Los saberes ambientales en el postconflicto

Ponencia en el Segundo Congreso de Ciencias y Tecnologías Ambientales de la Red de Formación Ambiental Los saberes ambientales en el postconflicto J...
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Ponencia en el Segundo Congreso de Ciencias y Tecnologías Ambientales de la Red de Formación Ambiental

Los saberes ambientales en el postconflicto

Julio Carrizosa Umaña

Introducción Saber y Poder en el Ambiente Las malas o pocas relaciones entre el saber y el poder, entre conocimiento y política en el Sistema Nacional Ambiental causan problemas graves de ineficacia y corrupción de la gestión ambiental en el país.La gestión ambiental sin saber ambiental tiende a convertirse en instrumento que favorece intereses ajenos a lo establecido en la Constitución y las leyes. Los malos funcionarios públicos, los que responden a sus intereses personales o a los de sus patrones políticos o económicos, ejercen su poder sin límites o dejan de ejercerlo cuando no existen contrapesos institucionales ligados a los conocimientos científicos, tecnológicos y tradicionales. Es ese conocimiento, el saber ambiental, el único capaz de equilibrar en las instituciones los desbordes y las fallas de poder. Los problemas ambientales colombianos son especialmente difíciles de resolver debido a la extrema complejidad del conjunto de ecosistemas que constituye nuestro territorio. Cuando se ejerce el poder sin saber, esas complejidades se simplifican, quedan ocultas por intereses ajenos, los problemas parecen resolverse con simplezas, se favorecen intereses extraños y el problema subsiste, ocasionando graves daños y perjuicios, como sucede en los derrumbes periódicos en las carreteras, en las

inundaciones sistemáticas de algunas partes del territorio o en los procesos de urbanización de los suelos agropecuarios. Lo poco que hemos avanzado en la protección de los ecosistemas se debe a equilibrios eventuales y breves de la política y el conocimiento científico en el Ministerio, en la Unidad de Parques Nacionales y en la Corporaciones y a las acciones aisladas, casi suicidas, de funcionarios y de ciudadanos “místicos” en todo el país, gentes se comprometen con el saber ambiental y lo convierten en razón de sus vidas. Los institutos de investigación vinculados y adscritos al Sistema Nacional Ambiental han desempeñado papeles importantes en la construcción de estos equilibrios, la presencia de excelentes científicos y profesionales en partes estratégicas del Sistema Nacional Ambiental ha permitido frenar proyectos insensatos, proteger especies, introducir la educación ambiental en el sistema educativo. En cierta forma la complejidad biofísica y la belleza de los ecosistemas han generado la formación de estas personas excepcionales, ajenas a la simplificación de la vida; lejanas de la trampa, de la violencia y de la corrupción Por otra parte son numerosos los casos en que el Sistema Nacional Ambiental ha sido “contaminado” durante estos años terribles; entender estos procesos es imprescindible si queremos evitarlos, tratare en próximos artículos aportar elementos para esta comprensión Las corporaciones ambientales regionales seguirán siendo instrumento de la politiquería local y no del interés público si la ciencia y la tecnología no recobran la importancia que tuvieron en la mayoría de esas instituciones. Solo el conocimiento objetivo e integral de los procesos ambientales físicos y humanos, el saber ambiental, puede ser capaz de confrontar y equilibrar el poder de las coaliciones de intereses que se conforman en las juntas directivas de las CARs y que se transmiten a las decisiones que toman sus funcionarios. Esos equilibrios entre saber y poder no son imposibles, han existido a lo largo de la historia de las algunas de las corporaciones autónomas: son varios los ejemplos de buen manejo ambiental regional en pequeñas y grandes

