LOS ECOSISTEMAS, SU DEMANDA Y OFERTA DE AGUA

LOS ECOSISTEMAS, SU DEMANDA Y OFERTA DE AGUA Lic. Carmen Miranda Instituto para la Conservación de la Biodiversidad / Academia Nacional de Ciencias de...
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LOS ECOSISTEMAS, SU DEMANDA Y OFERTA DE AGUA Lic. Carmen Miranda Instituto para la Conservación de la Biodiversidad / Academia Nacional de Ciencias de Bolivia

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Introducción y Contexto: Los ecosistemas constituyen sistemas combinados de materia orgánica e inorgánica y fuerzas naturales que interactúan y se transforman. La energía que mantiene el sistema en funcionamiento proviene del sol, la energía solar es absorbida y convertida en alimento por plantas y otros organismos que realizan la fotosíntesis y que se encuentran en la base misma de la cadena alimentaria. El agua es el elemento crucial que fluye a través del sistema. El volumen de agua disponible, junto a los niveles de temperatura y la luz solar que un determinado sitio recibe, determinan fundamentalmente la biodiversidad presente, lo que se expresa en el tipo de plantas, insectos y animales que habitan en ese lugar y la manera en que se organiza el ecosistema. La humanidad, así como todos los seres de la naturaleza dependen de los ecosistemas para sobrevivir. Los ecosistemas naturales y manejados son los que satisfacen las necesidades humanas fundamentales, proporcionando alimento, combustible, fibras, etc, y proveen servicios ambientales como la regulación del clima, la purificación del agua y del aire, y tienen una fuerte influencia sobre la salud humana el crecimiento económico y la calidad d e vida. Si bien, la mayor parte de los desafíos ambientales que enfrentamos hoy, tales como la pérdida de la biodiversidad, la salinización, desertificación, y la erosión de los suelos, así como la deforestación, constituían problemas ya en tiempos remoto s; la gran diferencia es hoy la escala, velocidad y naturaleza de los impactos a mediano y largo plazo que las sociedades humanas están causando sobre los ecosistemas. Los seres humanos demandamos cada vez más de los ecosistemas, en los próximos veinticinco años la producción de alimentos deberá aumentar para satisfacer las necesidades de unas tres mil millones de personas adicionales. En la actualidad un tercio de la población mundial ya sufre de escasez de agua, y la disponibilidad por persona de este recurso, que es la mitad de lo que existía en 1960, en 25 años mas se verá disminuida al 50%. Por otra parte, las tendencias muestran que la demanda de los recursos renovables, como es la madera, se verá duplicada en los próximos cincuenta años, Estamos haciendo cambios sin precedentes en la estructura y funcionamiento de los ecosistemas, transformando a gran velocidad los ecosistemas naturales, al incrementar por ejemplo la cantidad de superficie de tierra dedicada a la agricultura, duplicando el tiempo de residencia del agua a través de la regulación de cuencas, o alterando ciclos naturales como de los nutrientes incrementado la cantidad de nitrógeno fijado. Los seres humanos obtenemos un conjunto de beneficios directos o indirectos provenientes de los ecosistemas. Los beneficios directos se extraen principalmente de las plantas y animales en forma de alimentos y materias primas. Los beneficios indirectos surgen de las interacciones y retroalimentaciones entre los organismos que viven en un ecosistema. Estos beneficios en general toman la forma de servicios que brindan los ecosistemas, tales como el control de erosión, la purificación y almacenamiento de agua por parte de plantas y microorganismos del suelo en una cuenca, o polinización y dispersión de semillas vía insectos, aves y mamíferos. También existen otros beneficios indirectos que proporcionan los ecosistemas, que aunque sean menos tangibles, poseen un alto valor, como ser el disfrute de un paisaje, etc. La mayor parte de los bienes y servicios que proporcionan los ecosistemas se aprovechan en el lugar, por ello, es evidente que son los habitantes locales los que mas sufren cuando se pierden estos beneficios de los cuales depende su bienestar. El rápido deterioro de los recursos hídricos del planeta tiene su origen especialmente en la contaminación, el deficiente manejo del agua y la destrucción de los ecosistemas (especialmente los humedales). Estos factores constituyen los mas importantes que han ocasionado la pérdida de funciones y los procesos ecológicos de los ecosistemas. Los ecosistemas constituyen los componentes fundamentales de las cuencas hidrográficas y para mantener en perspectiva la sostenibilidad de éstas, es imprescindible que las funciones, los servicios y los benefi cios de los ecosistemas sean reconocidos y se aplique el nuevo concepto de gestión integrada de los recursos

