MANUEL SEOANE Y LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL Por: Nelson Vásquez Juárez

Manuel Seoane pertenece a la generación de fundadores del aprismo. Fue periodista y escritor de notable pluma y de brillantes análisis políticos, económicos e internacionales. Vamos a reseñar uno de los libros del gran “Cachorro” Seoane: “Nuestra América y la Guerra”, terminado de escribir en julio de 1940, publicado por la Editorial Ercilla en Santiago de Chile. Haya de la Torre solía decir que los problemas del Perú estaban ligados a los de América Latina y los de nuestra Indoamérica a los del mundo. El aprismo y sus líderes siempre estuvieron atentos al acontecer internacional porque lo que sucede en el mundo afecta a nuestros pueblos directamente. En el texto “Nuestra América y la Guerra” Manuel Seoane analiza las causas de la segunda guerra mundial, las posibles consecuencias para América Latina y la posición aprista frente al conflicto mundial. Se aprecia la gran capacidad de análisis de Seoane porque avizoró, en 1940, que Estados Unidos iba a participar de todas maneras en la guerra y el peligro que significaba el nazismo para el mundo. Para Seoane “en último análisis, la disputa bélica es, principalmente, por la posesión de mercados de consumo y de materias primas.” 1 Aunque también se podía decir, por lo menos hasta 1940, que la guerra era entre democracias y totalitarismos para el líder aprista esta era una consecuencia no una causa. Así, Seoane señala “que, para muchos, la presente contienda es sólo y exclusivamente una pugna entre dos concepciones políticas diferentes que ventilan su respectiva vigencia en los campos de batalla: totalitarismo versus democracia.” 2 Sin embargo, el “Cachorro” precisa que “la lucha entre democracia y dictadura es un problema que afecta más a las consecuencias del conflicto que a sus causas.”3 Concluyendo que “por grande que sea la trascendencia de la lid entre los sistemas totalitario o democrático, en función de su universalidad futura, no es 1

Seoane, Manuel: “Nuestra América y la Guerra”, p. 18 Seoane, Manuel: Idem. p. 23 3 Seoane, Manuel: p.23 2

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ella la que ha determinado el conflicto. Lo único cierto es que está en 4 juego su respectivo porvenir. Esto es un efecto, pero no una causa. “ Seoane expone también que dentro del sistema capitalista la posesión de mercados de consumo y la posesión de materias primas es clave. Así, señala que “la guerra actual, como casi todas las anteriores, es una consecuencia lógica y previsible del sistema de competencia capitalista.”5 Agregando que “empero, no sólo es la lucha por la posesión o dominio de los mercados de consumo lo que arrastra a los países industriales, a las grandes potencias capitalistas del mundo, a acudir al milenario y bárbaro sistema de la destrucción del adversario. Juega también un rol decisivo la pugna por la posesión o dominio de las materias primas indispensables para la supradicha producción industrial.” 6 Entre las materias primas en disputa el petróleo era (y es) fundamental. Para Seoane, “el actual conflicto lleva hasta una evidencia axiomática la convicción de que aquel producto (petróleo) cumple una función sustantiva en la economía de paz, y un rol primerísimo en una guerra. Ningún país que quiera precaverse de las contingencias del futuro –y todos lo intentan al menos- puede resignarse a no tener abastecimiento petrolífero asegurado. Pero las grandes potencias no lo producen en sus respectivos territorios, excepto Rusia y Estados Unidos. Por ende, la actual guerra, además de la posesión o dominio de las materias primas industriales o alimenticias que necesitan los países-máquina, es, sobre todo, una contienda despiadada para asegurar el control del petróleo, nervio motor de la industria contemporánea.” 7 Agrega Seoane que el petróleo “es el combustible que alimenta, que da impulso sustancial a la industria contemporánea. (...) Por tanto, la seguridad de las grandes potencias está íntimamente vinculada a su control, y es presumible que la lucha por el petróleo adquiera los contornos más violentos. La victoria militar alemana en el continente europeo carecerá de posibilidades de perduración si potencias enemigas o simplemente no aliadas, mantienen el contralor del 4

Seoane, Manuel: p. 24 Seoane, Manuel: Idem. p. 24 6 Seoane, Manuel: Idem. p. 26 7 Seoane, Manuel: Op. citada pp. 27-28. 5