corporaciones cuando se ha conformado en ellas un buen cuerpo científico, profesional y técnico de funcionarios con la suficiente preparación, fortaleza y entusiasmo, con lo que pudiera llamarse mística ilustrada, la mezcla de saber y poder necesaria para comprender la estructura y funcionamiento de los socioecosistemas y para sostener el interés público cuando se tratan de imponer intereses contrarios. El saber ambiental proporciona poder a los funcionarios que comprenden la necesidad de proteger el medio ambiente y que dedican su vida a este propósito; el equilibrio entre el conocer, el entusiasmo y el poder es la base indispensable para que la gestión ambiental sea eficaz y eficiente. Hoy cuando existen decenas de programas universitarios ambientales y cientos de proyectos de investigación en el tema no sería difícil que el gobierno y el congreso establecieran mecanismos para generar en las corporaciones altos niveles de conocimiento científico, profesional y técnico y evitar así errores semejantes a los que nos condujeron a crisis pasadas. La historia institucional colombiana nos da por lo menos dos buenos ejemplos de equilibrio entre saber y poder; el Banco de la República siempre ha sido capaz de mantener un excelente cuerpo de directivos y de investigadores que ha evitado que se comentan errores como los que han afectado la economía de repúblicas vecinas; la Universidad Nacional a través de todos estos años de guerra y de corrupción ha conservado un nivel científico y profesional suficientemente elevado para que sus decisiones y sus procesos sean respetados y sus egresados puedan ser fundamento de la prosperidad de la nación. Ambas son instituciones públicas autónomas y tal vez esa autonomía, unida a la prioridad que ha tenido en ellas el saber científico, profesional y técnico han evitado el debilitamiento sufrido por otras instituciones colombianas.

Recientemente un funcionario de la unidad encargada de otorgar las licencias ambientales se quejó de la baja calidad de los estudios que presentan las empresas a esa oficina lo cual puede sorprender si se considera la cantidad

de programas universitarios y de grupos de investigación dedicados al tema pero la situación se comprende si se tiene en cuenta la alta complejidad que debe afrontarse cuando se trata de conocer las consecuencias ambientales de un proyecto en nuestro país. En el caso de los proyectos mineros y en el de los proyectos de infraestructura vial esas dificultades son mayores debido a las características geológicas e hidrológicas del territorio nacional. Las experiencias nacionales e internacionales en este tema señalan algunos campos específicos que deberían ser prioritarios para mejorar la situación tanto en los estudios de efecto ambiental como en las evaluaciones gubernamentales de tales estudios. En primer lugar pienso que se debería tener en cuenta el alto grado de incertidumbre propio de la extrema complejidad de nuestros ecosistemas; en otros países las dificultades de predicción inherentes a la multitud de elementos interrelacionados han conducido a exigir tengan características especiales, entre ellas el empleo de modelos integrales, adaptativos, dinámicos y probabilísticos que se mantienen activos durante la ejecución de los proyectos como guías constantes de su operación. El uso de ese tipo de modelos disminuye la probabilidad de error al proporcionar marcos objetivos, revisables y actualizables cuando se conoce más acerca del propio proyecto y del ambiente en que se realiza. En segundo lugar es necesario considerar integralmente las intrincadas y dinámicas relaciones entre lo social, lo ecológico y lo económico, cuestión que generalmente se resuelve en los estudios de impacto ambiental presentando tres estudios diferentes, realizados cada uno por un especialista y, en el mejor de los casos unidos por una síntesis realizada por el director del proyecto. Esta consideración integral solo es posible si en los grupos que elaboran los estudios se ha trabajado proporcionando a cada tema la igual importancia, facilitando el dialogo entre las disciplinas y logrando un lenguaje común. El empleo del concepto amplio de modelo – incluyendo modelos no matemáticos- y el desarrollo del concepto de socioecosistema podrían ser claves en esa necesaria integración.

