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El Santillo Edición/lmpresión BOLETÍN DE INFORMACIÓN GENERAL LOCAL Asociación Cultural "El Santillo” LA MUDARRA Plaza Mayor, 1 47630 - La Mudarra ...
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El Santillo Edición/lmpresión

BOLETÍN DE INFORMACIÓN GENERAL LOCAL

Asociación Cultural "El Santillo”

LA MUDARRA

Plaza Mayor, 1 47630 - La Mudarra (Valladolid)

Dirección Aurora Mozo Martín

AÑO 2015

(Valladolid)

Nº 28

Enero/Marzo

Equipo Redacción Carlos González Salgado

NAVIDAD 2014 SUMARIO Navidad 2014 .................. 1 Madre María ................... 2 Navidad de sopas .......... 2 Fiesta de Navidad ......... 2 Feliz Navidad ................. 3 Paz y amor en Navidad ... 3 Entrevista ....................... 4 Rememorando ................ 5 La caja de los sueños ... 5 Navidad de Sta, Teresa

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Navidad en la “Central“ ... 7 Anhelada Navidad ......... 8

NOTA: La asociación no se responsabiliza de las opiniones vertidas en los artículos firmados Reservados todos los derechos

Ejemplar gratuito Nuestra Web http://www.villamudarra.com Enlace: El Santillo

Otra vez Navidad y en la ventana de mi vida sedienta de frescura, han brotado las auras de ternura mitigando mi sed y de mañana,

han cantado los ángeles la nana para que el Niño Dios, en su dulzura, encuentre en mi cantar la fe más pura desde el fulgor de luz que de Él emana.

Godofredo Garabito Gregorio

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MADRE MARÍA El cielo estaba apagado, sin estrellas ni luceros, y el Niño Dios, arrullado por zambombas y panderos, a la Virgen sonreía mientras la Virgen cosía… Era diciembre y nevaba por los caminos de Oriente y, en el pesebre, le daba María su vaho caliente al niño que sonreía, la Virgen Madre María… Un zagalillo moreno se acercó con paso leve y sobre la cuna de heno dejó una pella de nieve, que era pobre y no tenía más que la noche y el día… Y, ¡oh milagro!, pues que aquella nieve blanca, flor de armiño, se convirtió en una estrella sobre la cuna del Niño, mientras al alba nacía sin temor el nuevo día… La nieve de los senderos derritiéndose en la aurora con estrellas y luceros,

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NAVIDAD DE SOPAS CASTELLANAS, por Mario Alonso El tergiversar palabras, escritos y hechos… por el ser humano no es cosa nueva ni poco utilizada, quiero decir que es más viejo que la palabra, el escribir y casi el hacer. Pero cuando uno se pone a reflexionar en profundidad de lo humano y lo divino, hay temas donde se puede llegar a conclusiones que no le hagan ninguna gracia. Para mí, una de las que menos me gustas, es la manipulación comercial que ha sufrido la Navidad. Dios se hizo hombre llegando al mundo en un pesebre tras una travesía, que más parecía calvario que peregrinación. Y después de no encontrar cobijo en ningún lado, la Virgen venerada tuvo que dar a luz en un portal junto a bestias que mantuvieran caliente a la criatura. Pues bien, tras más de dos mil años de este bendito alumbramiento, el mundo ha tomado esta celebración que debería ser austera y de recogimiento familiar, como la gran fiesta de banquetes y abultadas celebraciones. En definitiva, todo lo contrario a lo que el niño Dios nos enseñó. Por todo esto, que para mí es el Evangelio, en nuestra casa el día de recibir a Cristo en la tierra, lo hacían ya mis abuelos con austeridad de buen castellano, pero con la grandeza propia para tan alta ocasión, el menú navideño, sobre todo en Nochebuena, se compone en su mayoría de sopas de ajo y huevos fritos con patatas, que por otra parte es

un deleite al paladar “viejo que comer sobras”. No voy a negar que tenemos algún antojo típico de las fechas como turrón, algún paté, gulas —que no angulas— y algún picote añadido a la mesa. Pero la parte central del menú es esa, tan básica y a la vez tan castellana, nuestra y austera. Debo añadir que a mí en particular, por mi gusto por el yantar rústico y campero, adoro esta composición gastronómica. Además es algo que se agradece también en Nochevieja, pues como es común en casi todo joven contemporáneo a este escribiente, hay que lidiar más tarde con el cotillón y uno lo afronta con más valor y entrega si viene con calor y la barriga llena. Lo que con estas palabras quiero transmitir, no es más que un remordimiento de conciencia estos días. Olvidemos priorizar las gambas o el marisco y pensemos más en el prójimo que pasa hambre un año más en la calle (sobre todo en estos tiempos que nos toco vivir). Más no hagamos las cosas de cara a la galería sino para que nuestro Padre en el cielo tenga confirmadas sospechas de nuestra misericordia y bondad. Así Él la tenga para nosotros también. Lo que hacéis a un hijo de Dios, al propio Dios se lo hacéis también. Ya solo desearos que os sepa tan rico el unte de los huevos fritos con el pan como a un servidor y que tengáis una feliz Navidad y un próspero Año Nuevo.

