en el norte de España pero desistí muy pronto porque mi carrera es de esas que, gracias a los cambios del mundo, cada día está menos cotizada”. Decidió quedarse y seguir limpiando casas. “Mi orgullo lo metí con el diploma en el bolsillo hace años. Creo que España no es culpable de que nosotras estemos en el servicio doméstico; la responsabilidad es de nuestros países de origen. Ahora bien, había que regular el trabajo doméstico y que las chachas tengamos todas las garantías para insertarnos en una vida laboral digna, con horarios y salarios prefijados, seguro, vacaciones y derecho al paro. La seguridad Social la pago yo y no hay reglamentación para mi oficio”. En la investigación realizada por UGT se extrajeron conclusiones relacionadas no solo con la frustración de las mujeres inmigrantes entrevistadas, sino con la falta de información para conocer sus derechos, la falta de información sobre los deberes que tienen los empleadores, los salarios mínimos, los horarios, los tiempos de descanso semanales y/o diarios, etc. Sirvan las siguientes declaraciones como ejemplo: “.... yo llegue hace cuatro meses a Madrid y en Madrid no encontré trabajo y vine de Madrid a acá, a Santander con trabajo, bueno pues el viaje bien, no me pasó nada, si no... no estuviera aquí, contando mi experiencia, creo que lo que la mayoría sufrimos es la explotación, no se si es porque las personas no están informadas de que tenemos derechos y por eso es que se abusan, piensan, no se... yo me he dado cuenta en mi trabajo pienso que las personas piensan que somos ignorantes, que no sabemos, que ... que tenemos leyes y tenemos derechos y piensan que por eso nos pueden explotar, tratan de hacer las cosas como que no supiéramos, pero en realidad nosotros sabemos nuestros derechos y en el momento en que nosotros tratamos de retomarlos, ahí es cuando empiezan a tratarle a uno mal y si no te dicen... ahí está la puerta y a la calle y hay personas que se aguantan porque no tienen donde ir, yo tengo una amiga a la que le están explotando, y a lo mejor hoy no le dejaron salir” “Yo hace..., si, el domingo conocí a una chica de Colombia que llevaba aquí ocho meses y que había estado trabajando por 50.000 pesetas y se había salido del trabajo pensando que iba a ganar un poco más en un restaurante y el restaurante tampoco le resultó y la pobre se fue, se fue, se quisieron aprovechar de la situación, y le dijeron, trabajas, comes y duermes aquí , pero te pagaré 1.000 43

Diario El País de 12 de mayo de 2002, pág. 14.

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pesetas, y el horario era de 9 a 5 y de 8 a 2 de la mañana, por 1.000 pesetas yo le decía pero búscate otro trabajo y ella me decía es que no encuentro, mira en 8 meses que llevo aquí, no tengo nada ahorrado, y tiene ahora una depresión que es lo que más, que no se la puede quitar, y encima de que una está con la depresión y que vengan y la exploten”. Del mismo tenor es el análisis realizado en un estudio 44 sobre mujeres inmigrantes extracomunitarias en Navarra que señalaba que, desde la perspectiva de género, “se ha extendido bastante la presentación de este tema como una triple discriminación. Además de la discriminación por clase social y etnia, sufren una en razón del sexo. Estas tres dimensiones de la opresión sitúan a las inmigrantes en una posición de extrema subordinación dentro de las relaciones de poder en el seno de una sociedad. Además de denunciar esa triple discriminación, el análisis desde la perspectiva de género permite comprender la dinámica de inserción de las mujeres inmigrantes en el mercado de trabajo. Actualmente lo que se está produciendo es una etnización de los servicios de reproducción social. Es decir, las mujeres inmigrantes ocupan un sector determinado del mercado segmentado de trabajo. Este sector es el que tradicionalmente se ha conocido como el de las tareas de reproducción social, constituido por el servicio doméstico y el cuidado de personas. Estos trabajos tan poco valorados socialmente han sido tradicionalmente desempeñados por las mujeres autóctonas de menor cualificación, pertenecientes al nivel más bajo de la estructura social”. Y tiene razón Macías al señalar el servicio doméstico y el cuidado de personas, como empleos destinados a mujeres socialmente poco consideradas o valoradas, que tradicionalmente ocupaban con las mujeres de baja cualificación y actualmente las mujeres inmigrantes. También en las entrevistas recogidas en el estudio de UGT se habla de la poca consideración hacia las personas que desempeñan estos trabajos: “Si, en el servicio doméstico, o sea....nos cohíben la comida, no nos dan los días que nos corresponden, tratan de dirigir nuestra vida, como si fuéramos unas personas que no tenemos educación, no se, yo no se que pensamiento tienen de nosotros, que venimos de un país ....incivilizado, le habían dicho a mi amiga, que vienes de un país incivilizado , que no tiene costumbres, entonces son cosas que a uno...y el problema es de todas en general cuando apenas llegamos, porque no sabemos, estamos como quien dice ...perdidas y decimos bueno, pues así será, así será, y cuando luego poco a poco ya vamos viendo como es la situación y uno trata de reclamar y ....”

44

Macías, A. (2003): “Mujeres inmigrantes extracomunitarias en Navarra”, en Laparra, M. (ed.), Extranjeros en el purgatorio. Integración social de los inmigrantes en el espacio local. Pamplona: UPN, pág. 248

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Quizás la falta de información de los empleadores, los medios informales de contratación y una cierta pasividad en la inspección laboral, ha dado lugar a empleos sumergidos, mal remunerados, que son el destino laboral de las mujeres inmigrantes. En el estudio de UGT se narran algunas de las vicisitudes por las que atraviesan estas mujeres así como las principales demandas de las mismas, principalmente las de información, acceso a los medios de comunicación y reconocimientos de sus derechos laborales y sociales: “Es que no están informados, sería bueno que se informaran, que conocieran los derechos de un empleado doméstico porque seamos empleadas domésticas ...no saben que tenemos derechos, no se que pensarán, porque dicen... eso es en tu país, piensan que venimos de la montaña, que somos campesinos” “Falta que se difundan por los medios de comunicación los derechos de los inmigrantes, las horas de descanso que deben tener las empleadas de hogar, hace falta...., para que la gente, los españoles tengan conocimiento, de cuando una empleada timorata no pueda...., tiene que tener conocimiento y la persona pueda decir yo tengo derecho a esto y ellos tengan consciencia de esto y vean que lo que le está diciendo es la ley, no es porque yo quiera unos días o unas horas, es porque la ley me faculta a eso” “Así como nos hacen conocer a nosotros los derechos que tienen, también las obligaciones que tienen ellos” “Y nosotros que trabajamos 13 y 14 horas al día, días de santo trabajamos, primero de Mayo, trabajamos, o sea, la señora no nos da nada, no nos da días libres, días libres no tenemos, el domingo nos levantamos a las nueve, si por desgracia nos quedamos dormidos media hora del domingo, ya suena el timbre, ¡timbrazo! A que nos levantemos a poner el desayuno, a dejar hecha la casa, y de allí salimos a las 12 o 11, 30...” “Mira nosotros trabajamos los sábados, los feriados y nada, nada, nada, no nos pagan nada, ni pagas ni nada” El mismo texto de UGT nos llama la atención sobre el despido: “Pueden ser despedidas cuando los empleadores quieran prescindir de sus servicios con una indemnización de siete días de salario por año trabajado, en vez de cuarenta y cinco días como el resto de los trabajadores. Las pagas extra son de quince días en vez de pagas de treinta”. El

desempeño

de

un

trabajo

doméstico,

comprende

según

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Anderson 45, “funciones escasamente valoradas por una sociedad que las considera inherentes a la condición femenina, una mera prolongación del trabajo reproductivo realizado de forma gratuita desde siempre por las mujeres; actividades descualificadas basadas en cualificaciones tácitas y no formales que el mercado de trabajo no reconoce; en algunos casos sucias, por cuanto se vinculan al cuerpo y por ello son consideradas indignas; con un fuerte imaginario servil, lo que favorece el ejercicio de la dominación simbólica por parte de las personas empleadoras o usuarias y, finalmente invisibles, por cuanto se realizan en el ámbito privado del hogar”. Además, si en la construcción social del inmigrante actúan como elementos definitorios de la identidad aquellos atributos de carácter negativo que los ciudadanos de la sociedad de acogida les imputan, en la mujer inmigrante se utilizan nuevos componentes que negativizan aún más su percepción social, trasladándola al plano opuesto sobre el que se construye la identidad de la mujer occidental. “Por el hecho de ser inmigrantes procedentes de países pobres 46 y, además, mujeres, se les supone un bagaje cultural que contrapone su carácter tradicional y subdesarrollado, profundamente desvalorizado, al de la mujer occidental, más moderna y emancipada. Estos estereotipos y prejuicios, como parte del sistema de creencias dominante, refuerza todavía más la discriminación de la mujer inmigrante en el mercado de trabajo y la convierte en candidata idónea para desempeñar los trabajos vinculados a la reproducción social, por su docilidad, paciencia, disciplina y subordinación. Es así como se asiste a un proceso de progresiva etnización de los servicios reproductivos más desvalorados socialmente, de la mano de un ejército de servidoras integrado por las mujeres de origen inmigrante”. Además, el trabajo en el ámbito o espacio de lo “privado”, significa que no puede ser inspeccionado, ya que el derecho a la intimidad se sitúa por encima de los derechos laborales, lo que puede traer consigo riesgos, como una remuneración escasa, eventualidad, desvalorización como trabajo y abusos. Al respecto, señala Talens 47 que se dan abusos laborales e incluso golpes, amenazas, agresiones sexuales y malos tratos físicos. Consecuencias indeseables que proceden de un empleo que a nivel de Régimen Laboral, tiene un tratamiento distinto al Régimen General de otros trabajos, y otorga menos derechos a quien lo desempeña (como la no prestación por desempleo, la no obligatoriedad de contrato escrito, etc.). Si unimos todo lo anterior a otras desventajas y conflictos a que se ven expuestas las mujeres inmigrantes 48, observaremos que el sistema laboral en la prestación de servicios al hogar o también llamados servicios 45

Anderson, B. (2000): Doing the dirty work? The global politics of domestic labour. Londres: Routledge. Citado en Parella, S. (2003): íbid, pág. 13 46 Parella, S. (2003): íbid., pág.180 47 Talens, C. (2001): “Esclavitud moderna en España”, La Vanguardia (14 de julio). Citado en Parella, S. (2003): íbid, pág. 125 48 Gregorio Gil, Carmen (2002): “Procesos migratorios y desigualdad de género”, en Cuestiones de género en el fenómeno de las migraciones. Madrid: UPCO, pp.11-38

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unipersonales, contribuyen a reproducir situaciones de mayor indefensión o desventaja social que será vivenciado de diferente manera por estas mujeres en función de su edad, estado civil, formación académica, ideología, expectativas, etc. No olvidemos que una de las causas por las que las mujeres empleadas en el servicio doméstico son uno de los grupos más explotados, es que la mayoría se ven indefensas para denunciar ciertos abusos e incluso para abandonar el domicilio por encontrarse en situación de dependencia del empleador, principalmente por las grandes deudas que contrajeron en su país de origen; o por miedo a ser deportadas (aquellas que están en situación irregular); o miedo a perder el permiso de residencia si el empleador es quien lo solicitó para ella (en ese caso están obligadas a mantener su empleo, al menos durante seis meses). De hecho en nuestra Comunidad Autónoma, la Asociación ATIME Rioja protagonizó en el año 2002 la denuncia de tres casos de abusos sexuales sobre empleadas de hogar. En los tres, la víctima fue una mujer joven inmigrante que trabajaba como interna en una vivienda. 49 Una mención especial requieren las mujeres que ejercen la prostitución en nuestro país. Se estima que las mujeres son las principales víctimas de compañías, redes comerciales y corporaciones, muchas veces legales, de importación de inmigrantes clandestinos/as. “En estas redes, siguiendo pautas de segregación étnica y socio-económica, las mujeres y niñas pasan a ser comercializadas al igual que cualquier producto: se seleccionan, se exportan, se alquilan y se venden, según criterios definidos en el juego de la oferta y la demanda. Este mercado tiene principalmente dos vertientes: la exportación y venta de mujeres y niñas para el trabajo doméstico privado y sus derivados que, por lo general, incluye también servicios sexuales; y el trabajo sexual propiamente dicho, que comprende la exportación, tráfico, venta, alquiler de mujeres y niñas para efectuar trabajos sexuales de diversa índole” 50. Un estudio del Instituto Catalán de la Mujer, elaborado en el 2002, aseguraba que el negocio de la prostitución suponía, en aquellos momentos un volumen de 7.000 millones de euros anuales en Cataluña. El informe elaborado con la colaboración de la Guardia Civil y diferentes ONGs, daba cuenta de que la mitad de las prostitutas de esta Comunidad era de nacionalidad española, pero que el volumen de personas extranjeras que ejercían esta profesión era cada vez mayor. En el conjunto de España, la prostitución es la ocupación principal de 300.000 mujeres según reconoció en 2001 el Instituto de la Mujer, aunque siempre ha sido una cifra muy cuestionada y, para muchos, exagerada.

49

El Correo, 22 de marzo de 2002. León, Irene (2001): “Migraciones de mujeres: La injusticia global”. Servicio Informativo “alai-amlatina”, de 27 de enero. 50

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Una sentencia dictada en 2001 por el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas, con sede en Luxemburgo, con eficacia en todos los países de la UE, declaró 51 que “la prostitución forma parte de las actividades económicas ejercidas de manera independiente”. El Tribunal admite la prostitución como actividad económica “por cuenta propia” y “actividades no asalariadas” con la única exigencia de que se demuestre que el servicio se presta bajo responsabilidad propia, sin vínculos de subordinación y a cambio de una remuneración recibida por la prostituta íntegra y directamente. Pese al criterio único de esta sentencia en Europa conviven diferentes modelos legislativos, como España, donde la prostitución no está legalizada ni penalizada, aunque sí el proxenetismo. El vacío legal existente ha sido llenado en los últimos años mediante decisiones judiciales que han condenado por no afiliar a la Seguridad Social a las prostitutas o por no asegurarlas, o que han anulado una denegación de la nacionalidad a una mujer por ejercer la prostitución. A nivel normativo, la institución española pionera en la materia fue el Ayuntamiento de Bilbao que en 1998 aprobó una ordenanza que reguló los locales de alterne. Cataluña se sumó a este modelo en 2002 y ahora el Gobierno de la Generalitat anuncia que reconocerá jurídica y profesionalmente a las personas que se dedican a la prostitución para que éstas “puedan disponer de una cobertura social adecuada, ya sea trabajando como autónomas o por cuenta ajena”. De este modo podría llegar a cubrirse las carencias de derechos laborales y sociales de aquellas mujeres que ejercen la prostitución de manera libre, expuestas como están al abuso y sin protección alguna puesto que hasta hoy la ley no regula la prostitución como trabajo reconocido. “Las mujeres que ofician de prostitutas viven en la clandestinidad y sin papeles por temor a la expulsión, y muchas de ellas se encuentran en manos de las mafias que las explotan y las maltratan”. 52 “Las leyes que prohíben a las mujeres el derecho al sexo comercial empujan con frecuencia a éstas a buscar sus oportunidades entre criminales, explotadores y personas abusivas. (...) Las deudas contraídas con las organizaciones de tráfico garantizan su gran inversión. A las mujeres se les hace comprender que las deudas se pagan, sin importar si estas han sido reales, ficticias o irregulares, y esto asegura a las organizaciones el silencio de las víctimas y, por lo tanto, la impunidad del delito y del traficante. (...), las amenazas que, en este sentido, vierten sobre ellas son del tipo: Tú no nos conoces a todos, pero nosotros sí que te conocemos bien, a ti, y a tu familia. La amenaza y la deuda son los principales mecanismos de los miembros de las redes. Estas mujeres además han adquirido “hipotéticas” deudas que oscilan entre los 4.800 € y los 9.000 € a los que una vez llegadas a España se van a sumar los también “hipotéticos” gastos de su propia manutención en los clubes donde son obligadas a vivir. Una vez que llegaron a su destino, la deuda se fue incrementando al ir sumando los 51

Diario El País de 2 de abril de 2004, pág. 30 Souad el Hadri y Carmen Navarro (2001): “Mujeres inmigrantes: dificultad, diversidad y riqueza”. Documentos feministas. Asamblea de Dones d´Ex.

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gastos diarios de mantenimiento, ya que de forma obligatoria vivían en los propios clubes en concepto de pensión completa. A estos gastos se fueron añadiendo arbitrariamente lo que el/la dueño/a o encargado/a del club consideraba oportuno, como el uso de sábanas, lavadora, jabón, medicinas, preservativos, etc.”. 53 Por ésto, el mercado laboral de la inmigración femenina, al estar fuertemente concentrado en el servicio doméstico y la prestación de servicios de atención personal así como de explotación sexual, se convierte en uno de los primeros desequilibrios en cuanto a la distribución de sexos. Otra diferencia relacionada con la distribución de sexos es la movilidad. En el caso de los varones se puede observar que tras una larga trayectoria en España su movilidad es ascendente, accediendo a puestos de trabajo más regulados y de mayor prestigio social o emprendiendo pequeños negocios. En el caso de las mujeres es poco frecuente observar esta mejora, a excepción de algunas mujeres jóvenes con formación relativamente importante y sin cargas familiares. Parella 54 señala que la movilidad ascendente depende de un gran número de factores, entre los que destaca el nivel educativo de la mujer inmigrante, su proyecto migratorio y el tiempo de asentamiento en la sociedad receptora, las redes familiares, el conocimiento del idioma y la posición que ocupa en la estructura familiar. Aunque son escasas las mujeres inmigrantes que optan como salida a la escasez de oportunidades laborales al autoempleo; este se ha configurado como uno de los medios para conseguir cierta movilidad ascendente. Cuando solas o acompañadas por su familia han elegido la autoocupación y han emprendido la creación de una empresa, la situación no ha sido fácil y en muchas ocasiones se han visto abocadas al fracaso, tal y como nos relató esta mujer cubana de cuarenta y tres años: “... estaba primero en Vitoria..., tuve que hacer, si quería trabajar, estar en casas..., de limpieza es lo único que podía conseguir. Del INEM nunca me llamaron, jamás, jamás. A pesar de que tenía la residencia y todo, pero nunca me llamaron. En Vitoria estuve cinco años... Compramos una casa en Logroño y nos trasladamos aquí a vivir. Aquí en Logroño ya fue distinto, bueno, ante la imposibilidad de un trabajo... pues... montamos un negocio, el cual también fracasó por diferentes motivos. El negocio era una ferretería. En primer lugar duró seis meses, no se le dio tampoco tiempo a ver si... y fallaron también los factores personales... que nos separamos y yo sola con la tienda no me podía enfrentar a aquello. Y también que el negocio no fue bien planificado. Fue una idea que se llevó a la práctica y no se trató de

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Arce, P., Caño, F., González, M., Torres, M.T. y Del Val, M.A. (2002). “Mujeres inmigrantes que ejercen la prostitución”, en Revista de treball social, nº 168, pp.23-53. 54 Parella, S. (2003): íbid., pág. 181

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mejorarla, ni ná. Las cosas personales influyeron... cogimos el local, lo montamos de cero... vaya, que fue un fracaso...” En el grupo de edad joven hemos podido encontrar mujeres sin cualificación laboral, que trabajan sobre todo por una necesidad de consumo propio de esa edad. Este es el caso de una joven argentina: “... en el momento de venirme acá a España estaba soltera sin novio, y trabajando como camarera en un restaurante, pero las cosas en Argentina estaban muy mal y el negocio no iba bien, lo querían cerrar o estaban pensando en cerrarlo, la gente ya no iba a comer fuera tanto... Tenia veinticinco años, era muy fiestera, inmadura, y hoy tengo ya veintinueve años, tengo un novio español y he madurado mucho, soy ya hispano argentina, poseo la doble nacionalidad porque mis abuelos paternos eran riojanos. Nunca me imagine que estaría en España permanentemente.” También esta joven rumana de veintiún años nos señala que ella y su hermana están dedicadas a labores de hostelería: “... mi hermana ya tenía papeles. Tienes que entrar con una oferta de trabajo. Entrar a INEM, y el INEM dejar dos semanas. Si pasa de dos semanas y no se presenta nadie para el supuesto trabajo, pues luego lo puedo meter en el Ministerio de Trabajo con todos los demás papeles. Sólo que ahora el INEM rechaza la oferta. No hay una ley... me han dicho que si estaría en Rumania..., con una oferta de aquí mandada allí se podía..., pero yo no voy a volver allí. Rumania entra en la Unión Europea en el 2007... bueno... se habla, pero yo no lo creo que vayan a entrar... porque la política de allí es mala. Mi hermana estaba trabajando en hostelería. De camarera en un comedor de la Laurel. Ahora está de camarera en un bar, pero trabaja de noche. He trabajado en el bar en el que trabajaba mi hermana de ayudante de cocinera. Y luego cocinera por un año y medio. Se me daba bien, pero solo hacía ensaladas, pero bien. Y el Laurel con tanta marcha que hay...” Aunque la falta de cualificación laboral lleva por lo general a nichos laborales de poca consideración social, generalmente mal pagados, como en el caso de esta mujer marroquí de treinta y cinco años: “... trabajaba en la embajada, para un embajador, en la cocina, pero era muy poco dinero y muy mal trabajo y no me gustaba.” Otras ocasiones la mujer sí ha realizado una preparación específica, pero los avatares que se suceden en el desarrollo biográfico de las personas

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impiden el ejercicio de la profesión para la que se preparan. Son mujeres emprendedoras, que con el apoyo de sus parejas y con la certidumbre de mejorar y abrir una senda de desarrollo personal encuentran tras varios cambios ocupacionales, la ocasión para lanzarse a una aventura trasatlántica; este parece el caso de una joven de Argentina: “... estaba casada... trabajaba por mi cuenta... después empecé a trabajar en un negocio como administrativa y... después, debido a los riesgos sociales decidimos venirnos a España mi marido y yo. En Argentina trabajaba igual que yo (el marido), por cuenta propia en el mismo negocio. Pusimos entre los dos un negocio de lavandería industrial. El estudió para abogacía pero dejó la carrera a la mitad. Que el quería trabajar en el Palacio de Justicia; estuvo trabajando y cuando le echaron dijo «No sigo más la carrera» y ya está. En realidad había estudiado... no sé cómo le dicen aquí... para allá profesora de jardín de infancia, pero había muchos trabajadores y poca demanda. La relación con mi familia era muy buena, con mis papás muy bien... muy normal, ellos en su casa y yo en la mía, perfecto. Pequeños yo no tengo.” El autoempleo en las mujeres chinas está relacionado con el tipo de organización familiar y con el sector más pujante de la inmigración china: la hostelería. Así nos confesaba esta joven de veinte años sobre sus estudios simultaneados con la dedicación familiar a la restauración, que se sorprende porque los ciudadanos siempre comen en casa y apenas utilizan los servicios de restauración los fines de semana: “... antes yo iba al instituto, pero ahora yo voy al bachillerato a distancia, porque estoy trabajando... trabajo en un restaurante que es nuestro... lo puso mi padre, y trabajamos todos... Lo único que aquí la gente sale a comer solo los fines de semana...” Los negocios familiares o los negocios por cuenta propia son otras opciones laborales que la mujer inmigrante no descuida. Como señala Parella 55, ante las dificultades para que la fuerza de trabajo inmigrante pueda desarrollar actividades laborales acordes con su nivel formativo, establecer un negocio propio se configura como la única vía de movilidad social ascendente. Según los datos para 1999, sólo un 5% de los permisos de trabajo femeninos en vigor en España son por cuenta propia (3.629). Según los datos de las estadísticas de afiliación a la seguridad Social para el año 2001, la proporción de mujeres extranjeras afiliadas al Régimen Especial de Trabajadores Autónomos es de casi el 4%. Sin embargo, qué duda cabe que este porcentaje se incrementará considerablemente en los próximos años, puesto que la mayor parte de mujeres inmigrantes se

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Parella, S. (2003): Íbid, pág. 183

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plantean el autoempleo a medio y largo plazo, como por ejemplo, esta mujer argentina que comparte con nosotros su proyecto de futuro: “... en realidad mis objetivos... Mi objetivo es ponerme un negocio mío..., más que nada por el tema del tiempo; porque si yo quiero tener hijos y no quiero tener nadie que me los cuide, tengo que tener un lugar en el que tenga... pueda combinar las dos cosas, y aquí en el Burguer no se puede... estoy ahorrando, pagando la casa, ahorrando y viviendo... que ya es bastante, pero... yo quiero poner un negocio en Málaga, para chicos de... a ver como... El otro día estaba hablando con X..., un chiringuito en la playa, en Málaga, de estos de que... se te llenan de gente porque no hay otra cosa que hacer... organizar campeonatos de voley y poner la música todo lo que da y tenerlo abierto hasta las cinco de la mañana. Ay! Me emociona pensarlo... no se, no se lo he preguntado (al marido), eso es lo que yo quiero... no, pero un bar si me gustaría tener. Estamos hablando de que mi marido deje su trabajo y yo el mío. Entonces... pues el atenderá por la noches y yo cuando me de la gana, y sacamos dinero juntos, y trabajamos juntos, él todos los días y yo cuando me de la gana... y ya está. Pues eso, en realidad yo quiero poner un negocio mío, ese es mi objetivo. Yo no quiero hacerme millonaria. Yo quiero vivir y punto, vivir, pagar mi casita y tener mis hijos y punto, y vivir normalmente, y poderme hacer un viajecito a Argentina.” Además de los componentes puramente mercadotécnicos y económicos, las mujeres inmigrantes también deben hacer frente en ocasiones a la mirada hostil y xenófoba de algunos anónimos y detestables ciudadanos, tal y como nos señalaba que le ocurrió a esta cubana que sufrió las consecuencias del prejuicio y la discriminación, precisamente cuando iniciaba su proyecto laboral autónomo: “... yo también, cuando puse el negocio tuve una experiencia mala. Cuando puse el negocio tuve que enfrentarme... Todavía no lo había montado del todo y empezaron a poner carteles de «No queremos extranjeros. Son la mierda de Logroño». En Gonzalo de Berceo, frente al ambulatorio. Yo nunca llegué a ver el cartel... pero siempre lo quitaban antes, al extremo que bueno, aquello continuó; me llenaron todas las vidrieras de escupitajos. Todas las noches. Estaba yo sola en el negocio, porque mi esposo se lió en lo de él. A mi no me subvencionaron, ni me dieron nada, quizás por falta de información a pesar de que la pedí. Pero la asesora a la que fui, la que me llevaba, la de la Asociación de Mujeres Empresarias nada menos. Por culpa de ella perdí la subvención porque no la pedí a tiempo. Son cosas que me llevan a meditar un poco, hasta que punto hay información y orientación y porque fracasan ciertas cosas.

