LOS CHIBCHAS LA POBLACION

1 LOS CHIBCHAS El sustrato chibcha parece haber sido el elemento más importante en la integración étnica y cultural de Colombia en los tiempos prehi...
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LOS CHIBCHAS

El sustrato chibcha parece haber sido el elemento más importante en la integración étnica y cultural de Colombia en los tiempos prehispánicos, tanto por su antigüedad como por las formas muy desarrolladas que alcanzó su cultura y por la elevada densidad de sus grupos.

La ocupación aborigen era mucho más antigua, como lo demuestra los análisis de C14 de muestras arqueológicas halladas en Sogamoso y que han sido datadas en el Siglo V de la era cristiana. Ya en está época se observaban formas culturales complejas, que hacen sospechar una ocupación todavía más remota, a no ser que se trate de partes culturales sin antecedentes de un desarrollo local.

LA POBLACION Los cronistas nos transmiten noticias fragmentarias y a veces exageradas sobre la población chibcha. De todos modos, parece evidente que las regiones eran densamente habitadas. Un calculo discreto nos arroja cerca de 600.000 indígenas. ECONOMIA CHIBCHA La economía del pueblo muisca descansó principalmente en la agricultura que constituía la ocupación básica, al lado de la explotación del cobre y esmeraldas, de la extracción de sal y de los tejidos. AGRICULTURA Entre los principales productos que se cultivaban, esta en primer término el maíz, la papa, la arracacha, la quina, la batata, el tabaco, la yuca y el algodón, además de otros como hibias, cubios, tomates, ají, frijoles, ahuyamas y calabazas. Frutos como piñas, aguacates, guanábanas, guamas, pitahayas, guayabas, etc. La actividad agrícola, como base económica de los muiscas, influyó grandemente en la organización socio – política del pueblo y en la estructura de sus formas religiosas. ALFARERIA

Ricamente elaborada se facilitó por la riqueza del subsuelo en arcillas adecuadas para esta industria. Era un factor importante en el menaje de las familias, aunque las formas decorativas y la recreación estética se dejo, al convertirse en objetos utilitaristas. LA PESCA Explotaban esta industria especialmente en las lagunas, como medio de subsistencia. LA CAZA La practicaban con tiraderas o propulsores. Los animales de caza eran preferentemente venados, que abundaban y cuyo sacrificio estaba reservado solo a los señores principales. Consumían, además, el cuí o conejillo de indias y otros rodeores. LOS TEJIDOS Era la artesanía más floreciente entre los nativos y constituía para ellos un renglón importante económico, pues el sobrante de producción lo intercambiaban, al lado de la sal, con los pueblos vecinos, en un activo comercio que les procuraba artículos de que carecían. Además de las mantas entretejidas, los muiscas tenían las mantas pintadas que decoraban con motivos hechos a pincel, rodillo o sello; empleando los siguientes colorantes: el índigo que daba tintes azules; la cochinilla para el color púrpura; la púnciga que da el morado; el azafrán para el color rojo; la batalilla para el color de oro; el trompeto para el bermellón anaranjado, etc. Fuera de las fibras de algodón, utilizaron el fique. LA MINERIA

Se practicaba en el subsuelo, como el carbón, cuyo empleo quedo plenamente comprobado a raíz de los hallazgos realizados por el científico Silva Celis, en los depósitos arqueológicos de Sogamoso.

LA ORFEBRERIA Esta industria alcanzó un desarrollo extraordinario, llegando al descubrimiento y perfección de variadas y complejas técnicas.

LAS ESMERALDAS Además de su valor como elemento de intercambio, las esmeraldas tenían para los muiscas una significación importante en las costumbres religiosas.

LA VIVIENDA La habitación era de planta circular, con techo cónico y pajizo, a veces sostenido por un gran poste central. El sistema de construcción era de bahareque, es decir, paredes formadas por

maderos que se recubrían, por dentro y por fuera, con astillas de guadua, fijadas por medio de cuerdas. El inter- espacio de los muros, se rellenaban con tierra amasada con paja. Las puertas de acceso eran pequeñas y el interior del techo lo cubrían con un fino tejido de cañizos, atados con hilos de diferentes colores.

VESTIDOS Y ADORNOS PERSONALES Según Piedrahita, el vestido de los muiscas consistía en camisetas o túnicas cerradas de algodón, que les cubría hasta más debajo de las rodillas, encima de las cuales llevaban otra manta cuadrada, que les servía de capilla. Generalmente eran blancas, pero también las usaban pintadas.

Usaban el cabello largo sobre los hombros. Los dignatarios se colocaban como símbolo las coronas de oro, grandes narigueras y un cetro de guayacan.

ORGANIZACIÓN SOCIAL Y POLITICA La estructura social estaba basada en una organización de clanes cognaticios, pero patrilocales, es decir, que tantos hombres como mujeres estaban ligados por línea materna. El clan tenía también el carácter exogámico.

Varios clanes formaban una tribu y la asociación de éstas integraban una confederación, que era la que imperaba en el Siglo XVI. Las confederaciones se caracterizaban por la ambición territorial. Adiestraban sus ejércitos y sometía por la fuerza al mayor número de tribus muiscas que permanecían independientes. El cacique de la Confederación de Iraca o Sugamuxi, extendía su jurisdicción gubernativa hasta las poblaciones de Gamezá, Busbanzá, Tobasía, Firavitoba, Iza, Pesca y Tota. El Cacique vivía en su palacio rodeado de cercados de caña y adornado de láminas y figurillas de oro. Antes de acometer cualquier empeño, los señores principales consultaban su manera de pensar.

EL GOBIERNO Entre los muiscas, lo mismo que en las demás tribus del área chibcha, el gobierno lo ejercía un jefe militar, asistido a veces por un consejo tribal; tal era el caso de los jefes de las principales confederaciones.

El cacique del valle de Iraca, además de su mandato político, reunía poderes mágico – religiosos, como depositario del legado doctrinario de Bochica,

según se creía desde los tiempos de Idacansás y como realizador de sus propósitos evangélicos.

EL CACICAZGO En el caso del cacique de Sugamuxi, la autoridad tenia un origen sagrado y por esta razón la respetaban y obedecían ciegamente. Sus ascendientes se confundían con los astros, en especial con el sol y la luna.

La elección del cacique de Sogamoso – escribe Miguel Triana - tenía una reglamentación muy interesante. El pequeño dominio de este Príncipe singularísimo perece que no comprendía sino el valle Sagrado de Iraca, donde hoy están las poblaciones de Gámeza, Busbanzá, Toca, Pesca, Firavitoba y Tobasía. Correspondía a los Usaques de los primeros cuatro pueblos hacer la elección del Jefe que debía gobernarlos todos, residente en Sogamoso; pero esta elección no podía recaer en un caballero natural de Firavitoba, o Tobasía, alternativamente. En caso de discordia, intervenía con su voto, como gran Elector, Tundama. El cronista Aguado, nos dice: “... allí estaba un cacique llamado Sogamoso, hombre de gran veneración y religión por ser tenido, mediante sus supersticiones, por hijo del Sol, el cual por ser persona de tanta estimación entre ellos, poseía grandes riquezas, las cuales no solo tenía en su casa, pero en sus templos y oratorios, donde los presentes y sus mayores acostumbraban hacer grandes sacrificios, por ser aquel lugar tenido por más devoto y santo que otro ninguno en aquella tierra. DIVISION DEL TIEMPO Y SISTEMA DE PESAS Y MEDIDAS. La edad alcanzaba una duración de setenta años, que denominaban oxogonoa. El año lo dividían en cuatro épocas, que estaban delimitadas por los periodos de invierno y verano. El comienzo de cada una de estas épocas se celebraba con festividades especiales, por la estrecha relación que tenía con sus labores agrícolas.