se hizo luz y la Señora, la Virgen Madre María, al zagal le sonreía… El zagalillo deprisa se fue cantando, cantando… la Virgen de la sonrisa le había estado besando. “Ya tengo Madre –decíase llama Madre María… Ángel M. de Pablos Presidente del Ateneo de Valladolid

LA FIESTA DE LA NAVIDAD, por Celia Mozo Siendo buena gente se puede disfrutar de la Navidad más que otros, porque los sentimientos bonitos, da gusto expresarlos y recibirlos. Porque ayudar a los demás da bienestar, porque desear cosas buenas es un buen ejercicio mental, es saludable, porque da satisfacción lo bien hecho y lo bien expresado. El dar una sonrisa, un abrazo, un saludo, unas buenas palabras o un buen consejo, aunque solo sea, es gratis, el que lo recibe le gusta y el que lo da lo disfruta. Navidad, Navidad, que bien suena, que bien sabe, son fechas de fiesta, de vacaciones, son días de ilusión infantil, de juegos, de encuentros, días de sabor a buen vino a buena comida... Fiestas cristianas y fiestas paganas, fiestas familiares ,fiestas afectivas y deberían ser

siempre fiestas positivas para la gran mayoría de los mortales. Diciembre es un mes frío, con aire, con nieve, con hielo, pero en Nochebuena hay un tiempo cálido en las buenas familias. A veces en otras familias, se hacen cuentas de quien falta, de quien ya no llega y se ven sitios vacios en la mesa, y una tristeza puede embargar los corazones, porque los recuerdos se vivifican y uno se da más cuenta de que lo que fue, ya no es y ya no será. Pero no hay que rendirse, hay que seguir y recuperar las fuerzas y se debe comprender que la vida es así, y que Navidad es Navidad y Nochebuena es Nochebuena y deben ser siempre buenas fechas, aceptando las vicisitudes y los cambios que la vida nos depara y nos deparará siempre.

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FELIZ NAVIDAD Y FELIZ AÑO NUEVO ¡Ah. Y que nos toque la lotería a todos! ¡y que ni un solo dolor o problema os haga daño, os cause tristeza o disgusto en el próximo año! Vamos, la felicidad completa, sin que la naturaleza intervenga, sin que el corazón sienta, sin que la razón avise, sin que la lógica o la reflexión te transformen… (por todo esto es imposible la felicidad, todo esto es lo que nos hace personas)

Navidad, … Nacimiento, Dice una estupenda frase: «Cuando nacemos todos ríen y tú lloras, vive de forma que cuando mueras tu rías y los demás lloren». Esto es de verdad lo que os deseamos, que esta Navidad y este Año Nuevo y toda la vida vivamos tan a fondo y con todas las consecuencias lo que creemos y proclamamos estos días que al final de nuestro camino podamos de verdad reír tranquilos y felices y a nuestro alrededor lloren de corazón nuestra pérdida. En el portal de Belén hay estrellas, sol y luna, la Virgen y San José y el Niño que está en la cuna.

¡Vamos a ser portal!

Aurora Mozo Presidenta de la A. C. El Santillo

PAZ Y AMOR EN NAVIDAD De nuevo estamos en una de las fechas más significativas del año... !!Las Navidades, tan queridas y alegres para muchos y tan llenas de pena y recuerdos por otros!! Hace muy poco el Papa escribía éstas líneas que quiero compartir con vosotros en éstas fechas tan entrañables: No llores por lo que perdiste, lucha por lo que te queda. No llores por lo que ha muerto, lucha por lo que ha nacido en ti. No llores por quien se ha marchado, lucha por quien está contigo. No llores por quien te odia, lucha por quien te quiere. No llores por tu pasado, lucha por tu presente. No llores por tu sufrimiento, lucha por tu felicidad. Con las cosas que a uno le suceden vamos aprendiendo que nada es imposible de solucionar, solo sigue adelante. Jorge Mario Bergoglio, Papa Francisco El niño Jesús nace todos los años, para recordarnos, que la maravilla más grande del mundo es el Amor, y la felicidad más grande es la Paz. !!! Mis mejores deseos de Felicidad para todos!!!