En tercer lugar es indispensable que las personas responsables de la elaboración y del análisis de los estudios aporten conocimientos completamente actualizados para no incluir información ya invalidada. Esto solamente se logra manteniendo contacto continuo con los grupos de investigación y leyendo sistemáticamente las publicaciones científicas dedicadas al tema, ambos procesos poco comunes en nuestro ámbito profesional. El Ministerio debería dar ejemplo en este sentido. La gestión ambiental es responsabilidad de todos los ciudadanos, buena parte de los daños que sufrimos por el fenómeno de la Niña se generaron por acciones y reacciones erróneas de directivos, profesionales, propietarios de tierra, funcionarios y en general por nosotros, los colombianos, actos humanos que surgen más de ignorancias, confusiones y simplezas que de la mala fe. Pienso que una parte de estas fallas del saber pueden corregirse con modificaciones en los métodos de crianza y de educación. El saber ambiental se construye en la mente de cada uno cuando se lo permite el conjunto de lentes, filtros y cortinas que impiden acercarse a la complejidad del tema. Esos obstáculos conforman límites que le impiden a la mente humana lograr su potencial y su impacto es proporcional al poder de las ideas y las experiencias que guían a cada persona en la conformación de lo que los científicos cognitivos llaman el modelo mental personal. Los pedagogos conocen las dificultades inherentes a la formación de modelos mentales capaces de manejar situaciones complejas; inclusive personas que han tenido educación avanzada suelen equivocarse cuando en los problemas intervienen elementos y personas ajenas a su conocimiento profesional. Las ideologías más comunes tienden a simplificar los problemas recomendando soluciones que han tenido éxito en situaciones diferentes o que atraen por su vigor emocional, como las grandes teorías políticas y económicas construidas en los siglos XIX y XX. Infortunadamente esas reducciones y simplificaciones de la realidad afectan buena parte de nuestro sistema educativo y se han traducido en los

programas de estudio. Un ejemplo es la poca importancia que tiene la historia y la geografía de Colombia en lo que hoy se denomina “ciencias sociales”, debilidad que se refleja en el desconocimiento ostentado por los estudiantes que llegan a la universidad en donde tampoco encuentran la información necesaria para comprender el país en que viven. Otros problemas corresponden a la ausencia de información básica acerca de la realidad física y biológica del territorio, cuestión que podría resolverse introduciendo conocimientos fundamentales de geología, climatología, hidrología y ecología. La dificultad de predicción de los cambios del conjunto extremadamente complejo de nuestros ecosistemas podría mitigarse si en los cursos de matemáticas se proporcionara una introducción a la teoría de probabilidad. En un contexto de variaciones en el clima tan intensas como las que estamos experimentando y en vísperas de un nuevo intento de manejo adecuado de nuestras tierras parece indispensable una reflexión profunda acerca de la posibilidad de educar para lograr un equilibrio entre el saber y el poder en el ambiente. 1 Las Ciencias Ambientales en el postconflicto Los ambientalistas queremos hacer una invitación al realismo a todos los que tomen decisiones en el postconflicto; una invitación a reconocer la complejidad del territorio colombiano, el deterioro de sus ecosistemas, las amenazas del cambio climático y los límites que las características de su geología, climas y suelos establecen a las actividades económicas. Este llamamiento al realismo incluye también la necesidad de reconocer que el pueblo colombiano está traumatizado por la guerra y la corrupción, que más de cinco millones de habitantes han sido desplazados de sus hogares y que los sistemas educativos sufren fallas fundamentales. Consideramos que esas fallas de los sistemas educativos incluyen percepciones erróneas de la historia y la geografía de país e inducen simplificaciones de la realidad, tratamientos reduccionistas, y dogmas que afectan todas las actividades de la nación. Desde el pensamiento ambiental

