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MONTSERRAT ROIG: UNA BARCELONESA MAS Christina Dupláa DARTMOUTH COLLEGE MEMORIA GENEALÓGICA Año y medio depués de haber publicado el libro La voz testimonial en Montserrat Roig (1996), surgen cuestiones mencionadas en el texto que casi son una necesidad vital para mí volver a pensar en ellas y escribir sobre ellas. Es muy probable que con la palabra «genealogía» pudiera sintetizar este deseo de releer algunos temas. Por una parte, como mujer contemporánea a Roig, la he leído y admirado como a una hermana mayor capaz de marcar mi vida a partir de sus propias inquietudes. Por otra, ella también había creído que quienes la precedieron le habían dejado unas huellas que necesitaba entender para dar sentido a su existencia. Es, pues, este guiño a la historia lo que nos ha permitido ver y sentir el mundo como sujetos que pertenecen y forman parte de un engranaje iniciado por quienes nos precedieron. Nuestra misión es tomar el testigo, responsabilizarnos de lo que esa transmisión representa en términos de compromiso hacia las demás mujeres que nutren nuestra cotidianidad, y cautivar a las que nos siguen para hacerles suyas nuestros deseos e inquietudes. Roig pudo sentir en su cuerpo femenino la genealogía biológica: tuvo dos hijos; y en su proyecto intelectual la memoria genealógica: publicó treinta y dos textos, a cual de ellos más seductor y provocador para quienes íbamos detrás, y más denunciador para quienes sólo escribieron una parte de la Historia. En toda su escritura Montserrat Roig nos recordó: «Et reconeixes en els altres, en el seu dolor. Arriba a ser el que ets, deien els antics. I jo 'era' perqué m'havia reconegut en els que m'havien precedit» (énfasis del transcriptor de la cita). Así lo recuerda Josep M. Castellet, editor de prácticamente toda la obra literaria de Roig, cuando señala en un texto-homenaje a la autora: Montserrat Roig escriu amb el convenciment que tant ella mateixa com els seus llibres no son un fet a'íllat [...] sino que ha pres consciéncia -a través de la seva formado individual i col.lectiva- que ells [se refiere a los individuos] i la seva obra están inscrits en un teixit social de consistencia histórica. [...] que tot té un sentit -ni que sigui relatiu- si es Higa amb un passat que és l'esséncia de la humanitat i es projecta cap a un futur que será la seva continuítat.1 1

Josep M. Castellet, «Montserrat Roig en la memoria i des de la memoria», Montserrat Roig en homenatge/Homage to Montserrat Roig, Barcelona: Departament de Cultura, Generalitat de 87