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Y bueno, y me estuvieron como un mes echando escupitajos... y fui a la policía, lo denuncié, vinieron, pero yo tuve que invertir en una cámara, porque la policía tomaba nota pero le tuve que decir a la policía quien era. La policía decía que era un grupo de chavales, y no, era un vecino del barrio, un hombre mayor, de unos cuarenta y tantos a cincuenta años, y no estaba mal de la cabeza era un xenófobo sin más. No me dieron explicaciones de quien era. Me citaron para el juicio, pero ya me coincidía con mi separación y todo, y retiré la demanda, además, ya no tenía la tienda. Como ya no la había hecho más, pues yo dije, total ya... Otras mujeres que abandonan los ámbitos laborales explicitados, lo hacen para recuperar su estatus de amas de casa y cuidar a tiempo completo a su familia, lo cual es vivido en numerosas ocasiones como una gran liberación 56. Esta observación nos la hacía una mujer marroquí de treinta y cinco años: “... he trabajado poco... Es que al final ves que no compensa salir teniendo los niños así tan pequeños; se nota en la educación, en el colegio, en el rendimiento y... hemos decidido quedarme yo para que..., para educarlos bien... Porque están también en una edad que si no..., cogen cosas a esa edad y ya es difícil que aprenderá después”. Para otra joven marroquí de veintiocho años, el motivo para abandonar el trabajo ha sido la incorporación de su marido a un empleo estable y su voluntad de terminar los estudios universitarios de Trabajo Social, que pese a iniciarlos, los tuvo que dejar por motivos laborales, así como por los esponsales: “... en primer curso aprobé más del 80% e incluso me dieron una beca, pero tuve que trabajar y me case!... por lo que mis estudios pasaron ni siquiera a un segundo o tercer plano, sino al quinto!!... él es el que está trabajando, yo al principio no me pude permitir ese lujo porque él aún no estaba trabajando, ahora que empezó él a trabajar, he dicho: no trabajo y me dedico a terminar la carrera”. Frente a estos casos de abandono de la actividad laboral, hemos detectado a otras que aceptan las condiciones de trabajo sobre la base de la necesidad, situación que permite abusos de todo tipo, principalmente de orden económico, aunque la base de todo tipo de irregularidades está en la inexistencia de un contrato laboral formal que permita a la trabajadora disfrutar de sus derechos. Precisamente en el sector del servicio doméstico es donde se produce mayor número de irregularidades y donde precisamente los sindicatos menos han trabajado en defensa de sus trabajadores dejando al sector desatendido hasta el punto que para algunas 56

Labrador Fernández, Jesús (2002): “Identidad e inmigración femenina”, en Cuestiones de género en el fenómeno de las migraciones. Madrid: UPCO, pp.75-90

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trabajadoras el tener un contrato es ya de por sí un premio extraordinario, tal y como se manifestaba esta mujer ecuatoriana que decía: “... ¡estoy contenta! Ya que tengo un empleo a media jornada... de asistenta... Me encargo de las labores de la casa... y les preparo la comida... para cuando regresen de sus trabajos... ya que mis señores trabajan los dos. En un primer momento tuve un poco de dificultad porque no sabía preparar los platos típicos de aquí, pero enseguida aprendí. Entro a las ocho de la mañana y salgo a la una. Ya llevo dos años en la casa, aunque en mi primer trabajo no tenía contrato y me pagaban cuando querían, así que me fui. Entre lo que gana mi marido y yo, enviamos dinero a mis padres, que se encargan de cuidar a mis hijos. ... yo preferiría trabajar arreglando ropa, pero es mucho mas fácil encontrar trabajo de asistenta... aunque... ya me parece un lujo poder trabajar con contrato, ya que me permitió arreglar mis papeles.” Pese a que hemos denotado la alegría de la mujer ecuatoriana por el contrato y la regularización de su estancia en Logroño, esto no le impide recordar las consecuencias que se derivan de una relación laboral contractual, que en ésta y en numerosas ocasiones se edifica sobre las relaciones personales con los empleadores; es decir, que dependen de las características personales de los empleadores y por tanto están sujetas a su arbitrio y no a la legalidad. No obstante, aunque la mayor parte de las veces no se cumplen las expectativas respecto al trabajo deseado y/o las condiciones del mismo, el hecho de poder contar con un contrato fijo, un trato cordial y un horario estable de trabajo, son aspectos altamente valorados como nos indica esta joven marroquí: “... aunque me gustaría trabajar ocho horas sólo hago cuatro, pero en el hostal no es posible... las de la limpieza sólo estamos de diez a dos... Lo mejor es que tengo un contrato fijo, me lo hicieron nada más tener a mi hija, mi hermana también estaba fija... Por las tardes voy a casa de mi jefa dos días a la semana, pero me gustaría encontrar alguna otra cosa; el hostal no lo quiero dejar porque estoy muy bien y además están mis compañeras que todas se portan muy bien conmigo. Pero si te enteras de algo por las tardes ¿podrías avisarme...?.” No hemos podido avisarle, pero sí le hemos comentado que aunque el trabajo doméstico-familiar se haya elevado a la categoría de trabajo asalariado con su regulación en 1985, las condiciones que éste régimen especial reglamenta son discriminatorias y subalternas en relación al resto

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de actividades y le sitúa en el segmento secundario del mercado de trabajo. Como señala Parella 57, salvando la heterogeneidad de situaciones, sólo por el hecho de que el servicio doméstico esté regulado a través de una relación contractual débil, del imaginario servil que le acompaña, de la desvalorización ideológica del trabajo doméstico, así como de la fuerte incidencia de la informalidad en la relación contractual, son razones suficientes para concluir que dicha actividad facilita especialmente la invisibilidad y la indefensión del colectivo que se ocupa de ella. Otro sector de actividad junto al trabajo doméstico y de cuidados personales es el que se ofrece en el sector industrial de la limpieza. Pese a que es un sector donde la mujer inmigrante ha encontrado acomodo, quizás como prolongación de la actividad del servicio doméstico, este sigue siendo un campo de escasa implantación y la presencia de mujeres inmigrantes tan sólo se estima en un 2% de la fuerza de trabajo femenina del sector de limpiezas 58. La razón de esta escasa presencia de mujeres inmigrantes 59 estriba en que esta ocupación requiere estar ya en posesión de un permiso de trabajo, por causa de las políticas de contingentes que permiten la regulación de empleadas de hogar, pero no la de limpiadoras. Aunque tiene como principal ventaja la posibilidad de cotizar en la Seguridad social, la precariedad del sector (contratos de muy poca duración) y unos salarios más bajos que los que se percibe como asistenta por horas, a menudo no compensan a una trabajadora inmigrante que requiere una cierta estabilidad laboral para poder mantener su situación regular. De este modo es normal que nos hayamos tropezado con escasas referencias al trabajo de limpiezas. Una informante de origen cubano nos señalaba que precisamente ahora trabajaba para una empresa de limpiezas, pero que tiene diversificadas sus actividades en otros campos de los servicios. Si su discurso está imbuido de reproches hacia situaciones de discriminación que ha vivido: ... esto es una subcontratación (donde trabaja en la actualidad). Una empresa que lleva la limpieza y otras cosas más, y entre ellas recepción, y voy a estar aquí un tiempo. Logroño es una ciudad acogedora para los inmigrantes desde el punto de vista de que hay trabajo y demás, pero yo hablo con otros inmigrantes... A raíz de mi separación me he acercado a otras inmigrantes y en su opinión es que es quizás se margina un poco más a los inmigrantes... En Vitoria creo que se lleva mejor la inmigración comparando las dos ciudades y a pesar de todos los problemas que tiene el País Vasco. Yo me he sentido discriminada en Logroño, lo puedo decir.” 57

Parella, S. (2003): Íbid., pág.181 Colectivo IOE (2001): Mujer, inmigración y trabajo. Madrid: Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Colección Observatorio Permanente de la Inmigración. 59 Parella, S. (2003): Íbid, pág.182 58

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Aunque el fenómeno de la discriminación no es un fenómeno que se haya instalado entre la ciudadanía logroñesa, también es verdad que elementos aislados pueden empañar una buena percepción de la acogida dispensada al trabajador inmigrante en la ciudad de Logroño como podría derivarse del comentario de esta mujer argentina: “... nunca me he sentido ni discriminada, ni que me hayan sentido pena... En el trabajo la única persona que me ha hecho notar la diferencia fue el padre de una empleada (ella es jefa del servicio), que me dijo que de dónde era y cuantos años tenía, y me dijo que si iba yo a venir a enseñar a los españoles a trabajar. Yo le dije que el trabajo era el trabajo y que en todos los lugares era igual; eso también me sentó muy mal.” También en actividades poco valoradas como el servicio doméstico se pueden manifestar las actitudes xenófobas, como la que nos relataba esta mujer colombiana: “... al igual que en Colombia o en Rumania, como en todos los sitios en España, y más concretamente en Logroño, hay gente buena y gente menos buena. Supongo que las opiniones variaran en función de las experiencias de cada uno y mi experiencia me da una buena imagen de los españoles que, desde que vine, han intentado ayudarme. No recuerdo ningún caso en el que... bueno... al principio si que me pasó algo que me dolió, pero he de reconocer que ha sido lo único. Fui a hacer una entrevista de trabajo, ahí, en la avenida de Madrid, a un chalet muy lujoso... y estuve bastante tiempo hablando con la mujer pues... de todo, sólo que en ningún momento de la conversación, ni ella me preguntó ni yo le dije de dónde era. Más tarde, cuando ya habíamos concretado el día que empezaba... surgió que yo era de Colombia. En ese momento me sorprendió el gesto de su cara que ahora no sabría describir. Entonces me pidió el teléfono y me dijo que se lo tenía que pensar, que ya me llamaría con lo que fuera. Pero no me llamó.” A veces son estrategias comerciales de corte discriminatorio las que levantan muros a la integración laboral de las mujeres inmigrantes como nos señalaba esta mujer cubana, que piensa que está más cerca de lo riojano la mujer argentina, quizás por los lazos establecidos a partir de la emigración riojana a Buenos aires y La Plata: “Planes tengo... Tener un trabajo para seguir independiente económicamente, pero se que aquí es muy difícil. Me llamaron de Alcampo para vender... creo que colchones, porque me dijeron: ¡tú tienes preparación!, pero luego me dijeron que no quieren extranjeros. Entonces yo me he encontrado con mucho... me he encontrado con una chica argentina que ha ido a una tienda a pedir empleo.

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Argentina, rubia..., que aquí todavía las argentinas son mejor miradas que las cubanas..., hay mas afinidad con La Rioja. Y le han dicho que no quieren extranjeros.” Pese a estas declaraciones, insistimos que parece que los casos de discriminación son actos aislados de personas y empleadores que en nada representan al conjunto de los logroñeses. Al menos esa es la percepción mayoritaria de las mujeres inmigrantes de las que destacamos ahora la conversación con esta mujer de Argentina: “... nunca tuve dificultades para adaptarme, y tampoco tuve problemas con los españoles. La cultura es muy parecida, sorprende mucho que con la de distancia que hay entre los dos países, en la otra parte del mundo prácticamente haya personas tan semejantes a nosotras, te llama la atención, eso y el acento... Mis jefes se portan muy bien conmigo, siempre me respetaron y me tratan como a todos, me pagan como al resto de mis compañeros, trabajo las mismas horas, con el mismo horario, las mismas tareas... no, nunca he tenido problemas de esos, ni en el trabajo ni el resto de cosas. La gente de España es muy simpática y la verdad que no he tenido problemas de ninguna clase. Me pagan bien, y no tengo ahora razones para irme de este empleo. En Argentina trabajaba también en un restaurante como camarera así que se como va esto.” Todos estos casos nos abren una ventana al conocimiento sobre la realidad laboral y las necesidades y demandas de las mujeres inmigrantes en Logroño, a las peculiaridades de un trabajo que originalmente no quieren ejercer las mujeres autóctonas y donde encuentran el campo para su inserción las mujeres inmigrantes. “El trueque de prestigio ocupacional por dinero y cantidad de meses trabajados 60 les lleva a estar más contentos con su situación económica, y menos satisfechos de su situación laboral. Están más contentos con los ingresos que con los trabajos que desempeñan y con las condiciones en que los desarrollan. Lo que aquí ganan lo aprovechan para ir adquiriendo en el país de origen bienes inmuebles u otras propiedades que esperan rentabilizar a su vuelta, pero los ingresos monetarios también los gastan en bienes de consumo que allá les estaban vedados. (...). Y esas aspiraciones de consumo no se circunscriben a bienes individuales, sino también a la cobertura social a la que tienen derecho tanto ellos como sus familias. El consumo individual y los derechos sociales constituyen un estímulo para ciertos grupos de población a la hora de encaminarse a un país y más aún si los países tienen vínculos históricos o pertenecen a una misma región continental”.

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Izquierdo Escribano, A. (2002): La educación errante, pág.223

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Además, parece que la población española sigue pensando que la oferta de mano de obra inmigrante sigue siendo necesaria y ayuda al desarrollo económico de la ciudadanía; aunque también algún sector de población piensa como ciertos gobernantes que la restricción a la entrada de inmigrantes se debe hacer desde el sistema de contingentes. Conclusiones de este tipo se destacan en los datos recogidos por el barómetro del CIS 61 de mayo de 2003, tras realizar 2.495 entrevistas personales. Por ejemplo, a la pregunta ¿cree usted que en España se necesitan trabajadores inmigrantes?, el 53,1% responden que sí y tan sólo el 33,8% respondió que no, indicativo de que la mayor parte de la población ve necesaria la presencia de trabajadores inmigrantes. Incluso llegan a puntualizar en la pregunta sobre si creen que, en términos generales, la inmigración es más bien positiva hasta el 43,9%, frente al 27,3% que la consideran negativa, o el 21,4% que opinan que ni positiva ni negativa. Finalmente, a la pregunta sobre ¿qué política cree usted que sería la más adecuada con respecto a los trabajadores inmigrantes?, el 85,1% respondieron que permitir la entrada sólo a aquellos que tengan un contrato de trabajo, frente al 7,5% que permitirían la entrada de los trabajadores inmigrantes sin poner ningún obstáculo legal. La conclusión es que los españoles ven la mano de obra inmigrante de manera positiva y necesaria, pero ésta debe llegar con contrato de trabajo bajo el brazo.

2. LA VIVIENDA La vivienda constituye un derecho que el mercado ha resuelto como una mercancía más, provocando efectos tan indeseables para una sociedad democrática como la discriminación y la exclusión. Como señalan Fernández y Checa 62, “las desigualdades y la marginalidad dentro de los colectivos humanos a efectos del uso y disfrute del preciado bien de la vivienda, es un hecho tan antiguo como la propia historia de las civilizaciones que se institucionaliza en las colectividades cuando en el proceso de complejidad socioeconómica hace su aparición la diversificación socioprofesional y de manera incipiente las clases sociales con sus privilegios diferenciadores. En el contexto actual de la sociedad internacional y globalizada del siglo XXI, y que algunos también han llamado era de las migraciones, seguimos asistiendo a este proceso de segregación étnico y racial en las ciudades receptoras de inmigrantes. Las migraciones hacia las ciudades crean una metamorfosis en la diversidad sociodemográfica, étnica y cultural, pero a su vez genera una 61

CIS. Barómetro de mayo de 2003. Estudio 2.511 Fernández Gutiérrez, F. y Checa Olmos, J.C. (2003): Vivienda y segregación de los inmigrantes en Andalucía. Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Universidad de Barcelona. Vol. VII, núm. 146 (061), 1 de agosto. 62

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circunscripción vital a ámbitos espaciales determinados y homogéneos. Dicho de otro modo, la respuesta de las ciudades a este crisol multiétnico la encontramos en su configuración de exclusión y segregación. Proceso que no se crea de forma “natural”, sino más bien hay que buscar la respuesta en la humanidad y los valores de la sociedad donde se insertan.” Pocas respuestas al respecto se derivan de la sociedad urbana, como no sean las derivadas de la exclusión, guetización, infravivienda e inseguridad. Guetización que se traduce en la creación de enclaves étnicos favorecidos por los bajos alquileres, la escasez de servicios comerciales o de transporte, el alejamiento del centro o su inserción en la periferia; la falta de zonas verdes y de ocio y el envejecimiento de la población autóctona. También la infravivienda como derivación del abandono de sus propietarios por sus malos materiales, su distribución, la superficie, la falta de ventilación o iluminación, sus dotaciones, etc. Finalmente la inseguridad derivada de la combinación de todos los componentes anteriores reclamada por aquellos vecinos que se sienten minoría en el denominado enclave étnico, por la pérdida de protagonismo y por el apoyo que reciben de organizaciones conservadoras y hasta cierto punto xenófobas. Estas son algunas de las respuestas que se envían a modo de señales desde el conjunto de las ciudades, bien a través de sus representantes políticos, bien a través de los medios de comunicación, o bien desde la pasividad ciudadana que no se involucra en el desarrollo y bienestar de la ciudad y sus ciudadanos. Y de los ciudadanos es el derecho a una vivienda en la ciudad; sin embargo, la vivienda junto con el trabajo y la situación irregular, aparecen como los problemas principales destacados por las mujeres inmigrantes. “La mayoría de ellas viven en una casa alquilada, aunque las recién llegadas todavía se encuentran alojadas en casa de amigos o conocidos a la espera de encontrar un alquiler a la altura de sus posibilidades. Otras mujeres residen en el lugar de trabajo, que es el caso de las que trabajan como empleadas de hogar internas. Aunque la mayoría de ellas tienen un contrato directo con el propietario de la vivienda, existe un índice bastante elevado de mujeres que no tiene ningún tipo de contrato de alquiler. La media de habitaciones de las que constan las viviendas se sitúa en tres, pero ante la pregunta del número de personas con las que comparte piso, ya sea con amigos o con familiares el número asciende aproximadamente a seis u ocho personas. La queja principal respecto al tema del alojamiento es el excesivo precio de las viviendas, lo que explica la necesidad de compartir piso entre muchos para abaratar los costes. El

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abanico de precios es muy amplio, pero la mayoría de ellas siguen buscando un alojamiento más adecuado” 63. Un sistema de alojamiento, que aunque reducido tiene su impronta en los vecindarios que lo admiten, es el alojamiento en la llamada vivienda del portero, donde a cambio de la limpieza y el mantenimiento se cede el alojamiento (de mínimos) gratuitamente. Un ejemplo sobre esta opción residencial nos la ofrece esta joven albanesa que nos relata cómo el alojamiento de su familia depende del trabajo de su madre: “... vivimos en la Gran Vía..., entre los trabajos que hace mi madre. Es la portera de un edificio y mi familia y yo vivimos en la casa del portero. Está muy bien porque además ella sólo tiene que trabajar allí dos horas al día...” La vivienda es uno, pero fundamental, entre el conjunto de derechos de la ciudadanía, y por ello, desde las instancias políticas se toma en consideración no sólo a efectos de mejora de una economía desarrollada y de servicios, sino también a efectos de su consideración social. En la reciente pugna electoral todos los grupos manifestaban su preocupación porque los ciudadanos más necesitados, o los que tuvieran más necesidades y menos posibilidades de acceder a una residencia, lograran mediante la construcción de viviendas de protección pública o mediante la creación de un parque de viviendas en alquiler, que las demandas se cubrieran con estas ambiciosas ofertas. Sin embargo la realidad ha seguido otros derroteros, y en el caso de los no reconocidos jurídicamente como ciudadanos, esta realidad se cubre con las estrategias propias de quienes no tienen más alcance que el del alquiler compartido. Es el caso de esta joven ecuatoriana: “... vivo en la zona vieja de Logroño, de alquiler. El piso tiene pocos metros y lo compartimos con otra pareja. Tiene dos habitaciones, bueno, nos faltan algunos electrodomésticos pero nos vamos arreglando.” En las palabras anteriores se dan los componentes principales de la situación residencial de buena parte de la ciudadanía excluida que reside en un enclave urbano significado por su deterioro general, en situación administrativa de alquiler; de escasa superficie pero donde se comparten habitaciones, precisando en general amplias reformas y sin la dotación de electrodomésticos considerados fundamentales para la organización de la convivencia, como cocina y lavadora.

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Mujeres inmigrantes. Factores de exclusión e inserción en una sociedad multiétnica. Febrero, 2001. UGT.

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A veces las situaciones de alquiler compartido, generalmente fundamentado en las relaciones de parentesco pero también de amistad o de paisanaje, se mantienen pero a la necesidad económica o residencial, pero siempre a la espera de una solución mejor que posibilite la autonomía de cada miembro de la unidad de alquiler como nos muestra esta mujer de Argentina: “... quiero dejar que mi hermana viva con su esposo, y puedan tener familia. Mi novio y yo tenemos pensado que en un poco de tiempo nos vayamos a vivir juntos, no creo que tarde mucho. Por el momento casa alquilada, pero ya se verá con el tiempo.” Pues son muchos los inconvenientes que se generan en la convivencia dependiendo del grado de relación que una al grupo de personas que comparten el alquiler del piso, empezando por los horarios que no siempre son coincidentes debido a las diferentes tareas laborales, siguiendo por el género cuando personas de distinto sexo deben compartir los mismos espacios de aseo y baño, y finalizando con las relaciones de amistad, pues tanto si se trata de parejas como si son personas individuales, pueden surgir roces y problemas acerca del uso de los espacios comunitarios y también acerca del trabajo de mantenimiento y limpieza de los mismos. Algo de todo esto se deduce de las palabras de esta joven rumana de veintiún años, que cuando llegó a Logroño fue en busca de su hermana que vivía con otros amigos en un piso compartido: “... mi hermana se había hecho con otros amigos. De todos los sitios, de Rumania, de Logroño, de otros extranjeros... Ella vivía con otros amigos rumanos. Cuando he venido hemos dormido las dos en la misma habitación, porque ella vivía con amigos. Y luego hemos buscado las dos para vivir solas y ahora vivimos solas. Con los amigos para compartir bien, pero para vivir... Ella estaba acostumbrada pero yo no. Ella es mi familia, y nada... y tienes que acostumbrarte más con el horario, porque mi hermana trabajaba más por la noche, y los otros por el día. Entonces es molesto para todos. En el baño había que llamar a la puerta y esperar veinte minutos.” Finalmente parece que encontraron la ocasión de salir de ese entorno y asegurar una convivencia familiar en un espacio mínimo (no caben tres), pero agradecido por el hecho de no tener que compartirlo con nadie: “... donde vivimos ahora es un piso de alquiler. Es un ático. Tiene solo una cocina chiquitina, americana, el salón, el baño y el dormitorio. Están los armarios empotrados pero para dos esta bien. Cuando vino la otra hermana de Rumania, de visita, las tres... un desastre. Vino este verano y el año pasado otra vez.” No es pues una ficción el deseo de buscar autonomía residencial,

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pues cuando se relatan casos de hacinamiento de personas en un inmueble, tan sólo se está hablando de la imposibilidad económica o social de residir de otro modo. Un modo que se basa en valores como la solidaridad entre personas que comparten el estatus de extranjeros en situación de excluidos; claro está que hay situaciones que en ocasiones se hacen insostenibles y frustran los deseos iniciales de apoyo y generosidad, como parece que ocurrió con esta mujer boliviana que nos relató sus dificultades: “... no tenía dinero y el alquiler lo fui debiendo, así que claro, la dueña me dijo que tenía que dormir en el salón... y claro, ahí no hay intimidad, es incómodo... Ahora vivo con una pareja que me han acogido, pero yo no quiero molestar, para abril me gustaría encontrar un pisito para mi hijo y para mí...” Porque si hay algo que mueve a las mujeres inmigrantes a buscar una salida residencial autónoma es la presencia de hijos menores. La percepción de hacinamiento nunca es tan real como cuando entre los miembros de la unidad de convivencia hay menores, pues ellos no son conscientes de los sutiles límites territoriales que establecen los adultos con el fin de lograr una cierta autonomía en un espacio compartido. Finalmente son las propias madres las que se preocupan porque el desarrollo de sus hijos no se vea alterado por la presencia continua de personas ajenas a la red de parentesco, lo cual trae en consecuencia acciones tan enérgicas como las demostradas por esta mujer colombiana que nos explica que: “... viene mucha gente que yo no conozco... todas las noches echo lejía en el water, porque no sé quien lo ha usado, y mis niñas viven conmigo... Desde que me levanto la casa está sucia... llego de trabajar y me tengo que poner a limpiar... no quiero esto para mis niñas... Por fin nos vamos a un piso solas, por fin vamos a vivir como personas...” Vivir como personas es la solución a una situación que se puede llegar a percibir como insostenible, pero lo cierto, como ya hemos dicho, es que la mayor parte de las mujeres inmigrantes ocupan pisos de alquiler. Y si mal lo pasan ellos a la hora de encontrar un techo, peor lo tienen las mujeres inmigrantes, pues muchas de ellas vienen con niños y nadie quiere niños para alquilar una casa. En el siguiente caso una mujer peruana de veintiocho años nos habla de la situación que a su modo de ver puede ser envidiable, con unos caseros que apenas se hacen visibles, pero que cuando se les requiere resuelven los problemas con prontitud: “... el piso lo conseguí por una compañera que se fue con un programa Erasmus; el piso tiene tres habitaciones y todo tipo de electrodomésticos.