podemos sugerir cambios importantes en las políticas de investigación y desarrollo tecnológico y en los programas de estudio dirigidos a aumentar los conocimientos básicos para afrontar la complejidad ecológica del territorio, a considerar la necesidad de análisis y manejos integrados ecológicos, sociales y económicos- a conservar la belleza de sus paisajes y a promover el respeto hacia el pensamiento y las acciones de cada ciudadano. Pensamos que una mayor comprensión de la situación socio ecológica actual del país, de su potencial económico y de sus posibles interrelaciones con el resto del planeta puede evitar graves fracasos cuando se trate de llevar a la práctica algunos de los acuerdos pactados en la mesa de negociaciones. Para evitarlos sugerimos que, como hicieron algunos países en situaciones semejantes, el primer paso sea la organización de procesos educativos masivos que influyan no solo en los actores directos del conflicto sino en sus víctimas y en los millones de colombianos afectados por situaciones de desempleo y de pobreza extrema. Creemos que algunas de las características negativas de la situación actual implican y conllevan, afortunadamente, soluciones urgentes y posibles que podrían plantear líneas de acción inmediatas para estructurar beneficios importantes en el mediano plazo. Nos referimos a la degradación de los ecosistemas andinos, a los patrones actuales de asentamiento urbano y rural, a los cambios en el clima y al retraso tecnológico de las actividades agropecuarias e industriales. Los procesos de deforestación y la consiguiente erosión y compactación de los suelos en los ecosistemas andinos unidos a la concentración de más del 70% de la población en esa región, a las modificaciones en el clima causadas por los fenómenos del Niño y la Niña y probablemente acentuadas por el cambio climático global, todo esto más e l retraso tecnológico y la baja competitividad internacional de las actividades productivas, plantean un conjunto de problemas de carácter territorial cuya solución podría iniciarse con modificaciones de las políticas de vivienda, de servicios públicos, de localización industrial, de innovación y de ordenamiento de la red de

ciudades. Si esas modificaciones se ligan a la necesidad de producir empleo rápidamente no es imposible plantear soluciones urbanas en la región caribe que redujeran la presión que la pobreza ejerce en las cordilleras y que contribuyeran a mejorar las condiciones de vida de ambos conjuntos de colombianos, caribeños y andinos y a abrir soluciones para los ciudadanos que se reintegren a la civilidad. Esas soluciones urbanas tendrían que tener cuatro características fundamentales: ser ejemplo de uso sostenible de los recursos naturales y de innovación en la arquitectura y en la dotación de servicios públicos, ofrecer educación de alta calidad, contar con empresas que generen empleo suficiente y digno y tener desarrollos culturales y amenidades que elevaran la calidad de vida de quienes accedieran a ellas. Para esto serían necesarias y benéficas las contribuciones de las gentes que menos hayan sufrido en la contienda y que tengan talentos, inteligencias y bondades suficientes, así como la participación activa y consciente de los nuevos ciudadanos. Si se lograra seguir estos criterios los nuevos espacios urbanos serían también espacios de reconciliación. El ambientalismo también puede aportar ideas para definir las posibilidades de desarrollo agropecuario e industrial en la región Caribe, alrededor de los nuevos espacios urbanos. Son numerosas ya las experiencias de economía verde que se han ensayado en el país pero sería necesario para que constituyeran una verdadera solución en el postconflicto que existiera un apoyo decisivo del Estado y un pacto con los empresarios internos y con nuestros socios internacionales para construir en la región Caribe proyectos de magnitud suficiente para que Colombia fuera vista como un gran productor de alimentos y bebidas orgánicas y para hacer alianzas con los grandes almacenes que en el mundo entero se especializan en estos productos. Si esto se hace dentro de las políticas de reconciliación y de justicia social estos nuevos productos podrían también tener espacios en el comercio internacional que se fundamenta en la responsabilidad, en la inclusión y la justicia social. Estas alianzas entre lo social, lo económico y lo ecológico también podrían ser fundamento para que se desarrollara en la

