OTRA DIMENSIÓN DE LA COLECCIÓN GAVIOTAS DE AZOGUE CÁTEDRA IBEROAMERICANA ITINERANTE DE NARRACIÓN ORAL ESCÉNICA COMUNICACIÓN, ORALIDAD Y ARTES Número 33 / Cuentos hiperbreves / Madrid / México D. F. / 2015

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LOS LIBROS DE LAS GAVIOTAS © Salvador Robles Miras De esta edición: Comunicación, Oralidad y Artes (COMOARTES)

Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica (CIINOE) Director General: Francisco Garzón Céspedes Asesora General: María Amada Heras Herrera Director Ejecutivo: José Víctor Martínez Gil Directora de Relaciones Internacionales: Mayda Bustamante Fontes Directora de Extensión Cultural: Concha de la Casa Madrid / México D. F., 2015 / [email protected] Derechos reservados. Se autoriza el reenvío sólo por correo electrónico como archivo adjunto PDF. No se autoriza edición o impresión alguna sin permiso previo de la Editorial. Se autoriza a las bibliotecas a catalogarlo para el público.

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EL ESPECTÁCULO MÁS HERMOSO Y OTROS 115 MICROCUENTOS Salvador Robles Miras 5

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LAS PIEDRAS DEL MAGO En su primera actuación en público, los asistentes lo expulsaron a pedradas del escenario. Pero antes de huir, medio descalabrado, el artista novicio, guiado por una intuición, se agachó y recogió algunas piedras del suelo, las que le cupieron en los bolsillos. Un año más tarde, en el mismo teatro, los espectadores que abarrotaban la sala lo despidieron con una prolongada ovación. Las piedras que el artista aprendiz se había llevado consigo hacía un año, después de miles de intentos fallidos en la soledad de su casa, había conseguido transformarlas en flores. Así se hizo mago.

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DOBLE DERROTA Su oponente se mofó de él cuantas veces le derrotó, que fueron muchas. Éste, lejos de sentirse vencido, ardía en deseos de enfrentarse una vez más al ganador. Pronto se le presentó la oportunidad que tanto anhelaba. Apabulló al que siempre le había derrotado, y, luego, se burló de él. Fue entonces cuando se percató de que, habiendo ganado, se sentía más perdedor que nunca. Había desaprovechado la oportunidad de triunfar a lo grande.

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UN LIBRO PARA EL MENDIGO El niño se acercó al viejo mendigo y depositó un libro en el gorro de marinero que hacía las veces de caja. –No tengo otra cosa, señor. El mendigo ojeó la portada del libro, “El Principito” –Es lo mejor que me han dado nunca, hijo. Toma. Y el mendigo dio unas monedas al niño, todas las monedas que había recolectado durante ese día.

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UN HOMBRE Y UN PÁJARO En la ribera del río, entre chopos, álamos y sauces llorones, mientras un ruiseñor trinaba, el hombre daba rienda suelta a su pena. Ebrio de egocentrismo, creyó que el pájaro trataba de insuflarle ánimos con su canto alegre, y se avergonzó de su falta de coraje. Súbitamente, embargado por un sentimiento desconocido en su persona, el hombre inspiró hondo y, tras arrojar al agua gran parte de su congoja en un espectacular resoplido, se alejó por el puente decidido a plantar cara a todos los problemas que le aguardaban en la otra orilla. Nunca supo que el ruiseñor trinaba porque había encontrado su nido vacío.

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LA ESPERANZA DESESPERADA Cada vez que se esperanzaba, sentía la cercanía de la desesperación. Como sólo se podía desesperar quien espera, aquella mañana, cuando notó la cercanía de la desesperación, confió una vez más en que la esperanza no se hallara lejos. Y, esperanzado, aquel día tampoco se desesperó.

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VEINTE AÑOS DE ESPERA Llevaba veinte años acumulando polvo en una estantería, sin atraer la atención de nadie; pero nunca perdió la esperanza de que alguien, algún día, reparara en su existencia; tal vez por eso la víspera de su vigésimo primer año de vida, alguien lo leyó.

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LA CASA ABIERTA El padre se disponía a cerrar la puerta de casa. No lo hizo porque su hija se lo impidió con estas palabras: “Si la cierras, papá, ¿cómo entrarán los que vengan después de nosotros?” Y la casa permaneció abierta.

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EL HUÉSPED INESPERADO Como creía que carecía de talento, se esforzaba más que ninguno de sus colegas escritores. Escribía horas y horas, mañana, tarde y noche. A base de perseverancia, un día se encontró con lo inesperado. Dentro de él, albergaba un huésped desconocido. Desdeñado, había caído en lo más hondo de sus entretelas, ahí sesteaba el talento.

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UNA SEMANA NORMAL Ningún día de la semana había sucedido nada fuera de lo normal en la vida del hombre normal. Sin embargo, el domingo por la noche, al contemplar los siete días en conjunto, al hombre le sorprendió descubrir que, sumadas las vivencias de cada día, la normalidad rezumaba inquietud, como si estuviera a punto de suceder algo extraordinario. Y el hombre normal se aprestó a vivir un día anormal.

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EL IMBÉCIL MÁS INTELIGENTE Cada último día del año, el hombre se plantaba delante del espejo, se dirigía una larga mirada y, al cabo de un par de minutos, llegaba a la misma conclusión del año pasado: era un imbécil. A partir de ese momento, se afanaba durante el resto del año en demostrarse a sí mismo que estaba equivocado.

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UN MICROCUENTO FALLIDO Se propuso escribir un microcuento en el que la belleza fuese la protagonista absoluta; pero tuvo que desistir al final de la segunda línea. La belleza no se deja resumir.

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UNA BUENA RAZÓN –Cómete la manzana, hijo. –No tengo ganas, mamá. –Come y te harás fuerte –insistió la mujer. –¿Para qué he de hacerme fuerte? –Para… La mujer dudó. Las preguntas de los niños siempre ponen en apuros a los adultos, pero algunos de estos, en volandas de la empatía, logran salir airosos del aprieto. –¿Para qué, mamá? –insistió el chiquillo. –Para que puedas ayudar a los más débiles que tú, hijo. Y el niño propinó un monumental mordisco a la manzana. 18

DIOS DA LA NOTA En el examen de Religión, el profesor había planteado una única pregunta a sus alumnos de entre trece y catorce años: “¿Quién es Dios?” Sólo le faltaba por evaluar uno de los exámenes, el de contenido más sorprendente. Dudaba entre la matrícula de honor o el suspenso, no había término medio. Antes de tomar una decisión, se concedió una última lectura: “Cuando juego al fútbol, Dios es el balón; cuando veo una película, la pantalla es Dios; cuando leo un libro, Dios es la página; cuando me baño en la playa, las olas son Dios; cuando escucho un disco, Dios es la canción; cuando beso a una chica, los labios de ella son Dios; cuando me contemplo en el espejo, Dios soy yo.” Al leer lo del beso a la chica, estuvo a punto de decidirse por el suspenso; pero, en ese momento, sintió una punzada en el corazón, que él, muy devoto, atribuyó a un aviso del Todopoderoso, así que cogió el bolígrafo y escribió debajo del peculiar texto del examinando: “Cuando el profesor te pone una matrícula, Dios es el profesor”.

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EL REINO DE LA LECTURA La diosa Lectura comparte su reino con quien la contempla con devoción. Ahora mismo acaba de obrar otro prodigio. Enhorabuena, lector, tuyo es el reino de la Lectura.

