LUIS CARLOS MEJIA VARGAS Presbítero Eudista, una flor ante el altar Por: Francisco J. Mejía Vargas, Pbro

LUIS CARLOS MEJIA VARGAS Presbítero Eudista, “una flor ante el altar” Por: Francisco J. Mejía Vargas, Pbro. ___________________________________ EXOR...
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LUIS CARLOS MEJIA VARGAS Presbítero Eudista, “una flor ante el altar” Por: Francisco J. Mejía Vargas, Pbro.

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EXORDIO La visión sobre la muerte nos divide, nos confunde. Mientras el mundo pagano desespera, nosotros confiamos en la Palabra de Dios que nos habla de vida eterna. Mientras ellos hablan de tinieblas y sombra, nosotros disfrutamos de la luz de Dios que ilumina nuestro camino hacia el Padre y disipa toda oscuridad. Mientras ellos hablan de la muerte como un final sin reversa, nosotros hablamos del comienzo de una vida que tiene plenitud de eternidad. Mientras hablan de la muerte con temor, nosotros somos capaces de repetir con San Pablo: “Para mí la muerte es una ganancia”.

La verdad, que es Cristo, nos ilumina, nos llena de esperanza, nos promete y nos da la vida, siembra en nosotros la semilla de la resurrección en la Eucaristía. ¿Lloramos por los que partieron?, ¿o por los que quedamos? Si ellos en el cielo están mejor que nosotros, en la tierra sequemos nuestras lágrimas con el calor de Dios, con el juego del espíritu que hemos recibido en el bautismo, en la confirmación, en el orden sagrado. El 21 de abril de 2011 a las 6:10 am murió como un justo el padre Luis Carlos Mejía Vargas. Era Jueves Santo, la Cena del comienzo del triduo pascual, la celebró en la patria celestial. “Qué bello día para morir un sacerdote, un gran sacerdote como fue el padre Luis Carlos”, exclamó el Señor Arzobispo de Medellín, Monseñor Ricardo Tobón Restrepo, cuando le comenté la muerte de mi hermano. El decidió bondadosamente presidir las exequias. Monseñor Ricardo había sido alumno del padre Luis Carlos. Al padre Luis Carlos, como rector del seminario de Santa Rosa le tocó presentar al Diácono Ricardo Antonio Tobón Restrepo para su ordenación de presbítero el 21 de noviembre de 1975, ante Monseñor Joaquín García Ordoñez, obispo de Santa Rosa. El mismo día recibió el padre Luis Carlos al joven Mario Álvarez Gómez para cursar, al año siguiente, el noveno grado en el seminario menor de Santa Rosa de Osos. El martes de pascua, 26 de abril de 2011, yo presidí en la Parroquia de San Miguel, la misa en que presentamos las cenizas de mi hermano ante Cristo sumo y eterno sacerdote. Esas cenizas fueron ofertorio significativo en la misa concelebrada por 45 sacerdotes. Esas cenizas fueron dedicadas en la consagración y fueron comunión de fe en la vida eterna para los familiares y amigos que unimos corazones para amar a Dios en sus designios. Acompañado de familiares doloridos pero esperanzados llevamos las cenizas el sábado siguiente al antiguo Juniorato Eudista de San Pedro, donde Luis Carlos hizo su seminario menor del 40 al 2

43 del siglo pasado. La familia Álzate Guerra, con cariño e hidalguía llevó su pésame lucido en una orquídea y unos pétalos amarillos que llevamos hasta el Juniorato de San Pedro para significar el fruto maduro de una vida espigada y florecida al servicio de Dios. La pequeña biografía que ordinariamente escribe un miembro de la comunidad Eudista, cuando muere uno de sus hermanos la llaman flor, talvez para ir llenando de flores el umbral de la eternidad. Esas flores anticipan el jardín de Dios. Me corresponde a mi presentar esta flor ante el altar de la vida como orquídea arraigada en la familia Mejía Vargas y en la familia Eudista.

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CAPÍTULO PRIMERO Raíces de la familia Mejía Vargas.

Después de la ordenación, El P. Luis Carlos con sus padres Francisco Luis y Natalia

Luis Carlos Mejía Vargas nació en Támesis, suroeste antioqueño, el 3 de febrero de 1928. Támesis fue fundado el 25 de diciembre de 1858 por D. Pedro Orozco, por su esposa D. Rafaela Gómez y los hermanos de D. Pedro: Sandalio, Epifanio, Salvador y Mariano. Támesis localizado a 108 Kms de Medellín ofrece los climas: cálido, medio y frío en su territorio. Nuestros padres fueron Francisco Luis Mejía Montoya, Jericuano, familiar talvez de la beata Laura Montoya, y María Natalia Vargas Cuartas, tamesina. Francisco Luis Mejía, viudo de Felicinda Suarez se interesó en María Natalia egresada del Colegio de la presentación de Támesis y maestra de escuela que cuidaba con esmero cariñoso a su madre Eustaquia Cuartas. María Natalia quiso ser religiosa pero no pudo serlo por los desvelos prolongados con que debió cuidar a su madre viuda y ya anciana. Francisco Luis Mejía le regaló a su novia Natalia un libro llamado “La perfecta casada” cuyo argumento central era que la mujer que no había podido ser religiosa, teniendo las cualidades para ello, podía ser una buena esposa y madre. Ese argumento le sirvió a Natalia Vargas para aceptar a Francisco Luis Mejía. Se casaron en la parroquia de San Antonio de Támesis el 17 de noviembre de 1919. Dios bendijo el amor de ellos con seis hijos: Jesús Antonio, 4

Ramón Ignacio, Francisco José (1), Francisco José (2), Luis Carlos y Francisco José (3) Antonio fue el mayor, inteligente y bien dotado se casó con Blanca Echeverri Zapata con quien tuvo 11 hijos. Sobreviven 9: Sol, Rodrigo, Ángela, Betty, Sergio, Carlos, María Elena, Gloria y Juan Manuel. Tres hermanos nuestros murieron pequeños: Ramón Ignacio y 2 Francisco José. Jesús Antonio, el hermano mayor, murió el 26 de enero de 1988. Luis Carlos murió el 21 de abril de 2011, jueves Santo. Sobrevivo yo, solamente yo. Nuestros padres, de cualidades humanas sobresalientes y de virtudes cristianas heroicas se sintieron bendecidos por Dios en el hijo casado y en los dos hijos sacerdotes: Luis Carlos y yo. Nosotros recibimos la gran bendición de Dios en el amor providente de nuestros padres. La educación que nos dieron rica en valores humanos y cristianos fue la mejor herencia que nos pudieron dejar. A un señor rico de Támesis que le dijo a nuestro papá: Don Francisco, ¿Cómo hace usted para educar a los hijos en el nivel al que han llegado? Mi papá le respondió seguro y tajante, “yo oigo misa y comulgo todos los días”. Nuestro papá había vendido las fincas de Río frío y Otrabanda para vivir en el pueblo y poder oír misa y comulgar todos los días. La caridad de nuestros padres sobre todo con los campesinos pobres fue proverbial en Támesis. Allá muchos admiraban la generosidad desbordada de nuestros padres para ayudar a los necesitados con amor sencillo. ¡Nuestros padres tuvieron tantos ahijados de bautismo! Cuando los padrinos eran buscados por los valores morales los Tamesinos se sentían seguros y felices pidiéndoles a nuestros padres que fueran padrinos de sus hijos. Era satisfactorio y gratificante ver a hombres y mujeres mayores arrodillarse ante nuestros padres para pedir la bendición diciendo: La bendición padrino, la bendición madrina. Entre estos devotos me acuerdo del padre Bernardo Diez Suárez SJ, que cumplió ese rito con encantadora 5

sencillez. Cuántas veces la sala austera de nuestra casa, fue el lugar de velación de los muertos. Con cuanta tranquilidad llegaban los campesinos a pedir este favor de hospitalidad para sus seres queridos. Yo nunca oí a mi mamá en la vida hacer una crítica; el regaño más fuerte que yo recibí de mi mamá fue cuando a ella le pareció que yo había atendido mal, sin caridad, a una pobre a quien me correspondió darle algo de comer. Fuera de la misa y comunión diarias, mi mamá hacía todos los días la media hora delante del Santísimo Sacramento. Yo la acompañé muchas veces. Viéndola a ella y sintiendo su amor, yo aprendí desde niño a amar a Jesús sacramentado. En nuestra casa nunca faltó el Rosario. Mi papá rezaba varios rosarios diariamente, sus manos y su corazón nunca se cansaron de desgranar las cuentas del Ave María. En una ocasión, viviendo ya en Medellín con mi mamá viuda hacía tiempo, llegó un médico especialista a visitarla cuando estábamos rezando el rosario que era fijo a las 9:00 pm. Le dijimos a mi mamá que había llegado el médico y ella contestó: Después del rosario. El médico esperó, admirado de la fuerza de las convicciones de una anciana enferma. Cuando Luis Carlos y yo visitamos a Támesis con ocasión del Centenario del nacimiento de nuestra madre, el templo se llenó para una misa fuera del horario común de la parroquia. Después de la misa algunos conocidos nos preguntaron: Padres ¿Cuándo van a canonizar a sus papás? No supimos responder, pero quedamos con la grata impresión de que ésa era la fama que corría elocuente en el pueblo que los vio vivir y amar. Ese hogar fue el don magnífico que el cielo nos dio. Lo aprendido en el hogar no se pierde, aunque en alguna época se haya podido olvidar.

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CAPITULO SEGUNDO Raíces de la familia Eudista.

Sacerdote Eudista para siempre.

San Juan Eudes nació en Ri, Normandía, en Francia, en 1601. Entró en la Congregación del Oratorio fundada por Bérulle. Después de su ordenación sacerdotal se dedicó a las misiones con el pueblo. 117 misiones marcaron una época en que el predicador Eudes, incansable y eficaz, sacó a muchos del indiferentismo religioso y motivó a muchos picados de jansenismo. Juan Eudes mostró su celo y su arrojo en la atención a los enfermos afectados de peste. Él se contagió pero superó ese contagio. Pensó mucho en la Congregación de Jesús y de María, que logró fundar en 1643 para la formación de los candidatos al sacerdocio y para la predicación de las misiones al pueblo. Fue fundador también de la Orden de Nuestra Señora de la Caridad del Refugio, de la que nació, en el siglo XIX, la Congregación del Buen Pastor. Pio X, que lo beatificó en 1909, y Pío XI, que lo canonizó en 1925, llamaron a san Juan Eudes: “Padre, Doctor y Apóstol del culto litúrgico a los Sagrados Corazones de Jesús y de María”.

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La espiritualidad de San Juan Eudes, sabio y santo, influyó mucho y sigue influyendo, no solo en las congregaciones fundadas por él, sino también en los beneficiarios de ellas como los seminarios, las misiones, las obras apostólicas de gran calado como la de El Minuto de Dios, del sacerdote eudista Rafael García Herreros. En Colombia somos muchos los sacerdotes alumnos de los Eudistas que aprendimos a valorar la espiritualidad de la Comunidad Eudista y nos enriquecimos con ella. El amor a los Sagrados Corazones ha sido un río de agua viva que fecundó mentes, voluntades y corazones. La doctrina de san Juan Eudes, profunda y amable, está enmarcada en la escuela de espiritualidad francesa del siglo XVII. Su doctrina sobre el Verbo Encarnado, sobre los fundamentos de la vida cristiana: la gracia divina, la voluntad divina, el amor a la cruz, la renuncia al pecado y adhesión a Cristo, la oración, los sacramentos, sobre todo el bautismo, que él llama “Alianza del hombre con Dios”, es patrimonio, no solo eudista sino de la Iglesia. Luis Carlos Mejía se incorporó a la Congregación de Jesús y de María el 11 de febrero de 1949. El 16 de agosto de 1948 el Consejo Provincial de la Comunidad Eudista lo aceptó por unanimidad para la comunidad, describiéndolo como inteligente, piadoso y amigo de la disciplina. El acta la firmaron el padre León Nicolás como Superior provincial y el padre Camilo Macías como secretario. Avisando a mis padres su incorporación les decía: “Encuentro verdaderamente providencial mi incorporación a la Congregación de Jesús y de María”. Se sentía seguro de su vocación sacerdotal en la comunidad Eudista. La formación del clero era lo que más le llamaba la atención, la espiritualidad Eudista ya lo posicionó como mentor e impulsor versado. No solo fue un eudista cabal sino que en la espiritualidad eudista fue un referente por su preparación y difusión de esa espiritualidad en los sacerdotes, en los seminaristas, en la gran familia eudista: Eudistas, Caridad del Refugio, Buen Pastor, Eudistinas, Fieles Siervas, Asociados Eudistas. Enamorado de San Juan Eudes y de 8

la congregación Eudista se gastó y se desgastó por ellos con inteligencia, voluntad y corazón. Recibió de la comunidad el invaluable don de la espiritualidad Eudista, aportó a la comunidad su amor inequívoco con manifestaciones múltiples y valiosas. Raíz profunda fue la comunidad Eudista para Luis Carlos. Ella alimentó el tallo y la rama. Floreció y dio mucho fruto.

