Más medidas para mejorar la seguridad vial Cuando hablamos de tendencias en accidentalidad vial urbana, ninguna cifra es nunca totalmente satisfactoria. Todos, ciudadanos y Administración local, querríamos un índice de accidentalidad igual a cero. Querríamos que nunca nadie, conductor o peatón, ciclista o motorista, tuviera un accidente en la ciudad. Éste es, en realidad, el objetivo último de todas las acciones de seguridad vial que el Ayuntamiento impulsa a través del Plan Municipal de Seguridad Vial, grueso central de la publicación que tienen en las manos. No obstante, es alentador saber que desde 1999 se ha iniciado una tendencia positiva de disminución de accidentes, hasta el punto de que en cuatro años la reducción ha sido del 17%. Esta tendencia a la baja se confirma en todas las variables: accidentes con víctimas, lesionados y víctimas mortales, en que la disminución ha sido del 22%. Así pues, tenemos elementos para pensar que todavía hay margen para mejorar esos índices de descenso en los próximos años, tendiendo, en definitiva, hacia el objetivo, marcado por la Comisión Europea y asumido por el Ayuntamiento, de reducir la accidentalidad en un 50% en el horizonte de 2010. Los accidentes en vías urbanas tienen características diferenciadas de los accidentes en otras vías. Los factores de riesgo son varios y en ellos tiene una incidencia especial la propia trama urbana, de modo que los cruces son los principales escenarios de los accidentes. Al mismo tiempo, los peatones, sobre todo personas mayores y niños, y los jóvenes conductores de ciclomotores son los colectivos con un mayor riesgo de accidentalidad. Las medidas para mejorar la seguridad vial son también varias y, mediante el Plan Municipal de Seguridad Vial, se trabaja en todas ellas, actuando con respecto a los conductores, el resto de los usuarios de la vía y la propia vía. Las actuaciones más importantes que se están llevando a cabo son el control de los límites de velocidad, con radares y Guardia Urbana, la implantación de zonas de pacificación del tráfico o zonas 30, el respeto a los semáforos, los cruces y los pasos de peatones, la mejora de los puntos de mayor accidentalidad, y la promoción de una conducción tranquila y que cumpla las medidas de seguridad (uso del casco y del cinturón, etc.), entre otras. En La seguridad vial en Barcelona encontrarán todas estas medidas más detalladas, así como un análisis actualizado de la situación de la accidentalidad en la ciudad y, sobre todo, la presentación del Plan Municipal de Seguridad Vial 2004-2007, documento que nos sirve de guía para la acción y para la obtención progresiva de más y mejores resultados en seguridad vial urbana.
JORDI HEREU I BOHER Concejal Presidente de la Comisión de Seguridad y Movilidad
índice 01 03 SEGURIDAD VIAL Y MOVILIDAD URBANA SOSTENIBLE 1.1 La ciudad y el riesgo vial: el concepto de accidentalidad 1.2 La pacificación del tráfico: una responsabilidad compartida 1.3 Las competencias en seguridad vial: de la cooperación a la subsidiariedad
02
LAS POLÍTICAS INSTITUCIONALES: DE LA UNIÓN EUROPEA A CATALUÑA 2.1 2.2
Las políticas de la Comisión Europea: objetivos compartidos La situación en España y Cataluña: nuevas medidas, más seguridad
03
LA ACTUACIÓN MUNICIPAL: EL PLAN DE SEGURIDAD VIAL 3.1
La diagnosis de la accidentalidad: una tendencia positiva - La evolución de los accidentes viales - La tipología y las causas de los accidentes - Los puntos de riesgo en la ciudad - El impacto social de la accidentalidad
3.2
3.3
Las estrategias de actuación municipal: una acción transversal - El estudio y el análisis de la accidentalidad - El trabajo interdepartamental - La participación ciudadana - La evaluación de la actuación municipal Los ámbitos y las líneas de actuación: actuar desde la experiencia - El Plan Municipal de Seguridad Vial 2004-2007 - Los proyectos y las acciones realizadas (1999-2003)
04
ANEXO: LOS COMPROMISOS INTERNACIONALES DE BARCELONA
05
BIBLIOGRAFÍA
01
SEGURIDAD VIAL Y MOVILIDAD URBANA SOSTENIBLE
1.1 La ciudad y el riesgo vial: el concepto de accidentalidad
E
El aumento casi exponencial del parque de vehículos y del número de desplazamientos en este medio de transporte, junto con otras causas entre las cuales predomina el factor humano, ha hecho que el número de accidentes de tráfico haya crecido de forma alarmante en los últimos años en los países desarrollados.