La manera que tenían de contar era utilizando las unidades hasta veinte y de aquí en adelante por veintenas. EL CANTO Y LA DANZA. Solían cantar acompañados de una música melancólica y danzas acompasadas, en el trabajo colectivo, en los sacrificios, en vísperas de combates, en ceremonias propiciatorias de buenas cosechas y en las practicas funerarias. LOS BAILES. Lucas Fernández de Piedrahita, relata:

... danzaban y bailaban al compás de sus caracoles y fotutos; cantaban juntamente algunos versos o canciones que hacen en su idioma y tienen cierta medida y consonancia, a manera de villancicos y endechas de los

españoles. En este género de versos refieren los sucesos presentes y pasados y en ellos vituperan o engrandecen el honor o deshonor de las personas a quienes los componen; en las materias graves mezclan muchas pausas y en las alegres guardan proporción, pero siempre parecen sus cantos tristes y fríos, y lo mismo sus bailes y danzas, más tan acompasados que no discrepan un solo punto en los visajes y movimientos y de ordinario usan estos bailes en corro, asidos de las manos y mezclados hombres y mujeres. La misma proporción guardan cuando arrastran madera o piedra, juntando a un tiempo la voz, los pies y las manos al compás de la voz de uno que sirve de guía a la manera que soloman los marineros en los navíos, y es para ellos este ejercicio de tanto gusto, que lo tienen por fiesta y para entonces se ponen penachos de plumas y medias lunas; píntanse arréglanse y llevan mucha cantidad de vino que gastan cargado en sus mujeres, a que se reduce toda la fiesta. Escribe Fray Pedro Simón: ... asíanse de las manos hombres con mujeres haciendo corro y cantando ya canciones alegres, ya tristes, en que referían las grandezas de los mayores, pausando todos a una y llevando el compás con los píes, ya a compás mayor, ya a compases, según sentían lo que cantaban, al son de unas flautas y fotutos tan melancólicos y tristes que más parecía música del infierno que cosa de este mundo; tenían en medio las múcuras de chicha, de donde iban esforzando a los que cantaban otras indias que estaban del corro dentro, que no se descuidaban en darles a beber.

EL ARTE RUPESTRE

El territorio muisca es rico en estas manifestaciones así fuesen pintadas o gravadas, utilizando colorantes minerales y tierras ocres para los tonos rojos y blancos. El investigador Silva Celis, escribe: Las rocas de Pilar y Ceibita, de Sogamoso, ofrecen un admirable conjunto de motivos precolombinos pintados en rojo, blanco y negro, entre los que se destacan el signo solar, la espiral de giro curvilíneo o angular, la sigma entrelazada formando una especie de swástica, la rana, el lagarto, la serpiente, un emblema fitomorfo, varias figuras antropomorfas, algunas bioformas, amen de varios signos enigmáticos. En la rocas de El Pedregal - fracción de Sogamoso -, también pueden apreciarse en color rojo el círculo, la espiral (con o sin álabes), el lagarto y otros ideogramas zoomorfos. (Arqueología y Prehistoria de Colombia, Prensas de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia – Tunja - 1968. Pag. 79).

CULTO Y RELIGION Se rendía culto al sol, a la luna y a un complejo panteón de deidades religiosas.

El principal centro de adoración al Sol, estaba en Sogamoso, en el famoso Templo del Sol.

LAS FESTIVIDADES RELIGIOSAS. La Fiesta del Huan. Celebrábanse con ocasión de las siembras y de las cosechas. Consistían en solemnes procesiones, que se realizaban con gran concurrencia de indígenas y estaban presididas por el cacique. La más importante era LA FIESTA DEL HUAN, que se celebraba en diciembre. Dividieron los astrólogos de Sogamoso el año en doce meses que comenzaba en enero, con la iniciativa de las labores agrícolas, y en diciembre celebraban una simbólica ceremonia que tenía por objeto conmemorar la institución del rito del Sol. Esta fiesta se llamaba del Huan y consistía en una danza de doce sacerdotes con librea roja al contorno de otro que vestía librea azul, acompasado con cánticos sobre las postrimerías del hombre y la incertidumbre de su destino después de la muerte. Esta ceremonia, tenía por objeto concordar el año solar con el lunar, introduciéndole doce días más al mes de diciembre, que se distingue por un cielo profundamente azul. Pero con este suplemento hay un exceso de un día cada ocho años, de modo que al fin de este tiempo se retiraría una de las libreas rojas del HUAN. (Del relato de Miguel Triana)

LA CASTA SACERDOTAL. Existía un grupo sacerdotal, cuyos oficios estaban consagrados únicamente al culto y custodia permanente de los santuarios donde este se practicaba. El sacerdote era especialmente preparado para ejercer su oficio. El Templo del Sol en Sogamoso, rendía culto al Sol con gran fervor y reverencia. El templo estaba ricamente ornamentado en su interior, era de grandes dimensiones, construido en madera y en techumbre de paja. La puerta de acceso era pequeña; no tenia lumbreras, por lo cual era oscuro.

LAS DEIDADES. 1. - EL DIOS CREADOR CHIMINIGAGUA. Dios hacedor de todo lo existente 2. - LA DIVINIDAD SOLAR, SUA (ZHÚE). El centro de su culto era Sogamoso. 3. - LA DIVINIDAD LUNAR, BACHUE. Representación del primitivo cacique de Sogamoso, 4.

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elevado hasta las alturas para convertirse en astro y alumbrar la oscuridad de la noche. - BOCHICA, HEROE CIVILIZADOR. Estableció la jerarquía sacerdotal, instituyó el pontificado de Sogamoso, levantó allí el más celebre templo consagrado al astro divino y fundó las observaciones meteorológicas, dejando instruido en eso a su discípulo y sucesor, IDACANZAS. Antes de desaparecer, encargo a NOMPANEN, quien reinaba en Sogamoso, como depositario y realizador de su doctrina. Influyó para que la zona de Sogamoso y sus mandatarios terminaran por tener un carácter sagrado, sede de una especie de sumo sacerdote, en donde el culto al sol alcanzaba todo su esplendor y a donde era necesario ir en peregrinación para lograr los beneficios. - SIA. Diosa el agua.

6. - CHIBCHACUM, DIOS PROTECTOR.

7. 8. 9. 10. 11.

- CUCHAVIVA, DIOS DEL AIRE O ARCO IRIS. - TOMAGATA, y los poderes recibidos del Sol. - GORANCHACHA, hijo del Sol, nacido de una esmeralda. - NENCATACOA, Dios de las artesanías. - CHAQUEN, deidad de las fronteras y de las justas deportivas.

EL MESTIZAJE CULTURAL Como consecuencia de la llegada de los hispanos y desde los primeros contactos con los nativos, se inició un verdadero choque entre las formas de la cultura occidental y las manifestaciones culturales de los nativos. Estas desaparecieron en parte como resultado de las campañas emprendidas por los grupos evangelizadores y por la gestión política de los nuevos amos. En 1.557, la Real Audiencia intensifica la lucha contra la idolatría y nombra una comisión para el efecto. En el Archivo Nacional reposan amonestaciones, que resumidas dicen: Los castigos para aquellos que, una vez bautizados volvieran a sus ceremonias y ritos, aparte del hecho de pecar y de incurrir en ira de Dios Todopoderoso, la muerte de fuego y pérdida de todos los bienes, y para los que no hubiesen sido bautizados, en atención a que vivían entre cristianos y resultaban con sus creencias impedimento para la conversión de los demás gentiles, se anunciaba la pena de horca si adoraban al demonio. De esta norma no se exceptuaba a nadie, cualquiera que fuese su condición social, edad o sexo, sufriendo las penas en relación con el delito que cometieran. Para suprimir los ritos gentiles, se empezaba por desautorizar a los shamanes, amenazando con hacer quemar vivo al que en adelante ejerciera tal oficio... El centro de operaciones de la comisión, fue, como era de esperar, la región de Sogamoso, el principal lugar religioso del Imperio Chibcha. EL MESTIZAJE BIOLOGICO. La actitud pacifica del pueblo chibcha, favoreció sin mayores obstáculos, la penetración blanca, constituyendo una circunstancia propicia para el mestizaje, que se desarrolló en grande escala. VESTIGIOS ARQUEOLOGICOS. En Sogamoso, el arqueólogo Silva Celis, ha excavado numerosos objetos arqueológicos hechos en madera, hueso, piedra, arcilla, concha, etc. Adelantado trabajos para localizar la ubicación del antiguo Templo del Sol, logrando la reconstrucción de la magna edificación, con lujo de detalles y de consagración. En el transcurso de sus numerosas exploraciones ha descubierto extensas necrópolis, ubicadas en la margen derecha de la Quebrada de Ombachita. Así mismo halló dos emplazamientos que él cree correspondían a patios, los cuales servían de taller de fabricación de cerámica y a lugares de fundición. De sus fructíferas exploraciones en Sogamoso, Silva Celis, deduce importantes conclusiones acerca de la Cultura Chibcha.

De este modo, el actual Museo y Parque Arqueológico de Sogamoso, es hoy en día el más importante del área muisca y exhibe como resultado de las excavaciones y reconocimientos realizados, prácticamente el corpus completo de la cultura del pueblo que aquí habito. MOBILIARIO. Era sencillo y consistía principalmente en camas hechas de caña, llamadas barbacoas, sobre las cuales se tendía gran profusión de mantas; los asientos eran escasos, pues los indígenas solían descansar en cuclillas en el suelo. CERCADO. Las casas de los caciques estaban dentro del cercado, eran vistosas e imponentes, algunas construcciones se destinaban a guardar armas y otras constituían las despensas. Era costumbre adornar el exterior de las puertas de los cercados del Sugamuxi, con brillantes láminas y otras joyas de oro, que cuando el viento las movía o se abrían las puertas, sonaban alegremente. Y valían tanto esas joyas, que las que los conquistadores descolgaron de la puerta de la mansión del Sugamuxi, se estimaron en 80 mil ducados. Resulta singular que los indios no hurtasen alhajas de aquel precio, que se hallaban a su alcance. INSTRUMENTOS DE TRABAJO. A -- INSTRUMENTOS PARA EL TRABAJO AGRICOLA El cultivo del maíz impulsó a los chibchas a utilizar la barra de macana y el azadón. Los demás vegetales eran cultivados con trabajo manual mediante instrumentos muy simples y rústicos como fuertes palos, picos y hachas de piedra. B -- INSTRUMENTOS PARA LABORES MANUALES.