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PROVISIONES PARA EL CAMINO Al cumplir la mayoría de edad, el joven anunció a sus padres que se marchaba de viaje. –¿Adónde vas, hijo mío? –preguntó el padre. –A conocer mundo. –Espera un momento –le dijo la madre. –Llevo muchísima comida, mamá. –No la suficiente. La mujer abrió el primer cajón de la cómoda, extrajo una carpeta y se la entregó a su hijo. –¿Qué es esto? –Una colección de los mejores cuentos que he leído durante mis años de lectura, casi todos mis años. Provisiones para el camino. 21

DESPUÉS DE LA DERROTA Había perdido el partido más importante de su vida, la final olímpica. Salió cabizbajo de los vestuarios, arrastrando los pies. Fuera del estadio había congregada una multitud, entre periodistas, aficionados, curiosos y familiares, pero él sólo vio a una persona: su madre. Ella no esperaba al jugador derrotado, ella aguardaba a su hijo.

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EL MEJOR PIANISTA –¿Qué puedo hacer para ser el mejor pianista? –preguntó el aprendiz al maestro de Música. –Tocar tu piano –respondió el maestro. –Pero si no tengo piano. –No importa.

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IMPERFECCIÓN INSUPERABLE La mujer era tan impecable en su imperfección, que alguien la llamó la imperfección perfecta.

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EL AMOR DE LOS DEFECTOS Ella tenía tantos defectos o más que él. Tal vez por eso, por sus defectos, ella y él se unieron primero y se amaron después. Tal vez. Lo único seguro es que, al unirse y al amarse, o al amarse y al unirse, descubrieron, atónitos, que cuantas veces se miraban, veían reflejados en los ojos del otro la perfección de los defectos.

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LA OTRA VOZ Se quedaron sin voz, los dos, casi al mismo tiempo o quizá él detrás de ella, o ella detrás de él; pero, antes, en el pabellón del cáncer, la víspera de ser operados de sendos tumores en la garganta, el hombre y la mujer hablaron todo lo que pudieron. Y, a pesar de que pudieron poco, fue suficiente para que, cuando volvieron a verse, a la semana de sus respectivas intervenciones quirúrgicas, sin voz, ambos se dijeran de todo con sólo mirarse. Ese día, los dos al mismo tiempo, se dieron cuenta de que los ojos hablan más que la boca y que el silencio está lleno de palabras.

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EL PLACER SENSATO Primero, suprimió la lectura; luego, las películas, después, las obras de teatro; más tarde, la visita a los museos. Sólo se quedó con el placer del cuerpo. Pronto, el placer se tornó en rutina, y la rutina, en un tedio insoportable. Y, más viejo, más sabio, volvió a la lectura y al cine y al teatro y a los museos. Y, milagrosamente, entonces, el placer del cuerpo, emergiendo de la monotonía, se hizo grande, grandioso. Había crecido hasta la sensatez.

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HASTA EL PUNTO FINAL Tenía tan alta concepción de sí mismo, que, al borde de la muerte, lloraba, no por él, sino por la vida, que se quedaba sin él.

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PALABRAS INMORTALES El joven leyó la frase que engalanaba el dibujo del libro que adornaba la fachada lateral de un viejo edificio de la Villa: “No hay tristeza que un buen libro no pueda alegrar”. Le gustó tanto, que sólo necesitó releerla para que la memoria la acogiera en su seno. Al día siguiente, cuando volvió a pasar por delante del inmueble, el libro y la frase habían desaparecido bajo una capa de pintura blanca. Pero las palabras de la pared no habían muerto, ya que vivían dentro de él, para siempre. Fue el día en que el joven supo que la Literatura sobrevive a la Muerte.

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EL SECRETO DE LOS OJAZOS Los ojazos de la bella mujer, nublados por las lágrimas, se empequeñecieron minutos después de despedirse, en el aeropuerto, del hombre amado. El amor era el secreto que convertía a sus ojos en ojazos.

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LA LUZ DEL DESVÁN Cuando sus recuerdos empezaron a nublarse, el viejo muy viejo cogió un taxi y se dirigió a su pueblo natal. En los siguientes días, deambulando por las calles de su infancia, mientras la cabeza se le llenaba de imágenes y olores y sabores y sonidos y sensaciones, las nubes fueron disolviéndose. A la semana, en el desván con telarañas de la centenaria casa familiar, encontró un cuaderno escolar, un álbum de cromos, dos fotografías y tres canicas de colores. Deslumbrado por la luz que despedían sus recuerdos más preciados, el viejo muy viejo se acurrucó en el suelo y cerró los ojos.

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LUZ EN LAS SOMBRAS En medio de la tormenta, la luz se fue por unos minutos. La mujer, afectada por una tristeza de largo recorrido, en medio de la oscuridad reinante, miró hacia el único sitio donde podía ver algo: su propio interior. Increíblemente, en las siguientes horas, vio lo que nunca antes había visto, las luces y las sombras de su vida. Antes de que se restableciese el fluido eléctrico, tuvo tiempo de prometerse a sí misma de que, a partir del día siguiente, en sus sombras también habría luz.

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AL OTRO LADO DE LA NOCHE El niño llamó a su madre con una voz más angustiosa de lo habitual. Esa noche, había llegado demasiado lejos. La mujer, sintiendo en el grito extemporáneo de su hijo una urgencia más apremiante que la de otras ocasiones, se levantó de un salto de la cama y corrió hacia la habitación del pequeño. –¿Qué te sucede, Daniel? –Abrázame, mamá, para que así pueda volver contigo –respondió el niño, tembloroso, en medio del sueño. La madre lo estrechó entre sus brazos con infinito amor, y al instante supo que la criatura había regresado al aquí y ahora desde el otro lado de la noche, probablemente desde las tinieblas del otro mundo. 33

PÁJAROS DE MAL AGÜERO Enclaustrados en las jaulas de hierro de los estereotipos, los pájaros de mal agüero no podían volar. Pronto, ya ni siquiera lo intentaron. ¿Para qué? ¿Dónde encontrarían un sitio menos siniestro que sus jaulas? Sólo una pájara se rebeló a su destino. En el país desde el que había emigrado la llamaban Libertad. Andando el tiempo ocuparía un lugar destacado en las páginas de la Historia.

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EGOÍSMO PARA LA GENEROSIDAD Se esforzó tanto dándose a los demás, que estuvo a punto de morir extenuado. Los otros, cuando se percataron de la extrema debilidad que padecía, le obligaron a moderar su generosidad. Y, a partir de entonces, fue un poco más egoísta para poder seguir siendo generoso.

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ANCIANA ENAMORADA Al ver a su nieta veinteañera arrojarse en los brazos de su novio, un segundo después de que éste le pidiera que se casara con él, la anciana octogenaria volvió a sentir que la llama de la pasión encendía su viejo corazón. Estaba enamorada de nuevo. Enamorada del amor.

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EL IMPULSO DE UNA VOCACIÓN Cerca de la meta, en un recodo del camino, se topó con el obstáculo más imponente al que se había enfrentado en su vida. Otro habría vuelto sobre sus pasos en busca de una ruta menos accidentada. Otro, no él. Estaba en el camino que le conducía a lo mejor de sí mismo, y, además, era un lector vocacional. Así que, espoleado por su vocación, acarreó hasta el obstáculo todos los libros que había leído y releído hasta la fecha, formó una montaña con ellos en forma de escalera y ascendió hasta la cumbre. Allí, tomó impulso y saltó al otro lado. Cayó sobre un lecho de hojas y plumas. El sueño de su vida lo había acogido en su seno.

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EL ESPECTÁCULO MÁS HERMOSO El vagabundo errante se extasía ante el fértil valle que se divisa desde el mirador erigido en la colina del pueblo campesino. Es el segundo espectáculo más hermoso que ha contemplado en su vida. –¿Y cuál es el primero, vagabundo? –le pregunta un lugareño. –El fulgor que despide la mirada de un niño cuando alza los ojos del libro que le cautiva.