Chus Cebrián Vega

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ENTREVISTA Miguel Ángel Soria Pintor e ilustrador. Presidente de la Unión Artística vallisoletana bien la falta de iluminación. Siempre salvo en los días de Navidad, por eso las recuerdo con tanta ilusión. En Navidad la ciudad se convertía en color. Bombillas de colores, alegría. La luz, siempre da alegría. ¿Vallisoletano de ciudad? Si, nacido en la Calle de la Pasión. ¿Con pueblo o sin pueblo? Su prolífica obra se encuentra reflejada en sus abundantes exposiciones nacionales e internacionales. En su larga trayectoria artística ha presentado más de cuarenta y ocho exposiciones individuales, ochenta y seis colectivas, cuenta con cuarenta y seis premios en distintos certámenes y ha diseñado veintiuna series de obra gráfica, sesenta y tres diseños y varios murales. Además, ha realizado importantes retratos a personajes de la cultura y el espectáculo. ¿Cómo se celebraban las Navidades de tu infancia? La unión esa que parece que se potencia más en estos días que durante el resto del año. Tengo unos recuerdos imborrables. Entonces no se ponía el árbol de Navidad, no habían llegado las influencias de América, tampoco Papa Noel. Lo que si se ponía era el Belén, era muy tradicional en mi casa. No se me olvidarán nunca las visitas a los puestos de la Plaza Mayor a comprar figuritas de barro.

Sin pueblo, en el sentido de que mi padre se había criado en un pueblo de León, Sahagún y yo pasaba allí algún verano. Pero no lo visitaba tanto como me gustaría. Entonces, esa afición por Torozos y Tierra de Campos que te llevó a instalarte en Valdenebro ¿de dónde te viene? Me viene por Sahagún. Por aquellos veranos, pocos pero los recuerdo bien, el olor a leña quemada, a sarmiento, en la ciudad había carbón. En los pueblos había un olor especial como sabes; entonces eso te queda muy grabado, las calles de tierra… Fue en el pueblo de mi padre cuando yo por primera vez vi una gallina o un cerdo. En la ciudad no lo conocíamos los niños. Eso se me grabó desde pequeño, el que la vida en un pueblo era muy bonita, por eso busqué trasladarme en verano a un pueblo. El pueblo de niño era una aventura. ¿A la pintura del artista que le influye más, los pueblos, la Navidad?

Sí, creo que sí. A mí como a la mayoría de niños siempre me han gustado las miniaturas, por eso con el Rey Herodes y los romanos jugaba un poco. Pero siempre con la seriedad y el respeto de montar un buen nacimiento en mi casa. Yo era quien se encargaba casi siempre de preparar el Belén y de montarlo.

¡Ahora ya de adulto la Navidad! Sobre todo por la vinculación entrañable que tengo con la Asociación Belenistas de Valladolid. De pequeño había dibujado alguna cosa de Navidad, pero muy de niño, ya de adulto en esta relación con el belenismo ha sido cuando me he metido más en el tema. Como la Semana Santa, que ya siendo profesional de esto es cuando he indagado en el asunto.

¿Cómo era aquel Valladolid de tu infancia?

¿Cómo se inició tu carrera como artista pictórico?

La ciudad era, como ya lo he dicho en alguna ocasión, el Valladolid gris. Principalmente por la falta de iluminación, pero también por la falta de color en fachadas de edificios, predominaba el asfalto. No había colorido, por eso yo lo llamé el Valladolid gris. Si, recuerdo

Desde pequeño el recuerdo que tengo es la felicidad de tener un papel y un lápiz a mano. Mi tesoro. A partir de ahí, con la gran facilidad que tenía para dibujar, para encajar un rostro —cosa que nadie me enseñó — fui perfeccionando la técnica. Empecé muy de niño

¿De ahí te viene esa ferviente afición Belenista?