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Este entender la historia como un proceso genealógico no es únicamente un proyecto de reconocimiento en lo más inmediato que tenemos: nuestra madre real, tal como indicó Luce Irigaray en su clásico texto, Le corps á corps avec la mere,2 sino que para Roig es, además, un proyecto de representación simbólica donde hay otra madre; una madre en la que muchas mujeres pudiéramos reconocernos porque, al igual que ella, vivimos en los mismos espacios y compartimos los mismos recuerdos. Iban a ser nuestras memorias (biografías) las que nos llevarían a releer el pasado, a urgar en la memoria colectiva (método de análisis interpretativo del pasado) las huellas de esas memorias individuales. Me estoy refiriendo a un espacio urbano, a una ciudad que se llama Barcelona. Y Barcelona, al igual que nuestra madre real, nos enseña a leer en la lengua que le es propia y que le fluye de sus entrañas: la lengua catalana. Una lengua que Roig y otras mujeres aprendimos en el seno de la familia, confirmando así la importancia de este espacio doméstico en cuanto a la transmisión de ideología. Y este hecho es especialmente importante cuando nos referimos a lenguas minoritarias que han tenido vetado el espacio público. Todas y todos sabemos que una lengua es la expresión de una cultura, una historia, una manera de entender el mundo; la propia Montserrat nos lo recuerda al nombrar a la nación armenia en Digues que m'estinies encara que siguí mentira «[...] en 1915 i ais camps d'extermini tures, les dones arménies dibuixaven abans de morir les lletres del seu alfabet perqué els filis les recordessin per sempre».3 En una extrevista realizada por Geraldine Nichols a la escritora catalana, ésta afirma que había pertenecido a una familia muy catalana, en donde desde los cuatro años había leído en catalán.4 El castellano quedaba asociado desde la infancia a una lengua impuesta en el espacio público; un espacio que se sitúa primero en la escuela y luego en los medios de comunicación, ya que la prensa diaria en lengua catalana es prácticamente inexistente en la década de los setenta y todavía muy limitada en la de los ochenta. Es, pues, por esta razón que Roig escribe gran parte de sus trabajos periodísticos en castellano, lengua que en Digues que m 'estimes confiesa haber identificado con la represión5 y que usa «desproveída deis aparells de l'il.lusionista nadiu».6 En el terreno de la ficción, Roig debe enfrentarse a una lengua catalana que ha perdido la viveza de la espontaneidad en la escritura, dada la falta de continuidad intelectual que sufre a lo largo de décadas. Consciente de esta realidad, Roig señala en una justificación a modo de prólogo en su primer libro de cuenCatalunya, 1992, págs. 14-15. Luce Irigaray, El cuerpo a cuerpo con la madre, trad. Mireia Bofill y Anna Carvallo, Barcelona: la Sal, edicions de les dones, 1985, pág. 15. 3 Montserrat Roig, Digues que m'estimes encara que siguí mentida, Barcelona: Edicions 62, 1991, pág. 41. Geraldine C. Nichols, Escribir, espacio propio: Laforet, Matute, Moix, Tusquests, Riera y Roig por sí mismas, Minneapolis: Institute for the Study of Ideologies and Literature, 1989, pág. 147. 5 Op. cit., pág. 38. 6 Id., pág. 36. 2

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tos: «Escric en una llengua a mig néixer i vise entre el caos i la solitut».7 En Dignes que m 'estimes, Roig dedica dos capítulos a la lengua catalana. En el primero de ellos, titulado «L'encantament del cor», afirma rotundamente que escribe en catalán por tres razones: «Primer perqué és la meva llengua; segon perqué és una llengua literaria; i tercer, escric en cátala perqué em dona la gana».8 Con esa misma convicción y energía analiza -en muchas ocasiones, irónicamente- los pros y contras del debate lingüístico-social que se reanuda en el periodo de la transición democrática, sobre qué catalán escrito es más correcto: el culto o el hablado. Por ejemplo, hay que escribir «vaixell» o «barco». Para Roig, defensora de la inclusión de vocablos, señala, «...el quejo vull és tots dos noms, perqué tots dos son abans que la cosa [...]. No m'espanta i'enguany', pero tampoc m'esfereeix 'aquest any'».9 Es así como Roig cree poder paliar el clasismo lingüístico o el uso de cierto catalán literario, situado en un nivel que margina a gran parte de la población que usa esta lengua como vehículo de expresión. Este aspecto lo analiza profundamente en el capítulo titulado «Un teló de vellut negre», donde indica: «El patró, com diu Darío Fo, coneix mil paraules i l'obrer tres-centes».10 Asimismo, la escritora se sumerge en el tema de la lengua como esencia fundamental de la identidad y de la memoria genealógica (recuérdese el concepto «lengua materna»). Pero no olvida añadir que para ella el contenido es más importante que la forma. Así, y de nuevo, en «L'encantament del cor», no duda en denunciar que: Quan vaig publicar Els catalans ais cwnps nazis, em va escriure un monjo de Montserrat. Em renyava. Havia posat un relatiu malament! Va passar per alt la narrado d'una tragedia que havien patit uns éssers humans que enraonaven la mateixa llengua que ell." IDENTIDAD LINGÜÍSTICA Y/O IDENTIDAD SEXUADA

En 1991, poco antes de morir Maria Aurelia Capmany y Montserrat Roig, comentan en una conversación-entrevista mantenida por ambas el proceso de castellanización que sufrió la universidad durante el franquismo, que ocasionó que los militantes de partidos de izquierda asociaran la lengua catalana con la burguesía -hecho que no es la primera vez que ocurre en este siglo en Cataluña-, así como el sexismo existente en las asambleas convocadas por dichos partidos, y que Roig ilustra muy bien en su novela L'hora violeta (1980). Pero, fundamentalmente, como escritoras, lo que más les preocupa es el tema del bilingüismo: 7

Montserrat Roig, Molta roba i poc sabó... i tan neta que la volen, Barcelona: Edicions 62, 1971, pág. 7. Op. cit., pág. 28.