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OTRA MIRADA Solía mirar de izquierda a derecha y de arriba a abajo, y estaba cansado de ver siempre el mismo panorama. Sin recursos para emprender el viaje que le ofreciera unos estímulos renovados, a punto de claudicar al sopor de la monotonía, a la desesperada, decidió variar el curso de su mirada, ahora de derecha a izquierda y de abajo a arriba. Fue entonces cuando descubrió un mundo nuevo.

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EL OLOR DE LA TERNURA Desde las primeras horas de la mañana hasta el atardecer, de lunes a sábado, la mujer se ganaba la vida limpiando suelos, azulejos, retretes… Por la noche, entre cuentos de hadas, gnomos y dragones, y besos, muchos besos, acariciaba el rostro de su hijo de seis años hasta que éste se dormía plácidamente. Así fue como el niño de entonces y el adulto de hoy aprendió que la ternura puede oler a lejía.

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SU MEJOR SOMBRA Se refugiaba en la sombra que proyectaba su mejor yo. Desde ahí observaba y aprendía. Y la sombra cada día era más larga.

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EL SILENCIO Se propuso coleccionar todos los silencios que pudiera. Aunque reunió unos cuantos, no supo cómo preservarlos del ruido. Después de probar varias opciones sin éxito: libro, diario y caja de caudales, decidió llevarlos consigo, dentro de sus adentros; y, pronto, colmado de silencios, no pudo decir ni una palabra. Fue entonces cuando él, un hombre, se encarnó en el silencio.

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EL EQUIPAJE DEL HOMBRE Llevaba dentro de sí a su esposa, sus dos hijos, sus padres, sus hermanos, sus abuelos, sus amigos, sus maestros, y los incontables libros que había leído, y las pinturas y las esculturas que había contemplado, y la música que había escuchado, y los paisajes que había visto. ¿Era un hombre? Sí, y también el mundo entero.

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LOS MECENAS –¿Por qué ya no hay mecenas en este país? –preguntó el alumno de Bellas Artes. –Porque se consumieron con la cultura de consumo –respondió el profesor, un mecenas difunto.

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LAS CENIZAS DEL CORO Los niños, medio centenar, fueron arrastrados hasta el interior de la supuesta sala de baños. Habían oído hablar de las apocalípticas duchas que se daban en aquellas siniestras dependencias, por eso se resistieron, no para salvar la vida, cosa que sabían que era imposible, sino para que sus verdugos no creyeran que eran unas criaturas pusilánimes. Una vez dentro de la cámara mortuoria, con los ojos fijos en el techo y las manos enlazadas, entonaron los acordes de una vieja canción de cuna, como si formaran parte de un coro que había ensayado la canción centenares de veces. Afuera, el cielo se nubló súbitamente y, pronto, empezó a caer una fina lluvia. Minutos después, mientras las chimeneas de los hornos crematorios expelían a la atmósfera una densa humareda, en medio del fango, florecieron cincuenta rosas. Las cenizas habían sido su instantáneo abono. 45

LA RAZÓN MENOS HONDA Mientras los hombres que hasta ayer eran sus vecinos se dedicaban a perseguir hasta la muerte a los miembros de la otra etnia, el niño judío, oculto en su escondite secreto, entornó los párpados tratando de encontrar en lo más hondo de su corazón una explicación a la locura que se había desatado en su entorno. Sólo la encontró minutos más tarde, cuando, delante del cubo de los orines, se contempló la entrepierna.

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SOL DE CUENTO Se empeñó en escribir un cuento en el que el protagonista debía caminar bajo la lluvia durante cien líneas, pero le fue imposible narrar el texto que había imaginado. El personaje, un sujeto arrogante, al carecer de paraguas, se negó a salir a la calle mientras el sol no luciese en un firmamento sin un atisbo de nube. Al autor, ante la intransigencia de su criatura, no le quedó más remedio que escribir un cuento cuya historia se desarrollaba en una localidad donde brillaba un sol espléndido. Y, en opinión de la crítica especializada, le salió un sol de cuento.

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LA DICHA SABIA La dicha se saborea en el momento presente, pero el presente se alimenta de recuerdos y proyectos, de pasado y futuro. Así que la dicha, que sabe mucho, hace de este momento el instante en que el presente, el pasado y el futuro se funde en uno. Así es como la dicha alcanza cada día la eternidad.

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COLORES PARA LOS OJOS Leía para llenar sus ojos de colores y matices con los que ver mejor el gran libro del mundo.

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EL PARAÍSO DE SAMUEL Samuel, el niño que acababa de morir de leucemia, fue recibido de inmediato en el paraíso, pero, en cuanto echó un vistazo al que muchos llaman Edén, giró sobre sus pasos y se dirigió a la puerta de salida. –No me gusta este paraíso. –¿Por qué? –Porque aquí no hay perros ni gatos. –¿Es por eso? No te vayas entonces, Samuel. Y Samuel cambió el paraíso.

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UN CONSEJO “En previsión de que el tiempo sea de verdad el eterno retorno, compatriotas alemanes, si en el futuro veis a un individuo con un pequeño bigote expeler desde una tribuna, a grito pelado, vaharadas de odio contra nosotros, matadle; y, si no tenéis valor para hacerlo, suicidaos”, escribió en una carta, hallada años después entre los escombros, un judío de Berlín antes de ser trasladado al campo de exterminio.

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ENTRE LAS LETRAS Delante de la pantalla del ordenador portátil, buceando en su memoria, se imaginó lo peor del prójimo y, al imaginarlo, se vio a sí mismo representando el papel actual que le había reservado al otro; y, entonces, descubrió una parte de él que había permanecido oculta dentro de sus adentros. Al buscar al otro entre las letras, se había encontrado a sí mismo. Apagó el ordenador, y se aprestó a iluminar lo que había permanecido en la sombra.

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LA MEMORIA Siempre había creído que algunas cosas sólo habitan en la memoria. Estaba equivocado.“Todo habita en la memoria, no sólo algunas cosas”, se dijo veinticinco años después, acodado a la ventana de la habitación del geriátrico, con la mirada perdida en el horizonte de sus recuerdos.

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LLAMAN A LA PUERTA Un minuto después de la medianoche, llamaron a la puerta de la mujer viuda. No había nadie en el rellano de la escalera, pero alguien entró en la vivienda. Alguien que, con paso decidido, recorrió el pasillo y se adentró en la última habitación de la casa: el dormitorio conyugal.

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LAS ROSAS DEL POETA Sintió que alcanzaba su cénit como poeta cuando, un día, en el poema que ensalzaba la figura del jardinero, los versos se convirtieron en rosas.

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LA NOCHE DEL AMOR La luz se fue de repente convirtiendo la noche en tinieblas; pero ni a él ni a ella les importó. En lo más oscuro de la noche, el amor es amor, y, a veces, incluso es Amor.

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EL ECO DE LA LITERATURA Le pareció oír unas pisadas en el pasillo de su casa mientras afuera se desencadenaba una tormenta con relámpagos, truenos y rayos. El hombre, con el libro entre las manos, se estremeció. Aguzó el oído, las pisadas no eran tales, sino el aullido del viento al chocar contra las persianas. De repente, se fue la luz. El hombre, medroso, se acurrucó en la butaca. Al cabo de un rato, aplacado el viento y con la tormenta en lontananza, vuelta la corriente eléctrica, el hombre, pasado lo peor, leyó: “Le pareció oír unas pisadas en el pasillo mientras afuera se desencadenaba una aparatosa tormenta…”

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IMPERFECCIÓN INSUPERABLE La mujer era tan impecable en su imperfección, que alguien la llamó la imperfección perfecta.

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EL SUSPIRO DE UN LECTOR Cuando terminó la lectura del libro, el lector suspiró aliviado. Si no hubiera leído ese libro, se habría privado de la grandeza de la Literatura.