1. - HUSO, RUECA. Para hilar el algodón se valían del huso o rueca, que lo formaban con

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varillas de madera de macana o de caña de guadua de 30 a 40 cm. de longitud, la que en uno de sus extremos tiene una entalladura en forma de gancho para sujetar el hilo y en la otra un tortero o pesa de piedra labrada en diferentes formas para facilitar y conservar el movimiento de torsión que con los dedos de la mano derecha se imprime a todo instrumento, mientras que con la izquierda se sujeta el hilo, y después con ambas manos se extiende la placa de algodón preparada de antemano para hacer el hilo. - TELARES. Consistía en dos gruesos palos redondeados, colocados paralelamente y horizontalmente, uno arriba y otro abajo sobre dos estacas enterradas verticalmente en el suelo.

INSTRUMENTOS DE GUERRA. LA GUERRA. Los chibchas utilizaron en sus guerras grandes macanas, lanzas y cachiporras de madera y hondas para lanzar guijarros. Su arma principal de combate era la tiradera o estólica. El cronista Piedrahita nos explica:

Las tiraderas son ciertos dardillos de varillas livianas a manera de carrizos con punta de macana no con amientos de hilo sino con un palillo de dos palmos de grosor de jaculillo, prolongando con él la tercia parte de la caña; éste tiene dos ganchos afilados y distintos, cada cual de ellos en un extremo del amiento que he dicho; con el uno ocupan el pie raso del dardillo y con el otro lo aprietan con el dedo índice corvado, hasta que el dardillo se desembaraza según la fuerza del que lo despida. Los muiscas sufrían cerco hostil por el occidente y por el sur, lo que les hizo conscientes de la necesidad de prepararse en tácticas de defensa, logrando hacer frente al empuje de tribus vecinas. En caso de peligro eminente, se movilizaba prácticamente toda la población, con excepción de los sacerdotes, que se reservaban para pedir a las divinidades el éxito en los combates y la buena suerte de sus capitanes. En el CODIGO DE NEMEQUEME, se establecía claramente la afrenta pública para aquellos que demostrasen cobardía, afrenta que consistía en vestirlos durante algún tiempo de mujer y obligarlos al desempeño de oficios femeninos. Quien huía en el combate merecía la muerte Güecha, era el nombre que se daba a los jefes militares, y este quería decir valiente y se les otorgaba privilegios especiales, de ellos escribe Fray Simón: ... de grandes cuerpos, valientes, sueltos, determinados y vigilantes, a quienes les pagaban sueldos, plazas aventajadas por mejores soldados; éstos andaban siempre trasquilado el cabello, horodadas las narices y labios, y a la redonda de todo el circuito de las orejas, atravesados por otros agujeros, que tenían muchos canutillos de finísimo oro, y los agujeros de los labios y narices, eran también para poner de los mismos, pero aquí no se los ponían, hasta que iban matando indios panches, de manera que cuantos indios mataban, tantos canutillos de oro fino se colgaban de las narices y labios... según sus obra era cada uno honrado del rey y solía pagarles muchas veces con hacerlos caciques de algunos pueblos donde faltaba el legítimo heredero.

INSTRUMENTOS DE MUSICA. Fabricaban trompetas de madera, que denominaban tata. Usaban en sus ceremonias y combates los cascabeles o sonajeros de cobre, oro y arcilla, además de trompetas de caracol, tambores, etc. MONEDAS. El uso de la moneda fue planteada por Fray Pedro Simón y Juan Rodríguez Freyle. Pedro Simón nos dice: Tenjuelos redondos hechos en los moldes que tenían para ellos, y era su moneda aunque sin ninguna señal y por eso común a todas las provincias pues no miraban más que su valor intrínseco... TRUEQUE. Los chibchas intercambiaban las mercancías a través del trueque, que desconoce una tarifa de precios, existió con dos funciones: Una por el intercambio de productos dentro de las tribus de una misma confederación o de confederaciones diversas, y otra para cambiar los productos chibchas con los artículos de tribus forasteras.

LA PROPIEDAD. A -- PROPIEDAD TERRITORIAL. Algunos etnógrafos afirman la existencia de propiedad individual de la tierra y que los bienes raíces se transmitían por herencia a las mujeres y a los hijos del difunto. Los cronistas nos escriben que las sementeras de los jeques o sacerdotes eran cultivadas en común por las gentes. Los bosques y los lugares de pesca eran comunes. B -- PROPIEDAD MUEBLE. Los chibchas practicaban en sus entierros la costumbre de depositar en la tumba del muerto las armas y los útiles domésticos de que éste se sirvió en vida. Esta practica obedece a la concepción de que la vida futura es una repetición más o menos monótona de la vida presente. La colocación en las tumbas de los útiles y las armas del muerto, es por lo tanto una demostración de que sobre los muebles existía una propiedad individual. C -- PROPIEDAD Y HERENCIA. Si los cacicazgos eran heredados por los sobrinos hijos de hermana, no hay razón para suponer que la transmisión hereditaria de los bienes del difunto, en caso de haber existido, siguiera líneas distintas. TRINIDAD DE IRACA O SUGAMUXI Además de las características en la sucesión de la jefatura confederal presentaba el Iraca la particularidad de ser una especie de trinidad con poderes plurales. A -- JEFE MILITAR. El Iraca en primer término era el jefe militar de la confederación de Sogamoso, el que regía su vida interna y comandaba sus ejércitos, aunque no participaba en las disputas, para mantener su autoridad religiosa y mágica sobre todas ellas. B -- JEFE RELIGIOSO. El Iraca era el Jefe Religioso que conectaba su prestigio al hecho de que fueran sus tierras el lugar escogido por el Bochica para predicar, desaparecer y abandonar el mundo. C -- MAGO MAXIMO. El Iraca decía haber recibido de Idacanzás poder mágico para mudar el tiempo, hacer llover, granizar y helar, provocar viruelas y otras clases de epidemias y ejercer así una influencia decisiva sobre la marcha de los acontecimientos. GASPAR DE IDACANZAS. En un documento se menciona sobre el dominio de Gaspar de Idacanzas. Tenía poder sobre los “pueblos” de Cravo, Labranza – grande, Monguí y “setenta caciques que reconocen al de este pueblo por su señor”. Entre los cuales podían incluirse los de Beteitiva, Bombaza, Busbanzá, Coanzá, Gomeza, Cosquetiva, Cuitiva, Chipa, Chipatá, Chuimite, Guaquirá, Iza, Mona, Pesca, Pisba, Sagara, Soacá, Socotá y Toca. Así como los “capitanes” de Cominitochoque, Chámeza, Firavitoba, Gámeza, Manbesa, Mongua, Monquirá, Ochica, Soacha, Sogota, Suscón, Totoya, Tirintobasya, Tibasosa, Tocaaca, Tópaga, Tutarasgo, Tutasispa e Yacote, así como el cacicazgo de Osamena. EL CACIQUE SUGAMUXI. DON ALONSO. Escribe Miguel Triana: La elección de cacique de Sogamoso tenía una reglamentación muy interesante. El pequeño dominio de este Príncipe singularísimo parece que no comprendía sino el valle sagrado de