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precioso líquido negro. (...) La falta de petróleo podría conducir a la parálisis a la gigantesca y omnipotente maquinaria bélica alemana. El petróleo en última instancia, es, por ahora al menos, mientras no se le encuentre substitutos, la base de todo poder militar.”8 Lo expresado por Seoane fue acertado y premonitorio. La Alemania Nazi durante el transcurso de la guerra busco siempre abastecerse de materias primas esenciales, entre ellas el petróleo. El General Heinz Guderian afirmó sobre el pacto de amistad y acuerdo comercial con la Unión Soviética de 1939 que estaban “destinados esencialmente a facilitar la conducción de la guerra alemana desde el punto de vista económico.”9 Por su parte, Alexander Perth cita el diario Pravda del 11 de enero de 1940, que daba cuenta de más acuerdos económicos entre la Unión Soviética y Alemania, que decía lo siguiente: “El arreglo presente, basado en el acuerdo germano-soviético de 11 de febrero de 1940, cubre el período entre el 11 de febrero de 1941 y el 2 de agosto de 1942, marcando la siguiente etapa en el programa económico aprobado por los Gobiernos soviético y alemán. Prevé un volumen de intercambios mucho mayor del acordado en el período precedente. La URSS enviará materias primas, productos petrolíferos y alimentos, sobre todo trigo. Alemania nos remitirá equipo industrial. Este nuevo tratado comercial del 10 de enero de 1940 supone un gran paso adelante.”10 Perth señala que según el profesor Friedensburg “Alemania recibió de la URSS, entre 1° de enero de 1940 y 22 de junio de 1941, aproximadamente los siguientes suministros principales: 1,5 millones de toneladas de trigo; 100.000 toneladas de algodón; 1,5 millones de toneladas de madera; 140.000 toneladas de manganeso y 26.000 toneladas de cromo.”11 El escritor Alexander Perth precisa respecto al manganeso y cromo que “los dos últimos artículos fueron, es obvio 8

Idem. pp. 53-54 Guderian, Heinz: “Recuerdos de un soldado”, p. 176. Resaltado nuestro. 10 Perth, Alexander: “De la Invasión a Stalingrado”, Editorial Brugera S.A., 1 edición junio 1969, p. 146. Subrayado nuestro 11 Perth, Alexander: Op. citada p. 147 9

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decirlo, de la máxima importancia por su directa aplicación militar, sobre todo en momentos en los que el bloqueo británico había privado al Reich de sus fuentes de suministro de ambos minerales estratégicos. Según el profesor Friedensburg, Rusia no había suministrado dichos minerales a Alemania antes de firmarse el pacto nazi-soviético.”12 Asimismo, “durante mayo y junio de 1941, cuando Stalin se sentía más temeroso que nunca del ataque nazi, materiales estratégicos de primer orden, como cobre, caucho, etcétera, estaban siendo enviados a Alemania por trenes enteros procedentes del Este y del Extremo Oriente, a fin de mantener contento a Hitler por parte de Rusia, en un esfuerzo “apaciguador” tan frenético como inútil.” 13 La Alemania Nazi empezó la guerra no solo asegurándose al inicio de la misma no enfrentar a la Unión Soviética al invadir Polonia, sino que la URSS incluso les proporcionó importantes materias primas. Asimismo, el petróleo rumano era vital para Alemania. En junio de 1940, "sin pedir permiso al Reich, los rusos ocupaban los Estados bálticos, Besarabia y Bucovina del Norte. Los alemanes se sintieron entonces particularmente alarmados por la proximidad soviética a los campos petrolíferos rumanos, fuente de suministro de máxima trascendencia para el Reich. Esto desencadenó un proceso que, en pocos meses, iba a terminar con la dominación total de Rumania por Hitler, la virtual ocupación de Bulgaria y la invasión alemana de Yugoslavia y Grecia.”14 A pesar que Alemania tenía un tratado de no agresión con la entonces Unión Soviética, Hitler decidió atacarla, y lo hizo teniendo siempre presente objetivos económicos. En 1941 mientras sus generales sostenían que era necesario priorizar una ofensiva hacia Moscú, Hitler tenía otros puntos de vista. El historiador Anthony Beevor narra lo siguiente: “Las frustraciones provocaron peleas entre los comandantes. La mayoría (el general Heinz Guderian era el más representativo) se desesperaba con las dilaciones de Hitler. Sostenían que 12