Los estudios y las estadísticas que elaboran los organismos y las instituciones responsables de la gestión del tráfico hacen patente que la accidentalidad es un problema complejo que desborda la actuación preventiva, educativa o disuasoria de las administraciones públicas, a pesar de los esfuerzos que se destinan a ello año tras año. Este hecho pone de manifiesto precisamente la complejidad del problema y la gran diversidad de variables que intervienen en él, gran parte de las cuales tienen mucho que ver con el comportamiento individual de los miles de conductores que utilizan diariamente algún tipo de vehículo a motor.
tiene un riesgo elevado de ser el escenario de algún tipo de accidente vial. Peatones, ciclistas, coches privados, vehículos de transporte de mercancías y vehículos de transporte público comparten un espacio urbano limitado que, a pesar de estar regulado por el código de circulación, la normativa municipal y las señales de tráfico, tiene en el azar y en la confluencia de distintos acontecimientos uno de los factores que explica su historia cotidiana en cuanto a la accidentalidad. Así pues, un paso imprescindible para abordar con más garantías de éxito el problema de los accidentes de tráfico en las calles de las ciudades consiste en asumir que este tipo de accidentalidad es sensiblemente distinta a la que se produce en otras vías. No distinguir entre seguridad vial urbana y seguridad vial interurbana ha conllevado que, hasta el momento, todas las leyes y normas se hayan desarrollado y aprobado en función del segundo tipo, el más general, dejando de lado el caso particular de las ciudades. Como consecuencia, la mayor parte de los estudios y líneas de investigación que las administraciones llevan a cabo obvian un hecho que se constata día a día en los municipios: la accidentalidad vial urbana debe tener un trato distinto al de la que se produce en el resto de vías, ya que sus causas y efectos son también diferentes.
¿Qué se entiende, en todo caso, por accidente vial? El concepto de accidente de tráfico va ligado a un suceso en el que intervienen uno o más vehículos y/o peatones y a las consecuencias que produce sobre las personas implicadas. Estos efectos pueden ir de una simple alteración del orden habitual de la circulación vial a causar daños temporales o incluso irreparables en la salud de los afectados. Los accidentes están íntimamente relacionados con los riesgos asociados al uso habitual de un vehículo y a la movilidad en un entorno urbano. Este riesgo se ve multiplicado cuando intervienen elementos mecánicos como un automóvil, ya que su utilización temeraria o en condiciones inadecuadas, o su mal funcionamiento, generan un peligro añadido. Debido a la concentración humana y al elevado número de desplazamientos que realizan todos los días sus habitantes, la ciudad
En el año 2004 la Organización Mundial de la Salud ha dedicado por primera vez el Día Mundial de la Salud a la seguridad vial. De este modo, la OMS ha querido promover el debate público sobre la problemática de los accidentes de tráfico y avanzar hacia una mayor implicación en la cuestión de las administraciones con responsabilidad en materia de seguridad vial. 7
En la Unión Europea, cada día hay más de 120 muertes en accidentes de tráfico (43.000 muertes al año), y más de 4.500 heridos de diversa consideración. Una tercera parte de las muertes corresponde a jóvenes menores de veinticinco años, y los peatones y ciclistas suelen ser los más afectados. La mayor parte de las muertes se produce en la carretera, pero, en cambio, es en las ciudades donde se producen tres cuartas partes de los accidentes con víctimas (el 19% son peatones).
LOS ACCIDENTES DE TRÁFICO: UN PROBLEMA DE SALUD PÚBLICA La seguridad vial se ha convertido en los últimos años en un tema de permanente actualidad en los países más desarrollados. Los accidentes son un problema social de gran magnitud –que algunos se atreven a calificar incluso de epidemia– que únicamente se puede abordar con la participación de todos los niveles de la Administración. Estudios realizados en los países más desarrollados señalan que las lesiones producidas por accidentes de tráfico se han convertido en la primera causa de muerte en las personas de entre uno y cuarenta y cuatro años, y la tercera en personas mayores de cuarenta y cinco, después de las enfermedades cardiovasculares y los tumores.
donde tampoco se dispone de centros adecuados para atender a las personas que quedan discapacitadas, se concentra aproximadamente un 85% de las muertes. Evaluar los costes sanitarios, sociales y económicos provocados por los accidentes de tráfico puede ayudar, también según la OMS, a comprender la gravedad del problema y las ventajas de invertir en medidas para su prevención. Se estima que el coste de la accidentalidad en los países de ingresos bajos representa el 1% de su producto nacional bruto, el 1,5% en los países de ingresos medios, y el 2% en los países de ingresos altos.