hídricos. En general se definen tres sectores de usuarios de los recursos de agua dulce, el agrícola, el industrial y el doméstico; ignorándose en general las necesidades que los ecosistemas proveedores de agua tienen del recursos para su mantenimiento saludable. En el concepto de gestión integrada de los recursos hídricos, los ecosistemas se constituyen en proveedores y también en usuarios. Los criterios y la practica de la ordenación de las aguas han evolucionado gradualmente, la sexta reunión de la Conferencia de las Partes Contratantes en la Convención sobre los Humedales (Ramsar, Irán, 1971), celebrada en 1996, se reconoció que hay que evaluar las necesidades de agua de los ecosistemas de humedales en primer lugar para asignar la cantidad de agua mínima necesaria para mantener las funciones ecológicas que desempeñan, una vez hecho esto, el agua restante se puede repartir entre los demás usuarios sin poner en peligro los recursos naturales básicos indispensables para el desarrollo sostenible. En un contexto donde la s amenazas a las funciones de los ecosistemas que producen los recursos de agua dulce son cada vez mas severas, es imprescindible reconocer que el bienestar social, la estabilidad económica y el medio ambiente natural no son independientes, bajo esta premisa se requiere de una acción mancomunada para la conservación basada en los ecosistemas de las cuencas fluviales y de drenaje, con un esfuerzo consciente de reexaminar en profundidad nuestras actitudes y comportamientos hacia los recursos hídricos, sus usos y su manejo. Bloque Principal : En este bloque se presentan tres estudios de caso que nos permitirán ejemplificar de una manera mas gráfica los severos conflictos y las amenazas sobre los ecosistemas en su condición de oferentes y demandantes de agua, amenazas originadas a partir de la toma de decisiones desde una perspectiva sectorializada. Estudio de caso N° 1: El proyecto de exportación de Aguas Subterráneas del Sud-Occidente Potosino: El 15 de Junio de 2000, la Cámara de Diputados de Bolivia aprueba el Proyecto de Ley de Concesiones de Fuentes de Agua con Fines de Exportación en Potosí. El origen de esta ley es el Proyecto de Comercialización y Exportación de Agua Cruda a la República de Chile, elaborado por la Corporación Boliviana de Recursos Hídricos, COBOREH S.A. Los proyectos de exportación y de ley de exportación propiciaron el inicio de una fuerte polémica, que aun no termina, en la que están involucrados el sector campesino, el gobierno, la empresa privada y diversas organizaciones independientes de la sociedad civil tanto en Bolivia como en Chile. La propuesta de la empresa COBOREH S.A. consiste en la exportación de un volumen de agua de 800 l/seg en una primera etapa, 2.000 l/seg en una segunda etapa hasta llegar a 3.000 l/seg en la tercera etapa. Este volumen de agua generaría ingresos para el departamento que iban aproximadamente 1.261.000 dólares en el primer año, hasta 7.639.000 dólares a partir de la tercera etapa. Las inversiones de la empresa ascendían a 80 millones de dólares en caminos, electrificación, estudios exploratorios, tuberías, estanques de acumulación y otros. Por otra parte, los ingresos b rutos de la empresa ascenderían a los 76 millones dólares desde el tercer año. Los demandantes del líquido elemento son empresas transnacionales mineras que se sitúan en el norte de Chile, en el desierto más seco del mundo, cuya inversión los últimos 5 años a alcanzado los 6000 millones de dólares, y sus operaciones se efectúan al 65% del potencial por falta de agua y energía. Posiciones divergentes frente a este proyecto, dieron lugar a demandas encontradas por una parte de la Brigada Parlamentaria Potosina y el Comité Cívico de Potosí que impulsaban la aprobación de la Ley de Exportación de Aguas, frente a la movilización de las organizaciones campesinas e indígenas y otras entidades de la sociedad civil que identifican como una gran amenaza la posibilidad de la exportación de