región caribe la producción de aplicaciones de energía solar, en lo cual sería útil realizar acuerdos con países como China y España que se han adelantado en ese tema y que podrían encontrar razones de política internacional y de contactos culturales para apoyarnos. Si planificando y construyendo barrios y ciudades nuevas en la Región Caribe se logra disminuir la presión poblacional en las cordilleras y en los valles interandinos podrían abrirse espacios para restaurar esos ecosistemas y hacer sostenibles las ciudades y habría tiempo y recursos para que consolidáramos la paz y la justicia social en el Pacífico, en el Amazonas y en la Orinoquia para que estas tres grandes regiones fueran ejemplo internacional de alta calidad de vida, de integración y diversidad cultural, de riqueza biodiversa y de belleza natural. No es imposible que entonces de ahí surgiera la posibilidad de obtener recursos importantes provenientes de procesos de ecoturismo y de turismo cultural que aumentarían las posibilidades de disminuir la pobreza en todo el país. Tantos son los temas que debe abarcar la educación ambiental que en ocasiones se opta portocar los temas más obvios o más fáciles y nos olvidamos que en estos momento en los cuales tratamos de firmar la paz y de acercarnos a la construcción de una nueva nación, los que tratamos el tema ambiental tenemos varias responsabilidades que trataré de plantear en esta intervención, son por lo menos cuatro. La primerala de explicar que lo ambiental trata de la totalidad, no solamente de lo nohumano, no solamente de la fauna, la flora y la gea, no solo de las interrelacionas entre sociedad y naturaleza, es imposible estudiar interrelacionas sin estudiar los entes interrelacionados; tenemos que hablar es de la totalidad que nos rodea y de la cual formamos parte. La segunda la de dar preferencia en esa totalidad a la defensa del patrimonio natural y la deexplicar las características fundamentales de ese patrimonio, su diversidad, su complejidad y su estado de deterioro

La tercera la de insistir en que la salud y la integridad de ese patrimonio es fundamental para sustentar un buen vivir de las generaciones futuras y que es mentira que pueda lograrse el bienestar en un patrimonio deteriorado La cuarta la de clarificar que los seres humanos somos extremadamente complejos, que esa es la razón de los fracasos de las ideologías que simplifican todo a lo económico y a lo político y que la educación ambiental compleja induce un deber ser en el que se tiene en cuenta también lo ontológico, lo ético, lo estético, lo cognitivo y también lo que cada uno considera sagrado.

1.1Que significa comprender el país En el contexto anterior escribí un libro titulado Colombia Compleja cuyo objetivo principal es ayudar a comprender el país o sea proporcionar información para fundamentar un reflexionar colectivo acerca de los procesos que hemos sufrido en los últimos setenta años, cuando Colombia que era reconocida como un ejemplo de democracia se convirtió en un país violento y corrupto. En ese libro avanzo en el concepto de Educación Ambiental Compleja como “ un instrumento que favoreciera y otorgara fuerza a las estrategias capaces de acelerar la adaptación de nuestra sociedad al ambiente biofísico y que debilitara a las estrategias tendientes a simplificar aún más a la sociedad colombiana, haciéndola cada día mas incapaz de resolver los problemas inherentes a esta adaptación”. La EAC, como algunos de ustedes lo saben tiene como objetivos formar individuos y grupos capaces de mirar y reconocer la complejidad mundo mediante seis condiciones: 1 observar profunda y ampliamente 2 Analizar y sintetizar

3 Ver interrelaciones 4 Considerar los cambios pasados y tratar de predecir cambios futuros 5 Observar la realidad con la intensión demejorarla, con un deber ser explícito en la mente y en su discurso 6 Tener en cuenta los sesgos del propio mirar y respetar las miradas y las opiniones de los otros Pienso que esa educación ambiental compleja la necesitamos todos y que si se firman los acuerdos de paz podría constituir un instrumento fundamental para construir la paz. Como un ejercicio académico y aprovechando que aquí están reunidos buena parte de quienes ya cumplen con esas seis condiciones me he puesto en la tarea de detallar como esas condiciones se aplican a la necesidad de construir la paz 1.2El papel de la educación ambiental compleja en la construcción de la paz