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CAPÍTULO TERCERO Estudios.

Seminario de Santa Rosa de Osos. Fragua de sacerdotes. En 4 ocasiones trabajó allí

Tres padres Eudistas a quienes consulté sobre Luis Carlos coincidieron en decirme que fue siempre un estudiante brillante, no solo por sus capacidades dadas por Dios a través de sus padres sino por su dedicación responsable a su empeño de prepararse intelectual y espiritualmente. En Támesis hizo la primaria y el primero de bachillerato. Por curiosidad anoto que en la carpeta personal del padre Luis Carlos del archivo provincial de los padres Eudistas, conservan una página con las calificaciones firmada por D. Adolfo Naranjo G. El 23 de noviembre de 1939, año en que Luis Carlos hizo en Támesis el primero de bachillerato. D. Adolfo era el rector del Colegio de secundaria de Támesis. Son 13 calificaciones: 12 con nota de 5 y una con nota de 4. Sacó el primer puesto. Así mismo se conserva el precioso certificado de conducta y cualidades dado por el mismo rector en enero 25 de 1940 antecitos de entrar Luis Carlos al Juniorato de San Pedro. En 1940, a comienzos, llegó al Juniorato de San Pedro, seminario menor de los Padres Eudistas y allí terminó el Bachillerato en noviembre de 1943. En 1944 llegué yo al Juniorato y encontré la fama de Luis Carlos como estudiante y el reto que me exigía seguir sus pasos.

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En 1944 hizo el noviciado, que corresponde al primer de año de probación, y de 1945 a 47 hizo la Filosofía con profesores destacados como el padre Bernardo Hurtado, el padre Andrés Basset y el padre Hipólito Arias. El año de magisterio en Miranda a fines del 47 y en el 48 le sirvió para repasar matemáticas y lenguas que enseñó con gusto y eficiencia. De Miranda regresó a Valmaría, Seminario Mayor de los Eudistas, para comenzar en 1949 la Teología. En 1952 terminó la Teología. Nuevamente debo mencionar a los padres Bernardo Hurtado, Andrés Basset, Hipólito Arias. No conozco más. A estos los menciono especialmente porque se los oí nombrar con admiración y cariño al mismo Luis Carlos. El Padre José Maubré, en el Seminario Valmaría, como director, dice del H. Luis Carlos Mejía que “es muy inteligente para especialización en Matemáticas, filosofía y Sagrada Escritura, pero que es capaz de todo”. En 1961 y 1962 se especializó en Filosofía en el Angélico de Roma, donde sacó con lujo su licenciatura. Del testimonio de su licencia, de la facultad filosófica del Angélico del Roma, entresaco. - In examine scripto 4,6,62 10 ex 10 - In examine orali 16, 6, 62 38 ex 40 - Ut notam complexivam 402 ex 420 Luis Carlos sintió no haber podido sacar el doctorado. La facultad de filosofía y el decano le permitían sacar el doctorado en medio año, pero el padre Joaquín Duarte, Provincial, no se lo permitió. Luis Carlos aceptó la llamada de la autoridad. Le dolió, pero obedeció. El Cardenal López Trujillo fue su compañero de estudios en Roma. Yo acompañé a Luis Carlos a la posesión de monseñor López Trujillo como arzobispo coadjutor de Medellín y fui testigo del aprecio de Monseñor por Luis Carlos y del reconocimiento por sus buenos estudios. A Monseñor López Trujillo sí le permitieron hacer el doctorado y algo más.

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CAPÍTULO CUARTO Formación humana, cristiana y sacerdotal.

Antonio, Luis Carlos y Francisco con la mamá. Modelo de formación humana y cristiana.

Hablando de las raíces familiares y eudistas ya comenté sobre la formación eudistica que fue seria, sólida y profunda y de la formación del hogar que fue sencilla, de fe, de esperanza y amor arraigados en la vida. Entendemos bien que la educación no puede ser una suma de conocimientos sino que debe partir del aprovechamiento de las condiciones físicas y mentales del educando para conseguir su perfeccionamiento. La educación debe lograr en el educando la madurez que le permita su realización dentro de sus mejores posibilidades de ser y actuar. Y esto de acuerdo con su vocación humana integral abierta a la trascendencia. La familia y la Comunidad Eudista fueron los educadores primeros de Luis Carlos al ayudarle a descubrir, a definir y a lograr los ideales. El hogar y la comunidad lo enseñaron a amar y a servir. “La educación se propone formar personalidades fuertes y responsables capaces de hacer opciones libres y justas”. Los padres y la Comunidad fueron sus modelos de identificación, sus más vivos y duraderos ejemplos en la manera de vivir. El ejemplo de amor, abnegado hasta el sacrificio, en nuestros padres y en los pilares de la comunidad como un padre Basset, un 12

padre Hurtado, un padre Rochereaux, un padre Bosseau, un padre Germán Villa Gaviria templaron el carácter del Padre Luis Carlos. Así formaron humana, cristiana y sacerdotalmente a Luis Carlos mi hogar y el segundo hogar, la Comunidad Eudista. Luis Carlos aprovechó con su inteligencia lúcida, con su voluntad firme y esforzada, con su afectividad rica y bien orientada, todo lo que el hogar y la comunidad le dieron. Quiero advertir que la formación sacerdotal de Luis Carlos comenzó desde el hogar Mejía Vargas. Cómo entendí de bien lo que prediqué muchas veces a las parejas de casados: Ustedes son sacerdotes en la educación de sus hijos. Talvez dos detalles de la primera formación de hogar ilustren un poco el aprovechamiento de las aptitudes innatas de Luis Carlos. De niño, él se hizo de papel todos los ornamentos para la Misa. A mis padres y a mí y algunos vecinos nos tocó oír las prédicas juveniles en las misas. Ideas aprendidas del gran párroco de Támesis padre Manuel Salvador Gómez. En Támesis, hubo hace mucho tiempo algo que creo no alcanzaba a ser una emisora sino un parlante hacia la carrera Bolívar, abajo de la plaza, cerquita a la casa paterna. Convocaron un concurso de canto que Luis Carlos ganó con el estímulo y la alegría de los papás. Comenzaban a manifestarse su espíritu religioso y sus dotes para la música y el canto.

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CAPÍTULO QUINTO ORDENACIÓN SACERDOTAL.

Después de la ordenación. Una primera bendición para los papás.

La incorporación a la Congregación de Jesús y de María categorizó y calificó la preparación responsable que, con la ayuda de Dios y por medio de sus superiores, había tenido para ser y llamarse Eudista desde el 11 de febrero de 1949. El noviciado bajo la dirección del padre Bosseau había marcado en Luis Carlos huellas profundas de Espiritualidad Eudista. No esperó a que la incorporación lo hiciera automáticamente Eudista sino que primero fue Eudista de corazón, de propósito y de metas. La Congregación de los Eudistas pertenece, según el Derecho Canónico, al grupo llamado “Sociedades de Vida Apostólica”. No tiene votos religiosos. Sólo promesa de obediencia a los superiores y viven en comunidad. La ordenación sacerdotal en Valmaría, el 13 de julio de 1952, hizo otro Cristo al Eudista que hizo de su incorporación el título de opción por el sacerdocio para el servicio de la Iglesia en la 14

Congregación de Jesús y de María. En mayo 16 de 1952 el Consejo provincial, por unanimidad con 5 admittatur, lo aprobó para la ordenación sacerdotal. Lo ordenó sacerdote monseñor Emilio de Brigard obispo auxiliar de Bogotá con mandato del Cardenal Crisanto Luque, el 13 de julio de 1952, en la Capilla de Valmaría en Usaquén. La ordenación sacerdotal no da las virtudes sacerdotales. El candidato las debe presentar como ofertorio de su primera misa en la ordenación. La aprobación unánime y esperanzadora que dieron los formadores para la ordenación, fue el reconocimiento de la preparación consciente y esforzada a que habían sometido a Luis Carlos: una vida austera de seminarista eudista. La felicidad agradecida de mi mamá fue el mejor regalo para Luis Carlos que convertido en otro Cristo bendijo a nuestra madre y le dio la comunión. Mi mamá recordó siempre este momento como realización plena de mujer y madre. En la carpeta personal del Padre Luis Carlos, del archivo provincial de la comunidad, se conservan las constancias no solo del diaconado y presbiterado sino de las llamadas órdenes menores y hasta de la tonsura.

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CAPÍTULO SEXTO Sacerdote y apóstol

Hermanos, amigos, sacerdotes, Rectores del Seminario de Santa Rosa

6.1. SEMINARIOS 6.1.1. Seminario de Santa Rosa de Osos Después de la ordenación sacerdotal el R.P. Germán Villa Gaviria, Provincial Eudista de Colombia, en ese tiempo, le dio la primera obediencia: Seminario Santo Tomás de Aquino de Santa Rosa de Osos como formador. Reemplazó al padre Pablo Arias. El segundo semestre de 1952 yo estaba terminando la Filosofía en Santa Rosa. Fue mi profesor de Griego Bíblico y Arqueología Bíblica. Un compañero me dijo: “¡Tu hermano si sabe de eso!” ¿Será muy exigente para exámenes?, preguntó medio temeroso pero se quedó sin respuesta. En el menor dio matemáticas y lenguas. Tuvo algunos dirigidos, pero no alcanzó a echar raíces porque en Diciembre recibió obediencia para San Cristóbal Venezuela. El Padre Bernardo Hurtado, rector de Santa Rosa, que había tenido como alumno a Luis Carlos en Valmaría y ahora era su compañero de equipo sintió mucho la salida de Luis Carlos, pero el Provincial dijo que lo sacaba porque lo necesitaba en San Cristóbal.

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6.1.2. San Cristóbal (Venezuela) En San Cristóbal estuvo el primer semestre de 1953 como profesor y director de canto. Ya en Valmaría siendo estudiante había sido director de canto en la rectoría del padre Basset. 6.1.3. La Grita (Venezuela) En el segundo semestre de 1953 pasó al seminario de la Grita. Era otro Juniorato de los Padres Eudistas para Venezuela. Allí ejerció como profesor, ecónomo y director de canto. Fue nombrado primer asistente para asumir provisionalmente la dirección de ese seminario. El rector se enfermó y el primer asistente no podía reemplazarlo. 6.1.4. Bucaramanga Siendo Obispo de Bucaramanga Monseñor Aníbal Muñoz Duque les pidió a los Padres Eudistas que se encargaran de la dirección del Seminario. El padre Hurtado fue nombrado rector. El padre García, prefecto. El padre Habard, director espiritual y el padre Luis Carlos, ecónomo, director de canto y profesor. Era el año 1954. Luis Carlos encontró alguna anomalía: había una persona nombrada como directora externa de las personas del servicio del seminario. Ganaba un sueldo muy alto para las circunstancias, además del tratamiento especial como pago del taxi diario para ir al seminario y para regresar a su casa. El padre Luis Carlos comentó al padre Hurtado y el padre Hurtado, como acostumbraba a hacerlo, solucionó el problema con un chiste: “Dígale al Padre Arenas, tesorero de la Diócesis, que el Rector no admite ganar menos que una persona del servicio”. Solucionado el problema. A fines de 1956, septiembre, octubre, yo estuve en el seminario de Bucaramanga, algo enfermoso preparando el examen de “Universa Theologia”. Me di cuenta del ambiente de familia que habían logrado crear en ese grupo de seminaristas menores. A ese buen espíritu contribuyó, sin duda, la vieja casona, en que todo concluía al patio central, lugar de encuentro de todos, a toda 17

hora. El equipo de padres al que se unió luego el padre Le Livec fue el motor de ese buen ambiente. Según el testimonio del padre Hurtado, Luis Carlos fue un magnífico ecónomo y miembro muy apreciado de ese primer equipo de formadores del seminario de Bucaramanga. 6.1.5. Seminario de Santa Rosa de Osos En 1957 volvió al seminario de Santa Rosa esta vez por más tiempo hasta 1960. En esta ocasión fue prefecto del menor, formador y director de canto. Como prefecto, según el testimonio de sus alumnos, fue rígido, exigente y dedicado a esos jóvenes que estimaron su labor. Como director de canto mantuvo el nivel del gregoriano y de las corales aplaudidas dentro del seminario y fuera de él. Un sacerdote que ya murió, admirando sus habilidades para la música, decía que era envidiable su solfeo cantado espontáneo y seguro. Otro padre dice que era un artista. 6.1.6. Seminario de Valmaría Al regreso de Europa, licenciado en Filosofía y aventajado en lenguas a las que les había gastado mucho tiempo, colaboró en Valmaría a finales del 62 y el 63, primer semestre, como ecónomo y profesor. Se distinguió como ecónomo organizado y previsivo. Conoció alumnos del seminario y muchos lo conocieron a él. A ellos hacía referencia con alguna frecuencia, así como a los de 1981, 82 y 83 cuando repitió como profesor de Filosofía y formador. 6.1.7. Seminario mayor de Cartagena El segundo semestre de 1963, pasó a Cartagena como Rector del Seminario y Superior de la comunidad. En Cartagena sudó y sudó: era la época de Monseñor López Umaña, cuando había que celebrar de sotana negra y no había muchas comodidades para ese clima duro. Las exigencias de rector no fueron bien aceptadas por algunos alumnos y alguno de los padres. 6.1.8. Seminario de Santa Rosa de Osos 18