Perth, Alexander: Op. citada p. 147 Perth, Alexander: Op. citada pp. 147-148. 14 Perth, Alexander: Op. citada p. 136. 13

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Moscú no era sólo la capital de la Unión Soviética, sino también el centro principal de las comunicaciones y de la industria de armamentos; una ofensiva contra ella también llevaría a los ejércitos soviéticos a su destrucción final. El Führer, no obstante, mantenía a sus generales en orden explotando sus rivalidades y desacuerdos. Les dijo que no sabían nada de cuestiones económicas. Leningrado y el Báltico debían asegurarse para proteger el comercio esencial con Suecia, mientras que la agricultura de Ucrania era vital para Alemania.” 15 De Suecia Alemania recibía hierro, materia prima importantísima para la industria armamentística16 y la agricultura de Ucrania para Hitler “era vital para Alemania”. Sobre la importancia de Ucrania, Brzezinski ha dicho que “los esfuerzos para construir el ‘Reich de los mil años’ fueron mucho más allá del objetivo de reunir a todos los pueblos germanohablantes bajo un único techo político y se centraron también en el deseo de controlar ‘los graneros’ de Ucrania.” 17 El General Heinz Guderian en sus memorias: “Recuerdos de un soldado”, narra su reunión con Hitler del 23 de agosto de 1940 y recuerda lo que expuso Hitler: “Luego tomó la palabra para en circunstanciada exposición analizar por qué había llegado a otra decisión. Describió los aprovisionamientos en combustibles y la base de provisiones de boca que constituía Ukrania como necesidad vital para la continuación de la guerra. En conexión con esto mencionó de nuevo la importancia de eliminar a Crimea como “portaaviones de la Unión Soviética en lucha contra los yacimientos petrolíferos rumanos.” Le oí por primera vez la frase: “Mis generales no comprenden la Guerra económica”. Las explicaciones culminaron en la orden estricta de atacar Kiev, sin demora, como inmediato objetivo estratégico.” 18

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Beevor, Anthony: “Stalingrado”, Crítica, Barcelona, Quinta edición mayo 2003, p. 38. Subrayado nuestro. El historiador John Lukacs en su libro “Junio de 1941: Hitler y Stalin”, p. 36 señala que Hitler se percato que británicos y franceses pretendían desembarcar en Noruega, “entre otras cosas para impedir las exportaciones de hierro sueco con destino a Alemania, y quizá incluso para intervenir militarmente contra Rusia” y que Hitler “se adelantó y expulso de Noruega a los británicos al cabo de una rápida campaña.” 17 Brzezinski, Zbigniew: “El Gran Tablero Mundial”, Ediciones Paidós Ibérica, S.A., Barcelona, 1998, p. 46. 18 Guderian, Gral. Heinz: “Recuerdos de un soldado”, Inédita Editores, Barcelona, enero 2008, p. 254. 16

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El General Guderian también transcribe “la orden de Hitler de 21 de agosto de 1941 que constituía los fundamentos para las inmediatas operaciones”19 cuyos objetivos eran la ciudad Kiev. Así, la citada orden decía, entre otras cosas, lo siguiente: “Ordeno lo siguiente: 1. El objetivo más importante antes de la entrada del invierno, no es la conquista de Moscú, sino adueñarse de Crimea, de la comarca industrial y carbonífera del Donez y el estrangulamiento de la conducción rusa de petróleo de la zona del Cáucaso; y en el norte, el aislamiento de Leningrado y la comunicación con Finlandia.”20 (…) “4. La posesión de la península de Crimea es de la máxima importancia para asegurar nuestro abastecimiento de petróleo de Rumania.”21 Asimismo, Hitler al invadir Rusia tenia en su mente los campos de petróleo del Caucaso. Así, Beevor, tomando como fuente al general Von Paulus, señala que el 1 de junio de 1942 durante una reunión en el Cuartel General del Grupo de Ejércitos del Sur, Hitler “estaba obsesionado con los campos petroleros del Caucaso. ‘Si no tomamos Maikop y Grozni –dijo a sus generales-, entonces debemos poner fin a la guerra.’” 22 Ante la demora de sus tropas en su avance hacia el Cáucaso, Beevor comenta que los ojos de Hitler “iban constantemente a los campos petroleros del Cáucaso señalados en el mapa.”23 Por su parte, Guderian cuenta lo siguiente: “Como en agosto de 1941, Hitler perseguía objetivos económicos e ideológicos, antes de que estuviera quebrantada la fuerza del enemigo. La posesión de los campos petrolíferos del Mar Caspio, la interrupción de la navegación en el Volga, así como la 19