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EL VERTEDERO DE PALABRAS Hurgando en el vertedero de palabras, el joven mendigo se hizo poeta. Andando el tiempo, a su primer libro, galardonado con el Premio de la Crítica, lo tituló “Las peladuras de la Poesía”.

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EL TRIUNFO DE LOS MISERABLES La joven estaba tan absorta en la lectura de Los miserables, que, cuando los tanques de los invasores pasaron por delante del banco donde estaba sentada, ni siquiera retiró los ojos del libro. Los miserables de carne y hueso, por muchos tanques que posean, jamás podrán derrotar a Los miserables de la Literatura.

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SUEÑO MARINERO Había cumplido su sueño en el momento en que cruzaba la frontera del otro mundo. Había fallecido en medio de una tempestad, tras ser golpeado accidentalmente por el mástil del pesquero en el que faenaba, y horas después fue arrojado al mar atado a una barra de metal, tal y como siempre había deseado. Justo en el instante en que el alma se separaba del cuerpo, el pescador hizo realidad el sueño de su vida: ver lo más profundo del océano.

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LAS HISTORIAS DEL PERRO Todas las noches, antes de dormir, el perro abría el archivo donde guardaba sus historias, cogía una y se metía en la cama abrazado a ella, su salvoconducto hacia el sueño. Nunca soñaba con perros.

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AMOR EN UNA NOCHE DE PERROS Hacía una noche de perros, con ráfagas de viento huracanado y lluvia constante. La mujer, delante de la ventana, pasada la medianoche, con gesto de preocupación, hacía votos para que su marido se encontrase bajo techo, aunque fuera con otra mujer, y no vagando por ahí, a la intemperie… ¡Lo amaba tanto!

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UNOS PADRES Sus padres tenían padres y los padres de sus padres, también. Una obviedad que, sin embargo, propició un alumbramiento en las entrañas del muchacho: ese día supo que todos los humanos procedían de todos, o sea que, en la noche de los tiempos, hubo un Padre y una Madre a los que desde ese día llamó Humanidad.

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AL OTRO LADO DEL BUNKER Un segundo después de pegarse un tiro entre los escombros de Berlín, se encontró caminando entre unas alambradas mientras cuatro ojos siniestros lo observaban de refilón. Los ojos de los dos judíos que lo conducían a la cámara de gas.

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LA FELICIDAD DE LAS LÁGRIMAS Posó el índice en la cara de la mujer y, con las lágrimas que ésta derramaba, trazó una sonrisa en su boca. –¿Qué dibujas? –preguntó ella, incapaz de contener la emoción. –La felicidad. –¿De quién? –La tuya, la mía… La nuestra.

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CORAZONADA POÉTICA Escribió en el cuaderno, con letras caligráficas, la palabra más hermosa que conocía: “amor”, y aunque la leyó y releyó un ciento de veces, no sintió entre sus letras el efecto de la poesía romántica de la que tanto le habían hablado. Guiado por una corazonada, le añadió varios vocablos, uno por delante y cuatro por detrás: Ay, amor, si tú me quisieras. “Ahora, sí”, suspiró ebrio de emoción. Había nacido un poeta.

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UN POCO MÁS DE VIDA No quería morirse del todo, no todavía; así que cogió la pluma y se puso a escribir “un poco más de vida”.

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FICCIÓN EN SOLEDAD Se encerró durante siete días en la soledad de una casa. Era escritor y el protagonista de su próximo cuento vivía solo.

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LA VENGANZA Juró vengarse del asesino de su hija. Empleó diez años en encontrar al culpable y un minuto en consumar la anhelada venganza. Antes de apretar el gatillo, el asesino, ahora víctima, pronunció unas palabras que el padre vengador jamás olvidaría: “He ganado. Te he convertido en lo que yo soy”.

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CALENDARIO AL REVÉS A los cincuenta años, lo recuerda muy bien, se sentía viejo; ahora, a los setenta, se siente joven. “¿Por qué?”, se pregunta. “Porque has crecido de manera irreversible”, le dijo la voz de todas las edades.

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EXCEPCIONAL Era tan excepcional que cada día se esforzaba en ser normal. Y lo conseguía.

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LA DERROTA DE LA CRISIS Había suspendido dos asignaturas en el último parcial del curso de bachiller, sus padres estaban en trámites de divorcio, la economía del primer mundo se encontraba al borde de la recesión y, para colmo, en la final de fútbol escolar, en el último minuto, había fallado el penalti decisivo. Todo estaba en crisis, él también. Y, en tiempos de crisis, como le recomendaba su inolvidable abuelo materno, hay que irse lejos sin moverse del sitio, por ejemplo: a la antigua Roma y, convertido en Espartaco, liderar la revuelta de los esclavos contra la República; o, transformado en un astronauta, plantarse en la Corte del Rey Arturo; o navegar veinte mil leguas por el fondo del mar a bordo del submarino que capitanea un tal Julio Verne; o, una vez atracado en el puerto del reino de las Hadas, asistir al fastuoso desfile que se celebra en la Avenida de las Fábulas, e incluso exclamar al paso de la carroza imperial: “¡El rey va desnudo!”; o regresar al futuro, ya presente, desde el remoto pasado, en una estrafalaria máquina del tiempo; y, luego, dormirse profundamente acunado por los ensueños utópicos, y, al despertar, comprobar que el dinosaurio, la crisis, ya no está ahí.

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LO QUE LES QUEDABA Desposeídos de su piso por morosos, el hombre y la mujer habían tenido que trasladar su residencia a un barrio de chabolas. Sólo les quedaba la pobreza material y el otro. ¡El otro! Todo.

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EL PARAÍSO DEL INFIERNO Le habían dicho que la vida era casi siempre un infierno, pero que, excepcionalmente, también podía convertirse en un paraíso; y que, en esos momentos extraordinarios, para que el infierno no consumiera al paraíso, había que estar muy atento a lo que sucediera delante de uno, ya que el paraíso solía danzar en los ojos de ciertas personas angelicales, las mismas que impedían que la vida y el infierno fuesen la misma cosa. A esas criaturas, cuando se las descubre, no hay que dejarlas escapar. Son las que mantienen el infierno al otro lado de la vida.

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BELLEZA PARA LA VIDA Quitó la capucha a la pluma, abrió el cuaderno y la vida se iluminó con la belleza. Palabra de poeta.

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KAFKA El crítico literario aplastó el bicho de un pisotón.

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MENTIRA PIADOSA “Te amo”, le dijo antes de morir.

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EL OCTAVO DÍA El hombre humilde, sabio clandestino, vivía un día más a la semana que sus coetáneos. A las cero horas del día séptimo, rememoraba lo mejor y lo peor que había vivido durante la semana, y, luego, con los recuerdos escogidos, formaba un nuevo día, el octavo. Así, al final de cada año, sumaba a su existencia cincuenta y dos octavos días, su eternidad particular.

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EL FINAL La Tierra abrió sus entrañas para acoger al Cielo que se desplomaba sobre ella. Luego, no quedó nada. Ni siquiera Dios.

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NIÑOS DIFUNTOS Los niños muertos en todas las guerras volvieron a la tierra convertidos en adultos. Y tenían sed de venganza.

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LA ANESTESIA REVELADORA Le dieron por muerto antes de tiempo en la mesa de operaciones, y el hombre, para su desgracia, antes de morir, pudo escuchar lo que ocurría en el quirófano y en sus aledaños. Su esposa y sus hijos jamás se enteraron de que falleció unos minutos después de lo que ellos creían. Al escuchar lo que escuchó, no quiso luchar por volver a la vida. Ni siquiera en el otro mundo, en el Paraíso, se recuperó de la decepción que había sufrido en la mesa de operaciones. ¿Qué le importaba a él el Edén si había vivido una vida de mentira? Y fue en ese momento cuando, de repente, alguien, apiadándose de él, le borró el disco duro de la memoria. A veces, sólo se puede disfrutar del Paraíso si uno se olvida de la vida terrenal.