recursos hídricos subterráneos del sudoccidente potosino. Finalmente, en Noviembre de 2001, producto de la concertación se aprueba la Ley 2267 denominada “Estudios de Prospección y Aprovechamiento de los Recursos Hídricos del Sudoe ste de Potosí”, que establece que se deben realizar estudios que evalúen y cuantifiquen los recursos hídricos de esta región potosina. Los resultados alcanzados deberán ser llevados a un diálogo regional donde se analizaría la posibilidad de exportación en el caso de que existiesen excedentes hídricos. Luego de la aprobación de esta Ley, la discusión se agudiza en el proceso de elaboración de la propuesta de reglamentación de la Ley, a cargo del Ministerio de Desarrollo Sostenible y Planificación, y los términos de referencia para la realización de los estudios hidrogeológicos a cargo de SERGEOMIN (Servicio Geológico y Minero). Estas propuestas definían que el principal uso de las aguas es la exportación, no consideran mecanismos de consulta y planteaban que los estudios hidrogeológicos sean hechos por las propias empresas interesadas en la exportación. En abril de 2002, a nivel regional se crea el Bloque de Defensa del Agua, integrado por delegados de FRUTCAS (Federación Regional Unica de Trabajadores Campesinos swl Altiplano Sur), CONCIPO, el bloque Cívico del Sudoeste Potosino y la Central Obrera Regional de Uyuni, que básicamente rechaza la exportación de aguas subterráneas y superficiales del sudoeste de Potosí, y demanda la anulación de la Ley 2267 y la sustitución con una nueva Ley de estudio y prospección de Desarrollo Integral en base al uso sostenible de los recursos naturales renovables. Esta discusión continúa aun hoy en mesa. Por otra parte, en el ámbito internacional, el tema de la exportación de agua boliviana fue agendado en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio entre Bolivia y Chile, negociaciones que finalmente fueron paralizadas luego de los acontecimientos de Octubre pasado. El sudoeste potosino ubicado en promedio a una altitud de aproximadamente 4.000 msnm, comprende 5 provincias (Daniel Campos, Antonio Quijarro, Enrique Valdivieso, Nor Lipez y Sur Lipez, constituyendo casi un 56% de la superficie de todo el departamento. Esta región se caracteriza por ser una de las zonas mas secas de Bolivia, con una precipitación pluvial muy escasa (64,6 mm/año), donde sin embargo habitan más de 300 comunidades, con alrededor de 55.000 personas y se encuentra el área de mayor afluencia turística de Bolivia. La zona forma parte de la cuenca endorreica del altiplano boliviano, una depresión interandina sin desagüe, que constituye un vestigio de dos grandes sistemas lacustres que en el Pleistoceno cubrían una superficie de cinco a diez veces mas extensa, y que a través de procesos de e vaporación habrían formado los sistemas de salares y lagunas característicos de esta región altoandina. Los ambientes hídricos presentes constituyen:

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las lagunas, que son depósitos de agua en cuenca endorreica, que son alimentadas por ríos y por vertientes de aguas subterráneas los bofedales, que son peniplanicies en zonas anegadas por lagunas y ríos y que en general son el asiento de los numerosas poblaciones de camélidos domesticados y silvestres, las áreas salinas, que se extienden hacia los bordes de los salares los cursos de aguas superficiales, donde la mayor parte de los ríos presentes son de carácter temporal y escaso caudal, a excepción de la cuenca del río Grande de Lipez.

La característica fundamental de todos estos ambientes hídricos consti tuye su gran dependencia con la provisión de aguas subterráneas. Estudios realizados por SERGIOMIN en el Salar de Chalviri, Laguna Verde y Zapaleri, la evaporación es quince veces mas alta que la precipitación (914 mm vs. 59.1 mm. De esta manera la acentuada diferencia entre la evaporación y la precipitación deviene en un permanente déficit hídrico. Los diferentes ecosistemas presentan también diferentes formaciones de vegetación, entre las que se encuentran pastizales, matorrales, comunidades de suelos arenosos, comunidades de rocas y pedregales, bofedales, cardonales y otras, albergando a su vez, comunidades faunísticas entre las que se hallan especies en diferentes grados de amenaza. Los humedales albergan una rica y abundante avifauna acuática, con especies andinas, particulares, cuya

presencia en algunos casos ha justificado la declaratoria de áreas naturales protegidas. Las actividades productivas de las comunidades presentes en la zona, se basan principalmente en la ganadería de camélidos (apr ox. 30.000 estimados en las 10.000 has. de bofedales), también es frecuente la actividad minera y la confección de artesanías principalmente textiles. La agricultura es reducida por las condiciones climáticas extremas, sin embargo el cultivo de la quinua es importante, ya que de este dependen aproximadamente 5.000 familias. En estos últimos años la actividad turística se ha incrementado significativamente, en especial en la zona de la Reserva de Fauna Andina Eduardo Abaroa. Esta actividad se incrementa año a año, y está generando importantes ingresos económicos. A manera de conclusión.... Dado que:

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Los estudios realizados por Chaffaut (1998) y por SERGIOMIN (2001) coinciden en que la recarga de los acuíferos en la región es débil o casi inexistente Según Chaffaut, la recarga de los acuíferos pudo haberse producido en un periodo comprendido entre algunos cientos y varios miles de años, en condiciones climáticas muy diferentes a las actuales. Los recursos hídricos constituyen recursos no renovables Existe una estrecha relación de las aguas subterráneas y que las aguas superficiales y la importancia de esta relación en la manutención de la vida en la superficie de la tierra es evidente La estabilidad ecológica de los sistemas hídricos depende de los a cuíferos subterráneos.

En este contexto, el proyecto de exportación de aguas subterráneas pone en riesgo:

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La frágil estabilidad ecológica de una de las regiones mas áridas de Bolivia La actividad productiva de las 300 comunidades que se basa en la utilización de los recursos naturales La actividad turística en el área de mayor afluencia en Bolivia La estabilidad ecológica de los frágiles ecosistemas de la Reserva Nacional de Fauna Andina Eduardo Avaroa, cuyo propósito es garantizar la conservación de la biodiversidad.