Iraca, donde hoy están las poblaciones de Gámeza, Busbanzá, Toca, Pesca, Firavitoba y Tobasía. Correspondía a los Usaques de los primeros cuatro pueblos hacer la elección del Jefe que debía gobernarlos a todos, residente en Sogamoso; pero esta elección no podía recaer sino en un caballero natural de Firavitoba, o Tabasía, alternativamente. En caso de discordia, intervenía con su voto, como Gran Elector, el Tundama. Sugamuxi En el PAPEL PERIODICO DE SANTA FE DE BOGOTA, Nº91,92 y 93, a partir del viernes 24 de mayo de 1.793, encontramos la siguiente descripción del Cacique Sugamuxi: PAPEL PERIODICO DE SANTA FE DE BOGOTA VIERNES 24 DE MAYO DE 1.793. Nº91 RASGOS SOBRESALIENTES DE HUMANIDAD. Executado por SOGAMOSO Sumo Sacerdote de la Nación Mozca, de quien con este motivo se dan otras noticias a cerca de su talento, carácter, riquezas y conversión a la fe católica. VIRTUTI DEBETUR LAUS. Arist. Lib.2. Eth. La virtud es digna de elogios en toda clase de sugetos, y en todos tiempos. El hombre no tiene otro distintivo más decoroso entre los individuos de su especie sino aquel que le dan las acciones ilustres, principalmente si son hijas de la humanidad y compasión. Yo disculpo las apoteosis de las naciones idólatras quando veo que aquel obsequio sublime recae sobre el mérito de unos personages benefactores de la república y amantes del Género humano. Este amor generoso, propio de las almas grandes, y que coloca al hombre en la cima del Heroísmo, debe ser tanto más aplaudido quanto menos ha participado del estudio de la filosofía, y de los esmeros de la educación. Y si aún pasamos más adelante, le hallaremos unos realces mucho más sobresalientes en reflexionando qual podía ser el carácter de un Ministro del error, de un Sacerdote de la iniquidad, nacido en medio de una nación bárbara, sin tener a la vista aquellos documentos y hermosos exemplares que de día en día van formando el espíritu del hombre y redimiéndolo de la ignorancia con que se presenta en este mundo. Así debemos considerar a SOGAMOSO Sumo sacerdote de la nación de los Bogotaes. Este celebre Cazique si hubiera nacido entre Griegos, o los Romanos, quizá hubiera logrado el mismo honor de Demetrio Falereo, a quien se dice le erigieron sus compatriotas 360, estatuas para llenar, no solamente el número de los días del año, sino también el gran mérito de sus virtudes. Las de SOGAMOSO se conocerán por este solo rasgo que vamos a describir, el cual al mismo tiempo que es muy debido a su memoria, nos puede servir de guía a los que hemos nacido con más obligación de saber distribuir los bienes en beneficio de nuestros semejantes. Conquistado ya el Reyno de Cundinamarca, que hoy decimos de Granada, y habiendo tenido SOGAMOSO (o Sugamuxi) la gran fortuna de conocer las verdades de la Fe Católica, sucedió que en los días del fallecimiento de un Español amigo suyo, pasó el Cazique a cumplimentar de pésame a la viuda también Española. La afligida muger lamentaba el desamparo en que yacía por la falta de su marido: y el Indio que la atendía muy lastimado de

su suerte, cumpliendo entonces con los deberes de la más noble amistad, al mismo tiempo que con las leyes de una generosa compasión, la hizo el siguiente razonamiento. Entiéndeme, Señora, lo que digo. Yo quise bien a tu esposo, y en fe de esta amistad le permití se sirviera de algunos vasallos míos, y que de ellos cobrase los tributos. Estos vasallos están ahora en tu poder y agregados al repartimiento que te dexó en su muerte; y si tu procedieres con reconocimiento a lo que le debes, no admitiendo compañía en tu lecho, de mi parte te ofrezco el mismo servicio que quando lo tenías vivo; pero si en esto faltares, no formes quexa de que yo también falte al agasajo que hize a tu marido, y mi amigo; porque no será justo que mi hacienda pase a otro que sin haberlo trabajado quiera por su elección errada gozar lo que no merece, ni le costo fatiga. Y digotelo, porque acontece muchas veces llegar gente ociosa a sobrogar en el mismo lugar que tuvieron canas honradas, y por el mal juicio de las mugeres malbaratan y juegan las posesiones y riquezas que no ganaron, dando en correspondencia de estos bienes muchos disgustos y heridas a quien los hizo dueños de todo; de suerte que lo que eligieron para gusto, permite el cielo se les convierta en pesar, y que en ellas se ajuste el adagio de quien tal hizo que tal pague.(1) (1). Así lo describe el señor Piedrahita, citando al Licenciado Juan de castellanos, Beneficiado de Tunja, Autor de la Historia de las Indias, y de las elegías de varones Ilustres, quien asegura haber conocido al expresado Cazique, como se dirá después. ¿Quién no querrá que la memoria de este hombre generoso sea transmitida de uno en otro siglo para honor del Genero humano? He aquí un verdadero filántropo, de cuya acción se podían deducir muchos documentos apreciables, dignos de estudiarse cada día para excitarnos a la compasión de los infelices. A mí me parece que el mirar con tanta indiferencia la miserable suerte de nuestros hermanos, es porque la virtud de la beneficencia está muy olvidada de las plumas filosóficas. Si ellas se empeñaran más en sus elogios, el Mundo no la tuviera en tanto menosprecio, solo porque es contraria del sistema “propietario”, o ya sea FILARGYRICO. Pero pasemos a conocer mejor la noble alma del Gran Sacerdote de Cundinamarca. Se continuará. PAPEL PERIODICO DE SANTA FE DE BOGOTA VIERNES 31 DE MAYO DE 1.793. Nº92 Continuación del número anterior. Como este ilustre Cazique aún vivía por los tiempos del Ilustrísimo señor Don Fray Juan de barrios, no hay motivo alguno para dudar a cerca de lo que nos dice de él el Licenciado Juan de Castellanos Beneficiado de Tunja, quien lo conoció y trató con la mayor confianza. Era muy respetado de toda la nación, no solamente por la Dignidad de Pontífice Máximo con que estaba condecorado, y que exercía en el templo mayor de todo el Reyno; (2) sino por las muchas riquezas que poseía en la Provincia de Iraca, los grandes talentos que lo distinguían, y lo que es más, por la generosidad y beneficencia de su trato, que hacían recomendable todas sus acciones, y le conciliaban aquella especie de respeto que va unida con el amor, honroso tributo que se le paga dulcemente a el agrado y a la virtud, y con demasiado dolor al despotismo y a la soberbia.

(2). En otra parte se hablará de la magnificencia de este famoso templo, el qual fue incendiado por los Conquistadores, y estuvo ardiendo por espacio de cinco años. Al Pueblo en que estaba situado (que después se ha llamado Sogamoso) lo tenían los Indios por una tierra sagrada; y el Señorío temporal de ella estaba precisamente anexó el oficio de Supremo sacerdote, el qual exercia desde allí ambas potestades: Como Príncipe temporal, en sus respectivos vasallos; y como Pontífice Máximo, en los Chuquez, o Sacerdotes particulares de que abundaban todos los Pueblos. En este pequeño rasgo hemos compendiado el amable carácter de SOGAMOSO; y si yo formara aquí un PANEGIRICO dirigido a la inmortalidad de su nombre; aún antes de decir lo que hizo en honor de la religión católica, probaría muy fácilmente que ningún Gentil de las naciones ilustradas poseyó con tanta eminencia las virtudes morales como este ilustre Bogotano; y que el solo apagaría todo el ponderado heroísmo de muchos hombres que han ceñido su frente de laureles solo porque se han distinguido en ser más tiranos que las fieras. Aunque por esto se ofendan los Manes de los Alexandros, de los Ciros, de los Anibales, Escipiones, Cesares y Pompeyos. Era tan noble el alma de SOGAMOSO, que aún hallándose investido de la gran dignidad del Sumo Sacerdocio, y estando acostumbrado a que lo mirasen como el hombre más sagrado de la nació, fue el primero que abjuró los errores de la Idolatría y abrazó las verdades de la divina ley: pudiendo haberse llenado de soberbia y obstinación hasta parar en un miserable suicida, como tantos gentiles que prefirieron este desastrado fin, a cambió de no verse degradados de la representación que gozaban. Su conducta fue siempre digna de un Espíritu sublime, muy superior a esas debilidades, que han infamado la memoria de los hombres más celebres de la antigüedad; pero con menos disculpa la ponderada filosofía de un Catón. Por estas bellas qualidades le amaron tiernamente los Españoles, y el los trató siempre como a sus mayores amigos. Después de haberse reducido a nuestra Santa Fe, sentía mucho que algunos le llamasen SOGAMOSO, sino por el nombre de ALONSO que se le dio en el Sagrado Bautismo, y era el que le complacía como un signo precioso que lo daba a conocer por otro hombre más feliz que el que había sido antes. Blasonaba no solamente de ser un verdadero Christiano, sino un fiel vasallo del rey de los Españoles. Habiendo en cierta ocasión venido de paseo a esta capital y estando en visita con un Señor Oydor que lo amaba mucho por su bondad y talentos: queriendo este acariciarlo más, le fue explicando varias pinturas que tenía en su sala y mostrándole un Retrato del Rey, le dixo: Pues Don Alonso; ¿qué os parece de nuestro Rey? El Cazique lo estuvo observando, y respondió con gran sosiego: MUY BIEN ME PARECE; PERO YO QUERRIA QUE TUVIESE SU CORTE EN SOGAMOSO. He aquí el más noble deseo de un vasallo, y la prueba menos equivoca de un fidelísimo amor. dexamos de referir otras circunstancias, porque la que corona de inmortal honor el nombre de SOGAMOSO es la siguiente: Como los Conquistadores, y primeros Religiosos que predicaron el Evangelio, procuraron instruirlo con preferencia a los demás, así en el idioma como en los principales misterios de la Divina Ley, para valerse de él como del interprete más autorizado y a propósito para lograr sus piadosos designios; la fidelidad y talentos de SOGAMOSO pusieron tanto de su parte a cerca de la empresa, que con sus reconvenciones, sus consejos y el respeto que se habían conciliado en toda la Nación, logró hacer un fruto tan copioso como el más zeloso Predicador