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Los que nos alquilan los pisos nunca aparecen, no nos dan problemas. Tendrán cincuenta y algo... viven en el barrio de Yagüe. Una vez se nos estropeó la lavadora, vino por la mañana y nos compraron una nueva. Nos cobran unos 460 euros.” Esta misma joven, pese a la situación residencial que disfruta en compañía de su marido, piensa que aún es muy joven para tener hijos, sobre todo si aun no dispone de un piso en propiedad tal y como piensan y se manifiestan la mayor parte de los jóvenes riojanos: “... hemos pensado comprar un piso. Yo no quiero tener hijos, aun soy joven. Cuando tenga treinta y cinco años... para mi, un hijo es mucha responsabilidad y si mañana las cosas no van bien... y sin piso propio.” Pero no siempre los arrendadores responden al prototipo de personas razonables que negocian el alquiler de un inmueble. En ciertas ocasiones se han demostrado hábitos xenófobos en el mercado de alquiler que han llevado a los inmigrantes a recursos propios de la picaresca, como cuando se recurre a la intermediación de un ciudadano español para que alquile el piso a su nombre. Esta es la resolución que tomó una mujer ecuatoriana de treinta y cinco años tras las primeras gestiones que realizó en la búsqueda de un piso de alquiler y que felizmente terminaron bien, aunque gracias a la intermediación de un español: “... ¿Sabes que tenemos que hacer los extranjeros?, escudarnos en un español para que nos alquile el piso... En una ocasión no me reconocieron el acento y nos convocaron para ver un piso. Cuando nos vieron a mi marido y a mí no nos dejaron ni salir del ascensor... eso fue otra cosa que desilusionó a mi marido... Como mandado de Dios, mi jefe nos consiguió un piso...” En otras ocasiones los arrendadores abusan de su posición para no atender a las obligaciones derivadas de la transacción comercial, pues las condiciones se fijan o no se fijan de palabra, y eso permite que los abusos se realicen sin recato, algunos de cuyos ejemplos se pueden observar en el siguiente relato que nos hizo esta mujer colombiana, donde nos explica que sus caseros no le proporcionaron recursos de calefacción ni quisieron reconocer toda suerte de averías que sufrió en los pasados cuatro años que estuvo allí residiendo, como el frigorífico estropeado o las goteras que implicaban un grave riesgo de desprendimiento del techado en algunos lugares de la casa: “... la lámpara se cayó y le dio un golpe a mi hija en el brazo... No quiero pensar que le hubiera caído en la cabeza... Cuando les digo que no funcionan las persianas y la lavadora, me dicen: claro, eso es del uso...

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Pero si esta casa tiene sesenta años!!... Me dijo que me llevara unas camas que iba a retirar, pero a cambio tenía que ir a limpiarle a su casa... Yo he pagado religiosamente el alquiler, lo primero cada mes... Se me va muchísimo en luz por las estufas..., he arreglado todo lo que he podido..., ahora me voy a marchar y no me da ni un día de plazo del mes de marzo, y encima me dice que tengo que seguir yendo a limpiar su casa por las camas que nos dejó..., ¡pero si se las voy a dejar aquí!” Como la demanda de pisos por parte de los inmigrantes es una realidad contrastada, no podía resultar ajena a esta situación la creación de inmobiliarias dirigidas expresamente a este sector de población, como contrapunto a las dificultades que en las inmobiliarias tradicionales podían encontrarse los inmigrantes, como así ha sido publicado en más de una ocasión por periodistas que se hicieron pasar por extranjeros. Los miembros de la Organización No Gubernamental SOS Racismo están muy acostumbrados a que lleguen inmigrantes quejándose de que alguien no les alquila un piso por el mero hecho de ser magrebí, o ecuatoriano, o colombiano, o simplemente extranjero. “Tenemos cientos de casos comprobados en que si va cualquiera de nosotros a alquilar un piso no hay problema y cuando va el inmigrante, el piso no está disponible”, señala un portavoz 64 de SOS Racismo en Cataluña. “Pero demostrar la discriminación jurídica es muy difícil, a no ser que conste por escrito porque el propietario siempre puede alegar que no alquiló el piso por otros motivos. En Cataluña solo hemos llevado a los juzgados dos casos y aún están en proceso”, indicaban los de SOS Racismo. “Lo que está claro es que los inmigrantes suelen pagar más que los españoles, tanto si alquilan como si compran”, señala Ubaldo MartínezVeiga, catedrático de Antropología Social de la Universidad Autónoma de Madrid. “Yo mismo he hecho análisis por teléfono. Primero llamaba yo y me fijaban un precio. Después llamaban unos amigos senegaleses y al instante el precio había subido un 30%”. Pero cuando el inmigrante se presenta con los euros y el aval bancario, es decir, cuando se trata de comprar en vez de alquilar, el racismo se esfuma por arte de magia. O eso parece. También en la prensa local 65 hemos podido leer algo sobre este tipo de abusos que desde, llamémosles “falsas inmobiliarias”, están ejerciendo sobre los inmigrantes, según comentaba una mujer marroquí: “... un conocido me comentó que una agencia de Logroño buscaba pisos para inmigrantes...” Al 64 65

parecer, la supuesta agencia cobraba a sus clientes diez mil

Diario El País, de 26 de enero de 2004, pág 57 Diario La Rioja, de 1 de marzo de 2004, pág. 10

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pesetas por mostrarles tres pisos, “pero solamente tres”. Si la clienta se interesaba por alguna vivienda debía pagar otras diez mil pesetas, pero si ninguna le satisfacía perdía automáticamente las diez mil pesetas iniciales. De este modo se organizaba un negocio seguro a costa de los inmigrantes que aceptaban en su ignorancia tales abusos: “... cuando fui a ver los pisos había un montón de gente como yo. Ellos hacen todo lo posible para que tú cojas cuanto antes y no te dejan tranquila... A mí me timaron diez mil pesetas” Esta entrevista se realizó a una mujer marroquí llamada Souad, y narraba que su esperanza siempre se encuentra de manos de las asociaciones de apoyo al inmigrante principalmente de aquellas de carácter étnico o nacional con las que intenta solventar las dificultades de búsqueda de un piso de alquiler: “... cuando comienzas tu vida en otra ciudad y en otro país, lo primero que haces es acudir a las asociaciones de inmigrantes, para que te echen una mano... Buscaba un piso para mi sola, pero claro, con mi sueldo, no me lo podía permitir”. Así que al final Souad decidió compartir piso con otra mujer, un recurso muy utilizado cuando no existen parientes o amistades que proporcionen habitación en primera instancia, aunque bien las necesidades o bien las incompatibilidades de todo tipo, principalmente de carácter cultural en cuanto a usos y costumbres domésticas, impiden que prospere una relación contractual como así manifestaba: “... pero pronto nos dimos cuenta de que éramos demasiado distintas... Además yo tenía en la cabeza que mi marido pudiera venir pronto a España y por eso no me quitaba de la cabeza la intención de buscar un piso para mí...” El objetivo era encontrar la autonomía residencial, y después de muchos intentos esta mujer consiguió alquilar un piso: “... en el barrio de Yagüe... En el centro de la ciudad es bastante difícil... Al principio tienes que superar muchos prejuicios de la gente que te alquila el piso. Muchos propietarios piensan que vamos a meter en nuestra casa a un montón de inmigrantes... Con los extranjeros no se suele tener demasiada confianza...” El establecimiento de medidas de confianza es un deber de la administración municipal o regional que es la primera que debe dar un paso

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en beneficio de la ciudadanía en su conjunto. Ignorar los problemas que aquejan al 10% de la población simplemente porque no tienen el estatuto de ciudadanos nacionales, es someterlos a la intervención de grupos de facinerosos o de individuos sin escrúpulos que viven de la necesidad ajena. Además, la creación de un marco de confianza permitiría y estimularía el mercado del alquiler de viviendas, también beneficioso para los propietarios que sí son parte de la ciudadanía reconocida en la plenitud de sus derechos. La protagonista del relato de prensa, Souad, paga trescientos treinta y cinco euros al mes por el alquiler de su piso que es una cantidad aceptable para su economía; sin embargo el uso de transportes públicos, sobretodo los traslados nocturnos en taxi, le suponen un gasto considerable incrementando el valor del alquiler de su vivienda: “... del restaurante salgo de trabajar a la una de la madrugada. A esas horas no hay autobuses y andando no se me ocurre ir, porque la carretera de Burgos me da bastante miedo. Así que no me queda más remedio que coger un taxi, que me cuesta cinco euros, que por más de veinte noches al mes...” También hay arrendadores que han demostrado tener en consideración las necesidades del inmigrante y no se han arrepentido de su decisión, haciendo gala de la misma, como hemos podido leer dentro del mismo reportaje citado con anterioridad 66, donde se ofrece la opinión de una propietaria de piso que lo ha tenido arrendado a familias rumanas: “... tengo una amiga rumana que me avisó de que unos compatriotas iban a venir a La Rioja... Decidí alquilárselo y la verdad es que mantuve una relación estupenda con ellos. Jamás tuve ningún problema...” Pues bien, una década más tarde otra familia rumana ocupa el piso de esta mujer que señala con orgullo que nuca ha sufrido: “... todo lo que nos suele dar miedo a los propietarios: que haya destrozos en el piso, mucho ruido, o sobre todo que no paguen. Los extranjeros no me han creado nunca problemas”. Y es que según hemos estudiado, las dificultades de acceso a la vivienda así como muchas veces el miedo a quejas de los vecinos o a amenazas por parte de los mismos, hace que casi todas las mujeres inmigrantes que arriendan un piso entiendan como prioridad el pago de la mensualidad: “... cada mes, lo primero, antes de otra cosa, yo pagaba mi alquiler...”.

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Diario La Rioja, lunes 1 de marzo de 2004, pág. 10.

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Por otra parte, si bien hemos podido observar que un alto porcentaje de mujeres ha tenido dificultades para encontrar un alojamiento satisfactorio y en la mayor parte de los casos se han visto obligadas a compartir piso por habitaciones, también hemos conocido mujeres que han accedido a viviendas en alquiler en buenas condiciones, en las que viven solas o con sus familias, y otras que finalmente han adquirido su propia vivienda. Tal es el caso de esta mujer marroquí que nos relata: “... yo vivo sola con mi marido, el piso tiene de todo menos calefacción central, pero la sustituimos con radiadores y estufas. Mis padres tienen una vivienda en propiedad con todos los equipamientos... (bromea) así que la otra noche mi hermano vino a dormir a mi casa y cuando me levanté me había dejado una nota que decía: te cojo dinero para un taxi, que me voy a casa, aquí hace mucho frío... es un exagerado!!” Un proyecto migratorio suele tener en perspectiva la vuelta al país de origen en un plazo determinado, como si la estancia se limitara a un tiempo establecido en función del ahorro o de la posibilidad de retornar con los recursos necesarios para desarrollar la vida que se cortó cuando comenzó el viaje. Pero todo eso no son sino intenciones, ilusiones que se trasladan al proyecto, y que se hacen añicos cuando el presente o la realidad del presente les permite reflexionar sobre el tipo de vida a seguir, escogiendo en gran número de ocasiones la realidad sobre la que quieren fundamentar el futuro ya lejos por tanto del sueño original del retorno. Es con ocasión de estas decisiones cuando se busca no ya el alquiler circunstancial, sino la adquisición y la compra que se prevén como definitivas. “... nosotros nos hemos comprado un piso. Es de segunda mano porque los nuevos están imposibles... Lo malo fueron las reformas, con los niños..., pero ahora todo está bien” Un 30% de los inmigrantes que residen en España posee una vivienda en propiedad o está en trámites para su compra. De aplicar ese 30% al último dato sobre extranjeros en España (2,6 millones), la cifra de inmigrantes con casa en propiedad equivaldría a 625.400 personas, de los que casi la mitad son comunitarios (43 % del total). En cualquier caso una buena parte de los flujos migratorios extracomunitarios tiene vocación de permanencia en el país. En una muestra reducida como la nuestra, también aparecen numerosas y variadas circunstancias sobre las que se asienta y construye la vida cotidiana de las mujeres inmigrantes, y entre ellas una que no deja de ser familiar a las costumbres de los riojanos con ocasión de las separaciones o los divorcios, la decisión de quién ocupa el hogar familiar. En esta ocasión, y como suele ocurrir en la mayoría de los hogares riojanos recae sobre la mujer, una mujer cubana que tras su separación nos relata:

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“La vivienda es mía, me la dejan a mi de momento. Estoy separada, pero la vivienda, el uso me lo dejan a mi hasta que se liquide todo. Después habrá que venderla”. Venderla en el caso de que no pueda hacerse cargo del 50% del valor que corresponde a su ex-pareja y en el caso de que mantengan el divorcio de mutuo acuerdo y partes iguales en el reparto de bienes, pero eso ya se sale de nuestro objetivo que es el narrar la situación residencial de las mujeres inmigrantes y que en el caso de esta mujer rumana es satisfactoria: “... mi piso esta en una zona céntrica, en República Argentina. Tiene tres habitaciones, dos baños, el salón y una cocina. El piso es de un médico que vive en Bilbao. El piso donde vivo me gusta muchísimo, no me gustaría tener que irme a vivir a otro. Además tenemos buena relación con los vecinos y la vecina de al lado se preocupa mucho por nosotros.” El establecimiento de relaciones de buena vecindad es fundamental en la estrategia de no sentirse extraño, pero sobre todo a fin de identificarse con los intereses de un grupo con el que necesariamente se convive, pues al vecino no se le elige; se le acepta o se le rechaza, pero no se elige. El cambio de domicilio exige nuevas estrategias de acercamiento a grupos de vecinos (comunidades) que ya están organizadas y en la que la mujer inmigrante trata de insertarse como una más; cambios de domicilio que se producen por las necesidades que surgen en el desarrollo de la estancia en Logroño de estas mujeres, como esta magrebí que nos relata que se ha trasladado de piso porque se adecua mejor a sus necesidades pese a las dificultades económicas que están a la orden del día, y para las que cuenta con cobertura no sólo familiar sino también administrativa como ella nos confiesa: “... cerca del Ayuntamiento... Me acabo de cambiar de casa a una mejor, es más barata y más pequeña, mucho mejor porque solo estamos mi hija y yo... Aunque los alquileres son muy caros y con un solo sueldo es muy difícil pagar todo, pero mi hermana me ayuda cuando yo no puedo pagar... También tengo una ayuda del Gobierno”. Para esta mujer magrebí las condiciones de su piso son mejores porque se adaptan a sus necesidades actuales, aunque hay otras mujeres que valorando lo que tienen en Logroño sienten nostalgia por lo que dejaron, como esta mujer argentina, que si bien tiene un piso en alquiler, echa de menos las condiciones de vida en La Plata (Argentina): “... nosotros vivimos en un piso de alquiler, mi marido, mis hijos y yo... Ya ves, nos encantaba tener una casa con terreno, y ahora vivimos

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en un apartamento...”. Una casa con terreno en el contexto de Logroño es un reflejo de la demanda actual de la clase media para diferenciarse del conjunto de la ciudadanía. El adosado o casita de varias alturas con terrenito delante y atrás es un signo de riqueza y triunfo social que otorga prestigio a sus moradores; pero en el contexto argentino responde al imaginario social de la condición de propietario con tierra, poca o mucha, pero con tierra; asunto nada baladí allá donde las posibilidades de obtener crédito financiero son escasas o difíciles como nos relata esta mujer, también argentina, que a su llegada a Logroño estuvo en casa de los padrinos de su hermano (también considerados parte de red amplia de parentesco), hasta que pudo acceder a su propio piso, pero también a otros bienes de primera necesidad o suntuarios, gracias al apoyo financiero de las entidades bancarias; aspecto que le resulta extraordinario dadas las dificultades con que se tienen que enfrentar los residentes en Argentina: “... irnos a vivir a casa de los padrinos de mi hermano; porque fuimos los primeros en llegar. Entonces, como no tenemos piso ni nada, ellos no quisieron buscarnos pisos hasta que no estuviéramos un tiempo con ellos. Estuvimos viviendo un mes con ellos, y después cuando ya mi marido empezó a trabajar de... nos fuimos a un piso alquilado. Estuvimos ahí ocho meses y después nos compramos el piso nuestro... mi casa... Mi casa es un cuarto piso con ascensor. Tiene cuatro habitaciones, un salón, una cocina, una recepción, es muy bonita, esta recién pintada... La estamos pagando, nos cuesta un huevo y la mitad del otro, pero la estamos pagando. Nos queda mogollón de años por delante para pagar así que... Pero bien, esas posibilidades en Argentina no las tienes, eso es algo que los argentinos no aprecian de afuera... Aquí yo llegué, mi marido empezó a trabajar, le otorgaron un crédito para sacarse el auto que quiso, que en Argentina ni hubiera soñado con tener ese auto... Se sacó el auto, después empecé a trabajar yo, nos dieron el crédito para la casa... En el banco nos ayudaron nos aconsejaron qué hacer, qué no hacer, cuanta plata sacar, cuanta no, y por lo menos poder, o sea, tengo un montón de deudas pero las puedo pagar. En Argentina hubiera tenido deudas y no las hubiera podido pagar. Hubiera tenido que hipotecar la casa y dársela al banco porque no hubiera tenido la posibilidad de pagarlo.” Y es que existe un factor que no debemos pasar por alto en las observaciones sobre las necesidades de vivienda entre las personas inmigrantes, el factor empresarial, que no en balde ha sido percibido por las entidades financieras en primer lugar, pero que también se está extendiendo a otros sectores como los de electrodomésticos, mobiliario, alimentación,

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etc: “Hasta ahora 67, el alojamiento de inmigrantes ha sido una preocupación más social que empresarial. Hacinamiento, infraviviendas, subalquileres... Sin embargo, el tiempo corre a favor de los inmigrantes que, lentamente, mejoran sus condiciones de vida en España. Un informe de Analistas Financieros Internacionales calcula que los trabajadores extranjeros pasan siete años en España antes de demandar viviendas. Con los datos del Censo en la mano, eso significa que pronto habrá 45.000 inmigrantes al año que compren vivienda. El 10% de la demanda total que calculan los expertos. Así lo reconoce el último Informe del mercado residencial de BBVA. Fuentes del Servicio de Estudios del banco explican que, en este momento, los inmigrantes ya tienen un peso en el mercado. Demandan viviendas, normalmente en las gamas bajas de la oferta, e inyectan liquidez al mercado. Es un colectivo acostumbrado a ahorrar, por lo que presentan una solvencia superior a la de otros clientes. Un gran número de estos demandantes solicita hipotecas con menor plazo o cantidad, debido al importe ahorrado del que disponen”. Es decir, son un valor seguro y que ofrece la confianza de las entidades bancarias que incluso han comenzado a colocar en su plantilla, personas que se ocupan de la atención preferente a inmigrantes, porque conocen sus gustos, sus preferencias, su idioma y sus ilusiones. La otra cara de la moneda nos la presenta Mustapha El Merabet, Presidente de ATIME, cuando dice 68 que “a menudo el director de la oficina bancaria suele preguntarnos si tenemos permiso de trabajo que caduca a los seis meses; pero por mucho que insistas en que la renovación es un mero trámite administrativo que tarda un año, el director del banco cree que el permiso no es válido cuando caduca. No entiende que cuando caduca solicitas la renovación, te dan un papel y sigues siendo legal aquí. Los bancos no son ONGs ni almas caritativas. Los bancos se han dado cuenta de que hay más de un millón de trabajadores inmigrantes en este país. Somos clientes potenciales y se están peleando por nosotros. Pero, aparte de poner inmigrantes en sus oficinas, han de poner gestos, mensajes, ciertas ofertas. Saben que van a sacar beneficios. Luego habrá personas que no puedan cumplir con sus compromisos, lo mismo que los españoles, pero el banco nunca pierde. Si no cobra el dinero, se queda con el piso”. Pero si hasta ahora nos hemos referido a la adquisición de una vivienda en España, también los inmigrantes trabajan por la compra de una vivienda en la sociedad de origen, pues no siempre los proyectos migratorios tienen como finalidad la residencia definitiva en el país de acogida. Un dato significativo relacionado con esto nos llega de la mano de los bancos, a 67

Alemany, L. (2003): Suplemento de vivienda de Diario El Mundo, nº 325, de 12 de diciembre. 68 Diario El País de 26 de enero de 2004, pág. 57

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través de un directivo, César Romeral 69, director de Particulares Extranjeros del Grupo Banco Popular: «Desde los años sesenta prestamos servicios a los emigrantes españoles, diseñamos productos específicos para ellos: sistema de transferencias, pago de pensiones... Eso nos ha permitido conocer las necesidades reales de los inmigrantes. Entre ellas la posibilidad de financiar la compra de una vivienda en su país de origen; hay trabajadores cuya meta es regresar a su país. Para ellos hemos firmado acuerdos de colaboración con bancos extranjeros». La iniciativa, ha sido todo un éxito”. Y si las entidades financieras y otras empresas del mismo carácter han comprobado los beneficios derivados del trabajo de la población inmigrante, también en algunos países de origen las remesas enviadas por los inmigrantes suponen una buena parte de su Producto Interior Bruto (PIB), como por ejemplo nos señala Izquierdo 70 cuando dice que “las remesas de los emigrantes en el mundo superan en su conjunto los 100.000 millones de dólares y en países con un fuerte peso demográfico como Egipto, La India o Pakistán los envíos rebasan el 20% de los ingresos que se perciben por la exportación de bienes y servicios. Ese es también el peso que tienen las divisas en dos países estrechamente vinculados con la inmigración en España, como son Marruecos y Ecuador. Por poner otro ejemplo de la importancia que ha adquirido la migración como caudal de riqueza para las regiones de origen cabe señalar que en Centroamérica las remesas ascienden al 10% del PIB regional y hay gobiernos que prefieren tener esa fuente de ingresos antes que recabar una cantidad de similar envergadura en calidad de ayuda externa. Que cada cual extraiga sus conclusiones”. Por último, queremos citar a ese colectivo de mujeres que por el tipo de trabajo que desempeñan, no necesitan (en principio) alquilar una vivienda o una habitación. Son las mujeres que trabajan de internas en los domicilios de personas dependientes, las cuales dejan una habitación a la mujer y corren con su manutención, además del salario que suele oscilar alrededor de los seiscientos euros. Las mujeres que trabajan de internas disponen por lo general de un día y medio de descanso semanal que aprovechan para reunirse con familiares o amigos, aunque en ocasiones, a su llegada, se ven obligadas a pagar un alquiler para tener un lugar donde alojarse los días que tienen libre. Tal era el caso de esta mujer colombiana de treinta y cinco años: “... estaba interna con una mujer de Villamediana, y alquilé una habitación en un piso compartido. Al principio la compartí con mi hermana, pero cuando ella se fue la compartí con otra chica extranjera, ya que si no, no me llegaba...”.

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Alemany, L. (2003): Suplemento de vivienda de Diario El Mundo, nº 325, de 12 de diciembre. 70 Izquierdo Escribano, A. (2002): La educación errante, pág. 225.

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Porque la categoría de interna puede parecer paradójica, pero es una categoría laboral más demandada tanto por empleadores (que ven un gran ahorro en el servicio de acompañamiento las veinticuatro horas), como por empleadas (que también perciben una gran facilidad para lograr mayor capacidad de ahorro), que por otras categorías laborales como la de trabajador a jornada, o a media jornada y por horas. Algunas internas disponen de un solo día de descanso semanal pero eso no impide que se encuentren con la necesidad de solucionar el descanso nocturno de ese día, recurriendo a todo tipo de soluciones, aunque la más extendida es la de compartir habitación con compatriotas o con familiares, como nos relata que hace esta joven rumana que solo tiene un día libre a la semana: “... voy a casa de mi tía... No les pago nada, sólo un día en semana... Ellos no lo necesitan...”

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RELACIONES SOCIALES Y PERSPECTIVAS DE FUTURO El desarrollo de la vida social de los inmigrantes tiene que ver con aspectos relacionados con la integración y la acogida. En este sentido hemos utilizado los datos obtenidos por Aparicio 71 y sus colaboradores en un trabajo para el Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones, según el cual el 74,5% de los inmigrantes entrevistados (1.725 encuestados) apenas tratan con españoles. El 50,6% dijeron solamente tratar fuera del trabajo con personas de su país; un 17,6% dijo que trataba con inmigrantes de su país y de otros, y un 6,3% dijeron que no trataban con nadie. Es decir, las relaciones interculturales son más bien escasas o apenas trascendentes, pues tres de cada cuatro inmigrantes apenas tratan con los españoles como no sea en el trabajo. Ante preguntas como a quien recurrirían ante una emergencia grave, un 30,8% contestó que se tomaría tiempo para buscar a otro inmigrante. Y en caso de emergencia leve (como pedir un poco de sal), un 57,8% también buscaría a otro inmigrante. Es decir, que sólo los asuntos trascendentes, como pueda ser la salud y la vida, se dejan en manos de autóctonos, mientras que las necesidades de carácter cotidiano se resuelven en el interior de la red de paisanaje. Corroborando esto que hemos dicho, están las respuestas a preguntas sobre a quién se dirigirían para buscar trabajo, vivienda, asistencia sanitaria o asesoramiento legal, a las que respondieron que se dirigirían respectivamente a otros inmigrantes en un 78,2%, un 75,2%, un 28,9% y un 44,9%. De las respuestas se desprende que el mundo de muchos inmigrantes se encuentra fuertemente cerrado sobre sí mismo, a excepción de lo que se refiere a asistencia sanitaria y en parte legal, donde la comparecencia de personas nativas o autóctonas ofrece un plus de seguridad sobre la ofrecida por los compatriotas.