y la profesión vino sola. Ya siendo delineante localicé una foto del vallisoletano Pasaje Gutiérrez e hice una plumilla y al verla me animaron los compañeros de estudio a que hicera más sobre la ciudad y así nació mi primera exposición. De aquella exposición surgió un libro para el que me hizo los textos don Juan José Martín González. Presentabas hace escasos días en el Ayuntamiento de Valladolid nuevo libro, “Valladolid. Lugares en la memoria”. ¿Qué diferencias hay entre aquel primer libro y este? Técnicamente mucha. Hay un cambio muy grande en la forma de ambientar los grabados, además en este he contado con una lista larga de grandes historiadores. Es una obra muy redonda. ¿Cómo se celebran las navidades en casa de Miguel Ángel Soria? Montando el Belén, esa es una de las actividades principales, con mis nietos. También reconozco que se pone el árbol de navidad, por muy americano que sea. Pero a mis nietos, que son pequeños, les llaman mucho la atención las luces de colores y demás. Siendo una entrevista para la revista de La Mudarra creo que nos toca hablar un poco de La Mudarra. ¿Cómo conociste tú La Mudarra? Aunque en mi primer libro sobre la provincia yo iba recorriendo los pueblos y dibujándolos, La Mudarra, que yo recuerde, pasé por allí e hice un primer apunte de la iglesia. Con los años tuve suerte de conocer a Godofredo y fue cuando conocí la Casa Grande tan bonita y señorial y fue Godofredo quien me enseñó a apreciar de verdad el encanto del pueblo. La arquitectura cuidada y adornada de los balcones floridos y las casas y los vecinos de La Mudarra. ¿Desde entonces continuó aquella vinculación con nuestro pueblo? Claro. Godofredo era mi presidente en la Unión Artística Vallisoletana en primer lugar. Siempre apostó por mi labor como pintor, tanto que realizamos juntos varios libros, a Godofredo le estoy muy agradecido. Y después obviamente contigo, con la Asociación Cultural El Santillo que tan bien me ha trata-

Octubre/Diciembre 2014 do siempre. Como este verano en la fiesta de la asociación donde tan bien lo pasamos, con una exposición dignísima y donde sobre todo, se respiraba buen ambiente y amistad. Desde entonces ya le dije a la presidenta, a Aurora, que contase conmigo para lo que quisiera. ¿Qué crees indispensable en un pueblo para que sea atractivo?

El Santillo He intentado que se colabore con otras instituciones más en estos tiempos donde la cultura sufre tanto. Porque la cultura no es sólo cosa de uno.

Hay pueblos que por desgracia ha intervenido demasiado la arquitectura moderna, los ha destrozado dejándoles sin ningún encanto. Yo me quedo con los pueblos con sabor. La Mudarra es uno de ellos. Es lo que de verdad me gusta, que tenga esa visión, que guarde las raíces. Volviendo a la Navidad. ¿Si les tuvieses que decir algo a tus nietos para que lo lean de aquí a unos años sobre la Navidad?

Para acabar ya, esta pregunta no me la podía callar. ¿Cuándo una exposición de Miguel Ángel Soria en La Mudarra?

Les diría que no lo pierdan. Que no se queden solo con la música o las luces, que es mucho más que todo eso. Es el nacimiento del Hombre más importante de la Historia. Conocer la Historia, la Biblia siempre es interesante, ver las dificultades que mucha gente pasaba y sobre todo ahora en esta crisis, que te hace concienciarte de que hay gente que no tiene ni casa, ni comida, para celebrar siquiera la Navidad estos días.

En cuanto se presente la oportunidad, cuando me invite la Asociación Cultural El Santillo o la Fundación Godofredo Garabito y Gregorio. Preparamos el proyecto.

Desde que Godofredo me cedió los trastos, como se dice en el argot taurino, desde que me cedió la presidencia siempre he intentado no defraudarle. El hizo una grandísima labor siendo presidente y yo siempre he intentado mantener ese listón, más cuando el año que viene la U.A.V. cumple cuarenta años.

¿Un último mensaje para los habitantes de La Mudarra? Que tengan un abrazo a través de estas páginas y no dejen de abrazarse esta Navidad entre ellos en un ambiente de cordialidad. Que les felicito por lo cuidado que he visto el pueblo, por los esfuerzos de cada uno para mantener bonita su casa. Que cuiden todo ese encanto que tiene su arquitectura, su morfología. Y sobre todo, que para mí La Mudarra es de esos pueblos que tienen sello. Les deseo que pasen una Feliz Navidad. Guillermo Garabito

LA CAJA DE LOS SUEÑOS, por Israel U. Arnanz En estas fechas en las que algunos olores a leña de roble, canela o vainilla evocan recuerdos y emociones, un pequeño de cinco años me hizo pensar Es Ignacio, hace unos días decidió que su mejor juguete es una caja de cartón convertida en robot. Se pasa las horas ahí metido riendo y hablando, no me cabe la menor duda que soñando hasta el infinito y más allá

REMEMORANDO LA NAVIDAD

¿Cómo ves el futuro de los pueblos? Los pueblos envejecen como sus gentes. Pero creo que muchos jóvenes estáis haciendo una buena labor por darlos a conocer, revitalizarlos. Se reconstruyen algunas casas y se evitan que otras queden abandonadas. Yo creo que el impulso de la juventud es lo que va a salvar a los pueblos del olvido. Yo lo veo en mis hijos sobre todo.