En 1964 estuvo tercera vez en el seminario de Santa Rosa como profesor, director de canto, director espiritual del seminario menor. Sin cargos administrativos, pudo hacer de director espiritual, oficio que repitió al fin de su vida durante 4 años en Tegucigalpa – Honduras. Varios sintieron su compañía amable pero exigente como director espiritual. El buscaba siempre descubrir y afianzar la vocación sacerdotal. 6.1.9. Seminario menor de Cartagena De 1965 a 1969 repitió Cartagena pero ya en el Menor como superior y rector. Tomó muy en serio la promoción vocacional, recorrió los pueblos de la costa que confluían al seminario menor de Cartagena. No solo se relacionó con los alumnos sino también con las familias de ellos. Después visitaba con alguna frecuencia a Cartagena y veía con gusto a sus antiguos alumnos y a sus familias y recibía con interés sus visitas. Ellos se sentían muy bien, porque entre otras cosas, el padre Luis Carlos los saludaba con sus nombres propios. Hace un año y medio visitó la última vez a Cartagena. Yo lo acompañe con el padre Jhon Jairo Mesa, en ese tiempo gerente de la Cooperativa Fraternidad Sacerdotal. Su propósito era visitar, saludar a antiguos alumnos y a sus familias. En el Carmen de Bolívar, alumnos de Luis Carlos, músicos destacados, agradecían la iniciación en el canto y las corales del seminario. Ellos recordaban con entusiasmo las salidas del seminario a cantar a varias partes con la coral y talvez con el grupo de teatro del seminario. El padre John Jairo y yo, percibimos la admiración agradecida que tenían por Luis Carlos y por el Seminario. 6.1.10. Seminario de Cali En 1970 y 1971 trabajó en el seminario mayor de Cali con el padre Le Livec y el padre Antonio Zuluaga y otros más con quienes hizo un equipo muy apreciado en el seminario y en la ciudad. 6.1.11. Seminario de Pasto

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Luego pasó a Pasto a mediados de 1971 allí permaneció hasta el 74 como prefecto del mayor y profesor. Como prefecto del mayor fue exigente y tal vez duro. Algunos alumnos no compartían el temple de sus exigencias pero no dejaron de reconocer sus capacidades como profesor y su testimonio. En ese seminario se enfermó, recobró la salud y continúo su trabajo. 6.1.12. Seminario de Santa Rosa de Osos En 1975 y hasta 1980 estuvo nuevamente en Santa Rosa. Por cuarta vez trabajó en este seminario donde muchos Eudistas abnegados, ricos en ciencia y virtud, gastaron su existencia en la formación del Clero. Lo sirvieron casi 70 años. Allí no solo sembraron sino que cosecharon muchos frutos. La Diócesis agradece este servicio invaluable pero solamente Dios puede pagarles. En esta ocasión estuvo de Rector del Seminario 6 años. Periodo que Luis Carlos recordó siempre con cariño y alegría porque su labor fue fecunda y reconocida. De este periodo hay muchos testimonios valiosos de padres y exseminaristas. Es el tiempo en que yo más conocí la labor de Luis Carlos en el Seminario de Santa Rosa. Yo ya estaba en Medellín de presidente del Tribunal y pude darme cuenta de cerca de su trabajo en el seminario de mi Diócesis. En ese periodo yo también ayudé con las clases de Derecho Canónico. Me consta personalmente de la alta estima que tuvo Monseñor Joaquín García Ordoñez, obispo de Santa Rosa por la labor del padre Luis Carlos como rector formador del seminario. Así mismo en la Diócesis y fuera de ella la valoración del seminario fue alta. Era reconfortante oír hablar bien del Seminario, de sus formadores y seminaristas, por muchas partes. Los mismos Eudistas valoraron el seminario de Santa Rosa como una obra de Iglesia, gratificante, que caló en todos y les dio a ellos valiosas vocaciones, muy estimadas. En mi casa, situada cerca de los misioneros de Yarumal de Emaus, barrio Ferrini, en Medellín, en vacaciones y en días en 20

que venía a la casa, Luis Carlos recibió la visita de muchos seminaristas y padres de familia y sobre todo de aspirantes al seminario de Santa Rosa. Esa era una característica personal de él en su percepción enriquecida de la promoción vocacional. En la promoción vocacional gastó mucho tiempo visitando, aconsejando, ayudando, acompañando a los seminaristas y a sus familias. De esa época, sobre todo y la inmediatamente anterior, muchos padres y erxseminaristas dan testimonio ferviente del cariño fraternal con que mi mamá Natalia recibía a Padres, Seminaristas y a todo visitante. La virtud de la sincera acogida la heredamos Luis Carlos y yo de nuestra madre Natalia. Herencia espiritual que ennoblece humana y cristianamente y no se puede negar. La heredamos y la aprendimos de nuestra madre. Fue un buen administrador también en lo económico. En su periodo rectoral le correspondió construir la piscina del seminario. A pesar del frío santarrosano, esa piscina ha servido y ayudado a muchos. La colaboración eficiente de Adess (Asociación de exalumnos del Seminario de Santa Rosa) hizo posible esta iniciativa. El himno del seminario, cuya letra pulió el padre Luis Carlos y cuya música es del doctor Darío Preciado Agudelo es de su tiempo. Su visión de seminario y su interés por él la proyectó en muchos detalles importantes para la convivencia: El deporte, las academias el teatro, el canto, con sus corales, dan buena cuenta de ello. La impresión general que se tiene del padre Luis Carlos: es un rector exigente, serio y amable al mismo tiempo, con objetivos claros y medios escogidos y valorados, un profesor destacado, bien preparado, que exigía mucho porque daba mucho a quien se le aprendía con solo asistir a las clases. Un consejero nato que valoró la orientación personal y la respuesta individual, un guía seguro que sabía iluminar el camino, un sacerdote ejemplar que educó con su testimonio de amor a Cristo y a la Iglesia. 6.1.13. Seminario de Tegucigalpa (Honduras) 21

A fines del 2006 la comunidad eudista del Seminario de Tegucigalpa le pidió al Padre Provincial de los Eudistas en Colombia que enviara al padre Luis Carlos a Tegucigalpa para la dirección espiritual. El Padre Provincial le preguntó al padre Luis Carlos si quería y podía ir a Tegucigalpa y le dio unos días para que definiera con libertad. Luis Carlos me preguntó qué me parecía y yo con un chiste flojo le manifesté mi complacencia: claro, acepta, así tengo donde ir a pasear. Descarado, me dijo, te pregunto por mi situación y me respondes por tu conveniencia. Ya le dije en serio que aportara su experiencia valiosa para ayudar en la formación de los seminaristas. Luis Carlos me dijo: yo, con puestos más administrativos que he desempeñado, casi no he trabajado en la dirección espiritual. Yo le dije: como prefecto, rector o profesor, siempre fuiste consejero. Recoge esa experiencia y aportarás mucho. Rápido aceptó y el padre Provincial agradeció la generosidad de Luis Carlos. Así lo manifestó en circular a la comunidad. En carta del 27 de enero de 2007 el padre Ovidio Muñoz provincial Eudista le pidió al padre Luis Carlos ir a Tegucigalpa con estas palabras. “Desde el anterior contexto y según el diálogo que hemos tenido en días pasados, recurro a sus características apostólicas y a su gran amor por la Congregación para solicitarle, en nombre de la provincia, el favor de ir como evangelizador - formador al Seminario de Nuestra Señora de Suyapa, en Honduras. Dada su amplia experiencia en formación sacerdotal y su cualificada vida espiritual, usted podrá desempeñarse con gran competencia como director espiritual del seminario”. Estuvo en Tegucigalpa 4 años, contento y eficiente en su labor no solo de dirección espiritual sino de ayuda a los alumnos en sus trabajos de grado. El ambiente que encontró en el seminario fue tan acogedor y receptivo, la respuesta que dieron los seminaristas fue tan positiva y generosa que sintió que su labor valía la pena y justificaba sus esfuerzos y dedicación. A fines del 2009, al venir a vacaciones manifestaba confidencialmente: “Yo siempre he sentido que la mejor respuesta a mi trabajo como formador la tuve 22

en el Seminario de Santa Rosa, pero ahora con mi experiencia de Tegucigalpa no sé qué escoger”. Según mi amenaza, yo lo visité en Tegucigalpa y pude darme cuenta de la sinceridad de su confidencia. Vi muy bien a Luis Carlos como director espiritual y a los seminaristas como dirigidos. También me di cuenta, al conversar con varias parejas de casados de los equipos de Nuestra Señora, que Luis Carlos fundó allá, de cómo valoraban la dirección espiritual y el acompañamiento que Luis Carlos les dio. A finales del 2010 el padre provincial le escribió una carta a Luis Carlos en que le pedía que pasara a San Miguel, la residencia de los Eudistas en Medellín. Esa residencia es una casa hogar en que muchos Eudistas ancianos y enfermos pasan en ambiente digno y acogedor sus últimos años. Luis Carlos le escribió al Padre Provincial respetuosa y confiadamente preguntándole por qué lo cambiaba si él estaba bien y entendía que padres y alumnos también estaban bien con él. El Padre Provincial le contestó que su impresión era correcta pero que lo destinaba a San Miguel por los cuidados necesarios de salud. Luis Carlos obedeció, sin duda, aunque le costó. La decisión del padre Provincial, padre Alirio Raigozo, no solo fue prudente sino oportunísima. Así lo entendimos familiares y amigos. Luis Carlos no quería ni podía estar ocioso. Comenzó a trabajar en San Miguel: grupo de acólitos, Eudistinas, Fieles Siervas, Asociados, Coro, eran sus nuevos campos de acción. Había aceptado predicar la Semana Santa en la terminal del Norte, pero los designios de Dios eran distintos. Diariamente encontraba en su correo, que abría complacido en su computador, mensajes, sobre todo de Tegucigalpa. 6.2. PARROQUIAS Fue párroco de Santa Bárbara de Usaquén desde 1984 a 1994 once años de experiencia nueva para él, rica en proyección 23

apostólica. Tomó en serio la labor parroquial. Alguien le preguntó al padre Higinio Lopera por qué mandaban a un padre especializado, con tanta experiencia en seminario a una parroquia. El padre Higinio respondió que la comunidad necesitaba atender las obras de las parroquias con gente muy calificada. Así fue. Comenzó conociendo la parroquia y sus feligreses aprovechando la buena memoria con que Dios lo dotó. El buen Pastor conoce sus ovejas y las ovejas lo conocen a él (Jn 10,14). Yo lo visité muchas veces y percibí ese conocimiento mutuo entre feligreses y párroco. Me di cuenta también de que cumplió con inteligencia y dedicación generosa su misión de maestro, celebrante y guía en la porción del reino que le correspondió. Como maestro aprovechó su preparación exquisita, su metodología clara y precisa, su dedicación, para aconsejar y enseñar. Se valió de los cursillos prematrimoniales y de confirmación (Estos últimos de vicaría foránea), de los prematrimoniales, de los equipos de Nuestra Señora, para llegar a muchos con la luz doctrinal de la iglesia. Como sacerdote celebrante fue cuidadoso en la misa y en los sacramentos. Los celebró con sometimiento a las leyes de la iglesia tratando de ayudar a los feligreses y a muchos que buscaron sus servicios oportunos. En una Iglesia preferida para los matrimonios procuró “una fructuosa celebración litúrgica del matrimonio que pusiera de manifiesto que los cónyuges se constituyen en signo del misterio de unidad y amor fecundo entre Cristo y la Iglesia y que participan de él” (Cn. 1063,3). La dirección de los equipos de Nuestra Señora fue una ayuda interesante en la pastoral posmatrimonial (Cn.1063, 4). Estamos en déficit en esta pastoral posmatrimonial. Como guía del pueblo de Dios se esforzó en acompañar a los fieles en la búsqueda constante del reino de los cielos. En el cielo encontró a muchos a quienes ayudó al encuentro definitivo con el Señor, no solo en la unción de los enfermos sino en el trato vivo con el Señor. 24