Es entonces urgente reconocer que el bienestar social, la estabilidad económica y el medio ambiente natural no son independientes. Estudio de caso N° 2: Problemática de contaminación del río Pilcomayo: La cuenca del río Pilcomayo con una superficie total de 270.000 km2, pertenece a la cuenca del Plata y es compartida por Argentina, Bolivia y Paraguay. La cuenca presenta dos áreas bien definidas:

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La Cuenca Alta: ubicada en la Cordillera de los Andes, con una superficie de 84.000 km2, correspondiendo 79.300 a Bolivia y 4.700 la Argentina, con alturas próximas a 6.000 msnm en el extremo oeste y 300 msnm en la sección final en Ibibobo. La Cuenca Baja y su área de influencia: ubicada en la planicie del Chaco boliviano, paraguayo y argentino, que abarca una superficie de 186.000 km2.

En la cuenca predominan los climas árido y semiáridos, factor que determina la poca o muy reducida cobertura vegetal, que sumada a las condiciones geológicas, determinará una alta producción de sedimentos. El régimen hidrológico de la Cuenca es pluvial, presentando una variabilidad estacional bien definida, con un periodo de grandes caudales en la época lluviosa y otro de caudales mínimos en época seca. En Villa Montes por ejemplo se tiene un caudal promedio de 200 m3/seg, se han registrado valores máximos de 7.000 m3/seg y un mínimo de 11 m3/seg. La cuenca del Pilcomayo abarca la zona central y oriental del departamento de Potosí. Esta cuenca es sin duda la zona mas afectada por la contaminación minera. Los niveles de contaminación son elevados, particularmente en el área de influencia de la ciudad de Potosí, donde se tienen depósitos mineros importantes de plata, estaño, zinc y Wólfram. Los pocos datos de calidad de agua existentes, la presencia importante de minas y los antecedentes de la región permiten que la misma sea calificada en gran parte como severamente contaminadas. Los ríos del departamento de Potosí diariamente reciben tres tipos de efluentes que los contaminan:

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Drenaje ácido de minas Desagües municipales y Colas de ingenios mineros (con altos contenidos de sólidos en suspensión, con metales pesados remanentes y aguas alcalinas conteniendo reactivod de flotación)

Se estima una descarga de colas por parte de los Ingenios mineros de alrededor de 900 ton/día. Las subcuencas Caiza D y del río Tumusla fueron afectadas directamente, en agosto de 1996, por la ruptura del dique de colas de Porco, lo cual ha dejado una secuela de contaminación muy severa en estas subcuencas, y su impacto aguas abajo en el río Pilcomayo. Ya en la parte sur, las poblaciones de Cotagaita, Tupiza, Atocha y la subcuenca de San Juan del Oro, presentan gran cantidad de minas y yacimientos de antimonio, plomo, zinc, plata y oro, en muchos casos sin diques de colas y/u otros sistemas de tratamiento antes de expulsar sus aguas a la cuenca. Existe una gran cantidad de muestreos registrados en la zona. En la parte sur de la cuenca del Pilcomayo solamente la subcuenca del río Limeta y Kuchu presentan contaminación moderada debido a la presencia de asentamientos mineros pequeños. Los graves efectos de la contaminación minera se pueden observar en la disminución de la calidad de los suelos, donde la acumulación de metales pesados en el estrato superficial en altas concentraciones, que en algunos lugares pueden llegar mas allá de las tolerancias de los vegetales y llegar a constituir un serio riesgo para la salud humana y animal. De esta manera, el problema ambiental mas importante detectado en la cuenca del río Pilcomayo, se relaciona con el deterioro de la calidad de las aguas como un resultado de la contaminación severa y muy severa derivada de la actividad minera. Estudios de evaluación de Impacto Ambiental elaborado por JICA (1999) han verificado la presencia de drenaje ácido de minas, emanaciones de aguas ácidas provenientes de infiltraciones sobre desmontes de minerales y “sucus” apilados en la superficie y vertimiento de colas alcalinas de procesamiento de minerales provenientes de los ingenios. El pH de aguas ácidas oscila entre 2 y 4, encontrándose gran variabilidad entre fuentes y siendo afectado estacionalmente por lluvias que caen sobre ellas. En el caso del río Tarapaya, la principal fuente de contaminación constituyen los sólidos suspendidos, que contienen metales pesados como producto del vertimiento de colas de características alcalinas por los ingenios mineros sin previo tratamiento. Por otro lado, los drenajes ácidos de mina y emanaciones de infiltraciones en desmontes de minerales y sucus. Estos contaminantes son aportados por el río de la Ribera, al cual vierten las colas de los ingenios; y por otro lado, el río Huayna Mayu entre otros que reciben drenaje ácido de minas y emanaciones de infiltraciones en desmontes de minerales y “sucus”. Evaluaciones realizadas en el río de la Ribera muestran la presencia de Cadmio en concentraciones que oscilan entre 16 y 24 ppm, zinc 1.000 ppm, e iones Sulfato en 31.000 ppm. En estos ambientes el pH varía entre 2.2 y 2.3. Por otra parte, la presencia de materiales sólidos con tamaño de partícula entre 25 y 200 micras, conteniendo metales pesados en medio alcalino. Evaluaciones efectuadas muestran que en 1999, la carga de metales pesados en el cauce del río Tarapaya presentaba valores de Arsénico de 300 kg/día, Cadmio de 80 a 100 kg/dia, Plomo 2 ton/dia, Estaño 2 a 4 ton/día. Estos aportes originan severos daños ambientales que pueden ser observados en las concentraciones de Plomo (2,11 ppm) y Zinc (13,31 ppm) registrados a la altura de Villamontes. Esta situaci ón ha originado diferentes demandas por parte de instituciones locales de los departamentos de Potosí, Chuquisaca y Tarija, demandas que si bien han sido escuchadas, los daños ocasionados a los ecosistemas vinculados difícilmente podrán ser solucionados en el corto plazo. A manera de conclusión..... Dado que:

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La minería en las zonas de influencia principalmente en la Cuenca Alta del río Pilcomayo se constituye en un sector altamente contaminador, Los efectos de la contaminación en la Cuenca Alta del río Pilcomayo se extiende además a la Cuenca Baja en las planicie del Chaco boliviano, paraguayo y argentino, donde las actividades productivas vinculadas a este río también sufren los impactos, Dichos efectos son acumulativos en los ecosistemas, originando daños irreversibles en sus componentes principalmente bióticos (animales, plantas y seres humanos), Dichos daños se traducen también en daños a las actividades económicas (aprox. 60 millones de dólares/año) y en la salud de la población usuaria del recurso, daños con tendencia a incrementarse justamente por la condición acumulativa de contaminantes en los ecosistemas.

Es urgente una evaluación de las contraprestaciones que genera la actividad minera asociada a la cuenca del Pilcomayo, en una dimensión integral de esta cuenca, con el propósito de emprender un proceso de búsqueda de soluciones que permitan al menos en el largo plazo mejorar la forma en que se vienen gestionando y manejando los recursos naturales renovables y no renovables en la cuenca del Pilcomayo. Estudio de caso N° 3: La estabilidad ecológica y la dinámica de la inundación en el Departamento del Beni: El Departamento del Beni tiene una superficie de 213.564 kilómetros cuadrados, de los cuales alrededor de 30.000 kilómetros cuadrados corresponden a diferentes tipos de humedales de carácter permanente y más de 100.000 kilómetros son áreas de inundación temporal en la época de lluvias constituyendo humedales estacionales. (Beck, Miranda & Ribera, en preparación). Hidrológicamente todo e l departamento del Beni pertenece a la cuenca amazónica, aportando un importante caudal al sistema Acre-Madeira. La geomorfología del Beni está definida por la presencia de tres grandes unidades: El Subandino, la Llanura Beniana y la región influenciada por el Escudo precámbrico. El Subandino y el Pie de Monte o zona de transición a la llanura se encuentran entre los 2000 y 13O msnm. En el Departamento del Beni ocupa menos del 10 % de superficie concentrándose en la región Sudoeste. El subandino se caracteriza por una serie de abruptas y disectadas serranías paralelas de dirección SENW, separadas por profundos valles. La estratigrafía es muy compleja (Miranda et al. 1991) existiendo formaciones geológicas de diversas edades. Si bien la superficie de áreas pantanosas en el subandino es muy baja (palmares pantanosos en valles intramontanos) la región en conjunto por su carácter fluviogénico y elevada pluviosidad se encuentra íntimamente relacionada con los humedales de la llanura. Estas zonas juegan un papel clave en la dinámica del ciclo hidrológico como captadoras de lluvia. El Pie de Monte adyacente al Subandino se caracteriza por su topografía colinosa y ondulada, en general sobre los 400 msnm. y por su ubicación muy cercana al subandino reciben grandes montos pluviales, en especial el Pie de Monte de la región Isiboro-Secure próxima al Chapare constituye un centro de megapluviosidad. La llanura Beniana caracterizada por su ausencia casi total de relieve se encuentra por debajo de 200 m ocupando una extensión entre 200 y 400 kilómetros de ancho (Beck 1984). La llanura Beniana tiene un origen cuaternario al reciente y está depositada sobre el basamento cristalino fracturado y diaclasado del Escudo, existiendo así un cierto control tectónico sobre las lagunas y ríos (Miranda et al. 1991). El espesor de la llanura aumenta de Este a Oeste, en la región Centro -Oeste el escudo se encuentra a profundidades entre 700 y 2000 metros. La llanura Centro-Oeste se caracteriza por la gran profusión de fo rmaciones ecológicas fluvio-lacustres de diferentes edades geológicas. En la llanura Beniana central y Oeste apenas un 30 % de superficie corresponde a terrenos geomorfológicos altos y bien drenados ("alturas y semialturas "), libres de inundación. El resto del área está ocupada por diversos tipos de humedales destacando los lagos y lagunas, extensos sistemas pantanosos y la gran llanura de inundación estacional. De aquí concluimos que esta llanura constituye estacionalmente un gigantesco humedal, esto es de gran importancia si consideramos que hace unos 10.000 años la región de la llanura Beniana era un inmenso lago pleistocénico (Campbell & Frailey 1984, Miranda et al. 1991) La topografía casi plana es uno de los aspectos determinantes que favorece la inundación, mientras que la subsidiencia tectónica parece ser el origen de extensos sistemas de humedales permanentes en la llanura (Hanagarth & Sarmiento 1990). Hanagarth (1993) diferenció, basándose en trabajos de campo y estudios geológicos y tectón icos, entre el Beni de Norte y el Beni del Sur; la divisora forma la falla tectónica de la “Línea Bala Rogagua”. El norte corresponde a una región aluvial más antigua y más pobre en nutrientes, cortadas por “quebradas”, con antiguas altiplanicies, lomas bajas lateríticas que se pueden llamar “Sabanas del Norte Beniano”. Su fisionomía es muy similar al “Cerrado”. A diferencia de éstas, hacia el sur de esta línea divisora se presentan los típicos “Llanos de Moxos” con áreas aluviales más recientes, diques naturales en las riberas de los ríos, suelos no muy meteorizados, y generalmente más fértiles. En esta zona se ha desarrollado las antiguas culturas de Mojos, con las evidencias de los campos de agricultura precolombina en camellones, y las fundaciones de las reducciones jesuíticas del siglo 17 y 18. Dentro de la hidrología el Beni es importante considerar la dinámica de los ríos y lagunas así como la dinámica de la inundación. Los grandes ríos Beni y Mamoré nacen en la región de las altas cordilleras, correspondiendo a sistemas de agua blanca con una activa dinámica erosional cóncavo -convexa. Los ríos menores, que son afluentes de los grandes sistemas fluviales del Beni nacen en la región subandina. En general todos tienen una intensa actividad erosional también cóncavo -convexa y presentan aguas blancas con alto contenido de sedimentos que le confieren un color semejante a “café con leche”. El movimiento divagatorio y de migración de cauce son comunes tanto en la dinámica de los grandes ríos de agua blanca, como de los ríos menores en general más premontanos. La dinámica erosional y de divagación de algunos ríos menores de la llanura Beniana han sido descritos en los últimos diez años. El Maniquí por ejemplo, es uno de los ríos más "inquietos" de la llanura aluvial próxima al Pie de Monte (Miranda et al. 1991; Ribera et al. 1993; Hanagarth & Sarmiento 1990); también una intensa dinámica erosional ha sido observada en la región entre los ríos