En tu labor como presidente de la Unión Artística Vallisoletana:

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pasados unos minutos te olvidas hasta de que alguien puede estar observándote De repente, y sin darte cuenta, llegan las primeras imágenes en las que la Navidad toma protagonismo. Unas fiestas cargadas de optimismo, alegría, familia, buena voluntad y fraternidad

¿Quién no ha querido alguna vez meterse en una caja de cartón y soñar que las cosas pueden cambiar?

Queda claro que de este sueño no se puede cambiar absolutamente nada, pero... ¿por qué no mantener estos valores todo el año?

Hecho, objetivo cumplido, la caja de los sueños está en marcha. El espacio es reducido y un poco claustrofóbico pero

Los sueños se pueden hacer realidad, es el poder de la caja. Es tiempo de Navidad, llévala contigo siempre.

Los recuerdos cuando eras niño sobre todo si te encuentras en plena senectud como es el caso, te traen a la memoria y se agolpan unos con otros, un sinfín de hechos reales acontecidos que te parece ocurrieron ayer, pero fue hace mucho más de medio siglo, se dice pronto. A lo largo del año las vivencias más marcadas se sucedían alrededor de la Navidad. Allá por la Purísima ya sentías las vísperas con la novena a la Virgen, los días cortos, el frío intenso, los incipientes sabañones en manos y orejas, las vacaciones en la escuela, los juegos del marro, las canicas, el aro, la peonza, el castro, etc.… En casa se preparaba el “cascajo” almendrucos, avellanas, piñones, nueces más los higos y pasas con la ensalada de escarola y granada. El capón solía ser el plato estrella en muchas casas. Con el cántico de la lotería por los niños de San Ildefonso ya nos metíamos de lleno en la Nochebuena y la misa del gallo que no podía faltar junto a los villancicos. La petición del aguinaldo por las casas se cantaba en épocas anteriores y estas son algunas estrofas: Estas puertas son de pino, y aquí vive un gran vecino que tiene mucho dinero. Saque, saque y nos dé de ello para comprar un carnero con su lana y su cencerro. Aguinaldo pedimos señores para el niño que hay en Belén, choricicos y longanicicas y otras cosas que nos den. Ábrete talego, muérete de risa, que te van a echar una longaniza. Y por fin los Reyes Magos, los zapatos en el balcón y a dormir pronto ¡qué ilusión! No les sentíamos llegar porque los caballos en los que venían tenían las herraduras de goma. Jesús Cebrián Pastor

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LAS NAVIDADES DE SANTA TERESA EN VALLADOLID, por Paz Altés Melgar

Reverberación de Sta. Teresa. Rizi Reverberación de Sta. Teresa.F.F. Rizi

No sé a ti, estimado lector, pero a mí, la conmemoración del quinto centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús (1515-2015) está suponiéndome sorprendentes momentos de lectura y grandes descubrimientos sobre su figura, su vida y su obra, que he intentado incorporar a mi propio bagaje de mujer inmensamente curiosa, sobre todo lo que se refiere a mi tierra… Permíteme que te cuente algo sobre la madre Teresa en Valladolid y, más concretamente, sobre las navidades que pasó entre nosotros a lo largo de su vida, en aquellos años de la segunda mitad del siglo XVI. El Valladolid al que llegó Teresa de Jesús en 1568 era un Valladolid que luchaba contra el abatimiento que le habían causado los últimos acontecimientos de su devenir, marcados por la pérdida de la capitalidad política del reino, a manos de su propio hijo predilecto, el rey Felipe II, en 1559, tras los famosos autos de fe que erradicaron el foco de luteranismo liderado por el doctor Cazalla. Aún desconcertada por la salida de la Corte, en 1561 la villa fue pasto de las llamas y se hizo necesaria la reconstrucción integral de todo su centro histórico, en una operación que sí contó con el apoyo del monarca – quizás movido por los remordimientos.–

Felipe II también impulsó entonces la construcción de la catedral de Valladolid, como paso previo para encaminar la designación de Valladolid como sede episcopal y, seguidamente, beneficiarla con el título de ciudad (1596).

su tarea fundadora y reformadora´ en el seno del Carmen Descalzo. Durante aquella Navidad, su anfitriona, la nueva priora –elegida canónicamente en su presencia– resultó ser su sobrina la madre María Bautista y Teresa vivió todas las solemnidades y liturgias de aquel tiempo en la clausura vallisoletana de forma especialmente gozosa al constatar el rigor y la fe con la que se conducía el convento.