Entre los años 2001y 2004 ejerció como vicario de la parroquia San Juan Eudes en el Minuto de Dios en Bogotá y superior de la comunidad local. Allá hizo la primera celebración de sus bodas de oro sacerdotales el 13 de julio de 2002. Lo acompañé en sus bodas de oro y pude darme cuenta de su integración a las comunidades parroquiales que hacen vivir la pastoral eclesial. Muchas familias de esa parroquia, los acólitos, lo recuerdan con cariño. Cómo se sentían de bien con la visita del padre Luis Carlos. Cada que iba a Bogotá los visitaba con gusto y con cariño. Fui testigo de los ruegos de esas familias para que las visitara. 6.3. RESIDENCIA DE SAN MIGUEL De 1995 al 2000 Fue superior y ecónomo en esta residencia Eudista. El testimonio de los Eudistas referente a la estadía del padre Luis Carlos en San Miguel es elocuente. Aparte aparece un testimonio especial del padre Gabriel Montoya, que hace años vive en San Miguel. El padre Gabriel compartió con el padre Luis Carlos varios años en San Miguel y había sido su compañero en Valmaría. El padre Luis Carlos en estos dos periodos, durante 6 años fue superior y ecónomo pero a esto se le añadía la contabilidad y las vueltas en la ciudad. El Padre Eduardo Roldán, que ejerció el superiorato después del padre Luis Carlos, dijo con gracia que a Luis Carlos lo habían reemplazado con 4: él cómo superior, un ecónomo distinto, otra persona para la contabilidad y un hermano para hacer las vueltas. El padre Luis Carlos trabajó con dedicación por esta residencia, esforzándose en la atención esmerada de los padres. Entre ellos estuvieron el padre Bernardo Hurtado, su rector y su mentor, el padre Teodomiro Díez su rector en el Juniorato de San Pedro y considerado como paisano por haber vivido en Támesis su familia muchos años. Se preocupó por crear el fondo especial para San Miguel. Tuvo éxito reconocido en este trabajo importante de financiación de esta casa para beneméritos Eudistas. Después, entre 2005 y 2007, hizo parte nuevamente de esta comunidad local llamada 25

“Joaquín García Benítez”. Cuando regresó de Honduras el 4 de diciembre de 2010 volvió a la residencia de San Miguel donde ocupó la pieza 107. Como está anotado antes, buscó en qué trabajar porque no quería estar de balde. Como dice el Padre Raigozo, Provincial Eudista, el padre Luis Carlos quería morir de pies. Obedeciendo estuvo en San Miguel hasta que salió para la clínica el Rosario, donde murió el Jueves Santo, 21 de abril de 2011, a las 6:10 am. 6.4. OTROS APOSTOLADOS 6.4.1. Al mismo tiempo que su trabajo en los seminarios, en las parroquias de Usaquén y del Minuto de Dios en Bogotá y en la casa de San Miguel, ejerció otros ministerios con los que completó su servicio de sacerdote Eudista. En los 11 años que fue párroco en Santa Bárbara en Usaquén sacó tiempo para otras cosas afines con su ministerio parroquial. Unos años fue vicario foráneo, complementando los cursillos de confirmación para los que querían casarse y no estaban confirmados. Fue un trabajo serio, organizado y que llegó a muchas parejas que renovaron su fe. A dos sacerdotes de la arquidiócesis les oí hablar muy bien de su periodo de vicario foráneo. El Cn 553 parágrafo 1 dice “El arcipreste llamado también Vicario foráneo, decano o de otro modo es un sacerdote a quien se pone al frente de una arciprestazgo”. Entiendo que fue en la parroquia de Santa Bárbara de Usaquén donde el padre Luis Carlos trabajó por primera vez en los equipos de Nuestra Señora. Este movimiento especializado en animación de parejas de casados, hace un bien enorme en el acompañamiento de las parejas en su vida matrimonial. Luis Carlos ayudó a muchas parejas. Me di cuenta personalmente de este servicio y de la respuesta agradecida que dieron las parejas. Algunas de ellas mantuvieron correspondencia con él hasta el año pasado. En Tegucigalpa, Honduras, también trabajó con este movimiento. Hasta que yo me di cuenta había constituido 3 equipos de Nuestra Señora allá. En la visita mía a Honduras, salí con 3 o 4 parejas de 26

ese movimiento y noté bien la empatía entre director espiritual y los dirigidos. Se notaban ellos muy contestos y agradecidos. El padre Luis Carlos se sintió siempre muy bien en este trabajo. 6.4.2. Obras Eudistas Todos reconocen el trabajo abnegado, gustoso y fructífero del Padre Luis Carlos, con las Eudistinas, con las fieles siervas, con los asociados Eudistas. El padre Luis Carlos tenía ideadas unas reformas de las Eudistinas, para que conservando el espíritu de San Juan Eudes, se actualizarán en varias cosas, por ejemplo en la admisión de casados. Los superiores lo autorizaron a planear lo que pensaba y a presentar el proyecto. Así consta en carta del Padre Ovidio Muñoz, Provincial, de mayo 3 de 2006 y octubre 17 de 2005 en la carta en que le pide el favor de animar a nuestras Eudistinas en el país. El padre Luis Carlos había planteado la posible reforma de los estatutos de las Eudistinas en su carta fechada en Medellín el 8 de octubre de 2005. Creo que no alcanzó a presentar por escrito ese proyecto. Me acuerdo de una visita, como de 15 o 20 días, por el antiguo Caldas hace unos 4 o 5 años, y de otra en el Carmen de Víboral. Con las Fieles Siervas trabajó y alternó en varias ocasiones. El padre Luis Carlos fue alumno del padre Andrés Basset y lo admiró mucho. El padre Basset estimaba mucho a Luis Carlos, tal vez, en parte, por el acompañamiento gustoso a las Fieles Siervas a quienes el valoraba mucho. Luis Carlos fundó el grupo de Asociados Eudistas en San Miguel. Así colijo de una de sus cartas al Padre Provincial de los Eudistas. Lo cierto es que en varias ocasiones trabajó con ese grupo y se sentía muy bien en esa prolongación laical del espíritu Eudista. Después del regreso del padre Luis Carlos de Honduras, fue uno de los encargos que le entregó el padre Eduardo Roldán, superior local de San Miguel. Así lo había hecho también en ocasión anterior. A nivel de provincia, los representó en la Asamblea General del 77 celebrada en Canadá. Además, en la provincia fue asistente del provincial en un periodo. 27

CAPÍTULO SIETE Títulos de vida

Realización personal del Sacerdote. Dar comunión a la mamá.

7.1. BAUTISMO El Primer título de vida espiritual para un cristiano es el bautismo. Luis Carlos fue bautizado en Támesis por el padre Daniel Ramírez, siendo el párroco el padre Manuel Salvador Gómez, un testimonio vivo de Sacerdote y de Párroco. Los tamesinos mayores lo recordamos con admiración y respeto, con agradecimiento profundo. El escritor francés Léon Blois, que no celebraba el aniversario de su nacimiento sino el de su bautismo, nos hace pensar en el valor de ser hijo de Dios, el mayor y mejor título de vida. Luis Carlos como hijo de Dios comenzó a ser amigo y hermano de Cristo, templo vivo del Espíritu Santo y heredero del cielo . 7.2. HIJO LEGÍTIMO El matrimonio católico de los padres de un fiel lo hacen hijo legítimo. Nuestros padres contrajeron matrimonio católico en la Iglesia parroquial de San Antonio de Támesis el 17 de noviembre de 1919. Presencio el matrimonio el párroco Manuel S. Gómez y fueron testigos Domingo Vargas Cuartas y Carmen Rosa Zapata. El hijo de matrimonio católico tiene derecho a aparecer como 28

legítimo en la partida de bautismo. Este registro no es una discriminación contra los no legítimos sino el reconocimiento oficial de la Iglesia de los hijos de matrimonio sacramental como legítimos. (Cns. 1137 a 1140) 7.3. CONFIRMACIÓN Monseñor Francisco Cristóbal Toro, obispo de Antioquia y Jericó, administró la confirmación en Julio 10 de 1928 a Luis Carlos hijo de Francisco Luis Mejía y Natalia Vargas. Fue su padrino el médico Nemesio Álvarez. (Libro de confirmaciones No. 5 correspondiente a 1928 folio 123 No. 399) Da fe Manuel S. Gómez, presbítero. El sacramento de la confirmación que imprime carácter y enriquece con el Don del Espíritu Santo, que vincula más perfectamente a la Iglesia, fortaleció a Luis Carlos y lo obligó con mayor fuerza a que de palabra y obra, fuera testigo de Cristo y propagara y defendiera la fe. Ser testigo de Cristo y de la Iglesia, de la Congregación de Jesús y María, fue para Luis Carlos no solo título de honor sino de compromiso. 7.4. INCORPORACIÓN A LA CONGREGACIÓN DE JESÚS Y DE MARÍA El hermano Luis Carlos Mejía Vargas se incorporó a la Congregación de Jesús y de María el 11 de febrero de 1949 con entusiasmo, alegría y responsabilidad. Una comunidad religiosa o una sociedad de vida apostólica, al incorporar a un miembro, le entregan confiada su patrimonio espiritual (Cn. 578) y espera de él su aporte para “la vida y la Santidad de la Iglesia”. (Cn 574). Satisfecho del patrimonio espiritual que heredó de San Juan Eudes y de su comunidad, el padre Luis Carlos aportó a la iglesia en su comunidad el esfuerzo de toda una vida consagrada a su servicio. Ser Eudista para el padre Luis Carlos fue un título de honor y compromiso que procuró siempre no defraudar. 7.5. OTRO CRISTO. Con el título de Incorporación a la Congregación de Jesús y de María fue ordenado Luis Carlos Mejía Vargas el 13 de julio de 29

1952 en la Bella Capilla Sacerdotal de Valmaría, Seminario Mayor de los padres Eudistas. El Cn 1008, un tanto modificado en el mismo texto por Benedicto XVI en su M.P. Omnium Im Mentem del 26 de octubre de 2009 dice: “Mediante el sacramento del orden, por institución divina, algunos dentro de los fieles quedan constituidos ministros sagrados, al ser marcados con un carácter indeleble, y así son consagrados y destinados a servir, según el grado de cada uno con nuevo y peculiar título al pueblo de Dios. Y el nuevo parágrafo 3, del Cn 1009, añade: “Aquellos que han sido constituidos en el orden del Episcopado o del presbiterado reciben la misión y la facultad de actuar en la persona de Cristo Cabeza. Los Diáconos, en cambio, son habilitados para servir al pueblo de Dios en la Diaconía de la liturgia, de la palabra y de la caridad”. (Ibidem). Esa cualidad misteriosa del ministro sagrado, ese carácter indeleble, esa consagración y destino de servicio al pueblo de Dios la llama la tradición patrística: “Alter Christus”. Luis Carlos Mejía Vargas es otro Cristo. El peso de ese título no iguala al honor y responsabilidad misteriosos del sacerdote ordenado. “El sacerdote es el mediador que ofrece a Dios oblaciones y sacrificios en nombre del pueblo. A cambio Dios lo elige para comunicar a los hombres sus dones de gracia, de misericordia y de perdón. La singular excelencia del sacerdocio se deduce de esta función mediadora” (Jesucristo Ideal del Sacerdote. Dom Columba Marmion, pág. 24). Hay que considerar en el carácter sacerdotal la potestad espiritual, fuente de todos los carismas. Es un poder eminente sobre el cuerpo real de Cristo y sobre el cuerpo místico del salvador. Cristo eligió a Luis Carlos (Jn 15,16). Luis Carlos no se tomó ese honor (Heb 5,5) Cristo le dio el poder (Heb. 5,1) “Sacerdos Vice Christi vere fungitur qui, id quod Christus fecit imitator” (San Cipriano Epist 63 P.L. 4 Col 397). El sacerdote obra in persona Christi (Cn. 1009 parágrafo 3) 30

Ese título: “Onus et honor” es su corona, corona que ofrece a su familia, a su comunidad y a la humanidad. A ese sacerdocio ministerial se preparó desde el bautismo, desde la incorporación, desde la primera tonsura clerical conferida por Monseñor Emilio de Brigard el 4 de abril de 1949, desde las llamadas primeras órdenes menores Ostiariado y Lectorado recibidas de manos de Monseñor Luis Pérez Hernández el 5 de diciembre de 1949, desde las llamadas segundas órdenes menores: Exorcitado y Acolitado conferidas por Monseñor Luis Pérez Hernández el 3 de diciembre de 1950 y desde la sagrada orden del subdiaconado conferido por Monseñor Luis Pérez Hernández el 12 de diciembre de 1951, desde la sagrada orden del Diaconado, conferido por Monseñor Emilio de Brigard el 29 de marzo de 1952. Esta escala de Jacob la ascendió Luis Carlos siempre esperanzado. Lo acompañamos familiares y amigos y la comunidad Eudista. El término de esa escala es el cielo. Que siga mediando por nosotros que miramos al cielo como nuestra patria definitiva.