1. APOYO, REDES Y VIDA SOCIAL: Trasladando estos resultados al contexto de las entrevistas efectuadas a mujeres inmigrantes de Logroño, podemos ratificar resultados similares a los expuestos por Aparicio, aunque en otras ocasiones hemos podido observar una integración mucho más positiva. No obstante, y aun encontrando mujeres que nos relatan cómo sus amistades son de carácter mixto (de Logroño y otras diferentes procedencias), podemos señalar que todas mantienen relaciones preferentes con personas de su mismo origen nacional. Es una actitud lógica ante la necesidad de potenciar el sentimiento de pertenencia a un grupo con el que se sienten más identificados, máxime 71

Aparicio, R. “Las exigencias de la integración”. Revista, Migraciones, nº 0.

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cuando viajan a un entorno ajeno, distinto a aquel en que se socializaron y donde aprendieron a enfrentarse a su mundo, sin éxito. Todas las mujeres entrevistadas se han relacionado principalmente con personas de su país de origen y cuando han establecido diferencias en sus relaciones internas, las basaban en aquellas derivadas de conservar o cambiar hábitos sociales aprendidos o en aprendizaje, pero también del grado de amistad forjado durante su estancia en Logroño. Por ejemplo, esta joven boliviana nos describe de manera positiva sus relaciones sociales, en general hablándonos de su amistad con inmigrantes y con logroñesas, así como mostrándonos una clara apertura hacia la integración a través del conocimiento de los hábitos y costumbres de la ciudad, sin cerrarse a las demandas de ocio de su grupo nacional que parece se localiza en bares y otros locales de diversión: “... Bueno, mis compañeros de piso son inmigrantes y mis mejores amigos también, pero también tengo amigas españolas con las que salgo a veces por ahí, y en el trabajo tengo amigas con las que me llevo muy bien. Y después, a la hora de salir o relacionarme me gusta ir a todos los sitios y no solo quedarme en los bares en los que suelen salir los latinoamericanos, veo cosas que me gustan mucho y quiero conocer y aprender”. También las mujeres argentinas se muestran abiertas en su incorporación a la comunidad de acogida. Esta integración se hace de manera natural ya que parece no existir apenas diferencias en las costumbres entre un país y otro, salvo en lo que aprecia nuestra informante sobre movilidad de los riojanos que ella encuentra demasiado apegados a su tierra: “... si voy a ir a vivir a un lugar no quiero cerrarme en temas argentinos... tenemos varios parejas de amigos españoles con los que salimos... Lo que observo es que a ustedes los logroñeses no les mueven de aquí. En las parejas de nuestros amigos, es casualidad que sólo uno de cada pareja es de Logroño, en un caso es de Barcelona, en otro de Bilbao...” Siguiendo con las mujeres argentinas no deja de chocarnos esa aparente contradicción entre el interés por la Argentina y su huida de lo argentino. La nación Argentina se añora pero del argentino se huye. Argentina se mitifica pero a los argentinos se les circunscribe a los peores epítetos. Es como si se exorcizara la migración argentina a través de la culpabilización de los propios argentinos. De una manera muy gráfica esta mujer argentina nos señala su rechazo hacia el argentino a la vez que magnifica su relación con los logroñeses:

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“... umm, con pocos... A mi particularmente no me gusta mantener relaciones con argentinos; porque el argentino tiene un problema... que se cree el mejor del mundo, y a mi no me va, y salen de Argentina para hablar de Argentina que es la mejor y todo. Se fueron porque no tenían trabajo o porque no podían estar viviendo allí, y se van a otros países y en lugar de estar agradecidos de que están trabajando en otro lugar están criticando el país en donde viven y adorando el país que dejaron porque no podían vivir en el. No me gusta... sí, yo me llevo muy bien con los españoles, y con los argentinos..., la mayoría me caen... me caen como mal. Porque están muy... están todo el tiempo que Argentina esto, que Argentina aquello, porque en Argentina, porque en Argentina esto no pasa, y si no pasa pues vete a tu país y déjate de joder... ... No tuve problemas, era un grupo muy majo y muy unido. Salíamos todos los fines de semana con el grupo que te dije, nos llevaban a todos los lugares, a la Laurel, a pueblos... ... Nos parecieron majísimos, acostumbrados a gastar mucho dinero; yo creo que en mi vida he gastado tanto dinero como el que gasté el primer mes que estuve acá en Logroño, en mi vida. Pero muy bien, en general la gente de mi edad me parece muy maja.” Salir en grupo y gastar el dinero a espuertas, son aspectos fundamentales y diferenciadores para esta argentina respecto a los suyos, a los que ya hemos visto cómo rechaza, sobre todo a ese lamento general que parece consuetudinario de los argentinos cuando están en el extranjero. Por su parte, también las mujeres de Europa del Este van a tener una integración social más fácil o cómoda dada la supuesta proximidad cultural a España. Las mujeres rumanas, si bien presentan a su llegada dificultades en el manejo del idioma, sobre todo en el establecimiento de relaciones sociales con los habitantes de Logroño, no tardan en adquirir la soltura idiomática necesaria e iniciar relaciones con los de su grupo de edad, a los que consideran abiertos y cariñosos: “... yo con la gente de Logroño..., me parece muy abierta, muy cariñosa. Con toda la gente, muy maja.” Las relaciones de las mujeres rumanas se encuentran abiertas tanto a los de su propia nacionalidad como a los autóctonos con los que comparten costumbres y hábitos sociales, intercambiando experiencias vitales en su tiempo libre, tal y como nos relata esta mujer casada: “... tengo amigos rumanos que llevan aquí varios años, y también españoles que trabajan con mi marido; con estos nos hemos ido en verano de excursión. También están aquí los dos hermanos de mi marido.”

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Por su parte, esta rumana soltera nos dice que tiene un novio de Logroño y a través de él ha ampliado su círculo de amigos, principalmente logroñeses, siendo menos los conocidos de su propia nacionalidad. No obstante, el conocimiento sobre sus compatriotas le viene por extensión del círculo de amistades de su hermana, que como otros colectivos tienen sus lugares preferentes de reunión, generalmente bares: “... Tengo novio y sus amigos de Logroño. Amigos rumanos poco. Hay muchos rumanos, pero yo solo conozco amigos de mi hermana. No conozco a todas las personas, porque mi hermana que ha venido hace tiempo conoce a todas las personas rumanas de este tiempo. Luego, todos sus amigos son mis amigos también. Hay un bar donde van todos los rumanos, también van algunos españoles. Tengo un amigo que va todos los sábados, también los domingos.” Como señalábamos con anterioridad, las personas que proceden de Europa del Este presentan una integración más rápida y establecen relaciones con los logroñeses de manera más sencilla. Si a esto se suma la juventud de la mujer inmigrante la situación se simplifica todavía más. Tal es el caso de esta joven estudiante albanesa de diecisiete años cuando nos habla de sus relaciones en el Instituto: “... tengo muchos amigos en el Instituto, ahora estoy más a gusto porque se nota que quienes están en mi curso quieren estudiar, en el Instituto anterior había mucha gente que no, y te fastidiaba...” El ambiente estudiantil, bien en Colegios, Institutos, Universidad u otras alternativas formativas va incrementar el desarrollo de relaciones sociales. En dichos ámbitos las amistades y relaciones son favorecidas por la situación de igualdad manifiesta una vez superadas las limitaciones de género y edad. Al efecto presentamos la declaración de una joven estudiante de veintiocho años, peruana, que estudia en la Universidad de La Rioja y cuyo círculo de amistades pertenece a este mundo universitario donde la nacionalidad no es un componente diferenciador: “... amigos de Perú no tengo ninguno, ni ecuatorianos ni colombianos. Todos los amigos que tengo son de la universidad y son de aquí. La relación con Perú es por e-mail.” Cuando se producen diferencias no se dan en el entorno estudiantil, sino en conexión con el grupo nacional de referencia y dependiendo del tipo de costumbres aceptadas y asumidas en el interior de dichos grupos, en su cultura. Por ejemplo, esta joven mujer marroquí que estudia en la Universidad de La Rioja bromea cuando nos relata que su marido se queja de que tiene muchas relaciones, pues de algún modo no es propio de la mujer magrebí el tener amistades distintas del círculo familiar, el tratar con personas de cualquier sexo, edad y condición:

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“... mi marido se queja de que tengo muchas relaciones..., conozco a gente de muchos sitios, y el hecho de haber trabajado, estudiado..., además tengo primos aquí... Ahora mi vida es mucho más casera, pero mi marido no lo reconoce como muy casera (ríe), es que él es muy casero..., puede pasar una semana entera sin salir..., bueno, al principio, ahora que empieza a tener gente ya sale... Él se entretiene con cualquier cosa..., pero yo necesito estar con gente, necesito salir...” Esta joven universitaria participa del abanico de posibilidades de relación que le ofrece el campus y no lo desaprovecha; además cuenta con experiencia laboral donde igualmente se ha tenido que abrir a nuevas relaciones. Todo ello ha calado en su conciencia de que las relaciones están fuera del ámbito doméstico y que estas se producen principalmente en los ámbitos públicos de relación, algo que necesariamente choca con la cultura tradicional de la mujer magrebí pero que nuestra entrevistada ha sabido superar al punto que necesita salir para poder vivir. En conjunto, y tras haber leído las declaraciones de nuestras entrevistadas, hemos podido hacer varias observaciones relacionadas con la integración y la vida social. En primer lugar hemos observado que la mayoría de las mujeres entrevistadas hablan de manera positiva de sus amistades tanto de las de diferentes procedencias como de las autóctonas; pero cuando hablan de sus actividades sociales habituales hemos apuntado que estas se realizan preferentemente con personas de la misma procedencia u origen nacional, a excepción de algunas mujeres que proceden de Europa del Este o de Argentina cuya vida social es compartida con los autóctonos (posiblemente debido a cierta similitud cultural y/o social). El lugar de procedencia distingue las actividades sociales, en especial los espacios, ya que resulta muy significativa la proliferación de lugares de reunión, cafeterías, bares y restaurantes en los que las personas se citan. Si atendemos a lo que sucede entre las mujeres de procedencia norteafricana, principalmente magrebíes, es más que evidente las diferencias existentes en el tipo de vida social sostenida respecto a las mujeres inmigrantes de otras procedencias; aunque entre ellas, la edad, el tiempo de residencia en Logroño y el nivel cultural también marca diferencias significativas en la formalización de esas actividades sociales. Ya hemos señalado que de modo especial es relevante el caso de las mujeres árabes que encuentran un gran número de dificultades para realizar actividades sociales en lugares públicos, debido a los componentes tradicionales de su cultura y a la vigilancia de los miembros de su propio grupo étnico (hombres y mujeres), cuando son interpeladas al acercarse a los estilos de vida europeos en la manera de establecer relaciones sociales.

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Otras variables significativas que diferencian la vida social y el tipo de integración de estas mujeres se encuentran en la edad, el idioma y el tipo de trabajo. La edad impone diferencias por las dificultades para el cambio y la adaptación entre las generaciones más adultas; además, las mujeres mayores de veinticinco años suelen tener hijos y otras responsabilidades a su cargo que les limita la expansión de su vida social. Las mujeres jóvenes, por contra, encuentran más libertad a la hora de elegir sus amistades, no se ven sujetas a las imposiciones de su cultura de origen, y por tanto son protagonistas de los principales cambios derivados de las relaciones interculturales. En cuanto al idioma, es lógico pensar que las mujeres que todavía encuentran dificultad con el castellano u otros idiomas estén más cómodas realizando su vida social con aquellas personas que hablan su lengua originaria, como nos dice que le ocurre a esta mujer rumana: “... yo hablar muy mal el idioma señorita, suelo llegar muy cansada y no salir, sólo a pasear los fines de semana con mis compañeras de piso rumanas...”. Esta variable es especialmente relevante entre mujeres árabes y chinas, y en aquellas cuya lengua materna es diferente al castellano y cuya estancia en España es breve. No obstante, siempre hemos detectado un gran interés por el aprendizaje del español como vehículo de comunicación y de apertura a las nuevas realidades, logrando lo que para los españoles resulta más dificultoso: el aprendizaje de un segundo idioma. Entre las mujeres inmigrantes constituye un ejercicio simplemente voluntarioso, pues no son pocas las mujeres que hemos conocido con capacidad plurilingüe que dominaba más de tres idiomas. Por último, el tipo de trabajo o trabajos que realizan es otro componente diferenciador en la adopción de modelos de integración, ya que lógicamente, entre las mujeres que trabajan como internas o en hostelería los horarios impiden una vida social importante como no sea en tiempos extraordinarios de descanso semanal que no siempre coinciden con los de su círculo de amistades. En otros casos, el agotamiento tras largas jornadas en que combinan varias actividades laborales reducen su interés por la vida social, como en el caso de esta joven china que también nos señala los problemas de idioma que enfrenta a sus padres: “... pues como nosotros estamos trabajando y además estudiando, veo muy poco a mis amigos... solo algún rato los fines de semana... Mis padres, los dos, han tenido problemas con el idioma... por eso siempre están con mis tíos...” Otro aspecto nada desdeñable que va afectar a la vida social de la mujer inmigrante, es la añoranza y preocupación por los familiares que viven en su país de origen. Situaciones de desestructuración familiar por ausencia

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de los hijos que no han podido criar y a los que en ocasiones no ven hasta que han transcurrido varios años, o por la lejanía del resto de los miembros del grupo familiar con los que se comunica pero no puede abrazar (imagen sustitutiva de cercanía e inmediatez), puede llevarlas a presentar síntomas como tristeza, melancolía, apatía, soledad, etc., que inducen a estas mujeres a no mostrar interés por la vida social. “... trabajo hasta las seis y media, de ahí recojo al niño en la guardería y me voy con él para casa... Mi madre está cuidando de las tres hijas de mi hermana, además está enferma, y claro a mi me preocupan todas estas cosas y no poder hacer nada..., pues es una situación muy dura. Tampoco tienes con quien desahogarte como debería ser y claro... todo me lo tengo que tragar yo... Yo no les quiero preocupar porque sé cómo se siente al estar lejos y no poder hacer nada... Son cositas que a uno le ponen mal, y sola con mi hijo... ya que no me apetece hacer nada, había pensado en estudiar... el fin de semana todo el tiempo que me queda lo dedico a él, o salgo un rato a pasear...” Una situación ejemplar y de gran interés relacionada con el apoyo social que las familias inmigrantes se prestan entre sí, es la de este grupo de colombianas que nos habla de “la cadena”, un método de subvenir a necesidades e imprevistos económicos, pero también como un medio de ahorro indirecto: “... nos reunimos diez o doce familias y cada mes ponemos 120 € (si no te llega te juntas con más personas), entonces reunimos 1.200 € y cada mes le tocan a uno, como se va rotando cada mes, a todos nos toca el mismo dinero. Cuando alguien tiene una urgencia se pone el primero de la cadena y así ese mes cuenta con el dinero...” Un método de apoyo que subraya la capacidad de la mujer inmigrante para organizarse en red social e incorporar a cuantas mujeres se interesen por estas manifestaciones de apoyo y ayuda mutua, más allá de las asociaciones y organizaciones tradicionales como sindicatos y partidos políticos. Hasta ahora hemos hablado de la capacidad de las mujeres para establecer relaciones sociales en un contexto distinto al de su cultura o al de sus tradiciones o modos de vida conocidos, pero en toda relación intercultural son dos los interlocutores y nos falta conocer algo sobre cómo las mujeres han percibido la actitud de los logroñeses en este ensayo de acercamiento y normalización de su presencia. Y si bien la percepción en general ha sido positiva: son muy majos, muy cariñosos, etc., también hemos encontrado en sus palabras discriminación, falta de entendimiento y mala acogida por parte de la población logroñesa, situaciones ante las que

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nos manifiestan dolor y enfado. Tal es el caso de esta mujer cubana que nos relata su vida social y su percepción de la imagen insertada en la conciencia de la población logroñesa: “... a raíz de que me he separado no salgo. Aquí hay muchas colombianas con las que me he relacionado. A raíz de la separación y demás cosas que me han pasado, entré en una asociación. Con Sabiti en AMIN. Y yo le dije, hay una mala imagen de la mujer inmigrante, por cosas que me han pasado. Sí, hasta Sabiti me dijo que era verdad, que con la mujer no se hacía nada. Tienen una imagen distorsionada por completo de la mujer inmigrante. Habrá de todo, pero yo he conocido a muchas que trabajan y trabajan, trabajan y nada más..., pero por qué se tiende siempre a asociar con la prostitución... porque es así desgraciadamente. Entonces le dije, hay que hacer algo por levantar la imagen de la mujer inmigrante, porque la mujer que viene aquí y que trabaja, que manda todo su dinero para ayudar a su familia, es que no se ve representada en la imagen que dan.” Imágenes auspiciadas por la publicidad, por la de los medios de comunicación, pero también por aquellos españoles que practican el turismo sexual a países con graves necesidades económicas como es el caso de Cuba. Estas imágenes terminan formando parte del imaginario social que es el que determina la percepción de la mujer inmigrante, sobre todo la inmigrante latinoamericana, como una mujer fácil para la relación sexual o como una mujer liberal en el sentido androcéntrico de la palabra. Otras situaciones discriminatorias se producen como derivación del entorno familiar en el que se practica o se asumen actitudes de corte racista o xenófobo que luego son trasladadas por los integrantes de ese espacio familiar a otros espacios públicos como el colegial. Al respecto esta mujer marroquí nos relataba su preocupación, tras el cambio de colegio de su hija de seis años, por el trato recibido en el mismo de sus compañeros. Una situación de extrema dureza para una niña a causa de las actitudes adoptadas entre algunos niños logroñeses que se expresan en el ambiente colegial, pero cuyas palabras y actitudes se han gestado en otros ámbitos, seguramente en los más cercanos, los familiares. Estos son algunos de los comentarios de los que se hacía eco la niña en su estancia colegial y que su madre nos transmitió: “... estos días estoy preocupada porque la niña me cuenta que en el colegio le dicen “mora”, “guarra”, y la niña me dice: Mamá, ¿por qué no les has mentido y les has dicho que soy española?, yo quiero ser española, no quiero volver a ese colegio....”.

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Otra cuestión de rabiosa actualidad como el uso del pañuelo entre las mujeres musulmanas por la decisión francesa de legislar en torno a los denominados “símbolos religiosos ostensibles”, ha traído en consecuencia que nuestro país se haya sumado a la polémica de si el pañuelo es un símbolo religioso (que lo es), o un símbolo cultural (que también lo es). Miguel Pajares 72, un experto en temas migratorios dice que “el velo tiene que ver con muchas cosas, pero algunas nos hablan claramente de la discriminación de las mujeres. Está originalmente relacionado con la tradición que impedía a las chicas elegir por sí mismas la pareja para el matrimonio; su invisibilidad, cubriéndose lo más posible, estaba en consonancia con el hecho de que no debían atraer la atención de ningún chico, porque era la familia la que se encargaría de emparejarlas. (...). Cuando se trata de mujeres ya casadas, el uso del velo tiene también algo que ver con la sumisión a los maridos. Lo que me han explicado algunos amigos marroquíes es que hay hombres que necesitan que sus mujeres vistan el velo porque de otra forma se sienten menospreciados ante los demás hombres de la comunidad musulmana. Para ellos, el tener a sus mujeres vestidas como ordena la tradición, es una cuestión de prestigio y valoración. Esto explica, en parte, que haya en España mujeres de origen marroquí que durante la primera etapa de su matrimonio no vestían el velo y haya llegado un momento en el que han comenzado a usarlo; no hay duda de que en muchos casos esta decisión la habrán adoptado por la presión que han sufrido de parte de sus maridos. Así, pues, creo que el uso del velo simboliza, en cierto modo, la discriminación de la mujer; aunque también otras cosas: para muchas mujeres representa la defensa de una identidad que aquí ven minusvalorada por la xenofobia y la islamofobia, y también hay mujeres que están utilizando el velo en su lucha contra la discriminación de género. (...). Es conocido que muchas mujeres musulmanas en Europa y en los países árabes, han adoptado el uso del velo en su lucha por la equiparación de derechos y por la ocupación igualitaria del espacio público respecto a los hombres, porque han considerado que tal uso les facilitaba su lucha y sus objetivos”. En este sentido las quejas de una informante marroquí nos llaman la atención por cómo le molesta que la población piense que no tiene personalidad, afirmando que hasta hoy no se ha sentido maltratada pero si malentendida, por ello da estas explicaciones que en parte dan la razón a Pajares: “... la gente dice que te tienes que quitar esto (el pañuelo), no te preocupes que tu marido... pues mi marido me conoció con el pañuelo (ríe), sabes? 72

Miguel Pajares es responsable de Inmigración del CERES (Centro de estudios de CCOO de Cataluña) y autor de La inmigración en España: retos y propuestas, (Barcelona: Icaria). Sus ideas acerca del velo islámico están sacadas de un artículo de opinión publicado en El País, del 13 de enero de 2004, pág.10

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Hombre, pasa..., muchas veces pasa que la mujer lleva el pañuelo porque el marido quiere o el padre, pero no siempre. Últimamente ya no son los tiempos de que alguien te impone sabes?, y si una por ejemplo obedece a su marido no veo problema... El marido le ha dicho eso (ponerse el pañuelo) y quiere hacerlo por él; está bien porque a mi también muchas veces mi marido hace cosas por mí. En un matrimonio muchas veces tienes que acercarte un poquito... si dar para recibir...”. Para nosotros esto es sumisión al marido, pero no del modo violento o vejatorio como podríamos entender que sucede en las relaciones de pareja donde el varón puede llegar a maltratar de hecho (física o psicológicamente) a su mujer por no atenerse a sus órdenes, pues esta obediencia no se da por imposición sino que forma parte del conjunto de las relaciones de pareja en las que se intercambia todo tipo de bienes y servicios, de palabras y de gestos, en condiciones de igualdad. Aun así, el punto de vista eurocéntrico está muy arraigado en la conciencia de los españoles y es difícil entender el de la mujer magrebí con pañuelo, tal y como se desprende de esta conversación: “... por ejemplo, esta mañana una matrona me ha dicho: pues ya llevas mucho tiempo aquí, solo te queda quitarte el pañuelo, que conozco a una marroquí que se lo ha quitado..., que si la ves por la calle yo se que es marroquí porque la conozco, pero si no, no parece una mujer marroquí; y yo le he contestado: ¿Qué tiene de malo parecer una marroquí?, ¿sabes?. Lo cierto es que no tiene nada de malo, más bien al contrario, una marroquí debe parecerse a ella misma y no a la imagen que se imponga desde criterios occidentales. Sakina Souleimani73 no vino en patera, ni huía de la miseria ni de la presión familiar, vino porque se casó con Andrés, así de simple. Sakina, una marroquí de treinta y ocho años no va cubierta, no trabaja en el servicio doméstico y, de sumisa, nada de nada. Pero también sufrió su choque cultural: “cuando fui de vacaciones a Andalucía en 1985, lo que más me sorprendió es que las mujeres no fueran vestidas con traje de gitana”. Y es que Sakina, filóloga de formación y miembros del equipo técnicos del Servicio Social e Intercultural del Ayuntamiento de Madrid (SEMSI), había aliñado su particular visión con los programas de televisión marroquí, en los que según explica, toros y flamenco eran el plato fuerte que daban forma a nuestro país. “¿Cómo no voy a entender que la gente se sorprenda porque yo no lleve pañuelo ni chilaba?”, exclama. Aun así, tras una década en España está cansada de los estereotipos sobre la mujer marroquí: “que si son analfabetas, que sufren la opresión y el maltrato de sus maridos, que no se adaptan a las costumbres occidentales”. ¿Tienen los marroquíes 73

Diario El País de 8 de marzo de 2002, pág. 32.