Idem. P. 257 Guderian, Gral. Heinz: “Recuerdos de un soldado”, Inédita Editores, Barcelona, enero 2008, p. 257. 21 Guderian, Gral. Heinz: “Recuerdos de un soldado”, Inédita Editores, Barcelona, enero 2008, p.258 22 Beevor, Anthony: “Stalingrado”, Crítica, Barcelona, Quinta edición mayo 2003, p. 71. 23 Idem. p. 78 20

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paralización de la industria de Stalingrado, eran los móviles de unas operaciones incomprensibles desde el punto de vista militar.” 24 Las aseveraciones del dictador alemán demuestran que las tesis de Manuel Seoane de las causas económicas de la guerra y que la lucha por el petróleo iba a ser a muerte eran correctas. Además, como hemos citado líneas arriba, Seoane había opinado que “la falta de petróleo podría conducir a la parálisis a la gigantesca y omnipotente maquinaria bélica alemana”. Pues eso le sucedió al Ejército Alemán en el frente ruso. Durante la denominada “Ofensiva Azul” cuyo objetivo eran el Cáucaso, las divisiones blindadas “tuvieron que detenerse en un momento crucial debido a que se les acabo el combustible” 25

Inevitabilidad de participación de Estados Unidos en la Guerra Seoane opinaba en 1940 que era inevitable que Estados Unidos participara en la segunda guerra mundial, afirmando que “la gran nación comprende la fatalidad de su destino”26 por lo que “creer que EE.UU. puede permanecer al margen de la guerra, sea por voluntad de sus pacifistas, por la rendición de Gran Bretaña, o porque Alemania, Italia y Japón procuren un entendimiento pacífico, es desconocer o negar las causas esenciales que determinan los conflictos bélicos, señaladas ya en el capítulo anterior.”27 El líder aprista señaló que no sólo la Alemania victoriosa en 1940 era un peligro para los Estados Unido, sino que un conflicto bélico con Japón por la hegemonía del Pacífico era seguro: “Y es, sobre todo, el silencioso y frío imperialismo japonés, dueño de un poder bélico respetable, que tras la liquidación de sus conflictos en el Lejano Oriente, habrá de plantear a EE.UU. la lucha por la hegemonía en el Océano Pacífico y la América del Sur.”28

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Guderian, Gral. Heinz: “Recuerdos de un soldado”, Inédita Editores, Barcelona, enero 2008, p .350. Subrayado nuestro. 25 Beevor, Anthony: “Stalingrado”, Crítica, Barcelona, Quinta edición mayo 2003, p. 78. 26 Seoane, Manuel: Op. citada p. 33 27 Seoane, Manuel: Op. citada, p. 34 28 Seoane, Manuel: Op. citada p. 33

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Siguiendo con su juicioso análisis Seoane explica que la guerra iniciada por la Alemania Nazi iba a ser una lucha sin cuartel por el control del mundo. Seoane explica que “la pugna de los totalitarios contra EE.UU. no sólo es la prolongación lógica de la lucha entre dictaduras y democracias –ya que EE.UU. se jacta con razón de poseer una libre democracia-, sino que es la previsible consecuencia obligada de una disputa a muerte por la hegemonía mundial.”29 Agrega el “Cachorro” Seoane que la disputa de mercados y fuentes de materias primas hacían obligatoria la participación de Estados Unidos en la guerra: “Todo indica, pues, que en el veraz mundo de la economía, que es el que proporciona los pronósticos más solventes y orientadores, la intervención de EE.UU. en una guerra es simple cuestión de tiempo. Asistimos a un momento histórico decisivo en que juegan su destino dos sistemas políticos, dos grupos que disputan mercados y fuentes de materia prima y, por último, el sistema de circulación internacional de la riqueza. Esta pugna es a muerte y sólo pueden desconocerla quienes, hundidos hasta las orejas en el blando pantano del pacifismo porque sí, del optimismo panglosiano porque sí, no quieren o no pueden ver la realidad.” 30