La madre Teresa de Jesús celebró la Navidad en Valladolid en tres ocasiones. Su primera Navidad entre los vallisoletanos fue la de 1568, apenas cuatro meses después de haber llegado a la villa para llevar a cabo su cuarta fundación en la casa y las huertas que don Bernardino de Mendoza le había do-

La última Navidad de la madre Teresa en Valladolid fue la de 1580. Teresa, acompañada de su fiel asistente y enfermera Ana de San Bartolomé, había llegado a la villa en pleno verano, poco después del fallecimiento de su hermano Lorenzo en Ávila, para validar Chancillería un codicilo del testamento de éste. Las gestiones se complicaron y se tornaron ciertamente

nado para ello, poco antes. Tenía entonces la madre Teresa 53 años, su salud no era nada buena y la Navidad sorprendió a Teresa y a sus religiosas instaladas en las casas de doña María de Mendoza – lo que hoy conocemos como Palacio Real, en la plaza de San Pablo– donde se habían instalado a comienzos de noviembre huyendo de la insalubridad de la finca de Río Olmos en la que inicialmente se habían asentado. Así pues, Teresa celebró tanto el Adviento como la Nochebuena y la Navidad de aquel año en torno a la iglesia del Hospital de la Cofradía del Rosario, colindante con las casas en las que se hospedaba la incipiente comunidad y a la que podía accederse desde éstas a través de una tribuna construida a tal efecto, en 1545, para el bautizo del infante Carlos, primogénito de Felipe II, que había nacido allí. En diciembre de 1574, la madre Teresa viajó a Valladolid para asistir a la elección de priora en el Convento de la Concepción del Carmen, ya perfectamente instalado en las antiguas casas de los Argüello, ubicación que continúa ocupando en nuestros días (Rondilla de Santa Teresa). La madre Teresa había cumplido ya 59 años, pero aún tenía fuerzas y decisión para continuar con

desagradables y dolorosas para la madre Teresa y la retuvieron en Valladolid hasta finales de diciembre, cuando finalmente pudo salir hacia Palencia. Hemos de suponer que aquella Navidad de 1580, hubo de ser mucho más triste que las anteriores vividas en Valladolid, dadas las circunstancias. Además, no olvidemos que la madre Teresa, a pesar de su ímpetu interior y su coraje inagotable, estaba llegando al final de sus días: tenía 65 años; 65 largos y trabajados años al servicio de Dios. Efectivamente, la madre Teresa moriría dos años después, en octubre de 1582. Podría contarles que aquella Navidad de 1580 no fue, a pesar de todo, la última vez que la Santa visitaría Valladolid. Y que lo hizo, de hecho, veinte días antes de morir, con la salud grandemente quebrantada. Venía de fundar en Burgos e iba hacia Ávila, aunque los planes de Dios eran otros y la encaminaron hacia Alba de Tormes. Y podría, pero no quiero, porque me entristece, contarles también que en Valladolid no paró mucho, porque la priora del convento –aún María Bautista–, que no apoyaba la causa de Teresa en el litigio testamentario al que hemos aludido antes, no tuvo a su tía y fundadora el respeto debido y –según Ana de San Bartolomé–: “Nos dijo que nos fuésemos con Dios de su casa; y al salir de ella, me antepuso a la puerta y me dijo: Váyanse ya, y no vengan más acá”. ¡Velay!, ¡ya se lo he contado! No tengo remedio…

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MIS NAVIDADES EN “LA CENTRAL” por Justino Rodríguez Aún hoy recuerdo mis navidades de pequeño y algo mayor como una época especial en la que aún no estábamos bombardeados por la publicidad y que en aquel barrio de la Central se vivían de modo muy íntimo, como las de una familia grande que es lo que entonces éramos. Y si había una familia en el barrio que vivía estas fiestas con intensidad esa familia era la mía y porque en ella había quien era el motor y alma de la fiesta: mi madre. Ella, junto a mi hermana mayor y mi hermano pequeño eran los que ponían color y voz a las celebraciones. Lo primero que tengo que decir es que mi familia no fue de belenes y de adornos, tarde. Allá por entonces, mi madre seguía teniendo las costumbres que había traído de Bercero, nuestro pueblo. En los días señalados de Nochebuena y Nochevieja reclamaba que toda la familia estuviera pronto en casa. Preparaba la cena muy pronto, en la que no faltaba algún producto de la reciente matanza o de la huerta, que tan bien cuidaba mi padre, cardo o lombarda según temporadas y después carne de nuestro corral, pollo o conejo, con la ensalada de escarola y granada y en alguna ocasión el típico bacalao que se había desalado previamente. Luego, mi madre, seguida de mi hermana, salía pandereta en mano a pedir el aguinaldo a casa de las vecinas de más confianza; las acompañaba mi hermano pequeño que era el experto en estropear las tapas de las cazuelas que golpeaba a modo de platillos con todas sus ganas; los demás íbamos en alguna ocasión para acompañar. Los cánticos, que sabíamos todos de memoria, les había traído también de su pueblo donde les había aprendido ya de pequeña. Recuerdo con especial cariño aquel que decía: Estas puertas son de pino, aquí vive un gran vecino, que tiene mucho dinero para comprar un carnero con su lana y su cencerro Azorita, azorita, que echemos las redes por encima de este tejado, y la chica cachigardica que nos saque el aguinaldo.