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problemas de adaptación? “Tenemos la capacidad de vivir en dos culturas. Porque vivimos así en nuestro país: con la cultura propia y con la del colonialista español y francés. Se puede ver en las ciudades, con un centro tradicional, la medina, y toda una serie de edificios occidentales, o cuando hablamos: mezclamos el árabe con palabras francesas. No hay problemas de adaptación”, asegura tajante. Lo que ocurre, dice, es que la gente que emigra a España es del medio rural y de un nivel económico precario. Cree que lo que se atribuye a falta de integración es otra cosa: “cuando te alejas de tu país temes perder tus tradiciones, que tus hijos olviden el idioma. Es posible que por eso te aferres más a tus costumbres. Al final te acabas acercando a tus iguales. No tanto por miedo material a no encontrar trabajo o a pasar hambre, sino por el miedo psicológico de estar solo, y así se acaban formando guetos”, dice la filóloga, que este año ha enseñado a sus dos hijos en qué consiste la fiesta del cordero. “Lo que pasa es que los españoles sois clasistas: aceptáis al inmigrante asimilado, pero no al que mantiene su tradición. Es curioso, porque os gastáis un montón de dinero en conocer países exóticos y no os dais cuenta de que tu vecino procede de ahí”, concluye. La diversidad escolar ha aumentado progresivamente, y pese a las bondades del diálogo intercultural en la escuela y de la integración de las diferentes culturas también se producen roces y problemas de índole diversa y ante las cuales las madres inmigrantes con hijos escolarizados adoptan diferentes estrategias, como esta mujer argentina que a sabiendas que los europeos están mejor considerados que los latinoamericanos mintió sobre el origen nacional de su hijo: “... yo sé que mi hijo es difícil, pero porque es un poco trasto, no por ser argentino..., así que les dije a esas madres que mi hijo era alemán, que parece que lo ven mejor...” Una madre disfraza a su hijo para que se encuentre más integrado, y en otras ocasiones son los de aquí quienes disfrazan de inmigrantes a quienes ya están integrados. Disfrazan de inmigrante, porque el inmigrante es una construcción social que se configura a través de los atributos de extranjero, pobre, atrasado, que conforma una minoría étnica, que está de más y resulta peligroso. Como muy bien dicen Souad el Hadri y Carmen Navarro 74 “los diferentes discursos y el imaginario social contribuyen a la homogeneización a través de la construcción, significación y representación de la mujer inmigrante, sin tener en cuenta: el mayor protagonismo de las mujeres inmigrantes en los últimos años, el desmoronamiento de los estereotipos que las acompañan (son ellas las que vienen primero y reagrupan a su familia, son mujeres con más recursos personales y educativos, ejercen un papel activo en las transformaciones culturales), así como las diferentes formas de 74

Souad el Hadri y Carmen Navarro (2001): “Mujeres inmigrantes: dificultad, diversidad y riqueza”. Documentos feministas. Asamblea de Dones d´Ex, pag. 3

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adaptación (la personalidad de las culturas genera nuevas formas de relación y convivencia, con formaciones culturales y un mayor número de alternativas de adaptación frente a la tradicional asimilación/aculturación), la diversidad y la pluralidad de identidades”. Entendiendo que la producción social del inmigrante es una producción de connotaciones negativas, esta mujer cubana tuvo un gran enfado con el colegio donde se educaba su hija precisamente por tacharla de inmigrante cuando su hija ya se había adaptado a la vida española en condiciones de igualdad con el resto de sus compañeros. De ese modo la diferenciación se entiende como discriminación, tal y como se sugiere en el siguiente relato: “... yo traje la niña... la niña lleva seis años... Mi hija fue acogida como una más y estaba en el colegio que era Presentación de María en Vitoria; era una niña más, era Jazmine. Mi hija hizo en ese colegio 6º, 7º y 8º. Cuando yo llego aquí (Logroño) era 3º de la ESO; entra en el Instituto Duques de Nájera. Mi hija se sentía sola, aislada, no tenía amigas, no encontró apoyo... Los profesores muy buenos; me decía que nunca había tenido unos profesores tan buenos; que la calidad dicen que era... estaba contenta con los profesores y con el sistema, pero no con los compañeros. Eran grupo pequeño, de Logroño todos; iban llegando muchos inmigrantes a Logroño, se incorporaban al grupo y que de pronto... ella llegó a ser una inmigrante. Y me di cuenta que en Logroño había retrocedido en relación a muchas cosas... como ella venía de Vitoria parecía que era vasca. En definitiva que se fue uniendo al grupo de las colombianas y un día llega a la casa llorando; esto fue el mes de febrero de 2002. Me dice que no podía más, que no quería saber más de este colegio, que no iba más, que se sentía aislada, y que no podía más. Bueno voy al colegio, hablo con la tutora, que era una niña muy buena... el director también cuando se enteró, que no, que iba a hablar con todos de lo que estaba pasando, porque le dije que estaban pasando muchas cosas. Las inmigrantes estaban aisladas. Pero hacen cosas que son tonterías de muchachos, pero que son sutilezas; tuve yo que hablar y de ahí salí muy mal..., porque hasta la tutora me dice con toda su buena intención: Ay! Señora que hay una foto de ellas en al entrada que la hemos recibido. Y a mi aquello, cuando voy a la entrada y veo la foto de mi hija y las cinco inmigrantes colombianas de su grupo diciendo «bienvenidas», yo dije Dios mío!, y esto ¿qué es?. Cómo una niña que esta perfectamente adaptada en este país, que en Vitoria llegó y era una más, cómo aquí iban a recibir a mi hija como una inmigrante. Estaban destruyendo sin darse cuenta, porque yo pienso que aquí no están preparados para recibir los inmigrantes. Porque a los inmigrantes no hay ni que marginarlos ni que tratarlos

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con recibimientos, hay que tratarlos como uno más. Y eso ¿es un problema?. La cambié de colegio en el mes de febrero, la compré todos los libros nuevos, le dije que de allí yo me la llevaba, porque yo al ver aquella foto, yo salí de allí casi llorando. Entonces me la lleve para la Compañía de María. Nunca hubo allí problemas de discriminación. En absoluto. Casualmente en un colegio público me chocó que le hubieran puesto fotos de bienvenidas. Ahora en el Sagasta está muy contenta: ¡mami, nunca he sido tan feliz!.” Pero si los centros educativos de Logroño y por extensión de buena parte de La Rioja se han convertido en un laboratorio de ensayo sobre cómo lograr conciliar la identidad de la cultura de procedencia con los usos y costumbres del lugar de acogida en un intercambio en el que todos salgan beneficiados, el mundo del trabajo constituye otra gran apuesta por la integración, donde salvo los trabajos menos cualificados parece estar vedado a la movilidad ascendente del trabajador extranjero. Así, hemos escuchado de una joven colombiana las dificultades que vive cuando contesta a ofertas de empleo en prensa, porque: “...en cuanto le oyen a una la voz, ya no te dejan ni decir gracias...”. Otras veces ha sido la mimetización de la mujer inmigrante con los prejuicios derivados de la imagen de su país de procedencia. Es como si adquiriera la personalización de todos los males que aquejan a su país; como si la mujer inmigrante llevara en su piel el estigma del nacimiento en una determinada nación. Precisamente esto nos transmitía otra mujer colombiana, los miedos que tuvo y el tiempo que tardó en sentirse integrada; aún así, sus relaciones sociales están más vinculadas a personas extranjeras que autóctonas: “... hoy en día después de dos años y cuatro meses aquí considero que estoy integrada. Al principio me daba miedo decir algo que sentara mal o... no se... soy muy tímida e insegura; o que al identificar Colombia con la prostitución, la droga, las mafias..., me rechazaran por ello; pero que yo recuerde no he tenido ningún problema, al revés, como ya te he dicho antes y salvo lo que te acabo de contar ahora (una oferta de trabajo que se frustró cuando dijo que era de Colombia), que si me lastimó un poco, creo que he tenido suerte, ya que, y vuelvo a repetir, he conocido a gente que ha intentado ayudarme... Tengo una amiga que como yo es extranjera y sale con un chico extranjero así que las dos salimos con el grupo de amigos de su novio, con los que me siento muy a gusto y lo pasamos bien.” Para los inmigrantes una parte de los derechos son concesiones que no les serán jamás atribuidos, simplemente porque no son nacionales. Esta exclusión o “discriminación institucional” genera las mayores cotas de

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violencia social, pues ella misma es violencia estructural. La marginación social (estigmatización étnica y rechazo cultural), se produce en base a esta situación de desvalimiento y desigualdad a que se ven expuestos los inmigrantes irregulares, mal llamados ilegales. En las condiciones actuales podríamos aventurar que todo inmigrante por el hecho de serlo es ilegal, porque incluso el legal no tiene garantizado su status indefinidamente y la difícil frontera que separa al ilegal del legal, vinculada a condiciones de regularidad administrativa y, por tanto, a políticas de cierre cuando no de exclusión, ha impedido una percepción social de individuos en condiciones de integración política y ciudadana. La divisoria se establece de este modo no entre nacionales y extranjeros, sino entre ciudadanos e inmigrantes. A partir de esta jerarquización social se producen las discriminaciones de carácter xenófobo, pues el inmigrante no se percibe como un igual (no tiene los mismos derechos), que merece el mismo respeto. No son personas, no son ciudadanos, no son nacionales, son inmigrantes; y este discurso simple pero contundente permite que algunos ciudadanos practiquen la discrecionalidad irrespetuosa e intolerante en su trato como nos mostraba esta mujer ecuatoriana: “... hay mucha discriminación, solapada, pero la hay... Un caso digno de señalar que me dio una rabia terrible fue un día que entró un tipo en el ascensor, nos miró a mi marido y a mi así (con desprecio) y nos dio la espalda... Otro día fuimos a comer a un restaurante chino, teníamos un matrimonio al lado, nosotros íbamos comiendo tranquilamente cuando el señor le dijo a mi esposo: tú que eres indio, ¿qué te hace comer comida china?... Mi esposo se enfadó mucho pero sabe que no puede darle un trompón a nadie porque nos deportan... Y otra cosa que nos marcó mucho fue que nos entraron a robar en casa y además de destrozarlo todo nos pintaron en la pared: sudacas de mierda, traficantes de droga.” Actitudes, palabras ofensivas y acciones que se producen en Logroño hacia miembros de la comunidad con la impunidad y el silencio del inmigrante como telón de fondo. Porque es cierto que la mujer inmigrante y más si está en situación de irregularidad se somete a estas humillaciones sin levantar la voz, pero esto no significa que la mujer no reflexione y le otorgue la importancia debida. En el caso de esta joven boliviana hemos podido observar cómo no da importancia a los comentarios y actitudes de determinadas personas hacia ella (les justifica por su estado de embriaguez), y prioriza las relaciones positivas que ha recibido de personas que evidentemente para ella tienen más valor: “... nunca he tenido problemas con la gente; igual con los pisos es donde te ponen más pegas pero nunca he tenido graves problemas.

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Bueno, nada más llegar, unos pakistaníes me tomaron por prostituta y me quedé helada, pero era por la noche y para mí que iban bebidos. Y también una vez me dijeron “sudaca de mierda vuelve a tu país”, pero también fueron borrachos una noche que salimos por ahí. Luego con la gente normal y en el trabajo nunca he estado incómoda ni ha pasado nada.” Hay veces que la conciencia de pertenecer al grupo marginal o al grupo que está en situación de inferioridad en la jerarquía social, conlleva la adopción de estrategias defensivas ante una posible agresión de carácter xenófobo. Por ejemplo, un comentario realizado entre adolescentes, relatado por una muchacha albanesa de diecisiete años, nos indica la prioridad que se otorga al aspecto no estético sino al nacional; es decir, no se fijan en un modelo social como pudiera ser una cantante, una estrella de cine o una figura de las letras, sino que el modelo es algo parecido a un prototipo que simboliza a la perfecta adolescente española, cosa que desconocemos: “... todavía no tengo novio, pero mis amigas dicen que no voy a tener problemas porque parezco española...”. Y es que en Logroño como en España, las actitudes de carácter xenófobo y racista no son tampoco ajenas al uso de algunas minorías que afortunadamente no empañan el pensamiento y la actitud del conjunto de los ciudadanos de Logroño. No obstante sí hemos escuchado algunos comentarios despectivos a autóctonos que nos permiten afirmarlo y que se pueden resumir con estas frases: “... da igual cómo estén los pisos, los inmigrantes se meten en cualquier sitio...” Por su parte, esta joven logroñesa a la que se le ofreció cuidar a un enfermo unas horas al día ya que pedía como favor un trabajo con urgencia por tener dificultades económicas en su familia, respondió de la misma manera: “... ¿cuidar a un enfermo? Para eso están las rumanas y todas esas...”. A pesar de estas manifestaciones xenófobas la necesidad de trabajadores inmigrantes en los países desarrollados ha sido detectada por numerosos organismos. Según escenarios elaborados por la División de Población de las Naciones Unidas (UN Population Division, 2000), los países europeos necesitarían de un mínimo de 3,23 millones de inmigrantes anuales entre 2000 y 2050 para mantener el tamaño de su población en edades laborales (de 15-64 años), en los niveles de 1995. No obstante, el mensaje reiterado de la llegada masiva de inmigrantes a España y la amenaza de una invasión de los mismos ha llegado a calar en la conciencia de los españoles, hasta el punto de que un 47,8% de los mismos afirman

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que les parecen demasiados, seguidos de un 40% que estiman que hay bastantes pero que todavía no son demasiados. Esta percepción cuantitativa de los inmigrantes podría tener su correlato en el hecho de que ya hemos llegado a los límites de aceptación de población inmigrante, cosa que no ha sido probada; además, el 51,5% de la población piensa que en los próximos años aumentará mucho el número de extranjeros frente al 34,6% que opina que sólo aumentará algo. Sobre las actitudes de los españoles se ha estudiado mucho y hasta los años noventa llegamos a destacar como uno de los grupos nacionales europeos menos racistas; claro está que una cosa es manifestarse tolerante y otra cosa es ser solidario. Veamos al respecto los resultados del último barómetro 75 del CIS, de mayo de 2003 del que se extraen algunas conclusiones relacionadas con lo expuesto, como por ejemplo las respuestas a la pregunta ¿cree usted que, en general, toda persona debería tener libertad para vivir y trabajar en cualquier país, aunque no fuera el suyo?, donde el 88,5% contestó que sí y tan solo un minoritario 7,2% contestó que no. La evidencia de las cifras no merece más comentarios. Ante la pregunta sobre el grado de simpatía (de uno a diez, siendo diez el grado máximo), alcanzado hacia las personas de diferentes orígenes nacionales, todas las respuestas superaban el aprobado, oscilando entre el 5,3 de norteafricanos (marroquíes, etc.), el 5,5 de los norteamericanos, y el 5,9 de africanos, asiáticos, rusos y filipinos. Los únicos que alcanzan notas superiores al cinco son portugueses (6,5), latinoamericanos (6,6) y europeos occidentales (7,1). Es decir, los españoles tienen por peor considerados a marroquíes y norteamericanos y por bien considerados a los de otros países miembros de la Unión Europea, encontrándose el resto en esa zona imprecisa que se da entre los extremos de ninguna y mucha simpatía. Yendo un poco más lejos y entrando en el terreno de la cotidianeidad donde necesariamente los españoles nos tropezamos con la existencia de una población extranjera que convive con nosotros, se les pregunta si les importaría que sus hijos compartieran el colegio con niños inmigrantes, y para que no haya equívocos entre nuestros gobernantes un 73 % respondió que no les importaría nada y sólo les importaría un poco al 16%, lo cual constituye una actitud democrática y positiva hacia el establecimiento de relaciones interculturales en la escuela. A nivel cualitativo, el trato que otorgan los españoles al inmigrante es de normalidad (igual que si fueran españoles), en el 47,4% de los casos; al menos eso es lo que subjetivamente dicen de sí mismos aquellos que fueron entrevistados; y ya a distancia están los que piensan que tratan a los inmigrantes con desconfianza (18,6%) y con amabilidad (18,6%). Sin embargo, cuando a estos mismos entrevistados se les preguntaba sobre su opinión acerca de cómo pensaban que los españoles tratan a los 75

CIS. Barómetro de mayo de 2003. Estudio 2.511

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inmigrantes, contestaron que básicamente los españoles los tratan con desconfianza (45,5%), y tan sólo un 14,6% dijeron que pensaban que los españoles tratan a los inmigrantes con normalidad. Es decir, cuando hablan de sí mismos dicen que ellos tratan con normalidad, pero si hablan de los demás piensan que su trato es de desconfianza. Es como si estos españoles no pertenecieran al grupo de opinión medio y su punto de vista fuera el excepcional, lo que demuestra que tendemos a vernos mejor de lo que pensamos que somos. Pensamos que somos algo xenófobos pero decimos que somos tolerantes, seguramente respondiendo al concepto de deseabilidad social. Alguien decía que las encuestas lo único que certifican son nuestras mentiras. Quién sabe. Casi el 60% de los entrevistados dijeron haber mantenido alguna vez relaciones con población inmigrante, principalmente de carácter laboral (51,7%), aunque también de amistad (48,4%) y de vecindad (40,1%). Es decir, seis de cada diez españoles han mantenido o mantienen relaciones con la población inmigrante porque comparten trabajo o porque comparten vecindad, pero esto es lo importante, porque también han trabado amistad. Por eso no cabe duda que las actitudes de los españoles ante los inmigrantes van a marcar el tipo e intensidad de la integración de los mismos. Esto es cuanto parece derivarse de las opiniones mostradas por los españoles, pero volvamos con lo que nos indican las propias mujeres inmigrantes en el proceso de integración en la ciudad de Logroño, donde interviene con una gran fuerza las denominadas primeras impresiones, todo aquello que les gustó o desagradó a su llegada. Este argumento sobre la apreciación inicial es una característica del género humano, pues todos nos guiamos inicialmente por las llamadas primeras impresiones, las que nos dejan huella y que guían nuestros pasos más inmediatos. Por ello utilizamos el análisis argumental para ayudarnos a entender el esfuerzo que estas mujeres han realizado para adaptarse a factores, que si bien pueden resultar secundarios, pueden determinar el proceso de inserción. Así podemos observar cómo difieren en su experiencia vital estas mujeres argentinas a través de los argumentos que exponen sobre sus primeras impresiones a su llegada a la ciudad: “... al principio no me gustó porque miraba a un lado y miraba al otro, y se me acababa la calle. Yo decía: y Logroño es esto?. Me parecía minúsculo, y me perdía... O sea, no reconocía calles, no reconocía nada. O sea, a mi, llegar de Gran Vía a Duques de Nájera, me costaba un huevo y la mitad del otro, no entendía como había que llegar. En Argentina tenías que coger el autobús veinte minutos, o dos horas, o coger tres autobuses para ir a comprar a una determinada zona; aquí si coges dos autobuses es porque vas a Alcampo nada más.

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Una primera impresión corresponde a las distancias. Logroño es una ciudad pequeña que presume de poder recorrerse de un extremo a otro andando sin necesidad de tomar ningún vehículo, cosa que hacemos para desplazarnos a los barrios periféricos, y para lo cual tan sólo necesitamos una línea de autobús. ... la gente, al principio no me gustó tampoco, me parecieron super mal educados, allí... mira, aquí entras a comprar a un negocio, o entrabas..., que ya he cambiado el concepto, porque me he acostumbrado. Al principio yo entraba a comprar a un lugar y parecía que yo estaba suplicando que me vendieran, esa sensación de que yo no soy un cliente, sino que tu entras en mi negocio y entras a comprarme, que yo tengo el negocio para que tu me compres, esa sensación de entrar y «¿qué te doy?¿qué necesitás? me estorbás, apuráte». Allá es tanta la competencia que necesitan matarse para tener clientes, la tensión es espectacular, te sacan media tienda, te ponen un trono de oro, te dan un café y te relajas mientras eliges lo que quieres, aquí no, aquí apuráte y si estas adentro prácticamente te echo. Esta impresión sobre la manera de comportarse de los comerciantes logroñeses le resulta chocante en comparación con la situación de gran competencia en la que se mueven los comerciantes argentinos y que percibió como propio de la mala educación, formando parte de los modos y usos sociales de toda la población logroñesa, tal y como reitera en la siguiente consideración: Y con la gente, yo flipaba, con los padrinos de mi hermano, yo desde los cuatro no los volví a ver, pero el contacto era mucho. Con sus hijas me pasó lo mismo, yo cuando llegué tenía un grupo de gente esperándome; me sentía más contenida. Sacando ese grupo..., el resto de la gente me parecía muy borde. Yo no digo que siempre te muevas para no mojarte... pero si llueve y llevas paraguas no te pongas debajo del techo.” Por su parte esta otra mujer argentina tuvo su primera impresión al llegar a Logroño desde Pamplona, esta vez referida al clima que debió tomar por tropical, dado lo avanzado de la estación, hasta que se encontró con los peores presagios a la llegada del invierno. Logroño no es precisamente La Plata, ni el Ebro es el Paraná: “Yo llegué sola con todos los niños, me quería acompañar la suegra de mi hermana... pero yo no quería... después hubiera tirado a una de las niñas por la ventana (bromea), pero bueno, llegué el 16 de agosto a Pamplona... yo hice Barajas, Barajas-Pamplona y ya vino mi marido a buscarnos en un carro... y bueno, era un día de sol, todo se veía

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precioso cuando llegué, y después pasó el tiempo y seguía el sol... hacía un calor terrible... Este... pues nada, empezaron las clases... tuvimos que hacernos unas fotos y la chica que las hizo... digo... qué clima más lindo, que sé yo, siempre hay sol...!, y ella dice: pues esperad a noviembre... Y llegó noviembre y empezó a llover... creo que el primero mismo y no paró... fue horrible. Yo vivía en La Plata, y claro... cuando veo el río digo... pero a esto le llaman río? El que yo conozco tiene 200 Km. de anchura, tú no ves el otro lado... es el único río que tiene marea... y bueno...!! También esta joven colombiana de veintidós años nos habla de sus primeras impresiones, pero en este caso hace hicapié en un aspecto muy concreto, el tono de voz que le resulta agresivo y muy elevado: “... nunca había estado en España, ni conocía a ningún español. Respecto a la lengua, el hecho de ir a un país en donde se habla la misma lengua que en el tuyo, era una de las cosas que me tranquilizaba bastante. Aunque al principio, cuando llegué no entendía algunas palabras, no tuve ningún problema. Lo que si me chocaba es vuestro tono de voz. Habláis muy alto y a veces parece que estáis enfadados. Hoy quizás ya no lo note tanto, porque ya me he acostumbrado, pero es una de las cosas que recuerdo como algo que me llamó la atención.” Mucho más duras fueron las primeras impresiones de esta mujer boliviana que llegó sola, embarazada y huyendo de una situación de malos tratos. La precipitación por salir del miedo y la preocupación por el bienestar del bebé le impidió planificar adecuadamente el viaje. De este modo llegó a Logroño y acudió directamente a los recursos de apoyo que prestan en el Servicio Doméstico donde se encontró con una respuesta inesperada: “... me han tratado muy mal, decían que cómo se me ocurría, que había muchas chicas, que en mi estado no iba a poder trabajar... No me dieron alojamiento, me tuve que ir a una habitación con otras chicas que no conocía...” Quizá las expectativas de esta mujer eran excesivamente altas y este choque con una realidad clara y mucho más difícil de lo soñado causaron esa reacción negativa en su apreciación de lo que hemos denominado primeras impresiones. Primeras impresiones que como se ha visto no siempre coinciden con nuestros anhelos, nuestras ilusiones o los intereses que dieron sentido al proyecto migratorio.