Indoamérica amenazada Otro interesante punto de vista de Manuel Seoane y que se cumplió posteriormente, era su afirmación que si Estados Unidos participaba del conflicto “ese día, automáticamente, nosotros estaremos en conflicto.”31 Es decir, los países de América Latina iban a ser arrastrados a la guerra si Estados Unidos intervenía en ella. Esta advertencia de Seoane se cumplió. Varios países de América Latina declararon la guerra a los países del eje, el Perú incluido. Ante esta eventualidad el líder aprista opinaba que América Latina no podía ser neutral, así lo expresaba: 29

Seoane, Manuel: Op. citada p. 34 Seoane, Manuel: Op. citada p. 36 31 Seoane, Manuel: Op. citada p. 37 30

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“Querámoslo o no, seremos arrastrados a la contienda. Porque la neutralidad no es un hecho posible por deseo subjetivo. En vano resultará que clamemos llorosa o dignamente: “¡Queremos ser neutrales!” Esta última guerra europea, más que todas las anteriores, enseña que cuando las grandes potencias se juegan su destino, no retroceden ante los deseos subjetivos de los pueblos débiles. Es necesario que quienes aún no se han percatado se convenzan, mirando el mundo, que acabaron, por lo menos ahora, las fronteras dibujadas en tratados de papel, las promesas habladas o escritas de cualquier intensidad y orden, los juramentos de amistad o de respeto, y que sobre la tierra, donde ha desatado su loca y furiosa ambición una potencia que aspira a la hegemonía mundial, no hay otro lenguaje que el de los tanques, cañones y bombarderos.”32 Seoane con gran sentido estratégico decía que “...basta mirar un mapa de América para comprender que una guerra moderna entre EE.UU. y cualquiera otra potencia, nos coloca en el campo de las operaciones militares, vale decir, en el campo de batalla. La gran defensa natural de los EE.UU. es el mar Atlántico, y la distancia que lo separa de Europa, y el Océano Pacífico que lo aparta del Asia y, particularmente, del Japón. Un ataque de los totalitarios –Alemania, Japón e Italia- a los EE.UU., no se concibe militarmente sin bases de apoyo en el propio continente americano. Y, a la inversa, una defensa de los EE.UU. ante el ataque referido, es virtualmente imposible sin la custodia o salvaguardia de esas posibles bases de apoyo. ¿Cuáles son ellas? Conforme a las antiguas leyes de estrategia defensiva basada en el poderío naval, determinadas islas y puntos estratégicos.” 33 Seoane hace notar que América Latina era un importante mercado de consumo y gran productor de materias primas, “somos pues, ante el irrefutable testimonio de los hechos, la más rica y vasta despensa de materias primas, por cuya posesión, disputan los dos grupos de potencias imperialistas.”34 Agregando la importancia de Venezuela (en 1940) como exportador de petróleo. 32

Seoane, Manuel: Op. citada p. 37 Seoane, Manuel: Op. citada p. 39 34 Seoane, Manuel: Op. citada pp. 58-59. 33

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Teniendo en consideración que era inevitable la participación de Estados Unidos en la contienda mundial y que esto a su vez llevaría a los países indoamericanos a ser partícipes de la misma, Seoane propone que nuestros países deberían unirse y enfrentar el peligro nazi. Para el Aprismo el nazismo era el imperialismo más peligroso por su carácter racista. Así, el “Cachorro” crítica a quienes proponían un entendimiento con los nazis: “Más perniciosa es aún la tendencia que aboga por un entendimiento con Alemania. Quienes la formulan como un ardid destinado a obtener concesiones del presunto vencedor denotan al par que una abyección moral de última especie, un error político y la ceguera más completa sobre la naturaleza de los fenómenos contemporáneos.”35 Señalando más argumentos Seoane expresa lo siguiente: “Suele olvidarse, por los gárrulos defensores indoamericanos de Hitler, el carácter racial del conflicto. Nazismo equivale a lucha de razas. Conforme a su escala de valores, nosotros –morenos, mestizos, negros- somos pueblos abyectos, dignos de látigo colonial. Ellos, los arios alemanes, tienen derecho a gobernarnos a su antojo y conveniencia, a ser amos y señores de nuestro futuro.”36 Manuel Seoane decía que Indoamérica no podía ser neutral en el conflicto que se llevaba a cabo. Con gran sentido de la realidad afirmaba que “en el mundo objetivo, en el de las realidades económicas, políticas y bélicas, la neutralidad depende de la voluntad de los más fuertes.” 37 Da como ejemplo a Noruega, Bélgica y Holanda que proclamaron su neutralidad pero igual sufrieron la invasión alemana. Para el Aprismo la unidad de los pueblos indoamericanos es objetivo político fundamental de su programa. Siguiendo esa línea de pensamiento Seoane señalaba que mientras no nos unamos “carecemos de jerarquía ecuménica. Pero si solidarizamos nuestros 35