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EL TIRO DE GRACIA La Tierra, entre dolores y quebrantos, daba sus últimos coletazos después de haber sido vapuleada sañudamente en los últimos decenios por los incendios forestales, la contaminación, el exterminio de las especies y, sobre todo, la negligencia de sus moradores, esos que se habían colocado a sí mismos en la cumbre de la evolución. Ya sólo un milagro podría salvarla. En las Alturas, esta vez sí, había cundido la alarma, y, a la desesperada, se reclamó la presencia del Ángel de las Causas Perdidas para que volara de inmediato a la Tierra a salvar lo que pudiera del desastre. El Ángel de las Causas Perdidas, a pesar de que emprendió el vuelo decidido a todo, no pudo ni siquiera intentar cumplir su misión. En cuanto aterrizó en el calvero de uno de los pocos bosques que habían sobrevivido a la codicia y a la ignorancia de los humanos, en la Patagonia, fue alcanzado mortalmente por las balas disparadas por un cazador furtivo.

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EL ESCRITOR QUE NO FIRMABA AUTÓGRAFOS El escritor, pese a encontrarse en una de las casetas de la Feria del Libro de la Villa, se negaba a firmar autógrafos a las decenas de admiradores que guardaban cola. Él dedicaba los libros de una manera menos convencional. –¿Por qué no quiere firmarme el libro? –le preguntó una lectora añeja. –Porque prefiero regalarle un beso. –¿Aunque sea a una vieja como yo? –A usted, con mayor motivo. Así, mi beso se mezclará con otros miles de besos. –¿Y qué tiene que ver un beso con la literatura? –Mucho. Cada vez que me lea, sentirá mi beso en su mejilla. Y, entonces, recordará este momento. –Tan literario. Adelante, escritor. Estampe su autógrafo en mi viejo rostro. Y el escritor acercó sus labios a la mejilla de la lectora añeja. Todo un honor.

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LA FRONTERA Partió hacia la lejanía. No alcanzó la meta; pero sí llegó hasta sus fuerzas se lo permitieron; luego, ebrio de orgullo, volvió sobre sus pasos. En el viaje, había conocido dónde estaba su frontera.

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POCO MUERTO Parecía muerto, pero no lo estaba del todo, sólo un poco. ¿Se puede estar poco muerto? Respiró hondo, abrió los ojos y se incorporó. Desde ese día hasta que llegó su final, cinco años más tarde, estuvo vivo del todo.

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EL OTRO VESTIDO No era el estilo de ropa que le gustaba, pero no le quedaba más remedio que ponérsela; en la calle, todos la miraban.

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EL ABISMO DE LA IGNORANCIA Cuanto más sabía, más consciente era del abismo de su ignorancia. Y como se esforzaba mucho en aprender, el abismo cada vez era más grande. Así, llegó un día en que llegó a ser, al mismo tiempo, el hombre más sabio del mundo y, también, el más ignorante. Sólo el que sabe muchísimo adivina las dimensiones universales de su ignorancia.

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EL ALIENTO DEL AMOR El desaliento que irradiaba él, quien se consideraba un don nadie, jamás desalentaba a su enamorada. Todo lo contrario. La mujer estaba convencida de que sólo ella, con su amor, podría convertir el desaliento del anciano en el aliento de sus vidas. Por eso, juntando todo el valor que tenía, reveló al hombre enamorado cuáles eran sus sentimientos. –Te amo. –¿A mí? ¿Bromeas? –Es lo más serio que he dicho jamás. –¿No sabes que yo soy un don…? No pudo terminar la frase. Los labios de seda de ella, pegados a los suyos, insuflaron amor en el desamor y aliento en el desaliento. 90

IRREPETIBLE Hizo con su teléfono móvil varias fotografías desde el puente románico que unía las dos orillas del río; quería perpetuar el instante de serena euforia que lo embargaba. Cuando horas más tarde contempló las imágenes, sólo pudo recordar que desde el puente que cruzaba el río le embargó una euforia serena, ya que le fue imposible repetir la misma sensación. Le faltaba el aire, la luz, el canto de los pájaros, el olor a tomillo y eucaliptus. Aprendió entonces que hay momentos que son irrepetibles, sobre todo los que fluyen desde la baranda del puente románico que cruza el río.

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EL MAR DE LOS LIBROS El viejo, a su pesar, vive en las montañas; las circunstancias lo condujeron hasta allí, lejos de sus raíces mediterráneas. Ya apenas puede andar; hace decenios que no ve el mar, y la añoranza, abrumadora, sólo se calma cuando el viejo lee los libros de Conrad y de Melville. Tiene varios ejemplares de “Moby Dick” y “Lord Jim”. Así, mientras lee una página de “Moby Dick”, con el mismo número de página de “Lord Jim” hace una bolita y se la introduce en el oído. No le basta con imaginarse el mar, necesita también oír el rumor de las olas.

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DÍSELO “Cuando veas a Laura, dile que nunca la he olvidado… No. Mejor dile que la recuerdo cada día, mañana, tarde y noche; pero no se te ocurra decirle que la quiero; dejé de amarla desde el mismo instante en que se fue con su primer novio sin ni siquiera despedirse… Ah, eso sí, dale las gracias en mi nombre. Cada vez que miro a Alicia, mi mujer, mañana, tarde, noche, y me acuerdo por contraste de Laura, me percato de que jamás hubiese encontrado la felicidad si Laura no se hubiera ido con otro sin decirme ni siquiera adiós. Díselo.”

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SIGILOSA, DE PUNTILLAS Entraba de puntillas, sin llamar, como un fantasma, y se iba sin avisar, sigilosamente, pese a que luego todos narraban, con abundancia de detalles, la forma en que había venido, lo que había hecho y cómo se había marchado. “¡Qué atrevida es la ignorancia!”, se dijo la Historia mientras entraba de puntillas, sin llamar, en otra casa.

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EL OTRO PRESENTE –Y si el futuro fuese igual que el presente, que este presente, ¿qué haríamos? –Lo mismo que ahora. –¿Te refieres a la resignación? –No. Me refiero a esforzarnos para que el presente, este presente, careciera de futuro.

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LA MUERTE DE UN REY Estaba herido mortalmente. Alguien le había disparado un tiro en el corazón. ¿Quién? Cualquiera lo sabe. ¿Por qué? Por el placer de matar. Ahora, como rey que era, le correspondía morir con honor. Aguantó la respiración durante unos segundos y, con las últimas fuerzas que le quedaban, el león, el rey de la selva, emitió su último rugido.

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TRISTEZA PROHIBIDA La mujer de su vida lo había abandonado hacía menos de veinticuatro horas, y el corazón del hombre estaba arrasado por el dolor de los dolores, o quizá ya se había roto. A despecho de su lastimoso estado de ánimo, delante del espejo, pugnaba por componer un gesto amable mientras se daba los últimos retoques al maquillaje que enmascaraba la infinita tristeza que traslucía su rostro. Alguien llamó a la puerta del camerino. –¿Sí? –contestó el hombre del corazón moribundo. Era el deber. –Al escenario, artista. El payaso cerró la puerta. Dentro, su corazón se quedó suspirando por el amor perdido. 97

LA MADRE SOL La mujer aparecía invariablemente en cuanto la luz del sol iluminaba el dormitorio. Pronto, el niño identificó al sol con su madre y a su madre con el sol. Los días de lluvia, el niño veía el sol en cuanto miraba a su madre, a todas horas; las contadas veces que la mujer se ausentaba en los días despejados, al chiquillo le bastaba con alzar la vista a las alturas para ver a su progenitora sonriéndole en medio del firmamento. Así, el hijo no se privó del sol ni un día de su infancia. Pasaron los años, el niño se hizo grande y la mujer, mayor, muy mayor. Demasiado mayor para la vida. Falleció una mañana de sol radiante. El hijo, a partir de ese día, únicamente vio el sol cuando las nubes no cubrían el cielo.