Después la cena que solía ser temprana y dependiendo del turno de mi padre y luego los turrones blando y duro, los mazapanes, las pasas, los higos, los dátiles y alguna cosa más que daban la entrada a la partida de brisca que duraba hasta altas horas de madrugada. Me recuerda mi hermana que mi padre solía tomarse muy en serio la partido y mi madre por el contrario no tanto. Y si hablamos de celebraciones religiosas, tengo solo el recuerdo de que un año bajamos hasta el pueblo a asistir a la misa del gallo y sería por conocer el rito ya que a esas horas el frío solía ser muy intenso por lo que el viaje no era agradable y además no nos dejaban ir solos de noche. En Nochevieja se volvían a repetir bastante de lo que hemos escrito antes, aunque añadiré que antes y después de la cena en esos días señalados se cantaban villancicos a todo pulmón y que nos perdonaran los vecinos. A la hora de las uvas, que entonces eran pasas porque no había uvas frescas de temporada o eran muy caras, acompañados por el sonido de la radio y más tarde con la tele. Y llegaban los Reyes. Por entonces la carta que se les mandaba era muy corta y los regalos que traían, modestos. Las muñecas para las niñas y los coches o pistolas para los niños (y mi querido caballo de cartón), pero todos tan contentos. En mi casa los reyes siempre nos traían algo y también aquellas famosas anguilas de dulce que venían en unas cajas cuadradas y que tanto nos gustaban. El problema era que como entonces todavía no había autocar de empleados mi madre viajaba poco a Valladolid y los compraba algunos días antes y para el día 6 de enero ya estaban duros pero eso

nosotros no lo notábamos. Además en nuestros zapatos, que limpiábamos con esmero el día anterior, no faltaban los dulces y el cascajo. Años más tarde, en tiempos de mi hermana pequeña, la empresa fue la responsable más importante de los regalos ya que se encargaba de comprarlos una vez leídas las cartas de los niños; los reyes, bueno, el rey, era un empleado de la empresa que voluntariamente aceptaba ser embadurnado de betún negro y que se encargaba de repartir los juguetes a los niños, alguno de los cuales no acostumbrados a ese aspecto lloraban y se resistían a ser cogidos por aquel ser para hacerse la foto. De aquellas fiestas también recuerdo que algunos empleados se disfrazaban, sobre todo de mujer (Ricardo y Manolín) o llevaban en un carretillo a un rey mago que solía ser Heliodoro Soto, “Carasucia” y que el día de los santos inocentes, los inocentes de los niños íbamos pidiendo a las vecinas cosas imposibles o encargos no habituales de parte de nuestros mayores sin que se nos hiciera ningún caso o plantábamos en la acera un sedal enganchado a un billete y algunos de los que allí pasaban se agachaban hacia él después de haber lanzado una disimulada mirada compasiva a la ventana donde nos encontrábamos. La mejor navidad que recuerdo es la de 1966 cuando estando mi hermano y yo estudiando en Tarragona, a él le toco una cesta en un sorteo y vinimos al pueblo, todo contentos, con las maletas llenas de productos, muchos de los cuales ni siquiera conocíamos. Fue todo un espectáculo, toda la familia con cara asombrada sacando uno a uno aquellos manjares que íbamos a comer en esos días y que nos parecía nunca se iban a acabar. ¡Qué tiempos aquellos!