de Jesu-Christo; de suerte que parecía haber tomado por empeño destruir y echar por tierra todo quanto había edificado quando era Ministro del error. Así prosiguió este ilustre Indio haciéndose cada vez más digno del amor de los Españoles, hasta que lleno de días y de honor murió en la Ciudad de Tunja, siendo Beneficiado de aquella Iglesia el Padre Juan de Ribera Castellanos. Los Religiosos de N. P. S. Francisco lo sepultaron con mucha solemnidad en su mismo Pueblo de Sogamoso: y las lágrimas de los Españoles mezclados con las de los Indios no dexaron duda de que unos y otros supieron conocer el distinguido mérito de este digno de la inmortalidad, cuyas heroycas circunstancias nos hacen ver toda la verdad de aquella expresión de Seneca: VIRTUS EXTOLLIT HOMINEN, ET SUPRA ASTRA MORTALES COLLORAT. Epist. 88. PAPEL PERIODICO DE SANTA FE DE BOGOTA VIERNES 7 DE JUNIO DE 1.793. Nº93 Conclusión del Artículo anterior. Ya que el rasgo precedente hemos dado alguna idea del mérito de SOGAMOSO, compendiaremos también algunas de sus virtudes en el siguiente Epitafio para perpetuar la memoria de un personage tan principal de la nación Mozca. Dicho elogio sepulcral va formado en la Lengua Chibcha, (que era la común de dicha nación) cuyo cotexó se puede hacer tomando la Gramática de la misma, que dio a luz el año de 1.619 el R. P. F. Bernardo de Lugo, del Orden de Predicadores. Catedrático de dicho Idioma en su Convento del Rosario de esta Ciudad. La inscripción primera es en la Lengua Chibcha; la segunda en la Achágua; (una de las nobles y elegantes del Reyno) y ambas contienen rigurosamente la versión Castellana. -IAgái Quandóla Iu! Assy guaháia su cuhumá Sugamuxi, phihipqua Pabá blyzysúca ti qué bizqúa: suz ihó Muysca ti Cundinamarca: bié puyquy es chié tiquica: suz mágue ti chútas Sués, ma éta muysa aelnezeqúsqua chiéz vey Sua piquihiza. Aadiszegásqua bi fihizca. -II¡Nebá cabicáy! Xinacá mucurri phumá Sugamuxi, Saricána catuy runicáta Igirranaisi Guanecatabérri Cundinamarca: Curicayguacunisi guachuniberri: taricáyo Errijús, isucacási nucabau camarrasis Erri icamani derri. Nusejéda casí Guabási. Versión Castellana. Aquí yace el gran Sogamoso, compasivo y amante Pastor de su rebaño: el mejor hombre de Cundinamarca: la corona y honra de su Nación: el amigo de los hijos del Sol,(3)y que al fin adoró las luces del Sol Eterno. Roguemos por su alma. (3). Así llamaban los Bogotaes a los Españoles, derivando del nombre Sua, que en lengua explicaba Sol, el de Sue, lo mismo que hijo del Sol: y así quando querían denotar que había muchos Españoles, decían: Sues Mabie.

APENDICE. Como entre las Lenguas muertas me parece que las más muertas de todas son la Chibcha y la Achágua, he dado a luz estas Inscripciones para que el Público se forme alguna idea de su dulzura y elegancia. El amable Literato Doctor Don Joseph Celestino Mutis, a cuyas eruditas investigaciones le debe muchísimo este Reyno, se ha servido franquearnos el más copioso monumento que quizá existe de la Lengua Chibcha. Sería muy digno de sentirse la perdida de este raro y apreciable manuscrito, que debe mirarse como la más preciosa memoria de la antigüedad Bogotana. Otro Diccionario formaron de la Lengua Achágua los PP. Alonso de Neyra y Juan Ribero, de la extinguida Compañía, el qual también permanece en manuscrito, y así creo permanecerá siempre por que no considero haya quien se interese en la impresión de una obra que no ha de tener salida. Parece que quando el Padre Lugo dio a luz su Gramática aún existían algunos Pueblos que no hablaban otra lengua que la Chibcha, pues consta que predicó mucho en ella en varias Doctrinas y Curatos de este Arzobispado, y aún en las calles y plazas de Santafé. Este Religioso llegó a poseerla con tal facilidad, que compuso dos Sonetos. Ambos contienen un mismo asunto: y para diversión de los curiosos insertáremos uno; pero primero pondremos el Castellano que les sirve de versión, hecho por el mismo Padre, y colocado al principio de su Gramática; si bien, que es preciso perdonarle un pecado poético que cometió en la construcción del verso octavo, y otro de egoísmo que sigue cometiendo desde allí; aunque a cerca de este último, quizá se nos dirá que no es él quien habla, sino la Lengua Chibcha. SONETO. ¿Quién eres tú, que tan ligera vuelas? La lengua chibcha soy. ¿A dó caminas? Del Nuevo Reyno a tierras peregrinas Que tendrán mis verdades por novelas. Dices muy bien; que a todos nos desvelas Con tu profundidad. Di ¿qué imaginas? Que estudiando sabrás lo que adivinas, Que el docto Lugo preside en mis escuelas: Y de chontal me hizo tan ladina, Que causó admiración al mundo todo. Por él pienso quedar eternizada, Y su opinión de hoy más será divina, Que él solo alcanza mi substancia y modo. EN LENGUA CHIBCHA. ¿Muysca micata cubum choquy uca súca? Hiaqunhan chichiranynga, hocabganan, Libros cubun, yn ucanyga, ab chiliqynan, Apuyqy chié ghaueny yqy angustica: Ynga xis chicubun yqy umzhansuca Vmpuyqy chiezhy hysqui ynzhasasan Muyyás agazhinga, ynga ysqhichan, Zgaqy suása mabie yqy umsunsúca. Arte inchichichua nynga ye umqynan,

Ipqua bhoza noabe umchie chibgynga Con Muysca atabe umqyye amighinga. Ynga xis qycaca umguy nhocan; Muysca umguy ypquaná xhica gunga, Vmhyca Bernardo uquqy abhaqynzhinga. NOTA. Como me persuado que nadie volverá a hacer mención de este precioso ramo de antigüedad, a cerca del qual se podían exponer varios reparos curiosos si fuese otra la naturaleza de este escrito; he insertado éste apéndice a la noticia de SOGAMOSO para diversión de algunos sugetos. Permítanseme también unas cortas reflexiones sobre la Gramática del Padre Lugo, y el presente Soneto. Aquí no se ha podido poner del modo con que está impreso en el original, a causa de que nuestra Imprenta no tiene, ni necesita tener, dos especies de caracteres, que precisamente se harían al propósito para imprimir dicha Gramática. Solo hemos podido usar en el Soneto una e inventada también por el mismo Autos, cuya figura es propiamente la de un tres, así como va en la composición Chibcha. Es muy digno de reparo, que siendo constante no haber usado los Indios de este Reyno ninguna especie de escritura, hubiese introducido el Padre Lugo unos caracteres que jamás existieron. No se yo qual sería el motivo de esta notable invención, ni qual era la fuerza que pretendía darle a la pronunciación de ciertas voces valiéndose de unos signos imaginarios, e incomprensibles a cerca del valor que les pretende dar. Por exemplo: todas las dicciones compuestas de chache, chi, cho, chu; quisiera ya saber ¿qué más fuerza tenían escribiéndose zha, zhe, zhi, etc.? Lo mismo digo de la y griega vuelta de este modo: v, y de la h usada en estos términos: h. Otros reparos de este género se hacen demasiado notables en su Gramática, los quales exigían una Disertación muy difusa; y basta indicarlos aquí por lo que pueda importar algún día esta advertencia. También fue notable equivocación el asegurar que la Lengua Chibcha carece absolutamente de L y D; pues hay no pocas palabras en que entran la una y la otra, y algunas que constan de ambas como por exemplo: quandola, lo mismo que decir: fuerte, recio, duro, grave, etc. ¿Pero qué por esto es indigno de aprecio el trabajo de aquel Sabio Religioso? No es eso lo que se debe inferir de mis reparos. Yo celebro su patriotismo, admiro su laboriosidad y aplaudo su escrito. El haber insertado aquí estas observaciones es por lo que puedan contribuir a algunos objetos relativos a la Historia crítica de la América, cuya obra sería utilísima a la Literatura, y por tanto debemos desearla, para que desaparezcan muchas prisiones que solo deben existir en la región de los espectros. LOS TRANSPORTES. Uno de los factores que frenaron el rápido desarrollo de la civilización prehispanica, fue la ausencia de adecuados medios de transporte. Desconocida por completo la tracción mecánica, no tuvieron siquiera la tracción animal. El transporte de mercaderías se hacia integramente con cargueros indios. LOS CAMINOS.