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VIEJO AMANECER Acababa de introducirse en la cama, cuando sintió un súbito dolor en el pecho; en unos segundos, hasta el simple hecho de respirar se convirtió en una proeza. Eran los mismos síntomas que la otra vez. “Debe llevar una vida monacal; su corazón no podrá resistir un segundo infarto”, le advirtió el cardiólogo entonces. Así que el hombre, músico profesional, dando tumbos, se dirigió al salón donde descansaba el violín, lo extrajo a trompicones del estuche y, raudo, empezó a entonar los acordes de Viejo amanecer, el tema preferido de entre los centenares que había compuesto en su añeja trayectoria artística. Murió como había soñado, en compañía de su propia música.

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LOS RECUERDOS DE UN DESAPARECIDO Desapareció sin dejar rastro. Lo desaparecieron. Pero ella jamás se cansó de buscar a su amado. Y, en la búsqueda, recordando públicamente al desaparecido, encontró las fuerzas para seguir viviendo recordando. Con sus recuerdos, otros hallaron su castigo.

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LA ETERNIDAD DE LA ESPERA Nunca había creído en Dios; pero el día en que contempló los frescos del techo de la Capilla Sixtina, el hombre creyó en la eternidad, en la suya. Desde entonces, cada vez que la desesperación ronda por su vida, el ateo mira para sus adentros y se recrea en las maravillas de las pinturas de la cúpula de su capilla interior; mientras tanto, la desesperación se desespera esperando que la eternidad termine algún día.

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DIEZ AÑOS Nació con el corazón cansado, como si hubiese necesitado novecientos años para llegar al mundo, y no los nueve meses del común de los mortales. Murió a los diez años. No fue una vida corta. Fue una muerte demasiado larga.

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EL SEGUNDO NACIMIENTO Murió al nacer, pero la criatura, que venía rebelde, no se conformó con su destino. Ni siquiera había tenido la oportunidad de ver el mundo y, además, le gustaba la madre que lo había parido con dolor, muchísimo dolor, así que, en cuanto volvió al origen, se alineó entre los embriones que hacían cola ante las puertas de la vida. Le costó un año que le llegara su turno, y otros nueve meses reunir las fuerzas suficientes para impulsarse fuera del acogedor útero materno. No se precipitó. Esta vez su madre no le fallaría. La muerte la había hecho fuerte.

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UN MAL SUEÑO Soñó con que era incapaz de matar. Los verdugos también sufren pesadillas.

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LA VIDA CANSA El hombre centenario soñó con que se moría. Fue el mejor sueño que tuvo en sus cien años de vida.

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ABRAZADO A ELLA Todas las noches se adentraba en el sueño abrazado a la mujer que, desde hacía más de cinco años, dormía en la cama de otro. ¿Acaso no se puede dormir abrazado a un recuerdo?

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LOS AVENTUREROS A lomos de Rocinante, Sancho Panza, con una bacía a modo de casco, el palo de una escoba convertido en lanza y la tapa de una cazuela a guisa de adarga, llamó a gritos a Dulcinea del Toboso. –¿Qué quieres, Sancho? –Monta en la grupa de Rocinante, Dulcinea. Don Quijote ha muerto. –¿A dónde vamos? –Qué pregunta, mujer, pues a luchar contra los molinos de viento.

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SUEÑO DE LIBERTAD Cuando la noche extendía su manto oscuro por entre los muros de la cárcel de Metrópoli, los presos políticos cruzaban la frontera del sueño; era el momento en que la libertad, despierta, aprovechaba para recorrer sigilosamente los pasillos y abrir las puertas de todas las celdas.

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NI UNA PALABRA Los vocablos que nadie utilizaba, en el paro, se manifestaron por las calles de Metrópoli, la capital del mundo, para reclamar trabajo. Fue la manifestación más multitudinaria de la historia. Y no se escuchó ni una palabra.

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LA IMAGINACIÓN DEL MAESTRO Era el último día de curso, y el maestro de Literatura del Instituto Central, consciente de que a muchos de sus alumnos no los volvería a ver, decidió dedicar los minutos finales de su clase a la materia que consideraba más importante. –Si cultiváis el hábito de la lectura, a vuestra imaginación le crecerán pronto las alas, y, entonces, sin moveros del sitio, podréis viajar a cualquier parte del mundo y conocer a innumerables personas. –Eso es imposible –replicó el estudiante que sólo leía por obligación. –¿Imposible? –preguntó retóricamente el maestro mientras, convertido en Peter Pan, volaba por el aula.

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UN PROBLEMA PSICOANALÍTICO –¿Por qué no le cuentas a tu psicoanalista lo que te sucede? –¿Qué psicoanalista? Yo no tengo psicoanalista. –¿No tienes psicoanalista? Me estás tomando el pelo. –Hablo muy en serio. No tengo psicoanalista. –Entonces, ese es el problema.

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EL HONOR RECUPERADO Obedecía todo lo que el gobierno del régimen le ordenaba, no por convicción, sino por miedo a morir, hasta que un día le ordenaron que testificara contra su mejor amigo. A eso se negó. Sabía a lo que se arriesgaba, pero hay momentos en la vida de una persona en que sólo una negación justifica el hecho de estar vivo. Si declaraba contra su mejor amigo, perdería el poco honor que todavía mantenía con vida a su dignidad. Fue el mismo honor que, antes de ser acribillado por las balas disparadas por el pelotón de fusilamiento, atrajo al honor perdido durante tantos años de servilismo cobarde. Y murió en paz, en compañía del honor y la dignidad.

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EL DILEMA DE UNA ENFERMERA El hombre, tras formar parte del pelotón que acababa de fusilar a un renegado, cuando limpiaba el arma, apretó el gatillo accidentalmente y se hirió en el muslo. –¡Ayúdame, mujer! –gritó, desesperado, mientras un chorro de sangre manaba de la herida. La mujer aludida, que era enfermera, vaciló unos instantes. ¿Cómo iba a socorrer a quien acababa de formar parte del grupo de hombres que había fusilado a su hermano? Y, sin embargo, unos segundos más tarde, se afanaba en cortar la hemorragia del herido. El inmenso dolor por su hermano muerto no había fusilado su corazón. –¿Por qué me has curado, mujer? –le preguntó el herido. –Porque la piedad ha prevalecido sobre el odio. –¿Puedes enseñarme a mí a sentir esa piedad? –Ya te la he enseñado. Ahora, eres tú quien debe aprenderla.

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EL ODIO Lo miró con unos ojos fríos e impasibles, sin que un atisbo de compasión humanizara su mecánica mirada, como si tuviese frente a él una estatua o un mueble viejo, y no a un congénere. El odio tiranizaba su voluntad. “Dispara”, le ordenó una voz, dentro de él. Y disparó. Nadie desobedece a un patrón tan implacable. La víctima, un anciano desarmado, murió en el acto. Al día siguiente, mientras el cadáver del anciano era acompañado al cementerio por centenares de personas, el asesino, cuando se disponía a cumplir otra orden tajante de su tirano, murió al estallarle la bomba que manipulaba. Nadie reclamó los restos de su cuerpo. Desprendían demasiado odio.

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LOS OJOS DEL OTRO Buscaba infructuosamente la felicidad desde que era muy joven, y fue encontrado por ella, muchos años después, en la frontera de la vejez, cuando miró a los ojos del prójimo que le contemplaba con infinita ternura.