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2.- DECISION DE QUEDARSE Y EXPECTATIVAS DE RETORNO Quedarse o retornar. Ante esta disyuntiva optan por el camino del medio que es volver de visita por los vínculos familiares, aunque no para quedarse ni reorganizar el futuro sino por esa demanda perentoria de ver a los suyos, a quienes dejaron por un tiempo que luego se convirtió en mucho tiempo, aunque con la idea precisa de organizar su futuro donde está su presente, es decir en Logroño, donde muchas de estas mujeres mantienen relaciones estables de pareja, o con proyectos de matrimonio o bien con maridos, pero también con responsabilidades familiares, o solas, o solas y con amigos. Han sido las experiencias sostenidas en el transcurso de su estancia en la ciudad de Logroño las que han marcado la decisión sobre la permanencia definitiva o temporal. Experiencias que vienen definidas no solo por las características personales del origen nacional, edad, estado civil, descendencia y manejo del idioma, sino por cuestiones relevantes pero prácticas como el tipo de trabajo y los ingresos económicos, la posesión de vivienda, la reagrupación familiar, las relaciones sociales, el acceso a los servicios públicos, las oportunidades de promoción y la movilidad laboral y social. Todo ello sin olvidar aquellos componentes de carácter simbólico que si bien pueden pasar desapercibidos para la mujer, son auténticos marcadores del desarrollo biográfico; por ejemplo los sentimientos de pertenencia a un grupo, la potenciación de la autoestima, la visibilidad social, la igualdad de género, la seguridad y la independencia. No queremos pasar por alto un aspecto que en la vida cotidiana de Logroño resulta fundamental, se trata del cultivo de la vida social a través de algo que caracteriza a esta ciudad, como son los bares de chiquiteo, cafeterías, discobares, fiestas, etc., donde sobre todo las jóvenes migrantes amplían su red de amistades más allá del grupo de paisanos, adaptándose al estilo de vida imperante. Otra cuestión que ha pesado sobre la decisión de quedarse es el tamaño de la ciudad, que favorece un nivel de calidad de vida superior al que se encontraron en otras ciudades en su periplo viajero. Calidad de vida que también han hecho extensiva a algunos de los servicios procurados en la ciudad, como guarderías y escuela, transporte, atención sanitaria, vivienda, financiación y en especial, al coste de la vida. No obstante, como buenas ciudadanas de Logroño también son capaces de emitir críticas al alza de los precios de algunos productos y servicios, a la manera de gestionarlos y a su accesibilidad. Pues bien, la mayoría de las mujeres inmigrantes han decidido quedarse, aunque de manera desigual en la duración de su estancia. Así, hemos conocido mujeres que han optado por afincarse definitivamente en

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Logroño, otras que están pensando en prolongar su estancia un periodo relativamente largo; hay quienes han decidido seguir probando un tiempo corto a la espera de posibles mejoras, y finalmente quienes están hoy por hoy más preocupadas por regularizar la que podría llegar a ser su situación y residencia definitiva. En alguna ocasión nos han manifestado que se asentaron en Logroño por la publicidad que le otorgó a la ciudad otro miembro de su familia, respondiendo en este sentido a lo que se denominó efecto llamada. Aunque las diferencias entre unas mujeres y otras nos hacen tomar esta denominación de forma prudente. Al respecto, esta joven rumana nos indicó que movida por los deseos de imitar a su hermana, quien ya residía en Logroño, decidió un buen día afincarse en Logroño con la excusa familiar de que sólo viajaba de visita: “... tengo unas ganas de ver a mis padres... aunque sea... Por teléfono hablamos cada fin de semana, pero hace dos años que no nos vemos... no se. Ellos no estaban de acuerdo que viniera. Con mi madre hablábamos, pero con mi padre... Le he dicho que venía de visita tres meses y luego volvía a casa. Porque mi padre estaba con la universidad (estudiar). No le gustaba la idea de quedarme aquí, ni de mi hermana. Yo como estaba la más pequeña, no salía de casa, pa lejos, para mucho tiempo.” Esta misma mujer reconoce que no contaba con el beneplácito de sus padres, sobre todo del padre, que tampoco había dado el visto bueno a la partida de la hermana mayor, por eso siente que les debe una explicación en primera persona, pero volver no puede volver cuando quiera, pues siente temor ante las amenazas de una vuelta sin retorno; por eso, lo primero es obtener la regularización: “... voy a volver pero con papeles. Yo para volver a vivir allí no lo sé. De momento no. Ver a mis padres y volver a vivir aquí.” Volver con papeles, pero volver y regresar a su nuevo domicilio, que no es el de sus padres, ni el del país donde nació, porque su vida se ha hecho a las nuevas costumbres, a los nuevos usos sociales, y le gustan, y además está acompañada de su hermana, pero también de aquel con quien espera emprender una nueva aventura vital, su novio, el cual le ha presentado a su familia que se ha convertido por extensión también en su familia: “... mi novio me ha presentado a toda su familia, a sus abuelas también. Conmigo tienen cariño... estas Navidades, Nochebuena, Nochevieja, estuve con su familia, y el año pasado también. Cenamos

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en casa de los abuelos, con todos también.”

los hermanos de su madre

Es decir, el conocimiento de la familia política no se limita a los padres, sino a la familia extensa merced a los rituales navideños que permiten la reunión de grandes grupos familiares. La chica rumana es presentada uno a uno a todos los miembros del grupo familiar, y ya todos la reconocen como un miembro más de la familia. Sólo falta que las autoridades le reconozcan su estancia irregular sin esperar que contraiga nupcias, pues para los demás es una más, una ciudadana que vive y trabaja en Logroño y hace planes en Logroño. Además se encuentra su hermana, quien sin saberlo le ha marcado el rumbo al decidir venir a Logroño, ampararla en Logroño, y vivir en Logroño; en fin, la que ha logrado regularizar su vida en la ciudad: “...mi hermana no piensa volver. Ella ha vuelto de visitas pero para vivir la vida no. Ha tardado dos años pero luego le han salido los papeles, porque para los papeles tienes que estar seis meses trabajando. Ella vino en noviembre y yo el siguiente año.” La relación de pareja y su estabilidad emocional es un motivo fundamental para la permanencia en la ciudad. La formación de un hogar y la posibilidad de reunión familiar son otros estímulos que la mujer recibe con interés. Sobre este particular nos habló esta mujer colombiana, que casada a los diecisiete y viuda muy joven, consiguió rehacer su vida en Logroño. Aunque tiene expectativas de regresar a su país para ver a su familia y si es posible traer a su hija, se muestra clara en su decisión de quedarse definitivamente en Logroño: “... yo tengo intención de quedarme, de formar un hogar, quiero formar un hogar porque ya estoy casada aquí, y a mi hija la traigo. A mis padres iría a visitarlos a Colombia, porque ya le dije a mi marido que cuando me trajeran los papeles yo quería ir a Colombia a visitar a mis padres, porque nadie sabe que mañana... Yo llevo tres años sin verlos y me hacen mucha falta...” Traer en primer lugar a los hijos y en segundo lugar a los padres o al resto de la familia es el deseo compartido por todas las mujeres que han sido madres y se han visto obligadas a salir y dejar a su descendencia al cuidado de la familia, normalmente de los abuelos. Porque las abuelas son las clave de que este proyecto familiar llegue a funcionar. Hay mujeres que ya con sus hijos al cuidado de las abuelas, aquí pueden promocionarse y trabajar en otros sectores de los servicios o la industria. Esto es lo que les mueve a realizar remesas de dinero periódicamente y a requerir vía telefónica o por correo noticias sobre el estado de los hijos, aunque también del marido, padres y hermanos. Un ejemplo de reagrupación familiar por etapas nos lo ofrece el relato de esta mujer argentina que enumera el conjunto de personas que se han reunido en Logroño tras su asentamiento:

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“... después han venido todos. Primero mi hermano el mayor, tiene dos niños; después ha venido el otro, después ha venido el tercero y se han traído a sus novias e hijos respectivos. En total somos mis papás, dos, mi hermano y la novia, mi hermano la señora y el nene, van seis, el otro diez, y nosotros dos doce.” La mujer se preocupa de todo lo relativo a la crianza y educación de los hijos sin olvidar aquellos detalles propios de la cultura tradicional de su país como pueden ser comuniones, cumpleaños o la puesta de largo de las hijas, como se desprende de las palabras de esta mujer colombiana de cuarenta años: “... porque yo llamo cada ocho días, o cada quince días a mi familia, y por ahí tengo las cartas que me llegaron por estos días, y ayer; de mi hija me manda unos muñecos muy hermosos. Tiene mucho de... mi niña tiene... Por ejemplo allá en Colombia se celebra los quince años, y en las cartitas que me ha mandado, me dice «mamita ya son mis quince, ya soy una mujercita», me dice. Porque bueno pues allá se le celebran, este, ahorita el ocho de enero ella hace los quince, entonces pues yo le mande un dinerito pa que haga su fiesta y este con sus tíos y mi hermana le esta arreglando las cartas, arreglándole todo, porque allá se hace eso en familia y todas mis hermanas, como yo no estoy allá, pues yo les pedí el favor que ellas me ayudaran a hacer todo de la niña...” Hacer todo lo de la niña, presentarla como una mujer y velar hasta que pueda reunirse con ella. Aunque en todos los casos hemos observado la expectativa de poder viajar a sus países con el fin de ver a sus familias, es muy frecuente que manifiesten su intención de permanecer en Logroño, tanto por los motivos señalados anteriormente, como por la clara diferencia existente en cuanto a “oportunidades” de todo tipo, un valor que en muchos casos indujo el viaje y que vuelve a pesar en la decisión de quedarse. Las oportunidades se van a referir a trabajo, condiciones laborales, vivienda, educación, promoción social, movilidad ascendente, etc. Tal es el caso de esta mujer boliviana cuando nos narra: “... si, si, mi intención es quedarme en España; ahora me voy a ir un mes a mi país para visitar a mi familia que hace tres años que no la veo, pero quiero volver y creo que seguiré en el trabajo que tengo. Logroño me gusta y me quedaré aquí. Eso sí, cuando vuelva me gustaría estudiar algo o hacer algún curso porque no voy a quedarme toda la vida trabajando en esto, quiero superarme, además quiero sacarme el carnet de conducir y quiero hacer algo de idiomas. Entrar en la Universidad lo veo más difícil porque hay que pagar más matrícula ¡uf!, no puedo dejar de trabajar, porque además cada mes tengo que mandar una cantidad de dinero a casa.

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¡Ay! Pero esto no se sabe nunca, igual encuentro un hombre por ahí y me caso... (entre risas)” Un montón de proyectos de mejora (en el trabajo, en lo cultural, en lo formativo), que incluso pasan por la posibilidad de acceder a la Universidad, porque no es la primera vez que las mujeres inmigrantes señalan como una de sus metas retomar estudios abandonados en el país de origen, o ampliarlos, o convalidar titulaciones adquiridas. Entretanto la realidad familiar, la realidad del desarraigo familiar, de la ruptura y la pérdida se impone. Y se impone con el fin de retomar y recuperar el hilo de la relación perdido un día, cuando se inició el viaje y se pensó que sería circunstancial, que no duraría más de una temporada, y después se convirtió en duradero con el paso de los años. Y ahora parece llegado el momento de cumplir con el ritual de visitarlos una vez se ha logrado el mínimo necesario y demandado, que es la situación de regularidad y los medios económicos para plantear el viaje de ida y vuelta, que no el viaje sin retorno; pues la vida ya la tienen hecha aquí, en Logroño, y en la medida de lo posible quieren que esa decisión sea del gusto de todos, y si pudieran o si los padres accedieran, les traerían aquí para que vivieran con ellas y fueran testigos de su destino, del destino que un día las trajo a Logroño. En esto también se encuentra esta mujer argentina cuando le preguntamos sobre su intención de quedarse aquí: “... eso nunca se sabe, de momento sí, tengo acá trabajo y a mi pareja, y las cosas en Argentina no están bien todavía. Por un largo tiempo creo que me quedaré. Lo que más me preocupa son mis padres, pero ya están viejos para venir a España; la idea no les gusta mucho, y si vienen es bastante difícil que regresasen a Argentina, allá tienen todo lo que han logrado, mi hermana esta pendiente de ellos y están bien atendidos.” Aunque también interviene en la decisión de quedarse los cambios sociales reconocidos en la sociedad de acogida en comparación con los de la sociedad de origen, y que se presentan a los ojos de la mujer inmigrante como una mejora de su estatus anterior y, sobre todo, que le ofrecen un ámbito de seguridad, un refugio inmediato frente a la indefensión y la amenaza permanente a la que se han visto sometidas muchas de las mujeres que han vivido épocas de convulsión y violencia. La seguridad anhelada es la que se prodiga desde el trabajo y el salario. A través de ella ven una opción real de reunir a su familia o a su prole. En estos mimbres se enreda la decisión de esta ecuatoriana cuando dice que: “... me gustaría quedarme aquí, ya que los sueldos son mucho mejores... Hay más seguridad en la calle, y sobretodo porque espero traer pronto a mis hijos.”

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Los salarios, la seguridad económica que le permite soñar y proponer, gestionar en libertad su vida, y con ella la de sus hijos. Los hijos, que si bien abandonados en la seguridad de los suyos, de los padres y de la familia con el fin de permitir a la mujer explorar el viejo mundo, el mundo occidental con más libertad que la que podrían tener con hijos menores dependientes, son siempre objeto de devoción. Hacia ellos se dirige la comunicación diaria o semanal, hacia ellos va el destino de las remesas de dinero que periódicamente llegan con prontitud a la casa que los guarda y alimenta, y a ellos va dirigida la esperanza de algún día reunirlos de nuevo con su madre, también en el viejo mundo, el mundo desarrollado. Porque muchas veces las mujeres que podrían optar por volver si personalmente no se sienten satisfechas en la sociedad de acogida, no lo hacen porque reconocen que los beneficios y recursos habilitados en favor de los hijos es ya de por sí un motivo fundamental para quedarse. La integración escolar y la educación de su hija es el elemento fundamental en la decisión de permanecer en Logroño esta mujer cubana: “... no se qué futuro, pero tampoco tengo intención de volver a Cuba, ya después de siete años. Mi hija tiene la vida aquí, y de momento lo tengo todo tan difícil allá como seguir aquí...” Los proyectos migratorios siempre están animados por la perspectiva de alcanzar un estatus de bienestar, pero no un estatuto de bienestar en exclusiva, sino compartido o extensivo a los hijos, porque si bien los objetivos de regularización, adquisición de una vivienda, ampliación de la red de amistades y disfrute de tiempo libre mueven a soportar el trabajo duro de más de diez horas diarias, en realidad todo tiene un fin más trascendental, reunirse con el hijo añorado. Algo de esto se entrevé en las palabras de esta mujer rumana de cuarenta y tres años: “... por lo menos me voy a quedar diez años. Quiero conseguir los papeles para mi hijo de veintiún años para que venga y entonces se quede aquí. Si me quedo me quiero comprar un piso. Me siento muy integrada en el trabajo estoy muy bien con mis compañeras, no he sentido nunca discriminación por parte de nadie. Estoy aquí para hacer algo, por eso trabajo todos los días más de diez horas para mandar a mi familia dinero porque el dinero de aquí vale mucho en mi país. Mi hermana allí trabaja y gana 100 euros al mes. Al trabajar tanto no salgo casi por ahí porque no tengo tiempo. Yo nunca pensaba que podría estar así, que no me falte nada... Por lo menos diez años si que me voy a quedar porque además dentro de seis años me darán la ciudadanía. Si traigo a mi hijo entonces si que me quedaría aquí para siempre porque ya tendría a un hijo a mi lado y estoy muy bien”.

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Una situación de semiesclavitud respecto al trabajo que no le permite ni mantener relaciones sociales con el fin de mandar dinero a su familia (todo lo que sea posible), porque no hay ahorro ni otra perspectiva que mejorar los niveles de bienestar de los suyos, con su aportación seis veces superior a la de su hermana, y sin otra perspectiva que la de regularizar su situación de irregular. Sólo entonces empezará a pensar en ella y en las opciones que se le presentan de quedarse o volver, si traerse a su familia (puede que el hijo tenga para entones su propio proyecto vital lejos de Logroño) o continuar sola. Quizás para entonces piense que no tiene amigos, que no tiene familia que reunir, que su hijo ha fundado nueva familia, que ya no tiene fuerzas para embarcarse en la compra de un piso, pero claro, eso es pensar, especular sobre qué será de su vida dentro de diez años y ahora sólo le preocupa este presente de trabajo duro y permanente, porque allí está su hijo. Los hijos siempre aparecen en el discurso de las madres inmigrantes, ellos son el fundamento de todos los proyectos vitales, de todas las perspectivas de futuro, y para esta mujer marroquí no lo son menos: “... Sí, queremos quedarnos al menos hasta que los niños sean mayores y se valgan por sí solos...” Quedarse hasta que los hijos sean mayores, hasta que ellos terminen sus estudios, hasta que ellos organicen su propia vida; es decir mientras ellos tengan lo mejor, los servicios que en su país faltan o escasean, la libertad de movimientos que otorga el estatuto de nacional de un país de la Unión Europea, o la doble nacionalidad si se pudiera compaginar el presente y el pasado como podría soñar esta otra mujer magrebí: “... de momento tengo permiso de trabajo hasta el 2004, pero como estoy fija en el hostal, me lo volverán a dar si sigo allí. Mi hermana está haciendo los papeles para la nacionalidad, y yo cuando lleve más años también los haré si es que no han cambiado las leyes para entonces... Porque, por ejemplo, Noa ha nacido aquí y no tiene nacionalidad y los hijos de mi hermana que tienen nueve años, sí que la tienen por nacer aquí... Cada vez esta todo más difícil... ¡Claro que me gustaría quedarme!, ¿a dónde voy a ir sino?, además estoy muy contenta en Logroño, he tenido suerte con el trabajo y con mis compañeras, mi hermana está aquí... y además es lo mejor para Noa...” Lo mejor para su hija, porque además dónde va a ir si donde está se encuentra bien y la perspectiva del pasado no es la más favorable. Por qué va a renunciar a la posibilidad de que su hija sea española si ella ha nacido en España, si puede seguir el ejemplo de sus primos que son españoles. Por qué habría de renunciar a su derecho a la igualdad si ella vive, trabaja y se relaciona como una más, sin que lleve como estigma grabado en la piel que

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no es una nacional; por qué entonces debería abandonar su domicilio, su trabajo, sus compañeras y adjudicándole el estatuto de irregular expulsarla del país donde ha nacido su hija. En esta situación se han visto gran número de inmigrantes al albur de los cambios legislativos y la voluntad administrativa de aplicar esas leyes cada vez más restrictivas (“cada vez está todo más difícil”). Otras familias han tirado la toalla, saben de otros países, en otros continentes, que tienen una tradición contrastada en la acogida de inmigrantes, que pueden ser lugares donde se ofrezcan mejores oportunidades, más posibilidades de llevar a buen término el proyecto migratorio, de darle fin. Y si algo o alguien les retiene en nuestro país, en nuestra ciudad, como siempre tiene forma de descendencia: son los hijos. Precisamente una joven albanesa nos habla de sus padres, quienes manifiestan su intención de irse a América, aunque confía en que permanezcan en Logroño por su bien hasta que acabe los estudios secundarios: “... por ahora sí tienen intención de quedarse; al menos dos años, hasta que termine yo el bachiller... Mis padres se quieren mover, se quieren ir a América; pero no se van a mover porque yo he empezado el bachiller... Por ahora me gustaría quedarme, porque no me gustaría tener que buscar amigos otra vez, adaptarme... Difícil no es, pero es el esfuerzo...” Para esta joven la propuesta de cambiar de aires, de continuar el viaje, resulta manifiestamente costoso, sobre todo en cuanto a buscar y conseguir nuevos amigos. No le sería nada dificultoso pero no quiere deshacerse de los que ya tiene, está a gusto en Logroño y su personal y particular proyecto se encuentra aquí, pero sabe que es menor y que al final la voluntad de sus padres se impondrá, salvo que en los próximos años nuevas perspectivas permitan su asentamiento definitivo en esta ciudad. Son pues distintas las condiciones, las situaciones, los orígenes nacionales, las causas y motivos que hemos encontrado en gran número de ocasiones, donde se manifiesta una clara voluntad de permanencia entre las mujeres entrevistadas, en especial, por parte de aquellas que han logrado estabilizar su situación económica, social y legal. En otros casos hemos conocido la experiencia de muchas otras cuyo objetivo al iniciar el viaje tenía caducidad, en algunos casos más concreta que en otros. Es decir, cuando el objetivo del proyecto migratorio estaba muy delimitado y los plazos también lo estaban, tal es el caso de esta mujer rumana: “... En junio me marcho, lo estoy esperando... Es cuando mi hija termina la carrera y ya no hace falta que esté aquí...”

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En los casos en que el objetivo del viaje era menos concreto los plazos no están cerrados, observándose la intención de regresar en un tiempo relativo más o menos inmediato, como es el caso de esta mujer ecuatoriana quien tras seis años de estancia en Logroño con su marido comparte con nosotros su decisión: “Mi único pensamiento ahora es volver a mi tierra. Nos hemos propuesto este último año aquí, para ganar dinero pronto y poder regresar, pero también te digo, que eso no significa que quiera ser explotada...” Aunque la idea inicial es la del regreso una vez se hayan cumplido aquellas premisas iniciales de obtención de recursos económicos, también es verdad que una vez se ha conocido la existencia de unos derechos, se han manejado otros estilos de vida, una vez se ha gozado de una libertad imprevista, difícilmente se soporta una vuelta atrás, un volver sobre presupuestos que les inclinaron a salir de su país. Cuando los objetivos de permanencia están abiertos, también encontramos mujeres que no se han impuesto un tiempo concreto de estancia o regreso y su decisión queda supeditada al grado de consecución de los objetivos propuestos, en este caso los de la nacionalidad: “... si consigo la nacionalidad y puedo encontrar un trabajo que me guste, vendería mi piso de Rumania y me vendría aquí... pero si no, prefiero volver. Allí hay mucha gente que puede vivir, yo también podría... no quiero que me den órdenes y trabajar en esto toda mi vida...” Esta mujer considera que el tipo de trabajo que realiza en Logroño no es el más adecuado ni a su preparación ni a sus intereses, y tan sólo la posibilidad de obtener la documentación que le permitiría moverse con más libertad hace que continúe en la ciudad. Sólo en ese caso cerraría el capítulo de su vida anterior y escribiría uno nuevo donde desde luego no habría gente que le diera órdenes. Su juventud y su nivel socioeducativo así se lo dicta. El deseo de volver está presente en las mujeres jóvenes y recién llegadas, sobre todo si, como la mujer rumana, disponen en su país de unos medios y unos recursos que le permiten dirigir su vida de manera más holgada que lo que se les ofrece aquí. Otras veces, pese al deseo de volver, a la inmediatez del regreso cuando se llega a destino, ocurre que tras un tiempo de estancia, cuando se ha reflexionado sobre los objetivos que las llevaron hasta aquí, ese proyecto de retorno se deja en suspenso mientras no se cumplan los mínimos que permitan abrigar la idea de que se ha consumido todas las oportunidades de mejora, desde un trabajo, unos estudios o un patrimonio con el que justificar su estancia. De este tenor son los comentarios de esta joven colombiana, quien aunque manifiesta su

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bienestar actual y las oportunidades que se le han presentado en Logroño y que espera aprovechar, mantiene la expectativa de regresar a medio-largo plazo a su país: “... la verdad es que me encuentro muy bien aquí, nos tratan bien y de momento no cambiaría nada, excepto los tres primeros meses, el resto del tiempo he estado aquí, no conozco otra cosa por lo que no te puedo decir si estaría mejor o peor... Bueno... me gustaría volver a mi país, aunque sé que queda mucho para eso. De momento me tengo que quedar aquí para ganar dinero y, si puedo, estudiar algo... Ya veremos qué pasa, tampoco puedo decir nada, lo que sí es cierto es que aquí hay más oportunidades...” Entre los planteamientos que las mujeres se hacen en su reflexión acerca de permanecer o retornar pesan especialmente las circunstancias personales concretas, como la experiencia vivida en Logroño o con anterioridad, los intereses que motivaron el viaje, tanto propios como de familiares, las cargas familiares, la situación política del país de procedencia, etc. Y todo esto se conjuga con las particulares trayectorias vitales en una maraña de sentimientos, deseos, frustraciones, recuerdos, anhelos e intereses que motivan los cambios en los proyectos migratorios, donde además se encuentran con la misma maraña en la que se mueven sus compañeros y familiares dando lugar a una negociación permanente que no deja vislumbrar un destino concreto. Una mujer marroquí nos habla precisamente de las contradicciones surgidas entre sus deseos y los expresados por su marido y sus familiares, encontrándose en un triángulo de opuestos en donde cada uno de los participantes expresa destinos diferenciados; no obstante todos tienen que confluir porque la vida en solitario no se imagina y los lazos no se rompen. El diálogo es el trasfondo sobre el que se organizan las decisiones: “... yo... quiero volver a mi país, no quiero vivir como ha vivido mi familia, porque si no..., luego, a la hora de volver me va a ser muy difícil, con lo cual, yo sí me plantearía volver. Porque mi padre también se planteaba volver y por eso no buscó una situación más estable y... bueno eso (se observa dificultad para expresarse por el idioma). Quedar aquí lo veo muy difícil ya que mi marido no quiere”. La mujer quiere volver a Marruecos, el marido quiere ir a Francia y la familia quiere que permanezca con ellos en Logroño, pero todo indica que se impondrá la voluntad del marido tal y como nos han manifestado otras mujeres magrebíes atendiendo a la tradición que deja el poder de decisión en los varones. Las marañas en que se ven envueltas las mujeres a veces son producidas por quienes en principio han sido el objeto del viaje migratorio.

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Nos referimos a los hijos que cuando llegan a una edad adulta no siempre están dispuestos a seguir los pasos de sus padres, ni mucho menos a cambiar su estilo de vida o proyecto vital. Este podría ser el caso percibido por una mujer colombiana de cuarenta años que ve cómo el hijo mayor ha organizado su vida en Colombia y pese a los deseos y afectos hacia su madre, no renuncia a fundar una vida propia: “... cuarenta sí, y dos hijos tengo, pero en Colombia. Mi hijo, el mayor, tiene diecinueve y la niña tiene quince, pero no están conmigo; tengo ganas de traerme a la niña porque ya tiene plaza en el Sagasta... Desde el año pasado, que no se si no haber llamado para decir que no me la guarden, porque he estado con los papeles.... Porque mi hijo tiene diecinueve años y no se si querrá venir, porque él está en casa de sus abuelos. Me dice«no se mamá si quiero ir allá contigo porque aquí estoy muy bien con mis abuelos, lo que pasa es que me haces mucha falta mamita», me dice mi hijo. Y le digo, pero no «es que yo aquí tengo mi novia, y ya sabes, que yo no voy a dejar a mi novia, y ella tampoco quiere, no sabe como es por allá», y que no se qué, que no conozco, y le digo «pues si quieres, venir algún día a pasear, me dice, y yo más no pido y como para que venga a estar unos diítas conmigo» Y le digo bueno, pues si quieres venir, pues ven, y dice «uh, mamita, pues ahí lo estamos pensando». Y con el relato de esta colombiana concluimos los testimonios que nos han hablado de los deseos de quedarse o de retornar y de las particulares dificultades a las que se enfrentan las mujeres inmigrantes en la ciudad de Logroño.