Eran generalmente anchos y nuca tomaban las pendientes suaves buscando las curvas de nivel, sino que casi siempre tenían una fuerte inclinación, a veces a manera de quingos, para remontar las empinadas vertientes de las cordilleras. Además de los caminos por donde habitualmente transitaban los indígenas para ponerse en contacto comercial unos pueblos con otros, aún siendo enemigos entre si, construyeron también grandes calzadas o avenidas, que conducían a los santuarios y que eran utilizados por las multitudes cuando llegaba el día de celebrar ceremonias tradicionales, vinculadas al culto de sus diferentes deidades. Se dice que de Sogamoso salían caminos que conducían a todos los sitios del Imperio Muisca y a otros mucho más remotos. Piedrahita sostuvo que el Valle de Sogamoso estaba comunicado con los Llanos Orientales por ... una carretera abierta que tendrá como cien leguas de longitud, muy ancha y con sus vallederas... LOS PUENTES. Los puentes se construyan de bejuco y eran frecuentes en el territorio donde multitud de ríos y quebradas atraviesan y fertilizan los valles. MITOS. CREACION DEL HOMBRE. En LA CIVILIZACIÓN CHIBCHA, escrita por Miguel Triana se dice: Como consecuencia de toda esta concurrencia de mitos forasteros en el país de los Chibchas, de imposible armonía y acomodo en la psicología popular, corría como válida entre los indios de Tunja una desconcertante explicación del origen del sol y la luna y sobre la creación del hombre. En la oscuridad del mundo no había más personas que los caciques de Sogamoso, y su sobrino el de Ramiriquí, quienes hicieron para poblar la tierra, a los hombres de barro y a las mujeres de hierba. “Estaban todavía las tierras en tinieblas, y para darles luz mandó el Cacique de Sogamoso al Ramiriquí, que era su sobrino, subiese al cielo y alumbrase al mundo, hecho sol, como lo hizo; pero viendo no era bastante para alumbrar la noche, subióse el mismo Sogamoso al cielo, e hízose la luna”. (Noticias Historiales, Vol.2, pag.312). BOCHICA. Vino de las llanuras cálidas e hizo su entrada en tierras chibchas. Nadie lo conocía. Era viejo y canoso, ajustaba su larga cabellera con una cinta arremolinada sobre la frente. Los flecos de la barba le llegaban a la cintura. Una túnica sin cuello lo vestía hasta las pantorrillas y llevaba una manta de algodón sobre el torso, atada en las extremidades sobre el hombro derecho. Se expresaba con fluida arrogancia en todos los dialectos indígenas y difundió en predicaciones bucólicas bondadosas reglas de comportamiento social. Bochica enseño hilar el algodón, a tejer mantas y estamparlas con preciosos dibujos. Después de predicar por el territorio chibcha, terminó en el valle de Sogamoso donde desapareció desprendiéndose misteriosamente de la tierra. Simón nos dice que el predicador dejó estampada la planta de su píe en una roca cerca de Iza, que los devotos veneraron y donde acudían las mujeres grávidas en busca de buen alumbramiento.

Este personaje mitológico que predicó la moral y enseñó las artes manuales, recibió de los indígenas tres nombres, según lo refiere castellanos: Verdad sea que cuentan como vino En los pasados siglos un extraño A quien llamaban Nenterequeteva, O Bochica por otro nombramiento, O Xue que, según dicen algunos, No fueron sino tres los que vinieron En diferentes tiempos predicando; Pero lo más común es que uno solo Tenía los tres dichos epítetos. HUITACA O CHIA. Después de Bochica vino a la tierra una bella mujer Huitaca o Chía que enseño cosas malas, quebrantando las buenas enseñanzas que Bochica predico. Huitaca se esforzó por quebrantar estas leyes y pervertir a los chibchas predicándoles la vida alegre, fiestas y borracheras. Castellanos y Simón dicen que Bochica la convirtió en lechuza y la condeno a la vida nocturna. Otros indígenas creían que fue trasladada al cielo para que fuese mujer del sol y alumbrase de noche, sin aparecer de día por las maldades que había predicado, y que desde entonces hay luna. CUCHAVIVA. Divinidad de origen astral era el dios Cuchaviva, que representaba el aire y el arco iris. La aparición de este fenómeno solar era interpretado por los indígenas como anunció de catástrofes y de muerte de muchos, para aplacar al dios le ofrecían sacrificios humanos.

BACHUE. Surgió del fondo de la laguna de Iguaque, traía desarropados los senos turgentes, y conducía por la mano a una criatura de unos tres años. Llegado el niño a edad viril contrajo Bachue con él matrimonio y de cada parto nacían de su vientre cuatro o seis vidas nuevas. Así pobló Bachue las tierras chibchas y cumplida su misión retornó a las aguas de la laguna con su joven esposo, convertidos en dos grandes serpientes. CHIBCHACUM. Al perder este dios su carácter bondadoso, Bochica lo condenó en castigo a cargar la tierra sobre sus hombros levantándola de los enormes guayacanes sobre los que había venido descansando hasta entonces. NENCATACOA O FO. Este era el dios de la chicha o de las borracheras. Ocupábase en ayudar a los indígenas a arrastrar los maderos para las construcciones de los cercados, no tanto por aligerarles el esfuerzo como por tomar parte en las libaciones de chicha. Era un dios democrático que solía mezclarse con los indios en las festividades, para poder beber, cantar y bailar. LA FUENTE DE CONCHUCUA

Antiguamente denominada LA FUENTE SAGRADA, por ser allí donde únicamente el Sumo Sacerdote de Iraca tenía el privilegio de bañarse en sus agua. EL TEMPLO DEL SOL. Relato de FRAY PEDRO SIMON. “NOTICIAS HISTORIALES DE LAS CONQUISTAS DE TIERRA FIRME EN LAS INDIOS OCCIDENTALES” (1.891) Fray Pedro Simón, 1.574 – 1.630?. franciscano, Cronista español. Su obra forma la relación más completa y valiosa de la Historia de la Nueva Granada en el siglo XVI.

1. -- ... en que no se detuvieron por ir con intentos de llegar de día a Sogamoso. A donde

2.

llegaron a puestas del sol, y al dar vista a los llanos del valle, la dieron también a unos gruesos escuadrones de indios bien armados. Los cuales, sin dilatar los intentos que tenían de pelear con los nuestros, al punto que los vieron asomar, levantaron todos la grita, que entre ellos suele ser señal de rompimiento. El cual hicieron luego nuestros soldados por ver el sitio acomodado para los caballos y que el sol se iba escondiendo. Y así, embistiendo hacía donde parecía la gente más valiente, atropellaban a unos y a otros con todos los caballos con tanta furia, derribando a unos sobre otros con todos sus penachos y plumerías de que iban más prevenidos que de fuerzas, que viendo las muchas de los soldados y caballeros, sin esperar a mayores daños, con los pocos que se les hicieron determinaron todos valerse de sus píes, ya que no podían de sus manos, dejando el campo limpio y sus bohíos en las de los españoles. Los cuales, yéndose a los del cacique que no fue el postrero en la huida, aunque les hallaron solos por haber él ya prevenido de sacar sus mujeres, hijos y algunas de sus riquezas no las hallaron tan sin ellas que no encontraron luego al entrar de las puertas, como en Tunja, colgadas las chagualas o patenas de oro fino con otras muchas y ricas piezas. Entre las cuales hubo alguna que pesó arriba de mil pesos de buen oro que se hallaron dentro de las casas del cacique y otras del pueblo, así de moradas como de templos, y en particular en el principal y común adoratorio que era muy capaz, de donde por la prisa – los indios – no pudieron trasplantar a otra parte sus riquezas ofrecidas. - En el cual entraron, a la callada y con el silencio de la noche, pasadas ya algunas horas de ella, Miguel Sánchez y Juan Rodríguez Parra, soldados de mucho valor y brío, rompiendo las cerraduras de las puertas que eran muchas vueltas de cordeles y ellas de caña y tan bajas – las puertas- que se entraba a gatas, y con hachones de paja encendida comenzaron a desvolver el templo. Donde lo primero que toparon fue con un viejo muy cano y de una barba larga, que fue la primera que hasta allí habían visto en indio, por ser, como hemos dicho, todos desbarbados. Y así por cosa peregrina lo debieron de tener por jeque o mohán, que es tanto como sacerdote entre nosotros, para guarda y servicio de aquel tan famoso templo y el que hacía las ofrendas y daba al pueblo las respuestas de lo que pedían al demonio, y como ministro fiel suyo hizo aquella fineza de no huir como los demás, por no dejar desamparada la majestad del templo, en quien toda la tierra tenía puesta su confianza. La cual llevaron los soldados de llenar las manos en riquezas que no les dejó ocuparse mucho con el viejo, dejándole lo que se le podía preguntar para después del despojo. Y así comenzaron a hacerlo en unos cuerpos secos que estaban puestos en unas barbacoas o poyos de cañas, que debieron de ser de gente calificada, todos envueltos en finas telas de algodón con muchas joyas de oro fino de diversas hechuras y muchas sartas de cuentas,