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PANORAMA El futuro, al ver lo que vio desde la atalaya del tiempo, se evaporó en el presente. No tenía porvenir.

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PERDÓN EN LA CÁMARA DE GAS La madre, en la cámara de gas, con su hijo pequeño en brazos, se dirigió a Dios, no para recriminarle, sino para perdonarle. Fue el día en que Dios lloró de vergüenza.

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EL CAPITAL DEL CERDITO DE BARRO El niño envolvía cada moneda en el trozo de papel en el que había escrito un resumen de lo más importante que había vivido ese día, y, entonces, sólo entonces, la introducía por la ranura del cerdito de barro. Decenios después, cuando el niño de pueblo se hizo un adulto de la gran ciudad, de vacaciones en su localidad natal, descubrió por casualidad la alcancía en el desván de la casa familiar; atraído por la curiosidad, la rompió y, junto a un chaparrón de monedas, cayó sobre la mesa una lluvia de papeles. Ese día, el adulto no salió de casa. El cerdito de barro le había devuelto el capital de su vida.

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REFLEJOS No abría la boca. Se limitaba a guardar silencio mientras miraba. ¡Qué mirada! Miraba de tal forma que todos veían en él el reflejo de ellos mismos. Le llamaban el hombre espejo.

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LA PREGUNTA DEL CAMINO Emprendió el camino que supuestamente le llevaría a la respuesta, pero se quedó a mitad de trayecto. La mejor respuesta siempre es una pregunta.

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DOCE NIÑOS SIN PIEDAD Los doce niños, embargados por la ira de las iras, sólo necesitaron dos minutos de deliberación para consensuar un veredicto. La condena no se hizo esperar. Al rato, con los brazos haciendo las veces de fusiles, los doce niños judíos, en la víspera de la destrucción del gueto de Varsovia, apuntaron al paredón del Cielo y ejecutaron a Dios.

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LA NOCHE OSCURA Cuando el anochecer extendía su manto oscuro sobre la ciudad, los hombres revelaban su verdadera faz. Era entonces cuando los visitantes huían despavoridos de la ciudad de las sombras.

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VAGAR ETERNO Desde que su bendito cuerpo la abandonó, en el Monte de los Olivos, vaga por el mundo sin encontrar lo que busca. Es un alma en pena.

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Robles Miras, Salvador (Aguilas, Murcia, España). Escritor, periodista y pedagogo. Reside en Bilbao desde los diez años. Colaborador semanal, desde hace cinco años, de “Hágase la luz” (EITB). También colabora en Tele 7 (Vizcaya). Ha publicado hasta la fecha 22 libros (seis novelas, seis obras de narrativa y diez de ensayo): Tú puedes (Ed. MAD, Sevilla, 1994), Ser más (MAD, Sevilla, 1995), Los abuelos también van a a escuela (Ed. Huerga y Fierro, Madrid, 1996), Tú puedes más (MAD, Sevilla, 1996), Sólo tú eres tú (MAD, Sevilla, 1997), Noche clara” (Ed. Los Libros del Comienzo, Madrid, 1997), La luz del silencio (Los Libros del Comienzo, Madrid, 1998), El éxito del fracaso (MAD, Sevilla, 1998), ee, hijo (MAD, Sevilla, 1999), Inteligencia vital (MAD, Sevilla, 2000), Éticos de atar (MAD, Sevilla, 2000), La vida en la distancia (MAD, Sevilla, 2001), La escuela sin edad (MAD, Sevilla, 2002), El afán de superación (MAD, Sevilla, 2004), Sueño maestro (MAD, Sevilla, 2005), “Los ojos de la vida (MAD, Sevilla, 2006), Mirar es encontrar (MAD, Sevilla, 2007). Pequeñas palabras (Paréntesis, Sevilla, 2010). Contra el cielo (Paréntesis, Sevilla, 2011). El último día, el primero (Paréntesis, Sevilla, 2012). La fiesta de las palabras (Atticus. Valladolid, 2014). La exclusiva del asesino (MAR Ed., Madrid, 2015). Cuentos y microrrelatos suyos han sido incluidos en centenares de antologías y volúmenes recopilatorios. La abundante producción de narrativa, la cual necesitaría docenas de volúmenes para ser albergada, le animó, a partir de 2008, a participar en concursos nacionales e internacionales, en los cuales ha obtenido innumerables galardones. Ha ganado, entre otros, el primer premio en los siguientes certámenes: Concurso de Microrrelatos de Rio Gallegos, Argentina 2010, Concurso de Cuentos La Matera de Neuquén (La Patagonia) 2011, Concurso de Literatura Juvenil de El Mangrullo 2011 (Argentina), Concurso de Relatos de Ciencia Ficción Distópica de Sexto Continente de RNE 2012, Certamen Internacional del Cuento de Nunca Acabar “Garzón Céspedes” CIINOE / Ediciones COMOARTES 2012, Certamen de Relato “Rosalía de Castro” 2012, Certamen de Relato del Parnaso (Perú) 2012, VI Concurso de Relato de El Rosario (Tenerife), Concurso de Relato “Francesc Candel” de Barcelona 2013, Certamen Internacional de Relatos “Valentín Palacio” (Asturias) 2013, Concurso de la Pluma del Guirre 2013, Concurso de Microrrelatos de Colmenar Viejo 2013, Primer Primer Premio del Certamen Internacional de Relatos de Oyón 2013, XVI Certamen “José Rodríguez Dumont” 2014, III Certamen Nacional de Microrrelatos de Baños de la Encina 2014, Concurso de Relato “Los Rucheles” (Ávila) 2014. Asimismo ha obtenido el Premio Extraordinario del Concurso Internacional “La Belleza en 1000 palabras” de CIINOE / Ediciones COMOARTES 2015.

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ÍNDICE LOS LIBROS DE LAS GAVIOTAS EL ESPECTÁCULO MÁS HERMOSO Y OTROS 115 MICROCUENTOS Las piedras del mago, 7 Doble derrota, 8 Un libro para el mendigo, 9 Un hombre y un pájaro, 10 La esperanza desesperada, 11 Veinte años de espera, 12 La casa abierta, 13 El huésped inesperado, 14 Una semana normal, 15 El imbécil más inteligente, 16 Un microcuento fallido, 17 Una buena razón, 18 Dios da la nota, 19 El reino de la lectura, 20 Provisiones para el camino, 21 Después de la derrota, 22 El mejor pianista, 23 Imperfección insuperable, 24 El amor de los defectos, 25 La otra voz, 26 El placer sensato, 27 Hasta el punto final, 28 Palabras inmortales, 29 El secreto de los ojazos, 30 La luz del desván, 31 Luz en las sombras, 32 Al otro lado de la noche, 33 Pájaros de mal agüero, 34 Egoísmo para la generosidad, 35 Anciana enamorada, 36 El impulso de una vocación, 37 El espectáculo más hermoso, 38 Otra mirada, 39 El olor de la ternura, 40 Su mejor sombra, 41 El silencio, 42 El equipaje del hombre, 43 Los mecenas, 44 Las cenizas del coro, 45 La razón menos honda, 46 Sol de cuento, 47 La dicha sabia, 48 Colores para los ojos, 49 El paraíso de Samuel, 50 Un consejo, 51 Entre las letras, 52 La memoria, 53 Llaman a la puerta, 54 Las rosas del poeta, 55 La noche del amor, 56 El eco de la literatura, 57