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CAPÍTULO OCHO Semblanzas

16 testimonios calificados Nos dan una semblanza auténtica del P. Luis Carlos.

La enciclopedia Espasa Calpe S.A. Editores tomo 55 da una definición de semblanza que clarificó mi idea original, al pedirles a varios personajes su concepto sobre el padre Luis Carlos. Semblanza es un bosquejo biográfico, que no tiene pretensiones de una investigación erudita ni es tampoco un simple discurso encomiástico sino que utiliza los recursos del método psicológico para dar la fisonomía espiritual de un personaje. No puedo ocultar la alegría que tuve cuando al pedir los conceptos sobre Luis Carlos a personas calificadas todos me respondieron: “Con mucho gusto”. Y varios: “Con gusto y gratitud”. No sé con qué prioridad clasificar esos testimonios tomo un criterio objetivo que no depende de mí. Los voy a presentar en el orden de llegada a mis manos. 8.1. PADRE GABRIEL MONTOYA C.J.M. Cohermano del padre Luis Carlos según la significativa expresión del mismo padre Gabriel, compañero de estudios y de formación varios años, compañero de formación varios años en el seminario 32

de Santa Rosa, sacerdote Eudista admirado por muchos clérigos de Santa Rosa y de otras partes, no necesita presentación. Sobre el Padre Luis Carlos Mejía Un sueño me sacó del apuro. Al padre Francisco Mejía le había dado mi parecer acerca de su hermano Luis Carlos cohermano mío. Con todo un día me llamó para pedirme un gran favor: Que le regalara una media página sobre él. Se lo prometí. Pero encontrar después qué decir entre tantas cosas buenas que sobre él se podría escribir no me pareció cosa fácil. Pensé en la sinceridad de sus relaciones comunitarias, en las que nunca apareció la mentira, el engaño y la duplicidad. Pensé en la nobleza de sus sentimientos de los cuales siempre estuvieron ausentes la ingratitud, los asomos de venganza o malquerencia y los resquemores. Estos sentimientos los descubro en la presentación de la personalidad del padre Bernardo Hurtado. Donde escribe: “Desde que murió el padre Hurtado pensé que escribir algo sobre él era para mí como un compromiso de conciencia: a ello me apremia la gratitud personal y la admiración que siempre le profesé, la cual sin duda comparten todos los Eudistas que lo conocieron. Ciertamente su nombre se pronuncia en la provincia con cariño, con gratitud y con emoción”. Creo que con cariño, gratitud y emoción se puede pronunciar entre nosotros el nombre del padre Luis Carlos. Pensé en la rectitud y prudencia que mostró en los cargos de superior y ecónomo que desempeño, pensé en su preocupación por la casa de San Miguel que por ser el albergue de los que padecen la enfermedad de los años tiene sus dificultades económicas que el procuró remediar en cuanto es posible con el fondo de la casa San Miguel que yo desearía se llamara “La obra del padre Luis Carlos”. Muchas otras ideas pasaron por mi mente a nombre del padre Luis Carlos que dejé para escoger para el día siguiente después que la noche y el sueño las maduran. Pero la noche trajo la solución a mi problema en un sueño que fue real, no invento de la imaginación o de la necesidad. Al entrar de 33

la calle a la casa de San Miguel me encontré con que el largo corredor que da de la puerta al atrio de la Iglesia y se dirige al comedor había una multitud de niños (hombres y mujeres) que acompañaban a un personaje que en medio de ellos caminaba lenta pero seguramente, aparecía él muy amable con ellos y los abrazaba a medida que los encontraba. No sabía yo de quien se trataba porque solo veía sus espaldas. Al llegar al extremo del comedor salió por la puerta de la sacristía, que queda a la derecha, otro grupo de niños que querían saludarlo y abrazarlo. Al detenerse un poco, descubrí el rostro del padre Luis Carlos, como siempre franco, alegre, sonriente y complacido. En medio del bullicio de los niños alcancé a oír las voces de algunos que decían: no se vaya padre, no se vaya padre, que nosotros lo queremos mucho, y usted nos hace falta y nos hace mucho bien. Y oí que el padre les respondió: también yo los quiero mucho porque son muy buenos y quieren ser mejores, pero la obediencia me manda ir a otra parte. Pero no se aflijan. Yo volveré y nos volveremos a ver. Cuando regrese les traeré a todos un regalito. Y como de seguro entonces me quedaré del todo aquí tendremos tiempo para organizar muy bien los grupos de acólitos y acólitas para enseñarles el catecismo y para hablarles de Dios y del Cielo. El sueño se acabó porque desperté. Pero al despertar me puse a pensar en un carisma que tuvo el Padre Luis Carlos y que no he encontrado en Eudista alguno que yo haya conocido, el carisma de los niños, ciertamente lo tenía, los trataba con gran paciencia, pues sufría al descubrir que entre aquellos niños, los había sin bautizar; les mostraba la amabilidad y cariño que a veces parecía llegar a la ternura; los instruía esmeradamente y los ayudaba en lo que podía. Aprovechaba para ello los grupos de los acólitos y las acólitas. Por cierto que los niños lo apreciaban y lo querían y esto lo animaba en su obra. Terminé preguntándome si tenemos conciencia los mayores y en especial los sacerdotes de que el niño es un hombre pequeño y que el niño de la catequesis de hoy será el católico de mañana que debe predicar y vivir el evangelio. Esta reflexión me trajo el 34

sueño en el que vi al padre Luis Carlos despidiéndose de sus queridos niños. 8.2. DOCTOR OCTAVIO YEPES ROLDÁN Sacerdote y médico, ordenado sacerdote el 8 de agosto de 1965. Amigo de muchos sacerdotes de la Diócesis de Santa Rosa, alumno aventajado del P. Luis Carlos, da un testimonio valioso que me complace presentar. El Padre Luis Carlos Mejía Vargas Indudablemente SUETONIO en “De Viris Illustribus”, Julio Hygino en “De vita rebusque illustrium Virorum” y “De Viris claris” y San Jerónimo en “De Viris Illustribus” intentaron CARACTERIZAR a los ILUSTRES Y CLAROS VARONES. Tratar de esbozar, si quiera, el CARÁCTER de un EXIMIO FORMADOR (REVERENDO PADRE LUIS CARLOS MEJÍA VARGAS) que llegó a mi vida cuando yo era “un cuasi-proyecto” y TRADUCIR mis percepciones de antaño a la luz de mi SENECTUD, es una tarea, si no peligrosa, al menos ARRIESGADA. En efecto estoy corriendo DOS PELIGROS. O describir, bajo la óptica del temor y miedo, al VARÓN ILUSTRE que amasó mi vida hasta llegar al MINISTERIO, o delinear al HOMBRE POLIFACÉTICO (hijo cariñoso, hermano tierno, sacerdote – integro, formador de sacerdotes, profesor brillante, músico sereno) con el criterio de mis SETENTA AÑOS, ya sin temor ni miedo. Lograr un TÉRMINO MEDIO seria el ideal. EL PADRE LUIS CARLOS es un VARÓN ADAMANTINO (DIAMANTE: ADAMAS, ADAMANTIS: DEL GRIEGO “adamas”. Piedra tan recia que hace muescas en cualquier objeto). Lo recuerdo así: hombre de buena estatura, recto, estructurado, disciplinado, de rostro adusto que apenas sonreía: Pero cuando hablaba de LITERATURA y cuando empuñaba la BATUTA su rostro se dulcificaba, sus ojitos chispeaban, sus rasgos se acompasaban: había aparecido el ARTISTA que se deleitaba con la buena prosa y se regodeaba con los arpegios. 35

¿Qué me infundía temor? Todo joven se angustia frente al formador. En efecto, mis compañeros y yo éramos “cabras montunas” que necesitábamos el CENCERRO PARA “ENTRAR AL ORDEN”. Superada la primera impresión vi a un VARÓN ILUSTRE, gran pedagogo, excelente director, conocedor del alma de los LLAMADOS y juez equitativo para indicar a los ESCOGIDOS. EL PADRE LUIS CARLOS bebió con fruición en la cantera inagotable de SAN JUAN EUDES, el eterno enamorado de los SAGRADOS CORAZONES. Allí aprendió humildad, piedad, oración, recogimiento, integridad. Y cuando estas virtudes fueron acrisoladas en su JUVENTUD SACERDOTAL y posteriormente en su ADULTEZ, FUE LLAMADO A DIRIGIR Seminarios. Un buen número de SACERDOTES ACTUALES y cientos de hombres cristianos recordamos con cariño al Padre Luis Carlos porque nos permitió LIBAR el néctar de su VOCACIÓN para que nosotros asumiéramos la nuestra. Al recordar hoy su LECTIO PRIMA de literatura me atrevo, poéticamente a describirlo: Usted, Padre, como el viejo Orígenes, es otro “ADAMANTUS”. Gracias, Padre Luis Carlos. Usted ha dejado huellas imborrables en las entretelas de mi alma, Si hoy, por la gracia de Dios, soy lo que soy, USTED COMO FORMADOR INCLITO enrutó mi vida. Luis Octavio Yepes Roldán. Junio 28 de 2011. 8.3. PADRE MARIO ÁLVAREZ GÓMEZ Ordenado Sacerdote el 19 de octubre de 1985 en el primer año de mi rectoría, escriturista destacado, con estudios en la Gregoriana de Roma, Vicario General desde 1995. Rector del Seminario, Párroco de San Pedro, había sido de seminarista Secretario del Seminario en la rectoría del Padre Luis Carlos. Actualmente es el director nacional de las Obras Pontificias Misionales, con nombramiento de la Santa Sede. Conocedor cercano del Padre Luis Carlos, su testimonio es muy valioso.

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Lo cubrió sacerdotalmente la plenitud Divina Rvdo. Padre Luis Carlos MEJÍA VARGAS cjm Apenas alboreaba el día 21 de abril de este año 2011. JUEVES SANTO, día sacerdotal por excelencia, cuando volaba definitivamente al Cielo el muy querido sacerdote Eudista, Padre Luis Carlos Mejía Vargas. El programa personal de la Semana Santa que pensaba predicar en la terminal del Norte de Medellín, le sirvió como entrada definitiva a la eternidad para celebrar allí el MISTERIO PASCUAL, con el Dios personal, con quien se configuró y vivió plenamente durante su larga y entregada vida sacerdotal. Guardo como impronta imborrable, la mañana de aquel 21 de noviembre de 1975, cuando mi Párroco, el Padre Martín Emilio Múnera Correa, me llevó a Santa Rosa de Osos a participar de las ordenaciones sacerdotales de aquel año y a presentarme al Padre Rector del Seminario diocesano” Santo Tomás de Aquino” de Santa Rosa de Osos, como candidato para continuar mis estudios de Bachillerato allí y encaminarme hacia el sacerdocio ministerial. El encuentro en la Rectoría del Seminario fue breve y positivo. Debía regresar en pocos días, los primeros del mes de diciembre siguiente, para participar en el cursillo de admisión al Seminario. Hecho que ocurrió y ya era integrante del Seminario diocesano. El 3 de febrero de 1976 ingresé como estudiante del noveno grado de bachillerato hasta mi ordenación sacerdotal, el 19 de noviembre de 1985. Desde el primer encuentro, en medio de los ajetreos de una gran ceremonia de ordenaciones sacerdotales, la personalidad del padre Luis Carlos quedo para siempre grabada en mi recuerdo. Hubiera bastado aquel momento para conservar la viva imagen de un hombre acogedor, profundamente cercano, de una inteligencia vivaz, una memoria sorprendente y un amor al sacerdocio sin igual. Pero fueron cinco años los que la Providencia me deparó para que a su lado templara un espíritu de inquietud constante, un amor al sacerdocio de Cristo y un gusto especial por la ciencia 37

filosófica que rezumaba por todos sus poros con la pasión de un buscador griego por la verdad y la justicia, hallando respuesta en la ciencia teológica que ratifica la urgente necesidad de Dios como respuesta a todas las inquietudes humanas. ¿Podrá pedirse mayor legado? Esta fue su herencia al clero de la diócesis de Santa Rosa de Osos que camina ansioso en la búsqueda constante de una identificación plena con el Dios de la Verdad. No de otro modo podrán leerse todos los aconteceres en la vida diocesana: Solo en Cristo el hombre halla respuesta a la búsqueda constante de grandes ideales. No me detengo en detalles precisos, que son muchos y claros en la percepción del Padre Luis Carlos tenía como formador de sacerdotes. Me basta este recuerdo que espolea constantemente mi espíritu y pongo como tributo de un venerado recuerdo, hecho compromiso, ante la memoria de este gran sacerdote de la comunidad de Padres Eudistas de Colombia. A su hermano, el muy querido y respetado Padre Francisco José, sacerdote diocesano de Santa Rosa de Osos, fiel testimonio de una sangre común que lo empuja a la fidelidad inquebrantable, rayana en la locura, por el sacerdocio y por la Diócesis, toda mi cercanía y oración, como compromiso de todos los sacerdotes que tuvimos la gran bendición de ser formados por este apóstol de la verdad y la vida. Murió el JUEVES SANTO, como muestra clara de la benevolencia divina para un siervo que vivió con total identidad el sacerdote ministerial. Entonces LO CUBRIÓ SACERDOTALMENTE LA PLENITUD DIVNA. Mario Álvarez Gómez Pbro. 8.4. PADRE JAIRO TAMAYO ZULUAGA. Ordenado en Yarumal, parroquia de la Inmaculada el 14 de diciembre de 1969, alumno del Padre Luis Carlos, lo acompañó de tiempo un tiempo en su rectoría como ecónomo del Seminario. Su testimonio es muy cercano. Sobre el Padre Luis Carlos Mejía Vargas: 38