Lograr que excombatientes y no combatientes miraran el mundo cumpliendo esas seis condiciones significaría: - Que reconocieran la complejidad de la realidad y la violencia y el dogmatismo como estrategias simplificantes. - Que tomaran conciencia de los objetivos propios y aceptaran que los otros también tienen los suyos - Que fueran capaces de reflexionar con la mayor objetividad acerca del pasado y de mirar con optimismo el futuro, de pensar en como la experiencia pasada ayuda a comprender la verdad de lo sucedido, de ver con claridad las limitacionesy sesgos de sus modelos mentales, y que aprendieran a separar lasilusiones de las realidades - Que lograran ver con claridad las interrelacionas propias con el resto de la realidad y que fueran capaces de ver y evaluar el poder de esas interrelaciones en la otredad.

-Que vieran claramente las características ambientales del actuar económico para disminuir fracasos y pérdidas del patrimonio propio y colectivo. -Que encontraran la felicidad de vivir dando mayor valor a los entornos cognitivo, ontológico, lógico, sensorial, ético y estético que a los contornoseconómicos y políticos. Ver al mismo tiempo y con igual claridad e interés el árbol y el bosque, el gran río y las partículas que lleva,la casa y el ecosistema en donde se ha construido - Que respetaran el pensar y el actuar de los otros, de las otras especies y las otras personas mirando la realidad ajena con humor, benevolencia y simpatía en el contexto del reconocimiento de las falencias y debilidades propias y teniendo en cuenta que los extremos de pobreza y de riqueza dificultan extraordinariamente a muchos cerebros el reconocimiento de la complejidad de la realidad y facilitan su simplificación en unas pocas variables, hambre y saciedad, desesperación y entusiasmo. Si lo anterior fuera posible podríamos dedicarnos con mayor entusiasmo y colaboración a afrontar los problemas cognitivos más agudos que tantas veces hemos mencionado como: -El funcionamiento de los ecosistemas, las interrelaciones de los seres humanos con el resto de la naturaleza y la adaptación al cambio climático -La productividad eco agropecuaria y forestal -La política de poblamiento urbano, la construcción de nuevas ciudades -La restauración del territorio -Las posibilidades del crecimiento industrial verde, el empleo, la equidad y el ingreso -El conocimiento de la ecología integral y el buen vivir 2 La paz, los saberes y el buen vivir

Firmada la paz un dialogo de saberes puede conducir al buen vivir en el campo y en la ciudad. En un territorio tan complejo como el colombiano solo la acción conjunta de saberes científicos, personales, colectivos y étnicos puede evitar que recurramos nuevamente a la violencia. El saber científico tiene un papel importante en este dialogo, no puede actuar sin la participación de otras formas de saber pero tiene la responsabilidad de iniciarlo y para que esto sea posible habría que superar obstáculos que en la actualidad evitan el dialogo entre científicos físicos, naturales, humanos y sociales. Uno de estos obstáculos está conformado por las posiciones actuales de la economía y las ciencias políticas, especialmente por sus negativas a considerar variaciones a los modelos promovidos por sus corrientes principales. Nuestro caso, el de un país en guerra desde 1947 que nunca ha logrado controlar la totalidad de su territorio ni acumular capital suficiente para disminuir la pobreza y la inequidad pero en donde la población crece rápidamente es un buen ejemplo de la necesidad de estudiar nuevamente estos modelos. Sabemos que hay entre economistas y científicos políticos corrientes muy fuertes que han acumulado ejemplos que parecen probar que ni la geografía física ni la cultura influyen en la obtención de dinero y poder pero la situación actual de estos procesos en los países más ricos del planeta es ejemplo de la fragilidad de sus argumentos. El libro titulado Por qué Fracasan los Países insiste en que la geografía y la cultura son despreciables pero admite que la exclusión socioeconómica es factor decisivo, lo cual debería abrir espacios de colaboración con los filósofos, sociólogos, antropólogos, historiadores y psicólogos sociales que han estudiado el tema y con las comunidades urbanas, rurales y étnicas esa que durante siglos han conocido en carnes vivas estos procesos. Los conceptos de buen vivir y de ecología integral que están conduciendo a una nueva integración de saberes, esta vez liderado por el Vaticano y por pensadores latinoamericanos, abren también una discusión en la que hay que tener en cuenta la situación actual de la economía y la política en