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Id., pág. 31.

l0

Ibid.., pág. 40. Ibid., pág. 30.

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—«Hi ha companys de generació que van haver de dubtar entre una llengua i Faltra; la meva llengua literaria era la catalana», señala Roig. —Capmany le responde: «Estic completament d'acord. Avui he escrit un árdele que es titula: "Jo no soc bilingüe"». —La respuesta de Roig es: «Ja m'agrada que diguis aixó, perqué jo tampoc no m'en considero. Son els altres, els que ens fan bilingües. Sempre hi ha una diferencia de registres entre les llengues que dominem, o creiem dominar. I és una sort quan la teva llengua materna és, alhora, la teva llengua literaria».12

En el citado texto de entrevistas de Geraldine Nichols se encuentran respuestas fundamentales a la hora de entender el tema del bilingüismo, o mejor dicho, de la opción lingüística en la literatura escrita por mujeres en Cataluña. Para el caso concreto de Roig es importante destacar cómo sus vínculos literarios se emparentan con los de la literatura catalana, escrita por hombres y mujeres, -lo que demuestra que el elemento lingüístico es clave- y no en una herencia de mujeres escritoras en lengua española. ¿Pesa más la realidad «ser catalana» o la realidad «ser mujer»? La siguiente transcripción es muy ilustrativa: -NICHOLS. A la hora de escribir una novela, ¿pesan más las semejanzas existenciales que las diferencias lingüísticas? Tú, concretamente, ¿te sientes parte de una tradición de escritura femenina española? ¿Te dice algo la Pardo Bazán; cómo te ves en relación a una escritora en castellano contemporánea tuya como Esther Tusquets? -ROIG [...] generacional o temáticamente puedo estar más cerca de una Esther Tusquets que de una Mercé Rodoreda. Aunque tenga diez años más que yo Esther Tusquets vivió una influencia parecida a la mía; vivimos una Barcelona, un entorno parecido. [...] lo que pasa es que literariamente yo he buceado siempre en unas preocupaciones lingüísticas muy estrictas, que no eran lógicamente las mismas que las de ella.13

La respuesta a la pregunta relacionada con Pardo Bazán la contesta posteriormente señalando que al rastrear sobre su tradición literaria poco puede ofrecerle esta escritora. En cambio, otro naturalista, Narcís Oller, «me estaba hablando de Barcelona y de mi propia tradición».14 De forma clara y honestamente expresada, quien le deja más huella en términos literarios es Mercé Rodoreda y, aunque en menor medida, pero no por ello menos citado por la propia Roig, Josep Pía. En lo que respecta a la personalidad y configuración ideológica, Maria Aurelia Capmany ha sido su gran maestra. Kathleen McNerney, en su recopilación de textos de cinco escritoras catalanas muestra su gran sensibilidad hacia las lenguas vernáculas peninsulares y 12

Mana Aurelia Capmany, «Montserrat Roig, ofici i plaer de viure i escriure», Cultura, abril (1991), pág. 23. 13 Op. cit., pág. 147. 14 Ibid., pág. 148.