Los accidentes de tráfico son un problema de salud pública global, puesto que en el mundo mueren anualmente 1,2 millones de persones y más de 30 millones resultan heridas. Según indica la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su Informe mundial sobre prevención de los traumatismos causados por el tránsito 2004, en los países con un nivel de renta bajo o medio,
De cada cuatro accidentes, tres tienen lugar en las vías urbanas. La diferencia fundamental entre los accidentes de tráfico que se producen en las vías interurbanas y los que tienen lugar en las zonas urbanas radica en la gravedad de las lesiones de los ocupantes de los vehículos, dado que los accidentes en zona urbana suponen el 18% de las víctimas mortales. Observar la seguridad vial desde el mirador de la Administración local permite, por lo tanto, una aproximación más acotada a una realidad muy amplia y compleja. 8
Abordar el problema de los accidentes de tráfico en una ciudad significa aproximarse al conjunto de factores y elementos que intervienen en él, y que a menudo se simplifica en la agrupación vía, vehículo y persona.
1.2 La pacificación del tráfico: una responsabilidad compartida Para que un modelo de movilidad sea sostenible no sólo es preciso que se use de forma racional el vehículo a motor, que se haga un uso eficiente de la energía o que se minimicen las emisiones contaminantes y el ruido, sino que también debe tener un nivel reducido de accidentalidad. Así pues, una movilidad sostenible debe ser también, por definición, una movilidad segura.
P
La sostenibilidad en materia de movilidad urbana requiere la convivencia pacífica de todos los medios de transporte, siempre teniendo en cuenta que los desplazamientos a pie son los que más riesgo tienen asociado. Garantizar la seguridad de las personas cuando se desplazan por las calles es el objetivo principal, y para conseguirlo todos los agentes implicados deben cumplir su papel.
Es imprescindible, pues, avanzar hacia un amplio consenso social que permita conseguir resultados reales. En primer lugar, porque no son sólo las administraciones públicas las que deben actuar. La industria de la automoción, la publicidad, las autoescuelas, las compañías de seguros, o el sector sanitario, entre otros, tienen una corresponsabilidad directa en la cuestión. En segundo lugar, la sociedad no ha comprendido todavía que los accidentes de tráfico deban ser tratados como la pandemia en la que se han convertido. Así, la opinión pública no está del todo dispuesta a aceptar algunas medidas porque cree que puede ver reducida su libertad de acción. En este escenario, el tejido social y los ciudadanos en general tienen una parte importante de la responsabilidad de que la movilidad sea cada vez más segura. Sin embargo, las buenas prácticas no se improvisan. Es preciso que detrás haya esfuerzos pedagógicos que eduquen para la movilidad. El nivel de riesgo vial que tiene hoy en día una persona por el solo hecho de moverse en un entorno urbano determina que deba ser informada y educada para que pueda moverse de forma cómoda y segura, respetando y haciéndose respetar en todo momento.