Europa, en los Estados Unidos y en el Asia, ejemplos del actuar sin límite de los modelos de las corrientes principales de las ciencias económicas y las ciencias políticas. Habría que preguntarles a los habitantes de Grecia, de Puerto Rico y de Malasia si en sus países han logrado vivir bien, sus saberes podrían contribuir a aclarar la situación La ampliación de los resguardos indígenas y la creación de las propiedades colectivas de afrodescendientes nos han encaminado hacia la paz y el buen vivir. En estos años terribles indígenas y afrocolombianos nos han dado ejemplos de saber en el ser y en el crear y muestras de resistencia a los violentos. La mayoría de los colombianos reconocemos el aporte de estos saberes y nos enorgullecemos de ser un poco indios y un poco negros cuando conocemos los éxitos nacionales e internacionales de estos compatriotas en el deporte, en las artes, en las ciencias y en la recreación. La posición de algunas comunidades indígenas y afrocolombianas en contra de la guerra ha demostrado que es posible ser pacíficos y la permanencia de sus valores ancestrales nos muestra el vigor de lo ontológico, lo sagrado, lo ético y lo estético en un mundo absorbido por lo político y lo económico. Son numerosos los ejemplos de ese renacimiento de la diversidad cultural y de sus saberes desde que la Constitución del 91, la Ley 70 y las decisiones de la administración Barco otorgaron mayor estabilidad y presencia territorial a la diversidad y complejidad colombiana. En el estado de los ecosistemas son claros los efectos positivos de este renacer. Según el Censo Agropecuario terminado este año casi la mitad del territorio continental colombiano esta todavía cubierto de selvas y bosques, aporte singular a la biodiversidad del planeta y muestra de respeto a la autonomía colectiva de las etnias. En estudios recientes de universidades y de entidades no gubernamentales se ha aplicado el concepto de dialogo de saberes para conformar escenarios en los cuales la creatividad indígena y afro se unan a las formas de saber europeas, mestizas y mulatas en la conformación de una Colombia más integrada y menos violenta. La diversidad de formas de ver la realidad

proporciona ventajas en el manejo del complejísimo conjunto de ecosistemas que estructura nuestro territorio. Un ejemplo extremadamente interesante de la posibilidad y los beneficios de estos diálogos esta siendo publicado por Tropembos después de varios años de contacto con grupos indígenas del Amazonas que han demostrado tanto la extraordinaria destreza pictórica de estos grupos como su utilidad en el aumento del conocimiento de las complejas interrelaciones biofísicas existentes en los ecosistemas amazónicos. Desafortunadamente estos avances hacia la paz no son siempre comprendidos por los grupos legales e ilegales comprometidos en la confrontación dogmática o en la lucha armada como lo estamos viendo en experiencias recientes. Para algunos la paz y el buen vivir no están interrelacionados con el saber científico duro, el de los científicos físicos, naturales y exactos, el de los ingenieros, los agrónomos y los médicos; la historia demuestra lo contrario. Colombia es un ejemplo de esas fuertes interacciones y también es muestra de la necesidad de integrar ese saber duro con el saber de las ciencias humanas y sociales, el de los historiadores, los economistas, los científicos políticos, los antropólogos y los sociólogos. El concepto de ecología integral que ha propuesto el papa Francisco alerta acerca de la necesidad de comprender la totalidad de la realidad y de reconocer su complejidad alejándose de abstracciones, disyuntivas y reducciones, como lo indica el filósofo Edgard Morin. La encíclica agrega lo sagrado a esta complejidad y los imaginarios generados por las teorías de las ciencias políticas y económicas añaden mayores interrelaciones y elementos que deben considerarse. En Colombia se desprecian los saberes de la física, la química, la geología, la geomorfología, la geografía, la climatología, la geomorfología, la hidrología, la hidráulica, la edafología, la zoología, la botánica, la ecología, la biología. Todos se consideran inútiles y las matemáticas se perciben como algo ajeno, imposible de usar, manejado