Seoane, Manuel: Op. citada p. 107. Seoane, Manuel: Op. citada p. 108. 37 Seoane, Manue: Op. citada p. 102 36

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esfuerzos y puntos de vista, si se realiza una Federación de Repúblicas Indoaméricanas, representativa de 130 millones de hombres, dueña de un extenso y rico territorio, nuestra categoría será diferente y podremos conjugar los peligros del mañana.” 38 Pero nuestra unidad, ante el peligro nazi, debía ir acompañada de una alianza con los Estados Unidos y Gran Bretaña: “Mientras Gran Bretaña y Estados Unidos dominen los mares, los pueblos de Indoamérica, por su voluntad o contra ella, serán sus aliados naturales, por disposición de la geografía y de las actuales relaciones materiales.”39 Con gran fría objetividad decía que “si el peligro nazista es el inminente, ¿quiénes pueden ser nuestros aliados, o quiénes son nuestros aliados de hecho? No cabe duda de que mientras existan la flota británica y la flota norteamericana, serán difíciles los propósitos de conquista total de Indoamérica por parte Alemania. Resulta, por ende, absurdo permanecer indiferentes ante la única circunstancia de fuerza que nos precave de riesgos mayores.” 40 Siguiendo su sesudo análisis, Seoane señala que los países anglosajones también son imperialistas, sin embargo, “mientras Estados Unidos e Inglaterra sean potencias mundiales, es decir no resulten dominadas por los nazis, sus celos mutuos impedirán que una u otra caiga del todo sobre nosotros. Su pugna permanente y secreta no ha cesado ni en lo más dramáticos momentos de la guerra.”41 Agrega Seoane que “no constituyen estas observaciones, remarquémoslo hasta el cansancio, un alegato en defensa del imperialismo inglés y mucho menos una tendencia subconsciente o expresa, cercana o remota, a abdicar nuestra independencia”42 sino que “en el terrible dilema en que la historia nos pone, el imperialismo hitleriano aparece como el más peligroso y subyugante.” 43 Precisando 38

Seoane, Manuel: Op. citada p. 107. Seoane, Manuel: Op. citada p. 107. 40 Seoane, Manuel: Op. citada p. 112. 41 Seoane, Manuel: Op. citada p. 113. 42 Seoane, Manuel: Op. citada p. 115. 43 Seoane, Manuel: Op. citada p. 115. 39

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que había un factor nuevo: “el imperialismo alemán victorioso y sus ideas de expansión mundial a través del racismo ario, obligan a un replanteo de la táctica antiimperialista.” 44 Precisando que “el expansionismo totalitario es el peligro más grave, y a las necesidades de evitarlo deben subordinarse la estrategia y la táctica.”45 Los hechos demostraron que la posición aprista de enfrentar al nazismo fue lúcida. Víctor Raúl Haya de la Torre también había señalado los planteamientos apristas respecto al nazismo y al gran conflicto bélico mundial. 46 Recordemos que la Unión Soviética en 1939 había firmado un pacto de no agresión con la Alemania Nazi, acuerdo que sorprendió al mundo porque la URSS hasta ese entonces “había estado en la vanguardia de la ‘lucha antifascista’ desde la subida al poder de los nazis.”47 No es el momento para analizar las razones por las cuales los comunistas soviéticos pactaron con los nazis. Lo cierto es que si lo hicieron es porque pensaron en los intereses de su país y no los del proletariado mundial. Asimismo, tal vez ganar tiempo para prepararse mejor era el objetivo. Sin embargo, lo cierto es que cuando Alemania el 22 de junio de 1941 invadió la Unión Soviética su avance fue tan rápido que puso en real peligro la existencia de dicho Estado. Fallo Stalin pensando que Hitler no lo atacaría. Según el historiador John Lukacs “de algo sí podemos estar seguros: de que Stalin no deseaba la guerra en junio de 1941.” 48 Lukacs agrega que “Stalin (al igual que su inexpresivo lacayo Molotov) no deseaba en absoluto aliarse con las democracias occidentales y en consecuencia asumir el peso de una brutal guerra contra Alemania. En 1939, Stalin prefería a Hitler antes que a Chamberlain. A partir de ese momento, y hasta después, mucho después –hasta la noche del 22 al 23 de junio de 1941- prefirió a Hitler antes que a Churchill.”49