Su interior profundo sólo lo conoció el Señor, pero los que fuimos sus alumnos constatamos que siempre quiso enseñarnos el bien y la verdad… Su recuerdo queda en la memoria como uno de nuestros buenos formadores. Él siempre fue como el bambú. Estricto y rígido en su constitución y en su palabra, pero con la posibilidad de doblarse y la flexibilidad para arrimarse al corazón de quienes lo necesitábamos. Nunca se pudo decir de él que estuviera fuera de su responsabilidad. En cualquier seminario siempre ejerció su acción con el mayor entusiasmo y con la mayor entrega. Con su mirada profunda hacia reflexionar y cambiar cualquier actitud no conveniente. No pretendió grandeza y poder, sólo servir en la silenciosa formación de los sacerdotes. Sus muchos años de labor se realizaron en el silencioso taller de los seminarios en Colombia y en el exterior. Siempre lo acompañó en su mente la rectitud de intención. Vivió su sacerdocio con alegría y se alegraba cuando sus alumnos eran personas que progresaban en el servicio a los demás. Jairo Tamayo Z. Pbro. 8.5. PADRE WILLIAM ARAQUE OCHOA Ordenado el 5 de noviembre de 1967, alumno del Padre Luis Carlos con experiencia en la vida parroquial como cooperador y como párroco. Es actualmente el párroco de Labores. El Vicario foráneo de Santa Rosa de Lima y consultor diocesano. Su testimonio espontáneo nos enruta bien. Un formador San Juan Eudes escribió: “todo lo que hay en ti debe ser injertado en el admirable corazón de Jesús y de él debe recibir la vida y ser gobernado por él”. Los padres Eudistas, fieles a los Sagrados Corazones de Jesús y de María, a pesar del paso del tiempo siguen siendo inolvidables en la diócesis de Santa Rosa de Osos y más en el seminario diocesano. Ellos fueron todo entrega, todo amor, todo compromiso y todo servicio e hicieron grande el

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seminario diocesano que fue y es para ellos “su gloria y su corona”. Un recuerdo especial del padre Luis Carlos Mejía Vargas en las diferentes facetas de su vida Eudista: director de canto, lleno de gusto y de arte, profesor sabio y capaz, exigente como el que más, prefecto del seminario menor “la famosa pieza del tigre”, intransigente y al mismo tiempo humano, cercano y juvenil, moldeando en los seminaristas aún desde niños la vocación sacerdotal, porque decía con mucha claridad: “al seminario viene el que quiere ser sacerdote y aquí se aprende a ser sacerdote”. Sus años en el seminario diocesano nos marcaron a muchos con la alegría sacerdotal, la transparencia del ministerio y la responsabilidad en el trabajo. Todo lo hizo con amor y sencillez y yo nunca vi a un Eudista ni cansado, ni estresado y menos al padre Mejía. Insertado con alma, corazón y vida en la niñez y cultura de la época. William Araque Pbro. 8.6. D. ALBEIRO GÓMEZ NOREÑA Ganadero de Donmatías donde vive y ostenta su apodo de seminario. Fue alumno del P. Luis Carlos del 75 al 80, su recuerdo es objetivo y agradecido. Recordando al Padre Luis Carlos Mejía Vargas El padre Luis Carlos Mejía Vargas fue mi rector, profesor y amigo durante mis seis años de bachillerato en el Seminario Santo Tomás de Aquino de Santa Rosa de Osos. Lo recuerdo con cariño y por qué no decirlo, a veces con temor. Este periodo de mi formación es muy importante pues me tocó el proceso que los sacerdotes Eudistas querían de sus alumnos y futuros sacerdotes: hombre de moral intachable y profunda espiritualidad y sobre todo un gran respeto por el otro.

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El Padre Luis Carlos gran músico: cómo olvidar el gusto que daba escuchar aquellas melodías dirigidas por él a tres y cuatro voces. Durante su rectoría el seminario estrenó su himno. Como anécdota, recuerdo que su cumpleaños, el 3 de febrero, nunca lo celebrábamos pues casualmente ese día era nuestra entrada al seminario. El primer día que llegué al seminario, como es normal, quise regresar a casa, pues casualmente mi madre vivía en Santa Rosa. Me acerqué al padre Luis Carlos para solicitarle un permiso para salir por el gancho, pero él muy amablemente me dijo que no era necesario, que fuera a su habitación que él me lo regalaba. Otra anécdota. Era tanto el respeto al padre Luis Carlos, que cuando él llegaba al salón, no era necesario tocar el timbre para hacer silencio, pues con su presencia era suficiente. En estos seis años como Rector pudimos ver al Sacerdote espiritual, intelectual, deportista, amante de la cultura, Inolvidables las celebraciones, las procesiones la Semana Santa, todo bajo su dirección. Recuerdo la invitación que me hizo el padre Luis Carlos con otros tres compañeros al cumpleaños de la mamá Doña Natalia Vargas, cumpleaños número noventa, para cantar la Santa misa en acción de gracias por su vida, eucaristía presidida por el Señor obispo Joaquín García Ordóñez, y se me quedó grabada esa imagen tan bella. La de esa querida madre con su dos hijos sacerdotes. Para mí, el Padre Luis Carlos fue ese padre que quiere para sus hijos lo mejor, por eso a veces podía parecer demasiado estricto, pero creo que fue la etapa más exigente del seminario pues se quería formar buenos sacerdotes y buenos hombres como en mi caso que terminé formando un buen hogar, indiscutiblemente bajo la sombra de este gran Rector. Para terminar, se prohibían los sobrenombres en el seminario, pero el padre Luis Carlos después de muchos años de no vernos regresó de visita a Donmatías y para mi orgullo lo primero que recordó fue a su ex alumno apodado “el sardino”, así me llamó hasta los últimos días de su vida.

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Agradezco de una manera muy especial al padre Francisco Mejía Vargas darme la oportunidad de recordar con sentimientos de profunda gratitud y agradecimiento a mi Rector el PADRE LUIS CARLOS MEJIA VARGAS. Albeiro Gómez Noreña. 8.7. PADRE HERNANDO RESTREPO CORREA Ordenado el 20 de octubre de 1967, párroco acatado rigió la parroquia de la Catedral. Actualmente es el párroco de las Misericordias de Caucasia. Agradezco mucho el especial gusto que manifestó para dar su testimonio. Un reconocimiento El 21 de abril de 2011 celebró su pascua definitiva el Padre Luis Carlos Mejía Vargas. Quiero manifestar el tributo de admiración y reconocimiento a uno de los sacerdotes Eudistas más destacados en toda la historia del Seminario diocesano “Santo Tomás de Aquino” de Santa Rosa de Osos. Sabía enseñar, formar y educar con acierto de maestro. Sabía valorar todos los logros de sus alumnos. Sabía reconocer y estimular las dotes intelectuales y morales de cada uno. Sabía reprender y retar con elocuencia y con fina ironía. Famosas sus lecturas espirituales al final de algunas jornadas en las que esclarecía las fallas disciplinarias en la marcha del seminario, y dejaba muy en alto y muy concretas las metas. Bendito sea Dios por concedernos sacerdotes, profesores, formadores y personas como el Padre Luis Carlos Mejía Vargas, que hacen falta en todo tiempo y en todas partes y dejan huella profunda en los corazones y en la vida. Hernando Restrepo Correa. Pbro. 8.8. PADRE HORACIO MEDINA RESTREPO Ordenado sacerdote el 21 de noviembre de 1980 en el último año de la rectoría del Padre Luis Carlos Mejía Vargas. El trato frecuente y amistoso con él, lo hizo un conocedor directo de su personalidad influyente. Vicario parroquial de San Pedro de los Milagros con el párroco Luis Carlos Jaramillo, lo sucedió en esa 42

parcela del Señor de Los Milagros. Actualmente es el párroco de la Basílica de Nuestra Señora de las Misericordias. Testimonio sobre el P. Luis Carlos Mejía Vargas En el año de 1975 llegó al seminario diocesano de Santa Rosa de Osos, como rector el padre Luis Carlos Mejía Vargas, para suceder al padre Juan Francisco Sarasti J. hoy arzobispo emérito de Cali, donde permaneció durante 6 años. El padre Luis Carlos Mejía Vargas llegó al seminario comprometido a ser formador de los futuros sacerdotes haciendo realidad su vocación sacerdotal vivida en la Congregación de Jesús y María (Padres Eudistas), cuyo carisma es la formación sacerdotal en los seminarios. Encontramos en el padre Luis Carlos un sacerdote auténtico que edificaba sus alumnos con el ejemplo de su vida espiritual: Hombre de oración profunda, acendrada piedad en las celebraciones sagradas en las cuales buscaba siempre la solemnidad como buen profesor de canto. La variedad para evitar la rutina, pero antes que nada un hombre que irradiaba profunda fe ante el misterio que celebraba. Como buen Eudista era un hombre enamorado de Jesús y María en el Misterio de sus Sagrados Corazones: amor y confianza que infundía en los seminaristas. Como los seguros refugios en los momentos difíciles en la formación al sacerdocio y siempre en sus homilías, conferencias y encuentros no faltaba la alusión a los Sagrados Corazones y al modelo sacerdotal de su padre espiritual san Juan Eudes. Fue el padre Luis Carlos un hombre y un sacerdote intelectualmente cultivado y profundo, no bastaban sus títulos universitarios que poseía porque siempre vivía actualizándose en las ciencias propias del sacerdote y en las ciencias humanas, como la filosofía de la cual fue el gran profesor competente. El padre Luis Carlos Mejía fue un sacerdote muy disciplinado en su vida y esta disciplina la exigía a sus alumnos que a veces nos parecía demasiado para jóvenes, pero que, con el correr de la 43

vida, agradecemos tal formación exigente que nos ha servido para vivir con seriedad el ministerio sacerdotal y otros que no llegaron al sacerdocio agradecen el espíritu de responsabilidad aprendido de este formador. Fue el padre Mejía amigo incondicional: amigo de sus alumnos conservando la distancia del superior, con confianza pero sin confianzas, escuchando con cariño paternal a todos sin distinción, inclinando esta paternidad siempre al más débil y necesitado. Como amigo sabía corregir y con amistad exigía la corrección que su oficio de superior veía necesaria para el bien de sus formandos e incluso de sus mismos compañeros de comunidad. No veían su misión de formador cumplida con la ordenación de sus alumnos o el abandono del seminario, seguía en contacto con los sacerdotes los visitaba con frecuencia. Ofrecía sus servicios pastorales y cultivaba su amistad. Cómo gozaba el padre Luis Carlos con los éxitos alcanzados por los que fueron sus alumnos, como cuando veía alguno llegar a la plenitud del sacerdocio en el episcopado o en los éxitos de la vida social. Aprendimos tanto del padre Luis Carlos que su recuerdo perdurara siempre entre nosotros como el sacerdote, el formador exigente, el profesor autorizado, el amigo incomparable. Horacio Medina Restrepo Pbro. 8.9. MONSEÑOR RICARDO TOBÓN RESTREPO Arzobispo de Medellín. Ordenado sacerdote el 21 de noviembre de 1975, primer año de la rectoría del padre Luis Carlos en Santa Rosa. Al padre Luis Carlos le correspondió presentar oficialmente al diácono Ricardo Tobón Restrepo ante Monseñor García Ordoñez para su ordenación sacerdotal. Ordenado obispo el 14 de junio de 2003, fue obispo de Sonsón Rionegro hasta el año pasado cuando dejó esa diócesis para posesionarse como Arzobispo de Medellín, hace más de un año. Su testimonio es especialmente valioso no solo por ser del Arzobispo de Medellín sino por el contenido de su semblanza. Gracias Monseñor. 44