solo por algunos especialistas privilegiados por la naturaleza. Extraordinario y paradójico ese alejamiento rayano en una actitud suicida cuando vivimos en un territorio famoso por sus diversidades y complejidades ecológicas. A lo largo de nuestra historia hemos sufrido muchísimos problemas debidos a este desprecio del conocimiento científico, entre ellos la baja productividad de la agricultura y la ganadería, el atraso social de varias regiones y las inversiones extraordinarias necesarias para construir, mantener y operar las vías de comunicación. Hace pocos meses los costos gigantescos de las inundaciones y derrumbes ocasionados por el mal manejo del fenómeno de la Niña fueron ejemplo del dominio de esa estrategia nacional de ignorancia platónica, con la cual algunos pretenden enfrentarse a la enorme complejidad de nuestro territorio. En Colombia es imposible lograr el buen vivir si mantenemos esa estrategia y la diversidad sociocultural actual obliga no solo a respetar las ciencias llamadas exactas sino a lograr su integración con las ciencias sociales y humanas y con el saber de las personas y las comunidades si queremos avanzar hacia la paz. 3 El saber colombiano Finalmente, ¿Existe un saber colombiano? ¿Tenemos un imaginario común de este socioecosistema que llamamos Colombia? Apostemos a que si existe un saber colombiano que puede conducirnos a la paz y al buen vivir. Hay indicios de que este saber existe, son indicios fundamentados en la persistencia de la nación a pesar de todos los horrores que han sucedido y suceden. En estos cincuenta años el país no se dividió ni la guerra tomo nunca las dimensiones que asolaron a otras regiones, no emergieron cinco países diferentes como pasó en Yugoeslavia y afortunadamente no tuvimos las grandes batallas en las que mueren decenas de miles como sucedió en Estados Unidos. En la experiencia de todos los que conocimos el país en paz

está presente la permanencia durante estos años terribles de una mayoría de colombianos que son buenas personas que han logrado refugiarse en la bondad para lograr afrontar la diversidad y la complejidad del país. Hoy la encíclica de Francisco II valora esa bondad presente en la humanidad como la estrategia fundamental para proteger el planeta y hacer posible la supervivencia de la humanidad, su concepto de “ecología integral” insiste en que la visión integral y compleja de la realidad es la clave principal para encontrar ese camino. En el caso colombiano, diverso y complejo en extremo, esa concepción de la realidad como una ecología integral es una buena herramienta para diluir la importancia de las ideologías que nos han conducido al conflicto armado. El saber colombiano, el que nos une en medio de las desgracias, el que ha permitido que subsistamos como nación se ha generado como uno de los productos de esa ecología integral y específica, emerge periódicamente, como último recurso, desde la cotidianidad de campos y ciudades, se nutre de la belleza y la utilidad de la megabiodiversidad, compensa en la diversidad de los paisajes, las regiones y los municipios las desgracias que amenazan la patria. En la realidad, sin que nos demos mucha cuenta, es un dialogo de saberes alrededor de la posibilidad de la bondad común, de la bondad nacional, lo que ha permitido la sostenibilidad de Colombia. En ese dialogo los saberes étnicos, incluido el saber étnico de raíces europeas se unen a los saberes que se generan en la cotidianidad, en el vivir diario y también se unen a los saberes de raíces científicas para gestar el saber colombiano, aquel que nos permite imaginar una nación en paz y en donde se pueda vivir bien. Es ese saber, el del ser, del crear y el del hacer, el que nos puede guiar en la situación actual.