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Seoane, Manuel: Op. citada p. 133. Seoane, Manuel: Op. citada p. 134. 46 Ver mi artículo: “El Análisis de Haya de la Torre sobre el Nazismo y la Segunda Guerra Mundial”, fechado 7 de mayo del 2009. Se ubica en la pagina web: www.tallerorrego.org. Existe versión impresa en POPULUS fechado 16 de abril del 2010. 47 Perth, Alexander: Op. citada p. 76. 48 Lukacs, John: Op. citada p. 53. 49 Lukacs, John: Op. citada p. 63. 45

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Luego de la firma del pacto de no agresión entre Alemania y la Unión Soviética, “Stalin se levantó espontáneamente y alzó su copa: ‘Sé cuánto ama la nación alemana a su Führer; por eso quiero brindar a la salud de este gran hombre’.” 50 Este brindis los realizó el líder comunista a pesar que “en ese mismo momento, más allá de las paredes del Kremlin, más allá del telón de acero de la frontera de la Unión Soviética, tras las alambradas de los campos de concentración alemanes, vivían y luchaban millones de comunistas (y sus simpatizantes), personas que admiraban a Stalin y que confiaban en él.”51 El 31 de octubre de 1939 Molotov, Ministro de Relaciones Exteriores de la Unión Soviética, dio un discurso en el Soviet Supremo donde “se alegró de la desaparición de Polonia, ‘ese hijo monstruoso del Tratado de Versalles’ y declaró a renglón seguido que ya no debía considerarse a Alemania como ‘agresora’, sino a Gran Bretaña y Francia.” 52 Las loas a la Alemania Nazi como defensora de la paz por parte de Molotov continuaron: “Pero ha cambiado el concepto total de “agresión”. Hoy no podemos usar la palabra en el mismo sentido que hace tres o cuatro meses. Hoy Alemania defiende la paz, en tanto Gran Bretaña y Francia están dispuestas a continuar la contienda. Como veis, los papeles se han invertido.”53 Por su parte, Stalin se negó a creer que Hitler tuviese intención de atacar a la Unión Soviética, a pesar que la movilización de millones de soldados, tanques y artillería hacia la frontera soviética era notoria. Tampoco quiso creer los informes de sus órganos de inteligencia, ni las advertencias que le hicieron la Gran Bretaña y los Estados Unidos de América.54 Los dirigentes comunistas no aquilataron en su verdadera dimensión la amenaza nazi, Stalin pensó que podía confiar en Hitler. Tampoco sopeso en su verdadera magnitud el carácter racial del nazismo. 50

Lukacs, John: Op. citada p. 67 Lukacs, John: Op. citada p. 67. 52 Perth, Alexander: Op. citada p. 93. 53 Perth, Alexander: Op. citada p. 94 54 John Lukacs en su libro “Junio de 1941. Hitler y Stalin” (pp. 80-89) narra los diversas advertencias que se hizo llegar a Stalin advirtiéndole del ataque nazi. 51

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Muy lejos de Europa, en Indoamérica el aprismo si tuvo una política clara y realista frente al nazismo. Había que combatirlo. No podía haber acuerdos con ellos. La lucidez de los dirigentes apristas la plasmo Manuel Seoane en el libro que hemos reseñado “Nuestra América y la Guerra”. Lima, 29 agosto 2010 BIBLIOGRAFIA Beevor, Anthony: “Stalingrado”, Crítica, Barcelona, quinta edición mayo 2003. Brzezinski; Zbigniew: “El gran tablero mundial. La supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos”, Ediciones Paidós Ibérica, S.A., Barcelona, 1998. Guderian, Gral. Heinz: “Recuerdos de un soldado”, Inédita Editores, Barcelona, enero 2008. Lukacs, John: “Junio de 1941. Hitler y Stalin”, Fondo de Cultura Económica/Turner, México, 2008. Perth, Alexander: “De la Invasión a Stalingrado. Rusia en la Guerra”, Editorial Bruguera, Barcelona, 1 edición junio 1969. Seoane, Manuel: “Nuestra América y la Guerra”, Ediciones Ercilla, Santiago de Chile, 1940. Lima 29 agosto del 2010

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