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Imperfección insuperable, 58 El suspiro de un lector, 59 El vertedero de palabras, 60 El triunfo de los miserables, 61 Sueño marinero, 62 Las historias del perro, 63 Amor en una noche de perros, 64 Unos padres, 65 Al otro lado del bunker, 66 La felicidad de las lágrimas, 67 Corazonada poética, 68 Un poco más de vida, 69 Ficción en soledad, 70 La venganza, 71 Calendario al revés, 72 Excepcional, 73 La derrota de la crisis, 74 Lo que les quedaba, 75 El paraíso del infierno, 76 Belleza para la vida, 77 Kafka, 78 Mentira piadosa, 79 El octavo día, 80 El final, 81 Niños difuntos, 82 La anestesia reveladora, 83 El tiro de gracia, 84 El escritor que no firmaba autógrafos, 85 La frontera, 86 Poco muerto, 87 El otro vestido, 88 El abismo de la ignorancia, 89 El aliento del amor, 90 Irrepetible, 91 El mar de los libros, 92 Díselo, 93 Sigilosa, de puntillas, 94 El otro presente, 95 La muerte de un rey, 96 Tristeza prohibida, 97 La madre sol, 98 Viejo amanecer, 99 Los recuerdos de un desaparecido, 100 La eternidad de la espera, 101 Diez años, 102 El segundo nacimiento, 103 Un mal sueño, 104 La vida cansa, 105 Abrazado a ella, 106 Los aventureros, 107 Sueño de libertad, 108 Ni una palabra, 109 La imaginación del maestro, 110 Un problema psicoanalítico, 111 El honor recuperado, 112 El dilema de una enfermera, 113 El odio, 114 Los ojos del otro, 115 Panorama, 116

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Perdón en la cámara de gas, 117 El capital del cerdito de barro, 118 Reflejos, 119 La pregunta del camino, 120 Doce niños sin piedad, 121 La noche oscura, 122 Vagar eterno, 123 DATOS DE SALVADOR ROBLES MIRAS

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TÍTULOS EDITADOS EN LA COLECCIÓN LOS LIBROS DE LAS GAVIOTAS

1. Garzón Céspedes, Francisco / De la soledad al amor vuelan gaviotas Poemas / Poemas visuales 2. Martínez Gil, José Víctor / La línea entre el agua y el aire Cuentos hiperbreves y breves 3. Garzón Céspedes, Francisco / Normales los sobrevivientes / Cuentos para dos mordiscos / Cuentos breves e hiperbreves 4. Martínez Gil, José Víctor / La solidez de lo invisible Cuentos hiperbreves y breves 5. Vieira, Maruja / Todo el amor buscando mi corazón / Poemas 6. Martí, José / La edad de oro / Libro/revista para niñas y niños 7. Quiroga, Horacio / Cuentos de la Selva / Cuentos 8. Leis R., Raúl / Cinco cuentos de la calle / Cuentos 9. Garzón Céspedes, Francisco / Historias de nunca acabar hiperbreves contemporáneas / Cuentos de nunca acabar 10. Marín, Thelvia / En la luna del espejo / Poemas 11. Garzón Céspedes, Francisco / Monólogos de amor por donde cruzan gaviotas / Teatro poético 12. Aristóteles / Poética / Teoría 13. Martínez Gil, José Víctor / Mírame con los ojos cerrados Cuentos hiperbreves y breves 14. Garzón Céspedes, Francisco / Los 100 cuentos del loco / Hiperbrevedades, fugacidades 15. Varios, anónimos / Tradiciones de la palabra: Mitos, cuentos y poemas del mundo / Selección F. G. C. 16. Dorr, Nicolás / Desde el sótano / Monólogo teatral 17. Garzón Céspedes, Francisco / Si es amor que sea de cine / Testimonio / Crónica cinematográfica 18. Escobar, Froilán / Tocar en el hombro de lo real con la palabra / Narrativa 19. Guadalupe Ingelmo, Salomé / La imperfección del círculo / Cuentos 20. Vieira, Maruja / La sencilla verdad de que te amo / Poemas 21. Bueno, Antonia / Bel La Bella / Monólogo 22. Sequera, Armando José / La comedia urbana / Novela 23. Pfeiffer, Mar / La luna y el pozo / Monólogo 24. Martínez Cortijo, Fátima / Cuentos que envuelven días / Narrativa 25. Guadalupe Ingelmo, Salomé / Alicia se mira en el espejo / Monólogo 26. Marín, Thelvia / Con las alas abiertas y en picada / Poemas 27. Fuentelsaz, Jorge / La leve vanidad de lo cotidiano / Cuentos 28. Garzón Céspedes, Francisco / Redoblante y Cundeamor / Teatro para la niñez / Integración de las Artes / Dramaturgia para el juglar / Juglaría 29. Andruetto, María Teresa / Alguien que transporta las palabras / Testimonios

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30. Garzón Céspedes, Francisco / Redoblante, Tío Conejo y el Gran León / Teatro para la niñez / Integración de las Artes / Dramaturgia para el juglar / Juglaría 31. Escobar, Froilán / Dimensiones Narrativa / Poesía / Periodismo 32. Ferrer, Renée / Alas de un mismo vuelo / Poemas 33. Robles Miras, Salvador / El espectáculo más hermoso y otros 115 microcuentos / Cuentos hiperbreves

Números extraordinarios I.

Concurso Internacional de Microficción “Garzón Céspedes” 2007 Polen para fecundar manantiales / Cuentos, poemas, monólogos hiperbreves

II. Concurso Internacional de Microtextos “Garzón Céspedes” 2008 La tinta veloz del ciempiés. Cuentos de nunca acabar, dichos y pensamientos. III. Dossier: La fórmula infinita del cuento de nunca acabar Garzón Céspedes, Francisco / Textos teóricos, técnicos, literarios y visuales del autor, recopilación de nunca acabar de las tradiciones más ficción actual: · Manifiesto y Decálogo del cuento de nunca acabar (F. G. C.) · Antología esencial del cuento de nunca acabar de las tradiciones (F. G. C.) · Cuentos y cuentos visuales de nunca acabar / Cuentos hasta el infinito (F. G. C.) · Fuerzas / Hiperbrevedades de nunca acabar (J. V. M. G.) · Premios y Menciones: Concurso Internacional de Microtextos / Del Cuento de nunca acabar “Garzón Céspedes” 2008 / 69 autores de diez países IV. Colección Gaviotas de Azogue / Primera Temporada Números 1 – 25 / Julio – Diciembre 2007 / Edición 2009 Textos de ficción de Francisco Garzón Céspedes, de escritores de otras épocas y de contemporáneos, junto a algunos textos testimoniales, tradiciones... El humor o el drama de los textos… V. Colección Gaviotas de Azogue / Segunda Temporada Números 26 – 50 / Enero – Junio 2008 / Edición 2009 Textos de ficción de Francisco Garzón Céspedes, de escritores de otras épocas y contemporáneos, tradiciones… VI. Garzón Céspedes, Francisco / Entrevistado La oralidad es la suma de la vida / Testimonio / Periodismo / Documentos VII. Concurso Internacional de Microficción para Niñas y Niños “Garzón Céspedes” 2009 / Brevísimos pasos de gigantes Cuentos, poemas, monólogos teatrales hiperbreves para niñas y niños VIII. Garzón Céspedes, Francisco / Oralidad es comunicación Teoría y técnica de la oralidad escénica IX. Ardila, Jhon / Oralidad, oralidad narradora artística y transformación social / Investigación sobre oralidad X.

Martínez Gil, José Víctor / Antología de cuentos iberoamericanos en vuelo / 30 autores de 13 países

XI. Cuatro cuentistas latinoamericanos del Siglo XIX / Selección realizada por F. G. C. / Cuentos.

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OTRA DIMENSIÓN DE LA COLECCIÓN GAVIOTAS DE AZOGUE EL ESPECTÁCULO MÁS HERMOSO Y OTROS 115 MICROCUENTOS Salvador Robles Miras

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