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LOS FACTORES DE RIESGO EN LOS ACCIDENTES DE TRÁFICO La complejidad del fenómeno de la accidentalidad vial requiere también que se contemple desde distintas perspectivas para integrar todas las variables que forman parte del mismo. Identificar los factores de riesgo que pueden producir un accidente es un primer paso para avanzar en su prevención. Abordar el problema de los accidentes de tráfico –y, más concretamente, los accidentes en un entorno urbano– significa aproximarse al conjunto de elementos que intervienen en ellos. Un problema complejo como el de la accidentalidad vial requiere ser contemplado desde distintas perspectivas para integrar todas las variables que forman parte de él. Identificar los factores de riesgo que puedan producir un accidente es un primer paso para avanzar en su prevención. El nivel de eficacia de cualquier actuación es directamente proporcional al grado de conocimiento que se alcanza acerca de los problemas y los agentes implicados en sus causas. Desborda, pues, la simple actuación preventiva y disuasoria que se lleva a cabo desde las administraciones públicas. Los factores de riesgo: las condiciones del espacio vial (señalización, semáforos, estado del pavimento, visibilidad, etc.), las características
y condiciones de los vehículos (tipo, potencia, diseño, estado mecánico, velocidad, etc.), las características y condiciones de las personas (edad, estado físico, elementos de seguridad, grado de alcoholemia, habilidades, personalidad, salud, educación vial, etc.), las condiciones meteorológicas, el tipo de legislación y la eficacia de la normativa, el control policial y los valores y patrones sociales. Los agentes y los sectores implicados: los ciudadanos (conductores, peatones, etc.), las administraciones (municipal, autonómica, estatal y europea), los fabricantes de vehículos, los servicios policiales y sanitarios, las autoescuelas, las compañías de seguros y el sistema educativo. La integración de todas estas variables en una matriz permite el análisis transversal del conjunto de factores que intervienen antes, durante y después de un accidente. Esta matriz, conocida con el nombre del experto en seguridad vial que la desarrolló –Haddon–, es una herramienta de investigación muy útil, contrastada a escala internacional, que aporta una información muy valiosa sobre las causas y la responsabilidad de los accidentes.
LA MATRIZ DE HADDON ELEMENTOS DEL SISTEMA DE SEGURIDAD VIAL USUARIO CONDUCTOR
PRE–ACCIDENTE
> Mejorar la conducta de los usuarios
ACCIDENTE
> Mejorar la conducta de los usuarios
> Seguridad en el transporte profesional VEHÍCULO
> Vehículos más seguros
ENTORNO
> Mejorar las infraestructuras y la gestión del tráfico
Plan Municipal de Seguridad Vial 2004-2007
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POST–ACCIDENTE
> Primeros auxilios y asistencia a las víctimas > Recogida, análisis y divulgación de datos sobre accidentes
> Vehículos más seguros
> Recogida, análisis y divulgación de datos sobre accidentes
> Mejorar la conducta de los usuarios
> Recogida, análisis y divulgación de datos sobre accidentes
> Mejorar las infraestructuras y la gestión del tráfico
1.3 Las competencias en seguridad vial: de la cooperación a la subsidiariedad Los accidentes de tráfico se han convertido en un problema social que sólo es abordable con la participación de todos los niveles de la Administración. Están implicados en él las instituciones europeas, la Administración del Estado, los gobiernos autonómicos y las administraciones locales. Es preciso que cada organismo intervenga, desde su ámbito competencial, con medidas educativas, técnicas, legislativas, policiales o de control para encontrar posibles soluciones a la compleja cuestión de la accidentalidad vial urbana.
L
La colaboración institucional y del tejido social y económico debe ser permanente y dinámica en todo lo que atañe a la seguridad vial, puesto que el marco legal actual otorga competencias normativas y de gestión desde el ámbito europeo al local, pasando por el estatal y el regional. Sin embargo, la relación institucional en materia de seguridad vial debería evolucionar de la cooperación a la subsidiariedad. Se trata de pasar de un sistema de gestión burocrático basado en las competencias transferidas a la gestión de políticas públicas dirigidas a combatir de forma eficaz los problemas ciudadanos en materia de seguridad vial. El papel de la Administración municipal, en este sentido, deber ser reforzado para que pueda ejercer la responsabilidad que en realidad le corresponde. De acuerdo con el principio de subsidiariedad, las autoridades locales deben disponer de recursos suficientes para intervenir en la resolución de un problema que las afecta muy directamente y en el que, por falta fundamentalmente de capacidad normativa, sólo pueden intervenir de manera parcial.
Un ejemplo de las dificultadas de cooperación institucional en el Estado español se encuentra en la forma de aproximarse a la magnitud del problema: el número de accidentes en la zona urbana. Aunque la Dirección General de Tráfico publica en sus estadísticas anuales que el 50% de los accidentes se produce en las ciudades, la realidad confirma que este porcentaje es más bien del 75%, tal y como se publica en Cataluña y en los países de la Unión Europea que más trabajan en la cuestión.
Fuentes de información > Informe mundial sobre prevención de los traumatismos causados por el tránsito > www.who.int/world-health-day/2004/infomaterials/world_report/es/ > Organización Mundial de la Salud, 2004
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