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PAPÁ NOEL NOS CAE GORDO, por José Delfín Val A mi vecina del quinto y a mí, Papá Noel nos cae gordo. Es posible que alguien más piense lo que pensamos mi vecina del quinto y el arriba firmante y resulta que somos legión. No obstante, seguiremos pensando que somos dos los que no creemos en ese tipo gordo de los renos, publicista andante (de la Coca Cola y de quien quiera usarlo), individuo al que llaman también santa Claus, no por marilindo, sino por una cuestión filológica o filo-ilógica que viene de cuando los marineros holandeses que atracaban sus barcos en la Nueva Ámsterdam (hoy Nueva York) llevaban en su nave una figura que llamaban Sinterklass. Como podrán comprobar es muy pequeño el paso que hay entre pronunciar “sinterclas” y “santaclaus”. La condición de Papá Navidad (Noel es la palabra Navidad en las lenguas anglosajonas) vino más tarde, cuando fue paganizado y tomó la forma de un tipo gordo que usa un medio de transporte tan común a los europeos como el trineo tirado por un número indeterminado de renos, animales que casi todos tenemos en casa como animal de compañía. ¡Qué inventos, Pascuala! En el barrio de Bretón, de Salamanca, donde me crié, los muchachos no teníamos ni pajolera idea de este personaje, que ni es santo ni aparece en los Evangelios. Nosotros éramos de los Reyes Magos, gente de fiar porque están en los escritos. Los Reyes Magos –para ser exactos, los magos que hicimos reyes por aquí– aparecen solamente en uno de los cuatro evangelios, el de San Mateo. Me gustaría que este artículo me saliera redondo (no gordo) porque va para un periódico íntimo, familiar, especial; y quienes en él escribimos hemos de hacer, también, un esfuerzo especial. Pero lamentándolo mucho va a ser imposible, puesto que, analizado por encima el personaje, resulta ser el paradigma de la estulticia, que apenas habla y está condenado a ser un personaje de temporada, como las sandías y los buñuelos de viento. Nos lo están metiendo con pertinaz insistencia como si se tratara de un tipo tradicional en la Navidad de los españoles; y no es así. La razón de que los publicistas usen, y hasta abusen de Papá Noel, es porque no perteneciendo al elenco cristiano y

viniendo de América, propendemos a tragarnos el anzuelo y el sedal. Personalmente creo que es un bobo sin contenido y, lo que es peor, sin historia, pues no hay de dónde tirar. No sé, ni me importa, quien fue el que lo lanzó a la fama con el apodo de Papá Noel. Sería algún lapón, con perdón; pero la mayoría de los estudiosos aseguran que se trata de un trasunto de San Nicolás de Bari, cosa difícil de creer. San Nicolás de Bari fue protector de los navegantes (como San Telmo, que era de Palencia) y de otros muchos profesionales que lo tienen como patrono: los farmacéuticos, los fabricantes de bisagras y charnelas, los cerveceros, toneleros, bomberos y pescadores, los maestros de enseñanza primaria, los comerciantes y botoneros, los carniceros, los molineros y los trabajadores de las canteras y, especialmente, las muchachas con ganas de casarse, donde compite con San Valentín, que también es un recurso comercial. Y de otra mucha gente seria y responsable, como los abogados, los notarios y los comerciantes de vinos. Como ven, a San Nicolás le tienen mucha ley. (Mi ángel de la guarda me dice ahora que no me meta en berenjenales, porque San Nicolás es posible que fuera aquel Sinterklass de los marineros. A mi ángel de la guarda no le llevo nunca la contraria porque ¡tiene muy mal carácter!). San Nicolás y los Reyes Magos coinciden en el día 6. El uno en diciembre y los otros en enero. Nada más. Los magos, los que hemos dado en llamar erróneamente Reyes Magos, parece que constituían una clase sacerdotal o secta; y por ello habían adquirido una gran influencia en Babilonia. Se distinguían por su afición al estudio de la astrología, ciencia adivinatoria basada en el principio de que la vida de los hombres se desarrolla bajo la influencia de los astros. Lo dijeron, en Salamanca, los comentaristas de la Biblia, los frailes don Eloíno Nácar y don Alberto Colunga, que, por su extremada prudencia y su mucha sabiduría, no se atrevieron a decir que aquellos magos fueron los precursores de esta “trouppe” de redactores de horóscopos que tanto inquietan hoy al personal ofreciéndoles oro, incienso y mirra con los nombres de salud, dinero y amor.

Acuarela: Palomar Autor: Pascual Aranda

ANHELADA NAVIDAD De nuevo Navidad y en la ventana los campos de Castilla en blanco manto presagio del cercano y nuevo canto que adorne el corazón cual filigrana. El anuncio de Dios en la besana nacido del amor que ha dado tanto un Salvador que repare el quebranto de esta hogaña humanidad pagana. De nuevo Navidad y el nacimiento se encenderá en casas esperanzadas que vivan fervorosas el Adviento plenas cual hontanar hecho cascada. Entre tanto avivada por sarmientos llegó la Navidad tan anhelada

Guillermo Garabito

La A. C. “El Santillo” desea a todos sus socios y simpatizantes unas Felices Fiestas y año 2015