No les había comenzado a correr mal la suerte con los adornos de los difuntos, si les durara hasta dar vista a lo demás, pero no la tuvieron para mirar los inconvenientes, cegándose con la codicia de aquello primero. Y fue que el suelo del templo estaba cubierto de un espartillo seco y menudo y para ocuparse en los despojos de los muertos, les fue forzoso desocupar las manos de las hachas, poniéndolas en el suelo, sin dejarlos la codicia advertir que se habían de pegar al espartillo como lo hizo, yéndose quemando sin alzar llama hacía una pared que estaba forrada de carrizo seco de arriba abajo, pegose en él, comenzando luego a levantar llama y tomar tantas fuerzas, que cuando volvieron la cabeza los soldados, no bastaron las suyas a apagarla. Y así, tomando del oro y rancheo que tenían junto todo cuanto pudieran largar, dejando lo demás encomendado al fuego, por un lado del templo que no ardía tanto, salieron fuera que no lo tuvieron a poca ventura, pues en un punto se vio todo él arder al fin como de paja, con que se alborotaron los soldados, pensando fuese diligencia de los indios para inquietar a los nuestros. De los cuales llegaron al fuego que vieron desde lejos andando velando en sus caballos, Domingo de Aguirre y Pedro Bravo de Rivera, e informándose del autor del fuego, afirmaba el Miguel Sánchez excusando su descuido, haber sido aquel jeque que hallara u otro que estaría escondido, con intentos de que se quemasen los que robaban su templo, cuerpos muertos y dioses. Aunque el compañero decía ser verdad lo dicho, en lo que la hubo infalible fue que duró el fuego sin acabarse ni dejar de humear un año entero, y memoriales han venido a mis manos que afirman haber durado cinco años, sin que aguaceros de tanto tiempo y tan grandes como los vemos por aquel país, bastasen a apagarlo del todo en todo aquel tiempo de un año, que el de cinco paréceme mucho tiempo, no obstante que los estantes o maderos sobre que estaban fundados eran muy gruesos y de madera de guayacán; los cuales habían traído con inmensos trabajos de la tierra que llaman de los llanos, no cerca de allí, y de tierras asperísimas de camino, poniéndose a romper por todas estas dificultades para que las hubiera en consumir aquel templo, sino que fuera eterno. Y aún para más fortalecerlo, les había aconsejado el enemigo del género humano que cuando hincaran los maderos en la tierra, pusieran debajo un indio esclavo, para que, plantados sobre sangre y carne humana, sería su duración perpetua; mentira bien manifiesta del que es padre de ellas, pues ni esta crueldad que usaron en su fábrica ni tres puertas que tenía una sobre otra ni otros ornatos, todo en orden a su perpetua duración se la pudo dar, ni defensa contra el ímpetu del fuego, ni los aguaceros, ni granizos que el cacique vanísimamente, teniendo engañados y persuadidos a los indios, decía venían por su mano y señorío vinieron a tiempo, ni fuera del apagar las llamas de aquella pocilga de idolatrías. De estas supersticiones y en que se fundaban, trataremos adelante cuando la historia llegue a tratar de todas las de estos indios moscas y de sus templos. DEL INCENDIO DEL TEMPLO DEL SOL, SEGÚN RELATO DE DON JUAN DE CASTELLANOS. Juan de Castellanos, 1.522 – 1.606. Cronista español, desde 1.559 hasta su muerte fue clérigo Beneficiado de Tunja. Al cual llegaron rato de la noche Miguel Sánchez y Juan Rodríguez Parra, Ambos valerosísimos soldados ( de los cuales es hoy el Miguel Sánchez vivo, y el uno alcalde deste pueblo),

Y para ver lo que se contenía Dentro del edificio suntuoso, Rompiéronle las puertas, y con lumbre De pajas que llevaban encendidas Entraron dentro del, a donde vieron Donde llenar las manos a su gusto, Y en una barbacoa bien compuesta Hombres difuntos secos, adornados De telas ricas y de joyas de oro, Con otros ornamentos, que debían De ser cualificados personajes; Y el pavimento del adoratorio Cubierto de espartillo blando, seco ( según allí se tiene costumbre y en las demás provincias de este reino que participan de terrenos fríos). Y estos soldados con la gran codicia, Que las más veces suele dar de mano A consideraciones necesarias Pusieron en el suelo la candela De las ardientes pajas que llevaban, Y embebecidos en recoger oro, No miraron aquel inconveniente, Que fue cundiendo por los espartillos, No con abierta llama ni sonora, Hasta venir a dar en las paredes, Que estaban esteradas de carrizos Pulidamente puestos y trabados, Donde creció la llama de tal suerte, Que cuando revolvieron las cabezas No fue cosa posible mitigalla, Y aún poder salir fuera fue un milagro, A causa de ser fábrica pajiza. Pero con este riesgo no dejaron El oro que tenían recogido, A lo menos aquello que sus fuerzas Bastaron a poner sobre los hombros, Dejando lo demás encomendado A la soberbia furia del incendio, Que fue volando hasta la techumbre, Y de su resplandor aquellos campos Desecharon de su nocturna sombra. Y Domingo de Aguirre que velaba Junto con Pedro Bravo de Rivera, Vinieron a caballo presurosos, Pensando ser ardides de los indios, Porque vieron algunos ir huyendo; De la cual opinión es Miguel Sánchez,

Diciendo que no fue descuido suyo, Más puesto por industrias de los Xeques Que decían estar allí secretos En guarda del insigne santuario, Y viendo los dos hombres ocupados Determinaron de quemallos dentro, Más de cualquier manera que esto ser, El fuego desta casa fue durable Espacio de cinco años, sin que fuese Invierno parte para consumillo, Y en este tiempo nunca falto humo En el compás y sitio donde estaba. Tanto grosor tenía la cubierta, Gordor y corpulencia de los palos Sobre que fue la fábrica compuesta, Los cuales se trajeron de los llanos, Según dicen los indios más antiguos, Con infinito número de gente Que de diversas partes concurrieron A traer de tan lejos la madera Que parecía ser incorruptible, Porque su templo fuese tan durable Como los que cuentan las historias Ser hechos de maderos arceuthinos, Que son de enebro, planta conoscida, De quien leemos que, sin corromperse, En España duraron edificios Doscientos años sobre tres quinientos. La cual madera Salomón pedía Al rey Hiran para labrar el suyo; Y esta ciega nació, con pensamiento De hacer edificio permanente, Busca materiales infalibles. I aún dicéme Juan Vasquéz de Loaisa Que cuando se hincaban los estantes Poderosísimos, cada cual dellos Plantaban sobre un esclavo vivo, Porque fundándose sobre humana sangre No serían sujetos a jactura. Más engañáronse los insensatos, Pues fueron en cenizas convertidos, Sin que la potestad de Sogamoso Entonces acudiese con su pluvia; Porque, según aquestas gentes creen, Llover y granizar es en su mano, Con los demás efectos naturales