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apunta claramente el tema del femenismo en relación al catalanismo: «It is not surprising that, in addition to feminist themes, many of these works also focus on the question of Catalanism».15 Este aspecto lo secunda Anne Charlon cuando en su texto sobre la narrativa femenina catalana señala: «Pero el tret mes característic de la prosa femenina catalana es la voluntat de trabar una solució comuna a la lluita catalanista i a la lluita feminista».16 En la edición de Catalán Review de Jaume Martí-Olivella dedicada a María Aurelia Capmany y Montserrat Roig, el propio editor publica uno de los trabajos más ilustrativos sobre la problemática catalanismo/feminismo como identificadores de una doble «marginalidad» y «diferencia» de las escritoras en lengua catalana. En «L'escriptura femenina catalana: vers una nova tradició?» MartíOlivella repasa los trabajos de Geraldine Nichols, Kathleen McNerney y Anne Charlon, juntamente con las teóricas feministas que defienden la idea de una escritura femenina (Héléne Cixous), y plantea el siguiente interrogante: Es, precisament, l'argument de la diferencia el que ha fet del feminisme una auténtica forc,a histórica. L'emancipació de la dona comporta el reconeixement de la seva diferencia, de la seva especificitat. D'ací, d'altra banda, la connexió sovint establerta en plataformes polítiques de base entre el feminisme i l'ecologisme, es a dir, el desig de mantenir la riquesa universal de la multiplicitat d'éssers vius. I, entre aquesta riquesa, hi ha la multiplicitat de llengües distintes, llengües que, com els altres éssers vius, sovint es troben en perill d'extinció. Vet aquí, dones, la contradicció: com pot mantenir-se viva una llengua minoritaria, la catalana, si hom assumeix la 'in-diferencia' d'escriure en cátala o en castellá en nom d'una nova tradició -la feminista- que, insisteixo, está basada en el concepte del respecte a la diferencia?17 El dilema o debate que plantea Martí-Olivella ha estado presente en las reflexiones que Montserrat Roig, Carme Riera, María-Antonia Oliver y demás escritoras han mantenido a lo largo de su trayectoria como escritoras. El hecho que escogieran su lengua materna para dar voz a un silencio forzado y la circunstancia que esa lengua materna también hubiera estado en silencio debido a los avatares políticos del Estado español, demuestra, desde mi perspectiva, que es muy difícil, en ciertos períodos históricos (la década de los setenta y parte de la de los ochenta), hallar una única definición de identidad. Es decir: ¿Qué es más decisivo en aquellos años de transición democrática en España, la identificación con la lucha por las libertades nacionales de Cataluña o la lucha por la liberación de las mujeres? Posiblemente son luchas que se plantean de forma simultánea y que con los años van ocupando un lugar específico en la identidad de cada una de estas escritoras. En cualquier caso, optan por escribir en catalán, 15

Kathleen McNerney, ed., On Our Own Behalf. Women's Tales from Catatonía, Lincoln and London: University of Nebraska Press, 1988, pág. 10. Anne Charlon, La condició de la dona en la narrativa femenina catalana (1900-1983), Barcelona: Edicions 62, 1990, pág. 215. 17 Jaume aume Martí-Olivella, ««L'escriptura femenina: vers una nova tradició», Catatan Review, VII. 2 (1993), págs. 207-08. 16

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aún sabiendo el problema de doble «guetización» que ello implica, simple y llanamente porque es su lengua materna. La situación va cambiando conforme la normalización lingüística se va asentando en la sociedad catalana. Y, entrada la década de los noventa, lo que a Montserrat Roig le preocupa y critica desde las páginas del diario en lengua catalana AVUI es la falta de solidaridad y el racismo de algunos proyectos nacionalistas: Ells teñen tot el dret de somniar la independencia de Catalunya, pero els somnis, com tots els somnis, no es poden imposar. [...] amb ls independencia de Catalunya veuríem com son tots aquests senyors, veuríem quina mena de país ens presentaven. Serien definitivament responsables deis seus errors. I aleshores, potser, jo demanaria asil polític a Zimbabwe. Perqué, fa uns anys, vaig veure com un grup d'aquests somniadors [...] apallissaven un borratxo només perqué era espanyol (énfasis de Roig).18 Aunque Kathleen Glenn considere en su lectura literaria que en estos artículos publicados en el citado periódico entre septiembre de 1990 y noviembre de 1991 (excepto agosto de 1991) «the T that speaks in the pages of AVUI cannot be equated with that of Montserrat Roig, who has constructed a persona and presented a fictionalized versión of herself, 19 no es incompatible añadir, que desde una lectura histórica el comentario de Roig es una voz muy coherente con todo su proyecto ideológico e intelectual: la defensa de los débiles. En su propia definición de lo que es la literatura: «és el món a través de la paraula»,20 se vislumbra que el eje central de su obra gira en torno a dar voz a los sin voz, y que sólo la palabra es capaz de transmitir el deseo de vivir. Deseo del que no queda excluido nadie. BARCELONA, SIEMPRE