Breve semblanza del padre Luis Carlos Mejía Vargas Recuerdo al padre Luis Carlos Mejía como un sacerdote dotado de una personalidad rica y de un carácter recio. Era serio y al mismo tiempo amable y cercano en el trato. Lo vi siempre como un hombre de autoridad en el auténtico sentido de esta palabra, que viene del verbo latino “augere”: aumentar, desarrollar, hacer crecer, dar vigor. En verdad, su natural autoridad era para apoyar, para sostener, para alentar, para ayudar a las personas a ser ellas mismas. Bien estructurado en su pensamiento por la formación recibida, por su reflexión personal, por el ejercicio del magisterio en diversas materias a lo largo de tantos años. Esto le permitía expresarse con facilidad y con claridad. Más aún le permitía situarse con realismo, sin perder el horizonte de los ideales, en la vida de cada día y en los concretos servicios que le fueron confiados durante su ministerio sacerdotal. Nació para ser sacerdote y para ser formador de sacerdotes. Descubrió bien pronto su vocación, como llamada que viene de lo alto y como experiencia de las cualidades y medios que conlleva para cumplir con idoneidad el fin que la constituye. En la familia espiritual de San Juan Eudes encontró el espacio apropiado para realizar su proyecto personal y la misión que Dios le confió en la iglesia. Allí aparecía siempre contento, seguro, sereno, en el puesto preciso. Se dedicó con gran generosidad, durante toda su vida, a formar sacerdotes en los seminarios donde fue enviado. Sabía desempeñar bien el oficio en todos los campos y aspectos. Fungió con éxito como rector, como encargado de disciplina, como director espiritual, como profesor. Lograba, como sin dificultad, enseñar, animar, corregir. Al ver el conjunto de su vida admira en verdad su fidelidad al Señor, a la iglesia, a los alumnos y a sí mismo. 45

Formar personas y especialmente formar sacerdotes es su arte. Es lograr que la persona crezca desde dentro hacia el ideal propuesto. Es un acompañamiento en el camino vivo de cada día. Es un comprometerse completamente, pues no se puede exigir sin motivar, guiar sin iluminar, proponer un modelo sin serlo. Me parece que esto fue lo que entendió y vivió el Padre Luis Carlos, que ésta fue la esencia de su vida. Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín 8.10. DR. RODRIGO MEJÍA ECHEVERRI Médico bioenergético. La voz de un sobrino bien dotado a quien le tocó atender mucho a mi mamá en los últimos años de vida, nieto médico de la abuela. Su visión de sobrino interesa en este ensayo de biografía. Padre Lucho: Te recuerdo como el mejor ser humano; como una persona cálida y calidosa con un enorme sentido de responsabilidad comunitaria fundamentada en evitar el sufrimiento de todos los seres sintientes. Tu corazón bondadoso, probo y generoso jamás dejó de propender por el bienestar de los demás. Has sido un sacerdote austero y devoto, de visión amplia y comprensiva, poseedor y observador estricto de las virtudes propias de tu estado religioso. Siempre confiaste en el poder y la eficacia de la Gracia Divina; formador de formadores en formación, tu única ley moral fue seguir e imitar a Cristo, Señor y Hermano mayor redentor nuestro. Padre Lucho, te rememoro como un religioso de diálogo apacible y natural en el que continuamente me demostraste la complementariedad entre las verdades sobrenaturales y naturales, la plenitud del Amor Divino y La Fe fundada en la razón. Padre de padres, sacerdote de Fe ardiente y vívida, alma gloriosa que has de estar en el Cielo disfrutando eternamente de la presencia de Dios…porque, en tu tránsito terrenal tu amor por siempre fue Él y 46

sólo Él. Gracias, padre Lucho, porque día tras día fuiste un infatigable guía, guía y luz, a la sombra de Dios, para nuestras propias vidas. Tu sobrino: Rodrigo Mejía Echeverri 8.11. P. GABRIEL ÁNGEL VILLA VAHOS Administrador diocesano de Santa Rosa desde el 17 de diciembre de 2010, ha sido Vicario parroquial, párroco, Rector del Seminario de Santa Rosa, Rector del departamento de ministerios y vocaciones de la Conferencia Episcopal, Vicerrector de la Católica del Norte. Su semblanza valiosa enriquece este pequeño historial. Una semblanza del P. Luis Carlos Mejía Vargas, cjm Corría el año 1975, cuando motivado por el anciano sacerdote de mi parroquia, el padre Juan J. Pineda Tobón, llegué desde la cálida Sopetrán a la muy fría Santa Rosa de Osos con el sincero deseo de ingresar al Seminario menor Santo Tomás de Aquino de la Diócesis santarrosana, para un día, visto desde esa edad infantil, muy lejano, llegar a ser sacerdote de Cristo. El protocolo al llegar al Seminario y al salir de él era siempre saludar y despedirse del padre Rector. Para ese entonces el rector era el padre Luis Carlos Mejía Vargas. Como en todas partes, tampoco el Seminario escapa a las leyendas en que, los de más antigüedad ilustran y preparan a los novatos. Pues también a mí me tocó conocer el padre Mejía, primero por referencia y luego de cuerpo presente: “es un padre muy exigente, muy bravo” era el eco común, pero luego uno entendía que “cada cual habla de la feria según como le vaya en ella”. Al entrar a la rectoría pude constatar que su acogida era de mucha amabilidad, cercanía y respeto. ¿Quién fue para mí el padre Luis Carlos? Un hombre de Dios, un cristiano convencido de su fe, un sacerdote enamorado de su vocación, un Eudista de tiemplo completo, profundamente enamorado de los Sagrados Corazones de Jesús y María, la 47

devoción de su santo fundador. Y lo que él vivía lo procuraba transmitir a sus discípulos a través de la disciplina y la aplicación en cada una de las dimensiones de la formación. Si se trataba de la oración y la piedad, siempre llevaba la delantera en devoción, el fervor y esplendor, profundidad y unción en cada una de las celebraciones y lecciones espirituales. Si se trataba del estudio, no se conformaba con mediocridades, sino que en todo exigía lo que él ya en abundancia había preparado, asimilado y vivido. De ahí que sus lecciones siempre fueran muy claras, pedagógicas y por supuesto exigentes. En cuanto hace referencia a la formación humana, siempre fue un exigente del buen trato, los buenos modales, la urbanidad, las buenas maneras, la cortesía, la buena presentación. No admitía vulgaridades, el mal trato, la ordinariez ni dentro ni fuera del seminario y no por infantiles delicadezas, sino en todo procurando que el cristiano y el sacerdote, fuera antes un caballero y un hombre de bien. Y todo esto por su convicción de que el pastor que quería entregar a la Iglesia debía ser aquel aquel que Cristo plasmó en el Evangelio y que necesita la iglesia posconciliar, el pastor que se pide para estos tiempos nuevos, llenos de desafíos y oportunidades. Siempre admiré en el padre Luis Carlos su sólida espiritualidad, su prodigiosa memoria, que en algo he querido emular, su facilidad para los idiomas, su entonación y finura en el canto, su capacidad oratoria, su agudeza en el análisis, cualidades todas puestas al servicio del ministerio sacerdotal y para beneficio de sus discípulos. Fueron pues 5 años, de 1975 a 1980, en los que pude recibir los beneficios de un formador a carta cabal. Evocar su vida y sus gestas me comprometen a procurar cualificar cada vez más mi ministerio. El Señor lo tenga en su eterna gloria y su intercesión se haga efectiva en todos aquellos que en algún momento nos beneficiamos de su sólido ministerio. P. Gabriel Ángel Villa Vahos Administrador Diocesano 48

Diócesis de Santa Rosa de Osos 8.12. P. ALIRIO RAIGOZO CAMELO Provincial de los P.P Eudistas en Colombia 2008-2010. Alumno del padre Luis Carlos en el Seminario de Valmaría, Usaquén. Sin pretender serlo su carta del 8 de octubre de 2010 al P Luis Carlos es una semblanza especialmente valiosa en las circunstancias en que fue escrita. Retorno Bogotá 8 de octubre de 2010 P. Luis Carlos Mejía, cjm Apreciado Padre Luis Carlos: Un saludito cordial y mis mejores deseos por su bien y por su vida ministerial. Le ruego me disculpe por no haberlo contactado telefónicamente como habíamos quedado. Tuve que salir a atender una urgencia y acabo de llegar. Luego de haber consultado a algunos de los padres (incluso del consejo provincial) y de volver sobre el diálogo que tuve con los padres de la comunidad local con ocasión de mi última visita, he llegado a la decisión (no fácil) de pedirle que retorne a Colombia, a la casa de San Miguel. Quiero decirle, Padre Luis Carlos, que todos los padres de la comunidad local de Tegucigalpa y no pocos padres de la provincia (entre los cuales me cuento) admiran su servicio, su disponibilidad, su espíritu misionero y su ejemplo como hombre, como Eudista y como presbítero. Si tomo esta decisión de pedirle que regrese a Colombia no es porque exista nada que se le pueda reprochar. Muy por el contrario, le expreso en nombre de la provincia y de los hermanos que han compartido con Usted la misión, un profundo agradecimiento. El envío a San Miguel responde más a la sincera preocupación de todos por su salud. Creo, padre Luis Carlos, que vale la pena entrar en una etapa más sosegada, más tranquila. 49

Sin duda, en la comunidad Joaquín García Benítez, en la casa de San Miguel y en la parroquia encontrará no pocas oportunidades para servir, para seguir dando testimonio y para realizar algunas tareas. Sé que una persona como Usted prefiere – como dicen por ahí – “morir de pie”. Esto es admirable. Obvio, la frase es un recurso literario, para expresar lo que quiero decir. Sin duda el Señor le regalará muchos más años de vida. Sé que terminará su servicio con broche de oro. Sé que – hasta el último día – hará su mejor esfuerzo. Y sé que – en su corazón – habitará por siempre este país, si bien entendí el testimonio que usted escribió hace algunos meses le robó el corazón. Su oración fiel por este país, por esta Iglesia y por el seminario será la mejor prueba de su cariño. Dios lo siga bendiciendo. La Santísima Virgen lo protege. Cordialmente, P. Alirio Raigozo C Provincial 8.13. MONSEÑOR HUGO ALBERTO TORRES MARÍN Obispo Auxiliar de Medellín. Ordenado sacerdote el 24 de noviembre de 1987, ordenado obispo el 4 de junio de 2011. Alumno del padre Luis Carlos de 1975 – 1980. Vicario parroquial, profesor del seminario, párroco, rector de la Católica del Norte, vicario de pastoral, oficios que muestran su capacidad y su entrega,. Atendamos a su testimonio. Semblanza del padre Luis Carlos Mejía Vargas El padre: Transcurrido el primer año de seminario menor, al regresar de vacaciones, la sorpresa de los seminaristas fue la presencia de nuevo rector y nuevos formadores, y como algo normal, la pregunta: ¿qué tal es?. La respuesta no se dejó esperar. Al llegar a la rectoría, paso obligado para todos, se encontraba un sacerdote serio, respetuoso, de mirada penetrante 50

y escrutadora, pero de sonrisa amigable y acogedora. Con el paso de los días la rectoría se había convertido en entrada obligada al salir de la capilla ya que el rector siempre tenía su pieza abierta para que los alumnos que quisieran lo saludaran. Su amabilidad era tal que especialmente los más chicos no faltaban con el saludo diario, la razón era clara, cada uno además de ser llamado por su propio nombre, siempre era indagado por su familia, el rendimiento en el estudio, su salud, el más osado contaba sus afujías económicas y alguna respuesta encontraba, otros pedían la bendición y alguno más confianzudo y arriesgado esculcaba a ver que podía llevarse de la rectoría. Los más respetuosos de la autoridad o los que conservaban cierto temor ante el rector, pasaban por allí muy de cuando en vez y siempre recibían con un dejo de llamada de atención o de recuerdo de que su presencia era importante, aquella expresión tan peculiar del padre Luis Carlos, “dónde le hacemos la raya roja a fulano de tal”, con lo cual quedaba demostrado que hacía tiempo no entraba a ese recinto; pero luego, todos se tornaba en charla y diálogo abierto. Era la figura de un padre cariñoso, preocupado por sus hijos putativos, un verdadero pastor rodeado de sus ovejas a las que no sólo llamaba por su nombre, sino que las conocía a profundidad y se interesaba por su particular situación, complaciente con grandes y chicos pero sin alcahueterías, ni privilegios y muchos menos sin roscas. El forjador de caracteres: A medida que pasaban los años de formación y se crecía en desarrollo de la personalidad, la adolescencia, también se iba creciendo en la conciencia del papel del rector y su puesto en la Institución. Comenzaba a aparecer el forjador de personalidades fuertes; el formador disciplinado y exigente que con voz de mando no dejaba pasar ningún error, a quien no le temblaba la mano para llamar al orden, a la disciplina, a los buenos modales y a la claridad en la opción vocacional. En este sentido eran temidas sus orientaciones semanales en las que 51

muchas veces en su tono alto de voz y con actitud desafiante llamaba la atención por los comportamientos desajustados de los seminaristas. Era tal su convicción de estar forjando personalidades recias que sus llamadas al orden en no pocas oportunidades eran reclamos hirientes y hasta humillantes. Sin embargo, una vez pasaba el regaño y el jalón de orejas, en el formador sólo se veía bondad, serenidad, amistad y apertura al diálogo, pero cuando así lo ameritaba el caso, también aparecía un formador seguro y claro en la toma de decisiones. El enfermero y el músico: El vínculo del rector con el seminario menor fuera de las charlas de formación y disciplina, se daba también a través de lo que podría llamarse el hobby y el interés artístico. El rector tenía una afición especial a la medicina y la enfermería, él era el enfermero mayor y como tal indicaba lo que más convenía en casos de dolencias, enfermedades raras y especialmente era quien dirigía personalmente la atención a los seminaristas en tiempos de epidemias, accidentes o situaciones especiales. Mantenía muy bien dotada la enfermería con drogas e instrumentos que en ese tiempo no tenía ni el mismo hospital de la ciudad. Y en cuanto al interés por lo artístico, el conocimiento musical del padre, el oído agudo y el arte de la dirección de las corales a cuatro o seis voces, a capela, hacían que el seminario siempre brillara con luz propia en las ceremonias religiosas y actos académicos. La dureza y seriedad de los ensayos se olvidaban con los aplausos y reconocimientos de los distintos públicos. El filósofo profesor: con el paso al seminario mayor, otras dotes se descubrían en el rector formador. La elocuencia en sus intervenciones de tipo académico – cultural, la profundidad y síntesis teológica de sus homilías dominicales; y especialmente la altura de su disertación filosófica en las clases de psicología experimental, cosmología y lógica, únicas clases impartidas en ese primero de filosofía.