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CONCLUSIONES Es probable que las conclusiones de este trabajo no sorprendan al lector interesado en el campo de la inmigración y a aquellos que de una u otra manera hayan tenido contacto con alguna de las personas inmigrantes que comparten su vida con nosotros en la ciudad de Logroño. De manera intuitiva la mayor parte de los ciudadanos conocemos hoy los motivos que han inducido a estas personas a cambiar su lugar de residencia y su estilo de vida, así como algunas de las dificultades con que se enfrentan. No obstante, si bien este trabajo puede servir para corroborar lo ya intuido por algunos y lo conocido por muchos, ha intentado detallar situaciones concretas, de personas concretas, que favorezcan la comprensión y el interés por nuestros vecinos recién instalados, y ha profundizado no sólo en los motivos para viajar y asentarse en la ciudad de Logroño, sino en los beneficios que este movimiento migratorio presenta para todos, y las dificultades que nosotros mismos, en algunos casos, provocamos en el desarrollo de este proceso. Dando un repaso breve por todo lo presentado en este trabajo podemos extraer varias conclusiones generales que, a su vez, se desglosan en otras más específicas. En primer lugar hay que hablar de las diferencias que hemos encontrado en función del lugar de procedencia de las mujeres inmigrantes, que a su vez incluye diferencias en cuanto a idioma, religión, nivel cultural y hábitos de vida. Parámetros, todos ellos, que se tornan significativos a lo largo del proceso migratorio y que, a su vez, conllevan variables significativas que afectarán a los aspectos específicos del viaje y su posterior asentamiento. Entre las mujeres inmigrantes en la ciudad de Logroño, los grupos de mayor presencia han resultado ser las mujeres del Este de Europa -con especial relevancia por su número de las rumanas-, las mujeres sudamericanas –donde sobresalen por su número las mujeres colombianas y ecuatorianas- y las mujeres árabes –con especial atención al número de marroquíes-. Si seguimos el recorrido migratorio de estas mujeres encontramos afinidades y diferencias en diversos aspectos fundamentales. Comenzando por los motivos que decidieron la salida migratoria y el viaje hasta la ciudad de Logroño, observamos que existen aspectos comunes a los países de procedencia de todas las mujeres entrevistadas que se traducen en dificultades económicas, políticas y de seguridad; no obstante, si bien en el caso de las mujeres de Europa del Este y de las Sudamericanas suelen ser ellas quienes inician la migración y posteriormente reagrupan a sus familias en el destino, la diferencia se impone para las mujeres del mundo árabe, quienes en su mayoría han llegado a Logroño por reagrupación con sus familias –maridos o padres-. Lo que sí comparten en general todas las mujeres entrevistadas son los motivos

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para la elección de Logroño como destino, que en todos los casos ha sido la presencia en la ciudad de familiares o amigos, o bien las ofertas de trabajo, tanto las propias como las de sus maridos o padres. El proceso de integración en la vida ciudadana está marcada por el idioma, la religión y los hábitos de vida adquiridos en sus países de origen que se imponen ofreciendo diferencias significativas según la procedencia nacional. Por similitud cultural y nivel educativo son las mujeres del Este de Europa quienes presentan una integración más rápida, pues, aunque se enfrentan con la barrera del idioma en primera instancia, la superan de manera relativamente rápida debido al entrenamiento recibido en el aprendizaje y uso de más de dos idiomas. Por su parte, es precisamente el idioma el elemento que contribuye a que las mujeres latinoamericanas también encuentren mayor facilidad en la integración, dadas las relaciones próximas de carácter cultural y social. Son las mujeres árabes, por tanto, quienes se encuentran con las mayores dificultades al llegar a la ciudad de Logroño, donde se enfrentan no sólo con otro idioma, sino un entorno social y cultural diferente al suyo. Otra variable que afecta a la integración de todas las mujeres va a ser la edad de las mismas, siendo las jóvenes quienes mayor elasticidad y menor resistencia presentan ante la adquisición del idioma y el establecimiento de relaciones sociales y hábitos nuevos de comportamiento. Si nos ceñimos a ámbitos específicos del asentamiento en la ciudad, podemos concluir que la mayor parte de las mujeres han manifestado dificultades en los ámbitos laborales y de vivienda. Las mujeres entrevistadas nos han relatado dificultades de acceso a trabajos bien remunerados y de buenas condiciones laborales. En este sentido podemos distinguir entre las mujeres que presentan su documentación en regla y aquellas que se encuentran en situación ilegal. De hecho, quienes tienen “papeles” relatan cómo han ido progresando de manera paulatina y accediendo a mejores trabajos, aunque no sin las dificultades propias del mercado de trabajo y en muchos casos de la discriminación y la no convalidación de titulaciones. Son, sin embargo, las mujeres “ilegales” quienes presentan trabajos más precarios y menor posibilidad de progreso y de mejora, limitándose su ámbito laboral al trabajo doméstico, sea de atención a personas dependientes o de limpieza. En el caso de las mujeres árabes, el ámbito laboral presenta menor relevancia, ya que ellas, en general, han llegado por reagrupación familiar y cuando sus maridos o padres cuentan con un empleo y condiciones económicas suficientes. La situación anterior se torna especialmente crítica para las mujeres que han llegado primero –normalmente mujeres del Este de Europa y Sudamericanas-, quienes en la mayor parte de los casos han decidido venir para ganar un dinero que mantenga a sus familias en los países de origen, y que han adquirido importantes deudas para efectuar el viaje. Situaciones ambas que incrementan la dificultad de la llegada y el asentamiento, ya que

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les obliga a prescindir de necesidades básicas con el único fin de ahorrar el máximo posible para enviar a casa el dinero necesario. En lo relacionado con la vivienda, también aquellas que han llegado solas se enfrentan a diversas dificultades para encontrar un alojamiento digno en un mercado que manifiestan discriminatorio y en el que algunas se han visto engañadas por falsas inmobiliarias que les cobraban cantidades económicas innecesarias a cambio de falsas garantías. En general, la mayoría se ven obligadas, al principio, a compartir piso y en muchos casos habitación con otras personas en viviendas en malas condiciones y en situaciones de hacinamiento y falta de intimidad. No obstante, según los relatos encontrados se observa que a medida que pasa el tiempo, la mayoría de las mujeres han logrado mejorar sus condiciones de vivienda en la ciudad de Logroño. En cuanto al apoyo social recibido, la proliferación de asociaciones y recursos ha mejorado el apoyo percibido por las mujeres inmigrantes. A esto se suma el hecho de que en la mayor parte de los casos la decisión de venir a Logroño se ha debido a la presencia en Logroño de connacionales, familiares o amigos, que les garantizaba a su llegada el apoyo y la información básica para comenzar a desenvolverse. También hemos podido conocer la existencia en Logroño de sistemas de apoyo económico entre determinados grupos con un mismo origen nacional (como la “cadena” relatada por dos mujeres colombianas) y los lugares de reunión, comercios y zonas propias de grupos en función de los países de procedencia que facilitan el contacto y la relación con personas de su país. En este sentido, también las mujeres más jóvenes y las niñas son quienes establecen mayor número de relaciones con personas de otras procedencias así como con los propios logroñeses. Pero no podemos obviar en estas conclusiones las situaciones de discriminación que algunas mujeres nos han relatado relacionadas con la actitud manifestada por algunos logroñeses hacia ellas. Si bien es cierto que muchas nos han manifestado haber encontrado una buena recepción entre los mismos, no han faltado relatos relacionados con situaciones discriminatorias en los ámbitos de búsqueda de vivienda, trabajo, y en ocasiones en el desarrollo de actividades sociales en espacios públicos. En relación a las expectativas de quedarse en Logroño existen diferentes variables que afectan a dicha decisión, entre ellas podemos destacar la situación legal de las mujeres, la experiencia vivida en el tiempo de estancia en Logroño y la presencia de hijos/as pequeños. En este sentido, aquellas cuya situación legal es adecuada y sus condiciones de vivienda y trabajo son óptimas, manifiestan mayor intención de permanencia. También las mujeres con hijos/as pequeños optan por la permanencia en Logroño, al menos hasta la mayoría de edad de los niños, ya que todas destacan el valor de la universalidad de la educación y de la salud y la seguridad que viven en nuestra ciudad.

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Atendiendo a otro objetivo del estudio que trataba de conocer el efecto que la llegada de estas mujeres ha tenido para la ciudad de Logroño, también podemos destacar algunas conclusiones significativas. En primer lugar la cobertura de necesidades de atención a personas dependientes se ha visto ampliamente beneficiada por la presencia de estas mujeres que han venido a cubrir los espacios que las mujeres españolas y, más concretamente las logroñesas, han liberado al incorporarse al mercado laboral. En segundo lugar podemos destacar la aportación económica de estas mujeres, muchas de las cuales cotizan a la Seguridad Social. Asimismo el mercado inmobiliario y la propia banca están abriendo, gracias a estas mujeres y a muchos hombres, nuevas perspectivas de mercado que también empujan la economía de nuestra ciudad. El alquiler de gran número de pisos que beneficia a sus propietarios, la revitalización de determinadas zonas de nuestra ciudad, la apertura de comercios étnicos que ofertan mayor variedad de productos para todos, la creación de empresas (locutorios, bares, restaurantes, etc.) que también inyectan actividad económica a la ciudad, etc. son otros beneficios de la llegada de estas mujeres a nuestra ciudad. Por último, el rol mediador entre su familia y la sociedad de acogida que ejercen estas mujeres también facilita la integración social de su grupo y el mantenimiento de su riqueza cultural anterior. Es posible que no todos lo efectos de la llegada de estas mujeres a Logroño resulten positivos para algunos logroñeses, aún más, habiendo conocido las reacciones de algunos de estos en situaciones relatadas por ellas mismas. No obstante, este estudio no reconoce otros resultados que aquellos derivados del análisis de lo relatado por las mujeres inmigrantes en la ciudad de Logroño, por lo que difícilmente podríamos aventurar otros efectos que los destacados, salvo la licencia que nos permitimos a continuación, que no es sino una reflexión en voz alta acerca de la presencia de mujeres inmigrantes en nuestra sociedad. Es una reflexión acerca de la/s mujer/es inmigrante/s. Porque son mujeres inmigrantes las que nos han movido a escuchar relatos, viajar con sus palabras a lugares diversos, conocer costumbres distintas, admirar sus tocados, bucear en los elementos más visibles de su cultura, etc. E insistimos, son mujeres y no mujer, por su diversidad, por la diversidad de las sociedades de origen (extracomunitario), por sus lenguas, por sus acentos, por sus giros lingüísticos, por su manera de contarnos cosas, por abrirnos el mundo a nuevas formas de entenderlo; por eso y por mucho más, entendemos que hay que hablar de pluralidad en la inmigración, de heterogeneidad de proyectos, de multitud de experiencias, de variedad de gustos e intereses, de miles de vidas que se pasean entre nosotros por la ciudad. Así pues, nuestra primera conclusión es que el concepto de mujer inmigrante, hace referencia a la pluralidad de mujeres protagonistas de este estudio.

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El concepto de mujer inmigrante remite a una mujer desconocida, con atributos cuantitativos como la edad o el estado civil o incluso el país de origen, sin presencia o con imágenes estereotipadas, rodeada de incógnitas, dibujada por el prejuicio y el desconocimiento; en definitiva, invisible a la mirada del ciudadano. Por eso hemos decidido recrear sus vivencias, sus pasiones, sus deseos, sus ilusiones, para de esa forma darle contenido a esa imagen imprecisa o difuminada con la que nos habíamos acostumbrado a entender las noticias que hablan de mujeres inmigrantes. Un contenido sin nombres propios (porque queremos guardar el anonimato de sus identidades) pero cargado de situaciones cotidianas. Un contenido que hace referencia a una vida difícil por el uso de una lengua que no es la suya y a veces a costumbres distintas y desconocidas. Un contenido desde un anonimato difícil de sobrellevar. La soledad pesa mucho. La invisibilidad que hemos querido romper proviene no solo del desconocimiento de lo que constituye la vida diaria de estas mujeres, sino también de aquellos estudios sobre inmigración que impedían pensar en términos de igualdad de género a causa del lenguaje androcéntrico. Cuando un inmigrante encuentra trabajo, vivienda, ayuda de sus semejantes, se solidariza con el dolor y se contagia de la alegría de los demás; cuando es regularizado, cuando guarda turno en una cola, cuando aprueba el carnet de conducir, cuando homologa sus títulos, cuando se ata a una hipoteca, cuando delinque, cuando le expulsan, cuando enferma, cuando muere, cuando lo entierran... siempre se habla de un inmigrante masculino. Con este estudio queremos devolver el protagonismo a la mujer, un protagonismo compartido con el varón cuando no a veces superior al mismo pese a que los medios y el imaginario social tan solo han pensado en la mujer inmigrante como una persona dependiente de las resoluciones e intereses del hombre inmigrante y, por tanto, no ha gozado de la visibilidad suficiente como para hacerse valer. Eso buscamos, hacer valer cuantas reivindicaciones nos han trasladado, propias de un colectivo que por su trayectoria demanda un trato específico. Del mismo modo que la mujer española ha encontrado un lugar en el espacio social tras años de marginación y lucha, también la mujer inmigrante busca un lugar al sol del reconocimiento social. Para ello ha sido necesario que nos fijemos en todos aquellos aspectos de la vida cotidiana que por primera vez (aunque pensando en la mujer española) están siendo reivindicados por su auténtica valía; nos estamos refiriendo a su asunción de todo tipo de trabajos, al sostén de los hogares, a la cría y educación de los hijos, al mantenimiento de las costumbres, a la transmisión y la guarda de la cultura y sus ritos, a la negociación con la sociedad de acogida, a la intermediación con sus agentes. Una valía que no sólo se la damos nosotros sino que reconoce la sociedad española, porque gracias a su concurso están cambiando su estructura y permiten la movilidad social y profesional de los nacionales, principalmente de las mujeres.

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No podemos olvidar que los pequeños detalles son aquellos que permiten que las sociedades funcionen pese a que sean los grandes acontecimientos los que generalmente toman el protagonismo con ocasión de los cambios sociales. Precisamente con nuestro trabajo hemos dado un papel principal a esas pequeñas cosas sobre las que se fundamenta la vida cotidiana de las mujeres inmigrantes. Y si tras la lectura de las páginas anteriores hemos logrado que la percepción de los ciudadanos de Logroño se enriquezca, habremos dado un paso de gigante en las opciones hacia la integración y la convivencia intercultural. La experiencia nos dice que siempre que un país se ha dotado de población migratoria éste ha terminado por tener una cultura en la que confluyen las aportaciones de todos, consiguiendo cambios y renovando la identidad colectiva. Para que las sociedades se enriquezcan con este proceso de aportación de nuevos valores compartidos, creencias y actitudes, es necesario que tengan éxito las políticas de integración política. Por integración política vamos a entender aquel fenómeno social que hace referencia al proceso por el cual los colectivos y comunidades de inmigrantes llegan a participar en las actividades públicas de la comunidad de llegada o acogida, adhiriéndose al conjunto global de los valores del grupo mayoritario de la comunidad de acogida, pero sin llegar a tener que realizar el sacrificio de su propio origen o de su propia identidad. Este proceso es menos intenso que el de la asimilación, por cuanto el inmigrante no llega a renunciar con el paso del tiempo a su propia cultura, sino que compagina su pertenencia a esa cultura con la participación en muchos de los valores de la cultura del país de acogida, por supuesto con el acatamiento a las leyes y normas que rigen la vida pública de esa comunidad. El inmigrante, de este modo, puede lograr la seguridad económica y la paz social, pero ya no en completa consonancia con la sociedad que le rodea hasta el punto de fundirse en ella, como en el caso de la asimilación, sino guardando no pocos elementos de su propia identidad, normalmente aquéllos que no entran en conflicto con los rasgos básicos de identidad del grupo mayoritario. La máxima expresión de integración política supone la participación en la vida política de la comunidad, principalmente a través de los instrumentos de participación ciudadana como el ejercicio del derecho al voto (el derecho a elegir tu representante y el de ser elegido en representación de la colectividad), derecho que por ahora sólo se reconoce a los ciudadanos españoles. Hasta el día de hoy, el mantenimiento de las identidades colectivas por los grupos de inmigrantes se ha centrado en la búsqueda de un compromiso entre la integración social y el reconocimiento de cierto pluralismo cultural, dejando en un segundo plano las reivindicaciones de carácter ciudadano como el derecho al voto. Esta situación ha rebajado las expectativas de desarrollo de una sociedad democrática y plural, pues negar

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el acceso a la plena ciudadanía a quienes se caracterizan por diferencias vinculadas a identidades culturales, es negar la posibilidad de una cultura de la convivencia acorde con una realidad social multicultural. Porque es preciso que entre todos potenciemos la relación intercultural; que nos posicionemos definitivamente a favor de la igualdad entre los sexos y las etnias o procedencias nacionales, como en el pasado trabajamos por la igualdad de clase. No descubrimos nada nuevo sino que incidimos sobre viejas reivindicaciones necesarias para solventar algunos de los problemas derivados del proceso de globalización. Porque en España la inmigración sigue presentándose como un fenómeno de riesgo que pone en peligro nuestro bienestar, identidad y progreso. Por eso se necesitan estrategias imaginativas para incorporar a estos nuevos ciudadanos en todos sus derechos de modo que todos nos enriquezcamos en este intercambio de relaciones y no desaprovechemos la oportunidad presente. Logroño es un espacio político limitado donde se pueden ejercer numerosas acciones de corte intercultural, dada la proximidad y la cercanía entre la administración y sus ciudadanos. Los ciudadanos, a su vez, disponen de contextos abiertos donde practicar la comunicación y el contacto en términos de igualdad. El respeto mutuo y sin condiciones ha permitido que la sociedad logroñesa alcance un punto de no retorno hacia la intolerancia y la xenofobia. No en vano se ha presumido durante años de que el carácter de los logroñeses es abierto, afable y solidario, por lo que la incertidumbre que han producido los flujos migratorios en otras ciudades no ha calado. De hecho, cuando se han producido escenas de racismo han sido de carácter esporádico y nada generalizado. La mujer inmigrante no es una amenaza, no agrede; en todo caso es una víctima vencida de antemano porque se encuentra en inferioridad de condiciones, no disponiendo ni de la posibilidad de volver a su país, como no sea habiendo triunfado en sus objetivos migratorios, ni pudiendo quedarse si no se les otorga ese derecho. Por otra parte, la organización de la ciudadanía en torno a Asociaciones, Sindicatos, ONGs y colectivos diversos de apoyo y ayuda al inmigrante, junto con la creación de Asociaciones de Inmigrantes, ha permitido que los cauces de comunicación y reivindicación formen parte del paisaje cotidiano; además, la capacidad de difusión de estas organizaciones ha logrado sembrar la semilla de la solidaridad en la conciencia de los logroñeses. Otra cuestión que ha favorecido esta convivencia positiva ha sido el carácter de las asociaciones de inmigrantes que no han tenido el carácter étnico, religioso o excluyente que podría haber dificultado la perspectiva del encuentro. Aunque generalmente las actividades de las asociaciones de inmigrantes tienen un carácter solidario, algunas asociaciones tienen un perfil más político que busca defender activamente los derechos ciudadanos de sus miembros. Estos proyectos incluyen la defensa de una educación bilingüe, vivienda, reagrupamiento familiar, entierro de sus muertos, lugares

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de oración, permisos de trabajo, etc. Estos proyectos denotan una especial preocupación por el bienestar y futuro de los miembros de estas asociaciones buscando facilitar su integración y movilidad social. El segundo tipo de actividades se refiere a coaliciones con organizaciones comunitarias, sindicatos, organizaciones no gubernamentales, y otras asociaciones civiles que buscan defender los derechos de ciudadanía plena mediante la obtención del derecho al voto de los inmigrantes. En ese sentido, los inmigrantes desarrollan redes complejas para facilitar la migración y la adaptación de sus paisanos. Inmigrantes más experimentados constituyen un depósito de conocimientos sobre el otro país, el mercado de trabajo, los servicios disponibles y todos los otros aspectos que definen la capacidad de adaptación a un nuevo ambiente. Este capital cultural puede ser traspasado a otros inmigrantes contribuyendo a la formación de valores comunes y a la cohesión social. Las redes informales de inmigrantes se apoyan en relaciones de familia y comunidad y, a su vez, ayudan a generar una ética de apoyo mutuo. Este fenómeno se ha visto incluso entre los contingentes de personas que buscan entrar en otros países, especialmente de Europa, a través del mecanismo del asilo. De la misma forma que los inmigrantes económicos buscan asilo utilizando sus contactos en la familia, en la mezquita, en la iglesia, etc. para planear sus estrategias. Esta cultura de solidaridad incluso se extiende a las comunidades de origen. Las remesas de dinero que son enviadas directamente a familiares tienen como objetivo promover el desarrollo de sus pueblos de origen. La inmigración es favorecedora del desarrollo de las sociedades europeas a través de su aportación demográfica, laboral y cultural. Mientras que un 42% de las mujeres de América central y del sur tienen dos hijos y más del 30% de las mujeres africanas tienen tres y más hijos, el 47% de las españolas no tiene ningún hijo. También en la sociedad logroñesa la aportación de la mujer inmigrante es fundamental en el crecimiento demográfico de la ciudad así como en la ocupación de aquellos nichos laborales que hasta entonces no se ofertaban ni se cubrían. Logroño era una ciudad condenada al envejecimiento prematuro por falta de recursos humanos que llevaran a cabo el relevo generacional, hasta que la inserción de nuevas cohortes de población ha permitido que esta ciudad cambie su fisonomía, no sólo demográfica, sino urbanística y comercial. De todas formas, los nacimientos registrados entre la población inmigrante alivian inicialmente los efectos del envejecimiento de nuestras sociedades, pero esta no es una solución permanente, porque el índice de fertilidad de las mujeres extranjeras tiende a converger con las de las nacionales con el tiempo. Si tenemos en cuenta la tasa de fecundidad (que mide el número medio de hijos por mujer), en España ha descendido más

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tarde, pero también de manera más pronunciada que en otros países de la OCDE. Así, ha pasado de 2,6 hijos por mujer (1980) a 1,26 actualmente (2002). Ha crecido respecto a 2001 dos décimas por lo que parece existir una cierta recuperación debida a la fertilidad de las madres extranjeras, que en 2002 registraron 43.469 nacimientos, un 31,4% más que el año anterior en que fueron 33.076. Sería el cuarto año consecutivo de ligero repunte de la natalidad (inferior a la media europea situada en 1,47 hijos por mujer en edad fértil), pero que ha devuelto la esperanza de que esta situación de declive natalicio haya finalizado. Pero la llegada de mujeres inmigrantes no sólo ha supuesto un alivio para el crecimiento demográfico, sino que también colaboran directamente en el mantenimiento de las estructuras del Estado de Bienestar como se puede deducir de sus aportaciones a las arcas de la Seguridad Social. Arcas de donde salen las partidas presupuestarias con que se hace frente a las pensiones, a las que sin embargo ellas no tienen ningún derecho. Son mujeres jóvenes y preparadas que están rejuveneciendo la población activa, aunque no están trasladando su formación, ya que los empleos a los que se dirigen, en general son rutinarios, poco valorados, peor pagados y sujetos a una gran temporalidad. Sabemos que la participación de los inmigrantes en el mercado de trabajo es equivalente o superior a su contribución demográfica en la mayoría de los países de la Unión Europea, destacando España, donde la mano de obra extranjera se ha quintuplicado en los últimos diez años. Sin embargo, parte del desarrollo económico de nuestra Comunidad se debe a la existencia de trabajadores foráneos, pese a que no hay que olvidar que precisamente La Rioja se ha significado, a instancias de los sindicatos, como una de las regiones con mayor desarrollo de la economía sumergida, lo que supone una rémora en el desarrollo económico y social. Sectores productivos como la agricultura, el calzado, el servicio doméstico y la hostelería son sectores económicos señalados como los principales focos de actividad oculta y donde precisamente las mujeres son la principal fuerza de trabajo. El proceso actual de feminización de los flujos migratorios está favoreciendo, a su vez, el proceso de proletarización femenina en las migraciones internacionales de trabajo porque las actividades destinadas al empleo femenino tienen más que ver con los trabajos destajistas o por horas, además de temporales, lo que impide la estabilidad en el empleo y su promoción, base de la movilidad y el desarrollo laboral y salarial. Es la mujer inmigrante, junto con los jóvenes, quienes presentan mayor vulnerabilidad a los cambios del ciclo económico, a la inseguridad laboral y al desempleo. En las economías modernas y desarrolladas se reconoce el papel de la mujer en tres áreas: sanidad, servicio doméstico y ocio. Son ámbitos laborales que en principio sirvieron para la emancipación económica de la mujer occidental permitiéndole dar el salto a otras actividades de mayor

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responsabilidad, y que hoy día están siendo cubiertas por la mujer inmigrante que es quien va cubriendo el vacío producido por la movilidad de las primeras. Todo ello sin olvidar que la mujer ha compaginado su inserción laboral con el cumplimiento de la mayoría de las funciones de cuidado de personas dependientes (menores, mayores, discapacitados, enfermos, etc., incluso el marido) y atención a las necesidades domésticas (limpieza, compra, cocina, costura, plancha, etc.). Conforme la inserción laboral de la mujer se ha ido extendiendo, las personas dependientes han ido pasando al cuidado de instituciones o terceras personas, como las mujeres inmigrantes, que son quienes principalmente han prestado esos servicios. De este modo, el avance hacia la igualdad en las condiciones laborales de la mujer con el hombre están sostenidas por otras mujeres, en este caso las inmigrantes, quienes a su vez se someten a las condiciones no deseadas por la mujer europea emancipada al encontrarse inmersas en una doble condición: ser trabajadoras del servicio a personas y mantener los roles tradicionales del ama de casa. Además, la tasa de actividad de las mujeres inmigrantes extracomunitarias es significativamente mayor que la tasa de actividad de las españolas, lo que nos indica que pese a su contribución a la integración de la mujer española en el mercado laboral en condiciones de igualdad con el hombre, no se les reconoce en su justo valor. A pesar de su importancia y de su especificidad, la consideración de la migración femenina ha sido relegada a un segundo plano. Es una constante en los estudios sobre el tema el subrayar que los procesos migratorios han tendido a ser analizados desde una perspectiva en que el género aparece como algo neutral y por tanto está ausente de la medición y especialmente del análisis de la inmigración. Esto ha llevado a hacer invisible el rol de las mujeres en este proceso, a pesar de que ellas, aun cuando no migren, tienen un rol clave como madres, esposas o hijas de hombres inmigrantes. A veces, las mujeres incluso sirven de punta de lanza para la integración familiar en el lugar de destino. También asumen o forman parte del proceso de toma de decisiones sobre el traslado migratorio de la familia así como de las responsabilidades que se derivan de los nuevos roles que surgen cuando el hombre emigra. Cada vez más los flujos migratorios femeninos no sólo responden a una demanda específica del mercado laboral europeo, sino que además se producen fuera del contexto de la reunificación familiar atendiendo a decisiones de carácter independiente y autónomo. Incluso hemos hecho notar que los flujos de migración femenina proveniente de América son los mejores ejemplos de proyecto autónomo, sobresaliendo el caso de aquellas mujeres que traen a sus parejas con posterioridad una vez que ellas se han insertado en la sociedad de acogida. En el caso ecuatoriano las mujeres han ido llegando con un proyecto familiar que se concretó en trabajar en régimen de internamiento doméstico, lograr de sus empleadores el precontrato y con su ahorros regresar al Ecuador para el trámite de volver a España como

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trabajadoras regulares y con algún otro familiar que podía ser su compañero, hermano, hijo, etc. Y si las mujeres del continente americano toman iniciativas autónomas, las mujeres magrebíes responden al modelo de mujer asociada al marido o el grupo familiar. No obstante, esta situación está cambiando hasta el punto de que recientemente se aprobó la reforma del denominado “Código de la Familia” que prácticamente equipara a hombres y mujeres, y que modificará en profundidad los hábitos vigentes desde hace siglos. El Código de Familia establece la igualdad jurídica en el seno de la pareja, eleva hasta los dieciocho años la edad del matrimonio para las chicas, restringe drásticamente la poligamia, dificulta la repudiación, protege a la mujer divorciada o repudiada (que puede conservar sus propiedades, tiene derecho a una vivienda y mantiene la patria potestad), instaura el divorcio por mutuo consentimiento y faculta a las esposas para solicitar la separación y permitir a un padre natural reconocer a su hijo, entre otras medidas. Algunos de estos cambios ya habían sido asumidos por un grupo significativo de mujeres magrebíes que llegaron a España con la intención de realizar estudios universitarios (la Universidad de Granada acoge un alto porcentaje de estas mujeres), y que sin abandonar su fe religiosa adoptaron modelos propios de una sociedad más justa y democrática, entre otros, algunos de los supuestos que ya se aceptan en el nuevo Código de Familia. También en Logroño hemos conocido a mujeres magrebíes que comparten estos criterios, algunas pertenecientes a segundas generaciones y muchas en asociaciones como AJIME (Asociación de Jóvenes Inmigrantes Marroquíes en España). No obstante, factores como el peso de la tradición o la mentalidad imperante constituyen un obstáculo a la hora de aplicar las reformas sostenidas en el nuevo Código de Familia en Marruecos, sobre todo cuando se parte de una sociedad con gran número de mujeres analfabetas que no han conocido el desarrollo de otras opciones donde se reconocieran sus derechos. Pese al escaso bagaje educativo, mujeres magrebíes y mujeres de otras procedencias han buscado a través de asociaciones de apoyo al inmigrante mejorar su nivel escolar, principalmente a través del aprendizaje del idioma. Otras mujeres presentan problemas de distinta índole como los provenientes del acceso a empleos acordes a su nivel formativo o educativo. Uno de estos problemas se refiere a las limitaciones que se presentan a la hora de homologar títulos académicos, porque si bien ya existen convenios internacionales entre algunos países, la excesiva burocracia unida a los gastos económicos y a la necesidad de desplazarse a los consulados situados en otras ciudades convierte estos trámites en disuasorios o interminables.