En Barcelona a vol d'ocell, en «De finestres, balcons i galeries»,21 en Digues que m'estimes encara que sigui mentida y en «La ciutat de Barcelona: una mirada femenina»,22 Roig reflexiona sobre la ampliación de los espacios urbanos de Barcelona a lo largo de su historia y los distintos ámbitos de la ciudad en los que ha transcurrido la vida de las barcelonesas. Barcelona, pues, adquiere 18

Montserrat Roig, Un pensament de sal, un pessic de pebre. Dietari obert 1990-1991, Barcelona: Edicions 62, 1992, pág. 2 8 . 19 Kathleen Glenn, «First Person Singular: Montserrat Roig and the Essay», Catalán Review, IX.I (1995), pág. 84. 20 J. M . Castellet, «Próleg», Un pensament de sal, un pessic de pebre. Dietari obert 1990-1991, por Montserrat Roig, Barcelona: Edicions 6 2 , 1992, pág. 10. 21 Montserrat Roig y Xavier Miserachs, Barcelona a vol d'ocell, Barcelona: Edicions 6 2 , 1987; Montserrat Roig, « D e finestres, balcons i galeries», BarcelDones, Barcelona: Edicions de l'Eixample, 1989. 22 Este trabajo, leído por Montserrat Roig el 1 de julio de 1991 en el «Memorial Paulina Pi d e la Serra», fue su última intervención en público. El Instituí Cátala de la Dona de la Generalitat de Catalunya lo incluyó en el Memorial Montserrat Roig, publicado en 1992.

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en términos metafóricos y simbólicos la autoridad materna de ciudar y proteger a sus hijas-ciudadanas. Roig llega a establecer esta misión protectora a partir de la relación entre «casa=mujer» y «casa=ciudad», de la que se desprende que «Barcelona=mujer». Para el discurso nacionalista catalán del siglo XIX, el lugar de la «ciudad» lo ocupaba la «tierra» y el de la «mujer», la «familia». Pero, como puede verse, tanto la tierra como la ciudad, la mujer y la familia son signos de representación femenina. La «Barcelona-mujer» es, en definitiva, la «madre-nación»: [...] tots el nostres cronistes han comparat Barcelona amb una dona. Mentre l'estat representava el pare, la ciutat era com la mare [...]. Pero no la hem mirada només com a mare, també li han dit marfanta, vella dama, una mica santa, una mica bruixa, encisera i rosa de foc..., depén deis temps i de les ideologies.23 En esa Barcelona Montserrat Roig situó a los personajes de sus novelas. Les Mundetes de Ramona, adéu, la Silvia de El temps de les cireres, la Natalia, la Judit y la Agnés de L'hora violeta, la Patricia de L'ópera quotidiana, e incluso el personaje masculino el Esperdenya de La veu melodiosa 4 habían aprendido a vivir encerrados en el útero de L'Eixample, el barrio que simbolizó la modernización de la ciudad en la segunda mitad del siglo XIX y que Roig se empeñó en retratar en los años de su decadencia: en los años en que todas y todos enmudecimos por un largo periodo.

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Digues que m'estimes, pág. 126. Montserrat Roig, Ramona, adéu, Barcelona: Edicions 62, 1972; El temps de les cireres, Barcelona: Edicions 62, 1977; L'hora violeta, Barcelona: Edicions 62, 1980; L'ópera quotidiana, Barcelona: Planeta, 1982; La veu melodiosa, Barcelona: Edicions 62, 1987.