Secure e Isiboro. Una a importante superficie de humeda les y pantanos se relaciona con los terrenos donde se da la dinámica erosional de estos ríos menores, por ejemplo los Humedales del Maniqui Chichiguambo y los circundantes a Laguna Bolivia entre los ríos Ichoa e Isiboro. Los desbordes de estas aguas a los bajíos circundantes a los ríos tienen una gran importancia en el mantenimiento de la fertilidad de los pastizales y masas boscosas. La química de estos ríos se caracteriza por un predominio de bicarbonatos cálcico-sódicos, cálcico -magnésicos o cálcico potásicos (Navarro & Maldonado 2002). En la región de las llanuras hacia el Suroeste del Beni, existe una enorme red de ríos de aguas negras, los cuales se forman a partir de los rebalses de lagunas, grandes sistemas pantanos o llanuras de inundación. Muchos de estos cursos de agua negra constituyen antiguos cursos abandonados por la divagación de ríos de dinámica erosional. En la Estación Biológica por ejemplo existe un extenso abanico de cursos antiguos de agua negra y pantanos producto de la migración hacia el oeste del río Maniquí. Los lagos y lagunas del Beni son humedales característicos de la ecología Beniana. Una particularidad de muchos de estos cuerpos de agua es la forma cuadrangular de los mismos, donde los ejes principales coinciden con marcados rumbos SW -NE y NW-SE. Dicha forma ha sido relacionada con un control tectónico partir de fracturas y diaclasas del Escudo, la dirección mayor de los ejes de las lagunas es coincidente con la de los ejes de fractura de las rocas del Escudo (Telleria y Lejsek, 1975). Denevan (1966) calcula alrededor de 1200 lagunas, es posible que considerando aquellos de menor superficie el número se acerque a 2000. Otro tipo de lagunas se denominan “madres” y constituyen restos de meandros abandonados por la actividad divagatoria de los ríos de dinámica erosional. Estas lagunetas son comunes y en general concentran importantes niveles de riqueza de especies de fauna. Si bien una gran proporción de las tierras bajas de Bolivia se inundan, el Beni es el departamento que mayor impacto sufre por las inundaciones estacionales. Según Hanagarth (1992 no pub.) más de 100.000 kilómetros cuadrados en la llanura aluvial se inundan, según Beck (1984) esta superficie de inundación puede alcanzar hasta 155.000 kilómetros, esto significa una cobertura entre 50 y 70 %. Normalmente, la fenología de la inundación se relaciona en forma directa con la época de lluvias, cada año por el efecto la inundación el Beni se convierte en un gigantesco humedal, fenómeno que se extiende entre Diciembre a Abril. Las inundaciones estacionales se producen por acumulación de agua debido a torrenciales lluvias locales y por desbordes de los ríos, mayormente de los activos ríos de agua blanca que nacen en las cordilleras v serranías. En muchas zo nas de la llanura la anegación por acumulación de agua local parece ser más importante (Hanagarth 1992). En otras zonas, en especial aquellas circundantes a ríos con fuertes procesos de desbordamiento, los pulsos de inundación por desborde parece ser más preponderantes (Navarro & Maldonado 2002). Son de particular interés los conos aluvionales de los ríos Sécure-Isiboro y Chapare-Ichilo por drenar zonas del subandino conocidas como centros de mega -pluviosidad; la inundación en estas zonas normalmente ti ene un impacto muy fuerte, en años con inundaciones extraordinarias se convierten en zonas de desastre. Existen una serie de factores que favorecen las inundaciones en el Beni (Hanagarth 1992 no pub.): • La ausencia casi total de relieve. • Los suelos arcillosos y compactados de extensas zonas especialmente de la sabana que impiden la infiltración. • La gran densidad de la vegetación de pantanos y bajíos que constituyen auténticos embalses que dificultan el drenaje. • La presencia de "palizadas" o diques naturales formados por acumulación de árboles desgajados dificultan el drenaje y favorecen crecidas y desbordes súbitos de los ríos. Grandes palizadas, con frecuencia ocasionan migraciones de cursos de ríos y extensas inundaciones en las zonas nuevas ocupadas. • Las cachuelas del norte del Beni también ejercen un efecto de dique, impidiendo el flujo normal de las masas de agua. • Las enormes precipitaciones que se registran en determinadas áreas del subandino y pie de monte. Aparentemente existe un centro de mega -pluviosidad entre Mosetenes, Chipiriri y Chapare donde los valores pluviales excederían los 5000 mm anual. Las inundaciones que se producen en años normales empiezan generalmente el mes de Enero continúan hasta Mayo o Junio inclusive. En ciertos años (p.ej. 1992 a 1993) se producen en el Beni y resto de tierras bajas de Bolivia inundaciones extraordinarias de efecto catastrófico; dichas inundaciones anormalmente grandes se relacionan con años extremadamente lluviosos, por ejemplo 3000 mm de lluvia el año 1992 en el área de la EBB. Durante estas inundaciones anormalmente agigantadas más del 75 % de la superficie del Beni se convierte en un inmenso lago. Según datos cronológicos estas inundaciones anormalmente grandes son conocidas desde hace siglos y podrían haber ocurrido desde la prehistoria (Hanagarth 1992). Las más importantes de este siglo datan de 1928, 1930, 1942, 1947, 1959, 1969, 1975, 1982, y las últimas de 1992 y 1993 que son consideradas las más grandes del siglo. Existen evidencias de que el fenómeno