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Con todo se encuentran con un obstáculo más difícil de salvar; nos referimos al hecho del crédito social otorgado a los títulos obtenidos en determinados países donde se atribuyen niveles formativos más bajos. De este modo, las ofertas basadas en una determinada titulación no pueden ser cubiertas por estas mujeres pese a que su cualificación sea la idónea o superior a la demandada, viéndose abocadas a cubrir puestos de menor valoración y prestigio social que los acordes a su formación. No obstante, las mujeres no renuncian a mejorar su expectativas educativas, como tampoco han renunciado a la de sus hijos, constituyéndose este recurso del Estado del Bienestar como el más valorado entre la población inmigrante. Actualmente en La Rioja hay unos 3.500 alumnos de madre inmigrante (el 7,37% del total), que suponen un porcentaje superior a la media nacional situada en torno al 5%. Precisamente la integración escolar de los niños extranjeros está favoreciendo un nuevo clima de diálogo intercultural que permite superar las actitudes basadas en el prejuicio y el estereotipo. La convivencia escolar no plantea excesivos problemas, como no sea los de la concentración de este alumnado en determinados centros públicos, masificando las aulas y despilfarrando la riqueza propia del mestizaje. Además hay que dar gracias al aumento del alumnado extranjero, porque en La Rioja este aumento ha permitido la continuidad de muchos centros gracias a su concurso, favoreciendo la permanencia y/o llegada de profesorado. Según datos del Ministerio de Educación para España, este curso ha tenido aproximadamente unos cuatrocientos mil alumnos procedentes de América del Sur (44,5%); África (19,7%); Unión Europea (13,4%); Resto de Europa (12%); Asia (4,6%); América Central (4,3%), América del Norte (1,3%) y Oceanía (0,1%). En definitiva, un mapa mundi completo. Dicen algunos expertos que sólo se plantean exigencias extraordinarias en los centros escolares cuando aparecen chicos extranjeros que, o bien se incorporan tarde a las aulas sin dominar la lengua de enseñanza, o bien cuando se incorporan están en un nivel inferior al que corresponde a su edad. Aún cabe una tercera condición que influye en el rendimiento escolar y es la distancia entre las costumbres de la familia y la escuela. Y estos casos tampoco suponen un problema, más allá de la tercera parte del alumnado extranjero, a sabiendas de que estos retrasos educativos se pueden solventar en un tiempo relativamente corto, siempre que se cuente con la ayuda de profesores de apoyo, bien para la enseñanza del idioma (inmersión lingüística) o bien, de profesores de compensatoria. En Logroño, un centro que cuenta con un aula de inmersión lingüística son las Escuelas Pías (Escolapios); en ella se encuentran niños procedentes de países como Rumania, Marruecos, Pakistán, Ghana o China, y son alumnos a los que les corresponderían otros centros pero que llegan derivados a Escolapios al no contar con este tipo de aulas.

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En cuanto a la distancia cultural entre el alumnado autóctono y el extranjero, también puede subsanarse a través de la figura del mediador intercultural o familiar que logra acortar las distancias con mano izquierda, gracias a su conocimiento tanto de la cultura extranjera como de la escolar. Algunas de las diferencias culturales que se han citado como diferencias difíciles de erradicar se reducen a costumbres que tampoco son tan ajenas a la historia escolar española; por ejemplo, a los niños marroquíes les extraña la ausencia de castigos físicos en la escuela, cuando hasta hace pocas generaciones se acuñó en la escuela nacional el lema de “la letra con sangre entra”. Otras diferencias señaladas tienen relación con el respeto hacia la autoridad de las maestras, pues las mujeres en la cultura magrebí no han ocupado cargos de esa índole, cuando en nuestra cultura el respeto a la mujer es una conquista diaria. Finalmente, les llama la atención el poco respeto que mantienen sus compañeros a los padres a los que tratan con escasa cortesía; y esto es algo que ya en su día denotó una minoría étnica nacional como son los gitanos. Tan valorados como la educación se encuentran los recursos sanitarios, éstos más a nivel personal que familiar porque son principalmente las mujeres las usuarias de algunos de los servicios, como ginecología, tocología, odontología, pediatría, al margen de la existencia de una medicina general y ambulatoria, y una farmacia, que resultan menos accesibles en países en desarrollo, donde la renta per cápita tampoco permite el acceso a la medicina privada. Además, una educación para la salud que mejora los niveles de bienestar de la unidad familiar es otra de las características que más agradece la mujer inmigrante durante su residencia en la ciudad; porque el desconocimiento de los recursos sanitarios les ha impedido en primera instancia acudir a dichos servicios, aunque gracias a la información procedente de las redes sociales y de apoyo se han convertido en unas beneficiarias más. No obstante, y como hemos reflejado en el texto, es necesario el reciclaje del personal sanitario para la atención no sólo de la etiología presente en la mujer inmigrante, sino también para la comprensión y el abordaje de los problemas de comunicación cultural que se presentan entre las mujeres de ciertos orígenes nacionales, llevando a cabo una labor educativa y preventiva entre las mismas. Que la labor educativa es necesaria y que quien mejor provisto para realizarla es el personal sanitario nos lo muestra la mujer extranjera cuando no acude a los centros de salud, no solo por su posible situación de irregular, sino también por desconocimiento del idioma, por desconfianza hacia la medicina occidental, hacia dejarse tratar por personal masculino o hacia el registro de datos de carácter personal; lo cual nos indica que también podría crearse la figura del mediador familiar en el ámbito de la salud. Tal y como hemos reflejado en el capítulo correspondiente, la vivienda es uno de las primeras dificultades a las que se enfrentan, y cuya resolución

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pasa en primer lugar por apoyarse en las redes de familiares o amigos que facilitan ese primer lugar donde residir. Conforme la estancia se prolonga y la situación se estabiliza buscan un piso en alquiler, compartido con amigos o desconocidos, con familiares o solas; que les lleva cuando el proyecto se asienta, a interesarse por la adquisición de una vivienda que compartirán con su pareja, hijos y en su caso, familia. Por contra, los maridos a menudo se desesperan en medio de una mayor precariedad. Muchos siguen compartiendo pisos de hombres mientras sus compañeras encuentran alternativas residenciales en el servicio doméstico como internas. Un fenómeno que ha acompañado a la búsqueda de residencia de las mujeres extranjeras en Logroño es que la vivienda se ha localizado generalmente en una zona específica. Así hemos conocido cómo el barrio de Madre de Dios o el de San José se convertían en enclaves étnicos por su concentración de personas extranjeras. Otros barrios también han sido focos de atracción para grupos de otros orígenes nacionales aunque no presentan la visibilidad de estos barrios. La existencia de enclaves étnicos no trae necesariamente problemas de convivencia, los problemas siempre los traen los individuos que no saben convivir (sea cual sea su procedencia); aunque este fenómeno urbanístico puede venir acompañado de degradación del entorno y su correspondiente descenso en la valoración de las viviendas y locales del barrio. Por último no podemos dejar de mencionar que el mercado de alquiler de la vivienda ha valorado inmuebles que posiblemente debido a su estado nunca hubieran sido objeto de contrato; y que además un gran número de propietarios como de inmobiliarias se están beneficiando de la demanda de la población inmigrante. Cuando llegaron a España muchas inmigrantes jamás pensaron en adquirir una vivienda en propiedad y mucho menos en contratar una hipoteca, sin embargo, son las entidades financieras quienes han considerado que la población inmigrante es poco morosa, disciplinada, voluntariosa y cumple con sus obligaciones, por lo que no han dudado en dotarse de servicios específicos para este sector de población. Además de las entidades financieras tradicionales han surgido en nuestra ciudad una serie de locutorios que colaboran en el envío de remesas económicas a los países de origen. Por lo general las mujeres inmigrantes llevan el dinero en mano salvo cantidades superiores a los tres mil euros (para estas sumas el Banco de España solicita unos requisitos especiales con el fin de evitar el blanqueo de dinero), y la empresa que gestiona el locutorio se encarga de hacer llegar la remesa calculando el cambio de moneda más la comisión establecida. En los países de origen la llegada de estas remesas de dinero, generalmente a primeros de mes, constituye una fuente de ingresos extraordinarios proporcionando medios financieros suficientes como para pagar deudas familiares o de la propia mujer inmigrante, y en algunos casos se utilizan para financiar la compra de una nueva residencia familiar o la

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creación de negocios comerciales. Todo lo cual supone cambios en la naturaleza de las relaciones familiares, porque si ya en un primer momento la familia tradicional quedó desestructurada por el viaje migratorio de la madre o la hija, el resto de los miembros también han tenido que reorganizar sus vidas; no solo con la ausencia de uno de sus miembros más importantes, sino también a partir de una dependencia que se ha ido fortaleciendo con el paso del tiempo. La dependencia económica de las remesas enviadas desde España. Esto ha ocurrido con la población de América Latina que se ha visto afectada por un proceso de pauperización y disminución cotidiana de su poder adquisitivo por el incremento del desempleo, el empobrecimiento, las crisis urbanas, y el agotamiento de las estrategias de supervivencia, principalmente en el medio rural y campesino. Esta situación ha obligado a migraciones masivas hacia el Norte, como ha sido el caso de los países centroamericanos en la década de los noventa, y de los países hispanoamericanos en este comienzo de siglo. Migraciones que han mermado la capacidad productiva y el desarrollo endógeno de esos países pese al engañoso flujo de divisas que los inmigrantes mantienen con su país. Para las mujeres, principales presas del empobrecimiento, la emigración aparece como una posibilidad de mejorar su suerte, la de sus familias y de sus comunidades, o de liberarse de contextos opresivos. La creciente migración femenina y familiar ha permitido que las mujeres accedan a contextos sociales en que la distinción de género se construye en base a principios y relaciones sociales diferentes a las que prevalecían en las comunidades de origen. Esto ha permitido una modificación favorable a la mujer de las relaciones de poder en el interior de la familia y de la comunidad, sin que ello implique, sin embargo, una ausencia de conflictos y tensiones cotidianas. El modelo tradicional de familia extensa ha permitido como en nuestro país, una economía de subsistencia donde todos los miembros colaboraban en el mantenimiento de la unidad familiar; pero cuando esa familia extensa se desgaja, la posibilidad de crear nuevas unidades familiares menos extensas como las familias nucleares se encuentra permanentemente abierta, ocasionando cambios en la estructura de valores y actitudes hacia el papel de los padres, las mujeres, los hijos, etc. Familias nucleares que también o, principalmente, se crean en nuestro país, en nuestra ciudad, una vez han logrado cierto estatus regular en su documentación administrativa. Porque los procesos de regularización de inmigrantes irregulares ha sido el medio más utilizado por la Administración para otorgar carta de naturaleza a esos miles de personas que trabajan y conviven con nosotros, sin la cual continuarían en condiciones sociolaborales infames. Aunque este proceso de regularización no cambia las cosas de la noche a la mañana, sí que abre una puerta a la esperanza de la población inmigrante.

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Porque las limitaciones en cuanto a posibilidades de ingreso y residencia en nuestro país han provocado la creación de bolsas de irregulares restringiendo los derechos de los inmigrantes, degradándolos e incorporándolos a categorías abstractas y deshumanizadas como las de “ilegal”, “sin papeles”, “irregular”, etc., que les impiden una existencia normalizada. El Ministerio del Interior ha reconocido que hay más de 800.000 inmigrantes irregulares en España (un 30% más que en 2002). Estos inmigrantes son explotados, están sin derechos y no pueden salir de esta situación por la tercera reforma de la ley de Extranjería, la 14/03, que impide la regularización de un modo general. Además, la única institución en la que podían hacer visible su existencia, el Ayuntamiento a través del Padrón, ha dejado de ser un instrumento a su servicio al considerarlo un recurso policial más. Por todo ello surgen reivindicaciones desde las organizaciones de apoyo al inmigrante, desde las propias asociaciones de inmigrantes, desde los sindicatos y desde casi todos los partidos políticos que exigen cada vez con más fuerza la regularización por el trabajo y no sólo por la vía restringida de la reagrupación familiar. Además, como medida para luchar contra las redes mafiosas que explotan el transporte y la estancia de inmigrantes, junto a las medidas estrictamente policiales, se demanda la derogación de la Ley 14/03 de Extranjería y subsidiariamente negar el acceso discrecional de la policía al Padrón. Este es un camino directo para cumplir con uno de los derechos humanos que afectan a la población extranjera: el derecho a la migración. El derecho a la migración que asiste a todo ser humano fue reconocido por la declaración Universal de los Derechos Humanos (ONU, 1948), que en su Art. 13 estableció: “Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país”. Y si estamos hablando de derechos y nos situamos en el nivel administrativo más próximo a la ciudadanía como es el Ayuntamiento, no podemos dejar de reivindicar algo que si bien no se demanda fehacientemente por la población inmigrante, sí que nos parece como ciudadanos de un país democrático fundamental, y es el acceso a la participación en los asuntos públicos. La población inmigrante de Logroño trabaja, cotiza, paga sus impuestos y escolariza a sus hijos, pero carece de derechos de participación política. Es una contradicción manifiesta que en los municipios donde los inmigrantes han sostenido un gran crecimiento demográfico como es el caso de Logroño, se produzca un incremento del número de concejales sin que la

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población que ha determinado dicho incremento pueda intervenir en la elección de los mismos. Al no tener reconocido el derecho de voto los extranjeros extracomunitarios permanecen al margen de la toma de decisiones impidiendo su propia representación, como un instrumento para el diálogo intercultural necesario en el marco de una convivencia democrática y mestiza. Por otra parte, la asunción de responsabilidades de carácter político entre las mujeres inmigrantes puede revalorizar su papel en el marco de la organización familiar y, sobre todo en el contexto de su país de origen cuando este derecho está limitado. Por todo ello creemos que es necesario otorgar el reconocimiento de derechos políticos (poder elegir y/o ser elegido) y que Logroño se convierta en la primera ciudad en legislar en beneficio de esa gran minoría que constituye la población inmigrante estable. Porque el otorgamiento de este derecho solo puede ser municipal, a lo sumo regional, ya que para votar al parlamento nacional se necesita el estatuto de ciudadano español, aspecto que no es relevante en unas elecciones municipales o regionales. A partir de 1980, países como Dinamarca, Irlanda, Suecia, Países Bajos y recientemente Bélgica, han ido reconociendo el derecho de los residentes extranjeros a participar en las elecciones municipales. La clave del cambio se encuentra en la sustitución del requisito de la nacionalidad por el de la residencia. En España, a raíz del Tratado de Maastricht, se reconoció el derecho de presentarse como candidato y de votar en elecciones municipales a los nacionales de algún Estado miembro de la Unión Europea. Además tienen reconocido el derecho de voto en elecciones municipales los nacionales noruegos en virtud de un tratado de reciprocidad. Esto pone de manifiesto que se puede avanzar en la extensión del derecho de voto en elecciones municipales a todos los extranjeros residentes, sin necesidad de reformar la Constitución. Claro que para esto hace falta una labor pedagógica continuada que desde la Administración, pero también desde los medios de comunicación, colabore en la aceptación de un requisito claramente democrático. Porque son los medios de comunicación los que mejor han colaborado en la recreación del imaginario social sobre el inmigrante, desgraciadamente dotándolo de connotaciones negativas. Los varones son carne de cañón para los trabajos más degradados, porque salen de países en guerra o con hambrunas, o estaban sujetos a dictaduras que les impelen a salir urgentemente; y claro, cuando llegan en pateras aceptan cualquier destino. Otros hombres tampoco tienen educación pero se aprovechan de los primeros; constituyen los mafiosos que

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transportan y comercian con hombres, mujeres y drogas. Estos también forman parte del imaginario social negativo del hombre inmigrante. Por su parte, en el imaginario social de la mujer inmigrante, ésta escapa de su país agobiada por la pobreza y el sometimiento a estructuras arcaicas de dominio masculino, es analfabeta y viene al occidente desarrollado esperando que un hombre la saque de la opresión, la incultura y la pobreza. Además estas mujeres se re-presentan como mujeres de sangre caliente, liberadas sexualmente y sin prejuicios hacia la relación con cualquier persona independientemente del afecto, por lo que se sienten muy agradecidas cuando el ciudadano de un país desarrollado decide ayudarlas. Otras mujeres son engañadas, robadas, secuestradas, explotadas y llegan a nuestro país pensando que han encontrado Eldorado que se les prometía en su país de origen, pero tras una paliza y una violación múltiple acaban en los burdeles de nuestras carreteras. Pues bien, la policía y a veces también un varón arrojado, las libera de esa esclavitud. Tal y como hemos descrito, esto es un imaginario forzado pero no irreal. Noticias de este cariz machacan un día si, y otro también, cuando se quiere hacer alguna exposición sobre la llegada de población extranjera, y especialmente de mujeres inmigrantes. Por ello, tenemos una responsabilidad decisiva en dotarla de una visibilidad real y próxima que esté alejada de los estereotipos y de los prejuicios que pueden ayudar a formar actitudes xenófobas y comportamientos racistas, con el fin de colaborar a la paz social en una sociedad diversa, como claramente es la sociedad española y la ciudad de Logroño.

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ANEXO I: CUESTIONARIO AGENTES SOCIALES 1.- De la población inmigrante atendida en los últimos 5 años, qué porcentaje estima que han sido: HOMBRES MUJERES 2.- De las mujeres atendidas, qué porcentaje estima que han sido y, en su caso, procedencia principal: Europeas Sudamericanas Africanas Asiáticas 3.- De dichas mujeres, qué porcentaje estima que había por grupos de edad: Menores de 18 años Entre 18 y 30 años Entre 31 y 45 años Entre 46 y 60 años Mayores de 60 años 4.- De dichas mujeres, qué porcentaje estima que había por niveles educativos: Analfabetas Estudios Básicos Estudios Primarios Formación Profesional/ESO Estudios Superiores 5.- De dichas mujeres, podría señalar, en general, qué actividad profesional desempañaban principalmente en su país de origen? 1.- MUJERES EUROPEAS 2.- MUJERES SUDAMERICANAS 3.- MUJERES AFRICANAS 4.- MUJERES ASIÁTICAS

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6.- De dichas mujeres, podría señalar, en general, qué motivos tuvieron para emigrar? (económicos, familiares, políticos, etc.) 1.- MUJERES EUROPEAS 2.- MUJERES SUDAMERICANAS 3.- MUJERES AFRICANAS 4.- MUJERES ASIÁTICAS 7.- De dichas mujeres, podría señalar en qué porcentaje viajaron: MUJERES EUROPEAS SOLAS CON SU CÓNYUGE CON SUS HIJOS/AS CON OTROS FAMILIARES CON AMIGOS/CONOCIDOS… MUJERES SUDAMERICANAS SOLAS CON SU CÓNYUGE CON SUS HIJOS/AS CON OTROS FAMILIARES CON AMIGOS/CONOCIDOS… MUJERES AFRICANAS SOLAS CON SU CÓNYUGE CON SUS HIJOS/AS CON OTROS FAMILIARES CON AMIGOS/CONOCIDOS… MUJERES ASIÁTICAS SOLAS CON SU CÓNYUGE CON SUS HIJOS/AS CON OTROS FAMILIARES CON AMIGOS/CONOCIDOS… 8.- ¿Podría indicar, en general, en qué ciudad/es española/s se instalaron por primera vez estas mujeres, y qué tiempo residieron en ella/s? 1.- MUJERES EUROPEAS 2.- MUJERES SUDAMERICANAS 3.- MUJERES AFRICANAS 4.- MUJERES ASIÁTICAS

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9.- ¿Podría indicar por qué razones se instalaron en Logroño? (familiares, laborales, etc) 1.- MUJERES EUROPEAS 2.- MUJERES SUDAMERICANAS 3.- MUJERES AFRICANAS 4.- MUJERES ASIÁTICAS

10.- ¿Podría indicar el tiempo medio de estancia de estas mujeres en Logroño? 1.- MUJERES EUROPEAS 2.- MUJERES SUDAMERICANAS 3.- MUJERES AFRICANAS 4.- MUJERES ASIÁTICAS 11.- Podría indicar qué recursos y programas sociales, educativos, laborales, etc. son los más demandados por estas mujeres? 1.- MUJERES EUROPEAS 2.- MUJERES SUDAMERICANAS 3.- MUJERES AFRICANAS 4.- MUJERES ASIÁTICAS 12.- ¿Podría indicar qué tipo de trabajo desempeñan estas mujeres en Logroño? 1.- MUJERES EUROPEAS 2.- MUJERES SUDAMERICANAS 3.- MUJERES AFRICANAS 4.- MUJERES ASIÁTICAS 13.- ¿Podría indicar qué condiciones laborales suelen tener estas mujeres? Trabajo a tiempo completo con seguridad social, trabajo a tiempo parcial con seguridad social, trabajo sin seguridad social, sin trabajo pero buscando, etc. 1.- MUJERES EUROPEAS 2.- MUJERES SUDAMERICANAS 3.- MUJERES AFRICANAS 4.- MUJERES ASIÁTICAS

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14.- ¿Ha observado cambios destacables en las actitudes y hábitos de las mujeres inmigrantes tras su llegada y ocupación laboral en los últimos años?. Mujeres de antes y mujeres de hoy 1.- MUJERES EUROPEAS 2.- MUJERES SUDAMERICANAS 3.- MUJERES AFRICANAS 4.- MUJERES ASIÁTICAS 15.- ¿Ha observado cambios destacables en la población logroñesa hacia estas mujeres? Población general, empresarios, etc.

16.- ¿Qué papel cree que juegan estas mujeres en el mantenimiento de su cultura de origen en la ciudad de Logroño?. Descríbalo sucintamente 1.- MUJERES EUROPEAS 2.- MUJERES SUDAMERICANAS 3.- MUJERES AFRICANAS 4.- MUJERES ASIÁTICAS 17.- ¿Ha observado cambios culturales y sociales de estas mujeres en la adaptación a su vida en Logroño?. Descríbalos sucintamente 1.- MUJERES EUROPEAS 2.- MUJERES SUDAMERICANAS 3.- MUJERES AFRICANAS 4.- MUJERES ASIÁTICAS 18. Incluya cualquier observación que considere importante y no haya quedado reflejada en las cuestiones anteriores.

MUCHAS GRACIAS POR SU COLABORACIÓN

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