Que por los cuatro tiempos se varían; Y están en esto tan endurecidos Estos bestiales, que razón no basta A deshacer aquestas burlerías, Que con otras más ridículas y tontas Que tienen arraigadas en los pechos. TESTIMONIOS DEL CRONISTA FRAY PEDRO DE AGUADO, EN EL CAPITULO X DEL LIBRO TERCERO DE SU RECOPILACION HISTORIAL. Fray Pedro de Aguado. ¿1.589? Misionero franciscano e historiador. Escribió su RECOPILACION HISTORIAL, cuya primera edición data Del siglo XVI, publicada con el nombre de HISTORIA DE SANTA MARTA Y NUEVO REINO DE GRANADA.. El cacique y Señor de Tunja, preso, viendo el mucho contento que los españoles habían mostrado con la cantidad de oro que habían habido y lo mucho que después de juntos los españoles se regocijaban los unos con los oros representando la felicidad que la fortuna les había, sin pensar, puesto en las manos, parecióle y consideró que si en las manos les ponía otro tesoro no menos que el que a él le habían tomado, que se le iría multiplicando el contento y aplazando la codicia, y así no solo dejarían de pedir más oro del que le habían tomado, pero le soltarían de la prisión en que le tenían por este respecto. Acordó decir al General y a sus capitanes y soldados que por haber visto y entendido el deseo que tenían de haber más oro y él asimismo deseaba que lo hubiesen, que a ciertas jornadas de allí estaba un cacique llamado Sogamoso, hombre de gran veneración y religioso por ser tenido, mediante sus supersticiones, por hijo del Sol, a el cual por ser persona de tanta estimación entre ellos y poseyera grandes riquezas, las cuales no solo tenía en su casa, pero en sus templos y oratorios donde los presentes y sus mayores acostumbraban hacer grandes sacrificios, por ser aquel lugar tenido por más devoto y santo que otro ningún de aquella tierra, y que si ellos usaban de presteza y llegaban a donde el cacique Sogamoso estaba y lo hallaran descuidado, sin que tuviese lugar de huir ni alzar sus riquezas, que hallarían en harta abundancia de lo que buscaban. Tienen todos estos bárbaros muy poca fidelidad ni amistad los unos con los otros, y si el uno se ve preso y despojado de su hacienda, procura que de su vecino, y aún hermano y padre, se haga lo mismo, porque se huelga mucho de que los otros padezcan los mismos trabajos y persecuciones que ellos El cacique de Sogamoso, como se ha dicho, era persona muy estimada entre los indios por su falsa religión, y así fue luego por la posta avisado de cómo españoles caminaban hacia su pueblo, el cual habiendo tenido noticias del suceso y prisión de Tunja y de cómo para con ellos eran invencibles los españoles, no curo de fiarse de su poder, armas ni gente, ni de la autoridad de la estimación y religión de su persona y tomando consigo todos sus tesoros y mujeres se puso en salvo donde no le alcanzasen los actos de la avaricia española. El general siguió su camino y no falta quien afirma que lo afirma que lo llevó por el valle y poblaciones de Duitama y Paipa, donde por ser aquella gente más belicosa y atrevida que otra ninguna de los moscas l reino, salieron con las armas en las manos a estorbar el pasaje a los españoles, con los cuales tuvieron ciertas refriegas y escaramuzas de que quedaron con reputación de valientes, y con ellos se detuvo el General ciertos días cuya tardanza fue causa que Sogamoso fuese avisado y tuviese noticia de cómo los españoles se acercaban a su tierra y se alzase con sus tesoros. Que sea de la una o de otra manera, el General llegó a

Sogamoso y no halló gente ninguna, sino todas las casas yermas y despobladas, y según algunos cuentan, un viejo indio, ya cano, de crecida barba, que fue cosa que hasta entonces no habían hallado, dentro de un santuario o templo de los que en aquel pueblo había, que según se presumía debía ser jeque no mohán de aquel templo, el cual se le pregunto donde estaba el señor o cacique de aquel pueblo, y la causa de haberse ausentado con su gente; y dio por respuesta que había tenido noticia de la prisión de Tunja y de la ruina y sacó que en su pueblo se había hecho, y teniendo el mismo suceso e infortunio, se había retirado a lugares muy apartados e ignotos con su gente y haciendas. Los españoles, viéndose frustrados de sus designios, con licencia de su general diéronse a buscar oro por el pueblo y templos que en él había, que según su grandeza y ornato daban bien a entender y conocer la particular religión que en la gente y señor de aquella tierra había. Entre otros templos había uno de extraña grandeza y ornato que decían los indios ser dedicado al dios Remichinchagagua, a quien veneraban mucho con sus ciegas supersticiones e idolatrías. Este santuario andando dentro ciertos soldados con lumbre encendida a buscar oro, porque era muy lóbrego y obscuro por defecto de no tener lumbreras por donde la claridad pudiera entrar y dar luz y ser la puerta tan pequeña y baja que entraban abajados o como suele decirse a gatas, por descuido de los que con lumbre andando dentro, vino a encenderse el fuego de suerte que no se pudo atajar ni remediar, porque como toda la cubierta era muy seca, de pajas, hizose más irremediable el daño, y así fue consumido el fuego, pero no estan breve tiempo como se pudiera consumir otra cosa de más fuertes materiales, porque, como certifican los antiguos que los vieron y se hallaban presentes, que tuvo el fuego en él sin acabarse de consumir más tiempo de un año, y la causa de durar tanto el fuego dicen haber sido la mucha paja que sobre si tenía que conservaba después de quemada el fuego en los maderos gruesos que debajo de esta ceniza estaban. Aunque la gente del pueblo se había alzado y llevado consigo sus riquezas, todavía los soldados hallaron algún sobre, alguna sepulturas de muertos y en el suelo de algunos templos, de lo que por no mirar en ello habían dejado; y de estos rezagados mendrugos se juntaron en este pueblo cuasi seiscientas libras de oro... TESTIMONIOS SOBRE EL TEMPLO DEL HISTORIADOR FERNANDEZ PIEDRAHITA. Lucas Fernández de Piedrahita, 1.624 – 1.688. Escritor, autor de HISTORIA GENERAL DE LAS CONQUISTAS DEL REINO DE NUEVA GRANADA.. Buena parte de la noche había corrido, cuando convidados de la ocasión se fueron al templo Miguel Sánchez y Juan Rodríguez Parra, y para ver lo que se contenía dentro del suntuoso edificio le rompieron las puertas, y con luz de pajas encendidas en un hacesillo reconocieron sobrada riqueza con que satisfacer sus deseos, y sobre muchas barbacoas gran cantidad de cuerpos difuntos adornados de ropas y joyas que manifestaban ser de personas calificadas. El pavimento del templo estaba cubierto de espartillo seco y blando según la costumbre que se observaba allí y en las demás provincias de aquel Reino, que participan de región fría: objetos todos que aumentaron la codicia de estos dos soldados, para que sin advertencia de lo que obraban pusiesen en el suelo la luz que se cebaba en el hachón de paja, mientras ellos se ocupaban de recoger oro. Que poco discurre la codicia una vez empeñada. Que ciega atiende al peligro embelesada solo en que las arrastre el objeto. La llama fue prendiendo lentamente por los espartillos hasta dar en las paredes tapizadas de carrizos curiosamente puestos y trabados, donde se aumentó con tal fuerza, que cuando los dos

compañeros atendieron al daño que su descuido había procedido, no les fue posible apagarlas; y aunque intentaron diligencias para ello, ninguna tan eficaz que les obligase a soltar de las manos el oro que cada cual tenía recogido. Y así para no verse en conocido riesgo de perderlo todo, desampararon el templo dejando la restante riqueza expuesta a la furia del incendio, que corriendo hasta la techumbre daba tan crecido resplandor que alumbraba toda la ciudad y campos, de tal suerte que Domingo de Aguirre y Pedro Bravo de Rivera montaron a caballo y acudieron presurosos al lugar dl incendio, pensando haberse dispuesto ardidosamente por haber visto que algunos indios salieron huyendo del templo. De esta opinión fue siempre Miguel Sánchez, afirmando no haber estado la desgracia de parte de su descuido, sino la industria de los jeques y mohanes que debieron estar secretamente dentro del templo en guarda del insigne santuario, y viendo tan ocupados a los dos españoles o por quemarlos en venganza de haberlo profanado o porque a la mañana no lo despojasen a sus ojos los demás compañeros, llevados del celo de su falsa religión le pusieron fuego; pero ningún volcán se mostró más ardiente en el arrebatado curso de sus llamas que este edificio avivado de los soplos del viento, siendo lastimoso espectáculo de aquellos tiempos, considerada la majestad de su fábrica, la grandeza de sus tesoros y la curiosidad de sus arreos, y así a los ojos de los bárbaros fue objeto de lágrimas por el violento destrozo de lo más sagrado que veneraban, no fue menos lastimoso a los españoles por las esperanzas que entre las ruinas del fracaso dejaron sepultadas. Mucho duro el incendio, porque fue mucho lo que tuvo que gastar la llama;...

+++++++++++++++++ BIBLIOGRAFIA GENERAL. DUQUE GOMEZ, LUIS: Historia Extensa de Colombia. Volumen I. Tomo II, 1.967. SIMON, PEDRO, Fray: Noticias Historiales de las Conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales. Biblioteca Banco Popular. 1.981 SILVA CELIS, ELIECER: Arqueología y Prehistoria de Colombia. Prensa de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. 1.968. HERNANDEZ RODRIGUEZ, GUILLERMO: De los Chibchas a la Colonia y a la República, del clan a la encomienda y al latifundio en Colombia. Ediciones Internacionales, Bogotá. 1.978.

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