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Era claro y ordenado en su exposición, profundo en la investigación y exigente en la calificación. En cuanto a lo primero era un fiel seguidor del método escolástico: tesis, antítesis y síntesis. En lo segundo ningún tratado de la filosofía le era desconocido. Recuerdo que al iniciar el curso de cosmología no entendíamos nada; él investigando un poco la causa, descubrió que no habíamos entendido la lógica y por lo mismo, no habíamos asimilado el arte de razonar. En menos de 15 días hizo una síntesis tal del tratado de lógica, que después devorábamos los conceptos de la cosmología con gusto y satisfacción. En lo tercero, no admitía que nadie perdiera la materia, y cuando esto ocurría era mejor pagar escondite porque después de cada examen, las notas eran leídas públicamente en la clase siguiente con la consecuente rastrillada para quien lo perdía. A partir de esas experiencias el estudiar con seriedad y la preocupación por los resultados positivos, fue siempre una constante. El abuelo: Pasados los años, ya desde la óptica de sacerdote y formador de seminario, me vuelve a mí la figura del padre Luis Carlos en su calidad de director espiritual de los seminaristas mayores. Al decir de los testigos, quedaba lejos la figura del hombre que con su porte y vigor, asustaba y alejaba, y en cambio aparecía la faceta del consejero amigo, sabio y prudente; la figura del hombre espiritual y lleno de fe, amante de los Corazones de Jesús y María. Era tanta la confianza y bondad con que trataba a sus dirigidos, que ellos le correspondían con un trato afectuoso, espontáneo y cercano como el que tiene el nieto por su abuelo. Hugo A. Torres Marín Obispo Auxiliar de Medellín 8.14. MONSEÑOR FLAVIO CALLE ZAPATA Actualmente Arzobispo de Ibagué. Ordenado sacerdote por S.S Pablo VI en Bogotá el 22 de Agosto de 1968, ordenado Obispo el 16 de marzo de 1984, alumno del padre Luis Carlos en el Seminario menor y mayor del Santa Rosa de Osos. Rinde este testimonio gustoso y agradecido. 53

Testimonio agradecido Ibagué, agosto 14 de 2011 Señor Pbro. Francisco Mejía Vargas Medellín Muy apreciado padre Francisco, con todo gusto te escribo algunos brochazos y sentimientos acerca del amado y recordado padre Luis Carlos, tu muy querido hermano a quien Dios tenga en su Gloria. Llevo en el fondo del alma un recuerdo lleno de gratitud con el padre Luis Carlos Mejía Vargas, sacerdote Eudista, apóstol de la formación sacerdotal llamado recientemente por el Señor a su dichosa presencia. Lamenté mucho no poder asistir a sus exequias en la parroquia de San Miguel Arcángel de Medellín. El padre Luis Carlos fue mi prefecto de disciplina en el seminario menor de Santa Rosa de Osos, valoro y agradezco las sabias correcciones que de él recibí primero en mi adolescencia y juventud, luego en el Seminario Mayor. Era total su dedicación al cuidado de los Seminaristas. Nos llamaba la atención aconsejando con oportunidad, sabiduría y delicadeza o por medio de inolvidables catilinarias. La hora de sus observaciones era esperada y a la vez temida, era una pieza maestra por el contenido correctivo, por los recursos pedagógicos y literarios que empleaba. El Padre Luis Carlos fue un don Bosco Eudista, un antioqueño bien formado en la escuela francesa, fue un hombre dotado de exquisitas virtudes humanas, cristianas y sacerdotales que supo destinar a la sublime misión de formar sacerdotes y pastorear las almas que le fueron encomendadas. Músico y director de coral. Avanzó estudios de filosofía en Roma y aprovechó allí el tiempo para estudiar lenguas modernas, que ya en latín y griego era un maestro. En aquel tiempo recibí algunas cartas suyas, llenas más de recomendaciones que de noticias personales. Para mí ha sido un don de Dios tener como formador al padre Luis Carlos, uno de esos buenos hijos de San Juan Eudes que se dedicaron a tallar sacerdotes para la Iglesia de este tiempo. El Padre Mejía tuvo paciencia y bondad conmigo, me ayudó mucho 54

en el camino de la formación sacerdotal. La visión de Dios, cara a cara, sea su premio y corona. + Flavio Calle Z. Arzobispo de Ibagué 8.15. DOCTORA LUCÍA ALVEAR R Profesional destacada, Fiel Sierva de Jesús, nuevamente directora de su Instituto Secular, sintiéndose beneficiara espiritual del P. Luis Carlos da un testimonio elocuente. La huella que dejó el P. Luis Carlos en las Fieles Siervas de Jesús. Recordamos con afecto la presencia del padre Luis Carlos Mejía en diferentes momentos del Instituto, particularmente en Bogotá y en Medellín. Teníamos la confianza de acudir a él como pastor y como hermano Eudista. Conocía bien el Instituto, sus Constituciones. Comprendía nuestra vocación de seglares consagradas. Siempre estaba disponible para la dirección espiritual de las consagradas y de las cooperadoras. Aceptaba gustoso ayudarnos con sus conferencias, retiros mensuales, y la predicación de retiros anuales. Se interesó mucho por darnos a conocer a San Juan Eudes y por transmitirnos las bases de la Espiritualidad Eudista. Utilizaba una metodología clara y sencilla para la cual llevaba con orden la secuencia escrita en su cuaderno de notas. A través de ese acompañamiento descubrió que no seguíamos el rezo de la Liturgia de las Horas y se propuso enseñarnos su práctica, que hoy valoramos con gratitud. Conoció muy de cerca al padre Andrés Basset, Fundador de nuestro Instituto, sobre todo en los últimos años que pasó a su lado en el Seminario de Valmaría. Estuvo presente durante su enfermedad y fue el quien le aplicó la Unción de los enfermos. Precisamente por esta cercanía le pedimos su colaboración para elaborar la biografía del P. Basset que se publicó en el 2006. Con la disponibilidad que lo caracterizaba se trasladó a Bogotá y en la 55

biblioteca de Valmaría dedicó largas horas a ese trabajo que inició con estas palabras: “Mientras, sentado en la sala de la biblioteca Eudista en Valmaría, escribo sobre el P. Basset, tengo ante mí dos retratos de antiguos Eudistas: Uno, el del padre Enrique Rochereau el cual me mira con sus ojos grandotes y brotados, por los cuales entró una ciencia a su cabeza ilustre; el otro retrato es el del p. Andrés Basset, me gusta ese retrato porque en él aparece el padre como era, con una mirada plácida y risueña, con una frente despejada, con una sonrisa picaresca, guarda todavía los rasgos del rostro bien parecido de sus años juveniles”. Damos gracias a Dios por el don de su sacerdocio y de su amistad y lo encomendamos con fe y esperanza en los brazos del Padre Celestial. Lucia Alvear Directora General Instituto Secular Fieles Siervas de Jesús Agosto 15 de 2011 8.16. P. OVIDIO MUÑOZ BOLIVAR El P. Ovidio Muñoz Bolívar. Provincial que fue de los Eudistas en Colombia, felicitó al P. Luis Carlos en sus bodas de oro sacerdotales. Es una bella semblanza. Felicitación Semblanza Bogotá, Julio 13 de 2002 Padre Luis Carlos Mejía v. E.S.M. Muy apreciado P. Luis Carlos: En nombre de la Provincia le expreso mi más cordial congratulación con motivo de sus Bodas de Oro Sacerdotales. Nos unimos a su oración de acción de gracias por el don inefable del sacerdocio, para proclamar con el Apóstol: “Doy gracias a Aquel que me revistió de fortaleza, a Cristo Jesús, 56

Señor nuestro, que me consideró digno de confianza al colocarme en el Ministerio” (1 Tim. 1,12). Es fiesta de la fidelidad: de la fidelidad de Dios en su vida a lo largo de estos 50 años de servicio a la iglesia. De su fidelidad en la respuesta generosa y edificante a la vocación sacerdotal eudista. Todo es gracia, todo es don. Y en la fidelidad se encuentran el Señor que llama y el Sacerdote que responde. Fue lo que, desde la sabiduría de la fe intuyó San Juan Eudes cuando afirmaba: “El sacerdote es la propiedad de Dios, como Dios es su heredad (…) Por eso debe ser todo para Dios como Dios es todo para él”. Si el oro, según el lenguaje de la Sagrada Escritura, es símbolo de lo que pertenece a Dios, Ud, en la fiesta de las Bodas de oro sacerdotales, celebra y confirma su consagración total a Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote. Ello lo sitúa en el plano de renovación en la gracia como el discípulo de Timoteo: “Por eso te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti por la imposición de mis manos” (2 Tim. 1,6). Al acompañarlo de corazón, en este acontecimiento de fe, quiero también agradecerle muy sinceramente por todo el bien que Usted, como sacerdote, ha hecho en nuestra Congregación: con su paso por seminarios menores y mayores, por parroquias, por diversas comunidades Eudistas… ha marcado huella del Evangelizador-Formador eudista. Por todo ello, Usted hace parte del grupo descrito por San Pablo: “Los presbíteros que ejercen bien su cargo merecen doble honor, principalmente los que se afanan en la predicación y en la enseñanza” (1 Tim. 5,17). Que al celebrar sus bodas de Oro sacerdotales, Usted sienta también la satisfacción de los compromisos vividos fielmente como modelo de la grey. Por eso el acompañarlo con nuestra oración de acción de gracias también imploramos para que “cuando aparezca el mayoral, reciba la corona de gloria que no se marchita” (1 Pe. 5,4). ¡Sinceras felicitaciones! Fraternalmente en Jesús y María, 57

P. Ovidio Muñoz Bolívar, cjm Provincial. CONCLUSIÓN Esperanza y amor. Hablar de la esperanza es balbucir el lugar que ocupa el porvenir en la vida religiosa del pueblo de Dios, es contar que Luis Carlos creyó sin desmayos en la felicidad de la vida eterna. El don del Espíritu realizó las promesas (Act.2, 33-39). Es la espera de la vuelta de Jesús. Es la parusía (1 Tes 2,19). Es la esperanza gozosa, (Rom 12, 12) “El paso de Luis Carlos a la eternidad es la manifestación apacible (1 Jn 4,18) de una realidad que ya existe”. (1 Jn 3,2). Murió la esperanza, vive el Amor. El amor es su realidad, es su vida, la vida de Dios. El hambre de la presencia de Dios está colmada. Nosotros seguimos esperando. Luis Carlos se nos adelantó. ¿Luis Carlos, hermano, amigo, quieres contarnos algo de la felicidad de nuestros padres? ¿Quieres contarnos algo de tu propia felicidad? Fundamento de lo que esperamos, argumento de lo invisible, la fe nos sostiene. Intercede por nosotros para disfrutar desde ahora del amor gratuito, del amor comunión. Medellín 19 de agosto de 2011. Día de San Juan Eudes.

Francisco J. Mejía Vargas Pbro.

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