de la inundación extraordinaria en el Beni no es un hecho aislado ni un fenómeno local, y está mas bien relacionado con fenómenos climáticos anómalos a nivel mundial, más específicamente al fenómeno ENSO más conocido como de "El Niño" (Hanagarth, 1992 no pub.) y de otra forma anómala denominada “La Niña”. A manera de conclusión..... El gran número de los ríos y arroyos que surcan la extensión del Departamento del Beni, combinados a las inundaciones dan origen a también una gran cantidad de ecosistemas palustres, donde acontecen infinidad de procesos bióticos y abióticos cuya estabilidad depende de la dinámica hidrológica. La subcuenca de los ríos del Beni, a pesar de su marcada uniformidad, exhibe importantes variaciones por sectores en función a su relieve, su material parental, las condiciones del suelo y el tipo y densidad de la flora en las diversas zonas drenadas. Estos factores repercuten en los variados tipos de sólidos suspendidos y disueltos, así como los nutrientes y productos húmedos disueltos y coloidales. Es así que es de fundamental importancia para todos los procesos bióticos que se desarrollan en los ecosistemas acuáticos las complejas relaciones de los ciclos de las aguas altas y bajas que se traducen en profundos cambios que determinan variaciones en las redes tróficas, el balance de nutrientes y por ende en la distribución y composición de las especies. En el período en que se encuentra bajo aguas de inundación una importante comunidad palustre an imal (peces, insectos, reptiles, anfibios) se expande desde los humedales permanentes hasta la sabana. También especies vegetales y plancton se dispersan hacia la sabana inundada, para luego al llegar la época seca retroceder y dar paso a la comunidad terrestre. Sin duda esta dinámica de dispersión y retroceso o concentración de las comunidades biológicas tiene importantes aplicaciones en las estrategias de supervivencia y reproductivas de muchas especies. Existen un conjunto de problemas que afectan a la conservación de los humedales en el Beni, las intervenciones antrópicas directas incluyen acciones de drenaje de pantanos para la habilitación de áreas para la ganadería, grandes quemas durante la época seca, la cacería masiva de saurios y otras especies de fauna silvestre, la introducción de especies exóticas, y la pesca comercial. Por otra parte, la intervención antrópica indirecta también tiene un impacto significativo en la estabilidad de los humedales del Beni. Entre estas formas, la contaminación de las aguas por tóxicos y los efectos residuales de las quemas grandes de la sabana constituyen los más importantes. En este contexto, la extraordinaria y compleja red de interacciones de los diversos procesos naturales y el ser humano, que tienen lugar en un gigantesco humedal, como es el departamento del Beni, debe ser consideradas a fin de garantizar la estabilidad de los ecosistemas húmedos del departamento de los que dependen la mayoría de las actividades productivas del hombre y también de la extraordinaria diversidad de especies florísticas y faunísticas. Esto hace urgente su atención y la toma de medidas adecuadas para su gestión a partir de una visión de manejo integral desde la perspectiva ecosistémica. LECCIONES APRENDIDAS: A partir de la observación de estos estudios de caso, los puntos que queremos rescatar son los siguientes:



para usar los recursos naturales sabiamente quienes cumplen funciones en los gobiernos en la actualidad, así como las empresas y las comunidades deben comprende r ciertos riesgos, oportunidades y transacciones a menudo ocultas al momento de tomar decisiones. Por ejemplo, la intensificación de la agricultura puede satisfacer las necesidades de producción de alimentos pero los fertilizantes utilizados pueden degradar la calidad del agua en los ríos vecinos y destruir las pesquerías rió abajo, la tala de árboles en las cabeceras de cuenca puede aumentar las inundaciones río abajo. Entonces hay una relación estrecha y compleja entre los sistemas humanos y los procesos que desencadenamos en el mundo natural, los efectos de estos procesos o de la forma en que los ecosistemas funcionan y proveen los servicios que sostienen la vida y en consecuencia nuestra calidad de vida.

• El uso responsable de los ecosistemas se enfrenta a obstáculos fundamentales. Muy raramente reconocemos a los ecosistemas como unidades cohesivas pues es común que traspasen las fronteras políticas o de gestión. Los vemos por partes o nos concentramos en uno de sus productos específicos. No nos percatamos de su complejidad ni de la interdependencia de sus organismos, es decir, de aquellas cualidades que los hacen productivos y estables. • Así pues el desafió para el siglo XXI consiste precisamente en entender las vulnerabilidades y la resilencia de los ecosistemas, de manera que podamos encontrar formas de conciliar las demandas de desarrollo humano con la capacidad de tolerancia de la naturaleza. Esto exige que aprendamos a mirar nuestras actividades a través de la lente viva de los e cosistema, lo cual significa adoptar un enfoque centrado en ellos para el manejo del medio ambiente, es decir, un enfoque que respete sus límites naturales y tenga en cuenta su interconectividad y capacidad de respuesta. • Este enfoque que se centra en el manejo integral del medio ambiente, es conocido como el enfoque

ecosistémico, que la CBD (Convención sobre Biodiversidad) lo define como una estrategia para la gestión integral de la tierra, el agua y la biodiversidad, que promueve la conservación y el u so sostenible de los recursos, así como la distribución justa y equitativa de los beneficios derivados.



En este contexto, la gestión integral del agua en el marco de una visión ecosistémica es particularmente importante, ya que constituye el elemento clave para la vida, y por lo tanto es importante una comprensión sobre la necesidad de cuidar los sistemas que producen el agua y no solamente el recurso en si mismo.



En este marco, será urgente que la administración de los recursos hídricos pase de su actual gestión sectorializada a una gestión integral, ecosistémica, a través de una intensa coordinación transectorial, y una discriminación clara entre el órgano rector (político) y el órgano regulador (operador)



En esta perspectiva será importante replantear las fronteras que tradicionalmente han definido la forma en que las manejamos. Deberemos hacer hincapié en la perspectiva sistémica reconociendo que los ecosistemas funcionan como un todo, y por lo tanto deben ser gestionados como tales y no por partes s eparadas.



Es imprescindible adoptar una visión a largo plazo, para así respetar los procesos del ecosistema a nivel micro, considerando una variedad de dimensiones en tiempo y escala.



Es urgente involucrar en la visión a la población local, pues esta es la única manera de iniciar un proceso de transformación verdadera.



En la perspectiva de la planificación integral, es importante que la planificación del uso sea por unidad funcional o de funcionamiento, pasando de esta visión integral a la otorgación de derechos de uso de los recursos.



Esto debe ir vinculado a los municipios, o a las mancomunidades (dependiendo de los límites de la unidad funcional), ya que es en esta escala la que debe incorporar la visión de manejo integral, y es también en esta instancia donde se concentran las diferentes demandas de uso de los recursos, frente a las capacidades de producción del sistema.

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